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Derecho Civil I

GES 1

Itinerario de aprendizaje

▪ Actividades evaluables:

● PEC 1

▪ Actividades no evaluables:

● Lectura de la GES 1
● Lectura y estudio del módulo 1
● Realización del cuestionario de autoevaluación del módulo 1
● Lectura del enunciado de la PEC 1
● Lectura de las soluciones orientativas de la PEC 1
● Actividad introductoria (Moodle)

▪ Dedicación estimada: 18 horas

Correcciones del Módulo 1

● Tened en cuenta que, por un error de edición, en las págs. 21-22 se han duplicado dos
párrafos: “El Derecho civil contiene las normas que determinan los requisitos y atributos
propios de la condición de persona-sujeto de derecho. Así́, en el Derecho civil se regula el
nacimiento (determinante de la adquisición de la personalidad), la muerte (determinante de la
extinción de la personalidad) y la capacidad jurídica y de obrar.

En el Derecho civil se regulan también todas aquellas relaciones jurídicas privadas a las que
puede tener acceso cualquier persona, sin necesidad de reunir previamente ninguna
circunstancia o requisito especial (por ejemplo, ser empresario o trabajador, como sucedería
en el Derecho mercantil y en el Derecho del trabajo, respectivamente). El abanico de relaciones
jurídicas reguladas por el Derecho civil es muy amplio: desde aquellas que podemos calificar
como familiares (matrimonio o patria potestad, por ejemplo) hasta otras de un con- tenido
estrictamente patrimonial (propiedad o contratos)”.

● En las págs. 6 y 32-33, se califican como “derechos civiles forales o especiales” los de
Cataluña, Aragón, Baleares, Galicia, Navarra y País Vasco. Asimismo, debe tenerse en cuenta
que el Tribunal Constitucional ha reconocido la competencia de la Comunidad Valenciana en
materia de derecho civil (SSTC, Pleno, 28.9.1992 y 28.4.2016).
● Sobre la interpretación y el alcance de esta competencia, os recomendamos la lectura del
siguiente artículo doctrinal: Pablo Amat Llombart (2017), “La competencia legislativa en
materia de derecho civil del artículo 149.1.8ª de la Constitución Española. Disfunciones en
torno al derecho civil valenciano e interpretación del Tribunal Constitucional”, InDret 4/2017
(https://indret.com/wp-content/uploads/2017/12/1347.pdf).

● En la pág. 28, en la Nota al margen titulado “Disposiciones”, donde dice “El CC además
contiene una Disposición Adicional (art. 1976 del CC, trece disposiciones transitorias y tres
disposiciones finales.”, debe decir “El CC además contiene una Disposición final (art. 1976
del CC), trece disposiciones transitorias y cuatro disposiciones adicionales.”

● Pág. 31: además de las reformas realizadas por las normas enumeradas en las páginas 29 a
31, debe tenerse también en consideración que el Código Civil ha sido reformado de forma
significativa por:
o Ley 8/2021, de 2 de junio por la que se reforma la legislación civil y procesal para el
apoyo a las personas con discapacidad en el ejercicio de su capacidad jurídica.
o Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia.
o Ley 17/2021, de 15 de diciembre, de modificación del Código Civil, la Ley Hipotecaria
y la Ley de Enjuiciamiento Civil, sobre el régimen jurídico de los animales.
o Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y
para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.

● Pág. 33 último párrafo, dice: “De todas las compilaciones, la única que sobrevive es la
Navarra, si bien ha tenido varias reformas —la más reciente, la de las leyes 69 a 72, debida a
la Ley Foral 9/2018, de 17 de mayo, de reforma de la compilación de Derecho civil de Navarra
en materia de filiación”, en vez de: “De todas las compilaciones, la única que sobrevive es la
Navarra, si bien ha tenido varias reformas – la más reciente realizada a través de la Ley Foral
31/2022, de 28 de noviembre, de atención a las personas con discapacidad en Navarra y
garantía de sus derechos que modifican numerosas Leyes de la Compilación” –.

● Pág. 48 tercer párrafo, establece: “El conocimiento del recurso de casación, en materia civil,
corresponde a la Sala Primera del Tribunal Supremo…”. Y debe decir: “El conocimiento del
recurso de casación corresponde a la Sala Primera del Tribunal Supremo...”

