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Disclaimer: Los personajes y la historia de The Lost Canvas pertenecen a

Masami Kurumada y Shiori Teshirogi. Fic sin fines de lucro.

Costas de Campania. Italia.

-¡No me dejes! -Exclamó mientras sostenía con todas sus fuerzas su cuerpo inerte,
evitando que ambos cayeran por la grieta que se abría a sus pies. Nuevamente
intentó cargar su peso para alejarlo del incipiente peligro, pero una vez más sus
debilitadas fuerzas le fallaron. Con un grito de impotencia sintió el suelo temblar bajo
sus pies, al tiempo que veía una enorme bocanada de humo escaparse de la boca
de aquel coloso de piedra. Otra violenta sacudida provocó que sus rodillas
golpearan el suelo mientras el inmóvil cuerpo caía sobre ella.
El suelo sobre el que se encontraban derribados de pronto se levantó, ocasionando
que sus maltrechos cuerpos rodaran por la pendiente y se precipitaran
peligrosamente cerca de la grieta que ahora era mucho más grande. Como pudo
logró asirse del borde de la roca y detuvo la caída de ambos. A lo lejos, logró
distinguir en medio del caos que los rodeaba, que alguien gritaba su nombre.
Desgarrando su garganta en un grito, llamó a la voz.
Poco después varias personas llegaron a auxiliarlos, con sumo cuidado lograron
ponerlos a ambos sobre suelo firme. Ella se inclinó sobre su inconsciente
compañero y tomando su cabeza entre sus brazos intentó hacerlo reaccionar.
-Tenemos que darnos prisa -Con delicadeza la tomó del hombro. Ella solo negó con
la cabeza mientras continuaba susurrando cariñosas palabras.
Con un casi imperceptible quejido, los ojos azules se abrieron poco a poco. Una
sombra se cernía sobre ellos.
-…a -Los labios se movieron sin poder pronunciar ninguna palabra, mientras un
hilillo de sangre escapaba por ellos.
-Shhh… Tranquilo, tranquilo. Aquí estoy. -Acunó su cabeza entre sus brazos,
mientras con cuidado acariciaba la pálida mejilla.
Su mirada suplicaba en silencio por perdón. Cada vez era más visible el velo que
comenzaba a cubrirla.
-Todo va a estar bien, todo va a estar bien. -Repetía en una dolorosa letanía,
intentando negarse a sí misma lo que estaba sucediendo.
-Q-quiero que vivas, por favor, vive y sé feliz… - El débil susurro por fin pudo brotar
de la garganta.
-Sí, seremos felices juntos. Viviremos juntos y felices por muchos años más.
-Te juro que no hay nada que desee más en el mundo, pero al menos en esta vida
no podrá ser posible. Por favor, continúa con tu camino, aunque ya no esté más a tu
lado, sigue adelante hasta el día en que nuevamente nos volvamos a encontrar… -
Las pocas fuerzas que aún le quedaban, se agotaron provocando que la mano que
sostenía la de ella fuera perdiendo su agarre hasta que se soltó por completo.
Un quedo suspiro y la amenazante sombra devoró por completo el brillo de los ojos
azules. Su alma ya había dejado ese cuerpo.
-¡No! ¡Por favor! ¡No me dejes!, ¡Quédate a mi lado! ¡Quédate conmigo! ¡No me
dejes! -Gritó la joven aferrándose a los inertes brazos.
Un terremoto mucho más violento que los anteriores sacudió todo el volcán. El suelo
crujió furiosamente al tiempo que comenzaba a hundirse bajo sus pies. Ella intentó
aferrarse al frío regazo sin embargo en cuestión de segundos se sintió arrancada de
él y lanzada hasta el extremo opuesto. Con un golpe secó sus brazos y piernas
recibieron el impacto de la caída sobre la piedra. Trabajosamente logró inclinarse
sobre el naciente borde dónde se hallaba y gritó en desesperación. Su salvador y su
amado se encontraban sobre una porción de roca que se hundía cada vez más.
Presurosamente tendió sus brazos para ayudarlos a ambos a salir de ahí.
-No tiene caso, yo tampoco tengo salvación. -Le dijo al tiempo que se quitaba la
capa mostrando una extraña marca negruzca que abarcaba casi todo su hombro
izquierdo.
