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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria


Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos
San Carlos - Cojedes

PRINCIPIOS Y GARANTIAS QUE AMPARAN AL IMPUTADO EN EL


PROCESO PENAL DENTRO DEL SISTEMA INTERAMERICANO DE LOS
DERECHOS HUMANOS

Autor: William Coromoto Perdomo


Tutor: Esp. Wuirmer Amílcar López Valle

San Carlos, diciembre de 2023


República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria
Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos
San Carlos - Cojedes

PRINCIPIOS Y GARANTIAS QUE AMPARAN AL IMPUTADO EN EL


PROCESO PENAL DENTRO DEL SISTEMA INTERAMERICANO DE LOS
DERECHOS HUMANOS
Trabajo Especial de Grado presentado como requisito exigido parcial para
optar al título de Especialista en Ciencias Penales y Criminalística

Autor: William Coromoto Perdomo


Tutor: Esp. Wuirmer Amílcar López Valle

San Carlos, diciembre de 2023


APROBACIÓN DEL TUTOR

Mediante la presente hago constar, en mi carácter de tutor del Trabajo de


Grado titulado “Principios y Garantías que Amparan al Imputado en el
Proceso Penal dentro del Sistema Interamericano de los Derechos
Humanos” presentado por el ciudadano Williams Coromoto Perdomo, titular
de la Cédula de Identidad número V.-12.768.908, para optar al Título de
Especialista en Ciencias Penales y Criminalística, que dicho trabajo reúne los
requisitos y méritos suficientes para ser sometido a la presentación pública y
evaluación ante el jurado examinador que se designe.

En la ciudad de San Carlos, a los 10 días del mes de noviembre de 2023.

_____________________________________
Abog. Esp. Wuirmer Amílcar López Valle
CI Nº V.-10.992.322
ÍNDICE
pp.

Aprobación del Tutor……………….………….….………………………..…. iii


Índice……...……………………………………………………………….….… iv
Resumen …...………………………………………………………………….. v

INTRODUCCIÓN……………….……………………………………............... 1

CAPÍTULOS
I EL PROBLEMA.......................................................................... 3
Planteamiento del Problema……………………………….…..…. 3
Objetivos de la Investigación………………………………….….. 9
Objetivo General………………………………………………… 9
Objetivos Específicos…..……………………………….……... 10
Justificación…………………..………………………………….… 10

II MARCO TEÓRICO……..……………………………………….. 15
Antecedentes de la Investigación…………...………………… 15
Bases Teóricas….………………………………………………... 19
Bases Legales….………………….………………………...…… 29
Internacionales………………………………………………... 29
Nacionales……………………………………………………... 35

III MARCO METODOLÓGICO…………………………………..…. 41


Tipo, Nivel y Diseño de la Investigación…………………….… 41
Unidades de Estudio…………………………………………….. 43
Eventos de Estudio………………………………………………. 44
Operacionalización de Eventos…………...………………… 45
Técnicas e Instrumentos de la Recolección de Datos……….. 46
Técnicas de Análisis……………………………………………… 48
Procedimiento……………………………………………………... 50

IV ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LOS RESULTADOS…. 51

V CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES……………………61

Conclusiones………………………………………………………. 61
Recomendaciones………………………………………………….67
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS…...…………………………………...… 69
República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria
Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos
San Carlos - Cojedes

PRINCIPIOS Y GARANTIAS QUE AMPARAN AL IMPUTADO EN EL


PROCESO PENAL DENTRO DEL SISTEMA INTERAMERICANO DE LOS
DERECHOS HUMANOS

Autor: Williams Coromoto Perdomo


Tutor: Wuirmer Amílcar López Valle
Año: 2023

RESUMEN

El presente trabajo de investigación tiene por tema los principios y garantías


que amparan al imputado en el proceso penal dentro del marco
interamericano de los derechos humanos, y su objetivo general es analizar
los preceptos normativos contenidos en los instrumentos internacionales
suscritos y ratificados en esta materia, por Venezuela y el resto de los países
del continente americano que propugnan una forma de Estado Social y
Democrático, de Derecho y de Justicia, a fin de constatar. Ello, a fin de
constatar que efectivamente los preceptos nacionales de cada Estado,
tomando como punto de referencia a Venezuela, están en consonancia con
las garantías judiciales consagradas en dichos instrumentos internacionales.
El tipo de investigación es analítico y el diseño documental. Haciendo uso de
las técnicas de análisis, se pudo obtener como resultado de esta
investigación, la certeza de que el goce y ejercicio efectivo de los derechos
humanos del imputado en materia procesal penal, están suficientemente
garantizados de acuerdo a la normativa contenida en la legislación vigente;
por lo cual se arribó a la conclusión de que, los preceptos en cuestión, están
acordes con las garantías judiciales ya referidas; en razón de lo cual, se
recomienda hacer uso del derecho que le asiste a todo individuo, de
denunciar ante los organismos competentes, toda clase de abuso o
arbitrariedad que cometa cualquier integrante del sistema de justicia, que
vaya en desmedro de su integridad física, su libertad y seguridad personal,
de su dignidad humana y de cualquier otro corolario del debido proceso.

Descriptores claves: principios y garantías, proceso penal, sistema


interamericano, derechos humanos.
INTRODUCCIÓN

Los principios penales previstos en la Constitución de la República


Bolivariana de Venezuela (2000), también conocidos como derechos
fundamentales o principios generales del derecho penal, para algunos,
principios rectores, representan una finalidad filosófica de gran interés y
constituyen los objetivos de la materia, y además el enunciado de esos
principios son orientadores en la aplicación de las normas, pues a su vez
determinan la naturaleza del proceso, facilitándole al intérprete tener una visión
completa y resumida del proceso mismo.
Los derechos fundamentales se perfilan como expresión de un orden
objetivo de valores, pero no están todos de manera expresa previstos en
la ley, más, sin embargo, surgen de la Constitución, de los Tratados y
Convenios internacionales aplicables por disposición de la misma
Constitución; de la jurisprudencia de los tribunales de última instancia, así
como del Tribunal Supremo de Justicia en sus Salas Constitucional y de
Casación Penal; por lo tanto, tales derechos forman parte de la tutela
judicial efectiva de los individuos.
El presente trabajo de investigación, se realizó en base a un estudio
analítico y diseño documental, y tiene por tema los principios y garantías que
amparan al individuo imputado por la presunta comisión de un hecho punible
dentro del sistema interamericano de los derechos humanos, y que son de
obligatoria observancia durante las fases de investigación, intermedia y de
juzgamiento que componen el proceso penal, teniendo por objetivo o
propósito primordial, el establecimiento de las garantías fundamentales
consagradas en el ordenamiento jurídico positivo que se adecuen a resolver
las controversias que se susciten en la interpretación de las normas
respectivas para su aplicación en justicia de ambas partes: imputado y
víctima, así como para el Estado y la sociedad.
El trabajo está estructurado de la siguiente manera:
Capítulo I, el cual contiene la formulación del problema, los objetivos de la
investigación (general y específicos) y la justificación; Capítulo II, contentivo
del marco teórico, que comienza con los antecedentes de la investigación,
las bases teóricas y legales relacionadas con el estudio; el Capítulo III,
contentivo del marco metodológico de la investigación, donde se comienza
por señalar y definir el tipo, nivel y diseño de la misma, las unidades y los
eventos de estudio, la operacionalización de eventos, las técnicas e
instrumentos de recolección de datos, las técnicas de análisis y el
procedimiento seguido.
Más adelante, el Capítulo IV, referido al análisis e interpretación de los
resultados obtenidos, mediante la aplicación, como instrumento, de las
correspondientes matrices de análisis, en las que se efectúa la triangulación,
relación, comparación o contrastación de los datos obtenidos que permite
arribar a los hallazgos, que vienen a constituir la solución o respuesta a las
interrogantes en base a las cuales se formularon los objetivos específicos.
Finalmente, el Capítulo V, que contiene a su vez las conclusiones y
recomendaciones, plasmadas igualmente en orden y en función de los
objetivos específicos; cuyas fuentes documentales o bibliográficas son, por
último, referenciadas, con señalamiento del título de la obra y su autor; o bien
la Gaceta Oficial donde se registró el documento o texto legal de que se
trate, y la sentencia y Sala del Tribunal Supremo de Justicia, de donde
emanan las jurisprudencias consultadas.
CAPÍTULO I

EL PROBLEMA

Planteamiento del Problema

A nivel mundial, los derechos fundamentales o garantías constitucionales,


constituyen la base jurídica del Estado para dar seguridad y esperanza
a la sociedad, pero también para amenazar, crear temor y castigar a los
que infringen la Ley penal; sólo entonces se puede conseguir el
reconocimiento de sus derechos a través de la ley vigente, la cual se convierte
en el servidor de las libertades ciudadanas como un todo (Quintano, 2005).
El Estado debe ser el protector y vigilante de los ciudadanos y no un
amenazante de la sociedad, pero muchas veces la sociedad requiere y exige
del Estado el uso de la fuerza policial para lograr prevención,
seguridad y aplicación de las disposiciones constitucionales sobre el
derecho penal.
En las llamadas redadas, que han sido mal interpretadas porque se ha
confundido la labor preventiva y represiva de la policía con los derechos del
imputado: Es una labor policial, un servicio que en el cumplimiento de las
funciones internas de las policías, surge en oportunidades necesarias para la
aprehensión de un delincuente, de un fugado, para prevenir actos de desórdenes
públicos, y en fin, como un procedimiento especial cuando las otras técnicas de
investigación no son posibles (Ferrajoli, 2007).
La aplicación de la fuerza en la producción de algunos elementos
probatorios, como el reconocimiento en rueda de individuos y en aquellas
pruebas urgentes y necesarias, por ejemplo el lavado de dedos en los
delitos por consumo y posesión de drogas, así como también en la intervención
policial frente a la persona que lleva dediles en su estómago, seguido de el
examen médico.
En los imputados y testigos renuentes a declarar, para lo cual judicialmente
se producen las órdenes de captura y las requisitorias, ésta última, al igual
que las redadas, no están expresamente reguladas (Quintano, 2005) ,
pero es posible su aplicación a los fines de lograr el desarrollo del proceso, y en
estos casos el juez que dicta la resolución debe dar cumplimiento a
requisitos formales; al igual que la llamada manus militares, para traer al testigo al
despacho del fiscal o del juez, porque de lo contrario, se estaría amparando que
las personas se burlen de la administración de justicia.
En Latinoamérica, la captura por incumplimiento del imputado de una
medida cautelar, nace de su naturaleza como tal, pero si el imputado incumple las
condiciones y medidas impuestas, al único medio que tiene el Estado para
lograr decidir el caso conforme a la justicia, es trayéndolo por la fuerza con
una orden formal. La captura policial para el fugado, es más un problema
de responsabilidad de funcionarios que de la competencia del juez, por tal
razón, la policía se ve en la imperiosa necesidad de buscarlo y
aprehenderlo, informando al Fiscal y al Juez que se ha recapturado
(Fernández, 2004).
En vista de que el Estado, por vía del poder judicial, toma para sí el
control y la decisión respecto a conflictos que tengan que ver con la
interpretación o violación de la ley, y que de dichos conflictos una persona
puede resultar sancionada o lesionada en sus intereses, se hace necesario
que en un Estado de Derecho, toda sentencia judicial deba basarse en un
proceso previo legalmente tramitado que garantice en igualdad las
prerrogativas de todos los que actúen o tengan parte en el mismo. Quedan
prohibidas, por tanto, las sentencias dictadas sin un proceso previo.
Esto es especialmente importante en el área penal. La exigencia de
legalidad del proceso también es una garantía de que el juez deberá ceñirse
a un determinado esquema de juicio, sin poder inventar trámites a su gusto,
con los cuales pudiera crear un juicio amañado que en definitiva sea una
farsa judicial.
Un Estado de Derecho es aquel en el que lo más importante es que sus
funcionarios, los que formen parte del gobierno, velen porque se cumplan y
se respete la Constitución y la ley. Es importante que todos los ciudadanos
cumplan la ley, pero es más resaltante que sus propios funcionarios cumplan
con ese ordenamiento jurídico por cuanto son los que deben dar ejemplos y
deben tener una conducta recta e intachable. Un Estado Social de Derecho
además de respetar la legalidad, respeta y protege los derechos de los
ciudadanos.
Una de las garantías fundamentales es el derecho a no ser preso ni
detenido, sino conforme a las leyes, y de ser juzgado por sus jueces, como
lo exige la Convención Americana de Derechos Humanos (1977), y es por ello
necesario que en la tutela de estos derechos fundamentales, los
procedimientos de aprehensión se hagan de una manera tal que queden
suficientemente claras y motivados sus fundamentos, para que sean
aceptables y que algunos de ellos no constituyan una generalidad.
En el mismo sentido, la medida de prohibición de salida del país,
tomando en cuenta la gravedad del delito, donde el uso de la fuerza la
aplica cualquier autoridad, es aplicable de conformidad con cada
legislación interna, y debe ser dispuesta por auto razonado, pero también
como medida complementaria de la caución económica.
Ello por cuanto, el Estado no sólo debe servir a los ciudadanos que
obedezcan la ley, toda vez que, como lo advierte Maldonado (2004): “el
Derecho Penal no sólo debe defender de los delincuentes a la mayoría, sino
que ha de respetar la dignidad del delincuente e intentar ofrecerle
alternativas a su comportamiento criminal” (p. 56). Sin embargo, ello no
siempre va de acuerdo con las condiciones del mundo actual.
La medida de aseguramiento del sospechoso e imputado sólo debe tener
carácter excepcional, y por otra parte, se establece ahora con mayor
precisión no sólo el alcance de competencia de los tribunales sino que las
funciones de policía estén limitadas al principio del aseguramiento de los
medios y a los principios de aseguramiento de l a persona, conforme a una
orden judicial o a la comisión flagrante de un delito (Saavedra, 2008). Sin
embargo, hay que destacar que sí hay una mayor incidencia legislativa
en los derechos que se le otorgan a las personas como consecuencia de
los delitos.
En Venezuela, y en aras de resguardar los derechos de la víctima, sea
que se trate de fuente o no del derecho, las decisiones del Tribunal
Supremo de Justicia no pueden limitarse a la mera aplicación o integración
del derecho para el caso concreto, sino que, y se ha visto en distintas
decisiones, va más allá del caso analizado, trasciende el mismo y
llegan a crear valores de interpretación sobre los hechos, sobre el derecho
y fundamentalmente sobre la justicia y la equidad.
Además, tales principios no son tan novedosos como se les quiere hacer
creer a los principiantes en el proceso penal, no solamente en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000) y en leyes
penales, sino también en países cercanos, si se da un vistazo a la
antigua Constitución de Colombia: Constitución Política de la Nueva
Granada de 1853, citada por Benavidez (2006), donde ya habían
enunciados para los individuos, de no ser presos ni detenidos o arrestados sino
por motivos puramente criminales.
Esto último se puede apreciar en la numerosa anulación de etapas del
proceso y de sentencias, al considerar como norma fundamental de
interpretación el contenido del artículo 257 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (2000), relativo a la finalidad del
proceso y el respeto las garantías procesales.
La deficiencia en Venezuela en cuanto a la aplicación de la fuerza en la
producción de algunos elementos probatorios, es porque se han generalizado
y se hacen a veces sin selección alguna y sin intervención del Ministerio Público;
de modo que resulta necesario inferir lo dispuesto en el artículo 55 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000) sobre el
derecho que tiene la población para que el Estado le brinde protección y
seguridad, precisamente sobre el uso de la fuerza refiere el último aparte lo
siguiente:

Los cuerpos de seguridad del Estado respetarán la dignidad y los


derechos humanos... El uso de las armas y de sustancias tóxicas
(como las bombas lacrimógenas) por parte del funcionario policial y
de seguridad, estará limitado por los principios de necesidad,
conveniencia, oportunidad y proporcionalidad, conforme a la Ley.

