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Seminario Acompañamiento Terapéutico a Familias con Regímenes de Visitas Controladas.

Modulo II
Encuadre y Contrato

Klimt (1916) Muerte y vida

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Consideraciones teóricas acerca de encuadre y contrato

Encuadre
El verbo encuadrar se refiere a disponer elementos dentro de un marco; nombra el
acto de establecer los límites dentro de los cuales un acontecimiento tiene lugar o cobra
sentido.
En el ámbito psicoterapéutico el encuadre se refiere a aquellas variables que
deliberadamente el terapeuta convierte en constantes, con el objetivo de que influyan lo
menos posible sobre el proceso terapéutico.
Bleger (1967) con el término encuadre alude a la transformación de ciertas
variables en constantes, con el objetivo de evitar la interferencia en el proceso
psicoterapéutico. Define al encuadre como el no proceso del proceso, es decir como
aquellas constantes dentro de cuyo marco se da el proceso psicoterapéutico. Sostiene que
el proceso podrá ser comprendido en la medida en que su investigación sea en el marco
de ciertas constantes, es decir de un encuadre. La lectura del proceso será posible en la
medida en que el mismo encuentre una estructura constante en la cual apoyarse.
Siguiendo a Avenburg (2004) “un proceso ha de desarrollarse dentro de ciertos límites y,
para que éste se aprecie como tal ha de referirse a un trasfondo constante”.
Cabe diferenciar el uso del encuadre en sentido restringido (las normas acerca de
cómo trabajar, técnica, método, procedimiento), y su uso en sentido amplio (los
parámetros teóricos que fundamentan el modo de trabajar y sus objetivos, lo que a su vez
comprende teoría y metapsicología del psicoanálisis).
El encuadre en sentido restringido es lo invariante y constituye una presencia
insoslayable, a veces silenciosa, a veces ruidosa, pero siempre significativa. Implica una
regulación de los modos en que se establece la relación entre psicoterapeuta y paciente

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en el trabajo terapéutico, expresada en un conjunto de normas establecidas y explicitadas


por el analista y acordadas con el paciente que son estables (contrato).
En este conjunto de normas se incluyen:
- la modalidad y el objetivo de trabajo,
- tiempo,
- lugar,
- horarios,
- honorarios y
- el rol de cada uno

Pero más allá del mérito que se pueda adjudicar al contenido concreto del
encuadre, su valor deriva del hecho de instaurar una norma. Lo invariante.
Cualquier actividad humana en el campo de la cultura requiere una zona
delimitada entre lo prescripto y lo prohibido. El sujeto para vivir en sociedad habrá de
ceñirse a un principio que atañe al conjunto y no al deseo de voluntad de uno solo por
sobre el de los otros.
La norma en psicoanálisis delimita posibilidades y establece límites. Entre el
encuadre postulado por la norma y el de las variaciones que suelen presentarse se
establece un diálogo, en procura de analizar qué significa para el paciente variar -o no- lo
acordado. Es que, finalmente, lo que interesa del encuadre es qué hace el paciente con la
norma pactada, cómo y por qué se aferra o la modifica y en qué la modifica (Paciuk, 2002).

Contrato
El encuadre se establece a través de un contrato, en el cual estas variables son
pautadas, acordadas y consensuadas
El contrato es el convenio que hacemos explícito cuando enunciamos el encuadre,
ese marco que servirá como referente y causa de aquello que ocurre en el transcurso de
un proceso psicoterapéutico, o en nuestro caso, en el transcurso del acompañamiento.

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El contrato está constituido por aquellas pautas formales que enunciamos al


paciente para nuestro trabajo en común; pautas que configuran las constantes, y que dan
lugar a considerar como significativas las variaciones que puedan producirse.
Dichas constantes remiten a lo constante de la ley; las variaciones se producirán en
función de la posición que el paciente vaya tomando en relación con el sostenimiento del
encuadre, con el límite que el mismo impone durante el tratamiento. Entonces, el
contrato es un instrumento privilegiado para situar la relación de las partes con la
legalidad, con la relación que el sujeto instaura históricamente con la ley.
Enunciar el contrato es enunciar un orden legal que rige tanto para las partes como
para el AT, ya que ambos deben sujetarse a él.
La ausencia de pautas que regulen de un modo explícito la actividad analítica nos
pone en el riesgo de caer en “todo es posible” con su correlato de impotencia.

