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MÓDULO 1.

1.4 ORIGEN DE LAS PLAQUETAS Y ESTRUCTURA.

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Buen día. Bienvenidos a la cuarta sesión del diplomado en Hemostasia a cargo en esta ocasión por
un servidor: Alejandro Morales de la Vega.

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Los principales participantes de la hemostasia primaria, son los endotelios (que ya fueron objeto
de revisión) y las plaquetas de las que hablaremos a continuación.

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La agenda consta de: breve definición de hematopoyesis, un segundo punto en el que acotaremos
el proceso a la producción de plaquetas o trombopoyesis, posteriormente nos referiremos a la
estructura de los megacariocitos, revisaremos las hipótesis de la producción de las plaquetas,
posteriormente revisaremos su estructura y concluiremos mencionando como están distribuidas
en el organismo y su concentración normal en sangre periférica.

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Recordando un poco la historia del conocimiento de estas células, es menester mencionar que
hacia el siglo XVIII, William Hewson, fue posiblemente su descubridor. También se le atribuye este
mérito a Alfred Donné, quien en 1842, describe tres tipos de glóbulos sanguíneos: rojos, blancos y
pequeños glóbulos o “globulinas”. George Gulliver, llama a estos “gérmenes de fibrina”. Friederich
Arnold, 1845, las llamó “gránulos elementales”.

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Gustav Zimmermann, 1846, reporta que existen cuerpos elementales que tienden a agruparse.
Felix A. Vulpian, 1873, observa la facilidad que poseen estas células para adherirse al vidrio.
William Osler, un año después, las describe como discos redondos y pálidos con tendencia a
adherirse unos con otros.

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George Hayem, en 1878, considera a las plaquetas como precursores de los eritrocitos y las llamó
hematoblastos, comenta que cambian de forma, también que interaccionan con la fibrina y que
tienen la capacidad de detener la hemorragia diciendo: “Aceleran la coagulación y regeneración de
la sangre.”

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Quien más estudió a las plaquetas fue Giulio Bizzozero quien, en 1882 elaboró una monografía
sobre las plaquetas en la que reconoce que se originan en la médula ósea, que se agrupan en los
vasos dañados, que forman un tapón hemostático y describe a la hemostasia y a la trombosis
como procesos análogos.

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Eberth hace señalamientos acerca de que la alteración y estasis del flujo sanguíneo provocan el
depósito de las plaquetas en la pared formando un trombo rojo, le llamó a este fenómeno
“metamorfosis viscosa” de las plaquetas.

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En 1906, James Wright, creador de la técnica de tinción de los frotis sanguíneos, describe como se
originan las plaquetas a partir del citoplasma de los megacariocitos. Tenemos aquí una imagen de
un extendido de médula ósea en la que se observan a plaquetas liberándose de un megacariocito,
algo similar debió haber observado el Dr. Wright.

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Las plaquetas se originan de un evento fisiológico conocido como hematopoyesis que se describe
como el proceso a través del cual se forma o produce la sangre. Este tejido líquido está constituido
por células y plasma y si realizamos una observación al microscopio del mismo, podremos ver que
las células que la constituyen son: monocitos, neutrófilos, eosinófilos, basófilos, eritrocitos y
plaquetas.

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La hematopoyesis ocurre en la médula ósea de todos los vertebrados; el ser humano no es la


excepción. Esta es una de tantas definiciones de este suceso que se puede encontrar en la
literatura: “Es una serie de eventos concatenados que inician a nivel unicelular con la
autoduplicación de una célula tallo, seguidos de diferenciación y maduración culminando con la
producción de elementos formes sanguíneos”. Ocurre fundamentalmente en la médula de huesos
como vértebras, esternón, costillas, fémur y tibias así como en ganglios linfoides esto, cuando nos
referimos a adultos y, en saco vitelino, bazo, hígado y médula ósea en etapas de maduración fetal.
Como se observa en la figura, la médula está irrigada por circulación tanto arterial como venosa,
los vasos sanguíneos están rodeados de tejido nervioso. Hay médula ósea con predominancia de
tejido graso (médula amarilla rica en adipocitos) y la médula ósea roja o “esponjosa”, donde se
desarrollan las células sanguíneas.

