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POLICIA NACIONAL DEL PERU

“AÑO DE LA UNIDAD, LA PAZ Y EL DESARROLLO’’

ASIGNATURA: DERECHO CIVIL

TRABAJO GRUPAL

Derechos reales

PRESENTADO POR:
S3. PNP RAMIREZ COLLANTES LUIS BRANDO
S3. PNP QUISPE YUCRA WILLIAM ALAIN
S3. PNP QUIQUIA CONDOR RONALD ADIN
S3. PNP POLINARIO LOPEZ YEISON JULINHO
S3. PNP PAREDES SANCHEZ JORGE ROGELIO

DOCENTE:
SB.PNP PERCY V. MAUTINO COPA

Lima – Perú

1
DEDICATORIA

Dedico este trabajo a dios y a


mis padres y hermanos A dios porque
ha estado conmigo a cada paso que
doy, cuidándome y dándome fortaleza
para continuar. A mis padres y
hermanos quienes a lo largo de mi vida
han velado por mi bienestar y
educación siendo mi apoyo en todo
momento.

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ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN 4

CUERPO 5

● ACTO JURIDICO 5

REQUISITOS DEL ACTO JURIDICO 8

● LOS REQUISITOS DE VALIDEZ DEL ACTO JURÍDICO 8

REPRESENTACION DEL ACTO JURIDICO 16

CONCEPTO 16

● CLASES DE REPRESENTACIÓN 17

SIMULACION DEL ACTO JURIDICO 19

● CONCLUSIONES 27

LISTA DE REFERENCIAS 28

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INTRODUCCIÓN

En Perú, el Libro IV del Código Civil está dedicado a los "Derechos Reales". El
Código Civil del Perú regula las relaciones civiles en el país y establece las
normas fundamentales relacionadas con la propiedad y otros derechos reales
sobre bienes muebles e inmuebles.

El Libro IV del Código Civil peruano contiene disposiciones legales que rigen
diversos aspectos de los derechos reales, como la propiedad, la posesión, la
servidumbre, el usufructo, la hipoteca, la prenda y otros derechos similares.
Establece las reglas para la adquisición, transferencia y extinción de estos
derechos, así como las responsabilidades y limitaciones que implica su
ejercicio.

Es importante destacar que el Código Civil de Perú es una fuente fundamental


de derecho civil en el país, y cualquier cuestión relacionada con derechos
reales y propiedades en Perú debe ser analizada en el contexto de este libro y
las disposiciones legales pertinentes.

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CUERPO

ACTO JURIDICO

El acto jurídico, en sentido amplio, es aquel acontecimiento fruto del actuar


humano que sucede en la vida social y produce un efecto jurídico porque así lo
prevé el ordenamiento jurídico.

Así, el acto jurídico es un hecho en que interviene la voluntad humana y es


precisamente esta intervención lo que el Derecho tiene en cuenta para
determinar su efecto jurídico. Ejemplos de actos jurídicos son la muerte de una
persona (véase personalidad) a resultas de un accidente por conducción
negligente, el matrimonio, la adopción. El acto jurídico, como especie dentro del
género de los hechos jurídicos, es un concepto que también contempla la
realidad jurídica desde un punto de vista dinámico.

Los actos jurídicos pueden clasificarse atendiendo a diversos criterios. Así,


cabe distinguir entre actos individuales si son realizados por una sola persona o
actos colectivos si se producen por el concurso de varias personas; actos
positivos si producen una mutación en la vida social o actos negativos (u
omisiones) si consisten en la falta de actividad de una persona; actos libres si
se realizan por la propia voluntad del actuante o actos debidos si se realizan en
cumplimiento de un deber; actos con efecto material si afectan a un cosa del
mundo exterior (por ejemplo, plantar tomates en una huerta) y actos de
comunicación social (o declaraciones si se dirigen a otras personas).

Debe destacarse la clasificación de los actos jurídicos en actos jurídicos en


sentido estricto y negocios jurídicos, atendiendo a como se conjuga la voluntad
humana presente en el acto con la norma jurídica en la producción del efecto
jurídico; así, en el acto jurídico estricto los efectos se dicen que se producen ex
lege y en el negocio jurídico ex voluntades. Siguiendo a Albaladejo, resulta de
interés comparar los conceptos de hecho, hecho jurídico, acto jurídico y
negocio jurídico, prestando especial atención al carácter cumulativo del
significado de los mismos: el hecho es cualquier acaecimiento que no produce

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efectos jurídicos, pues en él no hay nada relevante para el Derecho; por
ejemplo, un estornudo, un bostezo. El hecho jurídico es cualquier acaecimiento,
que produce efectos jurídicos y cuya relevancia para el Derecho consiste en la
pura fenomenicidad, es decir, el puro resultado exterior, la simple mutación en
la realidad; por ejemplo, la muerte o el nacimiento de una persona. El acto
jurídico en sentido estricto es cualquier acaecimiento, en el que interviene la
voluntad del hombre o que procede de la voluntad humana y cuyos efectos
jurídicos se producen simplemente por la presencia en el acto de la voluntad
del agente; en el acto jurídico, lo relevante para el Derecho es la fenomenicidad
y la voluntariedad del acto; por ejemplo, muerte de una persona provocada
dolosamente o por negligencia. El negocio jurídico es cualquier acaecimiento,
que procede de la voluntad humana y cuyos efectos jurídicos se producen,
porque el agente cuando actúa voluntariamente pretende precisamente
producirlos; así, en el negocio jurídico es relevante para el Derecho la
fenomenicidad, la voluntariedad y el propósito del agente de producir tales
efectos jurídicos; por ejemplo, un testamento, un contrato.

Un acto jurídico es un concepto fundamental en el derecho que se refiere a una


acción voluntaria realizada por una persona con la intención de crear,
modificar, transferir o extinguir derechos y obligaciones legales. Los actos
jurídicos son la base de muchas transacciones legales y acuerdos en la
sociedad, y son esenciales para el funcionamiento del sistema legal. Aquí hay
algunos elementos claves relacionados con los actos jurídicos:

Voluntariedad: Los actos jurídicos deben ser voluntarios, lo que significa que
deben realizarse de manera consciente y deliberada. Una persona debe tener
la capacidad mental para comprender las implicaciones legales de su acción.

