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Agosto 2021

Devocional de hoy
Martes 31 DE agosto de 2021

LA VERDAD ES DE DIOS
Los labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen
verdad son su contentamiento. (Proverbios 12:22)

La deshonestidad es una epidemia en nuestra cultura. Los registros de la


corte, las encuestas académicas y la observación común lo confirman. La
verdad y la integridad son prescindibles en nuestra sociedad.
¿Por qué miente la gente? O, ¿por qué a veces tratamos, virtualmente
todos, de crear una impresión que no es totalmente precisa?
Las razones son muchas y diversas. Entre ellas está el deseo de no tener
problemas, el ímpetu por abrirnos camino y una obsesión por nuestra
imagen. En cualquier caso, la deshonestidad de una persona indica una
falta de confianza en Dios por las consecuencias de la integridad.
Cuando mentimos, incluso de una manera aparentemente trivial, es
porque queremos evitar los resultados de no mentir. Nos encargamos de
nuestros asuntos por cuenta propia, porque tememos lo que pueda ocurrir
si decimos la verdad. No confiamos en que Dios honre nuestra integridad.
Sin embargo, nuestro Dios es un Dios de integridad. Está en su carácter.
Él nunca miente y no se queda callado cuando es necesario revelar la
verdad. Su naturaleza es ser totalmente confiable. No hay indicios de
pretensión en él. Él es quien dice ser, hace lo que dice que hará y honra a
los que siguen su guía. Siempre.
Esto es tan consolador como condenador. Es consolador porque sabemos
que las promesas de Dios en su Palabra son confiables. Cuando él inspira
profecía, es precisa. Cuando promete bendición, habrá bendición. Cuando
dice que defenderá a su pueblo, lo hará. Podemos leer su Palabra con la
firme seguridad de que es verdad pura, sin letras pequeñas escondidas de
nuestros ojos confiados.
No obstante, la pureza del carácter de Dios es también condenatoria.
Sabemos que aunque se nos llama a ser como él, nuestra integridad queda
corta al lado de la suya. Él nos forma para que reflejemos su gloria, pero
cuando damos una impresión falsa, interferimos con su obra.

Confía en Dios con la verdad. Dila y exhibe su integridad. Ten la seguridad


de que él siempre defenderá la verdad… y a quienes la digan.
Donde está la verdad, está Dios.
Ora: Señor, concédeme el carácter puro de aquel que Te sigue y Te sirve
fielmente mostrado en honestidad, apego a la verdad y bondad con todos
quienes encuentre en mi camino, en el nombre de Jesús, Amén.

Devocional de hoy
Lunes 30 DE agosto de 2021
HUMILIDAD PARA HONRAR
“En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el
mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en
medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis
como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que
se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y
cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe”
(Mateo 18:1-5)

El escritor francés Marcel Aymé, una vez dijo que la humildad es la madre
de todas las virtudes. Al caminar junto al Señor, he aprendido, que no solo
precede a otros valores del ser humano sino que es la virtud por la que
más nos preparamos para fortalecer nuestra fe en Dios.
La humildad nos permite dejar de lado el orgullo para perdonar a los que
nos han hecho daño y reconocer cuando nosotros hemos sido los que
hemos afectado a otros. Además nos ayuda a servir de manera más
efectiva, porque nos da la sensatez para reconocer nuestras fortalezas y
debilidades y poder así saber cuál es la mejor forma de ayudar a aquellos
que nos rodean.
Es por ello que en las escrituras de hoy, cuando los discípulos preguntaron
a Jesús, quien era el mayor en el reino de los Cielos, Él respondió, que era
aquel que hubiera cultivado la mayor humildad. Poniendo a un niño en
medio de ellos dijo: “Así que, cualquiera que se humille como este niño,
ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:4). Jesús invitaba a
sus discípulos a mantener un espíritu manso, sumiso y humilde. Aquel
espíritu que te hace digno de Dios y que se expresa a su vez en la
sencillez, inocencia y capacidad de perdón semejantes a las de un niño.
Seamos entonces, dignos del Señor, sabiéndonos a disposición de su
voluntad y poder y cultivando de esa manera, nuestro espíritu de
humildad. Como dicta la palabra: “Cada cual que está entre vosotros, que
no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense
de si con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada
uno” (Romanos 12:3).
Seamos sensatos para reconocer nuestros errores, misericordiosos para
perdonar y de esa forma humildes para honrar al Señor, sabiendo que:
“cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será
enaltecido” (Lucas 14.11).
¡Que reine en nosotros la humildad!
Ora: Señor, ayúdame a cultivar un espiritu de humildad, para reconocer
mis fortalezas y debilidades y servir en consecuencia a aquellos que me
rodean. Permíteme retomar la sensatez cuando por alguna razon me gane
la soberbia, sabiendo que Tu gracia solo es digna de los que ante Ti se
humillan y aceptan con fe, Tu voluntad, en el nombre de Jesús, Amén

