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DELEGACIÓN
Por:
PEDRO ALFONSO HERNÁNDEZ1
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Abogado Universidad Nacional de Colombia. Postgrados en Derecho Constitucional, Administración
Municipal y Gestión Pública en la Universidad Javeriana, Instituto Brasileño de Administración Municipal –
IBAM – Río de Janeiro, Instituto Internacional de Administración Pública –IIAP París y Universidad de París
II. Se ha desempeñado como Jefe de Contratos de TELECOM, Magistrado Auxiliar de la Corte
Constitucional y Presidente de la Comisión Nacional del Servicio Civil – CNSC. Autor de varias
publicaciones, entre ellas Descentralización, Desconcentración y Delegación en Colombia – Legis 1999. En la
actualidad, Presidente de la firma P.A.H. Abogados; Presidente de la Corporación Función Pública – C.F.P.,
Vicepresidente del Colegio de Abogados en Derecho Disciplinario -CADD; Conjuez de la Sala Disciplinaria
del Consejo Superior de la Judicatura; Conjuez del Tribunal Administrativo de Cundinamarca y Profesor en
los Departamentos de Postgrado de Derecho Administrativo y de Derecho Laboral de la Universidad
Externado de Colombia y profesor de la Maestría en Derecho en la Universidad Nacional de Colombia.
PRESENTACIÓN
Por último, es del caso señalar que este documento está elaborado con base
en los principios y reglas constitucionales y legislativas en la materia y que
expresa únicamente la apreciación personal del autor en este tema. Se
incluyen algunas pocas referencias de carácter jurisprudencial. Por ello,
como no tiene la pretensión de constituirse en un estudio de derecho
comparado ni en debate doctrinal sobre la materia, no hay referencias a
textos nacionales o extranjeros que desarrollen el tema.
I. ASPECTOS GENERALES SOBRE LA DELEGACIÓN
La delegación es una figura del derecho público, que cuenta con diferentes
manifestaciones reconocidas en la Constitución Política.
Los artículos 300.9 y 313.3 consagran la figura de las facultades pro tempore a
través de la cual asambleas departamentales y concejos distritales y
municipales están facultados para delegar al gobernador y al alcalde,
respectivamente, el ejercicio de funciones que corresponden a la corporación
pública.
El artículo 301 establece que la ley señalará los casos en los cuales las 7
asambleas departamentales podrán delegar en los concejos municipales las
funciones que ella misma determine.
El artículo 318 señala que una de las funciones de las junas administradoras
locales es la de ejercer las funciones que les deleguen el concejo municipal y
otras autoridades locales.
El artículo 321 dispone que las provincias se organizarán para el
cumplimiento de las funciones que les deleguen entidades nacionales o
departamentales y las que les asignen la ley y los municipios que las
integran.
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En fallos de la Corte Constitucional se señala que la descentralización, la desconcentración y la delegación
conforman los principios orgánicos u organizativos previstos en el artículo 209 de la Constitución.
Como principio de funcionamiento que es, la Constitución y la ley admiten
la delegación para el ejercicio de varias funciones públicas: de la función
legislativa (art. 150.10 y L. 5ª), de la función administrativa (art. 209 y L. 489,
art. 9 a 14) y de la función de control fiscal (art. 267 y L. 610, art. 64).
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II. LA DELEGACIÓN EN LA FUNCIÓN ADMINISTRATIVA
La ley establecerá los recursos que se pueden interponer contra los actos de los
delegatarios.
Sin perjuicio de las delegaciones previstas en leyes orgánicas, en todo caso, los
ministros, directores de departamento administrativo, superintendentes,
representantes legales de organismos y entidades que posean una estructura 15
independiente y autonomía administrativa podrán delegar la atención y
decisión de los asuntos a ellos confiados por la ley y los actos orgánicos
respectivos, en los empleados públicos de los niveles directivo y asesor
vinculados al organismo correspondiente, con el propósito de dar desarrollo a
los principios de la función administrativa enunciados en el artículo 209 de la
Constitución Política y en la presente Ley.
Artículo 11. Funciones que no se pueden delegar. Sin perjuicio de los que
sobre el particular establezcan otras disposiciones, no podrán transferirse
mediante delegación:
Artículo 12. Régimen de los actos del delegatario. Los actos expedidos
por las autoridades delegatarias estarán sometidos a los mismos requisitos
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establecidos para su expedición por la autoridad o entidad delegante y serán
susceptibles de los recursos procedentes contra los actos de ellas.
