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ANTROPOLOGÍA TEMA -11

TEMA 11- FAMILIA Y MATRIMONIO. FORMAS DE ORGANIZACIÓN


DOMÉSTICA Y FORMAS DE MATRIMONIO

HARRIS, MARVIN. Introducción a la Antropología. General Cap. Vida doméstica

La esfera doméstica de la cultura

Todas las culturas tienen actividades y creencias que se pueden agrupar fácilmente en la
categoría de la esfera doméstica de la vida. El centro de la vida cotidiana es un espacio de
vivienda, abrigo, residencia o domicilio en el que se realizan ciertas actividades recurrentes
de carácter universal. No hay ninguna cultura en la que estas actividades se realicen
exclusivamente dentro de marcos domésticos. La variedad de combinaciones de
actividades características de la vida doméstica humana es tan grande que resulta difícil
encontrar un único denominador común para todas ellas.

La familia nuclear

¿Existe algún tipo de grupo de personas que esté presente en todos los marcos
domésticos? Muchos antropólogos creen que sí y lo denominan familia nuclear: marido,
esposa e hijos. George Peter Murdock sacó la conclusión de que era universal. La familia
nuclear cumple funciones vitales que otros grupos no pueden llevar a cabo tan eficazmente.
Las funciones identificadas por Murdock son:

1. Sexo. La familia nuclear satisface las necesidades sexuales y reduce la fuerza


perturbadora de la competencia sexual.
2. Reproducción. La familia nuclear garantiza la protección de la mujer durante el
embarazo, relativamente largo, y durante los meses o años de la lactancia.
3. Educación. La familiar nuclear es esencial para la endoculturación.
4. Subsistencia. Dadas las especialidades conductuales impuestas a la hembra
humana por su papel reproductor y las diferencias anatómicas fisiológicas entre
hombres y mujeres, la división sexual del trabajo hace más eficiente la
subsistencia.

La idea de que la familia nuclear es universal o casi universal apoya el punto de vista de que
las unidades domésticas de familias no nucleares son contrarias a la naturaleza humana. Sin
embargo, en realidad nadie sabe los límites a los que deben reducirse las instituciones
domésticas humanas.

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Alternativas a la familia nuclear

Aun cuando la familia nuclear está presente en la gran mayoría de las culturas humanas, es
evidente desde hace mucho tiempo que todas las culturas tienen formas alternativas de
organización doméstica y que éstas son con frecuencia más importantes que la familia
nuclear. Las cuatro funciones señaladas se pueden realizar fácilmente en el contexto de
instituciones alternativas que a veces son totalmente ajenas a la esfera doméstica.

En el caso de la familia nuclear de las modernas culturas industriales, esto es evidente con
respecto a la endoculturación y la educación. En la vida contemporánea, la endoculturación y
la educación son cada vez más un asunto no doméstico que tiene lugar en edificios
especiales – escuelas – bajo los auspicios de especialistas sin ningún lazo de parentesco –
los maestros.

Muchas sociedades organizadas en bandas y aldeas también separan a sus hijos y


adolescentes de la familia nuclear y de todo el marco doméstico para enseñarles los
conocimientos y el ritual de los antepasados, la competencia sexual o las artes militares.

La poligamia y la familia nuclear

El matrimonio plural – la poligamia – se da en alguna medida, como mínimo, en el 90 por


ciento de todas la culturas.

En la forma llamada poliginia el marido es compartido por varias esposas; y en otra forma,
mucho menos común, denominada poliandria, la esposa es compartida con varios maridos.
¿Cabe hablar de familia nuclear cuando hay varios maridos o esposas?. G.P. Murdock sugirió
que las familias nucleares existen en tales situaciones. Pero esto pasa por alto el hecho de
que los matrimonios plurales crean situaciones domésticas que son, desde los puntos de
vista conductural y mental, muy diferentes de las creadas por matrimonios monógamos

Formas principales de matrimonio


Monogamia: Matrimonio de por vida exclusivamente con un solo cónyuge.
Monogamia serial: Matrimonio con un solo cónyuge al mismo tiempo, pero con nuevo
matrimonio tras su muerte o divorcio.
Poligamia: Matrimonio con más de un cónyuge al mismo tiempo.
Poliginia: Matrimonio con más de una esposa al mismo tiempo.
Poliandria: Matrimonio con más de un marido al mismo tiempo.

Las instituciones sexuales polígamas, por ejemplo, difieren radicalmente de las


características de los matrimonios monógamos. El modo de reproducción también es
diferente. También surgen pautas distintivas de lactancia y cuidado de las criaturas..
Desde el punto de vista de la crianza de los hijos, el hecho de que el padre divida su tiempo

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entre varias madres y se relacione con sus hijos a través de una jerarquía de esposas
produce efectos psicológicos especiales.

Si pasamos a las funciones económicas, la unidad económica mínima de tipo polígamo


corrientemente se compone del grupo de producción formado por la totalidad de los
corresidentes y no de una serie de parejas diferentes formadas por marido y esposa. Por
ejemplo, una sola esposa a menudo no puede realizar satisfactoriamente las tareas
domésticas. En las sociedades poligínicas, una de las principales motivaciones para que un
hombre tome una segunda esposa es la de repartir el peso del trabajo e incrementar el
output doméstico. Parece improbable, por tanto, que las familias nucleares en grupos
domésticos monógamos sean equiparables a las fórmulas marido-esposa-hijos insertas en
grupos domésticos polígamos. En una unidad doméstica poligínica una docena o más de
semigernamos1 debe compartir el afecto del mismo hombre.

La familia extensa.

En la mayor parte de las sociedades estudiadas por los antropólogos la vida doméstica está
dominada por agrupamientos más amplios que las familias nucleares simples o polígamas.
Una familia extensa es un grupo doméstico integrado por hermanos, sus cónyuges y sus
hijos y/o padre e hijos casados. También las familias extensas pueden ser poligíneas. Por
ejemplo, una modalidad de familia extensa frecuente en África consiste en dos o más
hermanos, cada uno de ellos con dos o tres esposas, que viven con sus hijos adultos, cada
uno de ellos con una o dos esposas.

En las familias extensas tradicionales de China, por ejemplo, el matrimonio es normalmente


monógamo. Una pareja de más edad administra la mano de otra doméstica y concierta los
matrimonios. Las mujeres traídas a la unidad doméstica como esposas para los hijos de la
pareja de más edad están bajo el control director de la suegra.

¿Por qué tienen tantas sociedades familias extensas? Probablemente, porque muchas veces
las familias nucleares no disponen de suficiente mano de obra masculina y femenina para
desempeñar con eficacia tareas domésticas y de subsistencia. Las familias extensas
proporcionan un mayor contingente de mano de obra y pueden realizar variedad de
actividades simultáneamente.

Grupos domésticos monoparentales.

