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DERECHO ADMINISTRATIVO II

TEMA 2: EXPROPIACIÓN FORZOSA


1. ASPECTOS GENERALES
1.1.- MARCO CONSTITUCIONAL
La CE declara que nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa
justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y
de conformidad con lo dispuesto en las leyes. De acuerdo con el TC, la expropiación forzosa
constituye primariamente una garantía constitucional del derecho de la propiedad privada.
En los orígenes del E.Liberal la expropiación forzosa se concibe como último límite del
derecho natural. El E.Social le asigna una función social con efectos delimitadores de su
contenido y la complicación cada vez más intensa de la vida moderna determina una
esencial revisión del instituto de la expropiación forzosa, que se convierte de límite negativo
del derecho absoluto de propiedad en instrumento positivo puesto a disposición del poder
público para el cumplimiento de sus fines de ordenación y conformación de la sociedad,
frente al cual el derecho de propiedad privada tan sólo garantiza a su titular, ante el interés
general, el contenido económico de su propiedad.

1.2.- CONCEPTO
La expropiación es un acto de sacrificio de derechos patrimoniales, mediante la
compensación del equivalente al valor económico del objeto expropiado. Como ha señalado
el TC, la expropiación no supone una negación del derecho de propiedad privada, sino sólo
de su sacrificio concreto ante la presencia de intereses públicos o sociales superiores, con
respeto del contenido económico del derecho sacrificado, que se transforma en el derecho
a obtener una indemnización por el valor del bien o derecho del que el titular ha sido
forzosamente privado. En cuanto a sus notas características pueden señalarse:
● Carácter singular. La expropiación consiste en una privación de bienes o derechos
concretos y determinados. Esta característica diferencia a la expropiación de la
noción de “límites”, que delimitan legalmente el contorno del derecho de propiedad,
y que no son indemnizables por formar parte del contenido mismo de éste a partir
de la “función social” del derecho.
● Carácter coactivo. Es un acto acordado imperativa y unilateralmente. Aun en el caso
de avenencia del expropiado o mutuo acuerdo en la determinación del justiprecio,
ello no afecta a la decisión administrativa, pues la declaración de utilidad pública o
interés social y de necesidad de ocupación preexisten a aquella posibilidad de
avenencia.
● Carácter real. La expropiación afecta a un bien o derecho patrimonial.
● Carácter formal. El ejercicio de la potestad expropiatoria ha de sujetarse a un
determinado procedimiento, legalmente reglado y que cumple una función esencial
de garantía jurídica del interés público. En última instancia, la actuación ablatoria de
la Administración al margen del cauce procedimental constituye una vía de hecho.

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La expropiación se diferencia de la institución de la responsabilidad patrimonial en el


sentido de que la expropiación constituye un negocio jurídico formal, que exige un
procedimiento previo, mientras que la responsabilidad tiene la consideración de puro hecho
jurídico.

1.3.- ORDENACIÓN LEGAL


La CE reserva al Estado en exclusiva la competencia relativa a legislación sobre expropiación
forzosa, por lo que existe una regulación general de la institución expropiatoria en todo el
territorio del Estado. La uniformidad normativa impuesta por la CE supone la igual
configuración y aplicación de las garantías expropiatorias en todo el territorio del Estado, y
por ende el estricto respeto y cumplimiento de los criterios y sistema de valoración del
justiprecio y del procedimiento expropiatorio establecidos por la Ley estatal para los
distintos tipos o modalidades de expropiación.
La expropiación es también un instrumento indeclinable del que los poderes públicos
pueden y deben servirse para el logro de sus fines, por lo que el TC ha admitido que las
CCAA con competencia estatutaria para ello ostentan la potestad de definir legalmente los
supuestos en los que cabe hacer uso del instrumento expropiatorio mediante la declaración
de la causa expropiando necesaria en cada caso. Igualmente se ha reconocido a las CCAA la
competencia para ordenar los órganos de fijación del justiprecio en las expropiaciones
correspondientes a las áreas materiales que sean de su competencia. Además, de la CE se
infiere la existencia de una reserva de ley en materia de expropiación, pero no se trata de
una reserva absoluta, sino que admite el desarrollo reglamentario. La legislación estatal en
esta materia sigue contenida en 2 normas preconstitucionales:
● Ley de Expropiación Forzosa.
● Reglamento de Ejecución Forzosa.
Por su parte, algunas CCAA han aprobado su propia normativa en ejercicio de la
competencia organizativa indicada.
Finalmente, en nuestro ordenamiento se han admitido las expropiaciones legislativas, en las
que la intervención del legislador va más allá de la simple habilitación de la expropiación, de
modo que la propia ley acuerda la expropiación de determinados bienes o derechos. El TC
declaró que la CE no establece reserva de la materia de expropiación a favor de la
Administración, por lo que las expropiaciones ope legis son constitucionalmente legítimas.

