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Sinopsis

Fic Cherik (Post Apocalypse)

Antes de ser destruido, En Sabah Nur utiliza su


conexión con Charles para provocarle una
segunda mutación. De esta manera el hijo que
Charles engendre con otro mutante le servirá de
transporte para regresar a la Tierra.

Erik x Charles.
Contiene mpreg y final feliz.

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Disclaimer
X-men es propiedad de Marvel Comics

Fuente
Slasheaven.com

Diseño, Edición y Formato


Eimi Romane

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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 1: El Reencuentro
En Sabah Nur había acabado con el mundo entero. Todo se había reducido al
caos y a la destrucción. Finalmente los X-Men lo habían vencido y hecho
desaparecer de la faz de la Tierra. Cuando subían al jet, Charles continuaba
mareado pero orgulloso de haber completado la misión. Erik Lehnsherr, en
cambio, estaba desolado. No era para menos. En cuestión de días había perdido
para siempre a su familia adorada y él había contribuido a la destrucción y
muerte de millones en el planeta. Había cambiado de bando, sí, pero a última
hora cuando el daño mundial ya era irreparable.

Sin nadie por quien vivir o luchar, Magneto se sentó con su casco en mano sobre
una roca del devastado paisaje para ver a los X-Men abandonar lo que quedaba
de El Cairo. Charles era transportado por Beast al interior de la nave. Entonces,
volteó hacia él con esa mirada comprensiva que tenía para con los desvalidos.

− Sube con nosotros, Erik – y añadió con una sonrisa -. Por favor.

Erik lo miró intrigado. ¿En serio quería que lo acompañara después de lo que
había hecho y le había hecho a él personalmente al secuestrarlo de la mansión y
a ayudar a En Sabah Nur para que le transfiriera la conciencia?

Como no llevaba el casco, Charles pudo leer su desconcierto y le contestó.

“No te guardo rencor, viejo amigo. Siempre supe que había bondad en ti y lo
demostraste. Perdiste mucho, demasiado. Hoy más que nunca necesitas de
nosotros.”

Erik no pudo evitar pensar: “Necesito de ti, Charles.”

El telépata lo leyó.

− Por eso – respondió Charles en alto -. Ven con nosotros, ven conmigo, Erik.

El individualista Erik, que pocas veces seguía consejos, obedeció. Charles no


manipuló su mente, subió porque deseó hacerlo.

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The Second Mutation by Midhiel

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Los jóvenes se sentían inquietos con la presencia de los dos Jinetes: Magneto y
Ororo, pero especialmente con Magneto. Había estado a un paso de desatar el
Apocalipsis moviendo todo el metal del planeta. Pero confiaban en Charles
Xavier y como él había invitado a Erik, no emitieron opinión alguna durante la
travesía. Charles leía la confusión de sus pupilos y varias veces les sonrió
paternalmente para demostrarles que no había nada que temer.

Moira patrullaba el jet con Beast y le regalaba miradas cómplices el telépata.


Charles acababa de devolverle sus recuerdos y ahora regresaba a su memoria la
amistad que habían tenido los dos veinte años atrás hasta el primero y único beso
con el que él se la quitó.

Charles le respondía con una sonrisa suave. Erik lo notó y a pesar de estar
anímicamente destruido, sintió celos. Es que él y Charles sí habían tenido un
romance veinte años atrás. Había sido una relación íntima, secreta, sexualmente
ardiente y marcada por el respeto y el cariño hasta su separación en la playa de
Cuba. Una década después volvieron a encontrarse cuando Charles lo rescató de
la celda del pentágono y, después de discutir, hicieron el amor en el avión
privado mientras Logan dormía y Hank estaba encerrado en la cabina. Más tarde
se separaron y no se habían vuelto a ver hasta ahora.

“¿Sientes celos de Moira?”, le preguntó mentalmente Charles, tomándolo de


sorpresa. “Te recuerdo que estuviste casado por diez años y no te recriminé
nada.”

Erik lo miró desorientado. Charles rio con complicidad.

********
Magneto y Jean Grey reconstruyeron la mansión respetando hasta el último
detalle. El tatarabuelo de Charles, que la había fundado, podía sentirse orgulloso
desde donde estuviera.

Por la noche Erik entró en el estudio donde yacía el juego de ajedrez y se sentó
en uno de los sillones. Charles ingresó y lo encontró observando las piezas,

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ensimismado en su mundo. Por una cuestión de respeto a su intimidad, prefirió


no leerlo.

− ¿Quieres jugar una partida? – preguntó para devolverlo a la realidad.

Erik asintió en silencio.

Charles ubicó su silla enfrentado a él. Le tocaban las piezas negras.

− Tú empiezas – invitó.

Erik movió su caballo izquierdo.

− ¿Estás pensando en tu familia? – indagó Charles.

− Sabes que tenía una esposa y una hija – contestó con un dolor profundo -. Mi
esposa era un ángel, tan comprensiva como tú, Charles. Si hubiera sido mutante
su don habría sido la empatía como el tuyo.

Charles se mordió el labio. “¡Dios mío!” pensó. “Eligió una mujer parecida a mí.”

Ajeno a lo que reflexionaba, Erik continuó.

− Mi hija comenzaba a manifestar sus poderes: podía comunicarse con los


animales salvajes e influir en su comportamiento. Ella – no pudo seguir y sepultó
la cabeza entre las manos, ahogándose en un llanto silencioso.

Charles movió la silla hasta su asiento y le acarició el brazo. No existían palabras


ni pensamientos que enviarle para consolarlo. Erik simplemente lo había perdido
todo. Después de largos e intensos minutos, Magneto alzó la mirada y se
encontró con los ojos acuosos y comprensivos de Charles. Soltó un gemido y lo
abrazó para continuar llorando.

− Sufriste demasiado, amigo mío – suspiró Charles. Podía percibir su dolor y el


vacío de la nada misma -. Aquí tienes un hogar y me tienes a mí.

Erik deshizo el abrazo para secarse los ojos.

− Gracias, Charles – suspiró -. Pero tú tienes a Moira.

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− Moira no tiene importancia si tú me necesitas – soltó Charles sin razonar. Solo


le salió la frase. ¿Era su inconsciente el que hablaba?

− Te amo – confesó Erik entre lágrimas -. Pero no puedo traicionar a mi esposa.


Ella . . . Ella quería vivir. . . Mi hija quería vivir . . . queríamos ser felices . . .
Querían que yo fuera feliz . . .

Llevado por el momento, Charles lo besó. Erik quedó aturdido pero no opuso
resistencia. Abrió la boca invitándolo a explorarla. El sabor, la lengua, los dientes,
conocían cada rincón del otro. Siguieron masajes descontrolados en las espaldas,
caricias en los brazos, en los pechos y en las cinturas hasta llegar a los cinturones
y, más abajo, a las cremalleras. Ambos, sincronizados en tiempo y movimiento,
desbrocharon el botón del otro y bajaron el cierre.

− ¿Tu habitación o la mía? – preguntó Erik como lo hacía veinte años atrás cada
vez que se amaban en la misma mansión.

Charles le estampó otro beso y su respuesta sonó a un balbuceo intraducible. Sin


separar las bocas, Erik lo cargó en brazos para depositarlo en el sofá cercano.
Luego se le acomodó encima. Se desabotonaron las camisas y se bajaron los
pantalones. Entre besos y caricias, se lamieron los rostros y los cuellos de manera
apasionada. Estaban cansados pero ávidos de sed de encontrase. Necesitaban
sentirse, necesitaban penetrarse, necesitaban amarse. Erik se irguió apenas y le
alzó los glúteos para entrar en él. Despacio y suave fue introduciéndose. Dejaron
de tocarse y fijaron las miradas cada uno en la pupila del otro: ellas resplandecían
por el deseo. Poco a poco, Magneto fue ingresando su miembro hasta quedar
ubicado adentro. Mientras jadeaba, Erik comenzó a mover las caderas
empujando las de Charles, que sujetaba con ambas manos. Charles resoplaba y
soltaba gemidos. Sentían las palpitaciones en los pechos y el ardor del cuerpo
entero. Sudaban y se abrazaban mojando al otro. Se besuqueaban ya el cuello, ya
el rostro, ya el tórax y ya la boca.

Finalmente el orgasmo los sacudió. La vista se les nubló y un temblor de gozo los
inundó de pies a cabeza. Sintieron que se llenaban y vaciaban al mismo tiempo.
Erik liberó su semiente dentro de Charles y este, la suya afuera. Continuaron por
un momento sudorosos y palpitantes. Poco a poco los jadeos se fueron apagando.
Riendo, Erik se echó de espaldas en el pequeño espacio libre del sofá y Charles
se movió con un reflejo rápido para darle lugar. Se abrazaron cómplices y felices.
Charles apoyó la cabeza sobre su torso desnudo con el oído encima de su corazón.
Su palpitar le pareció el sonido más gratificante. Erik lo envolvió en sus brazos y
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se acurrucó contra él, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo. Era una
sensación cálida y placentera. No se dijeron nada y por un rato los dos se
complacieron en sentir solo la respiración del otro. Parecía que el tiempo hubiera
volado veinte años atrás cuando se amaban con la inocencia que solo da la
juventud. Nunca habían dejado de hacerlo pero ahora la situación de cada uno
los obligaba a transitar diferentes caminos. ¿Podían darse una oportunidad y
reiniciar el romance?

Mientras se mantenían abrazados, Charles le leyó la mente.

− No vas a quedarte – comentó con un suspiro.

Erik cerró los ojos. Charles sintió la mezcla de sus emociones y pensamientos:
había decidido no permanecer en Westchester porque necesitaba volver a pelear
por su causa. Los dos buscaban lo mismo: proteger a sus hermanos mutantes y
guiarlos para que se convirtieran en personas libres y orgullosas de ser quienes
eran, pero mientras que Charles quería integrarlos a la sociedad por medio de su
escuela, Erik anhelaba crear una exclusiva de mutantes, que se rigiera por leyes
superiores a las de los humanos. Su corazón le clamaba que permaneciera en la
mansión pero su espíritu combativo le exigía salir de allí para ir a luchar por sus
ideales. Se amaban pero no podían permanecer juntos. Una ironía del destino que
Charles tenía que aceptar y que solo podía lograrlo si aceptaba a Erik tal cual era.

− Quiero que te quedes – confesó el telépata finalmente con dolor y


determinación al mismo tiempo -. Pero no quiero obligarte a hacer algo que no te
hará feliz.

Erik le besó la mejilla a modo de consuelo.

− Tú puedes obligarme a hacer lo que quieras que haga – le recordó -. Ese es tu


poder.

− Sin embargo, no lo haré.

− Lo sé, Charles.

− No lo haré porque te amo.

Erik lo acunó en sus brazos mientras dejaba los labios posados sobre su cabeza.
Él también lo amaba y todo su ser le suplicaba que permaneciera a su lado para
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ser feliz. Charles era la única persona que podía hacerlo dichoso. Pero la felicidad
no le importaba a Erik después de haber perdido a Nina. Ahora le importaba
defender la causa mutante como se había prometido en su juventud cuando él y
Charles estaban juntos y creían que podían revolucionar el mundo.

− Partiré mañana, Charles.

− Sabes que las puertas de Westchester estarán siempre abiertas.

Erik no le contestó. Tan solo lo oprimió más contra sí y sepultó el rostro en su


mejilla refrenando a duras penas las ganas de llorar. Charles dejó caer algunas
lágrimas. Era una despedida agridulce y sincera a la vez.

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Capítulo 2: Aceptar
Como lo habían acordado la noche anterior, Erik se dispuso a marcharse. Bajó al
sótano donde Charles estaba de traje y corbata supervisando el entrenamiento
que Mystique y Beast les daban a los jóvenes, para despedirse.

Charles lo intentó por última vez.

− ¿Cómo puedo convencerte para que te quedes?

− Tú eres el psíquico, Charles – contestó Erik antes de retirarse -. Puedes


convencerme de hacer lo que sea.

− Adiós, viejo amigo.

− Buena suerte, profesor.

Para Charles fue doloroso decirle adiós. Era un idealista pero también un realista
que sabía que no podía someter a la persona de la que estaba enamorado a tener
su propia visión y sus mismos ideales si no los compartían. Lo dejó marcharse
sin influir en su mente porque lo amaba.

Por su parte, Erik sufría el peso de una misión que él mismo se había impuesto
como un mecanismo para lidiar con la muerte de Nina. Sentía que le había fallado
al no protegerla del flechazo. Su fallecimiento había sido un accidente pero la
culpa lo consumía. Así que decidió viajar lejos en un intento desesperado por
sanar.

La tarde del día que Erik partió, Charles discutía con Mystique los pasos a seguir
para un mejor entrenamiento de los jóvenes en su estudio, cuando Hank los
interrumpió para avisarle que Moira había llegado de sorpresa.

− Le debemos mucho – observó Raven -. Especialmente Erik porque habló a su


favor y le salvó el pellejo.

− Voy a recibirla aquí – decidió Charles -. Tráela, Hank, por favor. Raven,
platicaremos luego.

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Raven y Hank intercambiaron miradas de suspicacia porque aunque Moira les


caía bien, sabían lo que Charles sentía por Magneto. Erik se había marchado por
la mañana y Charles lógicamente debía seguir sintiéndose triste. Raven iba a
opinar pero Hank la detuvo tomándola del brazo. Los dos decidieron despedirse
y dejarlo solo.

Moira entró más tarde vestida formalmente con un traje oscuro y tacones. Venía
directamente de la oficina de la CIA. Charles la invitó a sentarse y se alejó del
escritorio para acercarse a ella y así crear un ambiente más distendido.

Moira era una persona resuelta y fue directo al grano.

− Con el divorcio aprendí que no se debe desaprovechar el tiempo cuando se


trata de aquellos que nos importan. Tenemos solo una vida para vivir y disfrutar,
Charles. Por eso vine a proponerte mudarme aquí, contigo, si tú me lo permites.

− Moira – suspiró Charles. No le había leído la mente así que la propuesta lo


tomó por sorpresa.

− Ya sé que suena impulsivo pero han pasado veinte años. Además estoy sola
aquí en Nueva York. Mi ex marido ahora vive en Chicago y mi hijo estudia allí.

− ¿No lo extrañas? Me refiero a tu hijo.

− Más de lo que te imaginas – reconoció Moira con tristeza.

− Estás sola y sientes que aquí tendrás compañía.

Moira lo tomó de las manos.

− No, Charles. No necesito la compañía de los otros, solo la tuya.

Charles bajó la mirada. Ella se merecía que fuera sincero.

− Moira – trató de sonar lo más suave posible -. En otra ocasión, créeme que me
hubiera sentido dichoso. Me siento halagado, eso sí. Pero no voy a engañarte. Te
guardo un cariño enorme pero hay alguien más a quien debo olvidar si quiero
hacerte feliz.

− Te refieres a Erik Lehnsherr – contestó Moira con soltura.


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Charles simplemente asintió.

Moira suspiró.

− Te comprendo, Charles, y te agradezco que seas sincero conmigo. Pero para


esto vine, para comenzar a vivir contigo, los dos, tú y yo, juntos. Permíteme
ayudarte a sanar tu corazón y a protegerte como tú me protegiste a mí.

Descreído, Charles sacudió la cabeza.

− Moira, no quiero que te ilusiones.

− No se puede recuperar el tiempo perdido – adujo ella y Charles se echó hacia


atrás, sintiéndose culpable por haberle quitado los recuerdos -. Pero podemos
darnos la oportunidad de ser amigos al menos. Los dos estamos solos, Charles.
Déjame quedarme aquí y veremos qué sucede, sin forzar nada, ¿te parece?

Charles permaneció en silencio un rato y, luego, la miró fijo a los ojos para
responderle.

− Si lo que buscas es combatir la soledad, esta es tu casa también. Pero si lo que


estás buscando es una relación formal . . .

− No estás preparado para eso y te entiendo –terminó Moira con una sonrisa
comprensiva.

Charles le sonrió también. Iba a entrar en su mente para sentir cuáles eran
realmente sus emociones y proyectos pero aún le dolía el haberle borrado la
memoria y prefirió confiar en ella. Al fin y al cabo, Moira MacTaggert era una
persona inteligente y madura que sabía lo que quería y si se sentía sola y
extrañaba a su hijo, el ambiente cálido y bullicioso de Westchester podría
ayudarla a sobrellevar la pena.

Esa misma noche Moira volvió a su departamento para buscar elementos


personales y regresó a la mansión después de la cena. Le prepararon una
habitación alejada de las que compartían los jóvenes, casi al final del pasillo, cerca
de la de Raven.

Charles no pegó el ojo en toda la noche pensando en Erik que había partido, y
Moira que se alojaba bajo su mismo techo. Casi al alba consiguió dormitar un rato
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y despertó sobresaltado con la voz gutural de En Sabah Nur, que lo llamó en


sueños. Sin embargo, sabía que lo habían vencido y él mismo había sentido cómo
la conexión se cortaba mientras desaparecía, así que se tranquilizó, se acomodó
de lado y trató de conciliar el sueño por lo menos un par de horas.

********
La paciencia y la discreción eran dos de las virtudes de Moira. No importunaba
a Charles ni la quitó su espacio, solo vivía en la mansión el tiempo que no
trabajaba, y esperó a que el telépata la buscara para estar juntos.

Charles sentía que su corazón le pertenecía a Erik pero era consciente de que
estaba lejos y de que no iba a regresar. Merecía darse la oportunidad de disfrutar
de la vida con alguien. Una semana después de su llegada, Charles invitó a Moira
a cenar. Se divirtieron contándose anécdotas y así Charles descubrió que era una
agente prestigiosa que estaba haciendo carrera y llevaba años teniendo acceso a
documentos secretos referidos a sucesos paranormales. Por este medio había
dado con la secta adoradora de En Sabah Nur y conocía del gen x casi tanto como
Charles. Al regresar a Westchester, antes de salir del coche, Moira apagó el motor
y él la besó. Sus labios no sabían a Erik ni tenían su pasión posesiva y cariñosa,
pero Charles necesitaba olvidarlo y Moira estaba dispuesta a ayudarlo a hacerlo.

Al entrar en la mansión, todos dormían. El telépata buscó una botella de


champagne y fueron a su estudio para continuar con los besos.

Charles había estado antes con otras mujeres. En la universidad se había ganado
la fama de un seductor exitoso. Pero jamás había engañado a ninguna y no quería
hacerlo con Moira. Por eso esperó dos semanas para tener sexo con ella. Entonces,
recién la relación entró en el terreno formal. Hank se sintió contento y los jóvenes
también, especialmente Jean y Scott que estaban descubriendo lo que era el
romance. Solo Raven los observaba con recelo, no porque no confiara en los dos,
sino porque sabía lo que Erik significaba para Charles y no se convencía de que
Moira pudiera sanarlo.

Charles deseaba empezar de cero y se preguntaba por qué no podía él mismo


borrarse la memoria así hacía desaparecer a Erik de su mente y podía pensar solo
en Moira. Como ella se lo había dicho, merecían disfrutar de la vida. Así que
decidió darse una oportunidad. Sin embargo, Erik seguía presente en su cabeza
y Charles se enfurecía y sufría por ello.
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Dos meses después de su partida, el telépata comenzó a sufrir náuseas por las
mañanas y, en varias ocasiones más, la voz de En Sabah Nur volvió a despertarlo
por las noches. Se preocupó y dudó el haberlo destruido. Pensó indagar para ver
si Jean percibía algo también pero no quería asustarla.

Una mañana despertó y junto con las náuseas le llegó una sensación extraña
dentro del vientre. Primero creyó que formaba parte de su malestar pero después
percibió que se trataba de una materia, que se estaba alojando en su cuerpo. Cerró
los ojos para concentrarse y vio células diminutas generándose y manchas de luz.
Centró más la atención y se dio cuenta de que de las manchas emanaba vida.

− Una criatura – suspiró sin dar fe a lo que pronunciaba.

Era imposible. Él era un hombre. Pero recordó que en los estudios avanzados de
genética mutante se planteaba la posibilidad de que en un futuro, los hombres
pudieran engendrar, como un paso más de la evolución. Excitado, esperó a
sentirse mejor para salir de la cama y dirigirse derecho a la biblioteca. Encontró
allí a Hank, que leía unos libros para preparar su clase. El joven se sorprendió al
verlo a esa hora, en ese lugar, todavía con el pijama puesto.

− Buenos días – lo saludó Charles, tratando de sonar casual y se dirigió a sacar


los tomos que recordaba que mencionaban el tema.

− Buenos días – contestó Hank, y dejó de leer para observarlo -. ¿Está todo bien?

Charles no le respondió y se dirigió con los libros en cuestión a la mesa. Se puso


a hojear y leer compulsivamente. Hank cerró los suyos y se le acercó.

− Charles, ¿qué te ocurre? ¿Qué descubriste?

El telépata cerró finalmente los libros y lo miró. La ansiedad se le escapaba por


los poros.

− Por favor, Hank. Necesito que seas discreto – requirió. El joven asintió serio -.
Necesito que vayas a una farmacia y me traigas un test de embarazo.

− ¿Qué?

− Sé que suena absurdo – contestó Charles con calma -. Pero tengo que
comprobar algo.
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− ¿Qué tienes que comprobar? – demandó Hank, acomodándose los lentes.

− Que las náuseas y la sensación que tengo en el vientre no se relacionan con un


embarazo – confesó con soltura. Hank era una de las personas en quien más
confiaba después de todo lo que habían vivido.

El joven se quitó los anteojos y se rascó la cabeza sin creerle.

− Lo que dices es absurdo.

Charles abrió los libros para enseñarle.

− Mira, es una posibilidad que se investiga desde hace años. Nunca se dio en la
realidad pero quiero descartarla.

− Pero si lo estuvieras, sería algo inaudito.

− Solo tráeme la prueba y veremos qué hacer.

− De acuerdo – obedeció Hank y llevó sus libros para guardarlos antes de


retirarse.

Charles se echó hacia atrás en su silla. Rogaba que se hubiera equivocado.

********
Después de la prueba de embarazo, Charles le pidió a Hank que le hiciera una de
sangre y otra de orina en el laboratorio y ahora observaba en la soledad de su
estudio los resultados.

Charles Xavier no lo podía creer pero la ciencia no comete errores y los datos eran
irrefutables. No sabía cómo había ocurrido pero estaba gestando una criatura. El
no saberlo es un decir porque recordaba perfectamente la noche que habían
disfrutado él y Erik un par de meses atrás. Claro que jamás había podido
imaginar que tuviera semejante consecuencia. Bueno, se acarició el vientre. Ya
estaba hecho. Tenía que indefectiblemente comunicarse con Magneto y platicar
con Moira.

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Suspiró mientras cerraba los ojos. Una criatura, un hijo de su propia carne. Sentía
un afecto especial por los niños y los jóvenes, de hecho, había llenado su casa con
ellos, los quería y los protegía. Pero un hijo suyo era algo que no se había
planteado hasta este momento.

Deshacerse de él quedaba descartado. Sentía que si lo hacía, no podría volver a


mirar a la cara a los pequeños que acudían en busca de su ayuda o su cariño.

Oyó golpes en la puerta y autorizó a pasar. Era Hank, que cargaba una charola
con una taza de té caliente y algunas galletas.

− “Earl Grey,” tu favorito.

− Gracias – suspiró Charles, mientras esbozaba una sonrisa.

Hank depositó la taza y las galletas en un espacio que había en el escritorio de


roble, y se metió las manos en los bolsillos, un tanto nervioso.

− En realidad no sé qué decir en estos casos . . . felicitaciones, supongo . . .

− Gracias, Hank – Charles asintió.

− Charles, si necesitas ayuda para lo que sea, sabes que me tienes, nos tienes
porque Raven te va a acompañar como yo. Si quieres que guarde el secreto, lo
guardaré – se acomodó el puente de las gafas -. Creo que deberías pensar en
algún especialista, ya sabes, mutante.

− Sí, claro que lo pensé – contestó Charles tratando de sonar tranquilo -. Te


agradezco tu apoyo. Sé que cuento contigo y con Raven – volteó hacia el ventanal
con un suspiro -. Tendré que platicar con Moira, supongo que esta noche después
de la cena.

− ¿Y Erik? ¿Qué hay de él?

Charles lo miró intensamente.

− Me conectaré a Cerebro en la madrugada. No sé dónde diablos está, pero


trataré de conectarme cuando esté durmiendo para que no tenga su casco.

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− ¿Crees que esté todo el tiempo con su casco puesto? – inquirió Hank,
descreído.

− Sí, lo está, Hank – respondió Charles con tristeza.

− Vaya – exclamó el joven y bajó la mirada -. Pero cómo lo sabes si tú . . . Solo


podrías saberlo si lo . . . Ah, ya lo buscaste antes. . .

Charles no dijo nada y su silencio lo dijo todo. Había intentado conectarse con él
varias veces en esa semana de su partida antes de decidirse a invitar a Moira a
cenar y besarla. De hecho, había decidido empezar una relación con ella porque
Erik había cortado todo lazo de comunicación con él.

− Bueno – concluyó Hank, tratando de consolarlo -. Sabes que cuentas con


nosotros para lo que sea. Ahora me voy, creo que necesitas estar solo.

Charles asintió.

Hank se marchó y cerró la puerta a sus espaldas.

Charles se frotó la cara y exhaló. Estaba nervioso y preocupado en extremo. Una


criatura le cambiaría la vida. De hecho, era una vida que traía al mundo. Toda
una responsabilidad que no sabía cómo podría asumirla y llevarla a buen puerto.
Pero además estaba Erik. Rápido trató de quitárselo de la mente. No pudo. Lo
único que logró fue beber el té antes de que se enfriara.

********
Esa noche, después de cenar y cuando los niños ya estaban en sus camas, se sentó
con Moira en una habitación a solas y le explicó el asunto. Moira quedó blanca
como una sábana y con toda lógica quiso refutar las pruebas. Pero la realidad era
irrebatible.

