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Pablo Rieznik LAS FORMAS DEL TRABAJO Y LA HISTORIA Una introduccién al estudio de la economia politica Editorial Biblos PENSAMIENTO sOCiRL Las formas del trabajo y Ia historia Bs un hecho que, en el nacimiento de Ia economia politica y de la sociologia modernas —disciplinas que ciertamento conocen un origen comtn—, el con- cepto de trabajo y su significado ocupan un lugar central y privilogiado.,No es menos evidente que &] descubrimiento y la dilucidacin del papel del tre- bajo en nuestra época deriva de las propias transformaciones que hicieron del trabajo humano y de sus resultados materiales una potencia préctica sin precedentes en cualquier periodo histérico previo, En este sentido, el trabajo como fuerza productiva aparece como un producto del capitalismo, es decir, de las relaciones de produccién que son la peculiaridad de la sociedad bur- guesa. Es claro, sin embargo, que la propia modernidad es imposible de ser concebida sin un desenvolyimiento propio de los resultados del trabajo. Es la capacidad humana de transformar la naturaleza la que en un estadio hists- rico determinado de su evolucién croé las condiciones que permitieron, p mero, la acumulacién original de capital y, mas tarde, el despliegue de la industria, la configuracién de mercados compatibles con la extensién y los requerimientos de la circulacién en escala nacional e internacional. F] trabe- Jo, la posibilidad del hombre de adecuar especialmente el entorno a sus nece- sidades, es, en definitiva, 1a condicién de su misma supervivencia! Pero sélo con el capitalismo el poder social del trabajo encuentra una dindmica y un modo de producciéa que hacen de su rendimiento creciente la clave misma de ou existencia. El crecimiento sistemético es una necesidad de la propia produccién capitalista y una forma de existencia compulsiva de los propieta- ios de los medios de produccién. El capitalismo se constituye como tal haciendo de a potencia del trabajo una configuracién societal especifica, creando una clase trabajadora completamente separada de las condiciones instrumentos de su propio trabajo y que sélo puede existir vendiendo su capacidad subjetiva de trabajar. La investigacién sobre el cardcter de este trabajo y su capacidad de multiplicar sus frutes en una dimonsién completa- 031 4 Lot formes del teabojo y lo histrio mente desconocida en épocas pretéritas es fundante para toda la ciencia s0- cial moderna y para la economia en particular. H trabajo en la historia En Ia historia anterior, el trabajo ni siquiera era concebido camo algo propio de la actividad humana, es decir, como un atributo especifico de In ac- ign del hombre dirigida a asegurar y crear las condiciones de su propia vida de un modo tinico y que le es propio. No se identificaba la riqueza con el tra- bajo en ningtin sentido. De un modo general, en el mundo antigue y durante un largo lapso posterior, hasta ol final de la Edad Media prevalecié una cos- movisién organicista y sexuada: “La Tierra concibe por el Sol y de él queda prefinda, dando a luz todos los afios", sogsin la expresién aristotélica.! La ri- queza era un don de la tierra, imposible de ser cresda 0 reproducida por la intervoncién del mismo hombre que, en todo easo, se limitaba a descubrirla, a extraerla y consumirla, La idea misma de producto 0 produecién humana estaba completamente ausente en la Antiguedad. Dominaba la creencia de quo aquellos materiales que asoguraban al ser humano su reproduecién exis- tian apenas como resultado del vinealo mencionado entre la ‘Tierra y las po- tencias colestes, a las que normalmente se les asigmaba ol atributo de la masculinidad. En la unién, entonces, del Cielo y 1a Tierra debia buscarse el oxigen de los animales, las plantas o los minerales “paridos” por esta ultima, f incluso no faltan mitos y leyendas que atribuyen al propio hombre este or gon. La mitologfa de la fecundidad de la agricultura, del arado y de la meta- Turgia se inscribe ya bajo el dominio del dios fuerte, del macho fecundador, de la Madre-Tierra, del ios del cielo que clavaba en la tierra su hacha y su rariillo, originando asi el rayo y el trueno. De ahi el eardcter magico asigna- do primero al hacha de piedra y después al martillo del herrero, que no hacia sino imitar simbdlicamente el gesto del dios fuerte. ‘Las prdcticas agricolas nacieron como ritos tendientes a propiciar este maridaje originario y, con ello, los frutos obtenidos. Hl arado comensé siendo un ingtrumento en estas précticas rituales de culto a la fertilidad: tirado por tun buey que se consideraba sfmbolo celeste y guiado por un sacerdote, pene- traba en las entrafias de la Madre-Tierra asegurando su fecundidad; la siem- bra miama y el abonado constituian otros tantos ritos para propiciar la ferti- lidad vegetal, a la cual sé asociaba la propia vida sexual del hombre. Bs_el ‘motivo por el cual Ias précticas orgidsticas ostaban entonces abundantemen- te relacionadas con la agricultura en la historia de las religiones. Posible= mente también pudo obedecer a la intencién dé facilitar esa unin sexual on- tre el Cielo y la Tierra, y la consiguiente fertilizacién de esta dltima, la idea de recubrir de hierro la punta del arado que iba a penetrar en la Madre-Tic- 1, Véaae J.M, Narodo, La economia en evolucisn, Historia y perspectivas de las categortas bi- sicas del pensamien’o econdmico, Madrid, Siglo Veintiane, 1987. De aqul se extrajeron Ios ‘Conceptos sabre este tema Introduecién 1s ra, Lo cierto os que el hierro de los moteoritos fie el primoro en utilizarse para tal finalidad y que igualmente se atribufa a Is influencia celeste la pro- Guceién de los minerales en el seno de la tierra: ¢l oro crace por la influencia del Sol, Ia plata por Ia de Ia Luna, el cobre gracias a la de Venus, el hierro a Ia de Marte, el plomo a la de Saturno... - En este contexto, en consecuencia, Ia idea misma de produccién humana carecia de sontido; la riquoza no era produeida ni acumulada por el hombre, ‘Una visi6n de tal carécter implicaba ademas la ides de evolucién y progreso, algo que se encuentra completamente ausente on las diversas ideologi