Devocional de hoy
Viernes 27 DE agosto de 2021
SU GRACIA NOS SOCORRE
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4:16)

Dios quiere que Su gracia sea nuestra porción diaria.


La vida está llena de situaciones que van más allá de nuestros recursos:
bancarrotas, devastaciones emocionales, desintegración familiar,
aflicciones físicas y enfermedades. Nos encontramos en circunstancias que
quisiéramos poder cambiar, pero no tenemos poder sobre ellas aun cuando
nos esforzamos para hacer algo al respecto.
La gracia es absolutamente lo contrario a la enseñanza de esta vida que
dice que estás solo y debes depender de tus propios recursos: “Esfuérzate
en el trabajo. Invierte sabiamente. Da lo mejor de ti. Haz todo lo que
puedas hacer, y sé todo lo que puedas ser.” La gracia, por el contrario, nos
enseña: Gloriarnos en nuestras debilidades en lugar de hacerlo en
nuestras fortalezas (2 Corintios 12:9).
Reconocer que no somos personas hechas por nuestros esfuerzos (1
Corintios 15:10).
Vernos a nosotros mismos como mano de obra Suya, no nuestra (Efesios
2:10).
Ser fortalecidos con la gracia, no con nuestros rigores religiosos (Hebreos
13:9).
Tales momentos, como; cuando no hay dinero suficiente para el pago de
una deuda; cuando los médicos te diagnostican una enfermedad; o cuando
tu corazón está quebrantado, al parecer, sin la posibilidad de ser
restaurado, son momentos en los que se necesita la gracia.
La gracia es como un tanque de gasolina extra. Cuando se te acaba la
gasolina, cambia de tanque. Para eso es.
La gracia es como una lámpara; Cuando está demasiado oscuro y no
podemos ver, podemos dejar de estar mirando con los ojos entrecerrados
y prender la luz.
Dios nos invita a vivir en Su gracia; es una experiencia diaria.
Hoy , me Convenzo que solo su gracia me basta.
Ora: Gracias Señor, por que en los momentos de mayor dificultad en los
que no he visto salida, me has bendecido con Tu gracia y poder. Por ello,
me vuelvo a Ti con confianza, que si poseo Tu gracia en mi vida, ya no
necesito de nada más, en el nombre de Jesús, Amén.

Devocional de hoy
Jueves 26 DE AGOSTO de 2021
LO QUE HAY EN TU CORAZÓN
Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios
estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para
saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus
mandamientos. (Deuteronomio 8:2)