Charles la tomó de las manos y se las llevó a sus labios. Moira temblaba.

− Lo único que necesito de ti es tu apoyo – le pidió el telépata, abriendo su


corazón -. Nunca te engañé y no quiero engañarte ahora. Trataré de comunicarme
con él y temo que no vaya a conseguirlo. Pero pase lo que pase, necesito que estés
conmigo, por favor.
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− Claro, cariño – suspiró Moira y lo fundió en un abrazo.

Charles estaba tan tenso que no quiso leerle la mente. Por eso no supo lo que ella
realmente pensaba de su embarazo masculino y de una criatura engendrada con
Erik Lehnsherr.

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Capítulo 3: Cuestión
Charles dudaba al entrar en la cámara para conectarse a Cerebro. Conocía
demasiado a Erik para darse cuenta de que su obstinado amante era capaz de
dormir con el casco puesto si no quería que lo encontrara. Pero no tenía más
opción que intentarlo porque su situación era apremiante. Se conectó a la
máquina, mientras pensaba que era una de las pocas veces que lo hacía
completamente solo, sin la compañía de Hank. Cerró los ojos para concentrarse
y cuando se conectó con las mentes mutantes, rastreó a Erik en cada rincón del
planeta. Aun antes de empezar, Charles presentía que sería una tarea inútil y no
se equivocó: la mente de Erik no podía encontrarse en ninguna parte.

Mental y emocionalmente agotado, Charles se desconectó. Bajó la cabeza y se


secó las lágrimas. Trató de secárselas, en realidad, porque seguían corriendo por
su cara como arroyuelos. Estaba solo, completamente solo. Hank, Raven, Moira
podían acompañarlo pero no era lo mismo sin él. Erik era el padre de la criatura
y ahora Charles podía sentir cuánto lo amaba. De nada había valido tratar de
olvidarlo con Moira, amaba a Erik intensamente y ahora que compartía el lazo
de un hijo, lloraba y sufría su ausencia.

Esperó a calmarse para alejarse de la máquina. Al salir de la cámara, con los ojos
enrojecidos pero ya sin llanto, se tocó el vientre por primera vez. Estaba plano
aun pero el solo pensar que allí se gestaba una nueva vida, lo hizo emocionarse.
Lloró otra vez, pero ahora de júbilo. Tan preocupado había estado con su
situación que no había tenido tiempo de maravillarse con la noticia. Se apretó el
abdomen con las dos manos y aunque todavía era muy temprano para sentir la
criatura, cerró los ojos para concentrarse y captar su presencia mentalmente. Allí
estaba, con las células generándose y la energía de las manchas de luz. Charles
se restregó los ojos, ya se sentía mejor. Tenía ganas de vivir, de soñar y de
prepararse para recibir a su hijo aunque Erik no pudiera presenciarlo.

Charles no notó que enfiló hacia su recámara sin quitarse la mano del vientre. De
a ratos se lo acariciaba y de a ratos solo la dejaba apoyaba allí. En su mente
continuaba sintiendo la vitalidad de las manchas y, sin darse cuenta, estableció
una conexión con la criatura.

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The Second Mutation by Midhiel

− ¡Dios! – suspiró y fue tan emocionante que detuvo la silla -. Tengo que
protegerlo. Siento la necesidad de cuidarlo, de resguardarlo, de luchar por él. No
puedo dejar que nada le suceda. Voy a entregar mi vida de ser necesario.

Recién entonces notó que no había retirado su mano del abdomen. Se hizo una
caricia rápida y siguió el viaje para llegar a su dormitorio. Estaba exhausto. En lo
único que pensaba era en su hijo y en darse un baño caliente. Al entrar se
encontró con Moira que ya se había vestido con un camisón de seda y estaba
sentada en la cama.

Fue la primera vez que Charles se fastidió al encontrarla en su lecho pero lo


disimuló por educación. Moira estaba preocupada.

− No pudiste encontrarlo, ¿cierto? – dedujo ella al ver su expresión de cansancio.

Charles sacudió la cabeza y suspiró.

− Necesito bañarme, acostarme y dormir.

− Charles – musitó Moira y como lo que iba a decir era complicado, hizo silencio
y se miró las dedos -. No lo hemos discutido pero sabes cuál es la única solución.

Charles la miró sin comprenderla.

Moira exhaló.

− Eres un hombre y por más evolucionado que seas, tu cuerpo no está preparado
para afrontar un embarazo. No existen especialistas que puedan ayudarte.

Ahora Charles no necesitó leerla para entender a dónde quería llegar. El


sentimiento protector que estaba sintiendo hacia la criatura hizo que se enojara.

− La respuesta es no – contestó tajante.

Moira lo observó con pena.

− Por favor, no me digas que piensas seguir adelante.

− ¿Qué me estás proponiendo? – demandó Charles enfadado.

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The Second Mutation by Midhiel

Moira suspiró cansada y triste.

− Debes abortar. . .

− No.

− Es necesario y vital que lo hagas – Moira le extendió las manos para que se
acercara y se las tomara pero Charles se mantuvo en su sitio -. Eres un científico
y sabes que eso no es un embrión, no en tu cuerpo masculino, sino un parásito.

− ¿Lo estás llamando parásito? – exclamó Charles.

− Solo quiero advertirte lo peligroso que es esto. Tú lo sabes pero es el recuerdo


de él, ¿cierto? De Lehnsherr. Crees que gestando a su criatura podrás tener algo
de él ahora que no está. Charles, te amo. Pero si quieres continuar con esta locura,
deberé marcharme.

Charles inhaló para sosegarse. Sin que ella lo notara, entró en su mente para
conocer qué estaba pensando. Vio confusión, ruido y mucho dolor. Se sentía
furiosa y ofendida. Furiosa porque Erik, sin buscarlo, había conseguido la
manera de continuar su vínculo con él y ofendida porque al fin de cuentas
Charles lo había elegido junto al bebé por encima de ella. En cuanto a la criatura,
la veía como un estorbo, una molestia que se había instalado para romper lo que
ella y Charles habían construido. Su presencia le producía desprecio. En su
mente, no debía haber existido y no tenía derecho a nacer.

Charles se frotó la frente. No había esperado sentir pensamientos tan oscuros en


Moira y se arrepintió de no haberle leído la mente cuando le dio la noticia. Aspiró
y la miró fijo a los ojos.

− Solo te pedí tu apoyo, Moira. Solo tu apoyo. Puedo entender que sientas celos
por Erik. Lamento que tengas que sufrirlos pero lo amo.

− Nunca dejaste de hacerlo – sollozó Moira y se cubrió la cara.

Charles no se conmovió.

− Es verdad y no te mentí – le recordó -. Pero no puedo entender lo que sientes


por mi hijo. Es una criatura inocente.

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The Second Mutation by Midhiel

− ¿No te das cuenta que es su hijo también? – suspiró y con esas palabras
resumió todo lo que sentía.

Charles se apretó el vientre. Era el momento de decir adiós.

− Me apena que terminemos de esta manera, Moira – trató de hablar con calma
-. Te quiero y desde que te conocí me pareciste una persona excepcional. Pero los
celos que sientes te están encegueciendo y te hacen odiar a una criatura que no
tiene culpa de nada. Voy a seguir adelante hasta las últimas consecuencias. Soy
consciente de que puede ser peligroso. Sin embargo, es mi decisión y ya está
tomada. No voy a pedirte que me acompañes porque no estás en condiciones de
hacerlo.

Moira salió de la cama y se puso la bata que había dejado sobre una silla. Su
mirada era de dolor y bronca. Sentía que Charles no solo no comprendía el
peligro de su situación sino que no alcanzaba a comprenderla a ella, algo absurdo
en un psíquico.

− Es tu decisión – respondió. Trató de sonar tranquila pero la voz le temblaba -.


Dices que estoy enceguecida de celos pero tú estás enceguecido por él. Soy
madre, Charles, y comprendo perfectamente el vínculo que se crea con una
criatura. Sin embargo, eres un hombre, lo que te está sucediendo no es natural y
no tendrá un final placentero para nadie. Tu cuerpo no está en condiciones de
llevarlo a buen término – Charles sacudió la cabeza sin ganas de seguir oyendo
pero ella continuó. Necesitaba desahogarse -. Consulta a un especialista y te dirá
exactamente lo que yo te estoy diciendo. Una mujer puede dar a luz, en tu cuerpo,
eso es un parásito.

− Moira, vete – soltó Charles, conteniéndose como nunca antes -. Tus insultos
están haciendo que te pierda la admiración que te tenía.

− Siempre fui directa, Charles. No voy a callarme lo que veo.

− ¡Vete! – ordenó el telépata enojado.

Moira estaba ofendida y triste. Había puesto mucho en esta relación y Erik le
producía una aversión terrible. Hacía veinte años había intentado ahogarla con
su collar y ahora le quitaba al hombre del que se había enamorado. Sin más que
añadir, se retiró a su propia recámara para preparar sus cosas y partir esa misma
noche.
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The Second Mutation by Midhiel

Charles fue hasta la cómoda y arrastró iracundo hasta el suelo todos los frascos
y cremas que Moira había dejado allí. Los vidrios quebraron y las sustancias se
esparcieron en el piso pulido de parqué. Estaba furioso. No solo por los insultos
de Moira sino porque tenía razón: era un hombre y su cuerpo podría atacar a la
criatura como si se tratara de un parásito o una infección. Además nada le
aseguraba que su embarazo concluyera bien.

Charles se sintió muy solo. Necesitaba a alguien. Necesitaba a Erik con


desesperación.

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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 4: Ausencia
Charles estaba tan agotado que apenas se tranquilizó, prefirió meterse directo en
la cama sin ducharse y quedó dormido rápidamente.

Despertó temprano en la mañana por los golpes que daba Hank a su puerta. El
joven había visto partir a Moira en medio de la noche y auguraba que la plática
no había acabado en buenos términos. Entró portando una charola con un
desayuno saludable y nutritivo que Charles agradeció.

− Vi ayer que Moira se fue después de la medianoche – fue directo al grano -.


¿Cómo te encuentras, Charles?

− Discutimos y con lo que piensa de mi estado no podemos seguir juntos.

Hank lo miró compasivo. Imaginaba lo que su amigo tenía que estar sufriendo.

− Pero debo seguir adelante – continuó Charles con determinación y dejó fluir
su angustia -. Pensé que ella podría acompañarme. Es que esto es difícil.

− Estoy convencido de que Raven te apoyará como yo – trató de consolarlo -.


Claro que te entendería si te niegas a contárselo aun.

− No, pienso que lo mejor es decírselo – decidió Charles -. Confío en ella tanto
como en ti. En cuanto a los jóvenes, sí considero conveniente que aguardemos un
tiempo más.

Hank asintió.

− Conociéndola, apenas lo sepa marchará a la ciudad para equipar la nursery


hoy mismo.

Charles sonrió y enseguida se puso serio.

− Lo de Moira fue un error. En el fondo me siento culpable, siento que la usé


para olvidar a Erik.

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The Second Mutation by Midhiel

− De ninguna manera, Charles – negó Hank enfático -. Nadie usó a nadie. Los
dos sabían lo que estaban haciendo aun antes de empezar la relación. Le dejaste
en claro desde el primer momento que no podías olvidarlo.

Charles decidió abrirse. Hank había sido su confidente por veinte años.

− Moira me dijo una verdad que no puedo negar. Este embarazo no es natural y
puede que no consiga llevarlo a término – y con tristeza se acarició el vientre.

Hank se acomodó las gafas.

− Es cierto en cuanto a que no es natural, o, yo usaría el término normal –


reconoció un tanto nervioso -. Pero la ciencia no se equivoca y si tu organismo
evolucionó para gestar una criatura, no hay motivos para dudar de que puedas
hacerlo.

− ¿Qué tal si mi organismo no evolucionó como pensamos? – cuestionó Charles,


dejando relucir sus miedos -. ¿Qué tal si lo que pienso que es un bebé formándose
sea en realidad un parásito y…?

− ¡Charles! – exclamó Hank asustado -. Por favor, lo que te haya dicho Moira, lo
que te haya hecho pensar no es la verdad. Tiene celos de Erik. Apostó a tu relación
y piensa que el bebé le arruinó los planes. No es una mala persona, solo se siente
despechada pero no puedes creerle. Escucha, el test fue contundente, los
exámenes que te hice también. No hay motivos para dudar: estás gestando un
hijo porque tu cuerpo se adaptó y puede hacerlo.

Charles se sintió tocado por sus palabras y trató de recuperar la compostura.

− Tienes razón, Hank – aceptó más tranquilo -. Gracias por el desayuno. Lo


terminaré, me vestiré y bajaré para que se lo contemos juntos a Raven.

− De acuerdo – sonrió Hank -. Sabes que estás rodeado de amigos.

********
Raven se alegró más de lo que Hank había pensado por el bebé aunque a duras
penas disimuló la bronca que le producía la ausencia de Erik. Charles percibió
sus emociones pero guardó silencio. También él se sentía apesadumbrado por la
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The Second Mutation by Midhiel

actitud de su amante, entendía que hubiera decidido partir pero llevar el casco
puesto todo el tiempo le indicaba que no quería tener ningún contacto.

Entre los tres dispusieron mantener el secreto hasta que Charles pasara el primer
trimestre. No consideraron adecuado que los jóvenes lo supieran, más aun
cuando era poco y nada lo que conocían sobre un embarazo masculino.

Hank se puso en contacto con una especialista en biología mutante, la doctora


Gabriele Haller, amiga suya y conocida de Charles, una científica discreta en la
que podrían confiar sin problemas. Le realizó exámenes y comprobó lo evidente:
Charles estaba esperando un hijo que a todas luces parecía normal como
cualquier criatura gestándose.

El día que le realizó la prueba de ultrasonido, Hank lo acompañó y permaneció


a su lado. Charles estaba más nervioso que otras veces y sintió cosquillas con la
frialdad del gel. También le molestó un poco el aparato moviéndose sobre la piel
del vientre. Pero todo cambió cuando escuchó los latidos vigorosos y frecuentes
de un corazón sano. Luego volteó hacia el monitor y vio a su hijo por primera
vez. No pudo evitar las lágrimas. Hank también se emocionó y le apoyó la mano
sobre el hombro. Charles parpadeó para secarse los ojos y deseó más que nunca
que Erik estuviera con él, acompañándolo y disfrutando del momento.

Cuando regresaron a la mansión con la fotografía, Charles se encerró en su


estudio. Estaba conmovido y necesitaba un instante a solas para compartir junto
a su hijo. Sin embargo, no se esperaba que Peter deseara hablarle.

− ¿Qué ocurre, Peter? – le preguntó sorprendido ya que el joven no era una


persona que interrumpiera a menudo.

Peter entró y se echó en el sofá. Trataba de aparentar que estaba relajado pero se
notaba a leguas su ansiedad por comunicar algo. Charles guardó
disimuladamente la foto de la ecografía en el cajón y se dispuso a escucharlo.

− No vas a leerme, ¿cierto? – quiso saber el joven.

Charles negó con la cabeza.

− Lo que quieras decirme me lo dirás, Peter. ¿Qué te sucede?

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The Second Mutation by Midhiel

− Verás, no es que quiera entrometerme siempre. A veces sí otras no, pero en


esta ocasión no quería enterarme de nada. Solo que pasé por la sala y estaban
hablando los tres: tú, Mystique y Hank – bufó, tratando de llegar a un punto -.
Lo sé, Charles. Sé desde hace una semana que estás esperando un hijo.

Charles quiso reír. ¿Cómo se les había ocurrido guardar un secreto cuando la
persona más veloz del planeta vivía en la mansión? Sin embargo, pensó que su
risa podía interpretarse como burla y mantuvo la compostura para no lastimarlo.

− Es cierto. Estoy esperando un hijo y pronto entraré en la doceava semana.


Entonces, lo comunicaré formalmente. ¿Crees que puedas guardar el secreto dos
semanas más?

− Claro – exclamó Peter con seguridad -. Es lo que he estado haciendo pero ese
no es el punto. El punto es que el otro padre es Magneto.

− Cierto – concordó Charles y cruzó las manos sobre el escritorio. Es que Peter
era ansioso y costaba seguirle el hilo a veces -. ¿Qué pasa con él?

Peter se echó hacia atrás en el sofá y miró hacia la pared. Le costaba decírselo
pero tenía que hacerlo. Ese era el motivo por el cual le había pedido platicar.

− Te va a parecer raro, espero que entiendas que yo no tuve nada que ver y que
no lo sabía hasta hace poco. Bien – juntó aire -. Magneto es mi padre, Charles.

Charles quedó de una pieza.

Peter entró en confianza y continuó.

− Él y mi madre se conocieron hace mucho y terminaron antes de que él supiera


que me esperaba. Fue solo un romance fugaz. Nada serio. Mamá me dejó en claro
que por nada del mundo querría volver con él ni él con ella. Claro que contigo es
otra cosa, según parece.

− ¡Dios mío, Peter! No sé qué decirte.

− Al menos dime que no me odias, Charles.

− ¿Por qué habría de odiarte? – preguntó el telépata asombrado.

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The Second Mutation by Midhiel

− Es que ustedes dos se aman y yo parezco un estorbo.

Charles sintió que el corazón se le estrujaba. Estorbo, lo mismo que pensaba


Moira de su bebé. Por un segundo asoció al cándido y simpático Peter con el hijo
que estaba gestando. Le sonrió con toda la ternura de la que fue capaz.

− Erik tiene demasiada suerte de tener un hijo como tú.

− Gracias – suspiró Peter, conmovido -. Pero te aclaro que él aún no lo sabe.

− Debería saberlo.

− Sí, cuando pueda encontrarlo – el joven se alzó de hombros con frustración -.


Es irónico. Soy la persona más veloz y se me escapó de esta casa antes de que
pudiera decírselo.

− Peter, quiero que sepas que aunque tu padre no esté ahora, me tienes a mí para
lo que necesites. Me gustaría – Charles hizo una pausa porque lo que iba a decir
le brotaba del corazón -. Me gustaría mucho que me dejaras que te quiera como
a un hijo.

− ¡Charles! – Peter sonrió de oreja a oreja -. ¿Lo dices en serio?

− No bromeo con estas cosas.

Peter brincó del sofá y corrió a abrazarlo. Pocas personas habían sido tan cálidas
y afectuosas con él como Charles en ese momento. El telépata le devolvió el
abrazo y lo apretó con fuerza. Charles había perdido a su padre siendo niño y
había crecido con su madre y su padrastro. Conocía en carne propia la necesidad
que debía tener Peter de ser amado por una figura paterna. Si Erik no estaba, él
lo supliría y cuando volviera, continuaría queriéndolo igual.

********
Charles pasó el primer trimestre sin inconvenientes más allá de los cambios
esperables en su cuerpo. Durante la décimo tercera semana él con Raven y Hank
organizaron una reunión por la tarde con los jóvenes para darles la noticia. Peter
mantuvo su palabra y no había hablado con nadie así que fue una sorpresa para
todos. Se alegraron enormemente por Charles y lo felicitaron. Charles sintió el
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The Second Mutation by Midhiel

apoyo general y eso, sumado a la progresión exitosa de su embarazo y la salud


comprobada del bebé, le dieron más fuerza y alegría.

Las semanas pasaron sin contratiempos y llegó al sexto mes. El vientre se le


agrandó demasiado y comenzó a resentir más los síntomas: hinchazón,
cansancio, pesadez, dolor de espalda. Sin embargo, no podía quejarse. Los
controles periódicos sacaban a relucir que tanto él como el feto estaban
perfectamente sanos. A medida que la criatura se desarrollaba, Charles podía
sentir con mayor frecuencia sus movimientos. Con extremo cuidado, solía entrar
en su mente en formación para percibir sus emociones. Acumulaba las imágenes
de las ecografías y las guardaba como un tesoro. Todavía no podían determinar
su género por la posición que adoptaba el feto en las sesiones de ultrasonido.
Charles estaba ansioso por conocer si se trataba de un niño o de una niña pero se
contentaba con que creciera sano. De día y de noche, en secreto y frecuentemente,
se conectaba a Cerebro para rastrear a Erik pero no obtenía resultados.

Una noche, cuando atravesaba la vigésimo sexta semana, tuvo un sueño raro. Se
encontró a sí mismo sin panza de pie en la sala principal de la mansión junto a
las escaleras. La habitación estaba a oscuras y apenas los rayos de luna se filtraban
a través de los vitrales. Se tocó extrañado el vientre y no percibió al bebé, además
lo tenía plano. En cambio sintió una energía poderosa que le abrasaba las
entrañas. Se apretó el abdomen y gritó de dolor.

− Charles.

Era la voz gutural de En Sabah Nur.

Agobiado de sufrimiento, Charles tanteó entre las penumbras hasta llegar a la


barandilla de las escaleras y se sujetó a uno de los balaustres de madera oscura.

− Charles.

La voz parecía provenir del techo y Charles miró hacia arriba mientras oprimía
los dientes para reprimir el malestar. Poco a poco el dolor disminuyó pero
continuó sintiendo la energía.

− Charles, responde, Charles – insistió -. ¿No te entusiasma oír mi voz?

− Fuiste destruido – contestó el telépata desafiante -. Esto es una pesadilla. No


existes más.
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The Second Mutation by Midhiel

− ¿Por qué observas el techo si mi voz está brotando de tu vientre?

Charles desesperó y se apretó el abdomen con ambas manos.

− ¡Esto no es más que una pesadilla! – gritó para convencerse.

Oyó la risa tenebrosa de En Sabah Nur. Sonaba cruel y potente.

− Estás soñando, Charles, y yo me comunico contigo por medio de los sueños.


La conexión que establecimos nunca se cortó, ni aun cuando creyeron vencerme.
Tu hijo es la clave, Charles. Tu hijo será mi vía para regresar a la Tierra.

− ¡No! – gritó Charles y cayó de rodillas. Clavó la mirada en la oscuridad con los
ojos rojos de furia -. Fuiste acabado, fuiste destruido, fuiste eliminado. No hay
manera de que regreses al mundo. No puedes tocar a mi hijo. No lo permitiré.
¡Jamás! ¿Me oíste? ¡Jamás!

− Charles – susurró En Sabah Nur con tono burlón. El telépata se estremeció al


notar que la voz sí brotaba de su seno -. ¿Cómo crees que quedaste preñado? Fui
yo quien mutó tu vientre para que pudieras concebir. Tu hijo, la criatura que
vayas a parir, me servirá de transporte para regresar a la Tierra. Ya no necesito
transferir mi conciencia a tu cuerpo. Solo necesito que des a luz a un niño sano y
fuerte.

Charles quiso gritar pero estaba tan aterrorizado que no le salió la voz. En verdad
estaba paralizado por el miedo. Para aumentar su pánico, el vientre comenzó a
titilar con una luz radiante. Charles se lo apretó desesperado por detenerlo.
Luego abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba acostado en su cama con la
barriga hinchada por el embarazo avanzado. Se apretó el vientre y suspiró con
alivio al sentir que la criatura se movía con entusiasmo bajo su toque como otras
tantas veces. Pensó que todo había sido una pesadilla escalofriante, aunque
demasiado vívida para tratarse de un simple sueño.

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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 5: Explicación
Charles estuvo un buen rato aspirando el aire y acariciándose el vientre para
recuperarse de la pesadilla. Después salió de la cama y se metió en el baño para
asearse y bajar. Al salir del ascensor se topó con Hank, que estaba alterado.

− Moira está aquí y quiere platicar contigo a solas.

Charles se cuestionó mentalmente por qué un día que comenzaba con una mala
pesadilla podía ponerse peor. Suspiró nuevamente para tranquilizarse y le pidió
a Hank que lo llevara hasta ella.

Moira los aguardaba en una de las salas vestida con su traje y la tarjeta
identificadora de la CIA. Al ver entrar a Charles, se levantó para acercársele y
extenderle la mano. Era un saludo demasiado formal para la relación que habían
tenido y Charles comprendió que con esa frialdad, trataba de poner distancia. Se
ubicaron junto a una mesa larga que ocupaba el centro del recinto. Ella había
puesto allí su maletín y sacó tres carpetas.

− Mira, Charles, por el afecto que te tengo vine a enseñarte esto antes de
mostrárselo a mis autoridades – dejó Moira en claro -. Este tiempo me dediqué a
continuar investigando a la secta de En Sabah Nur. Durante los últimos meses
los arqueólogos siguieron excavando dentro de la pirámide y hallaron nuevos
jeroglíficos, que explican más el alcance de sus poderes y brindan mayor detalle
de los pasos del ritual de transferencia.

Charles se interesó, aunque una parte de él no podía dejar de asociar esta noticia
con el sueño que había padecido.

Moira abrió una de las carpetas y le enseñó fotografías de los jeroglíficos


encontrados. Estaban pintados en rocas macizas, que parecían partes de algún
muro en ruinas.

− ¿Qué dicen? – preguntó el telépata.

− Cuentan detalles del ritual al que se sometió el último joven al que En Sabah
Nur le transfirió su mente. Se trataba de un noble egipcio, hijo del Sumo
Sacerdote de Amón y sobrino del Faraón, que nació con poderes mutantes. Podía

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The Second Mutation by Midhiel

leer las mentes de los demás aunque no tenía tu don de controlarlas. En Sabah
Nur se interesó en él y gracias a su amistad con el Faraón consiguió prepararlo
para la transferencia. Los traductores y lingüistas llevaron semanas leyendo un
pasaje en particular, que decía que la preparación había comenzado nueve lunas
antes, y llegaron a la conclusión de que En Sabah Nur le mutó el cuerpo,
exactamente el vientre, para darle la capacidad de concebir y gestar una criatura.

Charles quedó blanco como el papel.

Moira lo estudió con atención y añadió.

− Te suena familiar, ¿cierto? Espera a escuchar lo que sigue. Después de


provocarle esta “segunda mutación”, esta es la frase que más se adapta a lo que
ocurrió, según los lingüistas, En Sabah Nur lo llevó dentro del templo en luna
llena y los textos hablan de que mantuvo relaciones con él durante toda la noche
y el joven quedó preñado.