anteriores a la modernidad. Prevalecia, al contrario, la idea de la degenera- ei6n de la sociedad humana. El verso de Horacio “Damnosa quid non inmi- nuit dies” ("El tiempo deprecia el valor del mundo”) expresa el axioma pe- simista acoptado en la mayor parte de los sistemas de pensamiento de la Antiguedad. El trabajo para el mantenimiento de la vida era concebido, por lo tanto, apenas como una compulsién, tarea obligada y penosa, ejercicio propio dal dogradarse, oxtrafio a aquello que podria earacterizar lo més elevado de la esencia del hombre como tal. En la Grecia clésica, el trabajador era esclavo, no era hombre; el hombre no trabajaba. No hay en la lengua griega una pala- bra, por lo tanto, para designar el trabajo humano con la connotacién que le ‘otorgamos en la actualidad. ‘Tres sustantivos designaban, a su modo, activi- dades que hoy identificamos con el acto propio del trabajo: labor, poiesis y praxis? Labor referia a la disposicién corporal en las tareas pertinentes del hombre para mantener su ciclo vital y, por lo tanto, asegurar la perpetuacién de Ia especie, bajo el dominio de los ritmos propios de la naturaleza y del me- tabolismo humano. El campesino ejerce una labor cuando, mediante su in- tervencién, se pueden obtener los frutos de la tierra; pero también se expresa como labor la actividad de la mujer que da luz a un nuevo ser. La labor ex- cluye una actitud activa y un propésite propio de transformar la naturaleza o de conformarla a las necesidades humanas. Implica pasividad y adaptacién del agricultor a las leyes suprahumanas que determinan la fertilidad de 1a tierra y de los ciclos naturales. Poiesis define, en cambio, el trabajo que no se vincula a las demandas de Ja supervivencia; o8 el hacer y la creaciGn del artista, del escultor, del que produce un testimonio perenne y libre (no asociado a las exigencias inmedia- tas de la reproduccién de su vida). Poiesis es la trascendencia del ser, més allé de los limites de su existencia, lo que se manifiesta en una obra perdurable, un modo de afirmarse en el mundo natural y sobrenatural. Praxis, finalmente, es la identificacién de la mas humana de las activi- dades, Su instrumento es también algo especificamente humano: el lenguaje, la palabra; y su ambito privilegiado es la vida social y politica de la comuni- dad, de la polis. Mediante la praxis el hombre se muestra en su verdadera 2, Véase Susans Albomos, O que ¢ trobalho, Sao Paulo, Corte, 1998. 16 los formas del wabojs y la historia naturaleza de hombre libre y consecuentemente de animal politica, de ciuda- ano, de miembro de una colectividad, que es lo que le da sentido a su vida individual. Como ha sido sefialado al respecto, ol concepto de “derecho natu- ral del individuo” es ininteligible para los griegos. Como es sabido, corres- ponde a Aristételes la dofinicién recién citada de que el hombre es, por sobre todas las cosas, un animal politico “Iya que] es manifiesto que la ciudad es por naturaleza anterior al individuo, pues si el individuo no puede de por sf bastarse a sf mismo debers estar, con el todo politico, en la misma relacién, que las otras partes lo estén con su respectivo todo. Bl que sea incapaz de entrar en esta participacién comin, o que, a causa de su propia suficiencia, no necesita de ella, no es més parte de Ia ciudad, sino que es una bestia oun dios. En todos los hombres hay, pues, por naturaleza, una tendencia a formar asociaciones de esta especie”. La praxis griega, por lo tanto, tan distante de 1a apreciacién moderna sobre el cardeter del trabajo, ineorpora ya, no obstan- te, una dimensién absolutamante social vinculada con la conciencia, con el hablar, con la comunicacién entre los hombres: es decir, un principio consti- tutivo del trabajo que le es intrinseco al trabajo cuando se Io considera como actividad exclusiva de la especie humana. En el mundo antiguo, el trabajo que podemos llamar “intelectual”, el que se identifica con la libertad y Ia esencia del hombre, ae presenta como opuesto a la naturaleza servil y humillante del trabajo fisico. La tarea del ar- tesano, aun cuando no fuera esclavo, no resultaba una manifestacién libre del productor, puesto que era una elaboracién dirigida y condicionada a la satisfaccién de una necesidad inmediata del consumidor y, al mismo tiempo, un recurso, un medio, para el sostenimiento del mismo productor. Esclavo del objeto y de las necesidades del usuario, el artesano no ae diferencia de las horramientas y los medios de trabajo de que dispone. Importa no el proceso de trabajo sino su resultado, que no aparece como ereacién sino como confi- guracién determinada por la realidad independiente o determinante del obje- to a ser usado 0 consumido. La actividad libre es la que no genera nada y s6. manifiesta externa a la compulsién fisica del objeto o la necesidad material. Una actividad que no se presenta, ademés, como resultado social de un de terminado desarrollo productivo (que permite que el hombre libre no trabje porque subsiste merced al trabajo de otros). Trabajo y no trabajo, cof el sig- nificado aqui deseripto, se encuentran en una oposicién dada e irreductible, natural y eterna. Los mitos y la religiGn fijaron esta caracteristica como escatolégica: en la tradicién judeo-cristiana el trabajo productivo se presenta, entonces, como carga, pena y sacrificio impuestos como castigo a la cafda del hombre en Ia miseria de la vida terrenal. Trabajo y sudor, parto y dolor: consecuencia del pecado original ec la eélebre expresién biblica del trabajo que lo estigmatiza como condena, doblemente asociada a la tarea material para mantenerse en el hombre y para reproducir ala especio en 1a mujer. Esta concepcién primitiva del trabajo se encuentra, asimismo, en el sentido etimolégico de Ia propia palabra en la lengua latina, Trabajo deriva Introduccion 7 de tripalium, una herramienta configurada con tres puntas afiladas, que se utilizaba para herrar los caballos o triturar los granos.! En cualquier caso, tripalium era, asimismo, un instrumento de tortura, y por esto mismo tripa. iare en latin significa torturar; identifica el trabajo con la mortificacién y el sufrimiento, Otras