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FPA 8956/2016/2/1/1/RH1

Rodríguez, Héctor Ismael s/ incidente de


recurso extraordinario.

Corte Suprema de Justicia de la Nación


Buenos Aires, 9 de Septiembre de 2021

Vistos los autos: ―Recurso de hecho deducido por la defensa


en la causa Rodríguez, Héctor Ismael s/ incidente de recurso
extraordinario‖, para decidir sobre su procedencia.

Considerando:

Que el recurso extraordinario, cuya denegación motivó


esta queja, resulta inadmisible (art. 280 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación).

Por ello, se desestima la presentación directa. Intímese a


la parte recurrente a que, dentro del quinto día de notificada,
acompañe copia de la resolución que concede el beneficio de
litigar sin gastos o efectúe el depósito que dispone el art. 286
del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, a
disposición del Tribunal, bajo apercibimiento de ejecución.
Notifíquese y, oportunamente, archívese.

DISI-//-

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-//-DENCIA DEL SEÑOR PRESIDENTE DOCTOR DON CARLOS FERNANDO
ROSENKRANTZ

Considerando:

1°) Que, en lo que aquí interesa, la Sala IV de la


Cámara Federal de Casación Penal resolvió, por mayoría, rechazar
el recurso interpuesto por la defensa de Héctor Ismael
Rodríguez, quien fuera condenado a la pena de dos (2) meses de
prisión de cumplimiento efectivo como autor penalmente
responsable del delito de tenencia de estupefacientes para
consumo personal (art. 14, párrafo 2°, de la ley 23.737).

Para arribar a este pronunciamiento, se consideró


demostrado que mientras Rodríguez se encontraba detenido en la
Unidad Penal n° 2 de Gualeguaychú, Provincia de Entre Ríos, del
interior del colchón que tenía asignado y llevaba consigo en su
traslado a otra unidad carcelaria, se secuestraron dieciséis
(16) cigarrillos armados y listos para su consumo, los que
contenían 4,14 gramos de cannabis sativa (marihuana).

El tribunal a quo sostuvo que la tenencia de


estupefacientes para consumo personal por parte de personas
detenidas en unidades penitenciarias no está, per se, excluida
del amparo constitucional de la garantía de autonomía personal
prevista en el art. 19 de la Constitución Nacional. No obstante,
aseveró que las circunstancias fácticas del caso permitían
afirmar fundadamente la existencia de un peligro para terceros
y, además, como no podían ser consideradas análogas a las que

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habían motivado la doctrina del fallo ―Arriola‖, quedaba


descartada la solución del caso por aplicación del precedente.
La sala de casación afirmó, asimismo, que el recurrente no había
logrado probar que la punición de la conducta imputada hubiera
resultado violatoria de la garantía de autonomía personal
consagrada en el art. 19 de la Constitución Nacional, por lo que
confirmó la sentencia recurrida.

2°) Que contra ese pronunciamiento, la defensa dedujo


recurso extraordinario federal, cuya declaración de
inadmisibilidad motivó el presente recurso de queja.

En la apelación extraordinaria, alegó que el mero


hecho de encontrarse alojado en una unidad carcelaria no
conllevaba necesariamente un mayor grado de propagación de
riesgo por la tenencia de estupefacientes, que los cigarrillos
habían sido secuestrados dentro del colchón por lo que no se
encontraban a la vista, ni en condiciones directas de ser
utilizados, que no había habido ningún tipo de ostentación de la
sustancia prohibida y que no se configuraba riesgo o daño alguno
para terceros. Defendió el derecho constitucional a la intimidad
y a la privacidad de los detenidos, más allá de las estrictas
reglas de conductas a las que están sujetos. Reclamó la
aplicación de la doctrina consagrada en ―Arriola‖ y, en esa
línea, requirió que se declare la inconstitucionalidad del art.
14, segundo párrafo, de la ley 23.737, por entender que la
criminalización de la conducta de Rodríguez configura una
ilegítima intromisión del Estado en su vida privada.

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3°) Que el recurso extraordinario es admisible en la
medida en que se ha puesto en tela de juicio la inteligencia del
art. 19 de la Constitución Nacional y la decisión ha sido
contraria al derecho que la recurrente funda en dicha cláusula
(art. 14, inciso 3, de la ley 48). Por otro lado, en relación a
la denuncia de arbitrariedad, los argumentos que la sustentan se
encuentran inescindiblemente unidos a la cuestión federal, por
lo que resulta pertinente tratarlos de manera conjunta (Fallos:
321:703; 329:201 y 330:2206, entre otros).

4°) Que esta Corte en la causa ―Arriola‖ (Fallos:


332:1963), con apoyo en la decisión antes adoptada en
―Bazterrica‖ (Fallos: 308:1392), ha establecido una doctrina
acerca del alcance del derecho a la privacidad protegido por el
art. 19 de la Constitución Nacional y el modo en que este
derecho inhibe la punición estatal de ciertas conductas. La
decisión allí adoptada resulta determinante para establecer si,
como denuncia el recurrente, el art. 14, segundo párrafo, de la
ley 23.737, en tanto castiga la conducta de los imputados
consistente en la tenencia de estupefacientes para consumo
personal en escasa cantidad, en un lugar oculto y dentro de un
establecimiento carcelario, resulta contrario a la Constitución
Nacional.

En ―Bazterrica‖, según la relación de los hechos Sintesis de


contenida en la sentencia entonces apelada ante esta Corte, la Bazterrica
policía había encontrado marihuana en poder del imputado durante
un allanamiento en su domicilio. La Corte analizó entonces el

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art. 6 de la ley 20.771 —norma que incriminaba la tenencia de


estupefacientes de un modo similar al art. 14 de la ley 23.737—
para determinar si constituía una intromisión indebida al ámbito
de privacidad del imputado protegido por el art. 19 de la
Constitución. Dos de los jueces que conformaron la mayoría (los
jueces Belluscio y Bacqué) concluyeron que sí lo hacía. En ese
sentido, afirmaron que no estaba probado, no obstante haberse
reiteradamente afirmado de modo dogmático, que la incriminación
de la simple tenencia evitase consecuencias negativas concretas
para el bienestar y la seguridad general y que no resultaba
suficiente la justificación de la norma penal con base en la
prevención de potenciales daños y peligros abstractos a terceros
(considerando 9°). Destacaron también que el problema que
planteaban las drogas podía abordarse mediante otras
herramientas, de naturaleza no penal, y que a la luz de
opiniones vertidas por varios comités de expertos el
encarcelamiento de simples tenedores carecía de razonabilidad
(considerandos 10 y 11). A la luz de estas consideraciones, a
los efectos de resolver el caso, concluyeron que adquiría una
singular significación ―la prohibición constitucional de
interferir con las conductas privadas de los hombres,
prohibición que responde a una concepción según la cual el
Estado no debe imponer ideales de vida a los individuos sino
ofrecerles la libertad para que ellos los elijan‖, y que por
ello debía declararse la inconstitucionalidad de la norma penal
referida (considerando 12).