− ¿Estás diciendo que En Sabah Nur engendró un hijo con el joven al que le robó
el cuerpo? – se sorprendió Charles, tratando de reprimir con esfuerzo la repulsión
que le causaba la sola idea. Bueno, al menos con él solo había practicado el ritual
de la transferencia sin intentar nada más.

− No lo digo yo, lo dicen los jeroglíficos – corrigió Moira -. Como verás,


transformar un cuerpo masculino para que conciba y geste es uno de sus tantos
dones. Es, además, evidente que fue él quien te provocó esa mutación y no
evolucionaste solo por gracia de la ciencia.

− ¿Qué ocurrió con el bebé? – preguntó Charles preocupado. No en vano el hijo


que esperaba encendía su instinto paternal -. Dijiste que la concepción ocurrió
nueve meses antes, o sea, para el momento de la transferencia ya había nacido.

Moira lo miró apenada. El telépata sintió que realmente estaba triste.

− Charles – inesperadamente le atrapó la mano y se la apretó con afecto -. Estoy


muy preocupada por ti. El niño nació pero el joven no pudo resistir el parto y
entró en una especie de coma, según los textos. Rápido para no perderlo, En
Sabah Nur ordenó que el ritual de transferencia se efectuara con él inconsciente.
Nunca despertó.

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The Second Mutation by Midhiel

Charles se acarició el vientre con la otra mano. Podía sentir que el niño se movía
con energía y era sano. Desde el primer momento solo pensó en la salud de la
criatura, no en la suya. ¿Qué tal si no sobrevivía al parto?

− ¿Qué fue del niño? – murmuró la pregunta.

Moira abrió otra de las carpetas y leyó un documento.

− Después del atentado y la destrucción de la pirámide, En Sabah Nur quedó


enterrado en su nuevo cuerpo y el Faraón castigó a los traidores con mucho rigor.
El texto habla de torturas y muerte. El niño engendrado por En Sabah Nur fue
llevado clandestinamente a un pueblo donde fue educado en secreto y vigilado
de cerca por el Faraón. Cuando falleció, él asumió el trono y reinó por casi
cincuenta años. Se llamaba, déjame ver, aquí está: Osorkon V.

Charles pasó saliva pero no opinó nada. Conocía ese nombre.

Moira cerró la carpeta y le apretó la mano que aun retenía entre la suya.

− Como te lo dije esa noche, esto es peligroso no solo para ti sino para el mundo
entero.

Charles se enojó y le retiró la mano.

− Moira, no empieces …

− ¡Charles! – se indignó -. Vine con pruebas irrefutables. Tu hijo no es un avance


de la ciencia, es parte del ritual de ese monstruo con aires de divinidad antigua.
No puedes encerrarte. Tienes que aceptar la verdad. Tu embarazo representa un
peligro.

Charles se apretó la cabeza. Odiaba afirmarlo pero Moira tenía razón y ahora su
pesadilla cobraba sentido. En Sabah Nur utilizaría a su hijo como medio para
regresar a la Tierra. Su bebé era el vástago de dos de los mutantes más poderosos.
¿Quién podía predecir el alcance de sus poderes?

− Charles – lo llamó Moira para que la escuchara -. Tengo que presentar este
informe a mis autoridades pero te daré un tiempo prudencial para que actúes.
Comienza a meditar lo que te dije para razonar que mi solución, la que te di esa
noche, es la correcta.
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The Second Mutation by Midhiel

− Moira, ni lo pienses – contestó Charles, enfadado.

− ¿Vas a intentar traerlo al mundo sabiendo esto? – cuestionó, encolerizada, y le


enseñó la carpeta -. Ese joven no sobrevivió. ¿Vas a morir tú también? ¡Esto es un
capricho tuyo! Esto es culpa de . . . – se apretó la boca para no nombrarlo.

− Sigues pensando que este embarazo es un capricho mío para seguir unido a
Erik, ¿cierto? – concluyó Charles la idea.

Moira no quiso contestarle y cerró los ojos. Ahora fue Charles quien le apretó la
mano para que le hiciera caso.

− Entiendo que te sientas dolida, puedo sentir tu tristeza – confesó con calma -.
No te preocupes, no voy a borrarte los recuerdos como esa vez. No es justo. Pero
te pido que confíes en mí, por favor.

− ¿Me estás proponiendo que calle esto? – preguntó indignada.

− No que lo calles – aclaró Charles tranquilo -. Sí que me ayudes. Reconozco el


peligro que esto significa para todos. Créeme, y temo que algo malo le pase a mi
hijo. Por el cariño que nos tenemos, te ruego que me ayudes.

− ¿Ayudarte significa esconder esto a mis autoridades?

− Te pido que investigues más, que me des más datos, que me tengas al tanto.
Tengo miedo, Moira. Pero no creo que el aborto sea la solución.

− ¿Cómo piensas que podemos detener esto?

− No lo sé – contestó Charles con desazón y sinceridad.

Moira quedó en silencio. Ella también era madre y ahora que lo veía en estado
avanzado, podía comprender el vínculo que Charles debía haber formado con la
criatura y la desesperación que lo embargaba. No podía extorsionarlo para que
abortara. No podía hacerle eso por más rencor que sintiera hacia Magneto.

− Bien, Charles – se puso de pie -. Voy a tenerte al tanto de lo que vayan


descubriendo. No tomes en cuenta mi sugerencia, esa noche me encontraba muy
mal – suspiró -. Te entiendo . . . entiendo cómo te debes sentir.
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The Second Mutation by Midhiel

Charles se conmovió y sintió un alivio inconmensurable.

− Gracias, Moira. Este gesto tuyo habla de tu persona.

− De nada – asintió -. Ahora me retiro. No te preocupes, no expondré esto. Te


mantendré informado.

− Gracias – susurró -. Te acompañaré a la puerta.

Hank estaba en el recibidor y se sorprendió y alivió cuando vio que los dos salían
platicando amablemente. Era una excelente noticia. Charles necesitaba hacer las
paces con Moira para estar más tranquilo. Ella saludó a Hank y se despidió de
Charles con un beso en la mejilla. Luego agitó la mano y se dirigió hacia su coche,
que estaba estacionado afuera.

− Parece que volvieron a ser amigos – comentó Hank cuando el coche se alejaba.

− Entremos, Hank – pidió Charles, poniéndose serio -. Hay mucho que contarte.

********
Hank quedó entre estupefacto y consternado. Charles le contó de los sueños que
había tenido y del de la noche anterior especialmente, luego, le explicó con lujo
de detalles la información que le había traído Moira. No podían negar la realidad:
el feliz acontecimiento del parto podía convertirse en el regreso de En Sabah Nur.

− Si llega a tomar el cuerpo de tu hijo, no podremos derrotarlo – concluyó Hank,


nervioso -. No vamos a tocar a tu bebé, ninguno de nosotros se atrevería. Él sabe
que no lucharíamos contra él y que lo dejaríamos vivir.

Charles se frotó la frente. Él también había pensado en eso.

Hank estaba confundido.

− Hay algo que no cierra, Charles. Para poseer el cuerpo del niño, En Sabah Nur
tiene que contar con algo más que tu conexión. Una cosa es transferir su
conciencia y otra habitar un cuerpo. Tal vez necesite algo más para llevarla a
cabo.

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The Second Mutation by Midhiel

Charles lo miró con desaliento.

− Necesita un vínculo sanguíneo y lo tiene. Moira me dio el nombre del hijo que
engendró con ese joven, y que llegó a ser faraón: Osorkon V.

− Ajá.

− Pues bien, las raíces más antiguas de la familia Xavier se remontan al Antiguo
Egipto. Somos descendientes directos de ese faraón.

Hank quedó de una pieza.

− ¿Está diciendo que En Sabah Nur . . .?

− Llevo su sangre, Hank – aseveró Charles resignado y se tocó el vientre -. Mi


hijo también la lleva y ese monstruo tiene el vínculo necesario para utilizarlo
como medio.

− ¡No! – exclamó Hank con determinación y se sacó los lentes -. No lo permitiré,


Charles. En Sabah Nur no les hará daño ni a ti, ni a tu hijo. Tampoco lo permitirá
Raven, nadie lo permitirá. Menos Erik cuando se entere.

Charles se sobresaltó al oír su nombre. Erik Lehnsherr. Lo había tratado de


contactar tantas veces sin resultados que la sola mención le provocaba frustración
y tristeza.

Hank se acomodó las gafas mientras trataba de tranquilizarse antes de que


comenzara a convertirse en Beast.

− Tendremos todos los ojos puestos en ti, Charles. Todo el tiempo. Confía en
nosotros. Ahora lo importante es informarnos.

− Le pedí a Moira que me mantuviera al tanto. Ella recibe datos constantes de


los hallazgos en el sitio arqueológico. No sé qué más podemos hacer.

− ¡Casi lo olvido! – suspiró Hank -. Tenía que llamar a la doctora Haller para
acordar tu cita para mañana. Veamos si esta vez podemos conocer el sexo.

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The Second Mutation by Midhiel

Charles solo le sonrió. Estaba exhausto con el aluvión de noticias nada


placenteras. De repente sintió una comezón en la barriga y recordó que con todo
el ajetreo de la visita de Moira no había desayunado aun.

********
Erik estaba dentro de un edificio milenario en un lugar remoto de África con otros
cinco mutantes. De pie, en lo que parecían las ruinas de una civilización antigua
olvidada, discutían la creación de un nuevo estado: Genosha. Tendría la
particularidad de estar compuesto pura y exclusivamente por mutantes, y regido
por leyes propias. Cualquier humano sería excluido y apenas unos pocos
conocerían su ubicación.

Cansado, Erik se retiró para respirar aire y se quitó el casco como lo hacía en muy
pocas ocasiones. Se sentó en lo que parecía una columna de piedra tumbada y,
sosteniendo el casco con las manos, cerró los ojos para recordar a Charles. Vaya
que lo extrañaba. Cada noche, cada día. Estaba formando un estado en memoria
de su hija y de su esposa, para que ningún humano tuviera jamás la osadía de
dañar a otro mutante. Su sueño era que todos, de cada rincón del planeta, viajaran
hasta allí para vivir en Genosha, el único sitio donde ser mutante sería motivo de
orgullo y no de discriminación. Cuando estuviera habitado, él mismo viajaría a
Westchester para invitar a Charles. Lo traería y le explicaría que allí tendría un
país entero de los suyos para enseñarles a aceptar y usar sus poderes. Ah, con
Charles, la vida sería perfecta. Él y Charles, allí, en Genosha, alejados de la
sociedad, viviendo el sueño de la supremacía mutante. Porque tarde o temprano
el telépata reconocería que eran superiores y que las leyes humanas no podían
aplicarse a su raza.

De igual manera, con un estado o sin él, Erik quería volver a verlo porque lo
extrañaba con locura.

“Hijo mío.”

Era una voz dentro de su cabeza. Erik se sobresaltó porque solo Charles le
hablaba mentalmente y esta no era su voz, sino la de En Sabah Nur.

“No temas, hijo mío. Vine para recompensarte porque de los cuatro tú eres el
discípulo que me ha sido más fiel. Engendraste al instrumento por medio del cual

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The Second Mutation by Midhiel

regresaré a la Tierra y cumpliré mi propósito de destruirla para que solo nosotros,


los más fuertes, podamos regirla.”

Erik parpadeó aturdido.

− Fuiste destruido por todos – le respondió en voz alta -. ¿Qué haces en mi


cabeza? ¿Qué eres tú?

“Ya te lo dije, yo he tenido varios nombres: Elohim, Shen, Ra. Nací de la muerte
así que la destrucción no puede acabar conmigo. Yo soy la única respuesta a tus
sueños de supremacía, de dominio del mundo. No escapes más, Erik. Mira a tu
alrededor, mira más allá, quieres fundar un estado pero yo puedo ofrecerte todo
el mundo para que guíes a tu hijo, para que lo sientes en el Trono Supremo y
gobierne el planeta.”

− ¿Hijo? – cuestionó Erik, más confundido todavía.

“El hijo que engendraste y hace seis meses se está gestando en el vientre de
Charles Xavier. Será fuerte, será poderoso. Él lo dará a luz pero no sobrevivirá.
El niño sí y tú te encargarás de criarlo. Yo transferiré mi mente a su cuerpo apenas
haya nacido. Tú me protegerás, tú me guiarás, tú me sentarás en el Trono
Supremo. Tú, Erik Lehnsherr, Magneto.”

Erik brincó y se colocó el casco para no seguir oyendo. No podía ser, él lo había
visto con sus propios ojos: Jean Grey lo había reducido a cenizas con la ayuda de
todos. Además, Charles no podía estar preñado. Era absurdo. Si llevaba seis
meses, coincidía con la última vez que él había estado en Westchester y recordaba
que le había hecho el amor.

− Charles – suspiró Erik y, sin pensarlo, se elevó por los aires.

********
Charles salía con Hank al patio para dirigirse al coche, que el joven había
estacionado a pocos metros. Tenía una cita con la médica y estaba retrasado. De
repente, vio que los jóvenes y niños que estaban allí comenzaron a ponerse de pie
y a cuchichear entre ellos, mirando hacia el cielo.

− Mira.
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The Second Mutation by Midhiel

− Es él.

− ¿Cómo se llamaba?

Charles alzó la vista y vio que de entre las nubes, descendía una figura directo al
patio de la casa. Llevaba su traje morado, su capa y el casco puesto. En cuestión
de segundos, pisó el suelo empedrado con elegancia altiva. De esta manera, Erik
Lehnsherr se presentó en Westchester tras seis meses de ausencia.

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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 6: Encuentro
Erik observó a su alrededor con aire serio. Estudió a los jóvenes y niños, que lo
observaban con una mezcla de miedo y fascinación. Enseguida fijó su vista en
Charles y el vientre abultado le confirmó las palabras de En Sabah Nur. Estaba
tan aturdido que solo permaneció de pie, sin decir nada.

Tras la sorpresa, Charles recuperó la compostura y le propuso que entraran. Erik


se quitó el casco y lo siguió.

Hank quedó en suspenso, ya mirando a los jóvenes, ya mirando a Magneto.


Finalmente decidió entrar para llamar a la clínica y posponer la cita. Los demás
salieron poco a poco de su asombro y trataron de retomar las actividades en el
patio. Solo Peter, la persona más veloz del planeta, quedó estático, sin reponerse
de la sorpresa de haber visto otra vez a su padre.

Charles condujo su silla hacia el estudio para tener privacidad. Erik caminaba
detrás de él. Mientras luchaba contra sus propias emociones para llegar a destino
sin chocar contra nada, el telépata iba recibiendo el torrente de pensamientos y
sentimientos de su amante, uno detrás del otro. Así descubrió que En Sabah Nur
se había comunicado con Magneto el día anterior y le había propuesto que criara
solo a su hijo para sentarlo en el Trono Supremo, que, por deducción, debía ser
aquel junto al altar dentro de la pirámide, en El Cairo. Erik sentía culpa por haber
cortado cualquier medio de comunicación en esos meses, y estaba feliz de verlo.
En cuanto a la criatura, sus sentimientos eran confusos: adoraba la idea de tener
otro hijo, le fascinaba que fuera compartido con Charles, y lo embargaba el deseo
protector de defenderlo de cualquier amenaza. Moriría antes que permitir que
En Sabah Nur o cualquiera osara tocarlo. Sin embargo, el telépata sintió desazón
al comprobar que ese monstruo le había dicho, además, que él no iba a sobrevivir
al parto. Las ideas de su muerte y de que tomara posesión del cuerpo del bebé
estaban llenando de angustia a Erik.

Llegaron al estudio y se ubicaron frente a la ventana, que tenía las cortinas


corridas. Charles lo miró a los ojos. Erik no resistió más y corrió a abrazarlo.
Lloraba con remordimiento, alegría y amor.

− Charles, perdóname – murmuró, mientras lo acariciaba y lo cubría de besos -.


Te amo, quiero que sepas que te amo. Quiero que sientas cuánto te amo. Estuve

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The Second Mutation by Midhiel

lejos y tú – le miró el vientre y se lo masajeó con ternura -. ¿Cuántas veces habrás


tratado de contactarme para contarme de esto?

− Infinitas – respondió Charles con calma, pero su voz sonó a reproche. Estaba
contento de tenerlo al fin con él y de que supiera de la criatura, pero no podía
reprimir lo que había sufrido con su ausencia -. Te necesité. Te necesité
demasiado.

Erik le tomó el rostro con ambas manos para observarlo, los dos tenían lágrimas.

− Fui un tonto – reconoció Magneto y esa no era una frase que pronunciara
fácilmente -. Esta vez fui más estúpido que obstinado. Perdóname, Charles. Aquí
estoy. Te preguntarás qué me hizo llegar pero – le estudió la expresión. Charles
bajó la mirada -. Me leíste la mente, ¿cierto? Sabes lo que sé.

− Estás aquí – concluyó Charles, tratando de recuperar la compostura -. No es


momento de sacar nada en cara. Ni siquiera necesité leerte, Erik. Estás tan
alterado que tus pensamientos me invadieron desde el momento en que pisaste
el patio.

− ¿Es verdad que En Sabah Nur está vivo?

− Conmigo se comunicó en sueños varias veces – explicó el telépata, preocupado


-. No le daba importancia creyendo que se trataba de pesadillas. Pero ayer lo hizo
con intensidad y me comunicó lo que te dijo a ti: que quiere al bebé como
transporte para regresar a la Tierra.

− ¡No vamos a permitirlo! – dejó Magneto en claro -. No te preocupes, Charles.


Le enviaré el Sistema Solar entero encima si se atreve siquiera.

− ¿El Sistema Solar entero? – bromeó Charles con una sonrisa que los distendió
-. Siempre fuiste melodramático pero creo que esto te supera.

Erik rio entre lágrimas y lo besó. Al principio despacio, pero cuando Charles
abrió la boca se fundieron en un abrazo y la pasión los encendió. El telépata podía
leer cuán culpable Magneto se sentía. Lo consternado que estaba y lo feliz por
volver a verlo y por la noticia del bebé. Al tener sus labios entre los suyos no
sentía ganas de reprocharle nada. De repente, sintió un movimiento brusco en el
vientre y soltó a Erik.

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The Second Mutation by Midhiel

− ¿Qué te ocurre, Charles?

− Nada – sonrió para tranquilizarlo, mientras se masajeaba la barriga -. Me


parece que es tan temperamental como tú y cuando me excito, se altera.

Erik rio.

− ¿Te excitaste mucho en mi ausencia?

− Cada noche que pensé en ti – respondió Charles, insinuante.

Erik quería besarlo y hacerle el amor allí mismo, pero se arrodilló y observó
fascinado el vientre. Charles le atrapó la mano para apretarla contra su piel.
Entonces, por primera vez los dos sintieron juntos cómo se movía y volvieron a
emocionarse hasta las lágrimas.

− Tiene temperamento y fuerza – reconoció Erik, riendo -. ¿Cuándo descubriste


que lo esperabas? ¿Cómo?

− Dos meses después de que te fueras – explicó Charles y se puso serio -. Fue
difícil al principio. No sabía qué pensar. Lo amé desde el primer instante pero no
sabía cómo podía haber pasado. Tuve miedo de que mi cuerpo no estuviera
preparado para llevarlo a término. Pero me hago un control estricto y todo parece
indicar que nacerá sano y completo.

− Sabes que no dejaré que nadie les haga daño, ni a ti ni a la criatura – enfatizó
Erik con determinación -. ¡Charles! ¿Cómo pude cerrarme así? Lo que debiste
haber pasado tú solo.

− No estuve solo gracias a Hank y a Raven, y a los niños. Pero te necesité.

Erik recordó lo que En Sabah Nur le había dicho sobre el parto.

− ¿Tú estás bien de salud?

− Hasta ahora todo marcha bien, no te alarmes.

− Bien – asintió y quedó callado.

Charles supo qué pensaba.


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The Second Mutation by Midhiel

− Mira, ese monstruo nos asustó a ambos, pero no debemos pensar que vaya a
ocurrir – le apretó la mano para confortarlo. Erik lo miró intensamente -. Yo estoy
bien, estoy sano y el embarazo se desarrolla de manera normal. No hay nada que
temer. Vamos a disfrutar de este momento. Este niño es un regalo para los dos.

− Entonces, sabes que es un niño.

Charles rio.

− No aun. Verás – sonrió con picardía -, parece que heredó tu carácter y tu


obstinación, mi viejo amigo. No se deja ver en ninguna ecografía. De hecho,
estaba yendo a un control cuando llegaste. Hank seguramente lo habrá pospuesto
y es una buena noticia porque significa que podrás acompañarme y lo
descubriremos juntos.

− ¿Quién te está atendiendo?

− La doctora Haller, que es una especialista en biología mutante. La conozco de


conferencias en las que coincidimos, y es amiga de Hank de la universidad.

− Eso significa que estás en buenas manos – concluyó Erik con alivio -. Te amo,
Charles.

Charles rio.

− Erik, ¿qué te está pasando? Me lo has repetido tantas veces desde que llegaste.
Estás más sentimental que de costumbre.

− ¿Cómo puedo no estarlo? – contestó y le besó el centro del vientre -. Charles


Xavier, ¿te diste cuenta que me haces la persona más feliz?

Charles sonrió. Erik se incorporó para besarle los labios de cuenta nueva. Estaban
juntos y estaban felices. Por un rato olvidaron los temores por un futuro, que
parecía tenebroso pero tenían que cambiar.

********
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The Second Mutation by Midhiel

Hank reprogramó la cita con la doctora Haller para la mañana siguiente. Charles
pasó la mañana con Erik enseñándole las cosas que estaban comprando para el
ajuar del bebé y las ecografías que guardaba. Comieron juntos y solos en la
recámara de Charles, y entre caricias y toqueteos, terminaron haciendo el amor
en la cama. Erik fue extremadamente cuidadoso y se dedicó a hacerlo gozar. Le
acarició y succionó el pene hasta llevarlo al orgasmo, y recién, entonces, se
preparó para penetrar en su cavidad. En el instante mismo en que lo cargó en
brazos para depositarlo en el colchón, Charles olvidó todo lo vivido con Moira.
Era como si el solo toque de Erik le hubiese borrado la memoria por completo.
Ese era el calor que él deseaba sentir y su cuerpo le había reclamado por medio
año.

Por su parte, Erik se transformó con la sola sensación de olerlo, mientras lo


cargaba. Charles era único en su sabor, en su aroma y en su piel. Había estado
casado por diez felices años pero nada podía compararse a su compañía. Tocarlo,
besarlo, sentirlo, penetrarlo, llevarlo al éxtasis, eran acciones irrepetibles.
Cuidadosos para no molestar al bebé, Erik se ubicó encima de su amante, y una
vez que lo hubo penetrado, fijaron la mirada mientras se gozaban mutuamente.
Alcanzaron el clímax. Liberaron su simiente cada uno y se abrazaron para sentir
el calor del otro. Charles descubrió que estaba tan enamorado como veinte años
atrás y Erik sintió que el telépata era la única persona en el mundo a la que amaba
con tanta devoción. Charles lo era todo para él y aun resentía el haberse
ausentado por seis meses. Distraído, le acarició el vientre y la criatura pataleó con
vigor.

− Realmente se entusiasma cuando te excitas – sonrió Erik.

Charles le contestó con un beso en la boca.

********
Después de pasarse horas encerrados, salieron por la noche a tomar aire fresco
en el jardín. Charles entró más tarde y fue a la cocina a comer galletas de nuez,
que eran su antojo y Hank las acumulaba en la despensa. Allí se cruzó con Peter,
que estaba bebiendo un vaso de leche fría. Charles se acercó a la barra donde el
joven estaba sentado y se sirvió un poco de leche. Sin quererlo, sintió la ansiedad
que Peter trataba de disimular por el regreso de Magneto.

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The Second Mutation by Midhiel

− Cuando estés listo y quieras hacerlo, puedes hablar con él – sugirió el telépata
amablemente.

Peter se echó hacia atrás y bebió de un solo sorbo.

− Lo haré después, esta noche merecen pasarla juntos los dos.

Charles pudo sentir su inseguridad pero no dijo nada.

Peter llenó el vaso con más leche y le quitó una galleta de nuez.

− Es complicado, Charles – se confesó -. Aquella vez, cuando peleábamos contra


ese sujeto, lo tuve frente a frente. Mystique le habló y cuando él me preguntó
para qué estaba allí, no se lo dije. Vine corriendo desde Washington para buscar
a Magneto. Lo encontré en Egipto y cuando tenía que confesárselo no lo hice.
¿Imaginas si le hubiera dicho que era mi padre?

− ¿Quién se supone que es tu padre, niño? – sonó la voz imperante de Erik a sus
espaldas.

Peter volteó asustado. Charles le palmeó el hombro para que se tranquilizase.

− Te recuerdo – continuó Magneto y se acercó a la barra -. Diez años atrás


detuviste a los guardias en el Pentágono. Hace seis meses te presentaste con
Mystique para convencerme de que me detuviera. Te pregunté qué habías venido
a decirme y me contaste que estabas allí por tu familia.

Peter bajó la cabeza, tenía una mezcla de temor y nervios. Charles sintió pena y
quiso intervenir pero rápido entendió que era una cuestión en la que no debía
interponerse. Quiso alejarse de la barra, pero el joven lo miró desesperado
pidiéndole auxilio.

− Erik – llamó el telépata con suavidad -. Hay algo que Peter quiere decirte.

− ¿Y qué es? – reclamó Magneto.

− Mi madre – comenzó el joven -. Bueno, mi madre te conoció y . . . yo soy tu


hijo. Vaya – suspiró -. Lo solté así y es un alivio.

Erik quedó de una pieza y se volvió hacia Charles, demandante.


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The Second Mutation by Midhiel

− ¿Qué está diciendo?

Charles se dio cuenta de que tenía que intervenir.

