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FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

ESCUELA DE DERECHO

INFORME ACADÉMICO DE SUFICIENCIA

ASIGNATURA:

SÍLABO DE CONTRATOS EMPRESARIALES MODERNOS

JURADO EVALUADOR:

1. Aybar Izaguirre Gerardo


2. Yunkor Romero Yurela

ESTUDIANTE:

ZUZETHE SHIRLEY ALEGRE JACOBO

LIMA SUR-PERÚ

2024
DEDICATORIA

Este trabajo de investigación está inspirado principalmente


por mí, que día a día buscamos la superación y motivación
para llegar a cabo nuestros objetivos, qué es forjar la carrera y
concluirlo de manera exitosa, a Dios por darnos la
oportunidad de seguir en vida, a nuestros padres por su apoyo
incondicional, a todas las personas que estimamos por sus
ánimos y la oportunidad de poder realizar nuestras metas.
AGRADECIMIENTO

El principal agradecimiento a Dios quién me ha guiado me ha dado la fortaleza para


seguir adelante. A mi familia por su comprensión y estímulo constante, además su
apoyo incondicional a lo largo de mis estudios. a todas las personas que de una y otra
forma me apoyaron en la realización de este trabajo.
CAPITULO I

CONTRATO

Se denomina contrato a un documento legal que expresa un acuerdo común entre dos

o más personajes capacitadas para ello (conocidas como las partes del contrato), que se

obligan en virtud de este documento hacia una determinada finalidad o cosa, cuyo

cumplimiento debe darse de manera siempre bilateral, o de otro modo el contrato se

dará por roto e inválido.

En otras palabras, un contrato es un pacto de obligaciones y derechos entre dos

personas (jurídicas y/o naturales) que se comprometen a respetar los términos

acordados por escrito, y se someten a las leyes del país para resolver cualquier disputa

surgida en torno a los términos del acuerdo. En cada país o región del mundo hay

distintos requisitos para la elaboración de un contrato, pero su esencia es siempre más

o menos la misma.

Los contratos son una herencia del sistema jurídico del Imperio Romano, en cuyo

derecho se contemplaba la conventio (acuerdo), que comprendía dos formas de

manifestarse: el pactum cuando no había nombre ni causa, y el contratus cuando sí los

había. Estos últimos estaban tipificados y nominados en el Derecho Romano y son los

antecesores de nuestros documentos actuales.

Existe contrato –dispone en su sintética pero suficiente visión el artículo 1254 CC–

cuando una o varias personas consienten en obligarse respecto de otra u otras, a dar

alguna cosa o prestar algún servicio”. Ante todo, pues, el contrato se trata de un proceso

operativo destinado a producir consecuencias jurídicas patrimoniales, matiz este


sustancial que surge del objeto de la obliga­ción que se contrae (dar una cosa como en

la compraventa o donación, o prestar un servicio, como el de consultoría, por ejemplo).

Por tanto, en cuanto en el contrato se coordinan conductas humanas, se instituye en su

vigencia por la voluntad de las partes que deciden formarlo para lograr un resultado

económico común, tras reflexionar en cierta medida acerca de la conveniencia o

inconveniencia del medio promovido, siempre relativo a la concreción de los objetivos

individuales que procuran cumplir.

En este sentido, la elección de la voluntad se refiere siempre a un medio conducente

para alcanzar un fin asequible presentado por la razón; al mismo tiempo, ese fin es

materia de la intención del sujeto que realiza la operación. De manera que el agente

elige el medio ajustado al fin que intenta obtener: quiere el instrumento porque quiere

el fin. Por lo tanto, según esas nociones, se quiere el contrato porque es un instru­mento

adecuado para alcanzar un fin objetivo de orden económico. El contrato aparece como

el vehículo escogido para lograr un bien genéricamente econó­mico que constituye el

objeto de la intención de la voluntad, una vez que el sujeto llega al convencimiento de

que ese concurso concertado de operaciones es la mejor vía alternativa a su alcance, y

quizá la única posible para satisfacer esa finalidad objetiva. En ese análisis, que

considera por qué y para qué se hace, el contrato es el medio apto elegido por las partes

para superar privaciones económicas en la confianza de que el interés que justifica la

contratación será satisfecho interac­tuando. Y en ello reside la causa del contrato (cfr.

Arts. 1274 y ss. CC).


CONSENTIMIENTO DE UN CONTRATO

El consentimiento en un contrato se refiere a la voluntad de ambas partes para celebrar

dicho contrato. El artículo 1262 del Código Civil define el consentimiento como:

Dicho de otro modo, el consentimiento consiste en la conformidad de las partes

respecto a las condiciones del acuerdo y su voluntad para celebrar el contrato.

Consentimiento, objeto y causa son elementos esenciales de cualquier tipo de contrato,

así no solo hablamos del consentimiento en los contratos comerciales o de compra­

venta o prestación de servicios, sino también del consentimiento en el contrato de

trabajo.

El Código Civil establece cómo se manifiesta el consentimiento en un contrato, en

concreto nos dice que este se manifiesta por la existencia de la oferta y la aceptación

sobre el objeto y causa que constituyen el contrato.

Es decir, que para se pueda manifestar el consentimiento en un contrato, este debe

versar sobre algo (la venta de un producto o de inmueble, las condiciones de una

relación comercial entre empresas, las condiciones de un puesto de trabajo, etc.) y

quienes los celebran (las partes) deben aceptar lo establecido en el contrato.

Por otro lado, en caso de que la persona que realiza la oferta y el que la acepta se hallen

en lugares distintos, se considerará que el consentimiento es otorgado una vez que el

oferente conoce la aceptación de la otra parte, o en caso de que el aceptante haya

prestado su consentimiento, el oferente no pueda ignorarlo sin caer en mala fe. En esta
situación, el contrato se considerará celebrado en el lugar desde el que se realizó la

oferta.

En el caso de que el contrato sea celebrado mediante dispositivos telemáticos, se

considerará que existe consentimiento cuando ambas partes manifiesten su aprobación

para la celebración del acuerdo a través de una acción voluntaria e inequívoca.

Cabe señalar que todos los contratos exigen el consentimiento para su formación, es

decir, que sin un consentimiento válido (un consentimiento viciado), el contrato se

considerará nulo.

Así mismo, el consentimiento debe darse de manera libre e informada, ya que si no es

así, si existieran coacciones o violencia, por ejemplo, el contrato sería nulo. En cuanto

que el consentimiento debe ser informado, es el propio contrato el que nos informa de

su contenido y de sus condiciones, por lo que siempre debemos leerlo antes de

formalizarlo (en nuestro artículo sobre tipos de consentimiento informado, tienes más

información respecto a este tema).

TIPOS DE CONSENTIMIENTO DE UN CONTRATO

Consentimiento expreso:

El consentimiento expreso es aquel que se otorga de forma concreta, explícita y

directa, pudiendo registrarse de una o varias maneras que no dejen lugar a dudas. Lo

más habitual es darlo mediante la firma de algún documento oficial o cláusula, para

que las partes puedan acudir a él en el futuro en caso de desacuerdo.


El consentimiento expreso se emplea en diferentes ámbitos para dar validez a un

acuerdo entre diferentes partes, ya que queda registrado y da seguridad jurídica a las

partes implicadas, puesto que cualquiera de ellas puede acudir al soporte en que haya

quedado registrado en caso de problemas o desacuerdos que puedan producirse en

una relación laboral, contractual, comercial, etc.