2. ELEMENTOS DE LA EXPROPIACIÓN FORZOSA


2.1.- SUJETOS
La relación jurídica que origina la expropiación forzosa se establece necesariamente entre 2
sujetos, aunque eventualmente puede concurrir un tercero (beneficiario):
● Expropiante (activo).
Es el titular de la potestad expropiatoria, que al tratarse de una potestad pública debe ser
siempre un Ente Público.

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En relación con la AGE, la LRJSP atribuye a los Delegados del Gobierno en las CCAA ejercer la
potestad expropiatoria. Además, también se establece en la Ley del Proceso Autonómico
que será de aplicación a la Administración de las CCAA la legislación sobre expropiación
forzosa. Por su parte, la LRBRL atribuye a los Municipios, Provincias e Islas la potestad
expropiatoria, y admite que por Ley autonómica se pueda extender esta potestad a otras
EELL. Respecto a las Administraciones especializadas, la LEF quiso concentrar la titularidad
de la potestad expropiatoria en las Administraciones territoriales.
Para la legitimidad del ejercicio de esta potestad exorbitante desde el plano del sujeto
expropiante no es suficiente que la Administración que ejerce la potestad expropiatoria la
tenga atribuida legalmente, sino que también es preciso que la expropiación sea
instrumento necesario para la consecución de aquellos concretos fines públicos que la
Administración expropiante tiene encomendados. Esto quiere decir que estando la
expropiación forzosa ordenada a un fin de utilidad pública o interés social previamente
delimitado, sólo puede ser ejercitada por aquella Administración que, entre todas las
posibles, la Ley ha decidido que se encargue de su concreta satisfacción.

● Expropiado (pasivo).
Es el sujeto titular de derechos o intereses sobre el bien objeto de expropiación. La
condición de expropiado es determinada por su relación con el objeto de la expropiación. En
este sentido, cualquier sujeto (público o privado) puede tener la condición de expropiado.
Además, ninguna Administración puede pretender quedar exonerada de una expropiación.
Si una vez iniciado el procedimiento expropiatorio el bien objeto de la expropiación es
transmitido a un tercero adquirente, éste se subroga en la condición de expropiado.
En todo caso, la presencia del expropiado en el procedimiento expropiatorio es esencial, de
modo que si se prescinde de él el procedimiento sería nulo.

● Beneficiario.
Es el sujeto que adquiere el bien o derecho objeto de la expropiación. Normalmente será la
propia Administración expropiante, pero puede ocurrir que sea un tercero:
- Tradicionalmente se entendía que si la expropiación tiene por causa una
utilidad pública, el beneficiario podrá ser una Administración especializada o
un concesionario de un servicio público, pero hoy en día puede bastar una
autorización.
- Si la expropiación tiene por causa un interés social, el beneficiario podrá ser
un particular. Esto sería una transferencia forzosa de particular a particular
operada mediante la interposición de la voluntad de la Administración.
El beneficiario ostenta diversas facultades como: promover el inicio del procedimiento,
identificar los bienes objeto de expropiación, pactar la adquisición amistosa del bien,
intervenir en la fijación del justiprecio...
También ostenta importantes deberes como: abonar el justiprecio y mantener el bien
expropiado al destino que justificó la expropiación.