Millones de niños de todo el mundo se crían en grupos domésticos en los que sólo está
presente uno de sus padres. Esto puede deberse al divorcio o la muerte de uno de los
padres. Pero también puede deberse a la imposibilidad o negativa a casarse. La forma más
frecuente de instituciones domésticas no nucleares con un solo progenitor es aquella en la

1
Germanos: Término de parentesco empleado para designar a los hermanos carnales –hijos de un mismo padre y
una misma madre- de uno u otro sexo (del latín germanus, elipsis de frater germanus, hermano verdadero).

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que la madre está presente y el padre ausente. Se les denomina unidades domésticas
matrifocales.

En un extremo, la madre y los hijos pueden vivir solos. En el otro extremo, la madre y sus
hijos pueden vivir juntos con sus hermanas y su madre y constituir una gran familia
extensa.

Esta forma de unidad doméstica aparece en todo el mundo. Al describir los grupos
domésticos, los científicos sociales a menudo se centran en la forma preferida desde el
punto de vista emic o ideal y descuidan las realidades etic y conductuales. Pero no hay nada
que pruebe que tales instituciones domésticas sean inherentemente más patológicas,
indeseables o contrarias a la “naturaleza humana” que la familia nuclear.

¿Qué es el matrimonio?

Uno de los problemas que conlleva la proposición de que la familia nuclear es la pieza básica
de todos los grupos domésticos es que descansa sobre el supuesto de que puede
denominarse “matrimonio” a formas de emparejamiento ampliamente diferentes. Sin
embargo, con el objeto descubrir la extraordinaria diversidad de la conducta de
emparejamiento –característica de la especie humana- la definición de matrimonio ha de
ser tan amplia que llega a hacerse confusa. Katheleen Gough, quien ha realizado estudios
sobre los mayas, afirma que:

1. El matrimonio es una relación establecida entre una mujer y una o más personas.

2. Esta relación asegura que a un hijo nacido de esa mujer se le otorguen los plenos
derechos por nacimiento que sean comunes a los miembros normales de su sociedad,
siempre que,

3. El niño sea concebido y nazca bajo determinadas circunstancias aprobadas (no


prohibidas).

Sin embargo, la definición de Gough, está en desacuerdo con las nociones occidentales
sobre el matrimonio. En primer lugar, no se alude a los derechos y deberes sexuales.
Además, según esto el matrimonio no entraña necesariamente una relación entre hombres y
mujeres.

Pero, ¿qué razones puede haber para definir el matrimonio como una relación entre una
mujer y “personas” en vez de entre “mujeres y hombres”?. La respuesta es porque en varias
sociedades africanas las mujeres “se casan” con mujeres. Esto es posible porque una mujer,
que por lo general ya está casada con un hombre, paga el precio de la novia 2.

2
El precio de la novia es la transferencia de objetos de valor desde la familia del marido a
la de la esposa.
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Pese a su amplitud, la definición de Gough ignora ciertas uniones que tienen lugar entre
hombres. Ejemplo: un hombre que desea adquirir los privilegios asociados a un jefe puede
casarse con el heredero varón de éste.

En la cultura euroamericana, también se califica a menudo de matrimonio las relaciones


estables entre varones o mujeres homosexuales que residen juntos. Se ha sugerido así que,
debería omitirse en la definición del matrimonio toda referencia al género de las personas
que intervienen en la relación.

La tarea de comprender las variedades de organización doméstica, se vuelve más difícil


cuando todas estas diferentes formas de apareamiento se incluyen en el mismo concepto
de matrimonio. Parte del problema estriba en que cuando la cultura occidental se niega a
calificar cierto tipo de uniones de “matrimonio”, hay tendencia a considerarla como
relaciones menos honrosas o auténticas.

Existe una manera sencilla para escapar de este dilema. Definamos el matrimonio como la
conducta, sentimientos y reglas que se refieren al apareamiento entre compañeros
corresidentes heterosexuales y a la reproducción en contextos domésticos. En segundo
lugar se puede recurrir a un sencillo expediente. Designar las demás relaciones como
“matrimonios entre no corresidentes”, “matrimonios hombre-hombre”, “matrimonios mujer-
mujer”. Estas uniones tienen diferentes implicaciones ecológicas, demográficas, económicas
o ideológicas.

La legitimidad.

Según algunos antropólogos la esencia de la relación marital reside en esa parte de la


definición de Gough que trata de la asignación de “derechos de nacimiento” a los hijos.

Es verdad que en todas partes se procura disuadir a las mujeres de que intenten criar o
disponer de sus hijos recién nacidos según su propio antojo, pero muchas sociedades
disponen de varios conjuntos diferentes de reglas que definen modos permisibles de
concebir y criar hijos.

La cuestión no estriba en que el hijo sea legítimo o ilegítimo, sino más bien en que hay tipos
específicos de derechos, obligaciones y agrupamientos que emanan de diferentes modos de
relaciones sexuales y reproductoras. A la mayor parte de los pueblos del mundo no les
preocupa tanto la cuestión de la legitimidad del hijo como la cuestión de quién tendrá el
derecho de controlar su destino. Ninguna sociedad garantiza a las mujeres total libertad
de concepción, pero las restricciones impuestas a la maternidad y las ocasiones para el
castigo y la desaprobación varían enormemente.

Cuando o el marco doméstico está dominado por grandes familias extensas y cuando no hay
severas restricciones sobre las relaciones sexuales premaritales, rara vez se da gran
importancia al embarazo de una joven soltera.

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En los países industriales actuales las bases legales y morales de discriminación contra las
madres solteras y sus hijos están dejando paso a una creciente aceptación del derecho de
las mujeres a controlar su destino reproductivo al margen de que estén o no casadas.

Funciones del matrimonio.

Toda sociedad posee reglas que definen las condiciones en que las relaciones sexuales, el
embarazo, el nacimiento y la cría de los hijos son permisibles y que asignan privilegios y
deberes en relación con estas condiciones. Y toda sociedad tiene su propia combinación de
reglas y de reglas para la transgresión de reglas en este campo.

Según Edmund Leach el matrimonio a veces:

1.- Establece el padre legal de los hijos de una mujer.


2. Establece la madre legal de los hijos de un hombre.
3. Da al marido o a su familia extensa control sobre los servicios sexuales de la esposa.
4. Da a la esposa o a su familia extensa control sobre los servicios sexuales del marido.
5. Da al marido o a su familia extensa control sobre la fuerza de trabajo de la esposa.
6. Da a la esposa o a su familia extensa control sobre la fuerza de trabajo del marido.
7. Da al marido o a su familia extensa control sobre la propiedad de la esposa.
8. Da a la esposa o a su familia extensa control sobre la propiedad del marido.
9. Establece un fondo común de propiedad en beneficio de los hijos.
10. Establece una relación socialmente significativa entre los grupos domésticos del
marido y de la esposa.