La anteriormente citada norma está en concordancia con lo dispuesto


sobre la organización de las policías para apoyar las decisiones de las
autoridades competentes sobre el disfrute de las garantías y derechos
constitucionales en el artículo 332.
El Estado siempre ha mantenido oculto el problema carcelario.
Ante la opinión pública se corre la cortina sólo cuando ocurren casos de
extrema gravedad, como los ocurridos en días recientes en el Centro
Penitenciario de la Región Centro Occidental (Uribana), así como en el
Centro Penitenciario La Planta, ubicado en el Sector El Paraíso de Caracas.
Nadie se atreve, salvo uno que otro político, con más ganas de protagonismo
que de otra cosa, a opinar sobre tan escabroso tema, por temor a ser
considerado antipopular, y no obtener votos, pues, se supone que los
votantes quieren mano dura y no bondades con quienes trasgreden las
leyes.
Aunado al hacinamiento, al ocio galopante que reina en las cárceles
venezolanas, se suma esta espasmódica cobardía. No hay alimentos para
los reclusos. No importa, esos son criminales. No hay más espacio físico
para reclusos. No importa, esos son bazofias humanas. No hay medicinas ni
personal médico adecuado para los reclusos. No importa, esos son
delincuentes.
Las condiciones higiénicas, de infraestructura, de alimentación y asistencia
médica, son escasas. Solamente, de cuando en cuando, se oye a un
funcionario público, mencionarlas en los casos de motines carcelarios. Sin
embargo, el Estado a través del Poder Judicial mantiene un retraso judicial,
indebido e injustificado, muchas veces, tan igual o quizás peor que el de los
años ochenta. El personal administrativo y técnico las más de las veces
carece de una verdadera preparación académica y profesional.
Fundamentalmente allí radica el problema carcelario
La violación a estos derechos era constante no solamente en Venezuela
sino para otros países, la violación de los derechos humanos de los
condenados, lo cual quedó demostrado en la amplia investigación
desarrollada por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, y sobre
esta investigación, destaca lo referente a las constantes violaciones de los
derechos humanos de los reclusos, en distintos aspectos, no sólo en relación a
su vida interna, a su trato personal, a la vulneración física de la persona y de
sus derechos, sino también en las violaciones a sus familiares sobre los tratos
vejatorios que los funcionarios de las cárceles practicaban durante las visitas y
para la prevención a la fuga.
El sistema penitenciario venezolano no cumple con lo preceptuado en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000). No se corrige
la conducta del delincuente. No se le prepara para su reincorporación a la
vida social. No se le instruye ni se le enseña nada. Por el contrario, la
persona que, por diversas causas o motivos, ingresa a un penal, en calidad
de detenido, en lugar de ser rehabilitado moralmente, se le estigmatiza,
como un castigo subsidiario a la privación judicial de su libertad.
De esa manera piensa el más común de los políticos, obviando por
completo las necesidades más elementales de quienes por una u otra causa
son privados de su libertad. De esa manera piensa el hombre mediocre. No
se disminuye la criminalidad creando más centros e instituciones
penitenciarias. Esa es una política equivocada y superflua, representativa del
hombre anodino. Mientras no se aplique una política socioeconómica real y
material en la cual se integre a todos los ciudadanos sin distingo de ninguna
especie, el índice delictivo continuará en aumento y se demostrará una vez
más el fracaso del sistema penal venezolano.
El problema surge en algunas situaciones en que los jueces se ven
influenciados por la promoción, publicidad y consecuencias que pudieren
tener sus actos, no obstante ser Venezuela signataria de todos los
instrumentos que conforman el sistema interamericano de derechos
humanos que se han celebrado como convenciones o pactos, provenientes
de su filiación a la Organización de Estados Americanos.
Además, no siempre las partes están en igualdad de condiciones, debido
a que el litigante con mayores recursos tendrá la oportunidad de contratar
mejores abogados, mientras que los litigantes de menores recursos
dependerán muchas veces de defensores de oficio ofrecidos por el Estado,
que se encargan de una gran cantidad de casos y cuentan con reducidos
recursos.
Por otra parte, el acceso del ciudadano común y corriente a la justicia se
ve dificultado por el hecho de que el quehacer jurídico genera su propia jerga
o argot, lleno de términos difíciles de comprender para el profano y que, por
tanto, no siempre entiende con claridad qué es lo que sucede dentro del
proceso (Hormosóbal, 2007). Todas estas situaciones desvirtúan el debido
proceso y son materia de debate en la actualidad. Generan, en
consecuencia, una constante búsqueda de soluciones para resolver la
cuestión.

Objetivos de la Investigación

Objetivo General

Analizar los principios y garantías que amparan al imputado en el


proceso penal dentro del sistema interamericano de los derechos humanos.
Objetivos Específicos

1.- Describir la condición de imputado penal en el sistema


interamericano de los derechos humanos.
2.- Interpretar las garantías judiciales que rigen el curso y desarrollo de
la investigación de un delito en el sistema interamericano de los derechos
humanos.
3.- Criticar las disposiciones normativas que rigen la tramitación del
proceso judicial penal en el sistema interamericano de los derechos
humanos.

Justificación de la Investigación

En cuanto a la importancia teórica, el tratamiento de este tema ya que no puede


dejar de observarse que para el Estado la implementación de un código procesal
ampliamente garantista del imputado, ha sido difícil su aplicación y aun para
los abogados su entendimiento, en circunstancias de un medio de desamparo
social, alto desempleo, cárceles inoperantes, un medio de cultura muy bajo y
una preparación y dedicación de funcionarios, en muchos casos ineficiente,
es difícil lograr aquellos resultados de un ideal de justicia que se asemeje a lo
que se conoce en países como España, Francia e Italia.
Al respecto, un caso que llamó la atención: los funcionarios policiales
que luego de una detención flagrante, consecuencia de un
enfrentamiento, introducen al imputado o sospechoso herido en su patrulla
policial a la mirada de testigos y luego lo entregan muerto en el comando
policial o en el centro asistencial. Sobre éstos derechos fundamentales como ya
se dijo, o normas rectoras, se pueden precisar con lo que dice Espitia
(2004), cuando, con relación a éstas, afirma si las mismas se consagran en
un estatuto (…) "adquieren la entidad de normas a ser aplicadas por el
intérprete, como reflejo de la coherencia interna que debe existir al
sistema..." (p. 98).
Ahora, la jurisprudencia venezolana ha ido dándole mayor entidad de
fuerza a algunos de esos principios, fundamentalmente interpretando
aquellos que no han quedado suficientemente claros, en defensa del
procesamiento del individuo.
En este mismo orden, Saavedra (2008), afirma que tales normas no constituyen
una novedad de ninguna naturaleza y que sólo vienen a reiterar principios
constitucionales o principios legales ya existentes, y que por lo tanto las
consagra con una finalidad propedéutica y pedagógica, para que los
intérpretes tengan una orientación filosófica y política, aun cuando todas
surgen del texto constitucional, y por eso afirma: "...deben guiar e iluminar toda la
preceptiva procesal..." (p.45); por lo que el mismo Código dispone que tales
normas son obligatorias.
En cuanto a los aportes que se pretenden con el resultado de esta investigación,
debe traerse a colación lo que en el Código Orgánico Procesal Penal (2012) se
prevén como normas fundamentales, los derechos que se deben entender por:
La autoridad del juez y su obligación de decidir sin retardo indebido; e l
acusado debe ser juzgado sólo por su juez natural, lo que quiere decir, que
no puede ser jueces creados después de la comisión del hecho; su juez
natural previamente constituido debe tener jurisdicción y competencia.
Asimismo el acusado era inocente frente a la ley y la sociedad hasta
tanto no hubiese una sentencia definitiva que lo declarase culpable; su
presunción de inocencia le hacía exigir que fuese tratado con igualdad, con
justicia en el desarrollo del proceso, aun cuando debía observarse que la
opinión pública y los medios de comunicación por el escándalo del hecho y
por la denuncia en su contra que lo señalaban culpable, era algo difícil de
impedir.
En cuanto a la relevancia social, éste era un principio que venía expuesto
desde hacía muchos años, por las distintas declaraciones internacionales,
por lo que las medidas de coerción personal que le imponía un juez con
base a la solicitud del fiscal, eran incompatibles con su estado de presunción de
inocencia, pero, como en muchos otros países, esa medida debía entenderse
con carácter excepcional que sólo sería aplicable bajo ciertos requisitos,
como medida necesaria, únicamente para los fines del proceso y para que el
acusado no eludiera la acción de la justicia.
Uno de los principios relacionados con lo anterior era denominado in
dubio pro reo; en efecto, el Estado debía probar que el acusado era
culpable y para hacerlo necesitaba prueba sobre la existencia del
hecho y sobre la culpabilidad, y como no existía al igual que en otros
tiempos la absolución por deficiencias de pruebas ni se podía suspender
el proceso mientras se logran las pruebas.
Es por lo que, si el fiscal decidía imputar el hecho con las pruebas
que tenía en contra del acusado y las mismas presentaban dudas, el juez
debía decidir a favor del imputado, por lo tanto el fiscal debía tener pruebas
fehacientes, sobre esas dos situaciones, observándose que prueba
fehaciente no quiere decir cantidad ni cúmulo probatorio; lo que quería
decir era que fuese de eficacia directa sobre la materia a probar, porque
de no ser así la presunción de inocencia prevalecía sobre el estado de las
pruebas.
De todas maneras, la valoración probatoria llena de dificultades, a veces
por el retardo exagerado de las detenciones y del juicio, es uno de los
puntos más álgidos por el que pasa un acusado. Sobre otros principios como el
respeto a la dignidad humana del acusado y otras protecciones que le brinda
el Estado, que se exponen en el desarrollo de las normas
constitucionales.
Respecto a la relevancia práctica, existen enunciados de otros principios
orientadores y de aplicación efectiva en el Código Orgánico Procesal Penal
(2012), como el artículo 105 sobre la buena fe de las partes en el proceso,
el artículo 264 sobre el control judicial, el imputado en Venezuela debía saber
que no existía juez instructor, sino sólo el juez de juicio, y que la
responsabilidad de la investigación para el ejercicio de la acción penal la tenía
el Fiscal del Ministerio Público; el principio de la doble instancia, es decir, el
derecho de recurrir ante el superior; y el artículo 439 sobre las decisiones
apelables.
Asimismo sobre la carga de la prueba y otros, entre los cuales estaba el
principio de libertad de apreciación probatoria por el Juez basado en las
limitaciones legales que se imponían para que su decisión no fuese arbitraria,
razón por la cual las sentencias debían ser motivadas bajo sanción de
nulidad; también estaba el principio de la oralidad como fundamento para la
formación de la prueba delante del juez y de la parte, así como el principio de la
publicidad fundamental para el desarrollo del debate oral.
Y finalmente, es de recordar el principio de la reforma en peor de una
sentencia, cuando se disponía que no podía el juez o magistrado que conocía
de un recurso, imponer una pena mayor si el que ha manifestado su desacuerdo
o ha apelado era el acusado.
En cuanto a la relevancia científica, estas normas devinieron asimismo a un
principio de actuación general tanto policiales como fiscales y judiciales,
fundamentadas en que las decisiones, resoluciones o decretos no podían
ser desproporcionadas o excesivas, porque violaban lo que se conocía como
prohibición de exceso, lo cual caracterizaba materialmente los regímenes
democráticos del siglo XX, y que al mismo tiempo se manifestaba en el
carácter justificado de medidas necesarias; y en tal sentido la doctrina
afirmó que lo desproporcionado no era necesario, tampoco es útil ni es
socialmente justo, ni políticamente aceptable (Aguiar, 2010).
En consecuencia, el citado Código preveía este precepto de la
proporcionalidad que de manera concreta se refería a las medidas de
aseguramiento aplicables al imputado, pero también había de
considerarlo en el aspecto probatorio para lo cual había que aplicarlo en los
criterios de necesidad, idoneidad y racionalidad, criterios que alcanzaban por
igual y debían ser así extendidos en el proceso a todos los intervinientes en el
mismo.
En general la doctrina expresaba que el derecho penal junto con su
proceso, eran los que otorgaban mayores poderes al Estado para la restricción
de los derechos fundamentales previstos en la Carta Magna, razón por
la cual el campo de los derechos más preciados tanto del individuo como de
la víctima, justificado por las necesidades de la investigación penal y de
la prosecución del proceso en aras a la tutela efectiva de los bienes
esenciales de la comunidad, solamente podían ser limitados en la medida
en que su práctica no fuese útil, necesaria y proporcionada, atendiendo
los intereses en conflictos según las particulares circunstancias del caso en
concreto (Ferrajoli, 2007).
En cuanto a los beneficiarios de los aportes que se pretenden con el
resultado de esta investigación, el autor aspira brindar un mejor
conocimiento a los integrantes del foro jurídico que hace vida activa en
el gremio judicial cuando se habla de la importancia de la Constitución
como norma fundamental, pues esta se refiere a que es el conjunto de
preceptos que rigen la sociedad que está organizada de manera jerárquica
siendo la Constitución la de mayor preeminencia.
CAPITULO II

MARCO TEÓRICO

En el presente capítulo se hace una revisión documental, la cual va


dirigida a la identificación y selección de información que permita conceptuar
el evento a modificar. Por una parte, permite ubicar el tema objeto de
investigación dentro de las teorías existentes para precisar en qué corriente
de pensamiento se inscribe y en qué medida significa algo nuevo o
complementario. Por la otra, es una descripción detallada de cada uno de los
elementos de la teoría que serán directamente utilizados en el desarrollo de
la investigación, incluyendo las relaciones más significativas que se dan
entre esos elementos teóricos.