palabras latinas tienen un contenido més atenuado para denotar esfuerzo humano dirigido a un fin, una connotacién implicita en las defini- clones genéricas de trabajo, como aparecen en las verbos laborare y obrare. El 6nfasis en el padecimiento de Ia actividad ~o, alternativamente, en su re sultado y en el cardcter creativo de ésta— recorre el sentido etimalogico de ambas expresiones, sontido que se traslada a la mayorfa de lag lenguas mo- dernas, no sélo a las de origen latino, y a la definicién misma do trabajo en cualquier diccionario moderno de nuestro idioma, Los sustantivos labour y work en inglés, Arbeit y Werk en alemdn, acentéan la misma dicotom{a; [a- bour y Arbeit se usan para denotar pena ¥ cansancio; work y Werk, para ex- presar mds bien el caracter activo de la tarea humana definida en el eampo del trabajo. Como en aleman Arbeit deriva del latin arvum, que significa te- rreno arable, numerosos estudios infieren que la palabra traduce el pasaje prehistérico de la cultura de la caza y de la pesca a la cultura agraria basada en la crianza de animales y en la labranza de la tierra.* Una actividad vital En la misma medida en que trabajo implica una relacién de actividad entre el hombre, sus dispositivos fisicos y bioldgicos, y el medio eireundante, su apreciaciGn eatd histéricamente dominada por el tipo particular de vinculo que se postula como humano entre el individuo, In sociedad y la naturaleza. La relaciési entre el hombre y el mundo natural no implica todavia, per ee, la ‘conciencia clara de actividad propia 0 diferenciada; para esto debemos consi- derar la historia concreta de tal relacién, es decir, que ol hombre se humani- za, se convierte en ser natural diferenciado, como resultado de su execiente independencia del medio, La conciencia sigue ala existoncia y e¢ claro que la existencia humana se construye como tal en un sendero que conduce de la extrema dependencia de las fuerzas olementales de la naturaleza a la capaci- dad de comprenderias y dominarlas. En la Antigiedad, por la completa su- misi6n del hombre al dominio de la fuerza natural, la vida activa sélo puede ser concebida como humana cuando se emancipa del puro mundo naturaleza atu sensu. La vida activa, como elemento diferenciador de lo humano, con- tradictoriamente, es contemplacién ¢ inclusive pasividad con relacién a la ac- tividad produetiva. Las palabras y sus connotaciones, en consecuencia, care- con do significado si son abstraidas de la historia real, 8, Véase Intvan Meszaros, La teorfa dela enajenacién en Mars, México, Bra, 1970, 4. Véase Marcalle Strosbenta, Seclologie du travail, Pare, Nathan, 1983 | 18 Les formes del trabajo y le historia Existe, no obstante, el peligro de unilateralizar este wltimo criterio y, en lo que nos ocupa —el trabajo humano y su representacién en el pensamiento de los hombres~, el de concluir en la imposibitidad de encontrar un concepta, tun sustrato comtin, a aquello que el trabajo designa en diversas etapas histé- ricas. Se ha dicho, por ejemplo, que el trabajo es una “invencién” moderna, que no existié siempre y que no puede ser concebida como inherente a la con dicién humana.$ Tal planteamiento invoca como prueba el hecho de que la noeién de trabajo no existe en numerosas sociedades y que sélo en la mode1 nidad, en el mundo burgués, se lo distingue de otras actividades y so delimi- ta con una fisonomfa propia, indistinguible en cuslquier época precedente.® ‘También Jurgen Habermas ha criticado lo que considera una concepcién antropolégica y no histérica del trabajo porque la primera aludiria a una dimensién metafisica, vaga y genérica, que identifica al trabajo como una necesidad derivada de la supervivencia,? Pero, {son necesariamente opuestas y excluyentes la concepeién antro- polégica e histérica del trabajo, como augiere Ernest Mandel? La cuestidn se traslada en este punto al eampo de la epistemologia porque es indudable que supera el terreno circunseripto de la realidad material y de la categoria con- coptual del trabajo. Concebir la historia sin continuidad es un error similar al de abordarla como un proceso sin rupturas. La sustancia entropolégica del trabajo no violenta su cardcter esencialmente histérico que ee manifiesta en el hecho de que el trabajo —como lo conocemas hoy— no existia en el pasado, y que debemos reconocerlo aun alli donde “no existfa". Precisamente porque existe ahora, debemos advertirlo a partir de su “no oxistencia", es decir, de su cardcter tan embrionario, pleno de precariedad natural y de naturalidad no humana. El descubrimiento es s6lo posible a posteriori, del mismo modo como es el organismo desarrollado el que permite explicar el menos desarro- ado y como —gegtin Ia conocida tesis— ee la anatomia del hombre la que per- mite entender Ia del mono. Fl trabajo moderno permite, entonces, entender el trabajo pasado, iluminar Io que en una circunstancia histérica precedente no podia ser delimitado ni pensado. De esta manera, aunque el concept de trabajo es, segtin Marx, una “categoria totalmente simple” y como represen tacién del trabajo en general es muy antigua, es la “mas simple y antigua en que los hombres aparecen como productores”; sin embargo, solamente en stu forma de existencia moderna, cuando se presenta como indiferente con rela- cién a un trabajo determinado, como la facilidad de pasar de un trabajo a otro, como medio general de crear riqueza y no como “destino particular del 5. Vinge 8, Alborno, ab it 6, Véase Michel Freyssenct, “Historicte ot contralité du travail”, en Jacques Bidet y Jac (ques Texien, La crite du travail, Parle, Actusl Marx Prosaos Universitaires de rence, 1998 17. Citado por M. Proyssenot, ob ct. 8, Ernoct Mandel, La formacicn del pentamiento esonsmico ds Karl Mars, México, Siglo Velutiuno, 1986. (Bi autor retoma In conoepelsn de Habermas que contrapene la idea enteo- oldies la Biatériea del trabajo) } i | | j j { i | | Introduccion 9 individuo", es que se vuelve, por primera vez, “précticamente verdadera” una categoria tan moderna como las relaciones quela producen: las abstrac. ciones més generales, de hecho, “surgen slo donde ee da el desarrollo més