Encuadre en el acompañamiento terapéutico


Así como la psicoterapia, el acompañamiento terapéutico también requiere el
establecimiento de un encuadre de trabajo.
Dado que el acompañamiento terapéutico se trata de un dispositivo con
características particulares, fundamentalmente la inserción del acompañante en la vida
cotidiana del paciente, el mismo requiere del establecimiento y explicitación de aquellos
aspectos que se pautarán como constantes del marco de trabajo.
Dentro de estas constantes se incluye al rol de AT, el espacio en el que se realizará
el acompañamiento, el tiempo en frecuencia y duración de cada encuentro y los
honorarios.
En cuanto al rol y debido a que el acompañamiento es un recurso terapéutico cuya
difusión ha comenzado a crecer en los últimos tiempos, la explicitación del mismo es
fundamental en relación al establecimiento del encuadre. El rol deberá ser explicado en
función de su especificidad, no sólo al paciente, sino también a su familia y al equipo
terapéutico de ser necesario.

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El espacio en el que transcurre el acompañamiento suele modificarse a lo largo del


proceso, motivo por el cual se explicita dicha condición y de ser necesario, como en el
caso de pacientes adictos, también se pone en palabras cuales son los lugares por los que
no se transitará.
En relación a los honorarios se aclarará cual es el honorario a pagar, quien lo
pagará (familia, paciente) a quien se abonará (al AT, al terapeuta a cargo, a la institución) y
la frecuencia del pago (por encuentro, semanal, quincenal, mensual).
Es importante también aclarar quién y cómo se abonaran los gastos y salidas que
se realicen en el marco del acompañamiento.
El tiempo es otra de las constantes que se establecen en el encuadre, en el
acompañamiento se pauta la frecuencia de los encuentros y la duración de los mismos.
Cualquier modificación respecto a horarios o duración del acompañamiento requiere que
sea aclarado y pautado como parte del encuadre de trabajo.
Así como con el rol, también espacio, honorarios y tiempo, son informados tanto a
la familia como al equipo terapéutico.
En el caso que se requiera más de un acompañante, el encuadre incluirá a todo el
equipo de acompañantes, pautando horarios y actividades fijas para cada AT.
Es parte del encuadre del acompañamiento informar al paciente que el secreto
profesional incluye a todo el equipo, es decir que el acompañante informará al terapeuta
de lo ocurrido en el acompañamiento.
En el acompañamiento terapéutico el encuadre de trabajo forma parte de la
estrategia terapéutica, lo cual implica por una parte que sus constantes se establecen en
función de las características y singularidad de cada paciente y por otra que el encuadre
será modificado según la dinámica del tratamiento.
La importancia del encuadre particular que enmarca cada acompañamiento reside
en que el mismo limita y pauta el vínculo entre AT y paciente, lo cual posibilita que este
“acompañar”, que en apariencia es igual a otros, sea terapéutico.
Así mismo, al pautar aspectos del acompañamiento, el encuadre se convierte en
una protección a las actuaciones transferenciales, tanto del paciente como del AT.

