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Sinopsis
Naruto es un humilde doncel que se ve obligado a hacer algo que para el es
algo desalmado... Embarazarce de un desconocido y después regalarlo, solo
para pagar su deuda con su familia.
Sin embargo, el padre varón del bebé de naru desconoce lo que sucede y
poco a poco indagara en el asunto....
¿Que pasara cuando se dé cuenta que Naruto es participe de todo este gran
problema? ¿Lo odiara, le quitara al bebé y lo meterá a la cárcel? ¿O lo
abandonara a su suerte?
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Mujakina By Bluemelina
Disclaimer
Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto
Fuente
Amoryaoi.com
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Mujakina By Bluemelina
Capítulo I
− ¡Me debes ayudar! – exclamó la pelirroja elegantemente vestida, tomando a la fuerza
el brazo del doncel que en ese momento se levantaba de la mesa.
Unos ojos zafiros, abiertos como plato causado por el horror de lo que había escuchado,
miraron por varios segundos aquella mano cubierta de carísimos anillos, cayendo en
cuenta de los dos enormes de compromiso y matrimonio que la mujer portaba. Sin darse
cuenta, su mirada azulina se dirigió a sus propias manos para compararlas. Las suyas en
nada se asemejaban, estaban maltratadas, ajadas por el trabajo duro que realizaba todos
los días en aquel bar de mala muerte. Aún así, no sintió envidia hacia la mujer que con el
rostro desencajado lo obligaba a quedarse.
El chico rubio, giró de un lado a otro su cabeza, en busca de que el encargado de los
meseros lo viera y lo regañara por estar perdiendo el tiempo con una de los clientes. Pero
no lo vio. Sus compañeros estaban tan atareados atendiendo las mesas vecinas, que ni
siquiera prestaban atención a su rostro lleno de angustia.
El joven sabía perfectamente que Karin, su prima, era capaz de hacer eso y más. A pesar
de que eran familia por parte de sus madres, jamás había sido bien recibido en casa de
los Uzumari, con considerar que los Uzumaki, provenían del lado deshonroso y pobre de
la familia. Tal era la vergüenza que siempre sintieron los Uzumari hacia la madre del
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doncel cuando ésta se fugó con un “pordiosero”, según las palabras de ellos mismos, que
a la muerte de su padre, nunca permitieron que Kushina Uzumaki, volviera a pisar el
hogar en el que había pasado su niñez. Ni siquiera, en sus últimos meses de vida.
− No hagas que te repita las cosas, Naruto – hablo la mujer pelirroja sin ocultar el
desprecio que sentía hacia el chico que seguía observándolo de pie.
− Lo… que me pides… es imposible – le respondió con voz apagada, mostrándole así su
vulnerabilidad.
− No, no es imposible… - los ojos oscuros de la mujer llameaban de furia. Sentía que la
única oportunidad de conseguir lo que quería a toda costa, se le iba de las manos – ¡Tú
nos debes mucho dinero y creo que ya llegó la hora de que pagues el favor que te hicimos!
El cuerpo del rubio se convulsionó al escuchar aquellas palabras. Karin tenía razón. Les
debía tanto dinero, que en toda una vida de trabajo, jamás lograría cubrir ni siquiera la
mitad.
Pero había existido una razón muy poderosa y desesperada para haber acudido a la
ayuda de los Uzumari. Esa era su madre. La mujer que le dio la vida y lo lleno de amor
hasta el último día de su existencia. La mujer que murió después de una larga y penosa
enfermedad causada por un corazón débil, por la cual dejó su beca de la universidad para
atenderla y al verse en un callejón sin salida, porque el seguro médico no cubría sus
costosos tratamientos, se vio en la necesidad de acudir a su familia rica para pedir ayuda.
Siempre había creído que su tío Nagato, el padre de Karin, le había proporcionado la
atención de su madre en los mejores hospitales del país, de manera desinteresada. Pero
ahora, el tiempo le demostró que había estado garrafalmente equivocado.
Sintiendo que sus piernas temblaban y que no podrían sostenerlo más, volvió a sentarse
sobre la silla que momentos antes había dejado estrepitosamente, ante el horror de lo que
había escuchado.
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La mujer frente a él sonrió, clara conocedora de que había conseguido lo que se había
propuesto.
Las manos del aludido temblaban descontroladamente, por lo que las llevó a su regazo,
tratando de que Karin no percibiera su sufrimiento.
− ¡Por Dios, Naruto! No hay nada que pensar – exclamó desesperada – Sencillamente
acepta.
− No… tengo que pensarlo – no era capaz de mirarla a la cara. En ese preciso instante,
deseaba que la tierra se lo tragara para no escuchar, para no sentir, para no aceptar.
− ¿Cuándo...? ¿Mañana? – Inquirió con desprecio - ¿Por qué es tan importante mañana,
si puedes aceptar hoy?
Naruto tomó una bocanada de aire. Sentía que si no lo hacía se desvanecería. Su corazón
palpitaba desenfrenadamente. Sus manos comenzaron a sudar copiosamente.
− ¿Y por qué es tan importarte que sea hoy…? Si sabes perfectamente que me tienes
acorralado – le espetó con furia contenida.
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Karin se hizo hacia atrás, recostándose en el respaldo de la silla. Con una sonrisa de
triunfo total en su rostro bellamente maquillado.
− Porque no puedo esperar más tiempo – golpeó la mesa con sus dedos – Porque necesito
que empieces el tratamiento lo más pronto posible… Porque quiero que tengas ya un hijo
de mi marido.
El volver a escuchar aquellas palabras causó que el ojiazul sintiera que todo se movía a
su alrededor. Se asió de la mesa para no caer. Sabía que cualquiera que lo viera en ese
estado, se daría cuenta que estaba pálido a muerte, a punto de perder el conocimiento.
Pero Karin era diferente, ella no se apiadaba de nadie. Era un ser egoísta, de quién solo
se preocupaba de ella misma y aquella idea tan descabellada era un claro ejemplo de
cómo trabajaba su mente.
¿Así sería su marido? ¿Un hombre que no le importaba nada, ni nadie, excepto tener un
heredero de su propia sangre? ¿Por qué no se olvidaban de esa idea descabellada y
adoptaban un hijo? O mejor aún, ¿Por qué habían escogido precisamente a él para darles
un hijo, si había posiblemente miles de donceles y mujeres desalmadas que podían hacer
eso en lugar de él? ¿Qué no se daban cuenta que también sería sangre de su sangre? ¿Qué
no se daban cuenta que a la hora de entregárselos, su corazón sangraría por siempre?
Y soltó el aire, sintiendo como este le quemaba por dentro. Quería llorar.
¡No era justo! ¡No era justo! Nunca había sido besado, jamás había amado a nadie. El estar
siempre estudiando para conseguir la beca de la universidad y al cuidado de su madre
cuando ella enfermo, lo había alejado de cualquier posible relación con chicos de su edad.
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“Tu prima se casa” – escucho en su mente la voz de su madre y de pronto se vio envuelto
en una bruma que lo transportó al pasado. Tres años antes.
“¿En serio” – había respondido, sin prestarle atención al comentario de su madre, ¿quién
para entonces ya estaba enferma y él se encargaba de cuidarla cuando salía de la
Universidad?
Dos días antes Kushina había tenido una crisis, por lo que estaba en cama y Naruto le
había llevado varios periódicos para que estuviera al tanto de las noticias.
“Sí…” – le aseguró con la voz entrecortada – “Al parecer es un rico banquero… mira…” – le
extendió el periódico para que el doncel lo viera. Naruto sintiéndose ajeno a la dicha de
su prima, se negó con un movimiento de cabeza y solo atinó a decir.
Una risa histérica comenzó a salir de la garganta del joven, sin darse cuenta de lo que
estaba haciendo.
Los ojos azules del doncel comenzaron lentamente a enfocarlo y a su mente llegó la voz
de su prima, chillona, insoportable.
− Necesitó que quedes embarazado lo más pronto posible… - hablaba sin parar –
Mañana irá a la pensión dónde vives mi chofer, para llevarte al consultorio médico…
necesito…
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Karin calló al escuchar las palabras de su primo. Después abrió la boca para responderle:
− Tus derechos los perdiste en el momento que adquiriste la gran deuda que tienes… así
que… mi querido primo… déjate de lloriqueos, que de ahora en adelante harás lo que yo
te pida… si digo salta… vas a saltar… si digo que vas a ir al médico para que te haga una
revisión, irás y cuando nazca el niño… me lo darás.
− ¡Estas demente! – exclamó sin importarle que varias personas voltearan a verlo.
− No tienes elección… Naru-chan – Karin se incorporó hasta quedar al mismo nivel del
joven – Mañana… - tomó su abrigo de piel del respaldo de su silla y su bolso Gucci – mi
chofer pasará a recogerte a las 10 de la mañana y será mejor que estés ahí – dijo sin
importarle el estado de shock en el que dejaba al rubio.
Después salió de ahí, mirando todo lo que había a su alrededor, con total desprecio.
*****
Las horas que faltaban para que se cumpliera el plazo dado por Karin se cumplieron
rápidamente. Naruto bajo la cortina de la ventana después de descubrir que una limosina
en color oscuro se había detenido frente a la pensión donde vivía desde el fallecimiento
de su madre.
Había estado en esa posición, sentado frente a la ventana y observando hacia la calle
desde que aparecieron los primeros rayos del sol, rezando para que hubiese sido una
pesadilla la visita de Karin. Deseando con todo su corazón que esta cambiara de opinión,
pero al ver el lujoso vehículo, este le indicó que no tenía escapatoria alguna.
Comenzó a caminar nervioso por la pequeña habitación que rentaba, cuando escucho
voces en el vestíbulo de la vieja casona. Después los pasos que avanzaban hasta detenerse
frente a su puerta. Se sentía como un animal acorralado, triste y en espera de su destino.
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Los ojos azules de Naruto parpadearon varias veces mientras aquellas palabras
penetraban su consciente.
− Yo… yo… estaré listo en un segundo – murmuró, sin ocultar el estado nervioso en el
que se encontraba.
Sin cerrar la puerta, busco su viejo morral y salió de ahí, seguido por el hombre.
− ¿Qué no pudiste elegir una mejor ropa? – la voz de Karin lo recibió, cuando se sentó
frente a ella.
− Gracias prima, por preocuparte más por mi atuendo que por el estado de ánimo que
me embarga – murmuro el joven, sin esperar respuesta alguna.
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− Tu comentario está de más – dijo con acidez.
Naruto la miró por varios segundos para después desviar su foco de atención hacia lo
que sucedía afuera de la ventanilla. El vidrio polarizado le daba el anonimato suficiente,
como para que alguien notara su rostro demacrado, además de la mujer que lo
acompañaba.
“Sasori, el hermano mellizo de Karin” – pensó el rubio. Las pocas veces que tuvo
oportunidad de tratarlo, nunca le cayó bien. Suponía ahora, que era igual de desalmado
que su hermana.
− ¿Para qué? – inquirió sin mirarla. Entre más pronto conocía quienes estaban envueltos
en aquella charada, le parecía mejor. Así sabría de quién esperar lo peor.
− Si serás tonto, Naruto… - explotó la pelirroja – Debes firmar unos papeles antes de
acudir a la cita médica… - respiró hondo – ya que son necesarios antes de proseguir con
el tratamiento.
− No quiero ningún vacio legal cuando llegue el momento de que me entregues al niño
– la frialdad en su voz se reflejó en la mirada.
− ¿Tienes miedo de que huya con él? – por fin enfrentó a su prima.
Una risa sardónica se escuchó en el interior del vehículo, haciendo estremecer al rubio.
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Capítulo II
Naruto miró hacia el cielo, quedando maravillado de la enormidad de aquél edificio de
espejos que se erigía en medio de la zona que comprendía el área comercial y empresarial
de la ciudad de Suna. Las más importantes empresas del país tenían sus oficinas y
matrices en aquel lugar.
Por vez primera, deseo haberse vestido mejor, pero sabía que le era imposible. No tenía
ropa adecuada. La mayor parte del dinero que ganaba estaba destinado a su manutención
y el resto iba a un fondo de ahorro raquítico, que con mucho esfuerzo trataba de
incrementar quincena a quincena.
Al pasar frente a unos espejos, se sintió inseguro al comparar su ropa de “segunda mano”
con el atuendo de Karin.
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Entraron al elevador y el botones les preguntó a qué piso iban. La respuesta de la pelirroja
le pareció demasiado pomposa al chico.
− Al Bufete jurídico Uzumari, Uzumari & Yahiko – dijo, como si fuera pecado que no
conocieran su destino.
El botones asintió y marco el piso 13. Naruto sintió como el elevador lo llevaba a las fauces
del lobo cuando comenzó a elevarse.
El rubio se sintió cohibido y por un segundo deseo quedarse dentro del elevador, pero la
mirada fulgurante que recibió por parte de su prima, lo hizo cambiar de opinión. No era
bueno enemistarse más de lo que estaba, con el enemigo declarado.
Caminaron a través de un pasillo largo, pasando junto a las puertas de varios despachos.
Unos abiertos, otros cerrados.
Varios hombres y mujeres, dignos de ser fotografiados por una revista de modas, pasaron
junto a ellos. Saludaban a Karin con una inclinación de cabeza, mientras que el rubio solo
era merecedor de una mirada inquisitiva y hasta cierto punto despreciativo hacia su
persona y atuendo.
Llegaron hasta un pequeño despacho, diseñado para ser funcional y al mismo tiempo sin
perder la elegancia. Estaba vació.
Karin se llevó las manos a la cadera y sin decirle nada a su primo, se giró y se dirigió
hasta una enorme y pesada puerta, fabricada con maderas exóticas. No llamó,
sencillamente la abrió y para sorpresa de Naruto, lo que vio y había dentro de esa enorme
oficina, lo dejó boquiabierto y abochornado. No hizo intento alguno por desviar la
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atención, al contrario, siguiendo su impulso morboso miró por encima del hombro de
Karin.
Percibió a su primo Sasori en una situación sumamente comprometida con una mujer de
cabellos azules con una flor de papel en color blanco en su cabeza, quién al saberse
descubierta comenzó a cubrir sus senos desnudos con manos temblorosas, mientras que
el hombre, sin un gramo de caballerosidad se alejaba de ella, arreglándose las carísimas
ropas y con una sonrisa, que para Naruto le pareció llena de burla.
− ¡Deja de jugar con tu secretaria y atiéndenos! – increpó Karin, sin dejar de observar a
la mujer, que para ese momento se había girado hacia la pared y se colocaba la blusa de
seda con la rapidez que le era posible.
− Konan, retírese.
Esa orden la dio Sasori, quien para entonces había recuperado el aire de amo y señor que
lo caracterizaba. Se había sentado detrás del enorme escritorio diseñado con un estilo
ultramoderno.
A Naruto le pareció que la voz de su primo era fría, sin emoción alguna.
− Por Dios, Naru-chan… deja de estorbar la entrada para que esta mujer salga de aquí.
− Y cierra la puerta cuando entres. No quiero que nadie se entere de lo que vamos hablar.
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El chico obedeció sin decir palabra alguna. Después de cerrar la puerta tras la mujer que
acababa de salir, se dirigió hasta quedar a un lado de Karin, quién se encontraba
cómodamente sentada sobre un diván de piel oscura, frente al escritorio de su primo.
Naruto lo hizo, en el otro asiento. Recibió como respuesta una ligera sonrisa del hombre
ubicado frente a él.
− Traje a Naruto para que firme los papeles – comenzó a hablar Karin, ignorando la
mirada oscura que su hermano le dirigía al rubio.
− Me parece perfecto – respondió éste, sacando una carpeta de piel de uno de los cajones
- ¿Pero crees que sea fértil? – Inquirió con seriedad – Recuerda que hay mucho en juego.
− Camina hacia aquí – indicó con voz fría el centro de la oficina, que se encontraba libre
de muebles.
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Sasori comenzó a caminar alrededor de él, con las manos metidas en los bolsillos de su
pantalón de diseñador.
El escrutinio del que fue objeto el joven, le puso los nervios de punta. Causando así, que
sus manos comenzaran a sudar. Las restregó contra la tela de su pantalón de poliéster
con un movimiento discreto.
− Tiene caderas anchas… - hablaba él, como si el joven no estuviera presente – Su cuerpo
es firme…
Trato de alejarse, y manoteo con el propósito de que su primo quitara las manos de
encima de su cuerpo.
Esa reacción del chico causo que los hermanos se rieran con burla.
− Nadie ha dicho que lo seas – le respondió Sasori con cinismo, soltándolo con un gesto
que le indicaba al joven la repugnancia que sentía él hacia el doncel.
Naruto jadeaba y se llevó los brazos sobre su pecho, protegiéndose demasiado tarde de
aquel asalto a su persona.
− Será una tremenda lástima que tu cuerpo se deforme después de dar a luz.
Las dos personas salieron del edificio después de que Naruto firmará los papeles.
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El joven sentía que Sasori y Karin habían dejado caer una pesada losa sobre su espalda.
Su alma estaba vacía, sin la fuerza suficiente para luchar contra el crimen que le estaban
obligando a hacer.
Con la espalda encorvada y los hombros encogidos, abordó tras Karin la limosina que en
todo el rato que estuvieron en el despacho del pelirrojo, los había esperado frente al
edificio de cristal.
Agradeció que su prima no hablara en ese momento. Se sentía lo suficiente enfermo como
para tolerar su voz. La actitud de Sasori hacia con él, lo había puesto en ese estado y
estaba claro que los Uzumari sabían perfectamente lo que Karin lo estaba obligando hacer
y para aumentar su desgracia, había sido obligado a firmar aquellos papeles.
Aun podía escuchar las palabras de su primo cuando le susurro al oído en el mismo
instante que le pasaba un bolígrafo chapado en oro:
− Esto es lo mejor que puede pasarte en tu vida Naruto y si no cumples cada una de las
cláusulas se te convertirá en el infierno aquí en la tierra.
El escucharlas de nuevo, lo hizo sentir frio en su delgado cuerpo. Ya no había vuelta atrás.
Sencillamente porque había firmado un pacto con el mismo diablo.
Era un edificio de construcción antigua, de ladrillo rojo. Muy diferente a aquel donde
hicieron escala. Ni siquiera el ver aquella edificación tan pintoresca causo un cambio en
el estado de ánimo de Naruto. Armándose de valor, siguió a su prima.
Una recepcionista los recibió y solo tuvieron que esperar un par de minutos antes de que
del consultorio saliera una enfermera y les avisara que el médico especialista los recibiría.
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Entraron al lugar. Aquel sitio era igual que cualquier consultorio, con excepción de varias
decenas de fotografías que adornaban una de sus paredes. En ellas habían parejas felices
con bebes en brazos.
Por lo que había leído en la placa de entrada, tenía cita con un especialista en infertilidad
e inseminación in vitro.
Un hombre vestido con una bata blanca, de alrededor de 40 años les extendió la mano en
señal de saludo. Después los invito a tomar asiento frente al escritorio.
Rápidamente comenzó hablar sobre el proceso al que sería sometido Naruto, sin ahondar
en los motivos por los que el chico había aceptado llevar en su vientre al hijo del marido
de su prima.
Karin preguntaba y el doctor le respondía con voz pausada, lenta y suave, mientras el
joven rubio, tenía la mirada perdida en algún punto por encima del hombro del hombre.
Aun así, no perdía ningún detalle en la conversación.
− Tendremos que hacerle varios estudios para saber si… - leyó una hoja del expediente
– el joven doncel Uzumaki es apto…
Eso atrajo la atención de Naruto. ¿Sería sometido a exámenes médicos? ¿Por qué? Si ni
siquiera a sus 22 años de vida había tenido una relación seria, así que dudaba que aquello
fuera necesario.
− Toda inseminación lleva un protocolo que se debe seguir al pie de la letra – dijo
conciliador – En este momento, tengo que auscultarlo de manera general y abrir su
historial médico… todo esto en privado – observó a Karin.
Naruto percibió que las últimas palabras no le parecieron a su prima, aun así está tuvo
que abandonar el consultorio, después de tratar de convencer al galeno.
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Cuando el joven quedo a solas, el médico comenzó a realizarle una serie de preguntas,
todas relacionadas con su salud. Naruto respondió rápidamente a cada una de ellas hasta
la última.
− Aun no la he iniciado.
− ¿Sabe que con el procedimiento que le vamos hacer en su condición de doncel, tiene
órganos iguales al de las mujeres y uno de ellos es su himen, que con el acto de la
inseminación tendremos que dañarlo? – preguntó en tono profesional, al cual, el rubio
respondió afirmativamente.
− Lo sé, doctor.
− Bien… ahora si gusta pasar a la siguiente sala – le indicó con su mano una puerta – Mi
enfermera lo asistirá y le proporcionará una bata.
Deseó con todo su corazón que aquel trago amargo pasará rápidamente y bloqueo su
mente para no sentir.
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− A simple vista, todo está bien – señalo – Ahora solo nos queda que se realice los
siguientes análisis para saber cuál es su periodo fértil, además de la histerosalpingografía
que nos permitirá conocer el estado real de su matriz.
El joven asintió, desde que había iniciado aquel calvario no había hablado mucho, ni
siquiera tenía el deseo de hacerlo, además su garganta seguía seca, como si vidrios
cortaran el paso del aire.
Recibió el pase de los exámenes que se tendría que hacer posteriormente, en los cuales
debería que tomar en cuenta el primer día de su periodo de ovulación para proseguir con
aquel proceso.
Para ese momento, Karin regresó al consultorio. Su semblante estaba marcado con un
brillo de triunfo. Sentía que pronto, muy pronto lograría alcanzar lo que se había
propuesto.
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Capítulo III
“En la vida siempre tendrás que enfrentarte a situaciones que se salen de control. En nosotros está
que las afrontemos con la frente en alto”
Naruto recordó las palabras que dijera su madre cuando le diagnosticaron la enfermedad
del corazón. Con esa frase, Kushina Uzumaki afrontó con dignidad el destino que le
habían pronosticado.
¿Pero cómo podría el afrontar lo que le esperaba? – se preguntó el rubio, después de abandonar
el laboratorio donde le habían hecho los exámenes de sangre.
Ya habían pasado dos semanas desde que su prima se presentó en su trabajo. Dos
semanas en las que no había podido dormir, en las que vivía o más bien sobrevivía con
su falta de apetito y un estado de constante ansiedad, en las que para el no fue un
sacrificio presentarse en ayudar para la extracción de la muestra.
¿Abría tanto dolor en su futuro cercano? Sabía que así sería. No tenía escapatoria. Entre
sus primos habían logrado acorralarlo y aceptar lo que para el era un crimen. Dejar al hijo
que aun no tenía, para que otros lo criaran.
¿Cómo sería él o ella? ¿Lo odiaría cuando se enterara de las circunstancias en las que fue
concebido?
Deseando que todo aquello terminara, se obligó a alejar de su mente todas las preguntas
que se hacía en constante tortura. Suponía que llegado el momento, enfrentaría la
situación, pero ¿cómo?
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Abordó el vehículo que Karin le había dejado a su disposición mientras se llevaba la
inseminación. Igual que en el estudio anterior, su prima no lo había acompañado y según
sabía era porque de último momento había tenido que viajar hacia Konoha, para ver a su
marido.
Con una inclinación de cabeza, le agradeció las atenciones al chofer, quién lo llevaría de
vuelta a lo que consideraba su casa.
Su cuerpo temblaba, sus piernas temblaban a causa del dolor provocado por el proceso
de aquel estudio. Una hora de infierno, lleno de dolor y en cierta forma humillación, de
estar ahí en espera de que cada placa saliera como el técnico deseaba. Sintiendo que la
vida se le iba en cada movimiento y anhelando que esa hora pasara lo más rápido posible.
Pero no fue así. Tuvo que soportar cada segundo, cada minuto de aquella hora, deseando
vomitar por el dolor que le era infligido, deseando jamás haber conocido a Karin.
Anhelando nunca haber tenido a los Uzumari de parientes. Deseando que su madre
estuviera con él en aquel trance lleno de infamia.
Cuando terminó la tortura del estudio, necesitó la ayuda del técnico para bajar de la
plancha, porque sus piernas no lo sostuvieron cuando toco el piso y fue en ese momento
que el técnico se apiado de él y lo ayudó a caminar hasta el cuarto de baño más cercano,
para cambiarse la bata hospitalaria que llevaba por sus ropas con las que había llegado.
Ahí lloró, frente al espejo del lavamanos vio como una a una las lágrimas recorrían sus
mejillas, desahogando así su dolor y frustración por estar envuelto en una situación que
estaba completamente fuera de su control y peor aún, sin posibilidad de salir de ella
entero.
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De pronto sintió como su cuerpo se rebelaba y vomitaba. Una, dos… cinco veces, sin
poder controlar aquellos espasmos. Deseando sentir los brazos de su madre,
reconfortándolo, diciéndole que todo estaría bien, que aquella pesadilla pronto
desaparecería.
Esa tarde acudió a trabajar, igual como lo había estado haciendo desde que apareció Karin
en su vida. Cubrió su horario de forma normal, enfundado en su ajustado uniforme que
les proporcionaban a los meseros.
Algunos parroquianos, generalmente los que no eran asiduos al local lo miraban con
sumo interés mientras atendía las mesas, los que eran clientes habituales, lo saludaban
con efusividad, pero nunca sin propasarse.
Con movimientos ágiles, cruzo el lugar para después dejar el pedido sobre la mesa. Para
su desgracia, reconoció a los tipos que estaban sentados en ella. Eran tres fulanos y era la
segunda vez que visitaban el lugar. Además, desde que los conoció una semana antes, le
dieron mala espina.
Se acercó con el rostro serio y les depositó las bebidas sobre la mesa. Tomó el billete que
uno de ellos le ofrecía e inmediatamente le entregó el cambio. Cualquiera que conociera
de lenguaje corporal, se habría dado cuenta de que el doncel estaba sumamente incomodo
con el descarado escrutinio al que era sujeto por los tipos.
− ¿A qué hora sales, hermosura? – uno de ellos, el más alto le agarro la mano cuando el
ojiazul se disponía a alejarse de ahí.
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− A la hora de qué te importa – se dio la media vuelta y mientras regresaba a la barra
para pedirle a Zabusa el dueño del lugar de que le concediera 15 minutos de descanso, el
tipo que había rechazado con anterioridad lo siguió, para cogerlo del brazo y hacerlo
girar de forma sorpresiva hacia él.
− Nadie me rechaza – dijo el individuo a unos centímetros del rostro del doncel.
− Será mejor que lo sueltes – dijo Zabusa, quién había acudido en su auxilio.
Naruto sintió como el tipo lo dejaba en libertad y al mirar hacia dónde provenía la voz
que acudió a salvarlo, vio al pelinegro, quien era un hombre alto y musculoso blandiendo
un bate de beisbol.
− Será mejor que abandonen esté sitió ahora mismo – los señalo con el bate – En este
lugar no aceptamos a personas que acosan a mis meseros.
Al escuchar las palabras beligerantes del dueño del bar, los hombres no dijeron nada y
tomaron sus chaquetas. Se marcharon del lugar.
El chico asintió.
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− Tómate 30 minutos de descanso – le dijo con una sonrisa, tratando de tranquilizarlo –
Lo necesitas… desde que vino a buscarte la mujer elegante hace quince días te veo en
constante stress…
Se dejó caer en un viejo diván y cerró los ojos tratando de olvidar el último suceso.
Permaneció ahí el tiempo suficiente para tranquilizarse y sintiéndose más seguro regreso
a trabajar las últimas dos horas que le quedaban para terminar su turno.
Cuando al fin, su reloj marcó la hora de salida, se dirigió al cuarto de baño para quitarse
su uniforme. Al salir se encontró con Zabusa, quién le tomo la mano y le depositó varios
billetes en ella.
− No quiero que tengas problemas con los tipos de hace rato… puede que te estén
esperando afuera…
− Yo… gracias…
− De nada Naruto… siempre he creído que este no es tu mundo, pero por razones que
no he querido ahondar, te has visto obligado a trabajar aquí… - se detuvo al notar que los
ojos del chico se inundaban de lágrimas – Será mejor que te vayas ya… no vaya ser que
me arrepienta de ser buena gente contigo.
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El rubio asintió, tratando de controlar el sentimiento que había aflorado en su alma. Por
vez primera en mucho tiempo se sintió protegido y le agradeció en lo más hondo de su
corazón, aquel gesto de su jefe.
*****
Karin regresó de su viaje dos días antes de la fecha programada para la inseminación. Se
presentó en la pequeña habitación que rentaba Naruto, con su ya característico aire de
superioridad.
− Solo vine a ver como estabas – anunció cuando el ojiazul abrió la puerta. Sin esperar a
que la invitaran a pasar, ingreso al lugar.
− Ni lo pienses – le espetó la joven – Esta no es una visita médica, solo vine a asegurarme
de que estarás listo para el miércoles.
− Hubiera sido mejor una llamada telefónica – comentó dolido por la actitud de la recién
llegada.
− Si quiero que las cosas marchen como debe de ser, tengo que asegurarme de ello – dijo
la mujer pelirroja – Además, quería ver si esta pocilga era el lugar adecuado para gestar
al bebé – señalo despreciativamente el lugar – Y veo que no es así.
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Mujakina By Bluemelina
− En cuanto sea realidad el embarazo tendrás que abandonar este sitio.
− ¿Y dónde crees que voy a vivir? – le pregunto con furia contenida. Ya no tenía el más
mínimo control de su vida. Ésta estaba en manos de Karin y eso lo desesperaba.
− Karin…
Deseaba gritarle que no lo haría, que no asistía al consultorio médico, que no permitiría
que controlaran su vida al extremo de obligarlo a tener un embarazo que no deseaba…
quería…
Pero fue cobarde. Se quedó callado y permitió que su prima se fuera de ahí sin haber
escuchado ninguna de las palabras que en su mente se repetían de forma incesante.
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*****
El fatídico día llego.
Sintiéndose enfermo, esperó a que el chofer llegara ante su puerta para abrir. Esa mañana
no había probado bocado alguno. Su estómago no soportaba ingerir alimentos. Pálido,
tomo su morral y siguió al empleado de Karin.
En la soledad que lo rodeaba, comenzó a llorar sin poderse controlar más, permitiendo
que al final del trayecto su corazón quedara de piedra, aislado de todo aquello que le
causaba dolor. Aislándolo de aquello que lo dañaba.
− Estoy aquí.
Y su corazón tembló.
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Capítulo IV
La oscuridad lo rodeaba. No podía distinguir absolutamente nada en medio de esa
penumbra, con la excepción de unos pasos que se escuchaban a lo lejos y que lentamente
se acercaban a dónde él se encontraba. Quiso correr, pero su cuerpo no reaccionaba en
espera de que el extraño se acercara.
Jadeante, permaneció de pie en aquel sitió, hasta que un par de brazos musculosos lo
aprisionaron, rodeándolo por la cintura, atrayéndolo al cuerpo masculino.
Él lo besaba con febril deseo, hasta que lo hizo girar para quedar frente al doncel y
apoderarse en un solo asalto de los labios entreabiertos del joven.
Naruto soltó una exclamación ahogada, asombrado de aquel contacto. Pero recuperado
un segundo después, le respondía con la misma intensidad de la que era besado. Tenía
sed de él. Tenía sed de aquel cuerpo masculino que lo torturaba con su cercanía, con sus
manos, con su boca y buscando una entrega mayor hundió sus dedos en el cabello de él,
percibiendo su textura, su aroma embriagador.
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Mujakina By Bluemelina
Deseaba abrir sus ojos y enfrentarse a aquel rostro desconocido. Conocer al extraño que
despertaba en su cuerpo sensaciones jamás vividas, por lo que unió toda la energía de la
que era capaz para terminar con la oscuridad en la que se había obligado permanecer.
Abrió los ojos y se perdió en el ónice intenso de aquellas pupilas, dejándolo paralizado
por la rabia y desprecio que en ellos habitaba.
Y gritó, hasta que sus pulmones se quedaron sin aire, haciéndolo despertar de aquel
sueño, sudoroso, cansado, temeroso.
Se quitó los mechones húmedos que cubrían su frente. Sus manos temblaban. Todo su
cuerpo temblaba. No podía controlarlo y las sensaciones que en su sueño había
despertado el desconocido aún dominaban su cuerpo, implorando la satisfacción de ellas.
Aquel lugar lleno de lujos aún le parecía extraño, a pesar de que llevaba viviendo ahí
desde hacía dos meses y medio, cuando se confirmó su embarazo. Estaba en una de las
habitaciones del departamento de su prima Karin, el cual se había convertido en su
prisión durante el tiempo que duraría su preñez.
Se levantó de la cama y se dirigió al cuarto de baño adyacente. Abrió el grifo del agua y
con está humedeció su rostro, su cuello, su pecho que en ese momento sus pezones le
cosquilleaban, producto de su estado de gestación. También humedeció sus muñecas, en
espera de que su ritmo cardiaco se apaciguara.
Volvió a la cama, pero esta vez el sueño no regreso. Solo había negrura en su mente y un
vacio aterrador.
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Despertó de nuevo junto a los primeros rayos del alba. Lo primero que hizo fue salir de
la cama y dirigirse a la cocina para prepararse un té, con el propósito de no sufrir las
molestias matinales ya comunes en él.
Por esta ocasión, la bebida no fue suficiente. Tuvo que reunir sus fuerzas para poder
llegar al cuarto de baño más cercano y vaciar el nulo contenido de su estómago. Sudoroso
se apoyó en el lavamanos, en espera que las nauseas desaparecieran.
Se encontraba solo en aquel lugar, por lo que no podía contar con nadie para que lo
ayudara.
Karin tenía una mujer de limpieza que acudía cada tercer día al departamento y
precisamente ese día no le tocada ir ahí, cosa que tenía sin cuidado a Naruto, puesto que
su prima le había hecho hincapié de que no formalizara ningún tipo de amistad con la
“servidumbre”, por lo que el doncel tuvo que acceder para evitarse más problemas de los
que ya tenía. Además, la pelirroja asistía por las tardes y se quedaba solo por un tiempo
corto, arguyendo que tenía múltiples ocupaciones que no podía pasar por alto. Todo esto
y más hacían que Naruto se sintiera aislado del mundo.
Cansado que ver que la vida seguía su curso a través de los enormes ventanales del
departamento, tomo una decisión la cual le traería más problemas. Abandono el cuarto
de baño y se dirigió a su habitación. Se quitó el pijama y se vistió con la primera ropa que
encontró en el closet. Ni siquiera se detuvo a ver su figura frente al espejo puesto que éste
se encontraba cubierto por una sabana, igual como todos los demás que había en aquel
lugar. Él mismo se había encargado de cubrirlos porque no toleraba ver como su cuerpo
cambiaba y se transformaba.
Se sintió extasiado cuando salió por fin de aquel edificio de cristal. Avanzó sin rumbo fijo
por las calles de la ciudad, tratando de perderse en el anonimato que esta le
proporcionaba y si tenía suerte, Karin jamás se enteraría que había desobedecido sus
órdenes.
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Cruzó una calle… cruzó otra… y otra… aventurándose cada vez más a ir más lejos. La
sensación de libertad lo embriagaba. Vio los escaparates de algunas tiendas, entro a una
cafetería para salir después corriendo de ahí. El aroma del café tostado había despertado
en él las náuseas matinales.
Siguió avanzando, siguió cruzando calles hasta detenerse frente al edificio que albergaba
el museo de arte de la ciudad. En un impulso compró un boleto e ingresó a él. Después
se perdió en los pasillos, admirando cada obra, cada boceto, cada retrato de una realidad
que ya no existía o que quizá jamás había existido con excepción de la mente de su autor.
Y se detuvo, por fin frente a una pintura que retrataba la vida familiar a principios del
siglo XVIII. Pero sus ojos se enfocaron en una sola figura. Un padre doncel. Un esposo.
Un hijo. Un doncel en su esplendor, orgulloso del papel que la sociedad de aquellos
tiempos le había asignado. Sencillamente una ser feliz.
Naruto permaneció por tiempo indeterminado ahí, parado. Absorbiendo cada detalle,
cada pincelada de aquella pintura. Tratando de comprender el mensaje oculto que el
pintor deseo transmitir. Simplemente tratando de comprender un mundo que no
comprendía.
Salió del museo a media mañana, después de haberse detenido por varios minutos en el
restaurant de ahí, en donde ingirió una ligera ensalada y varias botellas de agua natural,
consciente de que debía ingerir mucho líquido para evitar una infección de las vías
urinarias, la cual en su estado de embarazo lo hacía propenso a sufrirlas.
Regreso al departamento a pie, a tiempo para que Karin no se diera cuenta de que había
salido. El portero del edificio lo saludó con una inclinación de cabeza cuando cruzo la
puerta de ingreso y Naruto le devolvió el gesto de igual forma.
Al entrar en su prisión, se percató de que no tenía nada que hacer, el lugar estaba
inmaculado, limpio. No había ningún libro, ni revista que hojear. Su única compañera era
la enorme televisión que se encontraba oculta dentro de un mueble el cual abrió y
encendió el aparato.
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Ahí permaneció, sentado en un mullido sillón, viendo programas que en realidad no
deseaba ver. Cambiando de canal de forma incesante, sin concentrarse en ninguno.
*****
Karin llegó al departamento a la misma hora de siempre. Con su silueta elegantemente
vestida y su ya característico y escandaloso perfume impregno cada rincón de la sala de
estar.
Con ojo crítico, observó al rubio recostado en el sillón con el control de la televisión en la
mano y le molestó que ni siquiera la saludara a su llegada.
− Será mejor que te retires lo más lejos que puedas de mí. No tolero tu perfume – Naruto
no trató de ser amable con ella. No le interesaba llegar a ese punto.
− ¿Qué crees que estás haciendo? – con las manos en jarras, Karin le preguntó al rubio,
enojada, molesta.
− Viendo tele, ¿Qué no ves? – la increpó, haciendo con la mano un gesto para que se
quitara de ahí.
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− No, no puedo hacer otra cosa. En este lugar no hay nada… ni libros… ni revistas… ni
siquiera algún C.D. con música que valga la pena, querida prima. Así que quítate de
enfrente que me estas arruinando la única diversión que tengo en esta prisión.
− Estás loco, Naruto. Cualquiera en tu lugar estaría feliz por vivir en un sitio como este
– comentó Karin con orgullo.
Naruto miró el rostro de su prima y no pudo evitar soltar una carcajada llena de cinismo,
burla, frialdad.
− Se te olvida que yo no soy cualquiera y estoy aquí en contra de mi voluntad, así que
ve pensado cómo le vas hacer para que no me aburra dentro de estas cuatro paredes.
Los ojos de Karin brillaron de furia al escuchar las palabras del rubio. Nadie en toda su
vida le había hablado en el tono que Naruto se había dirigido a ella.
Ambas personas se enfrentaron con sus miradas. Sin querer ceder alguno de los dos.
El silencio era abrumador. Se podía cortar con el filo de un cuchillo. Aun así, Naruto
levantó su barbilla, demostrándole a Karin que no le tenía miedo.
De pronto, para sorpresa del ojiazul, la pelirroja encogió sus hombros como una muestra
de derrota.
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− Mañana enviaré a mi chofer para que te traiga lo que pides – dio varios pasos atrás y
se giró, dirigiéndose a la salida del departamento.
− Eso, querida prima es música para mis oídos – le gritó Naruto, volviéndose a sentar en
el sillón.
Segundos después escuchó como esta se cerraba de un portazo y el rubio siguió viendo
televisión, cambiando de canal rápidamente. Sin ver el contenido de ninguno en
particular.
El chofer llegó a la mañana siguiente, cargando varias bolsas con los logotipos de las
tiendas y librerías más exclusivas de la ciudad. La mujer de la limpieza fue quién le abrió
la puerta y le indicó dónde dejar toda la mercancía.
Sin saber porqué, Naruto tomo el número de una de ellas y volviéndose a sentar en el
diván comenzó a hojearla de forma despreocupada, deteniéndose a leer las líneas que
aparecían en cada una de las imágenes que fotografiaban al Jet set mundial. Sin darse
cuenta, sus ojos se posaron en una fotografía en particular y leyó el pequeño párrafo que
bajo de él estaba escrito.
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Mujakina By Bluemelina
“El banquero de Konoha, Sasuke Uchiha posando con su asistente administrativa Sakura Haruno
en la reunión anual de The Banker”.
No podía dejar de observarlo, algo en sus ojos lo atrapaban y por un momento se sintió
perdido en la profundidad de su mirada, tan semejante al del hombre que aparecía en
sus sueños desde hacía semanas. Haciendo un esfuerzo desvió su atención a la
acompañante que de forma sugerente se pegaba a su cuerpo. Estaba claro que él la tenía
sujeta por la cintura al momento de ser fotografiados y más aún la atracción que la mujer
sentía hacía él, puesto que los ojos jade de la mujer bellamente maquillada lo observaban
detenidamente, sin ocultar la emoción que sentía por estar a su lado.
“Con toda seguridad había mil banqueros en Konoha y no precisamente ese tenía que ser el marido
de mi prima”, trató de convencerse sin tener mucho éxito en su empresa.
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Capítulo V
El timbre de un teléfono celular interrumpió el ambiente en aquella habitación oscura.
Quién sea que este llamando, no cesa en su intento para comunicarse con el dueño del
aparato.
− ¡Maldita seas, Karin! ¡Contesta! – explotó Sasori desde el otro lado de la línea.
Nervioso, tamborilea con sus dedos la fina madera de su elegante escritorio.
Corta la llamada y volvió a marcar el número de su hermana, en ansiosa espera para que
le contestará.
− ¿Qué diablos haces al llamarme? – Respondió por fin la pelirroja, llena de furia y
respiración entrecortada – Sabes que a esta hora nadie debe interrumpirme… - explotó
contra su hermano.
La pelirroja se sentía a gusto con su desnudez, así que no hizo nada por cubrirse, cuando
abandonó la cama y se metió al cuarto de baño para continuar la conversación con su
hermano en total intimidad. No le era conveniente que alguien escuchara sus asuntos con
Sasori.
37
Mujakina By Bluemelina
− ¿Estás loco…? ¿Sabes dónde me encuentro? – inquirió con altivez. No estaba
preparada para abandonar a su amante no más porque si, y menos aún, si ni siquiera
había alcanzado el orgasmo.
− Pues deja a tu gigoló – volvió a ordenarle - ¿Qué no entiendes? Esta es una situación
de emergencia… UCHIHA se volvió loco y me ha enviado unos documentos donde pide
la ANULACIÓN de tu matrimonio – dijo, haciendo hincapié en las últimas palabras.
− Loco o no, al parecer ya encontró la mejor forma para deshacerse de ti y sin darte un
centavo a cambio…
− Sucede que en este momento te vistes y te marchas de aquí – le aventó sus ropas,
quedando estas esparcidas sobre el lecho que minutos antes era el centro de su placer, al
tiempo que tomaba las suyas y se apresuraba a vestirse.
− ¿Nos vamos a ver pronto? – inquirió el hombre mientras se colocaba los calzoncillos.
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Mujakina By Bluemelina
La primera persona en salir de aquella habitación fue Karin, apresurada se dirigió al
vestíbulo del hotel, sin mirar atrás. Sabía que su amante esperaría por varios minutos
para hacer lo mismo. Lo había aleccionado bien en ese asunto.
Nadie, hasta ese momento sabía que ella tenía un amante, por lo que el ser cuidadosa le
resultaba imprescindible, pero en esa ocasión no prestó atención al hombre que la siguió
hasta la acera, en donde la pelirroja abordó un vehículo deportivo.
Violando varias señales de tráfico, se dirigió rápidamente al edificio que albergaban las
oficinas del despacho de Sasori. Sin importarle que pudieran multarla, abandonó el auto
justo enfrente de la puerta de ingreso. Se dirigió a los elevadores y esperó a que la puerta
de este se abriera.
− ¿Qué quieres?
− ¿Dónde estás?
Al llegar a su destino, se apresuró a recorrer los pasillos sin mirar a nadie y al llegar al
despacho de su hermano, entró sin esperar a que la secretaría anunciara su presencia.
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Mujakina By Bluemelina
Encontró a Sasori recargado sobre el cristal del enorme ventanal observando la
panorámica de la ciudad.
− ¿Qué diablos está pasando? – inquirió al tiempo que dejaba caer su bolso sobre uno de
los asientos.
− Pues… esa zorra, como la llamas ha logrado que al fin Uchiha decida terminar con el
matrimonio – respondió él lleno de frialdad.
− Créelo… hace una hora recibí los papeles donde solicita la anulación – los extendió
sobre el escritorio.
− ¡Maldito! ¡Mil veces maldito! – comenzó a romper una a una las hojas.
− No cambias nada actuando así – apunto Sasori con cinismo – Al ver que no
devolvemos los papeles firmados volverán a enviarnos otro juego.
Karin comenzó a caminar de un lado a otro de la oficina. Con el cuerpo tenso y el rostro
desencajado.
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Sasori la observaba detenidamente. Él también pensaba en una forma para detener el
papeleo.
− Tu error fue que él te haya encontrado pasándotela muy bien en la noche de bodas –
la acusó - Y eso es una gran atenuante contra ti.
− Eso… viene escrito en los papeles que acabas de romper – y le señaló el piso donde
uno a uno se encontraban los pedazos esparcidos – Fuiste una estúpida…
− ¿Yo…? ¿Y qué crees que pueda hacer en este momento? – Se cruzó de brazos – Por lo
poco que leí, se que tienes todas las de perder… a menos que viajes a Konoha y te
enfrentes a él… y le digas del embarazo…
− Se dará cuenta que falsifiqué su firma para tener acceso al esperma que tenía
almacenado en la clínica de fertilidad.
− Tarde o temprano se iba a enterar de ese pequeño detalle… y la única salida que tienes
en este momento es que el heredero viene en camino, aunque tú no seas quién lo está
gestando… Piensa, Karin… ¿Quién le va asegurar a él que estas embarazada o no? Solo
adelántate a los hechos y preséntate así… - la señaló – Ni si quiera a Naruto se le nota aún
el embarazo…
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Mujakina By Bluemelina
− Arma un escándalo… niégate a que los médicos que él elija te revisen… asegúrate de
acusarlo de querer que pierdas al niño… y después de que el alboroto este de grandes
proporciones… te regresas a Suna para continuar con tu “embarazo” – recalcó la última
palabra con las manos – Tienes todas las de ganar y la maldita clausula que firmaste en
tu contrato pre-matrimonial te asegurara la mitad de la fortuna de Uchiha cuando el
examen de ADN del niño de positivo…
Karin lo observaba callada, adsorbiendo una a una las palabras de su hermano y un brillo
maquiavélico apareció en sus ojos.
− ¿Solo me voy a adelantar a los hechos? – preguntó en tono pensativo, recargando sus
manos sobre el escritorio.
− Sí… después de todo, te ibas a presentar ante él cuando el niño naciera y con el
problema de la anulación, lo más conveniente es que te presentes ahora...
42
Mujakina By Bluemelina
*****
El avión llegó sin retrasos al aeropuerto.
Sin perder la compostura y caminando con paso ligero, Karin recorrió los pasillos de la
ciudad con su ya característico porte aristocrático.
No había avisado de su llegada. El factor sorpresa era su mejor arma y la iba aprovechar.
Por lo que abordó un taxi a las afueras del lugar y con tono altivo, le indico al chofer del
vehículo de alquiler que la llevara a las afueras de Konoha, donde se ubicaba la mansión
Uchiha.
