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SUJETOS OBLIGADOS A LOS DEBERES DE

PRESTACIÓN EN LA RELACIÓN DE CONSUMO

por Abel Enrique Marino

Sumario: Introducción. I. La relación jurídica obligatoria en general. a) Concepto.


b) Contenido de la relación jurídica obligatoria. c) El contrato discrecional o
paritario. d) Efectos principales de las obligaciones: carácter relativo. II. La re-
lación jurídica de consumo. a) Concepto. Regulación constitucional y legal. b) Sín-
tesis de los deberes principales asumidos por el deudor. 1) Deberes de prestación.
2) Deberes de protección. 3) Otros deberes tuitivos del consumidor. 4) El ámbito
subjetivo en la relación jurídica de consumo. c) Destino de dichas actividades.
III. Características distintivas de la relación jurídica de consumo. IV. Jurisprudencia
ante el incumplimiento de los deberes de prestación. a) El principio general de
no propagación de efectos. b) Excepciones que condenan al fabricante/concedente.
c) Criterio amplio. d) Síntesis de los pronunciamientos descriptos. V. Nuestra
opinión. a) Aplicación del diálogo de fuentes como método hermenéutico. b) Cohe-
rencia del subsistema de tutela a consumidores y usuarios. c) Estructura y contenido
de la relación jurídica de consumo. d) El artículo 732 del CCyCN y el principio
de equiparación: la irrelevancia de la sustitución subjetiva. e) Defensas de los
proveedores: prueba de la causa ajena o falta de incumbencia jurídica del in-
cumplimiento. 1) Incumplimiento no atribuible total o parcialmente al requerido.
2) Efecto del carácter concurrente de sus obligaciones en el principio de integridad
del pago. Diferencia con la solidaridad. VI. Síntesis final.

Introducción
Nos proponemos determinar a qué sujetos alcanzan los efectos con-
templados en el artículo 10 bis de la Ley de Defensa del Consumidor
(en adelante LDC), referidos al cumplimiento forzado directo o por
vía de sustitución objetiva o por rescisión con devolución de lo pagado
y/o por la reparación de los daños y perjuicios derivados del incum-

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Doctrina

plimiento obligacional, es decir, de los llamados deberes de prestación


en la relación de consumo. Adelantamos nuestra opinión a favor de
una legitimación sustancial amplia en el polo deudor, que comprometa
a todos los integrantes de la cadena de comercialización del producto
o servicio, con alcances similares –pero con fundamento legal dife-
rente– a la establecida expresamente para los deberes de protección
en la relación de consumo.
En general el legislador ha designado con claridad los destinatarios de
los mandatos normativos. Lo hizo cuando asignó la responsabilidad por
daños derivados del acto de consumo (conf. art. 40, LDC), enunciando
una serie de sujetos responsables frente al consumidor por daños a in-
tereses distintos del objeto del contrato de consumo, cuando existe vicio
o riesgo del producto o servicio. Lo mismo al identificar los sujetos
obligados a prestar el servicio de garantía legal (art. 13, LDC). Tam-
bién, entre otros casos, al remitirse a la definición general de proveedor
(art. 2º, LDC), en el deber de suministrar información cierta, clara, de-
tallada y gratuita sobre los bienes y servicios (art. 4º, LDC), brindar
trato digno y abstenerse de prácticas abusivas (art. 8º bis, LDC).
En cambio, salvo una referencia al concepto general de proveedor,
el artículo 10 bis de la LDC omite individualizar al obligado a satisfacer
el propósito esencial y primario de quien participa de una relación de
consumo, es decir, la realización del interés directo e inmediato del
consumidor, enderezado a la entrega del producto o realización del
servicio ofrecido con características de identidad, integridad, oportu-
nidad y adecuación para su utilización según la finalidad esperada o,
en su defecto, el reemplazo por otra cosa o servicio o la entrega del
contravalor dinerario de esas prestaciones. La falta de determinación
precisa de los sujetos alcanzados por tales efectos ha dado lugar a
soluciones no armónicas en el terreno judicial.

I. La relación jurídica obligatoria en general


a) Concepto
Las categorías obligación y relación jurídica obligatoria son em-
pleadas comúnmente con sentido equivalente, lo que es erróneo, a
poco que se repara que la obligación debe definirse como una relación

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jurídica simple1, poniendo el foco separadamente en la situación in-


dividual de cada una de las partes –por ejemplo, en la compraventa
la obligación de pagar el precio que tiene por sujeto activo al vendedor
y por sujeto pasivo al comprador y la obligación de entregar la cosa
en propiedad–, advirtiendo que hay ciertas obligaciones que son ine-
xorablemente singulares, como la de indemnizar los daños y perjuicios.
La relación jurídica obligatoria, como se ha dicho con admirable
precisión, es “...la total relación jurídica que liga a los sujetos para la
realización de una determinada función económica o social en torno a
un interés protegido por el ordenamiento jurídico...”2 Posee una natu-
raleza orgánica o institucional, de lo que se deriva que todos los derechos,
deberes, facultades y cargas de los sujetos se encuentren agrupados y
organizados por el ordenamiento jurídico y por la finalidad socioeconó-
mica que está llamada a realizar. Dentro de una única relación obligatoria
puede coexistir una pluralidad de vínculos jurídicos, por ejemplo, en las
llamadas obligaciones sinalagmáticas, donde siempre hay dos vínculos
ligados entre sí por un nexo genético y funcional de reciprocidad –tal
el caso de la compraventa–. Volveremos sobre esto al abordar la función
económico-social que caracteriza a la relación de consumo, elemento
clave de nuestra postura en el tema que estudiamos.

b) Contenido de la “relación jurídica obligatoria”


El derecho de crédito es un centro de unificación de facultades
jurídicas, algunas de ellas dirigidas contra el deudor –las acciones de
cumplimiento específico o por sucedáneo–, otras contra terceros –de-
fender la prelación o preferencia de un crédito–. Pero su propósito
primario es la facultad de exigir el cumplimiento específico, lo que
se hace visible ante la ausencia de satisfacción espontánea –pago– de
la prestación debida. Junto a estos deberes de prestación se presentan
1 BUERES, Alberto J., El objeto del negocio jurídico, Hammurabi, Buenos Aires,

1986, ps. 33 y 159; SILVESTRE, Norma O.; MARINO, Abel E.; MAGLIO, María
Claudia E. y BURGOS, Débora, Obligaciones, 2ª ed. act. y ampl., Thomson Reuters
La Ley, Buenos Aires, 2016, p. 34.
2 DÍEZ-PICAZO, Luis, cit. En la oportunidad, el autor define a la relación obligatoria

como “...una relación jurídica establecida entre dos personas y dirigida a que una de ellas
obtenga determinados bienes o servicios mediante la cooperación de la otra o el intercambio
de dichos bienes y servicios mediante una recíproca cooperación...”

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los denominados deberes de protección u obligación de seguridad,


por la que el deudor asume de modo paralelo y autónomo a la obligación
principal un deber complementario mediante el cual garantiza al acree-
dor que, durante el desarrollo de la prestación planificada, el ejecutor
material no le originará daño en otros bienes distintos de aquellos que
comprenden el objeto del negocio jurídico, sea en su persona o sus
otros bienes3.
Ambas situaciones correlativas en la relación jurídica obligacional
–la del acreedor y la del deudor– aparecen iluminadas por el principio
general de la buena fe, concebida no solamente como un criterio de
determinación del alcance, forma y modalidades de cumplimiento de
la prestación, sino en verdad como un arquetipo de conducta social
que comprende la lealtad en los tratos, el proceder honesto, esmerado,
diligente, atendiendo al espíritu de la relación obligatoria correspon-
diente en la forma que el acreedor pueda razonablemente esperar y,
como contrapartida, la directiva de que el acreedor ejercite el derecho
de crédito con lealtad, confianza y consideración razonables.
3 BUERES, Alberto J., Responsabilidad contractual objetiva, en Derecho de Da-

ños, Hammurabi, Buenos Aires, 2001, p. 35; AGOGLIA, María M.; BORAGINA,
Juan C. y MEZA, Jorge A., Responsabilidad por incumplimiento contractual, Hammu-
rabi, Buenos Aires, 1993, p. 161; PICASSO, Sebastián y VÁZQUEZ FERREYRA,
Roberto A. (dirs.), Ley de Defensa del Consumidor. Comentada y anotada, La Ley,
Buenos Aires, 2009, comentario a los arts. 5º y 40, LDC; SILVESTRE, Norma O.,
¿Subsiste la obligación de seguridad en el nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación?, en Revista de Derecho de Daños, Nº 2017-1, Responsabilidad objetiva – I,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, ps. 61 y ss., con cita de A. J. Bueres, R. Vázquez Ferreyra,
J. M. Prevot y F. Jordano Fraga. SÁENZ, Luis Ricardo José y SILVA, Rodrigo Gastón,
La responsabilidad por productos en el Derecho argentino. Aplicaciones jurispru-
denciales y Derecho Comparado, en Revista Jurídica de la Universidad de Palermo,
ps. 201-254, Año 17, Nº 1, noviembre de 2019. Estos últimos recuerdan, en este
sentido, el art. 9º de la Directiva Europea 85/374 del 25-7-85, aplicable a la respon-
sabilidad por daños causados por productos defectuosos, estableciendo que el sistema
cubre los daños causados por muerte o lesiones corporales o cosas que no sean el
propio producto defectuoso. Apuntan que esta disposición se ve reflejada en la nor-
mativa interna de los países miembros de la Unión Europea, por ejemplo el art. 142
del Decreto Legislativo español 1/2007 y el art. 1245-1 del Código Civil francés. En
contra, PICASSO, Sebastián, El fin de la obligación de seguridad en el Derecho
común, en L. L. del 3-9-2015, quien la considera acotada al Derecho del Consumidor,
como uno de los efectos del proceso de unificación de las órbitas contractual y ex-
tracontractual de responsabilidad.

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c) El contrato “discrecional o paritario”


La creación de relaciones jurídicas obligatorias se ha generado,
de manera principal, a partir del llamado modelo clásico de contrata-
ción4, formado sobre la base de ciertas premisas esenciales: respeto
casi irrestricto al principio de autonomía de la voluntad, eficacia vin-
culante de las estipulaciones –exigibles como la ley misma– y efecto
relativo de las obligaciones que nacen a partir de dichas relaciones.
Éstos son pilares fundamentales del concepto clásico en materia con-
vencional, como lógica consecuencia de un escenario de negocios ce-
lebrados entre partes con una entendida equivalencia en los conoci-
mientos técnicos, económicos y hasta culturales de las partes contra-
tantes. El contrato paritario5 fue el modelo jurídico predominante hasta
fines del siglo XX, como resultado de un sistema de libertad e igualdad
–por lo menos, en el presupuesto tenido en cuenta por el ordenamiento
4 Llamas Pombo recuerda que la teoría general de las obligaciones y contratos

procede de las últimas construcciones del Derecho Romano en el Corpus Iuris Civilis
de Justiniano y fue madurada en la Edad Media a través del Derecho común para
cristalizar definitivamente en los siglos XVIII y XIX con la Pandectística y la codi-
ficación civil. El contexto socioeconómico consistía en el modelo liberal-burgués de
sociedad, relaciones económicas que vinculaban a pequeños agricultores, comerciantes
y artesanos, que anudaban relaciones de carácter interindividual, esencialmente basadas
en el trato personal y directo que concurren al trato en condiciones (de hecho y
derecho) –agrego, presuntamente– iguales y libres, por lo que –agrego, se supone–
son capaces de alcanzar la justicia contractual sobre la base de la libre negociación
y espontáneo equilibrio de la oferta y la demanda. Esto hace innecesaria la intervención
de terceros, y menos aún del Estado, para imponer o restablecer el equilibrio, eleva
al carácter de paradigma el respeto a la voluntad individual –salvo contadas excepciones
en las que se advierte alguna situación de aprovechamiento de una parte sobre la otra,
por ejemplo, morigeración judicial de la cláusula penal y de la responsabilidad con-
tractual por incumplimiento no doloso– (LLAMAS POMBO, Eugenio, Compraventa
y protección de los consumidores, en SAIJ, DACF 150842, del 20-11-2015).
5 El art. 957 del CCyCN, al igual que su predecesor 1137 del Código Civil de

Vélez, define al contrato como “...el acto jurídico mediante el cual dos o más partes
manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir
relaciones jurídicas patrimoniales”. El art. 958 consagra el principio de libertad de
contratación –o autonomía de la voluntad–; el art. 959 el efecto vinculante (obligatorio)
del contrato para las partes; el art. 960 limita las facultades de intervención de los
jueces a los casos en que lo autorice la ley o se afecte, de modo manifiesto, el orden
público; el art. 961 introduce el principio de la buena fe para la celebración, inter-
pretación y ejecución de las estipulaciones contractuales.

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jurídico– con escasa –pero creciente– intervención estatal tanto en ma-


teria de creación como de interpretación o ejecución de las estipula-
ciones acordadas6.
Estos principios aparecen transformados por los desequilibrios ge-
nerados por la contratación en masa y la aparición del consumidor
como parte débil en la relación jurídica. Los de consumo han sido
considerados como una consecuencia del proceso de fragmentación
del tipo general de contratos7 de suerte tal que cuando hay un contrato
discrecional o paritario –aun ante la especie del contrato de adhesión–,
es razonable mantenerse dentro del régimen de autonomía privada ante
la igualdad de las partes. Cuando se trata del contrato de consumo,
no interesa si hay o no adhesión, sino que estamos en presencia de
todo un sistema de protección que abarca muy variadas consecuencias.

d) Efectos principales de las obligaciones: carácter “relativo”


Los efectos de las obligaciones consisten, básicamente, en la ne-
cesidad jurídica de que la obligación se cumpla, lo que comprende
desde el polo activo los remedios o facultades que el ordenamiento
jurídico acuerda al acreedor para lograr la satisfacción directa, inme-
diata, de su interés8; respecto del deudor, la palabra efectos evoca la
liberación que logra este sujeto al proveer al cumplimiento exacto de
su compromiso, pudiendo repeler cualquier acción del acreedor con
fuente en la obligación que ha sido cumplida. En cuanto al acreedor,
6 Debe destacarse como una forma especial –pero dentro de esta misma idea

general– la figura del contrato por adhesión a cláusulas predispuestas, en el que una
parte acepta participar de una relación jurídica obligacional en la que no participa
más que en otorgar el consentimiento a los términos fijados por la otra. Reiteramos,
no se trata de un tipo contractual diferenciado sino de uno tradicional, con la carac-
terística distintiva de la modalidad de prestación del consentimiento.
7 Conferencia dictada por Aída Kemelmajer de Carlucci en la Carrera de Negocios

de la Universidad Nacional de Córdoba, 28-7-2012, citada por JUNYENT BAS, Fran-


cisco y GARZINO, María Constanza, La regulación de los contratos en el Código
Civil y Comercial, Universidad Nacional de Córdoba y Universidad Siglo XXI, aporte
publicado el 27-7-2015, p. 31.
8 SILVESTRE y otros, Obligaciones cit., p. 343, con cita de Josserand: “...estudiar

los efectos de las obligaciones implica estudiar las sanciones que la ley establece para el
caso de incumplimiento...” (Cours de Droit Civil positif français, Paris, 1930, t. II, citado
por BUSSO, Eduardo B., Código Civil anotado, Ediar, Buenos Aires, 1958, t. III, p. 208).