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La diferenciación se puede definir como la “secuencia de eventos genéticos que permiten a una
célula sintetizar productos específicos, los que le confieren potencialidad para determinada
función”. En ocasiones utilizamos en el argot de laboratorio como sinónimos a las palabras:
diferenciación y maduración pero, representan sucesos diferentes. Cuando nos referimos a
diferenciación, estamos hablando de que a una célula totalmente indiferenciada (célula tallo,
célula seminal, célula madre, “célula madre hematopoyética” como se le llamó por muchos años),
no se le identifica ni un solo marcador que esté presente en células hematopoyéticas
comprometidas. Será el microambiente medular el que condicione la diferenciación. La célula
diferenciada “ya sabe” que va a ser de adulta pero, no se le reconoce morfológicamente por
tinciones habituales.

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Cuando nos referimos a maduración, puede definirse como: La secuencia de eventos bioquímicos
y morfológicos iniciados por la diferenciación y que le confieren a las células capacidad funcional.
La culminación de estos dos eventos se refleja en las células que encontramos en los frotis
sanguíneos de sangre periférica; con aspecto maduro y capacidad funcional. Tenemos dos
imágenes, en la parte superior de la diapositiva corresponde a médula ósea en la que se observa
una población de células con escasa diferenciación junto a otras ya diferenciadas y la imagen
inferior, es un frotis de sangre periférica con células completamente diferenciadas (eritrocitos,
plaquetas y granulocitos).

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Este esquema es un resumen de la hematopoyesis. Una Stem cell o célula tallo, puede
diferenciarse en dos células tallo o progenitores de diferente linaje: mieloide y linfoide que son las
dos grandes líneas de la hematopoyesis: Ambas células multipotentes, pueden dar lugar a
diferentes sublíneas. En el diagrama puede observarse que la célula linfoide puede dar lugar a
células plasmáticas (linfocitos B), linfocitos T (con varios subtipos), células NK y células dendríticas
linfoides, lo que constituye la linfopoyesis. La célula progenitora mieloide también es multipotente
y dentro de las “poyesis” (que quiere decir creación o producción), ésta puede culminar en:
monocitos con su versión efectora como células dendríticas mieloides y macrófagos; eosinófilos,
neutrófilos, basófilos, células mastoideas, eritrocitos y plaquetas o trombocitos. Todos estos
eventos están regulados por factores de transcripción que se van activando en las células
proliferantes, y citocinas que se producen en las células que forman parte del microambiente
medular que orientan la producción hacia las diferentes células sanguíneas. Será justo en la
trombopoyesis donde nos vamos a concentrar.

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La célula tallo es “activada” por el Factor Steel y la Trombopoyetina para que entre a ciclo celular.
Como se puede ver en el esquema, son muchos los factores de crecimiento y citocinas las que
participan en la diferenciación y maduración megacariocítica y destaca además de haber sido muy
estudiada, la trombopoyetina que se encuentra participando en varias etapas de ambos eventos.
Los MCs son células altamente especializadas cuya función es producir y liberar plaquetas a la
circulación sanguínea. La trombopoyetina juega un papel central en la regulación de la maduración
y desarrollo de los megacariocitos; actúa en todas las etapas de la megacariopoyesis. En concierto
con otras citocinas y factores de crecimiento hematopoyéticos tales como IL-3, IL-6, IL-11,
eritropoyetina, factor estimulador de colonias granulocíticas (G-CSF), factor inhibidor de leucemia,
y factor steel (“preparador”), la trombopoyetina promueve el crecimiento y maduración de
megacacriocitos a partir de las células progenitoras de la médula ósea, culminando en la
producción y liberación de plaquetas.

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La concentración de trombopoyetina circulante dependerá de la demanda de plaquetas por parte


del organismo a la médula ósea y se han encontrado variaciones de los niveles en diferentes
patologías con respecto a las condiciones fisiológicas. Así tenemos que en la trombocitopenia y/o
disminución de megacariocitos la concentración de trombopoyetina circulante se incrementa
varias veces con objeto de estimular la megacariopoyesis. Cuando la cuenta de plaquetas y/o
megacariocitos se incremente notablemente, la concentración de trombopoyetina disminuye de
manera marcada. Es decir, la trombopoyetina participa de manera importante en la regulación de
la concentración de plaquetas y megacariocitos.

