Está en la página 1de 14

LEONARDO BOFF

LEONARDO
BOFF
Todos cargamos con alguna cruz sobre nuestras espaldas... o
en nuestro corazón. Y toda cruz, por pequeña que sea, es
pesada. Podemos vivirla como tribulación o como liberación.
Dependerá de cómo la afrontemos y la asumamos.

La cruz nuestra de cada día...


no tenemos que pedirla
La cruz nuestra
ni buscarla.
Llega y se instala.
de cada día

La cruz nuestra de cada día


Hace sufrir y hace morir.
Irremediable e inexorable.

La cruz nuestra de cada día...


nos hace pensar y buscar sentido.
Expande nuestra conciencia,
convoca a la esperanza
y conduce al crecimiento.
Hace vivir.

La cruz nuestra de cada día...


Fuente de vida y de resurrección

LEONARDO BOFF, uno de los más conocidos teólogos de la


liberación, es profesor emérito de Ética, Filosofía de la Religión
y Ecología en la Universidad Estatal de Rio de Janeiro. Autor
de más de sesenta libros que han sido traducidos a las
principales lenguas, se dedica actualmente al tema de la
ecología y la espiritualidad, en orden a la construcción de una
eco-democracia integradora y planetaria.
Fuente de vida
53
y de resurrección
La cruz nuestra de cada día
Colección «ST BREVE»
53
L EONARDO B OFF

L A C RUZ N UESTRA
DE C ADA D ÍA
Fuente de vida y de resurrección

S AL T ERRAE
S ANTANDER 2006
Título del original en portugués:
A cruz nossa de cada dia.
Fonte de vida e de ressurreição
© 2003 by Leonardo Boff
Editado por Verus Editora
Campinas (Brasil)

Traducción:
Jesús García-Abril
Para la edición española:
© 2006 by Editorial Sal Terrae
Polígono de Raos, Parcela 14-I
39600 Maliaño (Cantabria)
Tfno.: 942 369 198
Fax: 942 369 201
E-mail: salterrae@salterrae.es
www.salterrae.es

Diseño de cubierta:
Solución Gráfica – Santander

Reservados todos los derechos.


Queda rigurosamente prohibida,
sin la autorización escrita de los titulares del copyright,
bajo las sanciones establecidas en las leyes,
la reproducción parcial o total de esta obra
por cualquier método o procedimiento,
incluidos la reprografía y el tratamiento informático,
así como la distribución de ejemplares
mediante alquiler o préstamo públicos.

Con las debidas licencias


Impreso en España. Printed in Spain
ISBN: 84-293-1630-2
Dep. Legal: BI-3-2006

Impresión y encuadernación:
Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya)
Í NDICE

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

P RIMERA PARTE :
CÓMO PREDICAR LA CRUZ HOY

1. El arte de las artes teológicas:


saber hablar de la cruz y de la muerte . . . . . . 15
2. Cruz y muerte inocentes:
la condición humana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
3. Cruz y muerte angustiantes:
consecuencia del pecado . . . . . . . . . . . . . . . . 23
4. Cruz y muerte: crimen y perversidad . . . . . . 29
5. Cruz y muerte: el precio a pagar
por la lucha contra la cruz y la muerte . . . . . 37
6. Cruz y muerte: el sacrificio
a favor de quienes las producen . . . . . . . . . . 45
7. Cruz y muerte: expresión
de solidaridad con los crucificados . . . . . . . . 51
8. Cruz y muerte: momento de la resurrección
y de la victoria sobre la cruz y la muerte . . . 55

7
S EGUNDA PARTE :
MEDITACIONES
SOBRE EL MISTERIO PASCUAL

1. La pasión de Dios
en la pasión del hombre Jesús . . . . . . . . . . . . 61
2. Las crisis de la vida y la pasión de Cristo . . . 67
3. Morimos crucificados para resucitar . . . . . . . 73
4. Resurrección: el nuevo cielo
y la nueva tierra ya han comenzado . . . . . . . 79

