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The Second Mutation
The Second Mutation
Erik x Charles.
Contiene mpreg y final feliz.
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Disclaimer
X-men es propiedad de Marvel Comics
Fuente
Slasheaven.com
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The Second Mutation by Midhiel
Capítulo 1: El Reencuentro
En Sabah Nur había acabado con el mundo entero. Todo se había reducido al
caos y a la destrucción. Finalmente los X-Men lo habían vencido y hecho
desaparecer de la faz de la Tierra. Cuando subían al jet, Charles continuaba
mareado pero orgulloso de haber completado la misión. Erik Lehnsherr, en
cambio, estaba desolado. No era para menos. En cuestión de días había perdido
para siempre a su familia adorada y él había contribuido a la destrucción y
muerte de millones en el planeta. Había cambiado de bando, sí, pero a última
hora cuando el daño mundial ya era irreparable.
Sin nadie por quien vivir o luchar, Magneto se sentó con su casco en mano sobre
una roca del devastado paisaje para ver a los X-Men abandonar lo que quedaba
de El Cairo. Charles era transportado por Beast al interior de la nave. Entonces,
volteó hacia él con esa mirada comprensiva que tenía para con los desvalidos.
− Sube con nosotros, Erik – y añadió con una sonrisa -. Por favor.
Erik lo miró intrigado. ¿En serio quería que lo acompañara después de lo que
había hecho y le había hecho a él personalmente al secuestrarlo de la mansión y
a ayudar a En Sabah Nur para que le transfiriera la conciencia?
“No te guardo rencor, viejo amigo. Siempre supe que había bondad en ti y lo
demostraste. Perdiste mucho, demasiado. Hoy más que nunca necesitas de
nosotros.”
El telépata lo leyó.
− Por eso – respondió Charles en alto -. Ven con nosotros, ven conmigo, Erik.
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Los jóvenes se sentían inquietos con la presencia de los dos Jinetes: Magneto y
Ororo, pero especialmente con Magneto. Había estado a un paso de desatar el
Apocalipsis moviendo todo el metal del planeta. Pero confiaban en Charles
Xavier y como él había invitado a Erik, no emitieron opinión alguna durante la
travesía. Charles leía la confusión de sus pupilos y varias veces les sonrió
paternalmente para demostrarles que no había nada que temer.
Charles le respondía con una sonrisa suave. Erik lo notó y a pesar de estar
anímicamente destruido, sintió celos. Es que él y Charles sí habían tenido un
romance veinte años atrás. Había sido una relación íntima, secreta, sexualmente
ardiente y marcada por el respeto y el cariño hasta su separación en la playa de
Cuba. Una década después volvieron a encontrarse cuando Charles lo rescató de
la celda del pentágono y, después de discutir, hicieron el amor en el avión
privado mientras Logan dormía y Hank estaba encerrado en la cabina. Más tarde
se separaron y no se habían vuelto a ver hasta ahora.
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Magneto y Jean Grey reconstruyeron la mansión respetando hasta el último
detalle. El tatarabuelo de Charles, que la había fundado, podía sentirse orgulloso
desde donde estuviera.
Por la noche Erik entró en el estudio donde yacía el juego de ajedrez y se sentó
en uno de los sillones. Charles ingresó y lo encontró observando las piezas,
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− Tú empiezas – invitó.
− Sabes que tenía una esposa y una hija – contestó con un dolor profundo -. Mi
esposa era un ángel, tan comprensiva como tú, Charles. Si hubiera sido mutante
su don habría sido la empatía como el tuyo.
Charles se mordió el labio. “¡Dios mío!” pensó. “Eligió una mujer parecida a mí.”
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Llevado por el momento, Charles lo besó. Erik quedó aturdido pero no opuso
resistencia. Abrió la boca invitándolo a explorarla. El sabor, la lengua, los dientes,
conocían cada rincón del otro. Siguieron masajes descontrolados en las espaldas,
caricias en los brazos, en los pechos y en las cinturas hasta llegar a los cinturones
y, más abajo, a las cremalleras. Ambos, sincronizados en tiempo y movimiento,
desbrocharon el botón del otro y bajaron el cierre.
− ¿Tu habitación o la mía? – preguntó Erik como lo hacía veinte años atrás cada
vez que se amaban en la misma mansión.
Finalmente el orgasmo los sacudió. La vista se les nubló y un temblor de gozo los
inundó de pies a cabeza. Sintieron que se llenaban y vaciaban al mismo tiempo.
Erik liberó su semiente dentro de Charles y este, la suya afuera. Continuaron por
un momento sudorosos y palpitantes. Poco a poco los jadeos se fueron apagando.
Riendo, Erik se echó de espaldas en el pequeño espacio libre del sofá y Charles
se movió con un reflejo rápido para darle lugar. Se abrazaron cómplices y felices.
Charles apoyó la cabeza sobre su torso desnudo con el oído encima de su corazón.
Su palpitar le pareció el sonido más gratificante. Erik lo envolvió en sus brazos y
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se acurrucó contra él, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo. Era una
sensación cálida y placentera. No se dijeron nada y por un rato los dos se
complacieron en sentir solo la respiración del otro. Parecía que el tiempo hubiera
volado veinte años atrás cuando se amaban con la inocencia que solo da la
juventud. Nunca habían dejado de hacerlo pero ahora la situación de cada uno
los obligaba a transitar diferentes caminos. ¿Podían darse una oportunidad y
reiniciar el romance?
Erik cerró los ojos. Charles sintió la mezcla de sus emociones y pensamientos:
había decidido no permanecer en Westchester porque necesitaba volver a pelear
por su causa. Los dos buscaban lo mismo: proteger a sus hermanos mutantes y
guiarlos para que se convirtieran en personas libres y orgullosas de ser quienes
eran, pero mientras que Charles quería integrarlos a la sociedad por medio de su
escuela, Erik anhelaba crear una exclusiva de mutantes, que se rigiera por leyes
superiores a las de los humanos. Su corazón le clamaba que permaneciera en la
mansión pero su espíritu combativo le exigía salir de allí para ir a luchar por sus
ideales. Se amaban pero no podían permanecer juntos. Una ironía del destino que
Charles tenía que aceptar y que solo podía lograrlo si aceptaba a Erik tal cual era.
− Lo sé, Charles.
Erik lo acunó en sus brazos mientras dejaba los labios posados sobre su cabeza.
Él también lo amaba y todo su ser le suplicaba que permaneciera a su lado para
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ser feliz. Charles era la única persona que podía hacerlo dichoso. Pero la felicidad
no le importaba a Erik después de haber perdido a Nina. Ahora le importaba
defender la causa mutante como se había prometido en su juventud cuando él y
Charles estaban juntos y creían que podían revolucionar el mundo.
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Capítulo 2: Aceptar
Como lo habían acordado la noche anterior, Erik se dispuso a marcharse. Bajó al
sótano donde Charles estaba de traje y corbata supervisando el entrenamiento
que Mystique y Beast les daban a los jóvenes, para despedirse.
Para Charles fue doloroso decirle adiós. Era un idealista pero también un realista
que sabía que no podía someter a la persona de la que estaba enamorado a tener
su propia visión y sus mismos ideales si no los compartían. Lo dejó marcharse
sin influir en su mente porque lo amaba.
Por su parte, Erik sufría el peso de una misión que él mismo se había impuesto
como un mecanismo para lidiar con la muerte de Nina. Sentía que le había fallado
al no protegerla del flechazo. Su fallecimiento había sido un accidente pero la
culpa lo consumía. Así que decidió viajar lejos en un intento desesperado por
sanar.
La tarde del día que Erik partió, Charles discutía con Mystique los pasos a seguir
para un mejor entrenamiento de los jóvenes en su estudio, cuando Hank los
interrumpió para avisarle que Moira había llegado de sorpresa.
− Voy a recibirla aquí – decidió Charles -. Tráela, Hank, por favor. Raven,
platicaremos luego.
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Moira entró más tarde vestida formalmente con un traje oscuro y tacones. Venía
directamente de la oficina de la CIA. Charles la invitó a sentarse y se alejó del
escritorio para acercarse a ella y así crear un ambiente más distendido.
− Ya sé que suena impulsivo pero han pasado veinte años. Además estoy sola
aquí en Nueva York. Mi ex marido ahora vive en Chicago y mi hijo estudia allí.
− Moira – trató de sonar lo más suave posible -. En otra ocasión, créeme que me
hubiera sentido dichoso. Me siento halagado, eso sí. Pero no voy a engañarte. Te
guardo un cariño enorme pero hay alguien más a quien debo olvidar si quiero
hacerte feliz.
Moira suspiró.
Charles permaneció en silencio un rato y, luego, la miró fijo a los ojos para
responderle.
− No estás preparado para eso y te entiendo –terminó Moira con una sonrisa
comprensiva.
Charles le sonrió también. Iba a entrar en su mente para sentir cuáles eran
realmente sus emociones y proyectos pero aún le dolía el haberle borrado la
memoria y prefirió confiar en ella. Al fin y al cabo, Moira MacTaggert era una
persona inteligente y madura que sabía lo que quería y si se sentía sola y
extrañaba a su hijo, el ambiente cálido y bullicioso de Westchester podría
ayudarla a sobrellevar la pena.
Charles no pegó el ojo en toda la noche pensando en Erik que había partido, y
Moira que se alojaba bajo su mismo techo. Casi al alba consiguió dormitar un rato
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La paciencia y la discreción eran dos de las virtudes de Moira. No importunaba
a Charles ni la quitó su espacio, solo vivía en la mansión el tiempo que no
trabajaba, y esperó a que el telépata la buscara para estar juntos.
Charles sentía que su corazón le pertenecía a Erik pero era consciente de que
estaba lejos y de que no iba a regresar. Merecía darse la oportunidad de disfrutar
de la vida con alguien. Una semana después de su llegada, Charles invitó a Moira
a cenar. Se divirtieron contándose anécdotas y así Charles descubrió que era una
agente prestigiosa que estaba haciendo carrera y llevaba años teniendo acceso a
documentos secretos referidos a sucesos paranormales. Por este medio había
dado con la secta adoradora de En Sabah Nur y conocía del gen x casi tanto como
Charles. Al regresar a Westchester, antes de salir del coche, Moira apagó el motor
y él la besó. Sus labios no sabían a Erik ni tenían su pasión posesiva y cariñosa,
pero Charles necesitaba olvidarlo y Moira estaba dispuesta a ayudarlo a hacerlo.
Charles había estado antes con otras mujeres. En la universidad se había ganado
la fama de un seductor exitoso. Pero jamás había engañado a ninguna y no quería
hacerlo con Moira. Por eso esperó dos semanas para tener sexo con ella. Entonces,
recién la relación entró en el terreno formal. Hank se sintió contento y los jóvenes
también, especialmente Jean y Scott que estaban descubriendo lo que era el
romance. Solo Raven los observaba con recelo, no porque no confiara en los dos,
sino porque sabía lo que Erik significaba para Charles y no se convencía de que
Moira pudiera sanarlo.
Dos meses después de su partida, el telépata comenzó a sufrir náuseas por las
mañanas y, en varias ocasiones más, la voz de En Sabah Nur volvió a despertarlo
por las noches. Se preocupó y dudó el haberlo destruido. Pensó indagar para ver
si Jean percibía algo también pero no quería asustarla.
Una mañana despertó y junto con las náuseas le llegó una sensación extraña
dentro del vientre. Primero creyó que formaba parte de su malestar pero después
percibió que se trataba de una materia, que se estaba alojando en su cuerpo. Cerró
los ojos para concentrarse y vio células diminutas generándose y manchas de luz.
Centró más la atención y se dio cuenta de que de las manchas emanaba vida.
Era imposible. Él era un hombre. Pero recordó que en los estudios avanzados de
genética mutante se planteaba la posibilidad de que en un futuro, los hombres
pudieran engendrar, como un paso más de la evolución. Excitado, esperó a
sentirse mejor para salir de la cama y dirigirse derecho a la biblioteca. Encontró
allí a Hank, que leía unos libros para preparar su clase. El joven se sorprendió al
verlo a esa hora, en ese lugar, todavía con el pijama puesto.
− Buenos días – contestó Hank, y dejó de leer para observarlo -. ¿Está todo bien?
− Por favor, Hank. Necesito que seas discreto – requirió. El joven asintió serio -.
Necesito que vayas a una farmacia y me traigas un test de embarazo.
− ¿Qué?
− Sé que suena absurdo – contestó Charles con calma -. Pero tengo que
comprobar algo.
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− Mira, es una posibilidad que se investiga desde hace años. Nunca se dio en la
realidad pero quiero descartarla.
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Después de la prueba de embarazo, Charles le pidió a Hank que le hiciera una de
sangre y otra de orina en el laboratorio y ahora observaba en la soledad de su
estudio los resultados.
Charles Xavier no lo podía creer pero la ciencia no comete errores y los datos eran
irrefutables. No sabía cómo había ocurrido pero estaba gestando una criatura. El
no saberlo es un decir porque recordaba perfectamente la noche que habían
disfrutado él y Erik un par de meses atrás. Claro que jamás había podido
imaginar que tuviera semejante consecuencia. Bueno, se acarició el vientre. Ya
estaba hecho. Tenía que indefectiblemente comunicarse con Magneto y platicar
con Moira.
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Suspiró mientras cerraba los ojos. Una criatura, un hijo de su propia carne. Sentía
un afecto especial por los niños y los jóvenes, de hecho, había llenado su casa con
ellos, los quería y los protegía. Pero un hijo suyo era algo que no se había
planteado hasta este momento.