-No me hagan esto, por favor. No me abandonen. -Rogó mientras luchaba con los
brazos que la forzaban a alejarse
-Nunca te dejaremos, aunque no estemos contigo siempre velaremos por ti y te
protegeremos. Ahora por favor, vete de aquí.
-¡No! ¡No me dejen! ¡Por favor! -Imploraba mientras era prácticamente arrastrada
montaña abajo.
Apenas habían logrado alejarse lo suficiente del volcán, cuando un nuevo seísmo
estremeció la tierra mientras que del coloso de fuego escapaban ríos de lava. En
cuestión de segundos toda la ladera había sido sepultada bajo la masa volcánica.
.
Capítulo I: El día en que todo empezó.

Santuario de Atenea. Grecia.

Cuatro años después de la Guerra Santa.

La luna iluminaba con su luz plateada la oscuridad de la noche, a lo lejos se podían


distinguir las tenues luces de las villas cercanas. Todo aparentaba una inquietante
calma que no hacía sino aumentar sus nervios. El antaño representante de Aries
miró inquieto el cielo nocturno. Desde hace algunas noches las estrellas habían
cambiado, sin embargo aún no lograba descifrar el motivo. Cansado se frotó las
sienes y procedió el descenso de Star Hill, aún tenía que preparar los detalles para
la ceremonia de mañana y debía recibir a los visitantes.
Una vez en sus aposentos tomó un pergamino y repasó nuevamente los nombres
para cerciorarse de que nadie faltaba: su amiga Yuzuriha que venía desde Jamir
junto con Yato, el señor Unity gobernante de Blue Graad, Gioca una jovencita de
Venecia, la señorita Conner y su guardiana Fallinis desde Finlandia, Chris Walden la
heredera de una poderosa familia de Inglaterra, una joven y renombrada escritora
de Francia llamada Flouritte, y este año también los acompañaría una joven de la
remota Nueva España llamada Calvera, a todos ellos debían de ofrecer hospedaje y
alimentos, afortunadamente contaba con el apoyo de Agasha, Teneo y Celinsa.
Algunos de los invitados ya habían llegado a la aldea de Rodorio en el transcurso de
las últimas semanas, pero no se hospedarían en las habitaciones del Santuario
hasta mañana. Por lo que debía verificar que todo estuviera cómo lo había
planeado. Pese a que era la quinta vez que llevaba a cabo la ceremonia de
conmemoración, en ésta ocasión se sentía peculiarmente agobiado por todo el
trabajo que tenía sobre sus hombros.
Nuevamente se masajeo las sienes mientras se dejaba caer sobre el sillón que
estaba frente a su escritorio.
-Primero me ocuparé de los preparativos de mañana, y después puedo investigar el
cambio en las estrellas. -Se dijo para sí mismo mientras llamaba a los guardias para
comenzar a organizarlos.
Se encontraba en lo más alto del Santuario, bajo la gran estatua de la diosa, desde
donde pude observar a la perfección los doce templos. A su alrededor se
encontraban las doce armaduras doradas, las cuales comenzaron a resonar con
fuerza. Un magnifico milano de cuerpo blanco y alas negras se posó sobre la efigie
de Athena y un magnánimo cosmos inundó todo el recinto.
-Guerrero de Neit, heme aquí. Soy la Diosa Madre, señora de todos los elementos,
principio primordial de los tiempos, soberana de todas las cosas espirituales, reina
de los océanos, de la muerte, y también reina de los inmortales, mi gesto manda
sobre las alturas resplandecientes del cielo, la saludable agua del mar y los secretos
lloros del infierno…
Aries se desarmó al momento y vistió su cuerpo. Llevaba años sin sentir la energía
de la armadura… de su armadura.
También vio a las otras armaduras responder a ese desconocido cosmos y
desarmarse para vestir a sus dueños, los cuales comenzaron a aparecer entre
haces de luz.
Pudo ver a su amigo Dohko, quién se suponía que debía de estar vigilando la torre
de Hades desde los lejanos Cinco Picos, y a sus antiguas camaradas que habían
perecido en la Guerra Santa. Sorprendido caminó hacia el arconte de Piscis para
corroborar que en verdad era él. Grande fue su desconcierto al ver esos ojos
cobalto que se habían cerrado frente suyo hace cuatro años.