El amplio vestíbulo se reveló ante ella, dejando a su visión los muebles antiguos que
decoraban la estancia.
Karin avanzó un par de pasos hacia la escalera volada que se encontraba a un extremo
del vestíbulo y en lugar de saludarlo, sencillamente respondió:
− Recoge mi equipaje que se está ensuciando – y con sus tacones de aguja comenzó a
subir al segundo piso.
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Mujakina By Bluemelina
− ¿En qué habitación las coloco, señora? – preguntó el empleado sin demostrar en su voz
el desagrado que sentía por la mujer.
− ¿Eres tonto…? – Le dirigió una mirada fulminante – Por supuesto que en la habitación
del señor Uchiha y… antes de que se me olvide, sí uno de ustedes le avisa de mi llegada,
téngalo por seguro que antes del anochecer tendrán sus pertenencias fuera de aquí.
− ¿Está aquí?
Él asintió.
− Oh, cielos – el doncel mayor de nombre Iruka se llevó las manos a su rostro – Tengo
que vaciar su equipaje – comentó acongojado.
− ¿Qué vas hacer? – inquirió el doncel nervioso al ver como levantaba el auricular.
− Pero te va a correr…
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El hombre movió la cabeza de un lado a otro, en completa negación.
El doncel salió destapado de ahí y en un par de minutos llegó hasta la habitación del
señor, donde Karin pidió que colocaran su equipaje.
Con el rostro mirando hacia abajo, entró y se plantó en medio de la habitación, en espera
de escuchar las ya acostumbradas groserías de la mujer.
− ¿Qué todos ustedes son una bola de tontos? – explotó la pelirroja, mientras salía del
cuarto de baño adjunto – Muévete de ahí idiota y arregla mi ropa, que no tengo tiempo
que perder… - se miró frente a un espejo y observó sus ropas de diseñador, las cuales
habían sufrido estragos después de un viaje de ocho horas – Necesito asearme
inmediatamente… – observó al sirviente a través del reflejo del espejo, quién llevaba un
par de maletas al área del vestidor – Saca el traje color azul para ponérmelo después del
baño… ah y si esta arrugado… ¡plánchalo!
− Si… señora – murmuró Iruka con el rostro enrojecido por el tono en que se dirigía
Karin a él, e hizo acopio de prudencia para no externarle varias verdades que
amenazaban por salir de su garganta.
Deseo que en ese momento estuviera ahí el señor Sasuke, para que se enfrentara a la
mujer y le bajara los humos de gran señora.
− No, señora. El señor viajo esta mañana a Kamagure. Tenía una reunión muy
importante con varios accionistas del banco – le informó la empleada con voz tranquila.
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Mujakina By Bluemelina
− ¿Cuándo va a volver?
*****
El tiempo pasó con lentitud, para pesar de Karin. Viendo su carísimo reloj de pulsera se
dio cuenta que Sasuke no tardaría en llegar, así que último los únicos detalles que le
faltaban cubrir de su atuendo y apariencia.
Con ojo crítico se miró por última vez en el espejo y con paso cadencioso, salió de la
habitación para dirigirse a la biblioteca, lugar que había escogido con el deliberado
propósito de enfrentarse ahí a su marido en cuanto el apareciera.
Apenas se estaba sirviendo una bebida sin alcohol, para desgracia de ella, cuando
comenzó a escuchar el ruido ensordecedor de un motor.
Llevando su copa a la boca, se acercó al enorme ventanal, del cual le daba una vista
magnifica del helipuerto.
En silenció, vio como él se acercaba a la casa y a unos pasos detrás los hombres lo seguían.
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Mujakina By Bluemelina
Una ligera sonrisa llena de cinismo se dibujó en el rostro de la mujer. El solo pensar que
Sasuke necesitaba el apoyo de los guardaespaldas para enfrentarse a ella, la llenó de
satisfacción.
Karin percibió el repudió que él sentía hacia ella, con el simple hecho de ver la expresión
del rostro masculino. Fingiendo que no estaba al tanto de ello, depositó su copa en una
mesa al tiempo que se dirigía hacia él con los brazos abiertos.
− ¡Querido! Te esperaba con ansias – le dijo con fingida alegría, mientras que sus brazos
rodeaban el cuello del hombre.
Él no hizo nada por evitar la prisión de los brazos de Karin, sino que avanzó varios pasos
hacia el interior de la biblioteca.
Sobre el hombro de su marido, la pelirroja vio como uno de los empleados de Sasuke
cerraba la puerta tras ellos y en cuanto se escuchó cerrar la manija de la puerta, él hombre
la soltó como sí ella fuera una serpiente venenosa.
− ¿Qué diablos haces aquí y qué quieres? – la atacó con rabia contenida.
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Mujakina By Bluemelina
Capítulo VI
Karin no se acobardó ante el tono de voz con el que fue recibida. Muy al contrario, este le
implicó un reto.
− Pensé que vendrías a Konoha, pero lo que nunca creí fue que lo hicieras tan pronto…
- él se sirvió un whisky mientras hablaba pausadamente.
− ¿Las paces? ¿Por quién me tomas, Karin? – Él se giró y la miró con sus ojos negros
llenos de rabia – Sí te envié los malditos papeles es porque ya no quiero tener nada
contigo… ¿qué no lo entiendes?
La pelirroja se sulfuró.
− ¡Estás equivocado si crees que te vas a librar de mí con facilidad! – colocó las manos
sobre la cadera, en clara posición de combate.
− Querida esposa, no me voy a librar de ti… sino que voy a anular el matrimonio. Te
pese o no – tomó un largo trago de su bebida.
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Mujakina By Bluemelina
− No lo voy a permitir – contraataco la mujer.
El rostro de la pelirroja se fue transfigurando ante los recuerdos de sus tres años de
matrimonio.
La pelirroja perdió los estribos y se abalanzó contra él. La respuesta del hombre fue
rápida. En un solo movimiento detuvo las manos que lo iban a atacar.
Karin trastabilló varios pasos hacia atrás. Nunca había creído que Sasuke actuara con
violencia y eso le dejó un mal sabor de boca.
− ¡Que extraño! Por un momento creí que sí lo estabas… Dime Karin, ¿ya te dio de alta
el médico? O ¿sigues fingiendo que vas con el psiquiatra?
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Mujakina By Bluemelina
La mano de la Uzumari se levantó en el aire tratando de alcanzar la mejilla del hombre.
− ¡Ten cuidado con lo que dices! – perdió por completo su capacidad de raciocinio.
− Eso ya lo escuché – bebió el resto del líquido ambarino sin tomar importancia de lo
que hablaba ella – Y la verdad, me tiene sin cuidado la amenaza que aun no formulas…
¿Qué vas hacer en esta ocasión para evitar que me separe de ti…? ¿Otro intento de
suicidio…? Sí es así, déjame informarte que eso ya está muy visto en esta casa y nadie
caerá en tu juego de nuevo – rió con amargura.
− Hay tantas cosas que podemos aun vivir… - la voz melosa de Karin cortó el silencio
en la habitación.
Sasuke entrecerró los ojos al percatarse del cambio que sufrió la personalidad de su
“esposa”.
− Sí, un infierno parecido a los últimos tres años – murmuró entre dientes sin importarle
que la mujer lo escuchara - ¿Por qué no te devuelves a Suna y continuas divirtiéndote con
tu amante? Tienes un buen paquete por cuerpo, aunque en su interior se esté
engusanando – comentó, llevándose una mano a su cabello en un gesto de cansancio por
vivir esa situación más de una decena de veces.
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Mujakina By Bluemelina
El silencio se hizo presente, el cuál fue interrumpido por la pelirroja.
Fuera de sí, Sasuke se dirigió al enorme escritorio labrado a mano y abrió uno de los
cajones. De el sacó una serie de fotografías que aventó a los pies de la pelirroja.
El rostro pálido de Karin se concentró en cada una de las imágenes, sin creer que la
hubieran captado en infraganti. Había sido tan cuidadosa.
− ¿Y dejar en entre dicho tu hombría? – Karin respondió con burla – No, no creo que seas
capaz – sonrió.
− Eso, querida, está por verse – le dijo con los labios apretados, girándose hacia la
ventana.
− Como te dije antes, Sasuke. No serás capaz de mostrar esas fotografías a nadie, puesto
que no te convendrá poner en entre dicho tu futura paternidad y mucho menos de que
todos tus socios se enteren de los pequeños problemas matrimoniales que tenemos.
Los hombros de Sasuke se tensaron al momento que una palabra del discurso de Karin,
puso a todos sus sentidos en alerta.
− ¿Qué has dicho? – se volvió hacia ella y sin controlar su furia caminó hasta donde ésta
se encontraba y la tomó de uno de los brazos, zarandeándola con suma violencia.
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Mujakina By Bluemelina
− “Futura paternidad” – recalcó con gozo.
− De ninguno, Sasuke. He sido tan cuidadosa, que no debes preocuparte por que lleve
en mi vientre a un hijo de otro…
El azabache deseó en ese momento estrangular a la mujer que tenía enfrente. Pero el
último vestigio de cordura que poseía se lo impidió.
El Uchiha la soltó con violencia y la mujer cayó sobre uno de los sillones de piel.
− Por supuesto que no, querido. Solo que se te ha olvidado un detalle… que fui a la
clínica de fertilidad y ellos me proporcionaron tu esperma – encogió los hombros para
completar su actuación – Y como comprenderás… fui fertilizada con él.
En ese instante, Sasuke deseó golpear a una mujer por vez primera en su vida. Su cuerpo
temblaba en un visible estado de auto-control para no caer en el juego de la mujer que lo
veía con un gesto de triunfo.
− Desearías que así fuera… pero no, querido. En este momento, tu hijo está
desarrollándose en mi vientre y si necesitas pruebas, te las puedo dar sin ningún
problema ya que traje conmigo los resultados de los análisis…
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Mujakina By Bluemelina
− ¡Que pudiste falsificar sin ningún problema! – Contra-atacó.
− Eres una maestra de la mentira, Karin… Crees que con el hecho de decirme que estás
embarazada te voy a creer…
− Entonces, explícame cómo diablos conseguiste que la clínica te diera el esperma que
tenía almacenado…
− Falsificando tu firma… - levantó los hombros – Cómo verás, no entiendo porque dudas
de la paternidad de mí bebé – se llevó la mano al vientre para dar énfasis a sus palabras
– Él está escuchando toda la pelea y no es bueno que se dé cuenta que sus padres están
discutiendo…
− ¡Maldita seas, mujer! – explotó él con la rabia que sentía fuera de control. El vaso de su
bebida voló por los aires, sin contenido alguno para luego caer sobre el hermoso piso de
madera pulida y hacerse añicos.
− Así, querido… - lo observó con desafío en la mirada -ve esperando a nuestro hijo para
las navidades, que según el médico es su fecha probable de nacimiento.
Sasuke maldijo entre dientes. De pronto, sintiendo que le faltaba el aire, se dirigió hacia
la puerta.
− ¿A dónde vas, querido? Aún tenemos que celebrar que estamos embarazados… -
comentó con burla.
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Mujakina By Bluemelina
Él se detuvo a medio camino.
− A cualquier maldito sitió donde no tenga que verte y respirar el mismo aire que tú –
espetó con amargura.
− Vas a verte con Sakura Haruno– afirmó la pelirroja con odio, levantándose del sillón.
− ¡Pues disfruta a tu zorra mientras puedas, porque estando yo aquí nadie… escúchame
bien!… ¡nadie va a ocupar mi lugar! – la rabia era latente en cada temblor del cuerpo
femenino.
− Me tiene sin cuidado lo que pienses, Karin… ¡Ah¡ - exclamó como si hubiese olvidado
algo – No me esperes a dormir, ya que estaré muy ocupado las próximas horas y no sé a
qué hora vuelva.
− Si estas pensando que vamos a compartir el lecho conyugal, estas muy equivocada…
Mientras estés aquí, ocuparé una de las habitaciones para los invitados y… - tomó aire
para proseguir – Evítame el gozo de disfrutar como te corro si invades mi espacio.
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Mujakina By Bluemelina
*****
− Siéntate, Naru-chan…
− No, aquí estoy bien – señaló el rubio desde su posición junto al ventanal, tratando de
ignorar el lugar que el hermano de Karin le había señalado.
Desde hacía dos días, Karin ya no realizaba su habitual visita al departamento donde
vivía Naruto y en cambió Sasori se había presentado, argumentando que él ocuparía el
lugar de su hermana, mientras ella estuviera ausente.
Para el ojiazul, aquel cambio de planes le puso los nervios de punta. Suficiente tenía con
estar envuelto en aquella situación en la que lo obligaron a participar, como para soportar
a su primo que en ese momento se encontraba sentado en uno de los sillones de la sala,
sintiéndose el amo y señor del lugar.
No se fiaba de Sasori en la actualidad y nunca lo había hecho. Aun así creía que prefería
la presencia de Karin que la del abogado, ya que nunca le había gustado como él lo
miraba, ni siquiera en las pocas reuniones que tuvo oportunidad de convivir con ellos.
Naruto sintió como el hombre se levantaba del mullido sillón y se acercaba a él,
deteniéndose a unos cuantos pasos.
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− Salió de emergencia a Konoha – le respondió Sasori con un tono muy bajo, pero
suficiente para que el doncel embarazado escuchara – Cómo comprenderás, su marido
solicitaba su presencia en aquella ciudad…
− ¡No me toques! – gritó el rubio, sin ocultar la repulsión que sintió por ese contacto. Con
un movimiento brusco, se levantó de su sitió y encaró a su primo – ¡No tolero que me
toques¡ - le dijo frente a frente.
− ¿Estás seguro que eso es lo que quieres? Hasta este momento, ninguna mujer y doncel
me ha dicho lo que acabas de pronunciar – comentó con sorna y sin pizca de
remordimiento alguno.
− Sí, estoy seguro – le recalcó sin acobardarse – Suficiente he tolerado de parte de ustedes
dos la monstruosidad que me han obligado hacer, como para estar de beneplácito,
actuando como el excelente anfitrión de ustedes dos – cruzó los brazos sobre su pecho,
en señal de protección.
Desde que había sido inseminado, era perseguido por constantes sueños en donde
aparecía un hombre alto, delgado y a la vez musculoso, que lo miraba en ocasiones con
sus ojos negros, llenos de amor y en otras, llenos de odio. Del más puro y genuino odio.
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Y cada vez que lo soñaba, siempre despertaba alterado, jadeando, tratando de olvidar su
realidad forzada y deseando, siempre deseando decirle que él era inocente.
Y en ese momento, al escuchar que Sasori hablaba del marido de Karin, sintió una extraña
sensación que nacía en su estómago y se propagó a su matriz, haciéndolo creer por un
instante que el bebé que llevaba dentro se había movido. Cosa improbable, por el solo
hecho de tener trece semanas de gestación.
− Él es el peor de todos, primo – hablaba sin ocultar su satisfacción – Él fue quién le dio
la idea a Karin para que buscara un vientre sustituto y así tener a su heredero costara lo
que costara… - hizo una pausa para tomar aire y proseguir – Él es el más peligroso de
todos nosotros… su poder… su dinero… lo ha corrompido tanto, que él es capaz de hacer
cualquier cosa para conseguir lo que se propone…
Las palabras del pelirrojo iban haciendo mella en la mente del joven. Cada una se fue
grabando en su subconsciente. Haciéndolo temer a un hombre que no conocía, pero que
al mismo tiempo se encontraba ligado a él, por el bebé que llevaba en su vientre.
− Así que sí un día te lo llegas a encontrar, cosa poco probable, porque no pertenecen al
mismo nivel social y mucho menos viven en el mismo país. Yo que tú me alejaría de él,
es más, jamás me le enfrentaría a él, no si apreciará la tranquilidad de mi vida.
Y dicho eso Sasori se marchó, sabiendo que la semilla del miedo había quedado enraizada
en la mente de Naruto.
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Capítulo VII
Naruto decidió volver a salir del departamento esa mañana. Sin saber qué rumbo tomar,
se adentró en el bullicio de la ciudad. Buscando el anonimato entre los miles de habitantes
que en ese momento se dirigían a sus trabajos o a realizar sus tareas cotidianas.
Sus pasos lo encaminaron hasta un parque cercano, donde algunas personas estaban
haciendo sus ejercicios matinales y otras paseaban en compañía de algunos animales
domésticos.
Por un momento, deseó ser uno de ellos y olvidarse de todo. Olvidarse de Karin, Sasori
y el tan famoso, desconocido y despiadado marido de su prima. Pero su mente no actuaba
como él quería, dejándolo en un constante estado de cansancio por el enorme esfuerzo
que hacía por no pensar.
Una a una las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas, sin que él pudiera evitarlo.
Tratando de limpiar con aquella acción la amargura, la soledad y el enorme dolor que su
corazón albergaba.
“El juego de la vida siempre presenta situaciones o momentos que nos resultan inesperados. En
nosotros esta poder afrontarlos” – volvió a escuchar la voz de su madre en la mente y la
desesperación se afianzo en él.
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“¿Cómo?” – le preguntó, sin pronunciar palabra alguna.
“Con la frente en alto” – la voz de su madre se agolpó en sus oídos. Parecía que en realidad
la estaba escuchando – “Nadie puede obligarte hacer lo que no deseas… Tú eres el único dueño
de tu vida”.
Naruto sintió en ese momento, que la sangre abandonaba su cuerpo, se sintió mareado y
que el aire le hacía falta en sus pulmones. Se sujetó de la banca con tal fuerza que sus
nudillos se volvieron blancos. Las lágrimas se detuvieron.
En ese instante, un estremecimiento recorrió la espina dorsal del rubio. Una gran certeza
se clavó en su corazón, en su mente, en su ser.
Recorrió uno a uno los pasillos, en una frenética búsqueda hasta que encontró lo que
había ido a buscar.
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Se detuvo frente a la gran pintura del siglo XVIII que un par de semanas antes le había
llamado la atención. La figura del padre doncel, esposo y al mismo tiempo hijo, la
observaba orgulloso de los papeles que había escogido.
Aunque tuviera un precio que pagar. Él era su padre doncel y nadie más.
Se enfrentaría con todo y contra todos. Costará lo que costará. Sin importar contra quién
se enfrentará. Nadie lo alejaría de él.
Abriendo al fin su corazón al mensaje que el pintor deseo transmitir y que perduró a
través de los siglos.
Comprendiendo un mundo que no había comprendido hasta ese día, en cuya amargura
había dejado caer en sus ojos un velo que le impedía ver la verdad de sus emociones y
que ahora había sido retirado.
Amaba a su hijo y por él estaba dispuesto a recibir los embates que la vida le tenía
preparada, con la plena certeza que los afrontaría con dignidad.
60
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*****
Karin colgó el auricular, satisfecha de lo que recién había hecho.
− Una a una se están moviendo las piezas a mi favor – exclamó la mujer al tiempo que
se servía una copa de vino tinto, teniendo cuidado de que ninguno de los sirvientes de
Sasuke la viera.
Siguiendo sus planes, Karin llamó a sus padres desde la ciudad de Konoha, cargando a
la cuenta de su marido una llamada de 50 minutos a la ciudad de Sohjo, en el país llamado
Shukaku, en dónde Nagato y Kurenai Uzumari habían decidido trasladar su residencia
hacia solo 10 meses atrás, cuando Nagato Uzumari decidió retirarse de los negocios.
En la llamada, Karin les informó de su supuesto embarazo, sin sentir el más mínimo de
los remordimientos por haberles mentido.
Ellos externaron su gusto al saber que su hija estaba embarazada, porque sabían que con
la llegada del bebé, el matrimonio de su hija con Sasuke Uchiha quedaba afianzado y por
lo tanto, sus temores causados por los constantes problemas que existían entre la pareja
podrían ser solucionados.
− Haz hecho lo mejor – comentó Kurenai, cuando conoció la noticia – Ahora, por el bien
del bebé tienen que arreglar sus diferencias…
Por supuesto, la pelirroja no les comunico del intentó de anular el matrimonio por parte
del moreno.
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− Tu padre me dice que quiere ir a Konoha… - habló la mujer mayor con voz pausada,
informando a Karin de los planes de Nagato.
− Me parece bien, Mamá… si surge algún problema te avisaré para que viajen a Konoha,
pero como les dije con anterioridad, mi embarazo marcha a la perfección y Sasuke se está
encargando de todo…
Sentada en medio de aquel salón decorado con muebles antiguos, Karin, saboreaba el
contenido de su copa, reviviendo los instantes en que conoció al que se convertiría en su
marido. Convirtiéndose en una obsesión para ella.
No le resultó fácil conseguir que la atención de él se centrara en ella, pero perseveró esa
noche hasta conseguir al final de la velada tener una cita al día siguiente con él. A partir
de ahí, ella hizo lo posible para convertirse en un ser indispensable para Sasuke, al
extremo de presionar a su padre para que retirara las inversiones que tenía con el
banquero oriental cuando se dio cuenta que él no se sentía atraído por ella.
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reuniones en las que sabía que él se presentaba y asegurarse así, que ninguna mujer se le
acercara.
Y cuando al fin tuvo colocado el anillo de matrimonio en su dedo anular, Karin cometió
el mayor de sus errores, que llevó en consecuencia que Sasuke Uchiha la despreciara en
la misma noche de bodas, cuando la encontró en una situación comprometedora con otro
hombre.
Y eso estaba haciendo en ese momento. Cada acto que realizaba, lo hacía con la firme
intensión de dañar a Sasuke Uchiha y regresarle una a una cada humillación que fue
objeto por parte de él.
Sintiendo nuevos bríos, después de hacer un recuento de los últimos años de su vida,
Karin buscó su bolso y comenzó a llamar a Kakashi el mayordomo.
− ¡No me importa lo que ordenó el señor! ¡En este momento yo le estoy dando una orden!
– explotó con amargura.
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El hombre abrió la boca para contestar, pero fue interrumpido por el sonido de un
automóvil que en ese momento se estacionó frente a la casa.
Karin, furiosa siguió al mayordomo al vestíbulo y observó con detenimiento como este
abría la puerta.
− ¿Quién es usted? – increpó la mujer, sin ocultar su desagrado. Tenía la corazonada que
lo había enviado su marido.
− Soy el señor Kakuso y tengo órdenes expresas de entregarle esto – para ese momento,
el recién llegado le extendió un sobre amarillo membretado con el nombre de una de las
firmas de abogados más importantes de la ciudad.
− Sí, señora.
Pronto, el vehículo se alejó y para entonces, Karin volvió a llamar al mayordomo, que
para ese momento se encontraba refugiado en la cocina.
− ¡Te di la orden de que prepararas el auto, así que ve y cúmplela! – tronó los dedos, en
señal de que se apresurara.
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Los ojos del mayordomo se entrecerraron, aun así permaneció en silencio y sabiendo que
no tenía otra opción se dirigió a cumplir la orden de la señora Uchiha.
Sus ojos recorrieron con voracidad cada línea escrita en la hoja de papel, al tiempo que
sus labios se torcían en un gesto desagradable.
− ¡No te lo voy a permitir! – Exclamó con odio – ¡Si crees que voy a acceder, estas muy
equivocado Sasuke Uchiha!
Guardó el sobre junto con la orden del juez que este contenía, en su bolso.
Ella abrió la puerta del lado del chofer y tronando los dedos de nuevo dijo:
− ¡Baja inmediatamente… que para lo que voy hacer no necesito de tus servicios!
La pelirroja maniobró el vehículo con pericia y en treinta minutos llegó al área financiera
de la ciudad, a pesar de que era la hora de mayor tráfico y paso de vehículos del día. Dejó
el auto aparcado en el lugar dedicado a los visitantes.
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− Necesito hablar con el señor Uchiha – le ordenó a la recepcionista de guardia cuando
ingreso al edificio.
− ¿El señor Uchiha? ¿Tiene cita con él? – inquirió la joven empleada al tiempo que
levantaba el auricular.
− Mira, niña tonta – espetó Karin impaciente – Soy la señora Uchiha y quiero ver a mi
marido en este instante… no más tarde, no mañana… ahora… ¿entendiste con claridad?
− Lo… siento… no sabía que usted es la esposa del señor Uchiha, yo… avisaré de su
llegada…
Karin se encontró pronto en el piso 12, el cual albergaba las oficinas de los directivos. Con
un semblante en el rostro que no revelaba sus intenciones se dirigió hacia la oficina de
Sasuke.
− Veo que Sasuke le gusta rodearse de mujeres hermosas – realizó el comentario fuera
de lugar para observar la reacción de la empleada. Quería dañar la reputación de él a
toda costa – Vengo a ver a mi marido ¿está en la oficina? – fingió una sonrisa.
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− El señor Sasuke se encuentra en una reunión y en este momento no puede atenderla –
respondió con una ligera satisfacción por haberlo negado.
− ¿Esta con Sakura? – el semblante de Karin se transformó en una máscara llena de rabia.
− Si. La señorita Haruno es una de las personas con las que el señor Sasuke se encuentra
reunido – comentó la mujer - ¿Desea esperarlo en su oficina… vacía?
Sin haberse dado cuenta, la secretaría le proporcionó la información que Karin esperaba.
El escenario para su siguiente actuación estaba montado.
− Sígueme, no me importa. Entre más testigos tenga mejor – le dijo, cuando se detuvo
frente a la sala de juntas.
− Querida, puedo hacer lo que quiera en esta empresa – sonrió con inocencia – Tengo el
30 por ciento de las acciones a mi nombre… - y abrió la puerta, parándose ella en medio
del marco.
Los ojos de Karin bellamente maquillados se entrecerraron al reconocer uno a uno a los
presentes.
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− ¡Vaya, querido! Nunca pensé que tuvieras una reunión con todos los accionistas – miró
hacia la cabecera de la mesa, donde Sasuke dirigía el emporio banquero.
El semblante del moreno no rebelaba absolutamente nada para pesar de la mujer, quién
deseaba que él perdiera los estribos por su interrupción.
− Perdón… - la pelirroja les envió a los hombres una sonrisa de disculpa. Cuando miró
a la mujer peli rosa, sentada a la izquierda del Uchiha sus ojos lanzaron una advertencia
y su voz sonó con amenaza - ¿Cómo estás, Sakura? – Comenzó a acercarse - Veo que tu
atractivo te ha ayudado a escalar posiciones rápidamente… - se detuvo detrás de ella –
Dime… - colocó sus manos sobre el respaldo del asiento - ¿Qué se siente acostarse con el
Director General?
− ¿Por qué voy hacerlo? – Lo enfrentó con la barbilla alzada – Solo he repetido lo que se
dice en los pasillos del banco y en las revistas de chismorreo… - y se giró para ver el
semblante de la chica sonrojado - ¿Qué se siente tener una aventura con un hombre
casado y qué está a punto de ser padre? – le preguntó cara a cara.
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Todos comenzaron a guardar sus papeles en las carpetas que se encontraban dispersas
sobre la mesa de madera oscura.
− ¿Qué es lo que temes Sasuke? – habló la pelirroja con voz lo suficiente alta para que
escucharan todos – Lo que vine a decirte lo pueden escuchar todos. Yo no tengo nada que
ocultar… a menos que tú no quieras que sepan de mi estado de embarazo – mientras
hablaba, saco el sobre que le habían entregado hacia una hora y lo puso sobre la mesa.
Los ojos de Sasuke se posaron en el sobre por un segundo y después miraron a Karin con
extrema frialdad.
− Sabes perfectamente que no tengo nada que ocultar – su voz gutural se escuchó con
claridad – Los problemas matrimoniales que tenemos, solo nos concierne a nosotros
dos… Nadie más tiene que saberlos…
Al escuchar el tono que empleo Sasuke, Karin se dio cuenta que había llegado demasiado
lejos. No se echó para atrás, aun así permitió que todos salieran de la sala de reuniones,
entre ellas también lo hizo Sakura, quién antes de cruzar la puerta, le dirigió una mirada
significativa a Sasuke, la cual no paso desapercibida por la pelirroja, quién se dirigió hacia
ella con el firme propósito de clavarle las uñas en su hermoso rostro.
− A sacarle los ojos a esa zorra – explotó Karin contra él - ¿Qué crees que estoy haciendo?
¡Defiendo mi matrimonio!
− Acabas de demostrarme que eres una reverenda tonta – le dijo con despreció – No…
hay… matrimonio… que… defender – recalcó cada una de las palabras mientras que con
su dedo golpeaba la sien de la pelirroja.
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− Te equivocas – Karin se soltó de su amarre – Tenemos un hijo en camino y por él
defenderé nuestra unión, aun sí eso significa que te exija que despidas a Sakura.
El Uchiha sujetó la mano de Karin por la muñeca y sin controlar la ira que sentía la apretó
hasta causarle daño. El rostro de la mujer se transfiguró en un rictus de dolor y un quejido
salió de la garganta femenina.
− Seré lo que tú quieras… - sus labios casi tocaron los labios rojos de Karin, quién no
pudo evitar entreabrirlos, en espera del silencioso beso que creía que se avecinaba - Pero
jamás un asesino – la soltó con el desprecio dibujado en su rostro.
La boca de la pelirroja se torció al comprobar que el azabache había jugado con ella.
− ¡Digas lo que digas no te creo! – Le gritó al perder los estribos – ¡Tú no quieres al bebé
y sé que harás lo posible para que no nazca! – se dirigió a la puerta y cuando la abrió se
dio cuenta que había varias personas en el pasillo, esperándolos – ¡Y jamás! - se giró a
verlo, su voz no disminuyó en intensidad, sino que continuó hablando en voz alta, casi
gritando, para asegurarse que todos la escucharan – ¡voy a permitir que me obligues a
abortarlo, jamás… y grábate en tu cabeza que ningún médico que este de tu lado me va a
revisar… porque no confío en ninguno de ellos y mucho menos en ti!
Un silencio sepulcral se hizo presente en todos los testigos, quienes se sentían incómodos
por la situación que estaban presenciando.
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Karin, se dio cuenta que había al fin logrado su objetivo. Dibujó una sonrisa llena de
satisfacción. Sin cerrar la puerta, comenzó a caminar en el pasillo. Las personas se iban
haciendo a los lados para permitirle el paso. Se detuvo de pronto al ver afuera de una
oficina el nombre de Sakura. Sin llamar a la puerta entró y vio a la hermosa mujer
mirando a través del ventanal, quién se giró al sentir su presencia.
− Escúchame bien, Sakura – la atacó con todo el veneno que sentía – Sasuke es mío y no
voy a permitirte que…
− Permitirme qué… señora – la enfrentó – Usted está muy equivocada al suponer que el
señor Uchiha y yo… - su rostro se sonrojó.
− ¿Son amantes? – Soltó una carcajada – No me engañas por más que lo niegues… tú
estás enamorada de mi marido… - Karin se acercó a ella, hasta detenerse a un par de
pasos de distancia – Él nunca se quedará contigo… – se burló.
− Y no te voy a permitir que me pongas una mano encima y salgas impune – fuera de sí,
Karin estrelló su mano contra el rostro de Sakura, quién cubrió su mejilla enrojecida por
el golpe. Los ojos jade de la peli rosa se cuajaron de lágrimas.
− ¡Suéltame! – trataba de soltarse del fuerte amarre del moreno. No deseaba que los
demás vieran como él sacaba de ahí.
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− Será mejor que te calles – le dijo el Uchiha con los labios apretados.
− ¡Suéltame! – volvió a gritar, al tiempo que el azabache la llevaba a través del pasillo.
Sin ceremonia alguna, él la aventó en el interior del elevador cuando este se abrió.
Después éste entró, siguiendo a Karin.
− Esta será la última vez que entres a este edificio – habló Sasuke mientras pulsaba el
botón del vestíbulo – Así que disfruta tu viaje a la salida, porque no habrá otro.
La mujer fuera de sí, golpeo la espalda del banquero, quién se giró y tomo las manos de
la mujer, impidiendo así que ella siguiera castigándolo con los puños.
Las puertas el elevador volvieron a abrirse y Sasuke la sacó de ahí sin ceremonia. La
recepcionista los vio cruzar el vestíbulo sin disimular su sorpresa.
Cuando Karin se vio en la acera, el pelinegro la soltó y girándose les dijo a los dos policías
que custodiaban la entrada del edificio.
− ¡Véanla bien! – les señaló a la pelirroja – ¡Porque no quiero que vuelva a cruzar por
esta puerta nunca más y si lo hace, corren el riesgo de que se queden sin empleo!
− ¡Y díganle al jefe de seguridad que vigile bien sus cámaras! – ordenó el Uchiha con
frialdad.
− ¡Me las vas a pagar, Sasuke! -dijo Karin, temblando por la humillación recibida.
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Él se giró y la miró por un par de segundos antes de responder.
− ¡Me iré a Suna y ahí tendré al bebé… y cuando esto ocurra ten la seguridad que te
quitaré la mitad de tu fortuna! – levantó el puño.
− Querida, la verdad me tiene sin cuidado. No me interesa que hagas, ni a donde vayas…
Haz de tu vida lo que te plazca que a mí no me interesa en absoluto – terminando de decir
esto, y con esto último el azabache entró al edificio.
Karin permaneció ahí, temblando sin poder controlarse y sabiendo que al fin podía irse
de Konoha teniendo la seguridad que él no la vigilaría.
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Capítulo VIII
Naruto llegó frenético al departamento. Sin darse cuenta, dejó la puerta de ingreso entre
abierta ya que su mente lo tenía concentrado en la decisión que había tomado.
− ¿Qué estás haciendo? – la voz de Sasori llegó hasta el doncel, causándole un susto de
muerte.
− Me largo de aquí – le dijo sin inmutarse y aventó sobre la maleta la ropa que llevaba
en sus manos.
Sasori apretó más su mano, causando que el doncel soltara un grito de dolor.
− ¡Tú te quedas aquí, aún si es necesario amarrarte! – con su mano libre aventó la maleta
al piso, causando que el contenido de esta se regara por toda la moqueta.
− ¡Sí que puedo! – y lo aventó sobre la cama. El cuerpo del ojiazul calló sin ceremonia
alguna sobre ella.
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La furia que vio en los ojos del hombre hizo que Naruto pensará dos veces antes de
hablar.
− Mí querido primo…
Una señal de alarma apareció en la mente del rubio. “Uchiha” había dicho Sasori y por
un momento trató de recordar dónde había leído ese apellido, sin lograrlo.
Cuando estaba a punto de cruzar la puerta, el hombre lo agarró de sus cabellos, haciendo
que el doncel perdiera el equilibrio y se callera hacia atrás.
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Naruto trató de meter las manos para amortiguar el golpe, pero un movimiento brusco
del pelirrojo se lo impidió. Lanzó un grito de dolor cuando su cuerpo chocó contra el piso
y las lágrimas comenzaron a recorrer las mejillas.
− ¡Te odio! – Le gritó, lleno de desesperación y un dolor agudo en su vientre causo que
volviera a gritar - ¡Mi bebé! – se llevó las manos a su estómago y dobló el cuerpo en una
reacción reflejo.
Sasori, se paró junto al joven, mientras yacía sobre la moqueta, doblado por el dolor.
Con actitud calmada, Sasori tomó el teléfono ubicado sobre una mesa.
El abogado lo miró con sus ojos fríos por un par de segundos y después se concentró en
darle la información al operador.
Cuando terminó de hablar, regreso al sitió donde Naruto yacía doblado. Las mejillas del
doncel estaban húmedas a causa de las lágrimas que no dejaban de brotar de sus zafiros
ojos. Él se acuclilló y le tomo la barbilla.
− Esto fue un accidente… ¿está claro? – Lo soltó cuando el joven asintió asustado,
después se levantó y metió las manos en los bolsillos del pantalón – Me dijeron que no te
moviera, así que ahí permanecerás hasta que llegue la ambulancia.
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− ¿Voy a… perder… a mi bebé? – el doncel no pudo evitar preguntarle. Se sentía
asustado y dentro de su temor no dudo en recurrir a él.
Pronto, se vio recostado en una camilla y saliendo del departamento, escoltado por los
paramédicos. De reojo observó que un policía le tomaba declaración a su primo y en ese
momento se dio cuenta que él era un excelente actor, al demostrarle al oficial que estaba
lleno de preocupación por él.
*****
Cuando Sasori al fin terminó de dar su declaración, se sintió aliviado. Estaba seguro que
Naruto no lo delataría como el causante del accidente. Al ver como la ambulancia se
alejaba de ahí, con dirección al centro hospitalario más cercano y como los oficiales de la
ley abordaban la patrulla, sacó su teléfono móvil de la funda y marco el número de su
hermana.
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− ¿Karin? – preguntó al momento que respondían al otro lado del Atlántico – Hubo un
problema con Naruto… - esperó a escuchar la respuesta de la pelirroja para continuar –
No tuvo cuidado y sufrió un accidente en el departamento… lo descubrí tirado en el
piso… el bebé está bien por el momento… - dibujó una mueca de hastío mientras
escuchaba en la línea – La ambulancia acaba de recogerlo… Sí, sí te tendré informada de
su evolución hasta que llegues – colgó en un movimiento abrupto, para dirigirse después
al estacionamiento y abordar su auto.
Veinte minutos más tarde, salió el médico de guardia para hablar con él.
El doctor asintió.
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− El señor Uzumaki se encuentra bien… por el momento. Aunque sufrió una caída
aparatosa creemos que el producto se salvará, siempre y cuando no se presente sangrado
porque será difícil controlarlo.
Sasori dibujó una sonrisa de satisfacción. Al menos no había sido tan grave como lo había
pensado.
*****
Naruto despertó a media noche. Descubrió que se encontraba en una de las habitaciones
del hospital. A su lado, sentado en un diván un enfermero estaba al pendiente de él, ya
que al primer movimiento que hizo, el enfermero que también era doncel se levantó para
atenderlo.
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− ¿Necesita algo? – inquirió con rapidez.
El enfermero, de edad casi igual a la del rubio embarazado, cabello rojo fuego, ojos
aguamarina y unas prominentes ojeras debajo de sus ojos y rostro agradable tomó la jarra
que se encontraba sobre la mesa, aún lado de la cama y sirvió parte del contenido de esta
en un vaso de cristal.
− Gracias… yo soy Uzumaki Naruto – trató de sonreír, a pesar del temor que sentía en
su corazón - ¿Le han explicado algo los médicos? – le preguntó con la esperanza de que
el pelirrojo supiera algo que no le hubieran dicho a él.
− Que todo está bien – colocó una mano sobre el hombro del convaleciente para
reconfortarlo – No se preocupe. Según mi experiencia… sé que su bebé va a nacer –
sonrió.
− Gracias – tomó el contenido del vaso y se lo dio al enfermero. Recostó su cabeza contra
la almohada.
− Será mejor de descanse, joven. Le hará bien a usted y al bebé – dijo el enfermero,
volviendo a su lugar.
− Sí, gracias.
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Naruto buscó una mejor posición para dormir. Se recostó de lado, teniendo cuidado que
el catéter por donde le estaban suministrando el medicamento a través de suero y el cual
estaba en su brazo, no le molestara.
Permaneció así toda la noche, sin poder dormir. Haciendo un esfuerzo por no
derrumbarse. No quería llorar. Tenía que ser fuerte por el bebé que llevaba en su vientre.
*****
Amaneció, después de una larga espera para el doncel. Pronto le llevaron el desayuno e
hizo un esfuerzo por comer todo. La visita del médico fue a media mañana. Le sacaron
una ecografía y la sonrisa que el doctor le dirigió lo llenó de alegría.
− ¿Saldré pronto de aquí? – inquirió con rapidez, mientras que el enfermero lo cubría.
− Yo… yo…
Después de despedir al doctor, Naruto se sintió con mayor ánimo, hasta que apareció
Sasori a media tarde.
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− ¿Cómo sigues? – preguntó en cuanto llegó.
− Bien… gracias – respondió en un murmullo. No deseaba verlo, aun así se tuvo que
tragar las palabras que amenazaban con salir de su garganta y externarle a Sasori que se
largará de ahí.
Para su desgracia, él permaneció en la habitación sin dar clara señal de quererse ir. Gaara
se tuvo que retirar de ahí, después de haber recibido la orden de Sasori de que los dejaran
solos.
− Y esperó que le digas que fue un accidente lo que sucedió – el pelirrojo se acercó hasta
permanecer a solo unos pasos de él.
− ¿Por qué he de hacerlo? – Levantó la vista por unos segundos – Suficiente hice por ti
para no acusarte con la policía, porque ahora mismo deberías estar pagando tu fianza.
− Guárdate tus palabras – le dijo – Karin no te creerá cuando le cuente que quisiste huir.
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− Eso está por verse – entrecerró sus ojos zafiros, sin acobardarse – Por lo que vi en el
departamento no hay huellas de mi huida frustrada, así que si te consideras un poco
inteligente, te darás cuenta que tengo la sartén por el mango… y sí sigues molestándome,
quizá le cuente alguna historia ficticia en cuyo contenido tú seas el culpable de que el
bebé que ella tanto desea estuvo a punto de perderse porque no pudiste controlar tu sucio
instinto sexual y quisiste abusar de mí – se encogió de hombros fingiendo inocencia.
− Peor que tú, no lo creo – movió la cabeza de un lado a otro – Aprendí demasiado de
ustedes dos… Ojo por ojo y diente por diente… Así que ya lo sabes… ¡Déjame en paz!
Sasori se estiró y desde su altura lo observó con claro odio en sus ojos.
− Y lo que te espera… cuando le entregues al niño a Karin – se rió con burla, saliendo de
la habitación y cerrando la puerta tras él.
Sintiéndose agotado, Naruto se recostó sobre los almohadones y cerró los ojos. Llevo las
manos a su vientre y le dijo a su bebé.
83
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*****
Karin apareció a la mañana siguiente. Vestida y maquillada como ya era habitual en ella,
entró a la habitación invadiendo el lugar con su escandaloso perfume que a Naruto le
causaba nauseas.
− ¿Qué no pudiste bañarte antes de venir? – el rubio recibió a la recién llegada con un
tono de amargura.
− Me tiene sin cuidado lo que haya dicho… - le respondió Naruto – Ambos sabemos que
él es un cobarde y como tal no se va a echar la soga al cuello y aceptar que por él estoy
aquí…
− Nada… - respondió con inocencia – Solo deseo aclarar la verdad… No me caí, me tum-
ba-ron – recalco cada sílaba de la última palabra – Y si aprecias un poquito al bebé,
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deberías hacer los arreglos necesarios para que Sasori permanezca alejado de mí a varias
millas de distancia… porque todo doncel em-ba-ra-za-do corre peligro teniéndolo cercas.
Naruto se sentía cansado. La visita de Sasori el día anterior no lo había ayudado en nada
y ahora la presencia de su prima, le recordaba a cada segundo el trató que había hecho
con ella.
− Él dice que quisiste huir… - un falso control en la voz de la aristócrata, hizo que el
rubio se pusiera alerta.
− Solo estoy aclarando algunos puntos que no entiendo – sonrió con satisfacción. Sabía
que había sacado de quicio a su prima y eso le alegraba, además había algo en el
semblante de la pelirroja que le indicaba que no le había ido tan bien en Konoha, su rostro
mostraba líneas de tensión que no había notado antes – Por cierto, prima ¿cómo te fue
con tu marido? ¿Todo bien? ¿Cuándo podré conocer a tu otra mitad? – la bombardeó con
preguntas que sabía que podrían alterarla y que la respuesta a ellas no le interesaban.
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El cuerpo de Karin se envaró.
− Por nada en particular… ¿ya hablaste con los médicos? – cambio el tema con
deliberación.
− Sí.
− Entonces no deberías preocuparte más por nosotros. Ambos nos encontramos bien –
dicho lo anterior, prendió el televisor para ignorar a la pelirroja, quién permaneció en la
habitación por varios minutos más antes de marcharse.
Naruto salió del hospital al día siguiente, en compañía del chofer de Karin, puesto que la
mujer no se presentó.
Las indicaciones del doctor fueron muy claras para Naruto. Reposo absoluto en las
próximas tres semanas, para evitar algún incidente no previsto.
Instalado sobre el diván junto al ventanal con una manta cubriéndole las piernas, Naruto
apreció la vista de la ciudad que tanto había extrañado durante los días de convalecencia
en el hospital. Gaara, haciendo su trabajo y por el cuál le pagaban una módica suma de
dinero, estaba al pendiente de cualquier requerimiento del doncel embarazado, haciendo
que al rubio le resultara imposible sentirse solo con su enigmática personalidad.
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En ese momento, mirando a través del vidrió se le vino a la mente el apellido que se le
escapara a Sasori durante su corta y beligerante visita en el hospital. “Uchiha” retumbó
en su mente.
Naruto asintió con vehemencia. Levantó su brazo y le indico a Gaara una mesa con
cajones.
− Sí… sí… ahí hay varias revistas guardadas ¿me las puedes dar por favor? – si no se
equivocaba, su duda sería resuelta en un par de segundos.
Cuando se vio solo, Naruto comenzó a hojear una a una las revistas, sin saber con claridad
en cuál de ellas se encontraba lo que buscaba. Contuvo el aliento cuando al fin vio la
fotografía.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando los ojos negros de aquel hombre lo
miraron con detenimiento a través del papel.
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Mujakina By Bluemelina
− Uchiha Sasuke – leyó en voz alta.
“¿Sería él el marido de Karin? ¿Cuántos banqueros con el apellido Uchiha existían en Konoha?
¿No se estaba apresurando en su suposición?”
A pesar que su mente estaba siendo bombardeada con las preguntas, Naruto no dejaba
de observar la fotografía.
*****
Pronto se hizo de noche y las luces de la ciudad desplegaban diferentes formas en el
interior del departamento.
El joven cenó en compañía de Gaara y en contra de los pronósticos que había hecho
durante la tarde, cuando por fin cerró la revista y sin tener la seguridad de que el tal
Sasuke Uchiha era el padre varón de su bebé, se sentía relajado. Sabía que su estado era
favorecido por la ausencia de sus primos.
Cuando al fin se vio solo en la intimidad de su habitación, el rubio abrió la revista que
llevó consigo, en la página donde se encontraba impresa la fotografía. La miró por varios
minutos en silencio, mientras que su mano se posaba en su vientre.
− Sora – así llamó a su bebé, sin saber aun si era niño o niña – Posiblemente es este señor
tu padre varón… es guapo… muy guapo - hablaba sin separar la vista de la fotografía –
y tiene unos hermosos ojos ónices… me gustaría que tú nacieras con los ojos de su mismo
color… pero eso no está en mí decidirlo – suspiró.
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Volvió a suspirar, satisfecho.
Esa noche, por vez primera, el hombre que aparecía en sus sueños tuvo rostro.
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Capítulo IX
El ruido del tránsito de la ciudad traspasaba los enormes ventanales de su oficina y desde
ese mismo lugar podía apreciar una buena parte del río Hashirama bordeado por sus
innumerables puentes.
Sus ojos hicieron un recorrido pausado en cada edificio aledaño, deteniéndose por varios
segundos para observar a una parvada de palomas que se arremolinaban sobre la cornisa
del edificio vecino.
Por un instante deseo ser un ave y volar en libertad. Sentir el viento en su rostro y el calor
del sol quemar su piel. Olvidar el pasado y en consecuencia olvidar la mayor
equivocación de su vida. Pero sabía que no era posible hacerlo. Un recordatorio constante
le impedía olvidar que por ambición se encontraba contra la pared y que día a día estaba
recibiendo el castigo que se merecía por haber creído que el mundo lo tenía a sus pies.
Por haber estado lleno de soberbia.