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Encuadre en el acompañamiento terapéutico judicial (ATJ)


El acompañamiento terapéutico judicial (ATJ) es un área relativamente nueva en el
marco del acompañamiento terapéutico, motivo por el cual no se cuenta aún con
desarrollos teóricos específicos dentro de la misma. Es por ello que las diversas
situaciones de la práctica misma han sido el punto de partida para la construcción de
lineamientos teórico-técnicos del quehacer del AT en este ámbito.
Se considera que, dadas las características del ATJ y el contexto en que el mismo se
desarrolla, el encuadre se torna un aspecto fundamental.
La práctica del ATJ se despliega en relación a familias que llegan a los Tribunales
atravesadas por crisis, caos y conflictos, como efecto de la ruptura del lazo social. Por lo
general aquello que comanda dicho lazo (el contrato individuo- sociedad, la ley, las
normas, las reglas) se halla internalizado con fallas, fisuras, y es sistemáticamente
transgredido.
Por otra parte, a diferencia del ámbito clínico en donde el paciente llega
preguntándose por sí mismo, situándose él mismo en un conflicto intrapsíquico, en el
ámbito judicial no existe esa pregunta; el conflicto no se despliega en lo intrapsíquico sino
en lo interpersonal. Las legalidades con las cuales se define una relación es el escenario en
el que se desarrolla el conflicto.
Teniendo en cuenta esta coyuntura, y tomando como fundamento teórico la
importancia que el psicoanálisis le otorga a la ley para la estructuración del sujeto humano
en sociedad, es que el encuadre, en tanto implica una norma, una ley, ocupa un lugar
central en nuestra práctica.

El encuadre es importante en dos sentidos. Por un lado, reviste una importancia


práctica: es necesario para el desarrollo del trabajo, hace posible que las visitas se lleven a
cabo según lo dispuesto por Tribunales de Familia y permite que el AT tenga herramientas
para poder ejercer una función de cuidado del niño. Protege tanto a los acompañados

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como al acompañante del surgimiento de cualquier tipo de arbitrariedad dependiente del


deseo de uno u otro, de los embates de la transferencia y de la contra transferencia, etc.
Por otro lado, el encuadre adquiere una importancia terapéutica, en tanto
instaura una legalidad. El encuadre es estable, pero no por ello es mudo o una presencia
pasiva, sino que significa. Aceptando el encuadre, tanto las partes como el AT se someten
a una ley externa. Más allá de qué es lo que pueda establecer el contenido de la norma
que define el encuadre, está el hecho primordial de que -hay una norma -que vale para
todos, que todos aceptan someterse a reglas establecidas y estables. La finalidad ultima
esta ligada a que el niño/ adolescente no está sometido a la inescrutable, cambiante y
caprichosa voluntad del adulto.
En este sentido el encuadre, como marco de lo que es posible y lo que no en cada
encuentro, instituye una nueva lógica vincular que posibilita que las visitas sean un
espacio cuidado y saludable. Es decir que al ser una legalidad que pauta, permite que cada
uno de los sujetos sepa a que atenerse.
Ahora bien, si, como decíamos antes, las parejas que llegan a Tribunales de
Familias están conformadas por personas que tienen conflicto con la legalidad, es difícil
pensar que no se produzcan efectos de ruptura en el trabajo que deseamos sostener. Por
eso es tan importante que lo que se paute esté por escrito y tenga validez legal, para que
sea una protección real para los menores en caso que sea necesario. Es decir, si hay un
adulto que avasalla o que violenta, que haya otro adulto que proteja; para lo cual tiene
que tener las herramientas necesarias.

Para ello, desde el área de ATJ de la Fundación Sistere, luego de un recorrido y de


múltiples experiencias, se trabaja con un dispositivo especialmente creado para tal fin. Se
convoca a las partes a entrevistas iniciales, previas al inicio de acompañamiento
propiamente dicho, y se establece por escrito un acuerdo de compromiso acerca de las
condiciones en las que se llevará a cabo la tarea.

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A partir de la aceptación del cargo, la modalidad del Área consiste en contactarse


con las partes para tener una entrevista con cada una y conocer al/los menor/es. La
finalidad de estas entrevistas es, “preparar el campo” para la realización de las visitas de la
mejor manera posible. Para ello se procura:
1- Generar algún vínculo de confianza con los progenitores y con el/los menor/es
antes del primer encuentro (hay que considerar que en estos casos ambas
partes están en conflicto, por lo cual es frecuente que predomine un clima de
tensión y desconfianza).
2- Establecer el contrato, es decir explicitar y acordar el encuadre de trabajo.