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el ordenamiento jurídico, en nuestro medio a partir de lo dispuesto


por el artículo 730, incisos a, b, y c, del CCyCN, tiende a lograr, en
primer lugar, ante el defecto de cumplimiento espontáneo, que se realice
la prestación de manera forzada, tal como ha sido prevista (en especie).
Para ello proporciona al acreedor medios de ejecución directa, sea
para que el deudor personalmente la lleve a cabo o bien para que lo
haga un tercero, a costa del deudor originario9. Cuando la ejecución
directa no es posible –o ya no resulta de interés para el acreedor10–,
la ley le otorga el derecho a exigir la entrega de una suma de dinero
en concepto de daños y perjuicios que, como se ha dicho, es la misma
obligación originariamente pactada, con una mutación en su objeto11
que modifica su contenido inicial –de dar, hacer o no hacer– en el de
entregar dinero.
En cuanto a los sujetos involucrados, siguiendo lo que se ha dado
en llamar el efecto relativo de los derechos personales, las obligaciones
no generan tales efectos sino entre acreedor y deudor y sus sucesores
–universales o singulares– a quienes se transmitiesen. El artículo 503
del Código Civil de Vélez Sársfield incluía este precepto en la Parte Ge-
neral de las Obligaciones, de manera concordante con los artículos 1195
y 1999 en materia de contratos. El actual CCyCN prescinde de incorporar
la regla general en materia de derechos personales, pero dedica el Ca-
pítulo 9 del Título II del Libro Tercero a la regulación de los efectos.
En tal sentido, la Sección 1ª tiene por título, justamente, Efecto relativo
y los artículos 1021 a 1024 dejan bien en claro esta fuente obligacional
–lo que resulta aplicable, como principio y sujeto a numerosas excep-
ciones, a todo el universo obligacional–. Dice el artículo 1022 que los
contratos no hacen surgir obligaciones a cargo de terceros ni éstos tienen
derecho a invocarlos para hacer recaer sobre las partes obligaciones que
éstas no han convenido, excepto disposición legal12.
9 Anterior art. 505, incs. 1º y 2º del Cód. Civ., ahora art. 730, incs. a y b,

CCyCN. La doctrina los señala como efectos principales y normales.


10 Ejerciendo el acreedor dicha atribución de manera razonable y no abusiva. Se

trata también de efectos principales pero, en este caso, anormales.


11 Ver al respecto el voto ampliatorio del Dr. Bueres en el fallo plenario “Civit

c/Progress”, del 22-2-90, publicado en L. L. 1990-B-474.


12 Algunas de las figuras que en el ámbito contractual permiten la incorporación

de terceros al contrato son las que el propio CCyCN prevé en los arts. 1025 –con-

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II. La relación jurídica de consumo


a) Concepto. Regulación constitucional y legal
La relación de consumo se concibe como una relación jurídica
compleja, integrada por un conjunto de situaciones jurídicas subjetivas;
es la suma que se nutre de derechos subjetivos, deberes, derechos
potestativos y sujeciones a reglas de comportamiento disciplinadas por
un conjunto de normas públicas y privadas. Ha sido definida como el
eje central sobre el cual gira el sistema de protección a consumidores
y usuarios13. Este subsistema se encuentra definido por la aparición
de dos categorías de sujetos: proveedores y consumidores. Es el de-

tratación a nombre de tercero–, 1026 –promesa del hecho de tercero–, 1027 –estipu-
lación a favor de tercero–, 1029 –contrato por persona a designar– y 1030 –contrato
por cuenta de quien corresponda–. Más adelante analizaremos los efectos que atañen
a terceros en la relación jurídica de consumo.
13 BAROCELLI, Sergio Sebastián y PACEVICIUS, Iván Vladimir, El ámbito de

aplicación del Derecho del Consumidor ante el nuevo Código Civil y Comercial, en
la obra colectiva Impactos del nuevo CCyCN en el Derecho del Consumidor. Diálogos
y perspectivas a la luz de sus principios, dir. por Sergio S. Barocelli, 1ª ed., Universidad
de Buenos Aires, Facultad de Derecho, Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales
“Ambrosio J. Gioja”, Proyecto P II 502, ps. 49 y ss. En este muy completo trabajo,
los autores señalan que el concepto de relación de consumo no había sido incluido
en la redacción original de la LDC de 1993, lo que se mantuvo sin modificaciones
hasta la sanción de la ley 26.361, que al modificar el art. 3º de la LDC la define
como el vínculo jurídico entre el proveedor y el consumidor o usuario, terminología
que es ratificada por el art. 1092 del CCyCN. Seguidamente dejan sentado que, por
considerar escueta a la definición, proponen integrarla con los aportes de doctrina y
jurisprudencia y exponen un concepto más preciso de la categoría, citando a Juan M.
Farina, que la entiende comprendida por “todas las circunstancias que rodean o se
refieren o constituyen un antecedente o son una consecuencia de la actividad enca-
minada a satisfacer la demanda de bienes y servicios para destino final de consumi-
dores y usuarios...” Agregan los aportes de Antonio J. Rinessi y Ricardo L. Lorenzetti,
por lo que debemos considerar integrantes de ella a “...todas las etapas, circunstancias
y actividades destinadas a colocar en el mercado bienes y servicios para ser adquiri-
dos por los consumidores y usuarios, existiendo en esta relación, desde su inicio,
un acto voluntario –cuando el bien se produce, fabrica o elabora– cuyo objetivo ne-
gocial –indiscutida intención de todos los que desempeñan esta actividad– es llegar
a los consumidores en forma directa o indirecta, incluyendo en ésta la promoción
del producto, siendo responsables todos los que intervienen en la relación de consumo
ante los consumidores y usuarios por la protección de su salud, seguridad e intereses
económicos...”

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Sujetos obligados a los deberes de prestación

sequilibrio entre tales categorías lo que suscita el conjunto de reglas


específicas tendientes a corregir las distorsiones del mercado, proveer
a la parte débil de la mayor libertad de contratar y elegir con quién
se contrata y recibir toda la información disponible para adoptar la
mejor elección.
El artículo 42 de la Constitución Nacional argentina (en adelante
CN) –texto según reforma de 1994– otorga raigambre constitucional
al derecho de los consumidores y usuarios a la protección de su salud,
seguridad e intereses económicos en la relación de consumo, así como
a una información adecuada y veraz, a la libertad de elección y a
condiciones de trato equitativo y digno, la educación para el consumo,
etcétera. Asigna a las autoridades el deber de defender la competencia
evitando la distorsión en los mercados y controlando los monopolios
naturales o legales, proveyendo a la calidad y eficiencia de los servicios
públicos, fomentando la actuación de las asociaciones de consumidores
y usuarios y organizando procedimientos eficaces para la prevención
y solución de conflictos. La LDC 24.240 de 1993, dispositivo originario
y central en nuestro sistema jurídico, se complementa con un bloque
de leyes nacionales que, de manera directa o indirecta, son aplicables
a las relaciones de consumo14, debiendo incorporarse al mencionado
subsistema gran cantidad de normas provinciales y municipales, prin-
cipalmente enfocadas en el procedimiento de acceso a la tutela, la
solución de los conflictos y las sanciones administrativas por las in-
fracciones que se produzcan.
En nuestro medio, desde 2015 a partir de la vigencia del Códi-
go Civil y Comercial de la Nación (CCyCN)15, los de consumo (arts.
1092 a 1122) integran una categoría dentro de la materia de los con-
tratos, junto a los paritarios (arts. 957 y ss) y los contratos de adhesión
(arts. 984 a 989). En cuanto a los de consumo, la disyuntiva de incluirlos
14 A título ejemplificativo, corresponde citar la Ley 22.262 de Defensa de la

Competencia, la 22.802 de Lealtad Comercial, la 20.680 de Abastecimiento, la 18.284


o Código Alimentario Nacional y toda la normativa dictada con motivo de la priva-
tización de servicios públicos. En ese sentido, el art. 3º, tercer párrafo de la LDC
dispone: “Las relaciones de consumo se rigen por el régimen establecido en esta ley
y sus reglamentaciones sin perjuicio de que el proveedor, por la actividad que desarrolle,
esté alcanzado asimismo por otra normativa específica”.
15 Según ley 26.994 vigente desde agosto de 2015.

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Doctrina

o no en la legislación general civil y comercial ha sido resuelta por


el legislador argentino siguiendo una estrategia de cooperación y diá-
logo normativo.
Según explican sus autores en los Fundamentos que acompañan la
iniciativa de reforma, la regulación de estos contratos en el CCyCN
tiene por finalidad la inclusión de una serie de principios generales
que establecen una suerte de protección mínima o núcleo duro de
tutela, paralela y complementada por lo establecido en normas espe-
ciales aplicables a la materia como, por ejemplo, contratos bancarios,
de tarjetas de crédito, de seguros, medicina prepaga, etcétera. Esto se
funda, por un lado, en la dinámica constante de las relaciones de con-
sumo que hace que sean muy cambiantes, por lo que sus autores con-
sideran necesaria e insustituible la legislación especial, que puede ser
“fácilmente modificada”. De acuerdo con este propósito, la coexistencia
con la normativa vigente sobre derecho de los consumidores y usuarios
se configura sobre la base de la inderogabilidad de esos mínimos es-
tablecidos por el Código, sin que existan obstáculos para que la ley
especial establezca condiciones de protección superior. Se apuesta al
diálogo de fuentes como método interpretativo y, en este sentido, se
menciona que las reglas generales del Código de fondo sobre pres-
cripción, caducidad, responsabilidad civil y contratos obran como com-
plemento de la legislación especial16.

16El diálogo de fuentes aparece como una metodología superadora de la visión


decimonónica del conflicto de leyes en la relación jerárquica o en el tiempo, propor-
cionando una herramienta de interpretación y aplicación de normas jurídicas que ha
sido explicada por uno de sus mejores exponentes, el especialista en Derecho Inter-
nacional Erik Jayme, como “la necesidad de aplicar de manera simultánea y coordinada
las diversas fuentes del Derecho Internacional, a fin de eliminar la norma incompatible
solamente cuando la contradicción que cause sea insuperable y la aplicación incom-
patible, propiciando la coherencia del sistema a través de una coordinación flexible
y útil de las fuentes”. CASTAGNOLA, Yamila; MARHABA, Débora y ORDUNA,
Javier, Una aproximación al diálogo de las fuentes como herramienta hermenéutica
del sistema de protección al consumidor, en la obra colectiva dirigida por Barocelli,
Impactos del nuevo CCyCN en el Derecho del Consumidor... cit. supra. En el mismo
sentido, LIMA MARQUES, Cláudia, O “diálogo das fontes” como método da nova
teoría geral do Direito: um tributo a Erik Jayme, en Revista Dos Tribunais, São
Paulo, 2012, p. 26. Esta autora retoma las ideas de Jayme y propone una aplicación
simultánea, coherente y coordinada de las diversas fuentes para hallar una solución

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Sujetos obligados a los deberes de prestación

El CCyCN ha incorporado en este sistema definiciones sobre los


aspectos más importantes de la relación de consumo. En efecto, el
artículo 1092 la define como “...el vínculo jurídico entre un proveedor
y un consumidor...”, y el contrato de consumo es definido en el ar-
tículo 1093 como “...el celebrado entre un consumidor o usuario final
con una persona humana o jurídica que actúe profesional u ocasional-
mente o con una empresa productora de bienes o prestadora de ser-
vicios, pública o privada, que tenga por objeto la adquisición, uso o
goce de los bienes o servicios por parte de los consumidores o usuarios,
para su uso privado, familiar o social”.

b) Síntesis de los deberes principales


asumidos por el deudor
Como venimos diciendo, en ese contexto, los deberes que asume
el deudor de consumo –verbigracia, el proveedor– y que pueden exigir
forzadamente consumidores o usuarios –acreedores, polo activo de la
relación– no sólo se refieren a las relaciones contractuales en sentido
estricto (requisitos, elementos, efectos), sino también a las etapas pre-
contractual y poscontractual, a vínculos no contractuales de Derecho
Público y Privado, actos unilaterales del proveedor, disposiciones de
diversa índole relativas a la asignación y ejercicio del poder de policía,
ofreciendo de tal suerte un marco de protección más amplio que el
contractual, que aparece como sólo una especie dentro del universo
comprendido por la relación de consumo, cuyas dos principales ex-
presiones son las siguientes.

1) Deberes de prestación
En ausencia de satisfacción específica y espontánea de la entrega
del bien o prestación del servicio que fueran comprometidos por los
empresarios, los usuarios o consumidores tienen a su disposición una
serie de prerrogativas y poderes jurídicos análogos a los antes señalados
para la relación jurídica obligacional en general, previstos en el ar-

jurídica que tenga en miras el respeto de los derechos fundamentales del hombre. La
aplicación de las normas puede ser, pues, conjunta y al mismo caso, ya sea comple-
mentaria o subsidiariamente, mediante un criterio de adaptación sistemática.

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Doctrina

tículo 730, incisos a, b, y c, CCyCN, aunque adecuados a las carac-


terísticas particulares de la actividad de consumo. En tal sentido, el
artículo 10 bis de la LDC según texto incorporado por ley 24.787
dice: “El incumplimiento de la oferta o del contrato por el proveedor,
salvo caso fortuito o fuerza mayor, faculta al consumidor, a su libre
elección a: a) Exigir el cumplimiento forzado de la obligación, siempre
que ello fuera posible; b) Aceptar otro producto o prestación de servicio
equivalente; c) Rescindir el contrato con derecho a la restitución de
lo pagado, sin perjuicio de los efectos producidos, considerando la
integridad del contrato. Todo ello sin perjuicio de las acciones de
daños y perjuicios que correspondan”17.
El artículo 10 bis incluye en el inciso c, la facultad rescisoria del
acreedor, que no ha sido incluida en el precitado 730 pero sí surge
de varios artículos en materia de contratos (v. gr.: los arts. 1076, 1077,
1083, 1089 y 1090, CCyCN). Cabe puntualizar que en definitiva, el
deber del proveedor no es más que ajustar su conducta al estricto
cumplimiento de los requisitos del pago –artículos 865 y siguientes
del CCyCN– aplicados a la comparación entre el producto o servicio
ofrecidos y los efectivamente entregados o realizados.

2) Deberes de protección
El artículo 5º de la LDC pone a cargo del proveedor una obligación
de seguridad de resultado (art. 5º), y complementa esa regulación dis-
poniendo, en su artículo 40, que si el daño resulta “del vicio o riesgo
de la cosa o de la prestación del servicio”, la legitimación pasiva se
amplía a todos los sujetos que han intervenido en la cadena de pro-
ducción y comercialización del producto o servicio, quienes responden
objetivamente y en forma concurrente18 –pese a que la ley dice “so-
17 Es la adecuación a la especie de consumo del principio general en materia de

efectos de las obligaciones, que como hemos visto se dirige a lograr el cumplimiento;
contiene, pues, las herramientas que el ordenamiento jurídico provee al acreedor –en este
caso, el consumidor o usuario– para lograr la satisfacción de su interés –que junto a la
prestación comprometida componen el objeto de la obligación–. La previsión de cumpli-
miento por otro a costa del deudor (conf. art. 730, inc. b, CCyCN) es reemplazada por
la sustitución del producto o servicio por otro equivalente, sin mutación subjetiva.
18 Ver infra la referencia que formularemos a esta categoría incorporada por el

CCyCN a partir del art. 850.

94
Sujetos obligados a los deberes de prestación

lidaria”– sin perjuicio de las acciones de regreso que puedan corres-


ponder una vez indemnizada la víctima.
En caso de daños a la persona o bienes del consumidor, resultan
de aplicación los factores objetivos de atribución –el riesgo mencionado
por la ley pero también la garantía que dimana de la responsabilidad
concurrente que se describe– que alcanzan quienes intervienen en la
cadena de producción, distribución y comercialización de productos y
servicios, con eximentes muy limitadas. En efecto, son responsables
por dichos daños todos los sujetos que intervinieron de un modo u
otro en el proceso que va desde la fabricación de un producto elaborado
hasta su adquisición y posterior utilización por el consumidor, razón
por la cual la enumeración que realiza la ley debe considerarse sim-
plemente enunciativa19. La ley quiere responsabilizar a todas aquellas
personas físicas o jurídicas que han participado en la concepción, crea-
ción y comercialización del servicio, y no sólo a quien lo provee en
forma directa.

3) Otros deberes tuitivos del consumidor


La mencionada manda constitucional se cumple asignando a la parte
débil un conjunto de prerrogativas especiales que apuntan a brindar
tutela efectiva para el cumplimiento exacto de la relación de consumo
por parte del comerciante, entre otras:
– La ineficacia de las cláusulas abusivas o de las técnicas de co-
mercialización que puedan resultar perjudiciales para los consu-
midores;
– el resurgimiento del formalismo contractual, especialmente en
materia de provisión de información al consumidor;
– la moderación de la fuerza obligatoria de los contratos de con-
sumo, con amplias facultades jurisdiccionales para la revisión
judicial;
– la admisión de supuestos de retractación y rescisión por parte
del consumidor;
– el refuerzo del sistema de responsabilidad contractual y extra-

19 Conf. WAJNTRAUB, Javier H., en LORENZETTI, Ricardo L. y SCHÖTZ,

Gustavo Juan, Defensa del consumidor, Ábaco, Buenos Aires, 2003, p. 268.

95
Doctrina

contractual, que aparece como un bloque normativo unificado


con muy pocas diferencias de tratamiento;
– en la interpretación y aplicación del Derecho, como en la eva-
luación de los hechos que se discuten en el marco de la relación de
consumo, debe prevalecer la que resulte más favorable al con-
sumidor20.

