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Los titanes fueron los predecesores de los 12 dioses olímpicos. Estos últimos,
encabezados por Zeus, combatieron contra ellos y los derrocaron, en la guerra de
los titanes, también conocida como Titanomaquia. Al ser vencidos, la mayoría de
los titanes fueron encarcelados en la región más profunda del inframundo.
El mito de Atlas cuenta que este titán fue precisamente uno de los
damnificados de esa fabulosa guerra, en la que los de su estirpe fueron
derrotados para siempre. A este personaje se le conoce también como
“Atalante”, una palabra que parece provenir de una raíz que significa
‘sostener’ o ‘soportar’.
El mito de Atlas
Según el mito de Atlas, este titán era hijo de Jápeto, también titán, hijo de Urano
(dios del trueno) y de Gea (la diosa tierra); y de la ninfa Clímene, una de las 3.000
oceánides. Sus hermanos eran Epimeteo, Menecio y el famoso Prometeo.
Atlas se casó con Hésperis, una diosa menor que era guardiana del tiempo de día.
Reinaba desde la primera hora del amanecer hasta la primera del anochecer. Ella
y Atlas engendraron a las Hespérides, unas ninfas a quienes les llamaban
“diosas del ocaso”. Más adelante, a ellas se les encargaría una misión mágica.
El mito de Atlas señala que durante su juventud, este titán reinó en la zona
de Arcadia, un lugar en donde estaba uno de los grandes tesoros para los
griegos: un huerto que le pertenecía a Hera (diosa del matrimonio). Cuando Hera
celebró su boda con Zeus, la diosa Gea le regaló unas preciosas ramas con
manzanas de oro.
Con esas ramas, la diosa Hera sembró su huerto y allí todos los árboles
producían frutos de oro. Además, quien probaba dichos frutos, obtenía la
inmortalidad. La diosa le encargó a las Hespérides el cuidado de su jardín. Por lo
mismo, comenzó a llamársele el jardín de las Hespérides o de las “ninfas del
atardecer”.
Atlas y Hércules
Según el mito de Atlas, fue precisamente este titán quien lideró la lucha contra los
dioses olímpicos. Cuando estos últimos los derrotaron, Atlas fue condenado
a cargar el cielo sobre sus hombros. Debía cumplir esa labor, justo cerca de
donde antes estaba su reino: en las proximidades del jardín de las Hespérides.
El héroe se ofreció a sostener el cielo con sus hombros, mientras Atlas iba
a recoger los frutos de oro del jardín. Altas aceptó y llevó a cabo la tarea, tal y
como lo había prometido. Sin embargo, al regresar, el titán decidió que ya no
quería cargar más semejante peso. Quiso dejar a Hércules cumpliendo el trabajo
que le correspondía.
La desgracia de Atlas
Tiempo después tuvo la visita de otro de los grandes héroes mitológicos: Perseo.
Este llegó a donde el titán, solicitando su hospitalidad y anunciando que era hijo
de Zeus. Sin embargo, cuenta el mito de Atlas que este desconfió del visitante,
pues recordó una vieja profecía lanzada por la diosa Temis. Esta decía que uno
de los hijos de Zeus le robaría todo, incluyendo el jardín de las Hespérides.