Por ejemplo:

Cuando en un sitio web aparece un cuadro de diálogo en el que se pide permiso al

usuario para utilizar cookies y se le solicita que haga clic en él y acepte, o

Cuando un usuario se registra en una aplicación nueva y se le pide que acepte los

términos y condiciones, en los cuales se describe el uso que hace la aplicación de los

datos personales.

Consentimiento de inclusión voluntaria:

El consentimiento de inclusión voluntaria se refiere a una situación en la que un usuario

decide activamente aceptar que se recojan, utilicen o compartan sus datos personales.

Por ejemplo,

Al suscribirse a una newsletter, se puede preguntar al usuario si desea recibir correos

electrónicos de marketing. Si el usuario está de acuerdo, se trata de un ejemplo de

consentimiento de inclusión voluntaria.

Otro ejemplo se produce cuando una aplicación pide permiso para acceder a los datos

de localización de un usuario y el usuario debe permitir o denegar esta solicitud.


El consentimiento de inclusión voluntaria ofrece a las personas una opción clara y activa

en el uso de sus datos personales y es un aspecto central de la privacidad de los datos.

Es el proceso que se utiliza en virtud de las normas europeas y otras normas de

protección de datos.

CONSENTIMIENTO TACITO

El consentimiento tácito es el consentimiento obtenido a través de la falta de acción o

del silencio del interesado.

Por lo tanto, el consentimiento tácito no se produce de manera explícita, sino que la

inacción o silencio de la persona, junto al contexto, permiten inferir la aceptación de un

acuerdo o la continuidad de una situación.

El consentimiento tácito, ya se trate de la aceptación tácita de un contrato o de una

situación, no requiere que ser recogido por escrito ni quedar documentado (lo que más

adelante, sin embargo, puede crear problemas para poder demostrar que se cuenta con

ese compromiso tácito).


CAPÍTULO III

CESIÓN DE POSICIÓN CONTRACTUAL.


2.3. Deudor cedido

Aquella persona que se mantiene en el contrato, de la cual se requiere su conformidad

anterior, simultánea o posterior al acuerdo de cesión, entre el cedente y el cesionario,

para que esta opere.

La cesión de posición contractual en el derecho nacional

Según una doctrina nacional, por la cesión de la posición contractual, una de las partes

contratantes (cedente) transfiere, en conjunto, el activo y, el pasivo de su posición

contractual a un tercero (cesionario) que lo reemplaza en la relación con el contratante

que permanece en el contrato (cedido), ahorrando, de este modo, el tiempo y costos que

conlleva las complicadas renovaciones del contrato.

Agrega que el contrato con prestaciones no ejecutadas totalmente puede ser puesto en

circulación, como cualquier otro objeto con valor económico, mediante otro contrato

denominado: cesión de la posición contractual o cesión del contrato. El contrato es

cedible tanto por uno como por el otro de los contratantes (por el arrendador como por

el arrendatario; por el vendedor como por el comprador, etc.). (Torres Vásquez, 2012,

p. 627)

Por la cesión de posición contractual, una de las partes intervinientes en una relación

jurídico­obligacional de contenido patrimonial cede su posición en dicha relación,

incluyendo sus derechos y obligaciones a favor de un tercero ajeno a dicha relación


denominado cesionario, que a partir del momento de la formalización de dicho acuerdo

ingresa en la relación en el lugar que ocupó anteriormente el denominado cedente

quien es excluido de aquella. Además, resulta indispensable que la parte que continúa

formando parte de la relación contractual, a la que se denomina cedido, preste su

conformidad antes, simultáneamente o después del acuerdo de cesión

La excesiva onerosidad de la prestación se presenta en los contratos de ejecución continuada,

periódica o diferida, cuando por extraordinarios e imprevisibles se rompe el equilibrio

contractual original y la ejecución de la prestación de una de las partes se torna excesivamente

onerosa frente a la contraprestación del otro contratante

El coronavirus (covid-19) es un hecho extraordinario que azota despiadadamente al Perú y

al mundo entero, superando ampliamente a la crisis financiera del 2008, generando una

profunda alteración de las circunstancias existentes al tiempo de la celebración de los

contratos que ahora se encuentran en curso de ejecución, sin que las partes contratantes hayan

estado en condiciones de prever su llegada.

Por el colapso de la actividad económica que ha generado, un elevadísimo porcentaje de

deudores o no pueden pagar sus deudas o no están en condiciones de ejecutarlas en los

términos acordados, razón por la que recurren desesperados a los abogados, en búsqueda de

una solución jurídica.

El primer caso de la pandemia del coronavirus se presentó en Lima el 6.3.2020. El estado de

emergencia por esta pandemia fue decretado el domingo 15.3.2020, seguido de una

cuarentena que inició lunes 16.3.2020. últimamente se ha ampliado este estado hasta el

30.6.2020. Las fronteras están cerradas, también la mayoría de los establecimientos


comerciales; está prohibido el transporte interprovincial en todas sus modalidades; la

actividad económica está prácticamente paralizada; se ha reiniciado una reactivación

económica limitada, en su mayoría mediante servicios de delivery que reduce los ingresos al

20% de los que tenían los empresarios antes de la pandemia.

La pandemia, en unos casos, ha generado la imposibilidad del cumplimiento de la

obligación, que puede ser temporal o definitiva, y, en otros, ha convertido a la prestación

en excesivamente onerosa. De esta nos vamos a ocupar en este trabajo.

De acuerdo con el artículo 1435 del Código Civil (en adelante CC):

En los contratos con prestaciones no ejecutadas total o parcialmente, cualquiera de las

partes puede ceder a un tercero su posición contractual. Se requiere que la otra parte

preste su conformidad antes, simultáneamente o después del acuerdo de cesión. Si la

conformidad del cedido hubiera sido prestada previamente al acuerdo entre cedente y

cesionario, el contrato sólo tendrá efectos desde que dicho acuerdo haya sido

comunicado al cedido por escrito de fecha cierta.

Estima una doctrina española que la cesión del contrato es sumamente frecuente en la

práctica comercial de nuestros días. El Código Civil, sin embargo, no dedica norma

alguna a la cuestión que, no obstante, resulta plenamente admisible a la luz de la

jurisprudencia y conforme al principio general del artículo 1255 del Código Civil. Un

ejemplo es el traspaso de local de negocio previsto en la LAU 1964, en la que el

arrendatario antes de expirar su contrato cedía su posición contractual a otra persona

hasta la expiración de su contrato. (Arnau Moya, 2009, pp. 73­74)


Para que pueda darse la cesión del contrato en este ordenamiento se requiere

fundamentalmente:

Que se trate de contratos bilaterales, cuyas recíprocas prestaciones no hayan sido

totalmente ejecutadas (si el comprador del piso ya es dueño de él, no podrá «ceder» el

contrato de compraventa porque estará consumado, sino que tendrá que ceder el piso).

Que la otra parte del contrato (contratante cedido) acceda o consienta la cesión.