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Los sitios de producción de esta molécula son variados y se activan de acuerdo a las necesidades
del organismo. En condiciones de salud, el hígado y el riñón son los principales sitios de síntesis de
trombopoyetina (TPO) y la liberan a sangre periférica de manera constitutiva, viaja a los sitios de
producción de células sanguíneas (médula ósea) con el objetivo de mantener la cifra basal normal
de plaquetas necesarias para mantener el organismo funcional, las plaquetas que diariamente se
van eliminando después de haber cumplido su ciclo vital, son repuestas por parte de los
precursores megacariocíticos bajo la influencia del microambiente inductivo hematopoyético del
que la TPO forma parte. Los precursores megacariocíticos tienen receptores para esta molécula; al
unirse la TPO al receptor, se induce la capacidad de proliferación y maduración de las células
blanco. Hay un fino equilibrio entre pérdida y producción. Cuando el equilibrio se pierde y las
pérdidas de plaquetas son mayores que la producción, se incrementa la síntesis de TPO por parte
de hígado y riñones a las que se suma la síntesis procedente de bazo y médula ósea logrando
incrementar la concentración de manera significativa y por consiguiente la producción de
plaquetas.

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Los precursores megacariocíticos muy cercanos en maduración a las células tallo, no son
reconocibles morfológicamente con las tinciones de Romanowsky (Wright, Giemsa o cualquiera de
sus variantes). La primera célula que se puede identificar en médula ósea por sus características
morfológicas es el megacarioblasto (etapa I), es semejante a un linfocito tanto en forma como en
tamaño, se les puede distinguir un núcleo bilobulado, la célula posee un citoplasma basófilo
escaso, la relación núcleo/citoplasma es alta, poseen un núcleo redondo con 2 a 4 nucléolos, su
tamaño es variable (de 6 – 24 micras) y tiene de 2 a 4 juego de cromosomas o ploidías (2 – 4 N).

En la etapa II o de promegacariocito la célua es de mayor tamaño (14 – 30 micras de diámetro) con


una mayor cantidad de citoplasma basófilo, se observa la presencia de gránulos azurófilos, se
forma un sistema membranoso de demarcación que representa la comunicación con el medio
extracelular. La endomitosis se hace más prominente. La ploidía es mayor a 4N (2 – 4 N). Se hace
notar que estas células no se multiplican sino que su núcleo genera lóbulos. Lo que se incrementa
son las ploidías.

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Los megacarioblastos mediante endomitosis incompleta, sin citocinesis, dan origen a los
megacariocitos que son células poliplodes (con más de 16 ploidías o 16N).

La siguiente etapa de maduración es la III o de megacariocito granular, se incrementa la cantidad


de gránulos azurófilos observables, el sistema de membranas de demarcación aumenta de
tamaño, son varias las propuestas de función que le han adjudicado a este sistema por décadas
entre ellas el que las membranas funcionan para compartimentalizar el citoplasma de los
megacariocitos en “territorios de plaquetas” así cuando la maduración termine y se fragmente, las
plaquetas quedarán formadas. Otros proponen que las membranas proporcionan el material para
el desarrollo del proceso de proplaquetas que son estructuras que se forman en la etapa siguiente
y dan lugar a las plaquetas maduras. El núcleo condensa su cromatina y se observa multilobulado
generalmente excéntrico, desaparecen nucléolos, aumenta el volumen de citoplasma y la basofilia
desaparece, la célula en esta etapa puede medir de 16 – 56 micras de diámetro. La etapa IV o de
megacariocito maduro, la célula presenta un núcleo lobular compacto, la relación
núcleo/citoplasma es baja. El sistema de demarcación de membranas reemplaza al retículo
endoplásmico en las etapas finales de la maduración, su citoplasma se tiñe de color rosa con los
colorantes de Romanowsky, se observan una gran cantidad de gránulos organizados dentro de
zonas delimitadas por membranas, el tamaño es grande con diámetro fluctuante de 20 – 50
micras; llega a poseer de 32 a 64 ploidías incluso hasta 128 (32, 64 N - 128 N). En los bordes de la
membrana de estas células pueden apreciarse algunas plaquetas que ya se están desprendiendo.