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Por su parte, el voto concurrente del juez Petracchi,
que conformó la mayoría, también giró alrededor del derecho a la
privacidad. Sostuvo que la Constitución garantizaba ese derecho
dentro de un marco al que llamó un ―esquema de ordenada
libertad‖, expresión que previamente ya había usado el juez
Cardozo de la Corte Suprema de los Estados Unidos en ―Palko vs.
Connecticut‖ (302 U.S. 319), y que era integrado por los
derechos básicos de los individuos en el cual la libertad
individual estaba protegida de toda imposición arbitraria o
restricción sin sentido (art. 28 de la Constitución Nacional).
Respecto del derecho a la privacidad, y siguiendo la estela de
la famosa disidencia del juez Brandeis de la Corte Suprema de
los Estados Unidos en ―Olmstead vs. United States‖, (277 U.S.
438, 478), el juez Petracchi sostuvo que debía ser concebido
como un ―derecho a ser dejado a solas‖, aclarando que esta era
una ―fórmula ya clásica que significa que la persona goza del
derecho de ser dejada a solas por el Estado —no por la religión,
la moral o la filosofía— para asegurar la determinación autónoma
de su conciencia cuando toma las decisiones requeridas para la
formación de su plan de vida en todas las dimensiones
fundamentales de ella, plan que le compete personalísimamente‖
(considerando 9°). El juez Petracchi agregó, con cita de uno de
los votos concurrentes de ―Ponzetti de Balbín‖ (Fallos:
306:1892), que el ámbito protegido por la privacidad constituía
―uno de los mayores valores del respeto a la dignidad de la
persona y un rasgo diferencial entre el Estado de Derecho
democrático y las formas políticas autoritarias y totalitarias‖

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y concluyó que excluía la intromisión externa a menos que se


afectase el orden y la moral públicos y los derechos de terceros
(considerandos 9° y 11). En virtud de estos fundamentos, el voto
sostuvo que el art. 6 de la ley 20.771 era inconstitucional. En
ese sentido afirmó, en primer lugar, que la pretendida
justificación según la cual la incriminación de la tenencia de
estupefacientes contribuía a evitar consecuencias negativas
concretas para el bienestar y la seguridad general era una mera
afirmación dogmática, especialmente si se consideraba que el
Estado podía adoptar una serie de medidas legislativas y de otro
tipo más eficaces. En particular, el juez Petracchi sostuvo que
―con relación a los adictos y simples tenedores de
estupefacientes para uso personal, el encarcelamiento "carece de
razonabilidad" y puede representarles un ulterior estigma que
facilite su adhesión a modelos de vida criminal y a la
realización de conductas desviadas en lugar de fortalecer su
readaptación a la vida productiva‖. En tales condiciones,
concluyó que ―la sanción penal ‗per se‘ es ‗inútil‘ y, por lo
mismo, ‗irrazonable‘‖ (considerando 16). En segundo lugar, el
juez Petracchi subrayó que los motivos habituales para respaldar
una prohibición penal como la referida no eran suficientes: ni
los juicios de carácter-ético, ni razones de política global de
represión del narcotráfico ni los argumentos relativos a la
creación de un grave peligro social eran aceptables
(considerandos 17 a 19). El voto mencionó incluso que la
sentencia apelada no había evaluado otros aspectos relevantes
vinculados a la tenencia para estupefacientes que hacían ―dudar

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de la razonabilidad de reproches penales como el que se juzga‖
(considerando 20).

Como puede verse, más allá de las diferencias entre


los votos reseñados, la mayoría de ―Bazterrica‖ sentó una
doctrina clara. Determinó que el art. 6 de la ley 20.771, en
tanto imponía un castigo penal a la tenencia de estupefacientes
para consumo personal hallados en el domicilio, era
inconstitucional porque invadía un ámbito protegido por el art.
19 de la Constitución Nacional sin ninguna justificación
razonable que mostrase que dicha invasión era necesaria para
proteger los bienes jurídicos que se pretendían preservar (sea
la salud pública, la seguridad pública o el combate al
narcotráfico) y que, por ende, se dañasen los bienes o derechos
de terceros protegidos por la norma penal.

5°) Que esa doctrina fue recuperada por la Corte en Síntesis de


―Arriola‖. El Tribunal se pronunció allí sobre la situación de Arriola
varios imputados que habían sido condenados por tenencia de
estupefacientes para consumo personal en los términos del art.
14 de la ley 23.737 a quienes, tal como resulta de la reseña del
caso, les había sido incautada droga en pequeña cantidad oculta
entre sus ropas, aunque no en sus respectivos domicilios como
sucedió en ―Bazterrica‖, sino mientras circulaban por la calle.
Tal como surge del resolutivo de ―Bazterrica‖, allí se concluyó
que, en cuanto el art. 14 de la ley 23.737 ―incrimina la
tenencia de estupefacientes para uso personal que se realice en
condiciones tales que no traigan aparejado un peligro concreto o

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un daño a derechos o bienes de terceros‖, la norma penal


referida resultaba inconstitucional.

Para decidir de ese modo, el juez Petracchi remitió


íntegramente a su voto en ―Bazterrica‖. Los jueces Maqueda y
Highton de Nolasco también entendieron que resultaban aplicables
las consideraciones del voto del juez Petracchi en ―Bazterrica‖
(considerandos 10, 11 y 12 de su voto conjunto en ―Arriola‖),
aunque propusieron varios argumentos para mostrar por qué, a
pesar de que el Tribunal había adoptado con posterioridad a
dicho fallo una postura contraria en el caso ―Montalvo‖ (Fallos:
313:1333), las circunstancias acaecidas desde entonces
ratificaban la doctrina sentada en ―Bazterrica‖ (considerandos
12, 13 y 14 del voto conjunto referido). Por su parte, el juez
Lorenzetti también dio un lugar central a la decisión adoptada
en dicha causa. Sostuvo que toda restricción del ámbito de
libertad protegido por el art. 19 implicaba una inversión de la
carga argumentativa y, no estando justificada en el caso porque
no se había probado que existiera peligro concreto ni que se
favorecieran las finalidades de la norma penal, correspondía
aplicar el criterio desarrollado en ―Bazterrica‖ (considerandos
11 a 18 del voto referido en ―Arriola‖). Por su parte, en su
voto concurrente, el juez Fayt adujo que nuevos datos de la
realidad acaecidos luego de su disidencia en ―Bazterrica‖
justificaban revisar su criterio y concluir que la norma penal
se había vuelto irrazonable porque ninguno de los fines que
sustentaban dicha norma se había concretado. Afirmó entonces

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que, frente al claro componente de autonomía personal de la
conducta que estaba siendo juzgada en tanto la tenencia de
estupefacientes no resultaba ostensible, la norma penal era
inconstitucional (considerando 12 y siguientes). A su vez, el
juez Zaffaroni entendió también que la norma penal no lesionaba
o ponía en peligro bienes jurídicos ajenos y que era irrazonable
por no tener incidencia alguna en el éxito de la política
criminal contra el narcotráfico. Finalmente, la jueza Argibay
sostuvo que, a partir de ―Bazterrica‖, se construyó una línea de
interpretación constitucional sobre el tipo de conductas que
podían considerarse privadas y que básicamente estuvo centrada
en el carácter ostensible de la tenencia en pequeñas cantidades,
lo que no se verificaba en el caso (considerandos 12, 13 y 14).