Exigencia lógica, incluso en el caso de que no se trate de contratos que generen

obligaciones de hacer o personalísimas, ya que nadie está obligado a contratar con

persona diferente a aquella con quien lo hizo. (Ibídem, p. 74)

Opina una doctrina italiana, que la cesión del contrato puede considerarse en dos

sentidos: como acto y como efecto. La cesión entendida como acto es el contrato con el

cual el cedente, parte de otro contrato ya en curso con otro sujeto (cedido), transfiere

la relativa posición contractual (en sus componentes activos y pasivos) al cesionario, el

cual le subentrar en la relación con el cedido.

En función del Congreso del Derecho Comparado realizado en Londres, el autor

desarrolla la institución de la cesión del contrato en aras de su admisión en los

ordenamientos legales positivos. Para ello, primero abarcara la naturaleza jurídica, los

caracteres y sus efectos de la mencionada institución. Luego en función a ello, pasará a

definir el mismo señalando lo siguiente: “recogiendo los rasgos principales que

caracterizan la cesión de posición contractual que, como se ha visto, son los siguientes:

a) ser un contrato celebrado entre tres partes; b) ser su objeto la cesión de la posición

contractual de una de las partes de otro contrato; e) haber sido este otro contrato con
prestaciones correlativas, cuyas prestaciones recíprocas no hayan sido totalmente

ejecutadas”. Segundo, el autor pone en énfasis su posición en la que indica que siendo la

cesión de posición contractual un acto jurídico susceptible de practicarse respecto de

las relaciones surgidas de toda clase de contratos con prestaciones correlativas, siempre

que no se hayan cumplido totalmente sus prestaciones recíprocas, entonces debe ser

considerada legislativamente en la parte relativa a la Teoría General del Contrato.

CONCEPTO Y UTILIDAD DE LA FIGURA

Para comprender la idea que encierra la figura que nos ocupa, es menester partir del punto

que consiste en admitir que todos los derechos y todas las obligaciones que integran un

contrato, cuya naturaleza no sea de carácter personalísimo, son susceptibles de ser

transmitidos o transferidos. Ya hemos dicho que superada la concepción personal e

intransferible de la obligación y admitida la asunción de deudas, quedó expedito el camino

para hacer posible la total cesión de la relación contractual.

Tal transferencia apunta a que circule y se transmita una relación contractual en su complejo

o unidad, vale decir, como el total de los derechos y obligaciones que contiene, sin necesidad

de escindir el fenómeno en una serie de transmisiones separadas de los elementos activos y

pasivos que contiene. La cesión de contrato sirve para hacer posible la circulación del

contrato en su integridad, es decir, para hacer subentrar un extraño en la categoría de parte

contractual, en el lugar de uno de los contratantes originarios.


El contrato como herramienta que permite la duración de las relaciones jurídicas. Auge

de los contratos sucesivos o de duración

El contrato en general ha evolucionado tratando de acompañar la evolución y las

transformaciones económicas y sociales.

En una sociedad preindustrial, dominada por el individualismo, el contrato es principalmente

el instrumento de cambios puntuales.

Con el devenir de la empresa y el desenvolvimiento de las ciencias de la organización, la

estrategia, la previsión, la planificación y la racionalización de la acción se han tornado

posibles.

Partes

De la definición y ejemplo brindados, por autorizada doctrina italiana, podemos extraer

a las partes de la cesión de posición contractual:

2.1. Cedente

Aquella persona que transfiere a un tercero cesionario, tanto la parte activa como pasiva

de un contrato en curso, o sea cuyas prestaciones no hayan sido ejecutadas total o lo

hayan sido parcialmente.

2.2. Cesionario

Aquella persona que recibe, de parte del cedente, tanto la tanto la parte activa como

pasiva de un contrato en curso, o sea cuyas prestaciones no hayan sido ejecutadas total

o lo hayan sido parcialmente.


LA EXCESIVA ONEROSIDAD DE LAS PRESTACIONES

Los contratos conmutativos se caracterizan porque las prestaciones están determinadas de

manera invariable y equivalente, siendo que, cada parte sabe, desde la celebración del

contrato, los beneficios o perjuicios que les reportará el contrato.

Por su parte, el contrato aleatorio se caracteriza porque lleva consigo un riesgo o

contingencia, es decir, una posibilidad de ganar o perder, ya sea para una o ambas partes. En

este tipo de contratos, las partes no conocen los beneficios o perjuicios que les podría reportar

el contrato, pues el destino de éste queda supeditado al azar o a la suerte.

Para mayor claridad, compárese la cesión de créditos, que es un contrato conmutativo, en

donde el cedente está obligado a garantizar la existencia y exigibilidad del derecho cedido

(art. 1212 CC), de la cesión de créditos litigiosos, que es un contrato aleatorio, cuyo objeto

es incierto, en cuanto se encuentra supeditado a las resultas de lo decidido en una controversia

judicial, arbitral o administrativa (art. 1208 CC).

El art. 1440 CC dispone que la excesiva onerosidad se presenta únicamente en los contratos

conmutativos, es decir, en aquellos contratos en donde las partes desde su celebración

conocen los beneficios o perjuicios que les reportará el mismo, por lo que se excluyen a los

contratos aleatorios.

2. DEBE EXISTIR UNA DURACIÓN EN LA EJECUCIÓN

La excesiva onerosidad se presenta en aquellos contratos que dan lugar a obligaciones, cuyo

cumplimiento se efectuará con bastante posterioridad a la fecha de celebración del contrato,

ya sea porque así lo determina la misma naturaleza de la prestación, o porque así lo han

pactado las partes. Siguiendo esa línea de pensamiento, nuestro Código Civil dispone que la
excesiva onerosidad se presenta en los “contratos conmutativos de ejecución continuada,

periódica o diferida” (art. 1440 CC).

A ese efecto, se debe distinguir entre contratos de duración y contratos de ejecución diferida.

Los primeros se caracterizan porque las prestaciones necesariamente deben ejecutarse en el

tiempo, no siendo posible, por la naturaleza del contrato, que puedan ser ejecutadas

instantáneamente.

Los contratos de duración se subdividen en contratos de ejecución continuada y de ejecución

periódica. En los primeros, la prestación es una sola, pero su ejecución se presenta de forma

ininterrumpida, durante todo el plazo del contrato (por ejemplo, el contrato de custodia). En

los segundos, la relación contractual se encuentra conformada por varias prestaciones

instantáneas del mismo carácter, que son ejecutadas periódicamente, de modo fraccionado,

con cierta distancia temporis una de la otra (contratos de arrendamiento)

3. ACONTECIMIENTOS EXTRAORDINARIOS E IMPREVISIBLES

Otro requisito que contempla el art. 1440 CC es que la prestación llegue a ser “excesivamente

onerosa por acontecimientos extraordinarios o imprevisibles”.

Los acontecimientos extraordinarios son las situaciones que se encuentran fuera del orden

normal o natural de las cosas, como sucede en los casos de guerra, devaluación traumática

de la moneda, etc.

Por su parte, un acontecimiento es imprevisible cuando las partes al momento de la

celebración del contrato no han podido prever su ocurrencia, por superar su común capacidad

de previsión. Los contratantes pese a haber actuado con la debida diligencia no han podido

representarse un acontecimiento similar.


4. ALTERACIÓN DE LAS CIRCUNSTANCIAS

Los supuestos que dan lugar a la alteración de las circunstancias pueden ser de distintas

índoles: incremento del precio del combustible, inflación, alza general de precios, terremoto,

inundaciones, sequias, guerras internas o externas, decisiones de política económica nacional

o internacional, etc.