Antecedentes de la Investigación

Primeramente se encontró que Ágreda (2010), en su trabajo especial de


grado titulado “Respeto y Garantía de los Derechos Humanos en
Venezuela”, realizado sobre la base de un estudio analítico y diseño
documental, se traza como objetivo hacer énfasis en lo relacionado al
desarrollo de la fase investigativa del proceso penal de acuerdo a las
reglas de actuación policial previstas en el Código Orgánico Procesal Penal
y en la Ley del Cuerpo de los Órganos de Investigaciones Científicas,
Penales y Criminalísticas.
Allí explica los problemas que se presentan en cuanto a la siembra de
evidencias que hacen algunos funcionarios actuantes, como conchas de
balas, armas blancas y de fuego, y envoltorios de drogas al momento de
practicar requisas, que luego pretenden avalar con actas suscritas por
testigos obligados que en realidad no presenciaron el procedimiento de
aprehensión, lo que constituye un aporte para el foro penal en cuanto al
montaje de pruebas con las que se pretende desvirtuar la presunción de
inocencia de cualquier individuo, y que devienen en una condena injusta.
Su aporte a la presente investigación emerge de que es precisamente la
pulcritud del procedimiento de aprehensión de un imputado lo que implica
el carácter objetivo, honesto e imparcial con el que deben actuar los
funcionarios que lo practiquen, de modo que se respeten los derechos y
garantías que amparan a todo ciudadano.
Por otra parte, Moreira (2010), en su trabajo especial de grado titulado
“Las dilaciones indebidas y el retardo procesal en detrimento de una
verdadera justicia penal”, realizado sobre la base de un estudio analítico y
diseño documental, se traza como objetivo analizar lo referente al derecho
de solicitar el decaimiento de la medida de coerción personal, sea privativa
o sustitutiva de libertad en los casos de exceder esta del tiempo previsto
en la ley adjetiva penal en atención al principio de proporcionalidad.
En ese orden, refiere que algunos jueces se acogen a criterios
jurisprudenciales no vinculantes al no ser emanados de la Sala
Constitucional, para evadir una respuesta favorable a tales solicitudes, y
que se basan en revertir la culpa del retardo procesal en la realización del
juicio a suspensiones reiteradas motivadas a causas de fuerza mayor
como falta de transporte para los traslados, lo cual no es imputable al
acusado, pero que de igual forma es invocado para no conceder la libertad
en tales supuestos, insistiendo en la latencia del peligro de fuga o de
obstaculización del proceso, lo cual atenta contra los derechos a ser
juzgado en libertad y a una justicia celera y pronta, sin dilaciones
indebidas.
Su vinculación con el presente trabajo radica que, uno de los derechos
fundamentales que asiste al imputado en materia penal, y en general, a
todo justiciable, es el de la celeridad procesal, esto es, la garantía a una
justicia no sólo transparente y expedita, sino además, fluida, sin retardos
injustificados, que vayan en detrimento de su integridad física en el caso
de que permanezca privado de su libertad mientras se le juzga y al final
resulte ser absuelto.
Así mismo, Carrillo (2011) en su trabajo especial de grado titulado “La
Presunción de Inocencia como Implicación del Debido Proceso en la
Constitución Bolivariana”, realizado sobre la base de un estudio analítico y
diseño documental, se traza como objetivo efectuar una confrontación del
derecho a ser juzgado en libertad como implicación a su vez, del principio
de presunción de inocencia, con la prisión preventiva, explicando por qué
ambas figuras no se excluyen mutuamente ni son incompatibles, dado el
carácter de relatividad del derecho a ser juzgado en libertad, el cual
sucumbe ante la posibilidad de configurarse el peligro de fuga o de
obstaculización del proceso como innovación que trajo el Código Orgánico
Procesal Penal cuando se instituyó el sistema acusatorio en Venezuela.
En tal orden, explica que, como toda regla tiene su excepción, el
juzgamiento privado preventivamente de libertad procede precisamente por
vía de excepción, es decir, su procedencia cuando las medidas cautelares
sustitutivas resultan insuficientes para garantizar el resultado del proceso,
cuya finalidad no es otra que la búsqueda de la verdad, pero para castigar
verdaderamente al culpable y no para facilitarle que se evada del proceso,
permitiéndole incluso que se vaya del país burlando una gama de pruebas
que lo incriminan; que lo enturbie, lo vicie, lo entorpezca, lo haga inoficioso
o que, precisamente, con su ausencia, impida la realización del juicio; por
lo cual concluye que la prisión preventiva con sus normas de interpretación
restrictiva, no atenta per se contra los derechos humanos del imputado.
La vinculación entre ambos trabajos es evidente, ya que, siendo la
presunción de inocencia una de las garantías que informan el debido
proceso judicial en el ámbito penal, atiende de manera directa al
reconocimiento de los derechos humanos consagrados en la norma
constitucional y legal, en concordancia con los tratados, pactos y
convenciones internacionales suscritos y ratificados por la República en
dicha materia, y que se rigen a su vez por los principios de progresividad e
intangibilidad.
Del mismo modo, Estrada (2012), en su trabajo especial de grado titulado
“Enfoque del respeto y garantía de los Derechos Humanos a nivel
internacional en la fase investigativa del proceso penal”, realizado sobre la
base de un estudio analítico y diseño documental, se traza como objetivo
general hacer un esbozo de los derechos consagrados en instrumentos
jurídicos internacionales recogidos por la legislación interna de Venezuela,
de diseño documental y tipo analítico de investigación, hace hincapié en su
conclusión en las reglas de actuación policial atinentes a la realización del
procedimiento de aprehensión de un imputado.
Al respecto hizo referencia respecto a las circunstancias que hacen
configurar la flagrancia y al deber de las autoridades enterarle al aprehendido
de sus derechos y permitirle comunicarse con sus familiares y con un
abogado de su confianza, en concordancia con los corolarios que implican el
desarrollo de un debido proceso en instancia judicial o administrativa y en
atención a los tratados del sistema interamericano suscritos en esa materia
por Venezuela, lo cual implica una estrecha vinculación con el objetivo
trazado en la presente investigación, toda vez de que el ámbito procesal
penal circunscrito a la actuación de las autoridades de policía se enmarca
dentro de lo que es el respeto de los derechos humanos de cualquier
individuo habitante de la República.
Su vinculación con el presente trabajo se observa por cuanto, el deber de
los funcionarios y las autoridades en general en ejercicio del poder que les
confiere el Estado, en el desarrollo de sus actividades inherentes a la
investigación de un hecho punible, lleva implícito el reconocimiento y por
ende la observancia y el resguardo de los derechos que amparan a todo
individuo en cuanto a su integridad física, dignidad humana, privacidad,
confidencialidad, presunción de inocencia y derecho a la defensa.
Hernández (2012) en su trabajo especial de grado titulado “Preeminencia
de las Normas Internacionales suscritas por Venezuela sobre Derechos
Humanos en cuanto sea más favorables que las consagradas en su
legislación interna”, tuvo como objetivo general explanar lo concerniente al
factor de conexión que en materia de Derecho Internacional constituye la
aplicación de los tratados, pactos y convenciones internacionales que haya
suscrito y ratificado Venezuela en materia de Derechos Humanos, que sean
más favorables que las contenidas en la Carta Magna Bolivariana
En razón de ello, arribó a la conclusión de que, conforme al carácter
supraconstitucional que dichas disposiciones revisten de acuerdo al Art. 23
del texto constitucional, se debe velar por parte de los encargados de
administrar la justicia, del resguardo de todo individuo en cuanto al goce y
ejercicio efectivo de sus derechos y garantías.
En tal orden de ideas es que se destaca la estrecha vinculación que
guarda con el objeto de la presente investigación, en razón de que la Carta
Magna Bolivariana le confiere carácter supranacional a las normas que sobre
derechos humanos consagren los instrumentos jurídicos de proveniencia
internacional con el justo propósito de lograr un mejor trato a sus habitantes
siempre que dichos instrumentos contengan disposiciones más favorables
para éste frente al Estado, tomando en cuenta que los derechos y garantías
constitucionales que conforman la parte dogmática del texto constitucional
configuran mecanismos de autocontrol en la actuación de los órganos del
Poder Público.

Bases Teóricas

Derechos Humanos

Primeramente, para poder deducir qué son derechos humanos, conviene


reproducir el concepto de Verger (2005): "... aquellas exigencias que brotan
de la propia condición natural de la persona humana, y que, por ende, reclaman
su reconocimiento, su respeto e incluso su tutela y promoción por parte de
t odos; pero especialmente quienes estén constituidos en autoridad..."
(p. 76).
Precisando que esa exigencia se refiere a todo, que es debido a la persona
en todos sus niveles, tanto en el aspecto individual como social, por lo tanto, es
una realidad incuestionable en toda persona que le pertenece por estricta justicia
asociadas a su condición natural, a su manera más íntima de ser; nos precisa
luego que ese reconocimiento tiene carácter universal pues alcanza a todas
las personas del mundo con lo cual se está aceptando la condición social del
hombre.
Que el respeto a la persona se concreta en el derecho a la vida y lo cual tiene
una doble exigencia, por una parte, que no se le impida que pueda vivir y por
la otra que se le propicie su viabilidad. En cuanto a la relevancia en la época
moderna de los derechos humanos, expone el citado Verger (2005) que la
importancia de los derechos humanos parece registrarse en una doble área.
Una, la del terreno teórico; otra, la del práctico.
En tal sentido arguye que ambas coinciden en la afirmación de su
relevancia actual. Por lo que al primer aspecto se refiere, los derechos
humanos figuran en casi todas las constituciones de los Estados del
mundo. La presencia de los derechos humanos en las leyes fundamentales
de las nacionales es considerada hoy como una de las piezas
fundamentales de la democracia contemporánea.
Es así como se observa en los distintos textos que informan sobre el
análisis de esta materia, que la defensa de los derechos humanos ha
pasado a ser una cuestión de un gran valor sin equívoco ninguno, y un gran
afianzamiento en toda la cultura de los últimos años. Así, es normal el
comentario periodístico y en las asambleas de políticos, cuando de
cualquier ataque a las personas que por razón o no de sus funciones,
manifiestan que se han cometido violaciones a los derechos humanos, por
eso en este caso es necesario delimitar estas dos situaciones. Sobre la
responsabilidad de los derechos humanos al analizar este concepto
Benavidez (2006), destaca:

Este concepto no excluye la responsabilidad individual por la


obligación de algún derecho, sino que amplía la responsabilidad
al obligar también al Estado por cualquier violación. Algunos llaman
derechos humanos a aquellos que toda persona tiene por el
hecho de ser persona o de ser humano. Con ello, la realidad,
se refiere a una categoría previa a la noción de derechos humanos
técnicamente conocida con el nombre de derechos
fundamentales (p. 72)

De modo que todos los derechos humanos son fundamentales pero los
derechos humanos son sólo aquellos derechos fundamentales que implican una
responsabilidad estatal. Y que los derechos humanos hacen alusión al
Estado como potencial violador pero que éstos, repito, -lo explica el
comentarista- no reduce la responsabilidad individual frente a la violación de
derechos ni establece necesariamente una valoración en los derechos
humanos frente a otros, porque en realidad estos derechos no son distintos
a otros por su definición objetiva sino por su componente subjetivo
concretado en el potencial violador que es el Estado.
Los derechos humanos, no sólo trascienden los límites de los países, sino
que están relacionados entre sí; en otras palabras, los derechos humanos
son complementarios, indivisibles, interdependientes, progresivos y no
jerarquizables, de tal manera, ningún derecho es más importante que otro;
por lo que, el derecho al trabajo, por ejemplo, no es menos significativo que
el derecho a la propiedad o el derecho a la vida. De tal manera, las
peculiaridades de los Derechos Humanos, se pueden desglosar así:
Innatos o inherentes a la persona: toda persona nace con derechos
humanos, su origen no es el estado o las leyes, sino de la propia naturaleza
o dignidad de la persona humana; toda ley que enerve los derechos
humanos se considera nula, porque va contra la misma naturaleza humana.
Universales: deben ser respetados en todo el orbe.
Inalienables: no puede el Estado o ningún ente disponer de esos
derechos, no pueden ser enajenables, negociables.
Intransferibles: no puede la persona transmitirlos a otra persona, ni se
puede renunciar a sus derechos.
Son acumulativos: a medida que surgen nuevos derechos personales
(humanos) se suman, constituyendo un caudal o conjunto.
Imprescriptibles o irreversibles: desde que surgen están vigentes, no
caducan nunca.
Inviolables: nadie puede lesionar, transgredir, enervarlos, ninguna
persona natural o jurídica, ente político nacional o internacional.
Son obligatorios: el Estado, la autoridad oficial nacional o internacional
están obligados a garantizar el goce, disfrute o ejercicio de estos derechos.
Indivisibles, interdependientes y complementarios y no jerarquizables: los
Derechos Humanos están relacionados entre sí, no se pueden separar ni
pensar que unos son más importantes que otros. La negociación de algún
derecho en particular significa poner en peligro el conjunto y la dignidad de la
persona (verbigracia: para en educación o en asistencia médica).

Principios y garantías

La diferencia entre ambos es que los principios constitucionales son las


ideas esenciales que sirven de base al orden jurídico, es decir, los cánones
esenciales de la constitución. Por otro lado, las garantías son aquellos
derechos que están consagrados en la Constitución para mantener y hacer
cumplir los derechos esenciales de las personas (Saavedra, 2008).
Previo al desarrollo y análisis del rol e importancia de las garantías
constitucionales dentro del proceso penal se deben exponer, someramente,
ideas, o por mejor decirlo, nociones, respecto de las garantías estipuladas en
el ordenamiento constitucional de los Estados democráticos del continente
americano. En este sentido el constitucionalismo y el derecho
constitucional nacen, entre otras metas esenciales, para reconocer ciertos
derechos personales básicos y para poner topes al Estado (Verger, 2005).
Por tal motivo la organización de este Estado comprende, tanto enunciar
sus órganos y atribuciones como proclamar los derechos de los particulares
frente a él. Justamente estas últimas palabras permiten una reflexión,
respecto al grado de importancia de la fijación primero, y cumplimiento
después de las garantías constitucionalmente establecidas, afirmando que,
como consecuencia del contrato social, los integrantes de una nación,
decidieron acordar la formación de la organización superior, perfilando
su estructura fisonómica, al tiempo de señalar y fundamentalmente delimitar
las pautas que regirían al Estado y cada uno de los acordantes del contrato
es decir de los habitantes (Borrego, 2005).
Concretamente, la noción expresa que la garantía constitucional es la
idea plasmada en texto constitucional del ámbito de libertad de los
contratantes y su consecuente imposibilidad de vulneración por parte de los
órganos vitales del estado. Frente a esta regla suprema del ordenamiento
constitucional, existe otra según la cual, todo lo que no le está expresamente
permitido a los poderes públicos, o que no se encuentra implícito, como
medio necesario para llevarlo a cabo, debe considerarse que le está
prohibido, es decir sujeto a la inconstitucionalidad o nulidad, según los casos.
En este orden, al sujeto le está permitido todo aquello que no se
encuentre expresamente prohibido, en tanto que al Estado y sus órganos,
por regla inversa, todo aquello que expresamente no se le permita, le es
vedado, se encuentra prohibido, no puede avanzar más allá de la autonomía
conferida por el permiso y debe mantenerse sólo en ella (Borrego 2005).
Los derechos enunciados en una constitución, como los incluidos en los
catálogos habituales de derechos humanos, están sostenidos por una o más
ideologías políticas. No existen derechos constitucionales neutros o
asépticos políticamente. La dimensión ideológica política de los derechos
constitucionales y humanos es de gran trascendencia porque definen la
cantidad y cotización de las garantías constitucionales.