Intención: La intención de crear consecuencias legales es un elemento


fundamental en un acto jurídico. La persona que realiza el acto debe tener la
intención de que se produzcan efectos legales, ya sea la creación de un
contrato, la transferencia de propiedad, la modificación de derechos, etc.

Capacidad: Las partes involucradas en un acto jurídico deben tener la


capacidad legal para realizarlo. Esto significa que deben ser mayores de edad

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y estar en pleno uso de sus facultades mentales. Si una persona carece de
capacidad jurídica, el acto podría ser anulable.

Objeto lícito: El objeto del acto jurídico debe ser lícito, es decir, no puede ir en
contra de la ley o el orden público. Los actos jurídicos que tienen un objeto
ilícito o inmoral son nulos y carecen de validez.

Forma: En algunos casos, los actos jurídicos deben cumplir con ciertas
formalidades legales para ser válidos. Esto varía según la jurisdicción y el tipo
de acto jurídico. Por ejemplo, algunos contratos deben hacerse por escrito o
requerir la presencia de testigos.

Los actos jurídicos pueden ser de diferentes tipos, como contratos,


testamentos, donaciones, compras, matrimonios, entre otros. Cada tipo de acto
jurídico tiene sus propias reglas y requisitos específicos.

Es importante entender que la validez y efectividad de un acto jurídico pueden


estar sujetas a las leyes y regulaciones locales, por lo que es esencial consultar
con un abogado o experto legal en la jurisdicción correspondiente para obtener
asesoramiento específico sobre un acto jurídico particular.

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REQUISITOS DEL ACTO JURIDICO
LOS REQUISITOS DE VALIDEZ DEL ACTO JURÍDICO

De acuerdo con el artículo 140º de nuestro Código Civil, al conceptualizar al


acto jurídico, dicho precepto normativo también hace referencia a sus requisitos
necesarios (elementos esenciales de carácter general) que le son comunes, es
decir, encontramos cinco requisitos de validez que fluyen de dicho texto, saber:

1. LA MANIFESTACIÓN DE LA VOLUNTAD:

La voluntad constituye la esencia misma del acto jurídico, pero sólo por la
manifestación el sujeto lo hace conocer. La conjunción de la voluntad y su
manifestación es el resultado de un proceso que va de lo subjetivo a lo objetivo,
de la voluntad interna o real a la voluntad manifestada.

En el proceso de la formación de la voluntad deben distinguirse tres fases: El


discernimiento, es un estado de conciencia determinado por el desarrollo
intelectual del individuo que, invistiéndolo de la facultad de conocer en general,
lo coloca en condición de formar un juicio por medio del cual percibe y declara
la diferencia que existe entre varias cosas, de apreciar y juzgar sus actos y de
los ajenos, o en términos más simples de distinguir los diversos actos en sus
diferentes categorías.

La intención, consiste en el propósito deliberado de realizar el producir sus


efectos.

La libertad, debe entenderse como la espontaneidad de celebrar el acto


jurídico. Es la determinación, la facultad de elección. como consecuencia del
discernimiento y de la intención.

Clases de Manifestación:

a) Manifestación expresa

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La manifestación de voluntad es expresa cuando los medios empleados por el
sujeto tienen por finalidad directa e inmediata dar a conocer la voluntad interna.
Tales medios pueden ser el lenguaje hablado o escrito y también el mímico.

La declaración expresa mediante la mímica 'se da cuando el sujeto revela


gastos o señas, tales como movimientos de las manos o de la cabeza. Este
puede ser un lenguaje tan expresivo como los anteriores.

El Código, además de dispensar un mejor tratamiento a la manifestación


expresa, suprime "la ejecución de un hecho material. El art. 141 establece que
la manifestación de voluntad es expresa "cuando se formula oralmente, por
escrito o por cualquier otro medio directo. Por esto último debe entenderse el
lenguaje mímico más no la "ejecución de un hecho material" que cae dentro de
la noción del "comportamiento" al que se refiere el mismo Art. 141 como
expresión de la manifestación tácita

b) Manifestación Tácita

La manifestación de voluntad es tácita cuando no está dirigido directamente. A


dar a conocer la voluntad interna; esta se deduce de ciertas actitudes o
comportamientos. las actitudes o comportamientos es lo que la doctrina
reconoce como falta concluyente, hechos concluyentes, los cuales deben
permitir una presunción de la voluntad de quien los realiza

c) El Silencio

En relación al silencio debe dejarse establecido pues que la doctrina es


unánime en considerar Que, en sí mismo no constituye declaración de
voluntad. la cesión está en cuanto existe obligación de explicarse y en tal caso,
si el silencio es una manifestación tácita o presunta.

León Barandíarán, criticando el Art. 1077 det Código del 36 y postulando su


modificación en el Proyecto de Reforma. dice que en lo atienente al silencio no
se trata simplemente de que exista o no obligación de explicarse, sino que el
asunto mismo acerca de qui tacit consertiré videtur o non videtur, debe
apreciarse según los' antecedentes circunstanciales en un caso determinado.

Así pues, el Código en su Art. 142 ha dejado establecido que "El silencio
importa manifestación de voluntad cuando la ley o al convenio le atribuyen ese
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significado". la norma se contradice con la concepción del silencio en la
moderna doctrina, pues no constituye manifestación de voluntad en ningún
sentido ya 'que carece de significado jurídico en sí mismo. El significado sólo
se le puede atribuir la ley o el convenio; la primera con sus normas supletorias;
y, el segundo con la hipótesis y

consecuencias previstas.

Manual de la Puente y Susana Zusman dicen que no significa que la ley o el


convenio traten de presumir cuál es la voluntad de silente, sino que se da al
silencio el valor de determinada declaración de voluntad, de tal manera Quesi
el sujeto calla, sabe que con ello están dando lugar a que su actitud tenga los
efectos jurídicos que señala la ley o se convenga entre las partes.

Sólo la ley o el convenio pueden, pues, atribuir significado al silencio.

(Ver la Manifestación de Voluntad en el Acto Jurídico)

2. LA CAPACIDAD

Si bien la manifestación de voluntad es la esencia misma del acto jurídico, la


sola manifestación no es suficiente para darle eficacia y validez. Es necesario
que la manifestación emane de un sujeto capaz. La capacidad se constituye
por ello, en un segundo requisito de validez.