Más allá de las causas que dan lugar a la alteración de las circunstancias, lo cierto es que

dichos eventos deben tener una repercusión significativa en la economía del contrato, de tal

manera que determine una alteración de las circunstancias en las que se celebró.

En efecto, no basta con que la prestación se convierta en excesivamente onerosa, debido a la

ocurrencia de acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, sino que es necesario que

estos eventos tengan impacto económico significativo en la economía del contrato[7], pues

de lo contrario, nos encontraríamos frente a un riesgo normal del contrato.

LA PRESTACIÓN DEBE SER EXCESIVAMENTE ONEROSA

La aplicación de la excesiva onerosidad requiere que la prestación “llegue a ser

excesivamente onerosa” (art. 1440 CC). La pregunta que surge es qué criterios o pautas se

deben tomar en cuenta a efectos de determinar si nos encontramos frente a una prestación

excesivamente onerosa o frente a una prestación equitativa. No existe norma que establezca

los mencionados criterios, no obstante, creemos que en principio se deberá tomar en cuenta

los hechos que dieron lugar a la celebración del contrato y los hechos actuales, los cuales

permitirán que el juez, a su discreción, determine si nos encontramos frente a una prestación

excesivamente onerosa o no. Siendo así, el valor actual de la prestación deberá ser comparada

con el valor que presentaba al momento de la celebración del contrato, de modo que, si de la
diferencia entre dichos valores se advierte una diferencia significativa o excesiva, nos

encontraremos frente a un supuesto de excesiva onerosidad.

Lo anterior no podría ser de otra manera si tenemos en cuenta que los contratos no pueden

modificarse frente a cualquier desequilibrio, sino solo frente a un desequilibrio importante,

significativo o grave, pues lo contrario, significaría alterar el contrato por cualquier

circunstancia, vulnerando con ello la seguridad jurídica[9]. Por lo demás, se debe tener en

cuenta que las partes al momento de la celebración del contrato, no solo tienen en cuenta las

circunstancias presentes en ese momento, sino también las circunstancias futuras, de modo

que siempre deberán tener presente que todo contrato importa un riesgo, sobre todo en los

contratos de duración.

LA PRESTACIÓN DEBE SER EXCESIVAMENTE ONEROSA ANTES DE SU

EJECUCIÓN

La parte deudora debe invocar la excesiva onerosidad antes del cumplimiento, de modo que

si ya ocurrió el cumplimiento no es posible invocar la misma. Ahora bien, en relación con la

contraprestación, no interesa si ésta ha sido ejecutada o no, lo importante es que la prestación

no haya sido ejecutada. Lo anterior no podría ser de otra manera, puesto que si el deudor ya

ha cumplido su obligación se entiende que ha superado ese excesivo costo económico que

aquella prestación le generaba. En el caso en que la prestación se haya ejecutado de modo

parcial, ésta no precluye la aplicación del remedio de la excesiva onerosidad, no obstante,

dicho pago parcial puede ser tomado en cuenta a efectos de la reducción de la prestación.
CONTRATO EN FAVOR DE TERCERO.

De acuerdo con el artículo 1457 del Código Civil (en adelante CC):

Por el contrato en favor de tercero, el promitente se obliga frente al estipulante a cumplir una

prestación en beneficio de tercera persona. El estipulante debe tener interés propio en la

celebración del contrato.

Doctrina española concibe al contrato o estipulación a favor de tercero, como aquel vínculo

que se da cuando se estipula que una de las partes contratantes realizará una prestación en

provecho de un tercero, extraño a la conclusión del contrato y que no está representado en él,

pero que en virtud de esta estipulación queda incorporado al contrato como acreedor de esa

prestación. Ej. El padre que vende una propiedad suya y establece que el comprador deberá

pagar el precio a un hijo suyo, que no ha intervenido para nada en dicho contrato de

compraventa. (Arnau Moya, 2009, p. 187)

ELEMENTOS DE LA ESTIPULACION O CONTRATO A FAVOR DE TERCERO

La tónica general en los textos del moderno Derecho de contratos y en los ordenamientos de

nuestro entorno es regular la estipulación o contrato a favor de tercero como una figura que

puede insertarse en cualquier contrato típico o atípico existente o reconocido en el

ordenamiento. Como se afirma mayoritariamente, pues, no se trata de un tipo contractual

autónomo, sino de un esquema conforme al que se pueden estructurar las relaciones de las

partes de cualquier contrato.


LA FUENTE DE LA ESTIPULACIÓN A FAVOR DE TERCERO

Esta figura tiene su fundamento en la autonomía de la voluntad de las partes de un contrato,

que, en su propio nombre e interés, deciden atribuir todos o parte de los efectos de este a un

sujeto –el beneficiario– ajeno a la relación contractual. Tal punto de partida –que distingue

esta figura jurídica de otras, como la representación, así como de la atribución de beneficios

a terceros ex lege– es básico, en la medida en que pone de relieve que el origen del derecho

del tercero es el propio acuerdo o pacto de las partes; o, en otras palabras, que tal acuerdo

provoca la integración directa del beneficio o derecho en el patrimonio del tercero,

afirmación ésta de la que derivan cuatro importantes consecuencias:

La primera es que el derecho del tercero solo surge en la medida en que estipulante y

promitente estén de acuerdo en conferírselo. Dicho de otra forma, las partes del contrato del

que surge la estipulación a favor del tercero deben estar de acuerdo en conferir a éste un

verdadero derecho a exigir la prestación que ha de ejecutar el promitente, no siendo suficiente

para entender que se ha acordado una estipulación a favor de tercero con que del contrato

resulte un mero beneficio o una simple ventaja económica o material para un tercero. En caso

de duda, sin embargo, y ante las dificultades generales de determinación de la voluntad de

las partes y la falta de unanimidad en los diversos sistemas jurídicos respecto del criterio de

interpretación de tal voluntad, considero que hay que ser restrictivos en la aplicación de esta

figura y optar por no reconocer la existencia de un verdadero contrato a favor de tercero,

como solución menos gravosa para el deudor (el promitente).

La segunda es que la extensión y los límites del derecho del tercero dependen directamente

de la voluntad de estipulante y promitente y solo hasta donde tal voluntad alcance. Esto

implica que el acuerdo entre ambos puede modelar y condicionar el contenido, alcance o
ejercicio del derecho del tercero y plasmarlo de esta forma en el contrato del que surge el

mismo; el acuerdo entre las partes es, por tanto, la ley para el beneficiario.

La tercera es que, salvo que se disponga otra cosa, el momento en que se produce la

adquisición del derecho por parte del beneficiario es el del acuerdo entre el estipulante

y el promitente. Tal afirmación es especialmente importante, en la medida en que

históricamente se ha sostenido por algunos autores y por la jurisprudencia la idea

de condicionar la adquisición del derecho a su aceptación por parte del tercero (sobre el

ya mencionado principio de que no se puede imponer a nadie un derecho sin contar con su

voluntad) y en la medida en que tal interpretación se encuentra aún hoy en el Código civil

holandés.