xrico de lo conerato”.? El cardcter sustantivo, antropolégico, natural, del trabajo humano os muy claro en Marx, a pesar de que no son pocas los marxistas que intentan negarlo. En uno de los mas conocidos y fundacionales manuales modernos de sociologia del trabajo se plantea que nadie ha definido con mas vigor que el mismo Marx la relacién del hombre con la naturaleza en la actividad del tra- ajo; concebido, entonces, como un rasgo especifica de la especie humana.10 Conforme a tal definicién: El trabajo (dejando de lado todo sello particular que haya podido imn- Primirle tal o cual fase del progreso econémica de la sociedad) es, ante to do, un acto que tiene lugar entre el hombre y la naturaleza. Al trabajar, el hombre desempena frente a la naturaloza el papel de un poder natural, pone en acrién las fuerzas de que esta datado ea cuerpo, brazos ¥ piernes cabeza y manos, afin de asimilar las materiaa déndoles una forma dtl p Fa ou vida. Al mismo tiempo que, mediante este proceso, actia sobre la naturaleza exterior y la transforma, transforma también ou propia nats. rraleza desarrollando les propias facultades que en ella dormitan.!! En lo que se refiere al propio Marx, esta definicién del trabajo de su obra més elaborada se encuentra en total armonfa con el.concepto fijado en sus trabajos juveniles. Casi, dirfamos, de un modo brutal: “El total de le que se llama la historia del mundo no es mas que la ereacién del hombre por el trabajo humane" 12 Trabajo y naturaleza humana La formulacién marxista es, de todos modes, el punto culminante de un largo perfodo de desarrollo del pensamiento cientifico que debe remontarse a los finales de la Hdad Media. Se trata de una época en Ia cual la relacién en- tre el hombre y la naturaleza adquiere una nueva dindmica y se busca una definicién nueva y original del trabajo. Pierre Naville y Georges Friedmann citan la aprociacién del fil6sofo inglés Francis Bacon sobre el arte (en el sen- tido de artes y oficios) como “ol hombre afiadiéndose a la naturaleza”, formula cuyas prolongaciones pueden encontrarse en Descartes y en los enciclopedis- tas franceses. En lo que Bacon denomina “arte” se habfa refugiado durante 9. fdem, 10, Véase Mario A. Manacorda, Marz ea pedagogia moderna, Sko Paulo, Corte, 1996. Al. Pierre Naville y Georges Friedmann, Sociologia del trabajo, México, Fondo de Cultura Econdmica, 1958 \32: an Mare, Bi cept (1864-1971, Mo, Siglo Veinsuno, 977, cap. I 20 Las formes del abajo y la historia la Bead Media la actividad empirica y préctica que designaba Ia accién de intercambio entre el hombre y la naturaleza: la transformacién de objetes, la produccién de la “obra”, El arte era aquello que caracterizaba el oficio de tun artesano, Ia tarea del artista, los propésitos de la alquimia;-un saber que se consideraba ajeno al pensamiento abstracto y a los procedimientos tipicos de la ciencia, exclusivos de un campo intelectual y espiritual que no podfa con- taminarse con el experimento o con la materialidad inmediata, azarosa y semiesotérica que caracterizaba el dominio del arte.19 Eran, por lo tanto, ém- bitos que se oponfan: no se pensaba que la ciencia pudiera informer, orientar © prescribir la obra, el trabajo, en el sentido y con el aleance que entonces tenfa. En la superacién de esta dicotomia se encuentra el significado revolu- cionario del nacimiento de la moderna ciencia experimental. Como indica Ludovico Geymonat, el ideal de Galileo y Descartes, entre otros, sera unit intima y definitivamente la concepcién de Ia ciencia en la Antigtedad con la del arte de la Edad Media, es decir, edificar un eaber fundado gobre las nue- vas técnicas, racionales, validas, ya no sélo en el campo de las ideas abstrac- tas sino en el campo mucho mas rico de las experiencias concretas, La importancia que esta referencia presenta para nuestra indagacién sobre el trabajo reside en el hecho de que el supuesto social que posibilit es te cambio “es 1a consolidacién victoriosa, decidida, de un mundo de nuevas riquezas directamente vinculadas con el trabajo y, por lo tanto, con el surgi- miento de grupos cada vez mas numerosoa do eientifieos profundamente sen- sibles a los intereses de la produccién y eapaces de darse buena cuenta de la unidad indisoluble entre la préctica y la teoria”, Es la realidad creada por la actividad del hombre la que determina la base material de este nacimiento de la ciencia moderna, asociada a las obras reeultantes del trabajo colectivo: la canalizaci6n de los rfos, 1a construccién de puentes, la excavacién de puer- tos, Ia ereccidn de fortalezas, el tiro de In artilleria, ofrecen a los téenicos una serie de problemas que no pueden resolverse empiricamente y que exigen ne- cesariamente un planteamiento teérico. Una importancia especial adquirie- rron en la época los problemas précticos suscitados por la navegacién, que de- bia afrontar viajes cada vez més extensos hacia las ricas tierras reciente- mente descubiertas.%¢ Del trabajo y sus resultados a la ciencia, de la ciencia al trabajo y sus resultados. ‘La concepeién de trabajo que encuentra su definicién on la férmula ya ‘itada de Marx es indisociable de esta evolucién que floreceré con el Renaci- miento y que, como sefialamos, es e] punto de partida de todo el pensamiento cientffico moderno. El trabajo mismo tiende a pensarse como una categoria antropolégica desde el momento en que se concibe precisamente como la es- pecificidad del ser humano en su vinculo con la naturaleza. El ideal, ahora, es una relacién préctica y activa; el postulade de que por medio y a través de 18, Véase K. Mars, Manuscritos econémico fllosfsos (1844), Madrid, Alianza, 1998, 14, Ludovico Geymonat, B! pentamiento cientfio, Busnos Aires, Esdeba, 1984. Invroducei 2 esa relacién el hombre se hace hombre y se muestra hombre, se manifiesta é] ‘mismo como producto y creacién histérica. Hace dos décadas, en un texto que marca una época (Labour and Monopoly Capital, de 1974), Harry. Braverman comienza su obra con una de- finiciOn del trabajo que sintetiza y esquematiea adecuadamente su significa: do moderno y euya dimensién natural y antropolégica no implica una visién abistérica 