Proceso Penal

Es el conjunto de actuaciones que se cumplen por parte de los órganos


de la rama judicial del Poder Público, desde la imputación de un individuo
por la presunta comisión de un hecho punible, para la investigación,
acusación, juzgamiento, sentencia, ejecución e impugnación de la
sentencia (Maldonado, 2004).
Pareciera ciertamente como lo afirma el citado comentarista, que hay
una gran distorsión del concepto de los derechos humanos en el medio
judicial nacional e internacional. Ciertamente el concepto moderno de
derechos humanos es mucho más amplio del que teníamos años atrás y han
ido apareciendo, pudiéramos decir, más derechos en sus aspecto
subjetivos de la persona que busca lograr su libertad, su forma de vida,
razón por la cual la misma Constitución prevé la protección de derechos que
aún no se encuentran previstos en nuestro texto constitucional, pero
que están en el ambiente y en el contexto internacional.
Es la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, venida de un
compromiso de los países miembros de las Naciones Unidas de 1998, la
cual obliga a todos los pueblos como un ideal común a preocuparse y dar
cumplimiento a esos derechos, como son los derechos a la seguridad social,
económicas y culturales, indispensables para la dignidad del hombre y el
libre desarrollo de su personalidad (Maldonado, 2004). Claro está, esta
declaración no quedó allí, luego vinieron los pactos de los países y las
convenciones.
Se invoca así, principios esenciales y fines de la sociedad, los derechos
humanos fundamentales a la vida al trabajo a la cultura y a la educación,
que encontraron desarrollo sustancial en el texto constitucional (Brewer,
2004) ..." por lo que pudiera entenderse que esta es la opinión común o
popular de violación a los derechos humanos, pero el otro concepto llevado a las
legislaciones como una categoría especial de hechos criminales, es un
concepto más estricto, es que los derechos humanos se refieren a aquella
violación de los derechos fundamentales del hombre que implican una
responsabilidad del Estado.

Sistema de Justicia Penal

Antes de sustituirse el sistema de justicia penal, para que se cumplieran


los dogmas y los formalismos en el proceso, debían los jueces ponerlo en
práctica dentro de lo judicialmente aceptable, por cada comunidad o
sociedad en relación al caso en análisis, y de esta manera poder lograr el
objeto de concreción de pruebas, de contradicción, de recursos.
Sobre este análisis era de gran ayuda al Juez y al Fiscal la
adaptabilidad humana al caso concreto, lo cual lograba mediante la
interpretación, y debe irse un poco a lo se que denominaba la voluntad de la
ley, porque las limitaciones de la ley a veces no eran satisfactorias.
En este sentido, Quintano (2005), en el que considera que el juez puede y
debe usar las formas interpretativas ordinarias, pero siempre en dimensiones
restrictivas. Los criterios han de ser forzosamente más restrictivos en la fase
de interpretación que entrañe labor de juzgar puesto que en la instrucción, por
ejemplo, a la hora de acordar un procesamiento son admisibles formas
interpretativas más libres y abiertas; como las del fiscal al formular sus
acusaciones.
Considerábase entonces que con la teoría se llegaba a la realidad y
recíprocamente con la práctica se buscaba que esa realidad llegada a un
proceso, lograse una decisión justa y eficaz, porque el delito es un fenómeno
universal que ha existido siempre en toda sociedad, por lo que la admisión del
derecho penal no puede ser eliminarlo, es sólo contrarrestarlo. Era objeto
de la justicia en general para lo cual se auxiliaba de otras ramas del
derecho penal, como la criminalística, las ciencias penitenciarias y otras.
El entorno del condenado mantenía una serie de relaciones jurídicas
porque era portador con gran relevancia de ciertos derechos, como eran
los derechos constitucionales sobre el individuo, y presentaba allí una
relación de derecho público en cuanto a su situación legal; sobre esta
relación dice la obra de Canepa (2005):

La relación de ejecución de la sanción penal y su misma


aplicación representa expresión de la autoridad del Estado,
entendido como autoridad autónoma y soberana con la facultad
de disponer de los instrumentos necesarios y suficientes para
hacer cumplir las órdenes legítimamente impartidas, las cuales
deber ser observadas y que las sanciones aplicadas y las
penas como medidas al que está sujeto el interno sean
cumplidas (p. 22)

Con ello explica la normativa internacional sobre la restricción de la


libertad, por lo que existe una tutela de las personas privadas de la
libertad, la cual es objeto de la atención de la comunidad internacional; entre
estos instrumentos menciona la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (1977); por lo que los internos que no hayan obtenido
una respuesta judicial en el orden interno y se quejen de haber sido
violadas esas normas de la Convención, pueden recurrir a la Corte
Interamericana y obtener después de ciertas investigaciones y del
procedimiento allí previsto, una decisión que legitime su situación, donde
aparece el Estado como violador de esos derechos y puede por lo tanto de
manera equitativa ser indemnizado.
Siguiendo esta idea, Morais (2004) reafirma ese estado del condenado
cuando dice: "...efectivamente en un estado de derecho la relación entre el
Estado y el sentenciado no se define como una relación de poder, sino como
una relación jurídica con derechos y deberes cuya observancia y garantía
deben estar especificadas en leyes y reglamentos..." (p. 101).
La violación a estos derechos era constante no solamente en Venezuela
sino para otros países y así la profesora citada menciona mas adelante la
violación de los derechos humanos de los condenados, lo cual quedó
demostrado en la amplia investigación desarrollada por el Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, y sobre esta investigación, destaca lo
referente a las constantes violaciones de los derechos humanos de los
reclusos, en distintos aspectos.
No sólo en relación a su vida interna, a su trato personal, a la vulneración
física de la persona y de sus derechos, sino también en las violaciones a sus
familiares sobre los tratos vejatorios que los funcionarios de las cárceles
practicaban durante las visitas y para la prevención a la fuga.
Ello, afirmando que no podían crearse delitos con posterioridad al hecho
criminal, lo cual se conoce como el principio de legalidad penal y el otro
principio de que el individuo no podía ser condenado si no existía un proceso
previo el Nulla Poena Sine Lege, es decir, no podían ser condenados si no
existía un proceso previo y justo; pero sus opiniones fueron más allá ya
que no solamente se refirió al proceso, al juicio, a su publicidad, sino
que abogó por la eliminación de la tortura y criticó fuertemente la pena de
muerte.

El Imputado

El imputado es el sujeto pasivo del proceso penal, con plena capacidad


para ser titular de derechos y obligaciones procesales, y especialmente, el
derecho de defensa y sus instrumentales medios necesarios para hacer valer
su defensa. Es sujeto procesal y titular indiscutible del derecho más esencial
que ha de hacerse valer en una sociedad democrática, como es la libertad.
La imputación es la sospecha de la participación de una persona en concreto
en determinado hecho punible (Pereira, 2011).
Únicamente el hombre puede tener conciencia de los que es justo e injusto
puesto que el derecho a la justicia está como inscrito en el ser más profundo
de la persona, Así como se observa, en el ejemplo a que se hizo
referencia de los coimputados, ciertamente la ley procesal si no pudo
reglamentar la situación, el juez debe buscar una solución de equilibrio, de
igualdad y no permitir situaciones que amparadas por la ley vayan a crear
injusticia, puesto que los co-imputados según debe constar en las
actas del expediente tuvieron participación en el mismo hecho.
Ahora bien, en opinión del investigador es necesario observar que en el
ambiente común de este medio y como consecuencia a entrevistas a polí-
ticos, asambleístas, comisiones en defensa de los derechos sociales y otros,
que existen dos conceptos sobre violación a los derechos humanos, uno'
cuando se refieren a cualquier persona al cometer hechos que llaman la
atención a la colectividad por su gravedad, no solo cuando se trata de homi-
cidios, secuestro de personas con tortura, lesiones graves a grupos, sino
también cuando tales hechos violan otros tipos de garantías
constitucionales, vejámenes, desocupaciones, malos tratos y que
invocan además fines sociales con el objeto de asegurar una justicia
social basada en la igualdad sin discriminación alguna.
Así son derechos humanos o derechos del hombre, los derechos
fundamentales que el hombre posee como habíamos ya señalado
sólo por el hecho de ser hombre por su propia naturaleza. Surgen luego
otros convenios y conferencias internacionales, siendo importante destacar
la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1948)
aprobada en la IX Conferencia Internacional Americana en ese año en la
ciudad de Bogotá.
Bases Legales

Internacionales

Declaración Universal de Derechos Humanos (1948)


Viene a ser la génesis del sistema interamericano sobre Derechos
Humanos, y en su Art. 10, establece:

Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a


ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente
e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones
o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia
penal.

Reafirma el Estado de Derecho de cada nación signataria de dicha


declaración, como garantía del respeto y resguardo de los derechos
humanos, referida en este aspecto a los que le atañen a toda persona
inculpada de delito, su derecho a la defensa, y a ser oída, es decir, que estos
derechos subsisten aun cuando la aprehensión se haya practicado de
manera flagrante, ya que existen multiplicidad de circunstancias que pueden
ser alegadas como causas de justificación, de no punibilidad y de extinción
de la acción penal que hagan excluir lar responsabilidad de quien haya
delinquido.

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966)


Artículo 9º:

(…) 2.- Toda persona detenida será informada, en el momento de


su detención, de las razones de la misma, y notificada, sin
demora, de la acusación formulada contra ella.
3.- Toda persona detenida o presa a causa de una infracción
penal será llevada sin demora ante un juez u otro funcionario
autorizado por la ley para ejercer las funciones judiciales, y tendrá
derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable o a ser
puesta en libertad.
La prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe
ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a las garantías
que aseguren la comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en
cualquier otro momento de las diligencias procesales y en su caso, para la
ejecución del fallo. El ordinal 4º establece: “Toda persona que sea privada de
su libertad tendrá derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de que éste decida
a la brevedad posible sobre la legalidad de su prisión y ordene su libertad si
la prisión fuera ilegal”.
Se refiere al derecho a la libertad individual que, a tenor de lo previsto en
el artículo 44 de la Carta Magna Bolivariana, implica que nadie puede ser
preso o detenido sino en virtud de una orden judicial, salvo que su
aprehensión se produzca en condiciones de flagrancia, la cual deberá ser
calificada como tal por el juez de control en un plazo perentorio de cuarenta y
ocho (48) horas.
Ello, sin perjuicio de que, aun cuando el delito tenga asignada pena
corporal y dicho juez estime la concurrencia de suficientes elementos de
convicción en su contra, pueda concederle la libertad bajo una medida
cautelar sustitutiva a la prisión preventiva, como regla general que consagran
los artículos. 9 y 229 del Código Orgánico Procesal Penal (2012), de modo
que la privativa de libertad procede únicamente por vía de excepción y las
normas que la rigen deben interpretarse de manera restrictiva y en atención
proporcional a la gravedad del delito de que se trate.

Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José


de Costa Rica)
Ratificada por Venezuela mediante Ley Aprobatoria del 14 de junio de
1977 en su artículo 8º “Garantías Judiciales”, establece:
1.- Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación
penal formulada contra ella, o para la determinación de sus
derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter.

Consagra lo que se conoce como los principios de juicio previo y debido


proceso, y el derecho a la defensa en todo grado de la investigación y del
proceso. En su ordinal 2º establece: “Toda persona inculpada de delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca
legalmente su culpabilidad”. Por lo cual, durante el proceso, toda persona
tiene derecho, en plena igualdad, a las garantías mínimas:

a. Derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el


traductor o interprete, si no comprende o no hable el idioma del
juzgado o tribunal;
b. Comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación
formulada;
c. Concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados
para la preparación de su defensa;
d. Derecho del inculpado de defenderse personalmente o ser
asistido por un defensor de su elección y de comunicarse libre y
privadamente con su defensor;
e. Derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor
proporcionado por el Estado…
f. Derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en
el tribunal y de obtener la comparecencia, como testigos o peritos,
de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos;
g. Derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a
declararse culpable;
h. Derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.
3.- La confesión del inculpado solamente es válida, si es hecha sin
coacción de ninguna naturaleza.
4.- El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser
sometido a nuevo juicio por los mismos hechos.
5.- El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea
necesario para preservar los intereses de la justicia.
Estos tres últimos numerales consagran derechos que son comunes a las
reglas que informan el debido proceso. La coacción para obtener una
confesión, se refiere a cualquier medio de tortura física o psíquica. El
carácter de cosa juzgada de la sentencia absolutoria contra la cual se hayan
agotado todos los recursos que contra ella procediesen, se refiere al principio
que en latín se escribe: nom bis in ídem. Igualmente se hace referencia al
carácter de publicidad del proceso a fin de permitir a toda clase de persona,
incluyendo a los medios de comunicación social, presenciar el desarrollo del
debate oral o juicio, y de esa manera verificar que se cumplen a cabalidad
las normas procesales que lo rigen.

Constitución de la Nación Argentina (1994)


En su artículo 18 estatuye:

Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio


fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por
comisiones especiales, o sacado de los designados por la ley
antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar
contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de
autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la
persona y de los derechos. El domicilio es inviolable como también
la correspondencia epistolar.

Aquí se incluyen igualmente los papeles privados; y una ley determinará


en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y
ocupación. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas
políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación
serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos
detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a
mortificarlos más al de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la
autorice.

Constitución Política de Colombia (1991)


En su artículo 29: “Toda persona se presume inocente mientras no se le
haya declarado judicialmente culpable. Quien sea sindicado tiene derecho a
la defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él, o de oficio,
durante la investigación y el juzgamiento”. Implica igualmente el derecho a un
debido proceso público sin dilaciones injustificadas; a presentar pruebas y a
controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la sentencia
condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho.