Como puede verse, las decisiones de esta Corte en


―Arriola‖ y ―Bazterrica‖ responden a una doctrina común
claramente discernible. Según esta doctrina, el castigo penal de
la tenencia de estupefacientes para consumo personal, cuando se
trata de drogas en pequeña cantidad y la tenencia o el consumo
no son visibles u ostensibles, es inconstitucional porque
constituye una intromisión por parte del Estado en el ámbito de
la privacidad protegido por el art. 19 de la Constitución
Nacional sin que haya una justificación razonable que muestre
que ello es necesario para proteger los bienes jurídicos que la
norma penal puede legítimamente apuntar a preservar (sea en la
forma de la salud pública, la seguridad pública o el combate al

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narcotráfico) y, por lo tanto, que se dañen los bienes o


derechos de terceros protegidos por la norma penal.

6°) Que conviene subrayar dos aspectos relevantes


sobre el alcance de dicha doctrina.

En primer lugar, no constituye una consideración


decisiva para analizar la inconstitucionalidad de la norma penal
cuestionada si el lugar donde ocurre la conducta imputada (es
decir, la tenencia de estupefacientes para consumo personal en
pequeña cantidad de modo no visible) es público o privado. En
―Bazterrica‖ los estupefacientes fueron hallados durante un
allanamiento al domicilio del imputado mientras que en ―Arriola‖
fueron incautados cuando los imputados circulaban por la calle.
En ambos casos, más allá de la diferencia mencionada, la
doctrina utilizada por esta Corte fue la misma.

En segundo lugar, si bien cada uno de los jueces que


votaron en ―Arriola‖ ofreció caracterizaciones algo diferentes
del derecho a la privacidad, coincidieron en que dicho derecho
protege un ámbito de libertad personal de alguna manera ligado a
la auto-determinación que debe estar fuera del alcance del
reproche estatal. La caracterización más perspicua de esa idea
aparece en las palabras del juez Petracchi, que conviene citar
nuevamente: toda persona ―goza del derecho de ser dejada a solas
por el Estado…para asegurar la determinación autónoma de su
conciencia cuando toma las decisiones requeridas para la
formación de su plan de vida en todas las dimensiones

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fundamentales‖. Este derecho responde, tal como lo enfatizaron
los jueces Belluscio y Bacqué en su voto en ―Bazterrica‖
(considerando 12) ―a una concepción según la cual el Estado no
debe imponer ideales de vida a los individuos sino ofrecerles la
libertad para que ellos los elijan‖. En la visión de estos
jueces el derecho a ser dejado a solas es un derecho
instrumental para la realización de la autonomía. De todos
modos, la importancia instrumental del derecho a ser dejado a
solas para asegurar la determinación autónoma no agota toda su
relevancia constitucional. El derecho a ser dejado a solas es un
derecho aún más básico y fundamental en tanto protege, tal como
lo establecieron los jueces Carrió y Fayt en su voto conjunto en
―Ponzetti de Balbín‖ (considerando 8) ―un ámbito de autonomía
individual constituido por los sentimientos, hábitos y Derecho a la
costumbres,…reservados al propio individuo‖ cuya ausencia no privacidad (a ser
solo nos impediría vivir autónomamente sino que, además, nos dejado a solas)
como requisito
haría imposible experimentar nuestra vida como propia. En otras
para vivir la vida
palabras, de acuerdo a la doctrina aceptada por esta Corte en
con dignidad
los precedentes mencionados, el derecho a ser dejado a solas —es
decir, la existencia de un ámbito protegido de la observación,
del escrutinio y, sobre todo, del reproche del Estado— es un
requisito imprescindible para poder vivir nuestras vidas con
dignidad.

7°) Que el derecho a la privacidad y la doctrina de


―Arriola‖, que estableció su alcance, son decisivos para
determinar si, en un establecimiento carcelario, puede

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castigarse penalmente la tenencia de estupefacientes para


consumo personal en pequeña cantidad y de modo no ostensible u
oculto.

De modo preliminar, aunque es un punto innegable de


nuestro orden constitucional, debe enfatizarse que los internos
—aquellas personas que se encuentran bajo la custodia del Estado
en prisiones y otros establecimientos con la libertad
ambulatoria restringida— no pierden todos sus derechos por el
hecho de haber sido privados de su libertad. Los artículos 5.1
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 10.1 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos claramente
disponen que toda persona privada de su libertad ―será tratada
con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano‖.
Los jueces Fayt, Petracchi y Boggiano, de modo coincidente con
lo establecido en la Convención, también han afirmado que ―los
prisioneros son…titulares de todos los derechos
constitucionales, salvo las libertades que hayan sido
constitucionalmente restringidas por procedimientos que
satisfagan todos los requerimientos del debido proceso‖ (voto
concurrente en Fallos: 318:1894). La restricción innecesaria de
los derechos de los internos no es aceptable en virtud del
mandato insertado en el art. 18 de nuestra Constitución Nacional
de evitar toda mortificación que no sea necesaria para la
seguridad de los reos.

En ese marco, resulta claro que los internos pueden


reclamar, como cualquier otro ciudadano, que su derecho a la

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privacidad sea reconocido. Por consiguiente, si el castigo penal
de la tenencia de estupefacientes para consumo personal en
pequeña cantidad y no ostensible fuera del establecimiento
penitenciario, cuando no están afectados los bienes jurídicos
que la norma penal apunta a preservar (sea en la forma de la
salud pública, la seguridad pública o el combate al
narcotráfico), constituye una intromisión inadmisible por parte
del Estado al ámbito de la privacidad garantizado por nuestra
Constitución, el mismo tipo de castigo a la tenencia de
estupefacientes dentro de dicho establecimiento constituye
también una intromisión inadmisible salvo que se muestre que hay
algún grado de afectación a los bienes jurídicos mencionados.

En el caso de autos no hay prueba alguna de que haya


habido terceros que, por ejemplo, hubiesen advertido que el
imputado consumió estupefacientes o que tenía estupefacientes en
su poder. Por otro lado, ni el Ministerio Público Fiscal ni el
tribunal a quo han acercado argumentos para mostrar por qué la
tenencia de estupefacientes en este caso afectaría la salud o la
seguridad pública o estaría vinculada al combate al Tenencia afecta BJ
si es parte de
narcotráfico, lo que sin duda podría suceder si quien posee
eslabón de cadena
estupefacientes en pequeña cantidad es un eslabón más de una
de
cadena de comercialización que opera dentro del penal. Por lo comercialización
tanto, por el respeto debido a la privacidad protegida por el
art. 19 de la Constitución Nacional, esta Corte no puede
justificar en este caso la criminalización de la conducta
imputada por el mero hecho de que haya ocurrido dentro de un

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establecimiento carcelario. El art. 14 de la ley 23.737 es por


consiguiente, en las presentes circunstancias, inconstitucional.

