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ASCENSO Y CAÍDA

DE UNA MALA PALABRA


Óscar de Pablo

P reguntémonos como se preguntaría un niño: ¿Qué quiere decir el vo-


cablo trabajo en expresiones como “busco trabajo”, “estoy en el tra-
bajo” o “no me llames al trabajo”? Es un término cargado de significa-
ción social: cabe en él toda la deslumbrante historia de nuestra especie.
Sin embargo, la palabra tiene un origen muy humilde. En su acepción
más simple, designa muy poca cosa: cualquier actividad que los huma-
nos realizan conscientemente para modificar la realidad y satisfacer un
deseo. Es cualquier interacción deliberada con la naturaleza. Nada más.
Acarrear un líquido para saciar la sed, por ejemplo, es trabajo, incluso si
se trata de llevarnos repetidamente a la boca un tarro de cerveza. Mas-
ticar, desplazarse, aprender… es interactuar con la realidad y, en la medi-
da en que lo hagamos para satisfacer un deseo cualquiera, es trabajar.
Sólo se distingue de la actividad de otras especies animales en la medi-
da en que consideremos la deliberación un atributo humano.
Y, sin embargo, nadie presumiría de estar trabajando cuando está lle-
vándose a la boca un tarro de cerveza, o cuando lee un ensayo sobre el
trabajo en una revista cultural. Esas actividades cambian la realidad y
satisfacen deseos, sí, pero no es esta humilde acepción la que tiene en
mente quien dice que “busca trabajo” o que “está en el trabajo”. No, sa-
tisfacer conscientemente un deseo individual no merece ya ese título.
La realidad social ha evolucionado de manera tal que la palabra ha ad-
quirido un significado totalmente distinto y mucho menos vulgar.

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A lo largo de los milenios, nuestros deseos en la circunstancia en que se intercambia. Sólo
se han vuelto cada vez más diversos y multi- tiene valor el fruto del trabajo que puede inter-
laterales. En cambio, conforme la producción cambiarse… y sólo la actividad que produce
se hace más sofisticada, nuestras aptitudes in- valor merece ya el nombre de “trabajo”.
dividuales se han vuelto cada vez más enfoca- Pero tampoco esta acepción es aún suficien-
das, más específicas, más unilaterales. Quien temente exclusiva. Cuando alguien dice que
tiene que barrer casas ajenas no tiene tiempo “busca trabajo” o que está “en el trabajo” no se
de cultivar la física cuántica. Quien sabe ope- refiere meramente a cualquier actividad que
rar un cuerpo no sabe programar una aplica- pueda servirle a otros y que por lo tanto pueda
ción y quien sabe escribir ensayos sobre el tra- intercambiarse. Por ejemplo, Karl Marx pro-
bajo sería incapaz de producir el carburador dujo una vasta obra a lo largo de largas horas
de un autobús. Por eso, para satisfacer el vasto de estudio y reflexión, sacrificando su salud y
mundo de sus deseos, el individuo ya no puede la de su familia. Nuevas traducciones y reim-
contar sólo con sus capacidades ultraespecífi- presiones de esas obras siguen editándose y
cas. Debe intercambiar el fruto de su trabajo
por el de trabajos ajenos. El barrendero debe
usar parte de su sueldo para pagarle al médi-
co. El médico debe emplear parte de sus hono-
rarios para comprar una revista literaria, y así
sucesivamente. Es así, mediante una gigan-
tesca división del trabajo, mediada por el inter-
cambio mercantil, como la humanidad satis-
face hoy el grueso de sus deseos.
Así pues, esa palabra de tan baja cuna, tra-
bajo, se volvió más elegante: pasó a designar
únicamente la actividad que se traduce en
productos o servicios que podemos ceder (es
decir, que sean enajenables) y que satisfacen
deseos de otros humanos, es decir, deseos so-
ciales. Quien trabaja satisface deseos de otros
para que esos otros le cedan a cambio, directa-
mente o en forma de dinero, servicios o bienes
producidos por actividades específicas ajenas,
pero que necesita para satisfacer sus propios
deseos. La medida en que el fruto de un trabajo
específico puede intercambiarse con los demás
es lo que se llama valor. Y lo que determina el
valor de cada producto del trabajo (asumiendo
Beto Shwafaty, Contrato de riesgo (trabajador, político, intelectual
que realmente satisfaga un deseo social) es el y revolucionario), 2009-2015. Fotografía de Edouard Fraipont.
tiempo que, en promedio, toma su realización Cortesía de la Galería Luisa Strina y el artista