La capacidad está referida tanto a la persona natural como a la persona jurídica


y abarca tanto la capacidad de goce como la de ejercicio. la capacidad se
distingue en capacidad de goce y capacidad de ejercicio.

La primera denota la aptitud para ser titular de derechos y obligaciones; la


segunda, la posibilidad de celebrar actos jurídicos por sí.

a) Capacidad de goce

Tratándose de las personas naturales, la noción de capacidad de goce

está contenida en el Art. I del Código.

Tratándose de las personas jurídicas que, como ya se ha indicado, tienen


también personalidad, su capacidad de goce se da con el inicio de su

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existencia, ya sea que se trate de personas de derechos público o de derecho
privado, y está en función de su finalidad que, a las primeras se las asigna la
ley Y.a las segundas su acto constitutivo. Pero ambas, además. están
sometidas, en cuanto a su capacidad de goce, a la gran limitación que les
impone el ser entre abstractos, como contraposición a las personas naturales,
pues sólo pueden adquirir y tener los derechos y contraer las obligaciones que
no sean lnflerentes a la condición de la persona humana, conforme al principio
contenido en el Art. 43 del Código de! 36 Y que el nuevo Código no reftera, sin
que ello pueda significar la abrogación de este principio.

b) Capacidad de ejercicio

La capacidad de ejercicio, de hecho o de obrar, en la expresión de MESSINEO


es la aptitud para adquirir y para ejercitar con la propia voluntad, o sea, por sí
solo, derechos subjetivos o de asumir con la propia voluntad, o sea, por si solo.
obligaciones jurídicas, es decir de celebrar actos jurídicos.

Las personas naturales tienen, pues, tal capacidad de ejercicio a partir de los
18 años de edad, pues antes de cumplirlos están en estado de Incapacidad y
esta será para menores de 16 años conforme al Art. 43 del C.C. y restringida
para los menores de 18 años pero mayores de 16, salvo que contraigan
matrimonio y obtengan título que los autorice oficialmente a ejercer una
profesión u oficio. Así resulta de los Arts. 43, inc. 1; 44, inc. 1 y 46 deI C.C.

Pero no obstante la mayoría de edad, existen otras causas de incapacidad de


ejercicio.

(Ver la Capacidad en el Acto Jurídico)

3. EL OBJETO

Si bien la voluntad que es la esencia del acto jurídico, debe ser manifestada por
un agente capaz, para que exista el acto jurídico se requiere, además, de un
objeto, que por ello se constituye también en un requisito de o de validez.

Tanto el código del 36 como el vigente se refieren al objeto como requisito

de validez.

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Caracteres del Objeto

Atendiendo a lo dispuesto por el Art 140, inc. 2 del Código, el objeto debe ser
posible física y jurídicamente; y según el artículo 219. Inc.3 debe ser también
determinable.

La posibilidad física esta referida a la factibilidad de realización con adecuación


a las leyes de la naturaleza. Se trata de una posibilidad material, como la
existencia o posibilidad de existencia de los bienes.

La posibilidad jurídica está referida a la conformidad con el ordenamiento


jurídico. Se le suele confundir con la licitud, pero creemos que son conceptos
diferentes. La licitud es lo que guarda conformidad con el ordenamiento legal,
el cual queda comprendido en un concepto mas amplio como es el del
ordenamiento jurídico, que comprende los principios generales que inspiran la
idea de orden público y que se integra con la Jurisprudencia, la Costumbre y la
Doctrina.

La determinabilidad está referida a la identificación de los bienes e intereses


que constituyen el objeto.

(Ver el Objeto en el Acto Jurídico)

4. EL FIN LICITO COMO REQUISITO DE VALIDEZ

El acto jurídico, segun el Artículo 140 del C.C. es la manifestación de voluntad


destinada a crear, regular, modificar o extinguir relaciones juridicas. La
finaalidad o "fin licito” consiste en la orientación que se da a la manifestación de
voluntad, esto es, que ésta se diríja directa y reflexivamente a la producción de
efectos jurídicos, vale decir. a crear, regular. modificar o extingur relaciones
jurÍdicas. Habría pues una identificación de la finalidad del acto jurídico con el
contenido del mismo, o sea. con los efectos

La identificación de la finalidad con el contenido del acto jurídico, debe estar


referida al contenido especifico de cada acto, determinado por la manifestación
o manifestaciones de voluntad que le dan la existencia jurídica y a cuyos
efectos le son aplicables las previsiones establecidas por el o los celebrantes.
Si las previsiones presentan vacíos o defectos, pueden ser integrados por
normas de carácter supletorio; así el arrendamiento del predio urbano en el que
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no se proveen las causas para la resolución del contrato, les son aplicables las
previstas en la Ley. Pero si las previsiones colisionan con normas de orden
publico, ésta prevalecen sea para hacer

nulo el acto o para asignarle los defectos que la ley tiene previstos.

(Ver la Finalidad en el Acto Jurídico)

5. LA FORMA

La forma, dice LEON BARANDIARAN comentando el Código del 36, es


esencial para el acto, pues sin forma no caería dentro del ámbito de la vida
jurídica.

La forma es, así otro de los requisitos para la validez del acto jurídico. Pero es
nescesano dejar establecido que no toda forma se constituye en requisito de
validez, aunque no puede concebirse un acto jurídico sin forma y que además,
esta constituye un medio de prueba de la existencia del acto.

a) Forma Verbal

Consiste en la manifestación de la voluntad mediante el lenguaje hablado y sin


que la expresión verbal y oral se plasme documentalmente.

b) Forma Escrita o Instrumental

Consiste en la manifestación de voluntad mediante el lenguaje escrito, que


queda contenido en un documento. Puede tratarse de cualquier documento ya
sea un instrumento publico o un documento privado, ya otorgado ante notario y
otro fedatario o funcionario publico o ya otorgado de puño y letra por el propio
interesado o por otro, o por medio mecanográficos; puede tratarse de cartas,
telegramas, télex y en general cualquier modo de expresión escrita.

