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De Pablo - Ascenso y Caída de Una Mala Palabra
De Pablo - Ascenso y Caída de Una Mala Palabra
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A lo largo de los milenios, nuestros deseos en la circunstancia en que se intercambia. Sólo
se han vuelto cada vez más diversos y multi- tiene valor el fruto del trabajo que puede inter-
laterales. En cambio, conforme la producción cambiarse… y sólo la actividad que produce
se hace más sofisticada, nuestras aptitudes in- valor merece ya el nombre de “trabajo”.
dividuales se han vuelto cada vez más enfoca- Pero tampoco esta acepción es aún suficien-
das, más específicas, más unilaterales. Quien temente exclusiva. Cuando alguien dice que
tiene que barrer casas ajenas no tiene tiempo “busca trabajo” o que está “en el trabajo” no se
de cultivar la física cuántica. Quien sabe ope- refiere meramente a cualquier actividad que
rar un cuerpo no sabe programar una aplica- pueda servirle a otros y que por lo tanto pueda
ción y quien sabe escribir ensayos sobre el tra- intercambiarse. Por ejemplo, Karl Marx pro-
bajo sería incapaz de producir el carburador dujo una vasta obra a lo largo de largas horas
de un autobús. Por eso, para satisfacer el vasto de estudio y reflexión, sacrificando su salud y
mundo de sus deseos, el individuo ya no puede la de su familia. Nuevas traducciones y reim-
contar sólo con sus capacidades ultraespecífi- presiones de esas obras siguen editándose y
cas. Debe intercambiar el fruto de su trabajo
por el de trabajos ajenos. El barrendero debe
usar parte de su sueldo para pagarle al médi-
co. El médico debe emplear parte de sus hono-
rarios para comprar una revista literaria, y así
sucesivamente. Es así, mediante una gigan-
tesca división del trabajo, mediada por el inter-
cambio mercantil, como la humanidad satis-
face hoy el grueso de sus deseos.
Así pues, esa palabra de tan baja cuna, tra-
bajo, se volvió más elegante: pasó a designar
únicamente la actividad que se traduce en
productos o servicios que podemos ceder (es
decir, que sean enajenables) y que satisfacen
deseos de otros humanos, es decir, deseos so-
ciales. Quien trabaja satisface deseos de otros
para que esos otros le cedan a cambio, directa-
mente o en forma de dinero, servicios o bienes
producidos por actividades específicas ajenas,
pero que necesita para satisfacer sus propios
deseos. La medida en que el fruto de un trabajo
específico puede intercambiarse con los demás
es lo que se llama valor. Y lo que determina el
valor de cada producto del trabajo (asumiendo
Beto Shwafaty, Contrato de riesgo (trabajador, político, intelectual
que realmente satisfaga un deseo social) es el y revolucionario), 2009-2015. Fotografía de Edouard Fraipont.
tiempo que, en promedio, toma su realización Cortesía de la Galería Luisa Strina y el artista
rompiendo récords de ventas. Aquella activi- costosos, y cada vez menos gente puede permi-
dad suya satisface todavía el deseo de aprendi- tirse su posesión. Además, quien tiene poder
zaje y comprensión de otros, de muchos otros. militar puede privar a otros de sus medios de
Acertada o no, puede venderse, y es en esa me- trabajo. El resultado es que muchos pueden
dida que tiene valor. Y, sin embargo, Marx nun- comprarse una rueca, pero pocos pueden com-
ca cobró un salario que le permitiera vivir y, prarse una planta textil. Muchos pueden ad-
por eso, se dice que nunca “trabajó”. Llevaba a quirir un martillo, pero pocos pueden poseer
cabo muchas actividades, sí, pero la mera sa- una red de fábricas de partes automotrices.
tisfacción de un deseo social, por grande que Estos instrumentos gigantescos pueden es-
sea, ya no basta para conferirle a una actividad tar físicamente dispersos por el mundo, pero,
el título de trabajo. como propiedad, se concentran cada vez más
Nuestra vida material ya no sólo depende en menos manos. Así, conforme menos gente
del intercambio mercantil entre productos de posee los medios necesarios para producir,
distintas actividades específicas, sino también mientras menos gente puede crear con sus
de que esas actividades se movilicen y se con- propios medios bienes o servicios de valor, más
centren en una escala gigantesca. Para que eso gente debe vender su capacidad productiva
ocurriese, la producción tuvo que organizarse para emplearla en medios ajenos. Muchas per-
históricamente de un cierto modo. Dado que los sonas venden su fuerza de trabajo a un puñado
deseos humanos son cada vez más diversos, de compradores.
los medios materiales que se necesitan para Quien tiene medios de trabajo no los pres-
satisfacerlos son cada vez más sofisticados y ta por la bondad de su corazón, los presta a