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Créditos

Místika Black

Arethzaiah

Shikara
The Book
Boyfriends #1

Eve London
´
Indice

Sinopsis ........................................................................................................ 2

Capítulo 1 .................................................................................................... 3

Capítulo 2 .................................................................................................... 8

Capítulo 3 .................................................................................................. 16

Capítulo 4 .................................................................................................. 23

Capítulo 5 .................................................................................................. 29

Epílogo ....................................................................................................... 37
Sinopsis

El chico malo nunca puede resistirse a la chica buena, ratón de biblioteca~

Xander:

Me moría por probar a Kennedy y todas sus curvas. Pero no soy su tipo. Ella
es un ratón de biblioteca, la nariz siempre clavada firmemente en su
computadora portátil, y yo soy el barman tatuado y en motocicleta que apenas
gana lo suficiente para pagar la matrícula.

Pero cuando me pide lecciones de citas, haré todo lo posible para enseñarle
exactamente cómo se atraen los opuestos.

Kennedy:

Voy a hacerlo. Voy a pedirle al chico malo Xander que me enseñe a coquetear.
No es que se vaya a enamorar de mí. Soy la nerd, gordita, bloguera de libros,
chica de al lado, nada como las chicas calientes de la hermandad que siempre se
desmayan por él en el bar.

Entonces podré usar mis nuevas habilidades para encontrar un tipo que me
haga cosas sucias, alguien como él. Ack, me refiero a que me ayude a encontrar
un buen chico que encaje en mi vida de chica buena. Oh cielos. Soy un desastre y
estoy bastante segura de que estoy condenada a morir virgen.

Bad Boy es un romance instantáneo con un ratón de biblioteca virgen y el


barman chico malo (que secretamente es un buen chico!). Agarra esta historia
donde los contrarios se atraen y escapa por una hora hoy!
Capítulo 1
Kennedy

Cerré el libro y suspiré, sosteniendo la tapa blanda contra mi pecho.

—Dios, me encanta un buen feliz para siempre.

—Aún mejor cuando tiene todos los momentos sexys.— Lianna


deslizó el libro fuera de mi fuerte agarre y lo puso de nuevo en el
estante. —No veo cómo puedes leer los finales de cada libro en la
tienda y saltarte los fragmentos sexuales. Eso es la mitad de la
diversión de las novelas románticas.

El calor subió por mi garganta y mejillas como si hubiera estado


bebiendo un vaso de vino tinto, y miré hacia el techo esperando que
Lianna no se diera cuenta. Solo me sonrojaba así cuando mentía, o
tenía que levantarme frente a una clase o hablar con la gente,
especialmente con los chicos. Está bien, me sonrojaba todo el tiempo
y lo odiaba.

—Oh, Dios mío, lees las partes sexys. Kennedy, tus seguidores
morirían si se enteraran de eso.— Lianna se rió y sacó un montón de
otros libros del estante de la sección de romance erótico. Ella los arrojó
a mis brazos.

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Como si no lo supiera. Mi blog de libros, Unripped Bodice, estaba
dedicado a leer novelas románticas, pero toda mi plataforma se
basaba en saltear las partes traviesas.

—Urrgh. Lo sé. Pero también mi abuela, mi padre, su nueva esposa


y mi hermana mayor.

Miré la pila que Lianna había elegido para mí y se las devolví. Ya


había leído todos y cada uno de ellos. Unas dos o tres veces.

—Es demasiado tarde ahora. No puedo salir del armario de lectura


romántica y decir 'Hola a todos, me gusta leer libros súper sucios para
divertirme. Perdón por hacerles pensar que soy una buena chica'.

Amy, la propietaria de Prints and the Paper, se unió a nosotros.


Cogió una copia del Delta de Venus de Anais Nin y me la entregó.

—Oye, nada de vergüenza por leer aquí. Puedes leer lo que quieras,
cuando quieras, por la razón que quieras. Siempre que leas.

—Dile eso a mi abuela. Ella ya ha dejado perfectamente claro que


especializarme en literatura contemporánea es su peor pesadilla. A
menos que, por supuesto, una editorial de las Cinco Grandes me
contratará como editora, lo que seguramente hará que suceda.— Metí
el libro en mi pila de compras del día a pesar de que ya tenía una
copia.

—Kennedy, necesitas relajarte, me estás estresando y no puedo


escribir cuando estás enloqueciendo.— Mandy, la autora residente
que no quiere que nadie sepa que es una autora, gritó desde la otra
habitación.

Amy sonrió y me dio una palmada en la espalda.

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—No la escuches, ni siquiera admitirá lo que está escribiendo a la
persona que necesita saber.

—Ooh, ¿quién necesita saberlo?— Perfecta oportunidad para


cambiar de tema.

—Buen intento, chica. Lo que iba a decir era que no deberías


escucharla, pero deberías escucharme a mí. Necesitas relajarte.

Lianna levantó un dedo.

—¿No es eso lo que acaba de decir Mandy?

—Shoo. Ve a llenar los estantes con los nuevos libros de ciencia


ficción que acabamos de recibir. Tu jugador de fútbol me los está
leyendo todos.— Amy le hizo el gesto de irse a Lianna y luego se
apoyó contra el estante junto a mí. —Lo que necesitas es ir a una cita
y sacar algo de esta energía nerviosa de tu sistema.

—Una cita?— Sí, esa era mi voz que sonaba como Minnie Mouse.
Aclaré mi garganta. —No veo cómo eso va a ayudar a nadie.

—Hmm.— Amy me examinó como si fuera una especie de


exhibición de libros que necesitara reorganizarse. —No, tienes razón.
Cualquier cita anterior no te servirá. Estás demasiado preocupada
por todo esto. Lo que necesitas son algunas buenas lecciones de citas
a la antigua.

¿Cómo supo que yo sabía menos que nada sobre citas y chicos? No
nada, sabía cómo eran los novios de libros. También era lo
suficientemente inteligente como para saber que los chicos de la vida
real no eran nada como héroes románticos.

—¿Me vas a enseñar cómo encontrar novio?

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—Sí. No. La mejor persona para ese trabajo es un gran coqueto con
encanto de sobra, para que pueda prestarte un poco.— Se tocó los
labios con el dedo. Amy era una mujer con curvas súper hermosa que
era más encantadora que cualquiera que yo conociera y coqueteaba
con el noventa por ciento de los profesores y otros hombres mayores
que entraban en la tienda. Si no es ella, ¿quién?

—Ya lo tengo. Empaca tus maletas, iremos al lado.— Cerró la tapa


de mi computadora portátil y me la entregó.