A los efectos de establecer con claridad qué es lo


que aquí se decide es crucial destacar que el derecho a ser
Diferentes alcances
del derecho de serdejado a solas, tal como sucede con otros derechos, puede tener
dejado a solas distintos alcances en diferentes contextos institucionales y,
según contexto por ello, ofrecer distintos grados de protección frente a la
intromisión (y también frente a la omisión) estatal. Lo que aquí
se establece como constitucionalmente inválido, por
consiguiente, es solo el castigo penal establecido en el art. 14
de la ley 23.737 a quien, dentro de una institución
penitenciaria, posee estupefacientes para consumo personal en
una pequeña cantidad de modo no visible u ostensible. Por ello,
nada de lo anterior significa, ni la doctrina aceptada por esta
SPF puede intentar
disuadir la tenen- Corte en ―Arriola‖ implica, que el derecho a la privacidad de
cia mediante, por los internos consagrado en el art. 19 de la Constitución
ejemplo, sanciones Nacional necesariamente impide toda medida que busque disuadir
disciplinarias por la tenencia o el uso de estupefacientes en los establecimientos
uso o tenencia carcelarios. La necesidad de estos establecimientos de disuadir
las conductas que afecten el bienestar de los internos, el buen
funcionamiento de la institución (e.g. el orden, la seguridad o
la disciplina en el penal) o que dificulten su reinserción
social —objetivos que de hecho aparecen invocados en la ley
24.660 en sus arts. 1, 69 y 70— podría justificar, por lo tanto,
que los reglamentos carcelarios impongan sanciones
disciplinarias por la tenencia o el uso de estupefacientes.

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Por ello, se hace lugar a la queja, se declara admisible el
recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada. Vuelvan
los autos al tribunal de origen a fin de que, por quien
corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo al
presente. Agréguese la queja al principal, notifíquese y
devuélvase.

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-//-DENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON RICARDO LUIS LORENZETTI

Considerando:

1°) Que la Sala IV de la Cámara Federal de Casación


Penal confirmó, por mayoría, la sentencia del Juzgado Federal n°
1 de Paraná, en cuanto condenó a Héctor Ismael Rodríguez a la
pena de dos meses de prisión de cumplimiento efectivo por el
delito de tenencia de estupefacientes para consumo personal
(art. 14, 2° párrafo de la ley 23.737). Contra dicho decisorio,
la defensa de Rodríguez interpuso recurso extraordinario, cuya
denegación derivó en la interposición de la queja que viene a
estudio del Tribunal.

2°) Que el recurrente se agravió por entender que


correspondía aplicar, en el caso, la doctrina emergente del
precedente ―Arriola‖ de esta Corte Suprema. Argumentó, en tal
sentido, que la mera circunstancia de encontrarse alojado en una
unidad carcelaria no supone un mayor peligro de propagación del
riesgo derivado de la tenencia de estupefacientes; siendo que,
además, en el caso los cigarrillos de marihuana secuestrados en
poder de Rodríguez no se encontraban, al momento de ser
hallados, ni a la vista ni en condiciones directas de ser
utilizados, sin que hubiese habido ostentación del consumo de la
sustancia prohibida ni riesgo o daño a terceros.

3°) Que el recurso extraordinario federal interpuesto


por la parte es formalmente admisible, en cuanto se encuentra en
juego la validez constitucional de una norma federal (art. 14,

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inciso 2° de la ley 23.737) y el alcance que corresponde
asignarle a los derechos constitucionales a la privacidad y la
intimidad, amparados en el art. 19 de la Constitución Nacional.
Además, la sentencia apelada proviene del superior tribunal de
la causa, y resulta contraria a los derechos invocados por el
recurrente (art. 14 de la ley 48).

4°) Que tal como se desprende del precedente de


Fallos: 332:1963 ―Arriola‖ (voto del doctor Lorenzetti, Arriola según
considerando 11), en casos como el sub examine corresponde Lorenzetti
adoptar un criterio para el juzgamiento fundado en las
siguientes pautas:

A) El art. 19 de la Constitución Nacional constituye una


frontera que protege la libertad personal frente a cualquier
intervención ajena, incluida la estatal. No se trata solo del
respeto de las acciones realizadas en privado, sino del
reconocimiento de un ámbito en el que cada individuo adulto es
soberano para tomar decisiones libres sobre el estilo de vida
que desea.

B) Este poderoso reconocimiento de la libertad personal


implica una inversión de la carga argumentativa, de modo que
toda restricción de ese ámbito debe ser justificada en la
legalidad constitucional.

C) No cabe penalizar conductas realizadas en privado que no


ocasionan peligro o daño para terceros. Los argumentos basados

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en la mera peligrosidad abstracta, la conveniencia o la


moralidad pública no superan el test de constitucionalidad.

D) La conducta realizada en privado es lícita, salvo que


constituya un peligro concreto o cause daños a bienes jurídicos
o derechos de terceros.

E) De conformidad con lo expuesto, corresponde aplicar el


criterio que esta Corte Suprema desarrolló en el precedente
"Bazterrica" (Fallos: 308:1392).

A su vez, de la aplicación de los referidos


parámetros se sigue que es preciso respetar el ámbito de
ejercicio de la libertad personal cuando no hay daño o peligro
concreto para terceros, y que no son admisibles los delitos de
peligro abstracto, lo que a su vez redunda en que la norma que
pune la tenencia de estupefacientes para consumo personal debe
ser considerada violatoria del art. 19 de la Constitución
Nacional y, por tanto, declararse su inconstitucionalidad (cfr.
precedente ―Arriola‖, cit., voto del doctor Lorenzetti,
considerando 18).

5°) Que sin perjuicio de lo expuesto, en el mismo


Límites a Arriola
precedente se reconoció que “…el consumo que traiga aparejado
una lesión a un bien jurídico o derecho de terceros o los ponga
en concreto peligro, y la distribución de estupefacientes deben
ser combatidos‖ (voto del doctor Lorenzetti, considerando 19).

