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Historia Medieval

Kaplan: El mundo de Mahoma.

EL MUNDO DE ARABIA

Arabia, desértica en su totalidad con vastas estepas y escasos puntos de agua, era el
territorio de los beduinos. Vivían siguiendo el ritmo de una economía pastoral, con unos
desplazamientos periódicos. Su estructura social eran las tribus, articuladas en grupos
genealógicos, los clanes. Era una célula autónoma de gentes unidas entre sí por la sangre o la
afiliación. Sus miembros elegían libremente a sus jefes. Las grandes tribus, vivían de esta forma
unidas por intercambios que efectuaban en los oasis.
La importancia de la religión era muy escasa en el universo de los beduinos. Junto a una
multitud de genios, los yinns, existía una gran cantidad de divinidades con una personalidad poco
definida. A veces se invocaba al dios Allah. Algunos sacrificios, ofrendas, paseos en torno al objeto
sagrado, peregrinaciones, no llegaban a ser un verdadero culto. La religión dejaba poco espacio
para los sentimientos. El humanismo tribal dominante hacía del hombre el valor supremo dentro
de la tribu.
El santuario de La Meca, estaba ubicado en la ruta de Temen a Siria, dentro de una
garganta que atravesaba el Hiyaz, a 80 kms. del mar. Estaba formado por un cubo de piedra, la Ka
´ba, que descansaba sobre tres piedras sagradas. A fines del siglo V, la tribu de los Quraysíes había
sabido dar importancia al santuario en el que regularmente se efectuaban dos peregrinaciones: la
‘Umma y el hay en las que participaban las poblaciones de los alrededores.
La Meca era encrucijada de las rutas que ahora cobraban nueva importancia: ruta de
Arabia del Sur, en la que las caravanas yemeníes fueron sustituidas por las de La Meca; ruta de
Arabia central, que adoptaron los árabes del este para evitar la ruta de Mesopotamia, que
resultaba poco segura o demasiado cara; hacia el oeste también se desarrollaron los contactos con
Adulis, a través del puerto de Yidda.
El comercio de La Meca, regional hasta entonces, adquirió una creciente importancia bajo
el impulso dado, dentro de la tribu de los quraysíes, con el clan de Hasim y de su hijo ‘Abd al-
Muttalib; mediante un sistema de alianzas y de clientelas algunas tribus se unieron al sistema de
La Meca; las caravanas quraysíes aseguraban el tránsito de los productos, las tribus garantizaban la
seguridad de su territorio; el creciente número de los ídolos tribales depositados en la Ka’ ba
manifestaba este acuerdo. El gran peregrinaje era acompañado por una feria y dos caravanas
partían anualmente para Siria trayendo consigo nuevas ideas y experiencias. Tras la muerte de
‘Abd al-Muttalib y de ‘Abdallah, el jefe del clan hasimí Abú Talib cuidó de su sobrino Mahoma:
éste, iniciado por su tío en el comercio, trabajó en él más activamente aún tras su matrimonio con
Jadiya. Sin embargo, en La Meca empezaban a producirse tensiones internas que obedecían a la
creciente desigualdad en el reparto de las riquezas y a las luchas por el poder entre los distintos
clanes. Así, poco a poco, a finales del siglo I, el clan hasimí hubo de ceder la primacía al clan de
‘Abd sams y de su hijo Umaya. Mahoma ocupaba entonces en La Meca una posición respetable.
COMIENZOS DE MAHOMA

En el momento en que la guerra entre los persas y bizantinos se reanuda, la vida de


Mahoma cambió de rumbo. Hacia el 610 empezó a recibir una serie de revelaciones divinas, las de
un dios trascendente, creador del hombre y de la naturaleza, que castigaría o premiaría al hombre
en un juicio final sin consideración de familia, clan ni tribu. Este único dios, Allah, había elegido a
Mahoma para advertir a su pueblo que se purificara y lo adorara. Mahoma fue escuchado por una
cuarentena de discípulos: su mujer Jadicha, su primo Alí… La meca pretendió, en un principio,
absorber este movimiento, pero la ruptura llegó a ser inevitable cuando Mahoma desautorizó a los
dioses de La Meca y afirmó con vehemencia la unicidad divina. Este rechazo de la tradición de los
antepasados podía quebrantar todo el sistema que se había creado en La Meca. Pero Mahoma
seguía estando protegido por Abú Talib.
Al pequeño grupo de seguidores vino a sumarse ahora ‘Umar. En el 619 la muerte de
Jadicha, seguida por la de Abú Talib, interrumpía la relativamente tranquila evolución de la
pequeña comunidad. El nuevo jefe del clan hasimita era hostil a Mahoma y la acción del omeya
Abú Sufyan hacía más difícil la vida en La Meca. Las tribus árabes frecuentaban La Meca aunque
desaprobaban la arrogancia de los quraysíes. En el año 622 éstas eligieron a Mahoma como árbitro
de sus querellas y se comprometieron a defenderlo tanto a él como a sus seguidores. Los fieles
emigraron en pequeños grupos a Yatrib, donde pronto se encontrarían con Mahoma. Esta
emigración o hyyra (Hégira) señalaba el comienzo de un nuevo período: los fieles dejaban de ser
una minoría perseguida e indefensa.

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