Constitución Política de la República de Costa Rica (1949)


En su artículo 35 contempla: “Nadie puede ser juzgado por comisión,
tribunal o juez especialmente nombrado para el caso, sino exclusivamente
por los tribunales establecidos de acuerdo con esta Constitución”. Es lo que
se conoce como el derecho a ser juzgado por sus jueces naturales, el
derecho de conocer la identidad de quien lo juzga.

Artículo 39.- A nadie se hará sufrir pena sino por delito, cuasidelito
o falta, sancionados por la ley anterior y en virtud de sentencia
firme dictada por autoridad competente, previa oportunidad
concedida al indiciado para ejercitar su defensa y mediante la
necesaria demostración de culpabilidad.

Implicación igualmente del derecho a la defensa que puede hacerse por


todos los medios lícitos de alegatos y pruebas, el deber del Ministerio Público
y del juez encargado de la fase de investigación, de hacer practicar todas las
diligencias probatorias que sirvan para exculpar al imputado, es decir, que le
valgan para desvirtuar las actuaciones inculpatorias que se presenten en su
contra.

Artículo 42.- Un mismo juez no puede serlo en diversas instancias


para la decisión de un mismo punto. Nadie podrá ser juzgado más
de una vez por el mismo hecho punible. Se prohíbe reabrir causas
penales fenecidas y juicios fallados con autoridad de cosa
juzgada, salvo cuando proceda el recurso de revisión.
Comprende lo relativo a la existencia de jueces en funciones diversas (de
investigación, intermedia y de juicio) motivo por el cual procede el deber de
inhibirse si la misma causa ya fue conocida por un juez a quien corresponda
la tramitación o decisión del proceso. Igualmente consagra el principio de la
doble instancia, esto es, de recurrir del fallo cuando sea desfavorable, y la
imposibilidad de reabrir una causa penal ya sentenciada con fuerza de cosa
juzgada a favor del absuelto.
De tal manera se observa que las diferentes legislaciones de América, al
ser todos signatarios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
(1948) coinciden en reconocer las garantías judiciales que deben amparar a
todo individuo mientras se le procesa por la presunta comisión de un hecho
punible, y aun después de condenado, es decir, de haber obtenido una
sentencia firme que lo declare culpable, sólo que con diferentes redacciones
y con palabras distintas, pero siempre con el mismo sentido humanista que
inspira dicho instrumento; y con la salvedad, en cuanto a la fase ejecutoria de
la condena, de que en algunos países existe la pena de muerte y la cadena
perpetua, y en otros no, como el caso de Venezuela; así como existen
legislaciones que prevén penas corporales (prisión o presidio) por más de
treinta (30) años, a diferencia de la legislación venezolana que limita a ese
término la pena máxima.

Nacionales

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000)

Estatuye con respecto a los derechos humanos. Artículo 19:

El Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de


progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio
irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos
humanos. Su respeto y garantía son obligatorios para los órganos
del Poder Público de conformidad con esta Constitución, con los
tratados sobre derechos humanos suscritos y ratificados por la
República y con las leyes que los desarrollen.

Progresividad significa que los derechos ya consagrados en instrumentos


normativos de derecho interno o internacionales, aun cuando éstos sean
derogados o sustituidos por otros posteriores, no se extinguen, es decir, son
irrenunciables como derechos adquiridos; y no se admite distingo alguno
respecto al género humano, en cuanto a condición, sexo, raza, religión, ni
ningún otro motivo, en atención al principio de igualdad ante la ley. Con
respecto a la prevalencia de los instrumentos internacionales, su artículo 23
establece:

Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos


humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía
constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en
que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a
las establecidas por esta Constitución y en las leyes de la
República, y son de aplicación inmediata y directa por los
tribunales y demás órganos del Poder Público.

Le otorga supremacía a los instrumentos internacionales de los que sea


parte Venezuela en materia de derechos humanos, en tanto impliquen una
forma más efectiva para hacerlos valer en favor de sus habitantes, que las
consagradas en la misma Carta Magna, es decir, dichos actos
internacionales, en tal sentido, son supraconstitucionales. Y en cuanto al
principio del debido proceso, artículo 257: “El proceso constituye un
instrumento fundamental para la realización de la justicia”. Ordena al
legislador establecer la simplificación, uniformidad y eficacia de los trámites y
adoptarán un procedimiento breve, oral y público, agregando: “No se
sacrificará la justicia por la omisión de formalidades no esenciales”.
Señala los principios que rigen la tramitación de todo proceso, entre los
que se destaca la intención constituyente de evitar el retardo procesal. Se
relaciona con el derecho de acceso a la justicia o principio de la tutela judicial
efectiva consagrado en el artículo 26 de la misma Carta Magna. En tanto que
el artículo 49 enumera y detalla cada una de las reglas que informan el
debido proceso:

El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y


administrativas; en consecuencia:
1.- La defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables en
todo estado de la investigación y del proceso. Toda persona tiene
derecho a ser notificada de los cargos por los cuales se le
investiga; de acceder a las pruebas y de disponer del tiempo y de
los medios adecuados para ejercer su defensa. Serán nulas las
pruebas obtenidas mediante violación del debido proceso. Toda
persona declarada culpable tiene derecho a recurrir del fallo, con
las excepciones establecidas en esta Constitución y en la ley.

El derecho a la defensa le permite al imputado estar asistido y asesorado


técnicamente, esto es por un profesional del derecho o abogado de su
confianza, lo que se conoce como defensor privado, y en su defecto, por un
defensor público. El derecho de acceso a las actuaciones, a ser informado de
los motivos de su detención, a ser notificado de los cargos que se le imputan,
de acceder a las pruebas que presuntamente cursan en su contra, están
desarrollados en el artículo 127 del Código Orgánico Procesal Penal (2012)
entre los derechos del imputado en correlación con las reglas de actuación
policial en lo atinente al inicio de la investigación por los órganos de
prevención y seguridad, así como por los de investigación o detectivesca en
la práctica de inspecciones, registro y allanamientos.
Ordinal 2º: “Toda persona se presume inocente mientras no se pruebe lo
contrario (…)”. El principio de la presunción de inocencia, consagrado en el
artículo 8º del Código Orgánico Procesal Penal, y en el 8, numeral 2º de la
Convención Americana de Derechos Humanos (1977), comprende a su vez
el de la insuficiencia probatoria y el beneficio de la duda razonable. Implica
que el imputado o acusado no tiene por qué demostrar su inocencia. Y que
mientras su culpabilidad no sea demostrada por la parte acusadora, en deber
del juzgador, declarar su absolución, hasta tanto no estime desvirtuada la
presunción de inocencia con pruebas plenas, contundentes e irrefutables de
la autoría o participación del imputado acusado, en la comisión del delito que
se le atribuye.

3. Toda persona tiene derecho a ser oída en cualquier clase de


proceso, con las debidas garantías y dentro del plazo razonable
determinado legalmente por un tribunal competente,
independiente e imparcial establecido con anterioridad. Quien no
hable castellano, o no pueda comunicarse de manera verbal, tiene
derecho a un intérprete.

Esta garantía va referida al tiempo suficiente que debe concederse al


imputado y por ende a sus defensores, para presentar sus argumentos y
señalar los medios probatorios con que cuente; y hace también referencia al
juez o tribunal independiente e imparcial, cuya noción lleva inmerso el
principio del juicio previo y debido proceso consagrado en el Art. 1º del
Código Orgánico Procesal Penal (2012) e implica el tratamiento del punto
referente a la capacidad subjetiva del juez, cuando está en la obligación de
inhibirse antes de ser recusado, cuando tenga consciencia de encontrarse
comprendido en alguna circunstancia o motivo que comprometa su
imparcialidad u objetividad.

(…) 4.- Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces
naturales en las jurisdicciones ordinarias o especiales, con las
garantías establecidas en esta Constitución y en la ley. Ninguna
persona podrá ser sometida a juicio sin conocer la identidad de
quien la juzga, ni podrá ser procesada por tribunales de excepción
o por comisiones creadas para tal efecto.

Cabe aquí destacar la excepción de los casos de radicación de la


causada, la extradición y la Corte Penal Internacional de la Haya para casos
de delitos de lesa humanidad o de genocidio que hayan tenido trascendencia
internacional. Igualmente la contemplada en el artículo 29 de la misma Carta
Magna referida a crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad y
violaciones graves de derechos humanos, se entiende que no hayan
trascendido internacionalmente, y cuyo conocimiento compete a la
jurisdicción ordinaria aun cuando se trate de un funcionario militar.

5.- Ninguna persona podrá ser obligada a confesarse culpable o


declarar contra sí misma, su cónyuge, concubino o concubina, o
pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de
afinidad. La confesión solo será válida si fuere hecha sin coacción
de ninguna naturaleza.

En razón de ello al imputado o acusado cuando se le toma declaración no


se le exige prestar juramento de decir la verdad porque ello implicaría
obligarlo a reconocer su culpabilidad. En tal orden, su derecho de guardar
silencio o de abstenerse de declarar no tiene por qué perjudicarlo, ya que
mientras la parte acusadora no demuestra su participación o autoría en la
comisión del delito que se le atribuye, su presunción de inocencia no se ve
desvirtuada, y hasta tanto ello no ocurra, debe ser beneficiado por el principio
de insuficiencia probatoria que le permita salir exonerado en el proceso que
se le siga.
Ordinal 6º:- “Ninguna persona podrá ser sancionada por actos u
omisiones que no fueren previstos como delitos, faltas o infracciones en
leyes preexistentes”. Se refiere al principio de legalidad consagrado
igualmente en el artículo 1º del Código Penal (2005). Una implicación del
mismo se encuentra en la improcedencia de la extradición por parte de las
autoridades venezolanas, de un extranjero refugiado en Venezuela, por
hechos que no estén tipificados como delitos en la ley venezolana.
Ordinal 7º: “Ninguna persona podrá ser sometida a juicio por los mismos
hechos en virtud de los cuales hubiese sido juzgada anteriormente”. Es lo
que se conoce como principio de nom bis in ídem, o prohibición de la doble
persecución, relacionado con el efecto de la cosa juzgada (artículos. 21 y 22
del citado Código Orgánico Procesal Penal). Su única excepción la
constituye el recurso de revisión de sentencias condenatorias, previsto en el
artículo 462 eiusdem, el cual procede únicamente para favorecer al
imputado, pues este recurso no existe contra sentencias absolutorias.

8.- Toda persona podrá solicitar del Estado el restablecimiento o


reparación de la situación jurídica lesionada por error judicial,
retardo u omisión injustificados. Queda a salvo el derecho del o de
la particular de exigir la responsabilidad personal del magistrado o
de la magistrada, del juez o de la jueza; y el derecho del Estado
de actuar contra éstos o éstas.

Es una implicación del principio de responsabilidad individual en que


puede incurrir un funcionario público por los daños y perjuicios que su
actuación ocasiones a os particulares por violación de la ley, abuso de
autoridad o desviación de poder consagrado en los Arts. 25 y 139 de la
misma Carta Magna.

Código Orgánico Procesal Penal (2012)


En su artículo 1º “Juicio Previo y Debido Proceso”:

Nadie podrá ser condenado sin un juicio previo, oral y público,


realizado, sin dilaciones indebidas, ante un juez imparcial,
conforme a las disposiciones de este Código y con salvaguarda de
todos los derechos y garantías del debido proceso, consagrados
en la Constitución de la República, las leyes, los tratados,
convenios y acuerdos internacionales suscritos por la República.

Reconoce las disposiciones de los instrumentos internacionales que


conformen el derecho interno de Venezuela en materia de derechos
humanos, y concretamente en lo relativo a las garantías judiciales que deben
observarse en la tramitación y cumplimiento del proceso penal en todas sus
fases.
En su artículo 123, establece:
Derechos Humanos: La Defensoría del Pueblo y cualquier persona
podrán presentar querella contra funcionarios o funcionarias, o
empleados públicos y empleadas públicas, o agentes de las
fuerzas policiales, que hayan violado derechos humanos en
ejercicio de sus funciones o con ocasión de ellas.

La violación de derechos humanos, aparte de ser un delito, no prescribe,


y su conocimiento compete a la jurisdicción ordinaria aun cuando sea
cometida por militares en servicio activo, además de que están excluidas de
los beneficios que puedan conllevar a su impunidad, como el indulto y la
amnistía; pero el supuesto a que hace referencia la transcrita disposición,
alude a la posibilidad, por parte de la Defensoría del Pueblo y de cualquier
persona, para presentar querella, tal y como lo podría hacer la misma víctima
directamente.
En cuanto a la definición de lo que es el imputado o imputada, el artículo
126 establece que es: (…) “toda persona a quien se le señale como autor o
autora, o partícipe de un hecho punible, por un acto de procedimiento de las
autoridades encargadas de la persecución penal conforme a lo establecido
en este Código”. En su artículo 127 “Derechos”, especifica aquellos que
tienen que ver con su intervención en el proceso y las facultades de solicitar
al Ministerio Público que le facilite la posibilidad de hacer valer alegatos y
pruebas que vayan en su descargo.
En cuanto a la reposición del proceso, la renovación del acto o el
cumplimiento de lo omitido, ello procede por vía de la solicitud de declaratoria
de nulidad absoluta de lo actuado a tenor de lo previsto en el artículo 175
“Nulidades Absolutas”:

Serán consideradas nulidades absolutas aquellas concernientes a


la intervención, asistencia y representación del imputado o
imputada, en los casos y formas que este Código establezca, o
las que impliquen inobservancia o violación de derechos y
garantías fundamentales previstos en este Código, la Constitución
de la República, las leyes y los tratados, convenios o acuerdos
internacionales suscritos y ratificados por la República Bolivariana
de Venezuela.
En atención a lo cual, resulta una garantía para el imputado, la posibilidad
de recurrir ante el juez de la causa, en caso de que la nulidad haya acaecido
en fase preparatoria por algún acto de la autoridad policial encargada de la
investigación, o por parte del Ministerio Público; e incluso, contra sus propios
actos viciados, se puede solicitar al mismo juez la renovación del acto, la
reposición del proceso o el cumplimiento del acto omitido, y en caso de
negarlo, la posibilidad de recurrir para ante la Corte de Apelaciones.
CAPÍTULO III

MARCO METODOLÓGICO

Tipo, Nivel y Diseño de la Investigación

En cuanto al campo de conocimientos en que se realiza, conforme al tipo


de razonamiento empleado, es racional; acorde con el tipo de investigación,
es analítica ello sustentado por el propósito del autor, ya que se pretenden
analizar los principios y garantías que amparan al imputado en el proceso
penal en el marco interamericano de los derechos humanos. La investigación
analítica, según Bunge, citado por Hurtado (2012) “es aquella que trata de
entender las situaciones en término de las relaciones de sus componentes.
Intenta descubrir los elementos que componen cada totalidad y las
interconexiones que dan cuenta de su integración”.
En tal sentido, el trabajo se basa en la revisión, organización y posterior
análisis e interpretación de los datos obtenidos de la fuente del derecho
contenidos en los diferentes textos jurídicos, otros estudios relacionados con
la temática, disposiciones legales, normas, doctrinas y jurisprudencias.
En tanto que en lo referente al nivel de conocimientos que se adquieren
esta es una investigación descriptiva, ello en virtud que mediante este tipo de
investigación, se empleó el método de análisis, logrando caracterizar el
objeto de estudio, señalar sus características y propiedades.
De acuerdo a los medios utilizados para obtener los datos, la
investigación presentada es documental, ya que para la adquisición de los
datos requeridos se requirió de la búsqueda de informaciones provenientes
de la revisión de documentos.
En este sentido Alfonso (2009) define la investigación documental: “El
estudio de problemas con el propósito de ampliar y profundizar el
conocimiento de su naturaleza, con apoyo, principalmente en trabajos
previos, información y datos divulgados por medios impresos, audiovisuales
o electrónicos”. (p. 12).
En el caso de la investigación planteada, y de acuerdo al objetivo general
se adopta a un diseño de investigación documental debido a que fueron
consultadas diversas fuentes a fin de obtener un conocimiento amplio tanto
de la problemática planteada como de las bases teóricas que sustentan el
estudio y lograr un análisis objetivo de la situación, para proceder al diseño
de un plan que permita brindar una solución viable a la problemática
planteada.