4) El ámbito subjetivo en la “relación jurídica de consumo”


Vamos llegando al propósito principal de este trabajo: analizar de-
talladamente el aspecto subjetivo de la relación de consumo, es decir,
quiénes pueden ser alcanzados –desde el polo activo y pasivo– por la
normativa tuitiva de usuarios y consumidores.

4.1) Sujetos protegidos: usuarios y consumidores


El subsistema que venimos describiendo se construye a partir del
reconocimiento de estos sujetos como personas vulnerables, lo que se
considera una presunción iuris et de iure21. La concepción clásica su-
ponía la existencia de sujetos económica, cultural y técnicamente equi-
parados, con un poder de negociación similar e igualdad de condiciones
de trato que buscan, en paridad, un intercambio razonable que, como
vemos, es modificado sustancialmente.
Las transformaciones políticas, económicas, socioculturales y tec-
nológicas que lleva aparejada la vida moderna han generado la nece-
sidad de procurar un reequilibrio en las relaciones contractuales entre
empresarios y consumidores, uno de cuyos instrumentos es el orde-
namiento jurídico positivo. El artículo 3º en coordinación con el ar-
tículo 65 de la LDC establece la preeminencia del régimen tuitivo y

20 Así lo dispone expresamente el art. 3º, LDC, texto según ley 26.631 de 2008,

al disponer en el párr. 2º que “...En caso de duda sobre la interpretación de los


principios que establece esta ley prevalecerá la más favorable al consumidor”. Esto ha
sido definido como el principio favor consommatoris. En idéntico sentido, el art. 1094
del CCyCN establece este criterio de interpretación para las normas que regulan las
relaciones de consumo y el 1095 agrega que ante la existencia de dudas en cuando
a los alcances de una obligación derivada del contrato de consumo, prevalece la más
favorable al consumidor.
21 BAROCELLI (dir.), ob. cit., p. 63.

96
Sujetos obligados a los deberes de prestación

su carácter de orden público, de allí que ante cualquier colisión entre


una norma o criterio de Derecho común y otra que proteja a los con-
sumidores, prevalecerá esta última, se trate de aspectos sustanciales o
procesales, y entre estos últimos lo relativo a la distribución de las
cargas probatorias y las presunciones emergentes de la ley especial.
El concepto de consumidor comprende, según ha señalado la doctrina,
dos elementos esenciales: a) la vulnerabilidad o debilidad del sujeto,
y b) el destino final de los bienes incorporados, sea para beneficio
propio o de su grupo familiar o social22. Los consumidores y usuarios
pueden ser clasificados de la siguiente forma:
a) Consumidor directo: el artículo 1092 del CCyCN y el 1º de la
LCD los definen como la “persona humana o jurídica que ad-
quiere o utiliza en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios
como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo fa-
miliar o social”23.
b) Sujetos equiparados al consumidor directo: también llamados
“consumidores indirectos” o “usuarios no contratantes” o “con-
sumidores fácticos” o “consumidores extra en la relación de
consumo”. Esta categoría se encuentra prevista en el 2º párrafo
del artículo 1º de la LDC y en el 2º párrafo del artículo 1092
del CCyCN, que definen a este sujeto como quien “...sin ser
parte de una relación de consumo, como consecuencia o en
ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios como des-
tinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o
social...” Tal el caso de quien ha recibido un regalo defectuoso
o dañoso, quien es invitado a una comida en la que se sirven
productos contaminados, los beneficiarios de contratos a favor
de terceros (titulares de extensión de tarjetas de créditos, usua-
rios de medicina prepaga que comprenden el grupo familiar del
titular, beneficiarios de un seguro de trabajo o de vida, entre
otros ejemplos)24.

22 Despacho de la Comisión de Consumidor en las XXIII Jornadas Nacionales de

Derecho Civil, Comisión Nº 8, Universidad Nacional de Tucumán, 2011.


23 Resulta de sumo provecho la lectura de Barocelli (ob. cit., ps. 64 a 70), con

una exhaustiva ampliación sobre los alcances de la definición.


24 BAROCELLI (dir.), ob. cit., p. 71.

97
Doctrina

c) Sujetos expuestos a la relación de consumo: se trata de las perso-


nas que, sin haber tomado parte en la relación de consumo, es
decir, no son ni el consumidor ni los equiparados ni los integran-
tes de la cadena de proveedores, sufren daños como consecuen-
cia de una relación de consumo, siempre que dicho daño tenga
relación de causalidad con acciones u omisiones de cualquiera
de los protagonistas de dicha relación. Esto implica el incumpli-
miento del deber de seguridad (arts. 5º y 6º, LDC y la responsabi-
lidad por vicio o riesgo del art. 40, LDC)25. Esta categoría, que
se encontraba expresamente consignada por el Anteproyecto de
CCyCN pero fue eliminada en el proceso de sanción del texto
final, se ha considerado subsistente por aplicación de las normas
generales de la responsabilidad civil, la garantía constitucional
conocida con la alocución alterum non lædere y los preceden-
tes nacionales e internacionales que tratan esta situación jurídica.

4.2) Sujetos obligados. El “proveedor”


Es la parte aventajada en esta situación de asimetría que se proyecta
tanto en el plano económico, técnico, jurídico y hasta sociocultural y
comprende a diversos sujetos, con diferentes roles y deberes asociados
a su situación particular. Casi siempre estos sujetos –personas humanas
y jurídicas– participan de una serie de relaciones jurídicas entre sí,
que posibilitan la existencia, distribución, circulación y exhibición de
los bienes y servicios, de suerte tal que una sumatoria de hechos y
actos entrelazados desemboquen en una oferta de consumo a un uni-
verso de personas que concurren en diversas formas –de manera pre-
sencial y, con muy creciente frecuencia, a través de los canales de
comercio electrónico–, concretándose en definitiva en el contrato de
consumo. Se trata del sector oferente de productos y servicios, siempre
que tal actividad sea desarrollada de manera profesional y con la fi-
nalidad de celebrar una relación de consumo26, a partir de lo cual

25 Conf. CSJN, 6-3-2007, “Mosca, Hugo A. c/Provincia de Buenos Aires y otros”,

RC J 1229/07.
26 FARINA, Juan, Defensa del consumidor y del usuario, 2ª ed., Astrea, Buenos

Aires, 2000, p. 72; LORENZETTI, Ricardo Luis, Tratado de los contratos, Rubin-
zal-Culzoni, Santa Fe, 2004, t. 1, p. 156.

98
Sujetos obligados a los deberes de prestación

podemos afirmar que el concepto que estamos examinando se formula


a partir de tres determinaciones:
– En primer lugar, se expresa el universo de sujetos alcanzados,
estableciendo las características principales que deben reunir –bá-
sicamente personalidad pública o privada y profesionalidad–;
– seguidamente se lo precisa por la actividad –o conjunto de ellas–
que realiza, en suma, el rol o roles que asumen tales sujetos en
el itinerario que desemboca en el acto de consumo;
– finalmente, por el destino que tienen las actividades señaladas,
necesariamente la relación de consumo.

4.2.a) Quiénes pueden ser “proveedores”


Como podemos advertir, el concepto de proveedor no sólo designa
al sujeto que es parte directa e inmediata en el contrato de consumo
–el comerciante individual que celebra el contrato de consumo con el
cliente– sino también a otros integrantes de la cadena de creación,
producción y comercialización del producto elaborado o del servicio
prestado27. Según el artículo 2º de la LDC son proveedores:
– Las personas físicas –humanas– o jurídicas, y agregamos que
pueden actuar de manera individual o conjunta, tener o no ánimo
de lucro –el propósito de obtener ganancias con la actividad no
resulta esencial para la categoría pero es el marco más común
en que ella se desenvuelve–, resultando decisiva la organización
en forma de empresa destinada a la provisión de bienes o servicios
a consumidores y usuarios.
– De naturaleza pública o privada, puesto que no interesa el origen o
titularidad del capital que las componen, pudiendo por ende tra-
tarse de empresas de capital enteramente privado, o total o par-
cialmente estatal, sea éste nacional, provincial, de la Ciudad Au-

27 La norma expresamente considera fuera del sistema a los profesionales liberales,


aquellos que poseen título universitario y matrícula otorgada por colegios reconocidos
oficialmente o autoridad facultada para ello. Se destacan como notas características
de la profesión liberal la autonomía técnica, habitualidad, reglamentación, habilitación,
presunción de onerosidad, sujeción a normas reglamentarias y éticas, debiendo por
nuestra parte destacar la autonomía y libertad para determinar las modalidades y con-
tenidos de su prestación.

99
Doctrina

tónoma de Buenos Aires o municipal. El Estado, en sus distintas


expresiones, y sin importar si existe o no una contraprestación
determinada, puede ser considerado como proveedor (v. gr., ad-
ministración de corredores viales, cobertura de salud, planes de
vivienda, distribución de medicamentos, etc.).
– Que desarrollan actividades de manera profesional, no necesa-
riamente habitual, pudiendo resultar ocasional –concuerdan aquí
el artículo 2º de la LDC con el 1093 del CCyCN–. Dejando de
lado el modelo clásico de la habitualidad como requisito para
ser tenido como comerciante, se ha dicho que las notas distintivas
de la actividad del profesional proveedor consisten en: actuar con
vocación de oferta a persona indeterminada, es decir, hacia una
clientela integrada por una cantidad no limitada de potenciales
adquirentes de productos y servicios; la realización organizada
de la actividad de producción, distribución y/o comercialización
de los mismos y, fundamentalmente, la finalidad de satisfacer
una necesidad de consumo, ya sea mediante la creación del pro-
ducto, el agregado de alguna cualidad que le agregue interés o
valor para el destinatario, la participación en la cadena de co-
mercialización y, finalmente, la oferta para la adquisición por el
consumidor final. En cuanto al fin de lucro, como hemos dicho,
no es inherente a la figura pero, sin dudas, es el que moviliza
la actividad del proveedor privado.
– Personas equiparadas al proveedor: no mencionadas en ninguna
de las normas apuntadas, su inclusión surge de las normas ge-
nerales de las obligaciones (arts. 732 y 1753 del CCyCN, reglas
del contrato de mandato u otras situaciones similares); se trata
de los dependientes, auxiliares, representantes legales o conven-
cionales, que comunican las consecuencias de su acción u omisión
antijurídica a su empleador o delegante, tanto respecto del cum-
plimiento de los deberes obligacionales como de la reparación
por daños al consumidor y por la infracción a deberes de otra
índole previstos por el dispositivo. Se trata de los casos en que
el proveedor se sirve de la actuación de auxiliares, dependientes,
intermediarios, concesionarios, agentes, como también por los
distintos integrantes de la cadena de comercialización, la actua-

100
Sujetos obligados a los deberes de prestación

ción de los sujetos a quienes se delegan las garantías por fallas


o defectos del producto o servicio.
– Sujetos de Derecho que, como consecuencia de una investigación
acerca de la utilización indebida de la personalidad jurídica, re-
sultan alcanzados por el levantamiento del velo societario, cuando
dicha utilización resulta antifuncional, un mero recurso para violar
la ley, el orden público o la buena fe, en nuestro caso, para
provocar la violación o frustración de los derechos de los con-
sumidores. La hipótesis ha tenido recepción en variados casos
del Derecho Societario y en las relaciones laborales.

4.2.b) Actividades que realizan los sujetos pasivos

Como hemos dicho antes, el concepto de proveedor se elabora no


solamente designando un grupo de sujetos sino también mediante una
enumeración de las actividades que esos sujetos desarrollan. Es en ese
ámbito que sus actividades son consideradas como incluidas en el sub-
sistema y el artículo 2º de la LDC las enumera de la siguiente forma:
“...de producción, montaje, creación, construcción, transformación, im-
portación, concesión de marca, distribución y comercialización de bie-
nes y servicios, destinados a consumidores o usuarios...” Muy breve-
mente expondremos las características de cada una de ellas:
– Producción: se trata de actividades primarias (por las cuales se
obtienen bienes provenientes de explotaciones agrícola-ganade-
ras, pesqueras, mineras, forestales, de caza, recolección de frutos),
secundarias (productos industriales elaborados) y terciarias (ser-
vicios).
– Montaje: es la combinación de partes de un producto, pero no
solamente ello, ya que la doctrina incluye también los servicios
de instalación del artefacto, la puesta a disposición del consu-
midor, la preparación de los elementos que permiten en definitiva
su utilización.
– Creación: la manufactura del bien está comprendida por la ac-
tividad de producción; este tema refiere a la invención intelectual
del bien o servicio, registración como patente o modelo industrial

101
Doctrina

u otro tipo de propiedad intelectual, lo que será decisivo al mo-


mento de verificarse daños por defectos de diseño o información.
– Construcción: muy similar a la de producción, parece referirse
al emplazamiento de inmuebles, pero también puede aplicarse a
maquinarias, vehículos u otros artefactos.
– Transformación: se aplica a la actividad de cambio total o me-
joramiento de ciertos productos ya existentes.
– Importación: es la introducción de cualquier mercadería o servicio
a un territorio sometido a la soberanía de Argentina (art. 10,
Cód. Aduanero), incluyendo locaciones y prestaciones de servi-
cios realizados en el exterior, cuya utilización o explotación efec-
tiva se lleve a cabo en el país.
– Concesión de marca: con un amplio alcance, previsto para la
indemnización por daños sufridos por el consumidor por el vicio
o riesgo del producto o servicio, incluye los supuestos en que,
como consecuencia de un negocio jurídico paritario entre el titular
de la marca o licencia –registradas o no– obtenidas por inscrip-
ción, transferencia, reivindicación u otras, incluidas en un contrato
autónomo u otros más amplios como los de franquicia, distribu-
ción o comercialización, permiten su utilización en el marco del
contrato de consumo. Cabe poner de resalto que las limitaciones
contractuales que se establecen para la explotación de la marca
no son oponibles al consumidor, sean ellas de carácter espacial
–adjudicación de una zona geográfica– o jurídico –exención de
responsabilidad pactada entre el titular de la marca y el que la
utiliza, debiendo el titular constatar la causa ajena (por ej.: que
la marca ha sido utilizada en forma clandestina)–. La hipótesis
comprende los supuestos que vinculan a los sujetos del contrato
de merchandising, sponsoreo, franchising, co-branding.
– Distribución: comprende a los sujetos que han celebrado contratos
por los cuales se ha posibilitado la llegada del producto o servicio
al ámbito de contacto con el consumidor: concesión, agencia,
distribución, suministro, franquicia, consignación.
– Comercialización: podemos considerar a esta mención como una
suerte de actividad de cierre del sistema, puesto que el concepto

102
Sujetos obligados a los deberes de prestación

se refiere a toda persona que ofrece bienes o servicios, sea o no


un comerciante profesional o habitual, en suma, todo el que ob-
tenga provecho de la oferta de bienes y servicios28.

c) Destino de dichas actividades


Las mencionadas actividades deben estar dirigidas a poner a dis-
posición de los sujetos protegidos los bienes y servicios destinados a
satisfacer las necesidades personales o de la familia o grupo social de
los consumidores o usuarios. Quedan fuera de este ámbito los contratos
entre empresas, sin importar su tamaño, por lo que no resulta de apli-
cación el subsistema del consumo cuando el destino del producto sea
un insumo para una actividad productiva, comercial o profesional, sea
dicho insumo parte o no de la actividad principal.

III. Características distintivas de la relación jurídica de consumo


Luego de efectuar un somero análisis sobre algunos de los aspectos
que, a nuestro criterio, resultan centrales para describir la relación
jurídica obligacional y, dentro de ella, su configuración subjetiva, re-
marcando el carácter esencial que adopta la tutela de la posición –asu-
mida como débil– de usuarios y consumidores, vamos a recorrer algunas
de las principales diferencias o notas características que implican rup-
turas con los principios fundamentales de la doctrina clásica en materia
de derechos de crédito, especialmente en lo que hace a la teoría general
de las obligaciones. Se trata de los siguientes puntos29:
1) Determinación del ámbito jurídico de aplicación del subsistema
a partir de:
a) Identificación de dos sectores o conjuntos de sujetos intervi-
nientes;
28 La doctrina ha incluido en este punto a los organizadores de espectáculos públicos,

los concesionarios de rutas con peaje, los publicistas, los prestadores de servicios, en
general todos los intermediarios que participan en el proceso que va desde la creación
hasta la celebración del acto de consumo.
29 Elaboración propia en base al aporte de SHINA, Fernando E., Algunos principios

del Derecho del Consumidor que fragmentaron la teoría general del contrato, aporte
publicado en el sitio del Ministerio de Justicia de la Nación, SAIJ, DACF 180077,
del 6-4-2018.