Oyó golpes en la puerta y autorizó a pasar. Era Hank, que cargaba una charola
con una taza de té caliente y algunas galletas.
− Charles, si necesitas ayuda para lo que sea, sabes que me tienes, nos tienes
porque Raven te va a acompañar como yo. Si quieres que guarde el secreto, lo
guardaré – se acomodó el puente de las gafas -. Creo que deberías pensar en
algún especialista, ya sabes, mutante.
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− ¿Crees que esté todo el tiempo con su casco puesto? – inquirió Hank,
descreído.
Charles no dijo nada y su silencio lo dijo todo. Había intentado conectarse con él
varias veces en esa semana de su partida antes de decidirse a invitar a Moira a
cenar y besarla. De hecho, había decidido empezar una relación con ella porque
Erik había cortado todo lazo de comunicación con él.
Charles asintió.
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Esa noche, después de cenar y cuando los niños ya estaban en sus camas, se sentó
con Moira en una habitación a solas y le explicó el asunto. Moira quedó blanca
como una sábana y con toda lógica quiso refutar las pruebas. Pero la realidad era
irrebatible.
Charles la tomó de las manos y se las llevó a sus labios. Moira temblaba.
Charles estaba tan tenso que no quiso leerle la mente. Por eso no supo lo que ella
realmente pensaba de su embarazo masculino y de una criatura engendrada con
Erik Lehnsherr.
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Capítulo 3: Cuestión
Charles dudaba al entrar en la cámara para conectarse a Cerebro. Conocía
demasiado a Erik para darse cuenta de que su obstinado amante era capaz de
dormir con el casco puesto si no quería que lo encontrara. Pero no tenía más
opción que intentarlo porque su situación era apremiante. Se conectó a la
máquina, mientras pensaba que era una de las pocas veces que lo hacía
completamente solo, sin la compañía de Hank. Cerró los ojos para concentrarse
y cuando se conectó con las mentes mutantes, rastreó a Erik en cada rincón del
planeta. Aun antes de empezar, Charles presentía que sería una tarea inútil y no
se equivocó: la mente de Erik no podía encontrarse en ninguna parte.
Esperó a calmarse para alejarse de la máquina. Al salir de la cámara, con los ojos
enrojecidos pero ya sin llanto, se tocó el vientre por primera vez. Estaba plano
aun pero el solo pensar que allí se gestaba una nueva vida, lo hizo emocionarse.
Lloró otra vez, pero ahora de júbilo. Tan preocupado había estado con su
situación que no había tenido tiempo de maravillarse con la noticia. Se apretó el
abdomen con las dos manos y aunque todavía era muy temprano para sentir la
criatura, cerró los ojos para concentrarse y captar su presencia mentalmente. Allí
estaba, con las células generándose y la energía de las manchas de luz. Charles
se restregó los ojos, ya se sentía mejor. Tenía ganas de vivir, de soñar y de
prepararse para recibir a su hijo aunque Erik no pudiera presenciarlo.
Charles no notó que enfiló hacia su recámara sin quitarse la mano del vientre. De
a ratos se lo acariciaba y de a ratos solo la dejaba apoyaba allí. En su mente
continuaba sintiendo la vitalidad de las manchas y, sin darse cuenta, estableció
una conexión con la criatura.
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− ¡Dios! – suspiró y fue tan emocionante que detuvo la silla -. Tengo que
protegerlo. Siento la necesidad de cuidarlo, de resguardarlo, de luchar por él. No
puedo dejar que nada le suceda. Voy a entregar mi vida de ser necesario.
Recién entonces notó que no había retirado su mano del abdomen. Se hizo una
caricia rápida y siguió el viaje para llegar a su dormitorio. Estaba exhausto. En lo
único que pensaba era en su hijo y en darse un baño caliente. Al entrar se
encontró con Moira que ya se había vestido con un camisón de seda y estaba
sentada en la cama.
− Charles – musitó Moira y como lo que iba a decir era complicado, hizo silencio
y se miró las dedos -. No lo hemos discutido pero sabes cuál es la única solución.
Moira exhaló.
− Eres un hombre y por más evolucionado que seas, tu cuerpo no está preparado
para afrontar un embarazo. No existen especialistas que puedan ayudarte.
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− Debes abortar. . .
− No.
− Es necesario y vital que lo hagas – Moira le extendió las manos para que se
acercara y se las tomara pero Charles se mantuvo en su sitio -. Eres un científico
y sabes que eso no es un embrión, no en tu cuerpo masculino, sino un parásito.
Charles inhaló para sosegarse. Sin que ella lo notara, entró en su mente para
conocer qué estaba pensando. Vio confusión, ruido y mucho dolor. Se sentía
furiosa y ofendida. Furiosa porque Erik, sin buscarlo, había conseguido la
manera de continuar su vínculo con él y ofendida porque al fin de cuentas
Charles lo había elegido junto al bebé por encima de ella. En cuanto a la criatura,
la veía como un estorbo, una molestia que se había instalado para romper lo que
ella y Charles habían construido. Su presencia le producía desprecio. En su
mente, no debía haber existido y no tenía derecho a nacer.
− Solo te pedí tu apoyo, Moira. Solo tu apoyo. Puedo entender que sientas celos
por Erik. Lamento que tengas que sufrirlos pero lo amo.
Charles no se conmovió.
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− ¿No te das cuenta que es su hijo también? – suspiró y con esas palabras
resumió todo lo que sentía.
− Me apena que terminemos de esta manera, Moira – trató de hablar con calma
-. Te quiero y desde que te conocí me pareciste una persona excepcional. Pero los
celos que sientes te están encegueciendo y te hacen odiar a una criatura que no
tiene culpa de nada. Voy a seguir adelante hasta las últimas consecuencias. Soy
consciente de que puede ser peligroso. Sin embargo, es mi decisión y ya está
tomada. No voy a pedirte que me acompañes porque no estás en condiciones de
hacerlo.
Moira salió de la cama y se puso la bata que había dejado sobre una silla. Su
mirada era de dolor y bronca. Sentía que Charles no solo no comprendía el
peligro de su situación sino que no alcanzaba a comprenderla a ella, algo absurdo
en un psíquico.
− Moira, vete – soltó Charles, conteniéndose como nunca antes -. Tus insultos
están haciendo que te pierda la admiración que te tenía.
Moira estaba ofendida y triste. Había puesto mucho en esta relación y Erik le
producía una aversión terrible. Hacía veinte años había intentado ahogarla con
su collar y ahora le quitaba al hombre del que se había enamorado. Sin más que
añadir, se retiró a su propia recámara para preparar sus cosas y partir esa misma
noche.
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Charles fue hasta la cómoda y arrastró iracundo hasta el suelo todos los frascos
y cremas que Moira había dejado allí. Los vidrios quebraron y las sustancias se
esparcieron en el piso pulido de parqué. Estaba furioso. No solo por los insultos
de Moira sino porque tenía razón: era un hombre y su cuerpo podría atacar a la
criatura como si se tratara de un parásito o una infección. Además nada le
aseguraba que su embarazo concluyera bien.
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Capítulo 4: Ausencia
Charles estaba tan agotado que apenas se tranquilizó, prefirió meterse directo en
la cama sin ducharse y quedó dormido rápidamente.
Despertó temprano en la mañana por los golpes que daba Hank a su puerta. El
joven había visto partir a Moira en medio de la noche y auguraba que la plática
no había acabado en buenos términos. Entró portando una charola con un
desayuno saludable y nutritivo que Charles agradeció.
Hank lo miró compasivo. Imaginaba lo que su amigo tenía que estar sufriendo.
− Pero debo seguir adelante – continuó Charles con determinación y dejó fluir
su angustia -. Pensé que ella podría acompañarme. Es que esto es difícil.
− No, pienso que lo mejor es decírselo – decidió Charles -. Confío en ella tanto
como en ti. En cuanto a los jóvenes, sí considero conveniente que aguardemos un
tiempo más.
Hank asintió.
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− De ninguna manera, Charles – negó Hank enfático -. Nadie usó a nadie. Los
dos sabían lo que estaban haciendo aun antes de empezar la relación. Le dejaste
en claro desde el primer momento que no podías olvidarlo.
Charles decidió abrirse. Hank había sido su confidente por veinte años.
− Moira me dijo una verdad que no puedo negar. Este embarazo no es natural y
puede que no consiga llevarlo a término – y con tristeza se acarició el vientre.
− ¡Charles! – exclamó Hank asustado -. Por favor, lo que te haya dicho Moira, lo
que te haya hecho pensar no es la verdad. Tiene celos de Erik. Apostó a tu relación
y piensa que el bebé le arruinó los planes. No es una mala persona, solo se siente
despechada pero no puedes creerle. Escucha, el test fue contundente, los
exámenes que te hice también. No hay motivos para dudar: estás gestando un
hijo porque tu cuerpo se adaptó y puede hacerlo.
********
Raven se alegró más de lo que Hank había pensado por el bebé aunque a duras
penas disimuló la bronca que le producía la ausencia de Erik. Charles percibió
sus emociones pero guardó silencio. También él se sentía apesadumbrado por la
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actitud de su amante, entendía que hubiera decidido partir pero llevar el casco
puesto todo el tiempo le indicaba que no quería tener ningún contacto.
Entre los tres dispusieron mantener el secreto hasta que Charles pasara el primer
trimestre. No consideraron adecuado que los jóvenes lo supieran, más aun
cuando era poco y nada lo que conocían sobre un embarazo masculino.
Peter entró y se echó en el sofá. Trataba de aparentar que estaba relajado pero se
notaba a leguas su ansiedad por comunicar algo. Charles guardó
disimuladamente la foto de la ecografía en el cajón y se dispuso a escucharlo.
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Charles quiso reír. ¿Cómo se les había ocurrido guardar un secreto cuando la
persona más veloz del planeta vivía en la mansión? Sin embargo, pensó que su
risa podía interpretarse como burla y mantuvo la compostura para no lastimarlo.
− Claro – exclamó Peter con seguridad -. Es lo que he estado haciendo pero ese
no es el punto. El punto es que el otro padre es Magneto.
− Cierto – concordó Charles y cruzó las manos sobre el escritorio. Es que Peter
era ansioso y costaba seguirle el hilo a veces -. ¿Qué pasa con él?
Peter se echó hacia atrás en el sofá y miró hacia la pared. Le costaba decírselo
pero tenía que hacerlo. Ese era el motivo por el cual le había pedido platicar.
− Te va a parecer raro, espero que entiendas que yo no tuve nada que ver y que
no lo sabía hasta hace poco. Bien – juntó aire -. Magneto es mi padre, Charles.
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− Debería saberlo.
− Peter, quiero que sepas que aunque tu padre no esté ahora, me tienes a mí para
lo que necesites. Me gustaría – Charles hizo una pausa porque lo que iba a decir
le brotaba del corazón -. Me gustaría mucho que me dejaras que te quiera como
a un hijo.
Peter brincó del sofá y corrió a abrazarlo. Pocas personas habían sido tan cálidas
y afectuosas con él como Charles en ese momento. El telépata le devolvió el
abrazo y lo apretó con fuerza. Charles había perdido a su padre siendo niño y
había crecido con su madre y su padrastro. Conocía en carne propia la necesidad
que debía tener Peter de ser amado por una figura paterna. Si Erik no estaba, él
lo supliría y cuando volviera, continuaría queriéndolo igual.
********
Charles pasó el primer trimestre sin inconvenientes más allá de los cambios
esperables en su cuerpo. Durante la décimo tercera semana él con Raven y Hank
organizaron una reunión por la tarde con los jóvenes para darles la noticia. Peter
mantuvo su palabra y no había hablado con nadie así que fue una sorpresa para
todos. Se alegraron enormemente por Charles y lo felicitaron. Charles sintió el
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Una noche, cuando atravesaba la vigésimo sexta semana, tuvo un sueño raro. Se
encontró a sí mismo sin panza de pie en la sala principal de la mansión junto a
las escaleras. La habitación estaba a oscuras y apenas los rayos de luna se filtraban
a través de los vitrales. Se tocó extrañado el vientre y no percibió al bebé, además
lo tenía plano. En cambio sintió una energía poderosa que le abrasaba las
entrañas. Se apretó el abdomen y gritó de dolor.
− Charles.
− Charles.
La voz parecía provenir del techo y Charles miró hacia arriba mientras oprimía
los dientes para reprimir el malestar. Poco a poco el dolor disminuyó pero
continuó sintiendo la energía.
− ¡No! – gritó Charles y cayó de rodillas. Clavó la mirada en la oscuridad con los
ojos rojos de furia -. Fuiste acabado, fuiste destruido, fuiste eliminado. No hay
manera de que regreses al mundo. No puedes tocar a mi hijo. No lo permitiré.
¡Jamás! ¿Me oíste? ¡Jamás!
Charles quiso gritar pero estaba tan aterrorizado que no le salió la voz. En verdad
estaba paralizado por el miedo. Para aumentar su pánico, el vientre comenzó a
titilar con una luz radiante. Charles se lo apretó desesperado por detenerlo.
Luego abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba acostado en su cama con la
barriga hinchada por el embarazo avanzado. Se apretó el vientre y suspiró con
alivio al sentir que la criatura se movía con entusiasmo bajo su toque como otras
tantas veces. Pensó que todo había sido una pesadilla escalofriante, aunque
demasiado vívida para tratarse de un simple sueño.
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Capítulo 5: Explicación
Charles estuvo un buen rato aspirando el aire y acariciándose el vientre para
recuperarse de la pesadilla. Después salió de la cama y se metió en el baño para
asearse y bajar. Al salir del ascensor se topó con Hank, que estaba alterado.