Unidades de Estudio

Son los documentos a revisar: textos bibliográficos y legales, entre éstos:


la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000), la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre (1948), y como textos
legales enmarcados dentro del sistema interamericano: la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (1977), el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (1966), el Código Orgánico Procesal Penal de
Venezuela (2012), la Constitución de la Nación Argentina (1994), la
Constitución Política de Colombia (1991) y la Constitución Política de Costa
Rica (1949).
En tal sentido, el trabajo se basa en la revisión, organización y posterior
análisis e interpretación de los datos obtenidos de la fuente del derecho
contenidos en los diferentes textos jurídicos, otros estudios relacionados con
la temática, disposiciones legales, normas, doctrinas y jurisprudencias. En
una investigación analítica, cuyas unidades de estudio son los mismos
documentos, la técnica utilizada es la revisión documental y el instrumento es
la matriz de análisis, la cual debe someterse a un proceso de validación y
confiabilidad.
Para la validación del instrumento, puede ser por triangulación de fuentes:
fuentes oficiales con fuentes extraoficiales, pudiéndose también emplear la
validez del constructo, es decir, en base al criterio de expertos en la materia
a través de sus textos editados.

Eventos de Estudio

Son cada una de las unidades de interpretación contenidas en el objetivo


general. En el presente trabajo son: el proceso penal, las garantías judiciales,
y los derechos humanos. Cada sinergia está representada por los objetivos
específicos. Los indicios a su vez contienen el desarrollo teórico y legal que
sirve al logro de los mismos. Análisis por crítica. El análisis debe estar en
correspondencia con la matriz de análisis. Para la realización de este trabajo
de investigación se utilizaron los siguientes criterios: proceso penal,
garantías judiciales y derechos humanos.
El proceso penal es la tramitación de las fases de investigación y
juzgamiento de un imputado, ciñéndose a las reglas establecidas en pro de
una sentencia justa, de manera que se le respeten las garantías que le
asisten, atinentes al ejercicio de su derecho a la defensa (Maldonado, 2004).
Las garantías judiciales son las que competen a los órganos de
investigación, al Ministerio Público y a los tribunales, como integrantes del
sistema de justicia, y cuyo acatamiento implica la recta aplicación de las
normas que refieren la tramitación del proceso, la evacuación de las pruebas
y el pronunciamiento de la sentencia (Pereira, 2011).
Los derechos humanos en el ámbito del proceso penal, implican el
reconocimiento de estas garantías a través del principio de presunción de
inocencia que le ampara a todo imputado hasta tanto no recaiga en su contra
sentencia condenatoria definitivamente firme, y que se haya dictado con
base a pruebas que demuestren plenamente su culpabilidad, obtenidas de
manera lícita; lo cual implica a su vez el derecho que tiene a ser tratado con
respeto a su dignidad humana y a su integridad física (Aguiar, 2010), esto es,
no siendo objeto de privación ilegítima de libertad, tortura, tratos crueles,
inhumanos ni degradantes, y a no ser incomunicado, ni obligado a
confesarse culpable.

Operacionalización de Eventos

Cuadro Nº 1.

Evento 1 Sinergias Indicios


Sujetos El imputado, los órganos
de policía de
investigaciones, la
víctima, el fiscal acusador
el defensor técnico, el
juez o tribunal de Control,
de Juicio, de Ejecución,
la Corte de Apelaciones y
la Sala Penal del TSJ.
La acción penal, su
ejercicio (de oficio, por
Objeto denuncia o por querella),
Proceso Penal la imputación, la
acusación, la apelación.

La orden de apertura a la
investigación, el tipo de
procedimiento (ordinario
Causa o especial), las medidas
de coerción (privativa o
sustitutiva), la decisión (el
sobreseimiento o la
orden de apertura a
juicio); la sentencia
(absolutoria o
condenatoria).

Fuente: Perdomo (2023)


Cuadro Nº 2.
Evento Sinergias Indicios
Oralidad, Inmediatez,
Procesales Publicidad, Igualdad
(atinentes al Concentración,
proceso) Contradicción.

A la defensa (a
comunicarse, a estar
Garantías judiciales asistido, a ser oído
a ser notificado, a ser
Individuales traducido)
(atinentes Legalidad
al imputado) Integridad física
Dignidad Humana
Presunción de Inocencia
Estado de libertad
Juez Natural
Cosa Juzgada.

Fuente: Perdomo (2023).

Técnicas e Instrumentos de Recolección de Datos

Sabino (2009) define la técnica de recolección de datos, como el “...


conjunto de mecanismos, medios y sistemas de dirigir, recolectar, conservar,
reelaborar y transmitir los datos sobre estos conceptos...” (p. 150). En tanto
que un instrumento es, en principio, cualquier recurso con el que pueda
valerse el investigador para acercarse a los fenómenos y extraer de ellos
información; considerando lo expuesto por Sabino (2004), el instrumento
sintetiza en si toda la labor previa de la investigación, resume los aportes del
marco teórico al seleccionar datos que corresponden a los indicadores y, por
lo tanto, a las variables o conceptos utilizados.
Por su parte, Daza (2009) indica que las técnicas están referidas a la
manera de cómo se van a obtener los datos y los instrumentos son los
medios materiales, a través de los cuales se hace posible la obtención y
archivo de la información requerida para la investigación. La recolección se
remite al uso de técnicas, que establecen la forma o reglas para construir los
instrumentos apropiados que permiten el acceso a la información requerida.
Para que pueda tener éxito el desarrollo de cualquier investigación, está
determinada por la acertada y eficiente recolección de datos, los cuales se
obtienen mediante instrumentos preparados de acuerdo con la investigación
que se desarrolla. Con base en lo anterior, las técnicas e instrumentos
aplicados en la presente investigación fueron: la revisión documental, lectura
evaluativa, subrayado y resumen.
La técnica de revisión documental, que es un proceso que abarca la
ubicación, recopilación, selección, revisión, análisis, extracción y registro de
información contenida en documentos, puede ser utilizada para diversos
fines. De hecho, se utiliza para la construcción de la fundamentación
noológica de la investigación, y, en este caso, la búsqueda de la información
está orientada a configurar un punto de partida teórico, conceptual, histórico,
legal y contextual (Hurtado, 2012).
Sin embargo, las técnicas de revisión documental también se utilizan
como una vía para la recolección de datos durante una investigación de
diseño documental o de fuente mixta, ya sea porque las unidades de estudio
son documentos, o porque la información requerida para dar respuesta a la
pregunta de investigación ya fue recolectada por otras personas y se
encuentra consignada en archivos, registros o cualquier otro tipo de
documento.
Lectura evaluativa. Esta técnica de recolección de datos se utilizó para
determinar la validez y la fuerza probatoria de la información disponible, con
respecto al problema planteado en el presente estudio. Su aplicación se
basó según lo establecido por Alfonso (2009), “… en la lectura analítica y
activa, entendiendo por activa aquella lectura en que se establece un
verdadero dialogo entre autor y lector.
El subrayado. Se empleó para focalizar la atención en ciertas partes de un
texto, el cual responde a las necesidades de la investigación, bien sea para
su comprensión y estudio total, o para su posterior análisis crítico, a fin de
extraer algún aspecto que llamó la atención.
El resumen. Se aplicó para extraer las ideas principales de la información
contenida en documentos, de forma tal de restituir las ideas más importantes
mostrando los principales enlaces que los autores establecen en ellas.
Los resultados obtenidos mediante la aplicación de las diversas técnicas
fueron plasmados de forma ordenada y coherente, ello con la finalidad de
evidenciar el logro de cada uno de los objetivos planteados al inicio de la
investigación.
En toda investigación que requiera de fuentes documentales, ya sea para
el desarrollo de la fundamentación teórica, o porque el diseño es documental,
es necesario validar las fuentes. Esta validación consiste en realizar un
examen crítico de tales fuentes a fin de evitar información falsa, prejuiciada o
desviada en la investigación. Para hacer un examen crítico es necesario que
el investigador se plantee en qué medida la información encontrada en los
diferentes documentos es cierta o está sesgada (Hurtado, 2012). La
autenticidad de los diferentes documentos se puede determinar mediante un
conjunto de operaciones analíticas y sintéticas.

Técnicas de Análisis

El análisis requiere la aplicación de un conjunto de técnicas que le


permitan al investigador obtener el conocimiento que estaba buscando, a
partir del adecuado tratamiento de la información recogida. En este sentido,
Kerlinger y Lee (citados por Hurtado, 2012) señalan que analizar implica
categorizar, ordenar, manipular y resumir los datos para responder a la
pregunta de investigación.
En esta investigación se utilizaron como técnicas de análisis de la
información, la categorización y el análisis de contenido. Categorizar, según
Hurtado (2012) es agrupar las respuestas similares, y éstas en categorías
dependiendo del tipo de instrumento y del parámetro que el investigador
haya seleccionado.
En este tipo de análisis se emiten juicios sobre el evento con base a
categoría predeterminadas. La aplicación de esta técnica debe basarse en la
información y no en supuestos, sin presunciones, por ello debe tenerse
conocimiento riguroso sobre el evento. Las categorías a analizar son
predefinidas ya que se está trabajando con conceptos establecidos. Estas
categorías deben plasmarse en la matriz de análisis y se definen con base al
proceso de operacionalización.
Algunos instrumentos propios de la técnica de revisión documental son
las matrices de análisis, las matrices de categorías y las matrices de registro.
Antes de utilizar alguno de los instrumentos propios de esta técnica, es
necesario que el investigador realice los procedimientos de validación de
fuentes, a fin de garantizar que la información obtenida sea fidedigna
(Hurtado, 2012). Una vez realizada la validación, el investigador puede
aplicar con confianza el instrumento respectivo, en este caso, las matrices de
análisis.
Las matrices de análisis son instrumentos diseñados para extraer
información por lo regular, no tan evidente, ya sea de un documento o de una
situación real. La matriz de análisis proporciona criterios para reagrupar o
relacionar entre sí los indicios de un evento en nuevas sinergias que
permiten descubrir en ese evento, aspectos inexplorados, emitir una crítica o
hacer una reinterpretación del evento. Se aplica particularmente en las
investigaciones analíticas, aunque también es útil en cualquier otro tipo de
investigación que requiera de análisis de documentos.
Procedimiento

En principio cabe destacar que las etapas o fases que se cumplieron para
culminar el presente trabajo, éstas se refieren a todos los aspectos
pertinentes en la elaboración del trabajo; siendo entre estos los más
importantes a destacar, las fases de investigación del tema, seguido por la
elaboración del marco teórico, la recolección de datos y consecuentemente
su interpretación y análisis. En este último punto, referido a la interpretación y
análisis del material obtenido, se emplearon las técnicas del estudio para los
trabajos documentales bibliográficos referidas al estudio cualitativo.
Para tal efecto, en este tipo de trabajo se debe hacer referencia a las
etapas cumplidas que fueron las siguientes: (1) Indagación en los
antecedentes previos sobre el tema; (2) Se revisó el material bibliográfico
documental respectivo, implementando las técnicas expresadas en líneas
anteriores; (3) Se desarrolló una perspectiva teórica adecuada a los
planteamientos expuestos; y (4) se construyó el marco teórico.
En este sentido, era imprescindible poder delimitar en el tiempo y el
espacio quien o quienes serían el universo estadístico. El objeto de la
aclaratoria busca establecer una distinción entre los trabajos de campo y los
estudios bibliográficos documentales (Méndez, 2007), de allí que el universo
o población ha sido entendido como un conjunto infinito o finito de seres,
objetos o cosas.
CAPÍTULO IV

ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LOS RESULTADOS

En cuanto a la condición de imputado en el proceso penal, en toda


legislación penal, no solamente venezolana e interamericana sino además
universal, los únicos que pueden ser sujetos activos de la comisión de un
delito o falta en materia penal, son los seres humanos, es decir, las personas
naturales; lo cual descarta la posibilidad de imputación en dicha materia, de
las personas jurídicas. Al tratarse pues, exclusivamente de seres humanos
los únicos entes imputables en materia penal, son las personas naturales. El
hallazgo arroja que debe ser objeto de estudio y tratamiento, en cuanto a los
principios y garantías que le amparan en el proceso penal, el respeto y
reconocimiento de los derechos humanos, por ser inherentes precisamente a
su condición de tales.

Matriz A.

Indicio Aspectos que comprende


 Persona natural (ser humano)
 Imputabilidad (elemento positivo del delito)
Imputado penal  Hecho punible (delito o falta)
 Señalado como autor o partícipe en la perpetración
 El acto de la imputación a cargo del Ministerio Público
en los casos de acción pública; o en la acusación
privada en los casos de acción dependiente de la
instancia de parte y en la acusación como acto
conclusivo del Ministerio Público.

Fuente: Perdomo (2023).