● Pág. 49, párrafo cuarto: donde dice “Eso es lo que se desprende del artículo 1 del CC, tanto
en su apartado 1, en el que no se la cita entre las fuentes del Derecho –aunque ya hemos
advertido que este precepto no es enteramente exacto– y lo que se confirma en el apartado
5.” debe decir “Eso es lo que se desprende del artículo 1 del CC, tanto en su apartado 1, en
el que no se la cita entre las fuentes del Derecho –aunque ya hemos advertido que este
precepto no es enteramente exacto– y lo que se confirma en el apartado 6.”.

● En la pág. 49, el párrafo relativo a la regulación del recurso de casación debe decir lo
siguiente: “La nueva LEC ha renovado la regulación del recurso de casación. El artículo 477
regula los motivos de casación y las resoluciones recurribles en casación. Introduce la
posibilidad de que estas resoluciones puedan ser recurridas "cuando la resolución del recurso
presente interés casacional", algo que sucederá (apartado 3) "cuando la sentencia recurrida
se oponga a doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo o resuelva puntos o cuestiones
sobre los que exista jurisprudencia contradictoria de las Audiencias Provinciales o aplique
normas que NO lleven más de cinco años en vigor, siempre que, en este último caso, no

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existiese doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo relativa a normas anteriores de igual o
similar contenido".

● Pág. 55, ejercicios de autoevaluación número 3. El enunciado dice: “Determinad el carácter


prescriptivo o permisivo del siguiente precepto: "El hombre y la mujer tienen derecho a contraer
matrimonio conforme a las disposiciones de este Código" (art. 44 del CC)”, y tras las últimas
reformas del Código Civil debería decir: “Determinad el carácter prescriptivo o permisivo del
siguiente precepto: "Toda persona tiene derecho a contraer matrimonio conforme a las
disposiciones de este Código" (art. 44 del CC)”.

● Pág. 57, solucionario, número 3. Correlativamente a la anterior corrección, la solución de la


pregunta 3 es la siguiente: “El artículo 44 CC es de carácter permisivo, ya que ninguna persona
está obligada necesariamente a contraer matrimonio, sino que puede decidir libremente si lo
hace o no”.

Presentación y objetivos

La finalidad de esta Guía de estudio es facilitar al estudiante la preparación del Módulo 1 de la


asignatura (El ordenamiento jurídico. El Derecho civil. Las fuentes del Derecho civil) e informar, en
su caso, de posibles cambios normativos que afecten a las materias trabajadas en el Módulo.

Los objetivos del Módulo son los siguientes:

● Identificar qué son las normas jurídicas, su concepto, estructura y características.


● Describir los principales tipos de normas jurídicas.
● Establecer el concepto de ordenamiento jurídico, así como sus caracteres.
● Diferenciar qué son normas jurídicas de derecho privado y de derecho público.
● Describir el contenido del Derecho civil.
● Señalar los principales hitos de la evolución histórica del Derecho civil.
● Describir la codificación civil en España.
● Describir el Código civil español: estructura, contenido, caracteres y reformas.
● Explicar la situación actual de los derechos civiles forales o especiales, así como el tratamiento
que históricamente se les ha dado.
● Señalar cuáles son las fuentes del Derecho civil común.
● Establecer las notas que singularizan la ley como fuente del Derecho.
● Describir la costumbre como fuente del Derecho: concepto, elementos, caracteres y clases.
● Caracterizar los principios generales del Derecho como fuente del Derecho: concepto y funciones.
● Explicar si la jurisprudencia es o no una fuente del Derecho.

Contenidos

1. Derecho objetivo y Derecho Civil.

El Derecho objetivo es el conjunto de normas que están en vigor en un momento determinado, y que
tiene como función ordenar la convivencia en sociedad. El Derecho se encuentra integrado por
normas jurídicas que se estructuran como proposiciones lógicas que unen un supuesto de hecho

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con una consecuencia jurídica. Las principales características de las normas jurídicas son las
siguientes:

● Carácter general y abstracto: no se refieren a una conducta en concreto, sino a una generalidad
de actos.
● Procedencia de un órgano con facultad para dictar normas. No serán normas jurídicas
aquellas disposiciones emanadas de entidades u organismos a los cuales el Estado no otorgue
capacidad normativa.
● Carácter imperativo y coercitivo. Tampoco serán normas jurídicas aquellas previsiones que no
sean de obligado cumplimiento o que no sean susceptibles de hacerse cumplir por la fuerza.