Se despertó de golpe, sintiendo un sudor frío recorrer su espalda. Miró el pequeño
reloj que descansaba en el buró junto a su cama, la seis en punto, era hora de
empezar el día. Se dirigió al pequeño cuarto de baño y se introdujo en la bañera
cerrando los ojos. En su cabeza aún estaba fija la mirada que en su sueño le había
dedicado Albafica…
Era identica a la forma en que lo miró ese dia. Cuando, tras la batalla contra Minos
de Griffo, el caballero de la doceava casa observaba los pétalos que caían a su
alrededor.
Sabiendo que la única forma en que podía derrotar al Juez del Inframundo sería
sacrificando su propia vida, le pidió al ariano que no permitiera que nadie a
excepción de su enemigo se acercara. Él había comprendido a la perfección lo que
Albafica quiso decir, que protegiera a la joven que se encontraba a su lado.
Posteriormente, tras la derrota del espectro, nuevamente le reitero que no permitiera
que Agasha se acercara a él. Mientras hablaba sobre los pétalos que el viento había
traído de regreso, le dedicó una mirada especial.
-Mira, los pétalos que habían volado, ahora están de regreso, carecen de su
fragancia. Sabes, siempre estuve rodeado de estas rosas envenenadas. Pero por
primera vez en mi vida, las encuentro… Hermosas.
Él sabía perfectamente que en esos momentos no solo hablaba sobre sus rosas
venenosas, sino que también se refería a la pequeña de mirada aceitunada que se
encontraba llorando.
- Shion, por favor… cuídala . -le dijo por medio de su cosmos antes de
desvanecerse.
Por eso, en estos cuatro años había estado al tanto de la castaña, cuidándola en
todo momento y alejándola de malas compañías.
Y es que esa dulce y linda niña se había transformado en una bellísima jovencita,
por lo que no le faltaban pretendientes, algunos más entusiastas que otros, sin
embargo Agasha rechazaba dulcemente todas las proposiciones. Pero hubo un par
de casos en los que los aludidos no se tomaron a bien la respuesta negativa, por lo
que Shion tuvo que intervenir para evitar que representaran un problema mayos. Sin
embargo, algo que aún no podía controlar era el hecho de que algunas mujeres,
celosas por la admiración que la florista despertaba, hicieron circular el rumor de
que existía una relación entre el Patriarca del Santuario y ella.
Mientras pensaba en esto, salió de la cámara del Patriarca y se dirigió, escaleras
abajo, hacia el cementerio donde se encontraban enterrados la gran mayoría de los
caídos durante la Guerra Santa y se dirigió hacia la lápida que tenía grabado el
nombre de Albafica.
-Hola amigo, perdona por no poder venir antes, pero los deberes de Patriarca
consumen casi todo mi tiempo. -Dijo mientras se sentaba al lado del sepulcro. -
Durante todos estos años he cumplido con la promesa que te hice ese día, he
cuidado de nuestra pequeña Agasha. Si tan sólo pudieras verla, ahora es toda una
señorita muy bella, por lo que velar por ella resulta ser ahora un tanto problemático.
Ese es un pequeño inconveniente.
Se interrumpió al tiempo que sintió unas presencias familiares ingresar al Santuario.
-También es muy inteligente, ya que no sólo se conformó con aprender a leer y
escribir sino que ahora devora con gran interés todo el libro que se le pase por
enfrente. Seguramente Degel se sentiría orgulloso de ver el gran progreso de su
pequeña pupila. Y que decirte, su floristería ahora es reconocida en toda Grecia,
tanto que incluso desde Atenas mandan a pedir arreglos. Pero a pesar de todo lo
ocupada que pueda estar, continúa viniendo religiosamente todas las semanas a
traerles flores a la señorita Athena y a ti. ¿Recuerdas la rosa que le obsequiaste?
Pues la sembró y hoy en día es un enorme y bello rosal que cuida con mucho celo y
esmero. De ahí corta las flores que te trae. Sé que estarías muy orgulloso de ella,
tanto o quizás más de lo que yo lo estoy. Le he tomado mucho cariño, ella es para
mí como una hermanita, y para ella soy como un hermano mayor. ¿Te das cuenta?