Charles se cuestionó mentalmente por qué un día que comenzaba con una mala
pesadilla podía ponerse peor. Suspiró nuevamente para tranquilizarse y le pidió
a Hank que lo llevara hasta ella.
Moira los aguardaba en una de las salas vestida con su traje y la tarjeta
identificadora de la CIA. Al ver entrar a Charles, se levantó para acercársele y
extenderle la mano. Era un saludo demasiado formal para la relación que habían
tenido y Charles comprendió que con esa frialdad, trataba de poner distancia. Se
ubicaron junto a una mesa larga que ocupaba el centro del recinto. Ella había
puesto allí su maletín y sacó tres carpetas.
− Mira, Charles, por el afecto que te tengo vine a enseñarte esto antes de
mostrárselo a mis autoridades – dejó Moira en claro -. Este tiempo me dediqué a
continuar investigando a la secta de En Sabah Nur. Durante los últimos meses
los arqueólogos siguieron excavando dentro de la pirámide y hallaron nuevos
jeroglíficos, que explican más el alcance de sus poderes y brindan mayor detalle
de los pasos del ritual de transferencia.
Charles se interesó, aunque una parte de él no podía dejar de asociar esta noticia
con el sueño que había padecido.
− Cuentan detalles del ritual al que se sometió el último joven al que En Sabah
Nur le transfirió su mente. Se trataba de un noble egipcio, hijo del Sumo
Sacerdote de Amón y sobrino del Faraón, que nació con poderes mutantes. Podía
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leer las mentes de los demás aunque no tenía tu don de controlarlas. En Sabah
Nur se interesó en él y gracias a su amistad con el Faraón consiguió prepararlo
para la transferencia. Los traductores y lingüistas llevaron semanas leyendo un
pasaje en particular, que decía que la preparación había comenzado nueve lunas
antes, y llegaron a la conclusión de que En Sabah Nur le mutó el cuerpo,
exactamente el vientre, para darle la capacidad de concebir y gestar una criatura.
− ¿Estás diciendo que En Sabah Nur engendró un hijo con el joven al que le robó
el cuerpo? – se sorprendió Charles, tratando de reprimir con esfuerzo la repulsión
que le causaba la sola idea. Bueno, al menos con él solo había practicado el ritual
de la transferencia sin intentar nada más.
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Charles se acarició el vientre con la otra mano. Podía sentir que el niño se movía
con energía y era sano. Desde el primer momento solo pensó en la salud de la
criatura, no en la suya. ¿Qué tal si no sobrevivía al parto?
Moira cerró la carpeta y le apretó la mano que aun retenía entre la suya.
− Como te lo dije esa noche, esto es peligroso no solo para ti sino para el mundo
entero.
− Moira, no empieces …
Charles se apretó la cabeza. Odiaba afirmarlo pero Moira tenía razón y ahora su
pesadilla cobraba sentido. En Sabah Nur utilizaría a su hijo como medio para
regresar a la Tierra. Su bebé era el vástago de dos de los mutantes más poderosos.
¿Quién podía predecir el alcance de sus poderes?
− Charles – lo llamó Moira para que la escuchara -. Tengo que presentar este
informe a mis autoridades pero te daré un tiempo prudencial para que actúes.
Comienza a meditar lo que te dije para razonar que mi solución, la que te di esa
noche, es la correcta.
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− Sigues pensando que este embarazo es un capricho mío para seguir unido a
Erik, ¿cierto? – concluyó Charles la idea.
Moira no quiso contestarle y cerró los ojos. Ahora fue Charles quien le apretó la
mano para que le hiciera caso.
− Entiendo que te sientas dolida, puedo sentir tu tristeza – confesó con calma -.
No te preocupes, no voy a borrarte los recuerdos como esa vez. No es justo. Pero
te pido que confíes en mí, por favor.
− Te pido que investigues más, que me des más datos, que me tengas al tanto.
Tengo miedo, Moira. Pero no creo que el aborto sea la solución.
Moira quedó en silencio. Ella también era madre y ahora que lo veía en estado
avanzado, podía comprender el vínculo que Charles debía haber formado con la
criatura y la desesperación que lo embargaba. No podía extorsionarlo para que
abortara. No podía hacerle eso por más rencor que sintiera hacia Magneto.
Hank estaba en el recibidor y se sorprendió y alivió cuando vio que los dos salían
platicando amablemente. Era una excelente noticia. Charles necesitaba hacer las
paces con Moira para estar más tranquilo. Ella saludó a Hank y se despidió de
Charles con un beso en la mejilla. Luego agitó la mano y se dirigió hacia su coche,
que estaba estacionado afuera.
− Parece que volvieron a ser amigos – comentó Hank cuando el coche se alejaba.
− Entremos, Hank – pidió Charles, poniéndose serio -. Hay mucho que contarte.
********
Hank quedó entre estupefacto y consternado. Charles le contó de los sueños que
había tenido y del de la noche anterior especialmente, luego, le explicó con lujo
de detalles la información que le había traído Moira. No podían negar la realidad:
el feliz acontecimiento del parto podía convertirse en el regreso de En Sabah Nur.
− Hay algo que no cierra, Charles. Para poseer el cuerpo del niño, En Sabah Nur
tiene que contar con algo más que tu conexión. Una cosa es transferir su
conciencia y otra habitar un cuerpo. Tal vez necesite algo más para llevarla a
cabo.
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The Second Mutation by Midhiel
− Necesita un vínculo sanguíneo y lo tiene. Moira me dio el nombre del hijo que
engendró con ese joven, y que llegó a ser faraón: Osorkon V.
− Ajá.
− Pues bien, las raíces más antiguas de la familia Xavier se remontan al Antiguo
Egipto. Somos descendientes directos de ese faraón.
− Tendremos todos los ojos puestos en ti, Charles. Todo el tiempo. Confía en
nosotros. Ahora lo importante es informarnos.
− ¡Casi lo olvido! – suspiró Hank -. Tenía que llamar a la doctora Haller para
acordar tu cita para mañana. Veamos si esta vez podemos conocer el sexo.
36
The Second Mutation by Midhiel
********
Erik estaba dentro de un edificio milenario en un lugar remoto de África con otros
cinco mutantes. De pie, en lo que parecían las ruinas de una civilización antigua
olvidada, discutían la creación de un nuevo estado: Genosha. Tendría la
particularidad de estar compuesto pura y exclusivamente por mutantes, y regido
por leyes propias. Cualquier humano sería excluido y apenas unos pocos
conocerían su ubicación.
Cansado, Erik se retiró para respirar aire y se quitó el casco como lo hacía en muy
pocas ocasiones. Se sentó en lo que parecía una columna de piedra tumbada y,
sosteniendo el casco con las manos, cerró los ojos para recordar a Charles. Vaya
que lo extrañaba. Cada noche, cada día. Estaba formando un estado en memoria
de su hija y de su esposa, para que ningún humano tuviera jamás la osadía de
dañar a otro mutante. Su sueño era que todos, de cada rincón del planeta, viajaran
hasta allí para vivir en Genosha, el único sitio donde ser mutante sería motivo de
orgullo y no de discriminación. Cuando estuviera habitado, él mismo viajaría a
Westchester para invitar a Charles. Lo traería y le explicaría que allí tendría un
país entero de los suyos para enseñarles a aceptar y usar sus poderes. Ah, con
Charles, la vida sería perfecta. Él y Charles, allí, en Genosha, alejados de la
sociedad, viviendo el sueño de la supremacía mutante. Porque tarde o temprano
el telépata reconocería que eran superiores y que las leyes humanas no podían
aplicarse a su raza.
De igual manera, con un estado o sin él, Erik quería volver a verlo porque lo
extrañaba con locura.
“Hijo mío.”
Era una voz dentro de su cabeza. Erik se sobresaltó porque solo Charles le
hablaba mentalmente y esta no era su voz, sino la de En Sabah Nur.
“No temas, hijo mío. Vine para recompensarte porque de los cuatro tú eres el
discípulo que me ha sido más fiel. Engendraste al instrumento por medio del cual
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The Second Mutation by Midhiel
“Ya te lo dije, yo he tenido varios nombres: Elohim, Shen, Ra. Nací de la muerte
así que la destrucción no puede acabar conmigo. Yo soy la única respuesta a tus
sueños de supremacía, de dominio del mundo. No escapes más, Erik. Mira a tu
alrededor, mira más allá, quieres fundar un estado pero yo puedo ofrecerte todo
el mundo para que guíes a tu hijo, para que lo sientes en el Trono Supremo y
gobierne el planeta.”
“El hijo que engendraste y hace seis meses se está gestando en el vientre de
Charles Xavier. Será fuerte, será poderoso. Él lo dará a luz pero no sobrevivirá.
El niño sí y tú te encargarás de criarlo. Yo transferiré mi mente a su cuerpo apenas
haya nacido. Tú me protegerás, tú me guiarás, tú me sentarás en el Trono
Supremo. Tú, Erik Lehnsherr, Magneto.”
Erik brincó y se colocó el casco para no seguir oyendo. No podía ser, él lo había
visto con sus propios ojos: Jean Grey lo había reducido a cenizas con la ayuda de
todos. Además, Charles no podía estar preñado. Era absurdo. Si llevaba seis
meses, coincidía con la última vez que él había estado en Westchester y recordaba
que le había hecho el amor.
********
Charles salía con Hank al patio para dirigirse al coche, que el joven había
estacionado a pocos metros. Tenía una cita con la médica y estaba retrasado. De
repente, vio que los jóvenes y niños que estaban allí comenzaron a ponerse de pie
y a cuchichear entre ellos, mirando hacia el cielo.
− Mira.
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The Second Mutation by Midhiel
− Es él.
− ¿Cómo se llamaba?
Charles alzó la vista y vio que de entre las nubes, descendía una figura directo al
patio de la casa. Llevaba su traje morado, su capa y el casco puesto. En cuestión
de segundos, pisó el suelo empedrado con elegancia altiva. De esta manera, Erik
Lehnsherr se presentó en Westchester tras seis meses de ausencia.
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The Second Mutation by Midhiel
Capítulo 6: Encuentro
Erik observó a su alrededor con aire serio. Estudió a los jóvenes y niños, que lo
observaban con una mezcla de miedo y fascinación. Enseguida fijó su vista en
Charles y el vientre abultado le confirmó las palabras de En Sabah Nur. Estaba
tan aturdido que solo permaneció de pie, sin decir nada.
Charles condujo su silla hacia el estudio para tener privacidad. Erik caminaba
detrás de él. Mientras luchaba contra sus propias emociones para llegar a destino
sin chocar contra nada, el telépata iba recibiendo el torrente de pensamientos y
sentimientos de su amante, uno detrás del otro. Así descubrió que En Sabah Nur
se había comunicado con Magneto el día anterior y le había propuesto que criara
solo a su hijo para sentarlo en el Trono Supremo, que, por deducción, debía ser
aquel junto al altar dentro de la pirámide, en El Cairo. Erik sentía culpa por haber
cortado cualquier medio de comunicación en esos meses, y estaba feliz de verlo.
En cuanto a la criatura, sus sentimientos eran confusos: adoraba la idea de tener
otro hijo, le fascinaba que fuera compartido con Charles, y lo embargaba el deseo
protector de defenderlo de cualquier amenaza. Moriría antes que permitir que
En Sabah Nur o cualquiera osara tocarlo. Sin embargo, el telépata sintió desazón
al comprobar que ese monstruo le había dicho, además, que él no iba a sobrevivir
al parto. Las ideas de su muerte y de que tomara posesión del cuerpo del bebé
estaban llenando de angustia a Erik.
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The Second Mutation by Midhiel
− Infinitas – respondió Charles con calma, pero su voz sonó a reproche. Estaba
contento de tenerlo al fin con él y de que supiera de la criatura, pero no podía
reprimir lo que había sufrido con su ausencia -. Te necesité. Te necesité
demasiado.
Erik le tomó el rostro con ambas manos para observarlo, los dos tenían lágrimas.
− Fui un tonto – reconoció Magneto y esa no era una frase que pronunciara
fácilmente -. Esta vez fui más estúpido que obstinado. Perdóname, Charles. Aquí
estoy. Te preguntarás qué me hizo llegar pero – le estudió la expresión. Charles
bajó la mirada -. Me leíste la mente, ¿cierto? Sabes lo que sé.
− ¿El Sistema Solar entero? – bromeó Charles con una sonrisa que los distendió
-. Siempre fuiste melodramático pero creo que esto te supera.
Erik rio entre lágrimas y lo besó. Al principio despacio, pero cuando Charles
abrió la boca se fundieron en un abrazo y la pasión los encendió. El telépata podía
leer cuán culpable Magneto se sentía. Lo consternado que estaba y lo feliz por
volver a verlo y por la noticia del bebé. Al tener sus labios entre los suyos no
sentía ganas de reprocharle nada. De repente, sintió un movimiento brusco en el
vientre y soltó a Erik.
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The Second Mutation by Midhiel
Erik rio.
Erik quería besarlo y hacerle el amor allí mismo, pero se arrodilló y observó
fascinado el vientre. Charles le atrapó la mano para apretarla contra su piel.
Entonces, por primera vez los dos sintieron juntos cómo se movía y volvieron a
emocionarse hasta las lágrimas.
− Dos meses después de que te fueras – explicó Charles y se puso serio -. Fue
difícil al principio. No sabía qué pensar. Lo amé desde el primer instante pero no
sabía cómo podía haber pasado. Tuve miedo de que mi cuerpo no estuviera
preparado para llevarlo a término. Pero me hago un control estricto y todo parece
indicar que nacerá sano y completo.