103
Doctrina

b) vinculación de por lo menos un proveedor y un consumidor en


el marco de la relación de consumo.
Sólo cuando concurren dichos sujetos y en la mencionada ocasión,
es decir, cuando asumen los roles previamente reconocidos por el sub-
sistema, se suscita la aplicación de la normativa específica.
2) Designación de los sujetos que integran cada uno de los sectores:
a) En el polo activo, el protagonista principal es el contratante
individual pero este sector puede verse integrado también por
su grupo familiar o social –equiparados a aquél– y, en los casos
de reclamos por intereses difusos, por las organizaciones no
gubernamentales legitimadas para accionar. Podemos también
mencionar en este punto la actuación estatal en ejercicio del
poder de policía;
b) en el polo pasivo esos sujetos aparecen agrupados como un
sector cuyo común denominador consiste en la participa-
ción en alguno de los tramos cronológicos de la relación de
consumo –período anterior, presente y posterior a su con-
creción–.
3) Reconocimiento amplio en materia de legitimación:
a) Activa: incluye la tutela a intereses tanto particulares –cumpli-
miento específico, garantías, posibilidades de arrepentimiento
sin causa ni sanciones, reparación de daños en base a factores
objetivos de atribución– como colectivos –detección y correc-
ción de situaciones antijurídicas que, atribuibles a acciones u
omisiones de los proveedores, afectan a un número indetermi-
nado de sujetos, de manera actual o potencial–;
b) pasiva: consagra un principio general de solidaridad legal30,
explícita en los casos de daños a la persona o bienes de los
consumidores por el vicio o riesgo del producto o servicio (conf.
art. 40, LDC) y en la provisión de la garantía legal (conf. art. 13,
LDC y su remisión al art. 11). A nuestro criterio, como se
expondrá en el capítulo siguiente, el carácter de sujeto pasivo
plural, no expresamente consignado en el artículo 10 bis de la

30 En realidad, se trata de obligados concurrentes conforme arts. 850 y ss., CCyCN.

Ver infra la referencia a esta figura.

104
Sujetos obligados a los deberes de prestación

LDC, se encuentra también implícito en los casos de acciones


destinadas al cumplimiento específico de las prestaciones de
consumo comprometidas.
4) Minimización del efecto relativo de los derechos personales o
creditorios, al incluir en la lista de legitimados pasivos a una serie de
sujetos que ostentan ciertos roles en la etapa previa o posterior a la
relación de consumo, que no han tenido contacto directo con el con-
sumidor o usuario.
5) Consagración de la protección al consumidor como la finalidad
fundamental del subsistema; éste no tiene por finalidad garantizar la
libertad de creación contractual ni la fuerza vinculante de las dispo-
siciones que ellos contienen ni la igualdad de los celebrantes, sino la
protección de usuarios y consumidores en el marco de la relación
jurídica de consumo. En líneas generales, agrava las obligaciones y
responsabilidades de los proveedores y alivia y privilegia las de los
consumidores.
6) Inclusión de reglas especiales de procedimiento, competencia y
acceso a la administración y la justicia, de manera privilegiada para
la parte tutelada.

IV. Jurisprudencia ante el incumplimiento


de los deberes de prestación
Analizaremos cómo se han resuelto los conflictos judiciales susci-
tados ante la insatisfacción espontánea de los deberes de prestación
asumidos por los proveedores, y cuál ha sido el alcance subjetivo que
se ha reconocido para el funcionamiento de los remedios legales frente
a dicho incumplimiento del deudor de la relación de consumo.

a) El principio general de no propagación de efectos


El debate sobre el alcance subjetivo de los deberes obligacionales
reconocidos por el artículo 10 bis de la LDC ha tenido especial re-
percusión judicial en los casos que se ha demandado el cumplimiento
forzado específico o por entrega del contravalor dinerario de un contrato
de compraventa automotor, por lo que vamos a tomar como campo de
estudio este tipo contractual, sin perjuicio de afirmar que las conclu-

105
Doctrina

siones a que arribaremos pueden trasladarse a la comercialización de


otros productos y prestación de servicios en el marco de la relación
de consumo31.
En el ámbito que estudiamos, gran cantidad de fallos han abordado
las distintas esferas de responsabilidad involucradas en el sistema de
distribución y comercialización de automóviles, a través del sistema
de concesionarios. Se trata de los casos en que el actor –un consumidor
o usuario– reclama al fabricante32 del producto –un automóvil cero
kilómetro– el cumplimiento de las obligaciones –que entiende solida-
rias– de entrega de dicho bien o el contravalor dinerario, juntamente
con la demanda contra el concesionario, cuya defección puede susci-
tarse por diversas causas –por ejemplo, su presentación en concurso
preventivo o quiebra, su cierre intempestivo, etcétera–.
El contrato de adquisición del producto o servicio es celebrado con
el concesionario y el consumidor que ha cumplido con sus obligaciones
–entrega del precio en su totalidad, incluidos los gastos de transporte,
31Es muy interesante la reseña jurisprudencial presentada por Sáenz y Silva en
La responsabilidad por productos…cit., en la que critican, desde una posición opuesta
a la que sustentamos en estas líneas, fallos en los que se ha considerado responsable
al fabricante en materia de entrega inexacta de un inmueble o lote por discordancia
entre el diseño original de la finca y el folleto con que se publicó la venta (CNCom.,
sala D, 29-12-2016, “S., D. R. y otros c/A., D. A. y otros s/Ordinario”, L. L. Online,
AR/JUR/102029/2016); en otro caso, se responsabilizó a la aseguradora por la de-
fectuosa reparación de un automóvil por parte del taller mecánico que trabajaba para
aquélla (CCCom. de Mar del Plata, sala III, 9-12-2015, “Vignoles, María c/San Cris-
tóbal Seguros Generales SA s/Daños y perjuicios”, RCyS 2016-VI-211), o la negativa
de la agencia de turismo de reintegrar el valor de dos pasajes contratados por una
pareja que no pudo luego realizar el viaje (“M., F. S. y otro c/Iberia Líneas Aéreas
SA y otro s/Ordinario”, L. L. 2018-E-196). Como vemos, se trata de casos en los
que se plantea el incumplimiento de los deberes de prestación, no de daños sufridos por
el consumidor en bienes distintos de los que eran objeto de las prestaciones compro-
metidas por el proveedor. Cabe reiterar que consideramos acertada la no aplicación
a estos supuestos del art. 40, LDC, claramente enfocada a los daños que sufra el
consumidor en otros bienes distintos al objeto contractual.
32 Entendemos por fabricante al primer agente que pone en circulación, elabora,

manufactura o construye un producto a gran escala, destinado para satisfacer la de-


manda de un número indeterminado de sujetos, previa distribución mediante la inter-
vención de una mayor o menor cantidad de sujetos intermediarios, hasta que el producto
llega a manos del consumidor, por lo general mediante la celebración de un contrato
de compraventa.

106
Sujetos obligados a los deberes de prestación

patentamiento, gestoría y formularios–. Del otro sector el concesionario


afronta las consecuencias del juicio pero el fabricante opone la falta
de legitimación pasiva con fundamento en los términos del contrato
de concesión y su regulación legal, resultando según su postura un
tercero ajeno a la relación de consumo surgida a partir del contrato
de compraventa. Por nuestra parte, admitimos que en estas transac-
ciones pueden distinguirse, por un lado, el contrato de concesión, que
vincula al fabricante con el concesionario y, por el otro, el contrato
de compraventa por el cual aparece en la escena el sujeto que resulta
ser la razón esencial de la consagración del sistema tuitivo: el adquirente
del automóvil es un consumidor. Por ello, no participamos del criterio
de liberar de responsabilidad obligacional al fabricante/concedente.
No es ésta la postura ampliamente mayoritaria en la jurisprudencia,
que incluye decisiones del supremo tribunal nacional que eximen al
fabricante de las consecuencias derivadas del incumplimiento del con-
trato de compraventa de consumo por considerarlo tercero33. En tal
33 CSJN, 1-6-2004, “Llop, Omar Mateo c/Autolatina Argentina SA”, RC J 3572/22,

Recurso de hecho tramitado con la designación L.780.XXXVI, por arbitrariedad de


sentencia, cuyo tribunal de origen fue la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba.
La Corte comparte y hace propios los fundamentos expuestos por el procurador general
Nicolás Eduardo Becerra, en el dictamen del 7-10-2003. En este dictamen, el Ministerio
Público sostiene –y la Corte adhiere a ese criterio– que la sentencia del tribunal de
grado era arbitraria puesto que había atribuido responsabilidad –agregamos, obliga-
cional– al fabricante realizando una incorrecta apreciación sobre la evolución doctri-
naria y jurisprudencial del principio de la relatividad de las convenciones, invocando
erróneamente, en forma genérica y sin referencia concreta a las circunstancias com-
probadas de la causa, los preceptos de la LDC, resolviendo la cuestión con pautas de
excesiva latitud, insuficientes para satisfacer el requisito de debida fundamentación
exigible en las decisiones judiciales. La Cámara Federal de Córdoba había invocado
como fundamento la aplicación al caso del art. 40 de la LDC –que al momento del
fallo de la Corte Suprema se encontraba observado por el decreto PEN 2089/93,
aunque ése no es el motivo por el cual se resuelve como venimos explicando–. En
el caso, la concesionaria Feigin se había presentado en concurso preventivo, frente a
lo cual el actor logró que se verificara su crédito, obviamente transformado en una
obligación dineraria. Paralelamente inició la demanda por cumplimiento específico
contra la empresa fabricante-concedente, afirmando que ésta tenía la dirección técnica
y supervisión de la concesionaria aunque, a criterio del procurador y luego de la
Corte, lo hizo de una manera dogmática, sin efectuar precisión alguna respecto del
alcance, particularidades y cláusulas de la relación jurídica que efectivamente vinculó
al fabricante con el concesionario.

107
Doctrina

sentido, siguiendo la mecánica propia del contrato de concesión, el


tercero que contrata con el concesionario –advertimos nosotros el fa-
bricante– resultaría ajeno a la relación de consumo y no podría ser
alcanzado por las consecuencias derivadas del incumplimiento del con-
cesionario.
El máximo tribunal de la Provincia de Buenos Aires34 ha elaborado
y mantiene vigente la doctrina legal sentada en el precedente “Hyun-
dai”35, sentencia del 13 de junio de 2007, según la cual “...no corres-
ponde asimilar la pretendida responsabilidad de la empresa concedente
por el incumplimiento del concesionario de la entrega de unidades a
aquella que le cabe como fabricante por la calidad de sus productos...”
En “Iarritu” afirma que “...Atribuir responsabilidad a la concedente
por la falta de entrega de los vehículos enajenados, por cuenta y a
riesgo propio de la concesionaria, sin que se hubiere demostrado en
el sub discussio un obrar antijurídico de la primera que habilite su
condena en los términos del artículo 1109 del Código Civil, ni la
concurrencia de los supuestos en que rige la garantía legal prevista
por la ley 24.240, como lo ha hecho el tribunal a quo, no es congruente
con la correcta interpretación de las normas legales aplicadas”36.

34 SCJBA, 18-6-2014, causa C. 116.878, “Iarritu, Marcos G. c/Peugeot Citroën

Argentina SA s/Daños y perjuicios. Incumplimiento contractual”, RC J 5605/14. El


supremo tribunal provincial revoca el fallo de la Cámara de Apelación Civil y Co-
mercial de Mar del Plata, reafirmando la doctrina legal de la sentada en el caso
“Hyundai”, causa 93.038 de la SCJBA, del 13-6-2007. La Cámara había resuelto el
caso señalando que correspondía apartarse de dicha doctrina legal puesto que la pu-
blicidad obrante en la causa era demostrativa de la vinculación de la concedente y
la concesionaria, siendo que la propia accionada reconoció que en sus avisos afirmaba
que contaba con una red de concesionarios oficiales para comercializar sus productos.
El tribunal de grado entendió que “la concesión de venta de automotores es un supuesto
de concentración vertical de empresas y la concedente ejerce sobre los concesionarios,
por razón de los vínculos contractuales y los reglamentos internos, un control per-
manente de su contabilidad, balances, previsiones financieras, contratos realizados,
fijando además los precios de los vehículos y las cuotas que deben adquirir –y por
ende revender– los concesionarios”.
35 SCJBA, C. 93.038, “García, Manuel c/Hyundai Motor Argentina SA s/Reso-

lución de contrato”, sent. de 13-6-2007, RC J 13848/10, doctrina que fuera reiterada


en C. 105.173, “Bonacalza, C. c/Fiat Auto de Argentina SA s/Cobro de pesos”, sent.
del 2-5-2013, RC J 14628/13.
36 Nos interesa remarcar que, en el segundo de los casos citados, al revocar el

108
Sujetos obligados a los deberes de prestación

La doctrina legal del alto tribunal provincial debe complementarse


con lo resuelto en la causa “Quadro, Roberto c/Abdala Auto SA s/Daños
y perjuicios”, en que admitía por vía de excepción el supuesto de
responsabilidad del concedente, pese a reconocer la inexistencia de
dependencia entre ellos, a partir del fenómeno de la conexidad con-
tractual, recuperando en el caso el sentido general del negocio a pesar
del fraccionamiento de los diferentes contratos que lo conforman y
desplazando la idea de cada convención como fenómeno aislado y
discontinuo, todo ello a partir del principio de buena fe. No obstante
aclarar que la solución hace hincapié en cierta negligencia de la con-
cedente, debemos referir el párrafo en que la Suprema Corte llega a
afirmar que “...Los contratos que están vinculados entre sí por haber
sido celebrados en cumplimiento del programa de una operación eco-
nómica global son interpretados los unos por medio de los otros y atri-
buyéndoles el sentido apropiado al conjunto de la operación, teniendo
en cuenta que este universo incluye en su tramo final a un consumi-
dor...”37 Este criterio, deslizado obiter dicta, nos parece de suma im-
portancia para fundar la responsabilidad obligacional del concedente,
con alcances más amplios que la mera imputación de culpabilidad.
En la misma línea, varios fallos de la Cámara Nacional de Apela-

fallo del tribunal de grado, la Corte bonaerense rechaza el argumento del Inferior en
el sentido de que “quien utiliza una red de distribución fundada en la concesión para
comercializar su producto, asume una obligación de resultado frente al futuro con-
sumidor, que consiste en la entrega de un producto para cumplir con una finalidad
que constituye la razón comercial que sirve para su promoción y eventual estímulo
en el comprador para su adquisición. Y en esta obligación de resultado –el destacado
corresponde al fallo– la conducta del deudor está implicada como un imperativo ético
y práctico para llegar al resultado esperado por el consumidor, siendo responsable
ante él por incumplimiento...” La Cámara había ordenado a la fabricante que le sea
entregada a la parte actora una unidad vehicular de similar valor a la oportunamente
abonada y no entregada por la concesionaria habilitada por la demandada o, en su
defecto, la resolución del contrato de compraventa con la obligación de pago por
parte de la requerida del valor de dicho bien con más intereses y costas. La SCJBA
admite el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley y desestima la demanda
contra la fabricante.
37 SCJBA, sent. del 15-4-2009 en la causa C. 100.249, donde se condenó a la

concedente y al concesionario por la falta de entrega de la documentación necesaria


para la registración del automóvil vendido. La concedente Fiat interpuso recurso ex-
traordinario que fue rechazado porque se consideró insuficiente por razones formales.