La ventaja de la forma escrita es que facilita la prueba. Puede la Ley, en

unos casos, requerirla sólo para fines probatorios (forma ad probationem)

y, en otros, por su carácter consustancial con el acto celebrado (forma

ad solemnithatem).

c) Forma Voluntaria o No Prescribe

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Es la llamada forma libre y también convencional. Pero preferimos denominarla
forma voluntaria, porque es indicativa de la libertad para su adopción y porque
pudiendo resultar de la convención es, por ende, voluntaria

La noción de forma voluntana se vincula a la de los actos no formales que se


caracterizan por su consensualidad, es decir, por perfeccionarse con la sola
voluntad de los celebrantes, sin que la declaración deba revestir formas
predeterminadas por la ley. Así por ejemplo, la compra - venta que se formaliza
con el solo consentimiento de las partes; la donación de cosas muebles de
escaso valor, o el arrendamiento de las

partes, la donación de cosas muebles de escaso valor; o el arrendamiento de


un local comercial.

d) Forma Prescrita

Es la forma que la ley prescribe en carácter imperativo. Es por eso también


llamada forma necesaria, legal o forzosa; y la ley la designa refiriéndola aún
con formalidades adicionales a la forma escrita o instrumental.

La noción de la forma prescrita se vincula a la de los actos formales a las


cuales la ley les prescribe una forma. A su vez, la forma necesaria puede ser
Ad Solemnitatem, cuando la forma es consustancial al acto de modo que sin
ella el acto no adquiere existencia, y Ad Probationem, cuando la forma sólo es
exigida como medio de prueba.

Cuadros Villena completa el análisis de esta distinción entre las formas


prescritas por la ley, en general, pueden ser de dos clases:

Formas Solemnes o AD SOLEMNITATEM, las cuales exigen para la validez


del acto jurídico de dos elementos:

a) La realización de la forma.

b) Que su omisión esté sancionada con nulidad. Se establece la forma solemne


por diversas razones, pero fundamentalmente para dar seguridad a los actos
jurídicos, tanto a los terceros, como a la sociedad, por la importancia social de

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ciertos actos, y fundamentalmente para probar fácilmente el contenido del acto
jurídico.

La forma solemne más utilizada es la escritura pública, en la que interviene un


notario que da fe al acto y convierte al documento privado en un instrumentó
público, que produce fe respecto de la realidad del acto verificado ante el
notario o funcionario que lo extendió y autorizó. Esto no quiere decir que no
matrimonio en el que la ausencia de la forma establecida por la ley determina la
nulidad del acto jurídico. Ej: El art. 274 del CC establece la nulidad del
matrimonio celebrado con prescindencia de los trámites establecidos en los
artículos 248 al 268.

· Forma Simples o AD PROBATIONEM, aquella que se utiliza solamente


para acreditar el acto jurídico y su contenido. En cuanto a ella, el art. 144 del
CC establece que cuando la ley impone una forma y no sanciona con nulidad
su inobservancia, esta forma solo constituye un medio de prueba de la
existencia del acto jurídico. Quiere decir que la forma ad probationem puede
ser establecida por la ley, es decir prescrita y puede asimismo ser acogida por
los intereses. Cuando es prescrita por la ley y no sanciona con nulidad, la
omisión de esta forma solamente debe determinarse como forma probatoria.

REPRESENTACION DEL ACTO JURIDICO

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CONCEPTO
Por regla general toda persona en el ejercicio de sus derechos, y en uso de
sus facultades puede celebrar cualquier acto jurídico sin contravenir la ley, el
orden público y las buenas costumbres. Por excepción, la ley otorga o faculta a
la persona o sujeto de derecho que pueda celebrar indirectamente el negocio o
acto Jurídico, por intermedio de otra persona que previamente a designado con
tal fin, para que actúe a su nombre y representación celebrando directamente
el acto jurídico. A esta persona se le denomina Representante. En esta última
hipótesis se da la institución de la representación, consecuentemente, el
representante es la persona que en forma directa celebra el negocio o acto
jurídico, en cambio el representado lo hace en forma indirecta, y a cuyo nombre
el representante celebra el Acto Jurídico con un tercero. Ejm: A es apoderada
de B y celebra un contrato de arrendamiento con C. A, actúa como
representante y B como representada. REQUISITOS. 1.- La Capacidad. El
representante debe ser una persona capaz, es decir con capacidad jurídica
otorgada por la ley para poder celebrar actos jurídicos por sí mismo y
consecuentemente a nombre de otro. No debe estar incurso en las
incapacidades contenidas en los Arts. 43º y 44º del C.C., en concordancia con
el art. 145º del mismo cuerpo de leyes. 2.- Que el representante aporte una
voluntad propia, de lo contrario sería un simple mensajero, y actuaría sólo
como simple transmisor de la voluntad del representado. Sin embargo, es
evidente que el carácter del representante no es la de un simple mensajero
dado que se caracteriza, fundamentalmente, porque negocia, conversa, se
informa, conviene las condiciones propias del acto jurídico hasta dejarlo
plenamente celebrado y muchas veces ejecuta el acto jurídico. 3.- Los
derechos y obligaciones del acto jurídico celebrado por el representante deben
1 Richard Villavicencio Saldaña recaer exclusivamente sobre el representado y
no sobre el representante, por lo que debe manifestarse expresamente esta
intención en el documento que contiene el acto jurídico( contrato u otra forma
de acto jurídico). 4.- El representante debe estar facultado para actuar a
nombre del representado con el tercero, no debiendo excederse en las
facultades de que está premunido. Tratándose de una representación
convencional, si el representante pacta o celebre un acto jurídico mas allá de lo
que está autorizado por el representado, dicho acto no compromete a éste

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último, por lo que deviene en ineficaz lo convenido en exceso. Ejemplo: Si
Pablo autoriza a Moisés para que alquile una de sus propiedades y Moisés
alquila 2 propiedades, el acto deviene ineficaz por exceso en la representación
que ejerce Moisés. En el caso de la representación legal, a diferencia de la
representación convencional los límites de las facultades o de la autorización
del representado está prescrito por la ley.