0 esencialista, Se parte en esta concepcié de la evidencia natural de la cual partié el propio Marx: todo ser vivo para sobrevivir depende de un intercambio determinado con la naturaleza de la cual él mismo proviene. Bs- te intercambio puede sor totalmente pasivo, como es el caso de todas las es- pecies del reino vegetal, Se trata de una primera distincién pertinente ala hora de considerar lo especifico de cualquier conducta animal dirigida ala supervivencia, marcada, entonces, por un comportamiento activo o dirigido a un propésito determinado, Apoderarse de los materiales de la naturaleza no constituye de por sf trabajo alguno. Bl trabajo sélo comienza cuando una de- terminada actividad altera los materiales naturales, modificando eu forma original. De cualquier manera, lo que compete al trabajo humano en su par- ticularidad son las diferencias que lo separan de un modo radical de lo que puede considerarse como trabajo puramente animal, En consecuencia, dice Marx en El capital: No tenemos frente @ nosotros aquollas formas primitivas ¢ instinti- vvas de trabajo que nos recuerdan la de los animales, {..] Presuponemos el trabajo en una forma que lo hace exclusivamente humano, Una availa rea Tiza operaciones que so asemejan a laa de un tejedor y una abeja hace avergonzar a un arquitecto en la construceién de sus celdas, pero lo que Aistinguo al peor de los arquitectos do Ia mejor da las abejas estriba on que el arquitecto levanta su estructura on la imaginacién antes de erigirla fn Ia realidad. Al final do todo procaso de trabajo tenemos un resultado que ya existia en la imaginacién del trabajador en eu comienzo. Este no ‘sélo efectia un cambio de forma en el material sobre el que trabaja, sino que también realiza un propésite propio que rige su modue operand al cual debe subordinar ax voluntad, Conciencia y propésito como rasgos esenciales del atributo humane del trabajo se delimitan, en consecuencia, del acto meramente instintivo, ancla- do en mecanismos congénitos, innatos. El trabajo del hombre reposa on su cardcter tinico a partir do la posibilidad del pensamiento. conceptual, de la capacidad de abstraccién y de representacién simbéliea. Su origen es la natu- raleza inica del cerebro humano. De aste modo el trabajo como accién a pro- pésito, guiada por la inteligencia, es el producto especial de la humanidad, El trabajo que trasciende la mera actividad instintiva os, por lo tanto, 12 fuerza con la cual el hombre creé al mundo tal como lo conocemos. La posibi- lidad de todas las diferentes formas sociales que han surgide y puedan sur- sir dependen en tltimo andlisis de este signo especifico del trabajo humano, Como sefiala Braverman, a partir de esta caracteristica de la biologia humana el trabajo del hombre puede emanciparse de Ie exigencia instintiva 2 Las formas del trabeje y lo historia de las acciones dirigidas a la supervivencia propia de cualquier otro animal. No se trata de que a partir de sus aptitudes cerebrales el hombre aprenda a resolver ciertos problemas que presenta la inadaptacién de ciertos recursos de la naturaleza para su utilizacién o consumo; esto también lo pueden con- eretar algunas especies no humanas. E] quid de Ia cuestién es aqui que con el desarrollo de la capaeidad de representacién, del lenguaje y de Ia comuni- cacién por medio de los signos que le correaponden, el hombre puede trans- tmitir y delegar la ejecucién de un trabajo: 1m unidad do concepsién y ejecucién puede ser dsuelta, La concep- cin precede y rge la ejecucién, pero ln idea eoncebida por alguien puede ser gleoutadepor otra persona. La fuerza rectora del trabajo sizue send Jngoncioncia humana poro la Unidad entre dos puedo ser rota en el indivi dus y¥establocida en el gropo, el tale, la comunidad, la sociedad como un soo.!8 El cerebro, la mano, el trabajo Hay que evitar, sin embargo, la tentacién de identifiear el origen del trabajo con las cualidades del cerebro privilegiado del hombre, euyo singular poder explicarfa el dominio humano sobre el resto de los animales. Los an- tropélogos y paleontélogos creyeron durante mucho tiempo que el desarrollo del cerebro era la verdadera clave para explicar el principio mismo de la evo- lucién de nuestra especie y del cual derivarian la postura erecta y el lenguaje articulado como manifestaciones secundarias, En un principio, entonces, la mente, Los descubrimientos de a ciencia y el hallazgo de fésiles qi tieron verificar el sendero histérico del desarrollo de nuestra especie compro- metieron, sin embargo, el rigor de tal esquema interpretativa, como lo puso de relieve recientemente Stephen Jay Gould.16 Ahora sabemos, en conse- cuencia, que el cerebro del hombre comenzé6 a erecer debido al logro de la postura erecta; por el estimulo poderoso que suministré a la inteligencia el hecho de que las manos fueran liberadas de la locomocién. La evolucién del hombre consistié en un cambio més rdpide en la postura que en el tamaio del cerebro; Ia liberacién de nuestras manos para usar herramientas prece- di6 a la mayor parte del crecimiento de nuestro cerebro. ‘Notablemente, Gould destaca el “brillante resultado” que, en torna de esta cuestién, anticipé “una fuente que sin duda sorprenderd a la mayoria de los lectores": Friedrich Engels en eu El papel del trabajo en la tranforma- cién det mono al hombre —publicade péstumamente en 1806—, quo desafor- tunadamente no tuvo impacto visible en la ciencia occidental. Engels consi- Gera tres puntos esenciales en la evolucién humana: el habla, el tamafo del 18, Harry Braverman, Trabajo y capival monopolista, México, Nuestra Tiempo, 1987 16. Véase Stephon Jay Gould, “La postura hizo al houbre", en Razdn y Revolucién, N° Boones Aires, primavera de 1596 | Introdecion 23 cerebro y la postura erecta. Plantea que el primer paso debe haberse logrado cuando ciertos monos empezaron a descender de los arboles, hecho que pro- movi6 la subsecuente evolucién de la postura erecta de nuestros antepasados terrestres. Cuando se movian en el nivel del suelo estos monos coraenzaron adquirir el habite de usar sus manos y de adoptar una postura més y mis erecta, ste fue un paso decisive en la