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6°) Que ninguna de esas circunstancias se verifica en
el sub examine. En esa dirección, la finalidad de distribución
queda descartada de antemano, desde que en el caso no se
encuentra en discusión que los estupefacientes secuestrados en
poder de Héctor Ismael Rodríguez (los cuales se encontraban
ocultos en la gomaespuma de un colchón asignado al nombrado)
estaban destinados a consumo personal. Así lo entendió el
tribunal de mérito, en cuanto subsumió los hechos en la figura
penal prevista en el art. 14, segundo párrafo de la ley 23.737,
encuadramiento que no ha sido controvertido por ninguna de las
partes. En cuanto al peligro a terceros, parece claro que no
puede derivarse de la circunstancia -señalada en la sentencia
apelada- de que Rodríguez iba a llevar consigo el colchón en que
fueron encontrados los estupefacientes a otra unidad carcelaria,
toda vez que, en la medida en que dicho colchón formaba parte de
sus objetos personales, el hecho de que acompañara al imputado
en su traslado no supone en modo alguno que los cigarrillos de
marihuana ocultos en su interior fueran a abandonar la esfera de
intimidad del imputado.

7°) Que la legitimidad de la aplicación del tipo


penal previsto en el art. 14, 2° párrafo de la ley 23.737 al
caso tampoco puede encontrar sustento en la circunstancia de que
la tenencia de estupefacientes para consumo haya tenido lugar
dentro de un establecimiento carcelario. Pues aunque resulta
evidente que la privación de libertad conlleva, necesariamente,
una restricción a la autonomía personal y al derecho a la

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privacidad de las personas que la sufren, en modo alguno puede


considerarse que importe la pérdida definitiva de dichos
derechos.

Por el contrario, ello contravendría la regla


contenida en el art. 18 de la Constitución Nacional, que
establece que las cárceles de la Nación están “…para seguridad y
no para castigo de los reos detenidos en ellas‖, y veda ―…toda
medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más
allá de lo que aquella exija‖; como así también lo dispuesto en
el art. 5.2. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
en punto a que ―[t]oda persona privada de libertad será tratada
con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano‖ y
en el art. 10.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, conforme el cual ―[t]oda persona privada de libertad
será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad
inherente al ser humano‖.

En base a lo expuesto, cabe concluir que cuando –como


ocurre en el sub examine- la conducta del penado no trasciende a
terceros, mantiene plena vigencia el derecho a la intimidad
reconocido en el art. 19 de la Constitución Nacional, motivo por
el cual resulta de aplicación, la doctrina emergente de los
precedentes ―Bazterrica‖ (Fallos: 308:1392) y ―Arriola‖ (Fallos:
332:1963) de esta Corte Suprema y, en consecuencia, corresponde
dejar sin efecto la sentencia apelada.

- 21 -
Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente
el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia
apelada en lo que fue motivo de agravio. Vuelvan los autos al
tribunal de origen a fin de que, por quien corresponda, se dicte
un nuevo pronunciamiento con arreglo al presente. Agréguese la
queja a los autos principales. Notifíquese y devuélvase.

Firmado Digitalmente por ROSENKRANTZ Carlos Fernando Firmado Digitalmente por HIGHTON Elena Ines

Firmado Digitalmente por MAQUEDA Juan Carlos Firmado Digitalmente por LORENZETTI Ricardo Luis

Firmado Digitalmente por ROSATTI Horacio Daniel


- 22 -
FPA 8956/2016/2/1/1/RH1
Rodríguez, Héctor Ismael s/ incidente de
recurso extraordinario.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

Recurso de queja interpuesto por Héctor Ismael Rodríguez, asistido por el Dr.
Enrique María Comellas, Defensor Público Oficial.

Tribunal de origen: Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal.

Tribunal que intervino con anterioridad: Juzgado Federal n° 1 de Paraná,


Provincia de Entre Ríos.

- 23 -
FPA 9510/2017/3/1/1/RH1
Salvini, Marcelo Daniel y otro s/ incidente de
recurso extraordinario.

Corte Suprema de Justicia de la Nación


Buenos Aires, 30 de Agosto de 2022

Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por la defensa


de Marcelo Daniel Salvini en la causa Salvini, Marcelo Daniel y
otro s/ incidente de recurso extraordinario”, para decidir sobre
su procedencia.

Considerando:

Que las cuestiones planteadas en la presente causa


Rosenkrantz y resultan sustancialmente análogas a las resueltas por el
Antelo Tribunal en los autos “Rodríguez, Héctor Ismael” (Fallos:
344:2409) -disidencia del juez Rosenkrantz-, a cuyos fundamentos
y conclusiones corresponde remitir en razón de brevedad.

Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente


el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada.
Remítase al tribunal de origen para su agregación a los autos
principales y a fin de que, por quien corresponda, se dicte un
nuevo pronunciamiento con arreglo a la doctrina allí expuesta.
Notifíquese y cúmplase.

VO-//-

- 1 -
-//-TO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON RICARDO LUIS LORENZETTI

Considerando:

Que las cuestiones planteadas en la presente causa


resultan sustancialmente análogas a las resueltas por el
Tribunal en los autos “Rodríguez, Héctor Ismael” (Fallos:
344:2409) -disidencia del juez Lorenzetti-, a cuyos fundamentos
y conclusiones corresponde remitir en razón de brevedad.

Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente


el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada.
Remítase al tribunal de origen para su agregación a los autos
principales y a fin de que, por quien corresponda, se dicte un
nuevo pronunciamiento con arreglo a la doctrina allí expuesta.
Notifíquese y cúmplase.

DISI-//-

- 2 -
FPA 9510/2017/3/1/1/RH1
Salvini, Marcelo Daniel y otro s/ incidente de
recurso extraordinario.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

-//-DENCIA DEL SEÑOR PRESIDENTE DOCTOR DON HORACIO ROSATTI Y DEL


SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON JUAN CARLOS MAQUEDA

Considerando:

Que el recurso extraordinario, cuya denegación motivó


esta queja, resulta inadmisible (art. 280 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación).

Por ello, se desestima la presentación directa. Notifíquese


y, oportunamente, archívese.

Firmado Digitalmente por ROSATTI Horacio Daniel Firmado Digitalmente por ROSENKRANTZ Carlos Fernando

Firmado Digitalmente por MAQUEDA Juan Carlos Firmado Digitalmente por LORENZETTI Ricardo Luis

Firmado Digitalmente por ANTELO Guillermo Alberto


- 3 -
Recurso de queja interpuesto por Marcelo Daniel Salvini, asistido por el Dr.
Enrique María Comellas, Defensor Público Oficial.

Tribunal de origen: Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal.

Tribunal que intervino con anterioridad: Juzgado Federal n° 1 de Paraná,


Provincia de Entre Ríos.

