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Anni Albers

Nació en Berlín, Alemania, el 12 de junio de 1899. Como parte de su formación, desde muy
pequeña tomaba clases de pintura, uno de sus maestros fue el pintor expresionista Oskar
Kokoschka, quien la motivó a seguir sus estudios artísticos. En 1922, entró en la prestigiosa
Bauhaus de Walter Gropius, en Weimar, teniendo como maestros a Johannes Itten, Georg Muche,
Wassily Kandinsky y Paul Klee.

A pesar del vanguardismo de Bauhaus, las mujeres sólo podían tomar algunos de los talleres
impartidos. A Albers le interesaba el taller de vidrio; pero se le negó la inscripción, y para asegurar
su permanencia en la escuela tuvo que entrar al taller de textiles y trabajar en el telar manual. Al
inicio, no estaba tan convencida, nunca en su vida había tejido o bordado, "Pensé que era más
bien cursi y afeminado. Pero cada vez me intrigaba más con él y gradualmente lo encontré (el
taller de textil) muy satisfactorio", escribió Anni Albers.

La acotada técnica del telar y la limitada variedad de materiales y fibras, fue lo que despertó en
Anni el interés por experimentar, por crear posibilidades en un medio que no tenía el
reconocimiento de disciplina artística. Robustecer las artes finas a través de la artesanía y
viceversa, fue uno de los más grandes legados de Bauhaus; en este contexto Anni Albers fue
pionera. Descubrió en él la combinación perfecta de subjetividad y un método técnico que hace
consciente la construcción, las elecciones de materiales, colores y formas.

En Bauhaus conoció a su pareja de toda la vida, el artista abstracto Josef Albers; ambos pasaron de
alumnos a profesores hasta el cierre de la escuela en 1932 por el Partido Nazi. Como muchos
artistas e intelectuales europeos, migraron a Estados Unidos, hallando en América un territorio
virgen para la total experimentación artística sin el peso de la tradición europea.

Anni y Josef Albers se incorporaron en 1933 al Black Mountain College, en Carolina del Norte -ya
hemos hablado de esta escuela en columnas anteriores- , cuyo sistema educativo se basaba en
una separación cautelosa de la expresión subjetiva para dar lugar a una profunda indagación
metodológica multidisciplinaria. Los Albers no pudieron llegar a un mejor lugar. Estando en el
continente americano, les fue factible viajar a Cuba y al resto de Latinoamérica. De esa experiencia
con la arquitectura prehispánica y los textiles oaxaqueños surge la famosa carta que escriben a
Wassily Kandinsky: "Mexico is truly the promised land for abstract art". Los Albers fueron
entrañables amigos de Luis Barragán, Clara Porset y Xavier Guerrero.

En 1949, Anni Albers deja Black Mountain. En ese mismo año, ella es la primera artista textil que
expone de manera individual en el MoMA de Nueva York.

No sólo es un gran ejemplo de mujer artista por hacerse camino en una escena dominada por
hombres. La elección deliberada de su medio, el tejido y lo textil, le da a su obra un inherente
rasgo femenino, no sólo por la histórica relación de estos materiales con la feminidad.

Albers ve sus tapices como contrapeso al trepidante impulso industria del telar mecánico, de alto
volumen, donde más es más; su obra recupera el tiempo, la delicadeza y compromiso de un
trabajo ancestral, para crear objetos que -aunque utilitarios- pertenezcan a un mundo
independiente de patrones geométricos, formas abstractas, que hablan por ellos mismos y sus
componentes matéricos. Ella demuestra que el papel del artista es el de posibilitar el mejor
desarrollo técnico.

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