− Sabes que no dejaré que nadie les haga daño, ni a ti ni a la criatura – enfatizó
Erik con determinación -. ¡Charles! ¿Cómo pude cerrarme así? Lo que debiste
haber pasado tú solo.
− Mira, ese monstruo nos asustó a ambos, pero no debemos pensar que vaya a
ocurrir – le apretó la mano para confortarlo. Erik lo miró intensamente -. Yo estoy
bien, estoy sano y el embarazo se desarrolla de manera normal. No hay nada que
temer. Vamos a disfrutar de este momento. Este niño es un regalo para los dos.
Charles rio.
− Eso significa que estás en buenas manos – concluyó Erik con alivio -. Te amo,
Charles.
Charles rio.
− Erik, ¿qué te está pasando? Me lo has repetido tantas veces desde que llegaste.
Estás más sentimental que de costumbre.
Charles sonrió. Erik se incorporó para besarle los labios de cuenta nueva. Estaban
juntos y estaban felices. Por un rato olvidaron los temores por un futuro, que
parecía tenebroso pero tenían que cambiar.
********
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The Second Mutation by Midhiel
Hank reprogramó la cita con la doctora Haller para la mañana siguiente. Charles
pasó la mañana con Erik enseñándole las cosas que estaban comprando para el
ajuar del bebé y las ecografías que guardaba. Comieron juntos y solos en la
recámara de Charles, y entre caricias y toqueteos, terminaron haciendo el amor
en la cama. Erik fue extremadamente cuidadoso y se dedicó a hacerlo gozar. Le
acarició y succionó el pene hasta llevarlo al orgasmo, y recién, entonces, se
preparó para penetrar en su cavidad. En el instante mismo en que lo cargó en
brazos para depositarlo en el colchón, Charles olvidó todo lo vivido con Moira.
Era como si el solo toque de Erik le hubiese borrado la memoria por completo.
Ese era el calor que él deseaba sentir y su cuerpo le había reclamado por medio
año.
********
Después de pasarse horas encerrados, salieron por la noche a tomar aire fresco
en el jardín. Charles entró más tarde y fue a la cocina a comer galletas de nuez,
que eran su antojo y Hank las acumulaba en la despensa. Allí se cruzó con Peter,
que estaba bebiendo un vaso de leche fría. Charles se acercó a la barra donde el
joven estaba sentado y se sirvió un poco de leche. Sin quererlo, sintió la ansiedad
que Peter trataba de disimular por el regreso de Magneto.
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The Second Mutation by Midhiel
− Cuando estés listo y quieras hacerlo, puedes hablar con él – sugirió el telépata
amablemente.
Peter llenó el vaso con más leche y le quitó una galleta de nuez.
− ¿Quién se supone que es tu padre, niño? – sonó la voz imperante de Erik a sus
espaldas.
Peter bajó la cabeza, tenía una mezcla de temor y nervios. Charles sintió pena y
quiso intervenir pero rápido entendió que era una cuestión en la que no debía
interponerse. Quiso alejarse de la barra, pero el joven lo miró desesperado
pidiéndole auxilio.
− Erik – llamó el telépata con suavidad -. Hay algo que Peter quiere decirte.
Charles le hizo un gesto para que lo abrazara. Erik dudó, era prácticamente nulo
el contacto que había tenido con él pero apenas extendió las manos, Peter lo
fundió en un cariñoso abrazo. El telépata miró a su amante con una sonrisa. Erik
le sonrió y apretó a su hijo.
− Ya tienes edad para beber – observó Erik. Peter asintió -. Hay cervezas en el
refrigerador. Saquemos algunas y vayamos al patio a platicar, ¿qué opinas? – le
apoyó la mano sobre el hombro de forma paternal -. Una charla de padre a hijo.
Peter sonrió.
− De acuerdo. Ah, pero aquí no hay alcohol por los niños. Espera – terminó la
frase y desapareció para aparecer con una caja llena de latas -. Ahora sí al patio,
papá.
Erik rio. En verdad sus hijos, Nina, el que Charles esperaba y Peter, todos, los
tres, eran especiales.
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The Second Mutation by Midhiel
Capítulo 7: Pesadilla
A la mañana siguiente, Charles y Erik fueron a la clínica para el control. Erik se
presentó ante la médica, mientras Charles se desvestía para el examen. Ella lo
revisó y comprobó que todo marchaba en orden. En el momento de la ecografía,
Haller se tuvo que excusar por unos minutos y los dejó solos.
− Me estuviste leyendo.
− No, Erik. Tus celos eran tan fuertes que me llegaron solos, podría decir que me
invadieron. Contrólate antes de que hagas vibrar los metales de la sala.
− ¡Erik, por favor! – cortó Charles. No sabía si llorar o echarse a reír -. ¿Crees que
encuentra atractivo a un hombre con un embarazo de seis meses y medio?
Charles rio.
Erik sacudió la cabeza. No había querido decir eso. Charles también lo sabía y
solo sonrió para dar por finalizado el altercado.
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The Second Mutation by Midhiel
La doctora regresó y le pidió a su paciente que se recostara como otras veces. Erik
se ubicó junto a él y le tomó la mano. Charles conocía el procedimiento de
memoria y ya el gel no lo molestaba y el cosquilleo de la máquina le era
insignificante. Erik retuvo la respiración en el instante mismo en que oyó los
latidos y Charles pudo sentir que el metal de la camilla vibraba suavemente.
− ¡Al fin, Charles! – exclamó Haller -. ¿Lo ves? ¿Lo notas? – miró a uno y otro
padre -. ¿Lo quieren saber? – ellos asintieron con la ansiedad pintada en los
rostros -. Es un niño.
Charles cerró los ojos y Erik le apretó más la mano. Enseguida los abrió y se
miraron felices y cómplices. Erik se inclinó para darle un beso.
********
Todo Westchester se alegró con la noticia. Raven consideraba que Erik se merecía
un buen escarmiento por el tiempo que se mantuvo ausente, pero los veía felices
a los dos como nunca habían estado antes. Erik y Charles sentían que nada de lo
que habían vivido juntos podía asemejarse a lo que estaban sintiendo con la
llegada del bebé. La expectativa y la ansiedad los consumían y no dejaban de
plantearse a quién de los dos se parecería más, o si sería una mezcla de ambos
padres. También estaba el tema del nombre que los llevaba a discusiones que
terminaban en risas. Las semanas pasaron y Charles entró en el séptimo mes de
embarazo. Fueron las dos semanas más dichosas y tranquilas. Con Erik a su lado,
disfrutaba cada instante y solo la sombra de En Sabah Nur empañaba su
felicidad. Aunque Erik le aseguraba que lo vencerían y Charles se convencía de
que sería así.
A pesar de los recelos de Magneto, los dos convinieron que lo mejor era
contactarse con Moira. Ella se mostró fría cuando se enteró de que Magneto había
regresado pero por su promesa y la situación de Charles, le acercó toda la
información que estaba recopilando sobre En Sabah Nur y su secta. Charles
aprendió que realizaban ceremonias secretas vestidos con ropajes y capuchas que
escondieran su identidad. También que entonaban cánticos en griego antiguo y
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The Second Mutation by Midhiel
que tenían un líder del que desconocían mayores datos. Magneto estaba de forma
constante cerca de Charles y listo para luchar cuando fuera necesario. Hank y
Mystique seguían entrenando a los jóvenes y, aunque no se lo decían, los
preparaban para una eventual pelea con En Sabah Nur.
Jean obedeció y dio algunos sorbos. De a poco, tras aspirar y exhalar aire varias
veces, fue recuperando la calma.
− Cuéntame tu sueño.
− No fue un sueño – declaró Jean, angustiada -. Sentí que era el futuro, lo que
nos espera. Vi a un niño de unos diez años sentado en un trono alto y dorado.
Desde allí miraba al mundo. Luego el niño se transformó en él. Su cara, su cuerpo,
todo él se convirtió en En Sabah Nur. El mundo se incendió y había muerte,
destrucción y mucho dolor. ¡Fue horrible! – se cubrió el rostro, llorando.
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The Second Mutation by Midhiel
Charles cerró los ojos y respiró hondo. No podía ser: primero se había
comunicado con él, luego con Erik y ahora a Jean le enseñaba el futuro que
planeaba.
Charles asintió.
− Lo hizo como contigo a través de los sueños – confesó Charles -. Está buscando
un portal, un medio para conseguirlo.
Charles asintió.
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Jean sintió y se recostó. Charles la cubrió con las sábanas y, después, salió de la
silla para sentarse a su lado en el colchón.
Jean obedeció.
Charles le apoyó el pulgar en la frente para enviarle paz y sosiego. Jean se fue
relajando de a poco y, pronto, quedó dormida. El telépata entró en su mente para
verificar que estuviera teniendo un sueño tranquilo. Regresó a su silla y
abandonó la recámara. Afuera lo aguardaban Hank y Erik, que se había acercado
más tarde.
Charles y Hank se mostraron de acuerdo con él. Los dos amantes regresaron a su
habitación, mientras que Hank enfilaba a la suya en dirección contraria. Al llegar
se metió cada uno en su lecho y trató de dormir.
− ¡Me lo quitó! – gritó, espantado y sin abrir los ojos -. En Sabah Nur me lo quitó.
¡Se llevó a nuestro hijo! ¡No está! ¡Vi cómo me lo arrancaba y se lo llevaba con él!
− ¡No! – aulló.
− Fue horrible – exclamó Charles, espantado -. Peor que la que tuve un mes atrás.
Estaba atado en esa especie de altar, dentro de la pirámide, y En Sabah Nur me
abrió el vientre y me quitó el niño. ¡Se lo llevó con él y yo no podía hacer nada!
− No – contestó Charles, cerrando los ojos. Tenía la cabeza apoyada justo sobre
el corazón de su amante y sus latidos lo estaban tranquilizando -. Ve con Peter.
Yo me quedaré aquí. Hank y Raven estarán alertas.
− Tú me necesitas también.
− Te necesito y te tengo aquí conmigo – adujo -. Sabes, me parece que tal vez la
idea de encontrar la dimensión donde está atrapado ahora sea la solución
adecuada. Déjame discutirlo con Hank. En cambio, tú sal con Peter. Necesitas
despejarte.
********
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The Second Mutation by Midhiel
Charles colgó el teléfono y se frotó la sien. Podría esperar a Erik pero recién
regresaría por la tarde y cansado de la salida. Llegó a la conclusión de que debía
ir solo y le pidió a Hank que lo llevara en coche hasta la clínica.
− ¿Estás seguro de que no quieres que entre contigo? – insistió Hank, mientras
iba conduciendo.
Hank asintió y no dijo más nada. Charles deseaba discutir con ella la
conveniencia de mantener relaciones sexuales en el último tiempo por el tamaño
de su vientre y la cercanía del parto. Lo ideal hubiera sido que Erik estuviese
presente pero no era así y necesitaba conversarlo.
Charles quiso responderle que estaba exhausto pero sintió una oscuridad que lo
envolvía y absorbía por completo. Solo escuchó que Haller exclamaba:
“¡Charles!” y no oyó ni sintió más nada.
********
Charles abrió los ojos. Estaba acostado boca arriba a lo largo de uno de los altares
y reconoció el techo de la cámara de la sala del ritual de transferencia. Era el
mismo de donde En Sabah Nur había hecho descender la pirámide dorada para
iniciar el rito. Miró hacia los costados y vio los jeroglíficos tallados en los muros,
el trono enorme que se alzaba a sus espaldas y las estatuas gigantescas de los
Cuatro Jinetes. Yacía en el mismo altar donde Archangel lo había depositado siete
meses atrás. Estaba dentro de la pirámide, estaba en El Cairo. Desesperado quiso
levantarse y notó que tenía las muñecas aferradas a los costados del cuerpo con
cerraduras de acero. Comenzó a moverse frenético e irguió el cuello para mirar
más allá pero su vientre abultado le tapaba la visión. La criatura seguía
durmiendo tranquila y podía percibir a través de sus ondas cerebrales que estaba
sana.
− Esto es una pesadilla – murmuró para sosegarse y cerró los ojos -. Todo está
bien. Estoy en Nueva York, en la clínica. Esto no es más que otra pesadilla.
Sin embargo, la intuición le decía que esta vez estaba viviendo la realidad. ¿Acaso
lo habían secuestrado? ¿Qué le había ocurrido exactamente? Abrió los ojos y vio
que ahora lo rodeaban personas con túnicas y capuchas carmesí. ¿Quiénes eran?
De inmediato recordó las fotografías que Moira le había enseñado una vez de los
participantes de la secta adoradora de Sabah Nur. Eran los mismos. ¿Qué le había
pasado? ¿Los miembros lo habían secuestrado? ¿Dónde estaba Hank? ¿Dónde
estaba la doctora Haller? Advirtió que una figura se acercaba vistiendo una
túnica dorada con jeroglíficos bordados. Se notaba que se trataba del líder. Llegó
hasta los pies del altar y se quitó la capucha.
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The Second Mutation by Midhiel
Capítulo 8: Revelación
− Tú – murmuró Charles sin poder creerlo -. Tú estuviste detrás de esto todo el
tiempo. Eres líder de esta secta. Tuviste acceso a mi cuerpo, a mi hijo, conocías
todo de mi embarazo. Podías controlarme, podías llevar registro – se mordió los
labios -. Es increíble. Preparabas a mi bebé para la transferencia.
− El niño continúa sedado – miró al padre -. Utilicé una dosis fuerte para
dormirte, por eso tu hijo no despierta aun. Pero lo hará pronto.
