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, 1999, "Apuntes para una didáctica de la educación física en el Tercer Ciclo de la EGB”, Buenos Aires, MCyE.
EL CUERPO EN MOVIMIENTO
Aunque nos parece lo contrario, no nacemos con un cuerpo. Nuestro cuerpo no es sólo nuestro organismo; no es sólo huesos, músculos, articulaciones y órganos.
Tampoco es sólo un sistema nervioso que organiza por sí mismo nuestras percepciones, pensamientos, emociones y sentimientos.
Si bien son su soporte material, el organismo vivo y el sistema nervioso no alcanzan para hacer un cuerpo. Construimos nuestro cuerpo en relación con otros y en relación a otros.
¿Cómo construimos nuestro cuerpo?.
Construimos nuestro cuerpo a partir de vivir en una sociedad y una cultura, y lo construimos con palabras, con actos, con significaciones.
Al nacer, no nos es posible satisfacer nuestras necesidades por nuestros propios medios ni tramitar la tensión provocada por esas mismas necesidades. Esto nos hace depender
de otro para subsistir.
Ese otro, generalmente la madre, o quien ocupe su lugar, a la vez que satisface nuestras necesidades biológicas otorga significación a nuestros movimientos, interpretándolos: dice
–el bebé llora porque tiene hambre, o porque le duele la panza-.
Por otra parte, funciona como espejo, ya que no podemos vernos completos por nuestros propios medios. De este modo, se nos incluye en el lenguaje, en la cultura, por un lado, y
se nos devuelve una imagen, que unifica la percepción de nuestro cuerpo, por el otro.
Es decir, que no reconocemos nuestro cuerpo como propio -y unificado- por efecto de la maduración de nuestro sistema nervioso, la cual permitiría una percepción cada vez más
ajustada, sino a partir de la imagen que nos devuelve otro y a partir de la cual reconocemos nuestro cuerpo como propio, diferente del de los demás y, al mismo tiempo, semejante
al de los demás,
Más allá de las explicaciones técnicas, que, por supuesto, se basan en modelos teóricos, explicativos, me interesa destacar dos aspectos de este proceso: por un lado, la magnitud
de los otros, adultos y pares, en la constitución y construcción del propio cuerpo, en la conversión del organismo en cuerpo o, dicho de otro modo, de lo puramente biológico en
subjetividad; por el otro, la importancia del lenguaje, el cual, por supuesto, no se agota en la palabra sino que se continúa en el movimiento.
¿Qué papel cumplen los adultos, en la construcción y apropiación del cuerpo por parte de los niños?.
La función de los adultos en la construcción del cuerpo es parte de la función de incluir a los niños en la cultura de la sociedad en que han nacido. Al principio consiste en introducir
la diferencia allí donde sólo hay confusión e indiferenciación. Inicialmente, el cuerpo es percibido como un cúmulo de sensaciones dispersas, fragmentadas, que no se discrimina,
incluso, del cuerpo materno. Conocerlo, construirlo, supone distinguir sus partes, sus límites, diferenciarlo de los otros cuerpos a la vez que reconocerlo semejante a los otros
cuerpos. Ya vimos que, en una primera etapa, son los adultos quienes aportan las significaciones que hacen posible esta construcción y diferenciación del cuerpo. En esto consiste
primeramente el conocimiento del propio cuerpo.
Por supuesto, los distintos adultos cumplimos esta función de distintas maneras: no es lo mismo, por ejemplo, la función materna que la paterna, una y otra aportan significaciones
diferentes. También es diferente, más adelante, la función de los maestros, por ejemplo.
Si bien es cierto que la subjetividad y el cuerpo se construyen solidariamente, sujeto y cuerpo no son lo mismo. Como sujetos, podemos prescindir del cuerpo -la frase “yo tengo un
cuerpo” refleja que tomamos nuestro cuerpo como un atributo en lugar de tomarlo como nuestro ser mismo-. Esto hace necesario que aprendamos a relacionarnos con nuestro
cuerpo tanto como con el cuerpo de los otros. El cuerpo y el movimiento constituyen dimensiones significativas en la construcción de la identidad personal, y son elementos
esenciales en la adquisición del saber del mundo y de la sociedad en que vivimos.
Debemos tener siempre presente cuan importantes somos los adultos en esta construcción del cuerpo y de la subjetividad; los niños están pendientes de nosotros, de nuestros
juicios, de nuestros gestos; son nuestras actitudes, nuestras opiniones y decisiones, las que sancionan sus comportamientos, las que los facilitan o entorpecen, los permiten o
impugnan, los posibilitan o prohiben.
