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“Concluimos, pues, como en el capítulo XVIII, que nada es más seguro para el Estado
que el que la piedad y la religión se reduzca a la práctica de la caridad y la equidad; y
que el derecho de las supremas potestades, tanto sobre las cosas sagradas como sobre
las profanas, sólo se refiere a las acciones y que, en el resto, se concede a cada uno
pensar lo que quiera y decir lo que piense.
Con esto, he terminado lo que me había propuesto exponer en este tratado. Sólo me
resta advertir expresamente que no he escrito en él nada que no someta con todo gusto
al examen y al dictamen de las supremas potestades de mi patria. Pues, si ellas
estimaran que algo de lo que he dicho se opone a las leyes patrias o constituye un
obstáculo para la común salvación, quiero que se lo dé por no dicho. Sé que soy hombre
y que he podido equivocarme. He puesto, no obstante, todo empeño en no equivocarme
y, sobre todo, en que cuanto he escrito, estuviera plenamente de acuerdo con las leyes de
la patria, la piedad y las buenas costumbres.”
1. Introducción.
Podemos decir que la limitación del derecho a las acciones según Spinoza se basa en
su concepción de un Estado que busca la estabilidad y la paz social mediante la
regulación de la conducta de sus ciudadanos. En el Tratado Teológico-Político, Spinoza
argumenta que la autoridad política tiene la responsabilidad de velar por el orden y la
armonía dentro de la sociedad, tanto en asuntos religiosos como seculares. Para lograr
este objetivo, considera necesario limitar el alcance de las acciones individuales,
especialmente aquellas que puedan poner en peligro la estabilidad política o la
convivencia pacífica entre los ciudadanos.
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limitaciones deben ser razonables y proporcionadas a la amenaza que representan para
la sociedad.
Para Spinoza, la libertad de opinión es un principio esencial que debe ser protegido
en cualquier sociedad justa y democrática. Reconoce que la diversidad de opiniones es
inevitable en cualquier comunidad humana y que restringir la expresión de ideas puede
conducir a la opresión y al estancamiento intelectual. Por lo tanto, aboga por la
tolerancia y el respeto hacia las opiniones divergentes, incluso aquellas que puedan
resultar controvertidas o impopulares.
Para poder entender lo que quería expresar el escritor secreto me valdré de Ernest
Fortin, en su análisis influenciado por Strauss en Human rights, virtue and the common
good y Classical christianity and the political order. Reflections of the theologico-
political problem, profundiza en la noción de que solo hay dos aspectos verdaderamente
interesantes en la vida: Dios y la política, lamentando la falta de ambos en la sociedad
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contemporánea. Para Strauss, tanto Dios como la política representan la culminación de
la sabiduría humana, cada uno en su respectivo dominio: "Dios" siendo el terreno de la
sabiduría especulativa y "política" siendo el ámbito de la sabiduría práctica. Este
enfoque distingue la búsqueda de la verdad abstracta de la especulación filosófica de la
aplicación práctica de los principios éticos en la vida cotidiana.
Fortin también explora cómo Strauss concibe la revelación no solo como una
transmisión de verdades religiosas, sino principalmente como un conjunto de preceptos
legales que regulan la conducta humana. Esta comprensión de la revelación como ley
tiene importantes implicaciones para la sociedad, ya que sugiere que la fe religiosa
puede influir en la configuración de las instituciones y prácticas políticas.
En última instancia, Fortin señala cómo Strauss aborda la relación entre Dios y los
seres humanos, planteando la idea de que solo un Dios omnipotente puede ser el
legislador supremo. Esta concepción resalta la importancia de la obediencia religiosa en
la formulación de una sociedad justa y ordenada, donde las leyes divinas guían la
conducta humana hacia el bien común. En este sentido, la teología política de Strauss
busca establecer una conexión entre la ley divina y la ley humana, reconociendo la
importancia de la fe religiosa en la vida política y social.
