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2.

La jurisdicción penal

La jurisdicción penal ordinaria gira en torno a las normas del derecho penal,
del derecho procesal penal y del derecho penitenciario; esto es, el Código
Penal, el Código Procesal Penal y el Código de Ejecución Penal.

Sin embargo, también existen normas especiales sobre jurisdicción penal,


dictadas en función a determinada cualidad especial que ostenta el
imputado o sujeto activo, siendo que a partir de este rasgo, nuestro
ordenamiento jurídico en materia penal reconoce la necesidad de establecer
jurisdicciones penales especiales, en razón de aquella característica
especial del sujeto activo.

Es así que en función a su edad, los menores de 18 años son comprendidos


en un proceso especial por ser considerados infractores de la ley penal; en
función a su formación militar-castrense, los miembros de las fuerzas
armadas y el personal policial son juzgados en el fuero penal militar policial;
y en función a su pertenencia dentro de comunidad campesina o nativa, se
encuentra reconocido un fuero comunal-rondero.

3. Jurisdicción penal ordinaria

Se encuentra definida en el título I de la sección III del Código Procesal


Penal (CPP), con la denominación de «la jurisdicción y competencia», según
el cual, su estructura orgánica jurisdiccional tiene en el primer nivel a los
juzgados penales constituidos en órganos colegiados o unipersonales y los
juzgados de paz letrados para determinados supuestos. En segundo orden
están las salas penales de las cortes superiores; y el nivel de máxima
jerarquía está constituida por las salas penales de la Corte Suprema

Este tipo de jurisdicción es improrrogable y se extiende al avocamiento de


delitos y faltas, teniendo en cuenta los criterios de aplicación de la ley penal,
establecidos en el Código Penal y en los tratados internacionales
celebrados por el Estado, debidamente aprobados y ratificados.

Los límites a la jurisdicción penal ordinaria son tres y se encuentran


establecidos en el artículo 18 del CPP, que a la letra indica:

Artículo 18.- Límites de la jurisdicción penal ordinaria

La jurisdicción penal ordinaria no es competente para conocer:

1. Delitos previstos en el artículo 173 de la Constitución.


2. Hechos punibles cometidos por adolescentes.
3. De los hechos punibles en los casos previstos en el
artículo 149 de la Constitución.

4. Jurisdicción penal militar-policial

La Constitución Política en su art. 173 reconoce esta jurisdicción especial,


destinada a la investigación y el juzgamiento de delitos de la función propia
de instituciones militares y policiales, tratándose por tanto de una
jurisdicción excepcional y limitada por cuanto no es aplicable a civiles; salvo
en el caso del delito de traición a la patria.

Aquellos que infringen las normas del servicio militar obligatorio y quienes
se encuentren en un proceso de formación militar también se encuentran
comprendidos dentro de este fuero especial.

El marco normativo aplicable en esta jurisdicción está desarrollado por el


Decreto Ley 23214, Código de Justicia Militar.

En cuanto a su estructura orgánica jurisdiccional, esta se encuentra


establecida de mayor a menor en cuestión de jerarquía, conforme el art. 6 de
la Ley 29182, Ley de Organización y Funciones del Fuero Militar Policial, de
la siguiente manera:
Artículo 6.- Estructura orgánica jurisdiccional

El Fuero Militar Policial tiene la siguiente estructura orgánica jurisdiccional:


– El Tribunal Supremo Militar Policial.
– Los Tribunales Superiores Militares Policiales.
– Los Juzgados Militares Policiales.

4.1 Delito de función

El artículo 173 de la Constitución Política no define el llamado delito de


función, por tanto, es tarea de la doctrina y de la jurisprudencia abordar este
concepto desde una óptica general. Al respecto, debemos aclarar que se
trata de un delito especial propio, ya que únicamente puede ser cometido
por miembros de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional del Perú.