De esas sanciones depende –en la parte que nos toca en la función de dar acceso a la cultura- que los alumnos y alumnas construyan y asuman la relación con su propio cuerpo
en los marcos más amplios de libertad que la sociedad les permita. Debemos tener presente que acompañar y orientar la introducción del cuerpo en el orden social no puede
significar hacer entrar al cuerpo en nuestro propio orden, porque ello implica anular al sujeto. Pese a la distinción que existe entre uno y otro, el sujeto entra en los mismos órdenes
en que entra el cuerpo; toda vez que el cuerpo obedece, el sujeto obedece, toda vez que el cuerpo es tomado como objeto, el sujeto se convierte en objeto.
¿Qué papel le corresponde a la educación física en la construcción del cuerpo y el movimiento?
La educación física debe aportar material para la construcción de esa relación con el cuerpo de la que hablábamos recién. El cuerpo no se construye en un día ni se constituye de
una vez y para siempre; por el contrario, hay un proceso de reelaboración constante en función de los cambios orgánicos que produce el crecimiento, de las situaciones vitales que
atravesamos, de los tiempos y espacios en que nos situamos, de los usos que hacemos de nuestro cuerpo: la llamada “metamorfosis de la adolescencia” es, por su magnitud, la
más conocida, pero hay muchas otras menores a lo largo de la infancia y, aún, en la juventud y en la adultez.
La educación física es la encargada de adecuar el material que ofrece el movimiento cultural y socialmente configurado, es decir, organizado con distintos fines, para volverlo
educativo, para ponerlo al servicio de la construcción de la relación de los sujetos con sus cuerpos. Los juegos, los deportes, la gimnasia, las actividades en la naturaleza, la natación,
la danza, no son prácticas educativas por sí mismas, pero permiten extraer de ellas un conjunto de conceptos, procedimientos y valores de alto contenido educativo.
Por todo esto, la educación física no puede concebirse como un puro hacer ni reducirse a un conjunto de ejercicios, sino que debe considerar los conceptos, los valores, los sentidos,
que las distintas prácticas corporales portan, para poner a disposición de los alumnos y alumnas una práctica corporal significativa y útil, tanto para el mejoramiento funcional de su
organismo como para el conocimiento y apropiación de su cuerpo, de sus capacidades de acción y relación.
La educación física no tiene por objeto modelar los cuerpos, sino contribuir a que cada uno construya y asuma su propio cuerpo, sea éste alto o bajo, gordo o flaco, hábil o inhábil,
lindo o feo. Todos estamos en condiciones de conquistar una disponibilidad corporal, como síntesis de nuestra disposición personal para la acción y la interacción.
LOS DEPORTES
¿Cómo puede definirse el deporte, o los deportes?
El término deporte es una expresión con muchos significados. Se la utiliza para designar prácticas muy distintas: prácticas profesionales, recreativas, de adultos, de niños; prácticas
cercanas al juego y prácticas muy próximas al trabajo. Según Pierre Parlebas, los deportes pueden definirse como el conjunto de situaciones motrices codificadas, cuyas formas
competitivas han sido institucionalizadas, y que son explícitamente significadas como deporte por el conjunto de las representaciones sociales.
Sin embargo, existen prácticas deportivas, o, por lo menos, significadas como deporte, cuyas formas competitivas no han sido institucionalizadas. Por otra parte, la competición es
una característica básica de las prácticas deportivas, sean o no practicadas en el marco de las federaciones o asociaciones. Y también se dice “por deporte”, siguiendo la acepción
más antigua del término, para indicar: por placer, por diversión, mientras que una acepción más generalizada designa con él las formas de recreación en las cuales el ejercicio físico
desempeña un papel fundamental.
Para los CBC de Educación Física, los deportes son “configuraciones de movimiento”, formas de organizar el movimiento humano propias de una sociedad o de una cultura.
Configurar significa “dar forma”, y las distintas culturas dan determinadas formas al movimiento humano y las valoran y significan de determinadas maneras.
El deporte es una de estas formas, muy típica de nuestra cultura. Más allá de los diversos modos que asume su práctica, implica siempre una competencia entre, por lo menos,
dos partes, exige algún tipo de ejercicio o esfuerzo corporal y su desarrollo está regido por reglas conocidas y aceptadas por los participantes, las cuales restringen los límites de la
violencia permitida.
¿Qué características tienen los deportes en la etapa de la vida que queda comprendida en el Tercer Ciclo de la EGB?