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El Parágrafo del artículo 12 fue declarado exequible por la Corte Constitucional en la Sentencia C-727/00.
especiales, el Presidente de la República podrá delegar en los ministros,
directores de departamento administrativo, representantes legales de
entidades descentralizadas, superintendentes, gobernadores, alcaldes y
agencias del Estado el ejercicio de las funciones a que se refieren los
numerales 13, 20, 21, 22, 23, 24, 26, 27 y 28 del artículo 189 de la
Constitución Política.
Estos convenios estarán sujetos únicamente a los requisitos que la ley exige
para los convenios o contratos entre entidades públicas o
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interadministrativos.6
6
El artículo 14 de la Ley 489 contenía un Parágrafo que fue declarado Inexequible por la Corte
Constitucional en la Sentencia C-727/00. El siguiente era el contenido de la norma: “Parágrafo: Cuando la
delegación de funciones o servicios por parte de una entidad nacional recaiga en entidades territoriales, ella
procederá sin requisitos adicionales, si tales funciones o servicios son complementarios a las competencias ya
atribuidas a las mismas en las disposiciones legales. Si por el contrario, se trata de asumir funciones y
servicios que no sean de su competencia, deberán preverse los recursos que fueren necesarios para el ejercicio
de la función delegada”. Estas fueron las razones por las cuales la Corte declaró la inexequibilidad: “A juicio
de la Corte, la exigencia de llevar a cabo un convenio entre delegante y delegataria, en todos aquellos casos
de delegación de funciones de organismos o entidades del orden nacional a favor de entidades territoriales,
no puede admitir excepciones. Ello por cuanto dicha delegación, si se lleva a cabo unilateralmente por el
organismo nacional, vulnera de manera flagrante la autonomía de la entidad territorial, a quien no compete
constitucionalmente llevar a cabo las funciones y competencias delegadas. La Carta es cuidadosa en la
defensa de esta autonomía y por ello, para el reparto definitivo de competencias entre la nación y las
entidades territoriales, ha diseñado mecanismos rigurosos, a través de trámites legislativos exigentes, como
los propios de las leyes orgánicas. Adicionalmente, la disposición no define la manera de establecer la
complementariedad o similitud de las funciones de las entidades comprometidas en la delegación, ni la
autoridad competente para ello, por lo cual el concepto resulta impreciso y vago, comprometiendo aún más
la autonomía territorial. Por ello, la Corte estima que el mencionado parágrafo debe ser retirado del
ordenamiento. Una vez pronunciada la referida inexequibilidad, conforme con lo dispuesto por el inciso
primero de la disposición, toda delegación de funciones entre entidades nacionales y territoriales, operará en
virtud de convenio en el que se definan los derechos de la delegante y la delegataria, y los recursos que
fueren necesarios para el ejercicio de la función delegada, dentro del marco de las disposiciones
presupuestales y de planificación. ”
Es de resaltar que los contenidos normativos previstos en el artículo 211 de
la Constitución Política y en los artículos 9 a 14 de la Ley 489 se refieren a la
regulación general de la delegación en la función administrativa. Además de
éstos, hay desarrollos legislativos de la delegación en algunos ámbitos
administrativos específicos como la contratación estatal o el ordenamiento
territorial (Leyes 80, 136 y 1150).
3. Intervinientes en la delegación
Como titular del empleo o función es el único legitimado para delegar. Por
ello, si el ejercicio de una función específica es autorizado o transferido a
otro por autoridad distinta a su titular, se estará ante una figura jurídica
diferente a la delegación. Por ejemplo, cuando la ley asigna a la
superintendencia o al empleo de superintendente o de superintendente
delegado funciones jurisdiccionales o de inspección, vigilancia o control de
una determinada actividad o sector económico, tales determinaciones no
hacen parte del ámbito de la delegación sino de la asignación de funciones.
En mi criterio, en la delegación el único legitimado para delegar es el titular
del empleo o función.
4. Decisiones en la delegación
En relación con estos últimos, “Los actos expedidos por las autoridades
delegatarias estarán sometidos a los mismos requisitos establecidos para su
expedición por la autoridad o entidad delegante”. (L. 489, art. 12)
Como éste es un tema que hace parte del ámbito de configuración del
legislador, bien podrán fijarse reglas diferentes para la delegación en cada
función pública o incluso criterios diferentes en algunos eventos de la
delegación en la función administrativa.
Así, entonces, en materia de recursos contra los actos del delegatario deberá
tenerse en cuenta en cada caso el correspondiente desarrollo legislativo pues
la regla general prevista en el artículo 12 de la Ley 489 no resulta de
aplicación en todos los eventos de delegación en la función administrativa.
Por ser un principio de derecho, la existencia de ley especial en la materia
prevalecerá sobre esta regla general.