Entendido lo anterior, el delito de función se trata de una lesión que afecta


un bien jurídico, estrechamente relacionado con el correcto y disciplinado
funcionamiento de las instituciones castrenses. Por tanto, a efectos de
determinar el carácter funcional del delito presuntamente cometido, no
importa que el sujeto activo lo haya realizado en sede militar o policial o
durante el periodo en que se encontraba en ejercicio funcional; sino que, su
condición de haber recibido formación castrense sumado a la lesión del
bien jurídico antes mencionado, son componentes indispensables para
realizar el juicio de tipicidad.

El Tribunal Constitucional, en la sentencia del proceso de acción de


inconstitucionalidad planteado por la Defensoría del Pueblo recaído en
el Expediente 0017-2003-AI/TC, señala que no todo ilícito penal cometido
por un militar o policía, se trata de un delito de función, puesto que, si el
ilícito es de naturaleza común, su juzgamiento corresponderá al Poder
Judicial, con independencia de la condición de militar que pueda tener el
sujeto activo. 
Por otro lado, en el fundamento jurídico 132 de la mencionada sentencia,
define al delito de función de la siguiente forma:

[…] El delito de función se define como “aquella acción tipificada


expresamente en la Ley de la materia,  y que es realizada por un militar o
policía en acto de servicio o con ocasión de él, y respecto de sus funciones
profesionales”.

4.2 Imputación simultánea en fuero ordinario y militar

En tanto y en cuanto el agente activo cometa un delito funcional tipificado


en el Código de Justicia Militar y al mismo tiempo se configure un delito
tipificado en el Código Penal, corresponderá que se inicie una investigación
preliminar en ambos fueros, siempre y cuando no exista incompatibilidad
entre uno y otro; ya que, si el tipo investigado en el Código de Justicia
Militar no infringe el bien jurídico que cautela el delito funcional, prevalecerá
sobre ella la investigación en la jurisdicción ordinaria, prefiriéndose esta en
lugar de la jurisdicción especial militar.

Para un mejor entendimiento de lo señalado anteriormente y a manera de


ejemplificar cómo se determina la jurisdicción que debe prevalecer, citamos
los siguientes fundamentos del proceso de  Competencia NCPP 14-2016,
Lima.

4.1 El Juzgado de Investigación Preparatoria de Jorge Basadre, de la Corte


Superior de Justicia de Tacna, tramita el Exp. 2016-027-02-JLP-JB-CSJT, en
virtud de los hechos suscitados (acápite sinopsis fáctica de la presente
resolución), en la investigación seguida contra don Patricio Antonio
Vassallo Vásquez, cuya conducta fue tipificada en el delito de peculado en
agravio del Ejército del Perú.

4.2 De acuerdo con la Disposición Fiscal 0001-2015-04-22-FMPT, de cinco


de febrero de dos mil quince, formalizó la investigación preparatoria por los
hechos antes señalados, ante el 22 Juzgado Militar Policial de
Tacna (Expediente 053-2015-04-22), seguido contra el Mayor Patricio
Antonio Vassallo Vásquez por los siguientes delitos:
i) desobediencia prevista en el artículo 117 del Código Penal Militar Policial
(en adelante CPMP), ii) afectación de material destinado a la defensa
nacional (artículo 133 del CPMP), iii) hurto de material destinado al
servicio (artículo 135 del CPMP), iv) falsificación o adulteración de
documentación militar policial (139 del CPMP), en agravio del Estado
peruano (Ejército del Perú).

4.3 Criterio de prevalencia entre fuero ordinario y militar

De lo anterior, evidenciamos una tipificación de delitos establecidos tanto en


el Código Penal como en el Código de Justicia Militar; sin embargo, se
advierte una incompatibilidad entre el fuero común (delito de peculado) y
el fuero militar policial (delito de afectación de material destinado a la
defensa nacional y al mismo tiempo delito de hurto de material destinado a
servicio)

Los fácticos de ambos fueros son los mismos, puesto que el imputado
estando en actividad, entregó el petróleo a un consorcio en lugar de a la
instalación militar donde correspondía ser entregado. Al respecto, se
advierte que el petróleo no es un bien jurídico privativo de una institución
castrense (Ejército del Perú), como si lo sería un armamento de guerra.

