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modernos”
“Arte y Sociedad”
Presentado por
Semestre I, 2013.
Rosalind Krauss, en su texto expositivo y argumentativo “La originalidad
de las vanguardias y otros mitos modernos”, específicamente en el apartado “La
escultura en el campo expandido”, tiene como objetivo describir la manera en la
que la que la escultura adopta un carácter negativo, el cual está presente en la
elaboración artística moderna. Es decir, la teórica y crítica de arte
estadounidense muestra cómo la escultura abandona las categorizaciones
clásicas y adopta un carácter moderno en el que el monumento es una mera
abstracción que no remite obligatoriamente hacía un lugar. La nueva concepción
de escultura permite la transformación de las dimensiones espaciales en la que
cada objeto es válido en sí mismo, o mejor aún, cada objeto adopta una realidad.
1
Ver, Krauss, La originalidad de las vanguardias y otros mitos modernos, pág, 289.
2
Ibíd., pág, 291.
3
Ibíd, pág, 293.
Al tomar su condición negativa, y al ir en contra de su lógica clásica, la
escultura se transforma en una nueva concepción que combina el no-paisaje y la
no-arquitectura. De este modo, el no-paisaje podía ser expresado en términos de
arquitectura, y la no-arquitectura se podía materializar en términos de paisaje. Sin
embargo, la complejidad, la unión entre paisaje y arquitectura, aun no estaba
definida.
El campo expandido de la escultura logró lo que las escuelas clásicas no
habían podido materializar: una construcción arquitectónica capaz de mantener
su carácter al fusionarse con el paisaje, y a la inversa. Mientras que la escultura,
siguiendo la lógica del monumento, reflejaba la ausencia de arquitectura y
paisaje, la construcción localizada lograba una armonía que no se reflejaba en
cuadros ni en instalaciones encerradas en museos y pabellones.
Además, la expansión de la concepción de escultura permitió la
adaptación de dos nuevas terminologías intermedias: lugares señalados y
estructuras axiomáticas. Por un lado, los lugares señalados consistían en una
mezcla entre el paisaje y el no-paisaje. Estas construcciones se fundían en el
paisaje y a la vez interrumpían su armonía (p. ej. Doble negativo de Heizer
(1969) y Cuando la fe mueve montañas de Francis Alÿs y Cuauhtémoc Medina).
Por otra parte, las estructuras axiomáticas combinaban rasgos de la arquitectura
y la no-arquitectura. Eran estructuras de carácter orgánico que no seguían la
lógica del dibujo técnico. Construcciones aparentemente arquitectónicas que no
eran fijas ni inmutables, sino que se movían adaptando “técnicas” que las
vanguardias venían implementando.
Ahora bien. Ya se han analizado, siguiendo a Krauss, las
transformaciones de la escultura que fueron posibles en su campo expandido.
Ahora se pretende determinar la idea reduccionista que trajo consigo la fotografía
en su relación con los intentos fallidos de estirar conceptos clásicos para
organizar y determinar las nuevas producciones artísticas.
Como se ha dicho, la mecanización que ofrece la fotografía, es decir, la
idea reduccionista de comprender el arte como una expresión fotográfica, es
comparable con la idea de determinar la escultura en un paisaje arquitectónico
fijo, estático e inmutable que busca conservarse ante el paso del tiempo.
Estas ideas reaccionarias buscan un aura estático, es decir, construir una
relación entre el objeto (fotografía-escultura) y el momento de su “finalización”, un
espectro que necesariamente, como afirmarían algunos clasicistas, debe remitir a
una categoría, a una clasificación, o por lo menos, a un lugar.
El surgimiento de la fotografía particiona la imagen del cosmos y trae
consigo el desarrollo del inconsciente óptico. Es decir, aparecen lugares
inexplorados que la magia de la pintura no logra alcanzar: el detalle y la mejor
representación de la naturaleza. No todo proviene de dios ni del hombre, en
cambio, la imposibilidad de comprender el cosmos juega un papel importante al
momento de producción y consumo de la sociedad actual. La psicología escapa
de la consciencia espiritual y logra determinar que la cultura es la que modifica al
mundo. Nietzsche se llena de gracia al descubrir la infinidad de conceptos
artificiales y al afirmar que la esencia de la cosa es inaprehensible, y a la vez, esta
se destruye por sí sola cuando se abstrae del contexto.
El arte no debe entregarse al reduccionismo fotográfico de la imaginación.
Al igual que lo hizo Atget, se deben vaciar las auras, eliminar los prejuicios y el
detalle para lograr explorar el objeto en su relación cultural, en su relación con el
cosmos aparentemente inacabable.
Bibliografía
Krauss, Rosalind. La originalidad de las vanguardias y otros mitos modernos. Ed.
Alianza, 1996.