Una vez imputado el individuo, adquiere la calidad de parte en el proceso,
se convierte en sujeto procesal, antepuesto al ejercicio de la acción penal y a
la imputación. Es parte en sentido formal, por lo tanto, es sujeto y no objeto
de investigación, lo último que ocurría en el sistema inquisitivo. Es parte
necesaria y esencial del proceso, ya que, si no hay imputado, no tiene razón
de ser la empresa procesal, se vuelve inútil e inoficiosa. Mientras no cese su
calidad de imputado, debe soportar el peso de la imputación mientras dure el
proceso, y en caso de un fallo definitivo desfavorable, debe someterse a la
condena.
En su calidad de sujeto procesal, le amparan ciertas facultades, elevadas
a la categoría de garantías procesales. Posee el pode de resistirse no sólo a
la acción penal sino a la acción civil, a través del ejercicio de su derecho a la
defensa. Se observan una serie de principios en su favor, que puede hacer
valer, hasta la terminación del proceso.
Para poder ser imputado penalmente un individuo, debe revestir la
condición de imputable. La imputabilidad implica la capacidad de obrar en
materia penal; y en tal sentido, como regla general, todas las personas
naturales, es decir, todos los individuos de la especie humana son
imputables, excepto los inimputables. Por tal razón, conviene destacar las
dos categorías de inimputables: Menores de doce (12) años y enajenados
mentales.
Ello, por cuanto, con el sistema penal de responsabilidad adolescente, se
instituyó la imputabilidad de los que hayan alcanzado la edad de doce años
en adelante; y desde los dieciocho (18) años en adelante, se rige por el
sistema penal ordinario, o sea, de adultos. Y en cuanto a los enajenados
mentales, es la inimputabilidad por comprobarse que el sujeto que cometió la
acción delictiva se encontraba privado de la conciencia y la libertad de sus
actos por causa de enfermedad mental.
Con respecto al hecho cuya comisión se le atribuya, catalogado como
punible (delito o falta); se refiere ello al elemento de la tipicidad, es decir, la
previsión en la ley punitiva del hecho (por acción u omisión); es decir, que la
conducta del sujeto encuadre dentro de un tipo penal; requiriéndose además
en tal caso, el elemento positivo de la antijuricidad, esto es, en sentido
formal, la ausencia de una causa de justificación; y en sentido material, la
capacidad de esa conducta, de lesionar o de poner en peligro el bien jurídico
tutelado.
En cuando al grado de participación, se habla de señalar al imputado
como autor o partícipe en la comisión o perpetración del hecho punible,
consistiendo la autoría en el supuesto en que el individuo comete directa y
personalmente la acción principal; en tan que, al hablarse de partícipe, se
refiere a los casos de complicidad, es decir, cuando ayuda o facilita la
comisión del delito a otro que es el autor principal. En ambos casos procede
la imputación, aunque la pena sea distinta.
En cuanto a quién efectúa la imputación, se tiene que, en los casos de
delitos de acción pública, es decir, enjuiciables de oficio, corresponde al
Ministerio Público; en tanto que, cuando se trata de delitos de acción
dependiente de la instancia de parte, corresponde al agraviado, es decir, a
quien revista la cualidad de víctima o a quien sus derechos representen. En
cuanto a la acusación como acto formal, en los casos de acción pública, le
compete igualmente a la Fiscalía, en tanto que a la víctima le asiste el
derecho de adherirse a esta o bien de presentar acusación particular propia.
En cuanto al segundo objetivo específico, referido a las garantías
judiciales que rigen en el proceso penal al imputado, en el sistema
interamericano de derechos humanos, se tiene que, la sociedad
contemporánea reconoce que todo ser humano, por el hecho de serlo, tiene
derechos frente al Estado, derechos que éste, o bien tiene el deber de
respetar y garantizar, o bien está llamado a organizar su acción a fin de
satisfacer su plena realización.

Matriz B.

Indicio Aspectos que comprende


 Derechos fundamentales
 Consagración en la
Dignidad Humana Constitución o en los Tratados
Internacionales suscritos y
ratificados
 Forma de Estado Social y
Democrático, de Derecho y de
Justicia

Fuente: Perdomo (2023)

Se observa que, el respeto a la persona se concreta en el derecho a la vida y


lo cual tiene una doble exigencia, por una parte, que no se le impida que pueda
vivir y por la otra que se le propicie su viabilidad. En Venezuela, se
transgreden los derechos humanos de los imputados y penados con
privación de libertad; en cuanto al derecho a la vida, los derechos
relacionados con la educación, la salud, la protección social y legal.
Cierto que el acrecentamiento de la población penitenciaria es un factor
desencadenante en la trasgresión de los derechos humanos, pero el poder
público debe ejercerse al servicio del ser humano; no puede ser empleado
lícitamente para ofender atributos inherentes a la persona y debe ser
vehículo para que ella pueda vivir en sociedad en condiciones cónsonas con
la misma dignidad que le es consustancial.
Los derechos humanos, son el conjunto de atributos, facultades,
privilegios, libertades, característico e inseparable, al entorno del hombre,
cuya actuación repercute esencialmente para el perfeccionamiento sistémico
del ser humano que habita en una comunidad legalmente constituida. Estos
derechos son inherentes a la persona desde su nacimiento, por lo tanto,
existen independientemente que sean o no reconocidos por la Carta Política
Fundamental y demás leyes.
Son un conjunto de deberes nomotéticos o legales de los Estados
instaurados para que todos los integrantes de la sociedad dispongan de una
existencia conforme a los parámetros impuestos por el Estado, sin distinción
que le impidan desenvolverse en toda su capacidad, con prosperidad y
seguridad. El hombre tiene derechos, no porque el Estado o las leyes se los
reconocen; el hombre es poseedor de derechos porque éstos son inherentes
a su condición humana.
La importancia de éstos parece registrarse en una doble área. Una, la
del terreno teórico; otra, la del práctico. Ambas coinciden en la afirmación de
su relevancia actual. Por lo que al primer aspecto se refiere, los derechos
humanos figuran en casi todas las constituciones de los Estados del
mundo. La presencia de los derechos humanos en las leyes fundamentales
de las nacionales es considerada hoy como una de las piezas
fundamentales de la democracia contemporánea. La noción de derechos
humanos se corresponde con la afirmación de la dignidad de la persona
frente al Estado.
El análisis de los derechos humanos, en relación a su esclarecimiento
filosófico, psicológico o jurídico, conduce pues a una axiomática deducción:
todos los derechos humanos exteriorizan, el principio de la integridad y de las
prerrogativas, de los seres humanos, social e individualmente. En definitiva,
el concepto de Derechos Humanos, es histórico y universal.
Como se ha advertido previamente, los derechos humanos, existen desde
la propia concepción de la persona, en el útero materno, en tanto que, los
Estados están forzados a reconocer y acatar, obedecer y honrar, garantizar y
resguardar, impulsar e indemnizar las exigencias múltiples de estas
libertades inherentes a la persona humana.
Precisando que esa exigencia se refiere a todo, que es debido a la persona
en todos sus niveles, tanto en el aspecto individual como social, por lo tanto, es
una realidad incuestionable en toda persona que le pertenece por estricta justicia
asociadas a su condición natural, a su manera más íntima de ser; precisa
luego que ese reconocimiento tiene carácter universal pues alcanza a todas
las personas del mundo con lo cual se está aceptando la condición social del
hombre.
En el umbral de los derechos humanos no procede apropiadamente de la
declaración de los Estados; mucho menos, porque las Cartas Políticas
Fundamentales o las leyes, así lo determinan; por el contrario, las personas
humanas tienen derechos inherentes a su condición de ser humano, son
titulares de los derechos humanos, desde su creación o formación, inclusive
biológica, indiferente de su categoría o estirpe, advenimiento o ciudadanía,
todos los seres humanos, tienen derechos.
Nadie está acreditado para mercantilizar o renunciar a sus derechos. Los
derechos humanos son imprescriptibles, generales, sistémicos, integrales,
acumulativos e inalterables. Por lo tanto, no caducan. Son de obligatorio
cumplimiento e inviolables, es decir, ninguna autoridad o Nación está
acreditada o respaldada legalmente para demoler, excluir, transgredir o
apalear los derechos humanos.
Por otro lado, los derechos fundamentales de los penados, entiéndase:
los condenados, cuyas sentencias han quedado definitivamente firmes, son
coartados, delimitados, circunscritos. Verbigracia, las penas privativas o
restrictivas de libertad, menoscaban el derecho al libre tránsito por el
territorio nacional. Así las cosas, las penas no corporales, circunscriben el
goce de diferentes derechos humanos primordiales.
La interdicción civil por condena penal y la inhabilitación política, privan al
justiciable cuya sentencia condenatoria ha resultado definitivamente firme, de
la disposición de sus bienes por actos entre vivos y de la administración de
los mismos, de la autoridad marital y de la patria potestad, así como del
ejercicio de los derechos contemplados en la Sección Primera del Capítulo
IV, Título III de la Carta Política Fundamental Venezolana (2000). La
limitación de éstos derechos debe interpretarse de forma taxativa,
restringida, determinada.
En cuanto al tercer objetivo específico, referido a las normas del sistema
interamericano que rigen la actuación de los órganos judiciales en la
tramitación del proceso penal, oral y acusatorio, que rige todos los Estados
democráticos que integran el continente americano, y que sustituyó al
anterior, que era escrito e inquisitivo, la acción penal, en las causas por
delitos de acción pública es ejercida por el Ministerio Público, quien, como
representante del Estado, debe actuar de buena fe, teniendo como norte la
búsqueda de la verdad a fin de lograr que se haga justicia, de modo que, si
de las diligencias de investigación realizadas y de las prueba recabadas,
resulta que el imputado es inocente, está en deber de solicitar el
sobreseimiento al juez que esté conociendo la causa.

Matriz C.

Indicio Aspectos que comprende


 Juicio previo y debido proceso sin dilaciones
indebidas y ante un juez o tribunal preexistente
e imparcial
 Control judicial del proceso a través de las
Normas procesales nulidades
 Nulidades relativas de los actos procesales
viciados
 Reposición del proceso, subsanación del vicio
mediante la renovación del acto írrito o para el
cumplimiento del acto omitido.
 Saneamiento o Convalidación.
 Nulidades absolutas de los actos concernientes
a la intervención, asistencia o representación del
imputado, o a los principios de oralidad,
contradicción, concentración y publicidad
consagrados en la Constitución, el Código
Procesal Penal, y los tratados internacionales
suscritos y ratificados en materia de derechos
humanos.
Fuente: Perdomo (2023)
Con la entrada en vigencia del nuevo sistema, blindado con múltiples
principios que lo rigen y que caracterizan sus bases de garantista, los cuales
hacen del sistema un mecanismo procesal respetuoso de los derechos
establecidos en la Constitución de la República, y que son desarrollados en
el Código Procesal Penal de cada país, y en defensa de los derechos
humanos vienen a suprimir los postulados del sistema inquisitivo que regía
anteriormente, y bajo cuyo imperio se violaban impunemente todos los
derechos inherentes al ser humano, amén de las corruptelas y trampas que
se presentaban tan frecuentemente en el sistema derogado, que por ser
secreto y escrito se prestaba a los vicios, sobornos y alteraciones de los
expedientes.
Primeramente, el derecho de todo imputado a no ser condenado sin que
previamente se haya celebrado un juicio oral y público, sin dilaciones
indebidas y ante un juez o tribunal creado con anterioridad y que actúe con
garantía de imparcialidad; lo cual implica la posibilidad de inhibirse y de ser
recusado por cualquier motivo en que ésta se vea comprometida; con
observancia de todas las garantías y principios que consagra la Constitución,
el Código de Procedimiento Penal y los tratados internacionales suscritos y
ratificados por la República en materia de derechos humanos.
De modo que, la ley adjetiva o código procedimental en materia penal,
prevé la facultad de las partes, no sólo de recusar al juez y a cualquier otro
funcionario judicial o auxiliar de justicia, sino además, de recurrir de cualquier
decisión que se estime contraria a derecho, o de cualquier acto viciado,
solicitar su nulidad.
El juicio previo está relacionado con el principio de exclusivismo de la ley
o de legalidad, por el cual toda persona tiene derecho a que se le juzgue
conforme, no sólo a una ley que establezca previamente el delito y la pena,
sino también a una ley que señale el procedimiento a seguir. En virtud de
este postulado, nadie puede ser condenado sin ser sometido previamente a
un juicio penal, oral y público. En cuanto al debido proceso, existe la
necesidad de un Juez imparcial, que no tenga más interés que el de
administrar justicia.
También resulta necesaria la observancia de todos los derechos y
garantías en el proceso, así como que el juicio se realice sin dilaciones
indebidas, es decir, sin retrasos o demora alguna, lo que está vinculado con
el principio de preclusión, por el cual el proceso penal debe ir siempre hacia
adelante en el tiempo, buscando constantemente el resultado procesal
natural, o sea, la sentencia firme.
En el sistema acusatorio, para condenar a una persona, es necesario
demostrar su responsabilidad en juicio oral y público, con todas las garantías
procesales, a menos que decida admitir los hechos en una audiencia
preliminar, igualmente con todas sus garantías.
Esto en lo atinente a las normas que rigen la tramitación del proceso en
sus diferentes fases, previéndose la posibilidad de sanear el acto e incluso
de convalidarlo, si el vicio que lo afecta no vulnera los principios
fundamentales consagrados en favor del imputado, atinentes a su derecho a
la defensa, a ser notificado de los cargos que se le atribuyen, de acceder a
las actuaciones para enterarse de las pruebas que obran en su contra; a ser
oído, a ser asistido desde el inicio del proceso por un abogado de su
confianza, y por un intérprete en caso de no hablar o comprender el idioma
oficial; de comunicarse con sus familiares; de no ser obligado a reconocer o
confesar culpabilidad; y de guardar silencio en caso de no querer declarar.
El derecho a la dignidad humana es aplicable a quienes sean citados
como testigos y puedan suponer que se les trata de incriminar de manera
tácita o indirecta, todas las personas que se encuentren en esta condición
pueden solicitar estar acompañadas por un abogado de su confianza por
razones obvias. La autoridad actuante no podrá negarse, (bajo pena de
nulidad del acto procesal de que se trate) a permitir la presencia del abogado
en cuestión, porque lo que aquí se tutela es la conversión potencial del
testigo en imputado. La función del abogado será, en los términos de esta
disposición, evitar presiones indebidas sobre la persona llamada a declarar y
evitar responda desprevenidamente a preguntas que pudieran
comprometerle.
El predominio absoluto de la oralidad y de la inmediación en casi todas las
fases del proceso y la obligación establecida tanto para jueces de control,
como para los tribunales de juicio, de decidir inmediatamente después de los
actos procesales, determinan prácticamente la imposibilidad de que las
decisiones sean demoradas o diferidas de manera indefinida. Sin embargo,
el solo deseo de celeridad por parte del legislador, no garantiza per se, la
prontitud de la solución de los procesos.
La justicia debe impartirse oportunamente, no se puede hablar de
verdadera justicia cuando ésta se imparte tardíamente, cuando se ha
incurrido en una dilación de tal magnitud que, al dictarse la sentencia, ésta
pasa a convertirse en un simple texto carente de capacidad para producir
efectos en la realidad.
Es frecuente que, por el paso del tiempo, para el momento del fallo ya los
involucrados en el proceso hayan capitulado en su fe hacia el sistema,
entronizando, como es de suponer, el desorden institucional, y
sobreponiendo la fuerza al Derecho. Es por ello que todos los jueces de la
República tienen el inexorable deber de decidir sobre los asuntos que les
sean planteados con la celeridad procesal, que responda a las exigencias del
debido proceso en cuanto a una justicia expedita y oportuna.
CAPÍTULO V