Relación de cobertura y relación de valuta

Es destacable que, pese a la existencia de divergencias puntuales en la regulación de la

estipulación a favor de tercero en los diversos sistemas jurídicos nacionales y en los textos

del moderno Derecho de contratos, en todos ellos se mantiene constante el mismo esquema

triangular de relaciones que se genera a partir del acuerdo entre estipulante y promitente y

que vincula entre sí a estos dos sujetos (la denominada “relación de cobertura”), por un

lado, así como al promitente con el beneficiario, por otro, y, finalmente, al beneficiario con

el estipulante (relación de valuta). Si bien estos vínculos se deben calificar, en última

instancia, como simples relaciones obligatorias, las facultades de sus respectivos acreedores

y deudores se ven alteradas en algunos aspectos importantes por razón del pacto a favor del

tercero.
PROMESA DE LA OBLIGACIÓN O DEL HECHO DE UN TERCERO (ARTÍCULOS

1470 AL 1472 DEL CÓDIGO CIVIL)

La estipulación en favor de tercero no vulnera el principio de la relatividad contractual

De acuerdo con el artículo 1470 del Código Civil (en adelante CC):Se puede prometer la

obligación o el hecho de un tercero, con cargo de que el promitente quede obligado a

indemnizar al otro contratante si el tercero no asume la obligación o no cumple el hecho

prometido, respectivamente.

Según una doctrina brasileña, contrariamente a la estipulación en favor de un tercero,

la promesa del hecho del tercero no constituye una excepción al principio de la

relatividad contractual entre las partes. Aquí, una persona promete a la otra que un tercero

realizará una prestación a su favor. El promitente es un garante del hecho ajeno, pero promete

un hecho propio, que es una obligación de hacer consistente en la obtención de la actividad

del tercero.

Por ejemplo, A promete a B que el artista C realizará un show en una fecha determinada. Si

la promesa no tuviese éxito, la reparación será prestada por B, ya que el tercero (C) no podrá

ser obligado a realizar una prestación para la cual no prestó su consentimiento. (Rosenvald,

2010, p. 501)

Esto quiere decir que el contrato queda concluido exclusivamente entre el promitente y

el promisario resultando el tercero ajeno a tal negocio jurídico. Sin embargo, si bien el

tercero no es parte del negocio y además no se le puede constreñir a realizar una prestación

de dar, de hacer o de no hacer, de su conducta dependerá que el promitente indemnice o no


al promisario. Y en caso deba indemnizar al promisario lo hará por haber incumplido un

hecho propio.

Indemnización a favor del promisario por el incumplimiento de la prestación del

promitente

La no obtención por parte del promitente de la obligación o del hecho del tercero dará lugar

a que deba indemnizar al promisario. Esta indemnización, que es una prestación sustitutoria

y que puede resultar de una acción improductiva o de una omisión, será determinada por el

juez, de acuerdo con las circunstancias de cada caso y en esta evaluación estimamos que

puede considerar el daño emergente y el lucro cesante e incluso el daño personal. (Arias

Schreiber Pezet, 2011, p. 281)

Efectivamente, en caso de que el promitente incumpla con su obligación con prestación de

hacer (lograr que el tercero asuma una obligación o cumpla un hecho en favor del promisario)

le corresponderá otorgar al promisario una prestación indemnizatoria sustitutoria tal como

reza el art. 1472 CC

EL CONTRATO POR PERSONA A NOMBRAR (ARTÍCULO 1473 DEL CÓDIGO

CIVIL)

De acuerdo con el artículo 1473 del Código Civil (en adelante CC):

Al celebrar el contrato puede convenirse que cualquiera de las partes se reserve la facultad

de nombrar posteriormente a un tercero que asuma los derechos y las obligaciones derivadas

de aquel acto. La reserva de nombramiento no procede en los casos en que no es admitida la

representación o es indispensable la determinación de los contratantes.


Es posible que al celebrarse un contrato, una de las partes manifieste que no tiene intención

de mantenerse necesariamente en tal calidad y que en verdad lo hace solo en forma temporal

con el objeto de que en un lapso muy breve que la ley prevé, sea otra persona (natural o

jurídica) cuyo nombre se reserva, la que ocupe su lugar. Una vez conocido el nombre de tal

persona, mediante la electio amici o declaración de nombramiento, ella asume todos los

derechos y obligaciones derivados del contrato, con efecto retroactivo al día del acto. Cuando

la designación de la persona no se produce, el negocio se mantiene plenamente eficaz para

quien lo celebró originariamente. Este es el supuesto que configura el denominado contrato

por persona a nombrar. (Cárdenas Quirós, 1999, pp. 121-122)

Partes del contrato

En cuanto a las partes del contrato, este se celebra entre el promitente y el estipulante. Este

es la parte contratante que se reserva el derecho de nombrar al tercero que lo sustituirá en el

contrato. Hay pues una indeterminación subjetiva parcial en el contrato celebrado entre el

promitente y el estipulante, en el sentido de que existe la posibilidad de que un tercero

sustituya al estipulante en los derechos y obligaciones contractuales. La reserva se hace

frecuentemente con la esperanza de poder transmitir las consecuencias del contrato a un

tercero, evitando los gastos de una doble contratación. (Torres Vásquez, 2012, p. 801)

Por tanto, el tercero es un interviniente en el contrato por persona a nombrar, pero no

constituye parte. Sin embargo, una vez aceptado el nombramiento efectuado por el

estipulante, asumirá sus derechos y obligaciones con efecto retroactivo y se convertirá en

parte en la relación jurídica obligacional al lado del promitente.


Nuestra definición

De las doctrinas expuestas podemos concebir al contrato por persona a nombrar como

aquel acuerdo celebrado por una parte denominada estipulante con otra

denominada promitente, reservándose el primero el derecho de nombrar a un tercero que

posteriormente asuma sus derechos y obligaciones de manera retroactiva. Para que el contrato

produzca efectos entre el promitente y el tercero nombrado se requerirá de la aceptación de

este último.

5. Sujetos

Pasemos a ver a continuación a los sujetos intervinientes en el contrato por persona a

nombrar.

5.1. Estipulante

Es aquella parte del contrato que se reserva el derecho de nombrar a un tercero que

posteriormente asumirá sus derechos y obligaciones de manera retroactiva.

5.2. Promitente

Es aquella parte del contrato a la que el estipulante deberá comunicar que se reserva el

derecho de nombrar a un tercero que asumirá sus derechos y obligaciones de manera

retroactiva.

5.3. Tercero

Es aquel sujeto nombrado por el estipulante para que asuma sus derechos y obligaciones de

manera retroactiva. Requiriéndose que el tercero acepte el nombramiento para que el contrato

produzca efectos entre este y el promitente.


LAS OBLIGACIONES DE HACER, NO HACER, ALTERNATIVAS Y

FACULTATIVAS.

Derecho de Obligaciones, merece especial atención el tema de las denominadas obligaciones

civiles, es decir, aquellas que generan un vínculo para su cumplimiento o ejecución; vínculo

que debe existir entre personas determinadas o determinables. Decimos ello, por cuanto la

obligación que contrae el deudor, que es conocida como deuda o acreencia, constituye el

derecho de crédito que tiene el acreedor para exigir una prestación que puede ser de dar, de

hacer o de no hacer, la que al ejecutarse produce el fenecimiento de la relación jurídica.

