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Proyecto de grado
Gabriela Ladrón de Guevara
Universidad de los Andes
Facultad de Arquitectura y Diseño
Departamento de Diseño
Dirigido por Ana Vélez Rodríguez
Bogotá D.C
Junio, 2022.
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Gracias a Ana por guiarme durante el
desarrollo de este proyecto.
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Índice
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Los Beatles
Colombianos
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Cuando David me muestra el disco “La Casa Del Sol El género nace a partir de este deseo de liberación y
Naciente” con delicadeza, me impacta inmediata- Colombia no fue la excepción. Localmente se vivía
mente el aspecto físico de los integrantes de la ban- ese mismo afán de rebeldía, los jóvenes, impactados
da, en la portada veo a cinco jóvenes con pelo largo por la época de la violencia, la guerra bipartidista y la
posando en lo que parece una casa abandonada, “se dictadura de Rojas Pinilla abrieron las puertas para
ven idénticos a los Beatles” le digo a David. la expresión de la contracultura y los movimientos
sociales.
Los Speakers fueron reconocidos por su re inter-
pretación de la estética y el sonido de las bandas de “El Club de Radio 15 era como el Radioactiva de
rock anglosajón y tuvieron una influencia directa de esa época, pero más chévere”. La emisora la fundó
los Beatles y del movimiento Hippie en Colombia en Carlos Pinzón en 1963, y fue manejada por Alfon-
la década de los 60s. En Bogotá a pesar de ser una so Lizarazo, los primeros grandes éxitos nacionales
sensación dentro de comunidades nicho de rock de la nueva ola colombiana fueron grabados ahí. Al
latinoamericano de la época, en ocasiones fueron estar tan cerca al movimiento, el padre de David em-
rechazados e ignorados por sus ideales hippies de pezó a coleccionar discos. Le impregnó el amor por
izquierda. la música a sus hijos y les heredó una colección de
más de 500 acetatos y 500 cd ‘s.
El papá de David fue radioaficionado, tenía un ra-
dio de onda corta que le permitía enterarse antes
que mucha gente lo que estaba pasando en la música
en Inglaterra, en Alemania y en Estados Unidos. “El
era muy rockero, no tan tropical, algo inusual en esa
época ya que los ritmos eran otros y esto lo convertía
en un bicho raro” me cuenta David. Mi padre vivió
en la Perseverancia, cuando todavía se podía vivir
decentemente, fue muy de buenas ya que sus vecinos
fueron Noel Petro y Claudia de Colombia, músicos
colombianos cuyas canciones y desmanes amorosos
perduran en la memoria colectiva de los bogotanos
conocedores de la música.
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David y su hermana se pelearon por la colección,
tenían la difícil tarea de decidir quién se quedaría con
los discos. Resolvieron que David la tendría por cinco
años y los siguientes cinco años la tendría su herma-
na. “Eso obviamente no pasó” me dice David riendo
con orgullo.
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Me empieza a mostrar sus discos que, dentro de la comunidad
musical son rarezas bastante valiosas. Tiene algunos discos tra-
ducidos al español con los que no pude evitar sorprenderme. En
el del famoso “Help!” de los Beatles dice “Socorro!”. Hay otros
traducidos en ruso y en japonés que ha conseguido con la ayuda
de su esposa y sus amigos, quienes piensan en él y en su fanatis-
mo por la banda cuando viajan por el mundo. También tiene dis-
cos de Ana y Jaime, un dúo musical de hermanos colombianos
quienes irrumpieron la escena musical con música de protesta a
finales de los 60s.
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“Nunca me imaginé llegar a Inglaterra como artista y
no como turista, cuando llegue a Abbey Road me tocó
sentarme porque chillé como un niño chiquito. Sufrí
el síndrome de Jerusalem, lo equivalente a lo que debe
sentir un cristiano al llegar a tierra santa.” Le pregunto
por el valor de sus objetos y me corrige rápidamente,
“no son objetos y ya, son mis tesoros”. El papá de David
murió dos años antes de que se uniera a la banda. “Son
de las cosas que más me duelen, pienso que sí existe el
más allá, el man debe estar orgulloso viendo todo lo
que hemos logrado.”
