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PRACTICA DE LA EDUCACIÓ N SOCIAL

Como sabemos la Educació n Social como objeto de estudio de la Pedagogía


Social es un concepto polisémico y ambiguo el cual aú n no encuentra una
definició n que complazca a todos, Ademá s es una tautología, ya que toda educació n
es social, si toda persona e un ser social y la educació n es un proceso relacional que
siempre tiene lugar dentro de una sociedad.

Quintana (1988), define algunas funciones que se le ha otorgado a la


educació n social las cuales dependerá n de las épocas y sociedades.

1. Formar al individuo como ser social.


2. Formar al individuo desde una determinada ideología de educació n
política y nacionalista.
3. Formar al individuo a partir de la acció n educadora de la sociedad.
4. Ayudar al individuo desde una perspectiva de beneficencia y
asistencia social.
5. Formar al individuo desde una pedagogía socioló gica con el fin de
insertarlo en la estructura y valores de la sociedad.
6. Ayudar al individuo desde una perspectiva pedagó gica del Trabajo
Social.

Estos enfoques nos acercan a la conceptualizació n de la educació n social y


nos lleva a contemplarla bajo una perspectiva intervencionista.

Sin embargo, se debe considerar siempre que su conceptualizació n debe ser


abierta, diná mica y dialéctica, ya que, como hemos estudiado con anterioridad, la
realidad social es cambiante, esto quiere decir que también lo es su acció n e
intervenció n.

Por lo mismo existe un consenso de que la Educació n Social es una prá ctica
multidimensional, que se articula en diferentes á mbitos o á reas de intervenció n.

La praxis de la Educació n Social se sistematiza en tres niveles:

 Preventivo: Evita la aparició n de los problemas


 Correctivo: Pretende solucionar los problemas
 Optimizador: Aumenta y mejora las posibilidades de los sujetos y
grupos.

Su finalidad es contribuir al desarrollo integral de las personas y a la


convivencia social, intentando resolver todos aquellos problemas o necesidades
que se producen en el marco de la vida diaria.

Á MBITOS DE INTERVENCIÓ N DE LA EDUCACIÓ N SOCIAL

Millá n Arroyo (1985) enumera un conjunto de á mbitos ante los cuales la


Pedagogía Social tiene responsabilidades que asumir y respuestas que dar. Estos
á mbitos son los siguientes:

— Situaciones problemá ticas de la primera infancia y edad preescolar.

— Problemas de la edad escolar y relacionados con la educació n escolar.

— Problemas de promoció n y trabajo formativo extraescolar de la juventud.

— Situaciones problemá ticas de la falta de trabajo, en particular del


desempleo juvenil.

— Necesidades de educació n de padres; educació n de adultos.

— Situaciones problemá ticas de la tercera edad.

— Problemas relacionados a la situació n de los trabajadores extranjeros.

— Problemas sociales y comunitarios del tiempo libre.

— Prevenció n y tratamiento social e institucional para la socializació n o


reinserció n social de sujetos inadaptados, marginados o conflictivos.

Quintana (1988) Los á mbitos son los siguientes:

— Atenció n a la infancia en problemas.

— Atenció n a la adolescencia.

— Atenció n a la juventud.

— Atenció n a la familia.

— Atenció n a la tercera edad.


— Atenció n a los discapacitados físicos, psíquicos y sensoriales.

— Pedagogía hospitalaria.

— Prevenció n y tratamiento de las toxicomanías.

— Prevenció n de la delincuencia juvenil. Reeducació n de los sujetos


disocializados.

— Atenció n a los grupos marginados.

— Promoció n de la condició n social de la mujer.

— Educació n de adultos.

— Animació n sociocultural.

March (1986) propone estos cuatro á mbitos:

— La educació n informal.

— El ocio y el tiempo libre.

— Los servicios sociales.

— La educació n permanente de adultos.

Para Fermoso (1994)9 tres son los á mbitos propios de la Pedagogía Social:
la socializació n, la ayuda vital y la ayuda social. Estos á mbitos se desarrollan en las
siguientes á reas de intervenció n:

— Educació n infantil.

— Ayuda y asistencia a la familia.

— Atenció n a la juventud.

— Centros y residencias para niñ os y jó venes disocializados.

— Educació n no formal de adultos.

— Atenció n a marginados (desde la perspectiva de la educació n


especializada).

— Animació n laboral y ocupacional.


— Pedagogía laboral y ocupacional.

García Míguez, J. (2010) presenta una taxonomía amplia de los escenarios


donde la pedagogía/ educació n social precisa su interacció n, teniendo como
criterio bá sico los agrupamientos humanos o modelos centrados en los colectivos,
entre los que se mencionan: escenarios relacionados con personas mayores;
població n adulta y desempleada; el ocio y el tiempo libre para adultos; colectivos
con necesidades especiales; segmento poblacional de la mujer; població n de la
juventud; sector de la població n infantil como son los niñ os y niñ as escolarizados y
desescolarizados.

Antes de introducirnos en el estudio de los á mbitos, á reas o espacios de


intervenció n en la educació n social, nos gustaría dar por sentadas ciertas bases
comunes dentro de la heterogeneidad de sus campos:

1. Los á mbitos de la Educació n Social surgen para dar respuesta a nuevas


necesidades educativas que no son satisfechas por el actual sistema educativo.

2. Los á mbitos de intervenció n actú an casi siempre dentro de la modalidad


de educació n no formal.

3. La conexió n de las actuaciones en los diversos á mbitos no se encuentra


en su mayor o menor afinidad temá tica, sino en su intencionalidad educativa.