- 4 -
Sala III
Causa Nº FPA 9510/2017/3/CFC1
“Salvini, Marcelo Daniel s/recurso
de casación”

Cámara Federal de Casación Penal
Registro nro.: 1016/2021

///la ciudad de Buenos Aires, a los 30 días del mes de junio


del año 2021, se reúnen los miembros de la Sala III de la
Cámara Federal de Casación Penal, doctores Liliana Elena
Catucci, Juan Carlos Gemignani y Eduardo Rafael Riggi, bajo la
presidencia de la primera de los nombrados, asistidos por la
Secretaria actuante, con el objeto de dictar sentencia en la
causa FPA 9510/2017/3/CFC1 caratulada: “SALVINI, Marcelo
Daniel s/ recurso de casación”. Representa al Ministerio
Público Fiscal el doctor Mario Alberto Villar. Ejerce la
defensa del condenado el defensor público oficial doctor
Enrique María Comellas.
Efectuado el sorteo para que los jueces emitan su
voto, resultó el siguiente orden: doctores Juan Carlos
Gemignani, Liliana Elena Catucci y Eduardo Rafael Riggi.
VISTOS Y CONSIDERANDO:
El señor juez doctor Juan Carlos Gemignani dijo:
PRIMERO
I. Que el Juez Federal Ad-hod, doctor Pablo Andrés
Seró, del Juzgado Federal N° 1 de Paraná, provincia de Entre
Ríos, el 24 de noviembre de 2020, que –en lo que aquí
interesa- resolvió: ”II) DECLARAR a[…] MARCELO DANIEL
SALVINI[…] autor penalmente responsable del delito de tenencia
de estupefaciente para consumo personal, previsto y reprimido
en el art. 14, 2º parte, de la Ley 23.737.
(…)

IV) CONDENAR a MARCELO DANIEL SALVINI, a la pena de


DOS (2) MESES de PRISIÓN de CUMPLIMIENTO EFECTIVO, por el
delito que fuera juzgado en infracción al art. 14, 2º parte,
de la Ley 23.737.”

#35317246#294079659#20210628234113440
II. Contra dicha decisión, interpuso recurso de
casación, el Defensor Público Oficial Coadyuvante, doctor
Alejandro Joaquín Castelli, en presentación de Marcelo Daniel
Salvini.
El tribunal a quo concedió el remedio impetrado y fue
mantenido en esta instancia.
III. La asistencia letrada de Salvini invocando ambos
incisos del art. 456 del C.P.P.N. se agravió primeramente del
rechazo a la oposición a la incorporación por lectura de las
actas prevencionales durante el debate.
Seguidamente, sostuvo que la sentencia resulta
arbitraria en la interpretación de la prueba, puesto que
aquélla no constituye una derivación razonada del derecho
vigente con aplicación de las circunstancias comprobadas en la
causa.
Así también, expresó que la conducta de su defendido
es atípica a la luz del antecedente “Arriola” de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación y solicitó se declare
inconstitucional el art. 14, 2° párrafo, de la Ley 23.737.
Por último, se agravió en relación a la imposición
del excesivo término de dos meses de prisión efectiva, lo cual
-a su entender- es fruto de no haberse valorado las
circunstancias atenuantes de la pena conforme lo exige el art.
40 y 41 del CP; considerando entonces que la sanción carece de
fundamento.
Finalmente, hizo reserva del caso federal.
IV. En la oportunidad prevista por los arts. 465,
cuarto párrafo, y 466 del código adjetivo, las partes hicieron
presentaciones.

El defensor público oficial, doctor Enrique María


Comellas se presentó y profundizó lo señalado oportunamente en

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Sala III
Causa Nº FPA 9510/2017/3/CFC1
“Salvini, Marcelo Daniel s/recurso
de casación”

Cámara Federal de Casación Penal

el recurso de casación por su colega de instancia anterior.


Solicitó se haga lugar al recurso interpuesto y, en
consecuencia, se anule la sentencia recurrida.
V. Que superada la etapa prevista en los arts. 465,
último párrafo y 468 del CPPN, de lo que se dejó constancia,
quedaron las actuaciones en estado de ser resueltas.
VI. Que el recurso de casación interpuesto resulta
formalmente admisible, toda vez que la sentencia recurrida es
de aquellas definitivas previstas en el art. 457 del C.P.P.N.,
la parte recurrente se encuentra legitimada para impugnarla
-art. 459 del C.P.P.N.-, los planteos esgrimidos encuadran
dentro de los motivos previstos por el art. 456 del C.P.P.N.,
y se han cumplido los requisitos de temporaneidad y
fundamentación requeridos por el art. 463 del citado código
ritual.
Oportunamente, la CSJN ha zanjado la cuestión en
cuanto a los límites recursivos en su fallo “Giroldi”,
particularmente en relación al inc. 2° del art. 459 del CPPN,
cuestión que considero debe extenderse al inc. 1° del mismo
articulado y en consecuencia admitirse el presente recurso.
SEGUNDO
Sorteado el test de admisibilidad, corresponde
recordar que esta causa tiene inicio el día 18 de julio del
año 2017 en la Unidad Penal Nº 7 de la ciudad de Gualeguay,
provincia de Entre Ríos, al momento de realizar la inspección
de rutina en el pabellón N° 2 donde se encontraba alojado
Salvini.
En la celda donde se alojaba Marcelo Daniel Salvini,
fueron hallados ocho (8) cigarrillos de marihuana y un celular
marca LG, color negro, IMEI Nº 355319082891061, con chip de la
empresa Claro Nº 89543141554256905604, con batería y sin

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tarjeta de memoria. El mismo los tenía en el interior de su
boca envueltos en un plástico negro.
En fecha 19 de noviembre del año 2020 se realizó la
audiencia prevista por el art. 5º de la ley 27.272 (audiencia
de clausura –art. 353 quinquies CPPN-), en la cual se resolvió
elevar la causa a juicio correccional bajo la tipificación de
tenencia de estupefacientes para consumo personal.
Con posterioridad se condenó a Salvini a la pena de
dos meses de prisión de cumplimiento efectivo, por el delito
que fuera juzgado en infracción al art. 14, 2º parte, de la
ley 23.737.
Contra dicha decisión se interpuso el recurso de
casación traído aquí a estudio.
TERCERO
En el caso de marras -tal como ya he tenido
oportunidad de resolver en reiteradas oportunidades (conforme
esta Sala IV de la C.F.C.P., causas Nº 16.507 “FABIA CERDA,
Luis Antonio y otro s/ recurso de casación”, Reg. Nro.
2118/2013, rta. el 30/10/2013; causa Nº 224/2013 “HUENTEMIL,
Víctor Daniel s/ recurso de casación”, Reg. Nro. 2115/2013,
rta. el 30/10/2013; entre muchas otras)- entiendo que no puedo
apartarme de la doctrina sentada por el más Alto Tribunal, en
el mencionado fallo “Arriola, Sebastián y otro s/ causa Nº
9080”, A. 891 XLIV, rta. el 25 de agosto de 2009, en el cual
se consagró “…que los jueces de la causa deberán analizar en
el caso concreto si la tenencia de estupefacientes para
consumo personal se realizó en condiciones tales que trajo
aparejado peligro concreto o daños o bienes o derechos de
terceros, que le quiten al comportamiento el carácter de una
acción privada protegida por el artículo 19 de la
Constitucional Nacional (o no)…” (Voto de la Juez Carmen M.
Argibay).