− Él es Peter Maximoff. Tuviste un romance con su madre hace años y


terminaron antes de que ella se diera cuenta de que lo estaba esperando. Vino a
Westchester hace seis meses para conocerte pero no se dio la ocasión para que te
lo pudiera contar.

Erik estudió al joven atentamente. Sí, recordaba a su madre, la señorita Maximoff.


Ya no sentía nada por ella en absoluto. De hecho, eran pocos los recuerdos que le
quedaban de aquella relación corta y circunstancial. Peter se parecía a su madre,
Erik podía notar la similitud tanto en las facciones como en la postura. No supo
que decir y miró ya a Charles y ya al joven.

Charles le hizo un gesto para que lo abrazara. Erik dudó, era prácticamente nulo
el contacto que había tenido con él pero apenas extendió las manos, Peter lo
fundió en un cariñoso abrazo. El telépata miró a su amante con una sonrisa. Erik
le sonrió y apretó a su hijo.

En silencio para no interrumpir, Charles se fue alejando hasta dejarlos solos.

Después de un rato, Erik soltó al joven y lo miró intensamente. No podía creerlo.


Nina ya no estaba con él pero ahora tenía dos hijos más: uno crecido y otro en
camino. No podrían reemplazar jamás a su pequeña en su corazón pero sí darle
alegría para seguir luchando. Además, por supuesto, estaba Charles. El motor de
su vida.

− Ya tienes edad para beber – observó Erik. Peter asintió -. Hay cervezas en el
refrigerador. Saquemos algunas y vayamos al patio a platicar, ¿qué opinas? – le
apoyó la mano sobre el hombro de forma paternal -. Una charla de padre a hijo.

Peter sonrió.

− De acuerdo. Ah, pero aquí no hay alcohol por los niños. Espera – terminó la
frase y desapareció para aparecer con una caja llena de latas -. Ahora sí al patio,
papá.

Erik rio. En verdad sus hijos, Nina, el que Charles esperaba y Peter, todos, los
tres, eran especiales.

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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 7: Pesadilla
A la mañana siguiente, Charles y Erik fueron a la clínica para el control. Erik se
presentó ante la médica, mientras Charles se desvestía para el examen. Ella lo
revisó y comprobó que todo marchaba en orden. En el momento de la ecografía,
Haller se tuvo que excusar por unos minutos y los dejó solos.

− Es increíble que sientas celos de ella –protestó el telépata sentado en la camilla.

Erik se cruzó de brazos.

− Me estuviste leyendo.

− No, Erik. Tus celos eran tan fuertes que me llegaron solos, podría decir que me
invadieron. Contrólate antes de que hagas vibrar los metales de la sala.

− No puedo controlarme con la forma en que te mira – respondió Erik enfadado


-. Encima puede tocarte.

− ¡Erik, por favor! – cortó Charles. No sabía si llorar o echarse a reír -. ¿Crees que
encuentra atractivo a un hombre con un embarazo de seis meses y medio?

− ¿La leíste alguna vez?

− No ando leyendo a las personas, sabes que respeto su intimidad – cansado,


Charles se frotó la frente -. Esto es absurdo, toda esta discusión es absurda. En
cuestión de minutos va a entrar otra vez, me hará la ecografía y en lugar de estar
ansiosos por conocer el sexo del bebé, los dos estamos discutiendo como una
pareja tonta.

− No me parece tonto proteger lo que es mío.

Charles rio.

− O sea que yo soy parte de tus posesiones.

Erik sacudió la cabeza. No había querido decir eso. Charles también lo sabía y
solo sonrió para dar por finalizado el altercado.

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The Second Mutation by Midhiel

La doctora regresó y le pidió a su paciente que se recostara como otras veces. Erik
se ubicó junto a él y le tomó la mano. Charles conocía el procedimiento de
memoria y ya el gel no lo molestaba y el cosquilleo de la máquina le era
insignificante. Erik retuvo la respiración en el instante mismo en que oyó los
latidos y Charles pudo sentir que el metal de la camilla vibraba suavemente.

− ¡Al fin, Charles! – exclamó Haller -. ¿Lo ves? ¿Lo notas? – miró a uno y otro
padre -. ¿Lo quieren saber? – ellos asintieron con la ansiedad pintada en los
rostros -. Es un niño.

Charles cerró los ojos y Erik le apretó más la mano. Enseguida los abrió y se
miraron felices y cómplices. Erik se inclinó para darle un beso.

− Te amo – murmuró el telépata.

Erik lo volvió a besar y observaron juntos el monitor.

********
Todo Westchester se alegró con la noticia. Raven consideraba que Erik se merecía
un buen escarmiento por el tiempo que se mantuvo ausente, pero los veía felices
a los dos como nunca habían estado antes. Erik y Charles sentían que nada de lo
que habían vivido juntos podía asemejarse a lo que estaban sintiendo con la
llegada del bebé. La expectativa y la ansiedad los consumían y no dejaban de
plantearse a quién de los dos se parecería más, o si sería una mezcla de ambos
padres. También estaba el tema del nombre que los llevaba a discusiones que
terminaban en risas. Las semanas pasaron y Charles entró en el séptimo mes de
embarazo. Fueron las dos semanas más dichosas y tranquilas. Con Erik a su lado,
disfrutaba cada instante y solo la sombra de En Sabah Nur empañaba su
felicidad. Aunque Erik le aseguraba que lo vencerían y Charles se convencía de
que sería así.

A pesar de los recelos de Magneto, los dos convinieron que lo mejor era
contactarse con Moira. Ella se mostró fría cuando se enteró de que Magneto había
regresado pero por su promesa y la situación de Charles, le acercó toda la
información que estaba recopilando sobre En Sabah Nur y su secta. Charles
aprendió que realizaban ceremonias secretas vestidos con ropajes y capuchas que
escondieran su identidad. También que entonaban cánticos en griego antiguo y
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The Second Mutation by Midhiel

que tenían un líder del que desconocían mayores datos. Magneto estaba de forma
constante cerca de Charles y listo para luchar cuando fuera necesario. Hank y
Mystique seguían entrenando a los jóvenes y, aunque no se lo decían, los
preparaban para una eventual pelea con En Sabah Nur.

Una noche en que los dos se encontraban en la recámara preparándose para


dormir, Hank tocó discretamente la puerta para avisarle a Charles que Jean había
tenido una nueva pesadilla intensa.

El telépata se dirigió a la habitación de la joven y, por el camino, tranquilizó a


cada pequeño que había salido asustado a curiosear de dónde provenía el llanto
fuerte. Al entrar, su mente captó el caos de la de Jean, y tuvo que masajearse la
cabeza. Con sus poderes la joven había bloqueado las imágenes
inconscientemente y Charles no pudo ver qué había soñado. Notó que la madera
de las paredes se había corroído y había un calor intenso.

Jean ya estaba despierta y se encontraba sentada en la cama con expresión de


pánico. Respiraba profundo y se secaba los ojos. Al verlo entrar, se calmó
levemente y el calor comenzó a disminuir.

− Tranquila – murmuró Charles, mientras ubicaba su silla junto a la cabecera -.


Ya pasó todo. Estás alterada. Bebe un poco de agua – le entregó un vaso de la
mesa de luz -. Respira profundo. Eso es. Tranquilízate que estás aquí con
nosotros, sana y salva.

Jean obedeció y dio algunos sorbos. De a poco, tras aspirar y exhalar aire varias
veces, fue recuperando la calma.

− Lo vi – suspiró -. Vi a En Sabah Nur. Está vivo. No lo destruí como creíamos.

Charles trató de mantenerse sosegado.

− Cuéntame tu sueño.

− No fue un sueño – declaró Jean, angustiada -. Sentí que era el futuro, lo que
nos espera. Vi a un niño de unos diez años sentado en un trono alto y dorado.
Desde allí miraba al mundo. Luego el niño se transformó en él. Su cara, su cuerpo,
todo él se convirtió en En Sabah Nur. El mundo se incendió y había muerte,
destrucción y mucho dolor. ¡Fue horrible! – se cubrió el rostro, llorando.

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The Second Mutation by Midhiel

Charles cerró los ojos y respiró hondo. No podía ser: primero se había
comunicado con él, luego con Erik y ahora a Jean le enseñaba el futuro que
planeaba.

− ¿Eso es el futuro? – preguntó la joven con desesperación.

− No – contestó Charles, enfático -. El destino no está escrito sino que depende


de nosotros. Esos son sus deseos pero no permitiremos que se vuelvan realidad.
Nosotros somos muchos y él está solo.

− Pero, entonces, está vivo – concluyó Jean.

Charles asintió.

− No sé si vivo sea la palabra correcta pero no acabamos con él como


pensábamos. Está buscando la manera de regresar.

− ¿Trató de comunicarse con usted?

− Lo hizo como contigo a través de los sueños – confesó Charles -. Está buscando
un portal, un medio para conseguirlo.

Jean quedó en suspenso. Era una joven inteligente.

− El niño que me enseñó sentado en el trono, ¿podría ser…? – no se atrevía a


terminar la frase y le observó el vientre.

Charles asintió.

− Su plan es lograrlo a través de mi hijo. Por eso estaremos atentos. No te


preocupes, Jean. Ya estamos trabajando en ello.

− ¿Cómo podremos detenerlo? – desesperó.

− Ya encontraremos la manera – le contestó el telépata con calma -. Ustedes se


están entrenando y Erik me está protegiendo. Yo estoy protegiendo al bebé y
sabré luchar contra él cuando haga falta. Ahora quiero que duermas, tienes que
descansar. Cualquier sueño, pensamiento, o idea que tengas, quiero que me lo
hagas saber, ¿de acuerdo?

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The Second Mutation by Midhiel

Jean sintió y se recostó. Charles la cubrió con las sábanas y, después, salió de la
silla para sentarse a su lado en el colchón.

− Cierra los ojos.

Jean obedeció.

Charles le apoyó el pulgar en la frente para enviarle paz y sosiego. Jean se fue
relajando de a poco y, pronto, quedó dormida. El telépata entró en su mente para
verificar que estuviera teniendo un sueño tranquilo. Regresó a su silla y
abandonó la recámara. Afuera lo aguardaban Hank y Erik, que se había acercado
más tarde.

− Soñó con él – comunicó Charles seriamente -. Le enseñó por medio de


imágenes que quiere a nuestro hijo para encarnarse en su cuerpo, y poder
dominar y destruir el mundo.

− Primero tus pesadillas, ahora las de ella – exclamó Hank preocupado -.


Tenemos que actuar, Charles. No podemos seguir aguardando.

− ¿Qué podemos hacer? – cuestionó Charles nervioso -. Me cuido, cuido a mi


hijo, ustedes me cuidan a mí. Estamos todos atentos a su nacimiento pero no se
me ocurre nada más qué hacer por ahora.

− Hay que buscar la forma de destruirlo – dictaminó Erik -. Me dijiste que


MacTaggert iba a traerte más información en estos días. Necesitamos más datos
sobre él, necesitamos conocer más, descubrir cuál es su punto débil, cuál es la
manera de acabarlo.

− Pero parece inmortal – suspiró Hank.

− No lo es – declaró Charles -. Él no está vivo. Según lo que investigué, está en


otra dimensión, esperando el cuerpo de mi hijo para regresar. Si descubriéramos
la ubicación de esa dimensión, si pudiéramos atacarlo allí. Tal vez sea la solución
que necesitamos.

− No sé cómo hacer viajes astrales – opinó Hank.

− Eso es peligroso – advirtió el telépata -. Al hacerlo, el viajero deja su cuerpo


expuesto para que la invada cualquier entidad extraña.
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The Second Mutation by Midhiel

− Seríamos el recipiente perfecto para él – adujo Erik -. Escuchen los dos, no


solucionaremos nada esta noche. Charles, necesitas descansar. Tampoco es bueno
que estés pensando en esto antes de dormir. Hank, nos vemos en la mañana.

Charles y Hank se mostraron de acuerdo con él. Los dos amantes regresaron a su
habitación, mientras que Hank enfilaba a la suya en dirección contraria. Al llegar
se metió cada uno en su lecho y trató de dormir.

En medio de la madrugada, Erik despertó por los ruidos y gemidos de Charles.


Prendió el velador y vio que sudaba y murmuraba en sueños. Tenía una
expresión de angustia que lo sobresaltó. Rápidamente lo envolvió en sus brazos
y comenzó a susurrarle al oído para que se despertara. Mientras lo abrazaba,
percibió que tenía el vientre abultado muy caliente.

− Charles, Charles. Despierta, por favor. Despierta.

Charles soltó un grito de dolor. Se incorporó en la cama y se abrazó el vientre con


las dos manos.

− ¡Me lo quitó! – gritó, espantado y sin abrir los ojos -. En Sabah Nur me lo quitó.
¡Se llevó a nuestro hijo! ¡No está! ¡Vi cómo me lo arrancaba y se lo llevaba con él!

− ¡Charles! – exclamó Erik, tomándolo de los hombros -. Despierta. Estás


teniendo otra pesadilla. Estás aquí, en la cama conmigo. Abre los ojos y mira tu
barriga. ¡Mira! Aun estás embarazado. El bebé está allí.

− ¡No! – aulló.

Desesperado, Erik lo abrazó con fuerza.

− Charles, abre los ojos, por favor.

El telépata por fin obedeció y se encontró con la mirada angustiada de su amante.

− Mírate, Charles – suplicó Erik -. Tócate, nuestro hijo está allí.

Charles se acarició el vientre y notó que la criatura se movía alterada. Suspiró


profundo, mientras observaba ya su abdomen, ya a Erik y ya la habitación. De a
poco fue volviendo en sí.
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The Second Mutation by Midhiel

− Tuviste una pesadilla – comentó Erik, apretándolo contra sí.

− Fue horrible – exclamó Charles, espantado -. Peor que la que tuve un mes atrás.
Estaba atado en esa especie de altar, dentro de la pirámide, y En Sabah Nur me
abrió el vientre y me quitó el niño. ¡Se lo llevó con él y yo no podía hacer nada!

A Erik no se le ocurrió más que seguir acunándolo. Charles estaba aterrorizado


como pocas veces lo había visto. La sola mención de la pesadilla que había tenido,
bastó para que Magneto también se asustara. Ya estaban teniendo demasiado
contacto con ese monstruo. Bastaba apenas menos de dos meses para que el niño
naciera y todavía no habían encontrado una solución.

− Mañana planeamos con Peter ir a la ciudad y volver por la tarde – comentó


Erik -. Pero podríamos cancelarlo y me quedaría contigo.

− No – contestó Charles, cerrando los ojos. Tenía la cabeza apoyada justo sobre
el corazón de su amante y sus latidos lo estaban tranquilizando -. Ve con Peter.
Yo me quedaré aquí. Hank y Raven estarán alertas.

− No me gusta la idea de dejarte – confesó Erik -. No ahora después de estos


mensajes que estamos recibiendo.

− Erik, sal con Peter, por favor. Él te necesita.

− Tú me necesitas también.

Charles deshizo el abrazo para mirarlo a los ojos.

− Te necesito y te tengo aquí conmigo – adujo -. Sabes, me parece que tal vez la
idea de encontrar la dimensión donde está atrapado ahora sea la solución
adecuada. Déjame discutirlo con Hank. En cambio, tú sal con Peter. Necesitas
despejarte.

− De acuerdo – aceptó Erik y volvió a abrazarlo -. Pero ante la menor duda


dímelo y cancelaré la salida.

********
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The Second Mutation by Midhiel

A la mañana siguiente, después de que Erik y Peter salieron, Charles se ocupó de


asuntos de la academia para no pensar en En Sabah Nur. A media mañana recibió
un llamado de la doctora Haller. Acababa de recibir los resultados de unos
exámenes que se había hecho y quería que los discutieran juntos. Charles sintió
que el corazón se le subía a la garganta porque aunque no sonara preocupada,
temió que hubiera problemas. Pero ella le aseguró que no se trataba de nada
malo. Sin embargo, era imperante que platicaran porque necesitaría un
tratamiento especial.

Charles colgó el teléfono y se frotó la sien. Podría esperar a Erik pero recién
regresaría por la tarde y cansado de la salida. Llegó a la conclusión de que debía
ir solo y le pidió a Hank que lo llevara en coche hasta la clínica.

− ¿Estás seguro de que no quieres que entre contigo? – insistió Hank, mientras
iba conduciendo.

− No – negó Charles con la cabeza -. Es que quiero aprovechar la visita para


preguntarle por cuestiones personales, ya sabes, íntimas.

Hank asintió y no dijo más nada. Charles deseaba discutir con ella la
conveniencia de mantener relaciones sexuales en el último tiempo por el tamaño
de su vientre y la cercanía del parto. Lo ideal hubiera sido que Erik estuviese
presente pero no era así y necesitaba conversarlo.

Hank aparcó en el estacionamiento de la clínica y lo acompañó hasta el


consultorio. Una vez que Charles entró, fue hasta la cafetería para beber algo
mientras lo esperaba.

Charles entró, saludó a Haller y los dos se ubicaron enfrentados junto al


escritorio. Ella sacó los papeles de un sobre para enseñarle los resultados del
último examen al tiempo que le explicaba que sería un tratamiento breve que no
revestía gravedad alguna. De igual manera, Charles ya casi estaba sudando de la
ansiedad.

De repente, comenzó a sentirse mareado y con sueño, mucho sueño. Bostezó y se


restregó los ojos. La criatura en su vientre dejó de moverse como si se hubiera
quedado dormida instantáneamente. Charles se masajeó la panza y volvió a
bostezar.

Haller notó que algo raro pasaba.


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The Second Mutation by Midhiel

− ¿Estás bien, Charles? – preguntó sorprendida.

Charles quiso responderle que estaba exhausto pero sintió una oscuridad que lo
envolvía y absorbía por completo. Solo escuchó que Haller exclamaba:
“¡Charles!” y no oyó ni sintió más nada.

********
Charles abrió los ojos. Estaba acostado boca arriba a lo largo de uno de los altares
y reconoció el techo de la cámara de la sala del ritual de transferencia. Era el
mismo de donde En Sabah Nur había hecho descender la pirámide dorada para
iniciar el rito. Miró hacia los costados y vio los jeroglíficos tallados en los muros,
el trono enorme que se alzaba a sus espaldas y las estatuas gigantescas de los
Cuatro Jinetes. Yacía en el mismo altar donde Archangel lo había depositado siete
meses atrás. Estaba dentro de la pirámide, estaba en El Cairo. Desesperado quiso
levantarse y notó que tenía las muñecas aferradas a los costados del cuerpo con
cerraduras de acero. Comenzó a moverse frenético e irguió el cuello para mirar
más allá pero su vientre abultado le tapaba la visión. La criatura seguía
durmiendo tranquila y podía percibir a través de sus ondas cerebrales que estaba
sana.

− Esto es una pesadilla – murmuró para sosegarse y cerró los ojos -. Todo está
bien. Estoy en Nueva York, en la clínica. Esto no es más que otra pesadilla.

Sin embargo, la intuición le decía que esta vez estaba viviendo la realidad. ¿Acaso
lo habían secuestrado? ¿Qué le había ocurrido exactamente? Abrió los ojos y vio
que ahora lo rodeaban personas con túnicas y capuchas carmesí. ¿Quiénes eran?
De inmediato recordó las fotografías que Moira le había enseñado una vez de los
participantes de la secta adoradora de Sabah Nur. Eran los mismos. ¿Qué le había
pasado? ¿Los miembros lo habían secuestrado? ¿Dónde estaba Hank? ¿Dónde
estaba la doctora Haller? Advirtió que una figura se acercaba vistiendo una
túnica dorada con jeroglíficos bordados. Se notaba que se trataba del líder. Llegó
hasta los pies del altar y se quitó la capucha.

− Buenos días, Charles Xavier – saludó solemnemente.

Charles quedó de una pieza al ver de quién se trataba.

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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 8: Revelación
− Tú – murmuró Charles sin poder creerlo -. Tú estuviste detrás de esto todo el
tiempo. Eres líder de esta secta. Tuviste acceso a mi cuerpo, a mi hijo, conocías
todo de mi embarazo. Podías controlarme, podías llevar registro – se mordió los
labios -. Es increíble. Preparabas a mi bebé para la transferencia.

− Te equivocas, Charles – corrigió Gabrielle Haller con expresión adusta -. No


toqué a tu hijo más allá de los controles necesarios. No lo prepararé para nada.
Solo lo atendí como a la criatura de cualquier paciente.

Ella se ubicó junto al telépata y comenzó a palparle el vientre. Asqueado, Charles


se retorció bajo su toque. Cuando terminó el examen, Haller se volvió hacia los
demás.

− El niño continúa sedado – miró al padre -. Utilicé una dosis fuerte para
dormirte, por eso tu hijo no despierta aun. Pero lo hará pronto.

− ¿Cómo me drogaste? – demandó Charles.

− Por medio del aire acondicionado del consultorio. Puse en la ventilación un


somnífero nasal y yo me inyecté una droga para contrarrestar su efecto. También
se la di a los que me ayudaron a sacarte de aquí – al decir esto, observó a dos
miembros encapuchados, que asintieron.

− ¿Cómo pudieron sacarme de esa clínica?

− Verás, Charles. En Sabah Nur nos prometió riquezas y poder a sus seguidores
y en esa clínica trabajan personas más devotas a él que sus propios Cuatro Jinetes.

Charles se sintió un estúpido. Era el psíquico más poderoso y había caído en las
redes de la secta sin darse cuenta. Es más, se podría decir que en su ignorancia se
había entregado y entregado a su hijo directamente. Entonces, notó que aunque
se hallaba rodeado de gente, no podía leer a nadie. Claro, En Sabah Nur estaba
utilizando su poder bloqueándolos a todos. Pero, ¿dónde estaba ese monstruo?

− No me importa qué les haya prometido pero personas inteligentes como


ustedes deberían reconocer que son mentiras – exclamó Charles, mirando ya a

56
The Second Mutation by Midhiel

Haller y ya a los demás -. Él desprecia a los humanos, los considera débiles, y


desea dominar un mundo donde solo los más poderosos sobrevivan. Los
traicionará a todos ustedes. Los masacrará. ¿Se dan cuenta? Los está usando para
conseguir a mi hijo y luego los asesinará. ¡Va a matarlos!

− No estoy de acuerdo, Charles – rebatió Haller -. Cuando el Gran En Sabah Nur


habla de los poderosos, no se refiere solo a tu raza. También admira a los
humanos como nosotros, que por nuestras capacidades e inteligencia, estamos
por encima de muchos mutantes.

Charles sacudió la cabeza. No podía creer que ese monstruo los hubiera
manipulado tan bien.

− En Sabah Nur no es más que un mutante que recopiló poderes de otros a lo


largo de la Historia – explicó Charles, enojado -. No es un dios, no es una
divinidad. No es inmortal tampoco. Solo tiene acumulados muchos dones y los
engañó como incautos. No admira sus capacidades, doctora Haller. La desprecia
a usted y a todos lo humanos por más inteligentes que sean. Va a acabar con cada
uno. Al ayudarlo, se están entregando a su propia muerte.

Haller se volvió hacia los demás miembros con los brazos en alto. Estos se
arrodillaron y comenzaron a entonar cantos en griego antiguo. Charles conocía
la lengua y comprendió que estaban llamando a En Sabah Nur. Desesperado,
trató de liberar las muñecas pero el acero era demasiado ancho y estaba
encastrado en el granito del altar.

********
Hank bebió un café en la cafetería de la clínica y volvió a la puerta del consultorio
para esperar a Charles. Esperó una hora, media más y cerca de la segunda,
decidió golpear. Nadie respondió. Asustado, entró y se encontró con la sala vacía.
Había un aroma particular, que captó enseguida gracias al olfato altamente
desarrollado con el que contaba por su mutación. Era soporífero.

De inmediato salió, cerrando la puerta para que no contaminara el resto del lugar.
Miró hacia ambos lados del pasillo y comenzó a agitarse más y más. Sentía que
la bestia le surgía desde adentro y corrió desesperado por las escaleras hacia el
subsuelo. A medida que descendía, su cuerpo se fue transformando y cuando

57
The Second Mutation by Midhiel

llegó abajo, estaba convertido en Beast. Allí lo esperaba Psylocke, empuñando su


látigo púrpura.

Se enredaron en una pelea intensa. Entre golpes y saltos, Psylocke, que tenía sus
poderes intensificados gracias a En Sabah Nur, consiguió enredarle la soga al
cuello. Beast sintió que se ahogaba y se sacudía frenéticamente para zafarse.
Finalmente se liberó y cayó al piso en cuatro patas. Al alzar la cabeza, vio que
Psylocke había desaparecido.

Corrió por toda la clínica brincando como un lobo salvaje. La gente se alejaba
espantada al verlo pasar. Cerca del estacionamiento, encontró un teléfono
público y llamó a Westchester.

********
Padre e hijo habían planeado regresar por la tarde pero Erik decidió que
volvieran ya al mediodía para no estar lejos de Charles por tanto tiempo. No es
que no confiara en Hank o en Raven. Sin embargo, la pesadilla de la noche
anterior lo había dejado preocupado, además del sueño premonitorio de Jean. No
eran asuntos para tomarlos a la ligera. Bajaban los dos del coche cuando vieron
que Raven se les acercaba corriendo. La joven vivía en la mansión bajo su forma
natural, orgullosa de ser mutante.

− ¡Erik! Hank acaba de llamar de la clínica – juntó aliento -. Charles desapareció


y él se enfrentó en el sótano con Psylocke, la única jinete que sigue siendo fiel a
En Sabah Nur.

Erik se puso pálido. Peter notó que el coche entero comenzó a vibrar y los
tornillos de metal de las ruedas giraban para salir.

− ¿Qué hacía Charles en la clínica? – demandó Magneto.

− Le pidió a Hank que lo acompañara y entró solo en el consultorio. Hank lo


esperó afuera – siguió explicando Raven. Si esta vez Erik decidía matarlos,
reconoció que podría tener derecho -. Hank ya viene hacia aquí.