Esta lista podría ampliarse, pero en ninguna sociedad el matrimonio puede servir para
establecer simultáneamente todos estos tipos de derecho, ni ninguno de éstos se establece
siempre gracias al matrimonio en todas las sociedades conocidas.

El matrimonio en las familias extensas.

En las familias extensas, debemos examinar el matrimonio principalmente en el contexto de


los intereses de grupo. Los individuos sirven a los intereses de la familia extensa. En estas
circunstancias, el matrimonio se describe como una “alianza” entre grupos.

En muchas sociedades, la naturaleza corporativa del matrimonio se pone de manifiesto en el


intercambio de personal o de bienes valiosos entre los respectivos grupos domésticos en
que han nacido el novio y la novia. La forma más sencilla de tales transacciones se denomina
intercambio de hermanas e implica la “donación” recíproca de hermanas del novio como
compensación por la pérdida de una mujer de cada grupo.

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Los intereses corporativos se expresan en la institución conocida como precio de la novia.


En ella, el donativo de la esposa da artículos valiosos al donante. Los donativos de esposas
no “poseen” a la mujer en un sentido total: deben cuidar bien de ella o, de lo contrario, su
familia exigirá que les sea devuelta. La cuantía del precio de la novia no es fija.

A veces, la transferencia de riqueza de un grupo a otro se realiza a plazos: una parte en el


acuerdo inicial, otra cuando la mujer va a vivir con su marido, y otro pago, cuando tiene su
primer hijo. Con frecuencia, la esterilidad anula el contrato.

Una alternativa frecuente al precio de la novia es el servicio de la novia (a veces llamado


servicio de pretendiente). El novio o marido compensa a sus parientes políticos trabajando
para ellos durante varios meses o años antes de llevarse a su novia a vivir y trabajar con él
y su familia extensa.

La dote.

El precio de la novia y el servicio del pretendiente tienden a aparecer allí donde la tierra es
abundante y el trabajo de mujeres e hijos adicionales puede redundar en mayor riqueza y
bienestar del grupo corporativo. Donde la capacidad productiva y reproductiva de las
mujeres no es valiosa porque la tierra es escasa y el trabajo de las mujeres no puede
emplearse para intensificar la producción, las esposas pueden ser consideradas como una
carga. En vez de pagar el precio de la novia a la familia de ésta, la familia del novio puede
exigir el pago contrario, llamado dote.

Cuando este pago consiste en dinero o bienes muebles en vez de tierra, normalmente está
asociado a un estatus de las mujeres bajo u oprimido. La dote es mucho más rara que el
precio de la novia. Sin embargo, las sociedades que tienen dote se concentran en los
estados extremadamente poblados de la Europa mediterránea y el sur de Asia. La dote
está estrechamente asociada en esta región con la subordinación de las mujeres y con una
centrada preferencia por los niños varones.

Lo contrario del precio de la novia no es la dote sino el precio del novio, en el que el novio va
a vivir y a trabajar con la familia de la novia, compensando 3ésta a la familia del novio por la
pérdida de sus capacidades productivas y reproductivas. Esta forma de compensación
matrimonial es extremadamente rara.

Los grupos domésticos y la evitación del incesto.

El matrimonio entre los miembros del mismo grupo doméstico está ampliamente prohibido.
El marido y la esposa deben provenir de distintos grupos domésticos. Los miembros del
grupo doméstico deben “casarse fuera” –es decir, casarse de una forma exógama-; no
pueden casarse dentro –es decir, casarse de una forma endógena.

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Ciertas formas de endogamia están universalmente prohibidas. Ninguna cultura tolera los
matrimonios entre padre e hija o entre madre e hijo. También está extensamente prohibido
el matrimonio de la hermana con el hermano, pero existen varias excepciones importantes.
De hecho se producía entre las clases dirigentes de sociedades altamente estratificadas
como la de los incas, la de China y el Egipto antiguos y en Hawai. Aunque la mayoría de
estos matrimonios reales eran entre medios germanos, algunos tenían lugar entre germanos
completos.

Desde la perspectiva emic de la civilización occidental, las relaciones sexuales y el


matrimonio entre hermano-hermana, padre-hija y madre-hijo se llaman incesto.

Instinto.

Quienes defienden las teorías genéticas de la evitación del incesto ya hace mucho que
reconocieron que no era probable que los genes contuvieran instrucciones definidas para
bloquear los deseos sexuales en presencia de hermanos, hijos y padres. Siguiendo a
Edward Westermark defienden que existe una tendencia innata entre los miembros de
sexo opuesto a encontrar a los otros sexualmente sin interés si han sido educados en íntima
proximidad física durante la primera infancia y la niñez. Esta idea de Westermark goza de
amplio favor entre los sociobiólogos .

Tras la teoría de Westermark y de otras explicaciones genéticas se halla la suposición de


que cruzamientos muy próximos dan lugar a una probabilidad muy alta de que los individuos
portadores de genes defectuosos se apareen entre sí y den lugar al nacimiento de hijos que
sufran condiciones patológicas. Otro argumento sostiene que, mediante la disminución de la
diversidad genética de una población el cruzamiento podría tener un efecto adverso sobre
la capacidad de ésta para adaptarse a nuevas enfermedades o a nuevas amenazas
medioambientales.

Existen varios puntos débiles en esta parte de la tesis. Es cierto que en las grandes
poblaciones modernas el incesto conduce a una alta tasa de nacimientos de fetos muertos y
de hijos con taras o enfermedades congénitas. Pero no necesariamente se producen los
mismos resultados si la endogamia se practica en pequeñas sociedades preagrícolas, en las
que esa práctica lleva a una eliminación gradual de los genes recesivos perjudiciales porque
esas sociedades tienen muy poca tolerancia con los recién nacidos y los niños
congénitamente incapacitados o con defectos de nacimiento.

Para verificar la teoría de Westermark no basta con subrayar simplemente que se produce
la evitación del incesto. Los defensores de esta teoría se apoyan con firmeza en dos
estudios de caso que demuestran la pérdida de interés sexual que se predice. El primero de
ellos se refiere al sistema taiwanés de adoptar una hija; casarse con una hermana. Pero
estas observaciones prestan escasa confirmación a la teoría de Westermark. Los
taiwaneses reconocen explícitamente que adoptar una hija casarse con una hermana es una
forma inferior. Normalmente, para sellar una alianza matrimonial, las familias de la novia y

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el novio intercambian una cantidad considerable de bienes como muestra de apoyo a la


nueva pareja. Esto hace imposible probar que sea el desinterés sexual la fuente de la
infertilidad de las parejas.

El segundo caso que se utiliza para confirmar la teoría de Westermark se refiere a la


supuesta falta de interés sexual desarrollada por chicos y chicas que asistían a las mismas
clases desde el jardín de infancia hasta la edad de seis años en los kibbutz (comunidades
cooperativas israelíes).

