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TP 1. Facciponti
TP 1. Facciponti
Facultad de Humanidades
Están todos sentados, de fondo está la gráfica típica del Senado de la Nación, ella habla
sentada, si bien hace alusión a las personas que están rodeándola no está conversando
con ellas. Se la ve vestida con ropa blanca y un rosario -el cual no debería llamar la
atención a pesar del acto en sí ya que es de uso común por parte de ella-. La
observamos, entonces, en un lugar -el Senado- donde ella desempeña funciones como
vicepresidenta realizando una actividad particular respecto a lo cotidiano de la cámara.
Siguiendo a Gindin (2018), podemos detectar algunas cuestiones de lo que ella llama
ethos íntimo. Es interesante en este momento resaltar el tipo de actividad, que está
planteada, como dijimos, como una charla, eso le da, a pesar de que es una exposición
donde ella sola habla (no hay intercambio verbal), una impronta de cercanía, hay una
proximidad, una interpelación directa al destinatario (este caso no es sólo la gente que
está ahí presente, sino todos aquellos que estaban siguiendo la transmisión) mediante el
voseo “lo decía Ignacio” “decía recién la hermana”.
Hay una utilización de términos que se identifican con una conversación cara a cara
“charlamos una vez con Jorge, él se reía, finalmente yo tenía razón”, hay un
componente descriptivo, por ejemplo cuando narra la conversación con el Papa “saben
que el Papa Francisco me llamó bien tempranito al otro día de ese día, me llamó,
estuvimos hablando por teléfono y me dijo algo así como…”, o los momentos previos al
atentado magnicidio “yo ese día que llegue, había estado acá en el Senado hasta las
ocho y media más o menos, y yo estaba feliz porque ese día tuvimos una reunión con la
gente de YPF…” y cuenta ese momento, como si se estuviera charlando directamente
con los otros., o también cuando narra lo sucedido con Yrigoyen “quiero contarles algo,
porque es una cosa que puede ayudarnos a entender el problema en cierta medida por
ahí que tenemos los argentinos y que arrastramos en la historia en los 200 años”.
Siguiendo a Plantin en Dagatti (2017), la emoción es un producto del discurso. Es el
discurso político el que busca transformar o fortalecer opiniones, marcadas por la
emoción, busca persuadir al ciudadano de adherirse a determinado valor. Hay una
escena dramatizada que está repleta de emotividad. Se trata de utilizar todo lo necesario
a fin de convencer al ciudadano de actuar apelando a sus emociones. Esto que Lopez
Camargo (2018) escribe en su trabajo es lo que Dagatti llama phatos proyectivo.
Cuando Cristina habla, podemos ver, en los momentos citados, diferentes formas en las
que las emociones organizan, a diferentes niveles, la interpretación de un tiempo
histórico con el fin de proyectar emociones en el conjunto social. Por ejemplo, al
comienzo del recorte, cuando empieza a hablar, la voz se le quiebra, se la nota mal,
angustiada, y sin nombrar lo sucedido aquel primero de septiembre, diciendo lo que
citaremos a continuación, sabemos perfectamente a qué se está refiriendo “Yo quería
que mi primera actividad pública por así decirlo, afuera de un despacho fuera con
ustedes. Yo siento que estoy viva por Dios y por la Virgen, realmente. Así que me
pareció que, si tenía que agradecer a Dios y a la Virgen tenía que hacerlo rodeada de
curas por los pobres, de curas villeros y de hermanas laicas, hermanas religiosas.”
Sin embargo, esa Cristina angustiada, quebrada, sólo se observa en esa primera
intervención. Luego de ese momento de alusión a lo sucedido, hay una especie de
quiebre donde, apelando al uso del tiempo (de lo que pasó, de lo que está pasando y de
lo que se quiere para el futuro), donde se ve una Cristina entera, en tono de líder
política, donde a través del uso del recurso del recuerdo, de la contraposición (como en
el ejemplo del orden), o haciendo alusión a lo ocurrido con Yrigoyen, donde utiliza un
hecho sucedido hace casi cien años para contraponer con lo sucedido con ella.
Que ella hable desde su posición de líder, utilizando dichos recursos, hace que, como
plantea Dagatti, emocionarse sea hacer un framing, es decir, exigirle al interlocutor que
tome una posición en relación con un dato formateado como emoionante, es una forma
de coacción para el encuadre lingüístico. En definitiva, entendemos que Cristina no
busca conmover con lo sucedido, sino plantear un quiebre con el suceso, donde su
discurso está puesto en interpelar y en diferenciar respecto a ese “orden social” que ella
dice que hay que volver a reconstruir.
Bibliografía
López Camargo, Sonia Patricia. (2018) “La construcción de la emoción en los discursos
políticos de campaña” en Pragmalingüística 26, 199-220