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Texto de HAMLET

de
William Shakespeare

(Anotaciones
Técnicas y
Artísticas)
-88-

ACTO IV – Escena 1ª

Entra el Rey en presencia de la Reina

REY: Hay algo en tus suspiros, en tus ondas palpitaciones,


Que has de explicar. Tenemos que entenderlo.
¿Cómo está tu hijo?

REINA: Ah, mi señor, lo que he visto esta noche.

REY: Gertrudis, ¿cómo esta Hamlet?

REINA: Loco como el mar y el viento cuando


Disputan quien es más fuerte. Y en su arrebato,
Al oír movimientos tras el tapiz,
Ha sacado de golpe su espada, y chillando
“Una rata, una rata”, bajo esa obstinada ofuscación,
Ha matado al buen anciano oculto.

REY: ¡Que acción más grave!


Con nosotros lo habría hecho, de haber estado allí.
Su libertad a todos amenaza;
A ti misma, a nosotros, a cada uno.
¿Y cómo responder a esa acción sanguinaria?
Nos será imputada, pues nuestra providencia
Tendría que haber refrenado y mantenido aparte
A este loco muchacho. Pero tanto le amábamos
Que no supimos dar con lo adecuado,
Como quien sufre de un repelente mal,
Que, por no divulgarlo, deja que se alimente
De su médula propia. ¿Dónde ha ido?

REINA: A retirar el cuerpo del crimen,


Sobre el cual su locura, como el oro
En un filón de metal vil, muestra una gran pureza;
Se lamenta de lo que ha hecho.

REY: Gertrudis, vámonos.


Tan pronto como el sol raye en las montañas
De aquí lo sacaremos en barco;

REINA: ¡No!

REY: ¡Si! Y esa acción vil


Con nuestra majestad y nuestra habilidad
Haremos aceptar y excusar. ¡Guildenstern!

Entran Rosencrantz y Guildenstern

Amigos, buscad ayuda.


-89-

Hamlet enloquecido mató a Polonio,


Y lo ha arrastrado fuera de la alcoba de su madre.
Id a buscarle, habladle con dulzura, y el cuerpo
Traed a la capilla. En eso os pido rapidez.

Salen todos

ACTO IV – Escena 2ª

HAMLET: (Voces dentro) Bien guardado (Voces dentro) Pero,


¿y esas voces? (Voces dentro)
¿Quién llama a Hamlet? Ah, aquí están.

Entran Rosencrantz, Guildenstern y unos secuaces

ROSENCRANTZ: ¿Qué habéis hecho, señor, con el cadáver?

HAMLET: Lo mezclé con el polvo, su pariente.

ROSENCRANTZ: Decidnos dónde está, para que podamos traerlo


Y depositarlo en la capilla.

HAMLET: No te lo creas.

ROSENCRANTZ: ¿Creer el qué?

HAMLET: Que voy a hacerte caso y a mí mismo no. Además,


Cuando el que pregunta es una esponja...
¿Cómo a de replicar el hijo de un Rey?

ROSENCRANTZ: ¿Me tomáis por una esponja, señor?

HAMLET: Si señor, una esponja que chupa el favor de un Rey,


Sus recompensas, sus influencias. Pero los cortesanos
De este tipo acaban prestando al Rey el mejor servicio;
El se los deja como un mono una manzana,
En el rincón de la mandíbula;
Primero el bocado, y ya será tragado.
Cuando él necesita lo que tú has absorbido
No tiene más que estrujar y,
Como una esponja, te quedarás seco otra vez.

ROSENCRANTZ: No os entiendo, mi señor.

HAMLET: Me alegro. Los oídos necios se adormecen


Con las palabras corrosivas.
-90-

ROSENCRANTZ: Señor, tenéis que decirnos dónde está el cuerpo


Y venir con nosotros donde el Rey.

HAMLET: El cuerpo está donde el Rey,


Pero el Rey no está donde el cuerpo.
El Rey es una cosa...

GUILDENSTERN: ¿Una cosa, señor?

HAMLET: Una cosa de nada. Llevadme en su presencia.


Se esconde el zorro y todos a por él.

Salen

ACTO IV – Escena 3ª

Entra Hamlet entre unos guardianes en presencia del Rey, Rosencrantz,


Guildenstern y edecanes

REY: Y bien, Hamlet. ¿Dónde está Polonio?

HAMLET: Cenando.

REY: ¿Cenando? ¿Dónde?

HAMLET: No donde él come; donde a él se lo comen.


Una asamblea de gusanos de la política
Va detrás de él en este mismo instante.
El gusano es el único emperador de todas las dietas.
Engordamos a las demás criaturas para que nos engorden,
Y nosotros engordamos para los gusanos.
El Rey gordo y el mendigo flaco
No son más que viandas distintas;
Dos platos de la misma mesa. Ese es el final.

REY: Ay, Dios.

HAMLET: Un hombre puede pescar con el gusano que comió de un Rey


Y comer del pescado que comió de ese gusano.

REY: ¿Qué quieres decir con eso?

HAMLEY: Nada, Solo exponeros que un Rey puede ir


En procesión por las tripas de un mendigo.

REY: ¿Dónde está Polonio?


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HAMLET: En el cielo. Haced que lo busquen allí.


Si vuestro enviado no lo encuentra,
Buscadle vos mismo en otro lugar.
Pero si no lo encontráis en un mes,
Segura que lo vais a oler
Subiendo las escaleras de la galería.

REY: (a los soldados) Id a buscarlo allí.

HAMLET: Esperará hasta que lleguéis.

Salen los soldados

REY: Hamlet, por tu seguridad, esa acción


Te obliga a partir con rapidez de fuego.
Dispuesto el barco, propicio el viento,
Tu escolta aguarda,
Y todo apunta hacia Inglaterra.