− Quiero que prepares a la patrulla de jóvenes que estaban entrenando – ordenó


Erik, con mucho esfuerzo para controlarse -. Tú, Peter, ayúdala. Que apenas pise

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The Second Mutation by Midhiel

la casa ese imbécil azul, baje a preparar el jet. Yo regresaré enseguida y


partiremos.

− ¿Adónde vas? – preguntó Peter.

Erik volteó hacia él.

− Voy a averiguar adónde llevaron a Charles para rescatarlo.

Ni Peter ni Raven tuvieron tiempo de preguntarle cómo lo conseguiría porque


Erik se elevó por los aires y en cuestión de segundos emprendió el vuelo hacia su
destino.

− No quiero estar en los zapatos de Hank cuando regrese – comentó Peter,


mientras veía a su padre perderse en el firmamento.

− Vamos, hay que prepararse – respondió Raven y corrieron hacia la casa.

Ella también estaba pensando en Beast. Cuando por accidente, la bala que
disparara Moira había dejado lisiado a Charles, Erik había intentado ahorcarla
allí mismo. ¿Qué haría ahora con Hank, que había dejado que lo secuestraran en
sus narices? Bueno, al menos Hank era Beast y sabría defenderse.

********
− ¿Puedes sentirlo, Charles? – preguntó Haller cuando hubieron acabado de
cantar -. ¿Puedes sentir la presencia de nuestro amo? – suspiró, extasiada -. Es
poderoso, es omnipotente, es invencible.

Charles descubrió que sí estaba sintiendo un calor en la piel, que iba entrando
por sus poros para penetrar en su interior. Era particular, intenso sin ser
abrasador, y parecía que estaba vivo. Más desesperado, se sacudió inútilmente
para soltarse.

Haller lo observaba con el placer que siente un cazador al contemplar a su presa.

− Lo sientes. Solo tú puedes acceder a ese honor. Es por la conexión que tienes
con él. Nunca se cortó, ¿lo sabías? Todo este tiempo, durante todo el embarazo,
seguiste conectado a él.
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The Second Mutation by Midhiel

− ¡No va a salirse con la suya! – exclamó Charles, furioso.

En ese instante el niño despertó en sus entrañas y comenzó a moverse con fuerza.
Charles entendió que sentía el calor y se estaba defendiendo.

− ¡No! – gritó con más fuerza.

Intentó concentrarse para tranquilizar su pequeña mente pero no podía. El calor lo


absorbía más y más. Estaba frenético por la incapacidad de proteger a su hijo.

Haller se alegraba con su situación.

− Es inútil, Charles. No puedes vencerlo. Luchar así solo te roba fuerzas y las
necesitarás porque lo que nuestro amo está haciendo es simplemente acelerar tu
embarazo – le apoyó la mano en el vientre. Charles sentía que toda esa energía
comenzaba a concentrarse allí -. El niño necesita desarrollarse y en cuestión de horas
estará listo para que lo des a luz. Mi consejo es que te tranquilices y no cometas el
error de ese joven milenios atrás. No puedes luchar contra él, no puedes luchar
contra una divinidad.

− El joven, el noble egipcio, estaba inconsciente cuando se realizó la transferencia–


recordó Charles y sus ojos se abrieron como platos ante la revelación -. Entonces, él
no cayó en coma por el esfuerzo y las dificultades al dar a luz, sino para proteger a
su hijo.

Charles ahora lo comprendía. El noble egipcio no había quedado inconsciente por


las dificultades en el parto sino para defender a su bebé de los ataques mentales de
En Sabah Nur. Si habido tenido, como él, poderes psíquicos, debía haberlos utilizado
para combatirlo en el plano astral. En Sabah Nur lo había vencido y había logrado
transferir su conciencia pero quedaba claro que el muchacho sí había conseguido
salvar a su hijo porque la criatura había crecido sana hasta convertirse en faraón y el
mismo Charles era su descendiente directo. Esa tenía que ser la solución: sacrificar
su mente para convertirla en un escudo que protegería al niño de ese monstruo. No
tenía que preocuparse si el sacrificio le costaba la vida. El hijo del joven noble había
tenido a una familia adoptiva y al faraón para que lo educaran y le dieran cariño,
Charles estaba convencido de que el suyo contaría con el amor de Erik, Raven, Hank
y de los demás mutantes. Cerró los ojos y al fin sintió algo de alivio. Ahora tenía
claro lo que debía hacer aunque le costara la vida.

− Gracias por la conexión que estableciste conmigo – desafió Charles y se preparó


mentalmente para entrar en el plano astral y combatir con En Sabah Nur apenas
osara apoderarse del bebé.
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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 9: El viaje
Moira se sirvió una copa de vino y se sentó junto a su escritorio en la comodidad
de su departamento para leer con más atención los últimos informes. A mitad de
la lectura, la interrumpió el timbre de la puerta. Abrió y se encontró con la última
persona que esperaba que la visitara.

− Buenos días, agente MacTaggert – saludó Magneto fríamente.

Sin reponerse de la sorpresa, Moira asintió y con lo que estaba leyendo, entendió
el sentido de la visita. También se asustó.

− ¿Cómo está Charles? – preguntó preocupada.

− Fue secuestrado en el consultorio de su obstetra, por eso estoy aquí – soltó Erik
y entró. Con una mirada rápida, observó cada detalle del departamento: era
prolijo y sencillo, describiendo a la perfección a su propietaria -. Vengo a buscar
cualquier información que tengas.

Moira volvió a asentir, mientras trataba de procesar la noticia. Fue hasta su


escritorio y volvió con dos carpetas.

− Justamente hace unas horas recibimos una señal proveniente del centro de la
ciudad de El Cairo – abrió una carpeta y le enseñó el mapa, que marcaba la zona
-. En el mismo sitio donde En Sabah Nur reconstruyó su pirámide, se liberó una
cantidad inusitada de energía compatible con la explosión de una bomba
atómica. Un físico investigó y llegó a la conclusión de que proviene de una fuente
desconocida.

− ¿Puede tratarse de En Sabah Nur? – interrogó Erik, nervioso.

− No lo creo porque se cortó abruptamente a los pocos segundos y no hay


reportes de que lo hayan visto. Tampoco tuvimos registros de daños ni de
catástrofe alguna y desapareció tan rápido como se inició, lo que nos llevó a
pensar que podría tratarse de la apertura de un portal. Ahora, lo interesante es
que algunos testigos afirman que una mujer con ropajes extraños de cuero salió
de la nada acompañada por personas encapuchadas que podrían describirse
como los miembros de la secta.

61
The Second Mutation by Midhiel

− ¿Mujer con ropajes extraños de cuero, que podía salir de la nada? – repitió Erik
y lo pensó -. Conozco a alguien con esa descripción. Tiene la capacidad de viajar
de un espacio a otro en cuestión de segundos.

− ¿Cómo un teletransportador?

− Es más poderosa aun. Puede atravesar continentes enteros en un abrir y cerrar


de ojos.

− Es increíble – suspiró Moira -. Ustedes con sus poderes, no dejan de


sorprenderme.

Erik se echó en la silla más cercana. Conocía a esa mujer porque era una de los
cinco mutantes que lo habían acompañado en África y había cooperado para la
creación de Genosha. Hacía ya casi dos meses que los había abandonado para
ayudar a Charles. Ahora se preguntaba si En Sabah Nur no habría aprovechado
la soledad y sus ansias de supremacía para convencerlos de apoyarlo. Si así lo
era, una vez más, Magneto tendría la culpa de las desventuras de Charles. Sin
quererlo, pero serían sus acciones las que hubieran provocado los problemas.

− Tal vez Charles esté en El Cairo – dedujo Moira y lo trajo de regreso a la


realidad -. Es muy probable que esa secta esté detrás de su secuestro y lo haya
llevado con ellos.

− Tiene sentido – suspiró Erik y se echó hacia atrás. Primero su esposa y su hija,
ahora Charles y su hijo. Todos lastimados por su culpa. Quiso gritar de furia pero
entendió que no era momento de perder los estribos -. Necesito esas carpetas –
ordenó más que pedir -, también toda la información sobre la secta, ya sé que se
lo explicaste a Charles pero la necesito ahora para explicárselo a los demás.

− ¿Los demás X-Men irán a salvarlo?

− ¿Esperas que nos quedemos de brazos cruzados? – contestó Erik bruscamente


y se levantó -. Dámelas.

Moira le entregó las carpetas y fue hasta su escritorio a buscar otras. Cuando se
las dio, le dejó en claro.

62
The Second Mutation by Midhiel

− Esto es información confidencial y te la entrego por el cariño que le guardo a


Charles. Solo por él estoy arriesgando mi pellejo.

− Y te lo agradezco – contestó Erik, mitad gélido y mitad burlón.

Moira no iba a quedarse con la bronca encima.

− No olvido cuando intentaste ahorcarme.

− Y yo no olvido lo que le aconsejaste a Charles cuando te enteraste de que


esperaba a nuestro hijo – retrucó, liberando el enojo -. Tampoco olvido que lo
abandonaste esa misma noche porque no podías más de los celos. No me lo dijo
él, Moira. Fueron Hank y Mystique. Charles siempre te tuvo en lo alto, yo nunca
te tuve mucha estima. Hasta luego.

− ¿Cómo tienes el descaro de insultarme en mi propia casa? – exclamó Moira y


se plantó para cerrarle el paso.

− La sinceridad es una de mis pocas virtudes. Ahora si me disculpas, cada


segundo que me retengas es un segundo más que Charles continúa en peligro.

Moira deseaba plantarle una bofetada por el intento de asfixia, por Charles,
porque eligió a Erik por encima de ella y especialmente porque el telépata nunca
podría ser suyo. Estaba tan furiosa que fue del deseo al hecho.

Erik no se esperaba el golpe directo en la mandíbula. Era una agente entrenada


así que sabía pegar. Quedó en suspenso, frotándose la cara.

− Hasta luego, Magneto – respondió Moira y le abrió la puerta para que se


marchara.

Erik le soltó una mirada de desprecio.

− Debes aprender que no puedes retener lo que es libre. Uno puede enamorarse
de alguien pero no puede obligar a esa persona a que lo ame a uno.

Moira le levantó otra vez el brazo pero Erik se lo atajó con un reflejo veloz.

− Deja libre a Charles – le aconsejó -. Él te aprecia pero no te ama – y se marchó.

63
The Second Mutation by Midhiel

Moira quedó tan aturdida que recién volteó hacia la puerta cuando Magneto la
hubo cerrado.

Erik sintió lástima. Entendía que le había pegado por despecho puro ya que
Charles lo amaba a él. Ese golpe certero resumía la frustración de Moira y lo
mucho que le costaba superarla. No le perdonaba el haberle sugerido el aborto al
telépata para luego abandonarlo pero sí podía comprenderla.

Magneto subió al ascensor rumbo a la azotea por donde había llegado. Se frotó
la mandíbula un par de veces más y sonrió. Charles provocaba esas pasiones.
Pero pronto la sonrisa se le disipó al pensar en la mujer mutante que lo había
trasladado al Cairo. Al abandonar Westchester la última vez, había viajado al
África con otros cinco mutantes más, que se le habían acercado por su fama
adquirida diez años atrás con su discurso en Washington. Eran tres hombres y
dos mujeres. Jóvenes un poco mayores que los estudiantes que convivían en la
mansión. Él los había guiado y aconsejado para el surgimiento de Genosha.
Después, apenas se enterara de que Charles corría peligro y podía estar
esperando un hijo suyo, los había abandonado para regresar a Nueva York. No
había sabido más de ellos y ahora se enteraba de que En Sabah Nur los había
buscado. Erik se daba cuenta de que no le debía haber costado reclutarlos porque
estaban orgullosos de su condición de mutantes y confiaban en la supremacía
que el mismo Magneto pregonaba. No tendría que haber perdido contacto con
ellos. Como tampoco debía haber dejado solo a Charles por seis meses. Las
puertas del ascensor se abrieron y Erik respiró el aire frío de la azotea antes de
emprender el regreso a la mansión.

A medida que emprendía el vuelo, su remordimiento crecía. En el fondo sentía


que él mismo había preparado a esos cinco jóvenes para seguir a En Sabah Nur
por medio de sus discursos sobre la superioridad de su raza, el anhelo de una
sociedad exclusiva para ellos y el abandono al que los había sometido al partir.

********
Hank era una persona que reconocía cuando cometía un error y asumía las
consecuencias. Por eso preparó el jet y, en medio de la ansiedad por rescatar a
Charles, aguardó el regreso de Magneto.

Erik bajó al sótano vestido con el traje de guerra con el que había regresado del
África. Cargaba el casco en la mano derecha. Mystique estaba dando las últimas
64
The Second Mutation by Midhiel

instrucciones a los pupilos. Jean, Scott, Ororo, Kurt y Peter la escuchaban


atentamente.

Hank seguía transformado en Beast ya que los nervios le impedían tranquilizarse


y él tampoco tenía intenciones de hacerlo. Vio llegar a Erik y le salió al paso.

− Oye, no tengo palabras para disculparme. Si quieres desahogarte ahora, me


haré cargo de lo que decidas, Erik.

Magneto no le respondió. Lo esquivó ignorándolo olímpicamente y siguió su


camino hasta los pies del jet, donde los demás se estaban agrupando. Raven, que
esperaba una escena y la forma de intervenir si se volvía muy agresiva, se alivió
y notó en los ojos de Erik la culpa.

− Escuchen todos – habló Magneto con la autoridad de un líder -. Charles fue


secuestrado por la secta de En Sabah Nur y lo llevaron al Cairo. Es probable que
lo estén reteniendo dentro de la pirámide que En Sabah Nur construyó.

− Era un laberinto – recordó Kurt preocupado.

− Pero ya conoces el camino hacia la cámara principal – contestó Erik -. Tenemos


ventajas y desventajas. La primera ventaja es que conocemos a nuestros
enemigos. Hank y yo estamos al tanto porque los hemos estudiado en este tiempo
y podemos informarles al resto. También todos conocemos el campo de batalla
porque ya luchamos allí hace siete meses.

Todos asintieron.

− ¿Y las desventajas? – reclamó Scott. Jean podía sentir su angustia y le atrapó la


mano para confortarlo.

− Una desventaja es el hecho de que hace cinco horas que Charles está dentro de
la pirámide.

− ¿Cómo? – cuestionó Hank. Erik lo miró con recelo -. Me refiero a que es un


viaje hasta Egipto, digo, no pudo hacerlo desde la clínica en segundos.

− Lo hizo – afirmó Erik -. Y eso se relaciona con la otra desventaja: los enemigos
a los que nos enfrentaremos.

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The Second Mutation by Midhiel

− ¿Sus seguidores? – preguntó Raven, descreída -. ¿Te refieres a los humanos


que componen su secta? No deben ser difíciles de enfrentar.

− Sus seguidores y otros cinco mutantes, que reclutó en este tiempo – aclaró Erik
-. Además de Psylocke, a la que ya han combatido ustedes.

− ¿Esos cinco mutantes quiénes son? – inquirió Ororo.

Erik alzó la vista hacia el jet.

− Estamos perdiendo tiempo. Abordaremos y les explicaré durante el viaje.

Beast trepó a los saltos para llegar a la cabina. Los demás lo siguieron. La última
en subir fue Jean. Había estado leyendo a Erik y podía sentir el remordimiento
feroz que lo embargaba. Ya dentro del jet, se ubicó en su asiento, tenía ganas de
decirle que no había sido su culpa, pero no le tenía la confianza suficiente. Por
eso no se atrevió.

Erik se calzó el cinturón y miró hacia el frente, perdido en sus pensamientos


propios.

Hank encendió la nave y piloteó hacia el Cairo. El jet supersónico les permitiría
arribar en pocas horas. Sin embargo, se cuestionaban si esas horas ya no serían
demasiado tarde para Charles.

Ororo trató de dormitar para tranquilizarse. Las últimas noches no había


dormido bien pero no podía recordar el motivo. El balanceo del jet, el sonido de
las turbinas y el silencio meditabundo de los demás la ayudaron a caer en un
letargo. Fue, entonces, que escuchó la voz que había estado sintiendo en sueños
pero no podía recordar.

− ¿Aun confías en mí, mi niña? Lo que te prometí, por lo que te pedí que
lucharas, pronto será tuyo. La Tierra será solo de los más fuertes.

Ororo abrió los ojos asustada. Respiró profundo y miró hacia los costados. Cada
uno estaba inmerso en su mundo, especialmente Erik, y Jean estaba platicando
con Scott, lo suficientemente alejada como para no sentir lo que le había pasado.

Ororo sabía quién le había hablado y se pasó la mano por la sien como una forma

66
The Second Mutation by Midhiel

de quitarse la voz de la cabeza. Ahora pensaba diferente a siete meses atrás y no


iba a permitir que En Sabah Nur cumpliera con su promesa.

Mientras hablaba con Scott, Jean se volvía de a ratos para observar a Magneto. Su
empatía la llamaba a consolarlo aun cuando le temiera. Finalmente venció su
miedo, se desprendió el cinto de seguridad y se le acercó.

Erik estaba sentado alejado del resto y, tan pensativo se encontraba, que no se
percató de la joven hasta que se sentó a su lado. Sabía que ella poseía el don de
la telepatía como Charles y estaba conociendo lo que le pasaba. Sin embargo, en
lugar de molestarse por su atrevimiento ya que la veía como una criatura, solo la
dejó estar allí.

− Vienes a decirme que no fue mi culpa – anticipó Erik sin mirarla -. Es lo que
Charles me hubiera dicho.

− Cada uno es libre de tomar sus decisiones – contestó Jean con un cierto
temblor. Magneto la intimidaba por su pasado y por la personalidad fría y
avasalladora -. Los cinco decidieron seguirlo y lo hubieran hecho aun cuando
usted estuviera con ellos.

Erik sonrió, bajando la mirada. Mitad por su inocencia atrevida y mitad porque
en el fondo tenía razón.

− Es verdad que fueron libres de elegir pero no es eso exactamente lo que me


preocupa.

− Yo creo que sí lo es – rebatió Jean con respeto -. Puedo sentirlo y usted está
convencido de que tiene la obligación de salvar a todos y de solucionar cada
problema de sus personas más cercanas. Por eso sufrió tanto cuando lastimaron
a sus seres queridos, pensaba, entonces, y todavía piensa, que tenía la obligación
de salvarlos. Los demás creen erróneamente que usted busca y provoca los
conflictos, pero en el fondo solo trata de impedirlos. Esa es la razón por la que se
sintió culpable cuando asesinaron a sus padres, cuando el profesor se lisió,
cuando mataron al presidente y cuando perdió a su primera familia.

Erik parpadeó. No quería conmoverse con las palabras de una chiquilla pero ella
lo había pintado tal cual era en la intimidad de su corazón. Ahora entendía por
qué Charles sostuvo tanto tiempo que había bondad en él, no solo odio y deseos
de venganza. Charles había leído lo mismo que Jean leía en él ahora.
67
The Second Mutation by Midhiel

La joven se restregó las manos. No era fácil decirle de frente las cosas a alguien
que la intimidaba.

− Usted no quiso provocar ninguno de esos daños y se podría decir que el


accidente del profesor lo provocó su impulso, solo su impulso, y lo último que
deseaba usted era lastimarlo. Dije que perdió a su primera familia porque tiene
una segunda con dos hijos maravillosos y una persona que lo ama.

Erik se sintió tan tocado que se echó hacia atrás exhalando un suspiro. Jean se
atrevió a apretarle la mano. Se miraron y ella le sonrió suavemente.

− Leí su corazón, Magneto. El corazón nunca engaña.

Erik simplemente asintió.

********
Charles estaba usando toda su concentración para tranquilizar a su hijo, que se
movía molesto por el calor y el proceso acelerado de crecimiento. Gracias a la
conexión que había establecido con él a lo largo de esos meses, el niño reconocía
la presencia de su mente y de a ratos se apaciguaba. Sin embargo, Charles
percibía sus emociones primitivas: miedo, susto, displacer. Estaba enloquecido
como padre por no poder ayudarlo más ni detener la energía.

Los miembros de la secta se habían dispersado y solo Haller continuaba junto al


altar observando el proceso.

De pronto, Charles sintió que la fuerza disminuía y se observó el vientre. Tal


como se lo había anticipado ella, en cuestión de horas alcanzó el tamaño de una
gestación a término. Un dolor fuerte en la parte baja del abdomen lo sacudió de
forma inesperada. Enseguida comprendió que se trataba de una contracción. Se
retorció tanto como las ataduras se lo permitían y se mordió los labios para no
gritar.

Haller estaba atenta y no demoró en palparlo. Sonrió satisfecha, mientras le


masajeaba el vientre.

68
The Second Mutation by Midhiel

− Bien, Charles. Estás a punto de comenzar el trabajo de parto. Antes del


amanecer nuestro amo habrá regresado a la Tierra. Como un dios solar, surgirá
con los destellos del nuevo día.

Charles se puso rojo de furia e impotencia. No lo lograría, no si él podía


impedirlo. Estaba preparado para combatirlo con todas sus fuerzas, estaba
preparado para combatirlo aunque le costara la vida.

********
Un grupo de nubes se disipó y Hank vio la pirámide que se erguía en el
firmamento. Avisó a los demás que estaban llegando y todos se acercaron a la
cabina para observarla.

Jean sintió la presencia de Charles adentro y el dolor que estaba pasando.

− El profesor está ahí – avisó, preocupada -. No puede ser – suspiró -. Está


sufriendo.

− ¿Lo están torturando? – se escandalizó Raven y a todos el corazón se les subió


a la boca.

− Está sufriendo contracciones – aclaró la joven -. Empezó el trabajo de parto. En


Sabah Nur aceleró el crecimiento del niño y ya está listo para nacer.

Todos se miraron consternados y miraron en especial a Magneto, que permaneció


con expresión de piedra. Así se ponía cuando alguien que amaba estaba
sufriendo y él debía ayudarlo. Dejar la mente en blanco y no sentir nada eran los
mecanismos que utilizaba para no perder el control.

− El momento llegó – anunció Erik fríamente -. Ya les dije que En Sabah Nur
tiene otros cinco nuevos mutantes, además de Psylocke. Tres hombres y dos
mujeres. Uno de ellos tiene una fuerza descomunal, otro manipula la lengua
como si fuera un látigo y otro puede convertirse en piedra. De las dos mujeres,
una tiene el poder de abrir y trasladarse a diferentes espacios, así trajo a Charles
hasta aquí tan rápido, y la otra puede volar y lanzar llamas de su boca. Jean – se
volvió hacia la joven -, necesito que me guíes dentro de la pirámide. Los demás
lucharan contra estos mutantes.

69
The Second Mutation by Midhiel

− Pero, ¿cómo va a entrar? – cuestionó la joven -. Puedo guiarle por el laberinto


pero necesita ingresar y no será fácil. Kurt, ¿puedes transportarlo hasta allí?

− Esperen – interrumpió Peter -. Yo puedo llevarte, papá. Con mi velocidad


nadie lo notaría. Además, más tarde debes salir con Charles y Kurt no podría
sacarlo porque no sabemos si la teletransportación podría hacer daño al bebé.

Erik miró a su hijo intensamente.

− Es buena idea – convino Jean -. Puedo entrar en tu mente y guiarte cuando


estés adentro, Peter.

Peter le asintió y se volvió hacia su padre.

− Quiero ayudarte, papá. Charles nos necesita y quiero ayudarte a protegerlo.

− De acuerdo – aceptó Erik.

− Yo también iré con ustedes – cambió Jean de opinión -. Puedo ayudarlos a


controlar a la secta una vez que estemos adentro.

− En resumen – concluyó Raven, asumiendo el mando junto con Magneto -. Erik,


Peter y Jean entrarán en la pirámide para sacar a Charles de ahí. Los demás los
cubriremos de los mutantes aquí afuera.

Mientras tanto, Hank maniobró la nave para aterrizarla lo suficientemente


alejada para que los enemigos no la vieran y sus compañeros fueron a asentarse
y ajustarse los cinturones.

Erik dudó un momento observando su casco. No sabía si ponérselo o no. Lo


protegería de cualquier intento de comunicación de En Sabah Nur pero le serviría
a Charles para conectarse con él. Concluyó que lo más importante era que Charles
notara su presencia y decidió no llevarlo con él cuando descendieran.

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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 10: En la pirámide


Charles gemía con angustia, impotencia y miedo. Trataba de tranquilizarse para
calmar al bebé pero estaba desesperado. Daría a luz secuestrado por los
miembros de la secta de En Sabah Nur, lejos de su familia y sin poder proteger a
su hijo. Además, nunca se había planteado el dar a luz de forma natural. Era
lógico pensar que si la segunda mutación le posibilitaba gestar, tenía que haberlo
adaptado para parir. Pero la sola idea de hacerlo lo aterrorizaba.

Haller estaba expectante y había llamado a los demás, que ahora rodeaban el altar
a una distancia prudente. Charles tenía miedo, miedo del parto, miedo de que le
ocurriera algo malo al bebé y miedo de que En Sabah Nur consiguiera su objetivo.
Sabía que dar a luz era una tarea demandante y él tenía que reservar fuerzas para
vencerlo en el plano astral. Trataba de no seguir pensando y trataba de soportar
el dolor, que cada vez se hacía más intenso. No quería gritar delante de esa gente
pero ya no lo toleraba más y estaba soltando gemidos cada vez más altos. Se
sacudía en un intento por liberarse y adoptar una posición más cómoda pero
continuaba sujetado con firmeza.

“No tema,” la voz suave y consoladora de Jean lo tomó por sorpresa. “Estamos
aquí y ya vamos por usted. Estamos a punto de entrar a rescatarlo. Peter,
Magneto y yo. Resista.”