Una diferencia principal entre los juegos y los deportes reside en la característica que en unos y otros tienen las reglas. Mientras en los primeros las reglas son móviles, es decir,
pueden cambiarse según los acuerdos que logren los jugadores, en los deportes las reglas son fijas, no pueden cambiarse si no es por disposición de la asociación o federación
que rige sus destinos.
Los reglamentos deportivos son respetados, por lo menos en las disposiciones y códigos que los caracterizan, aún si se los practica sin árbitros ni jueces. Aún en sus formas
recreativas, se prohibe patear la pelota en el básquetbol, “tacklear” en el fútbol y jugar la pelota hacia delante en el rugby, y las sanciones a estas infracciones son las mismas que
en las formas institucionalizadas. Es que la convención trasciende las formas y debe respetarse: se juega como se juega, y nadie osa preguntar ¿qué cobramos?.
La etapa que corresponde al Tercer Ciclo de la EGB se sitúa, en términos evolutivos, en el comienzo de lo que llamamos adolescencia, o en el final de la infancia, como se quiera.
Es una etapa de transición, por lo menos en parte, entre la niñez y la adolescencia.
En cuanto a la posición de los sujetos en relación a las reglas, esta etapa es marca la culminación de una transición entre la inconstancia de las reglas y la aceptación de las reglas
establecidas. Entre los 6 y 9 ó 10 años, es fácil ver que las reglas de los juegos son cambiadas según los deseos de los jugadores y en virtud de acuerdos entre ellos, lo cual, a
veces, lleva a ciertas disputas.
Gradualmente, los chicos van siendo más capaces de ajustarse a las reglas y de renunciar a proponer cambios en función de las ventajas que suponen sacar con ellos. Esta
capacidad se estabiliza alrededor de los 10 u 11 años.
Los alumnos del Tercer Ciclo están, o deberían estar, emocional e intelectualmente capacitados para aceptar reglas y ajustarse a ellas; la madurez del pensamiento completa esta
disposición permitiendo entender códigos y reglamentos más complicados
Todo esto hace que los adolescentes se inclinen hacia los deportes, como formas de juego, volviendo ineludible su enseñanza. No obstante, deberían tenerse presentes dos
cuestiones en la enseñanza de los deportes.
Primero, que no todos los juegos se sustituyen por la práctica deportiva; por el contrario, los juegos persisten: en las chanzas, en las pullas, en los videojuegos, en los desafíos, en
los juegos de “rol” (aún dentro de las prácticas deportivas); y, si bien podemos no acordar a estos comportamientos un estatuto educativo, ellos demuestran que los juegos
permanecen y que podrían orientarse.
Segundo, que la regla instituida especifica la habilidad, permitiendo establecer el tipo de rendimiento y los modos de conseguirlo. La práctica deportiva introduce el concepto y la
práctica del entrenamiento deportivo especializado; esto puede llevar a posiciones subjetivas más cercanas a la rivalidad que a la competición, a la obsesión que al placer,
particularmente en la sociedad de nuestro tiempo.
Esto no significa que los deportes sean nocivos sino que dependen de la actitud con que se los practica.
Se hace necesario un análisis crítico de los deportes, y de las formas que adquiere su práctica actual, que permita una apreciación más ajustada de sus valores y perjuicios, en
términos educativos y en función de su trasposición como contenidos escolares.
¿Precisamente, qué implica este análisis y esta trasposición del deporte como contenido escolar?
El análisis para la trasposición del deporte como contenido escolar, como saber a enseñar, debe considerar todos los comportamientos humanos que moviliza: lúdicos, motrices,
físicos, psíquicos, sociales, morales, expresivos, comunicativos, tácticos, técnicos, etc, para su articulación y síntesis en la perspectiva de la educación.
Atendiendo a todo lo que todos sabemos acerca de la fisiología y la psicología infantiles y al hecho de que los juegos existen, la práctica de los deportes, en sentido estricto, no
tiene sentido antes de la pubertad. Los problemas del minideporte no devienen de la mala práctica de una buena idea sino de que el minideporte representa la mala idea de fijar las
reglas antes de tiempo.
Aún en la adolescencia, es preciso observar ciertos recaudos en las prácticas deportivas. No únicamente en relación a los cuidados orgánicos, sino también a los recaudos vinculados
con aspectos psíquicos, sociales y morales, y a las precauciones que hay que tomar para evitar cualquier estandarización y estereotipia en la motricidad personal.
Es indispensable construir un deporte escolar, no necesariamente igual al deporte de las federaciones deportivas; un deporte que puede establecer sus propias reglas, sus propias
formas. Hasta aquí –como señala Bracht- hemos tenido al deporte en la escuela; es preciso construir un deporte de la escuela.