Tú y yo seríamos ahora algo así como… -Un suspiro interrumpió sus palabras. -
Bueno no tiene caso hablar de eso. Ahora debo retirarme, tengo que terminar de
preparar los detalles de la ceremonia.
Se alejó un par de pasos pero se detuvo abruptamente al recordar su sueño.
-No tienes nada de qué preocuparte amigo, yo la protegeré.
Continúo caminando hasta toparse con una silueta delgada que venía cargando
muchas cestas llenas de bellas flores multicolores.
-Déjame ayudarte. -Le dijo al tiempo que tomaba la cesta que le tapaba la cara.
Unos alegres ojos verdes le miraron.
-Muchas gracias señor Shion. Él joven Teneo, la señorita Celinsa y la señorita
Calvera me están ayudando a terminar de descargar la carreta. -Le respondió
Agasha mientras le daba a Shion las demás cestas a excepción de un enorme ramo
de rosas rojas.
Tras ella venían los mencionados. La joven de largos cabellos oscuros y un amplio
vestido de color azul se acercó y haciendo una reverencia se presentó.
-Saludos Gran Patriarca. Mi nombre es Calvera, soy la representante del señor
Quetzalcóalt y fui amiga del caballero de Escorpio y de la señorita Sasha.
-Un gusto en conocerla Calvera. Y es un placer para el Santuario de Athena el
recibirla a usted cómo la vicaria de una deidad tan importante. Por favor, acepte
nuestra hospitalidad.
Los ojos esmeraldas de la joven se llenaron de gratitud por loa honores con los que
había sido recibida y haciendo caso al gesto que Shion les hizo, siguió caminando
junto con sus compañeros.
-No te preocupes pequeña, ve a hacer lo que tienes que hacer, yo llevare estas
arriba y ayudaré a los demás. -El joven rubio miró a la pequeña florista quién
dudaba si seguirlos o no.
La castaña solo atino a asentir con la cabeza mientras un intenso rubor se
apoderaba de sus mejillas y las lágrimas se asomaban a sus ojos.
-Iré solo un momento a dejar estas rosas, no me demoraré. -Le respondió la joven.
-No te apresures, tómate tu tiempo.
Shion sonrió al ver el largo vestido lila de la castaña ondear con el viento al tiempo
en que ella corría rumbo a la casa de Piscis.
-Es igual que ese dia. -Dijo al evocar el recuerdo de la joven vistiendo un atuendo
similar cuatro años atrás.
Una vez que Agasha hubo llegado a la doceava casa, entró con cuidado. Nunca
había estado en el recinto mientras su guardián vivía, sin embargo, tras la Guerra
Santa, el ahora Patriarca le había permitido la entrada para que depositase las
rosas que diariamente traía. Pero cada día era igual, podía sentir la presencia del
caballero y esperaba en cualquier momento verlo parado al lado de un pilar, para
después regañarla por entrar sin su permiso.
Su cosmos en la casa era tan fuerte que siempre cuando llegaba al salón principal
tenía los ojos inundados en lágrimas, pero en esta ocasión sentí su presencia más
fuerte aún. Era como si realmente estuviese ahí.
-Señor Albafica, perdón por haberme demorado tanto, pero tuve que pedirle a la
señorita Leila que le ayudase a mi papá. Le he traído estas rosas rojas, no son tan
hermosas como las que usted tenía, pero he hecho mi mejor esfuerzo. A la señorita
Leila siempre le han gustado. En varias ocasiones me ha insistido para que le venda
las flores, pero yo le digo lo mismo, "estas flores son del caballero de Piscis". Y ella
se marcha muy triste. - Decía al tiempo que colocaba las flores frente a la caja de
Pandora. -Pero ellas son exclusivamente para usted. Ni a la diosa Athena le traigo
flores de ese rosal… esas son solo para usted. -Dijo antes de romper en llanto.
Se dejó caer al lado de la caja dorada y la abrazó mientras desgarraba su corazón
en llanto.
-Señor Albafica, lo extraño tanto. Me hace tanta falta. Extraño su sonrisa, su mirada,
su voz. Este año ha sido muy dificil. Intento ser fuerte, sé que se lo prometí, pero
cada día es tan duele tanto despertar y saber que ya no lo veré nunca más. Lo
necesito tanto. Lo único que me mantiene firme es aquello que me dijo ese día,
usted me pidió que yo viviera honrando su memoria, y créame que me esforzó al
máximo por hacerlo. Pero, señor Albafica, yo no soy para nada valiente, ni siquiera
tuve el valor de confesarle todo lo que mi corazón siente. ¿Sabes? Cada día me
despierto arrepintiéndome de no haber tenido el valor suficiente.