Charles abrió los ojos. Por el esfuerzo estaba soltando lágrimas. Jamás se le había
pasado por la cabeza de que Erik y sus amigos lo abandonarían pero temía que
no pudieran encontrarlo a tiempo. Sin embargo, aquí estaban. Erik estaba cerca
y a punto de rescatarlo. Otra contracción más fuerte todavía le laceró las entrañas
y, esta vez, Charles gritó con ganas.

Haller se acercó. El parto estaba cada vez más cerca.

********
− Pude comunicarme con él y pienso que conseguí aliviarlo un poco – informó
Jean. Con Erik y Peter, estaban refugiados detrás de una roca, aguardando el
ataque de sus amigos para crear una distracción y que pudieran entrar -. También
pude sentirlo y está sano. El niño también lo está.

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The Second Mutation by Midhiel

Erik soltó un suspiro. Esta noticia le devolvía el alma al cuerpo.

− Peter, con tu velocidad no van a notarnos. Quiero que nos lleves adentro ya
mismo.

Peter se ubicó detrás de los dos y los tomó de las nucas para evitar el latigazo. En
un parpadeo, los dos no se pudieron explicarse cómo pero ya estaban adentro.
Les tomó unos segundos recuperarse, mientras que Peter se dedicó a estudiar los
jeroglíficos de las paredes para distraerse. Enseguida Jean se concentró para
ubicar la cámara principal.

− Por este camino – señaló.

Su mente seguía conectada a la de Charles y podía sentir su angustia. Varias veces


se detuvo para frotarse la frente, aturdida por el dolor que notaba en él. De tanto
en tanto, Peter se les adelantaba para asegurarse de que tuvieran el camino
despejado y Erik observaba a Jean, preocupado. Solo deseaba que lo rescataran a
tiempo.

Llegaron hasta una ventana pequeña, que se conectaba con la cámara. Desde allí
observaron a Charles atado al altar, gimiendo, a Haller a su lado, auscultándolo,
y los demás miembros arrodillados con las manos extendidas en el suelo. Apenas
Erik reconoció a la doctora, estuvo a punto de lanzar una maldición. Así que
había sido ella. Recordaba la forma en que miraba a Charles y los celos que le
había provocado. Su amante había sido ingenuo al no leerla. Ahora entendía a
qué se debía la fascinación que sentía por Charles y que él interpretó
erróneamente como enamoramiento.

− No puedo leerlos – murmuró Jean, tan bajo como podía -. Algo me lo impide.
Algo me está bloqueando.

− Es En Sabah Nur – reconoció Erik -. Lo mismo hizo con mi mente cuando era
su Jinete para bloquear a Charles.

− Entonces, está aquí – dedujo Peter y se puso a mascar una goma para aliviar la
tensión.

− No en forma física – respondió su padre -. Necesita al niño nacido para


reencarnar.

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The Second Mutation by Midhiel

− ¿Cómo vamos a detenerlos? – se angustió Jean -. Pensaba manipularlos pero


es imposible.

Erik cerró los ojos para concentrarse.

− Puedo sentir que están llenos de metales: relojes, cadenas, joyas, implantes –
abrió los ojos -. Los atacaré con sus propios elementos. Pero debemos encontrar
una entrada que no sea la principal. Miren, está custodiada.

− Es la única entrada – contestó Jean.

Mientras tanto, Peter se había recorrido el sitio de punta a punta y estaba


observando fascinado una figura en especial: una puerta pequeña entre el
montón de jeroglíficos.

− Lo vi en una película de clase B – sonrió -. Esto indica una entrada – apretó la


figura con la yema del dedo y esta reveló una pequeña abertura en la pared, cerca
de la ventana -. ¿Ven? Se los dije. Después comentan que la televisión no enseña.

Erik y Jean se metieron por la entrada. Peter los siguió sonriendo. Era un pasadizo
estrecho y asfixiante, Jean se detuvo algunas veces para buscar aire y Magneto,
que estaba más entrenado, administraba sus aspiraciones para no ahogarse. A
Peter no le ocurría nada. Llegaron hasta una pared, que les cortaba el paso. A
través de ella podían escuchar los cánticos de la secta y los gemidos de Charles.

− Bien, Charles – oyeron la voz de Haller -. Es hora de separarte las piernas.

Erik no necesitó oír más y le ordenó a Peter que abriera la pared. El joven apoyó
las manos y con la vibración de sus dedos hizo que la piedra comenzara a
deshacerse. Mientras tanto, Magneto cerró los ojos para sentir el metal de la
cámara y controlarlo.

Charles trató de dominar el dolor y sintió las mentes de los tres. Erik, Jean y Peter
estaban a metros de ellos. Quiso ayudar distrayendo a sus secuestradores.

− ¡Por última vez, escuchen todos! – gritó -. En Sabah Nur no les dará ninguna
recompensa. Va a acabar con ustedes por ser débiles e inútiles. Cuando consiga
lo que quiere, no los necesitará más.

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The Second Mutation by Midhiel

Todos en la cámara comenzaron a doblarse de dolor. Algunos se cubrían las


bocas, otros los cuellos, otros se retorcían. Haller tenía un reloj pulsera de oro y
cayó de rodillas mientras la muñeca se le cerraba. A Charles no le gustaba que
Erik fuera tan violento pero esta vez no se molestó. Quería huir cuánto antes y,
en el fondo, deseaba que pagaran lo que le habían hecho a su hijo.

En un santiamén, Peter trasladó a su padre hasta el altar. Con un movimiento de


manos, Erik quebró el acero y liberó las muñecas de Charles. Luego lo cargó con
cuidado. Charles sintió por un instante que hasta el dolor disminuía al sentirlo y
verlo a los ojos.

− Estás a salvo – le susurró Erik, mientras que Peter le apoyaba nuevamente la


mano en la nuca para sacarlo de allí.

Atrás dejaban una escena dantesca. La gente aullando mientras se le cortaban las
manos, o se asfixiaban por los collares o cintos. Algunos objetos metálicos
volaban y los golpeaban, dejándolos inconscientes. Haller luchaba por quitarse
el reloj y su muñeca estaba sangrando. De repente, al abandonar Magneto el
lugar, los ataques cesaron. A duras penas, Haller se incorporó, mientras se
apretaba el brazo para contener la sangre, y observó el lugar. Sus secuaces yacían
malheridos algunos, otros inconscientes, y varios ya muertos.

Peter y Erik con Charles salieron de la cámara y se unieron a Jean en un pasillo,


detrás de una columna enorme, dentro del inconmensurable laberinto, que era la
pirámide. Peter se quitó su chaqueta y se la entregó a su padre para que se la
acomodara a Charles a modo de almohada. Con extremo cuidado, Erik lo recostó
en el suelo. Charles se retorció y gritó.

− ¡Ya viene! ¡Ayuda!

Erik le quitó los zapatos y le bajó los pantalones. Jean corrió detrás de la columna
para otear y Peter se preparó para lo que necesitaran.

− Ya viene – gimió Charles desesperado -. ¿Qué voy a hacer?

Erik trató de mantener la calma, mientras lo palpaba. La criatura había


descendido lo suficiente. No era la situación que los dos se habían imaginado
para el nacimiento pero era con la que tenían que lidiar.

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The Second Mutation by Midhiel

− Lo darás a luz – le contestó con toda la tranquilidad que pudo -. Te


ayudaremos en lo que podamos, Charles. Tu cuerpo está preparado para hacerlo.
Debes pujar y te iré guiando.

− ¿Cuánta experiencia tienes en esto, papá? – preguntó Peter, que trataba de


disimular lo alarmado que estaba.

Erik no quiso responderle que la única vez que lidió con un parto fue durante el
nacimiento de Nina y su esposa estaba rodeada de enfermeros y un médico
eficiente. En cambio, separó las piernas de Charles y lo examinó. La mutación
había provocado que se originara un canal y debajo del ano, podía observarse un
orificio que se estaba dilatando. Por el tamaño no debía demorarse mucho.

Charles arqueó la espalda con dolor y Peter corrió a sostenerlo. Estaba sudando,
y las contracciones y la tensión le estaban quitando las fuerzas, que necesitaría
más tarde.

Jean volteó hacia ellos.

− Estoy sintiendo algo – alertó -. Parece que alguien se acerca. Peter, deberías
salir a investigar.

Peter ya se preparaba cuando Charles exclamó.

− Yo también lo estoy sintiendo. ¡Es él! En Sabah Nur está aquí.

Por instinto los tres miraron hacia todos lados pero era obvio que no se podía
presentar de forma corpórea todavía. Erik se ubicó a la altura de la cabeza de
Charles para abrazarlo y consolarlo.

− Escucha, Charles – le susurró al oído -. Debes concentrarme en dar a luz. Ya


falta muy poco. Olvida a En Sabah Nur, olvida los problemas, olvida al mundo.
Solo piensa en traer al mundo a nuestro hijo. Yo estoy aquí y aquí me quedaré.
Estoy preparado para ayudarte y guiarte, ¿de acuerdo?

Charles lo miró a los ojos y asintió. Erik le besó la frente.

Jean cerró los ojos, aturdida.

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The Second Mutation by Midhiel

− El Profesor tiene razón. Es En Sabah Nur. Está en el aire, recorre el interior de


esta pirámide. Está aguardando.

− No va a salirse con la suya, te aseguro que no – determinó Erik y regresó a


revisar el canal de parto. Luego le masajeó el vientre y sonrió a Charles -. Ya estás
listo. Adelante. Con la próxima contracción, comienza a pujar.

− Me parece que necesitaríamos sábanas o algo para envolver al niño, ¿no? –


opinó Peter.

Erik se quitó la capa. No era un elemento completamente higiénico pero, de su


atuendo, era lo único que no se había ensuciado y parecía una sábana. La sacudió
y se la pasó a su hijo. Peter la tomó pero, luego, desapareció y apareció portando
un conjunto de toallas limpias, tijeras, guantes, alcohol y demás elementos,
requisados de algún hospital. Su padre se calzó los guantes y él se alejó un poco
prudentemente.

Charles sintió la contracción y empujó, soltando un grito.

Jean se puso nerviosa, temiendo que alertara a quienes los estarían buscando. Por
eso se agazapó más detrás de la columna y utilizó todos sus poderes para seguir
espiando.

− ¡Otra vez, Charles! – alentó Erik, arrodillado entre sus piernas -. Vas bien.

Charles pujó de cuenta nueva y se arqueó, molesto y dolorido. Estaba perdiendo


fuerzas. Erik notó que necesitaba ayuda y apoyó una mano sobre su vientre para
apretarlo cuando empujara. Charles sintió otra contracción y volvió a pujar, esta
vez con la presión en la barriga de su amante. De a poco, entre pujido y pujido,
Erik pudo distinguir la cabeza.

− Ya puedo verlo – se entusiasmó -. Debes seguir así.

Mientras que Erik ayudaba a Charles y Peter observaba, Jean percibió la


presencia de siete mentes. Se trataba de siete miembros sobrevivientes con Haller
incluida, que habían conseguido erguirse y salir de la cámara para buscarlos.
Como En Sabah Nur ahora estaba concentrado esperando el nacimiento, había
desbloqueado sus mentes y ella podía sentirlas. Iba a llamar a Peter para que se
hiciera cargo pero se dio cuenta de que si tenía acceso a las siete, bien podía

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The Second Mutation by Midhiel

ocuparse ella misma. Simplemente se metió en cada una y las controló para que
no vieran siquiera la columna.

Pasaron junto a la joven, algunos rengueaban y otros trataban de cubrirse las


heridas que los metales les habían provocado. Sin sospechar siquiera, siguieron
andando. Jean mantuvo la ilusión mental hasta que estuvieron lo suficientemente
lejos para no oírlos.

Entretanto, la cabeza del bebé había salido y Erik lo sostenía con una toalla entre
sus manos. Charles ahora luchaba por liberar los hombros.

− Tienes que ayudarme – suplicó, gimiendo -. Por favor, Erik. ¡No puedo pujar
solo!

− Yo puedo ayudar – terció Peter, viendo que su padre estaba ocupado


sosteniendo la criatura.

Erik asintió a su hijo.

Peter se arrodilló junto a ellos y ubicó su mano sobre el vientre abultado.

− Ahí no, Peter – indicó Erik -. Debes apoyarla aquí. ¿Sientes los pies? Así, al
hacer presión, irá moviéndose.

Charles volvió a pujar sin gritos. Ya tenía muy poca energía. Con unos empujones
más, el bebé abandonó el cuerpo de su padre, seguido de la placenta. Erik lo
sostuvo con delicadeza para que no se fuera a caer, mientras lo envolvía en la
toalla. Después le cortó el cordón y lo limpió, y también limpió a Charles. La
criatura lloró con fuerza, demostrando la potencia de sus pulmones.

Jean se volvió hacia ellos, emocionada, y vio que Peter y su padre estaban
llorando. El bebé estaba sano, todo arrugado, lloraba sin parar y pataleaba y
sacudía los bracitos. Conmovido hasta la médula y con una sonrisa que no le
cabía en el rostro, Erik lo acomodó junto a su pecho. Lo arrulló con una canción
y despacio, el niño se fue calmando. Lleno de orgullo, Magneto volteó hacia
Charles.

− ¿Charles? – vio con espanto que había caído en una especie de coma -. ¡Charles!

Erik prácticamente se le arrojó encima. Peter observaba con los ojos como platos.
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The Second Mutation by Midhiel

Jean se les acercó y se arrodilló junto a Charles. Erik lo llamaba y sacudía


desesperado.

− No va a escucharlo – musitó Jean -. El Profesor entró en el plano astral.

− ¿Qué estás diciendo? – preguntó Peter.

Erik la miró extrañado.

− Cuando sintió el llanto del bebé y se dio cuenta de que estaba sano y salvo,
trasladó su mente al plano astral para combatir a En Sabah Nur – explicó la joven.
Con afecto, le pasó la mano por la frente -. Fue una acción valiente y peligrosa.
Quedó con poca energía después del parto y En Sabah Nur es muy poderoso.
Pero es la única manera de salvar a su hijo.

Erik parpadeó, conmovido. Eso era exactamente lo que Charles le había dicho
que haría: hallar la dimensión donde se encontraba En Sabah Nur para darle
batalla. Sin embargo, no habían esperado que diera a luz naturalmente ni, que al
hacerlo, tuviera drenadas sus fuerzas. Charles no iba a poder vencerlo solo.

− Escucha, niña – la miró fijo -. Quiero que me lleves con él. Quiero que guíes mi
mente hasta el lugar donde Charles se encuentra. No voy a dejar que combata sin
mí.

− Veré qué puedo hacer – contestó Jean.

− Peter – ahora Magneto se volvió hacia su hijo -. Quiero que espíes detrás de la
columna y nos protejas.

− ¡Claro! – respondió el joven e hizo un globo con la goma, que explotó al


instante.

El bebé se había quedado dormido. Erik lo depositó con cuidado junto a Charles
y le besó la frente. Luego se recostó boca arriba al lado de su amante y cerró los
ojos. Jean se le acercó y apoyó los dedos en las sienes de Magneto para ingresar
en su mente. Sintió su energía abrumadora, aquella que lo hacía luchar por sus
ideales sin flaquear. Luego el amor inmenso que sentía por Charles y el deseo
colosal que tenía de proteger al niño. Trasladó su conciencia hasta el sitio donde
el telépata esperaba a En Sabah Nur y rogó internamente que entre los dos
pudieran vencerlo.

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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 11: El enfrentamiento


Apenas notó que Peter había llevado a Erik y Jean dentro de la pirámide,
Mystique dio la orden a los demás para que atacaran. Psylocke, rodeada de los
otros cinco que había descripto Magneto, los esperaban preparados para la lucha.
Se trenzaron en grupos y de a dos. Beast fue directo a la buscar a Psylocke para
atender los asuntos pendientes entre ellos, y ella lo aguardó con una sonrisa
despectiva preparando su látigo. Kurt se trenzó en una lucha con la mutante que
podía viajar de un espacio a otro, mientras que Raven, Scott y Storm se
enfrentaron a los otros cuatro. En Sabah Nur había aumentado los poderes de sus
seguidores y los X-Men podían percibirlo en la destreza para esquivar sus golpes
y en la fuerza con que los atacaban.

Raven se daba cuenta de que no podrían vencerlos pero ese no era el plan, el
verdadero plan era dar tiempo a sus tres compañeros para que pudieran sacar a
Charles de la pirámide y llevarlo al jet.

Ororo se elevó por los aires y creó una tormenta para impedir que la mutante con
la habilidad del vuelo pudiera despegar y lanzar llamas desde arriba. Pero el otro
mutante le atrapó el tobillo con su lengua de látigo y la devolvió a la tierra. Ororo
rodó y se levantó de un brinco para seguir peleando. Mas el látigo se enredó en
su brazo y la tironeó hacia el mutante. La joven luchó para liberarse pero la
lengua poseía una especie de goma que se le adhería a la piel y era imposible
despegarla. Desesperada, se concentró y creó una lluvia de granizo directo sobre
el mutante. Varias piedras le pegaron en la lengua y tuvo que soltar a Ororo.

La joven aprovechó para elevarse de cuenta nueva y detener a su adversaria. Fue


en ese momento, que la piedra lanzada por el otro enemigo le impactó en el
hombro y la hizo caer. El golpe fue tan fuerte que tuvo que masajearse el brazo y
temió haberse dislocado un hueso. La mutante voladora descendió y se le acercó
con una expresión cruel.

− Eres Storm, ¿cierto? – desde el piso, Ororo la miró desafiante -. En Sabah Nur
nos habló de ti. Fuerte, decidida, él te aumentó los poderes para que tuvieras el
honor de servirlo pero lo traicionaste. No eres más que una traidora estúpida.

− La traidora eres tú – le escupió la bronca -. Ayudando a quien va a destruirnos


a todos. ¿O piensas ingenuamente que te perdonará la vida?

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The Second Mutation by Midhiel

La mutante alzó los brazos y cerró los ojos con una expresión de éxtasis. Ororo
temió que estuviera por lanzarle uno de sus rayos. En cambio, abrió los párpados
sonriendo victoriosa.

− Nuestro amo venció. ¡El niño acaba de nacer! ¡Gloria al Gran En Sabah Nur!

Los otros cuatro detuvieron la pelea y respondieron al unísono: ¡Gloria!

Mystique miró a Ororo y a los demás. ¿Charles había dado a luz? ¿Cómo se
encontraba? ¿Erik y los demás habían llegado a tiempo? ¿Cómo estaba el niño?

Ororo aprovechó la distracción para lanzar un rayo sobre el mutante con la


lengua elástica y Scott se quitó los lentes para disparar contra los otros. Mystique
corrió a ayudarlos, mientras que Kurt seguía trenzándose con su adversaria, tan
concentrados en ellos como ajenos a todo. Beast y Psylocke estaban en una azotea
en ruinas en una lucha bastante pareja.

********
Mientras se esforzaba por traer a su hijo al mundo, Charles rastreaba
mentalmente a En Sabah Nur. Cuando oyó el llanto sano y vigoroso del bebé, a
pesar de las ganas que lo desbordaban por conocerlo, entró en el plano astral y
viajó hasta el sitio adonde ese monstruo estaba tratando de llegar. Era una
habitación luminosa con una energía tan intensa, que producía una vibración
cálida y placentera en el cuerpo. Charles caminó por los diferentes rincones
extasiado por la paz que se sentía. De repente escuchó un llanto y, al voltear, se
encontró con un bebé desnudo en el suelo platinado, que reconoció
instintivamente como su hijo. Se le acercó con una sonrisa que no le cabía en el
rostro, lo alzó y meció, emocionado. Oyó a lo lejos la voz de Erik arrullándolo y
notó como la criatura se iba calmando. Entonces, comprendió dónde estaba: era
la mente del bebé. Contempló el lugar con nuevos ojos y se dio cuenta de que se
sentía tan a gusto en ese lugar porque por la conexión que había establecido con
el niño a lo largo de los meses, su mente no lo percibía como a una persona
extraña, sino que, al contrario, lo recibía y cobijaba alegremente.

De pronto, la sensación de paz se cortó y Charles percibió que En Sabah Nur


había llegado. Depositó a su hijo en el suelo y se volteó hacia él. Estaba de pie a
pocos metros, con la misma altura, ropajes y porte con los que Charles lo había
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The Second Mutation by Midhiel

conocido. Pero se le notaba una leve transparencia en la piel porque no había


podido recuperar aun su forma corpórea, y Charles Xavier se encontraba allí para
impedirlo.

− Hola, Charles – su voz gutural le produjo escalofríos al psíquico -. Contempla


cómo gira el mundo: durante milenios me mantuvo dormido, con mis poderes
latentes, esperando el momento de despertar. Pero mi hijo, mi sangre, continuó
engendrándose una y otra vez hasta llegar a ti. Tú, Charles, eres parte de mí. Tu
hijo me pertenece.

− ¡Eso en tus sueños! – respondió Charles con desprecio y le envió el cúmulo de


sensaciones y pensamientos de todos los mutantes.

En Sabah Nur seguía débil y semejante torrente lo arrojó de rodillas al piso.


Charles se le acercó para plantarle una bofetada y luego otra y otra, con el fin de
que no pudiera erguirse. Cuando En Sabah Nur iba a atajarle el puño, con un
reflejo rápido, el telépata le lanzó una patada que lo desparramó en el piso.

− ¡Mi recomendación es que te jodas! – exclamó Charles antes de enviarle una


nueva catarata de emociones y dolor. Con semejante esfuerzo, más el desgaste
que había tenido en el parto, sintió que ya no podía más y retrocedió unos pasos
para recuperarse.

En Sabah Nur tardó en volver en sí. Necesitaba terriblemente al niño para


fortalecerse, y los golpes de Charles lo habían dejado en el suelo. Pero no en vano
era el mutante más poderoso y con toda su energía apuntó, no a Charles sino al
bebé. No había tiempo que perder, iba a conseguir su cuerpo ahora mismo.

Desesperado, Charles se lanzó sobre la línea de fuego y la energía lacerante lo


golpeó. Cayó al piso sangrando y semiinconsciente.

− Tonto inútil – se mofó En Sabah Nur, mientras se levantaba -. Así que eso era
todo lo que tenías para ofrecer. El psíquico más grande del mundo – bufó -. ¡Una
vergüenza!

Charles intentó incorporarse pero el tiro había sido tan violento, que le quitó las
pocas fuerzas. En Sabah Nur caminó a su lado, observándolo despectivo, y se
dirigió directo hacia la criatura.

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The Second Mutation by Midhiel

− No – gimió Charles y extendió la mano en un intento infructuoso por detenerlo


-. ¡No lo toques! ¡No!

En Sabah Nur llegó hasta el niño y se arrodilló junto a él. Ahí estaba su salvación,
ahí estaba su portal para regresar a la Tierra. Había triunfado, él, el mutante más
poderoso, al que los incautos habían adorado como a una divinidad por milenios.
De golpe, sintió algo que le penetraba la columna, le perforaba las entrañas y
brotaba de su vientre para clavarse en el piso. Miró hacia abajo y vio una columna
de hierro, que lo había atravesado de punta a punta. Sin reponerse, giró y vio que
Magneto se le acercaba con la furia impresa en el rostro.

− Hijo mío – murmuró, incrédulo.

− Tengo un padre y puedo asegurarte que no se parece en nada a ti – respondió


Erik, antes de enviarle otra columna que le traspasó las costillas de un lado al
otro -. No eres bienvenido – al decir esto, le lanzó una barra directo al corazón.

En Sabah Nur quedó estático, sostenido por los soportes que Magneto le había
atravesado, y con la voz gutural lanzando un sonido agónico. De su boca
comenzó a brotar sangre. Erik se preparaba para darle el golpe de gracia,
cercenándole el cuello con una hoja de metal, pero En Sabah Nur puso los ojos
en blanco y Magneto quedó petrificado en su sitio.

En Sabah Nur miró ya a Charles y ya a Erik con una sonrisa sangrante y triunfal.
No podían derrotarlo. Los dos eran mutantes, eran poderosos, pero no eran
oponentes que pudieran vencerlo. Iba a ganar la batalla y la Tierra sería suya.

La vibración en el ambiente comenzó a manifestarse con más fuerza y dejó de


sentirse placentera, mientras que la luz potente titilaba. Desconcertado, Erik trató
de mirar a Charles.

− Es maravilloso, Erik – murmuró el telépata desde el suelo -. Es nuestro hijo.

− ¿Te refieres a que él…? – Erik no pudo terminar la frase porque la luz se volvió
enceguecedora y se concentró en un haz de luz, que voló directo hacia En Sabah
Nur.

El monstruo no se la esperaba y lo golpeó y penetró por sus piel. Su cuerpo


traslúcido comenzó a iluminarse de a poco, y pronto adquirió un brillo

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The Second Mutation by Midhiel

incandescente, que hizo que Charles se cubriera los ojos y Erik, que no podía
moverse, se cegó por un instante.

En Sabah Nur soltó un grito y comenzó a desintegrarse. La luz brotó a través de


sus poros hasta consumirlo por completo. Después de unos minutos, el lugar
quedó a oscuras. No había sonido alguno hasta que, de las tinieblas, surgió el
llanto del bebé. Tamborileándose, Charles consiguió erguirse y corrió tanteando
en la oscuridad para consolarlo. Erik sintió un hormigueo mientras recuperaba
la movilidad y pudo acercarse. En las sombras, Charles cargó a su hijo y lo acunó.
Erik llegó hasta ellos y los abrazó.

− Lo vencimos, Charles – adujo -. Él lo venció.

Charles arrullaba a su hijo. De a poco, la sala volvió a iluminarse con energía. Se


observaron Erik y Charles, y observaron al niño, que se había dormido en sus
brazos. Entendieron que era tiempo de volver. El telépata depositó al bebé
durmiente en el suelo y se tomaron de las manos para despertar.