CLASES DE REPRESENTACIÓN
1.- REPRESENTACIÓN LEGAL .- Llamada también Representación Necesaria,
se sustenta en la ley, en la función tuitiva del Estado y en aquella finalidad
dirigida fundamentalmente por el Estado a fin de que nadie se quede sin la
protección de sus intereses y derechos. Comprende tanto a las personas
naturales como a las personas jurídicas. En relación a los incapaces, los
padres son representantes legales, respecto de sus hijos menores, y aún de los
que están por nacer. El Derecho familia ha creado la institución jurídica
denominada Patria Potestad, la que se ejerce conjuntamente por el padre y la
madre durante el matrimonio. Tratándose de los hijos extramatrimoniales, la
representación es ejercida por el padre o la madre que los ha reconocido y si
ambos lo reconocen, pero viven separados, el Juez determina a quien
corresponde. La Tutela se ejerce sobre los menores de edad que no se
encuentran bajo la Patria Potestad. Al representante la ley lo denomina tutor.
La Curatela se ejerce sobre las personas mayores de edad que son incapaces
absolutos, los Curadores son representantes legales de las personas
anteriormente indicadas. 2 Richard Villavicencio Saldaña Los Representante
Legales de las personas Jurídicas de derecho Público se determinan por las
disposiciones que las leyes establezcan, (en concordancia con los arts. 76º y
79º del C.C.) Por ejemplo. El Alcalde representa a la Municipalidad, el Rector a
la Universidad, el Decano a la Facultad de Derecho, El Ministro al Ministerio,
etc. En el caso de las personas jurídicas de Derecho Privado regulados por el
Código Civil, la ley general de Sociedades o por leyes especiales. Sus
representantes son los presidentes, gerentes generales, secretarios generales,
según el caso particular.

2.- REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA CONVENCIONAL .- Es aquella que


surge en forma libre y espontánea de parte de las personas naturales o

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jurídicas, como resultado de un acuerdo de voluntades. Para el Jurista Italiano
Covielo, el otorgamiento del poder de representación es siempre una
manifestación de voluntad por la cual una persona autoriza a otra para actuar
en su nombre y en defensa de sus intereses. Por ejemplo, el mandato regulado
por los Arts. 1790 y 1792 del C.C.

REPRESENTACIÓN DIRECTA Y REPRESENTACIÓN INDIRECTA

REPRESENTACIÓN DIRECTA .- Doctrinariamente es aquella en que el


representante declara una voluntad propia, que actúa a nombre del
representado, y que está premunido de facultades o poderes conferidos por el
representado para ejercer la representación. Estos requisitos deben ser
concurrentes y tener una representación emanada de un poder.
REPRESENTACIÓN INDIRECTA .- Doctrinariamente es aquella en la cual una
persona se coloca en lugar de otra, celebrando el acto jurídico en su propio
nombre, sin poner de manifiesto que está actuando a nombre de otro o
cuidando interese ajenos. En este caso el representante recibe la
denominación de interposita persona. El Código Civil vigente regula dicha
Institución en los Arts. 1809º al 1813º. 3 Richard Villavicencio Saldaña.

FRAUDE EN EL ACTO JURIDICO


El fraude en el acto jurídico se refiere a una situación en la que una o más
partes involucradas en un acto jurídico, como un contrato o un acuerdo, llevan
a cabo prácticas engañosas o fraudulentas con el propósito de obtener
beneficios ilegítimos o ventajas indebidas. El fraude en el acto jurídico puede
invalidar el acuerdo o contrato en cuestión y dar lugar a consecuencias legales
para las partes involucradas.

Existen varios tipos de fraude en el acto jurídico, incluyendo:

1. Fraude en la inducción: Esto ocurre cuando una parte engaña a otra


para que entre en un contrato o acuerdo mediante declaraciones falsas
o engañosas. Por ejemplo, si alguien promete vender una propiedad con
terrenos fértiles para la agricultura, pero en realidad los terrenos son
estériles, estaría cometiendo fraude en la inducción.

2. Fraude por omisión: En este caso, una parte no revela información


relevante que tenía la obligación de divulgar a la otra parte. La omisión
de información importante puede ser considerada fraudulenta si afecta la
toma de decisiones de la otra parte.

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3. Fraude ejecutorio: Este tipo de fraude ocurre cuando una de las partes
modifica el contrato después de que la otra parte ya lo ha firmado, sin su
conocimiento o consentimiento.

4. Fraude colusorio: Se produce cuando dos o más partes conspiran para


engañar a una tercera parte. Esto puede incluir la elaboración de un
contrato fraudulento o cualquier otra actividad engañosa con el objetivo
de dañar a otra persona.

En muchos sistemas legales, el fraude en el acto jurídico puede dar lugar a la


anulación del contrato o acuerdo y, en algunos casos, a la imposición de
sanciones civiles o penales contra las partes involucradas en el fraude. Sin
embargo, para que se considere que ha habido fraude, generalmente se
requiere que la parte perjudicada demuestre que se cumplen ciertos elementos,
como la existencia de una representación falsa, el conocimiento de la falsedad
por parte del autor del fraude y la inducción de la parte perjudicada a actuar en
base a esa representación falsa.

SIMULACION DEL ACTO JURIDICO

manifestación de voluntad

constituye la esencia misma del acto jurídico por cuanto mediante ella se da a
conocer la voluntad interna. Pero bien se sabe que la voluntad interna no es
suficiente pues necesita de la manifestación, de la misma manera como esta
requiere de ella para la formación del acto jurídico, ya que entre ambas es
imprescindible que exista una correlación máxime si la manifestación tiene por
contenido la voluntad interna. (Vidal Ramírez, 2011, p. 421)

Sin manifestación de voluntad no cabría hablar de negocio jurídico máxime si la


falta de aquella en nuestro ordenamiento nacional es causal de nulidad del
negocio jurídico (artículo 219, inciso 1).

Son varias las circunstancias que pueden lesionar la autenticidad, libertad y


espontaneidad de la voluntad negocial, y cualquiera sea la forma en que se las
examine, tienen como denominador común el hecho de que siempre provocan
alguna forma de fractura entre lo representado-querido y lo manifestado por el
agente. Se los denomina vicios, anomalías o patologías de la voluntad, siendo
que generalmente se reserva la denominación vicios de la voluntad para
describir el error, la fuerza y el dolo (y en algunos casos, la lesión), en tanto

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suele hablarse de simples discordancias o patologías de la voluntad, cuando se
trata de anomalías de cuño diferente, como la simulación y la reserva mental.
(Parraguez Ruiz, 2012, p. 7)

La simulación del acto jurídico[1] está regulada en el Libro II, Título VI, del
artículo 190 al 194 del CC. A continuación abordaremos sucintamente tal
institución.