Sasuke metió las manos a los bolsillos de su pantalón de vestir, al tiempo que se
preguntaba si tendría escapatoria alguna. Con una sonrisa amarga y cínica reconoció que
no sería así y se reprochó haber sido tan orgulloso y altanero en el pasado. Su inmadurez
la había pagado muy caro y desde el instante en que le puso el anillo de matrimonio a
Karin reconoció que se había equivocado, llevándolo directamente al infierno en el que
su vida se convirtió y todo para demostrarle a su padre que podría tener el control total
del imperio bancario Uchiha.
De lo único que agradecía de los últimos años era que el gran Fugaku Uchiha no vivió lo
suficiente como para comprobar que su único hijo controlaba la banca y al mismo tiempo
libraba la mayor de las batallas con su “esposa”.
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La última palabra rebotó en su mente, haciéndolo soltar otra carcajada llena de veneno
amargo. Karin Uzumari, peor que el diablo había resultado, aun así se prometió que haría
todo lo posible por sacarla de su vida a pesar de que ella juraba y perjuraba que esperaba
un hijo suyo, a pesar de que no tenía la más mínima de certeza de que así fuera. Solo
lamentó que si el bebé existía, sería el único inocente en aquella guerra despiadada.
Aunque en ese momento no podía sentir, le resultaba imposible concebir cualquier tipo
de amor hacia la criatura no nato y eso lo asustaba. Era un nuevo sentimiento que
reconocía su alma, la cual había hecho un recorrido muy largo desde hacía tres años, en
que había experimentado la peor de las furias, el odio, el rencor, la amargura, el cinismo,
pero nunca amor. Jamás amor.
Desde la última escena que protagonizará la pelirroja en aquel mismo edificio, habían
pasado dos meses. Tiempo suficiente para comprobar si en realidad su casi ex mujer le
había dicho la verdad. Para ese momento el embarazo tendría que ser más que evidente
y si no se equivocaba, el investigador privado que había vuelto a contratar le confirmaría
el estado de embarazo.
Eran las 5 de la tarde y el otoño ya estaba en puerta, por lo que los días comenzaban
hacerse cada vez más cortos en el lado norte del hemisferio. Su ordenador hizo el ruido
inequívoco de que había llegado un correo electrónico.
De forma mecánica guardó el archivo adjunto en el disco duro, después mando la orden
para que la impresora comenzara a imprimirlo. Una a una, las hojas fueron
amontonándose hasta formar un gajo de hojas grueso. Con frialdad las tomó y se sentó
en la mullida silla de piel ubicada detrás de su escritorio.
La información comenzó a danzar ante sus ojos. El registro era muy detallado, por lo que
al leerlo lo hizo transportarse a la ciudad de Suna, sitio en el que no acudía desde hacía
muchísimo tiempo y que muy pronto iba a estar de nuevo en su itinerario de viajes.
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Almuerzos diarios en los mejores restaurants, siempre en compañía de alguna amistad;
por las noches acudía a cualquier tipo de eventos desde cenas de caridad hasta
espectáculos, vestida siempre con ropa de maternidad, elegante y de diseño exclusivo. El
reporte no indicaba que siguiera viéndose con su amante de turno, aun así Sasuke no se
fiaba y se le hizo extraño que cada tercer día acudiera al edificio donde se encontraba su
antiguo departamento de soltera, en donde según lo escrito en el papel, ella permanecía
aproximadamente una hora para después irse de ahí.
Un aviso de alarma llegó a su mente. “¿Qué no se suponía que toda mujer embarazada tenía
cómo recomendación usar zapatillas de piso?”
Lleno de indignación, tomó el teléfono y marcó el número del investigador privado y solo
espero un par de segundos para recibir respuesta del otro lado del océano.
− Habla Sasuke Uchiha desde Konoha – su voz con un claro acento aristocrático
detonaba autoridad.
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Una ligera sonrisa cruzo el rostro del moreno.
− ¿En qué podemos ayudarlo? ¿Tiene dudas en relación al reporte que Temari, mi
secretaría le envió?
− Sí… necesito una ampliación de él, quiero que me investigue quién sale y quién entra
al edificio donde la señora Uchiha acude cada tercer día… también quiero fotografías…
y necesito de igual forma que me investigue la cuenta bancaría del doctor que
supuestamente atiende a mi mujer, además de averiguar cuando acude ella a las citas…
todo…
− Mmm – respondió el hombre al tiempo que hacia las anotaciones en una libreta – En
cinco días tendrá la información, Uchiha-san – aseguró con el tono de voz de alguien que
sabía hacer su trabajo.
− Estaré esperando el reporte – dijo Sasuke – Ah y por favor, todo lo que vea sospechoso
amplíelo. No quiero ningún cabo suelto - después colgó.
Sasuke asintió y por unos segundos la observó detenidamente. Sakura era una agradable
compañía y se lamentó que ella también sufriera la desproporcionada cacería de brujas
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de Karin, a pesar de que las acusaciones de su esposa eran falsas, admiraba el temple de
ejecutiva para enfrentarse a ella.
Y por enésima vez se preguntó si sería loable involucrarse con ella en una aventura.
− Sí… solo permíteme poner un poco de orden aquí – acomodó algunas carpetas sobre
el escritorio, después se levantó y se puso el saco de su traje oscuro – La función de opera
empieza hasta las 8 de la noche… así que primero te llevó a tu departamento y a las 7:30
te recogeré – hablaba al tiempo que se abrochaba los botones.
− ¡Me parece genial! – le sonrió la ojos de color jade, sin ocultar la alegría que sentía por
la cita de esa noche. Sabía que estaba a un paso de atrapar a Sasuke y nada le iba a impedir
lograr su objetivo, ni siquiera la loca que tenía como esposa.
Cuando las mujeres vieron que ambos entraban al elevador se giraron y comenzaron a
hablar entre ellas.
− ¡Por supuesto que no…! Por ahí escuché que le gusta relacionarse con hombres
casados…
− Ja ja ja – rió la primera que hablo – No creo que el señor Uchiha caiga en las garras de
Sakura… aunque ella se muera por atraparlo… él ya aprendió la lección – y puso las
manos en jarras retando así a cualquiera de sus compañeras para que la refutarán.
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*****
El sonido de los tacones de Karin anunció su llegada.
Naruto, que en ese momento se encontraba almorzando, coloco sobre la mesa la taza de
té que tenía en la mano.
La pelirroja se plantó frente a él y miró con despreció el contenido de los platos que el
doncel tenía ante ella.
− Estoy aumentando un kilo por mes y según el médico es lo indicado – respondió con
frialdad - ¿Gustas acompañarme? – le indicó una silla vacía.
Karin se negó.
− Solo pasaba por aquí para recordarte que tienes cita médica – informó con amargura.
− Gracias por tu consideración – dibujo una sonrisa que no llegó a su mirada – Pero
hubiese estado mejor que llamarás.
− ¿Qué puedo hacer ahora? – Encogió los hombros – Yo tuve una educación en escuelas
públicas… muy diferente a la de ustedes, que según dicen por ahí asistieron a los mejores
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colegios – dicho lo anterior se levantó de su silla y recogió los platos para dejarlos sobre
el fregadero.
− ¿Y el enfermero?
− Gaara cumple muy bien su trabajo… a pesar de que le pagas una miseria… te
convendría mejor sí le das un aumento…
− Claro que sí… jamás me ha gustado que se aprovechen de las personas… como tú
comprenderás – le dirigió una sonrisa inocente – Si me disculpas… tengo que arreglarme
para la cita médica… ¿algo más que quieras decirme?
− ¡Qué pena! Eso no está en mis manos… el bebé ha decido por lo pronto no dejarse ver
– y colocó sus manos sobre el vientre voluminoso - ¿Algo más?
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− Deja a un lado tu actitud, Naruto – lo enfrentó – No ganarás nada haciéndote el difícil
porque al fin y al cabo… cuando esto terminé…
− Sí… sí… sí… ya me sé esa parte del cuento. No necesito que me la recuerdes –
respondió con amargura.
− Por supuesto, querida prima… lo tengo muy claro… ¿algo más? – se cruzó de brazos.
La pelirroja resopló.
− No… solo asegúrate de que el médico vea el sexo del bebé… - se giró para dirigirse a
la salida de ahí.
− ¡Qué te vaya bien, prima! – Le gritó Naruto con burla - ¡Por cierto, te ves fantástica
vestida con ropa de maternidad… aunque tus zapatillas de tacón desentonan con tu
disfraz!
Como era finales de septiembre, el clima de la ciudad estaba cambiando. Un ligero viento
helado lo rodeó en cuanto cruzó la puerta y el doncel levantó el rostro hacia el cielo,
extendiendo sus brazos a los costados y recibiendo así los rayos de sol que alumbraron
su cabello y rostro. Pronto muy pronto lograría la libertad y mientras tanto, se
aprovecharía de la estancia en aquel departamento y de las atenciones pre-natales que
Karin pagaba; para así, dentro de dos semanas desaparecer de ahí, sin dejar rastro alguno
y llevándose consigo a su bebé, a Sora.
Mientras hacía planes, Naruto jamás se dio cuenta de que era fotografiado.
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*****
El nuevo reporte que solicitara Sasuke llegó en el tiempo estipulado, junto con una noticia
amarga pero que al mismo tiempo le estaba dando la oportunidad de deshacerse de los
Uzumari de una vez por todas.
Tanteó qué informe leería primero y se inclinó por aquel que daba detalladamente los
últimos movimientos que Uzumari Sasori había hecho en su banco. Una sonrisa llena de
satisfacción se dibujó en su rostro cincelado al comprender que Sasori había jugado en la
bolsa de valores de forma fraudulenta con las acciones que Karin poseía, perjudicando la
credibilidad del emporio bancario.
Estos movimientos clandestinos habían empezado 6 meses antes, así que sí los números
no fallaban, era de la época en que supuestamente su esposa había quedado embarazada.
Aquel razonamiento hizo comprender a Sasuke que para los hermanos Uzumari, el
futuro heredero era un cheque al portador y que en sobremanera los protegería de
cualquier acción legal que él, Sasuke Uchiha pudiera entablar en contra de ellos, pero con
lo que no contaron fue que él no se tentaría el corazón para hacerlos pagar por su delito.
Por lo que sabía perfectamente cuál sería su proceder en las próximas horas, además de
que viendo los resultados de la auditoría que había ordenado, no dudó en llamar a las
autoridades policiacas de ambos países para arreglar, dentro de su círculo de influencias
la pronta encarcelación de Uzumari Sasori por el delito de fraude.
Sasuke, supo en ese momento que la hora había llegado y que uno a uno pagaría los
resultados de sus acciones.
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archivo médico de su mujer no había tenido acceso por ser confidencial, aun así tenía la
sospecha de que algo no andaba a la perfección en el supuesto embarazo de la pelirroja.
Sabiendo de qué no podía postergar por más tiempo su arribo a Suna, le dio la indicación
a su secretaría para que arreglara el viaje en el avión privado que el banco poseía, antes
de terminar la lectura del reporte.
Después, con lentitud y una tremenda capacidad de análisis se dedicó a ver una a una las
fotografías que por e-mail le había proporcionado el investigador.
La de un chico de cabellos lisos y rubios mirando hacia el sol, con los brazos abiertos en
su intento por atrapar lo invisible.
El aire se le fue de los pulmones, sin poder creer lo que sus ojos captaban en ese momento.
Era la criatura más exquisita que había visto en su vida, con cara de niño y el cuerpo de
un doncel en plenitud, presumiendo una enorme barriga de embarazado.
Sintiendo una gran aprensión en el pecho, busco la información que el informador pudo
agregar junto a la fotografía. Lo que leyó lo dejó petrificado.
El doncel vivía en el mismo edificio donde Karin tenía el departamento. Por informes del
portero, se sabía que el rubio salía poco de ahí y que no tenía amistad con ningún vecino
con excepción de un doncel pelirrojo que vivía con él y que era su enfermero, el cual había
sido contratado después de que el rubio tuviera un accidente dentro del departamento
donde vivía, dos meses antes.
Al dar vuelta a la hoja, se encontró con el reporte policiaco del accidente. El nombre de
Sasori Uzumari saltó sobre el papel llenándolo de furia.
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“¿Cómo era posible que un ser tan inocente estuviera mezclado con el ruin de su cuñado?” – pensó
febrilmente y un nuevo sentimiento e igual de primitivo anido en su ser. ¡Celos!
− Uchiha-san, el piloto informa que si usted así lo desea pueden partir a Suna hoy mismo
por la noche – la voz de la secretaria se escuchó a través del intercomunicador, sacándolo
de su estupor.
Uzumaki Naruto era su nombre, según lo que investigó el hombre que contrató. Uzumaki
Naruto… dos palabras que taladraron su mente y se establecieron en una parte de su
corazón que creía extinta.
− Señor… el piloto informa que a las 7:30 de la noche estará esperándolo en el hangar
del aeropuerto – la voz de la empleada se volvió a escuchar por el aparato.
Después, salió del despacho como si lo persiguiera el mismo diablo, no sin antes guardar
la fotografía de Naruto en su cartera en un impulso cuyo significado no quería conocer.
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− Pero hoy teníamos planes – dijo la ejecutiva, deseando que el hombre no cancelará –
Además tenemos una reunión con el Director General del banco Yamanaka dentro de 20
minutos – utilizó esa arma para evitar que Sasuke saliera de ahí.
− Tú puedes hacerte cargo de la reunión… para eso eres mi asistente – entró al elevador
en cuanto las puertas se abrieron ante él.
− ¡No puedes hacerme esto! – Comentó en cuanto las puertas se cerraron tras ella – Tú y
yo quedamos que íbamos a salir esta noche…
− ¿No deberías esperar a que este soltero antes de exigirme cosas? – inquirió con frialdad.
Su estado de ánimo no le permitió hablar en un tono más suave.
− Se… que solo somos amigos… - trató de enmendar su error, pero ya era demasiado
tarde – y que deseas que esta relación pase a otro punto… pero la verdad Sakura… - se
llevó una mano a su cabello, alborotándolo en el proceso – En este momento no sé lo que
quiero – y palpó su cartera donde tenía la fotografía de Naruto.
− Voy a Suna y apenas tengo el tiempo justo para montarme en el avión – informó.
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Y prosiguió su camino.
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Capítulo X
Por la diferencia horaria, el avión en el que viajaba Sasuke aterrizó en la ciudad de Suna
cerca de la media noche.
Él, junto con uno de sus guardaespaldas abordó la limosina que los esperaba. Otro
vehículo que también se ubicaba ahí, fue utilizado por los otros dos guardaespaldas.
Pronto llegaría a su destino final y no habría nada que lo detuviera para descubrir la
verdad.
Lo que ella pensará o dijese, lo tenía sin cuidado. Lo único que le importaba era, que si
en verdad estaba embarazada como le había hecho creer, entonces se tendrían que
enfrentar en los juzgados por la custodia del bebé.
De lo único que estaba seguro era que jamás permitiría que ella se hiciera cargo de su
crianza.
Sasuke bajó del automotor antes de que el chofer le abriera la puerta. No había tiempo
para formalidades. Desabrochando los botones de su saco oscuro, comenzó a subir por la
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escalinata hasta llegar a la puerta principal seguido de uno de sus guardias, los otros
hombres permanecieron en guardia dentro del vehículo.
Sí tenía suerte, encontraría a Karin dormida – pensó y una ligera sonrisa llena de cinismo se
dibujó en el rostro masculino.
Cómo deseaba anunciar su llegada, tocó el timbre de la casa. El sonido de este llegó hasta
el descanso, dónde aguardaban los hombres.
− Vengo a ver a Karin – su claro acento oriental resonó en toda la planta baja de la casa,
en el instante que él colocaba su mano sobre la puerta y la abría de par en par.
La mujer lo miró asombrada, más por el hecho de que estaba ahí el esposo de su patrona,
a quién no había visto después de la boda, que por la acción de él cuando empujó la
puerta.
Resonó el ruido de una puerta que se abría y los pasos de alguien que se acercaba hasta
el barandal de la escalera en el primer piso.
Sasuke giró su cabeza y vio a Karin, que lo miraba con el rostro pálido a causa de la
sorpresa.
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− ¿Qué… haces aquí? – inquirió con voz trémula, sujetándose al barandal.
− Vine a comprobar tú estado de embarazo – afirmó él y comenzó a subir uno a uno los
escalones sin separar la vista de la silueta de la mujer, que trataba a toda costa cerrar la
bata.
− ¡No! – exclamó la pelirroja, caminando hacia atrás en un claro intento por huir del
escrutinio del que estaba siendo sujeta.
Karin corrió hasta su habitación para refugiarse dentro de ella. Sasuke la siguió con la
premura para que no se le escapara, aún así no pudo evitar que la pelirroja se encerrara
en la habitación.
Karin ignoró la orden y se abalanzo hacia su teléfono móvil, abriéndolo y marcando los
números que ya sabía de memoria.
− ¡Estás loca! Ya viste la hora que es… - el tono amargo de Naruto le respondió con
premura – Y no voy a ir a su casa… sabes perfectamente que no lo tolero… - señaló.
− ¡Abre la puerta o la tumbaré! – gritó el moreno desde el pasillo y que alcanzó a oír
perfectamente el ojiazul.
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casa de mi hermano inmediatamente… pide un maldito taxi y cuando llegues ahí, que él
lo page… ¿está claro? – hablaba atropelladamente.
− ¡No… haré nada hasta que me expliques qué está pasando! – El Uzumaki comenzaba
a sentirse nervioso. La llamada recibida no era normal. La voz de su prima mostraba
demasiada tensión y esta se estaba propagando hacia él… Necesitaba saber por qué ella
actuaba así.
− ¡Sucede que Sasuke esta aquí!… ¡y me va a quitar al niño! – Explotó Karin – ¡Me lo va
a quitar…!
− ¡Hazlo! Así tendré el pretexto de llamar a la policía – le respondió con odio y se volvió
a seguir hablando con el rubio – Ya escuchaste… será mejor que vayas para con Sasori
ya… él está fuera de control…
Karin no alcanzó a apagar el teléfono, para cuando Sasuke comenzó a patear la puerta.
Un gritó se escuchó en la planta baja y él lo ignoró, sabiendo que el ama de llaves lo había
provocado.
Con mirada malévola y llena de satisfacción, vio como la puerta cedía a su tercer intento
y se abría, estrellándose contra la pared interior. Karin se hacía para atrás hasta quedar
junto a la cama. Estaba completamente acorralada.
− Así… así te quería ver – la voz calculadora de Sasuke inundó el lugar y llegó hasta
Naruto gracias a la tecnología.
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Aterrado, el ojiazul se quedó mirando el auricular del teléfono, sin comprender lo que
estaba sucediendo. Su cuerpo se estremecía sin control, tratando de razonar las órdenes
que Karin le había dado.
“¡Ve a la casa de Sasori!” había dicho ella y Naruto se preguntaba si ese era un lugar seguro
para él y su bebé.
Sin saber qué hacer, comenzó a marcar el número de sitió. Después de dar la dirección,
le prometieron que estarían ahí dentro de 15 minutos.
En trance, inició la penosa tarea de empacar lo más indispensable en una pequeña maleta.
La suficiente como para pasar un par de días con ropa limpia. Arriba de su pijama, se
colocó una chaqueta lo suficiente gruesa como para protegerlo de la noche fresca de
finales de Septiembre.
Sin avisarle a Gaara, salió del departamento a esperar al taxi en el vestíbulo del edificio.
*****
− ¡Sal de mi cuarto! ¡Sal de mi casa! – Karin gritó con desesperación al ver a Sasuke frente
a ella. En un intento para alejarlo le aventó un vaso que se encontraba sobre la mesita de
noche.
− No lo voy hacer – señaló el hombre moreno sin dejar de avanzar hacia ella.
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− Lo tengo desde que tu mente enfermiza comenzó hacerle daño a las personas que te
rodean… Ahora…
− En vista de que te negaste a que uno de mis médicos de confianza te revisará… vine
precisamente a cerciorarme de que lo estás – le dijo frente al rostro sonrojado por el
esfuerzo que hacía para escapar – Ya no tienes escapatoria… - y su mano recorrió el muslo
de la mujer hasta encontrar el dobladillo del camisón. Con movimientos bruscos, metió
la mano bajo la tela y comenzó su camino ascendente hasta detenerse cuando notó el
delgado resorte de las bragas de ella.
− Aun podemos reconstruir nuestro matrimonio – respondió la mujer con voz ronca.
− ¡¿Qué diablos has hecho?! – gritó el azabache, apartándose por completo de ella. Su
rostro reflejaba lo que sentía. Asco. Repudio hacia la mujer con la que había estado casado
por tres años.
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− Hice lo que una mujer enamorada haría – lo miró directamente a los ojos.
− Ninguna mujer en su sano juicio fingiría un embarazo – miró la botarga que la pelirroja
tenía sujeta a su cintura - ¿Qué querías ganar? Porque con lo que has hecho, ningún juez
me negaría el divorcio… Gracias por haber sido tan tonta…
− ¡No… no… no…! - comenzó a gritar desquiciada – ¡Hay un bebé que viene en camino
y es mío…! ¡Es mío y de nadie más!…
− ¿De qué estás hablando? ¡No estás embarazada! ¡Mírate! – la tomó del brazo y la
arrastro frente a un espejo de cuerpo completo – Tu cuerpo está seco… no tienes nada…
no hay vida creciendo dentro de ti… que no entiendes que no hay hijo y nada,
absolutamente nada que me detenga a tú lado.
Los ojos de Karin se llenaron de lágrimas y estas comenzaron a recorrer las mejillas, aun
así su mirada se enfrentó a la de Sasuke a través del reflejo de ambos.
− ¡Eso es lo que tú crees… viene un hijo tuyo en camino… y aunque no esté en mi vientre
es mío y tuyo… tan mío que me quedaré con él y lo utilizaré en contra tuya… - comenzó
a reír, burlándose de él!
− ¡Cállate! Estás fuera de sí… - y le sorrajó una bofetada haciendo que la pelirroja se
callara inmediatamente, pero sin impedir que ella lo mirara con claro odio.
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− ¡Ahora me vas a explicar qué fue lo que hiciste! – La llevó hasta la cama y la obligó a
sentarse en ella – ¡Me vas a explicar con sumo detalle qué es lo que está sucediendo!
− ¡¿Dónde está mi hijo?! ¡¿Dime sí Uzumaki Naruto tiene algo que ver con mi hijo?! –
preguntó él para tomar ventaja de la situación y ver la reacción de la mujer al escuchar el
nombre del doncel.
El rostro de Karin se transformó por un par de segundos, al comprender que Sasuke sabía
de la existencia de su pariente.
− Querida esposa… - comenzó hablar con suavidad que engañaría a cualquiera, menos
a ella – Acabas de darme la última llave de tu secreto – la soltó y se dirigió hacia la puerta
– Juggo… - llamó al guardaespaldas que vigilaba al pie de la escalera.
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El hombre asintió.
Juggo abandonó la casa y cambio de lugar con uno de los guardaespaldas. Él en compañía
de Kimimaru, partieron rumbo a donde les habían indicado. Sabían perfectamente la
dirección y además habían estudiado su ubicación durante el vuelo.
*****
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, Naruto viajaba en dirección a la casa de Sasori,
montado en el taxi que había llegado por él.
Con las manos apretujadas sobre su regazo, no podía dejar de pensar en los últimos
acontecimientos. Necesitaba tomar una decisión. Sabía que sí llegaba con Sasori no
tendría escapatoria y su oportunidad para huir de los hermanos Uzumari, la cual había
estado planeando durante los últimos meses, se esfumaría en el aire. Necesitaba
urgentemente tomar una decisión ya, en ese instante.
− ¡Regrese por favor! – Su petición fue hecha por impulso – Regrese… por favor… a
donde me recogió.
*****
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− ¡Vístete! – Ordenó el hombre moreno mirando con desprecio el cuerpo de la pelirroja
– Qué tú y yo vamos a dar un paseo…
− No me importa si quieres o no… lo vas hacer – se inclinó sobre ella – Vamos a realizar
una visita relámpago al inservible de tú hermano y de ahí vamos directamente a tu
departamento de soltera – sentenció él.
− ¿Acaso creías que no sabía dónde tenías al doncel? – Se burlo malévolamente – Hoy va
ser una noche muy larga y voy a disfrutar cada minuto de ella cuando los vea
implorando…
La amenaza estaba latente en cada palabra pronunciada con un claro acento aristocrático.
Karin, no tuvo más remedio que obedecer. Entró al vestidor bajo la vigilancia de los ojos
negros y tomó lo primero que vio. Dentro de ahí, se vistió y cuando salió encontró a
Sasuke revisando el teléfono móvil que le había tirado, con el firme propósito de hacerle
daño.
− Tú juego termino, Karin… igual que el de tu hermano – le dijo cuando la tomó del
brazo y la obligo a salir de ahí, bajo la mirada asustada del ama de llaves y la supervisión
de sus guardaespaldas.
− Ya pueden actuar – fue lo único que dijo, antes de colgar y girarse para observar a la
mujer que había decidido sentarse frente a él – En este momento se está preparando una
redada para detener a Sasori – le dijo con satisfacción.
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− ¿Por qué? – masculló, con la barbilla levantada en señal de duelo.
El resto del trayecto a la casa de Sasori se hizo en silencio. El Uchiha luchaba por
controlarse, pero el conocimiento de haber descubierto la verdad lo tenía lleno de
adrenalina, la cuál podía sentir en cada poro de su piel.
Llegaron pronto a la casa estilo victoriano en uno de los barrios más elegantes de la
ciudad. El guardaespaldas que se había quedado con el banquero, se bajó del lugar del
copiloto y cuando Sasuke y Karin abandonaron el vehículo, el hombre que exudada
autoridad le dio la orden de que mantuviera a la pelirroja junto a él. No quería que
interfiriera en lo que iba hacer.
Con pasos y actitud decidida recorrió el corto camino hasta llegar a la puerta. Con fuertes
golpes comenzó a llamar a sus ocupantes, sin cesar en su intento. En un par de segundos,
esta se abrió y el azabache se abalanzo sobre el pelirrojo, quién sorprendido del ataque
no metió las manos para defenderse.
− Eso está por verse, querido cuñado… Porque el que va ir a la cárcel en este momento
serás tú… - y no pudo evitar gozar al ver la expresión del hombre – Al fin, podre decir
que recibirás lo que te mereces…
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− No sé de qué me hablas – se toco la nariz sangrante.
− Hablo de lo que planeaste junto a tu hermana… hablo de los fraudes que cometiste a
mis bancos y qué cómo cruzaste la frontera para cometerlos, en este momento la policía
AMBU y los de RAIZ vienen por ti…
− ¡En ningún momento he defraudado a alguien! – trató de defenderse sin mucho éxito.
− ¿Te gustó la sorpresa, querida? – Inquirió al tiempo que lo soltaba – Ambos van a
recibir lo que merecen y tú… - señalo a la mujer – Vas a pagar cada día que convertiste
en un infierno la vida de los que te rodeaban.
− ¿Dañar su imagen? – Rió - ¡Por Dios! ¿Qué parte de todo esto no entiendes…? Tú
hermano va ir a la cárcel porque se lo ganó a pulso y tú… también tendrás tu merecido
en cuanto termine el asunto que me hizo viajar hasta aquí… - y miró el cuerpo de la
pelirroja con despreció.
En cuanto los oficiales se bajaron de los vehículos, Sasuke les entrego a Sasori y con una
mirada de satisfacción vio como este era subido a la patrulla como un delincuente y que
aún así, el hermano de Karin no dejó de despotricar contra él.
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Aun extremo del gran jardín que bordeaba el que hasta ese momento había sido el hogar
de Sasori, se encontraba la pelirroja en completo estado nervioso custodiada por el
guardaespaldas del Uchiha y aunque trataba de controlar las lágrimas que amenazaban
con arruinarle el maquillaje, sabía que todo por lo que había luchado se había perdido.
Ahora solo habría un escándalo de proporciones gigantescas que dañaría por siempre el
nombre de los Uzumari y que por consiguiente haría que sus padres perdieran el estatus
que gozaban hasta ese momento.
Solo agradeció que Naruto no hubiese alcanzado a llegar ahí y viera la humillación de la
que fueron objeto de parte de Uchiha.
Al llegar frente al banquero, comenzó a sonar el teléfono que este llevaba. Ignorando a la
pelirroja, Sasuke respondió después de escuchar lo que le decían.
Con mirada fría, el hombre vio como entraba Karin al auto y después lo hizo él. Pronto,
se vieron internados en las calles solitarias de la ciudad y en unos cuantos minutos
llegarían al lugar donde Uzumaki Naruto vivía.
*****
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Naruto sentía que tenía los nervios a flor de piel. Haciendo un esfuerzo trataba de
controlarse por el bien del bebé, pero no le resultaba del todo bien. Caminaba de un lado
a otro de la sala de estar y sus movimientos despertaron por fin a Gaara.
Fingiendo que nada sucedía, trató de convencer a Gaara de que volviera a dormirse, pero
sabía que su intento era en vano. El enfermero se había dado cuenta que algo sucedía y
quería estar presente cuando llegaran las personas que evidentemente el rubio esperaba.
La espera estaba matando a Naruto, aún así tuvo el valor de seguir ahí. No sabía contra
qué, quién ni cómo se enfrentaría, pero de lo que estaba seguro era que lucharía hasta con
la vida misma para defender a su bebé.
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Capítulo XI
La rabia que en ese momento sentía Sasuke no tenía límite y trataba a toda costa de no
estallar con la mujer que lo acompañaba en el interior de la limosina. Porque sabía que el
vencedor de aquella lucha sería aquel que tuviera el control en sus manos y él debía tener
el control.
− Si no lo era antes, ahora lo será – respondió con cinismo. – Tú al igual que tu hermano
debieron pensar que sus acciones tendrían consecuencias y la cárcel es solo un mínimo
castigo para ese imbécil.
Karin sabía que cualquier acción que emprendiera en ese momento, sería inútil, él no la
escucharía. Lo había perdido todo y para su desgracia se quedaba con las manos vacías.
Como reflejo empuño sus manos hasta que las uñas se clavaron en la palma de estas.
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− ¡No puedes hacerme esto! – explotó la mujer, transfigurada por el odio y temor que
sentía hacia el hombre.
− Puedo hacerlo y lo haré – recalcó con calma -. Tus acciones llevaron a esto… Sí no
hubieras falsificado mi firma para tener acceso a mi esperma no estaríamos aquí
discutiendo si ejerzo acción penal contra ti o no. No tienes escapatoria.
El vehículo en el que viajaban detuvo su marcha, indicando a sus ocupantes que habían
llegado a su destino.
Sin el propósito de escuchar la respuesta de la mujer, Sasuke bajó del vehículo antes de
que el chofer abriera la puerta. Junto a la acera, se dirigió a su guardaespaldas que lo
acompañaba, asegurándose de que la pelirroja escuchara sus palabras.
− Llama al Juez Jiraiya y dile que está todo listo. Qué espero su llegada – dijo con
frialdad.
− Así lo haré, Sasuke-san – asintió el hombre entrenado, alejándose a unos pasos del
moreno y hablando por teléfono.
− ¡Crees que con tu dinero puedes mover las piezas a tu antojo! – gritó Karin siguiendo
a Sasuke al interior del edificio.
− Digamos que el dinero es una gran ayuda – respondió con frialdad, sin mirarla – Como
tu comprenderás.
− Tus influencias no son tan poderosas en este lado del océano – señaló la mujer,
siguiéndolo al elevador - ¡No puedes comprar a un juez cuando te plazca!
Sasuke se giró y la tomó de los hombros, haciendo que la mujer diera unos pasos hacia
atrás hasta tener la pared del interior del elevador contra su espalda.
− Escúchame bien, Karin… - las puertas del elevador se cerraron tras ellos, sin que
ninguno de los dos les prestará atención – No permitiré que me rebajes a tú nivel. Yo no
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ando comprando favores como tú lo hiciste con el médico que realizó la inseminación. Al
contrario, mi estatus me permite pedir favores que serán recompensados a su tiempo.
Las puertas del elevador se abrieron y salieron a un pasillo largo. Tomándola del brazo
sin ceremonia alguna, Sasuke obligó a Karin a que caminara a su par, recorriendo el
pasillo hasta su destino.
− No permitiré que me enfrentes contra Naruto – hablaba la mujer sin lograr efecto
alguno con él hombre.
*****
Cuando llegó el anochecer de ese día, Naruto jamás imaginó como sería el amanecer, ni
las circunstancias a las que tendría que enfrentarse para poder defender su paternidad.
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Los hombres que le fueron enviados aguardaban frente a él, en clara posición de vigilia.
Esperando a alguien importante, en este caso a Karin y el marido de esta, según le
informaron.
El rubio sabía que ambos eran extranjeros por su acento, lo que le indicó que estaban
cumpliendo órdenes del señor Uchiha y se sentía lo suficiente enfermo como preguntarles
algo.
− Ya están aquí.
Solo era cuestión de segundos para tener frente a frente al acaudalado señor Uchiha.
Lo que había escuchado durante la llamada de su prima le daba una idea general de lo
que estaba pasando, aun así se obligó a tener la mente fría y no pensar en ello por el bien
de su bebé.
Se escucharon unos pasos por el pasillo que se detuvieron justo detrás de la puerta del
departamento y la voz de su prima pidiendo clemencia.
Su mirada azul se clavó en el apuesto hombre vestido con un traje oscuro que apareció
tras el panel de madera.
− Ya es demasiado tarde…
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La voz poderosa del hombre se escucho con claridad, llegando hasta el embarazado.
Y la imagen que vio de su prima arrastrada por la fuerte mano del hombre lo llenó de
miedo. Un miedo irracional dirigido al banquero, obligándolo a llevarse las manos a su
vientre en clara señal de protección.
La rabia de Sasuke se incrementó al ver al futuro padre frente a él. Sentado en un diván
podía notar perfectamente la curva sugerente de su vientre. Ahí estaba su hijo.
Después se dirigió hacia el joven rubio que lo miraba con ansia y temor.
− Así que tú eres Naruto, el padre doncel de mi hijo – y extendió la mano en un claro
intento de llevar la fiesta en paz.
El joven vio la mano con recelo. No sabía que pensar de aquella situación. Todo le parecía
extraño, así que ignoró el gesto del hombre.
− ¡No te atrevas a tocarlo! – Demando Karin, colocándose en medio de los dos – ¡No le
creas nada! – se dirigió a su primo, que veía todo con los ojos abiertos como plato.
− ¿Gustan algo de tomar? – ofreció el enfermero que desde atrás del diván observaba la
escena sin saber cómo actuar.
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− Juggo… Kimimaru… - les habló a los guardaespaldas – Hagan favor de llevar a esta
encantador enfermero… - miró a Gaara por primera vez con sus penetrantes ojos negros
esperando escuchar su nombre.
− ¿Estás seguro que vas a estar bien? – preguntó el joven pelirrojo dirigiéndose al futuro
padre en un signo claro de preocupación.
Desde que había empezado a trabajar ahí, se había dado cuenta que sucedían cosas
extrañas y su instinto de protección se había despertado a favor del joven rubio, que para
él era tan solo un niño atrapado en una jauría de lobos.
− Sí… sí… - levanto la mirada de su regazo, tratando de sonreír aunque por dentro se
sentía desfallecer -. Todo… va a estar bien – recalcó la primera palabra mirando
directamente al hombre.
− Bien – asintió el enfermero, permitiendo que los hombres lo llevaran fuera de ahí. La
puerta se cerró tras ellos.
− ¡Será mejor que te sientes, Karin! – ordenó a la mujer que no había dejado de caminar
en toda la estancia, haciendo que el rubio saltará de su lugar, asustado.
Los ojos negros lo miraron con detenimiento, antes de que su dueño respondiera.
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− Porque la situación aquí no es nada delicada – le dirigió una sonrisa fría, posando sus
ojos en el vientre del joven, que para él le parecía inocente, casi virginal. Se obligó a que
sus pensamientos no siguieran ese camino. Después de todo él había accedido a dar a luz
un niño cuyo padre no conocía, así que no era tan inocente como aparentaba.
− Karin… por favor… - le habló, tratando de que la pelirroja obedeciera al hombre. Tenía
que llegar a un acuerdo con aquel hombre y la actitud de su prima no le ayudaba para su
propósito.
La pelirroja ignoró las palabras de él y permaneció parada, con los brazos cruzados sobre
su pecho.
− Lo que tengas que decir, lo puedo escuchar desde aquí sin problema.
− Está claro que llevas un hijo mío en tu vientre – comenzó a hablar él.
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Naruto se aclaró la garganta antes de hablar.
− No.
− Será mejor que guardes silencio, mujer. Lo concerniente a este asunto solo nos
corresponde a él y a mí.
− ¡No puedes sacarme de tu vida así como así! Sigo siendo tu esposa y si no fuera por
mí, ese niño no vendría al mundo – la voz alterada de Karin se hizo escuchar en todo el
piso.
− No será por mucho tiempo – respondió él con una amenaza velada – Lo que hiciste sin
consentimiento mío tiene sus consecuencias y las vas a pagar.
− ¿De qué está hablando? – Naruto se irguió del asiento, sorprendido de lo que había
escuchado.
− Hablo que ambos están envueltos en problemas legales y muy fuertes – señaló.
− Simplemente porque Karin falsificó mi firma para hacer uso de mi esperma, solo por
eso y tú como cómplice de ella puedes pisar la cárcel.
− ¡No… no…! - negó con la cabeza, sintiéndose desfallecer – ¡No puede estar hablando
en serio… yo no sabía nada… nada…! - se sujetó en uno de los brazos del diván para no
caer – ¡Karin!… ¡¿qué hiciste?!
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La pelirroja permaneció callada, sin intensión de responder. Para ella resultaba
humillante estar ahí en medio de esa situación.
Sasuke al ver la reacción del doncel, corrió a su lado para levantarlo en sus brazos antes
de que cayera al suelo.
− Cualquiera de las habitaciones está bien – respondió con su voz impregnada por los
celos. Habría dado su vida por ser tratada así aunque fuera por una vez, por Sasuke.
*****
Naruto, desde su posición podía percibir con claridad el aroma de la colonia de él y el
calor que su cuerpo expedía. Estaba mareado y eso le impedía analizar lo que la cercanía
de él despertaba en su cuerpo.
A pesar del momento embarazoso que estaba viviendo, no podía evitar sentirse protegido
por vez primera desde la muerte de su madre, envuelto en aquellos poderosos brazos.
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− Sí – asintió con lentitud, tratando de no marearse – Yo… lo siento… yo no sabía lo que
hizo mi prima… - comenzó a hablar, sin darse cuenta que con ello complicaba si situación
más.
Asustado asintió.
− Sí…
Sasuke sabía que no podía juzgar a las personas por su aspecto, religión, nacionalidad o
parentesco, pero al escuchar la consanguineidad entre ellos, sintió que los no nobles
sentimientos que Karin despertaba en él, los trasladaba al doncel recostado en la cama.
− Agradece que en tu vientre llevas a mi hijo – dijo con dureza – Porque en este momento
estarías pagando…
Desde su lugar, Naruto no dejaba de pensar. Su mente daba vueltas tratando de asimilar
lo que sucedía, pero le resultaba imposible comprender en un todo.
¿Qué juez en su sano juicio le permitiría quedarse con su bebé? Se preguntó, tratando de
tranquilizar su tembloroso cuerpo sin mucho éxito.
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− ¡¿A quién más de los Uzumari tendré que conocer hoy?! – Inquirió con furia – ¿Tenías
que involucrar a toda tu maldita familia en esto?
− No te voy a pedir permiso para ello… Tres años… tres años he buscado el motivo para
sacarte de mi vida y ahora encuentro… que tú misma me la has dado – se burló.
− ¡No…!
− ¡Lo que hagas o digas no tiene peso en este momento! ¡Firmas o te refundo en el mismo
lugar donde está tu hermano en este instante y en relación a tu primo… él te acompañará
en cuanto dé a luz!
En cuanto vieron de dónde provenía, se dieron cuenta que el rubio doncel había
escuchado la confrontación.
− No… lo voy hacer – respondió el menor con voz entrecortada por el esfuerzo, dando
unos pasos hacia él – No voy a permitir que me quites a mi hijo – lo enfrentó con todo el
valor que el sentido de supervivencia había creado en él – No sé qué diablos de
matrimonio llevaron ustedes dos, pero de lo único que estoy seguro es que no me vas a
apartar de mi hijo.
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− De eso hablaremos más tarde – ordenó Sasuke – Ahora, lo que me interesa es
divorciarme de tú prima y no verla nunca más – y sus ojos se clavaron en el rostro
transfigurado de la pelirroja.
− ¿Tienes que actuar así frente a Naruto? – Le espetó, mirando a Naruto con desprecio –
Suficiente humillación he recibido esta noche de tú parte como para que mi primo se dé
cuenta de nuestros problemas.
− ¡Te mereces eso y más! – Señaló el Uchiha – ¡En cuanto llegue el juez vas a firmar sin
chistar o te atienes a las consecuencias…!
− ¡Ustedes dos están locos! – hablo Naruto al ver la rabia dibujada en los rostros de Karin
y Sasuke.
− No puedes obligarla…
− Puedo y lo voy hacer – la mirada que le dirigió al futuro padre, hizo que diera unos
pasos atrás - ¿Acaso creías que saldrías impune de esta? – Desvió la mirada para clavarla
en la pelirroja – Si no firmas está noche, las fotos donde estas retozando con tus amantes
estarán mañana mismo en las revistas y periódicos de circulación nacional, junto con la
noticia de tu arresto… Así que tú decides.
Por vez primera vio a su altanera y soberbia prima rendirse ante alguien y ese alguien era
Uchiha Sasuke.
Sí él tenía el poder de aplastar a Karin Uzumari ¿qué podría hacerle a él, que no tenía
dinero para enfrentarlo?
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Los sucesos corrían frente a Naruto como si estuviera en medio de una película velada.
Sin saber qué decir, ni cómo actuar, ni mucho menos que partido tomar en relación a la
lucha de titanes de la que era testigo y en la cual Karin había sido derrotada de forma
apabullante.
Mientras se dirigía al diván más cercano, vio como el banquero respondía a la llamada al
tiempo que Karin dibujaba un gesto de hastío en su rostro.
− Hazlo pasar – señaló el hombre a través del micrófono del aparato, después lo cerró
en un movimiento que le indicó al doncel que él tenía el control de la situación.
− El juez Jiraiya ha llegado – anunció con voz triunfante, causando que la pelirroja se
abalanzara hacia él.
− No… cuando tomo una decisión la sigo hasta el final – respondió el moreno implacable
-. Por lo que te recomiendo que no hagas ninguna escena frente al juez… - después miró
al ojiazul que se encontraba recargado pesadamente en el sillón – Y la advertencia va para
ti también.
El joven embarazado asintió, muy al contrario de Karin que se aferró al brazo del hombre.
− ¡Por favor!
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Él no respondió, simplemente se concentró en liberarse de las manos de la pelirroja.
Desde su posición, Naruto percibía los gestos de su prima. Rabia, dolor, odio reflejaba su
rostro en cada punto que era leído, haciendo que el doncel protegiera su vientre ante la
intensidad de las emociones. Después, miró al extranjero cuyo rostro se convirtió en una
máscara imposible de descifrar.
Cuando llegó el momento de la firma, Karin no lo soportó más y se levantó del asiento,
causando que todos los presentes se giraran a observarla.
− ¡No puedes dejarme sin nada! – Exclamó fuera de control - ¡Yo tengo el derecho de la
mitad de tu fortuna! – miró a Sasuke con toda la furia posible.
Antes de que la tinta estuviera seca sobre el papel el juez se había marchado de ahí,
dejándolos de nuevo solos.
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− Ahora, Karin… puedo decirte que no fue un gusto conocerte – comentó el banquero
guardando los papeles en un bolsillo de su traje – En cuanto a ti… mi querido Naruto…
- lo miró con detenimiento.
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Capítulo XII
Naruto creyó que iba a resultar difícil salir del departamento de Karin.
Pero ahora, analizándolo desde sus recuerdos resultó más fácil de lo que había creído.
Las protestas de la pelirroja fueron destruidas con un golpe certero por parte del
banquero, causando en el rubio el pensamiento de que solo había cambiado de prisión, y
así había sido.
− Me importa un comino lo que “Uchiha-san” diga – contesto lleno de valor que estaba
lejos de sentir y se acercó a Gaara.
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− Algo horrible… - estaba a punto de desmoronarse – Fue…
En ese momento, Sasuke salió del edificio causando que Naruto callara abruptamente.
El rostro del hombre le indicó al doncel que hubo otro encontronazo con su prima y el
cuerpo en tensión de él bajo la tela del traje oscuro le indico que en nada había sido
agradable.
Él se detuvo a su lado.
− Tienes dos minutos para despedirte – señalo antes de seguir su camino hasta el
vehículo y hablar con uno de los hombres – Llama al médico y cambia la cita a la suite…
Las palabras con claro acento llegaron hasta el par de donceles y no pudo evitar suspirar.
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− Es… el padre varón de mi bebé – contestó el rubio tratando que Gaara no se
preocupara por él, porque durante los meses de convivencia que habían tenido se dio
cuenta que era un buen enfermero entregado a su trabajo y a sus pacientes.
− ¡Oh, por Kami! – Exclamó llevándose una mano al rostro - ¿Y… que va a pasar? –
inquirió. Lo poco que había visto en el tiempo que estuvo a cargo del joven rubio se había
hecho algunas suposiciones que por discreción no indagó para asegurarse que eran
verdad, pero que los hechos de esa noche confirmaron la mayoría de ellas.
Después de que ambos donceles se separaron, Naruto se dirigió hasta el hombre que lo
esperaba a un lado de la puerta abierta de la limosina, deteniéndose por unos instantes
frente al banquero.
− Lejos de aquí, dónde los dos podamos serenarnos y hablar del asunto que nos
concierne… y pueda vigilarte sin problema alguno.
Retumbando aquellas palabras en la mente del doncel, éste abordo la limosina seguido
de él, esperanzado de que pudiera llegar a un acuerdo.
El trayecto al hotel le resultó muy difícil al rubio. Desde su sitió frente a él, podía notar la
respiración pausada del hombre, exaltando sus nervios, por lo que trató de ignorar la
presencia del moreno mirando a través de la ventanilla del vehículo.
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Ninguno de los dos habló y ni siquiera lo hicieron cuando cruzaron el lobby de uno de
los hoteles más lujosos de la ciudad. Tampoco hablaron cuando abordaron el elevador de
paredes de cristal, ni cuando lo dejó instalado en una suite privada y exclusiva para él,
en compañía de uno de los guardaespaldas, después de que se marchó el médico que
solicitó para que auscultara al rubio.
− Mañana hablaremos – fue lo único que comentó él y fue antes de que lo dejara solo en
la habitación.
Ahora en ese momento, por la mañana, estaba haciendo el intento de comer algo por el
bien de su bebé hasta que el llamado de la puerta lo puso en alerta.
Inocente se dijo cuando vio entrar al banquero a la habitación de la Suite, causando que el
plato de comida resultara de pronto poco apetecible.
Habían pasado solo unas cuantas horas desde que dejaron atrás a su prima y aun no
podía controlar su estado nervioso, exacerbado por la magnética presencia de aquel
hombre.
El moreno asintió y sin que lo invitará tomo asiento frente a él, al otro lado de la mesa.