—¿A la Biblioteca? No creo que haya nadie allí que quiera darme
lecciones de citas y coqueteo.— Además, ese lugar era famoso para
los encuentros, no para encontrar al amor de tu vida.

—Ah, te equivocas en eso. Solo conozco al cantinero cuyo coqueteo


es una máquina bien engrasada.— Amy no esperó a que yo hiciera
mis compras ni nada. Empujó mi mochila en mi hombro y me llevó
del brazo por la puerta de la librería y por la acera.

—No, Amy. No creo que sea una buena idea. Está bien. Estoy
bien.— Mis mejillas se calentaron de nuevo y hubo fuertes latidos en
mi pecho como si mi corazón estuviera en una historia de Edgar Allan
Poe.

Amy envolvió su brazo alrededor de mi hombro y me dio un


apretón amistoso. Ella era tan agradable y me encantaba pasar el rato
en su librería.

—Estoy haciendo esto por tu propio bien. Pon tu trasero en ese bar
y aprende a relajarte con los muchachos, o serás despedida.

—Qué? Espera. No trabajo para ti.— Mi padre insistió en que era


inapropiado que trabajara mientras estudiaba. Habría mucho tiempo

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para eso después de graduarme. El único trabajo que hacía era en mi
blog y no es como si pagara nada más que fans y libros. De todos
modos, no necesitaba el dinero. Por primera vez en mi vida, ser rica
no iba a ser un dolor de cabeza.

—Tienes razón, pero usas The Prints y The Paper para escribir tu
blog y obtener las últimas y mejores novelas románticas. Así que, a
menos que vayas allí y coquetees, te prohibiré la entrada a la tienda.

Jadeé.

—No puedes hacer eso.

—Por supuesto que puedo. Ahora entra allí.— Abrió la puerta de


la biblioteca y me empujó dentro del bar.

El hedor a cerveza y cuerpos me golpeó primero. No estaba


acostumbrada a pasar tiempo en bares de la universidad, a pesar de
que estaba en la universidad. La segunda cosa que me golpeó fue el
pecho del chico con el que choqué.

—Whoa, oye. ¿Estás bien?— Me agarró de los brazos y evitó que


cayera sobre mi trasero.

Una vez que recuperé el equilibrio, miré a los ojos más sexys que
jamás había visto. Brillaban y todo, como en las novelas románticas.
Luego me guiñó un ojo. Dios mío, me guiñó un ojo y mis partes
femeninas se volvieron locas.

Las culpo por lo que salió de mi boca a continuación.

—¿Me enseñas a coquetear?

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Capítulo 2
Xander

No puedo decirte cuántas chicas universitarias calientes entran en


La Biblioteca para beber y coquetear conmigo. Es la motocicleta y mi
gastada chaqueta de cuero lo que las enciende. Nueve de cada diez
veces hay al menos una sentada en mi motocicleta esperándome
cuando salgo del trabajo a las tres de la mañana. Estaría mintiendo si
dijera que acepté la oferta de alguna de ellas para montarme.

Siempre iba a casa solo. Las primeras horas de la mañana eran casi
el único momento en que tenía para terminar mis tareas de la clase.
Sí, tenía veintiséis años y ya debería haberme graduado. Sí, todavía
estaba en el último año por tercer año consecutivo. Si pudiera
permitirme tomar más de una clase a la vez, me habría graduado hace
muchísimo tiempo.

Cuando tu padre piensa que la educación es para tontos, es difícil


convencerlo de que ayude a pagar la escuela. Aún más difícil cuando
es el presidente del MC local. Aprendí a andar en la motocicleta de él,
pero mi amor por los libros me lo dio mi mamá, que Dios cuide su
alma.

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Vendo mi trasero atendiendo la barra para mantener mi cabeza
fuera del agua y trabajar hacia mi título. Ayuda que las chicas me den
muy buenas propinas. Era el guiño lo que lo hacía. Un pequeño
movimiento de mi párpado mojaba sus bragas y me daban una
propina del cincuenta por ciento.

Ni una sola vez en todo ese tiempo me había pedido una sola mujer
que le enseñara a coquetear. Su adorable inocencia de ojos saltones
me llegó más rápido que las insinuaciones de putilla a las que estaba
acostumbrado. Y eso significaba que necesitaba quedarme muy, muy
lejos de este conejito. No tenía tiempo para una relación. Demonios,
ni siquiera tenía tiempo para una aventura de una noche.

—Hay muchos tipos aquí para que practiques tu coqueteo,


polluela. Tengo que ponerme manos a la obra.— La dejé ir y deseé no
haberlo hecho. No. No sirve de nada pensar más de un minuto en sus
exuberantes curvas en las que un chico podría perderse. —Ven al bar
si quieres un trago.

Me volví detrás de la barra hecha con viejos catálogos de tarjetas y


encontré algo que hacer que no fuera mirar para ver si la chica
curvilínea aceptaba mi invitación. Siempre habían vasos para lavar y
guarniciones para cócteles que abastecer. Todavía era temprano y
solo la multitud de la cena tardía estaba rondando. El lugar
empezaría a vibrar en un par de horas más.

Serví un par de mesas e hice tanto abastecimiento de refrigeradores


como pude antes de la hora pico de la noche. La próxima vez que
levanté la vista de mi trabajo, encontré a la polluela sentada en un
taburete justo frente a los grifos, una ubicación privilegiada para los
pedidos, con su computadora portátil en la barra, escribiendo.
Excelente.

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Golpeé ruidosamente los vasos que estaba lavando.

—Este no es exactamente el mejor lugar para hacer tu tarea, nena.

—No es tarea. Estoy tomando notas. Ni siquiera levantó la vista de


la pantalla.

—Bueno, ¿podría sugerir la biblioteca real para eso?— Lo que


significaba, muévete.

—No puedo. No, a menos que vayas allí. Estoy anotando cómo
coqueteaste con esas chicas y cómo sigues llamándome con apodos.
¿Crees que eso funcionará al revés? Como, ¿qué pasaría si te llamara
cariño o grandote o campeón? ¿eso te pone de humor?

¿De humor? Esta chica no tiene ni idea. Tampoco iba a ser yo quien
le enseñara. Ella no necesitaba que mi reputación manchara la suya
por el barro. Si podía coquetear hasta la cama de una mujer, también
podía coquetear para salir de una.

—Mira, muñeca.— Me acerqué sigilosamente a la barra y me


incliné para que mis labios estuvieran lo suficientemente cerca como
para susurrarle al oído. —Este no es el lugar para una dulce virgen
como tú. Hay una linda librería al lado. Estoy seguro de que tienen
una buena guía para chicas sobre las citas en el estante que puedes
comprar. Mejor aún, consíguete una sucia novela romántica, llévatela
a casa, métete bajo las sábanas y mastúrbate, porque no soy yo quien
va a hacer eso por ti.