La afirmación de que existe una aversión sexual instintiva dentro de la familia nuclear se ve
también contradicha por la evidencia de la fuerte atracción sexual entre padre e hija y
entre madre e hijo.

Finalmente, resulta difícil reconciliar la teoría instintiva de evitación del incesto con la
amplia extensión de prácticas endógamas que se desarrollan al mismo tiempo que
instituciones exóganas a las que sirven de apoyo. Por ejemplo, miembros de familias
exógamas extensas están implicados con frecuencia en sistemas matrimoniales que les
estimulan a unirse con un tipo de primos hermanos (los primos cruzados), pero no con otro
(los primos pararelos). La diferencia entre estas dos formas de cruzamiento no puede
explicarse satisfactoriamente con arreglo a la selección natural.

La posibilidad de que la evitación del incesto esté genéticamente programada en el Homo


sapiens ha recibido algún apoyo de los estudios de campo sobre la conducta de
apareamiento en monos y simios. Como sucede entre los humanos, no son frecuentes entre
nuestros parientes animales más cercanos, pero se producen. En la vida salvaje, se dan más
casos de endogamia de grupo que implican apareamientos entre primates cercanos que
apareamientos exógamos y no existe prueba experimental alguna que sugiera la existencia
per se de una aversión al incesto entre los monos y los simios.

Ventajas sociales y culturales de la exogamia.

La evitación del incesto dentro de la familia nuclear y otras formas de exogamia entre
grupos domésticos se puede explicar en términos de ventajas demográficas, económicas y
ecológicas. Estas ventajas no son necesariamente las mismas para todas las sociedades. Por
ejemplo, se sabe que las sociedades organizadas en bandas dependen de intercambios
matrimoniales para establecer redes de parientes a lo largo de grandes distancias.

La exogamia es esencial para la utilización eficiente del potencial reproductor y productivo


de una pequeña población. Una vez que la banda empieza a obtener cónyuges de otras
bandas, el predominio de relaciones económicas recíprocas conduce a la expectativa de que
los donatarios pagarán con la misma moneda.

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Otro factor que favorece la exogamia de la familia nuclear es la misma existencia del
matrimonio. A menudo se pasa por alto que las relaciones entre padre e hija y madre e hijo
constituyen una forma de adulterio.

Después del desarrollo del Estado, las alianzas exógamas entre grupos domésticos
siguieron teniendo importantes consecuencias infraestructurales. Entre los campesinos, la
exogamina también incrementa la fuerza productiva y reproductora total de los grupos que
se casan entre sí. En las culturas aldeanas de carácter militarista y centradas en el varón,
las hermanas e hijas suelen utilizarse como prenda para el establecimiento de alianzas.
Estas alianzas no eliminan necesariamente las guerras entre grupos que se casan entre sí;
pero las hacen menos frecuentes.

Entre las clases y castas elitistas, la endogamia a menudo se combina con la exogamia
propia de la familia extensa para mantener la riqueza y el poder dentro del estrato
dirigente, incluso la familia nuclear se puede volver endógama cuando hay una excepcional
concentración del poder político, económico y militar. Con la evolución de las formas de
intercambio de mercado, la familia extensa tiende a ser sustituida por unidades
domésticas basadas en la familia nuclear. Las alianzas entre los grupos domésticos pierden
algo de su anterior importancia adaptativa. Algunos antropólogos predicen que las
prohibiciones del incesto de la familia nuclear de hecho desaparecerán porque existen
muchas formas alternativas de establecer relaciones intergrupales en los estados
modernos. Dado el conocimiento científico de que el incesto dentro de la familia nuclear es
genéticamente peligroso, la anulación completa de la legislación antiincesto parece
improbable.

Los matrimonios preferenciales.

La amplia presencia de la exogamia implica que los intereses corporativos de los grupos
domésticos deben ser protegidos mediante reglas que estipulan quién ha de casarse con
quién. La mayoría de los grupos que han donado una mujer para el matrimonio esperan, a
cambio, o bien riqueza, o bien otras mujeres.

 Esta reciprocidad se alcanza, a menudo, mediante el intercambio directo de la hermana


del novio. Pero la reciprocidad puede adoptar una forma más directa. La novia en este
matrimonio será la hija de la hermana del padre del padre de su marido, y el novio será
el hijo del hermano de la madre de su esposa. (El mismo resultado se obtendría
mediante un matrimonio entre un hombre y la hija del hermano de su madre). El novio y
la novia son primos cruzados entre sí. Si tienen una regla que dice que tales
matrimonios han de celebrarse siempre que sea posible, entonces se dice que existe un
matrimonio preferencial entre primos cruzados.

 A veces se obtiene la reciprocidad en el matrimonio mediante varios grupos domésticos


que establecen alianzas matrimoniales entre sí intercambiando mujeres en ciclos que se

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denominan connubios circulares. Se llevan a la práctica mediante el matrimonio


preferencial con clases apropiadas de primos, sobrinos y otros parientes.

 Otra manifestación frecuente del interés doméstico corporativo en el matrimonio es la


práctica de proporcionar sustitutas para las mujeres integradas al grupo por vía
matrimonial que fallecen prematuramente. A fin de mantener la reciprocidad o cumplir
un contrato matrimonial por el que se ha pagado el precio de la novia, el hermano de la
mujer fallecida puede permitir al viudo casarse con una o más de las hermanas de la
esposa muerta. Esta costumbre se llama sororato. Estrechamente relacionado con esta
práctica está el matrimonio preferencial conocido como levirato en el que los servicios
de las viudas de un hombre se retienen dentro de la unidad doméstica obligándolas a
casarse con uno de los hermanos de éste.

En todas partes la organización de la vida doméstica refleja el hecho de que los maridos y
las esposas provienen de grupos distintos que continúan manteniendo un interés sentimental
y práctico en los cónyuges y en sus hijos.

Resumen

El nivel estructural de los sistemas socioculturales está integrado en parte por grupos
domésticos interrelacionados. Sin embargo, no hay una pauta única mínima de actividades
domésticas. Tampoco se puede considerar la familia nuclear como la célula constituyente
básica de todos los grupos domésticos. Aunque las familias nucleares existen en casi todas
las sociedades, no siempre son el grupo doméstico dominante. En las familias polígamas y
extensas es posible que el subconjunto padre, madre e hijo carezca de una existencia
práctica separada del conjunto de los demás parientes y sus múltiples cónyuges. Y hay
numerosos casos de grupos domésticos sin marido-padre corresidente. Uno de los hechos
más importantes acerca de las instituciones domésticas humanas es que no existe una sola
pauta que sea más natural que otra.