El ordenamiento jurídico es el conjunto de normas existentes en un momento histórico en una


comunidad determinada.

Dentro del ordenamiento, un sistema constituye un conjunto de normas en él integradas que tienen
su coherencia propia y su unidad de sentido. De este modo, el sistema permite estudiar y analizar por
separado las normas y también las conexiones entre las normas y las proposiciones. Así sucede con
el Derecho de familia o el Derecho de obligaciones, por ejemplo.

Por último, en cada sistema hay distintas instituciones jurídicas, que constituyen conjuntos de
normas que regulan de una manera estable una misma materia (ej. matrimonio, tutela, patria potestad,
etc.).

Dentro de las disciplinas jurídicas, se suelen distinguir dos ramas fundamentales: el Derecho público
y el Derecho privado. Se considera Derecho privado aquel conjunto de normas que regulan
relaciones entre particulares entre sí y, Derecho público, el conjunto de normas que regula las
relaciones entre entidades públicas entre sí o las relaciones de los particulares con los organismos
públicos. No obstante, es frecuente que las Administraciones Públicas realicen algunas de sus
funciones sometiéndose al Derecho privado, y es posible encontrar materias que afectan a intereses
supraindividuales reguladas por el Derecho privado. Así sucede en el Derecho de familia que, para
algunos autores, debería ser considerado Derecho público.

El Derecho Civil, como el Derecho Mercantil y el Derecho Internacional Privado, se engloba dentro
del Derecho privado. Por el contrario, el Derecho Constitucional, el Derecho Penal, el Derecho
Procesal y el Derecho Administrativo se engloban dentro del Derecho público. Dentro del Derecho
privado podemos, a su vez, distinguir entre el Derecho privado general o común y los derechos
privados especiales. Se denomina Derecho privado general o común el conjunto de normas que
concurre con otras de ámbito más reducido (y cuya especialidad se determina por razón de la materia
que tratan) y que se aplican a la persona por el simple hecho de serlo. Por el contrario, los Derechos
privados especiales se aplican a grupos de personas o de actividades en base a criterios más
estrictos, por la presencia de circunstancias personales o adjetivas determinadas. De este modo, el
Derecho Mercantil tiende a regular las relaciones jurídicas que se producen en el ejercicio de la
actividad empresarial y el Derecho agrario se aplica a las personas que se dedican profesionalmente
a la agricultura; por ello son Derechos especiales. El Derecho Civil, como Derecho al cual están
sometidas las personas por el simple hecho de serlo, es Derecho común y general.

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2. La codificación civil.

La codificación del Derecho Civil se inició en España al mismo tiempo que en el resto de Europa. El
ideal codificador apareció a finales del siglo XVIII y era fruto de la Ilustración. Frente a las
recopilaciones legislativas de la Edad moderna, pretendía la sistematización, en una serie de códigos
únicos, del conjunto de disposiciones que se encontraban vigentes en cada uno de los sectores en
los cuales se articula el ordenamiento jurídico.

Desde el punto de vista legislativo, el inicio de la codificación en España debe situarse en la


Constitución de 1812 (Cortes de Cádiz), en cuyo artículo 258 se establecía que los Códigos civil,
criminal y de comercio debían ser los mismos para toda la monarquía y ello sin perjuicio de las
variaciones que, por particulares circunstancias, pudieran hacer las Cortes.

A pesar de la previsión constitucional, y como consecuencia de los avatares históricos, el primer


intento de Código Civil tuvo lugar en 1821, el cual ni siquiera llegó a finalizarse. El primer proyecto
completo tuvo lugar en tiempos de Isabel II; así, en 1833 se encargó a CAMBRONERO la realización
de un proyecto de Código Civil, el cual fue concluido por otros jurisconsultos en 1836. Dicho proyecto
ni siquiera llegó a ser discutido por las Cortes.

a) El proyecto de Código Civil de 1851. Fracasado el anterior proyecto, el siguiente intento de


codificación del Derecho Civil tuvo lugar a partir de la década moderada, que se inicia a partir de 1843.
Entonces se creó la Comisión General de Codificación, que redactó un proyecto que fue remitido al
Gobierno en 1851. La referencia a este proyecto, cuyo principal autor fue GARCIA GOYENA, es muy
importante porque es el antecedente inmediato del Código Civil de 1889, el cual, de acuerdo con las
propias instrucciones marcadas por el legislador en la Ley de bases de 1888, fue especialmente tenido
en cuenta en su redacción.