La enseñanza de los deportes tal cual son no es suficiente en educación. Para superar la mera instrucción y la mera maestría técnica (incluso para formar deportistas talentosos y
no meros ejecutores de destrezas técnicas y sistemas tácticos), no basta con tomar ciertas precauciones; hay que pensar formas de adaptar las prácticas deportivas a los fines y
problemas de la educación.
Como lo reconocen los CBC, la principal virtud educativa del deporte reside en su carácter de juego y en las exigencias que plantea a la capacidad de adaptarse a situaciones
cambiantes y nuevas. Si se impide su vivencia y percepción como totalidad dinámica, como figuración móvil, en cuyo contexto, y sólo en cuyo contexto, puede construirse la
inteligencia del juego; si se lo reduce a sus aspectos técnicos o se lo fija en el modelo de las federaciones, el deporte pierde tanto su potencia pedagógica cuanto su interés para
los adolescentes.
Pretendemos que todos nuestros alumnos practiquen deportes. Pero el interés de los adolescentes y jóvenes por los deportes no es generalizado ni indiscriminado; obedece a
motivos y significaciones personales y familiares, con sus historias particulares, con las tradiciones sociales y regionales, etc.
Si se quiere que las alumnas y los alumnos encuentren una práctica deportiva de su interés y se vinculen a ella, la oferta deportiva escolar debería contemplar estas idiosincrasias
locales y regionales, así como los intereses y posibilidades institucionales, y las elecciones individuales y grupales.
Los CBC de Educación Física proponen una práctica deportiva pero también un conocimiento de las prácticas deportivas; por eso seleccionan contenidos relacionados con las
prácticas deportivas institucionalizadas y no institucionalizadas.
Es preciso pensar que muchos alumnos y alumnas probablemente no se vinculen con una práctica activa del deporte, sino como espectadores o dirigentes, o como futuros padres
de hijos deportistas.
Al lado de los contenidos relacionados con la lógica de los deportes, sus técnicas, tácticas y estrategias, los beneficios y perjuicios de su práctica en relación con la salud, la higiene,
las prevenciones y cuidados, deben aparecer otros relacionados con el comportamiento de los deportistas y, también, con el de los árbitros, los espectadores, las instituciones
deportivas.
Es probable que algunos alumnos y alumnas (no importa si pocos) practiquen deportes en forma institucionalizada y otros lo hagan en forma recreativa. Esto justifica la inclusión
de contenidos referidos a los compromisos corporales, motores, psíquicos, sociales, que una y otra forma –tanto en los deportes individuales y de conjunto, de habilidades abiertas
y cerradas- imponen a los deportistas, a los entrenamientos correspondientes, a las diferencias y analogías entre equipo y grupo, etc.
LA GIMNASIA
¿Qué es la gimnasia?
Puede decirse que gimnasia es todo ejercicio o movimiento instrumentado con intención de mejorar la relación de los hombres y las mujeres con su cuerpo, su movimiento, el medio
y los demás. La gimnasia constituye una configuración de movimiento distinta del juego, del deporte, de la danza, del trabajo. Sin embargo contribuye al mejoramiento de todas
estas formas de movimiento y permite la corrección de problemas e insuficiencias corporales y motrices.
¿Cuales son las características de esta configuración de movimiento?
La gimnasia se caracteriza por su sistematicidad y por la posibilidad que ofrece de seleccionar actividades y ejercicios con fines determinados.
La gimnasia permite el aprendizaje sistemático e intencionado de movimientos vinculados con la formación corporal y motriz, tanto en sus aspectos instrumentales como expresivos;
con la salud, a través del desarrollo de capacidades orgánicas y musculares, perceptivas y motrices; con la socialización, en la medida en que “el otro” sea valorado en las clases;
y con lo intelectual y lo emocional, si se permite o promueve la aparición de la inventiva y la creatividad en la construcción de posibilidades de estar con el propio cuerpo en el
mundo.
¿Cómo evolucionó la gimnasia hasta constituirse en esto que hoy conocemos?
La gimnasia es la configuración de movimiento que -junto con el juego- primero aparece en la historia de la educación física en Occidente. Desde las culturas helénicas, ligada al
saber médico, a la religión, a la guerra, a la paz, a la expresión, a la supervivencia, la gimnasia ha estado presente en las distintas sociedades con el objetivo de contribuir a resolver
problemas corporales y a mejorar la relación de los hombres con el medio, donde la motricidad se exterioriza, y con los demás, que otorgan sentido a las acciones.