Las pautas humanas de apareamiento también muestran un enorme grado de diversidad. La


existencia de matrimonios hombre-hombre, mujer-mujer, padre femenino, y sin hijos
dificulta la definición mínima del matrimonio. Hasta la corresidencia puede no ser esencial
con uno solo de los padres. Si restringimos la definición de matrimonio a las uniones
heterosexuales entre corresidentes hay una gran variedad de derechos y deberes
asociados a las funciones productiva, sexual y reproductora de los cónyuges y su prole.

En las familias extensas, ha de contemplarse el matrimonio como una relación tanto entre
grupos corporativos como entre individuos que cohabitan. Los intereses divergentes de
estos grupos corporativos se reconcilian mediante intercambios recíprocos de hermanas,
precio de la novia, servicio de pretendiente, dote y precio del novio.

La mayoría de los grupos domésticos son exógamos. Esto puede ser consecuencia de la
programación genética o de la adaptación social y cultural. El análisis de la exogamia se

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centra necesariamente en las prohibiciones del incesto en el seno de la familia nuclear,


prohibidos casi universalmente. La teoría genética de la evitación del incesto hace hincapié
en datos recogidos en Taiwan e Israel, que sugieren que los niños que se crían juntos
desarrollan una mutua aversión sexual. Esta aversión se considera genéticamente
adaptativa, puesto que reduciría los cruzamientos consanguíneos. Sin embargo, es posible
dar otras interpretaciones. Se puede construir una teoría puramente cultural de la
evitación del incesto a partir de la necesidad de las bandas y grupos domésticos de
defender su capacidad de realizar intercambios matrimoniales recíprocos evitando que los
padres guarden sus hijos para sí.

La exogamia y la evitación del incesto sólo son una pequeña parte del espectro de
matrimonios preferidos y prohibidos que reflejan los fuertes intereses corporativos de los
grupos domésticos. Las preferencias por ciertos tipos de intercambios matrimoniales
crean connubios circulares en los que la reciprocidad entre los grupos domésticos puede
ser directa o indirecta. Tales preferencias se pueden expresar en reglas con un tipo
concreto de primos. Ciertas reglas de matrimonio preferencial, como, el levirato y el
sororato, también ilustran la naturaleza corporativa del vínculo marital.

De CLAUDE LÉVI-STRAUSS, La familia en VELASCO, H. COMP. , La cultura y las culturas

El estudio comparativo de la familia entre muchos pueblos diferentes ha dado lugar a


algunas de las más acerbas disputas en toda la historia del pensamiento antropológico.

Durante la segunda mitad del siglo XIX y los comienzos del XX, los antropólogos trabajan
bajo la influencia del evolucionismo biológico. Trataban de organizar sus datos de tal modo
que las instituciones de los pueblos más sencillos correspondieran a una etapa temprana de
la evolución de la humanidad, mientras que nuestras propias instituciones se relacionaban
con las formas más avanzadas y desarrolladas. Dado que se consideraba a la familia basada
en el matrimonio monogámico como la institución más apreciada, se supuso que las
sociedades primitivas podrían tener solamente algo de tipo diferente. Toda costumbre
diferente de las nuestras fue cuidadosamente seleccionada como vestigio de un tipo más
antiguo de organización social.

Este modo de enfrentarse al problema resultó anticuado cuando la acumulación de datos


hizo obvio la clase de familia que existe en la civilización moderna, si bien no siempre es
fácil de reconocer detrás de la complicada red de extrañas costumbres e instituciones de
los pueblos primitivos, es al menos conspicua entre aquellos que parecen haber permanecido
en nivel cultural más simple. Algunas tribus viven en pequeñas bandas seminómadas; tienen

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poca o ninguna organización política y su nivel tecnológico es muy bajo dado que, al menos
entre algunos de ellos, no se conoce el tejido, la cerámica y, ni el arte de construir cabañas.
Así, la única estructura social de que vale la pena hablar entre ellos es la familia, monógama
en su mayoría.

Hay dos modos de interpretar esta preeminencia de la familia en los dos extremos de la
escala del desarrollo de la sociedad humana. Algunos escritores han pretendido que los
pueblos más simples pueden ser considerados como un remanente de lo que pudiera
considerarse como una edad dorada; el hombre habría conocido en esa temprana etapa la
felicidad de la familia monogámica para olvidarla más tarde hasta su más reciente
redescubrimiento cristiano. La tendencia general, a excepción de la escuela de Viena, ha
sido el número creciente de antropólogos que se ha convencido de que la vida familiar está
presente prácticamente en todas las sociedades humanas. Ahora los antropólogos se
inclinan hacia la convicción que la familia integrada por un hombre y una mujer unidos y sus
hijos es un fenómeno universal, presente en todo tipo de sociedad.

Estas posiciones extremas sufren igualmente de exceso de simplificación. Es bien sabido


que en algunos raros casos no se puede pretender que existan lazos familiares. Un ejemplo
de ello lo ofrecen los nayar, un grupo muy grande que vive en la costa de Malabar en la
India. El matrimonio era una ceremonia simbólica que no resultaba en un lazo permanente
entre un hombre y una mujer. Los nayar exhibían un tipo de estructura social
extremadamente especializada y complicada.

Hay un gran número de sociedades humanas que, aunque no van tan lejos como los nayar en
su negativa a reconocer la familia como unidad social, sin embargo, han limitado este
reconocimiento mediante su admisión simultánea de patrones de tipo diferente. Por
ejemplo, los massai y los hagga, tribus africanas ambas, reconocían a la familia como unidad
social. Sin embargo, esto no era válido para la clase más joven de hombres adultos que se
dedicaban a actividades guerreras y a los que no se permitía contraer matrimonio y fundar
una familia.

Todos los casos conocidos pueden ordenarse de tal modo que los nayar aparezcan solamente
como el caso más congruente, sistemático y lógicamente extremo de una situación que
pueda eventualmente reaparecer en la sociedad moderna.

Esto quedó bien demostrado en el caso de la Alemania nazi, donde empezaba a aparecer una
brecha similar en la unidad familiar: los hombres se dedicaban a actividades políticas y
bélicas con un grado elevado de libertad. Si se hubiera mantenido la misma tendencia
pudiera haber llevado a un tipo de organización social donde la unidad familiar recibiría tan
poco aprecio como los nayar.

En los años recientes los antropólogos se han preocupado mucho por demostrar que, incluso
entre pueblos que practican el préstamo de esposas, estas costumbres no deben
interpretarse como supervivencias del matrimonio de grupo. Si consideramos el caso de
algunas tribus australianas, el hombre que no presta a su esposa a los otros potenciales

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maridos de ella durante las ceremonias será considerado como muy codicioso. La familia se
convierte en un grupo económico donde el hombre trae los productos de su caza y la mujer
los de sus actividades recolectoras. Los antropólogos, quienes pretenden que esta unidad
económica es prueba de la existencia de la familia aun entre los salvajes más inferiores, no
tienen una base más sólida que aquéllos que mantienen que esa clase de familia no tiene en
común con la familia observada en otras partes sino la palabra usada para designarla.