transicién del mono al hombre. La postura erecta libera las manos para fabricar herramientas (trabajo, en Ia torminologia de Engels). Hl crecimiento de la inteligencia y el habla vinieron después. En consecuencia: ‘Las manos no son sélo un 6rgano de trabajo, son también un produe- to del trabajo. Sélo por al trabajo, par adaptacién a cada nueva operacién (J por el siempre renovado empleo de estas mejoras heredadas en nue- ‘yas, més y me complicadas operaciones, aleanes la mane humana el alto irado de perfoccién que la ha eapacitada para hacer realidad laa pintura dde Rafael, las eatatuas de'Thorwaldsen, la msica de Paganini” Este punto de vista, no obstante, no es original de Engels puesto que ya habfa sido adelantado por un contemporéneo, el antropélogo y arqueslogo es- tadounidense Lewis Morgan. En cambio, Gould subraya que la importancia del trabajo de Engels corisiste no en su conclusién sustantiva sino en su inci sivo anélisis politico de por qué la cieneia occidental es tan comprometida con la afirmacién aprioristiea de la primacfa cerebral. Cuando los humanos aprendieron a manejar su propio entorno material, dice Engels, otras habili- dades fueron afiadidas a la primitiva caza-agricultura: hilado, alfareria, na- vegacién, artes y ciencia, ley y politica, y por iiltimo “la reflexién fantastiea. de las cosas humanas en la mente humana: la religién”. Cuando la riqueza se acumulé pequefios grupos de hombres aleanzaron poder y obligaron a otros hombres a trabajar para ellos. Fl trabajo, la fuente de toda riqueza y la fuerza motriz de la evolucién humana, asumié el mismo devaluado status de aquellos que trabajaban para los goberiantes. Desde que los podorosos go- bernaban a su voluntad, las acciones del cerebro aparecian como si tuvieran poder por si mismas. La filosofia profesional persiguié un ideal inmaculado de libertad. Los lésofos descansaron en un patronazgo estatal-religioso. ‘Aun si Platén no trabaj6 conscientemente para reforzar los privilegios de los gobernantes con una filosofia supuestamente abstracta, su propia clase dio vida a un énfasis en el pensamiento come lo primario, lo dominante y en par- ticular més importante que el trabajo por él supervisado. Esta tradicién jidealista domin6 la Slosofia hasta los dias de Charles Darwin. Su influencia fue tan subterrénea y persuasiva que incluso cientificos tan apoliticos y ma- torialistas como Darwin cayeron bajo su influjo. Un prejuicio debe ser reco- nocido antes de ser combatido: la primacia del cerebro parecfa tan obvia y natural que era aceptada como dada, mds que reconocerla como un prejuicio 21. Peiadsieh Engels, El papel dal trabajo en la mansformacién dal mona at hombre (1896), oak Maney F Engele, Obras esengidas, Moses, Progreso, 1981 24 lot formas del trabajo y lo historia social profandamente asentads, relative a la posicidn de clase de los pensa- dores profesionales y sus patrones. Engels escribe: ‘Todo ol mérito por el volog avance de la civilizacién fue adscripto a la ‘mente, el desarrollo y 1a actividad del cerebro, Los hombres ap acostum- braron a explicar sus acciones desde su pensamiento en lugar de desde sus necesidades... y asf fue como fue gansndo importancia en el curso del tiempo esta mirada idealista sobre el mundo que, expecialmente desde la ‘eaida del mundo antiguo, ha dominado las mentes de los hombres. Toda~ via las gobierna a tal punto que aun los més matarialistas de los cientif cos naturalistas de la escusla darwiniana son todavia incapaces de for. ‘marse una clara ides del origen del hombre porque bajo esta infuencia ideotigiea ellos no reconocen ol papal que en él le toca al trabajo. Bl énfasis en una definicién antropoldgica del hombre subraya su cardc- ter humano conereto, su desarrollo histérico, y no debe ser confundido con luna caracterizacién genérica abstracta que lo designa como un “modo de ac- tividad” cuya esencia serfa la “busqueda de un resultado en el menor tiempo posible”. Es lo que afirma Jacques Bidet cuando seiala que sin el trabajo, co- ‘mo sin el lenguaje, no puede ser ponsada la eapecificidad del hombre.!® En este caso la légica inmanente del trabajo seria entonces la economfa de tiem- po ausente en otras actividades humanas, como el rito, ol juego o la vida se- xual; estas tiltimas, al contrario, reclaman una duracién extendida como sindnimo de 6u realizacién mas exitosa, La ventaja o el rigor de esta definicién consistirfa en que no implica asumir la hipstesis diffcilmente demostrable —segin Bidet del Homo faber, es decir, de la esencia humana definida por el trabajo; tampoco implicarfa restringir el abordaje de toda sociedad en términos de "modo de produccién’” No obstante, esta peculiar definicién “antropolégica” vacfa de contenido Ia definicién de trabajo humano en la misma medida en que queda referida ex- clusivamente a una suerte de ldgica hueca, careciente de finalidad, Hs dificil admitir, ademés, que los ritos, el juego, el deporte 0 el sexo no contengan ‘también una particular “economia” de tiempo, ‘De todas maneras, en esta particular definicién de eu trabajo, el hom- bre queda definido en su especificidad como una auerte de ser eficiente, “aho- rrador de minutos y segundos’, que desdibuja completamente la materiali- dad propia del trabajo y su significado en la historia real, En esta abstrac- cién particular el trabajo queda definido como mero instrumento de una ra- cionalidad dirigida a adecuar fines mUltiples a recursos escasos, Es decir, la dofinicion vulgar de la economfa “moderna” convertida as{ en una sucrte de ingenieria genérica ~ahistérica y asocial— del comportamiento eficar (y finalmente en el encubrimionto ideologico de la sociedad capitalista, del mercado y sus formas particulares de explotacién y alienacién del trabajo humano). 