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Foto cortesía de Sara Beltran
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Honoris Causa
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Arquitecto de profesión, Dicken Castro fue uno de los
primeros en utilizar la guadua en edificios, fue pionero
en rescatar el encanto del material y se encargó de dignifi-
carlo ya que antes se asociaba con la falta de recursos. El
uso del ladrillo también es insignia en su trayectoria, ya
que fue uno de los primeros en el país en incorporarlo en
sus proyectos. “Ese interés surge en las visitas que hacía
con su mamá cuando niño a la Catedral Metropolitana
de Medellín que tenía ladrillo a la vista” dice Eloisa. Su le-
gado arquitectónico permeó el espacio público de Bogotá
y le dejó a la ciudad proyectos arquitectónicos como el
Teatro y refugio infantil del Club Los Lagartos (1955), el
Mercado de Paloquemao (1960) y la plaza de mercado del
barrio Restrepo (1967).
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Mientras intento hacerme una idea en la cabeza de
aquello que suena como una obra impecable, Eloisa me
cuenta que Lorenzo, su papá, vivió toda su vida en la casa
Niquia. Más adelante se presentaron los impuestos del
terreno, que siendo muy costosos, eran casi imposibles de
pagar. Es así como empezaron a construir más casas para
hacer un conjunto. “Prácticamente tocó rogarle a todo el
mundo que se viniera a vivir acá, no queríamos perder
la casa de los abuelos” me cuenta entre risas. Lograron
que algunos amigos y familiares compraran las vivien-
das disponibles y es así cómo se conformó la comunidad
Niquia. “La infancia fue muy feliz, era un parche con to-
dos los vecinos”
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Foto cortesía de Eloisa Castro
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Foto cortesía a de Eloisa Castro
“Mi abuelo fue diseñador gráfico, en su obra hubo mu- Eloisa no había nacido pero cuenta que el concurso
cha influencia de lo popular y lo precolombino. Le fas- fue un momento muy emotivo para toda la familia.
cinaba la antropología y la arqueología, esto lo acercó “Las monedas que diseñó Dicken son divinas, las de
a los diseños indígenas y precolombinos. Estaba obse- ahora no se comparan”. A partir del 12 de noviembre
sionado con este tema, tenía una colección de sellos y de 1996 la moneda de 1000 pesos se puso en circu-
rodillos.” Le llamaba mucho la atención el diseño de lación. Con ella, Dicken buscaba hacer un homenaje
los motivos y se dedicó a interpretarlos mediante el a la Cultura Sinú, una de las culturas precolombinas
diseño gráfico. Algunas de sus creaciones de mucha más importantes del país.
recordación son para Colsubsidio, el Instituto de se-
guros sociales, la Camara de Comercio de Bogotá, y el En una de las caras podemos ver una orejera de fil-
XXXIX Congreso Eucarístico Internacional. igrana. La moneda fue descontinuada rápidamente
por el material en el que se hizo. El latón es fácilmente
En el año 1994 el banco de la república lanzó una con- falsificable, lo que resultó en un evidente problema
vocatoria de un concurso para re diseñar las monedas que obligó al Banco de la República a retirarla de cir-
de 200, de 500 y de 1000 pesos Colombianos. “Dicken culación inmediatamente.La de 200 tiene un diseño
participó y se ganó el diseño de la moneda de 200 y la geométrico que hace alusión a la Cultura Quimbaya.
de 1000. Fue difícil ganar porque uno de los jurados se En ella Eloisa ve pájaros que se desdibujan y se en-
la tenía montada, David Manzur, artista plástico qui- trelazan depende de cómo la mires.
en se ganó el diseño de la moneda de 500, era mucho
más clásico en estilo. Dicken llegó a Colombia con un
estilo más europeo, esto jugó un poco en su contra”
recuerda Eloisa.