Se suele afirmar que, en todos los eventos, la delegación es una opción para
el delegante. Es usual asignar responsabilidad a los servidores públicos bajo
el presupuesto que fue su voluntad delegar y se les recrimina porque su
decisión fue delegar a pesar de haber podido abstenerse de hacerlo.
Así, entonces, mientras que las funciones son de los empleos, la competencia
es de los empleados.7
7 La “Competencia” tiene otra acepción, desde la visión de las “competencias laborales”, como el conjunto de
conocimientos, habilidades, aptitudes, actitudes y valores que hacen que pueda desarrollar con eficiencia una
determinada actividad, en un contexto determinado. Esta versión de la “competencia”, que tiene un papel
relevante en el régimen disciplinario, no está asociada con el objeto de la delegación sino con las calidades de
delegantes y de delegatarios.
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En el sentido de que la delegación recae sobre la autoridad o competencia que ostenta el delegante para el
ejercicio de las atribuciones o funciones a su cargo, pueden verse los artículos 12 de la Ley 80 de 1993 y 148
de la Ley 734 de 2002.
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HERNÁNDEZ M., Pedro Alfonso. Descentralización, Desconcentración y Delegación en Colombia.
Segunda reimpresión, Legis, Bogotá, 2005, pp 191-195.
10
Corte Constitucional, sentencias C-372 de 2002, Magistrado Ponente: Jaime Córdoba Triviño y C-936 de
2001, Magistrado Ponente: Manuel José Cepeda Espinosa.
establecer que lo delegable son las funciones propias del cargo del cual se
trate –artículos 196 inciso 4, 209 y 211 constitucionales-“.11
11
Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Tercera. Sentencia del 31 de octubre de
2007. Consejero Ponente: Mauricio Fajardo Gómez.
11. El delegante no pierde ni ve suspendida su competencia para decidir
en los asuntos en los que recaiga la delegación
Las razones en que apoyo esta apreciación son las siguientes: 1) El delegante
sigue siendo el titular del empleo o cargo en el cual está asignada la función
cuyo ejercicio ha sido permitido por el delegante a otros funcionarios; 2) El
hecho de conservar la competencia en la correspondiente materia es lo que
lo faculta para revocar o reformar en todo momento decisiones del
delegante; 3) Como la delegación es un mecanismo para asignar
competencia a otro, nada se opone para que más de un funcionario pueda
ser competente para tomar decisiones en ejercicio de la misma función y, 4)
Por conservar la competencia es que puede en todo momento revocar el acto
de delegación.
Considero, a manera de ejemplo, que no resultaría viciado de nulidad el
contrato que celebrara el alcalde cuando haya delegado la celebración de
contratos en los secretarios de despacho. No pareciera que pudiese invocarse
en ese caso la falta de competencia del mandatario local para celebrar
contratos cuando la función le ha sido asignada a su empleo directamente
por la Constitución y la ley. Tampoco parecería procedente en tal caso
formular al alcalde un reproche disciplinario por extralimitación de sus
funciones al considerar que celebró el contrato sin competencia para decidir.
Si, como lo señala dicho artículo, “Estos convenios estarán sujetos únicamente a
los requisitos que la ley exige para los convenios o contratos entre entidades públicas
o interadministrativos”, tal “delegación entre entidades públicas” no corresponde
entonces a la figura de la delegación sino a la de la contratación estatal.
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Según el inciso segundo del artículo 211 de la Constitución, “La delegación exime de responsabilidad al
delegante, la cual corresponderá exclusivamente al delegatario, cuyos actos o resoluciones podrá siempre
reformar o revocar aquél, reasumiendo la responsabilidad consiguiente”. (Resaltado fuera de texto).
La fórmula establecida en el artículo 211 de la Constitución Política y según
la cual “la delegación exime de responsabilidad al delegante, la cual
corresponderá exclusivamente al delegatario” no puede tomarse con
carácter literal, absoluto ni universal, porque se permitiría argumentar, mas
no justificar, la absoluta irresponsabilidad del delegante en todos los
eventos de la delegación.
16. Respecto del artículo 12 de la Ley 489 de 1998, que, en los casos de
contratación administrativa prescribe que la delegación del acto de la firma
no exime de responsabilidad al delegante, la Corte encuentra que una lectura
desprevenida podría hacer pensar que entre dicha disposición y el contenido
del artículo 211 de la Constitución, existe una clara contradicción, toda vez
que éste último señala que “(la) delegación exime de responsabilidad al
delegante, la cual corresponderá exclusivamente al delegatario...”
Así, el supuesto normativo del artículo 211 superior, que es el del traslado
efectivo de competencias, servicios o funciones, no se da en la llamada
delegación de firmas, por lo cual la consecuencia subsiguiente del traslado de
la responsabilidad no se predica tampoco en la referida figura. Desde este
punto de vista, el parágrafo acusado no vulnera la Constitución.13
13
Corte Constitucional. Sent. C-727/00, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
concurso, y por consiguiente no imputable objetivamente a su acción u
omisión”.