El mismo punto de vista relativista es aconsejable con respecto a la familia polígama. La


palabra poligamia se refiere tanto a la poliginia, o sea el sistema en que el hombre tiene
derecho a varias esposas, como a la poliandria, el sistema complementario en el cual varios
maridos comparten una esposa.

En muchos casos observados, las familias polígamas no son otra cosa que una combinación
de varias familias monógamas aunque la misma persona desempeñe el papel de varios
cónyuges.

Si puede mantenerse la identidad legal, económica y sentimental de la familia incluso en un


arreglo poligínico o poliándrico, no es seguro que pueda decirse lo mismo cuando la
poliandria existe al mismo tiempo que la poliginia.

Los tipos de organización que parecen más remotos a la familia conyugal no ocurren en las
sociedades más salvajes y arcaicas sino en las relativamente recientes y extremadamente
complejas formas de desarrollo social.

Por lo tanto, resulta evidente por qué el problema de la familia no debe tratrarse de modo
dogmático. Sabemos muy poco acerca del tipo de organización que prevalecía en las etapas
primitivas de la humanidad. Por otra parte, cuando consideramos la amplia diversidad de
sociedades humanas que han sido observadas desde, los tiempos de Herodoto hasta hoy en
día, lo único que podemos afirmar es lo siguiente: la familia monógama, conyugal, es
bastante frecuente. Aunque parece haber sido suplantada por diferentes tipos de
organizaciones, esto ocurre generalmente en sociedades muy especializadas y complejas y
no, como antes se creía, en los tipos más simples y atrasados. Además, los pocos casos de
familia no conyugal establecen que la alta frecuencia del tipo conyugal de agrupación social
no se deriva de una necesidad universal.

La familia designa un grupo social que ofrece por lo menos tres características:
1. Encuentra su origen en el matrimonio
2. Consta de esposo, esposa e hijos nacidos de su unión, aunque puede concebirse
que otros parientes puedan encontrar acomodo al lado de ese grupo nuclear.
3. Los miembros de la familia se mantienen unidos por:
 Lazos legales
 Derechos y obligaciones económicos, religiosos y de otro tipo
 Una red definida de prohibiciones y privilegios sexuales, y una cantidad
variable y diversificada de sentimientos psicológicos como amor, afecto,
respeto, temor, etc.

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EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

El matrimonio puede ser monógamo o polígamo. El monógamo se encuentra con más


frecuencia que el polígamo. Entre las llamadas sociedades polígamas hay un número
considerable que lo son auténticamente; pero muchas otras distinguen entre la primera
esposa, que es la única verdadera y está dotada de los plenos derechos asignados al estatus
marital, y las otras. Además, en todas las sociedades polígamas el privilegio de tener varias
esposas en realidad es disfrutado solamente por una pequeña minoría. Esto es fácilmente
entendible, ya que el número de hombres y mujeres en cualquier agrupamiento es
aproximadamente el mismo. Para hacer posible la poligamia hay condiciones definidas que
deben satisfacerse: ya sea que los hijos de un sexo determinado sean voluntariamente
destruidos o que circunstancias especiales determinen una diferente esperanza de vida
para los miembros de ambos sexos. O tendremos que buscar un sistema social fuertemente
jerárquico donde una clase dada sea lo suficientemente poderosa como para monopolizar su
posesión de las mujeres a expensas de los más jóvenes o más pobres. La práctica
sistemática de la poligamia se ve automáticamente limitada por el cambio de estructuras
que tiende a producir en la sociedad.

El hecho de que la monogamia no está inscrita en la naturaleza del hombre ha sido probado
por la existencia de la poligamia en formas diferentes y en muchos tipos de sociedades; la
prevalencia de la monogamia resulta del hecho de que, a menos que existan condiciones
especiales hay más o menos una mujer disponible por cada hombre. En las sociedades
modernas, razones morales, religiosas y económicas han hecho oficial el matrimonio
monógamo. Pero en sociedades que están en un nivel cultural mucho más bajo y donde no
hay prejuicio en contra de la poligamia, se puede alcanzar el mismo resultado por falta de
diferenciación social y económica.

Si en las sociedades humanas pueden observarse muchos diferentes tipos de matrimonio el


hecho sorprendente es que en todos lados existe una distinción entre el matrimonio
sancionado por el grupo, y el tipo de unión permanente o temporal resultante.

Casi todas las sociedades conceden una importancia muy elevada al estatus matrimonial.
Donde existen grupos de edad se establece cierta conexión entre el grupo de adolescentes
jóvenes y la soltería, los que ya no son tan jóvenes y que están casados pero sin hijos, y la
edad adulta con plenos derechos, que generalmente se obtiene con el nacimiento del primer
hijo. Esta triple distinción era reconocida no solamente entre muchas tribus primitivas,
sino también en la Europa occidental rural.

Lo que es todavía más sorprendente es el auténtico sentimiento de repulsión que tiene la


mayoría de las sociedades hacia la soltería. Generalmente hablando puede decirse que,
entre las tribus llamadas primitivas no hay solteros, por la simple razón de que no podrían
sobrevivir.

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Esto es cierto del soltero y también, en menor grado, de una pareja sin hijos. Pueden
ganarse la vida, pero hay muchas sociedades en donde un hombre o mujer sin hijos nunca
llegan a alcanzar un estatus completo dentro del grupo.

Es un rasgo universal del matrimonio que su origen se debe no a los individuos sino a los
grupos interesados y que liga a los grupos antes y por encima de los individuos. Dos clases
de razones causan este resultado: por una parte, la enorme importancia de estar casado
tiende a hacer que los padres aun en sociedades muy simples, empiecen pronto a
preocuparse por obtener compañeros adecuados para su descendencia. Pero sobre todo,
aunque el matrimonio da nacimiento a la familia, es la familia o más bien las familias, las que
producen el matrimonio como el principal instrumento legal a su disposición para establecer
una alianza entre ellas mismas. Si el matrimonio tiene lugar entre grupos más bien que
entre individuos, un gran número de costumbres extrañas se ponen de inmediato en claro.
Los llamados levirato y sororato deben explicarse a la luz del mismo principio: si el
matrimonio une a los grupos a los que pertenecen los cónyuges, puede haber un remplazo de
un cónyuge por sus hermanos o sus hermanas. Cuando muere el esposo, el levirato prevé
que sus hermanos solteros tengan un derecho preferente sobre su viuda, mientras que el
sororato permite que el hombre se case preferentemente en matrimonio polígamo con las
hermanas de su esposa, o tomar a una hermana de su esposa para reemplazarla.