En este versículo encontramos resumido el accionar de Dios hacia Israel


durante los cuarenta años en los que el pueblo vivió en el desierto. Las
pruebas, que siempre parecían ser fortuitas, eran orquestadas por el Señor
con un propósito muy claro: saber si existía en el corazón de ellos la
disposición de guardar o no sus mandamientos a pesar de las pruebas y
dificultades que transitaban.
Posiblemente el texto podría revelarse en la lectura del Salmo 139: Oh
Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y
mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has
escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos.
Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la
sabes toda. (139.1-4).
Dado el extraordinario nivel de conocimiento que Dios posee acerca de
quiénes somos, queda claro que Él no requiere una prueba para descubrir
qué es lo que hay en nuestro corazón. Tal como el Señor le señaló a
Samuel, cuando este fue a ungir a uno de los hijos de Isaí: Dios no se guía
por lo que es visible a los ojos humanos, sino por aquello que está
escondido en el corazón (1 Samuel 16.7).
El sentido de la palabra «saber», en el texto de Deuteronomio, es: traer a
la luz, mostrar, dar a conocer. Es decir, en la prueba el Señor nos permite
descubrir el verdadero estado de nuestro propio corazón, algo que él ya
conoce.

¿Por qué tiene importancia para nosotros este conocimiento? Porque el


Señor busca que seamos colaboradores con Él en el proceso de
transformación que lleva adelante en nuestra vida. Si desconocemos la
realidad de nuestro corazón, creeremos que es innecesario su trato hacia
nosotros. Pero cuando descubrimos actitudes y convicciones atrincheradas
que lo deshonran, entendemos que necesitamos ser cambiados por el
poder de su accionar en nuestro hombre interior. Cuando Él comienza ese
proceso de transformación, ofrecemos menos resistencia a su trato.
Entendemos que, aunque resulte dolorosa, su disciplina es necesaria. Y por
ser necesaria, al final abrazamos el proyecto de Dios. Cuando te
encuentres en medio de una intensa prueba, considérala como tu mejor
oportunidad de conocerte a ti mismo. Al presentarte delante de Dios,
puedes hacerlo con plena luz sobre las esferas de tu vida que necesitan ser
transformadas.

Ora: Señor, dame la sabiduría para reconocer en las pruebas que enfrente,
aquellos rasgos en los que quieres transformarme y moldearme de forma
que pueda ser el mejor instrumento para Tu gloria, en el nombre de Jesús,
amen.

Devocional de hoy
Miercoles 25 DE agosto de 2021
CON CORAZÓN DE NIÑO
«Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se
ha ensanchado. No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en
vuestro propio corazón. Pues, para corresponder del mismo modo (como a
hijos hablo), ensanchaos también vosotros» (2 Corintios 6:11-13)

Recuerda cuando eras niño y como de niños vivíamos a corazón abierto.


En esas edades descubríamos el mundo, con un maravilloso sentido de
curiosidad, de preguntarnos cómo funcionaba hasta el más mínimo detalle.
Cada nueva persona, nueva experiencia era una oportunidad de gran
regocijo. Tomábamos con la mayor alegría las cosas simples pero más
importantes: hacer un nuevo amigo, jugar con nuestra mascota, mojarnos
en la lluvia…
Incluso en esa época, no temíamos a la diferencia y uno de los valores
más preciosos que teníamos como niños era el de la aceptación con todo y
todos a nuestro alrededor. Parecíamos entender sin saberlo un principio
fundamental que todo creyente debe contemplar en su relación con Dios:
fuimos creados en amor y por amor al Señor, no solo para amarnos a
nosotros mismos, sino para amar a otros. De niños abríamos nuestro
corazón, estoy seguro, impulsados por Dios, para amar en nuestro espíritu
de infantes su creación, sin restricciones, sin prejuicios.
Creo que al crecer, el mundo nos impulsa a perder este grandioso sentido
de aceptación y en general si no estamos atentos empezamos a buscar
prejuicios para separarnos y distinguirnos de otros. Esos prejuicios
significan solo miedo injustificado, temor infundado y un error que en
nuestra condición de cristianos debemos evitar.
No perdamos ante el paso de la vida, nuestro espíritu de niños. Como
niños sin ser conscientes, aceptábamos el amor de Dios y lo practicábamos
con gracia, haciendo que ese amor disipara todos los miedos. Ya más
maduros, continuemos esa lección y vivamos con la alegría y esperanza de
un niño, el amor que día a día el Señor nos regala.
Recuerda, Dios nos está hablando siempre. Queda de nosotros, escuchar
con atención.