Si bien el contrato dependerá de la situación particular de cada ATJ, en líneas


generales el mismo se basa en:

Encuadre en el ámbito Judicial

- Modalidad y La modalidad del acompañamiento es dispuesta por el


Objetivo de Juez.
trabajo Puede implicar permanecer durante el transcurso de
toda la visita o sólo en una parte de la misma. Por ejemplo, estar
presente en el retiro y la entrega, o en la primera media hora de
la visita.
El retiro del menor podrá ser realizado por el
acompañante solo, del domicilio del mismo o de otro lugar como
por ejemplo el SARVIC. También puede retirarse al menor con el
progenitor no conviviente o que el progenitor conviviente lleve y
retire el menor de algún lugar acordado.
En caso de que la modalidad de la visita no se encuentre
estipulada por el Juez en el oficio correspondiente, el AT debe
gestionar que los abogados realicen un acuerdo por escrito entre

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las partes, donde queden consignados los detalles de los


encuentros. Requisito necesario para respaldar al AT en el
momento de la visita.

El objetivo específico variará en cada caso, sin embargo


siempre estará supeditado al interés superior del niño. Lo que se
acompaña es el vínculo, pero el fin último es el bienestar del
menor.

- Tiempo Dispuesto por el Juez, aunque también se supedita a las


posibilidades de los padres de abonar los honorarios del AT
(En general van desde encuentros quincenales de una
hora a dos o tres encuentros semanales de hasta tres horas)

- Lugar Dispuesto por el Juez. Podrá ser el domicilio del padre


conviviente, el domicilio del progenitor no conviviente, o algún
otro lugar como el domicilio de los abuelos, un bar, el patio de
comidas de un Shopping, etc.
Cuando no se establece en el oficio, se acuerda en las
entrevistas previas y se solicita a los abogados que notifiquen al
juez ese acuerdo.
Es necesario especificar: cuál será el punto de partida del
acompañamiento, el lugar donde se desarrollará, y el punto de
finalización. Se especificará si el acompañamiento inicia en el
lugar previsto para el desarrollo de la visita o si el AT deberá
encontrarse previamente en otro lugar con alguna de las partes,
siendo del mismo modo para la finalización de la visita.
No es función del AT definir ni informar a las partes el
lugar de la visita o el cambio del mismo.

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Toda modificación en relación al lugar será informada al


juez.

- Horarios La Frecuencia y Duración de las visitas con


acompañamiento es dispuesta por el Juez
En caso de que por alguna eventualidad el horario de
inicio se retrasa, éste se informará al juzgado y el horario de
finalización se mantiene.
En caso de que se estableciera alguna modificación en los
días y horarios previstos para las visitas, las partes deberán
acordarlo con la mediación de sus abogados e informarlo al AT
con 24 horas de anticipación.
No es función del AT informar acerca de estas
modificaciones a la contraparte.

- Honorarios Los honorarios profesionales se establecen tomando


como parámetro lo establecido por el Colegio de Psicólogos
como honorario mínimo ético profesional.
Están a cargo de una o de ambas partes según el caso y se
abonan al finalizar cada encuentro.
También se abonan las siguientes situaciones
extraordinarias:
- Las entrevistas con cada una de las partes previas al inicio
del acompañamiento.
- Las visitas no concretadas de cuya suspensión por alguna
eventualidad no hubiese sido informado el AT con 24
horas de anticipación.
- Las entrevistas que, por razones que el AT considerara
necesarias, se realizaran con una o ambas partes en la

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Fundación, fuera del régimen de visitas controlado.