Las características más importantes de Código Civil de 1851 son las siguientes:
● Tendencia unificadora: derogaba todas las disposiciones forales, leyes, usos y costumbres
anteriores aunque no fuesen contrarias al Código.
● Espíritu liberal: se demuestra por la regulación que realiza del Derecho de propiedad, al cual se le
confiere un carácter marcadamente individualista, intentando eliminar las trabas establecidas a la
libre circulación de bienes.
● Carácter moderado como consecuencia del momento histórico en el cual se gestó (1843-1851):
queda demostrado por el mantenimiento de la forma canónica como única forma del matrimonio.
● Fuerte inspiración francesa: algunos de los artículos se encuentran directamente traducidos del
Código Civil francés de 1804, y además es de destacar que por influencia del referido código se
introduce un sistema de transmisión de la propiedad basada únicamente en el consentimiento, el
cual carecía de antecedentes en el Derecho histórico español.

Algunas de estas características, sobre todo el carácter afrancesado y la supresión de los Derechos
forales (extremo éste que causó la oposición al proyecto de todos los territorios con Derecho propio),
fueron obstáculos que propiciaron que el Código no pasase de ser un proyecto. De este modo, el
Gobierno se limitó a someterlo a información, pero no fue tramitado como Ley.

b) La aprobación de leyes especiales. Ante las dificultades para aprobar un Código Civil unitario, se
optó por la aprobación de leyes especiales que, a pesar de regular materia civil, no presentaban
problemas políticos en lo relativo a su aprobación. En tal sentido, en 1861 apareció la Ley Hipotecaria.

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En 1862 se aprueba Ley del Notariado. En 1866 se aprobó la Ley de Aguas. Y, en 1870, las Leyes de
Matrimonio Civil y de Registro Civil.

c) La Ley de Bases de 11 de mayo de 1888. Los principales problemas que continuaba presentando
la aprobación de un Código Civil eran, de una parte, la solución a la cuestión foral y, de otra, las
dificultades que presentaba el trámite parlamentario del Código, debido a su extensión y complejidad.
Para solucionar el primero de los mencionados problemas, por Real Decreto de 1880 se ordenó la
incorporación a la Comisión General de Codificación de representantes de los territorios con Derecho
foral. Para la agilización del trámite parlamentario, ALONSO MARTÍNEZ ideó el sistema de la Ley de
Bases, de tal modo que los órganos parlamentarios podrían discutir o establecer las bases o principios
sobre los cuales debería redactarse el Código, pero se encomendaba la redacción material a una
comisión muy reducida y especializada dependiente del Ministerio de Justicia.

Con tales antecedentes se aprobó la Ley de Bases de 11 de mayo de 1888, la cual contenía una
autorización al Gobierno para que redactase y publicase un Código Civil, de acuerdo con las
condiciones bases y directrices establecidas en ella. Constaba la Ley de 8 artículos y 27 bases, las
cuales se encontraban reguladas en el último de ellos.

d) La redacción del Código Civil. El Código Civil se mandó publicar el día 6 de octubre de 1888, es
decir, unos meses después de haberse aprobado la Ley de Bases. Circunstancia ésta que explica por
qué el Código ya estaba redactado con anterioridad en la Comisión de Codificación, y la Ley de Bases
no fue sino un expediente para evitar el trámite parlamentario del conjunto del articulado. De acuerdo
con el artículo 3 de la Ley de Bases, el Código debía entrar en vigor transcurridos 60 días desde que
el Gobierno hubiese dado cuenta a las Cortes de su publicación. Una vez publicado el Código y una
vez se dio cuenta a las Cortes de dicho extremo, se suscitó en las Cámaras una importante discusión
sobre el grado de cumplimiento por parte del Gobierno de lo preceptuado en la Ley de Bases. Como
resultado de las discusiones parlamentarias, se propuso que se hiciese una edición corregida del
Código y, estando a punto de vencer el plazo de sesenta días desde su publicación, se prorrogó la
entrada en vigor del CC por Real Decreto de 11 de febrero de 1889.

