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Los diez principios de la economía

La economía, derivada del griego "oikonomos", que significa "el que administra una casa", comparte similitudes con la
gestión doméstica. Al igual que en una casa donde se deben distribuir recursos escasos entre sus miembros, la sociedad
enfrenta decisiones sobre la asignación de tareas y recursos. Esto incluye la determinación de quién realiza qué trabajo y
quién consume qué bienes y servicios. La escasez de recursos es un problema fundamental tanto en los hogares como en
la sociedad en general, lo que implica que no todos los deseos pueden ser satisfechos completamente. La economía,
como disciplina, se ocupa del estudio de cómo la sociedad gestiona sus recursos limitados. Los economistas analizan
cómo las personas toman decisiones, trabajan, consumen, ahorran e invierten. También investigan cómo interactúan los
individuos en los mercados para determinar precios y cantidades de bienes y servicios.

Principio 1: Las personas enfrentan disyuntivas

lo que significa que, al tomar decisiones, se debe renunciar a algo en favor de otra opción. Este principio se ilustra con
ejemplos cotidianos, como el estudiante que debe decidir cómo distribuir su tiempo entre diferentes materias de
estudio, o los padres que deben elegir cómo gastar su ingreso familiar. En la sociedad, estas disyuntivas se manifiestan en
decisiones como la asignación de recursos entre defensa nacional y bienes de consumo, o entre la protección ambiental
y el nivel de ingreso. Además, se destaca la disyuntiva entre eficiencia y equidad, donde la sociedad debe encontrar un
equilibrio entre extraer el máximo beneficio de sus recursos escasos y distribuir equitativamente esos beneficios entre
sus miembros. En la toma de decisiones públicas, estas disyuntivas pueden entrar en conflicto, como en el caso de
medidas para redistribuir el ingreso que pueden reducir la eficiencia económica. Aunque reconocer estas disyuntivas no
dicta las decisiones a tomar, es fundamental comprender las opciones disponibles para tomar decisiones informadas y
adecuadas.

Principio 2: El costo de una cosa es aquello a lo que se renuncia para obtenerla

lo que se conoce como costo de oportunidad. Este principio resalta que al tomar decisiones, es crucial considerar los
costos y los beneficios de las diferentes opciones disponibles. Un ejemplo ilustrativo es la decisión de asistir a la
universidad, donde el beneficio puede ser el enriquecimiento intelectual y mejores oportunidades laborales. Sin
embargo, los costos no son siempre evidentes, ya que no se limitan únicamente al dinero gastado en matrículas, libros y
alojamiento. El costo de oportunidad más significativo de asistir a la universidad es el tiempo dedicado a estudiar en
lugar de trabajar, lo que implica renunciar a los ingresos que podrían generarse durante ese tiempo. Es importante
comprender que el costo de oportunidad representa aquello a lo que se renuncia al elegir una opción sobre otras
alternativas, y esta consideración es fundamental para tomar decisiones informadas y evaluar si los beneficios de una
opción superan sus costos.

Principio 3: Las personas racionales piensan en términos marginales

es decir, que de manera sistemática y deliberada buscan alcanzar sus objetivos. Esto se refleja tanto en las decisiones de
las empresas, que buscan maximizar beneficios, como en las decisiones personales, donde se busca alcanzar la mayor
satisfacción posible. Los individuos racionales comprenden que las decisiones raramente son simples elecciones entre
blanco y negro, sino más bien ajustes marginales en planes existentes. En este sentido, consideran los cambios
marginales, pequeños ajustes a un plan ya establecido. Por ejemplo, una línea aérea puede decidir vender un boleto por
debajo del costo promedio si el costo marginal de llevar a un pasajero adicional es mínimo. Este enfoque en los cambios
marginales ayuda a explicar fenómenos económicos aparentemente contradictorios, como por qué el agua, siendo
esencial, es barata, mientras que los diamantes, siendo innecesarios, son caros. La explicación radica en que el beneficio
marginal de tener una unidad adicional de un bien depende de cuántas unidades se posean, lo que influye en la
disposición de las personas a pagar por ese bien. En última instancia, un tomador de decisiones racional actuará si el
beneficio marginal supera al costo marginal, lo que explica las decisiones económicas aparentemente irracionales a
primera vista.