En suma, la obligación se asemeja a una situación bipolar que se encuentra conformada por

el deudor y por el acreedor. El acreedor es el titular de un derecho subjetivo (derecho al

crédito) que le faculta para exigir al deudor lo que por este es debido (prestación). Asimismo,

en caso de incumplimiento, el acreedor está investido de una serie de facultades para defender

sus intereses.

CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

La clasificación de las obligaciones es un ejercicio delicado, porque tiende a expresar, en

pocas palabras y figuras, los tipos generales dentro de los cuales se organizan, o con los

cuales se enlazan, a pesar de su extrema diversidad, las obligaciones. La experiencia de la

enseñanza y de la práctica del Derecho pone en evidencia el interés superior de tal trabajo

que ilumina la teoría de las obligaciones con enriquecimiento de los conceptos fundamentales

de su mismo objeto.
A. Por su fuente

Esta, en su sentido de causa eficiente, constituye la fuente de las obligaciones. Aquí el

Código Civil peruano de 1984 –a diferencia del Código francés, y siguiendo la técnica del

Código Civil alemán y del propio Código Civil peruano del año 1936– no menciona cuáles

son las fuentes de las obligaciones. Este es un tema que se deja librado a la doctrina y a los

intérpretes.

Consideramos que este criterio es acertado porque la obligación sólo puede emanar de la

voluntad o de la ley. Nos parece artificial, y sin verdadero sustento jurídico, continuar

haciendo referencia, por ejemplo, a los cuasicontratos o cuasidelitos.

En todo caso, la inclusión de los cuasicontratos y/o cuasidelitos como fuentes de obligaciones

no impide reestructurar esta clasificación de la siguiente forma: (i) Obligaciones provenientes

de fuente privada –autonomía de la voluntad–; y, (ii) obligaciones provenientes de la

soberanía estatal.

La voluntad es fuente de la obligación cuando ella así se manifiesta. Por ejemplo, en un

contrato de compraventa, la obligación del vendedor de transferir el bien emana de una

manifestación de su voluntad y, a su turno, la obligación del comprador de pagar un precio

también emana de esa manifestación.

Por la naturaleza de la prestación

Aquí ingresamos a una clasificación tradicional. Las obligaciones pueden ser: (i) De dar; (ii)

de hacer; o, (iii) de no hacer.

Las obligaciones de dar consisten en la entrega de un bien; las de hacer; en la ejecución de

un hecho; y las de no hacer, en una abstención.


En cuanto a las obligaciones de dar, las mismas involucran, en determinados casos,

obligaciones conexas. Así, por ejemplo, el artículo 1134 del Código Civil11 señala que la

obligación de dar contiene también una obligación de cuidado del bien hasta el momento de

su entrega.

Por otra parte, en lo referido a las obligaciones de hacer y no hacer, un aspecto a tener en

cuenta está en la fungibilidad o intangibilidad de la obligación.

Por la pluralidad de objetos

En este caso las obligaciones se clasifican en: (i) Conjuntivas; (ii) alternativas; y (iii)

facultativas. Son conjuntivas13 aquellas obligaciones con pluralidad de prestaciones en las

que el deudor tiene que cumplir todas ellas. Las obligaciones conjuntivas no presentan

particularidad alguna: El deudor debe cumplir todas las prestaciones prometidas, como si se

tratase de obligaciones independientes y distintas. Por ejemplo, la obligación de dar el

inmueble ubicado en tal lugar y el automóvil de tal modelo, con placa de rodaje y número de

motor determinados.

Las obligaciones conjuntivas pueden versar, sin duda, sobre prestaciones de dar –bienes

ciertos o inciertos–, de hacer o de no hacer, siendo la única condición que dichas prestaciones

se encuentren vinculadas entre sí.

Por la pluralidad de sujetos

En esta clasificación se ingresa al complejo tema de las obligaciones divisibles e indivisibles

y mancomunadas y solidarias. Son obligaciones divisibles aquellas en que cada uno de los

acreedores sólo puede pedir la satisfacción de la parte del crédito que le corresponde, en tanto

cada uno de los deudores únicamente se encuentra obligado a pagar su parte de la deuda.
TRANSFERENCIA DE RIESGO

Es el proceso de trasladar, formal o informalmente, las consecuencias financieras de los

riesgos particulares de una parte a otra parte, mediante el cual un núcleo familiar, comunidad,

empresa o autoridad estatal obtendrá recursos de la otra parte después de ocurrido el desastre,

a cambio de beneficios sociales o financieros constantes o compensatorios provistos a esa

otra parte. El contrato de seguro es una forma bien conocida de transferencia de riesgo, donde

la cobertura de un riesgo se obtiene de una empresa aseguradora a cambio del pago de primas

constantes. Puede ocurrir de modo informal dentro de una familia y las redes comunitarias

donde existen expectativas recíprocas de ayuda mutua por medio de regalos o créditos, como

así también de modo formal donde los gobiernos, las aseguradoras, los bancos multilaterales

y otras grandes entidades de cobertura de riesgos establecen mecanismo para ayudar a hacer

frente a las pérdidas ante acontecimientos mayores. Tales mecanismos incluyen los contratos

de seguro y reaseguro, los bonos para catástrofes, las facilidades de crédito contingente y los

fondos de reserva, donde los costos son cubiertos por las primas abonadas, las contribuciones

de los inversores, las tasas de interés y los ahorros acumulados, respectivamente.

COMPRAVENTA SOBRE DOCUMENTOS

El artículo 1580 del Código civil establece lo siguiente: «Artículo 1580.- En la compraventa

sobre documentos, la entrega del bien queda sustituida por la de su título representativo y por

los otros documentos exigidos por el contrato o, en su defecto, por los usos».

Este artículo tiene su antecedente directo en el artículo 937 del Código civil portugués, el

cual, a su vez, se inspira en el artículo 1527 del Código civil italiano. Se trata de una

modalidad del contrato de compraventa de bienes muebles, según la que el vendedor


se libera de la obligación de entregar el bien vendido con la remisión al comprador del título

representativo del mismo.

Esta modalidad de compraventa tiene gran difusión en el comercio de bienes muebles a

distancia, donde los bienes deben ser trasladados de una plaza a otra, aunque no

necesariamente a un país distinto.

EXPLICACIÓN PREVIA.

Para legislar sobre el contrato de compraventa, el codificador peruano debió optar entre el

sistema de separación del contrato, que requiere para la transferencia de la propiedad que el

contrato obligacional de compraventa vaya unido a un contrato real sobre transmisión de la

propiedad; y el sistema de la «unidad del contrato, según el cual el acuerdo sobre la

transferencia de la propiedad está contenido ya en el contrato de compraventa.

11. CARACTERES.

Los elementos típicos de la compraventa sobre documentos son los siguientes:

a) Constituye una inserción de la disciplina de los títulos de crédito en el contrato de

compraventa de bienes muebles.

b) Dada la naturaleza del título, el legislador establece una equivalencia funcional entre la

entrega de la cosa en sentido estricto y la entrega de los títulos.

e) Con la entrega de los títulos, el vendedor se libera de la obligación de entrega del bien,

que es inherente a la compraventa, quedando agotada toda su actividad en relación con tal

obligación. En adelante, corresponde al comprador hacer efectiva la entrega del bien.


d) Se puede referir tanto a bienes originariamente genéricos, pero ya individualizados cuanto

a bienes específicos por su naturaleza.

e) Su presupuesto es que al momento de la compraventa el bien se encuentre en poder de un

tercero (porteador, depositario), el cual lo tiene por cuenta del vendedor.

f) Permite varias ventas sucesivas de la misma mercadería sin la necesidad de la tradición

material de ésta, sino sólo mediante la entrega de sus títulos representativos.