Como consecuencia de la discusión producida en las Cámaras, una Ley de 26 de mayo de 1889
mandó que se hiciese una nueva edición del Código civil, que incluyese las enmiendas que, a juicio
de la Comisión de Codificación, fuesen procedentes a la luz de las discusiones parlamentarias; y ello,
en el plazo dos meses. Cumpliendo el mandato legal, la segunda versión definitiva fue promulgada
el día 24 de julio de 1889 (publicada en la Gaceta de Madrid en los 3 días siguientes).

e) La estructura del Código Civil. Siguiendo el modelo del Código Civil francés, el Código Civil español
de 1889 se divide en libros, títulos, capítulos y, a veces, en secciones. Contiene 1976 artículos, 13
disposiciones transitorias y tres disposiciones adicionales.

En lo relativo a la sistemática, el Código Civil sigue, como muchos otros aprobados durante el siglo
XIX, la tradicional división realizada por GAYO del Derecho Civil, entre cuestiones relativas a las
personas, cosas y acciones. Inspirándose en esta división, el Código Civil francés se divide en tres
libros, que se refieren respectivamente a las personas, a las cosas, y a los modos de adquirir la
propiedad. El Código civil español tiene la peculiaridad de dividir en dos la materia regulada en el libro
tercero; y, así, los cuatro libros de nuestro Código llevan los siguientes rótulos: I De las personas, II
De los bienes la propiedad y sus modificaciones, III De los diferentes modos de adquirir la
propiedad, y IV De las obligaciones y contratos. El Libro I va precedido de un título preliminar (arts.

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1 a 16) que versa sobre las leyes, sus efectos y las reglas generales para su aplicación, título
modificado profundamente en 1974.

f) Los Derechos Civiles especiales o forales. Una de las peculiaridades de España en materia de
Derecho privado consiste en la coexistencia dentro de su territorio de ordenamientos diferentes. El
origen de esta peculiaridad deriva de la existencia de diferentes reinos en la Edad Media, cada uno
de los cuales contaba con su propio ordenamiento. En realidad, hasta el siglo XVIII no puede hablarse
de unidad en el Estado español, sino de una serie de reinos que pertenecían a una misma corona.

Con el advenimiento de la dinastía Borbónica (con posterioridad a la Guerra de Sucesión a la corona


española), y a través de los Decretos de Nueva Planta, se suprimen las fuentes de producción del
Derecho de aquellos reinos que se habían opuesto a las pretensiones de la Casa de Borbón en la
Guerra de Sucesión (básicamente las Cortes). En su decreto de 29 de junio de 1707, el Rey Felipe V
manifiesta su propósito “de reducir todos mis reinos de España a la uniformidad de unas mismas
leyes, usos y costumbres y tribunales, gobernándose igualmente por las Leyes de Castilla, tan
loables y plausibles en todo el universo”. El resultado final de los Decretos de Nueva Planta fue la
pérdida del Derecho Civil de Valencia, que nunca volvió a restablecerse, y el mantenimiento de los de
Aragón (que si bien se suprimió en 1707, se restableció en 1711), Cataluña (Decreto de 1716) y
Mallorca (Decreto de 1715). Estos últimos Derechos quedaban vigentes pero, como consecuencia de
la supresión de la Cortes, se les privaba de la posibilidad de actualización. Navarra vio reconocido su
propio Derecho Civil en las Leyes de 25 de octubre de 1839 y 16 de agosto de 1841, como
consecuencia del Convenio de Vergara, con el que había terminado la primera Guerra Carlista, pero
perdió entonces su capacidad legislativa. También permanecía vigente el Derecho propio del País
Vasco.

Nos encontramos, pues, que en el primer tercio de siglo XIX -momento en el cual se inicia el
movimiento codificador- pervivían en España los ordenamientos especiales de varios territorios
históricos. Dicha circunstancia tuvo especial trascendencia en el fracaso de algunos intentos de
codificación civil, como el Proyecto de Código de 1851 (el cual, en su artículo 1992, preveía la
derogación de todos los derechos forales).