− Verás, Charles. En Sabah Nur nos prometió riquezas y poder a sus seguidores
y en esa clínica trabajan personas más devotas a él que sus propios Cuatro Jinetes.
Charles se sintió un estúpido. Era el psíquico más poderoso y había caído en las
redes de la secta sin darse cuenta. Es más, se podría decir que en su ignorancia se
había entregado y entregado a su hijo directamente. Entonces, notó que aunque
se hallaba rodeado de gente, no podía leer a nadie. Claro, En Sabah Nur estaba
utilizando su poder bloqueándolos a todos. Pero, ¿dónde estaba ese monstruo?
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The Second Mutation by Midhiel
Charles sacudió la cabeza. No podía creer que ese monstruo los hubiera
manipulado tan bien.
Haller se volvió hacia los demás miembros con los brazos en alto. Estos se
arrodillaron y comenzaron a entonar cantos en griego antiguo. Charles conocía
la lengua y comprendió que estaban llamando a En Sabah Nur. Desesperado,
trató de liberar las muñecas pero el acero era demasiado ancho y estaba
encastrado en el granito del altar.
********
Hank bebió un café en la cafetería de la clínica y volvió a la puerta del consultorio
para esperar a Charles. Esperó una hora, media más y cerca de la segunda,
decidió golpear. Nadie respondió. Asustado, entró y se encontró con la sala vacía.
Había un aroma particular, que captó enseguida gracias al olfato altamente
desarrollado con el que contaba por su mutación. Era soporífero.
De inmediato salió, cerrando la puerta para que no contaminara el resto del lugar.
Miró hacia ambos lados del pasillo y comenzó a agitarse más y más. Sentía que
la bestia le surgía desde adentro y corrió desesperado por las escaleras hacia el
subsuelo. A medida que descendía, su cuerpo se fue transformando y cuando
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The Second Mutation by Midhiel
Se enredaron en una pelea intensa. Entre golpes y saltos, Psylocke, que tenía sus
poderes intensificados gracias a En Sabah Nur, consiguió enredarle la soga al
cuello. Beast sintió que se ahogaba y se sacudía frenéticamente para zafarse.
Finalmente se liberó y cayó al piso en cuatro patas. Al alzar la cabeza, vio que
Psylocke había desaparecido.
Corrió por toda la clínica brincando como un lobo salvaje. La gente se alejaba
espantada al verlo pasar. Cerca del estacionamiento, encontró un teléfono
público y llamó a Westchester.
********
Padre e hijo habían planeado regresar por la tarde pero Erik decidió que
volvieran ya al mediodía para no estar lejos de Charles por tanto tiempo. No es
que no confiara en Hank o en Raven. Sin embargo, la pesadilla de la noche
anterior lo había dejado preocupado, además del sueño premonitorio de Jean. No
eran asuntos para tomarlos a la ligera. Bajaban los dos del coche cuando vieron
que Raven se les acercaba corriendo. La joven vivía en la mansión bajo su forma
natural, orgullosa de ser mutante.
Erik se puso pálido. Peter notó que el coche entero comenzó a vibrar y los
tornillos de metal de las ruedas giraban para salir.
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Ella también estaba pensando en Beast. Cuando por accidente, la bala que
disparara Moira había dejado lisiado a Charles, Erik había intentado ahorcarla
allí mismo. ¿Qué haría ahora con Hank, que había dejado que lo secuestraran en
sus narices? Bueno, al menos Hank era Beast y sabría defenderse.
********
− ¿Puedes sentirlo, Charles? – preguntó Haller cuando hubieron acabado de
cantar -. ¿Puedes sentir la presencia de nuestro amo? – suspiró, extasiada -. Es
poderoso, es omnipotente, es invencible.
Charles descubrió que sí estaba sintiendo un calor en la piel, que iba entrando
por sus poros para penetrar en su interior. Era particular, intenso sin ser
abrasador, y parecía que estaba vivo. Más desesperado, se sacudió inútilmente
para soltarse.
− Lo sientes. Solo tú puedes acceder a ese honor. Es por la conexión que tienes
con él. Nunca se cortó, ¿lo sabías? Todo este tiempo, durante todo el embarazo,
seguiste conectado a él.
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The Second Mutation by Midhiel
En ese instante el niño despertó en sus entrañas y comenzó a moverse con fuerza.
Charles entendió que sentía el calor y se estaba defendiendo.
− Es inútil, Charles. No puedes vencerlo. Luchar así solo te roba fuerzas y las
necesitarás porque lo que nuestro amo está haciendo es simplemente acelerar tu
embarazo – le apoyó la mano en el vientre. Charles sentía que toda esa energía
comenzaba a concentrarse allí -. El niño necesita desarrollarse y en cuestión de horas
estará listo para que lo des a luz. Mi consejo es que te tranquilices y no cometas el
error de ese joven milenios atrás. No puedes luchar contra él, no puedes luchar
contra una divinidad.
Capítulo 9: El viaje
Moira se sirvió una copa de vino y se sentó junto a su escritorio en la comodidad
de su departamento para leer con más atención los últimos informes. A mitad de
la lectura, la interrumpió el timbre de la puerta. Abrió y se encontró con la última
persona que esperaba que la visitara.
Sin reponerse de la sorpresa, Moira asintió y con lo que estaba leyendo, entendió
el sentido de la visita. También se asustó.
− Fue secuestrado en el consultorio de su obstetra, por eso estoy aquí – soltó Erik
y entró. Con una mirada rápida, observó cada detalle del departamento: era
prolijo y sencillo, describiendo a la perfección a su propietaria -. Vengo a buscar
cualquier información que tengas.
− Justamente hace unas horas recibimos una señal proveniente del centro de la
ciudad de El Cairo – abrió una carpeta y le enseñó el mapa, que marcaba la zona
-. En el mismo sitio donde En Sabah Nur reconstruyó su pirámide, se liberó una
cantidad inusitada de energía compatible con la explosión de una bomba
atómica. Un físico investigó y llegó a la conclusión de que proviene de una fuente
desconocida.
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− ¿Mujer con ropajes extraños de cuero, que podía salir de la nada? – repitió Erik
y lo pensó -. Conozco a alguien con esa descripción. Tiene la capacidad de viajar
de un espacio a otro en cuestión de segundos.
− ¿Cómo un teletransportador?
Erik se echó en la silla más cercana. Conocía a esa mujer porque era una de los
cinco mutantes que lo habían acompañado en África y había cooperado para la
creación de Genosha. Hacía ya casi dos meses que los había abandonado para
ayudar a Charles. Ahora se preguntaba si En Sabah Nur no habría aprovechado
la soledad y sus ansias de supremacía para convencerlos de apoyarlo. Si así lo
era, una vez más, Magneto tendría la culpa de las desventuras de Charles. Sin
quererlo, pero serían sus acciones las que hubieran provocado los problemas.
− Tiene sentido – suspiró Erik y se echó hacia atrás. Primero su esposa y su hija,
ahora Charles y su hijo. Todos lastimados por su culpa. Quiso gritar de furia pero
entendió que no era momento de perder los estribos -. Necesito esas carpetas –
ordenó más que pedir -, también toda la información sobre la secta, ya sé que se
lo explicaste a Charles pero la necesito ahora para explicárselo a los demás.
Moira le entregó las carpetas y fue hasta su escritorio a buscar otras. Cuando se
las dio, le dejó en claro.
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Moira deseaba plantarle una bofetada por el intento de asfixia, por Charles,
porque eligió a Erik por encima de ella y especialmente porque el telépata nunca
podría ser suyo. Estaba tan furiosa que fue del deseo al hecho.
− Debes aprender que no puedes retener lo que es libre. Uno puede enamorarse
de alguien pero no puede obligar a esa persona a que lo ame a uno.
Moira le levantó otra vez el brazo pero Erik se lo atajó con un reflejo veloz.
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Moira quedó tan aturdida que recién volteó hacia la puerta cuando Magneto la
hubo cerrado.
Erik sintió lástima. Entendía que le había pegado por despecho puro ya que
Charles lo amaba a él. Ese golpe certero resumía la frustración de Moira y lo
mucho que le costaba superarla. No le perdonaba el haberle sugerido el aborto al
telépata para luego abandonarlo pero sí podía comprenderla.
Magneto subió al ascensor rumbo a la azotea por donde había llegado. Se frotó
la mandíbula un par de veces más y sonrió. Charles provocaba esas pasiones.
Pero pronto la sonrisa se le disipó al pensar en la mujer mutante que lo había
trasladado al Cairo. Al abandonar Westchester la última vez, había viajado al
África con otros cinco mutantes más, que se le habían acercado por su fama
adquirida diez años atrás con su discurso en Washington. Eran tres hombres y
dos mujeres. Jóvenes un poco mayores que los estudiantes que convivían en la
mansión. Él los había guiado y aconsejado para el surgimiento de Genosha.
Después, apenas se enterara de que Charles corría peligro y podía estar
esperando un hijo suyo, los había abandonado para regresar a Nueva York. No
había sabido más de ellos y ahora se enteraba de que En Sabah Nur los había
buscado. Erik se daba cuenta de que no le debía haber costado reclutarlos porque
estaban orgullosos de su condición de mutantes y confiaban en la supremacía
que el mismo Magneto pregonaba. No tendría que haber perdido contacto con
ellos. Como tampoco debía haber dejado solo a Charles por seis meses. Las
puertas del ascensor se abrieron y Erik respiró el aire frío de la azotea antes de
emprender el regreso a la mansión.
********
Hank era una persona que reconocía cuando cometía un error y asumía las
consecuencias. Por eso preparó el jet y, en medio de la ansiedad por rescatar a
Charles, aguardó el regreso de Magneto.
Erik bajó al sótano vestido con el traje de guerra con el que había regresado del
África. Cargaba el casco en la mano derecha. Mystique estaba dando las últimas
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The Second Mutation by Midhiel
Todos asintieron.
− Una desventaja es el hecho de que hace cinco horas que Charles está dentro de
la pirámide.
− Lo hizo – afirmó Erik -. Y eso se relaciona con la otra desventaja: los enemigos
a los que nos enfrentaremos.
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The Second Mutation by Midhiel
− Sus seguidores y otros cinco mutantes, que reclutó en este tiempo – aclaró Erik
-. Además de Psylocke, a la que ya han combatido ustedes.
Beast trepó a los saltos para llegar a la cabina. Los demás lo siguieron. La última
en subir fue Jean. Había estado leyendo a Erik y podía sentir el remordimiento
feroz que lo embargaba. Ya dentro del jet, se ubicó en su asiento, tenía ganas de
decirle que no había sido su culpa, pero no le tenía la confianza suficiente. Por
eso no se atrevió.
Hank encendió la nave y piloteó hacia el Cairo. El jet supersónico les permitiría
arribar en pocas horas. Sin embargo, se cuestionaban si esas horas ya no serían
demasiado tarde para Charles.
− ¿Aun confías en mí, mi niña? Lo que te prometí, por lo que te pedí que
lucharas, pronto será tuyo. La Tierra será solo de los más fuertes.
Ororo abrió los ojos asustada. Respiró profundo y miró hacia los costados. Cada
uno estaba inmerso en su mundo, especialmente Erik, y Jean estaba platicando
con Scott, lo suficientemente alejada como para no sentir lo que le había pasado.
Ororo sabía quién le había hablado y se pasó la mano por la sien como una forma
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The Second Mutation by Midhiel
Mientras hablaba con Scott, Jean se volvía de a ratos para observar a Magneto. Su
empatía la llamaba a consolarlo aun cuando le temiera. Finalmente venció su
miedo, se desprendió el cinto de seguridad y se le acercó.
Erik estaba sentado alejado del resto y, tan pensativo se encontraba, que no se
percató de la joven hasta que se sentó a su lado. Sabía que ella poseía el don de
la telepatía como Charles y estaba conociendo lo que le pasaba. Sin embargo, en
lugar de molestarse por su atrevimiento ya que la veía como una criatura, solo la
dejó estar allí.
− Vienes a decirme que no fue mi culpa – anticipó Erik sin mirarla -. Es lo que
Charles me hubiera dicho.
− Cada uno es libre de tomar sus decisiones – contestó Jean con un cierto
temblor. Magneto la intimidaba por su pasado y por la personalidad fría y
avasalladora -. Los cinco decidieron seguirlo y lo hubieran hecho aun cuando
usted estuviera con ellos.
Erik sonrió, bajando la mirada. Mitad por su inocencia atrevida y mitad porque
en el fondo tenía razón.
− Yo creo que sí lo es – rebatió Jean con respeto -. Puedo sentirlo y usted está
convencido de que tiene la obligación de salvar a todos y de solucionar cada
problema de sus personas más cercanas. Por eso sufrió tanto cuando lastimaron
a sus seres queridos, pensaba, entonces, y todavía piensa, que tenía la obligación
de salvarlos. Los demás creen erróneamente que usted busca y provoca los
conflictos, pero en el fondo solo trata de impedirlos. Esa es la razón por la que se
sintió culpable cuando asesinaron a sus padres, cuando el profesor se lisió,
cuando mataron al presidente y cuando perdió a su primera familia.
Erik parpadeó. No quería conmoverse con las palabras de una chiquilla pero ella
lo había pintado tal cual era en la intimidad de su corazón. Ahora entendía por
qué Charles sostuvo tanto tiempo que había bondad en él, no solo odio y deseos
de venganza. Charles había leído lo mismo que Jean leía en él ahora.