Su garganta y su rostro se iluminaron con un rubor tan caliente que


prácticamente podía sentir el calor de su piel. Si la sugerencia de
masturbarse fuera suficiente para iluminarla así, podría imaginarme
lo que sucedería si de hecho me convirtiera en quien la masturbara

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como ella claramente lo necesitaba. Probablemente se quemaría
espontáneamente en mi cama.

¡Vaya manera de seguir!

Me recliné y la vi retorcerse. Sus ojos recorrieron todo el lugar para


ver si alguien más había escuchado mis palabras vagamente
traviesas.

—Nunca dije que fuera virgen.

Acababa de intentarlo en la oscuridad, pero había acertado al cien


por cien.

—No, pero lo eres. Puedo oler tu dulzura a una milla de distancia.

—¿Puedes... oler mi virginidad?— Olió su pecho y no pude


reprimir la risa.

Levanté su barbilla con un dedo y esperé hasta tener toda su


atención. Jesús, esos ojos me hicieron reconsiderar mi postura sobre
no joder con chicas buenas. Un último intento para sacarla de aquí.

—Sí. Puedo olerlo y también todos los idiotas cachondos que


entran aquí. A menos que estés buscando problemas, es hora de que
te pongas en marcha.

Sus ojos se abrieron tanto como la luna y su mirada pasó de


nerviosa a una sonrisa de come mierda que le hizo arrugar la nariz.

—¿Acabas de decir poner en marcha? Eres realmente bueno en esto


de coquetear. Como si me hubieras puesto al límite y luego me
tranquilizaste de nuevo con tu tontería. Estoy aprendiendo mucho.
Tengo que escribir esto muy rápido.

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¿Tonto? Nadie en la faz del planeta había pensado nunca que yo
era tonto y mucho menos me lo había dicho a la cara.

Bueno, joder. Ella no estaba entendiendo el mensaje y necesitaba


demasiado este trabajo para ser completamente grosero con ella. Bien.
Si ella no iba a ninguna parte, la usaría a mi favor.

Todos los camareros sabían que la noche de las damas debía atraer
a los hombres que comprarían las bebidas. Mi curvilínea polluela
virgen iba a ser mi dama que atraería a los hombres porque estarían
jadeando tras ella. Hasta mi extremo de la barra y mi tarro de
propinas toda la noche.

—¿Cuál es tu nombre, calabaza?— Já. Seguía llamándola con


apodos.

—Kennedy. Kennedy Piper.

Por supuesto que lo era.

—Soy Xander. Quieres aprender a coquetear, muñeca Ken, te


enseñaré, pero voy a necesitar un par de cosas a cambio.— Como su
número. No, no. No vayas alli. Esto era un negocio, y el segundo pago
de mi matrícula vencería pronto.

—Ah, vale.— Se enderezó, pero sus mejillas se sonrojaron de


nuevo. Me moría por ver dónde más se puso rosa. —¿Que tengo que
hacer?

Salté de la barra, balanceé mis piernas y me dejé caer a su lado.

—Primero tienes que guardar tu computadora. Esa es una pared


detrás de la que te escondes.

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Con un clic, cerré su computadora portátil y la empujé hacia su
bolso. Ella suspiró y luego la deslizó fuera de la vista.

—Bien. ¿Cuál es la otra cosa?

—Vas a coquetear con tu pequeño culo curvilíneo esta noche y


conseguirás que todos los demás que entren aquí compren una
bebida, de mí, para ti.

—¿Lo haré? No quiero emborracharme.— Ella frunció. —Ni


siquiera me gusta la cerveza.

No, no le gustaba. Ella era más como una chica que bebía vino
blanco.

—Te tengo, cielito. Estaré diluyendo tus bebidas y te daré muchas


indicaciones. Tampoco te irás a casa con ninguno de los idiotas que
te coqueteen.

—¿No lo haré? ¿No es ese el punto?

—No vas a ir a casa con nadie más que conmigo. ¿Entendido?— No


quise decir eso. Mierda. ¿Qué me pasaba? Ella y yo no éramos
compatibles. La única forma en que los dos acabáramos juntos era si
ella estaba pasando por una fase rebelde y quería llevar a casa a un
chico malo con su papá para hacerle perder la cabeza.

—Oh.— Sus labios hicieron el más sexy oh y sus ojos se volvieron


oscuros y brillantes.

Fácilmente podría ser ese chico malo para ella.

Mierda.

Es hora de que mi cabeza, y no mi polla, vuelva al juego. La


preciosa Kennedy con su computadora portátil de dos mil dólares,

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sus perlas y su suéter de niña rica no eran más que una herramienta
para mí. Uno que me haría ganar mucho dinero. Necesitaba recordar
eso.

—Ahora, quítate las perlas, suelta tu cabello de esa coleta de


colegiala y desabotonaremos la parte superior de tu suéter.

Si yo fuera un verdadero idiota, desabrocharía esos botones y la


miraría de arriba abajo hasta que estuviera duro como una roca. Lo
estaba pasando bastante mal ya que mantenía mis ojos fuera de su
pecho.

—Tenemos que darte la apariencia. Eso es la mitad de un coqueteo.

Ella desabrochó solo el botón superior y se mordió el labio.

—Entonces estoy condenada. Los chicos nunca me miran de esa


manera. Esperaba que el coqueteo compensara, ya sabes...

Kennedy puso los ojos en blanco y se encogió de hombros, luego


señaló a su costado y culo.

¿Hablaba en serio? Su gran trasero era lo que me tenía con una semi
erección en mis pantalones desde que ella se tropezó conmigo en la
puerta principal. Ella era el sueño húmedo de todos los hombres y
algo más. Tenía curvas sobre curvas y cualquier chico sería como un
adolescente vertiginoso si pudiera pasar las manos arriba y abajo por
ese lugar suave donde su cintura se hundía y sus caderas…

Me lamí los labios.

—Creo que sé exactamente lo que hace que parezcas sexy.

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Labios hinchados, ese rubor hasta sus mejillas, un poco sin aliento,
que enloquecería a los hombres por ella. Me tenía nervioso, por el
amor de Dios.

Un grupo de jugadores de fútbol entró, ruidosos como pueden ser


e hice la cosa más tonta que pude haber hecho. Aposté mi reclamo y
besé a Kennedy allí mismo para que todos en el bar lo vieran.

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Capítulo 3
Kennedy

Xander me estaba besando. Wow, Xander estaba besándome. Si no


hubiera envuelto mis brazos alrededor de su cuello, impulsada
completamente por el instinto, probablemente me habría caído del
taburete.