Abrieron juntos los ojos dentro de la pirámide. Se miraron, ambos estaban


exhaustos y apenas podían mantener los ojos abiertos. Escucharon la risa alegre
de Jean y el grito de júbilo de Peter, que acababa de regresar después de enviar a
todos los miembros sobrevivientes de la secta, incluida Haller, lejos de la
pirámide. Instintivamente, Erik volteó hacia donde había dejado al bebé y trató
de cargarlo para pasárselo a Charles. Viendo lo cansado que estaba, Peter se
apresuró a ayudarlo y sostuvo por primera vez a su hermanito. Al darse cuenta,
sonrió.

− Entrégaselo a Charles – solicitó Erik, y, de a poco, fue incorporándose.

Ya el telépata había extendido las manos. Peter se lo acomodó en ellas. El


pequeño era idéntico a cualquier recién nacido, arrugado y rosado, sin embargo,
Charles lo vio como a la criatura más hermosa y perfecta. Con lágrimas, le besó
la frente y el pequeño soltó un bostezo, abriendo la boquita en forma de o. Charles
rio, enternecido.

− Eres la persona más valiente que conozco, Charles – reconoció Erik,


abrazándolo.

Charles lo miró.

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The Second Mutation by Midhiel

− Y tú no me dejaste solo – suspiró y apoyó la cabeza sobre el pecho de su amante


como lo había hecho tantas otras veces. Pero esta fue especial porque ahora oía
sus latidos con su hijo acomodado junto a su corazón.

A Jean no le agradaba la idea pero tuvo que romper el momento.

− Lo siento pero debemos salir de aquí – avisó, trayéndolos a la realidad -.


Percibo que los aliados mutantes de En Sabah Nur están perdiendo poder y
nuestros amigos los están venciendo.

− Yo también percibo lo mismo – convino Charles, poniéndose serio, y cerró los


ojos para concentrarse. Vaya que estaba cansado, mas sabía que debía hacerlo -.
Raven lidera a nuestro grupo y está sonriendo victoriosa. Hay seis mutantes, solo
reconozco a Psylocke, perdieron fuerza cuando su amo fue derrotado y están
cayendo.

Erik sintió un nudo en la garganta y Charles percibió y entendió su culpa. No le


pareció conveniente hablarle, solo le apretó la mano.

− ¿Están listos para volver a la nave? – preguntó Peter.

− Lleva primero a Charles y al bebé – ordenó su padre -. Pero hazlo más lento
que otras veces.

Peter sabía lo débil que estaba Charles y lo peligroso que podía ser su transporte
para un recién nacido, así que cargó a su padrastro en brazos y Charles acomodó
con cuidado al niño contra él para que no se lastimara. Tardó más tiempo que el
que normalmente emplearía para no herir al bebé. No en una milésima sino en
diez segundos, los sacó de la pirámide y los metió dentro del jet, sentó al telépata
en el asiento y le hizo una morisqueta a su hermanito. Se tomó el tiempo para
preguntarle si se encontraban bien a lo que Charles le contestó con un “muchas
gracias, Peter”, y regresó a la pirámide para ayudar a Jean y a Magneto. Primero
llevó a la joven, que ya adentro de la nave y sintiendo que estaban seguros,
abrazó con ganas a Charles y lloró. El telépata le devolvió el abrazo con el afecto
de un padre. Después se acomodó exhausto para dormir, casi vencido por el
sueño. Jean lo entendió y se ofreció a cargar al niño mientras los demás llegaban.

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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 12: Las Alianzas


Ororo quedó atrapada en un callejón. Mystique se dio cuenta de que su pupila
era atacada con una saña especial por parte de los mutantes. No entendía el
motivo hasta que recordó que la joven había sido una de las discípulas de En
Sabah Nur y comenzó a pensar si el monstruo, al igual que con Erik, no estaba
tratando de conectarse con ella.

Mystique ayudó a Kurt a deshacerse de su adversaria cuando esta cruzó un


espacio y se encontró con ella cara a cara. La llenó de golpes acrobáticos. La
mutante no tuvo tiempo de reaccionar y quedó tendida en el suelo. Kurt sonrió a
su mentora agradecido y Raven corrió a ayudar a Storm.

Ororo era valiente y se defendía correctamente pero todavía estaba aprendiendo


a manejar sus poderes. Mystique, ya había discutido con Charles lo poderosa que
sería algún día, llegó hasta Storm, que se refugiaba detrás de una pared mientras
trataba de controlar el clima, y vio a dos mutantes, que se le aproximaban desde
el techo. El cielo comenzó a nublarse, mientras Ororo ponía los ojos en blanco
pero, de repente, cayó de rodillas en el piso, frustrada.

“Libera tu poder, hija mía”, ordenó En Sabah Nur, directo a su mente. “Ayúdame
a conseguir lo que es mío. Ayúdame a conseguir la Tierra y te sentarás a mi lado
para que reinemos juntos.”

− ¡No! – gritó la joven, llorando. Odiaba escucharlo y odiaba haberlo seguido la


primera vez. Lo odiaba -. ¡Sal de mi cabeza!

Raven se inclinó a su lado. Los mutantes se acercaban desde el techo, uno


convertido en roca sólida y el otro, alzando los brazos para intimidarla con su
fuerza descomunal.

− Storm, escucha – la llamó por su nombre mutante -. Él no tiene forma, no tiene


un cuerpo. Charles impedirá que lo consiga y no puede atacarte. Te habla, te
busca para distraerte pero eres más fuerte que él. No tiene un cuerpo como tú y
nunca lo tendrá.

Ororo la miró, sintiéndose vencida.

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The Second Mutation by Midhiel

− Siento. . . siento que su voz es más poderosa cada vez – confesó con miedo -.
¿Qué tal si el Profesor no lo consigue? ¿Qué tal si En Sabah Nur gana y se queda
con el niño? ¡No vamos a atacar al bebé!

− Él te está enviando esos pensamientos negativos pero no debes hacerle caso –


insistió Raven -. Quiere controlarte por la conexión que una vez tuvieron, quiere
vencernos.

− ¿Por qué me escogió a mí? – cuestionó Ororo, llorando.

− Porque eres una de las mutantes más poderosas, Storm, solo que todavía no
utilizas todo tu potencial. Por eso, cierra los ojos, concéntrate y libera tu poder.

Ororo se sintió tocada. Nadie la había llamado antes poderosa, al contrario, salvo
en Westchester, siempre se había considerado una paria. Cerró los ojos, se
concentró haciendo caso omiso a la voz que la seguía llamando, y pudo sentir el
clima en los dedos, en los brazos y en el cuerpo entero. Lanzó una tormenta con
un viento huracanado que hizo que los dos mutantes cayeran del techo directo al
pavimento. Raven corrió hacia ellos para darles un golpe de gracia pero el de la
fuerza descomunal estaba inconsciente y el pétreo hecho añicos. Se volvió hacia
Storm con una sonrisa y la jovencita le asintió.

De los adversarios, solo quedaba la mutante voladora y Psylocke, que se


enfrentaba a Beast y eludía los rayos de láser de Scott. De repente, Storm sintió
que algo dentro de ella se vaciaba.

− Perdí la conexión con él – avisó a Raven, maravillada -. Se fue. En Sabah Nur


se fue de mi cabeza.

− Charles lo venció al fin – suspiró Raven con orgullo y alivio.

Tal como Charles y Jean lo habían visto, con la derrota de En Sabah Nur, sus
aliados mutantes comenzaron a perder fuerza. Los X-Men notaron que habían
quedado aturdidos, luego de perder la conexión mental que tenían con su líder.

Las dos que quedaban de pie, siguieron peleando y fueron derrotadas


fácilmente.

Entretanto, Peter se las había ingeniado para meter a los pocos sectarios
sobrevivientes dentro de una celda formada con los alambres de una estructura
86
The Second Mutation by Midhiel

caída. Los X-Men se les acercaron llevando a las tres mutantes y a los dos
inconscientes a rastras como prisioneros. Mientras tanto, Quicksilver se encargó
de trasladar a Charles y a Jean hacia el jet.

Dentro de la pirámide, Erik se apoyó en su hijo para ponerse de pie.

− Aguarda – le pidió -. Cuando pasemos junto a los mutantes que les atacaron,
quiero detenerme para hablar con ellos.

− ¿Los conocías personalmente? – se asombró el joven.

− Sí, los conocía – respondió Erik lacónico.

Peter lo llevó hasta ellos en un abrir y cerrar de ojos. Erik se tomó un tiempo para
recuperarse del latigazo y miró a sus antiguos compañeros con una mezcla de
pena y culpa.

− Siento haberlos abandonado. Creo que se merecen una disculpa. Sin embargo,
este no era el camino. Queríamos formar una sociedad para protegernos, no para
destruir el mundo.

Psylocke alzó la cabeza hacia él, altiva y desafiante.

− Fuiste débil, Magneto. No tuviste las agallas para conquistar lo que nos
pertenece por derecho. Pregonas la supremacía de nuestra gente pero cuando
tienes que pelear, te refugias con los débiles.

− ¿Tan débiles somos que por eso acabamos con tu amo? – le reclamó Mystique,
indignada. Nunca antes alguien la había llamado débil, y menos una mutante a
la que acababa de vencer.

Erik miró a Raven para que no interviniera y se volvió hacia Psylocke.

− Si te parece debilidad haber salvado el mundo para todos, mutantes y no


mutantes, entonces, lo soy.

− Jean me está hablando – interrumpió Scott -. Dice que va a borrarles la


memoria a todos nuestros enemigos, incluidos los seguidores de la secta.
¿Quiénes son?

87
The Second Mutation by Midhiel

Peter le señaló con la mano a los humanos que había dejado tras las rejas.

En un abrir y cerrar de ojos, las tres mutantes y los seguidores, se comenzaron a


mirar entre ellos maravillados. Peter llevó en un santiamén a su padre a la nave,
mientras que Kurt teletransportaba al resto de los X-Men. Hank se apresuró a
poner en marcha los motores para que sus enemigos los vieran poco y nada.

Erik recogió a su hijo dormido de los brazos de Jean y se sentó junto a Charles,
que hacía tiempo estaba en los brazos de Morfeo. Besó la frente de su amante con
una sonrisa de respeto y amor.

− Volvamos a casa – oyó que Hank ordenaba y él asintió.

********
Charles abrió los ojos acostado en una cama que no era la suya. Se incorporó con
cuidado, masajeándose la cabeza. De a poco, comenzó a recordar por todo lo que
había pasado y el feliz desenlace. La última memoria que tenía era la de
recostarse agotado en el asiento de la nave después de dejar a su hijo seguro en
las manos de Jean. ¡Su hijo! ¿Dónde estaba?

− Tranquilo, Charles – oyó a Erik. Entonces, se dio cuenta de que él estaba a su


lado, acariciándole los dedos amorosamente -. Nuestro hijo está siendo atendido
y consentido por todos, bajo la supervisión de Raven allá afuera. Ya van a
traértelo.

Charles enfocó los ojos en él. Ahí estaba Erik, sentado a su lado, sonriéndole.

− ¿Dónde estoy? – preguntó, echando un vistazo al cuarto. Por el mobiliario y


las máquinas que había, dedujo que se trataba de una habitación hospitalaria.

− Dentro de un centro de internación seguro cien por ciento – aclaró Erik -. El


director es el tío y padrino de tu amigo Hank – comentó con un dejo de sarcasmo
-. Esta vez sí comprobó que fuera seguro y nos tiene a todos aquí dando vueltas
para controlarlo.

− Erik, Hank no tuvo nada que ver – protestó Charles -. ¿Cómo podía saber que
En Sabah Nur la había convencido? En todo caso, fui yo quien debió haberles
leído la mente a ella y a varios más. A propósito, ¿qué fue de ellos?
88
The Second Mutation by Midhiel

− Los dejamos en El Cairo pero Jean se encargó de borrarles los recuerdos de En


Sabah Nur y de haberte conocido – le apretó la mano -. En cuanto a ti, estás
examinado de pies a cabeza por el propio padrino de Hank y en perfectas
condiciones. Nuestro hijo, igual.

Charles sonrió con alivio. Había temido que la experiencia en el plano astral
pudiera haber sido demasiado para su cabecita pero ya antes de llegar al jet, había
comprobado que su bebé estaba sano mentalmente. Tenía tantas ganas de volver
a sostenerlo. Erik sintió su tensión y le hizo masajes en la mano. Charles se dio
cuenta de que su amante deseaba que estuvieran los dos un momento a solas. Lo
miró directo a los ojos y su sensación de culpa lo sacudió de cuenta nueva.

− Erik – suspiró con cariño -. Dime, ¿cómo ibas a imaginar que En Sabah Nur iba
a buscar a esos cinco mutantes? Tú no les impusiste ninguna idea de supremacía,
ellos ya la tenían antes de conocerte. En Sabah Nur los convenció por la ambición
que tenían, manipuló su egoísmo, sus ansias de dominar el mundo. Fueron ellos
y solo ellos los que escogieron seguirlo. Tampoco querían vengarse de ti por
haberlos dejado. Ellos solo querían ser dueños del mundo.

− Nunca tuve que haberme ido de Westchester – confesó Erik arrepentido.

− Eso es cierto – convino Charles -. Te pedí que te quedaras esa noche porque lo
sabía y lo sé ahora que tú y yo juntos podemos cambiar el mundo. No necesitas
fundar un país, Erik. No necesitas recorrer el mundo para defender tu causa. Solo
ayúdame en la academia. En Westchester no abandonamos a los mutantes sino
que los ayudamos, y viste cómo los entrenamos para que se defiendan y protejan
a los nuestros y a todas las personas. No vas a partir nunca más, ¿cierto?

− ¿Volver a abandonar a mi familia? – cuestionó Erik, emocionado -. Nunca,


Charles. Jamás debía haberlo hecho esa noche.

Erik se aproximó a sus labios y lo besó con ternura. Charles abrió la boca y le
acarició la lengua para excitarlo. No era el lugar ni la situación adecuados pero
después de todo lo que habían tenido que pasar, la pasión los llamaba. Con un
suspiro y un tanto resignado, Erik lo abrazó y despacio y, entre chasquidos, acabó
el beso. Había algo más que necesitaba decirle.

− Quise fundar un país y quise fundar Genosha para que nuestra gente estuviera
a salvo. Sin embargo, ahora entiendo que Genosha puede ser Westchester, un
89
The Second Mutation by Midhiel

mundo dentro del mundo donde los mutantes nos sintamos contenidos y
protegidos. Tengo un regalo para ti, Charles. Quería entregártelo unos meses más
adelante, cuando nos hubiéramos asentado con el bebé, pero dado que todo se
aceleró, te lo entrego ahora.

Erik regresó a su asiento y buscó algo en el bolsillo de su pantalón. Charles era


todo ansiedad y sorpresa. Magneto sacó una cajita oscura y la depositó en sus
manos.

Charles la abrió con las ansias pintadas en el rostro. Adentro había dos alianzas
matrimoniales desgastadas por los años pero perfectamente lustradas y
cuidadas. Miró a Erik, interrogante.

− Esta alianza perteneció a mi padre – Erik le señaló la primera -. Y esta a mi


madre – quitó la segunda y se la calzó en el dedo anular -. Las rescaté de
Auschwitz después de que acabó la Guerra, y pude encontrarlas gracias a mis
poderes. Durante años, antes de conocerte, solía usar la de mi madre. Siempre las
llevé conmigo como un recuerdo de ellos. Ahora quiero que lleves tú la de mi
padre, Charles.

− Erik, aunque estoy conmovido, no puedo aceptar esto. No con lo que significan
para ti.

Erik rio, emocionado.

− No lo entiendes, ¿cierto? Eso es porque no me estás leyendo.

− Sé que no te agrada que me meta en tu cabeza – replicó Charles, recordando


la frase de hacía ya más de veinte años.

− Y te amo porque no lo haces, pero este obsequio tiene otro significado. Veamos
– carraspeó -. Hagámoslo a la manera tradicional. Charles, ¿aceptarías casarte
conmigo?

Charles abrió la boca y no le salieron las palabras. Erik volvió a reír con su
confusión.

− Solo di acepto, Charles. Verás, en Genosha quise crear un estado con nuestras
propias leyes. Si Westchester se va a convertir en Genosha, esas leyes podrían

90
The Second Mutation by Midhiel

aplicarse y una de ellas es que tú y yo podremos convertirnos en cónyuges. ¿Estás


de acuerdo, Charles?

− ¡Dios mío, Erik! – lo abrazó, emocionado -. ¡Sí!

Erik le frotó la espalda, tan conmovido como Charles. Se separaron apenas para
mirarse y se plantaron otro beso. Justo oyeron golpes a la puerta y Magneto
deshizo el abrazo muy a su pesar para autorizar la entrada.

Era Peter cargando al bebé dormido. Se lo veía orgulloso y feliz.

Charles se acomodó, ansioso por recibirlo. Ya lo había sostenido antes pero esta
vez se sentía seguro y tranquilo, con Erik a su lado, lejos de la pirámide, de En
Sabah Nur y sus acólitos. Volvió a observarlo, ahora a través de la luz del sol que
entraba por la ventana, y le pareció aún más perfecto y hermoso. Era su hijo, suyo
y de Erik, ¿qué más podía pedir? Todavía no se le notaban las facciones aunque
de algo Charles estaba convencido: había heredado su carácter pacífico y tenía
una mente brillante como la suya. De Erik, sin dudas, había heredado la fuerza y
resiliencia por la forma en que se había atrevido a pelear contra En Sabah Nur.
Era pequeño pero valiente.

− Eres lo más bello que me ha pasado – suspiró Charles, mirando directo a sus
ojitos cerrados y cayó en la cuenta de que eran las primeras palabras que le dirigía
-. Gracias por existir.

− Allá afuera lo mimaron todos, Charles – comentó Peter, señalando la puerta -.


Pero no sabíamos cómo llamarlo. ¿Pensaron en algún nombre ya? – miró a su
padre y a su padrastro -. Porque bebé, cosita, belleza, ternurita y simpático no
creo que figuren en su lista.

− ¿Quién lo llamó ternurita? – reclamó Erik, burlón -. No me digas que fue Hank.

Charles soltó un suspiro resignado. A Erik le duraría un tiempo el recelo hacia su


amigo.

− Ternurita lo llamó Moira – explicó Peter.

− ¿Moira? – se sorprendió Charles -. ¿Moira está aquí?

Erik solo se mordió el labio.


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The Second Mutation by Midhiel

− Sí – contestó Peter distraído -. Vino a dejarle unos regalos, que Raven llevó al
coche, y, mientras tanto, le dio al niño para que lo cargara. Ahí le hizo
morisquetas y lo llamó ternurita.

− Tengo que llamarla para agradecerle – decidió Charles -. El material que me


entregó durante estos meses me fue de gran ayuda para lidiar contra mis
secuestradores y En Sabah Nur. Los dos deberíamos agradecerle, Erik.

Erik asintió. Esta vez Charles estaba en lo cierto.

− Sin su información jamás hubiéramos llegado a tiempo para rescatarte –


explicó -. Cuando supe que habías desaparecido, fui a verla y ella me dio los datos
sobre actividades misteriosas en El Cairo.

El telépata se volvió hacia Peter.

− Muchas gracias, Peter. Gracias por todo, hoy sostengo a mi hijo gracias a ti, a
Erik y a los demás. Todos me ayudaron y nos salvaron a él y a mí.

− No hay de qué, Charles – sonrió el joven con una amplia sonrisa.

− David Charles – acotó Erik -. Ese es el nombre que habíamos elegido: David
Charles.

− Me gusta – opinó Peter -. Oye, después te lo dirán los otros, pero todos
comentan lo valiente que fuiste, Charles. Apenas diste a luz, te metiste en el plano
astral y peleaste por tu hijo. También hablan de ti, papá. Sin tener el poder mental
que tiene Charles, no dudaste en ir a acompañarlo para ayudarlo y protegerlos.
Se convirtieron en héroes para nosotros.

Erik sonrió y le apretó la mano a Charles.

− Ya te dije que eres la persona más valiente que conozco.

− Y yo te dije que tú no me dejaste solo.

− Bien – concluyó Peter, restregándose las manos -. Los dejo otra vez solos con
el pequeño David y cuando quieras, Charles, los demás entrarán para felicitarte.

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The Second Mutation by Midhiel

− Gracias, Peter.

− Gracias, hijo – respondió Erik y le frotó el brazo cariñosamente -. Gracias por


todo, Peter. No sé qué hubiera podido hacer en la pirámide sin ti.

Peter le asintió y se retiró discretamente. Erik se sentó en el colchón para estar


más cerca de su familia, los abrazó y los cubrió de besos.

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The Second Mutation by Midhiel

Capítulo 13: El Retorno


Después de recibir el alta médica, Charles regresó con David a Westchester.
Como el parto se había adelantado más de un mes, a la habitación del niño
todavía le habían faltado algunos arreglos pero Mystique se encargó de equiparla
y cuando el telépata entró, se llevó la sorpresa de observar la nursery más
completa, cálida y acogedora.

− Raven estuvo detrás de esto – dedujo sin necesidad de leer la mente de nadie.

Erik, que había entrado con él, asintió.

− Cada uno trabajó para que la tuviéramos lista.

− No sé cómo se las ingeniaron para haber hecho todo esto en apenas unos días
y después de la batalla en Egipto.

− Somos los X-Men – bromeó Erik y le plantó un beso.

Charles llevó al bebé hasta la cuna blanca, que tenía un móvil musical con
animales colgando. Lo acomodó con cuidado y lo arropó con la sábana amarilla.
Permaneció un rato contemplándolo, sin poder creer aun que ese niño fuera suyo,
suyo y de Erik.

− Es sano, es fuerte y tiene una mente especial – opinó Magneto, mientras le


apoyaba cariñosamente una mano en el hombro -. Pocos han vencido a una
entidad milenaria como En Sabah Nur a las pocas horas de vida. ¿Cómo se
llamaba ese dios o semidiós griego que mató a las serpientes en su cuna?

− Heracles – contestó Charles -. Es demasiado poderoso – suspiró -. Mi madre


me contó que yo había vencido a una entidad que se estaba gestando conmigo
antes de nacer, y él acabó con un mutante, que ninguno de nosotros podía
destruir.

− De tal padre tal hijo, Charles – sonrió -. Ya sabemos que heredó tus poderes.
Eso es una ventaja porque cuando crezca, necesitará una guía y te tiene a ti, nos
tiene a todos.

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The Second Mutation by Midhiel

El telépata se volvió hacia Erik.

− ¿No te asombra y preocupa?

− ¿Qué estás diciendo?

− Sus poderes – contestó Charles con un dejo de consternación, y miró


nuevamente a su hijo -. Su mente es demasiado poderosa, más que la mía.
Necesitará mucho acompañamiento, necesitará conocerse, aprender a controlar
su poder.

− ¿Eso no es acaso lo que vienes haciendo en Westchester desde hace décadas?


– cuestionó Erik, que no veía motivo alguno para preocuparse -. Charles – le
presionó el hombro para que lo mirase -. David no puede crecer en un lugar más
conveniente que aquí. Está rodeado de gente como él, que va a protegerlo y
guiarlo. Nos tiene a ti y a mí, que somos sus padres. ¿Cuántos de los nuestros
sufrieron por no ser comprendidos ni aceptados por su propia familia? David no
vivirá jamás esa experiencia. Además eres el psíquico más poderoso y su padre,
vas a criarlo, vas a guiarlo, vas a ayudarlo. A mí me tendrá en todo momento a
su lado. Sus amigos, la gente con la crecerá será nuestra gente. ¿Qué problema
futuro ves en eso? ¿Por qué te preocupa su porvenir?

− Es cierto – recapacitó Charles -. Yo no tuve a nadie, creí que me estaba


volviendo loco cuando escuchaba las voces y no fue hasta los doce que entendí
de dónde venían. Tampoco podía contárselo a nadie, temía que quisieran
encerrarme en alguna institución. Recién cuando me topé con Raven en la cocina,
aprendí que no era el único. Tú, bueno, tu historia fue triste y desoladora.

− Imagina lo que hubiera sido tu infancia, rodeado de gente que tomara tu poder
como algo natural, y padres que te comprendieran y vivieran lo mismo que tú –
comentó Erik y le sonrió al ver que se estaba tranquilizando -. Para que no te
queden dudas, te pregunto: ¿qué viste, qué sentiste cuando visitaste su mente?

− Era un lugar luminoso y radiante – recordó -. Transmitía tranquilidad, calma,


era un sitio donde hubiera deseado quedarme. Paz – suspiró -. Sentí mucha paz.

− Paz, tranquilidad, luz, calma – enumeró Erik -. A mí me suena a un paraíso.


¿Qué ves de preocupante en la mente de alguien así, Charles? Cuando En Sabah
Nur desapareció, sentí lo mismo que me describiste. Nuestro hijo es sano y está

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The Second Mutation by Midhiel

lleno de luz y armonía. Crecerá en un lugar repleto de amor, donde será muy
feliz. Dime qué te preocupa.

− Nada – sonrió Charles y observó al niño -. Me siento aliviado después de esta


plática. Era algo que me estaba preocupando.

− Lo que nos debe preocupar ahora es la ceremonia de nuestra boda, ¿o ya la


olvidaste?

Charles sacudió la cabeza alegremente. Erik lo atrajo hacia él para besarle la


mejilla.

− Westchester, un hogar para los mutantes con sus leyes para convivir en paz –
adujo Magneto -. Lo he soñado casi toda la vida. Nuestra boda podría ser el inicio
de este sueño.

− Esta misma noche podríamos organizar una reunión durante la cena para
comunicárselo a todos – decidió Charles.

Erik se mostró completamente de acuerdo.

********
Charles y Erik organizaron una cena especial esa misma noche y plantearon el
proyecto de fundar un micro estado dentro de los muros de la mansión, que se
rigiera por leyes propias, compatibles en ética con las de los humanos, donde los
mutantes pudieran ser acogidos y convivir en paz. La aceptación fue unánime.
Después, entre sonrisas cómplices, Erik tomó a Charles de la mano e hizo pública
su propuesta de casamiento. El comedor se llenó de algarabía. Peter saltó de su
silla para saludar a sus padres y detrás lo siguió Raven, que abrazó a Charles con
tanta fuerza que casi le quitó el aliento. Luego Hank abrazó al telépata y estrechó
la mano de Erik. Erik se la apretó y le asintió, dando por acabado el rencor que le
tenía por el secuestro. Después se levantaron para felicitarlos los demás jóvenes
y el clima se llenó de fiesta.