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Sala III
Causa Nº FPA 9510/2017/3/CFC1
“Salvini, Marcelo Daniel s/recurso
de casación”

Cámara Federal de Casación Penal

En esa línea, entiendo que al haber sido calificada


la conducta del encartado como constitutiva del delito de
tenencia para consumo personal, previsto en el art. 14 segundo
párrafo, de la Ley 23.737, sumado al hecho de que el
comportamiento del condenado, en modo alguno colocó en peligro
concreto o causó daños a bienes jurídicos o derechos de
terceros, línea demarcadora que sólo de ser sobrepasada
consentiría la intromisión judicial, se impone aquella
solución. En efecto, véase que la marihuana incautada
constituía una escasa cantidad -1,078 grs.- y que el condenado
la tenía escondida dentro de un envoltorio negro en el
interior su boca al momento de requisarse sus pertenencias en
ocasión de ingresar al pabellón donde se encuentra alojado.
Por lo tanto, el caso en estudio se encolumna detrás
de otros en los que el Máximo Tribunal decidió la
desincriminación de la conducta pesquisada, a saber: Fallos:
310:294 y 312:2475; ocasiones en las que se precisó que “… una
conducta como la que se encuentra bajo examen que involucra…
un claro componente de autonomía personal en la medida en que
el comportamiento no resulte ostensible…”, no importa
relevancia jurídico-penal, ya que “…toda extralimitación al
respecto importaría validar lo que constituye en definitiva
una intromisión en el ámbito de señorío personal en tanto arco
de una acción autorreferente […] No hay lugar para plantear
(una cuestión penal) cuando la conducta personal no afecta a
los intereses de ninguna otra…” (confr. voto del Ministro
Carlos S. Fayt, del precedente “Arriola” arriba citado); “…en
tanto la conducta se realice en condiciones que no traiga
aparejado un peligro concreto o un daño a derechos o bienes de
terceros, está amparada por la garantía del artículo 19 de la
Constitución Nacional… La síntesis expuesta muestra que si

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bien las acciones privadas no son solamente aquellas que se
llevan a cabo en el interior de un determinado ámbito
espacial, este dato resulta, sin embargo, un elemento de
juicio a tomar en consideración. Efectivamente, el análisis
casuístico deja entrever que las conductas desarrolladas en
lugares públicos son, en general aunque no siempre, más aptas
para afectar la salud pública, y por lo tanto quedan fuera de
la protección constitucional […] Otro elemento que en los
fallos citados ha sido significativo para determinar si la
tenencia de drogas se trata de una acción privada está
relacionada con la existencia de actos de exhibición en el
consumo… Por último, también ha tenido incidencia la cantidad
de sustancia estupefaciente que se encontró en poder la/el
imputada/o…” (vid. Sufragio de la Juez Carmen M. Argibay,
siempre del antecedente de cita).
Por otra parte, del análisis del recurso traído a
estudio, advierto que asiste razón al recurrente en relación a
que no se pudo acreditar la trascendencia a terceros y la
consecuente afectación a la salud pública, por lo que sostener
lo contrario implica partir de argumentos meramente
especulativos, cuando lo cierto es que no existe elemento
probatorio alguno que permita sostener tal tesitura.
En definitiva, observado que el condenado tenía en su
poder material estupefaciente en escasa cantidad, en una
cuantía factible de ser considerada detentada para el propio
consumo y que aquella sustancia prohibida no fue ostentada a
terceros, me inclino a hacer lugar al planteo efectuado por
los motivos precedentemente expuestos.
En virtud de lo dicho, naturalmente me veo eximido de
tratar los restantes agravios impetrados por la defensa.
VII. Por los motivos expuestos propongo al acuerdo:
I. HACER LUGAR al recurso de casación interpuesto por el

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Sala III
Causa Nº FPA 9510/2017/3/CFC1
“Salvini, Marcelo Daniel s/recurso
de casación”

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Defensor Público Oficial Coadyuvante, doctor Alejandro Joaquín


Castelli y ABSOLVER de culpa y cargo a Marcelo Daniel SALVINI;
sin costas (arts. 470, 530 y 532 -en función del art. 22 inc.
d) de la ley 27.149- del C.P.P.N.). II. REMITIR las presentes
actuaciones al tribunal de origen, quién, en atención a que el
acusado se encuentra detenido a disposición de otro tribunal,
deberá notificar a éste lo aquí resuelto a los efectos de que
se evalúe si corresponde disponer la libertad del encausado.
Tener presente la reserva del caso federal.
Tal es mi voto.
La señora juez doctora Liliana Elena Catucci dijo:
I. Que habré de disentir con la propuesta realizada
por el distinguido colega preopinante.
En cuanto al cuestionamiento de la defensa porque se
desestimó su oposición a la incorporación por lectura de las
actas prevencionales a pesar de que todos los testigos habían
comparecido a la audiencia de debate, más allá de las
cuestiones de extemporanedidad que le señalaron en el juicio,
es de remarcar que fue el recurrente quien se encargó de
advertir sobre la dificultad de los comparecientes para
recordar el hecho investigado, supuesto que se ajusta a la
excepción establecida por el art. 392 del CPPN que con
remisión al inciso 2º del artículo 391 del mismo cuerpo legal
habilita la incorporación por lectura de “… las actas de
inspección, registro domiciliario, requisa personal o de
vehículos y secuestro que hubieren practicado las autoridades
de prevención…”, aunque éstas hubieran sido citadas como
testigos, “Cuando se trate de demostrar contradicciones o
variaciones entre ellas y las prestadas en el debate, o fuere
necesario ayudar la memoria del testigo”.
Tampoco puede soslayarse que la prueba cuestionada

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fue admitida en el momento procesal oportuno y que no fue
redargüida de falsedad, por lo que no se advierte afectación
alguna al derecho de defensa y la pretensión de la defensa
carece de viabilidad.
II. En cuanto a las críticas sobre la fundamentación
de la condena, haremos un breve repaso sobre la valoración
probatoria efectuada en la sentencia.
El a quo trajo a colación las constancias de las
actuaciones prevencionales y las declaraciones testimoniales
de los intervinientes, en particular de Gervasio Matías Daniel
De Paola, Mariana Andrea Reina, Maximiliano Ariel Rodríguez,
Mariano Dezorzi, y Mauro Jesús Nicolás Bonino, quienes fueron
nuevamente oidos durante el debate junto con Juan Rodrigo
Núñez y Lisandro Samuel, y más allá de que no recordaban los
pormenores del procedimiento, consecuencia lógica del tiempo
transcurrido, reconocieron sus firmas en las actas
correspondientes y ratificaron su contenido.
Se valoró además el informe pericial realizado sobre
los ochos cigarrillos secuestrados al procesado, indicando que
están armados con 1,078 gramos de marihuana, el acta de
intervención policial, el anexo fotográfico, el acta de
secuestro y el peritaje químico n° 5.839.
Por último, no puede ignorarse que el mismo Salvini
admitió que tenía el material estupefaciente para su consumo
personal y que se encuentra en tratamiento por su adicción a
la drogas.
Es así que los cuestionamientos de la defensa sobre
la prueba valorada, la cantidad de droga secuestrada o los
olvidos de los testigos resultan estériles frente al cuadro
probatorio reunido.
En cuanto a las críticas por la superposición de
roles por parte del personal penitenciario como interventor y