Si esta era una lección de coqueteo, me gustaba. Quería muchas


más lecciones de coqueteo. Pero no solo con cualquiera, y no estaba
planeando usar esta nueva habilidad que Xander estaba
enseñándome con nadie más.

Había algo especial en este chico, este chico, que me tenía


locamente enamorada de él. Y no era simplemente que fuera el primer
chico que me besaba. Ni siquiera era porque nuestras lenguas estaban
haciendo el cha-chachá.

Me agradaba. Mucho. Demasiado.

¿Qué estaba haciendo? Ack.

Presioné mis manos sobre su pecho y le di un pequeño empujón.


Era lo suficientemente grande y fuerte como para que, si no quería

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moverse, no lo haría. Con un gemido rompió el beso, en su mayor
parte. Rozó sus labios sobre los míos, suave como una pluma, y luego
mordió mi labio inferior.

Fue entonces cuando escuché los vítores provenientes del bar y los
cánticos de que deberíamos conseguir una habitación. Esta vez el
rubor no solo iluminó mi rostro, todo mi cuerpo se volvió supernova.
Escondí mi cara en la camisa de Xander.

Susurré y realmente no lo suficientemente alto como para que él


escuchara.

—¿Por qué hiciste eso? Todos están...

Probablemente preguntándose qué estaba haciendo un chico


caliente como este besando a una ratón de biblioteca gordita y nerd
como yo.

—Shh. No les hagas caso ni un poquito. Son un montón de idiotas


y ninguno de ellos importa en absoluto. Esto, aquí mismo, es entre tú
y yo.— Xander agarró mi barbilla e inclinó mi rostro para mirarlo.
Mantuve la mirada baja.

—Pensé que me ibas a enseñar a coquetear.

—No necesitas una maldita lección de mi parte, y una probada de


ti me hace sentir posesivo. Si no quieres que esto vaya más allá, si
quieres coquetear con todos los chicos aquí, dilo ahora. De lo
contrario, vamos a dar una vuelta.

Tragué saliva. Mi piel, pecho, dedos y cabello se agitaron como si


hubiera tomado demasiada cafeína o algún tipo de droga. Pero
Xander era mi droga y estaba a punto de drogarme. Me mordí el labio
para mantener el miedo a lo que pudiera pasar, lo que otras personas

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pudieran pensar de mí por dentro. Estaba cansada de ser lo que todos
querían.

Esta era mi oportunidad de romper, de tener algo para mí, algo


propio. Iba a hacerlo. Me iba a volver loca con este chico malo.

—¿A dónde iremos?

Bien, entonces mi locura necesitaba un poco de trabajo. Puede que


Xander no quiera darme lecciones de coqueteo, pero pensé que estaba
a punto de darme una lección sobre cómo soltarme.

—Hola jefe.— Miró al chico detrás de la barra. —Voy a necesitar la


noche libre.

Xander no esperó la respuesta, que de todos modos fue solo un


montón de quejas. Agarró mi mano y mi mochila y me condujo a
través del grupo de jugadores de fútbol hacia la puerta principal. Uno
de ellos empezó a aplaudir y mi respiración se entrecortó.

—Amigo, tengo que conseguirme una de esas chicas con curvas.


Yowza.

¿Fue ese yowza sobre mí? Eché un vistazo al tipo que lo había dicho
y meneó las cejas de manera sugerente. Quizás debería haber salido
y haber hecho este encuentro con chicos en un bar hace mucho
tiempo. ¿Quien sabe?

Pero si lo hubiera hecho, es posible que no hubiera conocido a


Xander y eso hubiera sido una tragedia.

—¿Estás lista para dar un paseo salvaje conmigo, muñeca de


Ken?— Me tendió un casco.

Lo tomé, pero me sorprendí.

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—Pensé que los chicos malos que montaban motocicletas tenían
que ver con correr riesgos.

Xander se rió y tomó un segundo casco que parecía muy gastado y


se lo puso en la cabeza.

—Puede que sea un chico malo, pero no soy estúpido. Crecí


rodeada de motocicletas y vi suficientes golpes de cabeza en todo este
tiempo. Mi viejo se enfadaría si supiera que soy dueño un casco
mucho menos tendría uno para mi chica, pero prefiero usar mi
cerebro para graduarme de la escuela que verlo manchado en la
carretera.

¿Su chica? Estoy segura de que no quiso decirlo de esa manera.


Probablemente otras cien mujeres se habían puesto esta cosa cuando
las había llevado a dar un paseo. Eso sonaba muy sucio en mi cabeza.

—Tendremos que conseguirte una chaqueta propia, pero por


ahora, puedes ponerte la mía.— Rozó un beso en mi hombro y luego
deslizó su chaqueta de cuero negro alrededor de mí.

Dios, olía a él. Como aire fresco, cuero y algo que no sabía cómo
nombrar, era simplemente... Olor a hombre sexy. Su atención en mí,
su olor en mí y su beso aún persistente en mis labios hicieron que todo
mi cuerpo se sobrecargara. Estaba lista para volar a la luna o
derretirme en un charco de baba a sus pies.

¿Era así como se sentía el amor?

—Vamos, vamos a divertirnos un poco.— Xander me ayudó a


subirme a su motocicleta y tuve que sujetar el dobladillo de mi falda
liviana de verano para evitar que se me subiera por los muslos.

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Xander miró la piel recién descubierta y me dio una sonrisa
descarada. Luego se trepó frente a mí.

—Agárrate fuerte.

Encendió la motocicleta y su profundo estruendo me golpeó en...


Los lugares correctos. Santo cuervo. ¿Era por eso que a las chicas les
gustaba viajar en la parte trasera de las motocicletas? Tenía un chico
caliente entre mis piernas y una enorme máquina vibrando todo mi
cuerpo. Ya me estaba divirtiendo más esta noche de lo que creo que
había hecho en toda mi vida.

Salimos rugiendo del estacionamiento y apreté mis brazos


alrededor de la cintura de Xander. Aceleró a través del tráfico, entrar
y salir de los coches me dejó sin aliento. Quería ser esa chica de las
películas que levanta los brazos por encima de la cabeza y deja que el
viento le azote el pelo mientras el chico caliente de la motocicleta los
lleva hacia el atardecer.

Iba a hacerlo. Yo iba a ser esa chica. Me enderecé un poco y tiré de


mis brazos hacia atrás, todavía agarrando la camisa de Xander. A la
cuenta de tres.

Uno.

Dos.