18, Véaee J. Bidet, "Le travail fait époqus’, on J. Bidet y J. Tener, La crise du travail, Patis, Actucl MarxProsses Universitaires de France, 1996) Inttoduecion 2s ‘Trabojande para no trabajar Lo cierto es que el Homo faber es el hombre, recordando aquella defini- cin de toolmaking animal de Benjamin Franklin citada por Marx en El oa. pital, y que retoma su conocida afirmacién de que el hombre ee distingue del animal en el proceso histérico real, cuando produce los elementos que hacen a.su vida, cuando produce su vida. El trabajo, el modo de produccién, la acti- vidad vital, pueden ser utilizados como sinénimos si la consideracién antro- poldgica hunde sus raices en el sujeto histérico auténtico, en las etapas de su desarrollo real. Es decir, el abordaje antropolégico sobre el concepto de trabajo debe ser al mismo tiempo una aproximacién histérica, el andlisis del proceso de dife- renciacién que le es especifico como resultado de las transformaciones opera- das en el vinculo cambiante del hombre con sus instrumentos y objetos de trabajo asf como con el resultado de Ia actividad de produccién de eu vide. En términos generales podemos definir tres grandes etapas en esta evalu: cin: 1) las manifestaciones iniciales del hombre en la preparaciGn y el mejo- ramiento de herramientas seminaturales que permitieron un principio de supervivencia diferenciada como especie biolégica y sin que atin surgiera con caracteres definidos una divisién social del trabajo, mas alla de la dictada por la diferencia de sexos; 2) el neolitico, con Ia sociedad humana que se afin- ca en un terreno y se organiza como tal en la produccién y en los ciclos pro- pios de la agricultura y 1a crianza de animales; 3) el nacimiento de la indus tria y el desplazamionto moderne del centro de la produecién del campo a la ciudad. Carlo Cipolla ha dicho con razén que no debemos abusar del término “revolucién” al estudiar la dinémica mas amplia de la historia de Ia pobla- cin humana con relacién a las formas productivas de la especie20 El primer ‘cambio revolucionario consiste precisamento.on la superacién del nomadis ‘mo, permitido por el dominio inicial del cultivo de Ia tierra. Bl segundo, ya ten los albores de Ja historia presente, es el de la revolucién industrial. Sa forma social particular es la que corresponde al modo de produccién capita- Yista, a la separaciGn de los productores de sus medios de produccién y al surgimiento de la clase trabajadora moderna resultante de la expropiacién de los viejos trabajadores (campesinos, artesanos) de sus condiciones de tra- bajo. Por la misma razén, el trabajo moderno es e] trabajo asalariado, 1a con- versidn de la capacidad de trabajar en mercancia y su-delimitacién muy pre- cisa, en consecuoncia, como actividad remunerada, en una esfera definida de Ia vida social. La mutacién actual en el trabajo deriva enteramente de los resultados do osta dltima revolucién y del anticipo de la préxima. Esto ee, de la posibili- dad del hombre de emanciparse del trabajo mismo 0, si se quiere, de modifi- car radicalmente el cardcter social de éste, su actividad vital por excelencia. 19. Véase Oves Sowarte, “Circulations dramatiques, effcacités de la activité industzieuse’, fen J, Bidet y J Toston, ob et 20. Véage Carle Cipolla, Za poblactén mundial, Buenoa Aires, Budebs, 1968, 2i/ / 26 tas formes del raboje y le historia La precisién es pertinente puesto que si el trabajo es concsbido como forma de manifestacién esencial de la vida humans, la aspiracién de liberarse de él carece de todo sentido, Para decirlo con palabras ya cargadas de una densa ‘connotacién: es el cambio en la conformacién material y social del trabajo, ‘cuyos alcances revolucionarios nos harén pasar de una prehistoria’a una his- toria auténticamente humana, el pasaje del reino de la necesidad al reino de la libertad. Por lo mismo, antes de considerar més exhaustivamente lo que podemos denominar le relacién entre el trabajo y el no trabajo en la realidad del hombre histéricamente constituido, son convenientes algunas precisiones adicionales que sirvan como introduccién a este problema, ciertamente muy presente en el debate contemporéneo. La identifieacién del trabajo con la produccién activa de la vida hume- na, es decir, con la vida productiva, se presenta, a primera vista, en oposicién al cardcter degradado y envilecide que adopta Ia existencia del trabajador en Ja sociedad moderna, Dicho de otro modo: en Ia misma medida en que la po- tencia social del trabajo humano se despliega con el modo de produccién ea pitalista de un modo sin igual, en esa misma medida so corporiza en el tra- bajador y en la clase trabajadora no como actividad vital sino como medio y nogacién de la vida misma. Es trabajo explotado y enajenado en el cual el hombre “se pierde a sf mismo”. Mario Manacorda, entre muchos otros, puso de relieve que es en Marx donde encontramos esta apreciacién del trabajo humano como contradictorio con la humanidad misma y, en apariencia, en contradicci6n interna con Ia caracterizacién del propio Marx sobre el signifi- cado tinico y especifico del trabajo del hombre. La contradiccién, sin ombargo, debe scr resuelta y puede ser resuelta en el anélisis de las formas histéricas materiales y sociales de la evolucién del trabajo humano, asf como en la indagacién sobre la conelusién de ese mismo proceso en el cardcter concreto que adapta el mismo trabajo en Ia épo- ca contemporénea. En la base y en el origen de las formas histéricas diversas gue adopta Ia enajenacién de la actividad laboral del hombre se encuentra ‘un fenémeno que deriva y estimula Ia productividad del propio trabajo de nuestra especie, Asi es: con la divisién del trabajo comienza al mismo tiempo la historia humana e inhumana del trabajo. “Lardivisién-dol trabajo condieiona la divisién de la sociedad en clases ¥, con ella, ls divisién del hombre. ¥ como ésta se torna vordaderamente Yal s6lo cuando so presenta como divisién entre trabajo manual y trabajo ‘montal, asi las das dimensiones del hombre dividido, eada tuna de las cua Jos es unilateral, gon esoncinlmente las de trabajador manual, de obrero y+ de intelectual. Ademés, como la divisién del trabajo ea, en #4 forma am- pliada, divisién entre trabajo y no-trabajo, asi también el hombre se pr Senta como trabajador y no trabajador.