8
P RESENTACIÓN

llevamos alguna cruz sobre la espal-


T ODOS
da... o en el corazón. Y toda cruz, por
pequeña que sea, es onerosa, pero puede vivir-
se como tribulación o como liberación: depen-
de de cómo la afrontemos o la asumamos.
Los judíos quisieron castigar a Jesús, para lo
cual cargaron una pesada cruz sobre sus espal-
das y lo crucificaron. Pero Jesús transformó el
castigo en bendición. Asumió la cruz como ins-
trumento de rescate y como forma de ser soli-
dario con todos los crucificados de la historia.
Jesús nos dejó un ejemplo que ha sido y con-
tinúa siendo seguido por millones y millones
de personas. ¡Cuántas no serán las madres que
cargan silenciosamente con la cruz de ver có-
mo sus hijos se pierden en la droga...! Crucifi-
cadas a su vez, ellas cargan con la cruz de sus
hijos con comprensión, con un amor incondi-

9
cional y con incontables desgarros, como Ma-
ría al pie de la cruz.
Otras personas se introducen en el mundo de
las favelas, donde, movidas por la solidaridad y
el amor, participan en todas las estaciones del
doloroso viacrucis del pueblo y, mediante la
creación de comunidades, albergues infantiles,
escuelas, centros asistenciales y pequeños gru-
pos de derechos humanos, tratan de esparcir las
semillas de la resurrección.
Otras asumen la pasión de los sin-tierra y
sin-hogar, con quienes sufren a diario en la lu-
cha por la reforma agraria y por unas políticas
sociales a favor de viviendas dignas para las fa-
milias más desfavorecidas.
Otras son difamadas, perseguidas, secues-
tradas y asesinadas por comprometerse en la
lucha contra las mafias de la corrupción, las
drogas, la prostitución infantil y el tráfico de
armas. Se trata de abogados, jueces o periodis-
tas que, sin miedo alguno, informan, denuncian
y, como consecuencia, se ven obligados a car-
gar con pesadas cruces sobre sus hombros y los
de sus familias. Una cruz llena de dignidad y
por la que es honroso sufrir.
Otras, finalmente, yacen en la cama de un
hospital aquejadas de una enfermedad termi-
nal, tratando de dar un significado a la vida que
se extingue entre espantosos dolores y se enca-

10
mina sin remedio hacia la muerte. ¿Qué senti-
do darle a esa cruz existencial?
Tales situaciones y otras semejantes nos in-
vitan a hablar de la cruz y de la muerte de un
modo liberador, iluminados por Aquel que tam-
bién cargó con la cruz, que sufrió una muerte
ignominiosa y que, para sorpresa de todos, re-
sucitó en la plenitud de la vida transfigurada:
Jesús de Nazaret.
El presente texto retoma y corrige, con al-
gún añadido, el que, hace ya muchos años, pu-
blicamos con el título Cómo predicar la cruz
en un mundo de crucificados.
Esperamos que la lectura de estas reflexio-
nes anime al lector a pasar de la cruz a la trans-
figuración, pues tal es el sentido secreto de to-
do sufrimiento y de todas las cruces que la vi-
da de los hijos e hijas de Adán nos impone.
Petrópolis, en la Fiesta de la Asunción de 2002.

11
I
____

CÓMO PREDICAR LA CRUZ HOY


1
____

E L A RTE
DE LAS A RTES T EOLÓGICAS :
S ABER H ABLAR
DE LA C RUZ Y DE LA M UERTE

temas se prestan tanto a la manipula-


P OCOS
ción ideológica y a la justificación de la
humillación y el sometimiento como este de la
cruz y la muerte. Existen interpretaciones de la
pasión de Cristo, transmitidas por la piedad y la
predicación cristianas, que magnifican la cruz
por la cruz y desembocan en un dolorismo que
desarma la lucha de los cristianos contra aque-
llos mecanismos que dan lugar al dolor y a la
cruz.
Esa ambigüedad es inherente a la temática
de la muerte y de la cruz1. Por un lado, la muer-