- Rol de cada Rol del AT


uno El AT Judicial desempeña un rol de Observador
Participante. Su rol será más o menos interviniente según el caso
y lo estipulado por el Juez.
Es un rol que tiene por objetivo favorecer el encuentro
entre el niño o niña y su padre o madre y velar para que éste se
lleve a cabo en las condiciones necesarias para la salud física y
emocional del menor, esa es su responsabilidad.
Velar para que la visita se desarrolle de la manera más
saludable posible para el menor, no quiere decir sin conflicto.
Muchas veces, lo saludable es que, al menos en ese espacio, el
menor pueda expresar su enojo. Esto siempre dentro de ciertos
límites, los mismos tienen que ver con un monto de tensión que
sea tolerable.
El AT es el representante de la ley en el momento de la
visita, remite a una terceridad que excede a las partes en
conflicto.
A tal efecto, se incluyen dentro de las competencias y
obligaciones del ATJ:
- Esclarecer, informar y señalar aspectos de la interacción
padre hijo in situ, cuando lo considera necesario
- Observar, registrar e informar al juzgado interviniente en
forma periódica. La selección que hace del material tiene que ver
con aquello que considera significativo según la óptica de su
profesión y pertinente, según el caso.
- Solicitar entrevistas individuales o grupales con las
partes y/o con sus abogados cuando lo considere necesario.

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- Entrevistarse con otros profesionales intervinientes en el


caso, tales como: abogados, psicólogos, peritos, miembros del
SARVIC o CATEMU.
- Interrumpir la visita en caso que lo considere necesario,
esto es: si percibe algún riesgo para el menor, cuando el monto
de tensión y/o angustia es intolerable, ante aparición de una
reacción violenta del progenitor, o cuando no están dadas las
condiciones mínimas para que la visita se lleve a cabo.
- El acompañante terapéutico puede ser citado a una
audiencia.
- No es función del AT tomar decisiones respecto a
cambios en la modalidad del acompañamiento.

Rol del progenitor


Se los alienta a que se desenvuelvan de la manera más
espontánea posible, aunque se realizan señalamientos o
indicaciones en caso de que el AT considere que su
comportamiento no es saludable para el menor. Con frecuencia
es necesario indicar lo siguiente:
- No hablar con el niño o en su presencia sobre temáticas
que conciernen a los adultos y que no es pertinente que
sean escuchadas por él. Se les solicita que se hable de ello
en otra instancia, pudiendo solicitar entrevistas a solas
con el AT
- Contenerse en lo emocional para no generar en el menor
confusión, ansiedad, temor, sentimiento de culpabilidad.

Rol del niño/a o adolescente

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Se les indica que ellos también están habilitados a


manifestar su desacuerdo o incomodidad o solicitar una
entrevista a solas con el AT.

Sostener el contrato, cuya eficacia y necesariedad hemos comprobado, es una de


las tareas más arduas en el curso de un acompañamiento y es tan necesario y beneficioso
como cualquier otra de las intervenciones del ATJ.
Muchas veces estamos tentados de no aplicar el encuadre de manera rigurosa.
Una manera de no retroceder, es retomar el camino del trabajo con los textos, e
intercambiar nuestra experiencia con los colegas. Por eso consideramos esenciales las
reuniones de supervisión que desde el área se realizan en forma semanal.

REFERENCIAS:
- Paciuk. S (2002) ELOGIO DEL ENCUADRE. Disponible en
http://www.google.com.ar/#hl=es&source=hp&q=elogio+del+encuadre&aq=f&aqi=&aql=
&oq=&gs_rfai=&fp=9e7dad41b313f82a
- Gnavi M Vartuli A (2003) El contrato psicoanalítico y la transferencia, hoy.
En Revista El Sigma. Disponible en
http://www.elsigma.com/site/detalle.asp?IdContenido=3043
- Bleichmar, S.(2008). Violencia Social. Violencia Escolar. De la puesta de
límites a la construcción de legalidades. Ed.Noveduc. Buenos Aires, Argentina.
- Gigante, C.; Giraudo, M. (2009). Acompañamiento Terapéutico Judicial.
Nuevas inserciones. Área Judicial de la Fundación Sistere. Apunte del curso de
acompañamiento terapéutico. Fundación Sistere. Córdoba, Argentina.

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