FORMAS DE FAMILIA

Una unión de esposo, esposa e hijos constituye entre nosotros una familia y se da
reconocimiento legal, no sucede lo mismo en un gran número de sociedades humanas.
Ciertamente, hay un instinto maternal que obliga a la madre a cuidar de sus hijos y que la
hace encontrar satisfacción en esas actividades, y hay también impulsos psicológicos que
explican que un hombre pueda tener sentimientos afectivos hacia los retoños de la mujer
con la que él vive. Algunas sociedades se esfuerzan en aceptar estos sentimientos
convergentes: la couvade, costumbre que hace que el hombre comparta las incomodidades
de la mujer en el parto.

La gran mayoría de las sociedades, sin embargo, no muestran un interés muy activo en una
clase de agrupamiento que parece muy importante. En este caso son los grupos los que son
importantes, no el agregado temporal de los representantes temporales del grupo. Por
ejemplo, muchas sociedades están interesadas en establecer claramente las relaciones de
la progenie con el grupo del padre por una parte, y con el grupo de la madre por otra, pero
lo hacen diferenciando las dos clases de relaciones.

Esta fragilidad de la familia conyugal, que es tan común entre los llamados pueblos
primitivos, no les impide dar cierto valor a la fidelidad conyugal y al apego paterno. Sin
embargo, éstas son normas morales y deben de separarse de las reglas legales que en
muchos casos solamente reconocen formalmente la relación de los hijos con la línea del
padre o de la madre o, cuando ambas líneas se reconocen formalmente, lo hacen en

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diferentes tipos de derechos y obligaciones. Pueden existir condiciones donde es


difícilmente reconocible la familia conyugal.

En la mayor parte de la India contemporánea y en muchas partes de Europa oriental, en


ocasiones hasta el siglo XIX, la unidad social básica estaba constituida por un tipo de
familia descrita como doméstica más bien que como conyugal: la propiedad de la tierra y la
casa, la autoridad paterna y la dirección económica estaban concentradas en el ascendiente
vivo de mayor edad, o en la comunidad de hermanos procedentes del mismo ascendente.
Esos grandes grupos, que en ocasiones incluían a varias docenas de personas, que vivían y
trabajaban bajo una autoridad común, han sido designados como familias conjuntas o
familias extensas. Ambos términos implican que estas grandes unidades están compuestas
por pequeñas familias conyugales. El proceso histórico que ha llevado entre nosotros al
reconocimiento legal de la familia conyugal es muy complejo. En gran medida, ha resultado
del estrechamiento hasta llegar a un grupo tan pequeño como es posible y cuya situación
legal en el pasado de nuestras instituciones estuvo depositado durante siglos en grupos muy
grandes. En último caso, no se comete un error al rechazar los términos familia conjunta y
familia extensa. Es más bien la familia conyugal la que merece el nombre de familia
restringida.

Nuestra familia conyugal de tendencia universal corresponde más a un equilibrio inestable


entre los extremos que a una necesidad permanente y duradera proveniente de los
requerimientos más profundos de la naturaleza humana.

Para completar el cuadro, tendremos que considerar los casos donde la familia conyugal
difiere de la nuestra, no tanto en lo relativo a una cantidad diferente de valor funcional,
sino más bien debido a que su valor funcional es concebido de un modo cualitativamente
diferente de nuestra propia concepción.

Hay muchos pueblos para los cuales la clase de esposa con la que se debe casar el individuo
es mucho más importante que la clase de pareja que harán juntos. Estas personas están
dispuestas a aceptar uniones que no sólo nos parecerían increíbles, sino contradictorias con
los objetivos y propósitos de establecer una familia.

LOS LAZOS FAMILIARES

Durante el curso de los siglos nos hemos acostumbrado a la moral cristiana que considera el
matrimonio y el establecimiento de una familia como el único modo de evitar que la
gratificación sexual sea pecaminosa. Se ha demostrado que esa conexión existe en otras
partes en algunos casos aislados; pero no es de ningún modo frecuente. Entre la mayoría de
los pueblos, el matrimonio tiene muy poco que ver con la satisfacción del impulso sexual.

Por otra parte, y si las consideraciones sexuales no son muy importantes para propósitos
matrimoniales, en todas partes encontramos en primer lugar las necesidades económicas.

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Lo que hace del matrimonio una necesidad fundamental en las sociedades tribales es la
división del trabajo entre los sexos.

Como la forma de la familia, la división del trabajo se debe más a consideraciones sociales
y culturales que a las de tipo natural. En todos los grupos humanos las mujeres dan a luz los
niños y se hacen cargo de ellos, y los hombres tienen más bien su especialidad en
actividades cinegéticas y guerreras. Aun así, tenemos casos ambiguos: los hombres en
muchas sociedades con la couvade, se les hace actuar como si la hicieran.

Cuando nos volvemos a actividades menos básicas que la crianza de los hijos y la guerra, es
más difícil discernir reglas que gobiernen la división del trabajo entre los sexos. Debemos
ser cuidados en distinguir el hecho de la división del trabajo entre los sexos, que
prácticamente es universal, del modo de acuerdo con el cual las diferentes tareas se
distribuyen entre uno y otro sexo, donde reconoceremos la misma destacada influencia de
factores culturales, la misma artificialidad que preside sobre la organización de la familia
misma.

¿Por qué existe esa división? Varía interminablemente de acuerdo con la sociedad que se
considere. Cuando se afirma que un sexo debe desempeñar ciertas tareas, esto significa
también que están prohibidas para el otro. Ante eso, la división sexual del trabajo no es
otra cosa que una invención para instituir un estado de dependencia recíproco entre los
sexos.

Lo mismo puede decirse del lado sexual de la vida familiar. Aun si no fuera cierto que la
familia pudiera explicarse en términos sexuales, ya que en muchas tribus la vida sexual y la
familia no están de ningún modo estrechamente conectadas como lo serían dentro de
nuestras normas morales: la estructura de la familia hace imposibles o al menos criticables
ciertos tipos de conducta sexual.

Las limitaciones pueden variar en alto grado de acuerdo con la cultura que se considere.
Toda sociedad conocida, proclama que si la relación esposo-a, a la cual eventualmente
pueden agregarse otras, implica derechos sexuales, hay otras relaciones igualmente
derivadas de la estructura familiar que hacen inconcebibles o legalmente punibles las
relaciones sexuales. La prohibición del incesto especifica, como regla general. En algunos
casos registrados (el antiguo Egipto, el Perú precolombino,……) el incesto se definía menos
estrictamente que en otras partes. Aun allí, el incesto se limitaba a un grupo minoritario,
la clase gobernante; por otra parte, no todo tipo de parientes cercanos se permitían como
cónyuges.

No hay razones naturales para la costumbre. Los genetistas han demostrado que si bien los
matrimonios consanguíneos pueden acarrear efectos nocivos en una sociedad, el peligro
sería mucho menor si la prohibición no hubiera existido nunca, ya que esto hubiera dado
amplia oportunidad para que se hicieran aparentes las características hereditarias dañinas
y fueran eliminadas por medio de la selección. Por tanto, los peligros de los casamientos
consanguíneos son más bien el producto de la prohibición del incesto que la justificación

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real de ésta. Además, dado que muchos pueblos primitivos no comparten nuestra creencia
en el daño biológico como resultado de los matrimonios consanguíneos, sino que tienen
teorías enteramente diferentes.