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2.2.- CAUSA O FIN DE LA EXPROPIACIÓN


La potestad expropiatoria está ordenada para servir a un fin o interés público legalmente
especificado, y que fundamenta los actos que sean ejercicio de esa potestad, por lo que la
CE requiere para el ejercicio de la potestad expropiatoria que concurra una causa
justificada.
Así, la causa expropiandi es un elemento esencial que se inserta de modo permanente en la
operación expropiatoria, que queda vinculada al destino invocado como causa
expropiatoria. Éste destino no puede ser alterado. El beneficiario queda gravado con la
carga de realizar este destino específico y de esta realización efectiva pende la validez de la
expropiación.
La causa expropiandi presenta 2 modalidades, aunque la LEF no distingue 2 regímenes
expropiatorios diferentes:
● Utilidad pública. Constituye la finalidad que tradicionalmente justifica la
expropiación respecto a las exigencias del funcionamiento de la Administración o de
sus concesionarios.
● Interés social. Consiste en un interés prevalente al del expropiado y que no puede
englobarse en la cláusula anterior (ej: expropiaciones agrarias o para facilitar la
instalación de industrias).

Según la LEF, existirá causa de interés social cuando se haya declarado específicamente por
una ley la oportunidad de que un bien o una clase de bienes se utilicen en el sentido positivo
de una determinada función social y el propietario incumpla esta directiva.
La finalidad de la expropiación puede no ser exclusivamente el incumplimiento de sus
deberes por parte del propietario, sino también la cobertura de una situación de
desequilibrio social.
Respecto a la determinación legal de la causa expropiandi, es precisa la previa
intermediación de una Ley, la cual selecciona de entre todos los fines posibles aquellos al
servicio de los cuales podrá ejercitarse la potestad expropiatoria. Además, existe una
reserva de ley, ya que la utilidad pública y el interés social sólo son definibles por el poder
legislativo.
Además, el TC ha declarado que el contenido esencial del derecho de la propiedad no exige
ni conlleva ineludiblemente que la declaración de utilidad pública o interés social se
encuentre previa y genéricamente amparada en una Ley general que contenga una
tipificación o catálogo de los fines legitimadores de la expropiación.
De este modo, pueden señalarse las siguientes formas de determinación legal de la causa
expropiandi:
● Declaraciones legales específicas. En esta modalidad, la Ley de modo singular en
cada caso realiza la declaración de utilidad pública o interés social para bienes
concretos.
Si se entiende que no existe una reserva de ley específica a nivel constitucional
estaríamos ante una mera autorreserva de Ley. En la práctica esta vía se ha utilizado

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para las declaraciones de interés social, sobre todo por parte de las CCAA o para
ciertas obras públicas.
● Declaraciones legales genéricas. En estos casos la Ley efectúa la declaración de
utilidad pública o interés social respecto a un grupo o categoría determinada de
obras, servicios o concesiones u otros fines de interés social. En este sentido, la
legislación sectorial ha empleado esta técnica al hilo de las actividades declaradas de
servicio público o interés público.
En estos casos es preciso un acto administrativo posterior expreso encaminado al
reconocimiento y constatación de que un supuesto concreto se encuentra
efectivamente comprendido en la declaración genérica contenida en la Ley.
● Declaraciones legales implícitas. La LEF admitió, de modo excepcional, que la
declaración legal de utilidad pública se entendería implícita respecto a la
expropiación de inmuebles, en las aprobaciones de los planes de obras y servicios
públicos de las Administraciones territoriales. Además, desde hace décadas esta
técnica se ha extendido prácticamente a cualesquiera planes territoriales.
Además, esta posibilidad ha sido extendida por leyes sectoriales a otros supuestos,
como la expropiación forzosa de los bienes declarados de interés cultural por la
Administración competente.
La jurisprudencia ha señalado que en estos casos se produce una vinculación entre la
expropiación y el proyecto, de modo que si éste es nulo también lo será aquélla.