La mirada de Naruto se clavó en las poderosas manos de él, cuando se desabrochó los
botones de su saco para estar más cómodo y después se obligó a centrarse en el rostro
masculino, en espera de lo que iba a decir, pero su mente no estaba preparada para lo que
escuchó.
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− ¿Estás cómodo? – inquirió él, con un tono de voz muy diferente al que le conoció la
noche anterior.
− Sí, gracias – respondió con cautela, sin dejarse llevar por aquella amabilidad mostrada.
Ambos se miraban como si estuvieran tanteando el camino, sin querer cometer ningún
error que tuviera consecuencias desastrosas.
− He hecho arreglos para que el joven Gaara se haga cargo de ti – comenzó a hablar
pausadamente, en espera de la reacción del rubio.
− ¿En serio? – inquirió el menor con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
− El médico fue muy claro ayer. No puedes seguir con el mismo nivel de estrés que hasta
ahora has soportado… por el bien de mi hijo… y por supuesto el tuyo – hizo un
movimiento con la mano para quitarle importancia a lo último que dijo – Y está claro que
tú y ese pelirrojo se llevan bien… por lo que está en mí que el termino del embarazo sea
exitoso – señaló con seriedad.
− No sé en qué términos estabas con tú prima, pero de lo único que estoy seguro es que
al final le ibas a entregar a mi hijo a ella. No veo cual es la diferencia entre un trato y otro
– respondió con frialdad.
− ¡No puede hacerme esto! ¡No lo permitiré! Usted no sabe en absoluto el porqué me
preste a esto – alterado se levantó de la silla y señalo su vientre - ¡No puede juzgarme sin
conocer mis motivos!
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− Entonces explícamelo para poder entenderte – contestó en pleno control de la situación
– Porque lo que veo ante mí es un doncel desalmado que al igual que su prima se mueve
por intereses no muy nobles… ¿Qué te ofreció…? ¿Cuánto…? ¿Un buen pedazo de mi
fortuna? – lo acribilló con las preguntas.
Siguiendo su instinto, permitió que el joven hablara. Siempre había tenido la facultad de
saber cuando una persona mentía y esa ocasión no sería la excepción ya que el rubio
sentado frente a él tenía la misma capacidad de guardar un secreto como si se tratara de
un libro abierto.
− Entonces…
− Sasori y Karin me obligaron a hacerlo… yo… - respiró profundo para poder continuar
- Yo nunca fui del agrado de ellos, ni mucho menos un familiar a que aceptaban en sus
reuniones…
− ¿Por qué entonces aceptaste? – inquirió el hombre con frialdad, sin estar seguro que
las palabras del ojiazul eran ciertas. Le resultaban inverosímiles.
− Mi madre estuvo mucho tiempo enferma… del corazón para ser preciso… Ella y mi tía
Kurenai eran primas – aclaró al ver como él alzaba una ceja de forma interrogante – Y el
seguro no cubría las cuentas del hospital…
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− ¿Dónde está tu madre?
− ¿Y?
− Tuve que recorrer a mi familia para que me ayudaran a darle una mejor calidad de
vida en los últimos días de su existencia…
− El necesario – contestó – El dinero necesario para que ella no tuviera carencias médicas,
ni de atención.
− ¿Estás diciendo que por el favor que les pediste y que invariablemente te cobraron,
aceptaste llevar en tu vientre a mí hijo?
Desde su lugar, el doncel vio como él se levantaba del asiento y caminaba alrededor de
la mesa como animal enjaulado, hasta que se colocó detrás de la silla en la que estaba
sentado y coloco sus manos sobre el respaldo de la misma.
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− Te iban a quitar al niño, Naruto. ¿Lo habrías soportado? – Sasuke cortó el silencio,
después de que su mente analizó cada palabra que el ojiazul dijo.
− ¡No, por Dios! No lo habría soportado – exclamó el rubio a punto de llorar - Cada
noche… cada día… cada vez que respiraba mi corazón sufría al saber que pronto mi bebé
nacería y que me lo quitarían… Yo… - calló abruptamente al darse cuenta que le iba a
contar el plan que tenía de escapar de las garras de su prima.
− ¿Tú…? ¿Qué? ¿Qué ibas a decir? – preguntó él al percibir que el doncel ocultaba algo.
− Por lo visto ambos estamos en una situación difícil – comentó Naruto después de
varios segundos de silencio, tratando de aminorar un poco el ambiente tenso del lugar y
recordando que él no sabía hasta la noche anterior que dentro del doncel crecía su hijo.
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− ¿Qué… qué va hacer? – preguntó temeroso.
− Llegar hasta las últimas consecuencias y en cuanto a ti, es primordial que salgas del
país cuanto antes.
− ¿A dónde?
− A Konohagure, por supuesto – contestó con altivez – No quiero que cualquier miembro
de tu familia te acose y en cuanto Karin… ella esta tan desquiciada que puede hacer
cualquier idiotez en contra tuya.
− Por lo pronto vivirás en mi casa de campo, qué es el lugar más seguro en este
momento… Después, cuando nazca el bebé se tomarán el resto de las decisiones –
comentó al tiempo que miraba su reloj de oro – Tú amigo… enfermero o lo que sea llegará
en una hora y mientras tanto mis hombres estarán a fuera de la suite vigilando que
ningún extraño ingrese al piso, con excepción de la mucama.
− Y estará por varios años cuando lo juzguen culpable por el fraude que cometió a mis
bancos – contestó con cinismo.
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− ¡Ahh! – exclamó el rubio, sin ocultar su regocijo.
“Cada quién recibe lo que se merece” pensó, aunque por un momento se le vino a la mente
la imagen de sus tíos, que estarían muy preocupados por el destino de su hijo. Sintió
lástima de ellos.
− En camino a los tribunales, prepararé todo para que tú y el mapache ese que tienes
como enfermero salgan del país está misma noche. –para Naruto el referirse a su amigo
Gaara como un animal no le agradó del todo, ya que el tono que uso el moreno era un
claro ejemplo de ¿celos? No claro que no, celos era lo último que el gran Sasuke Uchiha
podría sentir de un ser tan insignificante como lo era él, total el moreno era heterosexual,
al final de cuentas estaba casado con una mujer…. Y muy hermosa por supuesto.
Diciendo lo último, Sasuke abandonó la suite del hotel, dejando a un Naruto asombrado
por el giro que habían tomado las cosas.
Aun así, se dijo que no podía confiar en él. Uchiha Sasuke tenía tanto poder y dinero que
con solo dar una orden lograba que todo el mundo girara alrededor de él.
*****
Los pensamientos en la cabeza del banquero no eran nada agradables cuando salió de la
Suite. Su furia contra los Uzumari había alcanzado niveles que el mismo desconocía. La
confesión del chico embarazado lo había dejado perplejo por el grado de maldad a la que
habían llegado Sasori y Karin y sentía desde una parte de su ser que tenía que proteger a
Naruto de ellos y por supuesto a su hijo también.
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Se daba cuenta en forma perfecta, que se sentía atraído por aquel joven que en su figura
y semblante parecía que le pedía protección, aunque entendía que era su instinto el que
quería actuar así a favor del rubio y de su hijo.
− ¡Mi hijo! – murmuró con orgullo y agradeció que no fuera Karin la madre de él, al
tiempo que ingresaba a su propia suite para hablar con sus guardaespaldas, que en ese
momento esperaban su llegada, con excepción del que había dejado haciendo guardia
fuera de la suite de Naruto.
− Claro, señor.
En cuanto abordó la limosina que lo llevaría a los tribunales donde Sasori tendría su
audiencia para fijar la fianza, Sasuke tomó el teléfono e hizo una llamada.
− Habla Sasuke Uchiha – anunció con voz fría al recibir respuesta del otro lado de la
línea – Comuníqueme por favor con el señor Neji Hyuga… - esperó un par de segundos
antes de escuchar una voz masculina - ¡Hola, amigo…! – El tono de su voz cambio de
forma abrupta – Sí… - escuchó el comentario que le dirigieron – De hecho necesito un
favor que no puede esperar…
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Había llamado a las oficinas de Relaciones Exteriores.
Cuando el vehículo se detuvo frente al edificio que albergaban los tribunales, el moreno
ya había arreglado el problema de la falta de pasaportes.
Con paso mecánico cruzó la acera del lugar para reunirse con uno de los mejores
abogados el país, que en ese momento lo esperaba afuera de los juzgados. Varios
reporteros al reconocerlo se abalanzaron contra él con el propósito de ganar una exclusiva
para sus noticieros.
− Por nada del mundo me perdería esta audiencia – apuntó él con seriedad, aceptando
la mano extendida.
− Tenga por seguro que el señor Uzumari tendrá su merecido. El caso está muy bien
afianzado y con las pruebas que nos entregó será difícil que se salve de la cárcel.
− ¿En cuánto tiene planeado fijar la fianza? – inquirió al tiempo que avanzaban por el
pasillo, ya en el interior del edificio y dejando atrás a los reporteros.
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Muy pocas veces una persona que pertenecía a la más alta esfera social de la ciudad de
Suna, era llevada a juicio por fraude y para desgracia de los Uzumari, aquello se había
convertido en el escándalo del año y en un consecuente circo.
Sasuke tomó asiento en un lugar privilegiado de la sala, mientras veía con ojo crítico y
analítico lo que sucedía en el lugar en el que solo se escuchaban los murmullos de los
asistentes al ingresar Sasori acompañado de varios guardias de seguridad al sitio, para
ubicarse al lado del abogado que había contratado.
Karin no había llegado aún, pero ese detalle no le importaba en lo más mínimo. Cuanto
menos se encontrara con ella era mejor.
El abogado que contrató, se había colocado frente al estrado. El juez que llevaría el caso
aun no hacía su aparición, pero en cuanto cruzó una de las puertas de madera el silencio
en el lugar se hizo presente.
“El circo había comenzado” – pensó el banquero con satisfacción, cruzándose de brazos.
Una serie de pasos cortó el silencio del lugar. Todos los presentes giraron sus cabezas. El
repiquetear de los tacones sobre la madera del piso, le dio el indicativo a Sasuke de que
su ex mujer había llegado a la sala de audiencia. Cuando los pasos se detuvieron a su
lado, el moreno desvió la mirada de enfrente y se encontró con los ojos furiosos de Karin.
Llena de odio, la pelirroja se giró y se sentó del otro lado de la sala, lo más lejos posible
de él.
El golpeteo rítmico del mazo del juez que se trataba de una mujer adulta de grandes
proporciones indicó en ese momento que la audiencia daba inició.
− Se abre el caso contra… - la voz del hombre que presidia el estrado inundó la sala y
apago los murmullos levantados por la presencia de Karin Uzumari.
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− ¡Te vas a arrepentir de lo que has hecho Sasuke Uchiha! – la voz de Karin llena de odio
salió de los altavoces de la televisión, causando que el ojiazul que veía los noticieros en
ese momento se estremeciera.
− Esa mujer está por completo fuera de lugar – comentó Gaara al hacer el intento de
alcanzar el control de mando del aparato para así cambiarle de canal.
− No… no… - dijo sin dejar de mirar las imágenes que salían de la pantalla.
Según el reportero que dirigía la nota, la fianza había sido fijada muy alta y mientras el
hombre hablaba a la cámara teniendo de marco a la pelirroja rodeada de reporteros, se
escuchó que alguien del staff anunciaba la salida de Sasuke del edificio.
Con una velocidad vertiginosa, la cámara se desplazó hasta alcanzar al hombre que en
compañía de otro mayor, a quién Naruto supuso que era su abogado, bajaban la
escalinata.
− ¿Piensa llegar hasta las últimas consecuencias en el fraude que cometió su cuñado? –
la pregunta no tomó por sorpresa al banquero.
− ¿Cuándo se divorcio de su…? – el reportero fue aventado en medio del ajetreo que se
generó entre los demás trabajadores de los medios de comunicación y de pronto apareció
Karin en medio de todos ellos.
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El revuelo se hizo mayor entre las personas que rodeaban al banquero y a su abogado.
Sin dejar de bajar las escaleras, Sasuke sacó un pañuelo de su saco y se limpió el recuerdo
que la pelirroja había dejado sobre su mejilla.
Poco le importaba que su ex mujer actuara como la victima de aquel circo. Ya después
tendría la oportunidad de hacerle pagar una a una lo que había hecho con su hijo.
− Sin palabras… no tenemos nada que decir… - hablaba el abogado detrás de él a las
cámaras.
La última imagen que vio Naruto de Sasuke fue cuando el hombre subió a su limosina,
antes de que Gaara apagara el televisor.
− Fue un error el sugerirte que vieras todo esto – apuntó el enfermero lleno de
preocupación.
A su llegada al hotel un par de horas antes, Naruto lo puso al tanto de lo que sucedía,
confirmando así todas las suposiciones que tenía de primera mano.
− ¡Oh! Lo siento, Naru. Fue una tontería de mi parte mencionarla – envolvió sus manos
con las del rubio, acongojado.
− No te preocupes por eso. Conozco bien a Karin y sé que mientras Sasori tenga
problemas con la ley no se moverá de su lado… ellos nunca se han separado.
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En ese momento se escuchó un llamado en la puerta de la suite. Gaara se levantó del
sillón para acudir a abrir.
Gaara se hizo a un lado para dejarlos pasar y Naruto se levantó de su asiento al tiempo
que trataba de acomodarse varios mechones rebeldes de su cabellera y que se habían
escapado de su peinado.
En un par de minutos, las fotografías fueron tomadas y antes de media hora ambos
donceles ya poseían su pasaporte en regla.
− Salí demasiado feo – trató de bromear Gaara al ver la foto que le fue añadida al
documento oficial.
− No menos que yo… ve – Naruto le extendió su documento para que viera su fotografía.
El enfermero vio con detenimiento la fotografía del joven. Movió la cabeza de un lado a
otro.
− Espero mínimo que con este viaje conozca un buen caballero que haga que mis
piernitas tiembles – bromeo Gaara.
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− ¿Te has casado alguna vez? – pregunto el doncel embarazado al darse cuenta que
nunca habían hablado de eso.
Gaara suspiro.
− Una vez estuve a punto de hacerlo… - respondió con un ligero toque de tristeza.
− Huyo con otro, gracias a Dios – contestó el enfermero – Fue mejor que lo hiciera antes
de la boda…
− Más lo sintió él, créeme… La susodicha lo engañó con otro cuanto estaban casados –
respondió con satisfacción.
− ¡Vaya!
− Y tú también, Naru-chan. A pesar que tu vida no ha sido fácil en los últimos años eres
un joven bueno, considerado, incapaz de hacer algo malo como tus primos…
Sin que se dieran cuenta, la puerta de la suite se abrió y entró Sasuke a la habitación. Él
alcanzo a escuchar perfectamente las palabras del pelirrojo.
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− Ya recibieron sus pasaportes – señaló, haciendo que ellos se giraran al escuchar su voz.
Él banquero percibió el ligero sonrojo del rubio que desaparecía hasta la ligera abertura
de su suéter en color azul, resaltando mucho el color zafiro de los ojos del doncel
embarazado. Sintió un dejo de ternura hacia él.
− Sasuke – corrigió – Uchiha-san suena muy viejo para mí, no me considero tan mayor a
mis 29 años – dibujó una sonrisa cansada en su rostro. Después extendió su mano para
saludar a Gaara, quién lo recibió complacido.
− ¿Cómo te encuentras? – inquirió con la ceja levantada al ver que aun no se disipaba el
sonrojo en él.
En una revisión rápida que hizo de la estancia, el moreno se dio cuenta que habían estado
viendo la televisión. Con seguridad se percataron del circo que se armo afuera de los
tribunales.
− ¡Qué bien! – Naruto se sentía nervioso ante él. No podía evitarlo – Pero Karin…
− Esa mujer solo quiere quedar frente a los medios como una víctima – lo cortó
abruptamente. El solo escuchar el nombre de su ex mujer causaba que la sangre en él
hirviera de furia.
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Después continuó hablando como sí no se hubiera dicho el nombre de la pelirroja.
− Viniendo de los tribunales hice los cambios necesarios para que el avión salga esta
misma tarde… Ya no hay motivo para que permanezcamos más tiempo de lo debido
aquí.
− ¿Viajará con nosotros? – preguntó el joven sorprendido. Había tenido la idea de que
ellos lo harían solos porque él se quedaría en la ciudad para supervisar el caso de Sasori.
− Contraté uno de los mejores bufetes de abogados del país y ellos me mantendrán
informados de todo lo que suceda de ahora en adelante.
Mientras Naruto hablaba con el banquero, Gaara se fue retirando de con ellos hasta
desaparecer de la suite. Ante todo estaba la discreción en su trabajo, además de que
comprendía a la perfección que ellos tenían que romper la barrera invisible que los actos
de Karin habían construido alrededor de ellos.
El camarero en silencio fue abriendo cada uno de los platillos, causando que con la vista
se le despertara el hambre a Naruto. Cuando el empleado del hotel se retiró, la voz del
banquero impregnó el lugar.
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enfermero en otro vehículo después de que yo lo haga. Así lograremos desviar la atención
de los reporteros – hablaba al tiempo que extendía una servilleta sobre su regazo.
Naruto asintió aceptando sus planes. Le parecían extraordinarias las molestias que él se
tomaba para salvaguardarlo de cualquier incidente desagradable. Un sentimiento de
agradecimiento creció en su corazón siendo consciente de ello.
A pesar que eran dos extraños que recién se habían conocido, Naruto no pudo evitar
apreciar la compañía de aquel hombre, a pesar que consumieron sus alimentos en
silencio. Después él se retiro anunciando que tenía que preparar algunas cosas.
− Juggo vendrá a darles las indicaciones – le informó antes de irse y poco después
regresó Gaara a la habitación.
*****
Cuando llegó la hora de partir, Naruto estuvo listo sin retraso. No había desempacado la
noche anterior, con excepción de la ropa que decidió usar ese día. Con relación a Gaara,
él había llegado al hotel con su equipaje, así que pronto hubo un grupo de maletas
amontonadas cerca de la puerta de la suite, en espera de que las recogieran. Minutos
después llegó el empleado del banquero.
Desde su lugar, Naruto notó que el hombre daba una serie de instrucciones a través de
su minúsculo micrófono que en forma discreta llevaba en la solapa de su traje y poco
después ingresó un hombre a recoger el equipaje.
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Los nervios del doncel se encontraban a flor de piel. Tanta seguridad alrededor de él lo
hacía ponerse así, en primero porque no estaba acostumbrado a ese trato tan meticuloso
y en segundo porque temía a la ola de reporteros que podían estar vigilando la salida del
hotel.
− Llegó la hora – la voz del guardaespaldas entro en la mente del Uzumaki y tomó aire.
Escoltados por el hombre, salieron de la suite para recorrer un largo pasillo hasta los
elevadores. Después ingresaron a él y pronto se vieron ante el imponente vestíbulo del
lugar que Naruto no pudo apreciar la noche anterior, cuando llegó.
− Tenemos que esperar. Hubo un inconveniente – les avisó mientras escuchaba una serie
de ordenes por su audífono.
El rubio nervioso miró hacia la puerta de entrada, la cual era de cristal. Eso le permitió
ver lo que sucedía en el exterior.
Una multitud de personas se arremolinaban afuera. Sus ojos azules percibieron varias
cámaras que sobresalían entre las personas y la cabeza morena del Uchiha más alta que
las demás, luchaba por abrirse paso entre los reporteros y camarógrafos.
Un estremecimiento causado por el miedo recorrió la espalda del doncel, al tiempo que
Gaara le sujetaba la mano con mayor fuerza.
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− Tengo órdenes precisas de no dejarlo solo – fue la corta respuesta que recibió.
Al escuchar aquello, una fuerza extraordinaria surgió del cuerpo del ojiazul y sin pensarlo
soltó la mano de su enfermero y comenzó a dirigirse a la salida del lugar.
− ¡Déjenlo en paz! – comenzó a gritar el doncel mientras trataba de abrirse camino entre
la multitud para llegar hasta donde se encontraba Sasuke.
Sabiendo que tenían como prioridad proteger al embarazado, uno de ellos trató de
desplazarse entre las personas para llegar a él. Sasuke al notar el movimiento de su
guardaespaldas, giró la cabeza y lo vio a unos metros de distancia, luchando y aventando
a varias personas para llegar hasta él.
− ¡Maldición! – masculló.
Dentro de sus posibilidades, dio vuelta en medio de la multitud para llegar al lado de
Naruto antes que alguien entre el caos lo tirara al suelo.
Llegó al mismo tiempo que su guardaespaldas. Entre los dos lo protegieron de los
empujones. Al sentir que Naruto trastabillaba, Sasuke lo sujetó de la cintura y en solo
movimiento lo alzó en sus brazos. Juggo llegó a ellos…
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− ¡Abran paso! ¡Abran paso! – demandó en medio de las voces que se alzaban alrededor
de él.
El miedo abrió paso en la mente del ojiazul al ver como todos se apretujaban contra él y
cuando estuvo a punto de caer, sintió alivió al sentir las manos de Sasuke sosteniéndolo.
Lo extraordinario llegó cuando se vio levantado en vilo por sus poderosos brazos y él se
sujetaba de su cuello buscando no perder el equilibrio.
En unos segundos se vio colado en uno de los sillones al instante que la puerta se cerraba
tras de ellos aislándolos del caos en el exterior.
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Capítulo XIII
El viaje a Konoha duró más tiempo de lo previsto y Naruto se lamentó haber sido el
causante de eso.
Por lo que el banquero externó, no quería arriesgarse a tener una emergencia médica a
mitad del vuelo, así que tuvieron que esperar a que el galeno arribara al lugar.
Para cuando llegó el hombre, el permiso de vuelo había caducado, por lo que tuvieron
que esperar a una nueva orden de la torre de control para poder despegar.
El avión llegó al amanecer y durante todo el viaje, Naruto no pudo pegar el ojo. Aún tenía
clavada en su mente la mirada furiosa del hombre que sentado a unos metros de él
revisaba una documentación y que lo ignoró durante todo el trayecto.
El doncel asintió.
Para sorpresa del chico, el avión aterrizó en una pista privada ubicada a las afueras de
Konoha y al salir del pequeño aeropuerto se percató que no había reporteros, ni cámaras
que los esperaran.
Abordaron una serie de vehículos que en nada se parecían a la limosina que usaron en
Suna, por su antigüedad y lujo. Para consternación del futuro padre, Gaara fue
acomodado en otro vehículo al tiempo que Sasuke se subía al de Naruto.
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− ¿Te habrás dado cuenta que no puedo protegerte cuando tú te empeñas en actuar
tontamente? – inquirió el hombre cuando el vehículo inició su marcha.
El rubio abrió los ojos como plato. Era la primera vez que él se dirigía después de las
largas horas de vuelo.
− Tienes que entender que el bienestar del bebé es lo más primordial en este momento y
no voy a permitir que por una imprudencia tuya peligre su existencia.
Sus palabras recriminatorias cayeron sobre Naruto como cubeta de agua fría.
− Gracias… por recordarme ese pequeño detalle – señaló con amargura, mientras se
decía que había sido un tonto por querer confiar en él.
Con sus palabras tan claras, el banquero le recordó que todo lo que estaba haciendo para
protegerlo de Karin y Sasori era por el bebé nonato, no por el rubio o por otra cosa.
También se obligó a reconocer que él no era su amigo ni nada semejante sino al contrario,
un ser que sí se confiaba podía quitarle al niño en un abrir y cerrar los ojos.
− ¿Qué? – giró la cabeza para mirarlo por unos segundos sin comprender de qué
hablaba.
− Sí sigues maltratando tus labios sangraran con toda seguridad – aclaró con voz
pausada mirándolo directamente al rostro.
− Lo tendré en cuenta – respondió el ojiazul con frialdad al tiempo que dirigía su vista
al exterior del vehículo.
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Estaba en otro país. Lejos de sus costumbres. Sin conocer a nadie, con excepción de Gaara
que iba en el automóvil que los seguía a corta distancia. A completa merced de él y sin
poder escapar de aquel destino desconocido.
Se percató, que de la forma más dócil había accedido a viajar a Konoha, cuando debió
quedarse en Suna y llegar a un acuerdo con el banquero para la custodia del bebé, pero
hizo lo contrario. Ahora, en el territorio de él podía causar cualquier cosa, donde su poder
y autoridad no conocían el límite.
Naruto supo en ese instante de que debía tener los pies sobre la tierra. Dejarse de ideas y
de andar sobre las ramas. No confiar en él ni en nadie y por supuesto poner los puntos
sobre las íes sin miramiento alguno haciéndole saber que no permitiría que lo alejaran de
su hijo, pero al mismo tiempo reconociendo que el moreno poseía como padre el mismo
derecho que el rubio.
− Hablas del bebé como si fuera propiedad tuya – comenzó hablar con voz pausada
después de varios minutos en silencio, controlando su nerviosismo.
− Entonces ¿por qué actúa como sí lo fuera? – Inquirió elevando un poco su voz – Se le
olvida que yo soy su padre también.
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− Solo digo lo que veo – se encogió de hombros, infravalorando las palabras del ojiazul
– De cómo fue traído al mundo, solo conozco la versión que muy amablemente me
proporcionaste… y sí somos francos tus credenciales no son muy de fiar.
− No estoy diciendo que lo seas… - cerró los ojos por un segundo – La confianza se gana,
jovencito… - sus labios dibujaron una sonrisa torcida – Y un día de conocernos no es
suficiente para afianzar ese valor entre nosotros y mientras me demuestres con actos
suicidas que no tienes aprecio por la vida que se está gestando en tu vientre, entonces yo
tomaré en control tuyo.
A partir de ese momento, ninguno de los dos habló. No tenían más nada que decirse.
Sasuke creía con firmeza que proteger a su hijo merecía cualquier tipo de sacrificio. Sí
alguna vez había actuado con egoísmo y ambición al haberse casado con Karin, ahora
tenía el poder de la redención en sus manos y no le interesaba más nada.
*****
El trayecto a la casa de campo duró poco más de dos horas. Durante los últimos minutos
del viaje el rubio comenzó a sentirse por completo agotado, deseando una cama en donde
recostarse.
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Mujakina By Bluemelina
El camino bordeado de frondosos árboles les dio la bienvenida al lugar, al igual que una
copiosa lluvia que no había dejado de caer desde que dejaron el aeropuerto privado atrás.
Los verdes campos también le estaban dando la bienvenida, pero la belleza de las colinas
fue ocupada en la mente del rubio por la idea de que sólo había cambiado de prisión.
Al dar vuelta el vehículo por el senderó de grava, Naruto observó la casa por fin, oculta
tras una serie de arboles altos.
El haber escuchado como el banquero se refería la construcción de tres pisos, con grandes
ventanales y marquesinas blancas, construida piedra y oscurecida por los siglos, con dos
torres en la que una de ellas mostraba un diseño en su parte alta mucho más moderna
que el resto de la edificación; había creído que era una pequeña construcción, no un
palacio que se erigía ante él en medio de bastos jardines debidamente cuidados.
Los vehículos se detuvieron ante una escalinata que llevaba a la pesada puerta de madera
de la casa.
Antes de que el doncel se permitiera respirar de nuevo, se abrió la puerta y de ella salió
un hombre de cabellos grises portando una sombrilla para no mojarse con la lluvia.
La puerta del vehículo fue abierta por el hombre y Naruto a instancias del banquero, bajó
primero seguido por el ojinegro.
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De nuevo contuvo el aliento al ver la decoración del vestíbulo. Más que una casa de
campo, el rubio creyó con firmeza de que viviría dentro de un museo por la cantidad
innumerable de antigüedades que lo rodeaban. Aquella casa no le gustó en nada. Lo hacía
sentirse pequeño, insignificante.
Una puerta a la derecha se abrió y una mujer de cabello rosado vestida elegantemente
apareció ante ellos.
− ¡Oh, Sasuke! – habló la mujer con alegría, pero la sonrisa de su rostro bellamente
maquillado murió al notar la presencia de Naruto.
Parada bajo el marco de la puerta, escudriñó la figura redondeada del futuro padre
doncel. Naruto no pudo evitar alisar con sus manos su blusón holgado, nervioso ante la
revisión.
Los ojos verdes enmarcados por unas espesas pestañas siguieron los movimientos de las
manos del doncel, reflejando segundos después un brillo extraño y que no pudo descifrar
Naruto, pero que su instinto le dijo que tendría que cuidarse de esa mujer.
− ¿Qué haces aquí, Sakura? – preguntó Sasuke con un tono de voz que enfriaría el mismo
infierno.
La joven titubeó y elevando un poco la barbilla caminó hasta él para colgarse de su brazo.
Desde su lugar, Naruto se sintió incómodo ante la escena. Estaba bien de que el banquero
hubiese recuperado su estado de soltería, pero jamás imaginó que tuviera una amante
esperándolo en Konoha.
¿Por cuánto tiempo había estado engañando a Karin? ¿Era esa mujer causante del odio
que su prima sentía hacia aquel hombre? Aquellas preguntas bombardearon la mente del
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rubio, haciendo eco en cada fibra de su ser y un sentimiento que nunca había
experimentado se apoderó de él sin saber que nombre ponerle.
− Vaya… vaya… Uchiha-san, usted si sabe vivir… – la voz de Gaara apareció detrás de
ellos, callándose abruptamente al ver a la mujer peli rosada colgada del brazo de su nuevo
jefe.
Esa interrupción sirvió para que Sasuke se soltara del amarre de Sakura.
− ¿Quién es él? – preguntó Sakura, fingiendo una amabilidad que estaba lejos de sentir
el rechazo físico del banquero.
Ese era su día, pensó, para celebrar a todo lo alto que Sasuke al fin se abría librado de
Karin y jamás creyó que él se aparecería con un doncel desconocido en pleno estado de
gestación.
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− Bienvenido sea, Naruto-kun… - murmuró la mujer no muy contenta y soltando la
mano del Sunaénse.
Sasuke hizo los arreglos pertinentes para que Naruto y Gaara fueran acomodados en sus
respectivas habitaciones. Siguiendo al mismo hombre que había visto al llegar, Naruto
fue instalado en una habitación que tenía vista hacia un pequeño lago artificial ubicado a
espaldas de la casa y justamente su puerta conectaba con otra habitación ignorando
totalmente que era la habitación del moreno, Gaara fue colocado en el cuarto de al lado.
Fue a buscar a Gaara a su habitación y éste no le respondió, por lo que decidió bajar solo
al vestíbulo. Con seguridad encontraría a algún empleado que le indicara donde se
encontraba el dueño de la propiedad.
Siguiendo los largos pasillos, se vio de nuevo en el vestíbulo. Recordó que la mujer
ejecutiva había salido de una habitación de la derecha y se dirigió ahí, esperando tener
suerte.
Al llegar se dio cuenta que la puerta estaba entreabierta y comenzó a escuchar unas voces
que provenían de la habitación. No tenía la intención de escuchar detrás de ella pero la
curiosidad le ganó y se convenció a sí mismo que no estaba cometiendo nada malo sí así
se enteraba de las intenciones del padre de su hijo.
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Mujakina By Bluemelina
− ¡No puedes hacerme esto!… - identificó la voz de la tal Sakura y que le indicó que
estaba alterada.
− ¡Por Dios, Sakura! Actúas como una amante celosa – el desdén llegó hasta Naruto.
− ¿Por qué entonces estás seguro que ese hijo es tuyo? – el veneno en la voz de la mujer
podía palparse en el aire.
Hubo un lapso de silencio hasta que la voz masculina se escuchó con claridad.
− No voy a permitir que cuestiones mis actos, Sakura. Ni mucho menos que actúes como
si fueras mi esposa… cuando sabemos muy bien cuál es la naturaleza real de nuestra
relación…
Naruto imaginó que el rostro de la peli rosa había palidecido ante la crueldad de sus
palabras.
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− Pues agradezco tu preocupación, pero quiero que te des cuenta que estás fuera de
lugar.
− Yo…
Al escuchar las palabras de la mujer, Naruto supo que la conversación había llegado a su
fin, por lo que fingió que recién había llegado y llamó a la puerta.
Al abrir, se encontró con una estancia muy grande, amueblada igual que el resto de la
casa, con antigüedades que valían una fortuna por su calidad y diseño.
− Así espero – asintió Naruto para después mirar al banquero – Uchiha-san ¿será posible
si alguien de sus empleados puede llevarme el desayuno a mi cuarto? Necesitó descansar.
Ha sido un viaje muy agotador para mí, como usted ha de entender.
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Mujakina By Bluemelina
La mirada negra de él recorrió su figura.
− Entiendo – asintió – Para futuras ocasiones puedes pedirlo por el interfono que hay en
tu cuarto.
Poco después, Naruto salió de ahí para refugiarse en las cuatro paredes de su habitación
y minutos más tarde, llegó un empleado llamado Iruka con una bandeja llena de
aperitivos y zumo de naranja.
Junto a un pequeño comedor, ubicado cerca de uno de los ventanales que iluminaban el
lugar, el doncel desayunó a solas para después caer rendido sobre la cama.
*****
Pronto, los recién llegados se acostumbraron a la rutina de aquel lugar y que fue impuesta
por las ya antiguas costumbres de Konoha.
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Como había escuchado Naruto al espiar detrás de la puerta, el banquero se fue de ahí dos
días después, en compañía de una Sakura en la que no cabía la felicidad en ella y de la
cual el joven embarazado no le gustó observar.
Sabía que el banquero regresaría pronto, el próximo fin de semana, porque así lo anunció
él, pero lo que no deseaba era que Sakura regresara de nuevo a la casa de campo.
Reconocía que no era un billete de 100 ryus para caerle bien a todo el mundo, pero la
amabilidad fingida de la ejecutiva no le agradaba. Hubiese preferido que le demostrara
su verdadera cara para saber a qué atenerse de ella; pero al contrario, notaba que su único
propósito era sumar puntos con su compatriota.
Sasuke cumplió su palabra y regresó solo el siguiente fin de semana. Así lo hizo durante
el último mes. Pero ese día era diferente. Era jueves y el arribo del hombre estaba
programado para aquella tarde.
Ese sería un fin de semana muy largo para el joven, que con solo la presencia de él hacía
que su cuerpo temblara de forma incontrolable y cuya causa se la daba el estado nervioso
en el que se ponía cada vez que lo tenía frente suyo.
Sintiéndose sofocado ante la inminente llegada, Naruto invitó a Gaara a salir a caminar
por el campo y aprovechar ese día, que extraordinariamente había amanecido sin nubes.
Aunque no se fiaba en que el tiempo permanecería así hasta la llegada de la noche, ya
que comenzaba a entender el extraño clima del país que le dio cobijo.
Ambos donceles habían decidido seguir la carretera en sentido contrario a la que llevaba
a la propiedad, para conocer más de los alrededores.
El viento un poco frío golpeaba el rostro del rubio, causando que sus cabellos bailaran al
ritmo que este marcaba. Naruto cerró un poco más el cierre de su chaqueta, pero su
vientre se lo impedía, así que optó por cruzar sus brazos sobre el torso para protegerse
del helado tiempo.
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− Son imaginaciones tuyas – respondió el joven después de varios minutos.
− Sea lo que sea, no te veo muy tranquilo que digamos – Gaara hizo un movimiento con
la mano.
− Últimamente no he dormido bien, el bebé patea mucho – se justificó, sin añadir que las
pesadillas se sumaban a sus noches en vela.
− No creo que ese hombre tenga de hobby espiar donceles embarazados durmiendo…
él debe de tener asuntos más importantes que atender. –respondió Naruto.
Siguieron caminando en silencio hasta llegar a una pintoresca granja. Rodeada de árboles
y un campo extenso en el que se veían varias vacas pastando.
− ¡Buenos días! – gritó Gaara en espera a que alguien saliera de la casa o del granero,
ubicado cerca de ellos.
− Será mejor que regresemos – señalo el rubio, cerrando su mano sobre el brazo del
enfermero.
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− ¡Buenos días! – se escuchó la voz de un hombre que provenía del granero. Después la
figura de él, que con pasos largos se acerco al par de donceles.
− Naruto no había visto un hombre tan alto, con excepción del padre varón de su hijo,
que aquel extraño moreno de ojos negros que se acercaba con una enorme sonrisa en su
rostro.
− ¿Puedo ayudarlos en algo? – preguntó hasta detenerse frente a ellos. Los ojos de él se
posaron en Gaara y después en Naruto, deteniéndose por varios segundos en la silueta
del último.
− ¡Son turistas! – Aseguró – Bienvenidos a Konoha ¿en qué puedo ayudarlos? – se limpió
las manos en sus pantalones de mezclilla y la extendió.
− Solo estamos conociendo los alrededores, gracias – contestó el ojiazul después de soltar
su mano – Tiene usted una granja muy bonita – recorrió el terreno con la mirada.
− Ojala fuera mi propiedad… Soy Shimura Sai, el veterinario del pueblo y solo estoy
ayudando a un amigo para que una de sus vacas pueda dar a luz un sano becerrito.
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− Sí – la cabeza morena brillo por el sol al ser ladeada hacia el este – Si siguen el camino
llegarán en 15 minutos… aunque me sorprende que no conozcan el pueblo… - comentó
un poco intrigado - ¿En donde se están hospedando? – miró con detenimiento al
embarazado.
− ¿Están en la casa Uchiha? – Su voz cambio al igual que su mirada - ¿Son familiares de
Sasuke Uchiha?
Gaara abrió la boca para contestar, pero en un discreto codazo, Naruto se lo impidió.
− Estamos en la casa Uchiha y no, no somos familiares de él. Soy Uzumaki Naruto y él
es Sabaku no Gaara…
Naruto no pudo evitar sonrojarse ante la mirada interrogante del hombre al igual que el
enfermero, que le había llamado mucho la atención del veterinario.
− Entiendo – Sai entrecerró la mirada – Mi trabajo aquí ha terminado, si gustan los puedo
llevar hasta la casa Uchiha. Es un largo camino de regreso.
− Estaríamos encantados – sonrió Naruto aun sin poder controlar el sonrojo - ¿Podemos
ver el becerro recién nacido?
− Por supuesto – asintió él – Solo síganme y fíjense donde ponen los pies.
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Ambos donceles lo siguieron al granero. El rubio tuvo que parpadear varias veces antes
de acostumbrarse a la oscuridad del interior. Cuando sus ojos lo hicieron, vio una enorme
vaca parada en un extremo del lugar con un becerrito a un lado, luchando por mantenerse
en pie y buscando la ubre de su madre para alimentarse.
− Gracias por permitirnos ver esto – Naruto se giró y miro el rostro del hombre.
Naruto sonrió.
− Entonces, en marcha.
Subieron a una camioneta de reciente modelo y el resto del camino Sai contestaba las
constantes preguntas del futuro padre.
− Me gradué de la Universidad hace dos años y poco después regresé al pueblo que me
vio nacer.
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− ¿Y tu familia? – inquirió Naruto.
Naruto notó la tristeza en la voz de Sai y al darse cuenta que no hablaba de su padre, no
quiso ahondar más en el tema.
− Parece que vienen por ustedes – comentó el sonriente moreno al tiempo que disminuía
la velocidad del vehículo para pararse al lado de la carretera.
Las manos de Naruto comenzaron a sudar, por lo que trató de limpiárselas en la tela de
sus pantalones cuando vio a banquero salir del auto deportivo.
− Sí, vienen por nosotros – su voz apagada no paso desapercibida por el veterinario.
− Veré que no tengan problemas – comentó él al tiempo que bajaba del automotor.
Naruto no quiso permanecer ajeno e instó a Gaara para que abriera la puerta. Al salir, vio
como los hombres estaban frente a frente.
Naruto percibió la enemistad entre los dos hombres. Algo que se le hizo muy extraño,
pero que dentro de su nerviosismo trato de que no le afectara.
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− Es parte de la “caballerosidad” de Konoha – respondió Sai, sin dejar de mirar al
banquero con el cuerpo en tensión.
− Gracias por todo, Sai – le dijo el rubio al acercarse a él y extender su mano para
despedirse.
El joven embarazado permaneció parado en el mismo lugar, viendo como él daba vuelta
en u y se perdía por la carretera.
− ¿Por qué tenía que ser tan grosero? – Preguntó al tiempo que caminaba hacia él – Sai
solo quería ser amable con nosotros – señaló.
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Naruto suspiró y lo siguió a la habitación indicada al tiempo que Gaara se perdía de su
vista. No le había gustado lo que sucedió minutos antes y no le gustaba lo que estaba
sucediendo en ese momento, aun así tuvo que obedecer.
− ¿Sabes que fue una imprudencia que salieras de la casa? – habló por fin, después de
varios segundos.
− Yo solo quería dar un paseo – respondió con frialdad – Está casa me estaba asfixiando
– escuchó como él contenía el aliento con su respuesta.
− Si decides tomar un paseo lo puedes hacer, siempre y cuando no pases los límites de
la propiedad.
− Precisamente por eso, Naruto – los ojos negros se posaron en su vientre voluminoso -
¿Qué crees que pasaría si decides entrar en parto en uno de tus paseos? Gaara tendría
que dejarte abandonado ahí mientras regresa a casa a avisar…
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− Además, si hago amigos eso no…
− Sai Shimura no sería un buen amigo para ti – señaló, dejando sorprendido al ojiazul.
− Sólo te puedo decir que si lo vuelvo a ver no le voy a negar el saludo, ¿comprendes?
No puedes controlarme todo el tiempo.
− No soy tu dueño, eso me queda claro jovencito. Lo único que estoy tratando de evitar
es que te expongas a riesgos innecesarios.
− Y lo es – respondió el moreno.
− Lo sé, estoy consciente de eso. Pero quiero que entiendas que necesito aire… no me
apetece permanecer aquí encerrado todo el día.
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Mujakina By Bluemelina
− Quieres salir ¿no? Entonces a partir de mañana yo te voy a llevar a que conozcas los
alrededores…
− No es necesario.
− Por supuesto que lo es – acotó él – Quieres respirar aire diferente… entonces vas a
respirar aire diferente.
− Aun no he terminado – señaló el magnate – Siéntate, que tengo que hablar contigo de
un tema delicado.
− ¿Hay algo que no me has dicho de lo que sucedió entre los Uzumari y tú? – preguntó
él en forma pausada.
− Están sucediendo cosas extrañas en el juicio… para ser más concreto, lograron cambiar
la fecha de éste hasta el mes de enero del año entrante.
− ¿Y? – levantó la barbilla, aun sin entender que quería decir el banquero.
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Mujakina By Bluemelina
− Eso fue un movimiento muy extraño y conociéndolos como son, sé que traen entre
manos algo que puede afectarnos.
El comentario causo que Naruto se estremeciera por el temor sembrado por sus palabras.
− No… - volvió a decir – La verdad no recuerdo nada y no… puedo ayudarte a descifrar
que es lo que traman – se encogió de hombros.
− Sí y…
*****
Esa noche, Naruto cenó en el enorme comedor en compañía de Sasuke. Lo hacía así cada
vez que él estaba en la casa. El resto de la semana lo hacía en el comedor de la cocina en
compañía de Gaara y los demás empleados o en su habitación, cuando se sentía cansado.
Solo se limitaron a disfrutar de los riquísimos platillos que el cocinero Iruka había
preparado.
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Ya al final, cuando estaban en el postre la voz masculina inundó la habitación.
La pregunta sorprendió al joven, aun así ocultó el entusiasmo que se despertó en el rubio.
− Algo… sí – asintió.
− Me parece bien.
Poco después, el Uzumaki se vio siguiendo la amplia espalda del moreno por pasillos
que no había explorado antes. Se detuvo al notar que él lo hacía frente a una pesada
puerta de metal.
− Las torres formaban parte de un fuerte militar – informó al tiempo que abría la puerta
– Mis antepasados construyeron la casa alrededor de las antiguas ruinas.
Naruto notó una escalera en forma de caracol que se extendía a lo largo de la torre.
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Emprendieron la subida. Naruto lo hizo con cuidado porque no conocía el lugar, Sasuke
atrás de él iba al pendiente de cualquier incidente que se suscitara.
Cuando llegaron a lo más alto, el futuro padre doncel quedó por completo sorprendido.
Había un amplio salón. Rodeado de ventanales. En medio del sitió había un aparato que
el ojiazul identificó inmediatamente.
− ¡Un telescopio! – exclamó y avanzo hasta él para que sus dedos tocaran el frio metal.
Era muy moderno y por la serie escrita en una pequeña placa, se dio cuenta que era lo
último en tecnología.
− Primero tienes que abrir las ventanas y el lente – dijo Sasuke al tiempo que se dirigía
hacerlo.
− Sí… sí…
El entusiasmo que mostraba el joven lo dejó perplejo, aun así comenzó a preparar todo,
sin que Naruto apartará las manos y la vista del aparato. Después se percató de que el
doncel, sabía perfectamente cómo utilizarlo porque sus dedos se movían con magistral
precisión.
− Dime algo que no conozca de ti – comentó él al tiempo que tomaba asiento en un diván
colocado estratégicamente cerca del telescopio.
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− ¿Por qué abandonaste? – acribilló.
− Tuve que cuidar a mi madre – sus manos enfocaron una nueva dirección en el aparato
– No tenía idea que te gustara la astronomía – comentó con vaguedad sin dejar de enfocar.
− De niño era lo único que podía apreciar y que no costaba ni un centavo – sonrió,
después volvió a inclinarse sobre la mirilla – Me sorprende de tengas este modelo para
uso exclusivo… vale una pequeña fortuna – sus dedos acariciaron el metal.
− Fue un gusto que me di cuando heredé la casa… - señaló con un tono de voz glacial.
− Difícil ¿eh? – Se separó del aparato - ¿Podré subir cuanto crea necesario durante tu
ausencia? – le preguntó, deseando que él no se negara.
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− Siempre y cuando Gaara venga contigo – acepto Sasuke – Creo que en mejores manos
no puede estar el telescopio – se dibujó una sonrisa en el rostro del hombre, pero cuyo
brillo no llegó a sus ojos negros.
− ¡Bien…! Gracias… - comentó agradecido – Creo que ya es hora de irme a dormir – miró
su delgado reloj de pulsera – Hoy tuve un día muy agotador – se dirigió a las escaleras.
− Pensé que te quedarías por más tiempo – comentó Sasuke al tiempo que lo seguía.
− Ya habrá otras ocasiones para hacerlo – en realidad, lo que quiso decir era que su
presencia lo alteraba demasiado como para concentrarse en ver las estrellas.
Sintió alivio cuando llegó al pasillo y avanzó presuroso para perderse dentro de su
habitación. Aun así, no lo logró, la mano del moreno lo detuvo antes de cruzar la puerta.
− Qué pases buenas noches, Naruto – escuchó su voz masculina detrás de él.
− Lo mismo digo… buenas noches – su cercanía impedía que sus pensamientos actuaran
con coherencia, así que evitó mirarlo a los ojos - ¡Oh! – Exclamó al sentir una patada
dentro de su vientre – Vaya, creo que hoy será una noche muy movida – comentó alegre.
− Esperó que decida hacerlo de nuevo, aunque no tengo garantía que lo haga – se giró y
lo miró, descubriendo un brillo extraño en los ojos negros que le hicieron preguntarse sí
era bueno permitirse esa familiaridad con él.
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Sin decir nada más, vio como la mano masculina se acercaba a él hasta posarse de forma
delicada sobre el vientre apenas cubierto por la tela del suéter. Sintió como el calor que
emanaba de él traspasaba la ligera barrera de tela.
Naruto sintió una descarga eléctrica y tal pareció que el bebé también, porque decidió en
ese momento volverse a mover.
− Es increíble como el acto de la vida nunca deja de sorprendernos – dijo Sasuke tratando
de controlar sus emociones.