Ora: Señor, me has aceptado como tu hijo. Enséñame a vivir nuevamente


con la esperanza de un niño; a mirar con ojos de curiosidad y admiración,
a sentir con alegría y regocijo, y a amar a otros con aceptación y a corazón
abierto, como Tú día a día lo haces, en el nombre de Jesús, Amén.

Devocional de hoy
Martes 24 DE AGOSTO de 2021
TENED FE
“Tened fe en Dios.” (Marcos 11:22)

Cuando el hombre está viviendo según el plan de Dios no tiene necesidad


de preocuparse por su negocio, ni por su casa, ni por cualquier cosa que le
pertenezca.
¡No mire su propia fe; mire la fidelidad de Dios! ¡No mire las circunstancias
a su alrededor; siga mirando los recursos del Dios infinito! Lo único que
debe preocupar al hombre en esta vida es si está trabajando según el plan
de Dios, si está haciendo la obra de Dios; y si es así, todo el cuidado de las
demás cosas está en las manos de Dios.
Se cuenta que en las catacumbas los exploradores llevan un hilo consigo a
través de los pasadizos oscuros y los tortuosos recodos y por medio de
este hilo encuentran su camino de regreso a la luz. Hay un hilo semejante
que corre a través de todos los pasillos oscuros que nosotros recorremos;
y si confiamos en Dios de una manera práctica y sencilla, evitaremos todos
los peligros y arribaremos al mundo de la luz. Este es el consejo que
debemos recordar en todas las perplejidades de nuestra vida presente.
Hay una respuesta para cada “¿Por qué?” Es ésta: Tened fe en Dios.

¡Tened fe en que Él nos conoce a todos, se compadece de todos, puede


corregir lo que está mal en todos! Tened fe en el resultado de su propósito
benéfico: que las ruinas se convertirán en edificios magníficos; que el
desierto florecerá para ser un jardín. Tened fe en Dios. Permanezcamos
cerca de Él, a su lado, en su voluntad, y Él nos enseñará lo que es
verdadero, el camino recto. Tened fe en que Dios sabe y en que nosotros
sabremos dentro de poco por qué las cosas son como son.

Ora: Señor, trabaja cada día en mi mente, mi corazón y mi espíritu para


que pueda cultivar ese tipo de fe sólida que no duda ni un instante de Tu
poder y que trae a mi camino, la seguridad de saber que nada puede
escapar de Tu mano infalible, Tu guía amorosa y Tu misericorida infinita.
Gracias Padre por sostenerme, en el nombre de Jesús, Amén.

Devocional de hoy
Lunes 23 DE agosto de 2021
SEGUIR EL EJEMPLO
«Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos,
y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó
su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un
lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la
toalla con que estaba ceñido» (Juan 13:3-5)

Algunas veces, la manera más efectiva de comunicar un concepto, una


opinión o una teoría es a través de la demostración. Siempre se ha dicho
que una imagen vale más que mil palabras, pero pienso que a su vez una
demostración vale más que mil imágenes.
Jesús no sólo era un maravilloso y pedagógico maestro que sabía
mediante ejemplos y parábolas llegar a sus discípulos, sino que además
predicaba con sus acciones el amor, misericordia y comunión fraternal.
De esa forma lo hizo, el mismo día en que sabía que su hora había llegado
y sería traicionado. En vez de tratar de alejarse de sus discípulos decidió
pasar sus últimos momentos junto a ellos y enseñarles una inolvidable
lección: como ser un siervo humilde y grato.
Como dictan las escrituras, Jesús se levantó de la cena, y se quitó su
manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y
comenzó a lavar los pies de los discípulos. Mientras lavaba los pies de cada
uno los exhortó al mismo tiempo a lavar ellos los de sus hermanos
diciendo: Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo
soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros
también debéis lavaros los pies los unos a los otros (Juan 13:13-14).