2.3.- OBJETO DE LA POTESTAD EXPROPIATORIA


Originariamente la expropiación forzosa se aplicaba únicamente a los inmuebles, pero hoy
en día la expropiación de bienes muebles o derechos incorporales es absolutamente normal.
Según la LEF, pueden ser objeto de la potestad expropiatoria la propiedad privada y los
derechos e intereses patrimoniales legítimos.
De este modo, cualquier situación jurídica patrimonial es claudicante frente a la potestad
expropiatoria. Además, la expropiación puede afectar parcialmente a algunas facultades del
propietario, como es el caso del arrendamiento forzoso a la Administración.
En todo caso, los derechos de la personalidad quedan excluidos por tratarse de bienes extra
comercium. Por su parte, respecto a los bienes de dominio público, es necesaria su
desafección formal, la cual sólo puede ser acordada por la Administración titular del bien
demanial, no por la Administración expropiante. El problema se presenta cuando la
Administración expropiante y la Administración titular del bien no llegan a un acuerdo. En
tal caso, se ha llegado a entender que la iniciación del expediente expropiatorio comporta
una suerte de desafectación tácita, que haría posible la expropiación.

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3. PROCEDIMIENTO EXPROPIATORIO
El procedimiento expropiatorio es un procedimiento complejo integrado por 3 fases. En
todo caso, debe subrayarse que la declaración de utilidad pública o interés social no es una
fase del procedimiento expropiatorio.

3.1.- DECLARACIÓN DE NECESIDAD DE OCUPACIÓN


La jurisprudencia tiene declarado el distinto contenido y alcance de la declaración de
utilidad pública (valora la utilidad pública o interés social del fin al que haya de afectarse el
objeto expropiado) y la resolución acordando la necesidad de ocupación (concreta y precisa
los bienes que se afectan al fin de la expropiación, que han de ser los estrictamente
indispensables para tal fin, que ha de lograrse con el mínimo de sacrificio posible para la
propiedad).
El TC exige la valoración de la necesidad, en el sentido de que no exista otra medida menos
lesiva para la consecución de tal fin con igual eficacia, por lo que el acuerdo de necesidad de
ocupación cumple la función de identificar los bienes y derechos objeto de la expropiación,
al tiempo que convierte a los titulares de los bienes y derechos en potenciales expropiados
interesados y proporciona publicidad a la expropiación, posibilitando cierto debate sobre
alternativas a la misma. Pero sobre todo la declaración de necesidad de ocupación supone
una decisión sobre la existencia real de la causa de utilidad pública o interés social que
legitima la expropiación.
El acuerdo de necesidad de ocupación debe incluir únicamente los bienes y derechos que
sean estrictamente indispensables para el fin de la expropiación. La jurisprudencia ha
declarado que la inclusión de bienes no indispensables es nula de pleno derecho.
En principio, la declaración de necesidad de ocupación debe producirse mediante resolución
expresa, para cuya producción se sigue un procedimiento en el que la información pública
constituye un trámite esencial. En este trámite de información pública los particulares
podrán proponer la sustitución de los bienes elegidos por la Administración por otros bienes
alternativos para el mismo proyecto, así como en el caso de expropiación parcial de una
finca podrán solicitar su expropiación total cuando resulte antieconómica para el
propietario la conservación de la parte no expropiada.
La jurisprudencia tiene declarado que la omisión del trámite de información pública tiene un
alcance invalidante, pues impide al afectado alegar frente a la declaración de necesidad de
ocupación concreta de sus bienes, sin que tal omisión pueda ser sustituida por la posterior
información pública ofrecida en la resolución de convocatoria al levantamiento de actas
previas.
Para la LEF la única excepción legal a la regla de la preceptiva resolución expresa sobre la
necesidad de ocupación era la derivada de la aprobación de proyecto de obras y servicios
que comprendieran la descripción detallada de los bienes y derechos necesarios. Esta
posibilidad excepcional se ha convertido en usual. al extenderse a los instrumentos de
planeamiento territorial y urbanístico. La jurisprudencia entiende que la declaración sólo se
entenderá implícita si el proyecto aprobado contiene una descripción detallada de los

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bienes y derechos indispensables para satisfacer el interés público. Otras leyes especiales
anudan la declaración implícita de la necesidad de ocupación al otorgamiento de
determinadas concesiones y autorizaciones administrativas.
El efecto fundamental de la declaración de la necesidad de ocupación es la necesidad del
expediente expropiatorio, de modo que los bienes y derechos incluidos en la declaración
quedan afectados al fin de utilidad pública o interés social legitimador de la expropiación, y
su fecha constituye el dies a quo para el cómputo del plazo de 6 meses al que se refiere la
LEF.
Respecto a su control judicial, el derecho a la tutela judicial impone la admisión de su
impugnación separada y sin limitación de motivos.