En primer lugar, Spinoza aboga por una clara separación entre la esfera religiosa y la
política, promoviendo un enfoque secular y liberal del Estado. Para Spinoza, la religión
debe limitarse a la práctica de la caridad y la equidad, mientras que las supremas
potestades del Estado tienen autoridad solo en cuestiones de acciones, dejando libertad
de pensamiento y expresión en otros aspectos. Este enfoque refleja una visión de Estado
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laico y democrático, donde las creencias religiosas personales no deben influir en las
decisiones políticas ni en la legislación.
A modo de resumen de estas ideas planteadas, mientras que Spinoza aboga por una
clara separación entre religión y política, promoviendo un Estado laico y democrático,
Strauss defiende la integración de la fe religiosa en la esfera pública y política,
argumentando que la revelación divina puede proporcionar una base moral y ética para
la sociedad.
Me gustaría añadir también una pequeña comparativa entre Spinoza y otros autores
que trataron estos temas. Así pues, se analiza en este apartado cómo las ideas de
Spinoza sobre la limitación del derecho a las acciones y la defensa de la libertad de
opinión se comparan con las de otros autores relevantes de la época, como John Locke y
Thomas Hobbes.
John Locke, en su obra Carta sobre la tolerancia, aboga por la separación entre la
Iglesia y el Estado y defiende la tolerancia religiosa como un principio fundamental
para la paz social y la convivencia pacífica entre los ciudadanos. Locke sostiene que la
religión es un asunto privado y que el Estado no debe interferir en las creencias
religiosas de sus ciudadanos. Esta idea se asemeja en cierto modo a la posición de
Spinoza, quien también aboga por una separación entre religión y política.
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Comparación con Thomas Hobbes
Por otro lado, Thomas Hobbes, en su obra Leviatán, sostiene que la religión es un
instrumento útil para mantener el orden social y la estabilidad política. Hobbes
argumenta que la autoridad política debe tener el control absoluto sobre la religión y que
la religión debe servir para reforzar la obediencia al gobierno.
Esta posición contrasta con la de Spinoza, quien aboga por una separación más
radical entre religión y política, enfocándose en la moralidad y la ética como
fundamentos de la vida pública. Mientras que Hobbes ve en la religión un medio para
mantener el orden social, Spinoza busca establecer un terreno común basado en
principios éticos universales que puedan ser compartidos por todos los ciudadanos,
independientemente de sus creencias religiosas.
7. Conclusiones.
En definitiva, el estudio de las ideas de Spinoza sobre la limitación del derecho a las
acciones y la defensa de la libertad de opinión en el Tratado Teológico-Político revela
su profundo compromiso con los principios de la democracia, el Estado de derecho y la
tolerancia. Spinoza propone una visión radicalmente nueva sobre la relación entre la
religión, el Estado y la libertad individual, basada en la separación entre la moralidad y
la religión, así como en la protección de la libertad de pensamiento y expresión dentro
de un marco de respeto por los derechos individuales y las libertades fundamentales.
Por otra parte, Spinoza y Strauss ofrecen dos perspectivas contrastantes sobre la
relación entre religión y política. Como ya se ha visto, las diferencias entre ambos
reflejan enfoques divergentes que tienen implicaciones importantes para la organización
y el funcionamiento de la sociedad, así como para la comprensión de la libertad
individual y la participación ciudadana en la vida pública.
Al comparar las ideas de Spinoza con las de otros autores de la época, como John
Locke y Thomas Hobbes, podemos apreciar las diferentes perspectivas sobre estas
cuestiones fundamentales y cómo las ideas de Spinoza representan una contribución
única al debate intelectual de su tiempo. Mientras que Locke enfatiza la tolerancia
religiosa y Hobbes ve en la religión un medio para mantener el orden social, Spinoza
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propone una visión más secularizada y centrada en la moralidad y la ética como
fundamentos de la vida pública.