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BENEDICTO XVI
SER CRISTIANO
DESCLÉE DE BROUWER
BILBAO - 2007
NOTA PRELIMINAR
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ÍNDICE
PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
2. LA FE COMO SERVICIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
La salvación de los cristianos y la salvación del
mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Encarnación de Dios, cristificación del ser
humano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
El sentido de la historia de la salvación . . . . . . . 52
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precisamente gracias a la sencillez de una forma no lite-
raria, a esa renovación de la predicación y de la fe que
necesitamos con urgencia en un mundo que ha cambia-
do radicalmente.
JOSEPH RATZINGER
Münster, Pascua de 1965
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1
¿ESTAMOS SALVADOS?,
O JOB HABLA CON DIOS
CRISTIANISMO COMO ADVIENTO
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cuales es todavía tiempo de «adviento», porque esperan y
viven aún en la oscuridad de la falta de redención.
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mos más nuestra mirada y nos fijamos en las calamidades
y la destrucción que los cristianos [es decir, quienes nos
consideramos seres humanos «redimidos»] han causado
en nuestro siglo y en los siglos anteriores, ya no podremos
dividir los pueblos del mundo en pueblos que viven en la
salvación y pueblos que viven en la condenación. Si somos
honrados, ya no pintaremos un cuadro en blanco y negro
que subdivida la historia y el mapa en zonas de salvación
y zonas de perdición. Toda la historia y toda la humanidad
nos parecerán más bien una masa gris, donde brillan con-
tinuamente los resplandores de un bien nunca suprimible
del todo, donde los seres humanos están siempre tratando
de ser mejores, pero donde también caen continuamente
en todas las formas horribles del mal.
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tiana. El sentido del adviento en el año litúrgico consiste
en despertar en nosotros esta conciencia. El adviento tie-
ne que llevarnos a tomar conciencia de estos hechos, a
admitir la falta de salvación no como una realidad que
existió en otro tiempo sobre el mundo y que tal vez exis-
ta todavía en alguna parte, sino como un hecho que se da
en nosotros mismos y en medio de la Iglesia.
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nuestra existencia y que podemos ahorrarle el resto, por-
que de este modo tal vez podríamos fastidiarlo. No; pre-
cisamente ante él podemos y debemos presentar con total
sinceridad todo el peso de nuestra existencia. Olvidamos
demasiadas veces que en el libro de Job, transmitido en la
Sagrada Escritura, al final del drama Dios declara justo a
Job, que le había dirigido las acusaciones más terribles,
mientras que desaprueba a sus amigos como personas
que hablan de forma equivocada, aquellos amigos que
habían defendido a Dios y habían encontrado una her-
mosa explicación y una respuesta para todo.
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