2. La simulación en el derecho comparado

Para una doctrina italiana se da la simulación cuando la recíproca declaración


de las partes no corresponde a su común querer interno. El contraste entre lo
que se quiere y declara y lo que se conoce y quiere por ambas partes; en otro
caso se daría sólo una doble reserva mental de no querer lo que se declara.
Por tanto, se dirá que en la simulación, más que divergencia entre voluntad y
declaración nos hallamos ante una divergencia entre dos voluntades
concordes: aquella que mira a crear la apariencia y la que atiende a la diversa y
efectiva relación entre los contratantes; se quiere el negocio pero no se desean
sus efectos. La verdadera situación resulta de la declaración reservada entre
las partes que se emitió al momento de concluirse el negocio aparente.
(Trabucchi, 1967, p. 162)

De acuerdo con una doctrina francesa la simulación es una mentira, una


mentira concreta. Simular es mentir, decir o hacer una cosa que se sabe es
falsa. La simulación es una operación que reposa sobre una mentira. La
simulación -dice un consejero de la Corte de Casación Francesa- puede ser
definida de una manera general, como el disfraz de la verdad. Por su parte,
según el vocabulario jurídico de Gérard Cornu, la simulación es un “hecho
consistente en la creación de un acto jurídico aparente (ostensible) que no
corresponde a la realidad de las cosas, sea para convencer a otros sobre la
existencia de una operación imaginaria, sea para enmascarar la naturaleza o el
contenido real de la operación, sea para mantener en secreto la identidad de
una o más partes de la operación”. (Saghy-Cadenas, 2012, p. 9)

Opina una doctrina brasileña que no existe en la simulación un vicio del


consentimiento, porque el querer del agente tiene en mira, efectivamente, el
resultado que la declaración procura realizar o conseguir. Pero tiene un defecto

20
en el acto, o uno de aquellos que la doctrina denomina vicios
sociales, positivizado en la conformidad entre la declaración de voluntad y el
orden legal, en relación al resultado de aquella, o en razón de la técnica de su
realización. La simulación consiste en la celebración de un acto, de apariencia
normal, pero que, en verdad, no mira al efecto que jurídicamente debería
producir. (Da Silva Pereira, 2011, p. 447)

Tradicionalmente, el derecho brasileño incluía a la simulación como un defecto ligado


al interés de las partes, y lo trataba, por lo tanto, como generadora de la anulabilidad
del negocio. El Código de 2002 se inclinó por la solución propuesta por el derecho
alemán (BGB, § 117), considerándola como una causal de nulidad (art. 167). (Ídem)

En palabras de una doctrina venezolana, a grosso modo, la simulación


constituye una operación jurídica compleja caracterizada por el acuerdo entre
las partes para fingir un negocio jurídico -o, más específicamente un contrato- o
para disimularlo, detrás de un negocio jurídico o contrato aparente. De allí que,
en el derecho comparado, la doctrina se oriente por identificar dos elementos
estructurales o esenciales de la simulación: de un lado, el acuerdo
simulatorio entre las partes y, del otro lado, la apariencia contractual o, lo
que es lo mismo, el negocio jurídico o contrato aparente. No obstante, no
existe completo acuerdo en la doctrina respecto al concepto de simulación y,
además, su naturaleza jurídica, sus elementos y sus efectos son aún objeto de
amplio debate. (Pinto Oliveros, 2016, p. 32)

En el derecho chileno al utilizar la palabra “simulación” se refieren a “el


concierto o inteligencia de dos o más personas, autores de una convención o
contrato, para engañar a terceros” y por “simulación ilícita” a “aquella que se
celebra con la intención positiva de perjudicar a terceros”. Trasladado el tema a
lo tributario, sería contrato simulado aquél en que dos o más personas se
conciertan para engañar y perjudicar al fisco. Consideran que la simulación
ilícita corresponde a lo que comúnmente se denomina evasión. (Martínez
Cohen, 2007, p. 357)

En el acto jurídico simulado, pues, hay un concierto de voluntades para


presentar un acto jurídico que no responde a la voluntad interna de las partes y

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que sólo sirve de medio para producir engaño a terceros. De ahí que
precisemos con Albaladejo que con el negocio simulado se persigue un fin de
engaño, utilizando como medio una declaración divergente de la voluntad y que
esta divergencia se fija a través de un acuerdo simulatorio. Por ello, también
consideramos plenamente vigente la clásica definición de Ferrara según la cual
la simulación es la declaración de un contenido de voluntad no real, emitida
conscientemente y de acuerdo entre las partes para producir, con fines de
engaño, la apariencia de un negocio jurídico. (Vidal Ramírez, 2011, pp. 422-
423)

De la delimitación conceptual que hemos dejado trazada y tomando en


consideración los elementos de la clásica definición de Ferrara, establecemos
los siguientes caracteres del acto jurídico simulado: a) disconformidad entre la
voluntad interna y la voluntad manifestada; b) concierto entre las partes para
producir el acto simulado; y, c) propósito de engañar a los terceros. (Ibídem, p.
423)

Otra doctrina nacional considera como características de la simulación las


siguientes: a) el propósito de provocar, bien inocuamente, un perjuicio de la ley
o de terceros, una falsa creencia sobre la realidad de lo declarado; b) la
divergencia entre lo querido y lo que se declara debe ser consciente; y,
c) Convenio o acuerdo de simulación. (Lohmann Luca de Tena, 1994, pp. 364-
366)

Habiendo visto las opiniones esbozadas por diversos doctrinarios, estamos en


capacidad de conceptualizar a la simulación. Así entendemos por esta a aquel
negocio jurídico celebrado entre dos partes cuyas voluntades internas
discrepan, intencionalmente, de sus respectivas voluntades declaradas con el
objetivo de engañar a terceros haciéndoles creer que sus voluntades
declaradas realmente obedecen a sus voluntades internas. Ya sea para
convencer a otros sobre la existencia de una operación imaginaria, para
enmascarar la naturaleza o el contenido real de la operación, o para mantener
en secreto la identidad de una o más partes de la operación.