HAMLET: ¿Hacia Inglaterra?

REY: Sí, Hamlet.

HAMLET: Bueno, así es.

REY: Así es si supieras nuestras intenciones.

HAMLET: Veo un querubín que las ve.


Pero ya está, a Inglaterra.
Adiós querida madre.

REY. Y tu padre que te ama, Hamlet.

HAMLET: Mi madre, padre y madre son marido y mujer,


Marido y mujer son una sola carne;
Con que mi madre. A Inglaterra.

Sale

REY: ¡Seguid sus pasos!

Salen todos excepto el Rey

Y tu, Inglaterra, si en algo consideras mi amistad


-y mi poder te indica su importancia, abiertas aún en ti
Las cicatrices de las armas danesas, y en vigencia
El tributo que tu temor nos rinde libremente-
No trates con tibieza nuestro regio mandato,
Que exige con detalle, en cartas conducentes a tal fin,
La muerte inmediata de Hamlet. Hazlo Inglaterra;
-92-

Como una fiebre inflama él mi sangre,


Y tú debes curarme. Hasta ese día,
No habrá para mí vida alegría.

Sale

ACTO IV – Escena 4ª

Entra Fortimbras con su ejército

FORTIMBRAS: Capitán, Saluda en mi nombre al Rey danés.


Dile que Fortimbras, con su consentimiento.
Pide salvoconducto
Para el paso acordado con su reino.

CAPITÁN: Así lo haré, señor.

Salen todos menos el Capitán.


Entran Hamlet, Rosencrantz y Guildenstern

HAMLET: Caballero, ¿qué tropas son esas?

CAPITÁN: Las de Noruega, señor.

HAMLET: ¿Y cuál es su objetivo?

CAPITÁN: Van contra un lugar de Polonia.

HAMLET: ¿Y quién las manda, señor?

CAPITÁN: El sobrino del Rey de Noruega, Fortimbras.

HAMLET: ¿Y se dirigen al centro de Polonia o a sus fronteras?

CAPITÁN: Si digo la verdad, y sin exagerar,


Vamos a conquistar u pedazo de tierra
Que de valor no tiene más que el nombre.
Yo no la arrendaría ni por cinco ducados, cinco.
Ni daría a Noruega o al Polaco
Mayor ganancia vendida en propiedad.

HAMLET: Entonces el Polaco no la defenderá.


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CAPITÁN: Sí, hay guarniciones.


Dos mil almas y veinte mil ducados
Van a litigar por una brizna de paja.

HAMLET: Tumores de paz y de riqueza,


Que revientan por dentro sin mostrar fuera
Porqué muere el hombre.

CAPITÁN: Que Dios os acompañe, señor.

Sale

ROSENCRANTZ: ¿Queréis que prosigamos, mi señor?

HAMLET: Seguid adelante, yo os alcanzaré.

Salen Rosencrantz y Guildenstern

Todas las circunstancias me delatan


Hostigando mi venganza inerte.
¿Qué es el hombre, si el provecho que obtiene
De su tiempo lo consume en comer y dormir?
Un animal, no más.
Quien nos hizo dotados del don de discurrir,
Capaces de memoria y previsión,
No nos dio ese poder de la razón,
Propio de un Dios.
Para que, sin usarlo, se enmoheciese.
Quizá, como las bestias no recuerde, o mi escrúpulo
Sea pensar en los efectos con excesivo cálculo,
-Pensamiento, que dividido,
Tiene tres partes de cobarde y una de cauto-
Pero no sé porqué sigo diciendo “Esto he de hacerlo”,
Si para hacerlo tengo instrumentos,
Y voluntad, y fuerza, y motivo.
Ejemplos del tamaño de la tierra a ello me incitan;
Uno es este ejército tan nutrido y costoso,
Mandado por un príncipe joven y vulnerable,
Cuyo espíritu, al soplo de una ambición divina,
De lo que está por ver hace burla,
Exponiendo lo más mortal u frágil
Al rigor del azar, al riesgo de su fin.
¡Por una cáscara de huevo! La autentica grandeza
No está en pasar a la acción sin gran objeto;
Pero cuando el honor está en juego,
Entonces si es grandioso luchar por una brizna de paja.
¿Y cuál es mi postura?
Un padre asesinado, una madre manchada,
Debían excitar mi razón y mi sangre,
Y los dejo dormir, mientras avergonzado
Veo el inminente fin de miles de soldados,
Que, por vana quimera de renombre,
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Marchan hacia sus tumbas como a sus lechos,


Disputando una tierra
En la que no hay lugar para lucha por ella,
Y donde no tendrían los muertos
Sepultura que a todos cubriese.
De ahora en adelante nada vale pensar
Si no pienso en la sangre.

Sale

ACTO IV – Escena 5ª

Entran la Reina y Horacio

REINA: No quiero hablar con ella.

HORACIO: ¡Señora!

REINA: No quiero hablar con ella.

HORACIO: No cesa de importunar; de hecho desvaría.


Su estado es de comparecer.

REINA: Pero ¿qué pretende?

HORACIO: Sería bueno que le hablase.


Pues mentes maliciosas
Pueden hacer conjeturas peligrosas.

REINA: Que entre.

Sale Horacio

A mi alma enferma, pues así es el pecado,


Lo más banal anuncia lo desgraciado.
Es tan torpe la culpa en su desconfiar,
Que acaba revelándose por miedo a revelar.

Entra Ofelia

OFELIA: ¿Dónde esta la hermosa Majestad de Dinamarca?

REINA: ¿Qué tienes Ofelia?

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