El llanto le había cerrado la garganta, de modo que solamente dejo fluir sus
lágrimas. Su corazón necesitaba este desahogo, ya que por mucho que intentara
ser fuerte, el dolor la superaba.
-A veces quisiera poder huir lejos, muy lejos de todo este temor y tristeza. Pero no
puedo hacerlo, hay personas que se esfuerzan por mí, y yo puedo abandonarlas. Yo
soy tan débil y pequeña ante todo esto, pero su recuerdo me da fuerzas para
soportarlo. Tal y cómo se lo promete, lucho cada día para salir adelante. Es que lo
amo tanto señor Albafica, tanto que no sé qué hacer con todo esto.
Estuvo unos minutos abrazada a la caja de Pandora llorando amargamente.
Posteriormente se levantó del suelo y enjugo sus lágrimas.
-Perdóneme señor Albafica, le prometí que sería fuerte y así será. Ahora debo
marcharme para ayudar al señor Shion. Mañana volveré.
Se despidió y salió del recinto para acercarse a la cámara del Patriarca. Al llegar se
encontró con Shion, Teneo, Celinsa, Calvera y también a Gioca y Flouritte quienes
habían llegado junto con el señor Nikola y la carreta de leña . Durante casi todo el
día estuvieron ocupados terminando los preparativos para la ceremonia. Alrededor
de medio día los visitantes faltantes comenzaron a llegar. Primero, llegó la comitiva
de Blue Graad seguida por el carruaje donde viajaban Yuzuriha y Yato. Una hora
más tarde se divisaron los coches de las familias Lugh y Walden.
Una vez que los invitados se instalaron en sus respectivas habitaciones, todos se
presentaron en la sala del Patriarca donde se había instalado un comedor. Durante
más de una hora compartieron las vivencias que tuvieron durante el transcurso del
año. Al finalizar la comida todos se retiraron hacia diferentes destinos para realizar
sus actividades. Los organizadores se liberan para continuar con su trabajo.
Una vez terminaron los preparativos se retiraron para alistarse para la ceremonia.
Shion se vistió con sus ropas de Patriarca, Teneo con su traje de aprendiz, mientras
que las jóvenes habían cambiando sus vestidos por unos sencillos de color blanco.
Alrededor de la medianoche todos se encontraron reunidos en la cámara de Athena
y frente a la gran estatua de la diosa habían colocado una gran pira, alrededor de la
cual estaban las doce armaduras doradas. Todo el patio estaba iluminado con la
fulgurante luz de las antorchas.
-Amigos, el día de hoy conmemoramos la finalización de la Guerra Santa. Como
cada año nos encontramos reunidos para rendir homenaje. Remembramos el
sacrificio de la diosa Athena, quien, tras encarnar en un ser humano, renuncio a su
existencia terrenal para detener la maldad del Rey del inframundo, el dios Hades; a
Tenma, que más allá de su deber como caballero de bronce, dio su vida para
proteger no solo a la diosa Athena, sino a la joven Sasha; al joven pintor Alone,
quien acepto ser contenedor del dios Hades y luchó para contener su poder
sacrificando su vida para ayudar a su amigo y hermana; al Patriarca Sage y su
hermano el gran maestro Hakurei quienes se sacrificaron para sellar a los dioses
gemelos Hypnos y Thanatos; a los caballeros que perecieron para luchar para
detener a los espectros, de la orden de bronce: Tenma caballero de Pegaso… -
Shion comenzó a leer la lista de caballeros caídos. Nuevamente el recuerdo del
sueño que tuvo le ocurrió un estremecimiento, y un mal presentimiento comenzó a
rondarle por la cabeza.
Mientras se daba el pase de lista, todos guardaron silencio, conteniendo las
lágrimas.