2.1. Simulación absoluta y simulación relativa

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Una doctrina nacional entiende que la simulación es un fenómeno de
apariencia contractual creada intencionalmente. Así, “los contrayentes pueden
dar vida a una regulación solo aparente, siendo en realidad, los intereses que
aparecen en el negocio, inexistentes o diversos respecto a aquellos
efectivamente perseguidos, según la simulación sea absoluta o relativa.
Piénsese, en el primer caso, en una transferencia simulada que tiene la sola
finalidad de hacer parecer fuera del patrimonio del aparente enajenante un
bien, con el fin de evitar ejecuciones forzadas de los acreedores. Piénsese, en
el segundo caso, en una donación a la cual corresponde en apariencia una
compraventa, con el fin de sustraer el bien a la acción de reducción a que
correspondería a los herederos legitimarios”. (Espinoza Espinoza, 2008, pp.
317-318)

Doctrina venezolana expresa que se ha prestado especial atención a la


clasificación de la simulación en absoluta[2] y simulación relativa[3]. En el
primer caso, las partes celebran un negocio jurídico o contrato aparente u
ostensible dirigido exclusivamente a servir de fachada o a valer frente a
terceros; ya que, entre ellas, dicho negocio jurídico o contrato no surtirá ningún
tipo de efectos. De hecho, la situación jurídica subjetiva preexistente entre las
partes permanece invariada. De allí que se trate de un negocio o contrato
absolutamente falso o simulado o, lo que es lo mismo, de una simulación
absoluta, donde no existe (verdadera) voluntad de las partes de producir los
efectos jurídicos que derivarían del negocio jurídico o contrato simulado. (Pinto
Oliveros, 2016, pp. 32-33)

En el segundo caso, en cambio, existe voluntad de las partes de modificar la


situación jurídica subjetiva entre ellas mediante el negocio jurídico o contrato.
Sin embargo, los verdaderos efectos de este último son enmascarados por el
negocio jurídico o contrato aparente u ostensible, igualmente destinado a servir
de fachada o a valer frente a terceros. De allí que se trate de un negocio o
contrato disimulado o, lo que es lo mismo, de una simulación relativa donde, se
afecta(n) alguno(s) de los demás elementos del verdadero negocio jurídico o
contrato, es decir, el objeto, la causa o (alguna de) las partes, que difiere(n)
respecto a aquel(los) del negocio jurídico o contrato aparente. (Ibídem, p. 33).

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En esa línea de pensamiento, la simulación relativa comprendería la existencia
de 2 actos, uno que las partes en realidad no desean celebrar (acto simulado)
pero que de igual forma celebran, haciéndolo público, y otro acto que realmente
desean celebrar (acto disimulado) pero que mantienen oculto a terceros:

1. Acto Simulado: Se presenta como verdadero un acto que las


partes en realidad no desean celebrar (digamos una
compraventa)

2. Acto Disimulado: Es el acto que las partes realmente quieren


celebrar pero que mantienen oculto frente a terceros (digamos
una donación).

Para que el lector pueda seguir con facilidad esta reflexión nos valdremos de
un caso práctico, el que se expone a continuación: “A” simula vender con “B”,
su casa valorizada en US $ 100,000 celebrándose un contrato privado que
luego es elevado a Escritura Pública. Dichas partes suscriben un
contradocumento concretando que la referida compraventa se hace para
esconder realmente una donación. El contradocumento es conocido solo por
los contratantes quienes deciden guardarlo. (Muñoz Wells, 1988, p. 84)

Vistas ambas especies, se explica nítidamente la diferencia entre el propósito


de simular y el de disimular. En el primer caso hay un apariencia absoluta que
nada esconde u oculta, como no sea la situación jurídica precedente; se induce
a los terceros a creer que los agentes han tenido una intención de resultado
práctico o jurídico, cuando francamente no hay tal pretendida voluntad de
consecuencias jurídicas; en la relación entre las partes no se han modificado ni
derechos, ni deberes ni atribuciones; su vinculación es netamente negativa: no
hacer nada que permita destruir la apariencia y por lo demás, todavía inter
partes, su eficacia es neutra pues no altera en la verdad la situación anterior.
(Lohmann Luca de Tena, 1994, p. 372)

En la simulación relativa, por el contrario, el contenido del acto aparente es tan


no querido como el absolutamente simulado, pero cumple la función de ocultar
un reglamento de interés distinto que a su vez también es distinto del
preexistente. Reglamento oculto que ha sido real y efectivamente querido y que
por ser acto de autonomía privada la ley permite y ampara si no tiene un fin

24
ilícito ni es ilegal. En síntesis: simular significa hacer aparecer lo que no es;
disimular significa esconder lo que es haciendo figurar lo que no es. (Ídem)

Por tanto, entendemos por simulación absoluta a aquel negocio jurídico en el


que las partes acuerdan realizar intencionalmente declaraciones discrepantes
de sus respectivas voluntades internas para engañar a los terceros. Teniendo
tal negocio jurídico celebrado el carácter de uno aparente o simulado.

Mientras que entenderemos por simulación relativa a aquel negocio jurídico


aparente o simulado (debido a que las partes declararon algo distinto de sus
respectivas voluntades internas) celebrado por las partes que nunca quisieron
celebrar pero que lo hacen con el propósito de ocultar otro acto verdadero
querido. Teniendo este acto querido, pero escondido de terceros, el carácter de
disimulado y la posibilidad de surtir efectos.