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Foto cortesía de Eloisa Castro Foto de
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“Luego de que descontinuaron las monedas de La casa de Eloisa es grande y llena de objetos irre-
doscientos y mil pesos que él había diseñado, las mplazables. Nos acercamos a la biblioteca donde
empezamos a guardar. La idea de la colección es encontramos toda la vida y obra de su abuelo. Sus
precisamente eso, rescatarlas del olvido. Amigos viejas bitácoras son evidencia de su ímpetu pio-
y familiares de todas partes ayudaron a construir nero, en ellas un análisis profundo de ese amor
esta colección, mis amigos del colegio me las en- a lo popular y a lo precolombino. En las paredes
tregaban, yo aun las sigo buscando y guardando.” hay pequeños huecos donde Cristina, su mamá,
Eloisa pone sobre la mesa dos tarros grandes de ha insertado las monedas de 200 ya que encajan
vidrio en donde está la colección, esta consiste de perfectamente. El famoso afiche de “Aquí me que-
aproximadamente 2000 monedas, algunas de 200 do” con la tipografía inspirada en los ruteros de
y algunas de 1000 pesos. Hay muchas diferentes, Medellín, es una analogía perfecta que cuelga de
han estado en manos de muchos, algunas sucias una de las paredes junto a una moneda de 200.
y oxidadas por el tiempo, otras tienen un aspecto Es como si la casa le dijera de vuelta que ahí se
nuevo y pulcro. Las monedas tuvieron tal impacto quedará su legado para siempre, un recuerdo col-
en la memoria de la familia, que en el funeral de su orido impregnado en las paredes de la casa 1.
abuelo, la mamá de Eloisa convirtió las monedas
en pines y las repartió a todos. Eloisa nunca sale de
su casa sin sus pines, un objeto que le recuerda de
lo que fue su abuelo todos los días.
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Eloisa me muestra el camino por el conjunto mientras di-
vagamos por ese frondoso bosque. Miro a mi alrededor y
todo es verde. No se oye el ruido de la avenida suba ni se ve
nada del ajetreado exterior. Caminamos por los senderos
de ladrillo qué se manchan de verde por el invasivo musgo.
Llegamos a la casita, donde finalmente pude visualizar ese
esquema perfecto que me había descrito Eloisa. Adentro
la firma de Dicken en pintura negra, permanece como si
fuera fresca en una de las paredes. Luego pasamos por la
casa Niquia, grande e imponente, es un recuerdo físico de
quienes vivieron allí pero ya no. “Mis abuelos se tuvieron
que ir por la cantidad de escaleras. Se fueron y se empezo
a caer”. Ahora vive ahí Juan Pablo Ramirez, un publicista
que compró la casa muy barata con el compromiso de le-
vantarla.
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Esperando
Respuesta
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La historia de las estampillas se remonta a 1837, el año en
el que el profesor inglés Sir Rowland Hill propuso reformar
el sistema postal inglés, incorporando este pequeño sello
adhesivo que representaría un recibo de pago para auten-
ticar el envío de un correo. De esta manera se estrenó la
primera estampilla del mundo que mostraba un penique
negro, circuló por primera vez el 6 de mayo de 1840 y en
ella se puede encontrar a la reina Victoria. A raíz de este
acontecimiento, casi veinte años después en 1859, Colom-
bia, sin quedarse atrás emitió su primera estampilla.
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Adriana contempla la estampilla y recuerda el ambiente
tenso que se vivía en ese entonces. “Me acuerdo cuan-
do mataron a Galán, esas elecciones nunca se olvidan.
Muchos jóvenes estábamos apoyándolo, sin duda fue un
momento muy impactante.”