Que grandiosa muestra de humildad y servicio la de Jesús enseñando a


sus discípulos que nadie puede considerarse tan elevado como para no
servir a otros. Nadie puede considerarse tan alto como para mirar a sus
hermanos desde arriba. Si El Maestro lava los pies de sus discípulos ¿cómo
sus discípulos no podrán luego lavar los de sus hermanos? Si El Maestro
sirve con gratitud ¿cómo no servir nosotros también con espíritu grato?
Miremos a Jesús y aprendamos del Maestro como servir de corazón y con
desprendimiento, haciendo lo correcto, sin esperar nada a cambio.
Obedezcamos su encomienda: «Porque ejemplo os he dado, para que
como yo os he hecho, vosotros también hagáis» (Juan 13:15). Vayamos y
hagamos efectivo su ejemplo. Demos como Él muestras de amor,
misericordia y paz a todos los que nos rodean.
Recordemos que seguir a Dios es servirle sin condiciones. Y honrarlo es
dar muestras de que somos obra maestra hecha a su imagen y
semejanza: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas» (Efesios 2:10)

Ora: Señor, que mis acciones, pensamientos y palabras reflejen el amor,


cuidado y paz que tu presencia me brinda cada día. Concédeme la
humildad para servir con el desprendimiento y afecto con el que Tú sirves.
Guíame a la comunión fraternal y espíritu de gratitud para con todos mis
hermanos, en el nombre de Jesús, Amén.

Devocional de hoy
Sábado 07 DE AGOSTO de 2021
NUNCA OLVIDADO
“Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece.
Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así
amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y
se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le
obedecen?” (Marcos 4:35-41)

Al caminar con el Señor pueden existir situaciones en las que sintamos,


que su respuesta está durando demasiado, o que no contamos con su
ayuda justo cuando pensábamos que lo requeríamos.
Tenemos la equivocada sensación de haber sido abandonados.
Las escrituras de hoy son un ejemplo de ello. Mientras Jesús y sus
discípulos, cruzaban en un pequeño barco el mar de Galilea, una
inesperada tormenta los atrapó y puso en peligro la vida del grupo.
Jesús dormía y aquellos hombres, en medio del pánico, lo despertaron
diciendo: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” A pesar de la
aparente indiferencia de Jesús en el momento de arreciar la tormenta, su
respuesta final fue reprender la fuerza del viento y el mar y traer
nuevamente la calma. Fue una prueba de fe que sus discípulos fallaron en
superar.
A veces, como aquellos discípulos, podemos tener la sensación de que en
un momento dado El Señor ha obviado nuestra realidad. Podemos sentir
que sus respuestas han demorado. Sin embargo, en ese instante
olvidamos que el cuidado de Dios por nosotros va mucho más allá de lo
que podemos, concebir, medir o ver.
El Señor, nunca nos dará cargas que no podamos soportar. No obstante,
sus pruebas serán el medio por el que fortaleceremos nuestro carácter y
nuestra fe.
A pesar de que la realidad en cierto momento puedo golpearnos con la
idea de que nos encontramos solos, recordemos siempre esa gran verdad
que se nos otorga a través de la palabra: dejar en manos de Dios todas
nuestras cargas, porque Él con su guía incondicional vela siempre por
nosotros “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado
de vosotros” (1 Pedro 5:7)

Ora: Señor, Cuando me sienta sólo, hazme consciente para recordar que
Tu cuidado por mí, va más allá de lo que puedo concebir. Fortalece mi fe,
sabiendo que la verdadera realidad es que ante cualquier circunstancia, Tu
guía nunca me abandona, en el nombre de Jesús, Amén.