3.2.- DETERMINACIÓN DEL JUSTIPRECIO


Tradicionalmente la compensación económica por el sacrificio de la situación jurídica
patrimonial objeto de la expropiación se configuraba como un verdadero presupuesto para
que pudiera producirse el efecto traslativo de la titularidad del bien, lo que se expresaba en
la regla del “previo pago”. En la práctica la regla del “previo pago” sufrió un proceso
degenerativo que ha llevado a su práctica desaparición. Ante esta situación la CE sustituyó la
expresión de “previo pago” por la de “mediante la correspondiente indemnización”. El TC
entendió que tan constitucional es la regulación que impone el pago del justiprecio con
carácter previo a la transferencia forzosa del bien o derecho como la que relega dicho pago
al final del procedimiento expropiatorio, o que tenga lugar en el mismo momento en que se
acuerda la expropiación.

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La LEF establece 2 sistemas para la determinación del justiprecio:


● Convenio expropiatorio (terminación convencional). Las actuaciones se contraen a
las conversaciones entre los sujetos de la expropiación con el fin de llegar a un
acuerdo mutuo. En el caso de llegarse a él, la Administración debe observar
determinados trámites formales, que no son necesarios en el caso de que el
beneficiario de la expropiación sea un sujeto privado.
Como señala la doctrina, la utilización de esta vía convencional no resta
imperatividad a la expropiación (el acuerdo no transforma la expropiación en un
contrato de compraventa).
● Declaración unilateral por el Jurado de Expropiación. Transcurrido un plazo de 15
días sin que se alcance un acuerdo (puede lograrse en cualquier momento ulterior),
se sigue un procedimiento de determinación contradictoria del justiprecio, que es
resuelto por el Jurado Provincial de Expropiación.
Los Jurados Provinciales de Expropiación están conformados en la actualidad por 5
miembros:
● Presidente. Es un Magistrado que designa el Presidente de la Audiencia
correspondiente.
● 4 vocales de diversa procedencia:
- Abogado del Estado de la respectiva Delegación de Hacienda.
- 2 funcionarios técnicos designados por la Delegación de Hacienda de la
provincia, según la naturaleza del bien objeto de la expropiación.
- Notario de libre designación por el Colegio Notarial.
- Interventor territorial de la provincia.
La jurisprudencia entiende que desde el punto de vista orgánico los Jurados Provinciales son
órganos administrativos, pero desde el punto de vista funcional presentan cierto carácter
arbitral y pericial, en base al cual se les reconoce una especial presunción de legalidad y
acierto, al menos en lo que se refiere a la cuantificación de la indemnización, en base a una
supuesta imparcialidad objetiva y cualificación o capacidad del órgano.
La LEF exige que las resoluciones por los Jurados sean motivadas, aunque el TS ha
mantenido una actitud antiformalista ante los defectos en las motivaciones, invocando la
carga de trabajo que pesa sobre los Jurados y razones de economía procesal.
Además, el TC ha señalado que las CCAA no están obligadas a seguir el modelo de
composición de los Jurados Provinciales de la LEF.
En cuanto al momento al que ha de referirse la valoración, la LEF establece que este
momento es el de iniciación del expediente del justiprecio, de modo que no se tienen en
cuenta las plusvalías que sean consecuencia directa del plan o proyecto de obras que dan
lugar a la expropiación y las previsibles para el futuro.
Finalmente, la jurisprudencia tiene declarado que la Administración no puede desistir del
procedimiento cuando la expropiación ya está consumada por haberse producido la
ocupación o por haberse fijado el justiprecio, pues entonces prevalece el derecho nacido en
el patrimonio del expropiado a recibir el justo precio.