Sus palabras le recordaron a Naruto al joven apuesto que conoció ese día. A Sai, cuyo
rostro le recordaba a alguien, pero no identificaba a quién.
− Así es… - asintió, tratándose de librarse de la imagen del veterinario – Tal parece que
reconoce quién es su padre…
− Sí…
− Parece que será un pequeño muy inquieto – dijo el moreno, aprisionando un poco sus
manos en el abdomen del menor, tratando de sentir la curvatura del oliváceo vientre sin
apartar la mirada del rostro del doncel.
− Sí… - ahora fue turno de Naruto en decir un monosílabo al sentir las fuertes y suaves
manos del Uchiha.
Sin que se dieran cuenta, sus cuerpos comenzaron a acortar la distancia que los
separaban.
Naruto pudo sentir el aliento de él sobre su cabello y una señal de alarma se dejó escuchar
dentro de su cabeza.
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Mujakina By Bluemelina
− Será mejor que me vaya a dormir – señaló la habitación en un esfuerzo por parecer
normal.
Sasuke sintió como el cuerpo del rubio se alejaba y lo vio cerrar la puerta tras de él.
Resguardado, seguro…
*****
Dos horas más tarde, Sasuke dejaba a un lado el libro que estaba leyendo al ver que ya
pasaban las dos de la madrugada, se levantó de su sillón de piel, se colocó su bata de
dormir y se dirigió a la puerta que conectaba con la alcoba de Naruto.
Entró en ella y se acercó hasta la cama donde dormía muy apaciblemente el rubio doncel
embarazado, lo contempló mientras descansaba, esa noche, el ojiazul tenía su voluminoso
vientre al descubierto ya que la chimenea de su habitación estaba encendida y Naruto
últimamente experimentaba sensaciones de mucho calor a pesar que el invierno estaba a
unos días de hacer su llegada y esa noche no era la excepción.
Lo contempló por espacio de veinte minutos y justo cuando se retiraba, escuchó la voz
del rubio algo angustiado.
Sasuke al escuchar las palabras se acercó al cuerpo del doncel y quiso tocarle la frente,
pero cuando estaba a punto de hacerlo, se detuvo al volver a oír la voz del rubio, pero
esta vez no se escuchaba angustiada, sino más bien ¿deseosa?
182
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El Uchiha sonrió ante las palabras del ojiazul, era más que obvio que el rubio estaba
experimentando el deseo carnal ya que durante el embarazo la libido aumenta
considerablemente tanto en donceles como en mujeres.
Los gemiditos del rubito hicieron sentir al moreno un deseo de querer poseerlo, sin
embargo sabía que Naruto estaba soñando, así que sin hacer ruido alguno optó por besar
los labios rosaditos del doncel, fue un leve toque pero suficiente para decir que fueron los
labios más deliciosos que había probado.
Después de besarlo, el Uchiha pudo apreciar que en el vientre del doncel se notaban
pequeños golpecitos, y es porque su hijo estaba pateando, el moreno volvió a palpar con
sus manos y sin pena alguna depositó un casto beso en la panza del Uzumaki.
Con este pensamiento, Sasuke se fue a descansar dibujando en su rostro una amplia
sonrisa, sonrisa que desde hace muchísimo tiempo no tenía…
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Capítulo XIV
Naruto liberó el aire de sus pulmones cuando se sintió seguro en la intimidad de su
habitación. Sin saber el porqué de su respuesta ante el contacto del banquero, apoyó el
rostro contra la madera de la puerta y escuchó con nitidez como los pasos de Sasuke se
alejaban por el pasillo. Lejos de él y de su bebé.
Suspiró tratando de controlar sus pensamientos desbordados, pero sabía que era inútil
su esfuerzo. La presencia del hombre lo afectaba más allá de lo normal y gran parte de
ello se lo achacaba a las hormonas al reconocer que él era muy atractivo y la otra parte se
lo achacaba porque era el padre de su hijo, engendrado dentro de una situación
extraordinaria.
Sí esa mañana había salido de la enorme casa en busca de tranquilidad para su ser, no
podía negar en ese instante que el pequeño enfrentamiento que tuvo con el banquero le
sirvió para conocer y tratar de comprender un poco más la personalidad fría que le
caracterizaba y su postura sobre la paternidad de él, además de que sabía identificar a la
perfección que el guardaba un secreto de su pasado y que se encontraba perfectamente
ligado con el veterinario del pueblo.
Solo tenía que seguir su instinto para darse cuenta que la enemistad que ambos hombres
se profesaban, se había germinado a través de los años, pero ¿qué había provocado
aquello?
Cuando dejó de escuchar los pasos, Naruto se alejó de la puerta para entrar al cuarto de
baño para meterse bajo el chorro de agua de la regadera. En pocos minutos se vio vestido
con su pijama frente al espejo. Su vientre aumentaba cada vez más con el paso de los días
y solo faltaban 8 semanas para dar a luz.
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Subió la tela del pijama para dejar al descubierto su voluminoso vientre. Su piel del
abdomen, en constante tensión brillaba bajo las luces de las lámparas junto a la cama,
después de haber cubierto la piel con una crema especial con esencia de almendras para
prevenir las estrías. Después notó como se marcaba más la rayita en su bajo vientre y
como sus senos estaban ligeramente hinchados para poder amamantar a su bebé.
− Ojalá todo pudiera solucionarse con una ecuación matemática – dijo frente al espejo,
tratando de que con ello llegara una solución a sus problemas, pero era soñar despierto.
Por más que hiciera ecuaciones o realizara algún proyecto científico, sabía que no estaba
preparado para enfrentarse a la jauría de lobos que lo rodeaban.
Su vida siempre había estado protegida por el amor de Minato y Kushina Uzumaki, y a
la muerte de su padre, Kushina trató de que el mundo de su hijo no se tambaleara y a
cambio, Naruto siempre busco que su madre estuviera orgullosa de todo lo que
emprendía, volcándose en los estudios para conseguir una beca en el Instituto
Tecnológico Namikaze; olvidándose de fiestas y de novios durante su adolescencia,
olvidándose de vivir lo que le correspondía a un joven de su edad hasta lograr su ansiada
meta y cuando al fin la obtuvo, menos de un año después sucedió lo inevitable.
185
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Y ahora estaba ahí, frente al espejo, viviendo en una casa desconocida, en otro país que
no era el suyo, albergando en su vientre a un bebé que no había pedido y que había
aprendido a amar con todo su ser y teniendo a su lado a un hombre que no sabía de su
existencia hasta que fue demasiado tarde y que posiblemente lo despreciaba y que no lo
demostraba por guardar apariencias.
Definitivamente su vida estaba hecha un lío y lo peor de todo era que por más que trataba
de actuar con raciocinio, sentía que no estaba preparado para todo aquello que se
enfrentaba, y ni mucho menos para enfrentarse al poderoso Sasuke Uchiha, si solo
conocía los astros y demás cuerpos celestes y ni siquiera eso había hecho bien.
Aunque pensándolo bien, todo ser humano tenía una debilidad. Un ejemplo claro,
Aquiles el gran guerrero de la mitología griega. El héroe de la Ilíada, el hombre que fue
derrotado cuando una flecha envenenada alcanzó su talón. El griego cuya única debilidad
era aquella parte de su anatomía y si él lograba descubrir cuál era la de Sasuke, quizá
tendría un arma para luchar contra él.
Y sabía por instinto que la única persona que podía proporcionarle aquella clave era Sai
Shimura.
Con esos pensamientos en mente, Naruto se dirigió a la cama y retirando las mantas se
acostó en espera que el sueño no tardará en llegar. No quería pasar otra noche de
insomnio, igual como sucedía cada vez que el azabache estaba en el mismo techo que él.
Para su mala suerte, sucedió lo mismo y esta vez sus sueños no fueron agradables. La
pesadilla que tuvo el primer día que llegó ahí se repitió, haciéndolo gritar de horror
cuando escuchó la voz del banquero haciendo eco en la oscuridad de su mente.
Pero sin embargo, después de aquella pesadilla, el doncel experimentó otro tipo de sueño
y este no era malo, al contrario era ¿bueno? ¿Placentero?
Así como aquellos sueños que tuvo al inicio del embarazo, donde sentía como unos
brazos le tomaban, lo acariciaban y besaban con verosímil, ahora era exactamente igual,
nada más que en está ocasión; el rubio podía ver el rostro de Sasuke Uchiha.
186
Mujakina By Bluemelina
Comenzaba a besarlo despacito, acariciando sus labios con los suyos, le besaba cada parte
de su rostro, el moreno se reflejaba en los brillantes zafiros del menor, Sasuke sonreía al
ver la inocencia del doncel ya que a pesar de estar preñado, está sensación era la primera
en experimentar del rubito.
Lo besaba nuevamente en los labios mientras que el pelinegro poco a poco lo empezaba
a desnudar, el ojiazul al tener desabrochada en su totalidad su camisa Sasuke se la deslizó
suavemente por los hombros, Naruto también quería imitar lo que el mayor hacía y
ayudado por el moreno lo desnudó de la parte de arriba, el banquero se estremecía al
sentir las suaves manos del doncel que recorrían su cuerpo, cuando al fin logró su
cometido deslizó suavemente su dedo índice por la olivácea espalda del doncel
haciéndolo temblar por el ligero toque, el Uchiha sonrió a lo que el menor le hizo segunda
solo que hundiendo su cabeza en el fuerte pecho del banquero, él con solo sentir el cálido
aliento del embarazado también se estremeció, pero más fue su fascinación al sentir algo
húmedo en su cuerpo y era el hecho de que el rubito comenzó a besar dejando ligeros
rastros de saliva sobre su recorrido por el cuerpo del moreno.
Al dirigir nuevamente sus brazos hacia los hombros de Naruto, Sasuke tomó su rostro
para mirarlo nuevamente en aquel par de ojos zafiro que tantas veces lo miraron cuando
lo conoció aquella vez en el departamento de Karin. Le embriagó la manera en la que
estaban, totalmente oscurecidos por la pasión que en ese momento sentían la
combinación de azul con negro solo logró que ardiera mas su deseo de poseerlo, de
querer de una vez por todas ser un solo cuerpo, unidos por ese ser que albergaba en el
vientre del doncel, Naruto lo miraba de igual manera, los ojos del banquero también
tenían esa combinación: negro con rojo, ambos se miraban en silencio siendo el Uchiha el
primero en romperlo:
− Eres tan hermoso mi ángel. – Decía mientras acariciaba una de sus mejillas. – No quisiera
causarte ningún daño ni a ti ni a nuestro bebito. ¿Quieres seguir adelante? – Preguntó dándole
un beso en la frente al mismo tiempo que acariciaba la barriga del rubio.
Naruto dirigió sus labios para depositar un beso en los bordes entreabiertos del moreno,
recorrió con su boca su mejilla y cuando estuvo cerca de su oído le susurro con voz
seductora:
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Mujakina By Bluemelina
− Nunca podrías hacerme daño… quiero ser tuyo, quiero sentir por primera vez al padre varón
de mi hijo… ¡Tócame Sasuke!
Esas palabras para el banquero fueron el inicio de una noche de entrega y pasión, deslizó
suavemente el restante de la piyama del menor, besó cada parte de su cuerpo,
tiernamente lo hacía en el vientre del doncel haciendo que Naruto sonriera y le acariciara
su negra melena.
− Quiero que te quedes quietecito mi bebé mientras juego un ratito con tu oto-chan. –hablaba el
ojinegro a su bebé no-nato sintiendo que éste le respondía dándole ligeros golpecitos en
el vientre de su padre doncel, haciendo que Naruto sonriera tiernamente.
Sasuke le dio un último beso al vientre del doncel y continuó su recorrido llegando hasta
la parte más íntima del rubio, acarició el miembro semi erecto del ojiazul haciendo que
éste soltará un gemidito de placer, el Uchiha continuó con su labor y recostándolo sobre
la cama. El moreno al ver la cara de placer que tenía el menor, continuó con su labor pero
ahora fue que con su boca envolvió el miembro de Naruto comenzando ahora sí el
verdadero placer para el Uzumaki.
− Mmmm… Sasuke… - eran los gemidos que pronunciaba el embarazado al sentir el enorme
placer que lo hacía estremecer.
− ¿Te gusta?
El rubio asintió y con eso Sasuke continuó pero quería más, así que abandonó su boca del
miembro del doncel para ahora dirigirla hacia la rosadita entrada del menor para
empezar a ensancharla, metió su lengua en aquella estrecha cavidad, ensalivándola poco
a poco, cuando estaba suficientemente humedecida, el moreno acercó un dedo y empezó
a penetrarlo, al ver que el Uzumaki se estremecía continuó con su labor y así adentro dos
dedos y después tres haciendo movimientos circulares y en forma de tijeras.
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impedía, Sasuke al ver lo que intentaba hacer el rubito, sonrió y fue él mismo el que
acariciaba de arriba hacia abajo el pene del doncel.
Y así acomodando al rubio para poder penetrarlo, Sasuke se hizo uno con el padre doncel
de su bebé, sintiendo por primera vez Naruto la forma de hacer el amor.
Cuando abrió los ojos, tuvo que parpadear varias veces para reconocer la habitación. Las
cortinas estaban corridas y solo un leve rayo de sol entraba entre ellas, alumbrando un
camino sobre la moqueta cubierta de finos tapetes hasta subir por el cobertor y terminar
sobre el vientre de Naruto, que maravillado veía el efecto de la blanca tela del pijama
iluminada por los rayos.
Aún así, el ojiazul se despertó sumamente sorprendido por su último sueño dándose
cuenta que su miembro estaba semi-erecto y la tela que lo cubría estaba mojada, producto
de un húmedo y placentero sueño.
− Espero y esto sea consecuencia de las hormonas del embarazo… -comentó el doncel.
*****
Esa mañana, Naruto se dio cuenta de que el banquero tenía el propósito de cumplir con
la promesa de mostrarle los alrededores.
Justo después de salir del baño y mientras terminaba de vestirse, Kakashi le avisó que su
patrón lo esperaba en el comedor para acompañarlo a desayunar, Naruto tenía la
intensión de desayunar en su recámara junto con Gaara, ya que quería olvidar aquella
bochornosa situación, no se sentía con el valor de sostenerle la mirada al Uchiha. Así que
tratando de dejar atrás tan vergonzosa situación, el rubio le dijo al peli gris que aceptaba
la invitación del banquero y que en un par de minutos estaría acompañándolo en el
comedor de la residencia.
189
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Después de desayunar con él y poco antes de iniciar el paseo, el joven se vio teniendo un
teléfono celular de última generación y Gaara su enfermero, con un modelo igual.
Aunque no fue tan efusivo como el pelirrojo, le agradeció al banquero el nuevo aparato
con un aire de frialdad y hasta ese momento reconoció que ahora él podía localizarlo a
cualquier hora, en cualquier lugar.
Había cometido un error garrafal al sugerir que les diera el teléfono móvil, aunque estaba
solo en él si lo usaba o no.
Aunque Naruto no vio a ninguno de los guardaespaldas del hombre cercas, sabía que
ellos estaban cumpliendo con su trabajo. Resguardando la seguridad de ellos dentro del
anonimato.
Aquello le hizo dibujar una sonrisa en su rostro mientras el aire frio que entraba por la
ventanilla baja del vehículo desordenaba sus cabellos que con trabajo había tratado de
aprisionar y se quedaran quietos.
− Será mejor que subas el vidrió, sino quieres pescar un resfriado – hablo Sasuke sin
separar la vista del camino.
− Lo haré cuando lo sienta necesario – le respondió sin dejar de observar los verdes
prados por los que cruzaban.
Pero su respuesta no fue escuchada por el azabache, ya que desde el control de su puerta,
la ventanilla comenzó a elevarse hasta que el aire dejo de golpear el rostro del doncel.
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− ¿Por qué lo hiciste?
En silencio, recorrieron el resto del camino hasta llegar a su primer destino. Una
fortificación en ruinas ubicada en la cima de una colina. A pesar de que las nubes los
habían abandonado desde el día anterior, el viento frío azotaba el sitió sin inclemencia.
El auto paró y el rubio no esperó a que el banquero hiciera gala de sus buenos modales y
lo ayudara en bajar del vehículo. Abrió la portezuela y en un segundo se encontraba
estirando su espalda mientras que sus ojos observaban el lugar con sumo interés.
El Uchiha llegó a su lado y éste lo ignoró, de igual forma como él lo había estado haciendo
durante el trayecto, pero su necesidad de conocer algo de la historia de aquellas ruinas
pudo con él.
− ¡Es maravilloso! Desde aquí se puede ver todo el valle – exclamó al tiempo que cruzaba
los brazos sobre su pecho en un intento de protegerse de la inclemencia del tiempo.
Su chaqueta no cerraba a causa de su vientre, así que trató de disimularlo con aquel
movimiento. Para su desgracia, aquello no paso desapercibido por el banquero, quién en
su solo movimiento apartó los brazos del ojiazul.
− ¿La chaqueta no te queda? – inquirió al tiempo que jugaba con ambos trozos de la tela
en un intento de subir el cierre de la chaqueta.
Aquello acuso que Naruto quedará mudo a causa de la sorpresa. Sonrojado, asintió.
Los ojos del moreno se fijaron en su rostro y el rubia escuchó como él maldecía, para
después decir con voz controlada:
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− ¿Por qué no me habías dicho nada?
− ¡Sube! – ordenó.
− Vamos a Hyuga a comprarte ropa – comentó Sasuke con frialdad, mientras que sus
ojos relampagueaban en un claro indicio que no espera que lo contradijeran.
− No necesito de tú caridad.
Así que lleno de resignación lo siguió hasta una boutique especializada en ropa de
maternidad.
Tal pareciera que el banquero era muy conocido, porque en cuanto la dependienta
reconoció el rostro de él, su semblante pasó a convertirse en un gesto aburrido a uno de
servidumbre con el propósito de complacerlo y dar el mejor de los servicios.
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Naruto se vio en un instante, tratando de evitar que Sasuke comprara la tienda entera.
Aunque había ropas maravillosas, el doncel miraba el precio de cada prenda sin poder
ocultar su asombro.
Al final, el rubio tuvo que comprender que por más que insistiera que no necesitaba nada
de aquello que la dependienta tan solicita le mostraba, Sasuke no desistiría en comprarlo.
Pronto se vio entrando y saliendo del probador de ropa, buscando la aprobación del
Uchiha que sentado sobre un diván asentía o negaba con la cabeza las prendas a elegir.
Cuando se vistió con un suéter en color cereza, acompañado con un pantalón de vestir,
Naruto salió del probador sintiendo que pronto iba a estallar, pero cuando vio al hombre
con una prenda en la mano y que la dependienta se la había proporcionado, su rostro
adquirió el mismo color que el suéter que se había probado en ese momento.
− ¿Sí o no, Naruto? – levantó la ceja al percibir el estado perturbador del doncel.
− Yo… no necesito ropa íntima… mi ropa está perfecta – respondió lleno de inseguridad,
la cual le valió al banquero para dar la siguiente orden.
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− No quiero que lo hagas – después de contestar, recorrió el atuendo del doncel con
aprobación – Te llevarás eso puesto.
Naruto sintió como el color en su rostro luchaba por seguir ahí, recordando el sueño de
la noche anterior. Al ritmo en que iba, quedaría sonrojado por el resto de sus días. La
mirada ónice del banquero siempre lo alteraba y aquel momento no era la excepción. La
intimidad que conllevaba el hacer aquella actividad con él se salía de lo que había vivido
en las últimas semanas desde su llegada a Konoha.
Sintió alivio al ver como la vendedora regresaba minutos después cargada con varios
pequeños paquetes en sus brazos.
Pronto, el magnate comenzaba a escoger una a una de las prendas que le compraría al
rubio.
Sintiendo que los nervios iban a estallar, Naruto cerró su mano sobre el brazo del
banquero, demandado la atención de éste.
− Necesito hablar contigo – comentó con seguridad, pero por dentro temblaba.
A pesar de que vivía bajo el mismo techo que Sasuke, el contacto entre ellos había sido el
mínimo, con excepción de cuando lo sacó en brazos del mar de reporteros que apostaban
afuera del hotel en Suna y de lo sucedido la noche anterior, cuando él le pidió si podía
posar su mano sobre el vientre del joven para sentir al bebé y después aquel bochornoso
sueño.
Sintió como un calor extraño recorría el largo de su brazo hasta apoderarse de su cuerpo
por completo. Como si quemara, Naruto apartó la mano del brazo masculino.
− Necesitó hablar contigo – volvió a repetir para lograr que él le pusiera atención.
La mirada del hombre le mostró que no estaba complacido por la interrupción a su tarea.
− ¿Qué sucede?
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Mujakina By Bluemelina
La voz masculina llego hasta él como una ola, que lo tambaleo por un segundo. Tomó
aire para continuar, al tiempo que miraba a la dependienta.
− En privado – contestó.
Haciendo una mueca, Sasuke se apartó del mostrador y siguió al doncel a un extremo del
local, hasta detenerse cuando así lo hizo al considerar que estaba demasiado lejos de la
mujer como para que escuchara lo que tenía que decirle al banquero.
Vio como él cruzaba los brazos sobre su pecho en espera de lo que iba a comunicarle. La
intransigencia en el rostro masculino hizo dudar por un momento al rubio, aun así reunió
fuerzas para poder externar lo que pensaba de toda aquella charada.
− No quiero nada de esto – miró a su alrededor – Mi ropa está bien… - tomo su chaqueta
del diván más cercano para mostrársela-. Mi ropa interior está bien… - tomo aire -. En
realidad, no necesito esto, ni mucho menos que tú lo compres.
− Jamás pensé que esto fuera un favor – en un gesto nervioso se llevo la mano a su cabello
– Sé que lo haces por tu hijo, eso me queda claro… - suspiró – Pero no puedo permitir
que gastes una fortuna en ropas que solo voy a usar un par de meses. No es justo.
− ¡Qué no entiendes que no pedí nada de esto! – sin darse cuenta elevó la voz y atrajo la
atención de la dependiente del local – Sí tanto te preocupa mi vestuario… - comenzó a
mediar la situación al comprender que había ido demasiado lejos – Solo compra una
chaqueta, que es lo que en realidad necesito… lo demás sale sobrando.
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− Mira usuratonkashi…
Los dientes de Naruto rechinaron al oír el calificativo que el banquero utilizaba para
dirigirse a él. Lo odiaba. Lo hacía parecer un idiota.
− Tú en este momento estás viviendo bajo mi techo y está claro que estas bajo mi
protección… sí deseo gastar una pequeña fortuna en renovar tu vestuario así será. Por
más que intentes que cambie de opinión, esto no va a suceder porque no tengo la más
mínima intención de hacerlo. Tú en este momento llevas a mi hijo en el vientre y el padre
doncel de un Uchiha no se va a vestir con harapos.
− Nos llevamos todo – señalo con frialdad al instante que dejaba caer sobre la madera
del mostrador una tarjeta.
*****
El regreso a casa fue un momento embarazoso para el rubio. A pesar de su intento por
evitar que Sasuke comprara lo que él consideraba necesario para vestir a un embarazado,
no se sentía con derecho de usar las prendas. Aun así, tuvo que hacerse a la idea de que
el estrecho maletero del vehículo iba repleto de paquetes y que él esperaba que Naruto
usara el vestuario completo. Pero estaba en él decidir sí así sería.
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Maravillado por la decoración del lugar, el Uzumaki se dejó conducir en medio de las
mesas hasta llegar al sitió que el mesero había elegido para ellos.
Se ocultó detrás de la carpeta del menú para evitar mirar al hombre moreno que yacía
enfrente de él leyendo con interés la carta de vinos.
Pronto se vio comiendo con apetito la ensalada que había elegido como primer platillo, a
pesar de la compañía. Y deseo que los siguientes minutos corrieran tan aprisa para no
seguir soportando la presencia de ese Uchiha tan engreído.
Para su desgracia no ocurrió así. Con pasmosa lentitud los minutos corrieron. Tiempo
después, el camarero llevó el segundo platillo que había elegido, pato a la naranja, y poco
a poco sintió como el apetito desaparecía gracias al apetitoso alimento, mientras
observaba de reojo como Sasuke comía con un aire de desfachatez que causaba como
respuesta que los nervios del joven doncel se pusieran de punta.
− Sí continúas observándome de esa manera tus ojos van a caer sobre mi plato.
Al escuchar las palabras del banquero, Naruto brincó sobre su silla. Había creído que él
no se daba cuenta de su escrutinio.
− Seamos sinceros, usu… Naruto – corrigió al notar como los hombros del joven doncel
se tensaban bajo el suéter cereza – Tú y yo estamos unidos por una situación que ninguno
deseo, ni planeo.
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El Uzumaki asintió al estar por completo de acuerdo con él.
− Y lo único que nos queda de todo esto es tratar de llevarnos bien, en beneficio de mi
hijo…
− Eso no está en duda – miró la parte del vientre del embarazado que sobresalía de la
mesa con un brillo de burla en sus ojos – Indudablemente tu eres el padre doncel de mi
hijo y como un Uchiha está claro que su progenitor no debe de andar por ahí vistiendo
harapos.
− En este momento no, pero con anterioridad por supuesto, aunque no deberíamos estar
abordando este tema de nuevo…
− Sí, lo reconozco – alzo una ceja – Pero debes entender que las cosas han cambiado. Ya
no estás en Suna y aquí hay un protocolo a seguir y que invariablemente en tu país no es
muy respetado, además algo me dice que estás dispuesto a no recibir nada proveniente
de mí o ¿me equivoco?
− Nunca creí que fueras ese tipo de snob – movió la cabeza de un lado a otro, tratando
de que él cambiara de tema.
− No lo soy, pero la vida me ha enseñado que si tienes dinero úsalo. Así de fácil. ¿Alguna
otra cosa que quieras abordar?
El tono en que hizo la pregunta hizo que Naruto se sintiera como un adolescente.
− Mí hijo… - espetó con rapidez - ¿Qué va a pasar cuando mi hijo nazca? Aun no hemos
discutido sobre su custodia.
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El lo miro por varios segundos antes de responder.
− Sí tienes la tonta idea de llevártelo a Suna, no lo voy a permitir. Mi hijo tendrá que
criarse y educarse en Konoha – comentó con frialdad.
− Pero yo soy su padre doncel y creo tener el poder de decidir sobre dónde se va a criar
– argumentó.
− Ninguna ley te apoyara para que lo saques del país y mucho menos si yo estoy detrás
de ello, ¿entiendes?
− No puedo vivir indefinidamente en este país, yo tengo una vida en Suna… - arguyó,
sabiendo que no lograría convencerlo.
− ¿Qué clase de vida? ¿Trabajando de camarero mientras mi hijo es cuidado por una
persona desconocida? – se burló.
La sorpresa hizo presa del rostro del Uzumaki. Por lo visto, se había tomado la tarea de
investigarlo y eso lo desconcertó. Él sabía de su vida y Naruto no conocía gran cosa de él,
con excepción del matrimonio que tuvo con su prima y en como terminó.
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− Honrado o no, no es el punto a tratar. Un hijo mío no se verá en la situación de que su
otro padre salga a trabajar por las noches para llevar a casa unos cuantos ryus para su
manutención.
− Sí, claro. Para ti unos cuantos ryus no se comparan en los miles que ganas al día –
comentó con acidez.
− No son miles, querido. Son millones – aclaró con cinismo -. Y mientras yo tenga la
capacidad de darle todo a mí hijo, lo que tú hagas por él queda sobrando.
− ¡Eres un monstro!
− Soy realista y racional. Solo te estoy diciendo que mi hijo será criado en el país que lo
verá nacer, no te estoy pidiendo que hagas algo extraordinario e imposible de realizar.
− ¿Y qué voy hacer aquí? – Inquirió desesperado - ¿Esperar los fines de semana a que
decidas venir a jugar al padre con mi hijo? ¿Sin vida propia? ¡Por Dios! Estás enfermó si
crees que estaré bajo tu dominio por mucho tiempo…
La mirada de Sasuke se oscureció y Naruto comprendió en ese momento que había ido
demasiado lejos.
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Una mano del banquero se extendió a lo alto de la mesa hasta alcanzar el rostro del rubio.
Tomándolo de la barbilla lo obligó a mirarlo directamente a la cara, para que él no tuviera
duda de lo que diría después.
− Mí hijo no será criado por ningún pelafustán de quinta categoría… - las palabras de él
llegaron hasta Naruto con lentitud – Sí tienes la tonta idea de comenzar una relación
amorosa con cualquier tipo, primero tendrá que pasar por mi escrutinio y aprobación…
aunque dudo mucho que alguno pase la prueba.
Naruto echó la cabeza hacia atrás para alejarse de las manos de él.
Por varios segundos pensó su situación y reconoció que no tenía salida alguna por lo
pronto. A menos que en medio del yugo que se cernía sobre él, hubiera una rendija que
le ayudara salir de esa situación. Pero ¿cómo lograría descubrirla?
− ¿Qué es lo que quieres de mí? – inquirió, esperando que él respondiera con sinceridad,
para saber cómo poder defenderse.
− A mí hijo – contesto sin miramiento – El matrimonio no fue hecho para mí, como ya
habrás comprendido y que mejor que esta situación que Karin me brindó para ahorrarme
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unos cuantos papeleos… que a fin de cuentas no estoy dispuesto a soportar de nuevo –
su boca se torció en una sonrisa llena de cinismo.
− ¡Lo que tu deseas es una familia disfuncional! – Exclamó por completo sorprendido -
¡Sólo tú y mi hijo!
− Por supuesto – asintió sin dejar de mirarlo – La mitad de las familias en la actualidad
son disfuncionales y no por ello los niños crecen infelices.
− ¿Qué fue lo que te hicieron? – la pregunta salió de su boca sin intención de detenerla.
Había dolor en aquellos oscuros ojos y por un momento, la compasión lleno su corazón.
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Capítulo XV
− ¿Estás seguro que es lo que vas hacer?
La pregunta de Gaara detuvo a Naruto antes de abrir la puerta del pub* del pueblo.
Más aún después del altercado que tuvo con Sasuke y en el cual él mostró su enfoque en
relación al tipo de paternidad que deseaba. Y eso lo llenó de miedo y desesperación, por
lo que la idea de ir ahí le parecía la mejor en ese momento.
¿Qué haría en un país desconocido? ¿Ser mantenido por el banquero? Por supuesto que
ese no era su propósito, así que en cuanto regresó a casa después del intento fallido y al
que se le llamó paseo para conocer los alrededores, se encerró en la habitación y haciendo
uso del teléfono celular que Sasuke le proporcionó, se comunicó con Sai Shimura, el
hombre que podría decirle la debilidad del banquero; para citarlo ahí, dos días después
que Sasuke Uchiha partiera de regreso a ciudad capital y sin sospechar lo que el doncel
se proponía.
Ahora ya estaba a las afueras del pub, después de haber salido de la consulta del médico
que llevaba su control de embarazo y en un arranque impulsivo le comunicó al chofer
que lo había llevado hasta ahí que iría a conocer parte de la cultura de Konoha y que
mejor que entrar al pub que con letras brillantes anunciaba su existencia, sin levantar
sospecha alguna.
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− No te preocupes Gaara. No va a pasar nada con que entremos al lugar – trató de
tranquilizar al pelirrojo que con ojos llenos de aprehensión miraba por un ventanal el
interior del lugar.
− Parece… parece…
− De todas formas, por más que trate de convencerte no vas a desistir ¿verdad?
Una ligera música llenó sus sentidos. A pesar que el lugar estaba oscuro, reconoció
inmediatamente la cabeza azabache del veterinario, quién inclinado sobre la barra bebía
cerveza de raíz directamente de un tarro de cristal.
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Se dirigió hacia él sin vacilar seguido de Gaara, quien miraba a todas direcciones.
Sai deposito el tarro sobre la madera con un lento movimiento antes de girarse y verlo.
Los ojos negros se posaron en la presencia de Gaara y un ligero brillo se notó en ellos.
− ¡Hola, Sai-san! – Saludo éste sorprendido levantando una ceja en forma interrogativa
a Naruto - ¿Cómo ha estado?
El futuro padre se encogió de hombros al ver el gesto del enfermero. No le había dicho el
motivo real del por qué estaban ahí y hasta que vio al veterinario comprendió el juego
del embarazado.
− Muy bien, gracias por su preocupación – respondió Sai, volviendo a enfocar el rostro
del ojiazul – Me sorprendió tu llamada – comentó con sinceridad en la voz - ¿En qué
puedo ayudarte?
− Por supuesto – llamó la atención a una bella mesera para que los siguiera y tomando
el tarro, guió a sus acompañantes a través de las mesas estratégicamente formadas hasta
llevarlos a un privado.
El joven doncel tomó asiento en la silla que con caballerosidad le ofreció el moreno.
Cuando fue el turno de Gaara, éste se excusó diciendo que era mejor dejarlos solos.
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Hasta que no se marchó la mesera, inició la conversación entre ellos.
− Yo… deseaba platicar con alguien que no tenga injerencia con la casa Uchiha.
− ¿Quién te asegura que yo no tengo “injerencia” en esa casa? – recalcó la palabra que
Naruto empleara con anterioridad.
− Por cómo se dirigieron Sasuke y tú el otro día – contestó con el corazón en un puño.
− Creo que has llegado al lugar equivocado – movió la cabeza de un lado a otro – Sea lo
que sea que has venido a buscar, yo soy el menos indicado para ayudarte – se levantó con
la intención de retirarse.
− ¡Por favor!… ¡no te vayas!… ¡estoy tan desesperado que no sé a quién más recurrir!
Él se detuvo y miró el rostro pálido del joven. Se dijo que no debía estar ahí escuchándolo,
pero algo se removió dentro de él que hizo que volviera a sentarse.
− ¿Qué es lo que sucede? ¿Qué tipo de relación tienes con Uchiha? – lo acribilló, sin poder
ocultar el descontento de sus palabras.
− Es muy difícil…
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− Sí realmente quieres ayuda, necesitas primeramente sincerarte conmigo. ¿Qué está
pasando? Es poco normal que un doncel sunaense este por estos rumbos y más aun
viviendo en casa de Sasuke Uchiha sin que tenga una relación con él… - se detuvo en
espera de la respuesta del futuro padre.
− ¡En horabuena! – Sai levantó el tarro en señal de salud, sin ocultar el cinismo en el
gesto.
− Pues ahora entiendo menos – la cabeza morena del hombre se movió de un lado a otro
– No tienes una relación con él, pero es el otro padre de tú hijo.
Naruto suspiró al darse cuenta que la historia contada por él parecía inverosímil.
− ¿Entonces…?
La mesera llego con la bebida de Naruto y se marchó inmediatamente de ahí, sin prestar
atención a la mirada que Sai le dirigió.
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− ¡No! – Exclamó el moreno dejando caer el tarro sobre la madera de la mesa – Lo siento
mucho… pero no puedo ayudarte en lo que pretendes… - se pasó los dedos por su
cabello, nervioso – Los problemas maritales que ustedes tengan no son de mi
incumbencia.
− ¡Es que no son maritales! – Gritó al ver que él se levantaba de nuevo de la silla, dejaba
unos billetes sobre la mesa y se dirigía a la salida del privado – Ni siquiera fui amante de
él…
Ante la revelación, Sai se detuvo, girándose para ver el vientre voluminoso del doncel,
para después posarse la mirada en el rostro sonrojado. Estaba por completo sorprendido.
La cabeza morena del hombre se movió de un lado a otro, negando las palabras que
escuchó del Uzumaki.
− Sea lo que sea que tengan ustedes, no puedo verme involucrado. Discúlpame…
− Nada que el tiempo no pueda curar – se giró para avanzar, pero antes de llegar a la
salida se volvió – Existen varias asociaciones ciudadanas en el pueblo donde asisten
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varios ancianos. Más de uno tiene muy buena memoria y quizá… solo quizás alguno de
ellos tenga deseos de platicar contigo.
Se marchó.
“Nada que el tiempo no pueda curar” – las palabras que pronunciara Sai hicieron eco en su
mente. Las mismas que días antes dijera Sasuke.
− “Nada que el tiempo no pueda curar” – repitió Naruto, tratando de encontrar una lógica
a esa frase, sin lograrlo y sin escuchar el cuestionamiento del recién llegado.
Pero no lo consiguió.
De lo único que estaba seguro era que ambos hombres cargaban un dolor muy grande.
Sintiendo como sus piernas temblaban, se recargo en la mesa para levantarse de la silla.
Gaara a su lado, quiso ayudarlo, sin embargo, el rubio se lo impidió.
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Con pasos lentos, ambos donceles se dirigieron a la salida del establecimiento. Se
detuvieron frente al tablero y miraron los anuncios que había.
“Se busca jugador para la canasta” “El Club de Astronomía busca nuevos miembros. ¡Únete! No
te arrepentirás de la experiencia”, “El club de Bingo cambia su horario de encuentro a las 7 de la
noche. No faltes”.
− ¿Qué estás buscando? – inquirió el pelirrojo, sin comprender el por qué estaban
leyendo los anuncios.
− Cualquier cosa que me haga comprender qué diablos sucede – respondió con
sequedad el embarazado.
Sacando el teléfono celular que Sasuke le entregó, sacó varias fotografías de los anuncios.
Ninguna de las asociaciones se reunía esa noche, pero a la siguiente estaría preparado
para asistir, aunque sea a una de ellas.
− ¿Dónde estás? – Ladró la voz del banquero – Llamé a la casa y me informaron que no
habías llegado aún.
− Número equivocado – contesto con voz tranquila, a pesar de que por dentro estaba
temblando.
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− ¡No respondas! – Naruto cerró su mano sobre el brazo del enfermero.
− ¡Es Uchiha! – informó por fin Naruto, después de varios repiqueteos del teléfono.
Ambos donceles salieron del pub y se dirigieron al vehículo que los esperaba a una
cuadra, justo a la salida de la consulta médica.
Pronto se vieron de vuelta a la enorme casa, la cual se había convertido en una cárcel para
Naruto.
En cuanto llegaron, el mayordomo les informó que el señor Sasuke llamó buscándolos y
que se comunicaría más tarde con ellos.
− Dígale por favor que me siento indispuesto – respondió el joven ante el comunicado.
Después se dirigió a la biblioteca y sacó un libro de los estantes. Por su título supuso que
este le permitiría conciliar el sueño rápidamente. Cuando se iba a retirar de ahí, se percató
de una característica del lugar y la cual no había percibido con anterioridad.
Se acercó a las altas paredes las cuales estaban adornadas con cuadros de generaciones
anteriores de Uchiha. Había parejas, hijos y señores. Se detuvo frente a la imagen de un
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hombre mayor y por la fecha de cuando fue hecho supuso que sería el padre del
banquero.
Observó el cuadro con detenimiento, tratando de comprender el gesto seco del hombre y
buscando un parecido al banquero. No comprendió el porqué de la sonrisa torcida del
rostro masculino, pero sí encontró el parecido que buscaba.
Definitivamente era su padre y durante las pocas conversaciones civilizadas que había
mantenido con Sasuke, sabía que este ya había fallecido.
Apresurado, salió de ahí y comenzó a recorrer todas las habitaciones que conocía y a
aventurarse en aquellas que permanecían cerradas. Caminó entre los pasillos, abrió
puertas, revisó uno a uno los cuadros que las paredes mostraban.
Nada.
Nada.
Nada.
Y las palabras que intercambio con Sasuke durante el altercado de hacía unos días
aparecieron en su mente.
“- ¡Lo que tu deseas es una familia disfuncional! – le había dicho por completo sorprendido - ¡Sólo
tú y mi hijo!
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− Por supuesto – había asentido él sin dejar de mirarlo – La mitad de las familias en la
actualidad son disfuncionales y no por ello los niños crecen infelices”
¡Eso era! – Exclamó la mente de él con júbilo - ¡Por fin encontró la pieza que falta…! Sasuke
Uchiha fue criado dentro de una familia disfuncional… Sin la presencia de una madre…
Por eso su poco apego al matrimonio… del error de casarse con una mujer como su
prima… el no comprender la figura materno que él representaba en esa ecuación.
Simplemente, Sasuke Uchiha nunca tuvo un modelo materno en su vida, ni una familia
funcional donde desarrollarse.
Pero esa no era razón para obligarlo a permanecer en Konoha por tiempo definido.
Además, estaba el misterio de su madre. Si ella hubiese muerto debería haber algún
cuadro o retrato desperdigado por la casa y no había tal.
Cabizbajo regresó a la biblioteca para ver con detenimiento el retrato del abuelo de su
hijo.
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Por más que les daba vueltas en su mente a las diferentes hipótesis que se le ocurrían,
seguía sin comprender qué era lo que sucedió en el pasado del banquero y que lo tenía
marcado en el presente.
Además, estaba el otro cuestionamiento ¿Sai Shimura estaba ligado con el pasado de
Sasuke?
Sabiendo que tratar de adivinar más allá que lo que había comprendido hasta el momento
podría confundirlo, movió la cabeza de un lado a otro.
− ¡Gaara! ¡Gaara!
El enfermero se había ido a su habitación desde que llegaron del pub, pero le era
importante hablar con él.
− ¿Está temblando? – la cabeza pelirroja del otro doncel se asomó arriba del barandal del
pequeño balcón que formaba la escalinata antigua.
− Prepárate mañana, que vamos a salir por la noche – miró hacia arriba.
− En fin… - suspiró - Después de todo solo me queda rezar para que no me despidan –
se burló.
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Una risilla nerviosa se escuchó de por arriba de la escalera.
− Confío en ti, Naru-chan. Solo hay que esperar que el bebé no decida nacer durante una
de tus andanzas.
*****
− Nueve… rojo… - la voz proveniente de un altoparlante invadió el lugar atiborrado de
personas ansiosas por llevarse un premio esa noche.
Naruto junto con Gaara revisaron sus tarjetones del juego en espera de marcar el número
anunciado.
Notando que no lograba la atención del rubio, los ojos de Gaara comenzaron a divagar
por el salón del ayuntamiento, donde se llevaba a cabo los juegos de Bingo. Una figura
masculina recién llegada le llamó poderosamente la atención.
Naruto levantó la mirada y se encontró con los ojos ónices de Sai. Él inclinó su cabeza en
forma de saludo y se fue a tomar asiento lo más lejos de ellos.
− Solo está supervisando que no atente contra su seguridad – dijo con pesar.
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− ¿Seguridad?
Mirando a la anciana sentada frente a él, le sonrió. Sabía que cuando ellos le tuvieran la
suficiente confianza podría comenzar su investigación.
La anciana sonrió.
− Gracias, jovencito. Creo que mi mente se está volviendo cada vez menos ágil.
− Sai-kun está jugando… ¡qué cosa tan extraña! – señaló un hombre de cabello blanco y
barba larga.
Los oídos de Naruto se pusieron atentos en espera de algún comentario de parte de ellos.
− Seguramente no tuvo trabajo esta noche – comentó una mujer y cuyo nombre era Noah
− Lo más probable fue que se sentía solo en esa casa suya… - habló alguien más y cuya
voz no identificó el rubio.
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− ¿Hablan del veterinario del pueblo? – preguntó el ojiazul, ansioso de que los cotilleos
no cesaran.
− Sí… por supuesto… claro que de él – fueron las distintas respuestas que recibió de
parte de ellos.
− Y nadie lo discute – asintió la señora Inozuka – Es un joven que ha podido salir de aquí
por sus propios medios y sin ayuda de nadie… y aun así decidió volver…
− Esos Uchihas se han encargado de hacerlo siempre menos – externó Noah con censura.
La espalda del futuro padre se tensó y los ojos de Gaara se clavaron en él, quién en toda
la conversación había permanecido callado.
− ¿Qué tiene que ver el veterinario con los Uchihas? – atacó el enfermero con voz dulce.
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Las cabezas de los ancianos asintieron al mismo tiempo.
Todos negaron.
− ¿Qué tienen que ver ambas mujeres? – preguntó Naruto sin comprender nada.
− La difunta señora Fugaku era sunaense… igual que ustedes… - comenzó hablar la
señora Aburame – Una mujer muy hermosa…
− Se caso con el señor Uchiha en uno de los viajes que él hizo a Suna… - continúo alguien
más.
− Sea lo que sea… - La señora Aburame hizo un movimiento con la mano para que todos
la dejaran continuar – Años después se avecinó lo peor en esa familia…
− Vino la tragedia…
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− ¡Por supuesto! – una anciana la defendió – Pero los celos ya habían anidado en el
corazón y en la mente del señor Uchiha.
− El señor Fugaku corrió a la señora Mikoto de la casa… y le prohibió que volviera a ver
a su hijo…
− Pero cuando lo hizo, él no sabía que ella estaba embarazada del joven Shimura…
− ¿Por qué no lo reconoció? – preguntó Gaara al ver que el rubio se quedaba sin palabras.
− Porque siempre creyó que era hijo del entrenador de caballos – hizo la observación el
mismo anciano de la vez anterior – Y solo porque no se parece a ellos – hizo un gesto
lleno de desdén.
− Pero la señora Mikoto nunca quiso alejarse del niño Sasuke… y vivió siempre en el
pueblo… esperando que un día el señor Uchiha le permitiera verlo…
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Ya nadie de la mesa estaba poniendo atención al organizador. Todos estaban
concentrados en la plática.
− Cuando Sai-kun tenía 14 años de edad, la señora Mikoto que hasta ese momento había
vivido sola y sin ninguna compañía masculina conoció a un buen hombre…
− Precisamente creo que por eso la señora Shimura… o Uchiha murió de tristeza…
Y todos suspiraron.
− Porque Sasuke-kun fue envenenado por su padre y él cree que Shimura es producto
del adulterio de su madre.
Todos en la mesa exclamaron una expresión de horror ante las sinceras y crueles palabras
del anciano.
− ¡No es posible!
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Culpa por haber utilizado y mentido a los ancianos por no decirles de cuál era su relación
con los Uchiha, para conseguir la información que tanto deseaba.
Naruto asintió, sin lograr hablar ya que su esfuerzo estaba concentrado en evitar que las
lágrimas recorrieran sus mejillas.
A pesar de que era ya demasiado tarde para excusar su comportamiento, sabía que Gaara
tenía razón. Sí se levantaba e iba hacia él despertaría las sospechas de todos los ancianos
que tan amablemente le habían dado la bienvenida.
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Ellos eran una familia, a pesar que las circunstancias los habían alejado.
Su hijo formaba parta de esa familia destrozada por los celos y el orgullo.
Y su corazón se vio depositado en un puño.
La verdad que tanto había evitado analizar desde que vio la fotografía de Sasuke meses
atrás, chocó contra los esquemas que se había formado del moreno. La verdad recién
descubierta, vino a reestructuras sus concepciones de él.
Porque lo único que tenía claro era que él poseía instinto paternal, pero no familiar.
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Cabizbajo, esperó que la velada terminara hasta que el organizador del evento anunció
el último juego. Con la mente entumecida tomo el nuevo tarjetón que Gaara había
comprado para ese juego, pero los números danzaron ante el rubio.
Se le hicieron eternos esos últimos minutos y suspiro agradecido cuando cada uno de los
presentes comenzó a dirigirse a la salida del lugar.
Por un momento, creyó que Sai se había marchado antes porque dejo de ver su cabellera
morena de entre la multitud, y buscándolo lo encontró saliendo del cuarto de baño.
Se dirigió hacia dónde estaba el hombre, mientras Gaara en una distancia prudente
observaba.
− ¿Ya estás contento? – preguntó él con el dolor reflejado en su rostro, sin dejar de
avanzar.