Para superar las reticencias de los representantes de territorios con Derecho foral, el Real Decreto de
2 de febrero de 1880 decidió la incorporación de vocales foralistas a la Comisión General de
Codificación, encargándoseles que redactasen unas memorias sobre las particularidades forales que
interesaba conservar y que debían integrarse dentro del Código Civil. La conclusión a la que se llegó
fue que las diferencias más importantes entre regulaciones se encontraban en materia de Derecho
sucesorio.

No consintieron los representantes foralistas la inclusión de sus Derechos en el Código Civil, y en la


Ley de Bases de 11 de mayo de 1888 se admitió que el Derecho foral subsistiera “de momento” en
su integridad (arts. 5 y 6). En consecuencia, se estableció que el Código Civil regiría en los territorios
con Derecho Foral, “como derecho supletorio en defecto del que lo sea en cada una de aquéllas
por sus leyes especiales”. Así se previó posteriormente en los artículos 12 y 13 del CC. La
conservación de las Leyes y normas forales debía hacerse recopilándolas en una serie de pequeños
Códigos que recibían el nombre de apéndices, y que se unirían al Código Civil como anexos.

El sistema de los apéndices fracasó y, a pesar de que en algunos territorios se iniciaron los trabajos
a principio del siglo, todos, a excepción de Aragón (donde en 1925 se publicó el correspondiente

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Apéndice, el cual posteriormente fue tomado en cuenta para la realización de la compilación), se
encontraban paralizados.

g) Las compilaciones forales. En el año 1944, terminada ya la Guerra Civil, el Consejo de Estudios de
Derecho Aragonés propuso la celebración de un congreso nacional de Derecho civil, autorizado por
el Ministerio de Justicia, que tenía como objeto fundamental el estudio de la situación actual y futura
de las legislaciones forales. El congreso, que se celebró en Zaragoza del 3 al 6 de octubre de 1946,
aprobó como conclusión la idea de la elaboración de un Código Civil de España “que recoja las
instituciones del derecho común del derecho territorial o foral y las peculiaridades de algunas regiones,
teniendo en cuenta su espíritu y forma tradicional, su arraigo en la conciencia popular y las exigencias
de su evolución jurídica y social”. Como primer paso para la realización del futuro Código unitario,
se propuso la compilación de las instituciones forales o territoriales, teniendo en cuenta no sólo
su actual vigencia, sino el restablecimiento de las no decaídas por el desuso según las necesidades
del momento. La idea fue recogida por el Gobierno y, fruto de la labor de las comisiones de juristas
de las regiones forales, se promulgaron una serie de Leyes (estatales), en las que se contienen las
compilaciones de los Derechos Civiles especiales de Vizcaya y Álava (1959), Cataluña (1960),
Baleares (1961), Galicia (1963), Aragón (1967) y Navarra (1973).

h) La reforma del Título Preliminar del CC de 1974 y los Derechos forales. Hemos visto que, a pesar
de la entrada en vigor del Código Civil, el mismo tan solo se aplicaba en los territorios con Derecho
foral con carácter supletorio y ello en defecto de las fuentes supletorias previstas en cada uno de
los ordenamientos forales. Con la reforma del título preliminar de 1974 se dio nueva redacción al
artículo 13 y, a raíz de la reforma, se estableció la vigencia general para toda España de las
disposiciones del Título Preliminar del CC “en cuanto determinan los efectos de las leyes y las reglas
generales para su aplicación, así como las del Título IV del Libro I, con excepción de las normas de
este último relativas al régimen económico matrimonial”. De acuerdo con lo anterior, en la práctica la
reforma del título preliminar supuso la consolidación del Derecho foral, ya que se mantenía su
persistencia quedando relegada la idea de la realización de un código unitario para todo el Estado.

i) La Constitución de 1978 y el Derecho foral. La primera consecuencia de la aprobación de la


Constitución en lo relativo a los Derechos forales o especiales es la devolución a los territorios con
Derecho foral de la facultad de dictar normas con rango de ley a través de los Parlamentos
autonómicos. El artículo 149.1.8 de la Constitución reserva al Estado con carácter exclusivo la
competencia en materia de “legislación civil”, pero a continuación continúa diciendo “sin perjuicio de
la conservación, modificación y desarrollo por las Comunidades Autónomas de los derechos
civiles, forales o especiales, allí donde existan. En todo caso, las reglas relativas a la aplicación y
eficacia de las normas jurídicas, relaciones jurídico-civiles relativas a las formas de matrimonio,
ordenación de los registros e instrumentos públicos, bases de las obligaciones contractuales, normas
para resolver los conflictos de leyes y determinación de las fuentes del derecho, con respeto, en este
último caso, a las normas de derecho foral o especial.”