Por tanto, al no existir un interés institucionalmente vital, sumado a que el


acto de entrega indebida de petróleo puede ser cometido por cualquier civil,
amerita ser investigado únicamente por el fuero común.

Sin embargo, se mantendrá la investigación en el fuero militar-


policial respecto de aquellos delitos que no guarden incompatibilidad. Es
así, que conforme a la casuística planteada, se mantuvo la investigación
respecto a los delitos de desobediencia y falsificación de documentación
militar policial.
5. Jurisdicción penal adolescente

El denominado derecho penal del adolescente, se constituye en razón a una


doble premisa: en la minoría de edad del sujeto activo y la protección que
amerita en razón de su rango etario. Sobre la primera de estas, es la que
justifica una jurisdicción penal especial y respecto a la segunda premisa,
esta protección parte del deber vinculante que tiene el Estado en virtud de
su ratificación al haber adoptado una serie de tratados internacionales
relativos a la protección especial que debe tener toda persona menor de
edad.

Es así, que nuestro ordenamiento jurídico nacional, mediante Decreto


Legislativo 1348 de fecha 7 de enero de 2017 creó el Código de
Responsabilidad Penal de Adolescentes, como la primera norma de
carácter integral, sistemática, autónoma y especializada en materia de
justicia penal juvenil en nuestro país; regulando los principios, garantías y
derechos, tanto para los adolescentes en conflicto con la ley, como para las
víctimas. Todo ello bajo los parámetros del modelo de protección integral
establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño y asimismo,
recogiendo los principios e instituciones procesales a partir del modelo de la
jurisdicción penal ordinaria.

El art. 1 del Título Preliminar de la norma adjetiva citada explica el


término adolescente y lo distingue en función a su edad, la cual comprende
a aquél entre catorce (14) y menor de dieciocho (18) años de edad.

En cuanto a su estructura orgánica jurisdiccional, esta se encuentra


desarrollada en los artículos 9, 10, 11 y 12 del Código de Responsabilidad
Penal de Adolescentes. Por tanto, en primera instancia, encontramos al
juzgado de investigación preparatoria del adolescente junto al juzgado de
juzgamiento que puede ser colegiado o unipersonal; seguido de las Salas
Penales de las Cortes Superiores como órganos jurisdiccionales de segunda
instancia. Finalmente, la máxima jerarquía es ostentada por las salas
penales de la Corte Suprema.
5.1. Medidas socioeducativas

Reciben la denominación de medidas socioeducativas en lugar


de sanciones, puesto que cumplen una función pedagógica positiva y
formativa, que tiene como objeto facilitar la resocialización y la
reintegración del adolescente a la sociedad.

Respecto a la clasificación de las medidas socioeducativas, estas se


encuentran desarrolladas en los artículos 158 al 167 del Código de
Responsabilidad Penal de Adolescentes.

Del análisis de los artículos citados, podemos identificar dos tipos de


medidas socio-educativas: i) No privativas de libertad (amonestación,
libertad asistida, prestación de servicios a la comunidad y libertad
restringida) y las ii) Privativas de libertad (internación en un centro juvenil).

Adicionalmente a ello, se han establecido las denominadas medidas


accesorias, que resultan ser las reglas de conducta que se dictan
simultáneamente con la imposición de la correspondiente medida
socioeducativa. Estas se encuentran reguladas en el art. 157 del Código de
Responsabilidad Penal de Adolescentes, de la siguiente forma:

Artículo 157.- Medidas accesorias

157.2 Las medidas accesorias que puede dictar el Juez son las siguientes:

1. Fijar un lugar de residencia determinado o cambiar de lugar de residencia


al actual;

2. No frecuentar a determinadas personas;

3. No frecuentar bares, discotecas o determinados centros de diversión,


espectáculos u otros lugares señalados por el Juez;
4. No ausentarse del lugar de residencia sin autorización judicial previa;

5. Matricularse en una institución educativa (pública o privada) o en otra


cuyo objeto sea la generación de un oficio o profesión;

6. Desempeñar una actividad laboral o formativa laboral; siempre que sea


posible su ejecución y se adecúe a la legislación sobre la materia;

7. No consumir o ingerir bebidas alcohólicas o drogas;

8. Internar al adolescente en un centro de salud, público o privado, para un


tratamiento des-adictivo;

9. Participar en programas educativos o de orientación; y, otras que el Juez


considere adecuada y fundamente en la sentencia condenatoria.