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The Second Mutation by Midhiel
La joven se restregó las manos. No era fácil decirle de frente las cosas a alguien
que la intimidaba.
Erik se sintió tan tocado que se echó hacia atrás exhalando un suspiro. Jean se
atrevió a apretarle la mano. Se miraron y ella le sonrió suavemente.
********
Charles estaba usando toda su concentración para tranquilizar a su hijo, que se
movía molesto por el calor y el proceso acelerado de crecimiento. Gracias a la
conexión que había establecido con él a lo largo de esos meses, el niño reconocía
la presencia de su mente y de a ratos se apaciguaba. Sin embargo, Charles
percibía sus emociones primitivas: miedo, susto, displacer. Estaba enloquecido
como padre por no poder ayudarlo más ni detener la energía.
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********
Un grupo de nubes se disipó y Hank vio la pirámide que se erguía en el
firmamento. Avisó a los demás que estaban llegando y todos se acercaron a la
cabina para observarla.
− El momento llegó – anunció Erik fríamente -. Ya les dije que En Sabah Nur
tiene otros cinco nuevos mutantes, además de Psylocke. Tres hombres y dos
mujeres. Uno de ellos tiene una fuerza descomunal, otro manipula la lengua
como si fuera un látigo y otro puede convertirse en piedra. De las dos mujeres,
una tiene el poder de abrir y trasladarse a diferentes espacios, así trajo a Charles
hasta aquí tan rápido, y la otra puede volar y lanzar llamas de su boca. Jean – se
volvió hacia la joven -, necesito que me guíes dentro de la pirámide. Los demás
lucharan contra estos mutantes.
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The Second Mutation by Midhiel
Haller estaba expectante y había llamado a los demás, que ahora rodeaban el altar
a una distancia prudente. Charles tenía miedo, miedo del parto, miedo de que le
ocurriera algo malo al bebé y miedo de que En Sabah Nur consiguiera su objetivo.
Sabía que dar a luz era una tarea demandante y él tenía que reservar fuerzas para
vencerlo en el plano astral. Trataba de no seguir pensando y trataba de soportar
el dolor, que cada vez se hacía más intenso. No quería gritar delante de esa gente
pero ya no lo toleraba más y estaba soltando gemidos cada vez más altos. Se
sacudía en un intento por liberarse y adoptar una posición más cómoda pero
continuaba sujetado con firmeza.
“No tema,” la voz suave y consoladora de Jean lo tomó por sorpresa. “Estamos
aquí y ya vamos por usted. Estamos a punto de entrar a rescatarlo. Peter,
Magneto y yo. Resista.”
Charles abrió los ojos. Por el esfuerzo estaba soltando lágrimas. Jamás se le había
pasado por la cabeza de que Erik y sus amigos lo abandonarían pero temía que
no pudieran encontrarlo a tiempo. Sin embargo, aquí estaban. Erik estaba cerca
y a punto de rescatarlo. Otra contracción más fuerte todavía le laceró las entrañas
y, esta vez, Charles gritó con ganas.
********
− Pude comunicarme con él y pienso que conseguí aliviarlo un poco – informó
Jean. Con Erik y Peter, estaban refugiados detrás de una roca, aguardando el
ataque de sus amigos para crear una distracción y que pudieran entrar -. También
pude sentirlo y está sano. El niño también lo está.
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The Second Mutation by Midhiel
− Peter, con tu velocidad no van a notarnos. Quiero que nos lleves adentro ya
mismo.
Peter se ubicó detrás de los dos y los tomó de las nucas para evitar el latigazo. En
un parpadeo, los dos no se pudieron explicarse cómo pero ya estaban adentro.
Les tomó unos segundos recuperarse, mientras que Peter se dedicó a estudiar los
jeroglíficos de las paredes para distraerse. Enseguida Jean se concentró para
ubicar la cámara principal.
Llegaron hasta una ventana pequeña, que se conectaba con la cámara. Desde allí
observaron a Charles atado al altar, gimiendo, a Haller a su lado, auscultándolo,
y los demás miembros arrodillados con las manos extendidas en el suelo. Apenas
Erik reconoció a la doctora, estuvo a punto de lanzar una maldición. Así que
había sido ella. Recordaba la forma en que miraba a Charles y los celos que le
había provocado. Su amante había sido ingenuo al no leerla. Ahora entendía a
qué se debía la fascinación que sentía por Charles y que él interpretó
erróneamente como enamoramiento.
− No puedo leerlos – murmuró Jean, tan bajo como podía -. Algo me lo impide.
Algo me está bloqueando.
− Es En Sabah Nur – reconoció Erik -. Lo mismo hizo con mi mente cuando era
su Jinete para bloquear a Charles.
− Entonces, está aquí – dedujo Peter y se puso a mascar una goma para aliviar la
tensión.
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− Puedo sentir que están llenos de metales: relojes, cadenas, joyas, implantes –
abrió los ojos -. Los atacaré con sus propios elementos. Pero debemos encontrar
una entrada que no sea la principal. Miren, está custodiada.
Erik y Jean se metieron por la entrada. Peter los siguió sonriendo. Era un pasadizo
estrecho y asfixiante, Jean se detuvo algunas veces para buscar aire y Magneto,
que estaba más entrenado, administraba sus aspiraciones para no ahogarse. A
Peter no le ocurría nada. Llegaron hasta una pared, que les cortaba el paso. A
través de ella podían escuchar los cánticos de la secta y los gemidos de Charles.
Erik no necesitó oír más y le ordenó a Peter que abriera la pared. El joven apoyó
las manos y con la vibración de sus dedos hizo que la piedra comenzara a
deshacerse. Mientras tanto, Magneto cerró los ojos para sentir el metal de la
cámara y controlarlo.
Charles trató de dominar el dolor y sintió las mentes de los tres. Erik, Jean y Peter
estaban a metros de ellos. Quiso ayudar distrayendo a sus secuestradores.
− ¡Por última vez, escuchen todos! – gritó -. En Sabah Nur no les dará ninguna
recompensa. Va a acabar con ustedes por ser débiles e inútiles. Cuando consiga
lo que quiere, no los necesitará más.
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Atrás dejaban una escena dantesca. La gente aullando mientras se le cortaban las
manos, o se asfixiaban por los collares o cintos. Algunos objetos metálicos
volaban y los golpeaban, dejándolos inconscientes. Haller luchaba por quitarse
el reloj y su muñeca estaba sangrando. De repente, al abandonar Magneto el
lugar, los ataques cesaron. A duras penas, Haller se incorporó, mientras se
apretaba el brazo para contener la sangre, y observó el lugar. Sus secuaces yacían
malheridos algunos, otros inconscientes, y varios ya muertos.
Erik le quitó los zapatos y le bajó los pantalones. Jean corrió detrás de la columna
para otear y Peter se preparó para lo que necesitaran.
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Erik no quiso responderle que la única vez que lidió con un parto fue durante el
nacimiento de Nina y su esposa estaba rodeada de enfermeros y un médico
eficiente. En cambio, separó las piernas de Charles y lo examinó. La mutación
había provocado que se originara un canal y debajo del ano, podía observarse un
orificio que se estaba dilatando. Por el tamaño no debía demorarse mucho.
Charles arqueó la espalda con dolor y Peter corrió a sostenerlo. Estaba sudando,
y las contracciones y la tensión le estaban quitando las fuerzas, que necesitaría
más tarde.
− Estoy sintiendo algo – alertó -. Parece que alguien se acerca. Peter, deberías
salir a investigar.
Por instinto los tres miraron hacia todos lados pero era obvio que no se podía
presentar de forma corpórea todavía. Erik se ubicó a la altura de la cabeza de
Charles para abrazarlo y consolarlo.
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Jean se puso nerviosa, temiendo que alertara a quienes los estarían buscando. Por
eso se agazapó más detrás de la columna y utilizó todos sus poderes para seguir
espiando.
− ¡Otra vez, Charles! – alentó Erik, arrodillado entre sus piernas -. Vas bien.
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ocuparse ella misma. Simplemente se metió en cada una y las controló para que
no vieran siquiera la columna.
Entretanto, la cabeza del bebé había salido y Erik lo sostenía con una toalla entre
sus manos. Charles ahora luchaba por liberar los hombros.
− Tienes que ayudarme – suplicó, gimiendo -. Por favor, Erik. ¡No puedo pujar
solo!
− Ahí no, Peter – indicó Erik -. Debes apoyarla aquí. ¿Sientes los pies? Así, al
hacer presión, irá moviéndose.
Charles volvió a pujar sin gritos. Ya tenía muy poca energía. Con unos empujones
más, el bebé abandonó el cuerpo de su padre, seguido de la placenta. Erik lo
sostuvo con delicadeza para que no se fuera a caer, mientras lo envolvía en la
toalla. Después le cortó el cordón y lo limpió, y también limpió a Charles. La
criatura lloró con fuerza, demostrando la potencia de sus pulmones.
Jean se volvió hacia ellos, emocionada, y vio que Peter y su padre estaban
llorando. El bebé estaba sano, todo arrugado, lloraba sin parar y pataleaba y
sacudía los bracitos. Conmovido hasta la médula y con una sonrisa que no le
cabía en el rostro, Erik lo acomodó junto a su pecho. Lo arrulló con una canción
y despacio, el niño se fue calmando. Lleno de orgullo, Magneto volteó hacia
Charles.
− ¿Charles? – vio con espanto que había caído en una especie de coma -. ¡Charles!
Erik prácticamente se le arrojó encima. Peter observaba con los ojos como platos.
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− Cuando sintió el llanto del bebé y se dio cuenta de que estaba sano y salvo,
trasladó su mente al plano astral para combatir a En Sabah Nur – explicó la joven.
Con afecto, le pasó la mano por la frente -. Fue una acción valiente y peligrosa.
Quedó con poca energía después del parto y En Sabah Nur es muy poderoso.
Pero es la única manera de salvar a su hijo.
Erik parpadeó, conmovido. Eso era exactamente lo que Charles le había dicho
que haría: hallar la dimensión donde se encontraba En Sabah Nur para darle
batalla. Sin embargo, no habían esperado que diera a luz naturalmente ni, que al
hacerlo, tuviera drenadas sus fuerzas. Charles no iba a poder vencerlo solo.
− Escucha, niña – la miró fijo -. Quiero que me lleves con él. Quiero que guíes mi
mente hasta el lugar donde Charles se encuentra. No voy a dejar que combata sin
mí.
− Peter – ahora Magneto se volvió hacia su hijo -. Quiero que espíes detrás de la
columna y nos protejas.
El bebé se había quedado dormido. Erik lo depositó con cuidado junto a Charles
y le besó la frente. Luego se recostó boca arriba al lado de su amante y cerró los
ojos. Jean se le acercó y apoyó los dedos en las sienes de Magneto para ingresar
en su mente. Sintió su energía abrumadora, aquella que lo hacía luchar por sus
ideales sin flaquear. Luego el amor inmenso que sentía por Charles y el deseo
colosal que tenía de proteger al niño. Trasladó su conciencia hasta el sitio donde
el telépata esperaba a En Sabah Nur y rogó internamente que entre los dos
pudieran vencerlo.
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Raven se daba cuenta de que no podrían vencerlos pero ese no era el plan, el
verdadero plan era dar tiempo a sus tres compañeros para que pudieran sacar a
Charles de la pirámide y llevarlo al jet.
Ororo se elevó por los aires y creó una tormenta para impedir que la mutante con
la habilidad del vuelo pudiera despegar y lanzar llamas desde arriba. Pero el otro
mutante le atrapó el tobillo con su lengua de látigo y la devolvió a la tierra. Ororo
rodó y se levantó de un brinco para seguir peleando. Mas el látigo se enredó en
su brazo y la tironeó hacia el mutante. La joven luchó para liberarse pero la
lengua poseía una especie de goma que se le adhería a la piel y era imposible
despegarla. Desesperada, se concentró y creó una lluvia de granizo directo sobre
el mutante. Varias piedras le pegaron en la lengua y tuvo que soltar a Ororo.
− Eres Storm, ¿cierto? – desde el piso, Ororo la miró desafiante -. En Sabah Nur
nos habló de ti. Fuerte, decidida, él te aumentó los poderes para que tuvieras el
honor de servirlo pero lo traicionaste. No eres más que una traidora estúpida.
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La mutante alzó los brazos y cerró los ojos con una expresión de éxtasis. Ororo
temió que estuviera por lanzarle uno de sus rayos. En cambio, abrió los párpados
sonriendo victoriosa.
− Nuestro amo venció. ¡El niño acaba de nacer! ¡Gloria al Gran En Sabah Nur!
Mystique miró a Ororo y a los demás. ¿Charles había dado a luz? ¿Cómo se
encontraba? ¿Erik y los demás habían llegado a tiempo? ¿Cómo estaba el niño?
********
Mientras se esforzaba por traer a su hijo al mundo, Charles rastreaba
mentalmente a En Sabah Nur. Cuando oyó el llanto sano y vigoroso del bebé, a
pesar de las ganas que lo desbordaban por conocerlo, entró en el plano astral y
viajó hasta el sitio adonde ese monstruo estaba tratando de llegar. Era una
habitación luminosa con una energía tan intensa, que producía una vibración
cálida y placentera en el cuerpo. Charles caminó por los diferentes rincones
extasiado por la paz que se sentía. De repente escuchó un llanto y, al voltear, se
encontró con un bebé desnudo en el suelo platinado, que reconoció
instintivamente como su hijo. Se le acercó con una sonrisa que no le cabía en el
rostro, lo alzó y meció, emocionado. Oyó a lo lejos la voz de Erik arrullándolo y
notó como la criatura se iba calmando. Entonces, comprendió dónde estaba: era
la mente del bebé. Contempló el lugar con nuevos ojos y se dio cuenta de que se
sentía tan a gusto en ese lugar porque por la conexión que había establecido con
el niño a lo largo de los meses, su mente no lo percibía como a una persona
extraña, sino que, al contrario, lo recibía y cobijaba alegremente.