Obviamente, en las distintas épocas, sus maneras de contribuir a resolver esos problemas y a mejorar esas relaciones, han sido distintas, en función de las distintas concepciones
de cuerpo y las convenciones que han regido las relaciones con el propio cuerpo y las relaciones corporales con los demás, así como del progreso del conocimiento.
¿Qué tratamiento debería hacerse de la gimnasia en la escuela?
El concepto de gimnasia expresado antes considera la amplitud, riqueza y variabilidad de movimientos como principio básico que hay que respetar, por la contribución que este
principio hace a la “disponibilidad corporal”, que plantean los CBC, entendida como la posibilidad de ajustar la actuación corporal a situaciones diversas y cambiantes.
Debemos considerar tres direcciones centrales en la construcción de una gimnasia escolar. Todas ellas aspiran a proponer un verdadero modelo de aprendizaje del cuerpo y el
movimiento y a través de ellos. Esas tres orientaciones son: el aprendizaje del propio cuerpo, el de la postura, las habilidades y las destrezas, y el de las capacidades
corporales y orgánicas (no sólo de las formas de entrenarlas), todas las cuales confluyen en un propósito principal: construir una relación inteligente con el propio
cuerpo en la acción (cualquiera sea).
¿Cómo puede diseñarse una propuesta de gimnasia en el Tercer Ciclo de la EGB?
La educación física debe aportar material para la construcción de la relación con el propio cuerpo.
La gimnasia es un instrumento poderoso en este sentido. Dadas sus posibilidades de organizar el movimiento de un modo sistemático e intencional, puede ponerlo inmediatamente
al servicio de la construcción de la relación con el cuerpo.
La sistematización del movimiento, si se quiere contribuir a esa construcción, no puede hacerse por fuera de los intereses y posibilidades de los sujetos a los que se pretende
ayudar. Una propuesta de gimnasia para el Tercer Ciclo de la EGB tiene que tener diferencias con una propuesta para los ciclos anteriores.
Las propuestas de gimnasia escolar, más que seguir un sistema de gimnasia u otro, deberían realizar una síntesis, permitirse tomar y sistematizar los movimientos que resulten
significativos según los propósitos que persigamos. Así se aproximarían mejor a los intereses y necesidades de nuestros alumnos y alumnas.
En la pubertad, el cuerpo y el movimiento sufren cambios decisivos, y es difícil relacionarse con un cuerpo -y a través de un cuerpo- que cambia. Pero la posición de cada uno de
nuestros alumnos ante estos cambios es igualmente decisiva para su vida presente y futura. Tanto los movimientos que utilicemos como las formas de sistematizarlos debieran
tender a acompañar este proceso en el cual nuestros alumnos y alumnas comienzan a convertirse en adultos.
Es posible instrumentar cualquier movimiento que facilite el aprendizaje del cuerpo, de la postura, de las habilidades y destrezas, y de las capacidades corporales y orgánicas, a
condición de que lo hagamos significativamente, es decir, contemplando los modos de actuar y de apropiarse de la actividad de nuestros alumnos y alumnas adolescentes, los
saberes previos y los mecanismos intelectuales de que disponen, los trabajos psíquicos que los ocupan, sus modos de relación, sus maneras de significar, sus códigos, sus
convenciones.
En cuanto a cómo sistematizar los movimientos, deberíamos considerar simultáneamente distintos criterios.
Por un lado, los fundamentos fisiológicos que rigen el entrenamiento saludable de las capacidades orgánicas y musculares.
Por el otro, los principios que contribuyen a lograr movimientos progresivamente más eficaces y económicos (fluidez, ritmo, armonía, precisión, dinamismo), y las técnicas
que favorecen la conciencia del cuerpo, la regulación del tono y de las sinergias musculares, la depuración de las técnicas de movimiento y de las posturas que les sirven de
referencia.
También habría que considerar las cuestiones didácticas que se ponen en juego en las situaciones de enseñanza con estos alumnos en particular, así como los contextos
económicos, sociales y culturales en que la propuesta de gimnasia se desarrolla.
Este trabajo en el plano corporal y motriz debería considerar la significación que el cuerpo y el movimiento adquieren en esta etapa para cada uno y para los otros, contemplar la
singularidad de la relación que cada alumno y alumna ha podido construir con su cuerpo y la singularidad de la relación que puede construir con nosotros. En pocas palabras,
debería esforzarse por considerar al sujeto que habita ese cuerpo y ayudar a que lo habite.