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En la estructura del megacariocito maduro se pueden definir tres zonas principales: la zona
perinuclear que rodea al núcleo multilobulado en donde se localiza el aparato de Golgi, es rica en
gránulos en desarrollo (alfa y densos), así como el retículo endoplásmico liso y rugoso. Una zona
intermedia en donde se encuentra el sistema membranoso de demarcación y más alejado del
núcleo se encuentra la zona marginal o periférica, rica en filamentos de actina, miosina y alfa
actínina que constituyen el citoesquelto y le confieren motilidad a la célula. Una de las
características distintivas de los megacariocitos es el sistema de demarcación de membrana
(SDM), que está formado por una extensa red de canales membranosos compuestos por túbulos y
cisternas aplastadas que derivan de invaginaciones tubulares de la membrana plasmática. Este
permite que los megacariocitos y las plaquetas posean una mayor superficie de contacto con el
medio externo y constituye además un reservorio de membrana para la formación y extensión de
proplaquetas (estructuras a partir de las cuales se liberan las plaquetas). Poseen un sistema
tubular denso (STD) que constituye el principal reservorio de Ca2+ intracelular y es donde se
sintetizan las prostaglandinas.

Estas células están listas para la liberación de plaquetas.


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Durante la formación y extensión de las proplaquetas el megacariocito concentra todo su


citoplasma en las extensiones proplaquetarias. Este proceso comienza con la erosión de uno de los
polos del citoplasma causando la formación de pequeños pseudópodos. A continuación, estos
pseudópodos comienzan a elongarse formando finos túbulos de diámetro uniforme mientras que
se ramifican y se forman engrosamientos a lo largo de toda su longitud. Estas ramificaciones se
condensan en la forma lamelar y vuelven a dividirse, amplificando de esta manera el número de
ramificaciones en cada ciclo de conversión lamelar/ramificada. Eventualmente, las proplaquetas
se desprenden del cuerpo del megacariocito y éste se transforma en un núcleo residual rodeado
por una red de procesos proplaquetarios.

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Se han realizado observaciones tanto in vitro como in vivo del proceso de liberación de las
plaquetas y por microscopía electrónica se han visto megacariocitos en proceso de emitir
porciones largas y delgadas de citoplasma tanto en los sinusoides de médula ósea como en el
lecho vascular pulmonar. Estas estructuras son las “proplaquetas” que consisten de una ruta de
beta tubulina del citoesqueleto que transporta organelos y constituyentes plaquetarios del
megacacriocito a la proyección terminal que es “la plaqueta naciente”. La formación de
proplaquetas involucra una reorganización masiva de los componentes del citoesqueleto del
megacacriocito, incluyendo actina y tubulina durante un proceso móvil altamente activo en el cual
al término de este se ramifica y emiten plaquetas.

El tamaño de las plaquetas formadas individuales, es importante. Desafortunadamente, se conoce


poco acerca de este aspecto de la formación de plaquetas excepto que se ha propuesto que la
tubulina actúa como “un dispositivo de medición” del tamaño adecuado para retirar a las
plaquetas de las elongaciones del citoplasma de los megacacriocitos. Genes que afectan al
complejo glicoproteico GP IB-IX y miosina pueden reflejarse en la producción de plaquetas
anormalmente grandes o pequeñas.

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Finalmente, la proteopólisis citoplásmica localizada, una forma subletal de apoptosis,


probablemente juega un papel en el inicio de las etapas finales de la formación de plaquetas. Los
restos nucleares de la etapa final después de que se fragmentó el citoplasma del megacariocito
son removidos por los macrófagos del sistema retículo endotelial de la médula ósea
principalmente y del lecho pulmonar en mucho menor proporción.