Según vimos, los decretos de nueva planta privaron al Derecho foral de sus fuentes de creación y
actualización (las Cortes), de tal modo que las instituciones con el paso del tiempo fueron quedando
cada vez más obsoletas. A la luz del texto constitucional y de acuerdo con las previsiones contenidas
en sus respectivos Estatutos de Autonomía y a través de sus cámaras legislativas, las Comunidades
tienen competencia para la conservación modificación y desarrollo del Derecho foral (en los
lugares en donde existiese: Cataluña, País Vasco, Baleares, Navarra, Galicia y Aragón). La expresión
“conservación, modificación y desarrollo” ha recibido varias interpretaciones:

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● Una interpretación restrictiva –o posición centralista– que únicamente reconoce competencia
legislativa en derecho civil respecto a aquellas materias que ya estaban reguladas por el derecho
civil propio en el momento de la entrada en vigor la CE. Se trata de una interpretación anclada en
el ideal de un derecho civil único para todo el Estado.
● Una interpretación amplia –o posición autonomista– que defiende que las Comunidades
Autónomas con derecho civil propio pueden legislar en todo el ámbito del derecho civil, con el
límite infranqueable que representa la cláusula “en todo caso...” contenida en el art. 149.1.8 CE.
● Una interpretación intermedia, basada en la idea de “instituciones conexas”, según la cual las
Comunidades Autónomas también pueden legislar sobre aquellas materias de derecho civil que
tengan relación con las materias que ya regulaban los derechos forales en el momento de
aprobarse la CE. Esta interpretación ha sido adoptada por el Tribunal Constitucional en las
sentencias 88/1993, de 12 de marzo, 156/1993, de 6 de mayo, y 82/2016, de 28 de abril.

Sobre la distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas, y la


interpretación del art. 149.1.8 de la Constitución, vid. los fragmentos de sentencia siguientes:

● Sentencia del Tribunal Constitucional Pleno 88/1993, de 12 de marzo. Ponente: Sr. Rodríguez
Bereijo.

“3. El concepto constitucional de «conservación... de los Derechos civiles, forales o


especiales» permite la asunción o integración en el ordenamiento autonómico de las
Compilaciones y otras normas derivadas de las fuentes propias de su ordenamiento y
puede hacer también viable, junto a ello, la formalización legislativa de costumbres
efectivamente vigentes en el propio ámbito territorial (STC 121/1992)” [F.J. 2].

“4. La Constitución permite que los Derechos civiles especiales o forales preexistentes
puedan ser objeto no ya de «conservación» y «modificación», sino también de una
acción legislativa que haga posible su crecimiento orgánico y reconoce, de este modo,
no sólo la historicidad y la actual vigencia, sino también la vitalidad hacia el futuro, de
tales ordenamientos preconstitucionales. Ese crecimiento, con todo, no podrá impulsarse
en cualquier dirección ni sobre cualesquiera objetos, pues no cabe aquí olvidar que la posible
legislación autonómica en materia civil se ha admitido por la Constitución no en atención a una
valoración general y abstracta de lo que pudieran demandar los intereses respectivos (art. 137
C.E.) de las Comunidades Autónomas, en cuanto tales, sino a fin de garantizar, más bien,
determinados Derechos civiles forales o especiales vigentes en ciertos territorios” [F.J. 3].

“5. El «desarrollo» de los Derechos civiles forales o especiales enuncia una competencia
autonómica en la materia que no debe vincularse rígidamente al contenido actual de la
Compilación u otras normas de su ordenamiento. Cabe que las Comunidades Autónomas
dotadas de Derecho civil foral o especial regulen instituciones conexas con las ya
reguladas en la Compilación dentro de una actualización o innovación de los contenidos
de ésta según los principios informadores peculiares del Derecho foral, lo que no
significa, claro está, una competencia legislativa civil ilimitada «ratione materiae» dejada
a la disponibilidad de las Comunidades Autónomas, que pugnaría con lo dispuesto en el art.
149.1.8 C.E., por lo mismo que no podría reconocer su fundamento en la singularidad civil que
la Constitución ha querido, por vía competencial, garantizar”[F.J. 3].