Principio 4: Las personas responden a los incentivos


Los incentivos son elementos que motivan a las personas a actuar de cierta manera, ya sea ofreciendo una recompensa o
imponiendo un castigo. En economía, se considera que las personas racionales responden a los incentivos al comparar
los costos y los beneficios de diferentes acciones. De hecho, se dice que la economía puede resumirse en la frase "las
personas responden a los incentivos, lo demás es irrelevante". Los incentivos son especialmente importantes en el
funcionamiento de los mercados, donde afectan las decisiones tanto de los consumidores como de los productores. Por
ejemplo, cuando el precio de un producto como las manzanas aumenta, los consumidores tienden a comprar menos,
mientras que los productores se ven incentivados a producir más. Del mismo modo, las políticas gubernamentales
también pueden alterar los incentivos y, por ende, el comportamiento de las personas. Por ejemplo, un impuesto a la
gasolina puede incentivar el uso de vehículos más eficientes o el uso de transporte público. Sin embargo, es crucial
considerar cómo estas medidas afectan los incentivos, ya que pueden tener efectos no deseados. Un ejemplo de esto es
la legislación sobre cinturones de seguridad en los automóviles, que, si bien puede reducir las muertes por accidentes,
también puede incentivar un comportamiento de conducción más arriesgado

Principio 5: El comercio puede mejorar el bienestar de todos

En la economía mundial, a menudo se percibe a Japón como un competidor directo de Estados Unidos, especialmente en
sectores como el automotriz y el de productos electrónicos. Sin embargo, la competencia entre países no es como un
juego deportivo en el que uno gana y otro pierde. De hecho, el comercio entre naciones puede beneficiar a todas las
partes involucradas y mejorar el bienestar general. Para entender este fenómeno, se puede analizar cómo el comercio
afecta a las familias. Aunque las familias compiten entre sí en varios aspectos, como en la búsqueda de empleo o al ir de
compras, su bienestar no mejorarían si se aislaran y tuvieran que producir todo lo que necesitan por sí mismas. El
comercio promueve la especialización, lo que permite a cada persona y familia enfocarse en lo que hacen mejor. De esta
manera, el intercambio comercial entre familias ofrece una mayor variedad de bienes y servicios a precios más bajos. De
manera similar, los países se benefician del comercio internacional al especializarse en lo que producen de manera más
eficiente. Esto les permite acceder a una mayor variedad de productos y servicios a precios más competitivos. Por lo
tanto, países como Japón, Francia, Egipto y Brasil son tanto socios comerciales como competidores en la economía
mundial, y el comercio entre ellos contribuye al bienestar económico global.

Principio 6: Los mercados normalmente son un buen mecanismo para organizar la actividad económica

Los países comunistas se basaban en la idea de que el gobierno debía controlar y asignar los recursos de la economía a
través de una planificación centralizada. Sin embargo, la mayoría de estos países han abandonado ese sistema y están
adoptando una economía de mercado, donde las decisiones son tomadas por millones de empresas y familias.

En una economía de mercado, las empresas deciden qué producir y a quién contratar, mientras que las familias eligen
dónde trabajar y en qué gastar su dinero. Aunque cada individuo busca su propio beneficio, el mercado organiza la
actividad económica de manera efectiva para promover el bienestar general.

Adam Smith, en su libro "Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones", introdujo el
concepto de la "mano invisible", que guía las interacciones entre familias y empresas en el mercado para obtener
resultados deseables. Los precios son el instrumento que utiliza esta "mano invisible" para coordinar las decisiones de
compradores y vendedores, reflejando tanto el valor del bien como el costo de producirlo.

Cuando el gobierno interfiere en los precios y en el funcionamiento natural del mercado, impide que la mano invisible
opere eficientemente. Esto se observa en medidas como los impuestos, el control de precios y el comunismo, donde la
planificación centralizada no puede captar la información necesaria para tomar decisiones económicas eficientes. En
resumen, las economías centralizadas fracasaron al tratar de dirigir la economía sin permitir que la mano invisible del
mercado guiara las decisiones.

Principio 7: El gobierno puede mejorar algunas veces los resultados del mercado

Aunque la "mano invisible" del mercado es crucial para el funcionamiento eficiente de la economía, el gobierno también
desempeña roles indispensables.
En primer lugar, el gobierno es necesario para hacer cumplir las reglas y mantener las instituciones que son
fundamentales para el funcionamiento del libre mercado. Estas instituciones garantizan los derechos de propiedad de las
personas, lo que permite que puedan ejercer control sobre los recursos escasos y fomenta la confianza en el sistema
económico.

Además, el gobierno interviene para promover la eficiencia y la equidad en la asignación de recursos. Aunque la mano
invisible del mercado busca maximizar el bienestar económico, existen situaciones donde esto no se logra, como las
fallas del mercado debido a externalidades o al poder de mercado. En estos casos, una política gubernamental adecuada
puede mejorar la eficiencia económica.

En cuanto a la equidad, el mercado no garantiza una distribución justa de la riqueza, ya que recompensa a las personas
según su habilidad para producir bienes demandados por otros. Por lo tanto, el gobierno interviene con políticas
públicas, como impuestos sobre la renta y seguridad social, para lograr una distribución más equitativa del bienestar
económico.