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Carolina, la hermana de Adriana se une a la conversación
para contarme una curiosa anécdota. “Me acuerdo que
nuestro amigo coleccionista del barrio nos invitó a in-
scribirnos en un programa innovador. Era una iniciativa,
algo así como una red internacional donde uno pagaba 20
mil pesos de esa época, que en ese entonces era mucho,
y te asignaban por edades a una amiga que vivía en otro
lugar del mundo. A uno le llegaba un formulario con los
datos de la persona y uno le mandaba cartas. Eso fue en
el año 1986, yo tenía 12 años.” En este caso su destinatar-
ia sería Gina Hobbs, una niña contemporánea de edad
que vivía en Missouri, Estados Unidos. Intercambiaron
cartas desde 1986 hasta 1992. “Era como el Facebook de
antes, hablábamos de las novedades de nuestras vidas,
yo me sentía super internacional. Era algo novedoso, un
intercambio cultural. Recuerdo ir al correo para que me
pusieran la estampilla de turno, era una sensación in-
creíble la de tener una amiga al otro lado del mundo”.
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Las cartas eran interrumpidas por las semanas
que tardaba en llegar la correspondencia. Cada
una de las cartas de Gina estaba acompañada por
una foto de ella, una de esas fotos de anuario de
colegio gringo como de película. Con el paso de
esos seis años donde se mandaron cartas puedo
ver la transformación física de la adolescencia de
Gina. Le cambia el corte de pelo y la cara.
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La cuenta por favor
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Es así como años después los fósforos llegan a Augus-
to, quien no fumaba, pero continuaría la recolección
de las cajas, una búsqueda juiciosa y constante que lo
acompañaba a donde quiera que fuera.
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A pesar de los oscuros acontecimientos que permearon
algunos momentos de su juventud en la ciudad, no
puede dejar de lado los que sí aportaron positivamente
a su vida.
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El sol de la tarde entra por la ventana mientras termina-
mos de contemplar la colección. Para Augusto el diseño
era muy importante en su búsqueda ya que le aburrían las
cajetillas convencionales, las de dimensiones típicas y con
publicidad de Mastercard. Buscaba innovación como las
que consiguió su papá en diferentes países del mundo años
atrás. Estos tesoros denotan las características gráficas de
cada época y son un testimonio material y estético de una
sociedad del pasado. “Hoy en día la gente casi no fuma, y
uno ya no consigue las cajas de fósforo así.”
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Arqueología de
marca
Andrés Barragán es biblio activista y fundador de Punto
Aparte Editores. Lo contacté por Instagram y nos vimos en
su casa para hablar de su proyecto “Arqueología de Marca”,
donde se encarga de darle vida a la colección de productos
y coleccionables del pasado. Mediante este, ha podido con-
solidar una red 120 mil curiosos, quienes se transportan a
su juventud recordando buenos momentos, que estuvieron
acompañados de marcas emblemáticas de una Bogotá pas-
ada.
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Años atrás mientras trabajaba en un proyecto en una
plaza de mercado en la Candelaria, Andrés conoció
a un viejito que había vivido toda su vida ahí. “El
señor había guardado todo, tenía unos detergentes
viejos. Qué cosa más bonita, pensé yo en ese mo-
mento. Me devolví en el tiempo, me acordé a la per-
fección de las canciones de los comerciales de los
80s. Entonces se los compré”. Fue ahí donde empezó
todo, ese instante donde Andrés viajó en el tiempo y
recordó un momento grato de su infancia. A partir
de ese encuentro con el viejo de la plaza de la Can-
delaria, Andrés empezó a coleccionar juiciosamente,
recopilando objetos que lo empaparon de lo que fue
su pasado.
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Luego de mostrarme estas icónicas reliquias, Andrés
abre otro cajón y saca un producto que atesora como
ningún otro. Después de unos segundos de suspenso
y de prepararme adivirtiéndome que a este producto
no le podría tomar foto, saca un pequeño contenedor
café con un osito que dice “Covo”. “Busqué este tarro
durante 20 años, era la Nutella de la época, era deli-
ciosa, nadie se acordaba. Un man de Medellín me lo
regaló, yo lo recompensé enviándole una torta. Este
que tengo venció el 30 de junio del 87” Hoy en día el
tarro de Covo es prácticamente imposible de conse-
guir ya que sus ediciones fueron muy limitadas, en
internet solo existen dos imágenes publicitarias.