− Yo… yo…
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Naruto no estaba de acuerdo con él, aun así permaneció abrazado al enfermero.
Gaara sabía que su situación como enfermero de Naruto se estaba tambaleando, por la
tozudez de él para no informarle al banquero de sus movimientos. Aun así, se aseguró
que lo que hacía en apoyo del futuro padre era lo correcto. Más aun cuando él se
encontraba en una situación precaria y en un país desconocido.
Los pensamientos del Uzumaki, al contrario, estaban centrados en la imagen última que
vio del veterinario.
Él sufría… pero también lo hacía el banquero al tener la idea errónea de que su madre lo
había traicionado, abandonado y procreado un hijo con su amante… cuando ninguno de
esos casos era verdad.
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Y lo peor de todo era que estaba enamorado del banquero y sin posibilidad alguna de ser
correspondido.
Y con el constante peligro de que sí sacara al bebé de Konoha perdería la patria potestad
de él.
− Parece que tenemos visitas – comentó Gaara con voz apagada, cuando el vehículo que
los transportaba se detuvo frente a la enorme casa.
Obligado a responder, Naruto miró a través de la ventanilla y se dio cuenta que las luces
del primer piso de la mansión se encontraban encendidas.
− Seguramente fueron los empleados – señaló, sin el deseo de averiguar quién podía
estar esperándolos.
− Ya era hora que regresarás – la voz del hombre que surgió de entre las sombras hizo
que un estremecimiento recorriera el cuerpo del doncel embarazado.
− Buenas noches, Sasuke – habló después de varios segundos en los cuales trató de tomar
conciencia de los recién sentimientos descubiertos hacia él – Llegaste antes de tiempo –
susurró sin enfrentar la mirada recriminatoria del moreno.
Los ojos del banquero se posaron en el rostro del enfermero, quién no pudo evitar
sonrojarse.
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− He cumplido con mi trabajo – se defendió ante la dura mirada.
Ante la rudeza de las palabras, Gaara no tuvo más remedio que retirarse no sin antes
tocar el brazo de Naruto y susurrar con voz poco audible:
− ¡Animo!
La cabeza rubia del joven asintió y después se dirigió hacia con Sasuke, quién se había
hecho a un lado para permitir que el ojiazul entrara a la biblioteca.
− ¿Qué diablos intentas hacer al no responder mis llamadas? – atacó el hombre en cuanto
cerró la puerta.
Sin responder, Naruto se dirigió a un sillón para tomar asiento. Se sentía tan cansado y
lo peor de todo era que no podía disimularlo. Las noches de insomnio causadas por su
estado de gravidez, aunado a la situación especial que estaba viviendo, comenzaron a
cobrarle factura.
Vio como el azabache se dirigía con paso largo a un pequeño bar ubicado al extremo de
la habitación y tomada de ahí una copa, que por la cantidad de contenido, le dio a
entender al doncel que había estado bebiendo con anterioridad, mientras lo esperaba.
− ¿Te has dado cuenta de mi preocupación por ti? – los ojos negros lo escudriñaron
cuando se giró a verlo.
− Eres un niño, ¿verdad? Que solo busca alterarme – señaló él con frialdad.
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Naruto miró un punto vació antes de responder, sin tener la fuerza necesaria para la
confrontación que se avecinaba.
− Lo qué sea que quieras hablar conmigo ¿podemos hacerlo en otro momento?
− ¿Cómo lo supiste? – inquirió asombrado. Un taxi los había recogido y el mismo taxi
los había llevado de vuelta a la casa. Así lo había planeado para que él no se diera cuenta.
Pero al parecer, las paredes que lo rodeaban estaban llenas de oídos o ¿habrá sido algún
empleado que al escuchar de sus planes le informó?
Una carcajada proveniente de él llegó a sus oídos, provocando que sus sentidos salieran
del letargo que el cansancio había causado en el rubio.
− Deberías encaminar tus “mañas” para hacer cosas de mayor provecho – respondió el
rubio sin poder evitarlo.
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de dejar todo en la capital para ver con mis propios ojos a qué diablos estás jugando. Así
que aclárame lo que acabas de decir.
− Lo sé y lo siento, Sasuke – por fin tuvo el valor de mirarlo directamente a los ojos –
Pero debes entender cómo me siento con todo lo que está pasando. Para mí no es fácil
estar aquí… frente a ti… tratando de fingir que no pasa nada… cuando… cuando… tienes
el firme propósito de quitarme a mi hijo – conformé hablaba la desesperación fue
acrecentándose en su tono de voz haciendo evidente su vulnerabilidad.
Sin percatarse que el banquero comenzó a recorrer un dedo por la mejilla del doncel,
hasta que fue demasiado tarde.
− No… no… - deseaba abrazarlo, fundirse en su pecho… pero no tenía derecho. Como
forma de controlar sus manos temblorosas, se abrazó a sí mismo – No… no… - volvió a
murmurar. Sentía como todo a su alrededor comenzaba a darle vueltas.
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− Pero los brazos de Sasuke fueron más rápidos que él. En un segundo se vio elevado
por los aires.
Naruto llevaba los ojos cerrados. Creía que si los abría terminaría por esconder su rostro
en la atractiva curva del cuello masculino para respirar su aroma.
− Necesito tomarte la presión – hablo Gaara haciendo que Naruto parpadeara varias
veces, para después evitar la mirada negra de hombre y que tanto lo hechizaba.
Su brazo derecho fue descubierto por Gaara, para después colocarle el aparato médico.
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El silencio se hizo presente en el lugar, mientras el enfermero escuchaba a través del
estetoscopio.
Naruto creyó ver un gesto de tranquilidad en el rostro masculino. Pero este pronto fue
sustituido por una máscara.
− ¿A qué tienes miedo, Sasuke? - la pregunta salió de su boca sin poder detenerla.
Los ojos negros se entrecerraron. Gaara se apresuró a guardar en un maletín los aparatos
empleados y se dispuso a salir de ahí, no sin antes dirigirle una mirada de advertencia al
rubio indicando que controlara sus palabras.
− Estuve hoy en el Bingo… como ya sabes… y escuché cosas… que comentaron ahí…
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Sasuke cruzó la distancia que los separaba y se sentó en la cama, a un lado del rubio. Lo
obligó a mirarlo directamente a los ojos, colocando la mano bajo la barbilla del menor.
− Tengo una idea clara de qué fue lo que escuchaste… - comenzó hablar pausadamente
– Solo te advierto que no te metas en esto…
La espalda de Naruto golpeó contra el cabecero. Sus ojos reflejaron el miedo ante la
respuesta de él.
La boca masculina se apoderó de él, atacándolo, mancillando el orgullo que poseía. Sus
labios se abrieron en una respuesta involuntaria, sumiéndolo en el mar de sensaciones
que hasta ese momento le eran desconocidas.
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Mujakina By Bluemelina
Él se alejó del Uzumaki. Naruto sintió un gran vació en sus manos, en su corazón, en su
cuerpo.
Con los labios hinchados por el beso, lo miró con los ojos abnegados en lágrimas, tratando
de controlar y recuperar la poca dignidad que le quedaba.
Desde su lugar observó como Sasuke se levantaba del lecho y volvía a poner distancia
entre ellos, parándose a los pies de la cama.
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Él estaba poniendo una barrera entre ellos, causando que un sentimiento de desdicha se
colocara en su corazón.
Cuando la puerta se cerró tras él, Naruto no pudo contener por mayor tiempo las
lágrimas y estas comenzaron a recorrer sus mejillas, mojándolas.
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Capítulo XVI
A pesar de los días transcurridos, Naruto aun podía sentir los labios de Sasuke en su
boca, y el recuerdo de ellos causaba que su cuerpo reviviera las sensaciones que por vez
primera nacieron en él.
Jamás besado, eran las palabras que definieron su vida hasta ese momento. Porque ahora
ya no podría volverlas a pensar. Ya había recibido su primer beso y este no fue por amor,
sino todo lo contario. Las emociones con el que fue provocado eran de furia, dolor,
dominio, humillación y opresión.
Pero ya era tarde para pensar que pudo haberlo rechazado. Lo hecho, hecho estaba y no
había manera de regresar al pasado y modificar, aunque fuera una fracción de minutos,
lo sucedido.
Lo único que podía hacer y que estaba al alcance de él, era tratar de comprender por qué
el sentimiento de amor hacia el moreno surgió en el rubio. ¿Cómo sucedió? ¿Cuándo
paso? ¿En qué momento el miedo que en él despertaba se transformó en algo fuerte,
tangible, doloroso?
Recordó el instante cuando vio por vez primera la fotografía del banquero en la revista.
Sus ojos, el poder de sus ojos fue lo que le llamó la atención, fríos, secos, acerados. Pero
supo mirar en el interior de esa barrera y después, cuando sospecho quién era el padre
de su bebé, al ver la fotografía de nuevo, percibió algo más que estaba fuera de su alcance
y del tiempo.
Era algo tan poderoso que lo sobrepasó, tomando en cuenta que no había recibido
muestras cariñosas de parte del banquero. Pero sabía, algo en él le decía que podía confiar
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Mujakina By Bluemelina
en el moreno, porque a pesar de todo, reconocía en Sasuke que era un ser integro, que
actuaba según sus esquemas, honesto consigo mismo. Que tenía palabra y que está valía.
Pero ¿en qué momento su admiración se transformó en amor? Cuando lo vio enfrentarse
a Karin. Cuando lo levantó en brazos y hundió el rostro en su cuello. Cuando respiró el
aroma que el cuerpo masculino expelía. Cuando se sintió seguro y protegido en sus
fuertes brazos.
Konoha, al igual que Suna ya estaba a merced del clima invernal. A pesar de que era
comienzos de diciembre aún no había nevado, se podía sentir el viento frío en el exterior,
por lo que las largas caminatas por la campiña se vieron abruptamente detenidas.
Sentados en el pequeño comedor, apenas iluminado por la tenue luz del sol que entraba
por los cristales de la infraestructura, comenzaron a planear algunas compras para el
bebé.
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− Creo que no será necesario… - señaló en voz baja – Tengo entendido que en alguna
parte de esta casa se encuentra la cuna de cuando nació Sasuke… - suspiró – Sólo tenemos
que pedirla, para que la busquen.
− ¿Estás seguro que es una buena acción? La cuna posiblemente se encuentre roída o
sumamente descuidada…
− Quiero que mi hijo duerma en ella y si es necesario buscaré quién la arregle – se encogió
de hombros.
En los últimos días, su mente había estado analizando las posibilidades que tenía. Sí no
existía la posibilidad de ganarse el corazón del pelinegro, si tendría la facultad de lograr
que en él despertara el instinto familiar.
Los pasos de alguien se escucho sobre el piso de piedra, atrayendo la atención de los dos
donceles, quién al girar sus cabezas se encontraron con el mayordomo, quién con un gesto
seco inclinó la cabeza en señal de respeto.
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− Aunque conozco a la persona, esta me pidió discreción – informó.
Se limpio las comisuras de su boca con una servilleta y se levanto, apoyándose en el cristal
de la mesa.
− Espérame aquí – se dirigió a Gaara – No creo que el asunto que vinieron a tratar se
lleve mucho tiempo.
Siguiendo el protocolo que desplegaba el mayordomo, lo siguió varios pasos atrás, hasta
que llegaron a la puerta cerrada de la biblioteca y este la abrió para permitir el paso del
doncel.
Los ojos zafiro recorrieron la estancia hasta detenerse en la figura del hombre que yacía
sentado en uno de los mullidos divanes del lugar, vestido con sencillez y con las manos
colocadas nerviosamente sobre sus piernas.
Se daba cuenta del enorme esfuerzo que él hizo para ir a buscarlo y le estaba muy
agradecido.
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− Por favor… - suplicó con la mirada cuando se separó de él – No me pidas disculpas…
al contrario, debo ser yo quien lo haga… mi comportamiento egoísta no vio el daño que
te causaba… - dijo con sinceridad.
− Mi intención era solo permanecer unos minutos aquí – los ojos negros recorrieron la
decoración del salón – Como comprenderás, no soy bien recibido y no quiero causarte
más problemas de los que ya tienes con Uchiha – trató de sonreír sin que el brillo llegara
a sus ojos.
− Me resulta imposible…
− Por favor, Sai. Para mí es muy importante que estés aquí… eres el único tío de mi
bebé…
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− ¿Tío? – El azabache preguntó – Esa palabra suena muy extraña para mí – dijo nervioso.
− Aunque te suene extraño, así es… - asintió – Eres su único tío y mi intención es que
formes parte de su vida.
Hasta ese momento, no había analizado la situación desde el punto de vista del banquero.
Sabía que la reacción de él sería de clara molestia y quizá la rabia estaría dirigida a
Naruto. Pero no le importaba, si ese era el único medio para que los hermanos se
reconciliaran entre ellos y con su pasado y sobre todo, si ese era el camino para que su
hijo fuera criado dentro de una familia funcional.
Lo haría sin parpadear, y más aún si tenía que permanecer el Konoha para que no lo
separaran de él.
− Solo soy un padre que sabe qué es lo mejor para su hijo… - sonrió radiante - ¿Te quedas
a desayunar con nosotros? – preguntó esperanzado.
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− En otra ocasión será…
El futuro padre no tuvo más remedio que aceptar sus razones, por lo que lo acompaño a
la puerta de la casa de campo.
− En el pueblo, seguro – sonrió él. Lo abrazó y cuando lo soltó comenzó a bajar las
escalinatas para dirigirse al automóvil parqueado a unos cuantos metros.
Naruto vio como el joven subía el cuello de la chaqueta para protegerse del aire frío. A
pesar de que el rubio no llevaba ropa adecuada, permaneció ahí hasta que él se alejó
montado en la camioneta.
En trance, observó como otro vehículo se acercaba por el camino y rezó para que Sasuke
no fuera en él. Cuando lo tuvo cercas, se dio cuenta que no era un vehículo que
normalmente tripulaba el banquero. A pesar de la línea elegante del transporte y los
vidrios polarizados que le impidieron ver hacia el interior, un estremecimiento recorrió
su espalda a causa de un mal presentimiento.
Con lentitud, vio como bajaba un hombre con el clásico uniforme de chofer y se dirigía
con sobriedad a abrir una de las puertas traseras.
La figura espigada y delgada de una mujer salió de él, bloqueando la mente de Naruto.
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La recién llegada cruzó la distancia que los separaba, para colocarse justo en la base de
las escaleras, a solo unos metros del ojiazul.
A pesar de los meses transcurridos, Karin seguía sin perder el odio en su mirada.
− Espero que estés contento con todo lo que has provocado – sus palabras con clara
porción de veneno, llegaron hasta el Uzumaki.
Siguiendo su instinto Naruto se colocó bajo el marco, con su cuerpo cubrió la entrada. No
deseaba que la presencia de ella invadiera la tranquilidad de la mansión y con la clara
indicación de que no era bienvenida.
− Veo que cuidas tú nidito de amor… - levantó una ceja delineada a la perfección.
− No es mi nidito de amor…
Naruto sintió como una bofetada sus palabras. En ese momento deseo llevar puestas las
ropas que el azabache le compró con anterioridad y que estaban guardadas aun en sus
cajas al fondo del vestidor, pero era imposible arrepentirse ya.
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Ante los ojos de su prima, sus ropas eran corrientes y posiblemente su silueta vulgar, lo
que lo hizo sentirse feo y descuidado en su aspecto.
Quizá era cierto que jamás el banquero se fijaría en él, pero de lo que estaba seguro era
que le daría un hijo, cosa que su “querida” prima nunca pudo hacerlo.
Los labios cubiertos por un fino brillo labial se torcieron en un gesto de rabia que
transfiguro el rostro de la mujer, haciendo que el rubio diera un paso atrás y se llevara
las manos a su voluminoso vientre, para proteger a su bebé de aquella mirada glacial.
− Por supuesto que no, primo. Tengo mis derechos sobre ese bebé y viaje hasta aquí para
asegurarme que lo supieras – la cabellera pelirroja fue movida por el viento, dándole la
sensación de ser una llama ardiendo – Por si no lo recuerdas, firmaste un documento
donde cedes tus derechos sobre el niño. Así que no tienes otra elección.
− Eso está en veremos, Naruto – los ojos de Karin se entrecerraron – Dile a mi ex flamante
marido que, si no retira las acusaciones contra mi hermano Sasori, se verá en la necesidad
de enfrentarse conmigo en los tribunales.
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Mujakina By Bluemelina
− ¡¿Por qué vienes hasta ahora y no antes?! – gritó Naruto.
− Porque sabía que estas a término y que mejor que un futuro padre desesperado e
histérico, para convencer a Sasuke de que debe hacer lo correcto.
− ¡Sasuke no se dejará manipular por tus trucos! – señalo el rubio, sin estar seguro de lo
que decía – Y sí Sasori tiene que pagar con cárcel lo que hizo, deberá hacerlo entonces.
Mudo ante las palabras de Karin, Naruto observó desde su lugar como la puerta se
cerraba tras ella y el chofer volvía a su lugar tras el volante, para segundos después, ver
como el vehículo se alejaba por el mismo camino por donde llegaría Sasuke en unas horas.
“Sasuke… Sakura” – imágenes de ellos juntos invadieron la mente del joven, envolviendo
su corazón en un nuevo sentimiento. Celos, celos que lo carcomían y comenzaban a
volverlo loco. Y una sensación de asco llegó a su cuerpo, al imaginarse a ellos dos
desnudos, retozando en una cama…
− ¡¡Ahhhhhhhhh!! – gritó al sentir un dolor en su bajo vientre, que lo hizo doblarse hacia
delante – ¡¡No… no… no!!… - comenzó a decir al comprender que el bebé había decidido
nacer en ese momento.
Con mano temblorosa se agarró del marco mientras otra oleada de dolor sacudía su
cuerpo.
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Mujakina By Bluemelina
− ¡Es demasiado pronto! – gritó desesperado, mientras sus piernas cedían al dolor y él
se deslizaba hacia abajo, sin poderse sostener en pie.
Antes de un minuto llegó Gaara a donde seguía Naruto, con la alarma en sus ojos.
− Muy… ¡¡ahhhhh!! – volvió a gritar al sentir otra oleada de dolor. Pero esta vez fue
diferente cuando una cálida humedad comenzó a recorrer sus piernas.
− Has roto la fuente – dijo con voz templada el enfermero, a pesar de que por dentro
estaba temblando.
El bebé venía con casi tres semanas de antelación, lo que lo convertía en prematuro y para
agravar la situación la fuente que lo protegía se había roto, lo que hacía de urgencia el
traslado del doncel al hospital.
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Los ojos de Gaara se abrieron como plato, sorprendido. Comprendiendo que la visita de
la pelirroja había desencadenado el parto prematuro.
− Fue Sai la visita… vino a disculparse y cuando lo despedí llego… ella… - resopló al
sentir como el dolor volvía atacar su cuerpo.
− ¡Esa bruja solo vino a causar problemas! – Exclamó el enfermero furioso, al tiempo que
trataba de acomodar a Naruto de la mejor manera posible para esperar la llegada de la
ambulancia – Esperó que no hayas hecho caso a sus tonterías. Conociéndola, tengo por
seguro y apuesto con posibilidad de ganar que solo se tomó la molestia de viajar hasta
aquí para contrariarte…
Naruto comenzó a gritar de nuevo. Un pinchazo se clavo en el vientre. El dolor fue más
fuerte que los anteriores.
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Mujakina By Bluemelina
− Naruto… - se dirigió al futuro padre - ¿Tienes el número telefónico de Sai Shimura?
El joven asintió.
El mayordomo asintió y rodeo el cuerpo del doncel para levantarlo en brazos, al tiempo
que Gaara salía con rapidez en busca del teléfono.
En cuanto lo encontró, hizo la llamada. A esas alturas, su nerviosismo hacía que sus
manos temblaran visiblemente.
*****
En un camino vecinal, mientras se dirigía a la granja de un amigo, Sai comenzó a escuchar
el sonido intermitente de su teléfono móvil. Parando la camioneta a un lado de la
carretera, lo tomo. Vio el número de Naruto señalado en la pantalla.
Dudo en responder.
Sabía que mantenerse ajeno de lo que sucedía en la casa Uchiha, era lo mejor.
Desde que tuvo cuenta de razón, vio el sufrimiento de su madre causado por el rechazo
de Fugaku Uchiha. Y cuando comprendió las razones por las que todos los habitantes del
pueblo cuchicheaban a su paso, se dio cuenta de su origen.
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Mujakina By Bluemelina
Las humillaciones causadas a su madre, también fueron recibidas por él, en solidaridad
a la mujer que le dio la vida. Y a pesar de que nunca vio por sus propios ojos a donde
asistía Mikoto todas las tardes, sabía por rumores que ella siempre iba a esa casa, cuya
verja permanecía cerrada a la mujer que traicionó a los Uchihas, en espera de ver a
Sasuke, su hijo, su primogénito, el heredero, el único reconocido de su padre. Para
después regresar a la pequeña casa que habitaban en medio de un mar de lágrimas, sin
que lograra su objetivo.
Sí, definitivamente tenía que mantenerse al margen. Pero su instinto le dijo que no podía
dejar solo al futuro padre, a pesar que no entendía por completo cual era el sitió de él en
la vida de su “hermano” – resopló con desdén.
El teléfono dejó de sonar y segundos después volvió el sonido del timbre a la carga.
Era mucha insistencia, por lo que decidió responder. Después de todo, ese gesto no
podría hacerle más daño de lo que hizo el desprecio de su “padre”.
− ¡Habla Gaara! – la voz impregnada de urgencia llegó a él – Naruto está dando a luz…
la ambulancia va a tardar en llegar… acaba de romper la fuente y… necesito tu ayuda
urgentemente porque el bebé viene tres semanas antes – terminó entrecortado.
− Lo deje hace 10 minutos y estaba bien – respondió atontado, tratando de asimilar las
palabras del enfermero.
− Ok… gracias…
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Mujakina By Bluemelina
El vehículo dio una vuelta el U dejando tras él una nube de polvo y tierra.
− Ya nos comunicamos con él… no puede atender a Naruto. Está en una emergencia…
− ¡Bien! – exclamó el veterinario, sin apartar la vista del camino. La neblina comenzaba
a caer en la zona donde él se encontraba, así que era primordial poner toda su atención
en la carretera si deseaba llegar sin contratiempos a donde el rubio lo esperaba.
Por más que hubiese tenido la intensión de no inmiscuirse en los asuntos de la mansión
Uchiha, no podía negarse a actuar. Para su desgracia, él no era insensible y eso lo obligaba
a participar en el nacimiento del bebé, por más que hubiese deseado que no fuera así.
En pocos minutos, llegó a su destino. En un santiamén, bajó del vehículo y entró de nuevo
a la casa. Iruka le indicó el camino y cuando toco la puerta cerrada de la habitación del
rubio para anunciar su llegada, se encontraba nervioso más de lo que hubiese querido.
Naruto yacía sobre la cama, con el rostro sudoroso por el esfuerzo que estaba habiendo.
Una serie de sábanas y toallas yacían bajo el cuerpo de él en espera del nacimiento del
nuevo ser. Sus piernas se encontraban dobladas y apenas cubiertas por una ligera sábana.
− ¿Dónde está el cuarto de baño? – preguntó con premura, sabiendo que quedaba poco
tiempo.
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− ¡Bien! – Asintió el moreno, colocándose frente a las piernas del futuro padre– Naruto…
- comenzó hablar con voz tranquila – Necesitó de toda tu cooperación para este trabajo…
Sé perfectamente que esperabas a tu médico y que este no pudo llegar… Solo te pido que
confíes en mí.
El joven doncel asintió varias veces, en reflejo de su estado exaltado a causa del parto.
− Lo sé… gracias… - respondió con voz entrecortada, al tiempo que Gaara le sostenía
con fuerza una mano - ¿Sasuke…? ¿Ya le avisaron…? – miró al enfermero y después a Sai
para ver su reacción.
El fingió que no había escuchado la demanda de Naruto. Lo que menos deseaba era tener
que enfrentarse a un Uchiha en ese momento.
Naruto asintió.
249
Mujakina By Bluemelina
*****
El vehículo se movía a marcha lenta. El tráfico en la autopista indicaba que había sucedido
un accidente y el sonido de las ambulancias se escuchaban perfectamente desde donde
se encontraba.
Llevaba de retraso una hora y por lo visto tendría que hacerse a la idea que permanecería
en medio del embotellamiento más tiempo del que hubiese deseado.
Lo que le daba tiempo para pensar en el último suceso que vivió con Naruto antes de su
regreso a la capital, después de la visita relámpago que se vio obligado a realizar.
Por supuesto había escuchado las últimas palabras del ojiazul, cuando cerró la puerta de
la habitación. Sasuke supuso en ese momento que el que Naruto se hubiese enamorado
de él era un problema que venía a complicar aún más la situación en la que estaban
envueltos.
Reconocía que se sentía atraído hacia él desde el instante en que vio la fotografía, cuando
aún no sabía el papel que el rubio jugaba en el plan de Karin. Dejando ese sentir olvidado
en algún lugar de su mente hasta que lo tuvo frente a él y la atracción que despertó en su
cuerpo lo tomó por sorpresa, revelando el instinto de protección que creía que no poseía.
Entendía, además, que la existencia de un bebé que no había pedido, ni deseado, había
jugado un papel importante para sentirse así con él, ¿pero amor? ¿Qué era el amor para
él, cuando siempre había evitado ese sentimiento desde que tenía memoria?
250
Mujakina By Bluemelina
Jamás había vivido tal sensación con ninguna mujer ni mucho menos un doncel. Siempre
se había mantenido al margen en todas sus relaciones, sin comprometerse más allá del
solo placer físico que despertaban en él.
Porque desde pequeño aprendió viendo a su padre, que el ser vulnerable al amor lo
convertían en un ser que a la larga estaría lleno de rencor, amargura y odio, causados por
la traición.
Y sí se había casado con Karin, su único motivo había sido mercantil. Un contrato de
negocios para así lograr el completo control de las acciones del banco, sin implicarse más
allá de lo que deseaba y quería. Pagando con creces con esa acción, la ambición que lo
llevó a desposarla.
Aun así, su mente regresó a ese último instante dentro de la habitación de Naruto. Había
deseado callarlo, que no siguiera hablando de los sucesos amargos que marcaron su niñez
y el resto de su vida. Queriendo que no le recordara la traición de su madre hacia él y su
padre… odiando a Sai por haber tenido por completo la atención de su madre, mientras
él lloraba olvidado en la mansión y sin la posibilidad de tenerla más a su lado. Extrañando
su calor cuando ella se lo brindaba al hijo de su amante.
Por eso perdió el control, por su afán de que el rubio no trajera al presente lo que el tiempo
había olvidado. Por eso lo besó, por eso sus labios se apoderaron de los de él, obligándolo
a callar, a entregarse a su ataque, a responder con la misma intensidad que lo invadía.
Jugando con su lengua… queriendo llegar a lo más profundo de ella. Deseándolo…
poseyéndolo… hacerlo suyo… dejarlo marcado…
Perdón por utilizarlo contra su lucha con Karin y llevarlo con engaños a Konoha. Perdón
por desearlo solo para él cuando no tenía derecho de hacerlo. Perdón por querer a su hijo
a toda costa y sobre los deseos de él.
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Mujakina By Bluemelina
Pero definitivamente se estaba volviendo loco. Sasuke Uchiha no podía darse el gusto de
volverse vulnerable, ni con Naruto ni con nadie.
Por lo tanto, debía continuar fingiendo que no había escuchado las palabras del Uzumaki
cuando se marchó de la habitación. Era lo mejor para el doncel y para él. Además de,
cómo caballero que se consideraba no debía aprovecharse de la debilidad del menor, a
pesar de que su personalidad lo hacía actuar con un ser prepotente con el joven.
Sasuke parpadeó varias veces antes de lograr enfocar la vista en la parte delantera de la
limosina, la cual se encontraba con el vidrio que los separaba abajo y el hombre que
conducía el vehículo girado hacia él.
− ¿Te dijo que estaba sucediendo? – preguntó tratando de que su voz sonara normal.
− Tendrán que desviar el tráfico por la carretera vecinal, en cuanto lo hagan avisa a la
mansión que llegaremos más tarde de lo estipulado.
El hombre asintió.
− Sí, señor…
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Mujakina By Bluemelina
El número le indicó que provenía de la mansión. Para ser preciso era el número del
aparato que le había proporcionado a Naruto.
Pensando que algo extraño ocurría respondió, y lo que escuchó lo lleno de temor.
− Naruto-kun está dando a luz aquí en la casa. Ha sido imposible llevarlo al hospital y
no hay ambulancias disponibles por el accidente en la autopista.
− Gaara y… Sai-san… Gaara dijo que por lo difícil de la situación necesitaba a alguien
que lo apoyara y el señor Shimura está aquí desde hace unos minutos… - contesto el
interlocutor con cautela.
Sasuke estrelló su puño contra la piel del asiento. La furia se apoderó de él.
− Llegaré en media hora cuanto mucho – habló con frialdad, antes de dar por terminada
la llamada.
Los minutos corrieron de forma lenta, mientras la enorme fila de vehículos reanudaba la
marcha con lentitud, hasta llegado el momento que se abrió ante la limosina la carretera
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Mujakina By Bluemelina
vecinal. Para ese momento ya había llamado a la capital, solicitando el helicóptero del
banco. Sí ese era el único medio para trasladar al joven y a su hijo al hospital lo haría.
La salud del bebé estaba en juego. Nacía con anticipación y eso podía ser muy delicado.
− Necesitó llegar lo antes posible… solo te pido que manejes con precaución – el
banquero le solicito a su chofer.
El resto del camino, Sasuke se imaginó la escena que encontraría al llegar. Lo llenaba de
impotencia el no estar para recibir al bebé. Le afectaba en sobremanera saber que sería
precisamente Sai Shimura quién lo hiciera.
Eso lo carcomía.
Pero tenía que controlarse para no demostrar lo que le afectaba eso, y si era justo tenía
que entender u obligarse a entender que sin Shimura posiblemente la vida de su bebé y
hasta la de Naruto estarían en peligro.
Sus sentidos le decían que algo había sucedió. El silencio en la casa era sepulcral.
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Mujakina By Bluemelina
Antes de entrar a la habitación se detuvo en el pasillo, a tomar aire.
No sabía que vería dentro, quizá… quizá… todo había salido mal.
Naruto… el bebé…
Abrió la puerta y lo que encontró lo lleno de una sensación que hasta ese momento le
había resultado desconocida…
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Mujakina By Bluemelina
Capítulo XVII
¡Celos! ¡Malditos celos fueron los que se despertaron dentro de Sasuke al ver a Sai
Shimura junto a la cama de Naruto! Haciendo que se olvidara por unos instantes de la
existencia de su bebé, que en brazos de su padre doncel descansaba.
Gaara comenzó a toser nerviosamente, al tiempo que el veterinario se levantaba del lecho,
a los pies de Naruto.
− Será mejor que me vaya – anunció el azabache con voz pétrea mientras que el banquero
se hacía a un lado para no cubrir la salida de ahí.
Sai guardó las manos en los bolsillos del pantalón y se encogió de hombros cuando se
dirigió a la puerta.
− ¡Sai…! ¡Espera! – Demandó el doncel, sin dejar de sostener al bebé en sus brazos,
cubierto con una manta gruesa - ¡Sasuke no dejes que se marche así! – se dirigió al moreno
que aguardaba con el cuerpo en evidente tensión a que el veterinario se fuera de ahí.
Sai salió de la habitación, con la firme intención de no volver nunca más a esa casa.
− ¡Sai! – exclamó Naruto, sin dejar de observar la puerta por donde él se había marchado.
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− También será bueno que salga de aquí – se apresuró a decir Gaara, mientras se dirigía
a la salida – La bebé está bien gracias a Dios, aun así voy a volver a llamar al Hospital
para saber si ya está disponible una ambulancia. Se necesita que un pediatra ausculte a
la niña para descartar riesgos.
− No hace falta que llames al Hospital, el helicóptero del banco la va a trasladar ahí –
anuncio Sasuke, sin borrar el gesto de frialdad de su rostro.
El silencio se presentó entre Naruto y Sasuke cuando el pelirrojo salió de ahí. Él parecía
nervioso por instantes y hasta cierto punto, Naruto lo comprendía.
− ¿Cómo estás? – preguntó por fin el banquero, después de varios segundos de silencio,
sin moverse de su lugar. Sus anchos hombros estaban en tensión.
Las palabras que él dijo cuando entró a la habitación no habían dejado de resonar en su
mente. ¡Su Naruto! ¿Acaso Sasuke comenzaba a albergar sentimientos de amor hacia él?
− Es tan pequeña – murmuró el hombre al tiempo que sostenía el cuerpo de su hija contra
su pecho, sin darse cuenta que su voz se quebraba por la emoción de sostenerla.
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Sasuke, sin apartar las mantas de la cama se sentó al lado de Naruto sin dejar de observar
a su hija.
− Aún es muy pequeña para asegurarlo, pero tiene los ojos azules como tú Naruto–
comentó el moreno lleno de emoción, mientras que el rubio trataba de guardar por
siempre en su mente la imagen de Sasuke sosteniendo a su hija – Es… es… exquisita…
Deseaba seguir así, con su hija en brazos y Naruto a un lado, como si fueran en realidad
lo que no eran, una familia. Pero eso no era posible. Él jamás se mostraría vulnerable ante
el amor. No cómo su padre lo fue.
*****
Los preparativos para el viaje en helicóptero se hicieron inmediatamente. En menos de
20 minutos, el transporte aéreo se enfilaba en dirección al hospital.
Desde un camino vecinal, Sai observó como la máquina surcaba el cielo y sus ojos se
vieron humedecidos visiblemente.
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Mujakina By Bluemelina
Ahí iba su sobrina y su mente recordó un pequeño instante de los acontecimientos de las
últimas horas, cuando emocionado depositó el pequeño cuerpo de la bebé en brazos de
su padre doncel.
− ¿Qué nombre recibirá la pequeña? – preguntó con voz quebrada, al mismo tiempo que
Naruto lloraba por sostener por vez primera a su hija.
− Sora… - con el dorso de la mano se limpió las lágrimas que mojaban su mejilla – Sora
Mikoto Uchiha – anunció Naruto con determinación.
La sorpresa de escuchar el nombre completo del bebé, causo en el moreno una descarga
eléctrica. El nombre de su madre.
Ahora, en el presente y pensando con frialdad se daba cuenta a la perfección que quizá
el nombre de Mikoto no sería bien recibido por Sasuke.
Solo deseó que Naruto tuviera la fortaleza de defender sus convicciones, sin dejarse
amedrentar por la furia velada del padre de su hija.
− Tenemos que descartar algún tipo de infección – anunció el médico a cargo, mientras
instalaban a Naruto a una habitación privada y se llevaban a su hija al área de
neonatología.
Al tiempo que sucedía esto, Sasuke aguardaba afuera de la habitación, en una espera
nerviosa.
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Mujakina By Bluemelina
− ¿Cómo están? – minutos después arribo Gaara, quien había viajado por tierra, con el
nerviosismo reflejado en el rostro.
− Aún no han dicho nada… Los están revisando para descartar infecciones.
− Es normal en estos casos… pero puedo decir que Sai hizo una valiosa participación en
el parto – se cruzó de brazos, en espera de una reacción energúmena del Uchiha.
La cual no sucedió.
− Naruto decidió que su hija se llamaría Sora, si quiere saber por qué quiso llamarla así
le recomiendo que hablé con él, solo Naruto tiene la respuesta. – deliberadamente oculto
el segundo nombre de la pequeña.
− Sora Uchiha – Sasuke pronunció el nombre en voz alta – Suena bien – trató de sonreír.
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Mujakina By Bluemelina
Poco después, la puerta que permanecía ante él cerrada, se abrió para dejar salir al médico
de guarda.
− ¿Cuándo podré verlo? – inquirió sin soportar por más tiempo la zozobra. Necesitaba
cerciorarse con sus propios ojos.
Durante las últimas horas, se había percatado que sus sentimientos hacia el rubio eran
muy diferentes a lo que había creído.
− Podrá verlo ahora mismo, si así lo desea. Más tarde el doncel será llevado al área de
neonatos para enseñarle cómo deberá amamantar a su hija.
El galeno se alejó de ahí y Sasuke tomó aire antes de ingresar a la habitación hospitalaria.
La imagen que sus ojos captaron de Naruto al estar recostado en la cama con el cabello
esparcido por la almohada, creó que en el ojinegro una sensación de calidez y deseo hacia
él, que recorría cada centímetro de su cuerpo.
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Mujakina By Bluemelina
Naruto tenía sus ojos cerrados.
En silencio, Sasuke caminó hacia él y tomó una silla para colocarla junto a la cama.
− Como si acabara de dar a luz a un bebé… Bien… muy bien… - murmuró, afectado por
la cercanía del banquero.
Desde su lugar podía percibir a la perfección el aroma que el cuerpo masculino expedía.
Eso provocó que su garganta se resecara.
Trato de estirarse para alcanzar la jarra de agua que estaba arriba de la mesa de al lado y
Sasuke lo detuvo, colocando una mano en su hombro.
− Sí, gracias.
Naruto observó como los dedos largos del moreno se cerraron sobre el haza de vidrio. El
vaso se fue llenando con lentitud por el preciado líquido y poco después, el Uchiha se lo
entregó.
El rubio sin decir palabra bebió el agua en silencio, notando a la perfección la mirada
inquisitiva del banquero encima de él.
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Mujakina By Bluemelina
Cerrando los ojos, le entrego el vaso ya vacío y en su mente comenzó a buscar las palabras
más adecuadas para informarle.
− Ehhh… Karin fue a la casa de campo – murmuró, esperando de parte de Sasuke una
reacción violenta.
El magnate sostuvo el aire. La furia se apoderó de su mente y tuvo que reunir todas sus
fuerzas para poder controlarse y no estallar en ese lugar.
− ¿Qué fue hacer ahí? – con voz fría dio muestra de su autocontrol.
Naruto bajó la vista a su regazo, donde sus manos se retorcían visiblemente nerviosas.
Viendo que el ojiazul tenía renuencia en hablar, Sasuke cambio de estrategia, comenzó a
interrogarlo con suavidad y firmeza a la vez.
Sasuke volvió a contener el aire, soltándolo poco después. Cubrió la mano del doncel con
la suya.
− Necesito que me expliques exactamente qué fue lo que dijo Karin – ordenó con voz
tranquila, lejos de cualquier manifestación de emociones o sentimientos que lo vieran
vulnerable ante Naruto.
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Mujakina By Bluemelina
− Ella quiere que retires la demanda contra Sasori y dice que Sora le pertenece… yo firmé
un papel cuando quede embarazado… y ella lo quiere usar para amenazarnos.
− Shhh – Sasuke depositó su dedo sobre los labios del Uzumaki instándolo a guardar
silencio – No te estoy amonestando porque lo hayas olvidado.
La tranquilidad en la voz masculina llego hasta el rubio, causando ese efecto en él,
aumentado por el toque del dedo de Sasuke sobre sus labios, que aun no había retirado.
− El documento tenía como clausula que cuando diera a luz tendría que ceder su
custodia al matrimonio Uchiha… - mientras hablaba, observaba con detenimiento el
semblante del moreno.
Sasuke asintió.
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− Será mejor que a partir de ahora dejes de preocuparte – comenzó a tranquilizarlo – Por
lo que has dicho, este pequeño inconveniente podrá solucionarse sin mayor contratiempo
y yo me encargaré de que así sea.
Los ojos zafiros lo miraron llenos de esperanza y ese gestó provocó en él una sensación
de calidez en su cuerpo.
− Ahora descansa… yo tendré que hacer unas llamadas para asesorarme sobre este
asunto… y… - Se calló abruptamente.
− No… nada… sólo divagaba – la voz masculina se había hecho más ronca de lo normal,
aun así Naruto la sintió como si fuera una caricia.
− Bien…
− Bien… - Sasuke se dio la media vuelta para avanzar a la salida, pero a medio trayecto
cambio de parecer y se regresó – No te preocupes y descansa. Yo regresaré más tarde –
se inclinó sobre él y depositó un beso sobre la frente del rubio.
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Naruto quedó petrificado por la sorpresa. Nunca había creído capaz a Sasuke de tal gesto.
Quedó mudo y no tuvo voz para detenerlo y pedirle que le explicara el por qué de su
acto. Desde su lugar, sobre la cama vio como el salía de ahí.
Y hasta que la puerta se cerró tras el pelinegro tuvo el valor de llevarse una mano a la
frente.
Se dijo que debía mantener los pies sobre la tierra, no interpretar esa muestra de cariño
de parte de Sasuke…
*****
− ¡Maldita seas, Karin! – explotó Sasuke ya cuando estuvo lo suficientemente lejos de la
habitación de Naruto, asegurando que nadie lo escuchara - ¿Quieres jugar sucio?
Entonces vamos a jugar así – masculló, deseando golpear el objeto más cercano.
El saber que su ex mujer había estado cerca de Naruto le hacía hervir la sangre y más aun
el que ese encuentro haya acelerado el nacimiento de Sora.
Estaba furioso, así que se vio en la necesidad de salir del hospital y comenzar hacer unas
llamadas desde su teléfono móvil al tiempo que recargaba la espalda sobre el pasamano
de la escalinata de entrada.
Inició la serie de llamadas hablando primero con su abogado. Este aseguró que habría
una respuesta favorable a lo que pedía en unas cuantas horas.
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Mujakina By Bluemelina
Después se comunicó con el abogado sunaense que lleva el caso de Sasori en Suna. A
pesar de que estaba en constante trato con él, necesitaba asegurarse de que la parte
defensora no estuviera haciendo movidas turbias en los últimos días.
El abogado le aseguró que estaba siendo muy meticuloso en el caso y que la defensa no
tenía mucho margen de acción.
A pesar de sus palabras, Sasuke necesitaba una mayor seguridad de que Sasori no saldría
absuelto.
Suponiendo que el doncel había sido llevado al área de neonatología, preguntó a una
enfermera que pasaba en ese momento donde estaba el área. Recibió la indicación y se
dirigió hacia allá.
Cuando llegó, encontró que Gaara estaba pegado al vidrio observando el interior de la
sala de neonatos.
Se acercó a él.
− Señor Uchiha, me preguntaba dónde se había metido – comentó con voz jocosa.
− Esperó que todo esté bien – inquirió el sunaense después de varios segundos de
silencio.
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− Sea lo que vaya a suceder, se que está haciendo lo correcto – externo su sentir.
Él vio como Naruto destapó un lado de su pecho. La areola más oscura de su color
normal, lo llenó de deseo. Hizo un enorme esfuerzo por controlar su impulso, hasta se
amonestó por ello.
Orgulloso, vio como la boquita de su hija se pegaba al pezón de su padre doncel y Naruto
hacía un gesto de dolor.
Sasuke no respondió. Se encontraba hechizado ante la belleza del acto mismo. Naruto y
Sora unidos. Padre-doncel e hija unidos.
Y el deseó formar parte de ellos. Estar ahí dentro, mirando orgulloso a sus dos amores…
dos amores.
Movió la cabeza de un lado a otro, tratando de alejar esa idea, pero le resultaba imposible
hacerlo. Desde que vio a Naruto horas antes no podía pensar en otra cosa. No tenía deseos
de hacerlo.
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Mujakina By Bluemelina
En silencio siguió observándolos, mientras le hacia una promesa a su hija.
“Te prometo que nadie te separará de los brazos de Naruto” – dijo mentalmente.
Y un gran peso se alejó de él. Se sintió misteriosamente más ligero. Como si la paz de
alma se hubiese anidado en su ser.
Sasuke ignoró la mirada de reproche que le dirigiera Gaara y a pesar que respondió a la
llamada porque identificó el número de su abogado, tenía fija la mirada en Naruto, quién
en ese momento levantó sus ojos de con su hija y se le quedó mirando con detenimiento.
Los ojos de ambos se encontraron. Sasuke percibió en los del rubio una gran paz,
acompañada de alegría y orgullo de haber creado un ser tan hermoso.
Naruto percibió en los ojos negros entendimiento, orgullo por ser padre de ese pequeño
ser… de… amor…
Naruto sabía que Sasuke había recibido una llamada importante por su semblante frío y
distante, pero el brillo de sus ojos lo delataban… el rubio percibía amor en ellos…
Y le sonrió, agradecido de saber que su hija era tan amada por él, igual o con mayor
intensidad de lo que el Uzumaki ya amaba a Sora.
Sin darse cuenta que la mirada de Sasuke se enfocaba en alguien que no era Sora, en él
mismo.
Sasuke salió de ahí con paso decidido y seguro de que Naruto y Sora estarían
perfectamente cuidados por Gaara y un ejército de enfermeras.
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Mujakina By Bluemelina
Para ese momento, el Uchiha ya tenía a sus hombres listos para actuar, abordó la limosina
que estaba a las afueras del hospital y se dirigió a la capital, directamente al hotel
Yamanaka uno de los más lujosos de la ciudad, con la seguridad de que Karin se
hospedaba ahí.
El vehículo se detuvo justo bajo la marquesina de la entrada del lugar. Cuando bajo de
él, Sasuke reconoció a varios de sus guardaespaldas que aguardaban su llegada. Con un
movimiento de cabeza les indicó que esperaran a las afuera del hotel, mientras él
ingresaba.
Ya que, a la salida de ahí, cuando hubiese arreglado su asunto con Karin, serían los
guardaespaldas de mucha ayuda para contener el mar de personas que se arremolinarían
ahí.
Incontrolable.
La rabia dominaba su cuerpo. A grandes zancadas cruzo el lobby del hotel, sin registrar
su visita en recepción.
Entró en el primer elevador que se abrió ante él y pulsó el botón que lo llevaría a su
destino. Si tenía suerte, Karin le abriría la puerta sin cerciorarse con antelación quién era.
En cuanto las puertas del elevador se abrieron de nuevo, el moreno comenzó a recorrer
el largo pasillo hasta detenerse afuera de la suite.
Sabía exactamente qué era lo que iba a decir y cómo iba a actuar. No se dejaría amedrentar
con las tontas amenazas de su ex mujer.
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− ¡Tonto mesero! ¡Les ordene con claridad que subieran la orden dentro de media hora!
– el comentario llego con claridad a Sasuke a pesar del grosor de la puerta.
La voz femenina y con claro acento chillón le resultó insoportable a sus oídos. Aun no
podía comprender por qué precisamente con ella se unió en matrimonio. Pero lo bueno
de eso era que se la quito de encima como si fuera una mota de polvo.
Pero en relación a Naruto y a su hija, era otro cantar. No permitiría que su veneno les
hiciera daño. Nunca más.
Permaneció en silencio, en espera de que Karin abriera la puerta. Así lo hizo. Con
satisfacción observó como el rostro de la mujer se transfiguraba al ver que era él quién
había llamado a la puerta.
Con desdén difícil de disimular, los ojos negros recorrieron la figura femenina ataviada
con un albornoz del hotel, para después fijarse en el rostro de la pelirroja.
− ¿Esperabas a alguien más, querida? – preguntó con burla, al tiempo que con la mano
detenía la acción de Karin de cerrar la puerta.
− ¿Qué diablos haces aquí? – señaló la mujer dando varios pasos atrás al ver que no
consiguió su propósito.
Sasuke entró a la habitación, sin dejar de observarla atento a todos sus movimientos.
