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Robin Horton, un antropólogo inglés, argumentó en contra del relativismo cultural dominante en la década de 1960. Sostuvo que los criterios de racionalidad que subyacen al sentido común son biológicamente determinados y universales entre todos los grupos humanos. Más tarde, las ciencias cognitivas apoyaron esta visión innatista. Horton también creía que el pensamiento mágico-religioso africano podía evaluarse objetivamente mediante los mismos criterios racionales y empíricos que la ciencia occidental, y que cumpl
Robin Horton, un antropólogo inglés, argumentó en contra del relativismo cultural dominante en la década de 1960. Sostuvo que los criterios de racionalidad que subyacen al sentido común son biológicamente determinados y universales entre todos los grupos humanos. Más tarde, las ciencias cognitivas apoyaron esta visión innatista. Horton también creía que el pensamiento mágico-religioso africano podía evaluarse objetivamente mediante los mismos criterios racionales y empíricos que la ciencia occidental, y que cumpl
Robin Horton, un antropólogo inglés, argumentó en contra del relativismo cultural dominante en la década de 1960. Sostuvo que los criterios de racionalidad que subyacen al sentido común son biológicamente determinados y universales entre todos los grupos humanos. Más tarde, las ciencias cognitivas apoyaron esta visión innatista. Horton también creía que el pensamiento mágico-religioso africano podía evaluarse objetivamente mediante los mismos criterios racionales y empíricos que la ciencia occidental, y que cumpl
En la década de los hippies, el señor Robin Horton, antropólogo inglés, se enfrentó a la
corriente dominante por aquella época, el relativismo cognitivo. Propugnó que todos los criterios de racionalidad que constituyen la base de funcionamiento del sentido común se hallan predeterminados en la constitución biológica de la especie humana, por lo que deberían ser los mismos para todos los grupos y sociedades. Por aquellas, esta idea parecía bastante especulativa, sobre todo por la masiva avalancha de datos sociológicos que operaban en su contra. Tres décadas más tarde, sin embargo, la situación estaba siendo invertida debido a los esfuerzos de la psicología y otras ciencias cognitivas para respaldar las tesis innatistas. Básicamente lo que Horton pretende es utilizar su concepción determinista del sentido común para erradicar el relativismo cultural de la escena antropológica. Se basó no en el pensamiento primitivo en general, sino en las tribus africanas en particular. Horton sostiene la idea de que el valor cognitivo de las creencias mágico-religiosas tradicionales africanas, puede ser evaluado con absoluta neutralidad, utilizando los mismos criterios que rigen la elección de teorías en el ámbito de la ciencia occidental. Su idea fundamental es que el pensamiento mágico-religioso tradicional africano, viene a ser una manifestación de pensamiento teórico sustancialmente equivalente al pensamiento científico, cuyo cometido natural residiría en la explicación, predicción y control de aquellos fenómenos que el pensamiento ordinario no consigue dominar. El mecanismo explicativo consistiría, en ambos casos, en postular la existencia de un puñado de entidades y procesos subyacentes a la experiencia con el que se intenta dotar de orden y regularidad a esos fenómenos. Pero el pensamiento teórico no cuenta, según su entender, con unos recursos cognitivos propios e independientes de los que ya tenía disponibles el pensamiento de sentido común, por lo que, para ser aceptadas, sus propuestas respectivas tienen que mostrar que son adecuadas a las exigencias lógicas y empíricas ordinarias, que, al ser universales, servirían para garantizar la neutralidad de su valoración. La Filosofía de la Ciencia como Inspiración de la Teoría Antropológica Como Ernst Mach, George Orwell, o los positivistas lógicos, Horton piensa que la ciencia se caracteriza por sus métodos y no por sus contenidos. Aunque la ciencia sea una institución que ofrece ciertos productos, entre ellos las teorías, que son socialmente valiosos porque intervienen en la obtención de adelantos tecnológicos, lo realmente esencial de la ciencia es su método crítico y experimental. Cuando estudia el pensamiento tradicional africano, por lo tanto, busca las semejanzas y las diferencias con la ciencia, no en los contenidos sino en los aspectos metodológicos. Lo cual le lleva a buscar un marco conceptual fuera de la antropología, y lo encuentra en la filosofía de la ciencia. El papel principal de las cosmologías africanas es, según Horton, el mismo que el de la ciencia: explicar. Y explicar consiste en encontrar unidad, simplicidad, orden y regularidad bajo la diversidad, complejidad, desorden y anomalías aparentes de los fenómenos. La objeción evidente de que tales cosmologías contienen multitud de entidades personales caprichosas la responde señalando que esas multitudes suelen agruparse en muy pocas clases y que, lejos de ser caprichosos, los dioses, héroes, antepasados, etc., tienen funciones específicas que cumplen de manera más o menos predecible. Una vez que a esas entidades se les reconoce su papel explicativo, se pueden disipar algunas de las perplejidades que venía a intentar solucionar la ley de participación de Lévy- Bruhl, que recordemos que venía a decir que en las representaciones colectivas de la mentalidad primitiva, los objetos, los seres, o los fenómenos pueden ser, de una manera incomprensible para nosotros, a la vez ellos mismos y otra cosa que ellos mismos. En el hombre moderno, la participación no tiene un papel tan decisivo como en el hombre primitivo, porque el hombre moderno distingue más adecuadamente los planos de referencia a través de los cuales se mueve edificando así su mundo propio, que es primero pensado, definido y calculado, para posteriormente ser proyectado y plasmado en la realidad.