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Los estereotipos se pueden definir como las imágenes que construimos a nivel cognitivo
respecto a las personas y en las que atribuimos características, comportamientos, cualidades
y rasgos a estas desde nuestra experiencia y el aprendizaje social. Los estereotipos son el
elemento cognitivo de la discriminación y constituyen aquellas creencias, expectativas o
suposiciones sobre un individuo basadas en su pertenencia a un grupo o categoría social
(Ovejero, 2010). En ese orden de ideas los estereotipos son creencias que permean a los
individuos respecto a otros por la asunción de que pertenecen a determinado grupo o
categoría. Acerca de estos, Julián, Donat & Díaz (2013) exponen: “Desde el punto de vista
de la psicología social, los estereotipos forman parte de nuestras actitudes: aluden al
componente cognitivo de las mismas. Se pueden entender como “verdades” socialmente
compartidas y, en la mayoría de los casos, políticamente incorrectas.” (p.21) Como se pudo
observar en el ejercicio de roles cada uno de nosotros posee estereotipos de lo que es: un
infiel, un alcohólico, un alcalde, etc… y eso genera unas imágenes mentales, unas ideas y
pensamientos que rápidamente asociamos al rol asignado que simplifican la clasificación de
las personas solo por una condición, titulo o característica, sin embargo esto tiene unos
efectos negativos, ya que junto a los prejuicios pueden sesgar nuestra concepción de los
demás y la interacción social.
La discriminación la podríamos definir como un fenómeno social, por medio del cual se
evidencia una exclusión de determinada persona o grupo a partir de los ya mencionados
prejuicios o estereotipos, dándose un proceso endogrupal donde se restringe la interacción o
aceptación de determinados sujetos en el grupo o sociedad. Carrascal, Prevert & Bogalska
(2012) afirman:
Rol prostituta: el rol de la prostituta durante la dinámica fue un rol, que fue discriminado
en su mayoría, de esa forma también lo compartió la compañera a quien le fue asignado el
rol, fue demostrada la discriminación con miradas, ignorando su saludo, realizándole gestos
de asco y rechazo, y se trató de un ejercicio en clase, pero una actividad que reflejaba la
realidad que hoy día se vive, las trabajadoras sexuales son objeto de discriminación de la
sociedad, de una sociedad moralmente buena y correcta, una sociedad para la cual su
trabajo no se considera digno, se considera sucio, se considera bajo y de la misma forma
tiene una implicación de pobreza, puesto que se piensa que se llega a él por una escases de
dinero, lo que en algunos casos es cierto, pero la realidad es que desde nuestros
antepasados, la doble moral humana lo ha tildado de malo y sucio, discriminándolo y
juzgándolo a la luz pública, pero utilizando sus servicios en el cuarto oscuro.
Rol del infiel: este rol puede ser considerado como objeto de discriminación dependiendo
de la persona a quien se le haya asignado el rol, varía de acuerdo a su género y a veces
estatus económico, pues es muy común ver que a los hombres que han sido infieles, no se
les tilde de malos, como en el caso de las mujeres o no se les discrimine y se les deshonre
de la misma forma que lo hacen cuando es una mujer, o en el caso del estatus económico es
de la misma forma, si una persona con un gran alcance económico fue infiel y se divulga,
en ocasiones esto no es objeto de discriminación al contrario, puede ser objeto hasta de
orgullo, de grandeza y de superioridad, lo contrario cuando alguien no es de tan altos
recursos económicos, la connotación como objeto de discriminación depende del contexto
social en que se encuentre.
Rol de habitante de calle: este es uno de los roles que más consideramos que cusa
discriminación social, y es que se ve día a día en nuestro alrededor, en más de una ocasión
hemos visto la discriminación que se les hace a estas personas, por su aspecto físico, por los
olores que causa el desaseo, por miedo a que puedan ser agresivos cuando se pasa al lado
de ellos, por miedo a ser robados, estas son unas de las causas más comunes por las que se
discrimina a estas personas, es común oír a las madres o padres decir a sus hijos: “estudie
mijo para que no sea como el” señalando a un habitante de calle, el rechazo que a ellos se
les hace se les inculca desde chicos a los niños cuando se les enseña a tenerles miedo o se
les amenaza con regalarlo a un habitante de calle por portarse mal, con una crianza
discriminatoria, es imposible una adultez inclusiva.
Rol de chismoso: el rol del chismoso y la chismosa, pueden ser roles que se discriminen
dependiendo de cada persona y sus creencias y concepciones respecto a dicho rol, por
ejemplo, una persona que le dé una connotación negativa a este rol tal vez lo va a
discriminar, bajo las premisas de que es una persona en la que no se puede confiar, una
persona que inventa cosas de las demás, una persona que es mejor tener de lejos porque
puede ser dañino con sus rumores, pero también puede existir personas que le den una
connotación no tan mala y que más bien le saquen provecho a esta persona, buscándolo
para conocer más de la vida de otra persona, o porque simplemente le gusta el chisme.
Bibliografía
Ovejero, A (2010). Algunas claves para entender la conducta humana. España: Biblioteca
Nueva. Recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/537/53719732018.pdf
Julián, I. P., Donat, A. A., & Díaz, I. B. (2013). Estereotipos y prejuicios de género::
Factores determinantes en Salud Mental. Norte de salud mental, 11(46), 20-28.
Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4694952
Carrascal, O. N., Prevert, A., & Bogalska-Martin, E. (2012). La discriminación social desde
una perspectiva psicosociológica. Revista de Psicología Universidad de Antioquia, 4(1),
7-20.