Antes de que llegara a las tres, Xander se disparó como si supiera


exactamente lo que necesitaba. Me aferré con fuerza durante otro
segundo más para que no me tiraran por la espalda, y luego levanté
las manos y le grité al cielo nocturno. La sangre y la emoción corrieron
por mis oídos en un rugido y me sentí libre. Por primera vez en mi

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vida, estaba haciendo algo que ninguna niña buena con una abuela
desaprobadora y un padre altivo jamás permitirían, y me encantó.

No pude escuchar a Xander reír, pero sentí que su espalda se movía


como si lo estuviera. De alguna manera, sabía que él no se estaba
riendo de mí, sino conmigo, sintiendo la alegría recorriéndome. Era
como si su espíritu libre se hubiera derramado sobre mí y yo se lo
devolviera triplicado. Estábamos conectados, éramos uno.

Xander condujo la motocicleta hacia las afueras de la ciudad y hacia


las colinas donde la B gigante de nuestra escuela la Universidad de
Bellingham estaba colocada en grandes rocas blancas para que todo
el mundo viera nuestro espíritu escolar. Este tranquilo camino
también se conocía como el carril de los enamorados de nuestro
pueblo.

Hace una hora, eso me habría asustado. Honestamente, con


cualquier otro chico, estaría teniendo un ataque de pánico. En cambio,
estaba teniendo un caso de risitas.

Nos detuvimos en un mirador panorámico que mostraba las luces


nocturnas de nuestra linda ciudad universitaria. Xander se quitó el
casco y lo colgó sobre uno de los manillares. Yo hice lo mismo pero
se lo entregué para que se ocupara. Me acurruqué contra la espalda
de Xander y disfruté el momento. Sin pensar en lo que se suponía que
debía hacer, simplemente estaba feliz de estar aquí y ahora.

—¿Te diviertes?— Su voz tenía ese tono de satisfacción que


envidiaba.

—Absolutamente.— Fue el mejor momento que había tenido.

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—Bien, divirtámonos un poco más.— Xander se giró en el asiento
y me agarró por la cintura, colocándome en su regazo.

—Oh. Ten cuidado. No quiero aplastar tu herramienta.— Él había


dicho que le gustaban mis curvas, por lo que todavía estaba un poco
asombrada, pero aun así, sabía lo pesada que era.

—Mi herramienta está bien.— Movió las caderas y, vaya hombre,


sí, estaba feliz de verme. —Mira, no tenemos que hacer nada que no
quieras. Necesito que lo sepas.

Pero quería hacer todo con él.

—Eres dulce. Hay muchas cosas que me gustaría hacer contigo. Me


he estado perdiendo la diversión por bastante tiempo.

—No soy dulce, Kennedy. Antes de que vayamos más lejos, debes
saber eso. Estoy tan lejos de ser un buen chico, que seguramente te
ensuciarás, y no me refiero a la manera divertida. Aunque,
definitivamente me gustaría ensuciarme contigo.

—Nunca en mi vida he estado más preparada para ensuciarme.—


Lo probé al quitarle la chaqueta, luego me subí la camisa y la tiré por
encima del hombro. Mi habitual rubor no subió por mis mejillas esta
vez porque no tenía nada de qué avergonzarme. No con Xander.

22
Capítulo 4
Xander

Santa mierda. Estaba en tantos problemas con esta chica. Se ofrecía


a mí como un festín de vírgenes y yo quería comerme cada bocado de
ella. Ella no debería estar dando su virginidad a una mala vida como
yo. Para una chica buena como ella, su primera vez significaba algo y
si fuera conmigo, ese recuerdo se mancharía para siempre. Ella era el
tipo de chica que esperaba hasta el matrimonio y dejaba que alguien
mejor le diera bebés, si no orgasmos.

La idea de que ella dejara a alguien más estar entre sus muslos
regordetes hizo que me dolieran los dientes. Preguntarme si algún
marido descarado sabía cómo hacerla correrse me cabreaba
muchísimo.

Estaba a punto de ser un imbécil egoísta, porque quería a la linda y


educada Kennedy para mí. Eso por sí solo no me convertía en un
idiota, el hecho de que la iba a arruinar para cualquier otra persona
lo hizo para siempre. Pero no pude evitarlo. En el lapso de un par de
horas, se convertiría en mía.

23
Su virginidad era mía, su cuerpo era mío, sus besos y sus orgasmos
eran míos. No tenía mucho que dar a cambio, pero mi corazón era
suyo. Si ella lo quisiera.

—Entonces ensuciémonos.— Metí mis manos en su cabello y


estrellé mi boca contra la de ella. Nuestro primer beso la había
sorprendido, estaba lista para este. Su lengua bailó con la mía y dejó
escapar los pequeños gemidos más dulces. Tener sus muslos y brazos
envueltos alrededor de mí mientras cabalgaba había sido excitante y
medio. Con ella en mi regazo, presionar su pequeño coño caliente
contra mi polla a través de nuestra ropa me estaba poniendo a prueba
como a un adolescente.

Su falda ya estaba subida hasta sus caderas por estar a horcajadas


sobre mi regazo, así que lo único que nos separaba eran sus bragas y
mi cremallera. Mi polla estaba presionando tan fuerte contra los
dientes de metal que tendría marcas en mi piel durante un mes.
Preferiría tener las marcas de sus dientes en mi polla en cualquier
momento.

Kennedy rompió nuestro beso y alcanzó el botón de mi pantalón.


Amaba a una mujer segura de sí misma. Puse mi mano sobre la de
ella para evitar que sacara mi polla. Lo que hizo que mi polla se
sintiera infeliz conmigo.

—Muñeca de Ken, espera. Tu primera vez debería ser en un lugar


agradable, como un lecho de rosas o alguna mierda. No en el manillar
de mi motocicleta .— Si tuviera más de veinte dólares en mi cuenta
bancaria, la llevaría a un hotel elegante o algo así. Pero tal como
estaba, esto estaba sucediendo en su casa o en la mía.

Ella golpeó mi mano lejos.

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—No. Esto es perfecto. No necesito un cuento de hadas. Te quiero.
Quiero estar contigo, aquí mismo, ahora mismo.

Dios, esperaba que ella no viviera para arrepentirse de esto. Si


alguna vez mi vida creciendo en el club serviría para algo, era para
esto. Viví mi vida en motocicletas y una cosa que sabía hacer era tener
sexo en una.

—Entonces quítate las bragas y dámelas.— Yo tampoco se las


devolvería, nunca.

—Uh.— Ella puso esa mirada de ciervo en los faros y se encogió en


sí misma. —¿Qué pasa si me las quito pero no puedes verlas?