-… de la orden de oro: Asgard Caballero Dorado de Tauro, Aspros Caballero
Dorado de Géminis, Deuteros Caballero Dorado de Géminis, Manigoldo Caballero
Dorado de Cáncer, Regulus Caballero Dorado de Leo, Asmita Caballero Dorado de
Virgo, Kardia Caballero Dorado de Escorpio, Sísifo Caballero Dorado de Sagitario,
El Cid Caballero Dorado de Capricornio, Degel Cabalero Dorado de Acuario y
Albafica Caballero Dorado de Piscis. -Al comenzar a nombrar a sus camaradas
Shion no pudo contener las lágrimas de manera que para cuando hubo terminado la
mención estaba llorando al igual que los presentes.
Tras tomarse unos minutos para calmarse, el Patriarca prosiguió con la ceremonia.
-Teneo, Yato por favor, pasen a encender la pira. -Los aludidos tomaron las teas
que se hallaban en las esquinas y encendieron la gran pila de madera, la cual se
consumió en vivaces llamaradas rojizas. Una lluvia de ceniza los cubrió durante
unos minutos.
-Ahora, Agasha por favor trae la ofrenda. -La indicada, ayudada por los soldados,
llevó frente a la estatua de la diosa la carreta. Una vez colocado en su sitio, le
quitaron la sábana blanca que lo cubría, dejando a la vista unas bellísimas rosas de
todos los colores que formaban un majestuoso arreglo floral. Al instante, los pétalos
comenzaron a desprenderse de las flores y volaron con el viento creando una
conmovedora escena.
-¿Pero qué…? -Exclamó impactado Shion al ver, al igual que en su sueño, un
majestuoso milano sobrevolando la estatua de Athena. -No… no es posible.
Todos estaban maravillados con el vuelo del ave, sin embargo, cuando Agasha vio
el semblante pálido del Patriarca, tuvo una extraña visión. Fugaces escenas de una
terrible destrucción llegaron a su mente, provocándole un sobrecogimiento.
En el mismo instante en que el ave se posó delicadamente sobre la cabeza de la
efigie de la diosa, un relámpago luminino todo el cielo nocturno. Un abrumador
silencio reino entre todos, hasta que fue interrumpido por Yato, quien sorprendió
gritó.
-¡Miren! Las estrellas…
Varios pares de ojos se fijaron en el cielo, mirando asombrados como algunas
estrellas brillaban intensamente.
-Esto no está nada bien. -Murmuró Calvera al tiempo que Conner asentía duro y
miraban al Patriarca, quien cada vez parecía más aturdido. La esencia divina de
ambas les había permitido sentir una ligera variación en la energía, que no pasó
desapercibida por Shion.
-Es mejor que demos por concluida la ceremonia. Por favor, todos sean tan amables
de retirarse a sus habitaciones. La luna está ya muy alta y no es bueno para las
damas que se desvelen tanto. Han tenido un largo viaje y es mejor descansar.
Mañana los espero temprano en el salón para un desayuno. -Dijo Shion haciendo un
gran esfuerzo por mantener la calma y ocultar su desconcierto.
Tras un breve murmullo general, todos comenzaron a retirarse de la cámara. Antes
de marcharse, Fallinis, Celinsa y Chris miraron tensamente al antiguo caballero de
Aries, ella también había sentido una variación en el ambiente, aunque no podía
distinguir el origen.
Agasha se quedó en el mismo sitio sin moverse. Shion a poco se fue acercando a
ella y sosteniéndola en el momento justo en que ella se desvaneció.
-Agasha, ¿Qué te ocurre? ¿Te sientes mal? -Le preguntó alarmado.
-No se preocupe señor Shion, solo me sentí un poco mareada, quizás sea por el
cansancio. -Le respondió débilmente.
-Está bien, tranquila. Será mejor que descanses un poco. Hoy fue un dia muy
pesado. Vamos, te escoltare a tu habitación. -Contestó al tiempo en que la
encaminaba hacia una de las habitaciones en el templo principal. Ella solo asintió
mientras caminaba. Ambos ignoraban que unos ojos azules los observaban desde
una de las columnas.

Aún dormía profundamente cuando un guardia ingresó en el salón gritando


alarmado.
-¡Patriarca!, ¡Patriarca, es urgente! ¡La han encontrado en la entrada!
Shion abrió los ojos extrañado por el escándalo y la repentina falta de modales del
guardia. Tras vestirse rápidamente salió a atender al hombre que aún respiraba
agitado por su carrera.