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● Sentencia del Tribunal Constitucional Pleno 156/1993, de 6 de mayo. Ponent: Sr. Gimeno
Sendra: “6. (…) las competencias autonómicas para «desarrollar», en lo que aquí interesa, el
propio Derecho civil pueden dar lugar a la actualización y crecimiento orgánico de éste y,
en concreto, a la regulación de materias que, aun ausentes del texto originario de la
Compilación, guarden una relación de conexión suficiente con institutos ya disciplinados
en aquella o en otras normas integrantes del propio ordenamiento civil” [F.J. 6].

j) Los estatutos de autonomía y la competencia de las comunidades autónomas en materia de derecho


civil. La competencia legislativa en materia de derecho civil prevista en el artículo 149.1.8 de la
Constitución es un techo máximo al cual pueden acogerse algunas comunidades autónomas a través
de sus Estatutos de Autonomía. Por ello, en última instancia, el efectivo ámbito de la competencia de
cada comunidad autónoma depende de lo que dice su Estatuto (vid. por ejemplo el art. 129 del
Estatuto de Autonomía de Cataluña: “Corresponde a la Generalitat la competencia exclusiva en
materia de derecho civil, con la excepción de las materias que el artículo 149.1.8 de la Constitución
atribuye en todo caso al Estado. Esta competencia incluye la determinación del sistema de fuentes
del derecho civil de Cataluña”. Este marco ha permitido aprobar los diferentes Libros de lo que
constituye el Código civil de Cataluña).

3. Las fuentes del Derecho civil

En el estudio de las fuentes del derecho civil hay que distinguir entre fuentes del Derecho materiales,
que son las fuerzas sociales (personas, órganos, instituciones) con capacidad para crear normas
jurídicas (en el caso de España, las Cortes Generales o los parlamentos de las comunidades
autónomas), y fuentes del Derecho formales, que son las distintas formas que adoptan las normas
jurídicas. Según el artículo 1 CC, “las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la
costumbre y los principios generales del Derecho”. Ahora bien, cuando el CC alude a la palabra ley
no lo hace en sentido técnico, como norma emanada del parlamento, sino como norma escrita.

Una clasificación más estricta de las fuentes de ordenamiento jurídico civil incluiría las siguientes:
1) Constitución española de 1978.
2) Tratados internacionales. Conforme al artículo 1.5 CC, forman parte del ordenamiento jurídico
español desde su publicación en el BOE.
3) Derecho de la Unión Europea. Se caracteriza por los principios de primacía y efecto directo.
Debe distinguirse entre derecho originario (tratados constitutivos y las sucesivas modificaciones),
derecho derivado (reglamentos, directivas y recomendaciones) y tratados complementarios.
4) Derecho escrito interno:
- Normas del parlamento:
o Leyes estatales: orgánicas (art. 81 CE) y ordinarias.
o Leyes autonómicas (art. 148 y 149 CE).
- Normas emanadas del poder ejecutivo:
o Con rango de Ley: Decreto-Ley (art. 86 CE) y Decreto legislativo.
o Reglamentos: decretos, órdenes ministeriales
5) Costumbre. Conforme al artículo 1.3 CC, solo regirá en defecto de ley y cuando no sea contraria
a la moral ni al orden público. Requisitos: (1) Uso; (2) opinio iuris; (3) prueba.
6) Principios generales del Derecho. Conforme al artículo 1.4 del CC, se aplican en defecto de ley
o costumbre, sin perjuicio de su carácter informador del ordenamiento jurídico.

En el artículo 1.1 CC no se hace referencia a las jurisprudencias del Tribunal Supremo y del Tribunal
Constitucional porque no se consideran estricta y formalmente fuentes del Derecho.

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Bibliografía

Vid. el apartado de Bibliografía del Módulo 1 y la bibliografía recomendada en el plan docente.


Recordad que debéis consultar siempre las últimas ediciones de los manuales recomendados.

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