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PUEBLOS ORIGINARIOS :

TEHUELCHE

Historia
Tehuelche fue como los mapuche llamaron al conjunto de los pueblos de la pampa que
habitaban al norte del Estrecho de Magallanes. Los mismos fueron llamados Patagones por los
navegantes europeos y dieron tanto nombre a este territorio como base al mito de su
gigantismo. Aunque compartían un modo de vida general y un lenguaje, había varios dialectos
y así como en tiempos históricos los grupos de la región de Magallanes se conocen como
“aonikenk”, en el interior de Aisén o en la zonas fronterizas de Chiloé continental vivían otras
parcialidades, con contactos indirectos con ellos y otros grupos tehuelches.

Los orígenes de este pueblo pueden rastrearse hasta 4500 años atrás, en sitios arqueológicos
que muestran patrones muy similares de tecnología, dieta y modelos de vivienda. Se distinguen
claramente dos fases en su desarrollo cultural. Una primera fase, la pedestre, que alcanzó a
ser documentada gracias a referencias de algunos viajeros europeos. En esta fase, en total,
debieron ser alrededor de 4000 a 5000 individuos, que se dividían en grupos nómades no
superiores a 100, dedicados a la caza del guanaco y ñandú, así como a la recolección de
productos litorales. Utilizaban el arco y la flecha y las boleadoras. En la siguiente fase
adoptaron al caballo, animal que revolucionó su modo de vida. Éste habría escapado o
abandonado por colonos durante el siglo XVI y al estar en un medio muy favorable se habría
reproducido y expandido por toda la Patagonia. La principal consecuencia de la adopción del
caballo fue el aumento significativo en las distancias recorridas, mientras que los grupos se
hicieron más grandes, de 400 a 800 jinetes, aumentando y haciendo más frecuentes los
contactos con poblaciones vecinas.

En general los modos de vida en la Patagonia se homogeneizaron, pero el clima fue más
belicoso. A partir de los siglos XVIII y XIX, los tehuelches fueron fuertemente influenciados por
los mapuche. A fines del siglo XIX, en 1876, se introdujo por primera vez ganado ovino a
Patagonia. Su buena adaptación inició la colonización de este territorio. En 1878, el gobierno
argentino procedió a la entrega regular de concesiones a colonos. A partir de los años 1884-
1885, se inició la penetración hacia los campos interiores, o sea, el sector meridional del
territorio tehuelche. Se entregaron grandes extensiones a la ganadería, iniciándose la pérdida
de acceso a los recursos naturales tradicionales de esta etnia.

Entre 1876 y 1893 la mayor parte del territorio indio estaba ocupado, coincidiendo los mejores
campos de talaje con los territorios de caza indígena. Esto trajo como consecuencia la
fragmentación grupal y la dispersión, lo que significó una nueva adaptación para los nativos. A
comienzos de 1890 había alrededor de media docena de grupos autónomos, de unos 300 a
400 individuos cada uno. Poco a poco éstos se agruparon en unidades mayores y en 1893
había tres comunidades indígenas. Dos de las cuales vieron casi totalmente restringido su
modelo de movilidad tradicional por la disminución de guanacos, consecuencia del paulatino
avance del ganado lanar. No obstante esto, en términos generales, las comunidades lograron
establecer una relación de intercambio mercantil pacífico con los colonos vecinos.
Los Tehuelche optaron por la crianza y comercio de caballos, la cría de ovejas y/o vacunos o el
asalariarse en estancias vecinas, acelerándose su ingreso al sistema de producción occidental.
Pese a que hubo cierta preocupación de las autoridades de la época, la introducción de nuevas
enfermedades y el alcohol, además de ser inhabilitados para obtener la propiedad legal de sus
territorios históricos por ser considerados incapaces de ser sujetos de derecho, diezmaron a
este grupo. Los últimos tehuelche fueron radicados en las reservas de Camusu Aike y Lago
Cardiel, en lo que es hoy Argentina, y en ese país hay varias comunidades indígenas que
reclaman esta herencia

Economía
Cazaban básicamente el guanaco, cuya carne era la más preciada, pero también cuya piel
constituía materia prima de vestidos, abrigos, habitación y otras necesidades. Para cazarlos
utilizaban la boleadora, cercando a la presas mediante una estrategia de semicírculo, usando
caballos y perros. También recolectaban vegetales comestibles y medicinales, así como
mariscos en la costa. La mujer estaba a cargo de las actividades domésticas (desde buscar
leña y agua hasta cocinar los alimentos), del desplazamiento y de la instalación y
desinstalación del toldo. Cuidaban y criaban a los niños, preparaban los cueros y
manufacturaban ciertos objetos. Ellas también eran las encargadas de la decoración de los
mantos, bolsos, cinturones y naipes. Los hombres estaban encargados de cazar y fabricar las
herramientas y armas, pero pasaban buena parte del tiempo comiendo, descansando y
jugando.

A partir de la incorporación del caballo a su vida diaria en el siglo XVIII, se dieron importantes
cambios en la economía de este pueblo. Sumaron a su dieta la carne y sangre de este animal,
de preferencia la de yeguas, de manera ritual y como objeto de sacrificio. También utilizaron en
el extremo norte sus tendones, huesos y pieles en la fabricación de útiles y la cubierta del toldo,
reemplazando los del guanaco. La elaboración de la utilería ecuestre progresivamente se fue
complejizando y generó una importante actividad artesanal. La adaptación del caballo permitió
también extender el rango territorial de las cacerías y asegurar la provisión alimenticia. De
mismo modo, el caballo favoreció los desplazamientos a larga distancia, permitiendo contactos
inter étnicos que no siempre fueron pacíficos pero que dinamizaron el intercambio de bienes,
como los tejidos mapuche de Nahuel Huapi.