-Bien, ahora explícame qué asunto tan urgente es ese que amerita el que hallas
entrado de esa manera al salón. -Interrogó seriamente al rubio.
-Pe… perdóneme Patriarca, pero es que no sabíamos que hacer, además de que
después de lo que ocurrió anoche pues estamos algo impresionados, así que… -
Dijo el guardia bastante apenado.
-Un momento, no te entendió absolutamente nada. Por favor comienza desde el
principio y explica bien.
-Disculpe usted Patriarca. Verá, hoy en la mañana después de hacer el relevo de la
guardia nocturna, mis compañeros y yo estábamos en los límites del Santuario
patrullando, cuando vimos una silueta encapuchada a lo lejos. Pensamos que era
un civil ebrio así que fui a pedirle que se alejara, pero pareció no escucharme y
siguió caminando con dirección a la entrada. Mis compañeros y yo nos pusimos
alerta y le reiteramos la orden de que se marchara, entonces esa figura gritó
molesta en un idioma que no conocemos. Después encendió su cosmos, fue solo un
débil chispazo, pero aun así logro lanzarnos un ataque. Lo esquivamos fácilmente y
cuando íbamos a responder a su agresión, el atacante cayó inconsciente en el
suelo. Tras cerciorarme de que no era una trampa, me acerque cuidadosamente, le
quite la capa y la vi. ¡Señor Shion, es idéntica a la señorita Sasha! Tiene el pelo
oscuro como el ébano, pero son tan parecidos. -Narró conmocionado el soldado.
-¿Dónde la llevaron? -Interrogó un confundido Shion.
-Sigue aún en la entrada, mis compañeros se quedaron custodiándola.
-Muy bien, vayamos entonces.
Antes de que el Patriarca y el guardia se dirigieran a la entrada, Agasha entro en el
salón.
-¿Sucede algo malo señor Shion? -Preguntó la joven.
-Aun no lo sé Agasha, pero espero que no. Ven con nosotros, acompañanos. -La
castaña asintió y los tres se teletransportaron a la entrada. Una vez allí se envió con
los demás guardias alrededor de la joven que continuaba inconsciente.
Segundos después la mujer abría los ojos y se incorporaba ante la mirada atenta de
todos los reunidos. Tal y como el guardia había dicho, los rasgos faciales de la joven
eran muy parecidos a los de Sasha, sin embargo, su piel era de un tono cobrizo, su
largo y ensortijado pelo que le caía hasta la cintura era de un negro casi irreal que
contrastaban con sus expresivos ojos ámbares. Debajo de la grisácea capa se logró
ver que llevaba un largo vestido blanco y que calzaba unas curiosas sandalias
doradas.
-¿Dónde estoy? ¿Quiénes son ustedes? -Pregunto desubicada.
-Tranquila señorita, no le haremos daño. ¿Se siente usted bien?, hace unos
momentos se desmayó… ¿puede recordar algo? -Preguntó Shion al ver la mirada
perdida de la joven.
-Yo… yo no puedo recordar nada. -Respondió afligida al tiempo que se llevaba las
manos a la cabeza.
-Bueno, no te preocupes. Ahora por favor acompáñenos, la llevaremos a un lugar
seguro donde podrá descansar. Agasha ayudala. -Pidió Shion.
La aludida asintió y con cuidado se acercó a la joven.
-Vamos señorita. No tema, nosotros la ayudaremos. Vamos, eso es, vamos. -Le
hablaba tranquilamente Agasha mientras tomaba de la mano a la pelinegra.
Shion los teletransportó de regreso al templo principal. La joven se aferró aterrada a
Agasha.
-No se asuste, el señor Shion es una buena persona, él tiene habilidades especiales
como la gran mayoría aquí.
-Así es señorita, este lugar es el Santuario de la diosa Athena, y yo soy el Patriarca,
Shion, antiguo caballero dorado de Aries. Y esa linda jovencita que la acompaña es
Agasha, la florista de Rodorio, la aldea que está bajando la montaña. Si me permite
explicaré con detalle dónde nos encontramos. Pero antes, ¿si recuerda su nombre,
nos lo podría decir?
-Mi nombre… -Dudo un par de segundos. -Mi nombre es Isabella.

Continuará…

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