Devocional de hoy
Viernes 06 DE agosto de 2021
INSTANTE DE PAZ
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.
No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27)

Una de las señales por las que reconozco que me deje llevar por la prisa,
es cuando al recibir algún mensaje, trato de enviar de la forma mas rapida
posible, su respuesta (y por la prisa, con errores). La desesperación de
responder a varias conversaciones al mismo tiempo para resolver distintas
ocupaciones, en ese momento me parece lo correcto, pero al final del día
sin darme cuenta, puede alejarme de una de las bendiciones más
preciosas que Dios nos ofrece: Su reconfortante paz.
Es un ejemplo pequeño y sencillo, pero relata una realidad que puede hoy
estar ocupando la vida de muchos: diferentes situaciones, que nos hacen
caer en la corriente de ese río convulsionado que es el mundo actual: el
trabajo, las finanzas, la salud, las deudas, las ocupaciones diarias en
general.
Para rescatar nuevamente esa paz, deberemos enfrentar con convicción un
cambio de enfoque, en como enfrentamos nuestra realidad: ¿Que pasaría
hoy si decidimos, en cada parte de nuestras vidas, tomarnos una pequeña
pausa, solo un minuto, para respirar, para escuchar, para analizar y luego
responder? ¿Qué tal si decidimos apartar un instante de cada día para que
el silencio sea el que hable y a través de Él podamos conectarnos a la paz
y calma que El Señor nos ofrece?
Si bien es cierto, que hay tiempos en los que la vida nos demanda una
respuesta rápida, un accionar urgente y determinado, también existen
otros en los que debemos bajar el ritmo, tomar respiro y reorganizar las
ideas para luego actuar.
Recuerda, Dios nunca está apurado y siempre llega a tiempo a
dondequiera que lo necesites. Sólo desea que dejes espacio para la calma
y la paciencia y que seas destinatario de su grandiosa paz: “Jehová dará
poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz.” (Salmos
29:11)

Ora: Señor, permíteme cambiar la angustia y preocupación, por el confort


de tu paz. Cultiva en mi, la paciencia y la calma, recordando que es Tu
voluntad de bien la que rige mi vida, en el nombre de Jesús, Amén.

Devocional de hoy
Jueves 05 DE AGOSTO de 2021
SIN CONDICIONES
«Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor
de él una gran multitud; y él estaba junto al mar. Y vino uno de los
principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a
sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon
las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. Fue, pues, con él; y le
seguía una gran multitud, y le apretaban» (Marcos 5:21-24)

El amor de Dios tiene muchas dimensiones, se muestra en el perdón, se


fortalece en nuestras angustias, nos sorprende en cada bendición; pero
una de las dimensiones más hermosas de ese amor es que es
incondicional. En las escrituras de hoy, vemos como Jesús obraba a través
de ese amor incondicional. Al ser abordado por un Padre vulnerable y
desesperado por el estado de salud de su hija, no dudó en atender su
llamado y lo acompañó a su casa para librarlo de aquella angustia, para
proveerle sanación a ese ser tan importante para aquel hombre que lo
abordaba.
Jesús no puso objeciones sobre la situación de Jairo o sobre la multitud
que lo apretaban. Respondió al necesitado por amor y con amor.

Te invito hoy a atender el llamado de Dios, y a buscar de Él, en medio de


esa tormenta que estés atravesando. Confía en su cuidado y afecto sin
condiciones, y recuerda: No existen dudas que nos impidan confiar en El
Señor, porque cuando en Él oramos, con su acción y obra nos responde.

Ora: Señor, puede que durante los momentos difíciles, la duda y la


incertidumbre nublen mi visión, sobre lo perfecto e inmenso de Tu poder, y
sobre los planes de bien que guardas para aquellos que te siguen, por ello
te pido que tu amor sin condiciones, me cubra y guarde ante las
dificultades, ante las tormentas de la vida, ante aquellos que quieran
accionar contra mí. Sé que te encuentras a mi lado, cuidándome y
fortaleciéndome, en el nombre de Jesús, Amén.

