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La emperatriz Teodora es un personaje histórico que me fascinó cuando descubrí su historia.

La
de una mujer plebeya, hija de un domador de osos y de una actriz, que gracias a su belleza y
carisma arrollador encontró un lugar al lado del trono del emperador, convirtiéndose en su fiel
compañera y en su mano derecha.

Fue una mujer que supo hacerse un hueco en la corte y aconsejar a su marido Justiniano, el cual
la tenía en muy alta estima. También tenemos constancia de que fue tal su influencia como
emperatriz que incluso tenía la potestad de llamar al ejército en diversas ocasiones o de
establecer relaciones diplomáticas con otros estados, como nos atestigua Procopio de Cesaera.

Las fuentes historiográficas nos muestran dos visiones totalmente opuestas sobre la figura de
Teodora: la de una emperatriz llena de virtudes, y en contraposición encontramos en Historia
secreta de Procopio de Cesaera la imagen de una mujer promiscua, manipuladora y tiránica. El
autor movido por un sesgo misógino y clasista, hace hincapié en el pasado plebeyo y pecaminoso
de Teodora, y como esta manipulaba a su marido y actuaba sin su autorización. Su obra está llena
de insultos viscerales y lo que podrían considerarse cotilleos de fuentes secundarias, por lo que
debemos de leer su obra de una forma crítica y caer en la cuenta de que no se trata de un
documento historiográfico serio.

Tenemos constancia de que la emperatriz impulsó a su marido a establecer leyes en el Corpus


Iuris Civiles y el Código de Justiniano que protegían y amparaban a las mujeres, como lo fueron
el derecho al divorcio, la prohibición de los castigos por adulterio, la prohibición de la
prostitución forzosa y la trata de blancas, y la penar con la muerte a los violadores. Teodora
también ayudó a muchas prostitutas para que se rehabilitaran en conventos y allí pudiesen
aprender oficios que les permitan ganarse la vida de otra forma.

Según nos cuenta el propio Procopio en otro de sus libros, en el 532 Teodora jugó un papel
esencial durante los Disturbios de Niká. Durante la revuelta, el emperador y su corte estaban
preparándose para huir, pues los manifestantes del hipódromo querían deponer a Justiniano y
poner en el trono a su sobrino, Anastasio. Teodora se mantuvo firme e impasible, pues ella
prefería morir como una emperatriz, que vivir escondida en el exilio. Animó con su celebre
discurso al emperador y a su corte para que se quedasen y aplacasen la revuelta con la fuerza,
que sin duda habría acabado con el reinado de Justiniano.

Tras esto, se dedicó junto a su marido a embellecer Constantinopla y edificar varias iglesias,
siendo una de ellas Santa Sofía, el templo más grande de la cristiandad del momento.

Murió en el 548 de lo que parece ser un cáncer, a los 48 años. Fue llorada amargamente por su
marido, y cuando este murió años más tarde, fue enterrado junto a ella, como muestra del gran
amor que sentía por Teodora.

Ya sea retratada como una gloriosa gobernante o como una tirana, es innegable la importancia
y la relevancia que tuvo en la época dorada del Imperio Bizantino, como la fiel mano derecha de
Justiniano. Muchas personas, entre las que me incluyo, la consideramos como una de las
primeras feministas de la historia, gracias a su aportación que hizo a las mujeres durante su
reinado y en como supo hacerse su lugar en una corte llena de hombres. Un personaje inspirador
y valiente, que prefirió luchar y morir como una emperatriz, a vivir en el exilio y ser olvidada.
Bibliografía
• https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5167351.pdf

• Imagen pública y política de la emperatriz Teodora. Un estudio a partir de la obra de


Procopio de Cesarea https://revistas.ucm.es/index.php/GERI/article/view/43625/41241

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