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En esta diapositiva podemos observar en la parte superior un resto nuclear de megacariocito de


un frotis de un síndrome mieloproliferativo, no es normal verlos en sangre periférica y podemos
notar la gran cantidad de plaquetas en ese campo. Se observan plaquetas grandes y normales en
cuanto a tamaño pero, algunas se aprecian con una cantidad disminuida de gránulos. La fotografía
inferior es de un frotis de médula ósea tomada de un caso de púrpura trombocitopénica con una
gran cantidad de megacariocitos.

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Como mencionamos anteriormente, el evento de la producción de plaquetas ocurre


principalmente en médula ósea por el mecanismo de formación de proplaquetas sin embargo, se
ha observado que una pequeña proporción puede ocurrir en el lecho pulmonar. Cuando ocurre en
este sitio, estos megacariocitos pulmonares tienen muy poco citoplasma, y únicamente producen
algunos cientos de plaquetas; sin embargo, cuando se consumen las plaquetas en mayor cantidad
de lo normal, aumenta el número de megacariocitos atrapados en los alvéolos de los pulmones y
ocasionan problemas diagnósticos si no se conoce la vida e historia natural de los megacariocitos y
su destino final en los alvéolos pulmonares y en otros sitios del cuerpo. Las proplaquetas son
expuestas a la circulación sanguínea por la emisión de las elongaciones del citoplasma de los
megacariocitos que se “asoman y migran desde médula ósea” a sangre periférica entre los
espacios intercelulares de los vasos sanguíneos, se van “despegando” en la circulación periférica y
dan lugar a las plaquetas individuales. Se ha estimado que cada megacariocito puede dar lugar de
1000 a 5000 plaquetas.

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Conceptualmente, la megacariopoyesis se puede dividir en dos grandes etapas. La primera


proliferativa, la cual permite expandir el número de células que darán lugar a los precursores
megacariocíticos y una segunda madurativa. En esta diapositiva podemos observar las etapas de
maduración de los megacariocitos desde célula madre megacariocítica con el primer marcador de
membrana que puede identificarse con el anticuerpo monoclonal CD 45 coincidiendo con el
marcador de células tallo CD 34 y ausencia de CD 38 y Lin. En el esquema se visualiza como
algunos marcadores de membrana que son característicos de plaquetas maduras van apareciendo
durante la maduración y los característicos de células progenitoras, desaparecen durante la
misma.

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Tomando datos de otra fuente bibliográfica, se menciona que cada megacacriocito produce un
total de 1000 a 3000 plaquetas y contra lo que pudiera pensarse, no se ha demostrado de manera
concluyente que los megacariocitos de mayor tamaño produzcan una mayor cantidad de
plaquetas

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Las plaquetas, ya en sangre periférica circulan por todo el organismo, 2/3 de ellas se mantienen en
circulación, 1/3 son secuestradas por el bazo pero, existe un recambio constante entre las
plaquetas que retiene el bazo y las que libera para mantener en, condiciones fisiológicas, la
concentración normal del recuento de plaquetas, es decir, hay un equilibrio regulado. Es
importante recordar este ciclo de vida de las plaquetas pues, en algunas patologías en el que hay
una descenso importante de la cuenta plaquetaria por un incremento en el secuestro y
destrucción en bazo, la esplenectomía es una de las alternativas terapéuticas para evitar la
hemorragia.

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Los estudios realizados reportan que las plaquetas tienen una vida media en sangre circulante de
aproximadamente 8 – 12 días, dato que es muy importante a considerar en situaciones como la
transfusión de concentrados o aféresis plaquetarias. Una vez que concluyen su vida útil, estas son
retiradas de la circulación por los macrófagos de la médula ósea en mayor proporción pero
también en el sistema retículo endotelial de hígado y bazo respectivamente. La constante de
utilización basal de estas células es de 7 – 10 x 109 plaquetas/L/día.

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La producción normal de plaquetas se estima en 1x 1011 por día, y puede llegar a incrementarse
varias veces en condiciones de demanda extrema.

Esta cantidad es la necesaria para mantener la concentración fisiológica de estas células. En el


mantenimiento de este equilibrio participa la estimulación de la trombopoyesis que genera la
trombopoyetina en los precursores hematopoyéticos.