Devocional de hoy
Miércoles 04 DE agosto de 2021
FUERTE ANTE LA CAÍDA
«Tú encargaste Que sean muy guardados tus mandamientos. Ojalá fuesen
ordenados mis caminos Para guardar tus estatutos! Entonces no sería yo
avergonzado, Cuando atendiese a todos tus mandamientos. Te alabaré con
rectitud de corazón Cuando aprendiere tus justos juicios. Tus estatutos
guardaré; No me dejes enteramente» (Salmos 119:4-8)

“Ojalá fuesen ordenados mis caminos Para guardar tus estatutos” dice el
salmista y al escuchar esta Palabra, recordamos aquellos momentos en los
que nos sentimos presa de la vergüenza, por haber en algún sentido,
fallado a otros, a nosotros mismos y a Dios.
Pero el salmista no se detiene allí y continua diciendo: “Te alabaré con
rectitud de corazón Cuando aprendiere tus justos juicios” y me fortalece
para recordar, que el caer es también parte de la historia, que nos
encontramos frente a un camino largo en el que quedan descubrimientos
que hacer y en el que aprenderemos de las experiencias, como crecer en
espíritu y carácter a través del Señor y su palabra.
Así como un equipo se hace fuerte entrenando con convicción y
determinación, así nos invitan las escrituras de hoy a reconocer nuestras
fallas pero no quedarnos en ellas, sino levantarnos de tales errores,
obtener de ellos el aprendizaje necesario para crecer y en ese proceso
convertirlos en bendiciones, ofreciendo nuestro servicio, dones y recursos
a favor de los que nos rodean.
En ese proceso de aprendizaje, no olvidemos que ante la duda, tendremos
en Dios, la guía que todo lo puede y todo lo determina. A El podremos,
pedir que nos acompañe siempre, sin duda podremos como el Salmista
decirle: “No me dejes enteramente”.

Ora: Señor, Concédeme la fuerza y sabiduría para entrenar diariamente mi


espíritu, en gratitud, amor, paz, y servicio mediante Tu Palabra, a Ti y a
los que me rodean. Dame la humildad para reconocer cuando he fallado, y
la determinación y perseverancia para enmendar mis errores y superar mis
debilidades, y Guíame Padre, con tu presencia para cada día aprender de
Tu justicia y misericordia, en el nombre de Jesús, Amen.

Devocional de hoy
Martes 03 DE AGOSTO de 2021
LIBRES DE VENDAS Y ATADURAS
Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: !!Lázaro, ven fuera! Y el que
había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro
envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. (Juan
11:43-44)

Pocas escenas en los Evangelios poseen tanto dramatismo como el


momento en el que Lázaro salió de la tumba. Las palabras que Jesús había
hablado a Marta, hacía apenas unos momentos, se habían cumplido con
exactitud: «Tu hermano resucitará» (v. 23). La absoluta improbabilidad de
que esto tuviera un sentido literal llevó a Marta a interpretar las palabras
del Mesías en términos simbólicos. Pero estaba equivocada. Poco tiempo
después, Lázaro apareció, en persona, ante el atónito asombro de todos
los presentes.
Quisiera que nos detengamos ante esta figura que ha regresado de la
muerte. Sin duda, su aspecto era extraño en extremo, pues emergía de la
tumba en la misma condición que había sido enterrado. Percibo, sin
embargo, que la imagen nos ofrece una fuerte simbología de la vida, tal
cual la experimentamos muchos de los que estamos en la iglesia. Lázaro
estaba vivo, pero no estaba en condiciones de afrontar aun los desafíos de
la vida. Sus pies y manos estaban atados con vendas, y su rostro cubierto
por un sudario. Por más que hubiera intentado echarse a andar, no habría
llegado muy lejos con semejantes limitaciones. Por esto, Cristo vio
necesario instruir a los presentes: «Desatadle, y dejadle ir»
Muchos hemos pasado, en Cristo, de muerte a vida. Recuperamos, tras
conocerlo a él, una perspectiva sana y un propósitofavorable. Nuestra
existencia ahora tiene sentido. No obstante, no hemos avanzado grandes
distancias por el camino que Jesús nos señala, porque son muchas las
ataduras que aún arrastramos de nuestro estado de muerte. Aunque
hemos vuelto a vivir, nuestra condición sigue siendo muy similar a la que
teníamos cuando estábamos muertos. Las vendas y ataduras que
restringen se refieren a esos aspectos de la vida pasada a los cuales aún
no le hemos dado acceso a Cristo: relaciones que no han sido sanadas,
ofensas que no han sido perdonadas, hábitos que no han sido
abandonados, reclamos a los que no hemos renunciado.
Todo esto constituye una carga demasiada pesada para arrastrar en la
nueva vida que hemos recibido. Atados y restringidos por estas cuerdas
invisibles, acabamos estancados en el mismo lugar.
Pasan los años, pero no experimentamos la vida victoriosa de la cual
habla, con tanto entusiasmo, el apóstol Pablo.
¿No será este un buen momento para que sean quitadas esas ataduras?
Al igual que Lázaro requerimos la ayuda de otros para salir adelante.
No te demores en pedir auxilio. No podemos vivir todo lo que Cristo tiene
para nuestra vida hasta que lleguemos a ser genuinamente libres.