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Expresa el inciso segundo del artículo 211 de la Carta Política que “La delegación exime de
responsabilidad al delegante, la cual corresponderá exclusivamente al delegatario, cuyos actos o
resoluciones podrá siempre reformar o revocar aquél, reasumiendo la responsabilidad consiguiente”.
delegante responda por las decisiones del delegatario, aunque ello tampoco
signifique que el delegante no responda por lo que a él, como titular de la
competencia delegada, corresponde en relación con la delegación, pues la
delegación no constituye, de ninguna manera, el medio a través del cual el
titular de la función se desprende por completo de la materia delegada. Por el
contrario, la delegación crea un vínculo permanente y activo entre delegante
y delegatario, el cual se debe reflejar en medidas como las instrucciones que se
impartan al delegatario durante la permanencia de la delegación; las políticas
y orientaciones generales que se establezcan, en aplicación del principio de
unidad de la administración, para que los delegatarios conozcan claramente y
consideren en sus decisiones los planes, metas y programas institucionales; la
revisión y el seguimiento a las decisiones que tome el delegatario y la
oportunidad para que el delegante revoque el acto de delegación y despoje
oportunamente de la calidad de delegatarios a quienes no respondan a las
expectativas en ellos fincadas. Para ello, el delegante conservará y ejercerá las
facultades que se le otorgan en razón de ser el titular del empleo al cual
pertenecen las funciones que se cumplen por los delegatarios.15
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La delegación tampoco puede constituirse en el medio para evadir un régimen
de prohibiciones ni de incompatibilidades que acompañe la actuación de los
servidores públicos ni para imponer indebidamente a los subalternos la toma
de decisiones contrarias a derecho, con la convicción que la delegación los
aísla o los protege de toda modalidad de responsabilidad. Es preciso tener
siempre en cuenta que lo que busca la delegación es la eficacia, dentro de
criterios de moralidad e imparcialidad, de la función administrativa (C.P.,
art. 209).
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En relación con los deberes funcionales del delegante, el artículo 211 de la Constitución señala que el
delegante siempre podrá reformar o revocar los actos o resoluciones del delegatario, y reasumir la
responsabilidad consiguiente. Por su parte, la ley 489 de 1998 prescribe que el delegante deberá informarse en
todo momento sobre el desarrollo de las delegaciones que haya otorgado e impartir orientaciones generales
sobre el ejercicio de la delegación. Además, que la autoridad delegante puede en cualquier tiempo reasumir la
competencia y revisar los actos expedidos por el delegatario.
materia no agota los diferentes escenarios en los cuales el delegante puede ser
considerado sujeto responsable, pues existen otras normas constitucionales y
legales que le imponen deberes de dirección, orientación, seguimiento y
control de la actuación administrativa, en general, y del ejercicio de la
delegación, en particular (CP, arts. 1, 2, 6, 123, 124 y 209, y ley 489 de 1998,
arts. 10 y 12).
En suma, la expresión del artículo 211 dice que el delegante no responde por
las actuaciones del delegatario, lo cual no significa que aquél no responda por
sus propias acciones u omisiones en relación con los deberes de dirección,
orientación, instrucción y seguimiento, las cuales serán fuente de
responsabilidad cuando impliquen infracción a la Constitución y a la ley, la
omisión o extralimitación en el ejercicio de sus funciones o el incumplimiento
de los principios de la función administrativa (C.P., arts. 6º, 121 y 209).
Del fallo anterior se tiene, en esencia, que la expresión del artículo 211 de la
Constitución Política no conforma per se un espacio de protección del
delegante cuando incurra en conductas o comportamientos que puedan ser
objeto de reproche en cualquiera de los regímenes de responsabilidad de los
servidores públicos pues prevalece el presupuesto que indica que cada uno
responde por las consecuencias de sus decisiones.
De esta manera, no resulta absoluta la regla según la cual la delegación
exime de responsabilidad al delegante, la cual corresponderá
exclusivamente al delegatario así como tampoco la regla contraria, es decir
que el delegante deba responder en todo evento de delegación en la función
administrativa.
Los deberes funcionales del delegante a los cuales se refieren los artículos 10
y 12 de la Ley 489 y el acápite No. 10 de la sentencia C-372/02 no tienen la
misma intensidad en todos los eventos de delegación en la función
administrativa. Ellos están previstos, ante todo, para los eventos de
delegación administrativa cuando exista una relación de subordinación
entre delegante y delegatario.