Por un segundo, pensé que la había empujado demasiado lejos y


esta noche había terminado. Pero descubrí el verdadero problema
mientras se bajaba la falda y se retorcía. Llevaba bragas de abuela y
no quería que la viera.

—De ninguna manera, muñeca. Son mías ahora y si no te las quitas,


te los voy a arrancar. De cualquier manera me los quedaré y los usaré
para masturbarme cuando no estemos juntos.

Su boca hizo ese adorable oh que estaba empezando a amar. Me iba


a encantar aún más cuando estuviera envuelto alrededor de mi polla.
La bajé de mi motocicleta y la puse de pie en el suelo junto a mí. Ella
no se movió para hacer lo que le dije que hiciera. Crucé los brazos y
la miré entrecerrando los ojos.

—No me hagas esperar, porque si tengo que quitarte esas bragas


yo mismo, te acostarás en mi regazo con tu trasero desnudo en el aire
recibiendo una paliza por ser un mocosa caprichosa.

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Se apresuró a quitárselos y yo tendría que recordar la amenaza de
azotes. Funcionaría hasta que le diera una palmada por primera vez
y ella descubriría que le gustaba.

La dejé torpemente tratando de quitarse las bragas por encima de


los zapatos y me tomé mi tiempo para desabrocharme la bragueta.
Deslicé mis jeans hacia abajo lo suficiente para dejar salir mi polla.
Jesús, creo que nunca antes había estado tan jodidamente duro.

—¿No estás usando ropa interior? Por supuesto que no. Eso es tan,
tan, sexy.

—Nop. Ahora dame tus bragas.— Le tendí la mano y esperé a que


me entregara algún tipo de algodón con estampado floral con una
banda ancha en la cintura. Dejó caer un trozo de encaje blanco puro
en mi mano. Santa Madre de Dios. Ella había estado usando nada más
que encaje debajo de esa falda todo este maldito tiempo, y estaban
mojadas.

Los envolví alrededor de mi polla y di un par de golpes rápidos y


duros. Joder, eso se sintió bien. Pero nada como estar dentro del coño
mojado de Kennedy. Estaba goteando semen solo de pensarlo.
Limpié la perla de mi punta con su trozo de encaje y los metí en mi
bolsillo. Agarré el condón solitario de mi billetera, que estaba a punto
de caducar, pero no del todo, y me lo puse.

—Wow. Um ... Wow. Sé que no sé nada sobre las partes masculinas,


pero, ¿estás seguro de que va a encajar?— Kennedy miró mi mano
deslizándose sobre mi polla poniéndome el condón y juro que crecí
más grande y más duro solo por ella.

—Lo prometo, no solo va a encajar, se sentirá tan bien llenándote.


Vuelve sobre ella y súbete a mi regazo.— Esta posición le permitiría

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controlar cómo comenzamos. Pero no pasaría mucho tiempo antes de
que la tuviera inclinada sobre el manillar follándola por detrás.

—¿No me caeré?— Ella se rió de su propia pregunta y yo también


me encontré sonriendo. El sexo nunca había sido divertido antes.
Caliente, sudoroso y necesitado, pero no divertido.

—Lo prometo. No te dejaré caer.— Planté mis pies en el suelo,


usando la motocicleta como algo en lo que apoyarme. Ella estaría
haciendo la mayor parte del trabajo y esos muslos gruesos de ella no
aguantarían mucho, lo cual estaba bien por mí. Ya estaba fantaseando
con sujetar sus caderas con fuerza mientras la follaba. Porque yo era
un idiota.

Eso no iba a cambiar. Excepto por este breve momento en el que le


quité la virginidad.

Kennedy se subió a los estribos y la atraje hacia mí. Antes de que


pudiera sentarse a horcajadas sobre mi polla, ahuequé su coño en la
palma de mi mano. Ella estaba empapada.

—¿Alguna vez has tenido algo dentro de este estrecho coño?

Ella respiró hondo.

—Yo... Tengo un vibrador.

Cristo. Eso era algo que me gustaría ver, que ella se corriera. Deslicé
mis dedos entre sus calientes y necesitados labios vaginales y
encontré su clítoris. Lo rodeé varias veces y la miré de cerca para ver
qué le gustaba. Sus ojos se cerraron revoloteando y cuidadosamente
deslicé un dedo dentro de ella.

—Ningún hombre antes que yo, ¿verdad?

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—No,— gimió.

Bueno. No quería que su coño conociera a ningún otro hombre más


que a mí. Deslicé otro dedo y la follé con cuidado, abriéndola y
preparándola.

—Pon tus manos sobre mis hombros y envuelve una pierna


alrededor de mi cintura. Voy a poner solo la punta, tú tienes que hacer
el resto. Tú decides cuánto de mí puedes tomar y qué tan rápido. ¿De
acuerdo?

—¿Yo? Pensé que lo harías-— Cabalgó sobre mis dedos, mojándose


cada segundo y su respiración se aceleró. Ella ya se estaba acercando
y así es como la quería.

No quería simplemente quitarle su virginidad, quería que ella me


la diera.

—No, muñeca. Tú estás a cargo.

Ella tragó y asintió.

—Está bien, sí. Estoy a cargo.

Tan jodidamente caliente. Saqué mi mano de debajo de su falda y


lamí mis dedos para mostrarle lo que vendría después. Tenía un sabor
salado y dulce e iba a pasar una hora comiéndola. Luego. Unté el resto
de sus jugos sobre mi polla, lubricándome para ella.

Kennedy respiró hondo, puso sus brazos sobre mis hombros y


movió una de sus piernas hacia arriba y alrededor de mi cadera. Me
tomó menos de un segundo encontrar su entrada caliente. Esto iba a
ser una jodida tortura pura.

El mejor tipo.

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Capítulo 5
Kennedy

Las niñas sueñan con bodas blancas y novios guapos. Las niñas
grandes sueñan con sábanas de satén blanco, pétalos de rosa en la
cama y la luz de las velas para su primera vez. Las chicas como yo,
las que de alguna manera nunca encontraron al chico adecuado en la
escuela secundaria para perder su virginidad, empiezan a soñar con
casas de fraternidad o los asientos traseros del coche de algún tipo.

Cualquier cosa para deshacerse de la temida tarjeta-V. Nunca


imaginé que perdería la mía bajo las estrellas en la parte trasera de
una motocicleta. No lo haría de otra manera.

Solo la cabeza de la polla de Xander empujando mi entrada se


sentía enorme. Mi cuerpo parecía saber qué hacer mejor que yo
porque felizmente me habría quedado allí con él mirándome a los
ojos durante toda la vida. Qué fantasía tan tonta. Toda una vida, con
Xander.