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La membrana plaquetaria es parte importante para su funcionamiento. Su estructura ha sido


estudiada por microscopía electrónica, tiene un espesor de 20 nm y aparece como una unidad
trilaminar de membrana formada por dos hojas densas separadas por un espacio constante. La
membrana plaquetaria al igual que otras membranas biológicas, está compuesta por proteínas y
lípidos, principalmente fosfolípidos y colesterol. Tiene una cubierta de proteoglicanos que es capaz
de formar puentes de fibrillas y posee partículas intramembranosas distribuidas.

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El glicocálix o cubierta plaquetaria está formado por cadenas de oligosacáridos provenientes de


glicolípidos, glicoproteínas de membrana (GPs) y cadenas de polisacáridos provenientes de
proteoglicanos de membrana. Los carbohidratos con más presencia son: hexosamina,
galactosamina, condroitín 4 sulafato, ácido hialurónico y ácido siálico. Este glicocálix es el
responsable de la carga negativa en la superficie plaquetaria, que provoca la repulsión de
interacciones “no deseadas” con otros elementos de la pared vascular o de la circulación
sanguínea

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La proporción de fosfolípidos en la membrana es de 80% y 20% de lípidos neutros. En la


membrana plaquetarias se encuentran una serie de glicoproteínas individuales o formando
complejos que son indispensables para llevar a cabo las funciones de adhesión y agregación.
Destacan el complejo GP Ib-IX-V es considerado el más importante de los receptores implicados en
la adhesión. La GP VI es el receptor para colágena más importante. El complejo GP IIb-IIIa (αIIbβ3)
es el principal receptor en la agregación plaquetaria. La GP IV (CD36) está involucrada en las
propiedades de adhesión y agregación plaquetaria. GP Ia-IIa (a2 Β1) une colágeno, mientras que
GP Ic-IIa y GP Ic se unen a laminina y fibronectina respectivamente.

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Las plaquetas circulantes son células de forma discoide, se encuentran en una concentración que
oscila entre 150 a 400 células x 109/L y tienen un tamaño de 2 – 4 micras (μm) de diámetro. El
volumen plaquetario medio fluctúa entre 7 a 9 fL. Es importante observar el tamaño de las células
u obtenerlo de los analizadores de citometría hemática pues los tamaños grandes pueden estar
relacionados a algunas patologías específicas. La cuenta de plaquetas será muy importante para
definir estados patológicos específicos. A las disminuciones por debajo de los límites normales se
le conocen como trombocitopenia y pueden significar un riesgo de hemorragia cuando son
severos. Los incrementos importantes se conocen como trombocitosis y pueden representar un
factor de riesgo de trombosis.

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La ultraestructura plaquetaria está subdividida en tres partes topográficas relacionadas con su


función: a) membrana plaquetaria (intra y extra celular), b) gránulos y organelos
intracitoplásmicos (secreción plaquetaria) y c) citoesqueleto (proteínas motoras). Los gránulos de
secreción de las plaquetas en su citoplasma son de cuatro tipos clasificados de acuerdo a su
ultraestructura, densidad y contenido: los gránulos α, los gránulos densos, los lisosomas y los
peroxisomas. Los Gránulos α son los más prominentes y los que se encuentran en mayor número,
aproximadamente entre 50 a 80 por plaqueta. Se forman durante la maduración temprana de los
megacariocitos y aparecen en la malla trans-Golgi en forma de pequeñas vesículas y de gránulos
inmaduros que transitan a través de cuerpos multivesiculares hasta alcanzar su tamaño y densidad
definitiva. su diámetro es de 200 a 500 nm y están rodeados por una unidad de membrana. Su
contenido se expone en la tabla correspondiente. Los gránulos densos son organelos de
almacenaje de serotonina, (un potente vasoconstrictor que, en un 90% de su concentración
circulante, se encuentra unido a plaquetas), de cationes divalentes como Ca2+ y Mg2+ y de un
pool no metabólico de ADP y ATP. Otros gránulos son los lisosomas y peroxisomas.

