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El mito en la actualidad
El mito tiene vigencia en sociedades que aún no han atravesado el umbral
de la modernidad. Como en pueblos indígenas, donde el mito es parte de
su cultura y se encuentra muy arraigado.
Por el otro, hay relatos en la sociedad moderna que se los puede
considerar alguna forma de mito. Estos relatos dan explicación a procesos
sociales y conservan cierto carácter sagrado y mantienen las estructuras
clásicas de los mitos (historias de comienzo y finales). En Argentina, hay
mitos que hablan de nuestra conformación como nación, y al mismo
tiempo hablan de nuestro presente. Por ejemplo, el mito sobre los
“villeros” en la década del 70, cuando fueron acomodados en
monobloques y surgió el rumor que estos “villeros” vendían las
terminaciones de bronce, levantaban las tablas de madera del suelo para
hacer asado, etc. Esto llevó al mito de que “darles una vivienda digna a los
pobres era un derroche inútil, ya que, estos no saben aprovecharlo”.
En la modernidad el mito aparece fragmentado. Las sociedades acuden a
“restos” de mitos para explicar lo que sucede. Ejemplo: fines 2001 la
emigración era explicada con el mito de origen de “los argentinos
descendemos de los barcos, es natural la emigración”.
EL MITO COMO FUENTE DE SENTIDO
cuando las esferas política, económica, artística, científica se encontraban
unificadas bajo una misma ética religiosa, el mundo era ordenado y con
sentido. Pero cuando lo religioso se limitó a la vida privada, la ciencia se
vio incapaz de resolver todas las dudas.
La posmodernidad puede ser entendida como el traslado de esa
fragmentación de múltiples racionalidades, desde lo social al interior del
individuo. El mundo es un rompecabezas que el individuó debe ir armando
con elementos a su alcance. El sentido y el orden quedan en manos del
individuo, que a veces es incapaz de compartir de manera total con otros,
dándose así un proceso de individuación. Distintos esquemas de sentido
coexisten con igual legitimidad.
Frente a esta crisis las sociedades requieren una solución: el mito, que no
propicia una evasión de la realidad, sino que enseña a soportar y amar la
vida.