5.2 Niño infractor a la ley penal

Nuestra legislación distingue entre el niño que participa de un hecho con


connotación penal y el adolescente infractor a la ley penal.

El niño es aquel menor de edad que tiene menos de 14 años y que ha


cometido alguna acción que tipificada en la norma penal, de conformidad al
art. 242 del Código del Niño y el Adolescente y solo pueden ser pasibles de
recibir medidas socioprotectoras, ya que no tienen la madurez suficiente
para asumir la trascendencia de sus actos.

Artículo 242.- Protección

Al niño que comete infracción a la ley penal le corresponde las medidas de


protección. El juez especializado podrá aplicar cualquiera de las siguientes
medidas:
a) El cuidado en el propio hogar, para lo cual se orientará a los padres o
responsables para el cumplimiento de sus obligaciones, contando con
apoyo y seguimiento temporal por Instituciones de Defensa;

b) Participación en un programa oficial o comunitario de Defensa con


atención educativa, de salud y social;

c) Incorporación a una familia sustituta o colocación familiar; y

d) Atención Integral en un establecimiento de protección especial.

6. Jurisdicción penal comunal

En cuanto al reconocimiento de este tipo de jurisdicción, nuestro Estado se


encuentra suscrito a diversos instrumentos internacionales tales como el
Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, la Declaración de Naciones
Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, entre otros.

Respecto a nuestro ordenamiento jurídico, la Constitución Política reconoce


esta jurisdicción penal especial en su art. 149:

Artículo 149.- Ejercicio de la función jurisdiccional por las comunidades


campesinas y nativas

Las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas, con el apoyo de


las Rondas Campesinas, pueden ejercer las funciones jurisdiccionales
dentro de su ámbito territorial de conformidad con el derecho
consuetudinario, siempre que no violen los derechos fundamentales de la
persona. La ley establece las formas de coordinación de dicha jurisdicción
especial con los Juzgados de Paz y con las demás instancias del Poder
Judicial.

Realizando un análisis del artículo citado, podemos enunciar los siguientes


elementos centrales para su configuración: i) El reconocimiento de
funciones jurisdiccionales a las autoridades de las Comunidades
Campesinas y Nativas, con el apoyo de las rondas campesinas; ii) La
potestad de dichas autoridades de ejercer tales funciones en su ámbito
territorial y iii) La potestad de dichas autoridades para aplicar su
derecho consuetudinario. [4]

6.1. Rondas campesinas y comunidades nativas

Los integrantes de las rondas campesinas cumplen, en principio, el requisito


de pertenecer a un grupo cultural y étnico particularizado. En efecto, desde
la perspectiva subjetiva, tienen conciencia étnica o identidad cultural:
sienten que su comportamiento se acomoda al sistema de valores y a las
normas de su grupo social, su conducta observable refleja necesidad de
identidad y de pertenencia; así, incluso, se autodefinen como herederos de
los Ayllus (pueblo inca) o como parte de los pueblos indígenas.

En cambio, desde la perspectiva objetiva, comparten un sistema de valores,


instituciones y comportamientos colectivos, formas de control social y
procedimientos de actuación propios que los distinguen de otros colectivos
sociales. Su existencia es una expresión del mundo no urbano, siguen
determinadas tradiciones y reaccionan ante las amenazas a su entorno con
las medidas y procedimientos basados en sus derecho consuetudinario.