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Conclusiones

Con respecto al primer objetivo específico, referido a las condición del


imputado en el proceso penal, éste es sujeto de derecho en cuanto al goce
y ejercicio efectivo de las garantías judiciales consagradas en su favor a
través de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000)
en su parte dogmática, como Estado Social y Democrático de Derecho y de
Justicia que propugna entre sus valores la preeminencia de los derechos
humanos, y por ende, reconoce en éstos, los principios de progresividad,
intangibilidad e inalienabilidad de los mismos, así como la no discriminación
en el goce y ejercicio efectivo de estos derechos.
En cuanto al carácter de preeminencia de las normas constitucionales y
de los tratados, pactos y convenciones internacionales que formen parte del
derecho interno venezolano, en cuanto contengan normas al efecto más
favorables que las previstas en dicha Carta Fundamental, ello se relaciona
igualmente con el carácter de irretroactividad de la ley en tanto no imponga
mayores penas ni tipifique como punible un hecho cometido con
anterioridad a su entrada en vigencia.
La consagración de la responsabilidad individual de todo funcionario por
los daños que ocasione a particulares en ejercicio de sus funciones
públicas, lleva inmersos a su vez, el derecho a la tutela judicial efectiva, es
decir, de acceder a una justicia expedita, breve, celera, transparente,
gratuita, equitativa; que implica el de acceder a los órganos de una
administración de justicia autónoma e independiente; y de solicitar amparo
en el goce y ejercicio efectivo de tales derechos cuando se vean violados o
amenazados de violación y a exigir el restablecimiento del orden jurídico
infringido o al que más se asemeje.
Aquí fue preciso recordar las críticas a las alternativas del proceso que se
podían observar de la lectura fundamentalmente de los tratadistas y
procesalitas españoles, razón por la cual los comentaristas insisten en la gran
importancia práctica del proceso penal, respetando el principio de legalidad,
para analizar el hecho que se presentase, en relación a las variadas
circunstancias que rodeasen al mismo.
Por lo tanto, la ciencia del derecho penal era eminentemente práctica, y así lo
afirmó Benavides (2006), respecto a que se trataba de analizar los
problemas tradicionales de la conducta humana que va a llevar a lograr una
administración de justicia eficaz basada en una organización igualitaria
para la aplicación de la ley.
Razón por la cual, en Venezuela, tanto la Constitución de la República
(2000) como la ley procesal penal sientan dan las bases, con el respeto de
las garantías constitucionales para la solución del caso concreto con el
afianzamiento de los poderes de los jueces, las funciones de los
secretarios y los alguaciles.
El fiscal es el que asume y coordina la instrucción del caso, razón por la cual,
se dan en ese país, situaciones de comprobación del hecho y recolección
de elementos probatorios que mantienen su eficacia para el proceso
respetándose el derecho de contradicción de las partes; situación que en nosotros
no es legalmente posible.
Ejemplo de ello, un caso patente para esclarecer este problema, cuando
la policía recibía una denuncia por homicidio, tomaba declaración a un testigo
único con la presencia del Fiscal (respetando las normativas procesales) y con
base a tal declaración el fiscal llevaba al Juez el respectivo impulso
para la detención judicial preventiva del investigado; ocurría que
transcurridos seis meses, ese testigo, debido a los problemas sociales, no se
ubicaba para ser citado, y por lo tanto no comparecía a juicio, por lo cual, bajo
tales circunstancias, el tribunal de acuerdo a la ley, necesariamente debía
producir una sentencia absolutoria por ausencia de pruebas contra el
imputado.
La Carta Magna Bolivariana, en su mencionada parte dogmática, es
decir, la que se encarga de enumerar los derechos y garantías individuales
de cada habitante de la República, consagra, entre los derechos civiles, el
derecho a la vida, por lo cual descarta la posibilidad de que se implante la
pena de muerte.
Consagra asimismo el derecho a la libertad y seguridad personales, no
pudiendo nadie ser preso ni detenido preventivamente sino en virtud de una
orden judicial, salvo que sea sorprendido in fraganti en la comisión de algún
hecho punible que merezca pena corporal; a su integridad física, psíquica y
moral; por lo cual no se permiten la tortura ni ningún tipo de tratos crueles,
inhumanos ni degradantes, ni penas perpetuas, ni que trasciendan a la
persona del penado ni condenas infamantes.
Igualmente garantiza la inviolabilidad del hogar doméstico, por lo cual no
puede efectuarse ningún allanamiento de morada ni registro de recinto
privado sino en virtud de una orden judicial; el derecho a la inviolabilidad del
secreto de las comunicaciones, por lo que sólo pueden ordenarse
ocupaciones de cartas, archivos, libros y documentos, así como autorizarse
interferencia de números telefónicos previa solicitud del Ministerio Público
como parte de buena fe en el proceso de investigación y garante de la
legalidad del mismo.
En cuanto al segundo objetivo específico, referido a las reglas de
actuación de los funcionarios judiciales, el respeto a los derechos y
garantías que asisten a todo imputado en el desarrollo de la fase
investigativa y en la tramitación del proceso penal, deviene de una serie de
reglas de actuación policial que le prohíbe a los órganos de policía de
investigaciones y a sus auxiliares, hacer uso de la fuerza y utilizar armas
cuando no sea estrictamente necesario; infligir, instigar o tolerar acto alguno
de tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes; presentar al
detenido al escarnio público ni a los medios de comunicación cuando ello
pueda afectar la transparencia del proceso de investigación.
Las reglas de una debida actuación policial que no vaya en detrimento
de los derechos humanos del imputado implican también la obligación de
los funcionarios de identificarse y cerciorarse asimismo de la identidad de
las personas contra quienes procedan, salvo en los casos de flagrancia;
informarle de sus derechos en el mismo ato de la aprehensión;
comunicárselo a sus parientes o demás personas relacionadas con el
detenido y asentar el lugar, día y hora de la detención en acta inalterable.
El respeto a los derechos del imputado implica también la observancia
de los deberes que atañen al Ministerio Público como titular de la acción
penal en los delitos de acción pública, como garante de la legalidad, es
decir, de la validez del proceso y como parte de buena fe en el mismo; lo
cual se ve reforzado con el deber de abstenerse de solicitar la medida
cautelar privativa de libertad cuando no sea necesaria. La Carta Magna y
las normas sobre ética del juez o jueza venezolano o venezolana consagran
la autonomía e independencia de los jueces en sus decisiones y establecen
que éstos sólo deben obediencia a la ley.
Con respecto al tercer objetivo específico, referido a las normas que
pautan la tramitación del procedimiento penal en sus diferentes fases,
desde que se produce la aprehensión del imputado en circunstancias de
flagrancia, o de que es imputado por el Ministerio Público en caso de no
hallarse detenido, las reglas que informan el debido proceso, que implican
la defensa y la asistencia jurídica gratuita por parte del Estado en caso de
no contar con un abogado privado de su confianza.
Igualmente, el derecho a comunicarse con éste y con sus familiares, y
de ser asistido por un traductor o intérprete en caso de o hablar y de no
comprender el idioma castellano; a presumírsele inocente y a ser tratado
como tal hasta no ser declarado culpable mediante sentencia
definitivamente firme; a ser oído, de ser notificado de los cargos que se le
imputan y de acceder a las pruebas que presuntamente obren en su contra.
Asimismo a ser juzgado por sus jueces naturales, a conocer la identidad
del juez que lo juzga; a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho, a no
ser imputado ni acusado sino por virtud de un presunto hecho punible
tipificado por ley preexistente; y derecho a solicitar el restablecimiento de la
situación jurídica infringida en caso de sufrir injustamente una lesión en sus
bienes o en su persona como consecuencia de alguna actuación arbitraria
por parte de algún funcionario público en el ejercicio de sus funciones o por
razón de su cargo.
Disposiciones todas estas que se ven reforzadas por la obligación que
impone al Estado de perseguir y sancionar legalmente los delitos contra los
derechos humanos, cuyas violaciones graves, así como los delitos de lesa
humanidad son imprescriptibles, su enjuiciamiento corresponde a la
jurisdicción ordinaria, y están además excluidos del indulto, la amnistía y de
cualquier otro beneficio del proceso penal que conlleve a su impunidad.
En el mismo orden, el texto constitucional impone al Estado la obligación
de indemnizar integralmente a las víctimas de violaciones de estos
derechos que les sean imputables y prevé la posibilidad para las víctimas
de estas violaciones, de acudir a los organismos internacionales con
competencia en materia de derechos humanos, y la obligación del Estado
de adoptar las medidas tendentes a la ejecución de los fallos proferidos por
los mismos.
No solamente toda esta gama de disposiciones constitucionales con
base en instrumentos internacionales suscritos y ratificados por la
República, como la Convención Americana de Derechos Humanos (1977)
sirven de garantía a los derechos humanos del imputado en el proceso
penal, a fin de impedir que sea objeto de una detención arbitraria, de sufrir
daños injustos en su integridad personal, en sus bienes, en su privacidad;
sino además, en el resto de los instrumentos normativos que conforma el
derecho interno venezolano, por lo cual, la trasgresión a cada uno de esos
derechos y garantías está tipificada como delito.
En razón de ello, el mismo Código Procesal sanciona con la nulidad
absoluta, a todo acto que se dicte en contravención o con inobservancia de
las condiciones previstas en él; así como en la Carta Magna, las leyes o en
los tratados, pactos o convenciones internacionales suscritos y ratificados
por la República; siendo que, las disposiciones de dichos instrumentos, en
cuanto prevean condiciones más favorables para el goce y ejercicio de los
derechos humanos, prevalecen y son de aplicación inmediata y directa por
parte de los tribunales y demás órganos del Poder Público.
Finalmente, es indudable traer a colación el adagio de que justicia tardía
no es justicia, en el sentido de que, el retardo procesal por incumplimiento
de los lapsos y términos, más aun en los casos en que, a la final el acusado
resulte ser inocente, o al menos declarado absuelto aunque sea por
insuficiencia de pruebas, va en detrimento de los derechos humanos en
esta materia del proceso penal, por lo cual estos instrumentos consagran
los principios de concentración y celeridad; sin dilaciones indebidas, sin
formalismos o reposiciones inútiles.
En razón de ello, el Código Orgánico Procesal Penal (2012) establece el
carácter preclusivo de los lapsos para la presentación de los actos
conclusivos, para la celebración del juicio y para el dictado de las
decisiones interlocutorias y definitivas, no sólo en resguardo al derecho a
obtener con prontitud la decisión correspondiente, sino además al derecho
a ser juzgado en libertad.
Por lo cual establece el derecho del imputado a salir en libertad cuando,
habiendo sido objeto de medida judicial privativa, el Ministerio Público no le
formule acusación en un plazo máximo perentorio; y asimismo, cuando
transcurra más del término que el respectivo delito tenga asignado como
límite mínimo de pena, sin que en ningún caso la medida de coerción
personal, privativa o sustitutiva, pueda exceder del plazo de dos (2) años,
que es cuando opera lo que se conoce como el decaimiento de la medida,
salvo que el Ministerio Público solicite fundadamente una prórroga, la cual
el juez le concederá o negará según las circunstancias y previa la
realización de una audiencia a tal efecto, a los fines de oir las razones del
imputado y su defensor.

Recomendaciones

Con respecto al primer objetivo específico, atinente a la condición del


imputado penal en el marco internacional de los derechos humanos, se
sugiere hacer hincapié en los principios y garantías que desde el punto de
vista judicial le asisten, esto es, en las diferentes fases del proceso, desde
el inicio de la investigación, por lo cual se hace necesario velar por el
estricto cumplimiento de los lapsos que tienen las autoridades de policía y
cualquier aprehensor en los casos de flagrancia, para ponerlo a disposición
del Ministerio Público, y luego éste, presentarlo ante un juez de la fase de
control penal, a fin de oír su declaración.
De esta forma se le permite desde un primer momento ejercer su
derecho a la defensa, asistido por un profesional técnico en la materia, es
decir, un abogado, y además, estar asistido de un traductor o intérprete
público en caso de que no hable o comprenda el idioma oficial. Si esto no
se cumple, se hace imprescindible solicitar la nulidad de la aprehensión y
por consiguiente, de todo lo actuado, por aparecer viciado en cuanto a que
no se dio cumplimiento a los principios consagrados en la legislación sobre
la materia.
Igualmente constituye un derecho de la condición de imputado y no de
condenado a priori, que se le dispense el trato de presunto inocente, es
decir, que, en todo momento, mientras no se dicte sentencia condenatoria
definitivamente firme, al imputado debe tratársele en términos de
presunción en cuanto a su autoría o participación en la comisión del hecho
que se investiga o que sea objeto del juicio, según la fase del proceso en
que se encuentre.
En cuanto al segundo objetivo específico, referido a las reglas de
actuación policial, constituyen igualmente un mandato legal y de rango
constitucional por guardar relación con la preeminencia que la Carta Magna
otorga a los instrumentos internacionales suscritos y ratificados en materia
de derechos humanos; por lo cual se recomienda, en caso de violación o
transgresión de dichas reglas, proceder a denunciar con pruebas y testigos,
los abusos, excesos o actuaciones arbitrarias que ejecuten los funcionarios
encargados de la investigación penal a fin de ponerle freno e impedir de
esa forma que se sigan cometiendo, incluyendo además la posibilidad que
la ley concede, de acudir a los organismos competentes, como la
Defensoría del Pueblo y la misma Fiscalía del Ministerio Público.
En cuanto al tercer objetivo específico, referente a la tramitación del
proceso penal, en el ámbito jurisdiccional, esto es, ante los tribunales
penales, se recomienda, en caso de observarse una violación o
transgresión por parte del representante fiscal o del mismo juez, en cuanto
al respeto y acatamiento de los derechos del imputado, solicitar la nulidad
de lo actuado en contravención a los principios que rigen dicho proceso; ya
que la Carta Magna Bolivariana prevé incluso la posibilidad de acudir a
instancias de organismos internacionales, en caso de no obtener una
respuesta satisfactoria a la solicitud de restablecimiento de la situación o
del orden jurídico infringido.
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