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POEMAS S.

XVI

TEXTO 1
Corrientes aguas, puras, cristalinas; TEXTO 3
árboles que os estáis mirando en ellas, ¿Dónde están ahora aquellos claros ojos
verde prado de fresca sombra lleno, que llevaban tras sí, como colgada,
aves que aquí sembráis vuestras querellas mi ánima doquier que ellos se volvían?
hiedra que por los árboles caminas, ¿Dónde está la blanca mano delicada,
torciendo el paso por su verde seno; llena de vencimientos y despojos
yo me vi tan ajeno que de mí mis sentidos le ofrecían?
del grave mal que siento, Los cabellos que veían
que de puro contento con gran desprecio al oro,
con vuestra soledad me recreaba, como a menor tesoro,
donde con dulce sueño reposaba ¿Adónde están? ¿Adónde el blando pecho?
o con el pensamiento discurría ¿Dónde la columna que el dorado techo
por donde no hallaba con presunción graciosa sostenía?
sino memorias llenas de alegría. Esto todo ahora ya se encierra,
por desventura mía,
en la fría, desierta y dura tierra.
TEXTO 2
Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan; De piedra, de metal, de cosa dura,
los árboles parece que se inclinan; el alma dura ninfa os ha vestido,
las aves que me escuchan, cuando cantan, pues el cabello es oro endurecido,
con diferente voz se condolecen, y mármol es la frente en su blancura.
y mi morir cantando me adivinan. Los ojos de esmeralda verde oscura;
Las fieras que reclinan granada las mejillas; no fingido,
su cuerpo fatigado el labio es un rubí no poseído;
dejan el sosegado los blancos dientes son de perla pura.
sueño por escuchar mi llanto triste. La mano de marfil, y la garganta
Tú sola contra mí te endureciste, de alabastro, por donde como yedra
los ojos aun siquiera no volviendo las venas van de azul muy rutilante.
a lo que tú hiciste. Mas lo que más en toda vos me espanta,
Salid, sin duelo, lágrimas corriendo. es ver que, porque todo fuese piedra,
tenéis el corazón como diamante.
Yo diría de vos tan altamente
que el mundo viese en vos lo que yo veo,
si tal fuese el decir cual el deseo. Ojos claros, serenos,
Mas si fuera del más hermoso cielo, Si de un dulce mirar sois alabados,
acá en la mortal gente, ¿Por qué, si me miráis, miráis airados?
entre las bellas y preciadas cosas, Si cuando más piadosos,
no hallo alguna que os semeje un pelo, Más bellos parecéis a aquel que os mira,
sin culpa queda aquel que no os atreve. No me miréis con ira,
El blanco, el cristal, el oro y rosas, Porque no parezcáis menos hermosos.
los rubís, y las perlas, y la nieve, ¡Ay tormentos rabiosos!
delante vuestro gesto comparadas, Ojos claros, serenos,
son ante cosas vivas, las pintadas. Ya que así me miráis, miradme al menos.
Ante vos las estrellas,
como delante el sol, son menos bellas.
El sol es más lustroso,
mas a mi parecer no es tan hermoso.

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