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Verónica Meloni y trabajadores de limpieza del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires,
Acción de los días, 2020. Fotografías de Julián Bongiovanni y Jorge Vidal ©

rompiendo récords de ventas. Aquella activi- costosos, y cada vez menos gente puede permi-
dad suya satisface todavía el deseo de aprendi- tirse su posesión. Además, quien tiene poder
zaje y comprensión de otros, de muchos otros. militar puede privar a otros de sus medios de
Acertada o no, puede venderse, y es en esa me- trabajo. El resultado es que muchos pueden
dida que tiene valor. Y, sin embargo, Marx nun- comprarse una rueca, pero pocos pueden com-
ca cobró un salario que le permitiera vivir y, prarse una planta textil. Muchos pueden ad-
por eso, se dice que nunca “trabajó”. Llevaba a quirir un martillo, pero pocos pueden poseer
cabo muchas actividades, sí, pero la mera sa- una red de fábricas de partes automotrices.
tisfacción de un deseo social, por grande que Estos instrumentos gigantescos pueden es-
sea, ya no basta para conferirle a una actividad tar físicamente dispersos por el mundo, pero,
el título de trabajo. como propiedad, se concentran cada vez más
Nuestra vida material ya no sólo depende en menos manos. Así, conforme menos gente
del intercambio mercantil entre productos de posee los medios necesarios para producir,
distintas actividades específicas, sino también mientras menos gente puede crear con sus
de que esas actividades se movilicen y se con- propios medios bienes o servicios de valor, más
centren en una escala gigantesca. Para que eso gente debe vender su capacidad productiva
ocurriese, la producción tuvo que organizarse para emplearla en medios ajenos. Muchas per-
históricamente de un cierto modo. Dado que los sonas venden su fuerza de trabajo a un puñado
deseos humanos son cada vez más diversos, de compradores.
los medios materiales que se necesitan para Quien tiene medios de trabajo no los pres-
satisfacerlos son cada vez más sofisticados y ta por la bondad de su corazón, los presta a