Ora: Señor, por demasiado tiempo he caminado cargando la mochila del


pasado. Creo que mi herencia, como hijo de Dios, es ser libre de toda
atadura. Hoy decido tomar el primer paso hacia esa libertad. Te pido la
gracia y la valentía para enfrentarme, finalmente, a los fantasmas que
tanto tiempo me han atormentado. En el nombre de Jesús, ¡soy libre!
Amen.

Devocional de hoy
Lunes 02 DE agosto de 2021
UN PASO A LA VEZ
«En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que
está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de
vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la
justicia y santidad de la verdad» (Efesios 4:22-24)

Una de las lecciones más importantes que nos brinda la palabra de Dios es
que Él tiene un plan para nuestras vidas, un propósito que nos ha llamado
a alcanzar. De ella deriva una segunda lección, también vital que muchas
veces pasamos por alto: como cumplir ese plan.
El Señor nos llama a una transformación, a un crecimiento en carácter y
en espíritu, que es complejo y no se dará de la noche a la mañana. De allí
que la segunda lección que también nos enseña es aproximarnos a ese
cambio de forma gradual, es decir, un paso a la vez. Dios sabe que no se
trata de la cantidad, sino de la calidad, y que un paso bien tomado en
serenidad y sabiduría, será mejor que dos avanzados a gran velocidad.
Así como El Señor llevo al pueblo de Israel a tomar las naciones de forma
gradual (Deuteronomio 7:22), así como Jesús instruía a paso constante,
pero sin apuros, a cada uno de sus discípulos (Mateo 13:34), de esa forma
somos llamados a despojar el viejo hombre viciado y renovar en el señor
nuestra mente y espíritu, teniendo como armas, nuestra confianza y fe en
Él, para llegar en cada paso dado, al próximo nivel.
No será un proceso fácil, porque todo crecimiento involucra cambio y todo
cambio lleva a su vez, miedo e incertidumbre. Sin embargo tenemos en
cada día una nueva oportunidad, para avanzar y cultivar ese carácter que
El Señor desea en nosotros.
Recuerda que el carácter es la suma de todos nuestros hábitos y que la
única forma de desarrollar esos hábitos que honren al Señor, es
practicando tanto en nuestras palabras como en nuestras acciones, esos
rasgos. Como indica el Apóstol Pablo a Timoteo en 1 Timoteo 4:15:
“Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu
aprovechamiento sea manifiesto a todos”
Ocupémonos cada día de avanzar, con pasos de calidad al crecimiento en
carácter y la renovación de espíritu que son dignos del Señor, aceptando
su guía y obedeciendo su palabra. Haz tu parte y deja a Dios el resultado,
Él es el único responsable de ensanchar tus veredas; solo tienes que estar
preparado para cuando llegue ese momento.

Ora: Señor, fortalece mi determinación para cultivar cada día el carácter


que deseas en mí. Guíame a crecer en espíritu y a practicar en mis
palabras y acciones los hábitos que Te honren. Confío para ello en Ti
porque sólo Tu ordenas mis pasos y solo Tu apruebas mis caminos, en el
nombre de Jesús, Amen.

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