Charles se sentía inmensamente feliz y percibía que Erik se encontraba igual.


Cuando esa noche se retiraron a la recámara del telépata con el pequeño David,
encontraron el momento íntimo y perfecto para hacerse el amor. No se habían
amado desde antes del secuestro y estaban ávidos por encontrarse. Fue un coito
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The Second Mutation by Midhiel

intenso como tantas otras veces pero especial porque ahora su hijo había nacido
y Charles podía moverse con mayor agilidad y Erik no necesitaba ser tan
precavido. Jugaron mordisqueándose y rodando en el colchón como lo hacían
cuando eran jóvenes. Alcanzaron el clímax y justo, apenas Erik quitó su miembro
del interior de su prometido, David despertó llorando.

− Estoy exhausto – murmuró Charles, jadeando.

Erik rio.

− Esta vez te salvas – bromeó y se levantó a atender a su hijo.

********
Transcurrieron seis meses. En ese intervalo, Charles llamó a Moira y con Erik la
recibieron y le agradecieron por su ayuda. Ni ella ni Magneto mencionaron la
discusión que habían tenido y trataron de dejarla en el pasado. Erik comprendía
que la agente había sido una pieza fundamental para salvar la vida de Charles y
de su hijo y eso le bastaba. También redactaron Charles, Erik, Mystique y Hank
una especie de constitución interna, en la que dejaron asentadas las bases de
convivencia dentro de los muros de la mansión. Charles no olvidó mencionar el
tema de los esponsales para que su boda pudiera ser legítima y él mismo se
encargó de confeccionar el artículo referido a las partes de la ceremonia por
medio de la cual dos mutantes podían unirse legalmente. Peter bromeó que
debían mencionar otro para el caso de divorcio y recibió la mirada desaprobatoria
de su padre, que no deseaba por nada del mundo separarse más del telépata, ni
en un futuro cercano, ni lejano, ni hasta el fin del mundo. Para el exterior, bajo
las leyes de los humanos, Charles se encargó de inscribir a David con su apellido
y el de Erik, y nombrarlo así su heredero para que el día de mañana tomara
posesión de Westchester. De esta manera, el bebé se convirtió oficialmente en
David Charles Xavier Lehnsherr.

Entre todos se encargaron de los preparativos de la boda. Charles escogió una


mañana de primavera. El pronóstico anunciaba un día soleado y Ororo prometió
que pasara lo que pasara, ella se encargaría del clima. No había de qué
preocuparse.

La ceremonia tendría lugar en los jardines, donde se habían instalado varios

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The Second Mutation by Midhiel

gazebos y una pérgola de hierro pintado de blanco para que los prometidos
pronunciaran los votos.

Erik y Charles, cada uno, se vistió de smoking en su respectiva recámara. Ya se


acercaba la hora y Charles apenas había acabado de calzarse los pantalones y
abotonarse la camisa blanca porque David no dejaba de llorar. Era un hecho
inaudito ya que era un bebé normalmente tranquilo. Charles lo cargaba y mecía
de un lado al otro de la habitación, y no quería delegárselo a nadie más porque
percibía que su mentecita estaba agitada y necesitaba la presencia de su propio
padre. De a ratos entraba en ella y notaba que estaba molesto, como si su
sensibilidad captara algo que su progenitor psíquico no podía sentir.

Tal vez se trataba de algo que solo estuviera afectando al bebé. A la impaciencia,
Charles le estaba sumando la preocupación y salió al pasillo para sacarlo al
balcón y que el aire fresco lo calmara.

“Charles.”

Era la voz inconfundible de En Sabah Nur. El telépata sintió escalofríos y detuvo


la silla a mitad del corredor. Miró a los costados y no vio a nadie. Estaba solo en
el extenso pasillo con su hijo alterado en brazos.

“Charles. Sé que puedes oírme.”

David lloró con toda la fuerza de sus pulmoncitos. Charles se debatía entre
calmarlo y enfrentar a la voz.

“No te estoy hablando directamente a ti, Charles, sino que lo hago a través de la
mente de tu hijo.”

− ¡Sal de ahí! – exclamó Charles furioso y David se alteró más.

“Es una mente frágil, inocente,” continuó En Sabah Nur, satisfecho de la angustia
que provocaba en el telépata. “No me ofreció mayor resistencia y entré. ¿Creíste
que un infante podría vencerme? Fueron ingenuos tú y tus débiles discípulos.
Erik Lehnsherr es mi hijo predilecto pero está tan sometido a ti, que me hace
dudar de su potencial.”

Charles cerró los ojos y se sacudió tratando de quitárselo de la cabeza. Pero era
imposible. Intentó entrar en la mente de su hijo pero para su horror la sintió
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The Second Mutation by Midhiel

bloqueada. Esto le hizo perder el control. Una cosa era que lo torturara a él y otra
que molestara a David.

− ¡Déjalo en paz! – ordenó y rogó Charles, desesperado -. Enfréntame a mí pero


aléjate de mi hijo.

“Te prometo que así será, si me das lo que deseo. Necesito un cuerpo donde
reencarnar. Te niegas a sacrificar a este niño pero puedes darme otro. Tu
capacidad de gestar sigue intacta.”

− ¡Estás loco! – exclamó el telépata.

Erik salió de su recámara, abrochándose los gemelos y vio a mitad del pasillo a
Charles gritando y sacudiéndose con David llorando. Corrió hacia ellos veloz
como saeta.

− ¡Charles! ¿Qué te ocurre? ¿Están bien?

− En Sabah Nur está dentro de la mente de David – exclamó Charles con


desesperación -. Me está hablando a través de él. ¡No lo vencimos y está
torturando a nuestro hijo!

Erik se aturdió. No sabía qué hacer. Como pocas veces perdió la compostura y
sintió ganas de arrojar metales, buscar la manera de llegar a ese monstruo,
defender a David y protegerlos a él y a Charles.

“Buenos días, hijo mío.”

Erik oyó la voz y se echó hacia atrás, entre confundido y exaltado.

“Solo necesito un cuerpo para regresar,” continuó En Sabah Nur en ambas


cabezas. “Engendren otro niño y dejaré a este en paz.”

− ¡No! – gritó Erik. Cayó de rodillas y golpeó los puños contra el suelo.

− Se ha ido – suspiró Charles -. Puedo sentir otra vez la mente de David.

El bebé se sintió liberado y, de a poco, se tranquilizó acunado por su padre.


Charles lo apretó contra sí, mientras le besaba la cabeza.

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The Second Mutation by Midhiel

− ¿Qué vamos a hacer? – preguntó el telépata, al tiempo que trataba de


recuperarse de la conmoción. Sentía mucha violencia y furia, también impotencia
y miedo -. Quiero matarlo. Nunca sentí tanto odio. Quiero matarlo.

Erik se irguió, serio y determinado.

− Busquemos a Jean y entremos los dos en el plano astral para combatirlo.

Charles asintió con firmeza.

********
Los dos se acostaron juntos, boca arriba, en la cama de Charles. Jean, que estaba
ya vestida para la ceremonia con un largo traje violeta, se ubicó en la cabecera de
Erik y le apoyó las manos en las sienes para concentrarse. Ambos amantes se
miraron a los ojos antes de cerrarlos para iniciar el viaje. Enseguida se
encontraron en la mente del psíquico, una réplica exacta de la sala principal de la
mansión, con la escalera alfombrada de roble oscuro, los ventanales con las
cortinas descorridas para que entrara la luz y el piso de mármol. Arriba, de pie
en el último escalón, se encontraba En Sabah Nur aguardándolos. Se lo percibía
más transparente que la vez anterior, también más débil. Era innegable que
aunque no hubiera acabado con él, el pequeño David sí le había drenado la
energía. Tanto Charles como Erik se tranquilizaron al notar que sería más fácil
enfrentarlo.

− Imagino que habrán venido para que cerremos el trato – comentó el monstruo
con su voz gutural -. Ya me habían desafiado antes, habían luchado con todas sus
armas y poderes, pero no habían podido vencerme. Ahora tampoco lo lograrán.

Charles observó a Erik y luego a su enemigo.

− Ahora lo comprendo – admitió, maravillado -. La primera vez te derrotó Jean,


la segunda fue nuestro hijo. Ya me preguntaba de dónde había sacado el poder
para hacerlo. Tenía apenas unos minutos de vida. Te atacó con tanta fuerza que
ahora te percibo débil, no eres más el oponente que nos tenías en vilo a todos.
David te venció con su luz y la luz es amor – Erik lo miró, entre asombrado y
confundido. Charles continuó -. Cada vez que entro en su mente la encuentro
más y más iluminada. Es resplandeciente. Está llena de amor. Observa estos
ventanales. En mi mente las cortinas están descorridas para que entre la luz, para
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The Second Mutation by Midhiel

que entre el amor. Puedes conseguir todos los poderes que quieras, En Sabah
Nur. Se los has quitado a otros mutantes a lo largo de la historia. Pero nunca
podrás conseguir el amor, ni tampoco podrás combatirlo. Erik – se volvió hacia
Magneto con el brazo extendido -. Toma mi mano. Vamos a enseñarle el poder
que no podrá quitarnos jamás.

Erik le apretó la mano con fuerza. Se concentraron en el amor que se sentían y


sentían por David y Peter, y le enviaron la sensación. En Sabah Nur se preparó
para el golpe y con sus pocas fuerzas, se evaporó antes de recibir la descarga.

− ¿Adónde fue? – cuestionó Erik.

Charles cerró los ojos para percibir. Los abrió ansioso y furioso al mismo tiempo.

− Se trasladó a la mente de nuestro hijo. ¡Dios mío, Erik! Quiere poseerlo porque
nos negamos a darle otro. Viajemos ya mismo hacia allá.

Charles presionó más la mano de Erik para transportarlo con él. Jean captó que
realizarían un nuevo viaje y ayudó a su mentor a trasladar a Magneto.
Regresaron a la mente de David pero no hallaron a ese monstruo. Estaba más
iluminada todavía que aquella vez después del nacimiento. Notaron en el aire
destellos confortantes y cálidos, que les producían amor. Escucharon una sonora
risa infantil y vieron a David en el suelo, sacudiendo las piernas y los brazos
alegremente.

− ¿Dónde está? – preguntó Erik, nervioso, mirando hacia todos lados.

Charles percibió reflexivamente las sensaciones que emanaban del lugar,


mientras se inclinaba para alzar a su hijo.

− Nuestro hijo es una maravilla, Erik – suspiró, sonriendo -. Al final En Sabah


Nur quiso poseerlo otra vez, pero estaba débil. Nunca se recuperó del primer
ataque de David y ahora el bebé acaba de vencerlo. Lo venció con la potencia de
su mente pero además con el amor que percibe de nosotros, de nuestros amigos,
de todos – lo acunó junto a su corazón -. Su mente es poderosa, tal vez más
poderosa que la mía, pero no debemos preocuparnos por nada porque está llena
amor.

Erik sonrió entre orgulloso y emocionado.

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The Second Mutation by Midhiel

− Con esto quedan descartadas tus preocupaciones, ¿cierto?

Charles asintió.

− Me preocupaba el alcance de sus poderes y si íbamos a ser capaces de


enseñarle a canalizarlos. Pero si está lleno de amor, no tendremos nada que
temer.

− Es tiempo de volver – admitió Erik -. Tenemos una boda que realizar e


invitados impacientes.

− Espera a que oigan los que nos pasó.

Erik sonrió. No serían quiénes eran si antes de casarse, no enfrentaban a algún


ser todopoderoso y maligno como En Sabah Nur. Después de todo, eran X-Men.

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Capítulo 14: La boda


Erik y Charles despertaron juntos del trance y se frotaron los ojos y la cabeza.
Apenas se sintieron mejor, Charles se sentó con brusquedad y brincó a su silla,
mientras que Erik saltaba de la cama. Los dos se dirigieron enseguida a la cuna,
que estaba en un extremo de la habitación. David los miraba sentado, sonriendo
y sacudiendo los brazos.

Charles lo cargó y ambos padres lo llenaron de besos. Después el telépata se


volvió hacia Jean.

− Gracias por tu ayuda, no hubiéramos podido lograrlo sin ti. Avísales a todos
que empezaremos la ceremonia.

− Eso significa que En Sabah Nur no va a volver nunca más – quiso asegurarse
la joven.

− Lo vencimos – contestó Erik con convicción -. David lo venció con la ayuda


tuya, mía y de Charles.

********
La noticia corrió por la Mansión X como reguero de pólvora. Aun siendo
mutantes, todos quedaron sorprendidos con el poder del bebé. Alzaron y
observaron a David con admiración.

Al verlo en brazos de sus amigos, Erik rodeó con su brazo el cuello de Charles y
lo atrajo hacia él, mientras le mencionaba nuevamente al oído que su hijo crecería
sano y rodeado de amor. Los últimos vestigios de temor que Charles podía tener
todavía al fin se esfumaron.

− Sabes – miró a Erik con picardía -, David no deja de sorprendernos y yo te


tengo reservada una que no te imaginas. ¿Recuerdas que te dije que el oficiante
de la ceremonia era un regalo mío para ti y que sería toda una sorpresa?

− Juego mis cartas a que se trata de Stryker o de Trask – bromeó Magneto y rio.

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A Charles no le causó tanta gracia porque eran personas detestables y crueles que
aborrecían a los mutantes.

− Espera y verás – respondió enigmático.

Después del mediodía, los invitados se ubicaron en los bancos bajo el sol
reconfortante. David dormía en los brazos de su tía Raven y no tenía pinta de
despertar hasta dentro de varias horas. El previsor en extremo de Hank, sentado
junto a Raven, lo observaba de a ratos y tenía un bolso de primeros auxilios a
mano con pañales, biberón y talco en caso de necesitarlo durante la ceremonia.

Se había establecido que Erik y Charles entrarían juntos por un sendero


empedrado en medio del pasto fresco y subirían una pequeña rampa para
ubicarse dentro de la pérgola.

Antes de comenzar a empujar la silla de ruedas para iniciar la marcha, Erik se


palpó el bolsillo por enésima vez. No quería pasar un mal momento olvidándose
de los anillos en su recámara. Eran los de sus padres. Le había pedido el suyo a
Charles la noche anterior para pulirlo y conservarlo para la ceremonia.

En un primer momento, cuando planificaban la boda, Charles le había propuesto


que fuera Hank el padrino que llevara las alianzas, pero enseguida leyó a Erik y
se dio cuenta que las celaba tanto que no quería que nadie más que él o Charles
las tocaran. De esa manera, dispusieron que fuera Magneto mismo quien las
portase sin intermediarios.

− Bueno – carraspeó Erik -. El gran momento llegó.

− ¿Estás nervioso?

− Si me leyeras, notarías que estoy a punto de hacer girar el eje mismo de la


Tierra – suspiró Erik -. Temo por la pérgola de hierro.

Charles le acarició el hombro afectuosamente.

− No debes temer por ella ni por nada. Vamos a casarnos, seremos cónyuges a
partir de ahora y nadie va a separarnos más. ¿Estás nervioso por eso?

− Estoy ansioso de que seas mi cónyuge, Charles – le besó los labios suavemente
-. Te amo.
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“Lo eres todo para mí,” le contestó Charles mentalmente y Erik notó sus ojos
azules vidriosos.

− ¿Vamos? – invitó Magneto.

Charles asintió.

Los asistentes se pusieron de pie. La pareja entró recorriendo el sendero bajo una
lluvia de aplausos. Se detuvieron debajo de la pérgola y se voltearon la vista hacia
el camino para aguardar al oficiante.

Charles podía sentir sin buscarlo la ansiedad que carcomía a Erik por saber de
quién se trataba. Finalmente Magneto quedó de una pieza cuando vio que se
trataba de Peter, vestido de estricto smoking, sonriendo orgulloso y esforzándose
por verse formal. Por supuesto que tal postura le duró poco y nada, ya que al
llegar junto a su padre lo fundió en un abrazo rompiendo el protocolo.

− Felicitaciones, papá – le murmuró al oído.

Erik deshizo el abrazo para observarlo. No podía sentirse más orgulloso de él.
Ahí estaba su pequeño vestido de traje, listo para enlazarlo con el hombre de su
vida.

− ¿Qué te pareció la elección? – preguntó Charles.

− No podías haber elegido mejor – fue la grata respuesta de Erik.

Peter carraspeó para componerse y se ubicó en el centro para unir a los


esponsales.

La ceremonia siguió los pasos tradicionales. Peter dio su discurso inicial y


preguntó si alguien se oponía. Charles miró a Erik directo a los ojos y le habló
mentalmente.

“Quien se atreva tendrá que enfrentarse con el psíquico más poderoso.”

Erik le sonrió.

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Siguió el intercambio de anillos. Erik sacó primero el de su padre y se lo colocó


en el dedo anular.

− Yo, Erik Magnus Lehnsherr – se presentó con fuerza y convicción -, te elijo a


ti, Charles Francis Xavier, para amarte y protegerte y estar contigo hasta que la
muerte nos separe.

Acto seguido, le entregó el de su madre para que Charles se lo pusiera.

− Yo, Charles Francis Xavier, te elijo a ti, Erik Magnus Lehnsherr, para amarte y
protegerte y estar contigo hasta que la muerte nos separe.

− Bien – sonrió Peter alegremente -. Por el poder que me confiere la hermandad


mutante aquí reunida, los declaro formalmente cónyuges. Saludos, esposos
Xavier Lehnsherr. Pueden besarse, por favor.

Rodeado de tanta gente, Erik no se atrevió a mostrarse tan pasional y le dio un


beso tierno y suave, ya lo besaría en la intimidad como debía hacerlo. Pero
Charles lo abrazó efusivo para retenerlo y poco faltó para que le devorara la boca.

Los presentes sonrieron con complicidad y aplaudieron con ganas. Raven,


protectora, miró a David, que no se molestaba con el bullicio. Hizo un puchero
en sueños y se acomodó para seguir durmiendo.

********
Cinco años después.

Las relaciones entre humanos y mutantes serían complicadas siempre pero


Charles conservaba la esperanza. A la escuela asistían alumnos con mutaciones
y estaba comenzando a aceptar a jóvenes desamparados que no tenían ningún
poder pero necesitaban que los cobijaran. Erik solía viajar por el mundo para
buscar mutantes en peligro o abandonados, y se había convertido junto con
Raven en vocero de la raza. Solían dar discursos a los más desprotegidos para
que se sintieran orgullosos de su condición.

Charles también estaba utilizando la diplomacia para hacer conscientes a los


humanos desde organizaciones políticas que los mutantes no eran una amenaza
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en su mayoría. Justo una noche tenía que regresar con Raven y Hank de
Washington después de exponer en el Congreso una conferencia sobre la
convivencia pacífica entre las razas.

Erik lo esperaba ansioso y, aunque ya había pasado la medianoche, no dormiría


hasta que el Blackbird descendiera en el campo de aterrizaje. Además estaba
lloviendo y se oían truenos. David temía a las tormentas así que salió de su
recámara para ir a la del niño y ver cómo la estaba pasando.

Entró despacio. David estaba sentado en el medio de su cama con las piernas
cruzadas y los ojos cerrados. No se encontraba llorando ni temblaba porque sabía
que su padre no lo dejaría solo. Como tantas otras veces, Erik soltó un suspiro,
admirado del parecido que el pequeño guardaba con Charles. Era su réplica a los
cinco años en contextura, estatura, ojos, pelo y carácter. Solía bromear con cariño
diciendo que entre los dos habían engendrado esa noche a un mini Charles.

− Hola, pequeño – lo saludó con una sonrisa, mientras se le acercaba para


sentarse en la punta del colchón -. ¿Cómo la estás pasando?

David abrió sus enormes ojos azules.

− ¿Puede Ororo hacer que la tormenta se detenga?

− Claro que lo puede – confirmó Erik -. Pero no debe hacerlo.

− ¿Por qué? – demandó el niño frustrado.

− Porque no está bien alterar el clima, David – le revolvió el pelo -. Además las
tormentas, aunque no te gusten, son necesarias y parte de la naturaleza. ¿Quieres
que te arrope y me quede contigo hasta que te vuelvas a dormir?

David asintió y gateó hasta la cabecera para volver a acostarse.

− ¿Cuándo llegará papi? – quiso saber. “Papi” era Charles y “papá” era Erik.

− No debe tardarse – contestó Erik y sintió una leve angustia pensando que
David necesitaba a Charles aun cuando él estaba presente para acompañarlo -.
¿Quieres que sea él el que te arrope?

− No, quiero que lo hagas tú.


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Erik sonrió con alivio y le alzó la sábana para cubrirlo. Luego hizo lo mismo con
la colcha. Como todos los lechos de la mansión, el de David era de dos plazas y
el pequeño quedaba perdido, arropado en una cama tan grande. Su padre le besó
la frente.

− No te irás, ¿cierto? – quiso confirmar el niño.

− Te dije que me quedaría contigo hasta que te durmieras.

− Sabes, papi ya está llegando. Puedo sentirlo.

− ¿Lo sientes? – preguntó Erik maravillado -. ¿Dónde lo sientes?

− Aquí – contestó David, tocándose la cabeza -. Y aquí también – se palpó el


pecho.

Erik le sonrió, mientras lo fundía en un abrazo. Estaba tan orgulloso de su hijo


menor como lo estaba del mayor. Peter ahora era un miembro oficial de los X-
Men y tenía a cargo misiones. También lo acompañaba por el mundo para
encontrar mutantes en problemas que Charles había localizado previamente por
medio de Cerebro. Adoraba a sus dos hijos y no dejaban de darle satisfacciones.
Le acarició el pelo y le besó la cabeza. David estaba desarrollando de a poco la
telepatía. Erik tenía razón: era un Charles en miniatura, su mini Charles.

Se vio el destello de un rayo y, acto seguido, un trueno retumbó en la habitación.


David apretó a su padre con fuerza, luchando contra su miedo. Erik le besó la
cabeza otra vez.

− Ya, pequeñito – lo tranquilizó -. Es solo el ruido.

− ¿De veras Ororo no debe detenerla? – insistió el niño, asustado -. ¡No quiero
que me sueltes, papá!

− Y no voy a hacerlo por nada del mundo – aseguró Erik, mientras le masajeaba
la espalda -. ¿Quieres que te lea un cuento mientras esperamos a papi?

− ¡Papi! – brincó David, cambiando su humor -. ¡Papi está llegando!

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Erik volteó hacia la ventana y a los pocos minutos vio aparecer el jet volando bajo
para evitar la tormenta eléctrica. No podía oír desde la recámara pero sabía que
la cancha de baloncesto se estaba abriendo para convertir su interior en la pista
de aterrizaje.

− ¿Qué te parece si bajamos y lo saludamos los dos juntos? – le propuso.

− ¡Sí! – aplaudió David.

Otro trueno resonó pero el niño no le dio importancia.

− Vamos – decidió Erik y lo alzó para cargarlo sobre sus hombros. A David le
encantaba pasear sobre los hombros de su papá, lo hacía sentirse alto e
importante.

Bajaron juntos hasta el sótano y enfilaron hacia la pista. A medida que se


acercaban, escucharon el ruido ensordecedor de los motores y David se cubrió
las orejas. Enseguida se apagaron.

Erik se detuvo a una distancia prudente y vio que la compuerta de la nave se


abría y bajaba una rampa especial diseñada para que Charles descendiera con su
silla. Raven bajó detrás, empujándola con cuidado y Hank permanecería un rato
dentro del jet para cerciorarse de que todo estuviera en orden.

Apenas las ruedas de la silla tocaron el suelo, Erik bajó a David. El pequeño corrió
lleno de entusiasmo a los brazos de su papi.

Su padre lo cargó y acomodó para que se sentara en sus rodillas, y maniobrara la


silla con él. A David le fascinaba que lo llevara de paseo en la silla de ruedas a
todas partes.

− ¿Cómo la pasaste, mi pequeño? – preguntó Charles -. ¿Cómo te están tratando


los truenos?

− Bien porque papá me cuida – contestó el niño orgulloso.

Erik casi se derritió con la respuesta. Llegó hasta ellos y saludó a Raven. Luego
se inclinó para besar a su esposo. Fue un beso apasionado y casi se comieron los
labios, porque no se veían desde la mañana y eso significaba demasiado tiempo
separados uno del otro.
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− ¿Cómo les fue? – quiso saber Magneto.

− Nos escucharon, que es lo más importante y mi discurso se repetirá el fin de


semana por televisión – comentó Charles, aliviado con el avance de su causa sin
violencia -. Llevaré a David a la cama y quiero que me esperes porque te tengo
una sorpresa.

− ¿Qué me trajiste? – rio Erik.

− ¿Me trajiste regalos a mí? – se entusiasmó David.

− No, mi amor – contestó Charles y le acomodó un mechón detrás de la oreja -.


No está vez. Solo traje algo para papá.

− Está bien – aceptó el niño con un suspiro. Después de todo, tener a su papi de
regreso era para él más que suficiente.

Charles se volvió hacia su esposo.

− Toma, Erik – le entregó una caja oscura alargada envuelta en un lazo -. Ábrela
en nuestra recámara y espérame. No me tardo – dicho esto, enfiló hacia el
ascensor con David aplaudiendo en su regazo.

Entretanto, Hank había descendido y Raven lo aguardaba para subir los dos
juntos. Pasaron junto a Erik y lo despidieron. Cuando se hubieron perdido de su
vista, Magneto no soportó más la ansiedad y desanudó el lazo. Abrió la caja y
poco faltó para que se desplomara de la sorpresa y felicidad: adentro había una
prueba de embarazo positiva.

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