6.2. Límites a su jurisdicción

Sin embargo, el límite de su función jurisdiccional, se encuentra establecida


en los siguientes supuestos: (i) las privaciones de libertad sin causa y
motivo razonable -plenamente arbitrarias y al margen del control
típicamente ronderil-; (ii) las agresiones irrazonables o injustificadas a las
persona cuando son intervenidas o detenidas por los ronderos; (iii) la
violencia, amenazas o humillaciones para que declaren en uno u otro
sentido; (iv) los juzgamientos sin un mínimo de posibilidades para ejercer la
defensa -lo que equivale, prácticamente, a un linchamiento; (v) la aplicación
de sanciones no conminadas por el derecho consuetudinario; (vi) las penas
de violencia física extrema -tales como lesiones graves, mutilaciones entre
otras. [5]

6.3. El «rondero» y el derecho penal

Partiendo del reconocimiento de la jurisdicción penal comunal, tenemos que


identificar la figura del denominado rondero, quien ser trata de aquél que
ejerce este tipo de jurisdicción y que por tanto, configuraría atipicidad de la
conducta, en caso le sea imputado un delito de usurpación de funciones art.
361 del CP. Esto a razón a su  ejercicio jurisdiccional comunal
constitucionalmente reconocido.

Así las cosas, el rondero también se relaciona con una serie de figuras
procesales que lo absolverían de diversas tipificaciones, como por
ejemplo, se rechazaría de forma liminar, aquella imputación en su contra por
delito de secuestro tipificado en el art. 152 del CP. Ya que, el rondero
procede a privar de la libertad ambulatoria al imputado, como una potestad
de su ejercicio jurisdiccional.

Asimismo, sobre la actuación conjunta de los integrantes de las Rondas


Campesinas, podríamos asemejarlos con los efectivos policiales, por ello, el
uso de la fuerza que ejercen no puede ser penada, tanto más si no está
orientada a obtener beneficios ilegales o fines de lucro y mas aún, si su
composición y práctica tienen un reconocimiento constitucional, estando
exentos de cualquier tipología de estructura criminal, sea banda o
criminalidad organizada. [5]

El rondero, entonces, como consecuencia de su patrón cultural, puede


actuar: (i) sin dolo –error de tipo– al no serle exigible el conocimiento sobre
el riesgo para el bien jurídico y (ii) por error de prohibición, al desconocer la
ilicitud de su comportamiento, esto es, la existencia o el alcance de la norma
permisiva o prohibitiva. (iii) sin comprender la ilicitud del comportamiento
ejecutado o sin tener la capacidad de comportarse de acuerdo a aquella
comprensión. [6]
7. Jurisprudencia relevante

Sobre la cosa juzgada en la jurisdicción militar policial [Casación 1433-


2018, Lima]

Sobre la determinación de prevalencia entre la jurisdicción militar y la


jurisdicción ordinaria. [Competencia NCPP 14-2016, Lima]

De la diferencia entre adolescente infractor y menor que participa en un


hecho con connotación penal [Casación 4351-2016, Puno]

Sobre los criterios para evaluar el internamiento del menor infractor a la ley
penal  [Casación 3251-2017, Sullana]

Alcances de la jurisdicción penal de las rondas campesinas [Acuerdo


Plenario 1-2009/CJ-116]

8. Conclusiones

La jurisdicción penal ordinaria es indelegable, sin embargo, como toda regla


tiene su excepción, la Constitución Política limita el ámbito de la jurisdicción
ordinaria en función a la cualidad especial que detentan los siguientes
sujetos activos: adolescentes, personal militar-policial o miembros de una
comunidad nativa.

El fuero militar-policial, tiene su propia jurisdicción, sin embargo es posible


investigar al imputado de manera simultánea, tanto en el fuero ordinario
como en el fuero militar-policial. En cambio, la jurisdicción penal del
adolescente, excluye totalmente la intervención de la jurisdicción penal
ordinaria y se distingue de esta última, ya que utili medidas socio educativas
y de protección en lugar de las penas y sanciones.

Si bien la jurisdicción penal comunal es la única que no tiene regulación en


cuanto a su estructura jerárquica ni a sus tipos de sanciones, esta se
encuentra limitada conforme a parámetros jurisprudenciales. Los cuales
deben de ponderar en cada caso en concreto: las costumbres ancestrales
de cada comunidad nativa en particular y la dignidad humana del procesado
en este fuero.

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