− Tonto inútil – se mofó En Sabah Nur, mientras se levantaba -. Así que eso era
todo lo que tenías para ofrecer. El psíquico más grande del mundo – bufó -. ¡Una
vergüenza!
Charles intentó incorporarse pero el tiro había sido tan violento, que le quitó las
pocas fuerzas. En Sabah Nur caminó a su lado, observándolo despectivo, y se
dirigió directo hacia la criatura.
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En Sabah Nur llegó hasta el niño y se arrodilló junto a él. Ahí estaba su salvación,
ahí estaba su portal para regresar a la Tierra. Había triunfado, él, el mutante más
poderoso, al que los incautos habían adorado como a una divinidad por milenios.
De golpe, sintió algo que le penetraba la columna, le perforaba las entrañas y
brotaba de su vientre para clavarse en el piso. Miró hacia abajo y vio una columna
de hierro, que lo había atravesado de punta a punta. Sin reponerse, giró y vio que
Magneto se le acercaba con la furia impresa en el rostro.
En Sabah Nur quedó estático, sostenido por los soportes que Magneto le había
atravesado, y con la voz gutural lanzando un sonido agónico. De su boca
comenzó a brotar sangre. Erik se preparaba para darle el golpe de gracia,
cercenándole el cuello con una hoja de metal, pero En Sabah Nur puso los ojos
en blanco y Magneto quedó petrificado en su sitio.
En Sabah Nur miró ya a Charles y ya a Erik con una sonrisa sangrante y triunfal.
No podían derrotarlo. Los dos eran mutantes, eran poderosos, pero no eran
oponentes que pudieran vencerlo. Iba a ganar la batalla y la Tierra sería suya.
− ¿Te refieres a que él…? – Erik no pudo terminar la frase porque la luz se volvió
enceguecedora y se concentró en un haz de luz, que voló directo hacia En Sabah
Nur.
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incandescente, que hizo que Charles se cubriera los ojos y Erik, que no podía
moverse, se cegó por un instante.
Charles lo miró.
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− Lleva primero a Charles y al bebé – ordenó su padre -. Pero hazlo más lento
que otras veces.
Peter sabía lo débil que estaba Charles y lo peligroso que podía ser su transporte
para un recién nacido, así que cargó a su padrastro en brazos y Charles acomodó
con cuidado al niño contra él para que no se lastimara. Tardó más tiempo que el
que normalmente emplearía para no herir al bebé. No en una milésima sino en
diez segundos, los sacó de la pirámide y los metió dentro del jet, sentó al telépata
en el asiento y le hizo una morisqueta a su hermanito. Se tomó el tiempo para
preguntarle si se encontraban bien a lo que Charles le contestó con un “muchas
gracias, Peter”, y regresó a la pirámide para ayudar a Jean y a Magneto. Primero
llevó a la joven, que ya adentro de la nave y sintiendo que estaban seguros,
abrazó con ganas a Charles y lloró. El telépata le devolvió el abrazo con el afecto
de un padre. Después se acomodó exhausto para dormir, casi vencido por el
sueño. Jean lo entendió y se ofreció a cargar al niño mientras los demás llegaban.
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“Libera tu poder, hija mía”, ordenó En Sabah Nur, directo a su mente. “Ayúdame
a conseguir lo que es mío. Ayúdame a conseguir la Tierra y te sentarás a mi lado
para que reinemos juntos.”
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− Siento. . . siento que su voz es más poderosa cada vez – confesó con miedo -.
¿Qué tal si el Profesor no lo consigue? ¿Qué tal si En Sabah Nur gana y se queda
con el niño? ¡No vamos a atacar al bebé!
− Porque eres una de las mutantes más poderosas, Storm, solo que todavía no
utilizas todo tu potencial. Por eso, cierra los ojos, concéntrate y libera tu poder.
Ororo se sintió tocada. Nadie la había llamado antes poderosa, al contrario, salvo
en Westchester, siempre se había considerado una paria. Cerró los ojos, se
concentró haciendo caso omiso a la voz que la seguía llamando, y pudo sentir el
clima en los dedos, en los brazos y en el cuerpo entero. Lanzó una tormenta con
un viento huracanado que hizo que los dos mutantes cayeran del techo directo al
pavimento. Raven corrió hacia ellos para darles un golpe de gracia pero el de la
fuerza descomunal estaba inconsciente y el pétreo hecho añicos. Se volvió hacia
Storm con una sonrisa y la jovencita le asintió.
Tal como Charles y Jean lo habían visto, con la derrota de En Sabah Nur, sus
aliados mutantes comenzaron a perder fuerza. Los X-Men notaron que habían
quedado aturdidos, luego de perder la conexión mental que tenían con su líder.
Entretanto, Peter se las había ingeniado para meter a los pocos sectarios
sobrevivientes dentro de una celda formada con los alambres de una estructura
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caída. Los X-Men se les acercaron llevando a las tres mutantes y a los dos
inconscientes a rastras como prisioneros. Mientras tanto, Quicksilver se encargó
de trasladar a Charles y a Jean hacia el jet.
− Aguarda – le pidió -. Cuando pasemos junto a los mutantes que les atacaron,
quiero detenerme para hablar con ellos.
Peter lo llevó hasta ellos en un abrir y cerrar de ojos. Erik se tomó un tiempo para
recuperarse del latigazo y miró a sus antiguos compañeros con una mezcla de
pena y culpa.
− Siento haberlos abandonado. Creo que se merecen una disculpa. Sin embargo,
este no era el camino. Queríamos formar una sociedad para protegernos, no para
destruir el mundo.
− Fuiste débil, Magneto. No tuviste las agallas para conquistar lo que nos
pertenece por derecho. Pregonas la supremacía de nuestra gente pero cuando
tienes que pelear, te refugias con los débiles.
− ¿Tan débiles somos que por eso acabamos con tu amo? – le reclamó Mystique,
indignada. Nunca antes alguien la había llamado débil, y menos una mutante a
la que acababa de vencer.
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Peter le señaló con la mano a los humanos que había dejado tras las rejas.
Erik recogió a su hijo dormido de los brazos de Jean y se sentó junto a Charles,
que hacía tiempo estaba en los brazos de Morfeo. Besó la frente de su amante con
una sonrisa de respeto y amor.
********
Charles abrió los ojos acostado en una cama que no era la suya. Se incorporó con
cuidado, masajeándose la cabeza. De a poco, comenzó a recordar por todo lo que
había pasado y el feliz desenlace. La última memoria que tenía era la de
recostarse agotado en el asiento de la nave después de dejar a su hijo seguro en
las manos de Jean. ¡Su hijo! ¿Dónde estaba?
Charles enfocó los ojos en él. Ahí estaba Erik, sentado a su lado, sonriéndole.
− Erik, Hank no tuvo nada que ver – protestó Charles -. ¿Cómo podía saber que
En Sabah Nur la había convencido? En todo caso, fui yo quien debió haberles
leído la mente a ella y a varios más. A propósito, ¿qué fue de ellos?
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Charles sonrió con alivio. Había temido que la experiencia en el plano astral
pudiera haber sido demasiado para su cabecita pero ya antes de llegar al jet, había
comprobado que su bebé estaba sano mentalmente. Tenía tantas ganas de volver
a sostenerlo. Erik sintió su tensión y le hizo masajes en la mano. Charles se dio
cuenta de que su amante deseaba que estuvieran los dos un momento a solas. Lo
miró directo a los ojos y su sensación de culpa lo sacudió de cuenta nueva.
− Erik – suspiró con cariño -. Dime, ¿cómo ibas a imaginar que En Sabah Nur iba
a buscar a esos cinco mutantes? Tú no les impusiste ninguna idea de supremacía,
ellos ya la tenían antes de conocerte. En Sabah Nur los convenció por la ambición
que tenían, manipuló su egoísmo, sus ansias de dominar el mundo. Fueron ellos
y solo ellos los que escogieron seguirlo. Tampoco querían vengarse de ti por
haberlos dejado. Ellos solo querían ser dueños del mundo.
− Eso es cierto – convino Charles -. Te pedí que te quedaras esa noche porque lo
sabía y lo sé ahora que tú y yo juntos podemos cambiar el mundo. No necesitas
fundar un país, Erik. No necesitas recorrer el mundo para defender tu causa. Solo
ayúdame en la academia. En Westchester no abandonamos a los mutantes sino
que los ayudamos, y viste cómo los entrenamos para que se defiendan y protejan
a los nuestros y a todas las personas. No vas a partir nunca más, ¿cierto?
Erik se aproximó a sus labios y lo besó con ternura. Charles abrió la boca y le
acarició la lengua para excitarlo. No era el lugar ni la situación adecuados pero
después de todo lo que habían tenido que pasar, la pasión los llamaba. Con un
suspiro y un tanto resignado, Erik lo abrazó y despacio y, entre chasquidos, acabó
el beso. Había algo más que necesitaba decirle.
− Quise fundar un país y quise fundar Genosha para que nuestra gente estuviera
a salvo. Sin embargo, ahora entiendo que Genosha puede ser Westchester, un
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mundo dentro del mundo donde los mutantes nos sintamos contenidos y
protegidos. Tengo un regalo para ti, Charles. Quería entregártelo unos meses más
adelante, cuando nos hubiéramos asentado con el bebé, pero dado que todo se
aceleró, te lo entrego ahora.
Charles la abrió con las ansias pintadas en el rostro. Adentro había dos alianzas
matrimoniales desgastadas por los años pero perfectamente lustradas y
cuidadas. Miró a Erik, interrogante.
− Erik, aunque estoy conmovido, no puedo aceptar esto. No con lo que significan
para ti.
− Y te amo porque no lo haces, pero este obsequio tiene otro significado. Veamos
– carraspeó -. Hagámoslo a la manera tradicional. Charles, ¿aceptarías casarte
conmigo?
Charles abrió la boca y no le salieron las palabras. Erik volvió a reír con su
confusión.
− Solo di acepto, Charles. Verás, en Genosha quise crear un estado con nuestras
propias leyes. Si Westchester se va a convertir en Genosha, esas leyes podrían
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Erik le frotó la espalda, tan conmovido como Charles. Se separaron apenas para
mirarse y se plantaron otro beso. Justo oyeron golpes a la puerta y Magneto
deshizo el abrazo muy a su pesar para autorizar la entrada.
Charles se acomodó, ansioso por recibirlo. Ya lo había sostenido antes pero esta
vez se sentía seguro y tranquilo, con Erik a su lado, lejos de la pirámide, de En
Sabah Nur y sus acólitos. Volvió a observarlo, ahora a través de la luz del sol que
entraba por la ventana, y le pareció aún más perfecto y hermoso. Era su hijo, suyo
y de Erik, ¿qué más podía pedir? Todavía no se le notaban las facciones aunque
de algo Charles estaba convencido: había heredado su carácter pacífico y tenía
una mente brillante como la suya. De Erik, sin dudas, había heredado la fuerza y
resiliencia por la forma en que se había atrevido a pelear contra En Sabah Nur.
Era pequeño pero valiente.
− Eres lo más bello que me ha pasado – suspiró Charles, mirando directo a sus
ojitos cerrados y cayó en la cuenta de que eran las primeras palabras que le dirigía
-. Gracias por existir.
− ¿Quién lo llamó ternurita? – reclamó Erik, burlón -. No me digas que fue Hank.
− Sí – contestó Peter distraído -. Vino a dejarle unos regalos, que Raven llevó al
coche, y, mientras tanto, le dio al niño para que lo cargara. Ahí le hizo
morisquetas y lo llamó ternurita.
− Muchas gracias, Peter. Gracias por todo, hoy sostengo a mi hijo gracias a ti, a
Erik y a los demás. Todos me ayudaron y nos salvaron a él y a mí.
− David Charles – acotó Erik -. Ese es el nombre que habíamos elegido: David
Charles.
− Me gusta – opinó Peter -. Oye, después te lo dirán los otros, pero todos
comentan lo valiente que fuiste, Charles. Apenas diste a luz, te metiste en el plano
astral y peleaste por tu hijo. También hablan de ti, papá. Sin tener el poder mental
que tiene Charles, no dudaste en ir a acompañarlo para ayudarlo y protegerlos.
Se convirtieron en héroes para nosotros.
− Bien – concluyó Peter, restregándose las manos -. Los dejo otra vez solos con
el pequeño David y cuando quieras, Charles, los demás entrarán para felicitarte.
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− Gracias, Peter.
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− Raven estuvo detrás de esto – dedujo sin necesidad de leer la mente de nadie.
− No sé cómo se las ingeniaron para haber hecho todo esto en apenas unos días
y después de la batalla en Egipto.
Charles llevó al bebé hasta la cuna blanca, que tenía un móvil musical con
animales colgando. Lo acomodó con cuidado y lo arropó con la sábana amarilla.
Permaneció un rato contemplándolo, sin poder creer aun que ese niño fuera suyo,
suyo y de Erik.
− De tal padre tal hijo, Charles – sonrió -. Ya sabemos que heredó tus poderes.
Eso es una ventaja porque cuando crezca, necesitará una guía y te tiene a ti, nos
tiene a todos.