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El sistema tubular denso se origina a partir del retículo endoplásmico del megacariocito y está
compuesto por canales ubicados cerca de las cisternas del sistema canalicular de membranas.
Contiene varias enzimas activas, tales como Ca2+-ATPasas y ciclooxigenasa 2 (COX-2). Se
encuentra en el interior inmediato de la banda marginal de microtúbulos. El sistema canalicular de
membranas es un arreglo de microfilamentos de manera circular y longitudinal que forma parte
del citoesqueleto plaquetario. Representa la continuidad con el medio extracelular. Desemboca en
poros de 25 nm por donde puede extruirse el contenido granular.
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En esta primera tabla se enlistan los componentes más importantes de los gránulos alfa
plaquetarios, destaca entre otros la P- Selectina, que al expresarse en la membrana plaquetaria
representa un marcador de activación pero también vemos un número grande de moléculas
como: proteínas adhesivas, factores e inhibidores de la coagulación, enzimas, factores de
crecimiento, citocinas, proteínas antimicrobianas, glicoproteínas de membrana y otras.

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Además de serotonina, los gránulos densos contienen moléculas relacionadas a la señalización


celular, chaperonas, enzimas de la glicólisis, factores de la coagulación, glicoproteínas y otras.

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En esta dispositiva se enumeran algunas de las moléculas de origen proteico más importantes de
las plaquetas que le permiten ejercer su función. Algunas de ellas forman parte del citoesqueleto
como: actinomiosina, gelsolina, profilina, filamina, talina, vinculina, miosina, tropomiosina,
tubulina, vimetina. Otras se encuentran dentro de los gránulos como: factor 4 plaquetario, beta
tromboglobulina, Fibrinógeno, factor V, FactorVIII/factor de von Willebrand, factor de crecimiento
derivado de la plaqueta, factor de crecimiento tranformador beta, factor de crecimiento de células
endoteliales. Algunas son de naturaleza glicoproteica como: trombospondina, fibronectina, IgG,
osteonectina.

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Otras moléculas contenidas en las plaquetas son aminoácidos y péptidos como la taurina, ácido
glutámico, serina, glicina, glutatión. Se encuentran también enzimas como: hidrolasas, moléculas
como la serotonina en gránulos densos. Nucleótidos: purinas y pirimidinas. Vitaminas y minerales:
Na, K, H, Mg, P, Se, vitamina E.

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En el laboratorio clínico, además de realizar el recuento plaquetario, observar la morfología y


tamaño de las plaquetas resulta importante para orientar el diagnóstico de algunas alteraciones.
Aquí vemos una plaqueta gigante, de mayor tamaño que los eritrocitos, pueden observarse en el
Síndrome de Bernard – Soulier; plaquetas hipogranulares con deficiencia de gránulos, pueden
verse en el síndrome de la plaqueta gris; una imagen con un incremento exagerado de plaquetas
se pueden presentar en algunos síndromes mieloproliferativos o el fenómeno “in vitro” de
satelitismo plaquetario inducido por el anticoagulante EDTA. Estas y más alteraciones se revisaran
durante el diplomado.

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En cuanto a las características citoquímicas de megacariocitos y plaquetas se encuentra que son


negativas a las reacciones de la mieloperoxidasa, Sudán negro B, naftol AS – D cloroacetato
esterasa y alfa naftol butirato esterasa pero, son positivas para la tinción con el ácido peryódico de
Schift que tiñe glucógeno, las reacciones de fosfatasa ácida y peroxidasa plaquetaria.

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Esta diapositiva muestra una de las funciones como es el servir como una de las primeras líneas de
defensa para impedir la hemorragia mediante la adhesión al subendotelio. Esto será objetivo de la
siguiente plática.

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En esta dispositiva se muestran algunos de los mecanismos por los que funciona la plaqueta. Se
observa al complejo glicoproteico GP IIB/IIIa que fija a fibrinógeno que sirve de puente entre 2
plaquetas en el proceso de agregación. Se enlistan algunas moléculas liberadas por los gránulos
alfa y densos cuando la plaqueta se activa. También dibujan a receptores de moléculas activadoras
(agonistas plaquetarios) como trombina, ADP, serotonina, colágena que activan rutas de
señalización hacia el interior de la plaqueta para que entre en función. Esto será revisado más
adelante.

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