Tentativamente empujé mis caderas hacia adelante y oh, Dios, su


polla me estiraba casi hasta el punto del dolor, pero también me daba

29
un placer increíble. Tanto es así que me volví valiente y empujé hacia
adelante hasta que estuvo tan adentro como pudo.

—Oh, Dios, Xander, esto se siente increíble.

Metió sus manos en mi cabello y me atrajo para un beso intenso.


Movió las caderas, meciéndolas para que entrara y saliera de mí solo
una fracción de pulgada, pero se sentía increíble.

—Joder, muñeca. Sé que se suponía que esto era para ti, pero me
tienes tan excitado que no sé dónde termina tu placer y dónde
comienza el mío. Dime qué necesitas, porque estoy tan jodidamente
cerca. Puedo saborearlo, y no hay forma de que me corra antes que
tú, y puedo sentir tu estrecho coño ordeñándome.

Mis músculos internos literalmente se tensaron cuando dijo eso.


Jadeé mis palabras.

—Sigue hablando así y estaré allí contigo.

—Si bien me encantaría hablar sucio contigo toda la noche, no creo


que eso te lleve al límite. Envuelve esa otra pierna alrededor de mí y
agárrate.— Me besó de nuevo y se puso de pie sosteniéndome debajo
de mi trasero.

Si no hubiera estado dentro de mí, habría protestado diciendo que


no debería estar tratando de levantarme y llevarme como una
princesa de hadas. De todos modos no fuimos muy lejos. En el
siguiente segundo me tenía sentada en el asiento de cuero y su polla
empujó más profundamente en mí con la nueva posición.

—Agárrate a esa barra en la parte trasera de la motocicleta y


agárrate fuerte, muñeca. Estoy a punto de sacudir tu mundo.

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Extendí la mano por encima de mi cabeza y encontré las barras
donde se enganchaban y agarraban una especie de alforjas de
motocicleta. Luego cerré los ojos y dejé que la noche y el sexo me
llevaran.

—Kennedy. Mírame cuando te follo. Quiero que cada parte de ti


sepa que soy yo a quien le diste tu virginidad, soy yo quien te hace
venir, es mi nombre el que vas a gritar.

Xander no se movió hasta que lo miré.

—Así es, muñeca. Tú y tu cuerpo son míos ahora.

—Tuya.— Creo que lo había sido desde el segundo en que me lo


encontré en la puerta de entrada del bar.

Echó hacia atrás sus caderas y gemí por la pérdida de él dentro de


mí. Eso no duró mucho. En otro respiro, empujó aún más profundo
que antes y estableció un ritmo que me hizo jadear por aire. Este era
como ningún vibrador que hubiera usado, y estaré tirando el mío tan
pronto como llegué a casa. Suponiendo que Xander viniera a casa
conmigo.

—Oh Dios, Xander. Esto se siente increíble. Sí. Dios. Sí.— Hombre,
lo que me había estado perdiendo.

—Estás tan jodidamente apretada, es increíble. No puedo esperar a


ver qué tan apretado está tu trasero.— Sus palabras fueron un
gruñido ronco que envió un hormigueo a lo largo de cada
terminación nerviosa que tenía.

Era tan sucio y me encantaba. En el fondo, donde nunca dejaría que


nadie me viera, yo era una chica sucia y él era mi pareja perfecta. Ver

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y saber eso era un afrodisíaco más picante que cualquier alimento o
droga en el mundo.

—Ahora, quiero verte derretirte por mí.— Xander metió la mano


entre nuestros cuerpos y sin perder el ritmo, encontró mi clítoris con
su pulgar y lo presionó como un pequeño botón de placer.
Definitivamente había encontrado mi interruptor de orgasmo. Agarré
esas barras de metal con todo lo que tenía y grité su nombre cuando
el orgasmo se estrelló contra mí.

Xander no dejó de follarme ni por un segundo. Empujó más rápido


y más fuerte y movió su pulgar sobre mi clítoris provocando este
orgasmo hasta que otro me golpeó como un maldito terremoto. Mi
espalda se arqueó del asiento y cada músculo de mi cuerpo se tensó.
No podía respirar, no podía gritar su nombre. El orgasmo de cuerpo
completo me tenía en sus garras y viendo estrellas.

—Joder, Kennedy. Eso es, muñeca. Dios, sí. Joder, joder.—


Finalmente perdió el ritmo y sus caderas se sacudieron cuando se
corrió tan fuerte como yo.

Ninguno de los dos se movió durante mucho tiempo, y a mí, por


mi parte, me encantaba estar en este único momento verdadero,
unidos como uno. Si no estuviera acostada en la parte trasera de una
motocicleta, podría quedarme dormida en este maravilloso lugar
entre la Tierra y el Nirvana.

Xander fue el primero en moverse. Se inclinó sobre mí y me besó


con tanta pasión y, sin embargo, con tanta ternura que pensé que me
haría llorar.

—Creo que me mataste, amor. Eres un maldito paraíso.— Me tomó


en sus brazos y nos abrazamos un rato.

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—Vamos, busquemos tu camisa y te llevaré a casa y te follaré como
es debido en una cama esta vez.

—¿Quieres hacer esto de nuevo? ¿Esto no es como un wham bam,


gracias, señora?— No quería que fuera así, pero tampoco quería
asumir que él se había enamorado de mí como yo me había
enamorado de él.

Seguramente hay libros sobre el tema de cómo enamorar a un


chico.

Xander no dijo nada, pero me miró con el ceño fruncido como si


estuviera enojado o algo así. Mi camisa estaba en el neumático
delantero y la desenganchó. Sin embargo, no me lo entregó
simplemente, me ayudó a ponérmelo y luego me sacó el pelo del
cuello, jugando con él durante una eternidad muy larga y tranquila.

—¿Está todo bien? ¿Dije o hice algo mal? Oh, mierda. Estás
tratando de encontrar una manera de decir que quieres volver a mi
casa y jugar un poco más, pero que no quieres más que eso, ¿no es
así?— Incluso si me ignoraba, sabía exactamente lo que quería ahora,
e iba a hacer todo lo que estuviera en mi poder para que se enamorara
de mí.

Agarró mi mandíbula y me besó con fuerza. Cuando se apartó, no


soltó mi cara.

—No, no lo estoy Kennedy. Tú eres la que va a tener que decirme


que no quieres nada más de mí, no al revés. Me he enamorado tan
rápido y duro de ti que apenas puedo ver bien. Pero necesito que me
digas que me vaya a la mierda, porque no soy bueno para ti.

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Agarré su muñeca y le quité la mano de la cara para poder decir lo
que quería decir y dejarlo muy claro.

—Estás loco? Eres lo mejor que me ha pasado.