Respecto de la división sexual del trabajo, se ha explicado como una invención para hacer a
los sexos mutuamente dependientes en materia social y económica, estableciendo así que el
matrimonio es mejor que el celibato. Exactamente del mismo modo como el principio de la
división sexual del trabajo, obligándolos por lo tanto a perpetuarse y fundar una familia, la
prohibición del incesto establece una dependencia mutua entre las familias, obligándolas a
que, para perpetuarse, den origen a nuevas familias.

Entendemos por qué es erróneo tratar de explicar la familia en los términos puramente
naturales de procreación, instinto maternal y sentimientos psicológicos entre hombre y
mujer y entre padre e hijos. Ninguno de éstos sería suficiente para dar origen a una
familia, y por una razón: para el total de la humanidad, el requisito absoluto para la
creación de una familia es la previa existencia de otras dos familias, una dispuesta a
proporcionar un hombre, y la otra a una mujer, quienes a través de su matrimonio iniciarán
una tercera. Lo que hace al hombre diferente del animal es que en la humanidad no
existiría la familia si no hubiera sociedad: esto es, una pluralidad de familias dispuestas a
reconocer que hay otros nexos además de los consanguíneos.

Esta interdependencia de las familias es otro problema que no estamos en posición de


resolver, puesto que no hay razón para creer que el hombre, desde que abandonó su estado
animal, no ha disfrutado de una forma básica de organización social la cual, en cuanto a los
principios fundamentales, no pudo ser esencialmente diferente de la nuestra. Si la
organización social tuvo un comienzo, éste pudo haber consistido solamente en la
prohibición del incesto, es un modo de remodelar las condiciones biológicas de
emparejamiento y procreación (que no conoce reglas, como puede verse en la vida animal)
obligando a la perpetuación solamente dentro de un marco artificial de tabúes y
obligaciones. Es aquí donde encontramos un puente de la naturaleza a la cultura, de la vida
animal a la humana.

Para asegurar que las familias no se cerrarán y que no constituirán progresivamente otras
tantas unidades autosuficientes, la prohibición del matrimonio entre parientes cercanos.
La cantidad de contactos sociales que cualquier individuo puede mantener fuera de su
propia familia restringida es lo suficientemente grande como para permitir una buena
probabilidad de que, familias que constituyen en un momento dado una sociedad moderna no
puedan congelarse. La mayor libertad posible de elección de pareja (sometida a la única
condición de que la elección se haga fuera de la familia restringida) asegura que estas
familias se mantendrán en un flujo continuo y que prevalecerá entre ellas un proceso de
mezcla continua por medio de los intermatrimonios.

Las condiciones son muy diferentes en las llamadas sociedades primitivas: allí, es pequeña
la cifra global de la población. La fluidez social es baja y no es probable que mucha gente
tenga oportunidad de conocer a otros, excepto dentro de los límites de la aldea.

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Todavía es posible asegurar la integración de familias en una sociedad bien unida usando
procedimientos similares a los nuestros, como una simple prohibición del casamiento entre
parientes sin ninguna clase de prescripciones en cuanto a los matrimonios. Sin embargo, la
experiencia demuestra que esto es posible solamente en pequeñas sociedades con la
condición de que el diminuto tamaño del grupo y la falta de movilidad social sean
compensados ampliando de modo considerable el conjunto de grados prohibidos. Grupos
muy pequeños con un bajo nivel cultural y una floja organización política y social, tales como
algunas tribus del desierto de América del Norte y del Sur, nos proporcionan ejemplos de
esa solución.

Sin embargo, la gran mayoría de pueblos primitivos han inventado otro método de resolver
el problema. Han preferido inventar reglas que deben seguir cuidadosamente cada
individuo y familia.

El estudio de estas reglas de parentesco y matrimonio ha provisto a la antropología


moderna con uno de sus capítulos más difíciles y complicados. Nos limitaremos a explicar
los principios más sencillos que se encuentran con mayor frecuencia.

 Uno de éstos es la llamada regla del matrimonio entre primos cruzados, que ha sido
adoptada por innumerables tribus en todo el mundo. Es éste un sistema complejo de
acuerdo con el cual los parientes colaterales se dividen en dos categorías básicas:
colaterales paralelos cuando la relación puede reconocerse a través de dos hermanos
del mismo sexo, y colaterales cruzados, cuando la relación se encuentra a través de dos
hermanos de sexos opuestos.

El hecho sorprendente acerca de esta distinción es que prácticamente todas las tribus
que la hacen pretenden que los parientes paralelos son la misma cosa que los más
cercanos en el mismo nivel de generación. El matrimonio con cualquiera de éstos sería
incestuoso y en consecuencia está prohibido.

 Hay tribus que van todavía más allá en estos refinamientos. Algunos piensan que no
deben casarse los primos cruzados, sino simplemente los hijos de éstos.

Todas estas distinciones no pueden explicarse en términos biológicos o psicológicos. Pero


si tenemos presente que todas las prohibiciones matrimoniales tienen como único propósito
el establecimiento de una dependencia mutua entre las familias, que las reglas
matrimoniales expresan el rechazo por parte de la sociedad de admitir la existencia
exclusiva de la familia biológica, entonces todo resulta claro, ya que todos estos
complicados conjuntos de reglas y distinciones no son otra cosa que el efecto de los
procesos de acuerdo en una sociedad dada.

En todo el mundo hay sistemas de parentesco y reglas de matrimonio para los que todavía
no se ha dado una explicación satisfactoria.

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La conclusión importante que se debe tener en mente es que la familia restringida no puede
decirse que sea el elemento del grupo social, ni puede pretender ser el resultado de aquél.
Más bien, el grupo social solamente puede establecerse en contradicción, y hasta cierto
punto en complicidad, con la familia, ya que para mantener la sociedad a través del tiempo,
las mujeres deben procrear, beneficiarse con la protección masculina mientras dura el
embarazo, y dado que se necesitan conjuntos precisos de reglas, perpetuar a través de las
generaciones el patrón básico de la estructura social. Sin embargo, la principal
preocupación social con respecto a la familia no es protegerla o agrandarla: una negación
de su derecho a existir ya sea en aislamiento o permanentemente; solamente se permite
vivir a las familias restringidas un periodo limitado de tiempo. Así, la relación entre el
grupo social como un todo y las familias restringidas que parecen constituirlo no es
estática.

La sociedad pertenece al dominio de la cultura mientras que la familia es la emancipación, al


nivel social, de esos requerimientos naturales sin los cuales no puede haber sociedad, ni
tampoco humanidad.

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