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cambio del trabajo mismo: compra la capaci- cuando tira el carro de su dueño. Para que po-
dad laboral ajena a cambio de una parte del va- damos decir que estamos trabajando, ya no
lor producido, llamada salario. Es decir, adquie- basta que estemos modificando la realidad
re, por un lado, la propiedad del producto del para satisfacer nuestros deseos, ni directa-
trabajo que se realiza con sus medios (devol- mente, ni a través de la satisfacción de deseos
viendo al productor una porción ínfima de su ajenos o sociales. Ya no basta producir valor.
valor) y, por el otro, el derecho a supervisar, Ahora trabajar no sólo significa producir va-
directa o indirectamente, las condiciones en lor para vendérselo a otros, sino valor que sur-
que el productor produce, así como a dictarle ja ya como propiedad de otros, con los medios
lo que debe producir. Una vez que se descuen- de otros, bajo las órdenes y la supervisión de
ta el costo de la producción, incluyendo el sa- otros. En otras palabras, ya no llamamos tra-
lario de los productores, el resto del valor pro- bajo a cualquier actividad que produzca valor,
ducido de este modo va a parar a los bolsillos sino sólo a la que, además, produzca plusva-
del dueño de los medios de trabajo. A esta par- lor. Éste es el sentido que da a la palabra tra-
te se le llama plusvalía o plusvalor, y es el mó- bajo quien dice que Marx “nunca trabajó”.
vil al que obedece todo el proceso. Fue así como el trabajo llegó a adquirir su
Una parte de este plusvalor creciente se re- resplandeciente significado actual. Quien dice
invierte para recomenzar el mecanismo, en que busca trabajo no quiere decir que esté abu-
una escala mayor. Así, el trabajo enajenado no rrido y quiera algo que hacer: quiere decir que
sólo produce cosas, sino que produce también busca quién le compre su fuerza de trabajo a
las condiciones sociales de su propia repeti- cambio de un salario que le permita vivir. Quien
ción, es decir, se reproduce él mismo: obliga a dice que está en el trabajo no quiere decir ne-
una cantidad cada vez mayor de gente a ven- cesariamente que esté haciendo algo que sa-
der su capacidad productiva para subsistir y al tisfaga un deseo propio o social: quiere decir
mismo tiempo permite que una pequeña can- que se encuentra físicamente en el lugar don-
tidad de gente pueda comprársela. Desde lue- de su tiempo está bajo supervisión ajena, aun-
go, el dueño de los medios de trabajo también que no esté haciendo nada. Quien entra a “su
es humano y tiene deseos: no reinvierte toda trabajo” a las nueve y sale a las seis puede no
la plusvalía. Una parte la consume, lo que le hacer nada en toda la jornada, pero debe es-
permite no sólo vivir sin trabajar, sino vivir tar al pendiente de que no le pidan algo, pues
cada vez mejor con respecto a los que traba- su tiempo no le pertenece. Pasa el día jugan-
jan. Con cada jornada, el golfo entre uno y otro do solitario en la computadora, a la espera de
polo de la experiencia humana se va ensan- una orden, y eso es “trabajo”, y a las seis corre
chando. Así la palabra trabajo adquiere toda a su casa para atender su jardín, para leer una
su significación actual. historia o para tejerle bufandas a sus sobrinos,
Incluso proyectamos a otras especies nues- pero a eso no lo llamamos trabajo.
tro lenguaje histórico. Sería raro decir que está Una mujer le da de comer a un niño peque-
trabajando la loba que caza para alimentar a ño, le cambia los pañales, vigila que no le pase
sus crías… pero, cosa curiosa, es frecuente usar nada y lo calma cada vez que llora. Es una ac-
ese término para describir lo que hace un buey tividad demandante y extenuante. Es el hijo de