En lo que se refiere al hombre blanco, su interacción se fue haciendo cada vez más estrecha,
pasando desde el trueque incipiente hasta un comercio en territorios específicos, como en el
sitio arqueológico Dinamarquero en Magallanes.

Arte
La pintura, clave en el arte tehuelche, fue utilizada sobre distintos soportes. En el cuerpo,
utilizaban pinturas faciales y corporales a manera ceremonial y, cotidianamente, como
protección contra el clima. Las pinturas de distintos colores fueron hechas en base a grasa
animal. También se tatuaron por medio de incisiones en la piel. El exterior de sus mantas de
cuero de guanaco, llamados kais o quillangos, era ricamente decorado con coloridos dibujos
geométricos. Un quillango necesitaba unos trece cueros de guanaco, de preferencia de la cría,
el chulengo. Como parte de la vestimenta, también calzaron botas de cuero, primero hechas de
guanaco y luego de potro. En todos estos soportes se observa un estilo común: motivos
simples, principalmente geométricos (puntos, líneas, círculos y grecas); pero incorporando
también figuras naturalistas, la más común fue la impronta de manos. Así mismo destaca el
juego de naipes, al que llamaron berrica o birk, asimilado del contacto con los barcos de paso o
por la movilidad que les otorgó el caballo. Manejaron tanto la baraja española como la inglesa,
pero especialmente la adornada con sus propios motivos. Las hacían con cuero de guanaco,
de un tamaño de unos 8 x 5 centímetros. Igualmente incorporaron los dados que fabricaron con
huesos de huemul.

Organización Social
Antes de la introducción del caballo, la estructura básica habría sido la familia nuclear,
constituyendo una docena de ellas una banda. Esta asociación voluntaria de varias familias
reunidas en tolderías, se realizaba para complementar las actividades de caza. En ese
momento habría existido una especie de jefe de banda llamado Gownok o Yank, quien solo
organizaba y decidía la ubicación del campamento. Si bien tendrían un modelo matrilocal, sería
el varón quien ejercía el poder al interior del grupo. Pero en general fueron extremadamente
independientes, sin jerarquías formales de mando. Durante el período siguiente, el ecuestre, la
adopción del caballo significó una revolución en casi todos los sentidos. Los grupos
cuantitativamente hablando, pasaron a ser más importantes y este animal se convirtió en un
bien de intercambio y prestigio que jerarquizó a los componentes del grupo.

Culto y Funebria
Sus creencias míticas hacen referencia a seres superiores de los cuales descendían. Kooch
fue su ser supremo, todopoderoso, ordenador del cosmos, creador del sol y la luna y quien
después de separar el agua de la tierra, se retiró a descansar al oriente. Creían en la existencia
de seres malignos, moradores de lo subterráneo y siempre dispuestos a hacer daño, los
Gualichu. Otros relatos sugieren que éste era considerado una especie de divinidad única,
aunque puede considerarse como influencia mapuche restringida al extremo norte de
dispersión de los tehuelches. Utilizaban amuletos y talismanes que siempre escondían,
practicando indistintamente la hechicería o la medicina. Hubo rituales de nacimiento, muerte y
matrimonio, y llama la atención la importancia de las ceremonias de iniciación femenina.

Al morir un hombre sus bienes eran quemados y sus caballos y perros sacrificados. La muerte
de los caballares presentó diferencias según la edad del occiso: si era adulto, sus caballos eran
muertos con boleadoras; si era niño, eran estrangulados. Bajo el cadáver, sentado hacia el
este, se disponía una manta con arcilla roja. Sobre su tumba se levanta un túmulo de piedras
(chenque) y al difunto no se le nombraba más. En algunas zonas también se han encontrado
entierros en abrigos rocosos, donde el cuerpo era recubierto de pintura roja.

Patrón de Asentamiento
Fueron un pueblo cazador recolector, nómada y trashumante. Es decir, se movían durante las
distintas épocas del año, por amplios territorios, pero siguiendo las mismas sendas durante
siglos, lo cual generó verdaderas rutas. Junto a ellas, se encontraban los territorios
tradicionales de caza y paraderos establecidos (aiken), los cuales tenían denominaciones
precisas: Pali Aike, Juniaike, etc. Su vivienda tradicional fue un toldo de construcción sencilla y
de fácil traslado. Su armazón era de madera y su cubierta de capas de cuero
impermeabilizarlas, primero de guanacos y posteriormente de caballares. En un toldo podían
alojar entre ocho a diez individuos, es decir, la familia nuclear más la parentela cercana. Los
dormitorios se ubicaban al fondo. Las mujeres solteras en el centro, cercanas al fuego,
alrededor de ellas, los jóvenes, niños y perros. Los campamentos invernales eran bastante
permanentes, los veraniegos eran cortos, por lo general, debido a la falta de alimento, agua o la
insalubridad. La incorporación del caballo acentúo aún más el nomadismo Tehuelche,
ampliando el ámbito geográfico de su movilidad.

Lengua
La lengua del pueblo tehuelche está extinta, fue el aonikaish. Pertenecería al tronco lingüístico
Tshon, al igual que la de los Selk’namselk’nam. Era aglutinante y sustantiva, es decir una
palabra designa cada objeto de la naturaleza o expresa ideas abstractas de un orden superior,
por ejemplo: chetjen /guanaco nuevo; shotel/ojo de guanaco; Otil nau/ espíritu bueno. Habrían
existido tantos dialectos como subgrupos componían la etnia.

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