¥ el propia trabajador —aparecien- do ol trabajo dividido, 6 alienado, como miseria absoluta y pérdida del pro pio hombre también se presenta como la deshumanizacion completa; pe +0, por otro lado ~siendo la actividad vital humana, 9 manifestacién de si, ‘una posibilidad universal de riqueza—en el teabajador esté contenida ‘también una posibilidad humana universal.2= 21, M, Manacorda, ob it Introducelsn 7 ~ Uma observaci6n fragmentaria y no rigurosa del planteamiento marxis- ta supone que el desiderdtum de la emancipacién humana consiste en una suerte de retorno imposible al salvaje primitivo, al hombre total, integral “ho unilateral— que se identifiea con su actividad laboral no dividida, no et pecializada y que es expresién del cardcter precario de su dominio sobre la naturaloza y, més bien, de su adaptacién y sometimionto al propio medio na- tural, Bs decir, del retorno al animal humano natural, a una situacién en Ia cual “el hombre s6lo se distingue del cordero por cuanto su concieneia sustitu- ye al instinto 0 es el suyo un instinto consciente”, afirma Marx. Pero la natu raleza humana, histéricamente construida, est en los antipodas de este es- tadio original. Hl hombre natural histérico es Ia naturaleza producida por Ia historia y su nueva condicién natural es la universalidad generada por su ‘propia actividad, por su trabajo. En otras palabras, el trabajo produce la naturaleza humana en la mis- ma medida en que la delimita y diferencia de la naturaleza puramente ani- mal, @ través de una apropiacién especifica del propio mundo natural: “La universalidad del hombre so manifiesta prdcticamente en la universalidad por la cual toda la naturaleza se transforma en su cuerpo inorgéniea”, Un hecho que se Verifica en que, mientras 1 animal se hace de inmediato wno con au actividad vital (..J el hombre hhace de su propia actividad vital el objeto de su voluntad y do su concion- cia; tions una actividad vital conscienta: no existe una eafera determinada on la cual inmediatamente se confunde.22 Este cardcter voluntario, consciente, universal, de la actividad humana, por la cual el hombre se distingue de los animales y se sustrae al dominio de cualquier esfera particular, est en oposicién a todo lo que es, a su vez, na- tural, espontineo, particular, esto es, al dominio de la naturalidad (Vatur- wuechsigheit) y de la causalidad (Zufaelligheit) en Ia cugl el hombre no domi- nna sino que es dominado, no es un individuo total sino miembro unilateral do luna determinada esfera (clase, etc.) y vive, en suma, en el reino de la necesi- ‘dad, pero no atin en el de la libertad. La divisién del trabajo, por lo tanto, ‘dividi6 al hombre y a la sociedad humana, pero ha sido la forma histériea de Gesarrollo de su actividad vital, de su relacién-dominio sobre la naturaleza” 33 Cop el capitalisms moderno, con la universalizacién de las relacioné mereantiles y con la conquista del mercado mundial, la divisign del trabajo ~y con ella la productividad del trabajo humano~ aleanza una dimensién irrestricta ¢ ilimitada. En estas condiciones la deshumanizacién del trabajo encuentra su expresi6n mas clara en la conversién de la labor humana en el proceso productive directo en una actividad descalificada, en la transforma- cién del trabajador en una suerte de apéndice de la maquina conforme a una eélebre definicién que pasé a la historia con el Manifiesto comunista. Pero, al mismo tiempo, en las antipodas de este trabajo real, enajenado y por eso in- 22. K. Marx, Manuscritos, 28, M, Manaearda, ob st. 28 las formas del trabajo y la historia bumano, el desarrollo material de Jas fuerzas productivas erea un universo real capaz de modificar de un modo revolucionario la actividad vital de la produccién. Es el desarrollo que posibilita que el trabajo directo en la pro- duecidn sea sustituido por el aparato mecdnico-electrénico, automética, una, realidad en torno de la cual Marx reslizé un andlisis excepcional en los Grundrisse La posibilidad de terminar con el trabajo determinado por la necesidad inmediata de 1a supervivencia es la condicién docisiva para que la revolucién social contempordnea se asiente en una conquista de la civilizacién humana, ‘como un todo. Es la libertad concebida como la construceién del hombre a partir de un umbral material que es el resultado de toda su vida histérica co- ‘mo especie. El reine de la libertad... slo empieza allf donde termina el trabajo impuesto por la necesidad y ‘por Ia coaccin de los fines externas; queda pues, dada la naturaleza de las ‘cosas, mas alld de la érbita de la verdadera produccié material. Ast como ‘el salvaje tiene quo luchar con Ia naturaleza para satisfacer sus necesida- des, para encontrar el sustento de su vida y reproducirla, el hombre eivili- zado tiene que hacer Io mismo, bajo tadas las formas sociales y bajo todos Jos posibles sistemas de produceién. A medida que se desarvolla, esareo- Iéndose con él sus necesidades, so extiende ests reino de la necesidad na tural, pero al mismo tiempo se extienden también las fuerzas productivas {que satisfacen aquellas necesidades. La bertad, en este terreno, aélo pue’ de consistir en que el hombre socializado, los productorea azociade, emu Jen racionalmente su intercambio do materias con la naturaleza, lo pon- gan bajo su control cortin en vex de dejarse dosainar por 61 como tn poder iego, y lo Heven a cabo con el menor gasto paribla de fuerzas y en las con diciones més adecuadas y més dignas de su naturaleza humana, Pero, con todo ello, éste serd siempre un reino de le necesidad, Al otro lado de sus fronteras comienza el despliogue de las fuerzas humanas que se considera ‘como fin en sf, el verdadero raino de la libertad, que in embargo sélo puc- de florecer tomando como base aquel reine de la necesidad. La condicion fundamental para ello es ja reduosién de la jormnada de trabajo.2® 24, Véaae ol final dol trabajo de Pablo Rleznik, “La pareza y la colebracién de fo hummano", (en Actas dal I! Congreso Latinoamerioano de Sociologia, Boones Adres, may do 2000. Bate texto y el que aqui reproducimos ee encuentran integrados cos el mimo titalo en Con fa le cultura de trabaj, bro que rede una serie de textos relatives ala célcbre obra do Paul Lafargue, EI derecho ala perece, Buens Aira, Bdicionoe Rf, 2002 25, K. Marx, Bl eapital, 0 PRIMERA PARTE na

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