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− Imagina lo que hubiera sido tu infancia, rodeado de gente que tomara tu poder
como algo natural, y padres que te comprendieran y vivieran lo mismo que tú –
comentó Erik y le sonrió al ver que se estaba tranquilizando -. Para que no te
queden dudas, te pregunto: ¿qué viste, qué sentiste cuando visitaste su mente?
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lleno de luz y armonía. Crecerá en un lugar repleto de amor, donde será muy
feliz. Dime qué te preocupa.
− Westchester, un hogar para los mutantes con sus leyes para convivir en paz –
adujo Magneto -. Lo he soñado casi toda la vida. Nuestra boda podría ser el inicio
de este sueño.
− Esta misma noche podríamos organizar una reunión durante la cena para
comunicárselo a todos – decidió Charles.
********
Charles y Erik organizaron una cena especial esa misma noche y plantearon el
proyecto de fundar un micro estado dentro de los muros de la mansión, que se
rigiera por leyes propias, compatibles en ética con las de los humanos, donde los
mutantes pudieran ser acogidos y convivir en paz. La aceptación fue unánime.
Después, entre sonrisas cómplices, Erik tomó a Charles de la mano e hizo pública
su propuesta de casamiento. El comedor se llenó de algarabía. Peter saltó de su
silla para saludar a sus padres y detrás lo siguió Raven, que abrazó a Charles con
tanta fuerza que casi le quitó el aliento. Luego Hank abrazó al telépata y estrechó
la mano de Erik. Erik se la apretó y le asintió, dando por acabado el rencor que le
tenía por el secuestro. Después se levantaron para felicitarlos los demás jóvenes
y el clima se llenó de fiesta.
intenso como tantas otras veces pero especial porque ahora su hijo había nacido
y Charles podía moverse con mayor agilidad y Erik no necesitaba ser tan
precavido. Jugaron mordisqueándose y rodando en el colchón como lo hacían
cuando eran jóvenes. Alcanzaron el clímax y justo, apenas Erik quitó su miembro
del interior de su prometido, David despertó llorando.
Erik rio.
********
Transcurrieron seis meses. En ese intervalo, Charles llamó a Moira y con Erik la
recibieron y le agradecieron por su ayuda. Ni ella ni Magneto mencionaron la
discusión que habían tenido y trataron de dejarla en el pasado. Erik comprendía
que la agente había sido una pieza fundamental para salvar la vida de Charles y
de su hijo y eso le bastaba. También redactaron Charles, Erik, Mystique y Hank
una especie de constitución interna, en la que dejaron asentadas las bases de
convivencia dentro de los muros de la mansión. Charles no olvidó mencionar el
tema de los esponsales para que su boda pudiera ser legítima y él mismo se
encargó de confeccionar el artículo referido a las partes de la ceremonia por
medio de la cual dos mutantes podían unirse legalmente. Peter bromeó que
debían mencionar otro para el caso de divorcio y recibió la mirada desaprobatoria
de su padre, que no deseaba por nada del mundo separarse más del telépata, ni
en un futuro cercano, ni lejano, ni hasta el fin del mundo. Para el exterior, bajo
las leyes de los humanos, Charles se encargó de inscribir a David con su apellido
y el de Erik, y nombrarlo así su heredero para que el día de mañana tomara
posesión de Westchester. De esta manera, el bebé se convirtió oficialmente en
David Charles Xavier Lehnsherr.
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gazebos y una pérgola de hierro pintado de blanco para que los prometidos
pronunciaran los votos.
Tal vez se trataba de algo que solo estuviera afectando al bebé. A la impaciencia,
Charles le estaba sumando la preocupación y salió al pasillo para sacarlo al
balcón y que el aire fresco lo calmara.
“Charles.”
David lloró con toda la fuerza de sus pulmoncitos. Charles se debatía entre
calmarlo y enfrentar a la voz.
“No te estoy hablando directamente a ti, Charles, sino que lo hago a través de la
mente de tu hijo.”
“Es una mente frágil, inocente,” continuó En Sabah Nur, satisfecho de la angustia
que provocaba en el telépata. “No me ofreció mayor resistencia y entré. ¿Creíste
que un infante podría vencerme? Fueron ingenuos tú y tus débiles discípulos.
Erik Lehnsherr es mi hijo predilecto pero está tan sometido a ti, que me hace
dudar de su potencial.”
Charles cerró los ojos y se sacudió tratando de quitárselo de la cabeza. Pero era
imposible. Intentó entrar en la mente de su hijo pero para su horror la sintió
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bloqueada. Esto le hizo perder el control. Una cosa era que lo torturara a él y otra
que molestara a David.
“Te prometo que así será, si me das lo que deseo. Necesito un cuerpo donde
reencarnar. Te niegas a sacrificar a este niño pero puedes darme otro. Tu
capacidad de gestar sigue intacta.”
Erik salió de su recámara, abrochándose los gemelos y vio a mitad del pasillo a
Charles gritando y sacudiéndose con David llorando. Corrió hacia ellos veloz
como saeta.
Erik se aturdió. No sabía qué hacer. Como pocas veces perdió la compostura y
sintió ganas de arrojar metales, buscar la manera de llegar a ese monstruo,
defender a David y protegerlos a él y a Charles.
− ¡No! – gritó Erik. Cayó de rodillas y golpeó los puños contra el suelo.
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********
Los dos se acostaron juntos, boca arriba, en la cama de Charles. Jean, que estaba
ya vestida para la ceremonia con un largo traje violeta, se ubicó en la cabecera de
Erik y le apoyó las manos en las sienes para concentrarse. Ambos amantes se
miraron a los ojos antes de cerrarlos para iniciar el viaje. Enseguida se
encontraron en la mente del psíquico, una réplica exacta de la sala principal de la
mansión, con la escalera alfombrada de roble oscuro, los ventanales con las
cortinas descorridas para que entrara la luz y el piso de mármol. Arriba, de pie
en el último escalón, se encontraba En Sabah Nur aguardándolos. Se lo percibía
más transparente que la vez anterior, también más débil. Era innegable que
aunque no hubiera acabado con él, el pequeño David sí le había drenado la
energía. Tanto Charles como Erik se tranquilizaron al notar que sería más fácil
enfrentarlo.
− Imagino que habrán venido para que cerremos el trato – comentó el monstruo
con su voz gutural -. Ya me habían desafiado antes, habían luchado con todas sus
armas y poderes, pero no habían podido vencerme. Ahora tampoco lo lograrán.
que entre el amor. Puedes conseguir todos los poderes que quieras, En Sabah
Nur. Se los has quitado a otros mutantes a lo largo de la historia. Pero nunca
podrás conseguir el amor, ni tampoco podrás combatirlo. Erik – se volvió hacia
Magneto con el brazo extendido -. Toma mi mano. Vamos a enseñarle el poder
que no podrá quitarnos jamás.
Charles cerró los ojos para percibir. Los abrió ansioso y furioso al mismo tiempo.
− Se trasladó a la mente de nuestro hijo. ¡Dios mío, Erik! Quiere poseerlo porque
nos negamos a darle otro. Viajemos ya mismo hacia allá.
Charles presionó más la mano de Erik para transportarlo con él. Jean captó que
realizarían un nuevo viaje y ayudó a su mentor a trasladar a Magneto.
Regresaron a la mente de David pero no hallaron a ese monstruo. Estaba más
iluminada todavía que aquella vez después del nacimiento. Notaron en el aire
destellos confortantes y cálidos, que les producían amor. Escucharon una sonora
risa infantil y vieron a David en el suelo, sacudiendo las piernas y los brazos
alegremente.
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Charles asintió.
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− Gracias por tu ayuda, no hubiéramos podido lograrlo sin ti. Avísales a todos
que empezaremos la ceremonia.
− Eso significa que En Sabah Nur no va a volver nunca más – quiso asegurarse
la joven.
********
La noticia corrió por la Mansión X como reguero de pólvora. Aun siendo
mutantes, todos quedaron sorprendidos con el poder del bebé. Alzaron y
observaron a David con admiración.
Al verlo en brazos de sus amigos, Erik rodeó con su brazo el cuello de Charles y
lo atrajo hacia él, mientras le mencionaba nuevamente al oído que su hijo crecería
sano y rodeado de amor. Los últimos vestigios de temor que Charles podía tener
todavía al fin se esfumaron.
− Juego mis cartas a que se trata de Stryker o de Trask – bromeó Magneto y rio.
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A Charles no le causó tanta gracia porque eran personas detestables y crueles que
aborrecían a los mutantes.
Después del mediodía, los invitados se ubicaron en los bancos bajo el sol
reconfortante. David dormía en los brazos de su tía Raven y no tenía pinta de
despertar hasta dentro de varias horas. El previsor en extremo de Hank, sentado
junto a Raven, lo observaba de a ratos y tenía un bolso de primeros auxilios a
mano con pañales, biberón y talco en caso de necesitarlo durante la ceremonia.
− ¿Estás nervioso?
− No debes temer por ella ni por nada. Vamos a casarnos, seremos cónyuges a
partir de ahora y nadie va a separarnos más. ¿Estás nervioso por eso?
− Estoy ansioso de que seas mi cónyuge, Charles – le besó los labios suavemente
-. Te amo.
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“Lo eres todo para mí,” le contestó Charles mentalmente y Erik notó sus ojos
azules vidriosos.
Charles asintió.
Los asistentes se pusieron de pie. La pareja entró recorriendo el sendero bajo una
lluvia de aplausos. Se detuvieron debajo de la pérgola y se voltearon la vista hacia
el camino para aguardar al oficiante.
Charles podía sentir sin buscarlo la ansiedad que carcomía a Erik por saber de
quién se trataba. Finalmente Magneto quedó de una pieza cuando vio que se
trataba de Peter, vestido de estricto smoking, sonriendo orgulloso y esforzándose
por verse formal. Por supuesto que tal postura le duró poco y nada, ya que al
llegar junto a su padre lo fundió en un abrazo rompiendo el protocolo.
Erik deshizo el abrazo para observarlo. No podía sentirse más orgulloso de él.
Ahí estaba su pequeño vestido de traje, listo para enlazarlo con el hombre de su
vida.
Erik le sonrió.
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− Yo, Charles Francis Xavier, te elijo a ti, Erik Magnus Lehnsherr, para amarte y
protegerte y estar contigo hasta que la muerte nos separe.
********
Cinco años después.
en su mayoría. Justo una noche tenía que regresar con Raven y Hank de
Washington después de exponer en el Congreso una conferencia sobre la
convivencia pacífica entre las razas.
Entró despacio. David estaba sentado en el medio de su cama con las piernas
cruzadas y los ojos cerrados. No se encontraba llorando ni temblaba porque sabía
que su padre no lo dejaría solo. Como tantas otras veces, Erik soltó un suspiro,
admirado del parecido que el pequeño guardaba con Charles. Era su réplica a los
cinco años en contextura, estatura, ojos, pelo y carácter. Solía bromear con cariño
diciendo que entre los dos habían engendrado esa noche a un mini Charles.
− Porque no está bien alterar el clima, David – le revolvió el pelo -. Además las
tormentas, aunque no te gusten, son necesarias y parte de la naturaleza. ¿Quieres
que te arrope y me quede contigo hasta que te vuelvas a dormir?
− ¿Cuándo llegará papi? – quiso saber. “Papi” era Charles y “papá” era Erik.
− No debe tardarse – contestó Erik y sintió una leve angustia pensando que
David necesitaba a Charles aun cuando él estaba presente para acompañarlo -.
¿Quieres que sea él el que te arrope?
Erik sonrió con alivio y le alzó la sábana para cubrirlo. Luego hizo lo mismo con
la colcha. Como todos los lechos de la mansión, el de David era de dos plazas y
el pequeño quedaba perdido, arropado en una cama tan grande. Su padre le besó
la frente.
− ¿De veras Ororo no debe detenerla? – insistió el niño, asustado -. ¡No quiero
que me sueltes, papá!
− Y no voy a hacerlo por nada del mundo – aseguró Erik, mientras le masajeaba
la espalda -. ¿Quieres que te lea un cuento mientras esperamos a papi?
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Erik volteó hacia la ventana y a los pocos minutos vio aparecer el jet volando bajo
para evitar la tormenta eléctrica. No podía oír desde la recámara pero sabía que
la cancha de baloncesto se estaba abriendo para convertir su interior en la pista
de aterrizaje.
− Vamos – decidió Erik y lo alzó para cargarlo sobre sus hombros. A David le
encantaba pasear sobre los hombros de su papá, lo hacía sentirse alto e
importante.
Apenas las ruedas de la silla tocaron el suelo, Erik bajó a David. El pequeño corrió
lleno de entusiasmo a los brazos de su papi.
Erik casi se derritió con la respuesta. Llegó hasta ellos y saludó a Raven. Luego
se inclinó para besar a su esposo. Fue un beso apasionado y casi se comieron los
labios, porque no se veían desde la mañana y eso significaba demasiado tiempo
separados uno del otro.
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− Está bien – aceptó el niño con un suspiro. Después de todo, tener a su papi de
regreso era para él más que suficiente.
− Toma, Erik – le entregó una caja oscura alargada envuelta en un lazo -. Ábrela
en nuestra recámara y espérame. No me tardo – dicho esto, enfiló hacia el
ascensor con David aplaudiendo en su regazo.
Entretanto, Hank había descendido y Raven lo aguardaba para subir los dos
juntos. Pasaron junto a Erik y lo despidieron. Cuando se hubieron perdido de su
vista, Magneto no soportó más la ansiedad y desanudó el lazo. Abrió la caja y
poco faltó para que se desplomara de la sorpresa y felicidad: adentro había una
prueba de embarazo positiva.
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