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El trabajo no desandará nunca
el camino que lo llevó a adquirir
su deslumbrante forma actual, trabajo libre suele ser más productivo, más so-
la forma de trabajo alienado. cialmente útil que el trabajo alienado. Por eso
la vieja consigna obrera no decía: “ocho horas
sus empleadores: le pagan por cuidarlo. Por eso de trabajo y dieciséis de descanso”, sino “ocho
puede decir que “está trabajando”. Al terminar horas de trabajo, ocho de descanso y ocho para
la jornada, la mujer sale “del trabajo”, es decir, lo que se nos dé la gana”. Este último rubro im-
deja la casa de los patrones, recoge a su propio plica un universo de actividades útiles… inclu-
hijo en la guardería y hace con él por un bre- yendo la conquista y la defensa de una jornada
ve periodo lo mismo que hizo con el niño aje- máxima, así como la lucha por la emancipa-
no durante todo el día, antes de caer exhaus- ción definitiva del trabajo.
ta. Para alimentar a su propio hijo debe pasar Lo que las leyes y los contratos laborales li-
el día cuidando al hijo de otros, limpiando la mitan es la actividad enajenada: el tiempo de
casa de otros, cocinando para otros. trabajo que un adulto está obligado a ceder a
El trabajo se ha vuelto ajeno a su autor, se otro para obtener a cambio los medios de una
le enfrenta como un poder hostil y lo domina. vida digna para su familia. Más allá de ese lí-
Ya no lo sirve, sino que se sirve de él. Le impo- mite temporal, las horas de trabajo enajenado
ne sus propios intereses. La gran mayoría de se deben pagar como horas extra, por lo me-
la humanidad se ve sometida a su propio tra- nos al doble. En este sentido, la “jornada máxi-
bajo, que se ha vuelto el amo del mundo. Pero ma” es un tema salarial. Cuando el salario esta-
el interés de ese trabajo alienado es en reali- blecido por ley o por contrato para remunerar
dad la máscara que asume el interés de clase ocho horas no alcanza para satisfacer los de-
de los propietarios. seos de una familia, la distinción entre jorna-
El ámbito donde la palabra trabajo designa da “normal” y “horas extra” se vuelve una si-
más claramente la actividad alienada, produc- mulación. Las horas extra se vuelven la norma
tora de plusvalor, es el legal. Los contratos y cuando enajenar cuarenta horas semanales de
leyes laborales no limitan a ocho horas diarias trabajo ya no basta para alimentar, educar y
o cuarenta horas semanales la actividad que cuidar a la familia, incluyendo a los niños y los
los humanos hacen simplemente para satisfa- ancianos. Por eso, señalar que un país —diga-
cer deseos propios o ajenos. Esa actividad útil mos, México— ocupa un lugar de honor en el
obviamente no se detiene cuando suena el sil- ranking de los países donde más se “trabaja” (es
bato y termina la jornada. La actividad que se decir, donde cada familia trabajadora debe ena-
realiza en el tiempo libre no sólo es útil: es ab- jenar más horas de trabajo para sostenerse) es
solutamente indispensable para el desarrollo señalar su subdesarrollo.
de una sociedad. Es entonces cuando empie- Dado que la humanidad no puede desapren-
zan no sólo el autocuidado individual, familiar der voluntariamente ni renunciar a deseos que
y comunitario, el ejercicio, la cultura, los viajes, ha llegado a considerar normales, el trabajo no
la organización sindical y la participación po- desandará nunca el camino que lo llevó a ad-
lítica… sino también el consumo, que el capita- quirir su deslumbrante forma actual, la for-
lismo necesita casi tanto como el trabajo: ac- ma de trabajo alienado. A menos que suceda
tividades que no tienen nada de estériles. El una verdadera catástrofe civilizatoria, las uni-

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dades económicas atomizadas no volverán a trabajo (que en realidad son los intereses de la
conformarse nunca, como lo hacían antaño, clase patronal) debe resolverse de otro modo.
con los frutos de su propio trabajo directo. La Sólo puede significar la conquista de la gran
producción y la distribución masivas de una producción colectiva por los productores a tra-
vacuna, por ejemplo, requieren un grado gi- vés de la determinación democráticamente or-
gantesco de organización del trabajo a escala ganizada de sus condiciones y sus fines. Que-
mundial, fuera del alcance de cualquier uni- remos ser capaces de determinar, entre todos
dad aislada. Así pues, ni el trabajador indivi- y todas, lo que producimos, el modo en que lo
dual ni la familia trabajadora ni la pequeña producimos y la escala en la que lo produci-
comunidad trabajadora, ni aun la nación tra- mos, discutiendo cotidianamente de abajo a
bajadora, volverán a ser dueñas de su propio arriba y conociendo hasta donde sea posible
trabajo… a menos que lo sean en un sentido las consecuencias de esta producción. Claro
distinto. Si el trabajo no puede desandar el ca- que para eso se necesita transformar las rela-
mino que lo llevó a adquirir su actual forma ciones de propiedad vigentes, lo cual no requie-
alienada, puede hacer algo mejor: salir de ella re algo más que un acto jurídico: hará falta una
avanzando. Dado que no podemos detener ni transferencia revolucionaria del poder, de la
revertir las conquistas productivas de la civi- minoría propietaria a la mayoría trabajadora.
lización, el antagonismo entre los intereses de Sólo así la humanidad será la dueña colectiva
la población trabajadora y los intereses de su de su propio trabajo, en vez de ser su esclava.

Giovanni Segantini, La cosecha de calabazas, 1897. Minneapolis Institute of Art

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