—No, no lo estoy. Vengo de la basura y conozco a una chica rica


cuando veo una, muñeca de Ken. Si mi viejo huele siquiera un poco
de tu dinero, hará que nuestras vidas sean un infierno para meter
mano en él.— A pesar de insistir en que lo mirara a los ojos, él estaba
teniendo dificultades para hacer lo mismo en este momento.

—¿Vas a intentar robar mi dinero?— Ya sabía la respuesta, solo


quería que se escuchara a sí mismo decirlo.

—Nunca,— gruñó.

—Entonces me importa un comino tu papá.

—Eso es porque no sabes quién es. Mi padre es el presidente del


club de motociclistas DNT. Vendería a su propio hijo si pensara que
podría ganar dinero.

¿Por qué tenía la horrible sensación de que no era un ejemplo de


hipérbole? Normalmente no estoy al tanto del inframundo criminal,
pero estaba loca por esas verdaderas novelas policiales y había leído
una sobre los DNT. No se equivocaba cuando decía que eran basura.
El peor tipo. Del tipo buscado por el FBI.

—Al menos tu papá es honesto acerca de quién y qué es. El mío


probablemente ha lastimado a tantas personas, o más, pero se miente
a sí mismo y al resto del mundo diciendo que es solo un negocio. Creo
que aprendí a mentir por él. Si no eres bueno para mí, entonces no
soy mejor para ti.

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—¿Sobre qué has mentido alguna vez?— Frotó su pulgar sobre mis
labios como si no pudiera creer que nada más que arcoíris y destellos
cruzaran mis labios.

—Casi toda mi vida es una mentira.— Algo de lo que me estaba


dando cuenta por primera vez esta noche. —Excepto por lo que siento
por ti.

Xander negó con la cabeza. No estaba llegando a él.

—No tengo dinero. Ni siquiera estoy seguro de poder pagar la


segunda mitad de mi matrícula este semestre. No puedo llevarte a
citas elegantes ni comprarte regalos. No quieres un hombre en tu vida
que apenas pasa.

—Xander. Esta es la primera cita que he tenido en mi vida y fue


bastante genial. Fue la mejor cita al aire libre de mi vida. Todo lo que
quiero es estar contigo. El resto lo podemos averiguar a medida que
avanzamos.— No estaba haciendo un buen trabajo al convencerlo de
que estuviera conmigo. ¿Qué más podía hacer?

Xander era un hombre de acción, lo había demostrado con creces


esta noche. También aprendí esta noche sobre cómo ser muy intensa
y seria, y luego romper esa tensión con algo gracioso puede llamar la
atención de alguien y abrir su corazón. Entonces, tomé medidas.
Agarré sus llaves y las escondí en mi puño. Esta era una idea tonta,
pero es todo lo que se me ocurrió en poco tiempo.

—Pero para hacer eso, tenemos que intentarlo. Realmente,


realmente quiero hacer eso. Contigo. ¿Estás dentro?

Dejé las llaves colgando frente a su cara y luego las dejé caer
directamente en mi sostén.

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—Si es así, recuperarás tus llaves con tu lengua.

Xander me miró profundamente a los ojos, estudiándome durante


demasiado tiempo, y luego, lentamente, las comisuras de su boca se
levantaron y se rió.

—Necesitas trabajar en tus líneas, muñeca. Estoy dentro. Estoy


totalmente a tu favor. Haré todo lo que esté en mi poder para
asegurarme de que nunca te arrepientas de estar conmigo y de
hacerte feliz.

Mi pequeño corazón podría explotar con todo el amor entre


nosotros. Amor que nunca pensé que encontraría con nadie. Sin
embargo, no me entristeció que hubiera tardado tanto, porque
Xander valió la pena la espera.

—Olvidaste responder con tu lengua.

Xander negó con la cabeza y se rió de mí. Luego encontró sus llaves.
Pero le tomó un tiempo y varios orgasmos antes de hacerlo.

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Epílogo

A la luz de la madrugada, mientras Xander roncaba suavemente en


mi cama, salí de debajo de las sábanas y me acerqué a mi escritorio.
Saqué mi computadora portátil de mi bolso tan silenciosamente como
pude y la encendí. No quería estar mucho tiempo fuera de los brazos
de Xander. Además, tenía sexo matutino que probar. Pero había un
par de cosas de las que quería ocuparme primero.

Envié un correo electrónico rápido a la fundación Piper para


recomendar a un estudiante de la Universidad de Bellingham para la
beca de educación que teníamos disponible todos los años para los
estudiantes que asistían a mi escuela. Mi padre era lo suficientemente
tacaño como para negarse a anunciar la subvención y solo aquellos
que lo conocían la solicitaban. Los que lo sabían eran sus compinches
y sus hijos no necesitados del dinero. Pero conocía al chico al que le
encantaría terminar la escuela el próximo semestre y me aseguraría
de que pudiera pagar todas las clases que quisiera tomar.

El segundo mensaje fue un poco más cercano y querido para mi


corazón. Me tomó unos minutos decidir qué decir, pero una vez que
lo descubrí, las palabras fluyeron.

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Queridos lectores y fieles seguidores de Unripped Bodice,

Me he enamorado.

No con un novio de libros esta vez. Estoy locamente enamorada de mi


propio chico malo y tengo que decirles algo importante.

Es genial en la cama.

Pensé que al fingir que el sexo no importaba, que si le decía eso a todo el
mundo, no solo con este blog, sino con mis acciones cotidianas, no me dolería
tanto cuando tuviera que admitir que era una virgen de veintidós años.

Pensé que no dolería tanto pensar que nunca me enamoraría si fingía que
el amor está solo en los libros.

Estaba equivocada. De muchas formas.

Les he mentido a todos ustedes y a mí misma durante demasiado tiempo y


no volveré a hacer eso.

Esta será mi última publicación y la terminaré diciendo solo una cosa: leo
las partes traviesas y tú también deberías hacerlo si eso es lo que te hace feliz.

Te deseo mucho amor como lo he encontrado y muchos orgasmos.

Tuya,

Kennedy

Si. Eso se sintió bien.

Cerré la tapa de la computadora portátil pero recordé un correo


electrónico más que necesitaba enviar.

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Querida Amy,

Puede que no esté tanto en la tienda viendo libros dado que encontré a mi
propio chico malo. Excepto que este es real y no solo un novio de libros.

Gracias por despedirme aunque no trabajo para ti.

Tuya,

Kennedy

PD - Dile a Mandy que saque la nariz de su computadora portátil y que


su bombero sepa cómo se siente realmente. Le prometo que el amor (y los
orgasmos) valen la pena.

--K

Fin

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