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3.3.- CRITERIOS DE VALORACIÓN


Según el TC es preciso que entre el valor económico del bien o derecho expropiado y la
cuantía de la indemnización exista un equilibrio proporcional para cuya obtención el
legislador puede fijar distintas modalidades de valoración, en atención directa de la
naturaleza de los bienes y derechos expropiados, debiendo ser éstas respetadas desde la
perspectiva constitucional, a no ser que se revelen manifiestamente desprovistas de base
razonable. Este sistema es incompatible con unas determinaciones legales que respondieran
a unos criterios de cada ocasión (ej: localización de los bienes o condición de los titulares
expropiados). Conforme a esto, la garantía constitucional de la correspondiente
indemnización concede el derecho a percibir la contraprestación económica que
corresponda al valor real de los bienes y derechos expropiados.
La LEF estableció un doble sistema de valoración del justiprecio o indemnización:
● Sistema basado en criterios legales tasados y específicos. Se sustentan
principalmente en reglas fiscales.
● Regla general de valoración sobre la base de la plena libertad para la determinación
del valor real de los bienes. Podrá aplicarse siempre que se estime que la valoración
alcanzada por la vía de las reglas específicas anteriores no es conforme al valor real
de los bienes o derechos adquiridos.

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No obstante, el régimen no será de aplicación a las expropiaciones de bienes inmuebles,


para la fijación de cuyo justiprecio se estará exclusivamente al sistema de valoración
previsto en la ley que regule la valoración del suelo. Además, sólo será de aplicación a las
expropiaciones de bienes muebles cuando éstos no tengan criterio particular de valoración
señalado por leyes especiales.
En la práctica la jurisprudencia ha admitido una generalización de la aplicación del sistema
de libertad estimativa, sólo contenida o limitada por la previsión en otras leyes distintas a la
LEF de sistemas de valoración distintos, principalmente de carácter estrictamente objetivos
y apoyados en la normativa fiscal. Por ello, y dejando de lado la expropiación de suelo, la
doctrina señala que existe un cierto desconcierto e inseguridad sobre el criterio a aplicar.
No obstante, la jurisprudencia identifica justiprecio y valor de sustitución: compensación o
indemnización que debe proveer al expropiado del dinero suficiente para sustituir en su
patrimonio el bien del que ha sido desapoderado.
Finalmente, la LEF ordena que en todos los casos de expropiación se abonará, además de la
indemnización, un 5% como premio de afección, a través del cual se trata de compensar la
pérdida obligada del bien o derecho expropiado y el eventual valor afectivo que pudiera
tener el expropiado sobre aquél. La jurisprudencia ha declarado que no procede el premio
de afección en caso de mutuo acuerdo.

3.4.- PAGO, TOMA DE POSESIÓN E INSCRIPCIÓN DE LOS BIENES


Una vez fijado el justiprecio, su pago ha de producirse dentro de los 6 meses siguientes. El
pago ha de hacerse en dinero, mediante acta, aunque la legislación urbanística autoriza a la
Administración expropiante, si hay acuerdo con el expropiado, que se pueda satisfacer en
especie.
En caso de negativa del expropiado a recibir el pago o de existencia de algún litigio o
cuestión entre él mismo y la Administración expropiante, la parte del justiprecio objeto de
discordia debe consignarse en la Caja General de Depósitos a disposición de la autoridad o
tribunal competente. No obstante, la LEF dispone que el expropiado tiene derecho a que se
le entregue, aunque exista ese litigio o recurso pendiente, el justiprecio, hasta el límite en
que exista conformidad entre aquél y la Administración, quedando en todo caso
subordinada dicha entrega provisional al resultado del litigio.
El efecto fundamental del pago o de la consignación es la legitimación de la Administración
para ocupar por vía administrativa el bien o para el ejercicio del derecho objeto de
expropiación. Este efecto tiene lugar aun cuando se haya impugnado la determinación del
justiprecio. De este modo, en el procedimiento general de la LEF, el previo pago continúa
siendo como regla general un requisito previa a la traslación efectiva de la titularidad del
bien o derecho expropiado. Esta regla tiene 3 excepciones:
● Expropiaciones urgentes.
● Expropiaciones legislativas.
● Casos de aceptación voluntaria por el expropiado de la ocupación del bien o del
ejercicio del derecho por el beneficiario de la expropiación.