3. Acción de nulidad contra el acto simulado

Tanto en el supuesto de la simulación absoluta como en el de la relativa, el


acto jurídico simulado es siempre nulo por cuanto no contiene la verdadera
voluntad de las partes contratantes, mientras que en la simulación relativa el
acto disimulado, en la medida en que contenga todos sus requisitos de
sustancia y forma será siempre válido por ser un acto jurídico verdadero y real
y que contiene la auténtica voluntad de las partes contratantes. (Taboada
Córdova, 2002, p. 118)

En ese sentido, podrá solicitar la nulidad del acto simulado, tanto para casos de
simulación absoluta como para casos de simulación relativa, cualquiera de las
partes como el tercero perjudicado (artículo 193 del CC)

Hay que hacer notar, no obstante, que cuando se trate de un negocio simulado
relativamente la acción puede asumir dos vertientes, o momentos. La primera,
dirigida a la declaración de nulidad absoluta del negocio aparente y la segunda
a la declaración de nulidad del acto disimulado y oculto. (Lohmann Luca de
Tena, 1994, p. 386)

Cabe recordar que la simulación absoluta es causal de nulidad del acto jurídico
(artículo 219, inciso 5) mientras que la simulación relativa causal de
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anulabilidad (artículo 219, inciso 3). En el primer caso, la acción prescribirá a
los 10 años (artículo 2001, inciso 1) mientras que para el segundo, la acción
prescribirá a los 2 años (artículo 2001, inciso 4). Algo adicional es la posibilidad
que tienen las partes de demandar los daños y perjuicios derivados de un acto
simulado cuya acción prescribe a los 7 años (artículo 2001, inciso 2).

Desde el momento en que las partes se ponen de acuerdo para declarar de


forma distinta a sus respectivas voluntades internas, la manifestación de
voluntad de cada una de ellas no se logra configurar y la falta de estas
(manifestación de voluntad) es causal de nulidad de los negocios jurídicos. En
esa línea de pensamiento, tanto en la simulación absoluta como en la
simulación relativa los negocios jurídicos se celebran habiendo una
discrepancia entre la voluntad declarada y la voluntad interna, esto es, sin
manifestación de voluntad. Teniendo el negocio en ambos casos de simulación
el carácter de negocio simulado.

4. Inoponibilidad de la simulación

La buena fe tiene un rol trascendental en la vida social: (i) primero, porque


excusa de responsabilidad a quien razonablemente actúa en la creencia de no
estar cometiendo una infracción a las normas del Derecho Privado; (ii)
segundo, porque permite exigir actos que razonablemente hubiesen sido
pactados si los costos de transacción fuesen bajos; (iii) tercero, porque permite
asignar titularidades en base a un criterio que desincentiva el comportamiento
deshonesto; y, (iv) cuarto, porque permite defender titularidades en base a un
criterio que incentiva el comportamiento honesto. Sin buena fe, tanto los niveles
de responsabilidad extracontractual como los niveles de comportamientos
contractuales oportunistas serían alarmantemente altos. (Escobar Rozas, 2015,
p. 322)

El principio de derecho que informa al Código Civil es el que hace prevalecer la


evitación del daño antes que favorecer un lucro, para hacer inoponible u
oponible la simulación. De este modo, por el artículo 194 la simulación es
inoponible al adquirente de buena fe y a título oneroso pero le es oponible al
adquirente de mala fe sea a título oneroso o gratuito, que, por serlo, solo

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adquiere un derecho precario que requerirá del transcurso del tiempo para
convalidarse y legitimarse. (Vidal Ramírez, 2011, p. 446)

CONCLUSIONES
1. Los actos jurídicos son acciones voluntarias realizadas por personas con
la intención de crear, modificar, transferir o extinguir derechos y
obligaciones legales. Son la base de muchas transacciones legales y
acuerdos en la sociedad.

2. Los requisitos fundamentales de un acto jurídico incluyen la capacidad


de las partes, el consentimiento libre y voluntario, un objeto lícito, una
causa válida y, en algunos casos, formalidades legales específicas.

3. La representación en un acto jurídico ocurre cuando una persona actúa


en nombre de otra para llevar a cabo un acto o contrato. Esto puede

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requerir un poder de representación válido y la capacidad del
representante para actuar en nombre del representado.

4. La simulación es una práctica ilegal en la que las partes fingen realizar


un acto o contrato con el propósito de ocultar la verdadera naturaleza del
acuerdo, engañar a terceros o eludir la ley. Puede ser absoluta o relativa
y generalmente se considera contraria a los principios legales.

5. La simulación puede dar lugar a la nulidad del contrato simulado y puede


tener consecuencias legales para las partes involucradas.

6. La validez y efectividad de un acto jurídico, así como la forma en que se


abordan cuestiones de representación y simulación, pueden variar
según la jurisdicción y las circunstancias específicas de cada caso.

7. En cualquier situación relacionada con actos jurídicos, representación o


simulación, es crucial buscar el asesoramiento de un abogado o experto
legal con experiencia en la jurisdicción relevante, ya que las leyes y
regulaciones pueden variar y deben interpretarse de manera adecuada
en cada caso.

LISTA DE REFERENCIAS

● DA SILVA PEREIRA, Caio Mário (2011). Instituciones de Directo Civil,

Vol. 1, Introdujo AL Directo Civil, Teoría General de Directo, de acordó


como Código Civil de 2002. Revista e actualizada por María Celina
Marín de Morais, Rio Janeiro: Forense.

● ESCOBAR ROZAS, Freddy (2015). “La muerte de la buena fe registral”.

En: Themis, n. 67, Lima: Pucp, pp. 321-332.


Doctrinario, Legislativo y Jurisprudencial. Lima: Gaceta Jurídica.

28
● LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo (1994). El Negocio

Jurídico. Lima: Grijley.

● MUÑOZ WELLS, Jorge (1988). “Algunas notas sobre la simulación en

nuestro Código Civil”. En: Themis, Segunda Época, n. 13, Lima: Pucp,
pp. 83-85.

● PARRAGUEZ RUIZ, Luis Sergio (2012). “El Negocio Jurídico Simulado”.

Tesis Doctoral dirigida por el Profesor Dr. D. José Antonio Martín Pérez,
Salamanca: Universidad de Salamanca, Facultad de Derecho.

● PASCO ARAUCO, Alan (2018). En: “¿Por qué la fe pública registral no

protege las adquisiciones a título gratuito?” Disponible aquí.

● PINTO OLIVEROS, Sheraldine (2016). “Breve notas críticas sobre la

simulación en el Derecho Civil Peruano a la luz del Derecho


Comparado”. En: Themis, n. 70, Lima: Pucp, pp. 31-41.

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