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Cómo ser un buen ejemplo de hombre cristiano en

el mundo:

"Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de


Dios sin mancha en medio de una generación maligna
y perversa, en medio de la cual resplandecéis como
luminares en el mundo." (Filipenses 2:15)

como cristianos se nos enseña a ser luces en el


mundo. La Biblia dice: “Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está
en los cielos” (Mateo 5:16). Escuchamos esas
palabras y entendemos su significado. Pero ¿en
verdad consideramos cuánto impacto tienen? La
manera en que actuamos, nuestro ejemplo, es muy
importante para Dios. ¿Por qué? Porque somos
ejemplos de quién es Dios y de su carácter.

“Se necesita un esfuerzo para cambiar quienes somos


y es casi imposible cuando nos negamos a
separarnos de las malas influencias.”

Cuando consideramos los ejemplos que Cristo dejó


para nosotros, debemos entender que hay que imitar
su comportamiento. Debemos reflejar su bondad,
misericordia y amor hacia todas las personas. No
siempre es fácil hacerlo, pero es lo que Dios quiere de
nosotros. Somos hijos de Dios y debemos separarnos
del mundo. Mateo 13:49 dice que, en el fin de los
siglos, los ángeles “apartarán a los malos de entre los
justos”. Los justos habrán vivido como Dios ordenó y
habrán sido buenos ejemplos para los demás. “Así
que, somos embajadores en nombre de Cristo, como
si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo. Reconciliaos con Dios” (2 Corintios
5:20).

¿Alguna vez han estado con alguien que profesa ser


cristiano, pero luego anda haciendo cosas que no son
dignas de un cristiano? Tal vez usan el nombre de
Dios en vano o hablan vulgarmente. Tal vez son
supersticiosos, esparcen chismes maliciosos o son
malos y crueles con otros. Cuando alguien declara su
amor por Dios y Cristo y luego actúa tontamente, es
un pobre reflejo de Dios y su pueblo. ¿Cómo podemos
ser lumbreras delante de la gente del mundo cuando
vivimos de tal manera? No podemos. “Profesan
conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo
abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda
buena obra” (Tito 1:16).

Se nos pide vivir de manera diferente. Debemos ser


incorruptibles, reverentes, amorosos, templados, etc.
(Tito 2:1-8). También es cierto que, si somos buenos
ejemplos, pero pasamos todo el tiempo con corruptos,
eventualmente caeremos en problemas (1 Corintios
15:33). Dios entiende que la gente suele actuar como
los que los rodean. Por eso él nos advierte evitar
dichas relaciones. Piénselo. Así es como empiezan
las tradiciones, como los lenguajes se desarrollan y
por qué tendemos a usar los mismos gestos y
palabras que nuestros amigos y familiares utilizan.
Esto viene a nosotros lentamente y a veces nos
sorprende cuando hacemos o decimos algo fuera de
lugar.

Requiere esfuerzo cambiar nuestra manera de ser y


casi imposible de hacer cuando nos rehusamos a
alejarnos de malas influencias. “Amado, no imites lo
malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios;
pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios” (3 Juan
1:11). Pablo nos recuerda: “No sea, pues, vituperado
vuestro bien” (Romanos 14:16). Esto puede pasar
cuando tropezamos cuando hablamos y en nuestras
acciones. A menudo, otros buscan lo malo en
nosotros. Si estamos haciendo el bien ante sus ojos y
tropezamos al hablar mal de otros, o maldecimos
cuando nunca nos escucharon hablar así, o hacemos
cualquier cosa que sea poco agradable frente a ellos,
ellos tienden a borrar todo lo bueno que hemos hecho
y se enfocan en esa cosa mala. Por eso es importante
cambiar quiénes somos por dentro.

Sabiendo esto, debemos ser conscientes de cómo


tratamos a otros que no son cercanos a nosotros o
que nos hacen bien. ¿Estamos siendo un buen
ejemplo para todos? (Lucas 6:33). Debe ser natural
para nosotros. Tenemos que internalizar el
comportamiento y ser genuinos (Salmos 37:27). Si no
lo hacemos, la gente podrá ver nuestro engaño. “Así
que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a
todos y mayormente a los de la familia de la fe”
(Gálatas 6:10). Tiene que volverse parte de nuestra
naturaleza.

Por supuesto, nadie es perfecto. Pero debemos


continuamente aspirar a serlo (Mateo 5:48). Es un
proceso de aprendizaje. Salmos 18:32 nos dice que
Dios es quien nos da el poder para alcanzar eso.
Gálatas 3:3 dice que somos perfeccionados por el
Espíritu Santo. Sin la ayuda de Dios no podríamos
lograrlo, pero la intención de hacerlo tiene que
comenzar con nosotros. Hay que tomar los primeros
pasos para ser todo lo que Dios quiere que seamos si
queremos ser parte del glorioso futuro que él ha
planeado para nosotros. Ser un buen ejemplo para los
demás parece poco pedir.

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