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Fiodor Dostoievski, El Gran Inquisidor.
Fiodor Dostoievski, El Gran Inquisidor.
Vida de Dostoyevski
antes de que hubiera pasado allí dos segundos, exclamó queaquellos dos segundos
valían no sólo el cuatrillón de kilómetros sino un cuatrillón de cuatrillones y hasta
e l e va d o a l a c u a d r i l l o n é s i m a p o te n c i a . E n u n a p a l a b ra , c a n t ó
«hosanna» (Dostoyevski 2011b: 1018-1021).
Los seres humanos se unirán para exprimir de la vida cuanto ésta pueda dar, pero
sólo para alcanzar la felicidad y la alegríaen este mundo. El hombre se encumbrará con
espíritu divino, con un orgullo titánico, y aparecerá el hombre-dios. Venciendo a cada
hora y ya sin límites a la naturaleza, el hombre, gracias a su voluntad y a la ciencia,
experimentará a cada hora un placer tan excelso, que le sustituirá todas las anteriores
esperanzas en los placeres celestes. Cada uno sabrá que es mortal en cuerpo y alma,
sin resurrección, y aceptará la muerte orgullosa y tranqui- lamente como un dios
(Dostoyevski 2011b: 1028).
Sin embargo, en tanto que esta nueva era se demoraría miles de años en
llegar, Iván consideraba que todo aquelque ya tuviera conciencia de la verdad
podría llegar a ser un hombre-dios y actuar según le placiera, porque,
aceptando la inexistencia de Dios, comprendería que no habría ningún límite a
su deseo y voluntad. Se formula, por tanto, la divisa en la que concluyen todas
las re exiones de Iván y que es utilizada por sus hermanos para justificar el
asesinato de su despreciable padre: si Dios no existe, «todo está permitido»,
incluso el crimen. Es esta una de las ideas medulares de la novela y una de las
más influyentes de Dostoyevski para el pensamiento del siglo XIX y XX, que ya
aparece en otras obras anteriores suyas, como Crimen y cas go, Los demonios
y El adolescente. Apunta André Gide, que el
«todo está permitido» es la respuesta del ateo a la pregunta
«¿qué puede un hombre?», pregunta que con Nietzsche parece desplazar a
los grandes interrogantes que han inquietado a la humanidad (Gide 2016:
160). Iván Karamázov y otros personajes dostoeivskianos, como Raskólnikov,en
Crimen y castigo, Stavroguin o Kirílov, en Los demonios,
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creen que el hombre extraordinario, el superhombre, ante la inexistencia de
Dios, «lo puede todo». Pero cuando intentan llevar a cabo los designios de su
voluntad, son do- minados por la angustia, pues, ¿cómo poner de manifiestola
voluntad? ¿Qué es lo que está permi do y lo que real- mente puede hacer
un hombre? Dice el lúcido Gide que aquellas personas que a lo largo de la
historia se han lanza- do a vivir según su voluntad, como los ar stas o los
hombres de acción, no se han planteado estas preguntas y, si lo han hecho,
las han respondido inmediatamente con su for- ma de vivir. En cambio, los
personajes dostoyevskianos, enfrascados únicamente en teorizar sobre el
tema, fraca-san en su deseo de conver rse en superhombres porque
«Dostoyevski considera que el hombre inteligente está prác camente
incapacitado para la acción» (Gide 2016: 161-165). Si Raskólnikov, en su afán
de demostrarse si es o no un hombre extraordinario, comete un vil e inú l
asesi- nato de dos ancianas y tiene que acabar aceptando su mediocridad, Iván
Karamázov, en cambio, vive inmerso en sus disquisiciones teóricas sin llevar a
cabo ninguna acción, resolviendo que lo único que le queda es apurar los
place-res de la vida antes de abandonarla a los treinta años.
Pero volvamos a la novela. Al iniciarse el relato, Iván Karamázov, de unos
veintitrés años por aquel entonces, después de una larga estancia en Moscú,
lleva tres meses en la ciudad paterna. Un día antes de par r de nuevo,
estando en una taberna, se encuentra con Aliosha, le invita a cenar y siente la
necesidad de hacerle par cipe de sus angus as y tormentos. Ahora, en
compañía de su hermano menor, ma za sus ideas sobre el ateísmo. Con esa
que podría creer en la existencia de Dios, pero que no puede en ning n caso
aceptar el mundo que l ha creado, pues incluye el sufrimiento como parte
del orden establecido de las cosas. Particularmente Iv n no comprende ni
quiere aceptar el sufrimiento infantil. Despu s de exponer diversos casos
de crueldad y violencia contra los ni os, concluye, rebel ndose contra Dios,
que si este sufrimiento es el billete para alcanzar la felicidad en el m s all ,
renuncia al billete. Aliosha reacciona recordando el ejemplo de Cristo, que
su- fri para todos; es entonces cuando El Gran Inquisidor viene a la
memoria de Iv n y decide relatarlo a su hermano.
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El g nero literario
5. Las tentaciones
Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo le pusiera a prueba.
Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer, y después sin ó hambre. Se
acercó el diablo a Jesús para ponerle a prueba, y le dijo:
–Si de veras eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en panes.
Pero Jesús le contestó:
–La Escritura dice: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
salga de los labios de Dios». Luego el diablo lo llevó a la santa ciudad de Jerusalén,
lo subió al ale- ro del temploe y le dijo:
–Si de veras eres Hijo de Dios, échate abajo, porque la Escritura dice: «Dios
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mandará a sus ángeles que te cuiden. Te levantarán con sus manos para que no
tropieces con ningunapiedra».
Jesús le contestó:
–También dice la Escritura: «No pongas a prueba al Señor tu Dios».
Finalmente, el diablo le llevó a un monte muy alto, y mostrándole todos los
países del mundo y su grandeza le dijo:
–Yo te daré todo esto, si te arrodillas y me adoras.Jesús le contestó:
–Vete, Satanás, porque la Escritura dice: «Adora al Señor tu Dios y sírvele solo a
él». Entonces el diablo se apartó, y unos ángeles acudieron a servirle (Mt 4: 1-11).
PERSONAJ PERSONAJ
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NARRACI N NARRADOR INT RPRET QUE QUE
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INTERPELA RESPON
DE
Socialismo e Iglesia
LOS HERMANOS SE
CONOCEN
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l comedor particular consistía simplemente en que
la mesa de Iván, próxima a la ventana, estaba
protegida por un. biombo de las miradas
indiscretas. Se hallaba al lado del mostrador, en la primera
sala, por la que circulaban los camareros continuamente. El
único cliente era un viejo militar que tomaba el té en un
rincón. De las otras salas llegaba el rumoreo propio de esta
clase de establecimientos: llamadas, estámpidos de
botellas al descorcharse, el choque de las bolas en las
mesas de billar. Se oía un organillo. Aliocha sabía que a su
hermano no le gustaban estos locales, y no iba a ellos casi
nunca. Por lo tanto, su presencia allí no tenía más
explicación que la cita que había dado a Dmitri.
¿Es así?
-Habla.
-Sí.
-No lo creo.
-No.
Y a l d e c i r e s t o, A l i o c h a m i r a b a a s u h e r m a n o
escrutadoramente y le sonreía.
¿verdad?
LA REBELIÓN
-¿Como a Dios?
-Sí, pero... Has de saber, novicio, que las tonterías son indis-
pensables en el mundo, que está fundado sobre ellas. Si no
se hicieran tonterías, no pasaría nada aquí abajo. Cada cual
sabe lo suyo.
EL GRAN
INQUISIDOR
el Rey de los Cielos, bajo una humilde apariencia,te ha recorrido, tierra natal,
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en toda tu extensiÛn, bendiciéndote.
» En magníficos autos de fe
»-No digas nada; cállate. Por otra parte, ¿qué podrías decir?
Demasiado lo sé. No tienes derecho a añadir ni una sola
palabra a lo que ya dijiste en otro tiempo. ¿Por qué has
venido a trastornar- nos? Porque tu llegada es para nosotros
un trastorno, bien lo sa- bes. ¿Qué ocurrirá mañana? Ignoro
quién eres. ¿Eres Tú o sola- mente su imagen? No quiero
saberlo. Mañana te condenaré y morirás en la hoguera
como el peor de los herejes. Y los mismos que hoy te han
besado los pies, mañana, a la menor indicación mía, se
aprestarán a alimentar la pira encendida para ti. ¿Lo
sabes?... Tal vez lo sepas.
-Es el punto capital del discurso del anciano, que sigue di-
ciendo:
los millares de seres felices que no han pecado. Yo, que por
bien de ellos he cargado con sus faltas, me erguiré ante ti,
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diciendo: “No te temo. También yo he vivido en el desierto,
alimentándome de saltamontes y raíces, también yo bendije
la libertad con que Tú obsequiabas a los hombres, y me
preparé para igurar entre tus elegidos, entre los fuertes,
ardiendo en deseos de completar su número. Pero volví en
mi y no quise servir a una causa insensata. Entonces me
reuní con los que han corregido tu obra. Dejé a los
orgullosos y vine al lado de los humildes para darles la
felicidad. Lo que te he dicho se cumplirá, y entonces
habremos construido nuestro imperio. Te lo repito: mañana,
a una señal mía, verás a ese dócil rebaño traer los leños
ardientes a la pira sobre la que te pondremos por haber
venido a entorpecer nuestra obra. Pues nadie ha merecido
más que Tú la hoguera. Mañana lo quemaré. Dixi.î
-Hay en mí una fuerza que hace frente a todo -dijo Iván con
una fria sonrisa.
-¿Qué fuerza?
-Ya veo que ayer cogiste al vuelo esta expresión que tan
pro- fundamente hirió a Miusov y que Dmitri repitió tan
ingenuamente. Bien; ya que lo he dicho, no me retracto:
«todo está permitido». Además, Mitia ha dejado esto bien
sentado.