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Saltamos en el tiempo y me cuenta que años después
de haber empezado su colección, mientras trabaja-
ba en un proyecto editorial para conmemorar los 30
años de Davivienda, esta le ayudó en un momento
decisivo. Con el libro en cuestión buscaban recopilar
las campañas publicitarias más importantes diseña-
das por Leo Burnett para Davivienda. Sin embargo,
un incendio desafortunado de una de las oficinas aca-
bó con la mayoría del archivo que tenían. “A mi me
tocó encargarme de buscar el archivo y a punta de mi
colección de revistas viejas, logré recuperar todo”.
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El siglo XX en Colombia fue un siglo importante
para el crecimiento del comercio en el país. Se abri-
eron muchas puertas a raíz de este desarrollo y por
consiguiente se fortaleció la industria local. Los
conflictos políticos, económicos y sociales que el
país vivía en ese entonces, dificultaron y obstaculi-
zaron los tratados de libre comercio internacional,
es por esto que los ciudadanos pudieron gozar de
diferentes productos locales que hoy permanecen
en la memoria colectiva y en la identidad nacional
del país por su carácter emblemático e innovador. El
lanzamiento de estos productos se vio directamente
influenciado por la psicología del consumidor y se
empezó a implementar el diseño como medio para
la atracción social.
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Entre santos
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Su infancia y su relación con la religión fue parte de
la cotidianidad de su hogar es por esto que desarrolló
una sensibilidad a estas piezas. Sus papás se sepa-
raron justo después de su nacimiento, lo que lo llevó
a vivir con sus abuelos hasta los quince años. Vivían
en una gran hacienda en donde Santiago disfrutó
de una infancia feliz, en ella las figuras religiosas y
la esencia de sus historias llenaban de energía cada
rincón. “Yo quería poner afiches en mi cuarto de lo
que estaba de moda en esa época para los jóvenes
de mi edad, modelos, cantantes, carros… pero nada,
no me dejaban”. Es así como la convivencia con estas
piezas fue inevitable. Es así cómo se despertó en él,
la fascinación por la estética de este tipo de objetos.
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Constantemente visita anticuarios y ventas en casas y es
así como tiene un ojo adiestrado para el arte colonial.
“Hay muchas cosas falsas y me da tristeza que a muchos
no les importe, no quieren nada, regalan todo.” Veo que
hay muchas figuras adornadas con pelucas, sombreros
y accesorios y Santiago me cuenta que las decora “ para
que la cosa no sea tan rígida, tan dramática”. Lamenta-
blemente, el espacio con el que cuenta no es infinito, es
por esto que se ha tenido que deshacer de algunos para
inaugurar la llegada de otros, que llenan vacíos y comple-
mentan este apartamento único e inigualable. Eso sí, la
colección cobra vida con cada nueva adquisición ya que
siempre busca “conseguirle amiguitos a lo que encuen-
tra.”
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En varios estantes podemos apreciar el Cristo del Sa-
grado Corazón de Jesus, muy conocido por su impac-
to en el país. En este caso su impactante cuerpo san-
griento es aligerado por una mochila que Santiago le
colgó. A finales de 1899 se dio inicio a la Guerra de los
Mil Días, una confrontación que se prolongó durante
3 años y en la cual murieron 100 mil colombianos.
El 22 de junio de 1902 se consagró a la República de
Colombia, al Sagrado Corazón de Jesús. Cinco meses
más tarde, en noviembre, se firmó el tratado de Wis-
consin y se anunció el fin de la Guerra. Es por esto
que Colombia se ha distinguido por su fiel devoción
y usualmente se le pide por la paz y la reconciliación.
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