PERMUTA

El contrato de permuta es aquel donde las partes involucradas en el acuerdo se comprometen

a intercambiar bienes. Por ello, se establece a nivel legal la obligación de transferencia

recíproca entre las partes.

Bajo esta perspectiva, el propósito esencial de este acuerdo es el intercambio de algún bien

entre las partes. Esto con la finalidad de obtener beneficios para cada uno de los involucrados

conforme a ley.

Los criterios de regulación del contrato de permuta se encuentran en el Código

Civil peruano. En él se establecen los elementos legales de dicho contrato y las obligaciones

que adquieren ambas partes.

SUMINISTRO

El contrato de suministro es un acuerdo entre las partes mediante el cual una de ellas, que se

denomina suministrador o proveedor, se compromete a entregar a la otra, denominada

suministrado, un bien, de manera continuada y con una periodicidad determinada, para

satisfacer una necesidad continua.


Se considera que es una especie de compraventa continuada, que se ejecuta en entregas

repartidas o diferidas. La parte que hace las entregas recibirá a cambio una prestación

económica.

Se diferencia de la compraventa porque en ella se establece una única obligación y

prestación, y en el contrato de suministro existirán varias prestaciones autónomas.

Un contrato de este tipo recoge una serie de entregas sucesivas, duraderas, de una mercancía

que debe ser idónea, y una periodicidad y puntualidad para esas entregas.

Regulación del contrato de suministro

No existe en la legislación española la figura del contrato de suministro como tal. Este tipo

de acuerdo se regula por lo que se establece en las normas generales de las obligaciones y

contratos.

En el ámbito del derecho privado no aparece regulado el contrato de suministro de manera

específica. En el campo del Derecho Administrativo sí existe una figura, la de Contratos del

Sector Público, que se entienden como contratos de suministro.

Estos se usan para la adquisición, el arrendamiento financiero, el arrendamiento, con o sin

opción de compra de productos o bienes muebles, en los casos en los que el proveedor se

obliga a entregar varios bienes de manera sucesiva a cambio de un precio unitario.

Sirve de marco normativo también para los contratos de suministro lo previsto para las partes

en el artículo 1255 del Código Civil, y en su defecto por la normativa de la compraventa

mercantil en los artículos 325 y siguientes del Código de Comercio.


Las obligaciones que se establecen en un contrato son exigibles tal como se indica claramente

en los artículos 1089, 1091 y 1258 del Código Civil español, tienen fuerza de ley entre las

partes contratantes. Específicamente el artículo 1258 establece que se espera que las partes

actúen de acuerdo al principio de buena fe, es decir observando un comportamiento honrado

y justo.

¿Qué pasa si alguna de las partes incumple sus obligaciones?

Las partes deben cumplir con las obligaciones que han contraído en el contrato de suministro

mientras dure la vigencia del mismo. En caso de que alguna de las partes incumpla con sus

obligaciones, se tomarán en cuenta ciertos criterios para determinar si puede pedirse la

resolución del contrato y exigir una indemnización por daños y perjuicios.

Para que pueda pedirse la resolución del contrato por incumplimiento e indemnización por

daños y perjuicios:

1. Debe tratarse de un contrato bilateral, donde exista reciprocidad en las prestaciones

entre las partes, y que se encuentre vigente.

2. El incumplimiento deberá afectar a una obligación exigible.

3. Debe estarse incumpliendo una obligación principal del acuerdo, y no con una

accesoria.

También puede referirse el incumplimiento a que no se esté haciendo el número de pedidos

mínimos que se había acordado, y que garantiza para la parte proveedora unos volúmenes de

negocio. En ocasiones, el número de pedidos mínimos acordados tiene que ver con que se

haya establecido una cláusula de exclusividad.


Especificaciones dentro de un contrato de suministro

En un contrato de suministro podrá establecerse expresamente:

• Cantidad, peso o medida del bien o la mercancía que debe entregarse.

• La unidad de tiempo o periodicidad con que deben ser entregados.

• También puede establecerse que será el suministrado quien hará la solicitud del bien

en una determinada cantidad cuando lo requiera para satisfacer una necesidad

reiterada. El precio podrá establecerse por unidad, peso u otra medida acordada, y

pueda pactarse que debe pagarse contra entrega o que se pagará de manera periódica

un monto establecido y acordado.

Por tratarse de un suministro continuado en el tiempo, el contrato puede prever que se

revisará y ajustará el precio cada tanto tiempo establecido también en el contrato.

Duración del contrato de suministro

Es importante en un contrato de suministro establecer el tiempo durante el cual se hará la

entrega del bien o la mercancía. Pueden establecerse contratos a tiempo indeterminado, pero

lo usual es que se celebre por un tiempo determinado que podría prorrogarse en el tiempo.

Si se establece por tiempo indeterminado, cualquiera de las partes puede solicitar su

resolución notificándose en el plazo de preaviso que se haya establecido en el contrato. De

no haberse establecido un plazo de preaviso deberá notificarse con un tiempo razonable para

que la necesidad pueda ser atendida por otro acuerdo o en otra circunstancia, sin que se afecte

negativamente ninguna de las partes.


Si el contrato se ha establecido por un tiempo determinado y no se solicitan prórrogas, o si el

mismo se ha establecido en relación con un acontecimiento, por ejemplo, que el suministro

se dará hasta el momento en que se concluya la construcción de un edificio, el contrato se

extinguirá automáticamente cumplido el plazo o cuando ocurra el acontecimiento al que

estaba atado.

En el caso de que se solicite una prórroga, el contrato estará sujeto a las mismas condiciones

extendiéndose solamente el plazo de su vigencia. Si se va a una renovación del contrato, allí

sí surge un nuevo contrato amparado por la manifestación de voluntad de ambas partes.

DONACION

En ese sentido, la donación es un contrato mediante el cual el propietario se obliga a

transferir a alguien la propiedad de un bien, sin recibir ninguna contraprestación a cambio, o

en caso de recibirla, esta lo es en calidad de cargo. Por lo tanto, se trata de un contrato a título

gratuito.

Partiendo del concepto anterior, la opinión doctrinal dominante señala tres características

fundamentales de la donación:

1. Es un contrato traslativo de dominio.

2. Es un contrato gratuito.

3. Solo puede comprender bienes presentes del donante.

La donación es un contrato unilateral porque las obligaciones corren única y exclusivamente

a cargo del donante: Una sola de las partes se obliga hacia la otra sin que esta le quede

obligada.
La donación presenta como característica inmediata la de ser un contrato unilateral, y como

nota mediata, la de ser un acto jurídico bilateral dado que todo contrato es un acto de ese tipo

y exige, por ende, de un concurso de dos o más voluntades.

Aclarando lo anterior conviene analizar si la donación es, más que un contrato,

una liberalidad.