− Supe que hiciste una visita rápida a mi casa de campo – habló pausado, dándole al
mismo tiempo a su voz un matiz de advertencia – Y no me gustó que lo hicieras – mientras
hablaba, observó la habitación analizando cualquier objeto que podría convertirse en un
proyectil contra él.
Por la ubicación de la pelirroja, se dio cuenta que ella no tenía la mínima posibilidad de
tomar uno de los objetos.
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− Más aun cuando está en juego la seguridad de mi hija – respondió con frialdad, dando
un paso hacia la mujer.
− ¿Hija? – La voz chillona de Karin resonó en toda la habitación - ¿Es una niña? – volvió
a preguntar sin creer lo qué Sasuke había dicho.
El banquero sabía que la noticia de que había tenido una hija, en lugar de un varón tiraba
al traste el plan de Karin de adueñarse de la mitad de su fortuna, ya que al morir Fugaku
Uchiha, éste había dejado una cláusula donde estipulaba que sólo hijos varones
heredarían la enorme fortuna, restándole importancia a las hijas que nacieran.
Lo qué no sabía la pelirroja era que él había contrademandado esa cláusula y hacía más
de un año que está fue anulado por denigrar el género femenino.
− Así es… Exactamente un par de horas después de tu visita – al tiempo que hablaba iba
acortando la distancia entre ellos – Fue una completa estupidez de tu parte presentarte
en mi casa sin invitación alguna.
− ¡Escúchame bien, Karin! – exclamó Sasuke al instante que sus brazos la envolvieron,
cortando de tajo la única posibilidad de la pelirroja de escapar. Con una mano la asió de
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la barbilla, asegurándose que ella viera la furia de sus ojos y rostro – ¡Fuiste una reverenda
idiota al jugar un juego que de antemano lo tenías perdido!
− No lo voy hacer hasta que no cumpla mi cometido – la voz de inglés sonaba controlada,
a pesar que su interior estaba a punto de estallar – Tú hermano Sasori no saldrá de la
cárcel por más que insistas de que retire la demanda… porque su lugar es vivir tras las
rejas por una buena temporada, además si insistes en apoderarte de mi hija ten por
seguridad que tú vas directo a hacerle compañía a tu hermano y de pasada, me encargo
de que toda tu familia pague las consecuencias de tus actos, sin importarme dejarlos en
la calle.
− Sí mueves un solo dedo sobre el papel que te firmó Naruto, te vas a la cárcel por fraude
equiparado y tráfico de infantes. Eres lo suficiente tonta como para respaldarte en un
papel que no tiene valor legal porque nuestro matrimonio se disolvió, ¿acaso no
recuerdas que hiciste firmar a Naruto sobre un papel donde lo obligabas a entregar al
producto de la inseminación al matrimonio Uchiha?
− Y sí continúas con tu maldita farsa, saldrá a la luz el fraude que cometiste al falsificar
mi firma para apropiarte de mi semen, sumando con ello el trafico que hiciste al llevarlo
contigo a Suna de forma ilegal, así que por favor no vengas a amenazar más, porque
quién será pisoteada en todo esto serás tú.
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− ¡Sé que tus amenazas caen en saco roto!… - lo enfrentó - ¡Sí realmente quisieras hacerlo,
lo hubieses hecho hace mucho tiempo!
− Ni tú a mí, querido.
− Crees que eres digna contrincante, pero no es así – entrecerró los ojos.
− Pues hazte a la idea, porque no los voy a dejar tranquilos nunca – posó las manos en
su cadera en señal de triunfo.
− ¿Esto es todo, Sasuke…? ¿Sencillamente te vas porque te diste cuenta que no puedes
conmigo? – se burló la pelirroja.
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En el pasillo, yacían cinco hombres aguardando a la señal de su compatriota.
Otro hombre la obligó a extender sus brazos para colocarle las esposas.
− ¡Te vas a arrepentir de esto! - gritó, tratando de hacerse escuchar sobre las voces de
los hombres.
Diciendo la última palabra, el banquero salió de ahí, sin dirigir ninguna otra mirada sobre
su hombro.
Cuando no había sido mejor que la mujer que en esos momentos era esposada y
trasladada a prisión.
Al fin comenzaba a sacudirse parte del estigma con el cuál había sido criado.
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Pero aún le faltaba un largo camino por recorrer para ser merecedor de lo que más
anhelaba en su vida y que no tuvo en su niñez.
Una familia.
Minutos después salió del hotel y un mar de reporteros lo atacaron con una multitud de
luces provenientes de sus cámaras fotográficas y de video.
Las preguntas ante los sucesos acontecidos no se hicieron esperar. Todos demandaban y
luchaban por la exclusiva de sus respuestas.
Sasuke solo se concretó en informarles que esperaran al juicio. Él como la parte afectada
no podía hacer declaración alguna.
Como pudo logró abrirse paso entre los individuos, a pesar de que varios de sus
guardaespaldas se acercaron a él en cuanto cruzó la puerta del hotel para protegerlo de
los empujones y situaciones embarazosas que pudieran suscitarse.
Cuando al fin se vio librado de los reporteros, una serie de exclamaciones y sonidos
ensordecedores aparecieron en el ambiente, indicándole a él y a sus hombres que Karin,
escoltada por los agentes policiacos hacia su aparición en ese circo.
Le había dado la oportunidad de retractarse de sus actos y ella tomó el camino más difícil
y que no tenía retorno.
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− A casa.
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Capítulo XVIII
El sonido de la campanilla anunciaba la visita de un nuevo cliente. Esperando que su
asistente atendiera al recién llegado fuera quien fuera, Sai continúo con su trabajo en la
trastienda de su consultorio, poniendo mayor énfasis a la camada de perros golden
retriever que había nacido un par de horas antes.
− Sai, te buscan – anunció la joven mujer que trabajaba ahí tan solo desde un par de
semanas antes, cuando el moreno tuvo la oportunidad de contratar a un empleado.
− Sí… - la asistente observó el papel que una de sus manos llevaba en gesto nervioso –
Me pidió que…
El azabache asintió.
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su vida había nuevos motivos para estar feliz. Sora, su hija y a quién habían dado de alta
del hospital apenas el día anterior. Naruto… que comenzaba a tener una vida llena de
tranquilidad con Karin en la cárcel y a punto de enfrentar una sentencia con el juez.
Con una calma que estaba lejos de sentir, Sai se quitó los guantes con los que estaba
trabajando, mientras sentía a su espalda la mirada penetrante del moreno.
Además, hacía más de dos semanas que no tenía noticias de Naruto y del bebé y eso fue
cuando salió de la Mansión Uchiha con el firme propósito de no volver a pisar ese lugar.
En cuanto estuvo listo, guió a Sasuke por un pequeño pasillo hasta entrar a una pequeña
oficina ubicada en la parte trasera del edificio.
− ¿Y bien? – inquirió Sai en cuanto tomó asiento detrás del escritorio y cruzó los brazos
sobre su pecho en señal de tener poca accesibilidad hacia con él - ¿A qué se debe tu…
visita?
En cambio, observó con detenimiento al hombre que decía ser su hermano y que le
resultaba muy difícil reconocerlo como tal, antes de hablar.
− Vine a agradecerte lo que hiciste por Naruto y mi hija… Tu ayuda resultó muy valiosa
– respondió con frialdad.
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− Llega varias semanas tarde “tu agradecimiento”. Si tanto te podía venir aquí, pudiste
haberlo hecho por teléfono… así te ahorrabas este momento tan embarazoso – contestó
el veterinario imitando la frialdad del banquero.
− Posiblemente tengas razón Shimura, pero no está en mí dar la espalda a mis deberes.
− ¿Deberes? ¡Qué palabra tan extraña proviniendo de ti…! – torció la boca. No estaba
dispuesto a recibir una humillación más de un Uchiha.
La reacción de Sasuke no se hizo esperar. Dejo caer sus manos sobre la madera del
escritorio. Desde su lugar, Sai no se dejó amedrentar.
− Está claro que una situación extraordinaria me hizo venir aquí, aun así no voy a
permitirte que me insultes – dijo Sasuke con voz entrecortada, tratando de controlar la
rabia que surgía dentro de él.
− Y qué llega demasiado tarde, Uchiha… Bien pudiste hacerlo hace dos semana, pero
no, en cambio decidiste actuar como un patán… Dime, ¿qué se siente tener el mundo en
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tus manos…? Que cuando chasqueas los dedos… - hizo el ruido con los suyos – Todos
deben actuar según tus órdenes.
− Estas hablando incoherencias – el moreno se alejó dando un par de pasos hacia atrás.
Comprendiendo que el asunto a tratar era del pasado.
− ¿Quién de los dos está equivocado, Uchiha? Tú tienes tu verdad, como yo tengo mi
verdad… ¿Quién… entonces está equivocado?
− Está claro que nunca llegaremos a un acuerdo – señaló Sasuke con desprecio.
Sai resopló.
− Lo haremos el día que decidas escuchar – comentó, colocando las manos en jarras.
Para ese momento, la rabia contenida de años se fue de control. En unos segundos ambos
hombres estaban enfrentándose a golpes. Cada uno descargando en él otros años de furia,
de dolor, de odio, de desilusiones.
Al escuchar los ruidos provenientes de la oficina, la asistente corrió para observar lo que
estaba sucediendo. Su sorpresa fue mayúscula al encontrar a ambos hombres trenzados
en plena pelea.
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Un grito proveniente de la joven, hizo que momentáneamente Sai perdiera la
concentración, causando con esto que Sasuke le acertara un puñetazo directo en la
mandíbula que lo precipitó sobre el escritorio, tirando todo el contenido de este al suelo.
− ¡Basta…! – gritó la chica desesperada por detener la pelea, pero ambos hombres no
obedecieron.
Sasuke se aventó sobre Sai y él esquivó el ataque lanzando con sus piernas al moreno
contra la puerta abierta.
La asistente alcanzó hacerse a un lado antes de que el banquero cayera sobre ella.
El Uchiha se levantó del piso y volvió a entrar en el despacho, dispuesto a no dejar salir
ileso a Sai de ahí.
Los hombres se vieron pronto trenzados a puñetazos, mientras la asistente corría hacia el
teléfono más cercano.
Los golpes a puño limpio no se dejaron esperar. Fue necesario que dos hombres
uniformados los separaran minutos después.
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− ¡Yo! – respondieron al unisonó Sai y Sasuke, jadeando y con los rostros visiblemente
lastimados.
Antes de que Sasuke fuera esposado, con la manga de su camisa alcanzó a limpiarse el
hilo de sangre que salía por la comisura de su boca. Mirando a Sai, se dio cuenta que
cómo se veía él así estaba su rostro.
− ¡Peleas duro, Uchiha! – habló por fin el veterinario, sin apartar la vista del camino.
Adolorido, Sasuke se recostó sobre una base de concreto que hacía la función de cama.
Al otro lado del muro de ladrillo, Sai hizo lo mismo. Los dos hombres esperaron a que
les permitieran hacer una llamada.
− Sai Shimura es su turno para hacer la llamada – comentó el policía que llevaba de
regreso al banquero a su celda.
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− Olvídelo oficial… - respondió este con desgana – Permaneceré aquí hasta que termine
la sanción. 36 horas en este lugar no le hacen mal a nadie.
− Será mejor que se contengan, a menos que deseen permanecer aquí una buena
temporada.
− No estaría mal oficial – sonrió Sai – Yo no tengo ninguna reputación que perder – dijo
lanzando la puya directamente al otro moreno.
El sonido del bastón golpeando los barrotes de las celdas calló a los hombres
encarcelados.
− Todo lo que están haciendo tendré que decírselo al juez. No crean que pueden seguir
peleando… - sentenció el hombre uniformado.
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Sasuke se llevó una mano al cabello, deteniéndose y girándose para ver al abogado.
− Lo sé…
− Cómo tu digas… por cierto ¿necesitas que te lleve a donde está tu auto? – señaló su
vehículo de aspecto elegante que esperaba aparcado al lado de la acera con el portafolio.
− Sí me haces el favor…
− En tres días tendrás audiencia con el juez, lo arreglé así para que no interfiriera con el
proceso legal que sigues en Konoha contra tu ex mujer… - comentó el hombre cuando se
internaron en el ligero tráfico de la ciudad.
− Te lo agradezco…
El abogado asintió.
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Varios minutos después, llegaron a donde estaba aparcado el auto de Sasuke y antes de
que el hombre mayor arrancara, el moreno lo detuvo.
− Shimura no es mi enemigo.
− Cómo tú digas…
Sasuke permaneció junto al vehículo con la llave en mano hasta que el auto de su abogado
desapareció de su vista.
Después de todo, solo le faltaba enfrentarse al doncel que lo esperaba en casa. De la cual
se había enamorado.
*****
El ruido del automotor le aviso a Naruto que Sasuke estaba de vuelta.
Dejando a la bebé a cargo de Gaara, se dirigió al encuentro con el padre varón de su hija.
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Desde el nacimiento de Sora, la actitud fría de Sasuke se había desvanecido y ahora, un
hombre nuevo y que la hacía sentirse cómodo en su presencia estaba a punto de entrar
por la puerta principal.
− Me encontré con un tronco muy duro – trató de bromear, mientras permitía que las
manos del rubio tocarán su rostro con suavidad. Le gustaba su contacto.
− Será mejor que vayas a la biblioteca mientras le pido a Gaara su botiquín de primeros
auxilios – respondió Naruto, bajando la mano a su costado – Después habrá tiempo para
que me expliques…
Minutos después, su sentido del oído percibió cuando el joven entró a la habitación.
Abrió los ojos cuando sintió como un algodón impregnado en alcohol tocaba la piel de
su rostro.
Naruto asintió.
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− Supongo que sí – respondió mientras fruncía el ceño. Las heridas que Naruto iba
limpiando comenzaban a arderle.
− ¿Te has dado cuenta cómo el mundo se ha desquiciado a nuestro alrededor? – trató de
bromear, mientras sus manos seguían trabajando.
− Era de esperarse. En muy pocas ocasiones alguien de su status cae en la cárcel por sus
acciones…
− Lo sé… pero eso no evita que sienta lastima por ella… - la mano del rubio tembló.
La mirada de Naruto pasó del rostro del moreno a la mano que lo sujetaba, nervioso.
− Me sorprende que después de todo lo que te hizo Karin, aun puedas sentir lástima de
ella.
La voz ronca del hombre llego hasta el menor, haciendo que contuviera el aliento. Bajo la
mirada a su regazo al darse cuenta que no podía enfrentarse a los penetrantes ojos negros
que lo miraban inquisitivos.
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− No puedo evitarlo… - suspiró – A pesar de todo lo que ha pasado… tengo a Sora y…
eso es maravilloso.
− No… Sasuke… yo… es difícil de explicar y siento que si lo hago no podrás entender…
mis razones…
− Tener… una familia como Dios manda… engendrar un hijo de forma natural… no en
un consultorio frio… sentir el calor de mi pareja al momento de hacer… - se detuvo
abruptamente, sonrojándose.
− ¿El amor?
El rubio asintió. La garganta la sentía seca. Los ojos de Sasuke la taladraban como si
quisiera conocer el más íntimo secreto de él.
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El rostro del Uzumaki adquirió un tono escarlata al comprender la implicación de la
pregunta.
− No… ninguno – respondió por fin, después armándose de valor se levantó del diván
para poner distancia de por medio entre ellos – Yo… siempre desee vivir y sentir un gran
amor igual o… más intenso que el que vivieron mis padres – terminó con voz
entrecortada.
− Nunca tuve tiempo para hacerlo – confesó el Uzumaki – Siempre estuvieron mis
estudios primero y después el atender a mi madre.
− Aun así… aún cuando te inseminaron en contra de tus deseos… aprendiste amar… a
mi hija – señaló el banquero, levantándose del sillón y acercándose a donde el rubio se
encontraba.
− Porque también es mía… Yo… estaba resentido y me auto castigaba por haber sido
débil con Karin y haber accedido… - comenzó a caminar hacia atrás, afectado por la
cercanía del hombre. Tratando de huir - Pero en cuanto… tuve el accidente y estuvo en
peligro el embarazo… la amé… la amé… y me dije a mi mismo que nadie me separaría
de ella.
Sasuke se detuvo a solo unos centímetros de él. Podía sentir el calor que emanaba el
cuerpo del rubio. Levantó una de sus manos y la posó sobre la mejilla de Naruto.
− Sí… lo hiciste… pero tengo ahora la seguridad que no lo vas hacer – se apresuró a
decir, trastocado por su contacto.
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− ¿Qué he hecho yo para que confíes en mí? – inquirió el hombre, acariciando con su
aliento la otra mejilla del joven.
Los ojos azules de Naruto se abrieron como plato, sin poder ocultar su asombro.
La cabeza del rubio comenzó a dar vueltas. Se sentía mareado. No sabía si era por lo dicho
por Sasuke o era causa directa del efecto que provocaba en él la cercanía del cuerpo
masculino, aun así se armó de valor para responder.
− ¡Estás de broma…!
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− ¿Según quién?
− Aquí no existe un quién, sino un nosotros – señaló con voz grave. Había tenido la
seguridad de que Naruto no se la pondría fácil y así había sido.
Uniendo fuerzas, Naruto posó sus manos sobre el pecho masculino para apartarlo.
Sasuke no se apartó. Se mantuvo firme, mirándolo y taladrándolo con sus ojos negros.
− Y tú… ¿qué? – levantó una ceja. Él sabía perfectamente que Naruto estaba enamorado
de él. Pero no se lo diría.
− No te conozco lo suficiente… mírate… hoy saliste muy temprano de aquí… sin decir
a donde ibas y… cuando regresas… llegas golpeado – se apresuró a aclarar.
El banquero se mantuvo en silencio, después tomó una mano del joven y se la llevo al
pecho.
Naruto abrió sorpresivamente los ojos, sin saber que sucedería a continuación. Su palma
percibía el rítmico latir del corazón masculino y el contacto le resultaba muy
embriagador.
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− Esto… es lo que soy – dijo Sasuke con voz suave – No puedo negar que a lo largo de
mi vida he hecho muchas cosas de lo cual no estoy orgulloso… por ejemplo… hoy…
− Yo…
− Shhh – silenció al doncel – Pero esto es lo que soy Naruto y por primera vez… deseo…
anhelo hacer lo correcto…
El Uzumaki cerró los ojos, esperando que al abrirlos todo eso fuera un sueño. No fue así.
Diciendo eso, Naruto salió de ahí corriendo. Mientras subía las escaleras para llegar a su
habitación, su mente no dejaba de repetir las palabras de Sasuke.
− Parece que te siguió el mismo diablo – comentó risueño el pelirrojo, sin percatarse del
estado perturbado de Naruto.
− Yo… necesito estar a solas con Sora… ¿me permites? – dijo con voz entrecortada y
extendiendo sus brazos hacia su hija.
Naruto observó el rostro de Sora tan parecido al de su otro padre. Con un dedo apartó
las pequeñas hebras negras que se arremolinaban sobre su frente, con suavidad evitando
despertarla.
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Se recostó sobre una silla mecedora que había sido llevada ahí el día anterior, cuando la
bebé fue dada de alta del hospital.
Como sí Sora entendiera el dilema de su padre, abrió los ojos. Tan azules como los de
Naruto y tan penetrantes como los de su otro padre.
El rubio sonrió.
Conocía el riesgo que conllevaba casarse con Sasuke. Un matrimonio sin amor. ¿Sería
igual al que tuvo Karin con él? Movió la cabeza de un lado a otro. Era imposible. Existía
una gran diferencia. Su prima nunca lo había amado, en cambio él… se había enamorado
de Sasuke perdidamente.
Lo único verdadero y puro de todo eso era su sentimiento hacia él. Más allá de todo
raciocinio. Más allá de toda lógica.
¡Por Dios! Nunca, ni es sus sueños más extraños había cruzado esa idea en su cabeza. Él
anhelaba más… deseaba más… quería que él lo amase igual que lo que lo amaba él.
¿Podría conseguirlo?
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¿Lograría su objetivo?
Se vio y se sintió atractivo. Su cuerpo había adquirido curvas donde antes no existían,
convirtiéndolo en una doncel de exótica belleza.
¿Podría lograrlo? - Se volvió a repetir y una sonrisa curvo sus labios turgentes.
Porque era la única forma de luchar por lo que más deseaba en su vida.
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Tenía que arriesgarse y ver hacia el futuro prometedor que lo esperaba. No sumirse en el
fracaso cuando aún no ha sucedido y que posiblemente nunca sucedería.
Él, Naruto Uzumaki lograría que el poderoso Sasuke Uchiha se enamorara de él, aunque
la vida se le fuera en la proeza.
Y conseguiría su propósito de que Sora Mikoto fuera criada dentro de una familia
amorosa.
No lo encontró en la biblioteca.
Suponiendo que habría ido a quitarse las ropas ensangrentadas y sucias, se atrevió a
buscarlo en su dormitorio. Un territorio desconocido para él y que posiblemente dejaría
de serlo muy pronto.
Ataviado en una bata en color azul oscuro y con el cabello mojado por la ducha, lo miró
con sorpresa y no era para menos.
− ¿Sucede algo malo? – inquirió preocupado. Su mirada se posó en el pequeño bulto que
los brazos del rubio sostenían.
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El moreno extendió los brazos con el firme propósito de tomar a su hija y con suavidad
Naruto se la paso.
− Yo… vine hablar… contigo – se apresuró a decir con voz entrecortada por el
nerviosismo.
Armado de valor, Naruto ingresó al santuario del banquero. Sus ojos recorrieron con
rapidez la estancia deteniéndose momentáneamente sobre la enorme cama que dominaba
el centro de la habitación.
Metiendo las manos nerviosas en los bolsillos de su pantalón, Naruto se giró y miró
directamente a Sasuke, quién amorosamente sostenía el cuerpo de su hija dormida.
− Será mejor que tomes asiento – comentó el moreno, notando el temblor en el cuerpo
del menor.
Sasuke caminó hacia el doncel y pasó de largo hasta llegar a la cama, donde depositó a la
pequeña con toda la reverencia que le era posible.
− ¿Y bien…? – preguntó esté sin dejar de observar a su hija que seguía durmiendo
plácidamente.
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− Yo… deseo…
Naruto cedió al deseo de la caricia y movió su cabeza para sentir con mayor profundidad
la mano del banquero en su mejilla.
− Yo… - se detuvo por unos instantes a causa del brillo en los ojos negros del moreno –
Yo… - suspiró – te amo, Sasuke y aunque sé que no me amas… estoy dispuesto a casarme
contigo porque deseo que Sora crezca en un hogar…
Ante las palabras del ojiazul, Sasuke contuvo el aliento. Sorprendido del valor de Naruto
para declararle sus sentimientos.
− ¿Qué te hace suponer que no me he enamorado de ti? – inquirió el Uchiha con voz
grave.
Con suavidad llena de ternura, Sasuke envolvió el cuerpo del doncel en sus poderosos
brazos.
Ante el calibre del gesto del hombre, el rubio se sintió seguro en sus brazos. Un lugar tan
deseado y anhelado por él. Aunque Sasuke no le dijo que lo amaba, ese gesto dulce y
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cariñoso le decía que él le tenía un gran cariño y si se empeñaba en su propósito, lograría
en un tiempo no muy lejano que él lo amasé.
Sintió como una mano masculina comenzó acariciar su cabello y levantó el rostro hacia
él, anhelante de un mayor contacto.
Los labios de Naruto se entreabrieron para tomar aire, pero Sasuke lo tomó como una
invitación. Con delicadeza, posó su boca sobre los trémulos labios del joven y un suspiro
escapó del pecho de él.
Deseaba saber todos sus secretos, fundirse en él. Unirse en un solo cuerpo y en una sola
alma… pero no era el momento idóneo para arrastrarlo al espiral de deseo que
comenzaba a crecer dentro de él.
Sasuke Uchiha, por vez primera se tuvo que apartar del ser que más deseaba en el mundo
y colocando una mano sobre la cabellera rubia, lo instó a que posara la cabeza sobre su
pecho.
Naruto podía sentir el acelerado ritmo cardiaco del moreno. Asombrado, no podía creer
que él fuera el provocador de tal reacción. Siguiendo su instinto, subió su mano y la
colocó en el pecho masculino.
Era la primera vez que su mano se posaba atrevidamente sobre el pecho de un hombre y
la sensación que le provocaba lo hacía respirar entrecortadamente.
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− Te prometo Naruto… que a partir de ahora solo recibirás lo que te mereces – sentencio.
− Lo mejor Naruto… lo mejor aunque me cueste toda una vida para demostrártelo.
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Capítulo XIX
Naruto despertó abruptamente de su sueño. La tenue luz del sol de la mañana entraba
en un delgado hilo a través del pesado cortinaje. Inquieto, se apresuró a abandonar la
cama y tomando una bata se dirigió a la cuna de Sora, colocada en la misma habitación.
Feliz se inclinó sobre la cuna y con un dedo acarició la perlada mejilla de la niña, quién
aún seguía dormida, dejando a su vista el ostentoso anillo que su dedo anular portaba y
que había temido quitárselo la noche anterior.
A pesar que Sasuke no le había dicho que lo amaba, en el fondo de su corazón sabía que
era así. Sólo necesitaba tiempo para decírselo. Sólo el tiempo podía curar las heridas que
el pasado había provocado en el corazón masculino y Naruto estaría ahí para ayudarlo.
Recordó cómo después abandonó la habitación del banquero, sintiendo una gran ligereza
en su ser. Le había dicho que lo amaba y él no se había portado con burla ni desdén. Al
contrario, con delicadeza le había dicho que agradecía la confianza que en él había
depositado y que lucharía por darle lo mejor, a él y a su hija.
Después durante la cena, Sasuke había comenzado hacer los planes de boda ante el asombro del
doncel, quién siempre había creído que eso le correspondía a una organizadora.
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El banquero descubriendo la mirada perpleja del joven doncel, tomo la mano de él y se la llevó a los
labios, depositando un suave beso en ella.
− No quiero que te preocupes por nada – le había dicho – Tu deber es atender a Sora. Yo me
encargaré de los preparativos.
− Pero esto es tan inusual – comentó Naruto, bajando la mirada al regazo donde su otra mano
estrujaba nerviosa la tela de pantalón, que para ésta ocasión había decidido utilizar.
− ¿Quién ha dicho que un hombre no sabe de estas cosas? – inquirió el moreno en broma, bajando
la mano del rubio hasta depositarla sobre el mantel de damasco que decoraba la mesa. Su mano
seguía sujetando la del menor, sin atisbo de querer soltarla – Deja todo en mis manos…
− Sí insistes… - cedió Naruto y con los ojos muy abiertos observó como el moreno levantaba de
nuevo su mano y clavaba los ojos negros sobre él.
Atravesaron la primera planta de la mansión con las manos entrelazadas, sin saber el Uzumaki a
donde lo llevaba. Después descubrió ante su torpeza que Sasuke lo conducía directamente a la
biblioteca. Extrañado se permitió guiar.
En cuanto llegaron ahí, Sasuke lo llevó hasta una pared adornada por un enorme cuadro que
mostraba a uno de sus antepasados.
Sin pronunciar palabra alguna, el rubio observó como el Uchiha hacía a un lado la pintura y dejaba
al descubierto una puerta perteneciente a una caja fuerte.
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Vio como él la abría después de poner una serie de números en un teclado digital. Ante él se
presentaron varios estuches de terciopelo negro. Su lógica le indicó al doncel que estos contenían
joyas muy valiosas. Movió la cabeza de un lado a otro, pero Sasuke paso por alto su negativa.
− Estas joyas han permanecido en la familia por generaciones – comentó mientras sacaba los
estuches y los colocaba sobre la madera del escritorio e iba abriendo uno a uno. Sin mencionarle
que la última persona que las uso fue su madre.
El primer estuche guardaba una gargantilla de diamantes que en nada le pareció ostentoso, de ahí
sus ojos se dirigieron a una tiara fabricada en esmeraldas. Sucesivamente cada caja fue develando
su secreto, mientras Naruto mudo, no sabía que decir.
− ¡Es… demasiado! – exclamó por fin - ¿Por qué no tienes todo esto en el banco? – inquirió
asustado.
− Mi pequeño dobe – tocó su nariz con un golpecito – Si no te has dado cuenta, esta casa tiene
uno de los sistemas de seguridad más modernos que existen… es casi imposible que alguien llegue
hasta aquí sin ser detectado.
Ante la mención del nombre de su prima, Sasuke se detuvo y lo miro con detenimiento.
− Un pequeño error del personal encargado de vigilar las cámaras de seguridad – comentó con
frialdad – Y te aseguro que ninguna otra persona indeseable volverá a cruzar los terrenos de la
propiedad.
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Sasuke sonrió y después continuó con su tarea, hasta sacar un pequeño escuche que el rubio supuso
que guardaba a buen resguardo un anillo.
− Este… perteneció a mi bisabuela – señalo el magnate cuando abrió el estuche ante los ojos de
Naruto.
El rubio ahogo un grito de sorpresa y con un dedo tembloroso recorrió la silueta del anillo,
engarzado con varias esmeraldas diminutas y en medio de ellas un enorme zafiro.
− Creo que te quedará a la perfección – dijo el banquero al tiempo que tomaba la joya entre sus
manos y dejaba el estuche caer descuidadamente sobre el escritorio.
− ¡Es… demasiado! – exclamó Naruto, tratando de retirar la mano que con firmeza sostenía
Sasuke.
− No… no lo es… - apuntó el hombre mientras introducía el anillo en el dedo anular del joven
doncel.
Embelesado por la belleza de la pieza, Naruto levantó la mano y las piedras preciosas brillaron a
contra luz.
− No… no lo harás. Te queda perfecta y sé que la cuidaras con todo tu corazón – su voz
aterciopelada impidió que Naruto consiguiera su objetivo - A partir de este momento nuestro
compromiso es oficial y me llenará de orgullo ver como llevas esta joya como prueba de él.
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− Karin…
− Olvídate de ella… para tu tranquilidad interior he de confesarte que jamás me nació que ella
usara alguna de estas joyas…
Ante la revelación de Sasuke, Naruto contuvo el aire por la sorpresa y un ligero sentimiento
impregnado de calidez comenzó a llenar su corazón y un color escarlata se apodero de la tez de su
rostro.
− Gracias… gracias…
La respuesta del hombre no se dejo esperar. Tomo la mano del doncel y volteándola para dejar la
palma hacia arriba poso sus labios sobre ella.
Naruto contuvo el aliento y llevó su mano hasta la mejilla de él. Sus dedos temblorosos recorrieron
las zonas ligeramente lastimadas por la pelea que Sasuke tuvo con quién sabe quién.
Armándose de valor, Naruto se puso de puntillas para alcanzar los labios del varón. Con timidez,
su boca se unió a la de él al tiempo que los poderosos brazos masculinos lo rodeaban impidiéndole
separarse de él sí así lo deseaba.
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Sasuke tomó la batuta inmediatamente y como un hombre acostumbrado a mandar, hizo que la
boca del menor se abriera invitándolo a entrar en ella.
Con febril deseo, el banquero se apoderó de sus labios mientras Naruto se sujetaba de sus hombros
al sentir que desfallecería por la sorpresa causada ante su reacción. Las manos de Sasuke
comenzaron con suavidad a recorrer la espalda del rubio y a acercarlo más al cuerpo masculino,
buscando el calor de él.
A pesar que Sasuke era el primer hombre que besaba su instinto le decía como actuar ante las
caricias expertas de los labios masculinos, dejándose llevar por el cúmulo de sensaciones que en su
cuerpo comenzaban a tomar vida y forma. Lo deseaba tanto… lo amaba tanto…
De pronto, el banquero se separó de él, mostrándole con su respiración agitada que no le eran
inmunes sus besos primerizos.
− Será mejor que nos comportemos como personas civilizadas – señalo el Uchiha con voz ronca,
clara muestra que había sido afectado con sus besos.
Y así, en medio de una nube Naruto llegó a su habitación, cayendo dormido como un bebé, hasta
que Sora en medio de su llanto lo hizo despertar a mitad de la noche para darle de comer.
Y cuando estaba sentado sobre la silla mecedora y con su hija succionando su pezón, llamaron a la
puerta.
Creyendo que era Gaara para preguntarle sí necesitaba ayuda, dio permiso para entrar.
La puerta se abrió y la presencia de Sasuke le quitó el aire. Ataviado con la misma bata de la tarde,
él entro en la habitación dejando la puerta abierta para evitar así que el doncel se pusiera nervioso.
− Escuché su llanto – murmuró lo suficiente quedo para no alterar a la niña – Por favor… no te
cubras… quiero ver como amamantas a mi hija – se apresuró a decir al ver la intención de Naruto
de cubrirse.
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Ante la súplica masculina, el Uzumaki olvidó su vergüenza inicial y permaneció ahí, mientras su
hija seguía succionando su vital alimento.
Sasuke se acuclilló ante ellos y en silencio observo a sus dos amores, embrujado ante la escena.
Naruto asintió, incapaz de hablar. Aquel gesto lleno de sinceridad de Sasuke lo llenó de amor hacia
él. Le dirigió una radiante sonrisa, la cual fue recibida por una penetrante mirada del hombre.
¡Por supuesto que tenía que amarlo! – Pensó Naruto – Si no, no la miraría con adoración mientras
alimentaba a Sora.
Cuando termino de alimentar a su hija, Sasuke se retiró de ahí sigilosamente, no sin antes darle
un ligero beso a Naruto dejándolo con deseos de que no se marchara.
Acción que provocó que el ritmo cardiaco del joven doncel se alterara en sobremanera.
Sonrojado tomó asiento a un lado de él.
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Durante el desayuno hablaron de los preparativos de la boda. Sasuke era quién llevaba
la batuta en ese asunto, así que Naruto solo se concentró en pensar y decidir sobre las
propuestas que el banquero le externaba. Después hablaron sobre el viaje inminente que
él tenía que hacer ese día a la capital, ya que tendría que arreglar unos papeles
relacionados con el juicio de Karin.
Sasuke, comprensivo le prometió que regresaría esa misma noche. No podía estar ni un
minuto alejado de su prometido y de su hija eran su sentir, pero no podía decírselo. Algo
en su interior se lo impedía.
Naruto lo vio partir pensando en el encuentro que tendrían esa noche. Y horas después,
mientras leía un libro acerca de los cuidados posnatales que debía tener para su hija
escuchó que un vehículo se acercaba a la mansión.
Reconoció la camioneta de Sai. Feliz de que él había ido a visitarlos después de tantos
días, corrió a la puerta.
Su sorpresa fue mayúscula al ver el rostro de Sai que mostraba las mismas huellas que él
rostro de Sasuke.
− ¡Oh, Sai! – exclamó preocupado y el enojo comenzó hacer presa de él - ¡Tú fuiste el
tronco duro!
− ¡Hola, Naru-chan! – saludó el moreno en tono avergonzado - ¿Eso fue lo que te dijo?
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− Prefiero estar afuera, si no te importa.
Naruto asintió. Con rapidez fue por una chaqueta y junto a Sai comenzó a recorrer los
dormidos jardines de la casa, en espera a que llegara la primavera y despertara a la
vegetación.
Se detuvieron a la orilla del lago artificial, que para esa temporada del año lucia una
delgada capa de hielo.
Una carcajada proveniente de Sai dejó perplejo al doncel, quién lo miró sin saber que
pensar.
− Y por la cara de Sasuke, tú también haces lo mismo. ¿Por qué pelearon? – volvió a la
carga.
− Era necesario, Naruto… aunque no por ello justifico mi proceder – tomó una piedra
plana y la arrojo al lago, rebotando esta sobre el hielo.
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− Eres una buena persona, Sai y… Sasuke también lo es… solo dale tiempo…
− Lo amas… ¿verdad?
− Es un hombre con suerte – volvió a arrojar otra piedra al lago. Esta vez el hielo cedió
ante el golpe y la piedra se sumergió en las aguas heladas.
− Uchiha pagó la fianza – comentó Sai después de unos segundos – Debiste ver cómo
nos metieron a la patrulla esposados…
− Me dejas… perplejo…
− Pues… esta mañana desperté después de la gran borrachera que me puse ayer con
whisky…
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Mujakina By Bluemelina
− Por supuesto… así que me dije… Sai Shimura porque no te guardas tu orgullo y vas a
hablar con Uchiha con la educación que tu madre te enseño…
− La verdad… eso no fue lo que me dije – se encogió de hombros – Seré sincero… venir
aquí me llena de luz… creo… que necesitaba ver a Mikoto y a ti… ustedes son “mi
familia” como bien dijiste hace unas semanas y créeme… ayer durante mi borrachera no
me gusto lo que sentí…
− ¿Y qué sentiste? – inquirió el doncel al notar como abruptamente el rostro del joven se
oscurecía.
− Soledad, Naruto… una maldita soledad que me carcome hasta los huesos…
− ¡Oh, Sai! – comenzó a llorar por él. Veía en el hombre cuyos brazos lo protegían como
a un niño deseoso de amor y compañía – ¡Lo siento tanto!
− No… lo hagas, pequeño… se supone que a estas alturas de mi vida ya debo estar
acostumbrado a ella – quiso ser valiente pero no lo logró. Su voz se quebró.
Naruto se separó de él y por varios segundos lo miró a los ojos, tan parecidos a los de
Sasuke.
Sin decir palabra lo tomó de la mano y lo guió a la mansión. Sintió como él detenía su
andar al ver la intensión de Naruto para que él entrara a la casa.
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− Sasuke no está… y no querrás que saque a la niña con este clima tan frió – dijo el rubio.
Permitió que Naruto lo llevara al interior de la casa y lo dejo en la biblioteca mientras iba
en busca de su hija.
Cuando regresó con la niña en brazos, vio como los ojos del veterinario adquirieron un
brillo extraño… anhelante…
Un par de lágrimas comenzaron a recorrer las mejillas del moreno mientras extasiado
veía el rostro de la pequeña.
− Sí…
Y Naruto observó como la pequeña extendía su manita para alcanzar el rostro del hombre
azabache.
− Ella te ama… - le dijo en medio de las lágrimas que le resultaron imposibles de detener
– Nunca… Sai… te alejes de ella… porque no te lo voy a permitir…
*****
Mientras se dirigía a la ciudad capital, para hacer una visita rápida a sus oficinas
enclavadas en el área financiera de la ciudad, Sasuke no hacía más que pensar en lo
sucedido el día anterior.
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Naruto lo había sorprendido en suma manera al haber dicho que lo amaba. Con ese acto
había demostrado ser un ser valeroso, en cambio él había callado sus sentimientos por
temor.
Pero eso no le impidió ir a buscar el anillo que le regalo en señal de compromiso, a costa
del dolor de ver cada una de las joyas que su madre utilizó durante los pocos años que
duró el matrimonio de sus padres.
Había disimulado muy bien su sentir al ir destapando cada uno de los estuches que
resguardaban las carísimas posesiones que por siglos su familia reunió para el propósito
de lucir a sus mujeres y recalcar el estatus que la familia Uchiha debía poseer en Konoha.
Aun así lo hizo, para dejarle en claro a Naruto que estaba dispuesto a cumplir con la
promesa que le hizo.
Su corazón nunca se había abierto a ninguna mujer o doncel por seguir los pasos que su
padre le inculcó después de la infidelidad de su madre.
Él sabía que había sido incapacitado para sentir cualquier tipo de emoción que lo
convertiría en un ser vulnerable.
Reconociendo que el espacio de tiempo entre ellos se achicaría y entonces el padre doncel
su hija, Naruto se convertiría en su esposo. Un ser que nunca había probado las mieles
del amor en brazos de un hombre, pero que tuvo la osadía de dar vida a Sora, un ser
inocente y ajeno a las mezquindades humanas.
“La amé… la amé” – recordó las palabras que el joven rubio pronunciara el día anterior.
Naruto obligado a dar a luz a un hijo no deseado había aprendido a amar a su hija, ¿por
qué entonces su madre, Mikoto no luchó por él y prefirió irse con su amante dejándolo
junto a un padre despiadado y regodeándose en su dolor, para después ser abandonada
por él tipo?
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Mujakina By Bluemelina
“Podía escuchar con claridad la voz de su madre mientras él, un pequeño asustado permanecía en
su habitación, custodiado por una de las doncellas que trabajaba para su padre.
Y el pequeño Sasuke se llevó las mantas a la cabeza, tratando de esconder las lágrimas que brotaban
de sus ojos por escuchar el dolor en la voz de su madre…
− Son habladurías que un hombre que no acepto un no… - Mikoto trataba de conciliar con su
padre.
− ¡Cállate, zorra! – la voz de Fugaku Uchiha llegó hasta el pequeño haciéndolo temblar de miedo
– Te saqué de un burdel y ¿así me pagas? ¡Acostándote con el primer hombre que se te atraviesa!
El niño percibía con claridad la rabia de su padre… nunca lo había escuchado hablar así.
− Sabes perfectamente que sólo cantaba en ese cabaret… sabes a la perfección que sólo tú has sido
mi único…
− Tus palabras no lograran convencerme… Mikoto… Te vi… te vi revolcándote con ese hombre
en el establo…
El silencio se apoderó de toda la segunda planta de la mansión, apenas interrumpido por los sollozos
de su madre.
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Temiendo que no volvería a verla nunca más, el pequeño Sasuke saltó de la cama y salió corriendo
de su habitación seguido de la doncella, a quién había pescado de improviso su reacción.
Corrió, corrió hacia donde escuchaba los sollozos de su madre. Cuando llegó por fin junto al
barandal de la escalera, sus manos se aferraron a éste, mientras sus ojos veían con incredulidad
como a varios metros abajo yacía su madre en el piso y con Fugaku de pie, implacable, frio, con la
mirada impregnada de odio observando a Mikoto.
Ambas cabezas se giraron y miraron hacia donde el pequeño estaba temblando visiblemente.
− ¡Vete de aquí, Sasuke! – rugió Fugaku sin atisbo de preocupación porque su hijo fuese testigo
de lo que sucedía.
Con los ojos empañados en lágrimas, el niño se refugió en los brazos de su madre.
− ¡Te amo! – exclamó Mikoto en su desesperación cuando Fugaku comenzó a jalonear al niño.
− ¡Mamá! – gritaba el niño sujetándose del cuello de su madre, pero la fuerza del adulto fue
decisiva.
− ¡No me lo quites! ¡Es mi hijo… sangre de mi sangre! – respondió Mikoto en el mar de gritos y
sollozos que aquella escena se había convertido.
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− Ante todo es un Uchiha… y como tal permanecerá dónde pertenece – levantando en vilo al niño
comenzó a alejarse de ahí.
Por encima del hombro de su padre, Sasuke vio como su madre tomaba fuerzas e iba tras él.
Extendió su pequeño brazo tratando de alcanzarla, pero le fue imposible.
− ¡Mamá! – gritó en medio de su llanto cuando Fugaku en un solo movimiento la apartó, haciendo
que la mujer se tambaleara y callera al suelo.
− ¡Permanecerás aquí, hasta que venga a buscarte! – ordenó el hombre mayor cuando llegaron a
la biblioteca de la mansión.
− ¡Quiero estar con mi mamá! – demandó el pequeño, pero sus súplicas fueron desoídas.
Con los ojos empañados, observó como su padre lo dejaba en aquel lugar oscuro y que tanto lo
atemorizaba por su imaginación tan despierta. Escuchó como Fugaku lo dejaba encerrado ahí.
Desesperado golpeó la pesada puerta labrada y no recibió respuesta a sus súplicas de niño. Solo
escuchaba a su madre gritar y demandar a Fugaku que le entregará a Sasuke y después nada…
nada…
Sin saber qué hacer, el pequeño pegó el ojo en la mirilla de la puerta. El mínimo espacio que veía
del vestíbulo estaba vació.
− ¡Mamá! – gritó con toda la fuerza de sus pulmones y después fue cayendo lentamente hasta que
el piso lo detuvo, permaneciendo ahí en forma fetal por tiempo indefinido.
Silencio hasta que comenzó a escuchar los pasos pesados de alguien que se acercaba a dónde él
estaba encerrado. Escuchó como la puerta se abría y después una luz cegadora que inundó toda la
biblioteca, alejando las fantasmagóricas imágenes de la mente del niño.
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El pequeño trato de levantarse de dónde se encontraba…
− ¿Y… mamá? – inquirió mientras se tallaba los ojos para acostumbrarse a la luz recién
encendida.
− Escúchame bien, Sasuke – las enormes manos de Fugaku se clavaron en los delgados hombros
del niño.
Sasuke observó los ojos oscuros del hombre que se hacía llamar su padre.
Las lágrimas volvieron a aparecer en los ojos del niño. En su inocencia alcanzó a percibir la
implicación de las palabras de Fugaku.
− Nadie… absolutamente nadie… debe ver a un Uchiha llorar… tú madre se ha ido… porque no
nos quería… y solo nos tenemos uno al otro…
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Con las mangas de su chaqueta, se limpió la humedad en sus mejillas y levantó el rostro
para hacer frente a la fría tempestad de invierno que azotaba el lugar.
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Capítulo XX
Sasuke llegó a Konoha poco después del tiempo estipulado. Aún seguía sintiendo un
dolor agudo en el pecho, pero no podía eludir sus obligaciones para con el banco. Por
eso, ignorando su malestar continúo la travesía cuando lo que deseaba era dar media
vuelta y enfrentarse a Sai con la verdad que su mente infantil lo había obligado a olvidar.
En cuanto llegó a sus oficinas, se pasó de largo. Sin deseos de hablar con ninguno de sus
subalternos, a pesar de que más de uno lo miró con sorpresa al notar su rostro golpeado.
Mientras revisaba una serie de documentos necesarios para el caso contra Karin, la puerta
de su oficina se abrió.
Sakura Haruno apareció dentro del despacho como si fuera una tormenta no muy
recibida gratamente.
− Me dijo tu asistente que estabas aquí – se plantó frente a él con los brazos en garra y
con un mohín de sus labios que le indicó al hombre que no estaba muy feliz.
− Al grano Sakura, que no tengo tiempo – comentó con desdén sin apartar la vista de los
documentos.
Con el rabillo del ojo, notó como las manos de la mujer se apoyaban en el escritorio.
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Una carcajada llena de cinismo salió de la garganta masculina.
− Veo que las noticias han corrido rápido – tomó su bolígrafo y comenzó a darle vuelta
entre sus dedos.
− Estaba presente cuando llamaste a tu asistente para comenzar con los preparativos –
respondió la mujer sonrojada por la actitud de Sasuke.
− Pues sí… Sakura… me voy a casar – dejó caer el bolígrafo sobre el escritorio y se
levantó de la silla con lentitud. La actitud de la mujer lo estaba molestando en
sobremanera, sobre todo porque su comportamiento hacia ella nunca había sido como
ella creía.
− ¡Mírate, Sasuke! – continuó con su ataque – Desde que él apareció en tu vida todo se
ha puesto de cabeza… ¡No puede ser cierto que te casas con ese joven! – dijo con desdén.
− ¿Por qué no, Sakura? ¿Tanto te cuesta entender que eso es lo que deseo? – rodeó el
escritorio para pararse junto a la mujer.
− ¡Por Kami, Sasuke! ¿Qué nunca te has dado cuenta de lo que siento por ti? – los ojos
de la mujer se clavaron en los del hombre, mientras una de sus manos hizo amago por
alcanzarlo.
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− ¡No juegues conmigo, Uchiha! – Sakura empuñó las manos a su costado.
− Nunca lo he hecho – detuvo su andar – Tu has sido quién brinco la pequeña barrera
de relación laboral que hasta este momento hemos tenido.