109
Doctrina

ciones en lo Comercial ponen el foco de manera preferente en los


efectos del contrato de concesión comercial y, aunque reconociendo
que el concesionario acepta las condiciones de comercialización que
le impone la terminal (locales, emblemas, publicidad, cupos, talleres,
etc.), rechaza la existencia de una acción directa del adquirente contra
el fabricante cuyo objeto sea la ejecución forzada de las obligaciones
no cumplidas por el concesionario38. Desde esta postura se afirma que
el concesionario no actúa como representante del concedente pues,
más allá de aceptar ciertas condiciones que le impone la terminal (lo-
cales, emblemas, publicidad, cupos, talleres) a efectos de estandarizar
las características de la red de comercialización, interviene en interés
y en nombre propios, quedando directamente comprometido como ven-
dedor, siendo el fabricante un tercero ajeno al contrato y, por lo tanto,
no resulta alcanzado por sus efectos39.
En ese orden de ideas, se afirma que “...la concesionaria adquiere
la propiedad de los bienes para revenderlos a terceros, actuando a
nombre propio frente a éstos y soportando los riesgos del negocio
celebrado, percibiendo como contrapartida una retribución constituida
por la diferencia entre el precio de compra a la concedente y el de
venta al consumidor...” El incumplimiento en este juicio consistió en
la falta de entrega en tiempo oportuno del vehículo y, por no tratarse

38 CNCom., sala A, 10-9-2015, “Prignon, Vincent c/Noacam SA y otro s/Ordi-

nario”, expte. 35154/2009, procedente del JNCom. Nº 11, Secretaría Nº 21. El fallo cita
los trabajos de DI CHIAZZA, Iván, Concesión comercial y contratos conexos. Análisis
de la responsabilidad del concedente, en L. L. 2009-F-8, y BORETTO, Mauricio,
Tutela del consumidor en el contexto negocial de los contratos de distribución, en
RDCO 2003-487.
39 CNCom., sala D, 28-5-2019, “Bernasconi, Diego A. c/Volkswagen Argentina

SA y otros s/Ordinario”, expte. 6024/2015, procedente del JNCom. Nº 21, Secretaría


Nº 41, RC J 7589/19. Se citan los precedentes de dicho fuero en numerosos casos,
tales como: sala B, 29-12-92, “Ruiz Dueñas c/Renault”; misma sala, 26-10-93, “La-
monato, Alberto c/Renault”; sala A, 15-6-2006, “Presas Guerra c/Ford”, entre otros.
También se citan los aportes de autores tales como MARZORATI, O., Sistemas de
distribución comercial, Buenos Aires, 1995; ETCHEVERRY, Raúl, Derecho Comer-
cial y Económico. Contratos. Parte especial, Buenos Aires, 1994, t. 2, ps. 86 y ss.;
VÍTOLO, Daniel R., Contratos comerciales, Buenos Aires, 1994, p. 629; LLOBERA,
H., Contrato de concesión comercial, Buenos Aires, 2006, p. 260; TOSI GORI, F.,
El contrato de concesión comercial, Montevideo, 1979, p. 82.

110
Sujetos obligados a los deberes de prestación

de un supuesto de daño derivado del vicio de la cosa, que daría lugar


a la aplicación del artículo 40 de la LDC, dicha infracción contractual
queda bajo la exclusiva responsabilidad de la concesionaria, que or-
ganiza y explota por su cuenta y riesgo, y en nombre propio, los
servicios que constituyen su objeto40.
Más recientemente41, ante una apelación por rechazo de la preten-
sión de la actora en orden a lograr la extensión de condena solidaria
a una fabricante por el incumplimiento del concesionario también con-
sistente en una demora en la entrega, se sostuvo que para la compra-
venta de un automóvil suelen generarse múltiples vínculos contractuales
de los que cabe destacar el contrato de concesión, lo que impide con-
siderar a la concesionaria –que celebró el contrato con el consumidor–
como un agente, pues en el contrato de agencia el intermediario se
obliga a promover negocios a favor del empresario pero carece de
facultades para concluir el negocio promovido. La Cámara rechaza la
aplicación de la teoría de la apariencia y sostiene que no existen
razones para atribuir responsabilidad al fabricante, dado que la cuestión
no queda emplazada en daño derivado del vicio o riesgo de la cosa
ni en acciones u omisiones imputables al concedente, advirtiendo en
el supuesto en examen que lo reprochable no era la demora en sí
misma, sino la errónea información de la concesionaria acerca de la
fecha de entrega del vehículo al momento de suscribir una solicitud
de reserva. Finalmente destaca que la terminal no se comprometió en
ningún momento a realizar entregas individualizadas, lo que permite
corroborar su falta de participación en la relación que da lugar al
conflicto.
Desde esta óptica se ha entendido que, si bien existe subordinación
entre la concedente y la concesionaria, dicha dependencia sucede con
la finalidad de lograr una eficiente distribución del producto fabricado
o comercializado por el concedente, pero no significa, por lo general,
que el concesionario pierda su independencia jurídica y patrimonial

40 En este punto, el fallo cita a FARINA, Juan M., Contratos comerciales mo-

dernos, Astrea, Buenos Aires, p. 431; GHERSI, Carlos A., Contratos civiles y co-
merciales, Astrea, Buenos Aires, t. 2, p. 85.
41 CNCom., sala F, 11-3-2021, “Biggeri, Patricio H. c/Viel Automotores SACIFI

y otro s/Sumarísimo”.

111
Doctrina

pues se trata de un comerciante independiente que realiza las ventas


en su nombre y por su cuenta, con un poder de disposición que de-
termina que los contratos que celebra con los clientes deban recaer
sobre su patrimonio y generando su propia responsabilidad42.
En suma, la postura clásica en la materia puede encontrar funda-
mento legal en lo dispuesto por el artículo 1502 del CCyCN, según el
cual el concesionario actúa en nombre y por cuenta propia frente a
terceros, de lo que se concluye que el concedente/fabricante no res-
ponde por hechos u omisiones del concesionario frente a terceros, aun
cuando mediara relación de consumo. Además de las excepciones que
expondremos enseguida, la regla general se completa admitiendo la
responsabilidad del fabricante cuando se verifique incumplimiento del
servicio de garantía (art. 13, LDC, que involucra solidariamente por
el otorgamiento y cumplimiento de la garantía legal a los productores,
importadores, distribuidores y vendedores de cosas muebles no con-
sumibles) y cuando acaecieran daños a la persona o bienes del con-
sumidor derivados del vicio o riesgo de la cosa o prestación del servicio
(art. 40, LDC, que hace responsables al productor, el fabricante, el
importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor o quien haya
puesto su marca en la cosa o servicio).

b) Excepciones que condenan al fabricante/concedente


La postura que ratifica la entidad y vigencia del principio de efecto
relativo de los derechos creditorios (conf. art. 1021, CCyCN, antes
1199 del Cód. Civ.) admite la existencia de excepciones, supuestos
(que, desde esta postura, no se presumen y son de interpretación res-
trictiva) en los que la no extensión de responsabilidad cede frente a
situaciones particulares en las que el concedente/fabricante ha tenido
cierto protagonismo en el incumplimiento o que de alguna forma ha
puesto dentro de su esfera de incumbencia jurídica43 los avatares de
la venta. En líneas generales, se trata de casos en que la concedente
ha incurrido en una conducta que le resulta jurídicamente atribuible,
requisito necesario para dejar de lado el principio de relatividad de

42 CNCom., sala E, 30-11-2017, “Lafalce, Hugo c/Volkswagen Argentina SA”.


43 Ver infra, punto V, e).

112
Sujetos obligados a los deberes de prestación

los artículos 1199 del Código Civil y 1021 del CCyCN. Algunos de
los supuestos de excepción son:
– Cuando el fabricante ha asumido expresa y claramente en el con-
trato la atención de los reclamos de clientes del concesionario,
por ejemplo, cuando el fabricante pactó con el concesionario
atender los reclamos del cliente, lo que determina una estipulación
a favor de tercero44.
– Cuando tuvo participación activa en la producción del incumpli-
miento, por ejemplo, mantuvo la concesión vigente ante el os-
tensible conocimiento de la insolvencia del concesionario, per-
mitiendo que este último siga asumiendo frente a clientes com-
promisos que sabe que no podrá cumplir45.
– Cuando ha incurrido en alguna conducta negligente en el manejo
de su relación con el concesionario46, según las exigencias que

44 CNCom., sala D, 4-8-2004, “Castro, Alberto c/Automotores Louvre SA s/Su-

mario”, RC J 3576/22.
45 CNCom., sala D, 1-4-2008, “Lalanne, Gastón c/Fiore SA y otro s/Ordinario”,

RC J 4736/18, voto del juez Vasallo, considerando V.a.2), por ejemplo, cuando co-
nociendo la insolvencia de la concesionaria, el concedente no retira la concesión,
permitiendo que aquélla siga asumiendo compromisos frente a clientes a sabiendas
de que difícilmente podrá cumplir. En sentido parecido la misma sala D de la CNCom.,
el 18-5-2021, en autos “Vitco SA c/Volkswagen Argentina SA s/Ordinario”, condena
al fabricante y al concesionario, rechazando la defensa esgrimida por aquél, fundada
en el hecho de público y notorio consistente en la existencia de trabas temporarias a
la importación de repuestos y productos fabricados en el exterior.
46 CNCom., sala A, 21-8-2020, “Loeda, Gonzalo y otro c/Volkswagen Argentina

SA s/Ordinario”, expte. 6310/2015, en el que se dijo que “...el deber de responder


de la concedente halla sustento en el incumplimiento de las obligaciones del tomador
(concesionario) cuando –como en el caso– existió una falta de diligencia activa de
aquél –art. 1198 del Cód. Civ.– en el ejercicio de sus facultades de elección y de
control sobre éste –in eligendo e in vigilando–, toda vez que no adoptó medidas para
prevenir el daño a los consumidores, cuando sabía por la vinculación precedente que
la concesionaria se encontraba en una situación de crisis empresarial seria y, a pesar
de ello, continuó la concesión por un período en el cual se produjo la captación de
fondos de la actora y si bien después revocó esa concesión –véanse fs. 804/805 vta.–,
ya el daño se hallaba consumado, estando a los hechos que aquí interesan. Esto,
notoriamente, no se verificó en el sub lite al verse privados los actores de los rodados
adquiridos en la concesionaria oficial de Volkswagen, cuyo accionar la demandada
estaba obligada a vigilar...” Más adelante retomaremos este fallo en razón de otros
argumentos que entendemos más relevantes.

113
Doctrina

le son impuestas en atención a la actividad que desarrollan, y


que el descuido o desatención en que pudieran incurrir sirve de
fundamento para responsabilizarlos, en función –claro está– de
la vigencia de la obligación a cuyo cumplimiento se comprome-
tieron (la entrega de la cosa). El control que deben realizar es
de tipo “profesional”, por lo que deben actuar con mayor dili-
gencia y prudencia que la que un “hombre común” pone en el
cuidado de los negocios47.
– Cuando la participación que excede el mero marco del contrato
de concesión sea en la conformación de la titularidad patrimonial
del concesionario o el manejo promiscuo de su administración48.
– Mediante la invocación de la teoría de la apariencia, cuando se
han creado fuertes indicios que hagan verosímil para el consu-
midor que está contratando con la terminal automotriz. Los pro-
nunciamientos se preocupan por aclarar que por tratarse de una
situación excepcional, no sería suficiente la invocación de ele-
mentos como la utilización de signos característicos del conce-
dente en los establecimientos y documentación o actuación de
manera uniforme siguiendo sus pautas de gestión y políticas de
comercialización, toda vez que esa apariencia subjetiva cede a
poco que se repara en que difícilmente el cliente podía ignorar
la identidad diferenciada del concesionario, ya que toda la do-
cumentación es por lo general extendida por este último, a título
personal, con indicación de su propia razón social, domicilio,
teléfono, datos de contacto, es decir, sin aparentar que se trataba
de la misma persona que la concedente49.
– Cuando la comercialización del vehículo se lleva a cabo por el
sistema de plan de ahorro para la adjudicación del vehículo, en

47 CNCom., sala D, 23-8-2007, in re “Ocampo c/Fiat Auto Argentina SA”, RC

J 5469/21.
48 CNCom., sala C, 19-9-2006, “Ranieri, Camilo c/Seveso SA s/Sumario”, RC J

8359/20.
49 CNCom., sala D, 28-5-2019, “Bernasconi, Diego c/Volkswagen Argentina SA

y otros s/Ordinario”, con cita de los anteriores de la misma sala en causas “Riggi” y
“Saucedo” y artículo de COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén, Apariencia jurídica y
actos ficticios, en L. L. 2013-D-670 y MORALEJO MENÉNDEZ, I., El contrato
mercantil de concesión, Thomson-Aranzadi, Pamplona, 2007, p. 153.

114
Sujetos obligados a los deberes de prestación

el que, según lo tiene dicho la jurisprudencia, existen distintos


contratos vinculados con un interés asociativo, lo que conforma
una red de comercialización. La terminal se asegura vender una
específica cantidad de productos en tiempo determinado, entre-
gándolos a la administradora, quien, a su vez, los transfiere a
los integrantes de los grupos que ella organice. Se trata de diversos
vínculos jurídicos que se encadenan en busca de un resultado
que les es común, en un encadenamiento que es más que una
mera yuxtaposición. Estas características hacen que la red con-
tractual supere el clásico principio de relatividad de los contratos
y permite extender la responsabilidad de manera solidaria tanto
al fabricante cuanto al administrador del plan de ahorro. En efecto,
en estos casos “es necesario apartarse del análisis singular de
cada contrato, centrando el estudio en el marco económico-fun-
cional en que éstos se desenvuelven, esto es, a la actividad em-
presarial misma desarrollada por el grupo y al interés económico
que su ejercicio satisface...”50
– Casos en que el fabricante ha sido considerado responsable so-
lidario con la concesionaria por la prestación del servicio de
garantía postventa (art. 11, LDC), mencionando que el artículo 13
incluye como obligados a productores, importadores, distribui-
dores y vendedores de las cosas mencionadas en el artículo 11

50 CNCom., sala B, 21-4-2021, “Del Leo, Lucía y otros c/Volkswagen SA de


Ahorro para Fines Determinados y otros [agrego, el concesionario Espasa SA y
el fabricante Volkswagen Argentina SA] s/Ordinario”, expte. 16779/2017. En el
caso se condena de manera solidaria a todos los demandados, por aplicación del
art. 40, LDC, para que procedan a entregar a los actores un vehículo cero kilómetro
de la marca y modelo identificados en la solicitud y, de no ser ello posible por
hallarse discontinuada su fabricación, la obligación quedará transformada en la de
entregar el modelo actual equivalente en calidad a la del elegido. Recientemente
esta sala B de la CNCom. admitió el reclamo –que consideró extraño al subsistema
del Derecho del Consumo puesto que se trataba de la adquisición de una ambulancia
para un sistema de medicina prepago– de una empresa contra la administradora
del plan de ahorro que había incurrido en defecto de notificación acerca de la no
aptitud de un garante, considerando incumplidos los deberes emergentes de un
contrato –paritario– de adquisición de automotor (CNCom., sala B, 31-5-2021,
“MPS Medicina Platense Solidaria SA c/Fiat Auto Arg. SA y otros s/Ordinario”,
expte. 21244/2009).

115
Doctrina

y que la culpa en el incumplimiento de la prestación se propaga


a todos los codeudores, sin que puedan exonerarse alegando falta
de intervención directa, puesto que se trata de una defensa per-
sonal inaprovechable51. En el mismo sentido, un reciente pro-
nunciamiento de la sala A de la Cámara Comercial52 admitió
una demanda por daños y perjuicios por la compra de un vehícu-
lo defectuoso que permaneció en los talleres de la demandada du-
rante un año y medio, lo que llevó a la Alzada a concluir que no
se podía considerar que se había configurado un “servicio técnico
adecuado” conforme los artículos 12, 13, 17 y 40 de la LDC.

c) Criterio amplio
Una minoría de fallos han ido un poco más allá del criterio excep-
cional sustentado por la jurisprudencia y la doctrina y han fundado
la extensión de la responsabilidad a la fabricante en base a diversos
argumentos, a saber:
– Un fallo dictado por la sala C de la misma Cámara Nacional
Comercial53 condena al fabricante a entregar un nuevo vehículo
deportivo de alta gama a un cliente que había adquirido un modelo
importado y que a los pocos días presentó desperfectos, afirmando
que quien adquiere un automotor de esa condición, de ninguna
manera espera recibir un vehículo con vicio de fabricación que
demande, sin haber rodado, la sustitución de un elemento sus-
tancial como es su motor, frustrando de esa forma la identidad
entre el objeto adquirido y el entregado. Si bien se cita en apoyo

51 CNCom., sala D, 1-6-2021, “Carrazán, Walter L. c/Car One SA y otro s/Or-

dinario”, RC J 3568/22. Este fallo dispone: “...la terminal automotriz recurrente, en


tanto productora o importadora del vehículo, está subjetivamente alcanzada por el
citado precepto, sin que la presencia de un contrato de concesión cambie las cosas.
Antes bien, toda concedente está aprehendida en el citado art. 13 cuya enumeración,
dicho sea de paso, no es taxativa…”, con cita de CHAMATRÓPULOS, Demetrio,
Estatuto del Consumidor comentado, t. I, p. 441.
52 CNCom., sala A, 7-4-2015, “Lisola, Carlos Alberto c/Audi Arg. y otros s/Or-

dinario”; íd., 30-6-2010, in re “Novoa, Claudia Marcela c/Taraborelli Automobile”;


íd., 30-9-96, in re “Lanari c/Aurelia SA y otro...”
53 CNCom., sala C, 30-12-2021, “Vázquez Feito, Matías Adrián c/Wagen SA y

otros s/Ordinario”, expte. 11503/2017, RC J 395/22.