1. L. BOFF, Pasión de Cristo, pasión del mundo, Sal Terrae, San-


tander 19873. Indicamos una serie de títulos latinoamericanos,

15
te pertenece a la vida y se constituye en un da-
to inocente, ligado a una creación que Dios ha
querido que sea finita y mortal; por otro, la
muerte es consecuencia del pecado (cf. Rm
5,12; 1 Co 15,21-22), pues es vivida como mal-
dición y castigo (cf. Gn 2,17; Ga 3,13).
Y también la cruz tiene esos dos aspectos:
por un lado, es instrumento cruel de castigo pa-
ra esclavos o para rebeldes políticos (cuando se
le impone a un inocente como Jesús, configura
un crimen político y religioso); por otro, encar-

porque ha sido en nuestro continente donde esta temática ha


sido objeto en los últimos años de una elaboración más ade-
cuada y más vinculada a la andadura doliente de la Iglesia: J.
SOBRINO, «La muerte de Jesús y la liberación en la historia»,
en Cristología desde América Latina, México 1976, pp. 137-
186; ID., «El resucitado es el crucificado. Lectura de la resu-
rrección de Jesús desde los crucificados del mundo», en Jesús
en América Latina, Sal Terrae, Santander 19953, pp. 235-250;
ID., «La fe en el Hijo de Dios desde un pueblo crucificado»,
en ibid., pp. 252-261; I. ELLACURÍA, «Carácter político de la
misión de Jesús» (Miec-Jeci, documento 13-14), Lima 1974;
ID., «El pueblo crucificado», en Cruz y resurrección, México
1978, pp. 49-82; ID., «Por qué muere Jesús y por qué lo ma-
tan»: Misión Abierta 2 (1977), pp. 17-26; R. VIDALES, «La
práctica histórica de Jesús. Notas provisorias»: Christus 480
(1975), pp. 43-55; H. ECHEGARAY, A prática de Jesus, Vozes,
Petrópolis 1982, pp. 111-152; B. FERRARO, «A significação
política da morte de Jesus à luz do Novo Testamento»: Revista
Eclesiástica Brasileira 36 (1976), pp. 811-857; J.R. REGIDOR,
Gesù e il risveglio degli oppressi. La sfida della teologia de-
lla liberazione, Milano 1981, esp. pp. 289-353; VV.AA., Jesús:
ni vencido ni monarca celestial, Buenos Aires 1977; en la mis-
ma línea va la importante obra de J.I. GONZÁLEZ FAUS, La
Huma-nidad Nueva. Ensayo de Cristología, Sal Terrae,
Santander 19948, pp. 115-168 y 477-520; y la ya clásica obra
de J. MOLTMANN, Der gekreuzigte Gott, Kaiser, München
1972 (trad. cast.: El Dios crucificado, Sígueme, Salamanca

16
na uno de los símbolos más poderosos del cris-
tianismo, como expresión de la redención de
Cristo y de la voluntad salvífica del Padre.
Es una de las artes más difíciles el hablar de
la cruz y de la muerte de forma que aparezcan
como negadoras del proyecto del Dios vivo y,
al mismo tiempo, como precio a pagar por la
realización, en medio de una historia decaden-
te, del proyecto de ese Dios vivo. El desafío al
que nos enfrentamos consiste en elaborar los
distintos niveles del sentido de la cruz y de la
muerte con el fin de que quede clara la articu-
lación entre ambas y nos permita recuperar las
expresiones de la tradición –cruz y muerte– co-
mo sacrificio y solidaridad
Dada la ambigüedad del tema, debemos
preguntarnos constantemente cómo hemos de
anunciar hoy la cruz y la muerte. Y también de-
bemos preguntarnos cómo no hemos de hacer-
lo. Tener mucho cuidado con el lenguaje es al-
go que viene exigido por la propia fe, que no
nos permite usar el nombre de Dios y los sím-
bolos de su misericordia para legitimar actitu-
des y situaciones que nieguen la voluntad divi-
na o encubran la voluntad humana de dominio
por parte de los poderosos. Para ello vamos a
presentar una serie de proposiciones básicas.

17

También podría gustarte