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Antes de comprender el sentido del movimiento debemos analizar que es el cuerpo.

Lo que debemos entender es que nuestro cuerpo no viene con nuestro nacimiento,
no solo está constituido por nuestros órganos, huesos, músculos o nuestro sistema
nervioso, sino que es algo que se construye a partir de la relación con otros.
Formamos nuestro cuerpo a partir de nuestra vida en sociedad y en la cultura. A
partir de esta relación con el otro es que se nos incluye en el lenguaje, en la cultura
Y a su vez se nos devuelve una imagen ya que no podemos vernos completo por
nuestro propio medio.

Además de ser sujetos que nos formamos en relación con los otros, también nos
movemos. ¿Pero qué es movernos, qué sentido tiene realizar un movimiento?
Podríamos decir que Los movimientos que desarrollamos diseñan danzas en el
espacio, que constituyen distintos modos de vida e interacción, tanto entre
congéneres como con individuos de otras especies. Como observadores
participantes podemos decir que el propósito básico de estos movimientos es
“perseverar en nuestro ser” Mantenernos vivos y dejar fluir lo que heredamos de
nuestros antepasados y que legamos a nuestros descendientes. De este modo
mantenemos la vida de generación en generación y disfrutamos de una prima de
placer, en nuestra propia y limitada vida, como decía Freud (1982). Recreamos una
y otra vez experiencias semejantes y a su vez diferentes, que hacen a nuestro
transcurrir cotidiano y a nuestro desarrollo personal.

Algunas de los movimientos ellas se desvanecen, y otras perduran, siendo


atesoradas consciente o inconscientemente por las colectividades. Entre ellas
podemos incluir desde la danza de cortejo de las grullas, los desfiles militares, los
reacciones frente al ataque: -huida, lucha, desvanecimiento-, los saludos al
encontrarse y despedirse, el acunar a un bebé para confortarlo, hasta las danzas en
su sentido más estricto, como el flamenco o las danzas circulares.

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