116
Sujetos obligados a los deberes de prestación

de lo decidido lo dispuesto por el artículo 11 de la LDC, el


holding de la decisión se refiere en verdad al incumplimiento
obligacional –falta de identidad como requisito del pago– y no
al deber de garantía.
– Otro de la sala B responsabiliza a los demandados por el in-
cumplimiento de la obligación de entrega, rechazando solamen-
te algunos rubros indemnizatorios y la aplicación de daño pu-
nitivo54.
– Uno de la sala E de la misma Cámara resuelve un conflicto
sobre la entrega defectuosa de una Notebook, luego de que la
consumidora había hecho uso de la facultad de rescindir el con-
trato de compraventa por imperio del artículo 10 bis, inciso c,
LDC, condenando al comercio minorista involucrado y también
al fabricante, que había sido citado al juicio por la empresa de
venta de electrodomésticos55.
– En el mismo sentido, otro de la sala K de la Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Civil consideró responsable obligacional a
la fabricante por entender que el concedente estructura y dirige
un sistema de comercialización unificado e integrado, es decir,
empresarialmente concentrado, aunque conservara aparentemente
su independencia jurídica y patrimonial. Las unidades económicas
agrupadas en el organigrama de concentración e integración em-
presaria del fabricante se apoyan principalmente en el control y
la exclusividad, factores que afirman la dominación del conce-
dente. En este sentido, concluye con abundante cita doctrinaria,
el emplazamiento de la concesión en la categoría de contratos
conexos reduce cada vez más el papel de los intermediarios en
el proceso de distribución e incrementa el contacto entre los ex-
tremos de la cadena de comercialización (fabricante y consumi-
dor), verdaderos protagonistas de la operación, aun cuando no
exista relación contractual entre ellos, poniendo en tela de juicio
el principio de relatividad de los contratos. A partir de la admisión

54 CNCom., sala B, 19-5-2021, “Minoli, Maximiliano Luis c/VW Arg. SA y otros


s/Ordinario”, RC J 4253/21.
55 CNCom., sala E, 12-4-2021, “Martínez, Mariel I. c/Frávega SACIFI y otro

s/Ordinario”, expte. 1636/2018.

117
Doctrina

de la solidaridad pasiva como contrapartida de la unidad de di-


rección económica y jurídica, cabe postular el ejercicio de ac-
ciones directas de cumplimiento, resolución y/o resarcimiento,
aun contra quienes no han sido parte en ellos56.

d) Síntesis de los pronunciamientos descriptos


Los fallos en general concentran la responsabilidad obligacional
de manera exclusiva en el contratante directo, salvo cuando el fabricante
ha provocado el incumplimiento por razones que se le atribuyan, su-
puesto en el cual sería admisible extenderle los deberes que recaen
primariamente sobre el concesionario-celebrante del contrato de con-
sumo y considerar a ambos obligados conjuntamente. En definitiva,
como ha dicho la doctrina, “...más allá de algunos supuestos puntuales,
como el de la garantía de buen funcionamiento, artículo 13 de la LDC,
el objetivo de la ley no fue el de conferir a todos los miembros de la
cadena de producción y comercialización de un producto o servicio
el carácter de garantes del exacto cumplimiento de las obligaciones
del vendedor directo de aquél –lo que supondría hacerlos cargar con
riesgos extraordinarios que, de ser asumidos por ellos, determinarían
sin duda un considerable aumento del costo de esos bienes, derivados
de la necesidad de asegurarse frente a aquellas contingencias– sino el
de poner a su cargo un deber de inocuidad respecto de esos productos

56
CNCiv., sala K, 18-10-2010, “Litvak, Norberto M. c/Volkswagen Argentina
SA y otro s/Daños y perjuicios”, con cita de MESSINEO, F., Manual de Derecho
Civil y Comercial, Buenos Aires, 1955, t. 6, p. 15, que destaca el sistema de con-
centración vertical con subordinación económica; MARTORELL, Ernesto, Los grupos
económicos y de sociedades, p. 114; ZAVALA RODRÍGUEZ, Carlos (h), En torno
a la reglamentación legislativa del contrato de concesión automotriz, en L. L. 1991-
B-1108; GUYENOT, Jean, Les contrats de concession commmerciales, Sirey, Biblio-
theque de Droit Comercial, dirigée par R. Houin, Paris, 1968, p. 336; LÓPEZ FRÍAS,
Ana, Los contratos conexos, Barcelona, 1994, p. 145; CHAMPEAUD, Claude, Le
pouvoir de concentration de la societé par actions, Bibliotheque de Droit Comercial,
Sirey, Paris, t. 5, p. 286, Nº 381. También rescata la conclusión emitida por las XV
Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Mar del Plata, 1995, según la cual en los
supuestos de conexidad contractual, la responsabilidad puede extenderse más allá de
los límites de un único contrato, otorgando al consumidor una acción directa contra
el que formalmente no ha contratado con él, pero ha participado en el acuerdo conexo,
a fin de reclamar la prestación debida o la responsabilidad por incumplimiento.

118
Sujetos obligados a los deberes de prestación

y servicios...”57 Discrepamos con este criterio, postulando desde ya


una posición amplia en materia de legitimación pasiva sustancial para
los reclamos por incumplimiento de los deberes de prestación en la
relación de consumo.

V. Nuestra opinión
Contrariamente a la postura mayoritaria en doctrina y jurisprudencia
sobre la cuestión –como regla la no propagación de efectos y sólo por
vía de excepción admitirla en los casos en que el fabricante se encon-
trara particularmente comprometido–, entendemos que, como principio
general, la responsabilidad debe recaer sobre todos los integrantes de
la cadena, dejando a salvo el derecho de cada uno de éstos de eximirse
de la responsabilidad obligacional acreditando que el incumplimiento
no le resulta atribuible, en todo o en parte. Veamos, pues, los argu-
mentos que sustentan esta postura.

a) Aplicación del “diálogo de fuentes” como método hermenéutico


El método de interpretación que propone el CCyCN se caracteriza
por la admisión de una pluralidad de fuentes dentro del sistema jurídico
que, como vimos, no se limitan a la ley –o a una sola ley– en sentido
estricto, sino que las diversas fuentes deben ser integradas como un
conjunto armónico, coherente, complementario, coordinado y adaptado
dentro de un sistema. En ese contexto se destacan la Constitución y
los tratados internacionales, de los que surgen las garantías esenciales
que protegen a todos los habitantes del país. El diálogo de fuentes
–Constitución Nacional, tratados, leyes, reglamentos, reglas, principios,
doctrina y costumbres– como método de interpretación y aplicación
de las normas jurídicas conlleva el deber del operador jurídico de
examinar la compatibilidad que debe observar la regla con la que pro-
cura resolver un conflicto con otras que coexisten dentro del sistema.
La idea de diálogo se concreta en la aplicación conjunta de reglas,
al mismo tiempo y al mismo caso, ya sea complementaria o subsidia-
riamente u optando por la que resulte más flexible y abierta o, como

57 SÁENZ y SILVA, La responsabilidad por productos... cit.

119
Doctrina

en el caso del Derecho del Consumo, en la que lleve aparejada una


solución más favorable para el más débil en la relación, de modo de
lograr una respuesta guiada por los valores constitucionales y la defensa
de los derechos humanos.
Aplicado este método hermenéutico a nuestro campo de estudio,
observamos la necesidad de coordinar, por un lado, el funcionamien-
to de normas que regulan contratos paritarios como el de concesión
(art. 1502, CCyCN) –u otros de similar configuración– con la regla
general que define al sujeto pasivo de los deberes que consagra el
dispositivo tuitivo de los consumidores: los proveedores (art. 2º, LDC),
y el alcance subjetivo de los efectos previstos para el caso de incum-
plimiento contractual que, para la norma general de obligaciones, se
encuentra plasmada en el artículo 730, incisos a, b, y c, del CCyCN
y en la LDC en el artículo 10 bis. Todas estas reglas deben ser estu-
diadas, interpretadas y aplicadas bajo la luz del artículo 42 de la CN
y el principio general que informa a todo este subsistema: la protección
del que se considera débil en la relación.
La evidente prelación normativa que posee la regla constitucional
debe ser abordada a partir de este método de interpretación, puesto
que no debe ser entendida solamente como el vértice superior de una
estructura jerárquica, sino como integrante de un sistema integrado,
desde ya, por la misma Constitución, pero al mismo tiempo también
por los tratados internacionales, las leyes generales y específicas sobre
la materia, los principios y valores jurídicos y los usos, prácticas y
costumbres (conf. arts. 1º y 2º del CCyCN). Sin perjuicio de lo que
se dirá enseguida al advertir la incoherencia de un sistema que a la
hora de fijar la responsabilidad por daños en otros bienes distintos del
que es objeto del contrato –deber de protección– propone su exten-
sión solidaria y objetiva a todos los integrantes de la cadena de co-
mercialización y la retacea limitándola al contratante directo, al refe-
rirse al deber de prestación –compromiso primario, inmediato, desea-
do por todas las partes integrantes de este evento social, desde el di-
seño del producto o servicio hasta su recepción por el consumidor–
es evidente que el rechazo de la legitimación pasiva de los restantes
integrantes de la red de contratos atenta contra una recta aplicación

120
Sujetos obligados a los deberes de prestación

del método interpretativo que expresamente se propone para la dilu-


cidación de los conflictos de consumo.
No existiría adecuada tutela a los consumidores si se limita la le-
gitimación sustancial pasiva para exigir el cumplimiento de la presta-
ción debida o bien del sustituto o contravalor dinerario de la prestación,
como derivados de incumplimientos obligacionales. La postura soste-
nida por la mayoría de los fallos apuntados resulta, a nuestro modo
de ver, contraria a la recta aplicación de los principios constitucionales
que gobiernan el subsistema y, como veremos en los puntos siguientes,
se aparta de las normas que resultan de aplicación al subsistema, es-
pecialmente el artículo 42 de la CN, cuya inobservancia sería vehículo
de agravio federal (art. 14, ley 48).

b) “Coherencia” del subsistema de tutela a consumidores y usuarios


Un conjunto normativo comprende enunciados que correlacionan
casos con soluciones, procurando la formación de un sistema concebido
bajo las propiedades formales de completitud –evitando la existencia
de lagunas normativas–, independencia –procurando lograr que no se
pongan en juego normas redundantes– y coherencia –preocupándose
por obtener soluciones particulares para los casos que se presenten,
evitando las contradicciones, es decir, cuando un mismo caso es co-
rrelacionado con dos o más soluciones contradictorias58–.
Una derivación de la pretensión sistemática de cualquier ordena-
miento jurídico es postular la coherencia normativa que consiste en
afirmar que el Derecho da una única respuesta a cualquier situación
problemática que se plantee y que, por tanto, no existen contradicciones
normativas –antinomias–, esto es, normas que establecen soluciones
contradictorias ante situaciones análogas. Se trata de una aspiración o
ideal al que debe tender todo ordenamiento jurídico que debe enfrentar
el problema que significa la evolución del Derecho en las sociedades
modernas –complejas de por sí–, que puede conducir al riesgo de
provocar antinomias en la aplicación de los preceptos. La cantidad
ingente de normas jurídicas que se incorporan diariamente al sistema
58 ALCHOURRÓN, Carlos E. y BULYGIN, Eugenio, Sistemas normativos. In-

troducción a la metodología de las ciencias jurídicas, 2ª ed. rev., 3ª reimp., Astrea,


Buenos Aires, 2021, p. 91.

121
Doctrina

jurídico dificulta un control eficaz que evite la aparición de normas


contradictorias. La pluralidad de centros normativos incrementa aún
más si cabe este fenómeno y agrava la situación de la pluralidad de
interpretaciones judiciales sobre la aplicación de unas mismas normas
jurídicas.
El Derecho debe establecer una serie de procedimientos para sol-
ventar la posible aparición de antinomias. Por lo pronto, la propia
concepción del ordenamiento como sistema implica de suyo realizar
una interpretación armónica de las normas en aparente conflicto que
permita su mutuo acomodo evitando el surgimiento de la antinomia.
Este criterio determina además la pervivencia de ambas normas en el
ordenamiento jurídico.
Dentro de este caso, estarían aquellos supuestos de normas que
han pasado un test de adecuación a la Carta Magna y han sobrevivido
gracias a que han podido interpretarse respetando las normas de la
Constitución. También el principio de que la ley especial deroga la
general es un supuesto más bien de compatibilización normativa que
de derogación como parece sugerir la formulación del principio, dado
que ambas normas en conflicto se mantienen vigentes, interpretándose
la norma especial como una excepción o regulación distinta de la ge-
neral. Se trata más bien de un supuesto de aplicación preferencial de
la norma específica frente a la general, que de este modo resuelve el
posible conflicto normativo.
Hemos referido ya el método hermenéutico adoptado por los autores
del CCyCN denominado diálogo de fuentes, cuya aplicación en materia
de Derecho del Consumidor parte del carácter tuitivo consagrado por
la CN, se integra con las normas infraconstitucionales de idéntico nivel
–por caso, el CCyCN y la LDC– y las analiza desde una perspectiva
sistémica y armónica.
Desde este punto de vista, nos parece una clara antinomia –que
afecta a la coherencia del subsistema tutelar de usuarios y consumi-
dores– que:
– Ante la existencia de una norma como la del artículo 1502 del
CCyCN, concebida para regular contratos paritarios de conce-
sión, afecta al requisito de coherencia del sistema que se haga
prevalecer dicha disposición por sobre las tuitivas a los consu-

122
Sujetos obligados a los deberes de prestación

midores, inhibiendo a éstos reclamar el cumplimiento en especie


de la entrega del producto o realización del servicio, tanto al
contratante directo como a cualquiera de la cadena de comercia-
lización, especialmente al fabricante, personaje esencial de todo
el sector deudor.
– Para responder a la hipótesis de incumplimiento del proveedor
–de cualquiera de los nominados en el artículo 2º de la LDC–
se otorgue una respuesta contundente –solidaria, amplia, masiva
para todos los integrantes de la cadena– en los casos de daño
en otros intereses del consumidor, otorgando trato privilegiado
a estos intereses (arts. 11 a 17 y 40, LDC) por sobre los inmediatos
y directos que surgen del liso y llano cumplimiento de la pres-
tación debida o el reemplazo por producto o contravalor dinerario
de la prestación (art. 10 bis, LDC).
– Se otorgue distinto alcance subjetivo a la responsabilidad obli-
gacional y extracontractual, cuando uno de los propósitos decla-
rados expresamente por el legislador es postular la unicidad del
fenómeno resarcitorio, procurando eliminar las diferencias co-
yunturales que pudieran subsistir.
– Ante la existencia de incumplimiento en el deber de proveer a
la garantía legal (arts. 11 a 16, LDC) o frente a la hipótesis de
reparaciones no satisfactorias (art. 17, LDC), la legitimación sus-
tancial pasiva sea amplia, lo que no ocurriría con la que tutela
la demanda específica. Adviértase que muchos fallos utilizan el
fundamento de la falta de garantía para comprometer la respon-
sabilidad inocultablemente obligacional de fabricantes y demás
integrantes de la cadena de comercialización, obviando el pro-
cedimiento más sencillo y transparente de considerar aplicable
al supuesto de incumplimiento la respuesta lógica y directa que
brinda el artículo 10 bis de la LDC.
– Afecta la coherencia del subsistema que, tomando como ejemplo
el caso de la compraventa de automotores, la protección sea am-
plia y extendida en el caso de los planes de ahorro previo y
limitada al cocontratante en los restantes supuestos. Tratándose
de consumidores, tanto unos como otros y análogo el objeto de