Es importante destacar que si bien el gobierno puede mejorar los resultados del mercado en ciertas ocasiones, esto no
significa que siempre lo haga de manera efectiva. Las políticas públicas están sujetas a procesos políticos y pueden estar
influenciadas por intereses particulares. Sin embargo, el estudio de la economía proporciona herramientas para evaluar y
discernir entre las políticas que promueven la eficiencia y la equidad, y aquellas que no lo hacen.

Principio 8: El nivel de vida de un país depende de la capacidad que tenga para producir bienes y servicios

La diferencia en los niveles de vida entre países es notable, con ciudadanos de naciones más ricas disfrutando de más
comodidades y mejores servicios. Estas disparidades se explican principalmente por las diferencias en la productividad
de cada país, es decir, la cantidad de bienes y servicios producidos por unidad de trabajo.

A lo largo del tiempo, los cambios en el nivel de vida están estrechamente relacionados con la productividad. En países
con alta productividad, la mayoría de la población disfruta de un alto nivel de vida, mientras que en aquellos con menor
productividad, la calidad de vida tiende a ser más baja. Además, la tasa de crecimiento de la productividad determina la
tasa de crecimiento del ingreso promedio.

Estas observaciones tienen implicaciones importantes en la política pública. Para mejorar los niveles de vida, las políticas
deben centrarse en aumentar la productividad, asegurando que los trabajadores tengan acceso a una buena educación,
herramientas adecuadas y la mejor tecnología disponible. Aunque otras explicaciones como la competencia externa o las
regulaciones laborales pueden parecer relevantes, la productividad sigue siendo el factor determinante en el desarrollo
económico y social.

Principio 9: Cuando el gobierno imprime demasiado dinero los precios se incrementan

La inflación es un fenómeno económico caracterizado por un aumento generalizado en el nivel de precios en una
economía. Un ejemplo destacado de inflación extrema ocurrió en Alemania durante la década de 1920, cuando los
precios se dispararon de manera exponencial en un corto período de tiempo.

Aunque Estados Unidos nunca ha experimentado inflación en la misma escala que Alemania en los años 20, ha
enfrentado períodos de inflación significativa. En la década de 1970, por ejemplo, la inflación se duplicó, lo que llevó al
entonces presidente Gerald Ford a calificarla como "el enemigo público número uno". Sin embargo, en la primera década
del siglo XXI, la inflación ha sido relativamente baja, con un promedio anual cercano al 2.5%, lo que significa que los
precios tardarían aproximadamente 30 años en duplicarse a ese ritmo.

La inflación suele ser causada por un aumento en la cantidad de dinero en circulación. Cuando un gobierno emite
grandes cantidades de dinero, su valor disminuye, lo que a su vez contribuye a un aumento en los precios. Este fue el
caso en Alemania en la década de 1920, donde la cantidad de dinero emitido por el gobierno se triplicaba
mensualmente, coincidiendo con el rápido aumento de los precios. En Estados Unidos, la inflación de la década de 1970
también estuvo vinculada a un rápido crecimiento en la cantidad de dinero en circulación, mientras que la baja inflación
en años más recientes ha sido resultado de un crecimiento más lento de la cantidad de dinero.

Principio 10: La sociedad enfrenta a corto plazo una disyuntiva entre inflación y desempleo

A corto plazo, un aumento en la cantidad de dinero en una economía tiene efectos complejos y controvertidos. La
mayoría de los economistas describen estos efectos de la siguiente manera:

 Un aumento en la cantidad de dinero estimula el gasto total y, por lo tanto, aumenta la demanda de bienes y
servicios.

 Este aumento en la demanda estimula a las empresas a producir más bienes y contratar más trabajadores antes
de que los precios aumenten.

 La contratación adicional reduce el desempleo.

Sin embargo, a corto plazo, la economía enfrenta una disyuntiva entre inflación y desempleo. Esto significa que las
políticas económicas pueden influir en la inflación y el desempleo en direcciones opuestas. Los diseñadores de políticas
pueden utilizar instrumentos como el gasto gubernamental, los impuestos y la cantidad de dinero en circulación para
influir en la demanda total de bienes y servicios.

Durante la presidencia de Barack Obama, Estados Unidos experimentó una recesión económica y las autoridades
respondieron con políticas para aumentar la demanda, como reducir impuestos y aumentar el gasto público, así como
aumentar la oferta de dinero a través de la Reserva Federal. Estas medidas tenían como objetivo reducir el desempleo,
pero algunos temían que pudieran provocar inflación.

En resumen, a pesar de las complejidades y controversias, entender la economía implica comprender cómo se relacionan
la inflación, el desempleo y las políticas económicas a corto plazo. Los principios económicos fundamentales
proporcionan una base para analizar estas cuestiones y aplicarlas a diversas situaciones económicas.

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