La liberalidad (en sentido amplio) es un acto por medio del cual una persona otorga a otra,

una ventaja o un beneficio material o económico. De esta suerte, puede afirmarse que la

donación es una especie de liberalidad, debido a que en ella si hay esa transmisión de la

propiedad de la cosa donada, como requisito esencial.

La donación consiste en la transmisión de la propiedad de los bienes donados por el donante

a favor del donatario, lo que a la vez genera un empobrecimiento de aquel y un

enriquecimiento de esté, efectos motivados el primero por el segundo. Es decir, habrá

donación cuando se transmita gratuitamente la propiedad de un bien del donante al donatario,

de tal forma que este se enriquezca en la medida en que aquel se empobrezca; cualquier otro

acto o contrato en que no se opere este fenómeno de traslación de dominio de bienes, aunque

los mismos sean gratuitos, no será donación.

El contrato gratuito es aquel en que los gravámenes corren a cargo de una de las partes,

mientras que los provechos son únicamente para la otra, entonces concluimos que la donación

es un contrato esencialmente gratuito. Esta idea de gratuidad no impide distinguir que entre

las diversas especies que pueden darse de este contrato, puede haber donaciones puras y

simples, por un lado, y donaciones onerosas por el otro. Una donación simple es aquella en

la que el donatario adquiera la propiedad de la cosa donada sin que se exijan de él mayores
requisitos que los de la aceptación; en cambio, la donación onerosa es aquella que se hace

imponiéndose al donatario algunos gravámenes (artículo 2336).

ELEMENTOS DE DONACION

a) El consentimiento. Los contratos se perfeccionan si son celebrados entre personas

presentes, desde el instante mismo de la aceptación y, si se celebran entre ausentes, desde el

momento en que el oferente reciba la aceptación de aquel a quien propuso dicho contrato.

b) El objeto. El contrato de donación tiene como objeto directo la creación de derechos y

obligaciones a cargo de las partes; derechos del donatario a la cosa donada y obligaciones del

donante de transmitir la propiedad de esa cosa y de hacer entrega de la misma.

El objeto de la obligación del donante u objeto indirecto del contrato, consiste en una

prestación positiva: la dación de una cosa.

El objeto material del contrato son los bienes que comprende la donación.

En algunas legislaciones civiles, se encuentran una serie de reglas relativas a la calidad y

cantidad de bienes que pueden ser materia u objeto de donación:

• Solo pueden donarse los bienes presentes del donante, entendiéndose por tales los que

existen en la naturaleza al momento de la donación.

• El donante no puede hacer donación universal de sus bienes presentes, puesto que

debe conservar los suficientes para vivir.

• Los bienes o cosas donadas deben ser determinadas o determinables en cuanto a su

especie.

• Los bienes deberán estar dentro del comercio.


1.- Razón de ser de una doctrina general del contrato.

Francesco Messineo se pregunta por qué debe enseñarse la doctrina general del contrato,

señalando, en primer lugar, que hay principios comunes a todos y cada uno delos contratos,

en cuanto cada figura de contrato en concreto, aun teniendo un contenido peculiar, participa

de una común naturaleza y estructura. Cada contrato resulta de elementos formales

constantes, si bien puede ser distinta la substancia de cada una de las figuras singulares. Pero,

además, sirve también para determinar las reglas de las cuales participa un determinado grupo

de contratos (por ejemplo, los onerosos). En un tercer nivel, están las normas que regulan un

contrato en particular Estas reglas, determinan el contenido del contrato, y deben combinarse

con las reglas comunes a todos los contratos (primer nivel) y con las reglas propias de cada

uno de los diferentes grupos de contratos (segundo nivel). De esta manera, agrega Messineo,

las reglas comunes y las reglas de los grupos de contratos, son sobre todo de carácter formal,

atinentes a la estructura del contrato y tienden a la uniformidad. Y ambas, deberán aplicarse

para “disciplinar” cada figura particular de contrato. Así, “Desde un doble punto de vista ,

pues, las normas establecidas de manera exclusiva para el contrato específico, deben ser

integradas, para que se pueda tener su completa disciplina. Así, quien necesite reconstruir la

disciplina supongamos- de la locación

De esta manera, al estudiar cualquier contrato particular, deben siempre tenerse presente las

reglas comunes y las reglas propias a los distintos grupos de contratos. Aquí estriba la utilidad

práctica de una doctrina general del contrato. Adicionalmente, este esquema general ofrece

también utilidad respecto de los contratos innominados, es decir, los que no están regidos por

una disciplina legal particular


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6. Contrato de Suministro: concepto y características. (2023, julio 6).

Conceptos Jurídicos. https://www.conceptosjuridicos.com/contrato-de-

suministro/
CONCLUSIONES

Podemos concebir a la promesa de la obligación o del hecho de un tercero como aquel

negocio jurídico en virtud del cual una parte denominada promitente se obliga (prestación de

hacer) a conseguir que un tercero asuma una obligación o cumpla un hecho que involucre un

dar, un hacer o un no hacer en favor de otra parte denominada promisario. Debiendo entregar

el promitente una prestación indemnizatoria al promisario en caso que el tercero no asuma la

obligación o cumpla con el hecho prometido.

Asimismo, los sujetos intervinientes son los siguientes:

• Promitente: Aquella parte que garantiza que un tercero asuma una obligación o

cumpla un hecho en favor del promisario. De incumplir con su obligación deberá

entregar una prestación indemnizatoria sustitutoria a este último.

• Promisario: Aquella parte a quien el promitente le garantizó que un tercero asumiría

una obligación o cumpliría un hecho en su favor.

• Tercero: Aquel que sin formar parte del contrato concluido entre el promitente y

promisario debería asumir una obligación o cumplir un hecho en favor de este último.

En aproximadamente dos siglos de historia, el Derecho del Trabajo se ha forjado como una

disciplina autónoma, la cual regula la prestación subordinada de servicios del trabajador.

En clave histórica, es un periodo relativamente corto, sobre todo si consideramos las diversas

fases que se han sucedido y las transformaciones –profundas, en algunos casos– que han

ocurrido en nuestra disciplina en todo este tiempo. Nació y maduró rápidamente, aunque no
sin poco esfuerzo, asentando una lógica protectora que intenta nivelar la desigualdad

originaria que hay entre las partes del contrato de trabajo, y garantizando la libertad y

dignidad del trabajador mediante la imposición de estándares mínimos legales (normas

heterónomas) y de la normativa convencional o autónoma, producto de la actuación de los

sindicatos.

En función de los criterios expuestos en el presente artículo, se pueden establecer a modo de

conclusión las siguientes afirmaciones:

La existencia de una problemática referida al concepto y naturaleza de los contratos en los

que interviene la Administración Pública, ha dado lugar a toda clase de debates que van desde

el reconocimiento de una concepción única de los contratos administrativos (concepción

unitaria), hasta la formulación de la dicotomía que diferencia por un lado a los contratos

administrativos como tales y a los contratos privados de la Administración Pública

(concepción dualista).

Al margen de la postura que se asuma en relación al concepto y naturaleza de los contratos

en los que interviene la Administración Pública, lo importante en este tema es reconocer que

en última instancia, nos encontramos frente a supuestos en los cuales, la figura del “contrato”

se presenta como una herramienta jurídica que coadyuva a la Administración a la satisfacción

de sus necesidades y a la consecución de sus fines.

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