123
Doctrina

la contratación –adquisición de un producto o servicio para con-


sumo–, el alcance subjetivo de la tutela debe ser igual.
– Finalmente, entendemos que el mencionado diálogo de fuentes
debe incorporar entre sus componentes a la innovación incluida
por el CCyCN en el artículo 732, que establece un criterio muy
amplio en materia de responsabilidad obligacional por el hecho
de otro, estableciendo una equiparación entre los distintos sujetos
que se encuentran vinculados entre sí para llevar a cabo una
prestación comprometida previamente. Más adelante volveremos
sobre este particular, apuntando por ahora que la prescindencia
de dicha norma afecta el principio de coherencia del sistema,
toda vez que, por aplicación de dicha norma, el acreedor de un
contrato paritario podría acceder a una tutela más abarcativa que
un consumidor, ya que éste sólo podría demandar a su cocon-
tratante en el acto de consumo mientras que aquél –el paritario–
podría hacerlo contra cualquiera de los integrantes de la cadena
de contratos conexos, vinculados con la prestación que recibe.

c) Estructura y contenido de la “relación jurídica de consumo”

Citando a Díez-Picazo hemos dicho anteriormente que, a diferencia


de la obligación que se define como una relación jurídica simple, la
relación jurídica obligatoria es de carácter complejo y consiste en
“...la total relación jurídica que liga a los sujetos para la realización
de una determinada función económica o social en torno a un interés
protegido por el ordenamiento jurídico...” La definición es de una cla-
ridad meridiana, por lo que deberemos detenernos un instante en la
función económico-social en el contrato del consumo. Hemos compa-
rado anteriormente la relación jurídica obligacional en general con las
características propias de la relación jurídica de consumo, por lo que
cabe ahora precisar algunos conceptos sobre ello.
Mientras que aquélla se caracteriza por el carácter paritario de sus
integrantes, el predominio de la autonomía de la voluntad, la baja
intervención del Estado en su elaboración, interpretación y ejecución
y, en lo que ahora nos ocupa, el efecto relativo de sus estipulaciones,
en la de consumo, partiendo de la desigualdad inicial de las partes

124
Sujetos obligados a los deberes de prestación

que integran la relación, advertimos una fuerte intervención estatal


que corrige desviaciones que surjan del trato individual y un debili-
tamiento del efecto relativo, al extenderse los efectos de la relación a
sujetos que no han tenido contacto entre ellos.
Toca ahora aplicar tales conceptos al objeto de nuestro estudio.
Afirmamos que la configuración del sujeto pasivo en la relación ju-
rídica de consumo es, como regla, de carácter plural y la responsa-
bilidad obligacional por los deberes integrales de prestación, garantía
o protección al consumidor, en el marco de la relación de consumo,
comprende sin exclusiones a todos los integrantes del sector pasivo
de la relación, los enunciados por el artículo 2º de la LDC, los men-
cionados en particular en otros artículos y los que, bajo el concepto
de participación en la mencionada relación, son susceptibles de ser
alcanzados por las consecuencias del subsistema tuitivo.
Puede ayudarnos en el desarrollo de este criterio algunos funda-
mentos del fallo de la sala A de la Cámara Nacional Comercial59, en
el que se resuelve el caso condenando al fabricante por la culpa en
la vigilancia del concesionario. No obstante dejar aclarado que ése es
el motivo esencial de la condena en el caso, nos interesa poner el foco
en otros argumentos utilizados por la Cámara, que se encuentran en
línea con la postura que estamos justificando en este trabajo. En la
oportunidad y pese a determinar como decisivo el comportamiento
negligente del concedente, la Cámara dijo: “...respecto del vínculo fa-
bricante-concesionaria, corresponde aplicar aquí la teoría de los con-
tratos conexos –del collegamento negoziale o groupes des contrats,
en el Derecho Comparado– que tiende a dar una respuesta adecuada
al fenómeno de la contratación grupal; de contratos que, entrelazados
en un conjunto jurídico-económico, persiguen lo que se ha dado en
llamar ‘una misma prestación esencial’, un ‘todo’ contractual para un
mismo y único negocio60. Esta teoría se refiere a ‘uniones de contratos’
59 En autos “Loeda, Gonzalo y otro c/Volkswagen Argentina SA y otro s/Ordi-
nario” cit. supra.
60 GIORGIANI, M., Negozi giuridica, en Riv. It. Sc. Giur., 1937; GASPERONI, N.,

Collegamento e conessione tra negozia, en Riv. Dir. Commer., 1955, t. I, p. 357; DI


SABATO, F., Unità e pluralità di negozi (contributo alla dottrina del collegamento
negoziale), en Riv. Dir. Civ., 1959, t. I, p. 412, entre otros, cits. por TOBÍAS, José W.,
Los contratos conexos y el crédito al consumo, en L. L. 1999-D-992; véase también

125
Doctrina

en los que los objetivos se alcanzan no ya mediante un contrato, sino


a través de varias vinculaciones forjadas estratégicamente en función de
un negocio o en redes que forman sistemas, lo cual presupone la ne-
cesidad de una noción de ‘finalidad económica supracontractual’, cuyo
principio vector está constituido por la unidad del complejo negocial61”.
En ese orden de ideas debe tenerse en claro que la conexidad (vin-
culación, relación o colegiación) implica un compartir los efectos, tanto
positivos como negativos, y apunta a negocios de mayor complejidad,
posibilitados por una serie de contratos relacionados entre sí. De allí
que la “descomposición formal” de la operación realizada no excluye
la íntima relación entre los contratos: éstos están, en consecuencia,
unidos en un sistema, al existir, se reitera, una “causa fin” o “finalidad
económico-social” que trasciende la individualidad de cada contrato
y que constituye la razón de ser de su unión o ligamento62. Bajo ese
encuadre, es obvio que dentro de los objetivos buscados en el sistema
aparece el “interés” como elemento de conexidad, mas no como interés
de un titular individual, sino del grupo de sujetos que interviene en
el negocio: es el interés en el funcionamiento del sistema. El examen
de la cuestión a la luz de dicho interés revaloriza la función del nexo
económico funcional que brinda unidad al sistema contractual, lo que
permite verificar, más allá de la forma jurídica empleada, si hay un
resultado común que trasciende a cada contrato o vínculo en particular.
La importancia de lo aseverado precedentemente radica en que el
intérprete queda obligado a atender cuál es la verdadera realidad eco-
nómica subyacente al negocio, con independencia de los límites for-

MOSSET ITURRASPE, Jorge, Contratos conexos. Grupos y redes de contratos, Ru-


binzal-Culzoni, Santa Fe, 1999; LORENZETTI, Ricardo Luis, ¿Cuál es el cemento
que une las redes de consumidores, de distribuidores, o de paquetes de negocios?,
en L. L. 1995-E-1013; Redes contractuales, contratos conexos y responsabilidad, en
Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº 17, Responsabilidad contractual – I,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1998, p. 207; Contratos modernos, ¿conceptos modernos?
Nuevos aspectos de la teoría del tipo contractual mínimo. Problemas contractuales
típicos. Finalidad supracontractual y conexidad, en L. L. 1996-F-851, entre otros.
61 MOLINA SANDOVAL, Carlos, Conexidad contractual: su aplicación en el

ámbito societario, entre otros.


62 TOBÍAS y DE LORENZO, Complejo de negocios unidos por un nexo (el

ligamen negocial), en L. L. 1996-D-1387; MOSSET ITURRASPE, Contratos conexos.


Grupos y redes de contratos cit., p. 22, entre otros.

126
Sujetos obligados a los deberes de prestación

males de cada uno de los contratos involucrados y de la modalidad


adoptada para consumar los propósitos del sistema63, por lo que es
obvio que todos los integrantes deben colaborar con el mantenimiento
del sistema, lo que incluye a su organizadora. Es incuestionable advertir
que en el proceso de comercialización de bienes, previo al acto de
consumo, se suscitan múltiples situaciones de conexidad contractual
y que, más allá de la forma jurídica que se utilice para instrumentar
las operaciones, hay un hilo conductor que apunta a obtener un resultado
común. Esto trasciende a cada contrato particular, lo que obliga a
atender más que nada a la realidad económica subyacente, existiendo
casos en los que, sin perjuicio de los límites formales de cada contrato,
los acuerdos reconocen una razón única que fundamenta la unidad del
negocio, a pesar de que las prestaciones sean diferentes. Se trata de
los casos en los que el deslinde de responsabilidad debe apreciarse
con estrictez, ya que aparece en ciertos casos una operación económica
global, que involucra a fabricantes, concedentes, concesionarias, fi-
nancieras, etcétera.
Esto permite determinar la existencia de un negocio único e indi-
visible, estructurado simultánea o encadenadamente mediante formu-
laciones contractuales. La causa –fuente– vincula a sujetos que son
parte de distintos contratos, situándose fuera del vínculo bilateral pero
dentro del sistema o red contractual, de modo tal que la finalidad
económico-social trasciende la individualidad de cada contrato y cons-
tituye la razón de ser de su unión: si se desequilibra la misma, se
afecta todo el sistema y no sólo uno de los contratos.
Con expresa mención en el contrato de concesión de venta de au-
tomotores, pero aplicable a cualquier modelo de producción y distri-
bución masiva de bienes o servicios, se admite que estamos en presencia
de supuestos de concentración vertical de empresas en los que el con-
trol patrimonial lo ejercen en plenitud los fabricantes cuando exigen
sistemas contables especiales, se reservan el derecho de inspeccionar
continuamente la contabilidad de sus agencias, imponen sus propios
entes financieros y se liberan así de todo tipo de responsabilidad pe-
cuniaria, para con el concesionario o terceros. Dirigen y determinan,
63 CNCom., sala A, 15-7-2011, in re “Ricale Viajes SRL c/First Data Cono Sur

SRL y otros s/Ordinario”.

127
Doctrina

en una palabra, todo el proceso económico y financiero, así como todo


el aspecto comercial de las operaciones de venta de sus productos,
que ellos prefieren tercerizar.
Al respecto, la Cámara cita la opinión de Santos Briz que apunta a
la existencia de una “cadena de contratos de compraventa que comienza
en el fabricante y termina en el adquirente por entender que la colocación
o salida de las mercaderías tiene un fin unitario que priva de autonomía
a los contratos intermedios, de modo que es lógico y legal que las con-
secuencias naturales del contrato, que arranca del fabricante, recaigan
sobre el mismo y que puedan ser efectivas esas consecuencias no sólo
frente al comprador directo al mismo, sino al último comprador”64.
El ensanchamiento de la responsabilidad contractual posibilita que
el adquirente pueda demandar al fabricante con quien contrató, con
base en lo que pueden denominarse los deberes del tráfico que vinculan
a este último con el primero, mediante la realización de ventas enca-
denadas que darían lugar a obligaciones contractuales de protección,
asumidas frente a terceros65. Es la entrega del producto o la realización
del servicio para cumplir con una necesidad del consumidor o usuario
lo que constituye la razón comercial que sirve para el proyecto, diseño,
fabricación, distribución y comercialización minorista del producto, lo
que abarca también todas las acciones de estímulo a los posibles com-
pradores para su adquisición. El cumplimiento de esta obligación es
llegar al resultado esperado por el adquirente, como un verdadero im-
perativo jurídico, ético y práctico.
Por ello, no resultan oponibles al consumidor, a nuestro criterio,
las relaciones contractuales interiores al conjunto de relaciones em-
presariales que preceden al acto de consumo, puesto que es presupuesto
esencial del subsistema tuitivo que el débil en la relación carece de
elementos para determinar con qué alcances se concibieron esas rela-
ciones encadenadas, que sin dudas posibilitaron la existencia del pro-
ducto o servicio y causaron la realización de dicho acto.

64 SANTOS BRIZ, Jaime, La responsabilidad civil, Montecorvo, Madrid, 1986,

p. 516.
65 GHERSI, Carlos Alberto, Derechos y responsabilidades de las empresas y

consumidores, con la colaboración de Cecilia Weingarten, Organización Mora Libros,


Buenos Aires, 1994, ps. 118/9.

128
Sujetos obligados a los deberes de prestación

Esta causa reside en el funcionamiento integral y eficiente del sis-


tema, a punto que quienes son parte en los contratos encadenados no
resultan verdaderos terceros en los que respecta a la esfera de la res-
ponsabilidad66. Entendemos que el fenómeno de la conexidad contrac-
tual que se advierte sin mayor esfuerzo en el sector que comprende
al conjunto de proveedores lleva necesariamente a concluir que ese
bloque debe responder en conjunto frente a todos los deberes derivados
de la relación de consumo, no solamente cuando ocurre un daño distinto
al del mero incumplimiento obligacional o cuando no se ha prestado
una garantía legal, sino en todos los casos en que se suscitaran in-
cumplimientos que afecten intereses de los consumidores.

d) El artículo 732 del CCyCN y el “principio de equiparación”:


la “irrelevancia de la sustitución subjetiva”
Una de las principales innovaciones del CCyCN consiste en la
incorporación del principio de equiparación (art. 732, CCyCN), según
el cual el deudor, de igual manera que responde por el hecho propio,
lo hace por el hecho del auxiliar que hubiera designado para la eje-
cución total o parcial de una obligación preexistente. La intervención
del auxiliar obligacional no puede ser alegada por la defensa, puesto
que no es un tercero ajeno a la relación, sino que ha sido él mismo
quien lo introdujo en la ejecución de la obligación. La equiparación
de situaciones entre ambos sujetos implica que, ante una demanda por
incumplimiento, el deudor obligacional podrá alegar en su defensa las
mismas causas de exoneración que tendría a su disposición en caso
de que la actuación se hubiera producido por sí mismo, sin delegación
alguna.
Equiparar significa “considerar a alguien o algo igual o equivalente
a otra persona o cosa”. Esto quiere decir que la responsabilidad con-
tractual del deudor por el hecho de otro involucra la actividad de toda
persona introducida por el deudor para ejecutar el plan prestacional
que comprende el vínculo obligatorio, sea que el ejecutor pueda o no
ser considerado como dependiente del deudor, sin importar si éste
posee algún poder de dirección o control sobre las acciones del inter-

66 CNCom., sala A, 29-12-2008, “Poggi, Raúl c/Laprida SACI”, RC J 20911/09.

129
Doctrina

puesto67. El fundamento estará dado, pues, en la irrelevancia de la


sustitución subjetiva y en la prevalencia del objeto obligacional por
sobre la consideración de quiénes deben satisfacerlo, que son colocados
en igual posición.
Trasladado al tema que nos ocupa, entendemos por deudor en la
relación de consumo a todo sujeto del cual pueda predicarse su par-
ticipación –con mayor o menor intensidad– en el diseño, fabricación,
montaje, intermediación, distribución y/o comercialización de produc-
tos o servicios, destinados a su adquisición por consumidores o usua-
rios. Hemos referido que más que un sujeto deudor individualmente
considerado, existe en la especie un sector deudor, compuesto por
varios sujetos involucrados en mayor o menor medida en el propósito
o finalidad de provisión de bienes para consumo.
Entendemos que todos los integrantes pueden, en principio, ser con-
siderados responsables obligacionales frente a eventuales incumplimien-
tos que sufra el consumidor, no solamente en cuanto a la falta de garantía
o reparación defectuosa o los daños fuera del objeto de contrato, sino
en primer lugar en orden a la realización del interés esencial del con-
sumidor: la ejecución específica del objeto en la relación de consumo.
La trama de hechos y actos que precede a la relación de consumo debe,
a nuestro criterio, ser considerada en bloque y los sujetos pertenecientes
a ese sector deben quedar a disposición del consumidor para el cumpli-
miento de los efectos del artículo 10 bis de la LDC.
Tal responsabilidad obligacional podrá concretarse con distintos
alcances según el grado de intensidad con que hubiera participado
cada integrante de la cadena de producción y comercialización, para
lo cual entendemos que el consumidor sólo tendrá el deber procesal
de identificar al sujeto y constatar que tal participación ha sucedido,
quedando por cuenta del demandado la acreditación de que el incum-
plimiento no le resulta atribuible.

67 YZQUIERDO TOLSADA, Mariano, La responsabilidad civil en el ámbito em-

presarial, Hammurabi, Buenos Aires, 1998, p. 29, con cita de JIMÉNEZ HOROWITZ,
La imputación al deudor del incumplimiento del contrato ocasionado por sus auxiliares,
Madrid, 1996; también, MARINO, Abel E., Responsabilidad obligacional por el hecho
ajeno, en Revista de Derecho de Daños, Nº 2012-3, Proyecto de Código Civil y Comercial,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, p. 300.

