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En primer lugar, se destaca que el matrimonio crea un estado de vida que conlleva
deberes, derechos y obligaciones para los contrayentes. Desde este punto, se examina
el matrimonio como institución, señalando que se trata de un conjunto de normas que
regulan tanto su celebración como los derechos y obligaciones de los cónyuges. Se
enfatiza que el matrimonio es una idea de obra que se realiza y perdura jurídicamente
en un medio social específico, y que su regulación implica un proceso organizativo con
finalidades comunes entre los contrayentes.
Además, se plantea la visión del matrimonio como un contrato ordinario, en el cual los
contrayentes deben manifestar su consentimiento ante la autoridad competente,
cumpliendo con los elementos esenciales y de validez propios de cualquier contrato. Se
destaca la importancia de la capacidad y la ausencia de vicios en la voluntad de los
contrayentes para la validez del matrimonio.
Por otro lado, se menciona que el matrimonio puede ser equiparado a un contrato de
adhesión, ya que los cónyuges aceptan los términos de la ley sin posibilidad de
modificarlos, siendo la voluntad del Estado la que prevalece sobre la de las partes.