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La toma de posesión tiene lugar mediante la ocupación de la finca o el ejercicio del derecho,
y perfecciona el efecto jurídico de la transferencia que la expropiación persigue. Es de gran
importancia el acta en la que se documenta la ocupación, y que dado su carácter de
documento oficial, deberá estarse a ella para fijar la extensión del bien que se expropia.
Finalmente, el acto es documento inscribible en el Registro de la propiedad.

3.5.- EXPROPIACIÓN URGENTE


La LEF incorporó esta modalidad que se caracteriza por la inmediata ocupación y toma de
posesión de los bienes sin haberse determinado previamente el justiprecio. Con la única
exigencia de un acta previa que obliga al abono de un “depósito previo”, en esta modalidad
se invierten las 2 fases decisivas del procedimiento general: la fijación del justiprecio y la
ocupación del bien. Una vez se ha procedido a la ocupación, la tramitación del
procedimiento continúa de acuerdo con las normas generales del procedimiento ordinario.
Aun cuando se ha admitido que esta modalidad excepcional es perfectamente compatible
con la CE, la doctrina cuestiona la tendencia a generalizar un régimen concebido en la LEF
como excepcional. Este fenómeno de generalización se debe a 2 causas principales:
● La mayoría de las normas especiales que regulan expropiaciones incluyen
directamente la necesidad de urgente ocupación, sin posibilidad de revisión
jurisdiccional.
● Las Administraciones también acuden con frecuencia a la declaración de urgente
ocupación, que ha sido admitida con bastante laxitud por los tribunales de justicia a
pesar de que el TS declara que la urgencia no es una facultad discrecional de la
Administración.
La urgencia no excluye del deber de someter a información pública la relación de bienes
afectados por la expropiación. Así, el acuerdo en que se declare la urgente ocupación debe
contener referencia expresa a los bienes a que la ocupación afecta y debe ser sometido a
información pública.
4. GARANTÍAS DEL EXPROPIADO
4.1.- INTERESES DE DEMORA
Transcurridos 6 meses desde la iniciación del expediente expropiatorio sin haberse
determinado el justiprecio, empiezan a contar los intereses de demora. Y transcurridos
otros 6 meses desde que se fijó el justiprecio sin que se abone, comienzan de nuevo a
computarse los intereses legales. La jurisprudencia tiene declarado reiteradamente que el
cómputo de los intereses legales debe hacerse hasta que se pague efectivamente el
justiprecio.
En la expropiación por urgencia, la LEF obliga a computar los intereses legales desde la fecha
en que se ocuparon efectivamente los bienes, con independencia de la fecha en que se fije y
se abone el justiprecio.

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4.2.- RETASACIÓN
Si el retraso en el abono del justiprecio es prolongado puede suceder que no baste el
cómputo de los intereses por demora para garantizar la necesaria correspondencia entre el
justiprecio y el bien expropiado.
Si transcurrieran 4 años sin que el pago de la cantidad fijada como justiprecio se haga
efectivo o se consigne, habrá de procederse a evaluar de nuevo las cosas o derechos objeto
de expropiación. Incluso es posible una cadena de retasaciones por el transcurso continuado
de períodos de 4 años.
Los tribunales han estimado que cuando el justiprecio se determinó por acuerdo amigable
no procede la retasación si no se hizo reserva de ella al percibir la parte correspondiente del
precio. En todo caso, una vez efectuado el pago o realizada la consignación, aunque haya
transcurrido el plazo de 4 años, no procederá el derecho de retasación.
Como la LEF fija como presupuesto previo para que la retasación se aplique que hayan
transcurrido 4 años sin que el pago de la cantidad fijada como justo precio se haga efectivo
o se consigne, y el justo precio es el fijado administrativamente, la Administración puede
impugnar el justo precio y alargar indefinidamente el abono del precio sin que opere la
retasación. Frente a ello, la doctrina más autorizada ha defendido que la retasación puede
ser realizada en el curso del proceso judicial donde se discute el justiprecio.