130
Sujetos obligados a los deberes de prestación

En este punto, el principio de irrelevancia de la sustitución subjetiva


que informa el artículo 732 del CCyCN puede aportar adecuado fun-
damento para considerar auxiliares a todos ellos, dado que sin la in-
tervención de todos y cada uno de los mencionados integrantes, la
relación de consumo jamás hubiera sido posible; entendemos, pues,
que ellos forman una suerte de red de auxiliares recíprocos, que frente
al consumidor aparecen como un bloque inescindible.
Los deberes involucrados en la responsabilidad que examinamos
consisten en los de prestación, conductas positivas de dar o hacer o
negativas, de no hacer, que integran el objeto de la obligación asumida,
sea a partir del compromiso de actuar diligentemente (obligaciones de
medios) o asegurando la consecución del interés del acreedor (obliga-
ciones de resultado, concreto o eficaz). También comprende los deberes
de protección o la antes mencionada obligación de seguridad, garan-
tizando al acreedor que durante el desarrollo de la prestación planificada
no experimentará daños en otros bienes distintos de aquellos que com-
prenden el objeto del negocio jurídico. Por ende, los deudores obli-
gacionales en el acto de consumo son los proveedores, concepto que
comprende a todos y cada uno de los sujetos definidos por el artículo 2º
de la LDC, y que realizan las actividades que dicho artículo menciona
en el primer párrafo, enumeración que, como hemos visto, no es taxativa
sino meramente enunciativa.
La mentada equiparación implica, desde este punto de vista, que
más allá de la persona física o jurídica que suscribe el contrato de
consumo, ante la prevalencia conceptual del objeto obligacional y la
irrelevancia de la sustitución subjetiva, cualquiera de los sujetos in-
tervinientes en las distintas etapas de la cadena son tenidos por la ley
como posibles responsables concurrentes, puesto que la sola invocación
de un contrato paritario –como el de concesión–, que se conecta con
otros de manera de formar una red contractual, no es a nuestro criterio
eximente de responsabilidad obligacional. Esto no implica que todos
los sujetos mencionados deban necesariamente ser responsables por la
prestación íntegra, tema que abordaremos seguidamente, para lo cual
resultará de suma importancia remarcar el carácter concurrente de las
obligaciones que estos sujetos asumen.

131
Doctrina

e) Defensas de los “proveedores”: prueba de la “causa ajena”


o “falta de incumbencia jurídica del incumplimiento”
Válido es preguntarse si la propuesta resultaría o no injusta contra
aquellos participantes de la cadena de comercialización que han tenido
una intervención menor en el evento –por ejemplo, los proveedores
de partes del producto, los que sólo actúan en el montaje, ensamblado,
etcétera–. Admitimos que la responsabilidad obligacional integral re-
sultaría, para algunos de los integrantes de la cadena, una respuesta
exagerada e innecesaria del subsistema de tutela al consumidor y, para
superar el escollo, entendemos que el equilibrio debe buscarse en las
defensas que puede esgrimir el demandado en estos supuestos: que el
incumplimiento no le resulta material y/o jurídicamente imputable aso-
ciado al carácter concurrente de su obligación, lo que permite establecer
supuestos en que la responsabilidad no es por el total, sino por la
porción que le corresponda según el grado de incumbencia jurídica
que le sea atribuible.

1) Incumplimiento “no atribuible”


total o parcialmente al requerido
Frente a la demanda que dirija el consumidor, del mismo modo
que puede hacerlo en los casos de incumplimiento de los deberes
de suministrar la garantía legal (arts. 11 a 17, LDC) o bien a la
indemnización por daños en bienes distintos del objeto del contrato
de consumo (art. 40, LDC), el proveedor demandado podrá eximirse
de responsabilidad obligacional probando que el incumplimiento obli-
gacional resulta total o parcialmente extraño a su esfera de incum-
bencia jurídica.
Tradicionalmente se sostiene que este supuesto constituye una exi-
mente en materia de causalidad, se trata de la causa extraña no im-
putable al deudor (en la responsabilidad contractual) o al sindicado
como autor (en la extracontractual) y abarca tres especies: el hecho
de la víctima o acreedor, el hecho de un tercero ajeno y el caso fortuito
o fuerza mayor. Estos supuestos, aglutinados por el rasgo común de
la extraneidad, desvían el origen del incumplimiento o daño a un centro
de imputación diverso e impiden la configuración –total o parcial– del

132
Sujetos obligados a los deberes de prestación

nexo causal, exponiendo una causa distinta a la acción del demandado


en tanto no ha sido su conducta –al menos en plenitud– la verdadera
o única causa del resultado disvalioso68.
La cuestión sobre si el evento resulta interno o externo al sujeto
demandado es abordada –sin discusiones– desde el elemento relación
de causalidad y, en ese campo, la alegación y prueba como eximente
de la causa ajena no imputable a la persona del deudor obligacional.
Son los supuestos del hecho de la víctima, o de un tercero por el que
no se debe responder, o el caso fortuito o fuerza mayor. El problema,
a nuestro modo de ver, excede el mero marco material de la causalidad
para proyectarse a la teoría de la acción y, fundamentalmente, al factor
de atribución o imputación, lo que solamente dejamos sentado en estas
líneas por exceder el propósito de ellas. No obstante, afirmamos que
este criterio debe elaborarse aplicando un enfoque sistémico sobre las
categorías de causalidad e imputación y, de ese modo, partiendo de
la plataforma fáctica enunciada por las partes y acreditada en el ex-
pediente, el juzgador procederá a adjudicar o no la responsabilidad
obligacional, determinando si el sujeto alcanzado por la demanda se
encontraba dentro de esa esfera o ámbito jurídico de incumbencia o
fuera del mismo.
Hemos evitado en este punto aludir al concepto de causa ajena,
noción a la que acudimos todos los operadores jurídicos desde siempre,
puesto que entendemos que la cuestión no está emplazada –solamente–
en el ámbito de la relación de causalidad sino en el de la imputación
o atribución, cuya relación sistémica con la causalidad puede brindar
soluciones más eficaces a tan debatida cuestión. Por lo tanto, frente
a la demanda que dirija el consumidor, el requerido podrá invocar
defensas que establezcan que el incumplimiento no le resulta imputable,
material y/o jurídicamente, en todo o en parte, quedando a su cargo
la prueba de tal extremo y de a quién o quiénes sí resulta atribuible.

68 AGOGLIA, María Marta; BORAGINA, Juan Carlos y MEZA, Jorge Alfredo,

La exoneración de la responsabilidad contractual. La causa extraña no imputable,


en Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº 18, Responsabilidad contractual – II,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1998, p. 11. Los autores ubican la eximente en el ámbito
de la relación de causalidad, como lo hacen de manera pacífica doctrina y jurispru-
dencia.

133
Doctrina

2) Efecto del carácter concurrente de sus obligaciones en el


principio de integridad del pago. Diferencia con la solidaridad
Las obligaciones concurrentes son definidas como “aquellas obli-
gaciones que poseen identidad de acreedor y de objeto, aunque diver-
sidad de causa y de deudor”. En sentido similar se las designa como
“aquellas obligaciones que presentan unidad de objeto, unidad de acree-
dor, aunque distintos deudores que resultan obligados en base a distintas
causas de deber”. El CCyCN, que por primera vez las regula en nuestro
Derecho, las conceptualiza en su artículo 850 como “aquellas en las
que varios deudores deben el mismo objeto en razón de causas dife-
rentes”. Del concepto doctrinario brindado y de la definición legal
propuesta se derivan las notas esenciales que caracterizan a esta im-
portante herramienta del Derecho de Daños. Observamos como ele-
mentos que caracterizan a la figura69:
– La pluralidad de deudores;
– la identidad del objeto, y
– la diversidad de causas –fuente70– del deber.
Suele mencionarse como característica propia de las obligaciones
concurrentes que el acreedor tiene derecho a reclamar la reparación
integral del daño o pago total de la deuda a cualquiera de los deudores,
del mismo modo que acontece en el caso de las obligaciones solidarias.
La responsabilidad integral de todos los deudores aparece como típica
y común en ambas categorías obligacionales. Se observa que tanto las
definiciones doctrinarias como la norma legal vigente en el CCyCN,
al referirse al objeto debido en las obligaciones concurrentes, emplean
indistintamente los siguientes términos: “identidad de objeto”, “el mis-
mo objeto”, o “unidad de objeto”. En cambio, cuando se define a las
obligaciones solidarias, tanto la doctrina como la norma legal hacen
referencia expresa a la “totalidad del objeto” adeudado por todos los
sujetos. El artículo 699 del Código Civil al definir a la obligación
como solidaria empleaba el término “totalidad del objeto”. Igualmente,

69
El concepto doctrinario tradicional incluye un cuarto elemento omitido por la
norma proyectada: la identidad de acreedor.
70 La causa fuente es el acto jurídico por el que cada uno de los sujetos mencionados

por el art. 2º, LDC ha quedado vinculado a la cadena de comercialización.

134
Sujetos obligados a los deberes de prestación

el artículo 825 del CCyCN se refiere al “cumplimiento total” de la


obligación que puede exigirse a cualquiera de los deudores solidarios.
Identidad e integridad son requisitos que debe reunir el pago y
ambos encierran nociones diferentes. El primero se relaciona con “qué”
se debe, en tanto que el segundo está referido a la extensión del objeto
debido, es decir, a “cuánto” se debe. En este supuesto, al ser varios
los obligados, se referirá a cuánto debe cada uno de los deudores al
acreedor común. En el caso de las obligaciones concurrentes, no hay
duda que el objeto debido es el mismo, único e idéntico para todos
los deudores, consistente en la reparación de los daños y perjuicios
sufridos por el acreedor, que será por lo general una suma de dinero
equivalente al daño sufrido (obligación de objeto divisible). Lo que
cabe entonces preguntarse es si es o no de la esencia de esta categoría
que la totalidad del objeto debido pueda ser reclamada por el acreedor
a cualquiera de los obligados. Es decir, si la responsabilidad de los
deudores concurrentes ha de ser siempre total o integral.
Como regla general, el propósito de la concurrencia en materia de
obligaciones de sujeto múltiple es mejorar la posición del acreedor, al
otorgarle una garantía más amplia de cobro. Esta finalidad de garantía
resultará plena en la medida que la responsabilidad de cada uno de los
deudores plurales sea integral, es decir, cada uno de los deudores sea
obligado a responder por la totalidad del objeto debido, lo que asegurará
a la víctima el acceso a la indemnización integral. De la lectura de la
extensa lista de los casos de obligaciones concurrentes puede compro-
barse que generalmente los responsables suelen serlo integralmente, al-
canzando así plenitud la garantía buscada. Sin embargo, existen algunos
casos en los que la extensión del objeto adeudado puede resultar diferente
entre los distintos deudores concurrentes, lo que nos lleva a afirmar que
la completitud del compromiso no resulta de la esencia del instituto,
como sí la identidad de objeto. Tales son los siguientes casos:
– La obligación concurrente que tienen con la víctima el causante
del daño y su asegurador, en la cual con independencia del monto
del daño, este último sólo responderá en la medida del seguro71.
71 SILVESTRE, Norma O., Las obligaciones concurrentes y su aplicación en el

Derecho de Daños, en Revista de Derecho de Daños, Nº 2012-3, Rubinzal-Culzoni,


Santa Fe, p. 249.

135
Doctrina

– El supuesto referido a la hipótesis de un pago parcial mal he-


cho por indisponibilidad del objeto, que deviene inoponible al
acreedor.
– Los casos de concurrencia en la obligación resarcitoria del curador
de un inimputable, quien deberá responder por el todo, mientras
que por razones de equidad su representado sólo lo haría por
una suma menor72.
– Finalmente, citamos los casos previstos por los artículos 732
y 1718, inciso c, del CCyCN:
• El artículo 732 se refiere a la responsabilidad del deudor por
los auxiliares introducidos para el cumplimiento de la obliga-
ción. En tal supuesto, en caso de obligaciones de objeto divi-
sible, la responsabilidad del deudor originario será siempre
por el total del objeto debido, sea cual fuere el objeto de la
delegación. En cambio, la de los auxiliares o delegados por
su propio hecho será concurrente con el deudor originario, y
será total o parcial, en la medida de la delegación73.
• El artículo 1718, inciso c, prevé el caso en que alguien crea
ilícitamente un peligro, quien adeudará la reparación plena, y
otro provoca un daño para evitar el mal mayor que amenaza,
en cuyo caso éste adeudará la indemnización por estado de
necesidad en la medida que el juez repute equitativa74.
De lo dicho se deduce que la identidad del objeto debido resulta
esencial al concepto de obligaciones concurrentes, en tanto que la in-
tegridad del objeto parece no serlo, en razón de que existen obligaciones
concurrentes en los que la extensión del objeto puede resultar diversa
para los distintos deudores. Las obligaciones, sin embargo, seguirán
siendo concurrentes en cuanto a su origen y estructura, por cuanto
siempre se tratará de varias obligaciones distintas y autónomas y no
de una única obligación. No obstante, coincidimos con la postura según

72 MOIA, Ángel L., Los acuerdos transaccionales en la cuantificación de la in-

demnización por daños. Su funcionamiento en las obligaciones concurrentes, en RCyC,


Año XII, Nº 3, marzo de 2010, p. 61.
73 MARINO, Responsabilidad obligacional por el hecho ajeno cit., p. 304.
74 ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, Responsables solidarios y concurrentes

en el Proyecto 2012, en RCyS 2013-XII-5, AR/DOC/3873/2013.

136
Sujetos obligados a los deberes de prestación

la cual la responsabilidad de los diversos obligados concurrentes debe


como regla ser integral o por el total, debiendo el demandado alegar
y constatar el grado menor de participación en la cadena de comer-
cialización, en cuyo caso podrá admitirse la diferente extensión del
objeto adeudado por los mismos75.

VI. Síntesis final


Por todo lo expuesto, afirmamos que la responsabilidad obligacional
por el incumplimiento de los deberes de prestación de consumo –en-
trega de productos y/o realización de servicios– recae sobre todos los
sujetos integrantes de la cadena de comercialización –que forman una
suerte de red de auxiliares recíprocos– que precede al contrato de
consumo celebrado entre el comerciante minorista y el consumidor,
no quedando limitada solamente al celebrante del contrato de consumo
–como regla sujeta a algunas excepciones–, según sostiene la postura
doctrinaria y jurisprudencial ampliamente mayoritaria. Encontramos
fundamento en la recta interpretación de lo dispuesto por el artículo 10
bis de la LDC y su vinculación con los artículos 2º y 11 a 17 de la
LDC. La responsabilidad es objetiva, comprometiendo los deudores
un resultado eficaz –artículo 774, inciso c, CCyCN–, resultando los
sujetos mencionados en la enumeración no taxativa del artículo 2º,
LDC –y otros asimilables por doctrina y jurisprudencia– con el carácter
de obligados concurrentes.
Entendemos que las acciones del consumidor podrán dirigirse direc-
tamente contra todos o cualquiera de los integrantes de la cadena. No
resultará exigible al consumidor la indagación de las razones del incum-
plimiento, debiendo acreditar sí que el demandado participó en alguna/s
de las etapas determinadas por el mencionado artículo 2º de la LDC.
El accionado podrá eximirse de responsabilidad probando que el incum-
plimiento se encuentra fuera de la esfera jurídica de su incumbencia.

75 SILVESTRE, Norma O. y MAGLIO, María Claudia E., Obligaciones concu-

rrentes en el Proyecto de Código, en L. L. del 13-9-2012, p. 2. María Claudia E.


Maglio, desde la cátedra, fundando el carácter no esencial a las obligaciones concu-
rrentes con relación al requisito de integridad del pago por todos y cada uno de los
integrantes del polo pasivo de la obligación plural.

137
Doctrina

Queda, por ende, a salvo el derecho de cada uno de los integrantes


de la cadena de comercialización de determinar la ajenidad o exterio-
ridad del incumplimiento obligacional a su ámbito propio de actuación.
La defensa en cuanto a la no integridad de la obligación de alguno
de los deudores plurales podrá fundarse en el carácter concurrente –y
no solidario– del compromiso obligacional, entendiendo por distinta
causa fuente de cada uno de los integrantes de la cadena de producción,
distribución y comercialización a las relaciones jurídicas que hubieran
anudado entre ellos precedentemente al acto de consumo, cuya vin-
culación surge de la correcta interpretación de la relación jurídica
obligacional de consumo interpretada a partir del diálogo de fuentes,
de la coherencia del subsistema y del carácter constitucional conferido
a la tutela de consumidores y usuarios.

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