− Será mejor que desistas en tus intensiones por atraparme, Sakura y te concentres en
tus habilidades para sobrellevar tu trabajo en el banco… - comentó con frialdad,
observando cómo el rostro de la mujer volvía a cambiar a uno lleno de quejumbroso
dolor.
Él se cruzó de brazos.
− Sasuke… piensa en todos estos años en que te he amado en silencio – habló ella con
suavidad.
− Fuiste mi amiga Sakura y te agradezco mucho que así haya sucedido, pero no voy a
permitirte que continúes actuando de esta forma… Me caso y punto… no tengo porque
darte más explicaciones.
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El rostro de la mujer se sonrojo de ira.
− Será mejor que ponga mi renuncia sobre el escritorio – trato de jugar su última carta.
− Tú tocaste el tema Sakura. A pesar de que eres un elemento valioso para el equipo de
trabajo las puertas del banco están abiertas para cuando desees marcharte. No te
detendré.
− Qué te vaya bien, Sakura y, siento mucho que las cosas hayan salido así para ti…
Habiendo zanjado el asunto con la Haruno, Sasuke se encaminó hacia el ventanal que le
regalaba una de las mejores vistas de la ciudad.
¡Sí! Desde que Naruto apareció en su vida, esta no había vuelto a ser igual… Sí alguien le
hubiese dicho hacia unos meses que lograría por fin deshacerse de Karin y que en el
camino se enamoraría de un joven Sunaénse, en definitiva lo habría tachado de loco,
mostrando su cinismo y desdén hacia esa idea tan descabellada.
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Con el firme propósito de regresar esa misma tarde a la Mansión, se volvió a concentrar
en los documentos que lo esperaban. El juicio de Karin sería en dos semanas y lo
imperante del proceso era que el nombre de Naruto no saliera a relucir durante el juicio.
No quería manchar su nombre, ni el de su hija.
Por otro lado, estaba el proceso de Sasori que en Suna se seguía a cargo el abogado que
había contratado. Otro asunto que estaba a punto de terminar y que solo estaba en espera
de recibir la sentencia, según el último reporte recibido.
Así, poco a poco todas las piezas de ese maldito rompecabezas comenzaban a encajar
donde les correspondía, pero solo faltaba la última de ellas. Enfrentarse a Sai Shimura y
aceptar por fin que era su hermano…
El tiempo ya no lo podía echar para atrás, ni cambiar las acciones que llenas de errores
cometieron sus padres al dañar irreparablemente a unos inocentes que debieron
mantenerse ajenos a sus problemas.
Había tantas cosas que él desconocía de su madre, que la única forma de saberlas era
preguntárselas directamente a Shimura… su hermano.
Deseaba estar junto a Naruto y en ese momento… abrazar a Sora… y oler su característico
aroma… Deseaba dejar atrás todo aquello que no era bueno y perderse en ellos. Aislarse
del mundo si fuera preciso para que no existiera nada que le hiciera recordar al Sasuke
del pasado…
Quería una nueva vida y solo siguiendo el ejemplo de Naruto sabía que lo lograría…
Pero antes tenía que saldar algunas deudas y pagar por ellas…
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Abandonó el edificio en el momento preciso que Sakura hacia lo mismo y a pesar que
sintió los ojos jade de ella clavados sobre su espalda, no se giró para dirigirle una última
mirada. El rumbo de los acontecimientos así los había decidido ella y lo único que
lamentaba era haber perdido a una excelente compañera de trabajo.
Abordó el auto deportivo y pronto se vio en medio del tráfico de la ciudad hasta que se
internó en la autopista que lo llevaría de nuevo a casa.
Para ese momento, solo una idea era la que rondaba en su cabeza. ¿Cómo diablos se
acercaría a su… hermano? Si lo había arruinado todo el día anterior.
Estaba a punto de terminar su viaje cuando vio la camioneta de Sai parqueada a fuera del
cementerio del pueblo.
A simple vista no vio a alguien ahí, por lo que tuvo que caminar entre las antiguas tumbas
hasta llegar al área donde se encontraban las más recientes.
Sintió una opresión y culpabilidad en el pecho al darse cuenta que no sabía el sitió donde
el cuerpo de su madre descansaba, aun así no aminoró su marcha. Necesitaba tanto saldar
sus deudas…
Entonces fue cuando lo vio. La silueta del cuerpo del moreno apenas era visible bajo la
sombra de un frondoso árbol que había decidió nacer en medio de la nada, teniendo como
sola compañía las tumbas que ahí había.
En silencio camino hasta ahí, el pasto del lugar amortiguó sus pasos.
El clima estaba demasiado frio. Estaban apenas a finales de diciembre y las navidades
serían dentro de pocos días. Así que, sintiendo el gélido aire invernal, Sasuke levantó el
cuello de su chaqueta sin aminorar el paso.
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Cuando estuvo cerca se detuvo… Sai se encontraba en cuclillas a los pies de la tumba,
dándole la espalda al recién llegado, así que no se percato de que Sasuke estaba
escuchando sus palabras.
− … me dejaste una carga muy grande… madre… y por más que lo he intentado siento
que no soy digno de ella…
Hubo un silencio el que solo era cortado por el ruido que el árbol hacia al mover sus hojas
por la acción del viento.
La presencia de Sasuke dejo a Sai por completo sorprendido. De un solo brinco se levantó
para enfrentarse al dueño de aquella voz.
− ¿Qué haces aquí, Uchiha? – los ojos del veterinario tenían el innegable brillo de
combate.
− No… no puedo hacerlo. Como bien dijiste… hoy estoy dispuesto a escuchar.
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− Porque no me fió en este momento de mis recuerdos – respondió el banquero con toda
la sinceridad que le era posible.
− Las cosas… eso que dices que has recordado… ¿han sido malas?
− ¿A Fugaku Uchiha?
Sasuke no respondió. Se acercó a Sai hasta detenerse a su lado. La mirada la tenía fija en
la tumba que yacía a sus pies.
− Qué extraño, ¿verdad? – se llevó la mano nerviosa al cabello – Cuando eres pequeño
siempre confías en las personas adultas que están cerca de ti, con la fe de que nunca te
van a defraudar…
− Las cosas nunca son como quieren hacernos entender – bajó la vista a sus zapatos.
− Tienes razón… igual como cuando dijiste que tú tenías tu verdad… así como yo tenía
la mía… y lamentablemente en todo lo sucedido en el pasado… nosotros salimos
perdiendo.
El veterinario asintió.
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− ¿El odio, los celos, la desconfianza, la falta de amor, el deseo por tener lo que no es
tuyo? – inquirió el banquero lleno de cinismo.
− Mi madre… Mikoto… fue víctima de eso y más. Viendo en perspectiva toda lo que
vivió y sufrió cuando la alejaron de ti… No puedo culparla…
− ¡Hasta el último día…! Y siempre estuve ahí a su lado como testigo mudo de su sufrir…
Sasuke sentía la garganta seca. Le costaba borrar tantos años de programación, en los que
le enseñaron odiar a la mujer que le dio vida y ahora, desde el punto de vista de Sai
apenas alcanzaba a vislumbrar la punta del iceberg de todo lo que Mikoto, su madre
vivió.
− No más que a ti, Uchiha… Ella… - giró sobre sus talones para al fin quedar de frente a
la tumba de su madre – Siempre trató de disimular lo que sucedía… algunas veces lo
lograba… otras tantas la descubrían con la mirada perdida… siempre mirando hacia el
este… hacia la casa Uchiha… hacia la capital… hacia cualquier lugar donde ella suponía
que te encontrabas… y no entendía el porqué de esos momentos… hasta que comencé a
tomar conciencia y a escuchar las murmuraciones de los ancianos del pueblo…
− Siempre lo supe… - Sai dibujó una sonrisa torcida – Cuando entendí qué era lo que
había pasado, me enfrente con mi madre y ella me dijo la verdad de las cosas… Creo que
al final de cuentas, sencillamente se dejó vencer – suspiró.
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El banquero se giró para ver el semblante del hombre que a su lado trataba a toda costa
de controlar el océano de sentimientos que se agolpaban en su garganta.
− Mi padre… Fugaku… no era malo… solo se dejó llevar por lo que vio… sin escuchar
razones…
Los ojos de Sasuke se abrieron por la sorpresa. El haber recordado como su madre fue
corrida de la casa le había clavado la duda en el corazón, de sí Sai Shimura era su hermano
de sangre, tanto de madre como de padre… ahora ya no tenía duda de ello.
− ¡Déjalo así, Uchiha! – exclamó Sai con voz entrecortada – Padre no me faltó, te lo
aseguro… se me dio la oportunidad de conocer a Danzou Shimura y él fue y será el único
padre que reconozca.
Se le hacía tan difícil hablar, que tuvo que armarse de toda su fuerza interior para hacerlo.
Ambos hombres mantuvieron las miradas. Frente a frente. Reconociendo que ante ellos
tenían una nueva oportunidad, que borraría los errores cometidos en el pasado.
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El silencio los envolvió por varios segundos. Ambos no sabían qué hacer, ni que decir.
− Igual tú, Uchiha – respondió Sai haciendo el mismo gesto, después bajó la vista al suelo
y con la bota pateo una pequeña piedra – Hoy fui a ver a la pequeña Mikoto… - levantó
la mirada…
Los ojos negros del moreno se entrecerraron, comprendiendo que Naruto había llamado
así a su hija a espaldas suya y que le había ocultado el hecho por temor a la reacción de
él. Sasuke se lamentó que su antiguo proceder haya causado tal efecto en él. Pero lo bueno
de todo ello era que estaba aprendiendo sobre sus errores para no volver a repetirlos de
nuevo.
− Solo te pido… que no evites que vaya a verla… ella, igual que Naruto son mi familia –
terminó de hablar el veterinario.
Sai asintió.
− Gracias, Uchiha.
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Sai lo miró con detenimiento.
− Gracias por la invitación – sonrió, después vio como el moreno asentía – Pero no puedo
aceptarla… es muy pronto.
Sai se sorprendió ante lo dicho por el banquero y no pudo evitar un sonrojo. Y en efecto,
al veterinario le gustaba Gaara y se había dado a la misión de conquistarlo.
*****
Naruto escuchó el vehículo llegar. Como estaba cambiándole el pañal a Sora no se
apresuró a bajar y recibir a Sasuke.
Supo que cuando el banquero entró a la habitación cuando los pequeños vellos de su
nuca se erizaron. Entonces se giró y con una enorme sonrisa lo recibió. Gesto que no fue
respondido por él y eso lo extrañó.
− Muy bien… Sora ya permanece más tiempo despierta durante el día – respondió con
cautela – Tu día ¿fue difícil? – inquirió cuando el hombre llego a su lado. Vio como Sasuke
tomaba la mano que la pequeña le ofrecía.
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− Nada extraordinario… - suspiró – Con excepción de que ansiaba a toda costa ver de
nuevo a Sora Mikoto… y a su padre doncel – percibió como el rubio contenía el aliento.
Sasuke levantó la vista de su hija y miró con detenimiento el rostro arrebolado de del
ojiazul.
− Shimura…
− Recién he hablado con él – Sasuke levantó a su hija en brazos, sin dejar de observar a
su otro padre - ¿Tan mal me he portado como para que me ocultaras eso?
− ¡No…! Yo… ¡Dios, ya no ser que decir! – se llevó las manos al rostro enrojecido.
− ¿Te comieron la boca los ratones? – el banquero trato de bromear, antes de inclinarse
a besar la frente del doncel, dejándolo con la boca abierta.
Eran tantas las noticias que Naruto no sabía por cuál comenzar a preguntar.
− Será mejor que tomes aire – señalo el moreno, viendo como el Uzumaki se dejaba caer
sobre el sillón más cercano.
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− Naruto… no te preocupes… me parece bien que hayas decidido llamar así a mi hija –
le habló con suavidad, acercándose a él.
− ¿Estás molesto?
− No… - la cabeza morena se movió de un lado a otro – Hoy han sucedido tantas cosas
extraordinarias que ya no me asombro de nada.
Sasuke asintió.
− Hoy estuve hablando con él… - se giró y comenzó a dirigirse a la puerta, con Sora en
brazos.
− ¿Qué ha pasado? ¿Se liaron a golpes de nuevo? ¿De qué hablaron? – lo bombardeó con
preguntas mientas bajaban la escalinata.
− Hablamos… no… de todo… - respondió Sasuke con una sonrisa dibujada en los labios.
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Entraron a la sala de estar, dónde yacía un enorme árbol de navidad que esa misma
mañana había sido puesta por los empleados y con la colaboración de Naruto y Gaara,
mientras la pequeña Sora daba las órdenes desde su corral.
Sasuke se detuvo abruptamente por la sorpresa y Naruto chocó contra la espalda del
hombre.
− Gracias, Naruto – se giró y lo miró, plantándole un beso en los labios – Esta será mi
primera navidad en mucho tiempo – a duras penas se separó del rubio.
− Lo hemos puesto entre todos – se adelantó el doncel al entrar, sonrojado – Quiero que
esta navidad nunca la olvides – se paró junto al árbol que con sus luces multicolor
alumbraba la estancia y al mismo tiempo dándole brillo a la cabellera rubia.
− No puedo preguntarte que fue lo que sucedió exactamente porque entiendo que fue
un paso muy difícil para ti… y solo puedo decirte que me alegra mucho que al fin hayan
dado ese primer acercamiento.
− ¿Cómo te enteraste?
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− ¿Quién te lo dijo?
− ¡Eres tremendo!
− Solo un poquito – hizo el ademán con los dedos – Así que oficialmente Sora y yo… -
miró el rostro de la pequeña que en brazos de su padre se había quedado dormida – Te
acompañaremos al juzgado… Quiero que Mikoto-chan aprenda desde hoy lo que le
espera si no obedece las leyes…
Los ojos del banquero se abrieron como plato. Estaba sorprendido y al mismo tiempo
complacido.
− Ahora somos una familia y como tal debemos estar juntos en las buenas y en las malas
– lo miró llena de adoración.
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La cabeza rubia se movió de un lado a otro.
− No… no lo hagas… yo soy feliz estando cerca de ti – le plantó un beso en los labios,
callándolo en el proceso.
*****
A pesar de que hacía frio a horas tempranas del día, Naruto junto a Sora ya estaban listos
para acompañar a Sasuke al juzgado.
El padre doncel abrigó muy bien a la niña antes de salir de la casa y durante el trayecto
al pueblo, el rubio no hacía otra cosa que observar las poderosas manos del hombre
sujetando el volante.
Le parecía un tiempo muy lejano cuando lo vio por vez primera. Siempre acompañado
de sus guardaespaldas y ellos obedeciendo las ordenes de él. Veía igual, como Sasuke iba
prescindiendo de los servicios de sus empleados y convirtiéndose en el trayecto en un ser
menos estirado… más relajado, aunque de vez en cuando le salía lo mandón en sus
gestos.
Suspiró.
− En nada – sonrió.
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El movió la cabeza.
Sintiendo que se comería a una res completa, el doncel ordenó lleno de júbilo,
percatándose de que era observado por varios comensales. Entre ellos la señora Esme, la
dama que había conocido durante el juego de bingo.
Sin que la mujer pudiera soportar más, se acercó a ellos cuando se disponía a marcharse.
− ¡Querido, niño! – lo abrazó, para después separarse y clavarle una mirada penetrante
al banquero y a la niña – Veo que tú familia ha crecido.
− Ya nos conocemos – interrumpió la mujer – Solo espero que sea usted todo un caballero
con èste joven – dijo impertinentemente.
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− Sí, muchas gracias señora Esme – se despidió el joven sonrojado y cuando se vio de
nuevo a solas con Sasuke, le tomó la mano – Es difícil borrar la imagen que te ha rodeado
por años… - le sonrió – Pero el tiempo les hará saber que tú no eres como tu padre y que
se han equivocado.
Naruto vio, como Sasuke era conducido al frente de la sala y del juez, quién con una toga
y peluca polveada observaba al hombre elegantemente vestido. El no había querido que
su abogado lo acompañara. Quería enfrentarse solo a su responsabilidad.
En eso se abrió la puerta de la sala y un Sai sonrojado por la carrera que se hecho para
llegar a tiempo, entró al lugar.
Desde su asiento, Naruto sentía el corazón retumbar, pero tenía fe en que solo sería una
pequeña sanción dispuesta a los hermanos.
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de los menos favorecidos sirviendo las cenas de esta navidad – dicho lo anterior golpeo
con su mazo el escritorio, avisando que esa audiencia había terminado.
Naruto no podía estar más feliz. Sasuke y Sai tenían una oportunidad para convivir más.
− Veo que no les resultara fácil librarse uno del otro – envolvió a Sai en un abrazo.
El veterinario se sonrojo.
− Eso parece – respondió, mirando a Sasuke por encima del hombro del ojiazul.
− Solo un poquito, pero si quieres hoy por la tarde te puedo entrenar – respondió el rubio
siguiendo la broma.
− Tengo que irme, una vaca de los Nara está alumbrando y parece ser que no será fácil
– interrumpió el moreno, un poco turbado por la situación.
− Bueno, creo que mañana nos volveremos a encontrar – Sasuke le extendió una mano
para despedirse.
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− Hasta mañana – dijeron los hombres al mismo tiempo.
− ¡Le diré a Gaara de lo de la sentencia, Sai! –gritó el rubio haciendo que el veterinario
se sonrojara y solo asintiera.
Sai salió de la sala y poco después lo hicieron Naruto y Sasuke en compañía de Sora.
− Servir platos. Si te dedicas a las horas de entrenamiento que te estoy ofreciendo, lo más
probable es que lo hagas bien mañana.
− Ya lo verás…
Siguiendo el juego. Esa tarde, ambos se pusieron a servir la mesa y Naruto encontró una
charola especial para el Uchiha, quién no perdió la oportunidad de romper unos cuantos
platos, acompañados de las risitas que Sora hacia mientras los observaba.
*****
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Para cuando llegó la noche buena. El banquero se sentía seguro del papel que iba hacer.
Todos salieron para el comedor del pueblo, con sus ropas más elegantes. Hasta Gaara iba
de testigo, sin creer lo que el señor Uchiha iba hacer.
Cuando llegaron, Naruto, Gaara y Sora se acomodaron en una mesa apartada, mientras
Sasuke se dirigía con paso seguro a la cocina del local. Poco después salió con delantal
puesto y con el abrigo de cachemir negro colgado del brazo.
Ambos hombres trabajaron hombro con hombro para atender a todas las personas
congregadas ahí.
La única mesa en la que no sirvieron era donde se encontraban los donceles. Gaara
observaba de manera muy penetrante a Sai…
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− Esto está para tomar una foto – y sacó la cámara de la pañalera de la niña – Solo
cuídame la retaguardia – se levanto de su lugar y se dirigió a un extremo de la habitación
para lograr su cometido.
− La foto del recuerdo – blandeó la cámara bajo la nariz del Uzumaki, quien en ese
momento tenía a Sora amamantando discretamente.
− ¡Eres incorregible! – respondió sonriendo. –ya tienes un buen pretexto para salir con
Sai.
− ¡Waoo! –el rubio esbozó una sonrisa. –me parece perfecto Gaara, me alegro por ustedes
dos. Vaya quien diría que al viajar a Konoha tú encontrarías a tu media naranja acá.
− Vamos Naru, no vayas tan rápido, apenas será esta nuestra primera cita, ya
dependiendo como se den las cosas decidiré si quiero continuar o no.
Salieron del edificio pasadas de la media noche. Para ese momento, Sora ya se encontraba
dormida y Gaara se despedía de Naruto para ir a su encuentro con Sai.
− Al fin de cuentas, no fue tan malo – comentó Sasuke mientras encendía el vehículo.
− Para nada… hiciste un excelente trabajo… con excepción de los cinco platos que
rompiste – el rubio envolvió la mano que estaba sobre la palanca del carro – Al final
puedes presumir saldo blanco – le sonrió.
− Saldo blanco…
− ¡Eh!, Uchiha – Sai Shimura se acercó al vehículo y se asomo por la ventana del
conductor ya con Gaara dentro de su camioneta– Hiciste un gran trabajo ahí dentro.
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− Tú también, Shimura.
Naruto desde su lugar sonrió. Al fin los hermanos estaban aprendiendo a respetarse.
− Cuida a esos dos seres que llevas ahí, son lo más valioso para mí – dijo Sai.
Sai observó cómo se alejaban del camino, igual como lo estaba haciendo la soledad.
*****
Cuando llegaron a casa, Iruka se llevó a la niña para recostarla en la cama.
Naruto y Sasuke se quedaron en la planta baja. En el comedor para ser precisa, el cual
estaba arreglado de forma romántica.
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− Esto sí que es una sorpresa – señaló el rubio, al ver como el moreno comenzaba a
encender varias velas con unos cerillos.
Sasuke sonrió. Después rodeó la mesa y se colocó frente a él. Tomó la botella de champaña
que había mandado enfriar con antelación, la abrió y vertió parte de su contenido en la
copa del rubio e hizo lo mismo con la suya.
− Solo voy a tomar un poco de alcohol. No quiero que luego Sora sufra de resaca…
− Aun así, más vale prevenir. Esa hija tuya es capaz de dejar seca hasta una vaca.
Los ojos negros del moreno se entrecerraron. Vino un silencio embarazoso para ambos,
el cual fue interrumpido por una doncella que llevaba la cena y quién no tardo en
retirarse.
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− En realidad este es el momento idóneo para decirte que deseo casarme contigo lo más
pronto posible.
− Así eran los planes originales… pero en verdad, no deseo esperar tanto.
El Uzumaki quedó mudo. Él confiaba que cuando la boda se celebrará en unos meses
más, Sasuke estaría seguro de sus sentimientos hacia él y éste adelanto de planes no lo
había previsto.
− ¿Y para cuando tienes planeado? – trató de que su voz sonará lo más normal posible.
− En año nuevo – sonrió él, sin separar la mirada de los ojos del doncel.
− Pronto ¿para qué? – inquirió el pelinegro, tomándolo de la mano. Lo sintió frío. ¿Acaso
Naruto se estaba arrepintiendo? Deseo con todo su corazón que no fuera así.
La cabeza del Uzumaki se movió de un lado a otro, tratando de clarificar las ideas que se
agolpaban en la mente.
− No me malinterpretes, por favor. Me resulta difícil externar las ideas que tengo en la
mente – dibujo una sonrisa en los labios.
Los pulmones de Sasuke soltaron el aire que momentos antes había contenido, presa de
la zozobra.
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− Te escucho…
− Pensé que nos casaríamos cuando ya estuviéramos tranquilos de los líos legales con…
Sasori y Karin… y no sé si es buena idea celebrar la boda con los juicios encima.
− Los juicios seguirán su curso normal, Naruto y en nada podrán alterar los planes. Para
la primera semana de enero Sasori tendrá su condena y para finales del mes, le sucederá
lo mismo a Karin.
− He arreglado para que la enjuicien lo más pronto posible y ella desde la cárcel ya no
podrá hacerles daño. Ni a ti ni a Sora.
− Sí. Ante todo, ustedes son primero y cuando Karin amenazó con hacerles daño, eligió
su destino – respondió con voz tranquila.
− Entiendo a la perfección tu punto de vista, pero hay otro aspecto que no hemos
tocado… - el rostro del doncel se tiño de color escarlata.
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− Sora aún es muy pequeña para viajar en avión… - comenzó hablar él con voz suave –
Así que la Luna de miel la podemos posponer por un par de meses y en relación a la
noche de bodas, no estás obligado a hacerlo. Creo que esa situación debe fluir de forma
natural y no forzada – sonrió
Para el banquero, fue notorio como Naruto soltó el aire de sus pulmones.
El moreno sonrió.
− Solo soy realista, Naruto. No puedo obligarte sino estás seguro de que eso es realmente
lo que quieres.
− ¿Sí? Dime…
*****
La boda se celebró el día estipulado, el primero de enero y con la valiosa cooperación de
la asistente de Sasuke, quién desde la capital movió los hilos para que todo lo relacionado
con la celebración fuera perfecto.
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La ceremonia se llevaría a cabo en la capilla que había en el pueblo y a pesar que tenían
pocos invitados por los deseos de Naruto de tener una boda discreta y ser el primer día
del año, en el templo se reunieron varias personas pertenecientes a la comunidad. Sobre
todo guiadas por el morbo de ver a los dos hermanos reunidos por vez primera.
Pese a la insistencia del rubio, Sasuke se empeñó que el doncel luciera un traje tradicional
en color blanco, así que el sastre contratado para tal cosa, se vio trabajando a marchas
forzadas para entregar a tiempo el pedido.
El Uzumaki no había querido preguntar por el precio del ajuar. Sabía que se
escandalizaría por la suma gastada en el.
Después de la ceremonia, se llevaría a cabo una pequeña recepción en la Mansión, así que
todos los empleados trabajaban a marchas forzadas cuando Naruto abandonó la casa,
minutos después de que lo hiciera Sasuke.
− ¡Me falta el aire! – dijo alarmado cuando el vehículo que lo llevaba se detuvo a las
afueras de la iglesia.
− Tú tranquilo – Gaara le palmeó la rodilla cubierta por la vaporosa tela del traje que en
realidad era un kimono. – Todo va a salir bien – le sonrío.
− ¿Y Sora? – miró a través de la ventanilla, esperando ver a su hija, quién había viajado
con su padre varón. No tuvo éxito.
− ¿Crees que estoy haciendo lo correcto? – se giró para ver el rostro del pelirrojo.
− Sí. Estas haciendo lo correcto. Para ti, para Sora y para “mi cuñado”.
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Naruto trató de sonreír, sabía de sobra que en estos últimos días, su enfermero y Sai ya
tenían una relación seria y estable y si todo salía bien, la próxima boda en celebrar sería
la de ellos, a pesar de pensar en sus dos amigos los nervios habían paralizado los
músculos de su cara.
Con lentitud que le pareció agonizante, vio como Gaara abandonaba el interior del
vehículo.
Al fin había llegado la hora de que el rubio hiciera lo mismo. Con manos evidentemente
temblorosas, tomo la parte baja de su atuendo y salió del automóvil.
Los rostros de las personas que esperaban a fuera del templo y de las cuales no conocía a
ninguna, lo miraron insistentemente.
− Gracias Naruto por permitir formar parte de este día tan importante – le susurró él al
oído.
Al escuchar las palabras del moreno. El nerviosismo del rubio desapareció por arte de
magia.
Con pasos cortos, ambos comenzaron a caminar hacia el interior del edificio.
El rostro de Naruto se iluminó al ver a Sasuke parado frente al altar con la pequeña
Mikoto en los brazos.
Su pecho de hinchó de orgullo. Las dos personas más importantes de su vida estaban
juntas a la espera que él se reuniera con ellas.
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− Estamos aquí reunidos…- comenzó hablar el sacerdote, cuando el joven llegó al lado
de Sasuke.
Sai con discreción le paso la mano del doncel al banquero y después se encaminó a un
lado del altar, junto a Gaara.
Para el rubio, el resto de la ceremonia paso como si fuera irreal. Se sentía rodeado de una
paz interior inmensa, acompañada de una luz indescriptible. La voz del sacerdote se
perdió en su mente puesto que solo tenía ojos para lo que decía Sasuke y para la pequeña
Sora, quién había decidido jugar con la solapa del traje de su padre varón.
− Tranquilo, Naruto – le dijo Sasuke al tiempo que veía el rostro de su ahora esposo.
− Para ti… es tan fácil decirlo – lo acusó e inmediatamente después fue callado por los
labios del hombre, que sedientos se posaron en la boca doncelina.
Definitivamente iba a desfallecer, pensó ek ojiazul; pero la tortura solo fue momentánea.
Pronto se vio caminando a través del pasillo en medio de exclamaciones de júbilo por
parte de Gaara y Sai.
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Al estar de nuevo en la mansión hubo una pequeña recepción, en la que asistieron solo
las personas más allegadas al banquero. Naruto se extrañó al no ver a Sakura Haruno
entre los asistentes.
− No. Ella renunció hace un par de semanas – señalo con voz fría. No deseaba recordar
el incidente con la peli rosa.
El moreno asintió.
− Solo fue una sorpresa momentánea. No hay de qué preocuparse – tocó el rostro del
rubio.
− ¡Hey! Ustedes, deseo tomarles una foto como familia – hablo el enfermero con cámara
en mano.
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Se colocaron en la parte baja de la escalinata. Alguien le pasó al banquero a Sora, quién
feliz de ser el centro de atención en ese momento estaba echando grititos. El rubio se
aferró al brazo de Sasuke, después levantó la mirada y se perdió en las profundidades
ónices de sus ojos.
El banquero asintió, entonces Naruto se giró y miró a Sai, parado junto a la puerta con
una copa de champaña en la mano, observaba la escena, aislado de lo que sucedía a su
alrededor.
− Por supuesto.
Con una sonrisa radiante, Naruto llevó hasta la escalinata a un Sai sonrojado hasta la raíz
del cabello. Él se colocó junto al doncel, quien se había vuelto a amarrar al brazo de
Sasuke.
Todos sonrieron.
*****
− Uzumari, tienes visitas – anuncio con voz fría el carcelero cuando se presento frente a
la celda de Karin.
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La mujer, vestida con el uniforme de la prisión trato de aplacar varios cabellos que se
habían soltado del peinado que se había hecho esa mañana.
Odiaba ese lugar con cada fibra de su ser. Odiaba que no le hubiesen permitido pasar y
usar sus cremas, sus geles, su maquillaje. Odiaba ver su figura reflejada en algunos
ventanales del lugar y su semblante demacrado a causa de los días que llevaba bajo la
sombra.
Suponiendo que era su abogado quien había ido a informarle que el fallo del juez iba a
ser contrademandado. Siete años de prisión se le había hecho excesivo y estaba dispuesta
a agotar todas las instancias legales para reducir el castigo.
Dando la espalda a la puerta de su celda, metió las muñecas en la pequeña mirilla por
donde generalmente le entregaban el poco o casi nulo correo que recibía de Suna. Se dejó
esposar las manos para poder ser trasladada al área especial donde se recibían a los
visitantes.
Arrugando la nariz, cruzó con el guardia de seguridad a su lado los largos pasillos que
la llevarían a su destino. Ese lugar olía a encierro, a crimen, a vejaciones. Cuanto deseo
tener una botella de su mejor perfume y rociárselo en todo el cuerpo para disfrazar aquel
aroma que todos los días la volvía loca… deseaba tanto estar fuera de ahí, en la habitación
de algún hotel de cinco estrellas, recibiendo el mejor de los tratos que solo el dinero le
podía proporcionar.
Varias compañeras de prisión hablaban con sus interlocutores mediante unos auriculares
preparados para ese uso.
Ignorando a cada uno de los presentes, sintió como el guardia sujetaba las muñecas que
estaban esposadas a su espalda y la liberaba del yugo de las esposas.
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En un acto reflejo, acarició sus muñecas.
Sin dar las gracias, Karin se giró y se dirigió a donde le habían indicado.
Su sorpresa fue mayúscula al descubrir al hombre que detrás del cristal la esperaba con
paciencia.
− ¿Sabe mi abogado que estás aquí, Sasuke? – preguntó con todo el desprecio que le era
posible impregnar a su voz.
− Antes de venir aquí me asesoré legalmente para no violar ninguna norma – respondió
el Uchiha, ignorando la actitud de la mujer.
− ¿A qué se debe tu visita? – inquirió Karin después de guardar silencio por más de un
segundo. Tenía la plena seguridad que su ex marido había ido a burlarse de ella.
− Vine aquí a ver como estabas – contestó él con tranquilidad. Era cierto.
Durante las últimas semanas que tenía viviendo con Naruto, después de llevarse a cabo
su matrimonio con él, había aprendido una gran lección. El perdonar. Y con ello a vivir
con la responsabilidad de haber orillado con su trato a que Karin actuara fuera de toda
norma ética y moral establecida en el mundo moderno.
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Mujakina By Bluemelina
Una carcajada llena de cinismo salió de la garganta de la pelirroja.
− Será mejor que te des la media vuelta y te vayas de aquí – dijo la mujer, después de
dejar atrás su momentánea histeria – Ambos sabemos que tú razón para que hayas venido
a este sitio es humillarme. Ya obtuviste lo que querías, así que lárgate.
Las palabras del banquero sacaron de quicio a Karin, haciendo que su odio hacia ese
hombre fuera más que evidente. Siete años de amargura le esperaban dentro de aquella
prisión y su hermano Sasori no se quedaba atrás. A él lo habían sentenciado a seis años
de prisión y para cuando ella saliera, parte de su juventud se habría ido.
Desde su lugar, Sasuke vio como los policías amagaron a Karin a pesar que ella seguía
gritando.
Con la actitud demostrada por Karin, sabía que ella no iba a cambiar nunca. Solo esperaba
que la larga estadía en la cárcel la doblegara. Pero veía eso tan lejano e imposible.
− Esperen… - habló con la clara intensión de evitar que se llevarán a Karin antes de
lograr su propósito.
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Mujakina By Bluemelina
Custodiada por los policías, la pelirroja espetó sin creer en la desfachatez del hombre:
− ¡Esto! – Sasuke sacó de uno de los bolsillos interiores de su saco una fotografía.
− Será mejor que se controle, Uzumari o le va ir muy mal en la sala de castigos – habló
enérgicamente uno de los guardias de seguridad que la tenían sujeta.
− Siento mucho que hayas decidido este camino, Karin – dijo al tiempo que los guardias
comenzaron a sacar a la pelirroja del lugar ante la vista azorada de las demás presas y sus
visitas.
Ante los ojos del moreno, la mujer fue sacada de la sala. Él permaneció ahí por varios
minutos. Sorprendido por la reacción de la pelirroja. Había supuesto mucho al considerar
que Karin había cambiado por los golpes que la vida le dio por su propia mano.
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Cuando salió de la penitenciaría, su chofer lo esperaba aguardando junto a la limosina,
que en cuanto lo vio acercarse abrió la puerta del vehículo para que el banquero ingresara
al interior.
− Vayamos a Inozuka´s.
El chofer asintió.
El cambio de planes de Sasuke se debía ante nada a que deseaba distraerse un poco y
sobre todo sacar el rostro de Karin de su mente, así que supuso que yendo a una de las
tiendas más conocidas de la ciudad a comprar un pequeño presente para su ahora esposo,
lo distraería.
*****
Ya era tarde cuando llegó por fin a la casa de campo. El sol se había puesto hacia un par
de horas.
Ansioso por ver a sus dos amores, cruzó el vestíbulo de la casa con grandes zancadas
para entrar a la sala de estar, donde Naruto siempre lo esperaba cuando llegaba tarde.
− En su habitación, señor.
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Mujakina By Bluemelina
No recibió respuesta.
Con precaución, abrió la puerta y asomó la cabeza a través del pequeño espacio. Lo vio
sentado sobre el sillón que usaba cuando amamantaba a Sora.
En silencio se acercó a él después de revisar que la cuna de su hija se encontraba vacía.
Con seguridad, Gaara se estaba haciendo cargo de ella.
Naruto tenía los ojos cerrados y la respiración acompasada del rubio le indicó que estaba
dormido. Se acuclilló frente al doncel. Le pareció tan hermoso verla así, agotado por las
innumerables noches en vela que Sora le hacía pasar. No pudo resistir el impulso de tocar
con la yema de sus dedos la mejilla del joven.
Lo amaba tanto que estaba dispuesto a esperar a que él se sintiera seguro de su amor,
para hacerlo suyo.
Los ojos de Naruto se abrieron al sentir el contacto de Sasuke sobre su mejilla. Parpadeó
varias veces antes de que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad de la habitación.
Sasuke había decidido no ocultarle la visita que le haría a Karin. Así que desde la noche
anterior, Naruto sabía que Sasuke y su prima se enfrentarían y aunque trató de no
mostrarse preocupado por su marido, el tono de voz que empleó para hacerle la pregunta
lo delató.
− Fue mala idea haber ido… - fue la corta respuesta del hombre.
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Mujakina By Bluemelina
− Supongo que Karin sigue siendo la misma – comentó con seriedad el doncel.
El Uchiha sintió como la mano del rubio se posaba en su hombro. Eso le dio valor para
continuar hablando.
La respuesta del hombre, dejo sin aire a Naruto quién trató de aferrarse al sillón.
¿Le declararía sus verdaderos sentimientos hacia con él? – se preguntó nervioso. Aun así,
decisión permanecer callado. Sabía que Sasuke estaba siendo valeroso para abrirle su
corazón.
− Te amo – dijo por fin y conforme salían las palabras de su boca sintió que una gran
carga desaparecía de sus hombros.
Hambriento se apodero de la boca del ojiazul al tiempo que sus brazos envolvían el
tembloroso cuerpo del doncel.
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Mujakina By Bluemelina
− ¡Te amo tanto… Naruto! – exclamó cuando se separo de él solo unos segundos para
que tomara aire.
− Yo también te amo, Sasuke – dijo el menor en un susurro, lo suficiente alto para que
solo él lo escuchara.
El banquero tomo el rostro del joven y comenzó a besar su rostro con adoración, la frente,
los parpados, la nariz, las mejillas. No hubo ningún centímetro de piel que no hubiese
recibido un beso de Sasuke.
Naruto se sentía perdido. Una bola de calor comenzaba a crecer dentro de él, haciéndolo
estremecer de pies a cabeza. Se sujetó de los hombros del banquero y atrajo el poderoso
pecho de él hacia su cuerpo. Sus pezones se endurecieron ante el contacto firme del
cuerpo de Sasuke.
− ¿Estás seguro que esto es lo que quieres? – pregunto el hombre con voz entrecortada y
con clara evidencia de que estaba a punto de perder el control.
La cabeza rubia asintió sintiéndose incapaz de hablar, aun así, se aclaró la garganta y
llevando uno de sus dedos al contorno de los labios masculinos, se sinceró:
Aquella revelación causo que Sasuke lo levantara en brazos. Naruto tuvo que envolver
los brazos alrededor del cuello de su marido al sentir que caía.
− Siento mucho haber tardado en decírtelo – le dijo al oído mientras lo llevaba al lecho.
− No lo hiciste, Sasuke… porque todo tenía que suceder a su debido tiempo. No antes,
no después – Naruto sintió la frescura de la manta debajo de su cuerpo, cuando su marido
lo depositó sobre la cama.
− A partir de ahora, te prometo que todo será diferente – él se alejó por un par de
segundos para quitarse el saco del traje.
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Mujakina By Bluemelina
Naruto extendió los brazos al momento que Sasuke regresaba su lado. Se sentía tan lleno,
tan pleno… tan deseado, que toda vergüenza que podía sentir en un momento como es
la echo por la ventana.
− ¡Hazlo…! No me importa que pierdas el control – contesto el rubio al tiempo que sus
manos se abrían camino entre la tela de la camisa del hombre.
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Mujakina By Bluemelina
Sasuke soltó una carcajada.
− Lo eres… aquí y… aquí – con el dedo del corazón, Sasuke señaló la frente del chico y
en el área donde se ubicaba el corazón – Y tu cuerpo para mí es sagrado… porque aquí…
– toco el vientre del Uzumaki – Estuvo mi hija y estarán mis hijos.
La boca de Sasuke se poso sobre el pecho del rubio, saboreándolo con lenta tortura para
él. Deseaba con todo su ser que Naruto recordará para siempre esa primera noche juntos.
Con suavidad, las manos masculinas comenzaron a recorrer las piernas de Naruto, hasta
alcanzar el dobladillo de su pantalón. Su tacto hacia que el joven sintiera como cada fibra
de su ser se hinchaba por el deseo que a duras penas podía contener y siguiendo el camino
de las manos de Sasuke, el rubio se atrevió a desabrocharle la hebilla del cinturón.
Ante la sorpresa del atrevimiento de su esposo, el banquero jadeó, aun así sus manos
siguieron el tortuoso camino ascendente de las piernas de Naruto hasta detenerse en el
delgado resorte de su calzoncillo.
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Con una sonrisa, que Naruto no pudo ver en la oscuridad, Sasuke alejó sus manos de ahí
para posarlas sobre los pezones endurecidos del doncel. Con sus pulgares los acarició,
llevando al Uzumaki en una vertiginosa espiral de alturas insospechadas.
Naruto se estremeció.
Con su otra mano, comenzó a bajar el cierre del pantalón hasta que este develó ante sus
ojos, el miembro ya erecto del rubio, clamando atención.
Entonces, poso su boca sobre éste, causando que la espalda del menor se arquera y
prolongara por más tiempo ese contacto.
Solo quedaba una barrera entre la piel de Naruto y Sasuke y era la ropa del moreno de
verlo en todo su esplendor, en un solo movimiento desabrochó el pantalón y quitó el
bóxer, dejando al descubierto ante su mirada su total desnudez.
− Eres hermoso… el más hermoso de todos los seres – susurró al tiempo que volvía a
envolver con su boca el miembro del menor.
Sasuke con uno de sus dedos mojado con su saliva y con el líquido pre-seminal que salía
del miembro del rubio metió uno a uno para empezar a ensanchar la entrada de su
esposo.
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Hasta que el momento inevitable llegó, el rubio sintió que su vista se nublaba por un
segundo y el éxtasis de su esencia fue derramada en la boca de su marido, quien gustoso
recibió su semilla, tragando cada milímetro derramado.
Separándose de él por unos segundos, Sasuke tomó la mano del menor entre la suya y la
guió hasta su erecto y grande miembro quien ya se encontraba sumamente hinchado y
palpitante.
Las manos febriles y sedientas de Naruto recorrieron el cuerpo masculino por unos
segundos antes de que él regresara a su lado, dejándolo sin aliento tal perfección en un
hombre. Él era perfecto. Para él, Sasuke era el hombre perfecto.
Abrió los brazos para recibirlo y el calor de él lo envolvió. Ya no había escapatoria alguna.
Estaba ligado a ese hombre por siempre. Su corazón así se lo decía, igual como su cuerpo
deseoso de la unión de ellos, se lo recalcaba.
Sintió como la suavidad de la tela acariciaba la piel de sus piernas mientras era despojada
de él.
Ya no había escapatoria. Lo deseaba tanto que le pareció una larga agonía cuando los
dedos masculinos comenzaron a recorrer el camino descendente de sus piernas.
Entonces, ambos desnudos, piel contra piel comenzaron a reconocer cada centímetro de
sus cuerpos, grabando en su memoria ese instante sublime, hasta que no pudieron
prolongar por más tiempo ese momento.
Sasuke se situó en medio de los muslos del doncel y con una suavidad que rayaba en
adoración, los separó con sus poderosas manos.
Naruto ya no pensaba en más nada, solo en ese instante en el que Sasuke lo haría suyo
por siempre… y así sucedió.
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Sintiendo que no podía más, Naruto comenzó a moverse bajo el cuerpo masculino dando
inicio la danza más antigua del mundo. Sobre él, Sasuke se unió a sus movimientos,
primero de forma contenida hasta que perdió el control total de su cuerpo haciéndolo
incrementar las embestidas llevándolos por senderos desconocidos, en una ascendente
cima llena de placer, amor, deseo.
− ¡Te amo! – exclamó el hombre cuando vino una ola de éxtasis que los envolvió a los
dos de forma inmensurable, haciendo que en un solo estremecimiento, Sasuke derramara
dentro del doncel su semilla en forma directa, por vez primera y así en unos meses mas
germinara y diera paso al nacimiento del primer hijo concebido con el amor de sus
padres.
Abrazados y jadeando permanecieron así, unidos por tiempo indefinido, escuchando tan
solo como el ritmo de sus corazones regresaba a su frecuencia cardiaca normal. Después,
Sasuke se separó de su esposo, tumbándose a su lado.
Naruto, sintiendo que no podía vivir sin él, se acercó al cuerpo masculino buscando su
calor al tiempo que sus piernas seguían unidas.
Y el moreno lo envolvió en sus brazos, con la plena seguridad de que al fin había llegado
a casa y que todas sus deudas con la vida las tenía saldadas.
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*****
Siete meses después…
Ambos permanecieron abrazados por un tiempo más, el doncel estaba acostado sobre la
cama de lado dándole la espalda al moreno quien lo abrazaba al mismo tiempo que
acariciaba el voluptuoso vientre del rubio, sintiendo en sus manos los movimientos de su
bebé.
− Me gusta tenerte así, ver tu rostro así de esta manera… -decía Sasuke al oído de su
esposo quien permanecía con los ojos cerrados sintiendo las caricias del moreno sobre su
vientre y los movimientos del pequeño Itachi dentro suyo.
− Como tú quieras mi amor, iré por Sora. –se levantó Sasuke e hizo lo mismo que su
esposo, se acercó a la puerta no sin antes advertirle algo al rubio quien ya estaba sentado
sobre la cama. – La doctora te dijo que ya puedes amamantar a Sora por tu embarazo.
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− Ya estás despierta mi dulce princesita… –habló el orgulloso padre mientras que la bebé
levantaba sus bracitos para que su padre la cargara y la llevara con su papi.
− Buenos días mi amor… -saludó el rubio a su hija cuando la tuvo en sus brazos, dándole
un beso en su frentecita mientras que la nena sonreía y se acurrucaba en el pecho de su
papi tratando de abrirle la bata para ser alimentada. Cosa que Sasuke se lo impidió ya
que les había dicho al Dra. Tsunade que la leche de Naruto ya no nutriría a Sora, puesto
que todos los nutrientes eran para el bebé que se gestaba en el vientre de su esposo.
Y así era cada mañana los dos meses restantes al embarazo de Naruto, y ciertamente una
de ellas, antes de que Sora cumpliera su primer año, el rubio despertó a su marido muy
temprano sintiendo unos dolores muy parecidos a los que sintió cuando nació su primera
hija.
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viva imagen de su padre varón solo que su cabello era color ébano, ojos negros y debajo
de ellos unas líneas muy parecidas a las ojeras.
Cinco minutos más tarde, hacían acto de presencia, Gaara con un prominente
embarazado de siete meses, Sai quien traía en brazos a la pequeña Sora quien al ver a sus
padres, estiró sus brazos hacia Sasuke, este la tomó y se la llevó a Naruto para que
conociera a su hermanito. La nena depositó un besito en la frente del pequeño mientras
era alimentado por el rubio.
Al día siguiente en la celebración del cumpleaños de Sora, Naruto salió del hospital y
ayudado por su marido y Gaara, el doncel tuvo tiempo de reposar un rato para asistir
aunque sea un rato a la fiesta que le habían planeado a su hija en el jardín de la mansión
Uchiha.
− ¡Feliz cumpleaños a ti… feliz cumpleaños a ti… feliz cumpleaños hermosa Sora,
felicidades a ti! ¡Apaga la velita mi amor! – decía el rubio sentado en una de las sillas ya
que no podía estar mucho tiempo de pie por su reciente alumbramiento.
− Lo sé, solo quería ver que mi pequeña apagara la velita de su pastel de cumpleaños…
ahh Sasuke deseo tanto tenerla en mis brazos a mi princesa. –pidió el doncel con lagrimas
en los ojos ya que tenía las hormonas muy elevadas.
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Tres meses después Sai y Gaara quien tenía en sus brazos al recién nacido Hitori, fueron
los padrinos de Itachi en su bautizo, Naruto quien veía sonriendo a su familia, miró al
cielo y agradeció a Kami-sama lo feliz que se sentía de al fin poder tener una familia, una
familia propia, que al principio no fue como él lo había planeado, pero le dio una vuelta
y al final tuvo su recompensa…
Y mirando al cielo recordó estas palabras que le había dicho su madre poco antes de que
muriera…
Fin
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