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Sala III
Causa Nº FPA 9510/2017/3/CFC1
“Salvini, Marcelo Daniel s/recurso
de casación”

Cámara Federal de Casación Penal

testigo, ha de señalarse una vez más, que en el caso de las


requisas practicadas en lugares regidos por estrictas normas
de seguridad como las cárceles, debe hacerse una
interpretación razonable del artículo 138 del CPPN a fin de no
tornarla inoperable.
Es así que si bien el personal penitenciario, por
lógica también interviniente en el procedimiento, podría haber
estado alcanzado por las inhabilidades que contempla el
mencionado artículo, esas formalidades y expectativa de
privacidad deben ceder ante intereses superiores de seguridad
pública (confr. Sala I “Carena, Jorge Gabriel s/rec. de
casación”, cnº 1239, reg. nº 1581 del 29 de mayo de 1997).
Las requisas forman parte de las rutinas carcelarias,
en las que por razones obvias resulta imposible contar con la
presencia de testigos en cada una, ante la posibilidad de
encontrar algún elemento que pueda dar lugar a una
investigación penal.
Por lo demás, la confesión del propio encausado
cierra la puerta a cualquier suspicacia sobre la existencia
del material estupefaciente en su poder, como a los agravios
intentados por su defensa al respecto.
III. El análisis de la prueba reunida en el
expediente, valorado con sujeción a las reglas de la sana
critica racional, demuestra el acierto del a quo al calificar
la conducta de Marcelo Daniel Salvini como tenencia de
estupefacientes para consumo personal (art. 14 2º parte de la
Ley 23.737).
A tal fin hizo hincapié en la escasa cantidad de
marihuana que se le secuestró (1,078 grs.) y a su condición de
consumidor de estupefacientes, constatada por sus dichos y los
estudios médicos que se le realizaron.

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También he de compartir con el sentenciante el
desajuste del presente caso a los lineamientos establecidos
por el Superior en el fallo “Arriola”, sobre lo que insiste
nuevamente la defensa en esta instancia, pues ha de recordarse
una vez más que sin perjuico de la escasa cantidad de droga
secuestrada, el ámbito carcelario donde fue incautada permite
afirmar que la conducta de Salvini ha trascendido el ámbito
privado protegido por el artículo 19 de la ley fundamental
(cfr. in re “Montes, Vargas, Roberto Ismael s/rec. de
casación” c/n° 11.913, reg. 694/10 rta. el 13/05/2010).
En efecto, las personas que se encuentran detenidas
comparten su lugar de alojamiento con otros internos, muchas
veces en lugares comunes donde desarrollan sus actividades,
por lo que no puede ignorarse la posibilidad de que resulten
afectados en su salud e incluso en su resocialización, por lo
que en casos como el presente se encuentran involucradas
razones de salud y seguridad de la población carcelaria que el
Estado debe garantizar.
IV. En lo atinente a la individualización punitiva,
corresponde recordar una vez más que conforme la doctrina
sentada por la Sala I de este Cuerpo in re: “Chociananowicz,
Víctor M. s/rec. de casación” (cn° 73, reg. n° 99 del
15/12/1993), entre muchos otros precedentes, lo relativo a la
aplicación de las reglas de los arts. 40 y 41 del Código Penal
es propio de los jueces de mérito, quienes a ese respeto
ejercen poderes discrecionales, y que “el ejercicio por los
magistrados de sus facultades para graduar las sanciones
dentro de los límites ofrecidos para ello por las leyes
respectivas no suscita, en principio, cuestiones que quepa
decidir en la instancia del art. 14 de la ley 48 (Fallos: 304:
1626; 305:293; 306:1669; 308:2547; l. 1626, XX, “Lombardo,

10

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Sala III
Causa Nº FPA 9510/2017/3/CFC1
“Salvini, Marcelo Daniel s/recurso
de casación”

Cámara Federal de Casación Penal

Héctor R.”, del 4 de septiembre de 1984; P. 101, XXII,


“Poblete Aguilera, Norberto”, del 6 de diciembre de 1988; A.
599, XXII, “Arias, Alberto y otro”, del 29 de agosto de 1989;
G. 416, XXII, “Gómez Dávalos, Sinforiano”, del 26 de octubre
de 1989; T. 50, XXIII, “Tavarez, Flavio Arístides”, del 19 de
agosto de 1992, entre muchas otras), salvo casos excepcionales
en los que se ha incurrido en una arbitrariedad
manifiestamente violatoria de la garantía de la defensa en
juicio...”; lo que no se advierte en el presente caso.
Al revisar en estos términos la pena de dos meses
impuesta a Marcelo Daniel Salvini, se observa que el a quo
consideró sus características personales, antecedentes, la
naturaleza de sus acciones y participación, por lo que su
decisión se ajusta a las prescripciones contenidas en el
Código Penal y exhibe una fundamentación suficiente, por lo
que los reclamos de la defensa al respecto tampoco han de
prosperar.
La misma suerte ha de correr el cuestionamiento por
la imposición de las costas, por cuanto no se advierte razón
que justifique apartarse de la regla general prevista por el
código procesal de su imposición a la parte vencida (art. 531
del CPPN).
Por lo expuesto, propongo al Acuerdo rechazar el
recurso de casación interpuesto por la defensa, con costas.
El señor juez doctor Eduardo Rafael Riggi dijo:
De conformidad con los lineamientos sentados al
emitir nuestro voto en la causa nº 352/2013 caratulada
“Cáceres, Cristian Adrián s/recurso de casación”, resuelta el
13/08/2013, registro nº 1363/13 de esta Sala y en la causa FCR
42000408/2013/CA1/CFC1, “Yramain-Jiménez, Alejandro Daniel
s/recurso de casación”, resuelta el 22/12/2014, registro nº

11

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2992/14, de la Sala IV de esta Cámara, a cuyos fundamentos nos
remitimos a fin de evitar repeticiones innecesarias, habremos
de compartir en lo sustancial las consideraciones efectuadas
en el voto de la distinguida colega que nos precede en el
orden de votación y a adherir a la solución que propone.
Tal es nuestro voto.
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, el
Tribuna, por mayoría,
RESUELVE:
RECHAZAR el recurso de casación interpuesto por la
defensa, con costas (arts. 530 y 531 del C.P.P.N.).
Regístrese, notifíquese, comuníquese al Centro de
Información Judicial -CIJ- (Acordada 5/2019 de la C.S.J.N.),
remítase al tribunal de origen mediante pase digital,
sirviendo la presente de atenta nota de envío.

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