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Emiliano y Lizbeth
Emiliano y Lizbeth
Un día, durante una excursión escolar al parque local, se encontraron perdidos del
grupo. En lugar de entrar en pánico, decidieron hacer de la situación una aventura.
Pasaron el día explorando el parque, contándose historias y riendo juntos. Para
cuando finalmente encontraron a su grupo, ya se habían convertido en amigos
inseparables.
Emiliano era un joven de estatura media, con una complexión atlética debido a su
amor por los deportos. Tenía el cabello oscuro y rizado que siempre llevaba un
poco largo, cayendo sobre sus ojos de color marrón oscuro. Su piel era de un tono
oliva, típico de su herencia mexicana. Siempre tenía una sonrisa en su rostro, lo
que, junto con sus ojos brillantes y llenos de vida, lo hacía muy carismático. A pesar
de su naturaleza enérgica, había una suavidad en su mirada que hacía que la gente
se sintiera cómoda a su alrededor. Le encantaba el fútbol, que es muy popular en
México. Pasaba muchas tardes jugando partidos con sus amigos en el parque local.
Además del fútbol, también le gustaba el baloncesto. Aunque no era tan hábil en el
baloncesto como en el fútbol, disfrutaba del desafío que suponía este deporte.
Emiliano también tenía un interés en el atletismo, disfrutaba correr y participaba en
maratones locales. Su amor por los deportes no solo lo mantenía en forma, sino
que también alimentaba su espíritu competitivo y su amor por el juego en equipo.
Lizbeth era una joven de estatura promedio con una figura curvilínea. Tenía el
cabello largo y liso de color castaño claro que usualmente llevaba suelto. Sus ojos
eran de un tono marrón claro, casi miel, que brillaban con inteligencia y curiosidad.
Su piel era de un tono claro, delicada y suave.
Aunque Lizbeth no era tan activa físicamente como Emiliano, tenía una belleza
tranquila y una presencia calmada que la hacían destacar. Siempre se la veía con un
libro en la mano, y su rostro se iluminaba cada vez que hablaba de sus novelas
favoritas, ella disfrutaba de una variedad de géneros. Le encantaban las novelas de
misterio y suspenso, siempre estaba buscando un buen libro que la mantuviera al
borde de su asiento. También tenía un amor especial por la literatura clásica,
disfrutando de autores como Jane Austen y Charles Dickens.
Además, Lizbeth tenía un interés en la literatura de no ficción, especialmente los
libros que exploraban temas de psicología y filosofía. Le fascinaba entender la
mente humana y el mundo que la rodeaba.
Ella siempre había tenido un apetito saludable, pero a medida que crecía, su amor
por la comida comenzó a convertirse en un problema. Aunque disfrutaba de la
comida casera saludable, también le gustaban los alimentos procesados y los
dulces, que a menudo son altos en calorías y bajos en nutrientes. Además, Lizbeth
llevaba un estilo de vida bastante sedentario.
Lizbeth comenzó a evitar actividades sociales por miedo a ser juzgada por su
apariencia. También se volvió más reservada y menos dispuesta a compartir sus
pensamientos y sentimientos con los demás, incluso con Emiliano.
Además, Emiliano se esforzó por ser un amigo de apoyo para Lizbeth. La escuchaba
cuando necesitaba hablar de sus luchas y la animaba cuando se sentía desanimada.
Le recordaba constantemente lo valiosa que era, independientemente de su peso.
Emiliano motivó a Lizbeth a hacer ejercicio de varias maneras. Primero, hizo que el
ejercicio fuera una actividad conjunta. En lugar de hacer que Lizbeth se ejercitara
sola, Emiliano se unió a ella. Esto hizo que el ejercicio fuera más divertido y menos
intimidante para Lizbeth.
Para ayudar a Lizbeth a superar la muerte de su abuela, Emiliano estuvo allí para
ella en cada paso del camino. Escuchó cuando necesitaba hablar, ofreció palabras
de consuelo y recordó a Lizbeth los buenos momentos que había compartido con
su abuela. También le recordó que su abuela siempre querría que ella fuera feliz y
saludable.
Con el tiempo, Lizbeth logró perder peso de manera saludable. Pero lo más
importante es que aprendió a amarse a sí misma y a su cuerpo,
independientemente de su tamaño. Aprendió que su valor no estaba determinado
por su apariencia física, sino por quién era como persona.