4.3.- DERECHO DE REVERSIÓN


La reversión consiste en un derecho que asiste al expropiado y, en su caso, a sus
causahabientes para recuperar todo o parte de los bienes expropiados cuando no se ejecuta
la obra o no se establece el servicio que motivó la expropiación, o cuando desaparece la
afectación. Su función es hacer efectiva la vinculación de la operación expropiatoria a la
causa expropiandi que la fundamentó. La reversión supone la devolución del bien
expropiado y la devolución correlativa del precio a la Administración. El decaimiento o
desaparición de la utilidad pública o interés social, la extinción de la propia causa
expropiatoria, hacen nacer el derecho de reversión a través de cuyo ejercicio el particular
podrá recuperar su anterior propiedad.
El TC declaró que la CE no incluye el derecho de reversión dentro de las garantías
constitucionales, por lo que se trata de un derecho de configuración legal. En nuestro
ordenamiento no existe una norma constitucional ni una regla legal que imponga para todos
los tipos y casos de expropiaciones el derecho de reversión.
De acuerdo con la LEF, la reversión se producirá en los siguientes supuestos:
● Cuando no se ejecute la obra o no se establezca el servicio.
● Cuando realizada la obra quede alguna parte sobrante de los bienes expropiados.
● Cuando desaparezca la afectación de los bienes y derechos de las obras y servicios
que motivaron la expropiación.
El REF establece una serie de presunciones en pro de la operatividad de la reversión, y prevé
su aplicación incluso cuando los bienes expropiados pudieran haber pasado a terceras
personas.

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La LEF no fijó límites de tiempo para que los dueños originales o sus causahabientes puedan
solicitar la reversión, aunque se ha defendido que la dedicación de los bienes expropiados
durante un plazo prudencial a los fines que justificaron la expropiación debería ser causa
suficiente para eliminar el derecho de reversión.
En este sentido, la Ley 38/1999 introdujo límites al ejercicio del derecho de reversión, al
declarar que no habrá derecho de reversión:
● Cuando simultáneamente a la desafectación del fin que justificó la expropiación se
acuerde justificadamente una nueva afectación a otro fin que haya sido declarado de
utilidad pública o interés social.
● Cuando la afectación al fin que justificó la expropiación o a otro declarado de utilidad
pública o interés social se prolongue durante 10 años desde la terminación de la
obra o el establecimiento del servicio.
Cuando proceda la reversión, el ejercicio del derecho de reversión debe producirse dentro
de los 3 meses siguientes a que la Administración haya modificado de forma expresa a los
expropiados su propósito de no ejecutar la obra o implantar el servicio, la existencia de
sobrantes o la desafectación de los bienes o derechos objeto de la expropiación.
Sin embargo, la situación más habitual es que la Administración no efectúe ninguna
declaración expresa, ni notifique a los interesados la concurrencia de alguna de las causas
de reversión. En estos casos, la LEF establece otros plazos especiales para el ejercicio de este
derecho en defecto de notificación:
● Cuando se hubiera producido un exceso de expropiación o la desafectación del bien
o derecho expropiados y no hubieran transcurrido 20 años desde la toma de
posesión de aquéllos.
● Cuando hubieran transcurrido 5 años desde la toma de posesión del bien o derecho
expropiados sin iniciarse la ejecución de la obra o la implantación del servicio.
● Cuando la ejecución de la obra o las actuaciones para el establecimiento del servicio
estuvieran suspendidas más de 2 años por causas imputables a la Administración o al
beneficiario de la expropiación sin que se produjera por parte de éstos ningún acto
expreso para su reanudación.
Finalmente, el ejercicio del derecho de reversión comporta el deber del expropiado de
restituir a la Administración el valor de los bienes que recupera. Es presupuesto para el
ejercicio del derecho de reversión la restitución de la indemnización expropiatoria percibida
por el expropiado, actualizada conforme a la evolución del índice de precios al consumo en
el periodo comprendido entre la fecha de iniciación del expediente del justiprecio y la
ejecución del derecho de reversión.
En todo caso, el previo pago o consignación del importe resultante se configura como un
requisito indispensable para el ejercicio del derecho de reversión y para poder tomar
posesión del bien revertido, debiendo producirse dentro de los 3 meses desde su
determinación en vía administrativa.

No entra ordenación legal y marco constitucional

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