4. La pluralidad temá tica y la intencionalidad educativa de estos á mbitos de


intervenció n les confiere un cará cter multidisciplinar.

5. Todos los procesos de intervenció n responden a una realidad que se


presenta compleja y, normalmente, multicausal.

6. Usamos el término intervenció n desde su vertiente educativa. Hablamos


de intervenció n, aunque este término tiene un contenido de tipo finalista y con
raigambres militares o médicas. Preferimos el término acció n educativa que
incluye todo el proceso diagnó stico que nos lleva necesariamente a la intervenció n
como resultado de un profundo estudio del problema planteado o de la necesidad a
resolver. La acció n educativa implica siempre una actividad donde el objeto es
también sujeto, dado que con anterioridad ha existido un estudio previo y
deliberado.
Posiblemente, una de las primeras formulaciones de los á mbitos específicos
de la educació n social tal como son actualmente entendidos, fue la formulada en las
Jornadas sobre la Formació n de Educadores y Agentes socioculturales (VV. AA.,
1988). En las que fueron debatidos diversos temas asociados a la educació n social
y se concluyó que los á mbitos de intervenció n de ésta eran los cuatro siguientes:

a) la Animació n sociocultural y la Pedagogía del ocio,

b) la Educació n especializada,

c) la Educació n de adultos, y

d) la Animació n socioeconó mica y formació n ocupacional,

Estos á mbitos también han estado, posteriormente, aceptados y


desarrollados por un conjunto significativo de autores (Petrus, 1989; Sarramona &
Ucar, 1989; Martínez Martín, 1993; Amoró s et al., 1994).

Actualmente, se maneja que los á mbitos de intervenció n en los que está


presente el educador social se conforman en relació n a tres variables (la edad, la
existencia de grupos sociales que presentan necesidades, y la posició n institucional
desde donde se realizan las acciones socioeducativas); que determinan la
perspectiva y con ello la acció n socioeducativa, los recursos, los programas y los
servicios disponibles para atender las necesidades de las personas en riesgo de
exclusió n social o con mayor necesidad.

De las grandes tres variables surgen los á mbitos de actuació n que se


enmarcan en: la edad, las necesidades sociales y las instituciones. De este modo,
podemos realizar una clasificació n de cuatro grandes á mbitos que son: la
Educació n Social Especializada (EE), la Educació n Personas Adultas (EPA), la
Animació n Sociocultural (ASC) y la Formació n Laboral (FL).

De forma muy resumida, podríamos afirmar que la animació n sociocultural


pretende favorecer el desarrollo comunitario y la creació n o el fortalecimiento de
las redes relacionales y asociativas, siendo posiblemente el á mbito que presenta
una relació n má s directa con la acepció n amplia de educació n social (acciones
socioeducativas que persiguen favorecer el desarrollo del proceso de socializació n
de cualquier sujeto, independientemente de si éste presenta o no necesidades
específicas o singulares).

la educació n social especializada se dirige a personas o colectivos que sí


presentan necesidades singulares, las cuales afectan negativamente el desarrollo
de la socializació n, al mismo tiempo que dificultan la articulació n social.
Posiblemente sea éste el á mbito que, en oposició n a la animació n sociocultural,
presenta una relació n má s intensa con la acepció n restringida de educació n social.

La educació n de personas adultas quiere facilitar el desarrollo de un


conjunto de aprendizajes bá sicos para la correcta articulació n del sujeto en el
contexto de época en el que vive, para lo cual es imprescindible el dominio de
aquellos elementos que presentan valor de cambio significativo en relació n a la
realidad sociocultural, siempre desde una perspectiva de desarrollo integral de la
persona (que contemple aspectos como la lectoescritura o los aprendizajes
escolares elementales, pero también aspectos como la alfabetizació n emocional, el
trabajo o la articulació n social). Tradicionalmente se ha entendido que la
educació n de personas adultas contemplaba cuatro á reas: la formació n bá sica
compensatoria, la formació n cívica, la formació n para el desarrollo personal y
social y la formació n relacionada con el mundo del trabajo.

la formació n laboral. É sta pretende favorecer los aprendizajes directamente


relacionados con el mundo del trabajo desde una triple perspectiva: la formació n
laboral inicial que pretende facilitar el acceso a una primera ocupació n, la
formació n laboral dirigida a personas desocupadas que quieren insertarse en el
mercado de trabajo y la formació n laboral dirigida a personas ocupadas que
quieren mejorar su cualificació n y sus condiciones laborales.

Como se observa la Pedagogía/Educació n Social posee amplios contextos de


intervenció n donde su propó sito final es la formació n integral de todos los
miembros de una sociedad, capaz de garantizar el desarrollo de capacidades y
actitudes para pensar, decidir y actuar con autonomía y responsabilidad para
lograr la transformació n de las realidades cotidianas,

Las agencias clá sicas de la socializació n, como la familia, escuela y el trabajo,


se encuentran en crisis debido a las profundas transformaciones que afectan a
nuestra sociedad. Esta crisis de las agencias clá sicas ha facilitado el desarrollo de
otro tipo de agencias de socializació n como son el tiempo libre, los medios de
comunicació n y las nuevas tecnologías de la informació n. Los espacios de
intervenció n socioeducativa se han ampliado y diversificado: se puede intervenir
en el medio abierto o en el tiempo libre.

La aparició n de las agencias emergentes de socializació n ayuda al


desenvolvimiento de la educació n social, ya que amplía sus campos de
intervenció n y posibilita su expansió n a otros segmentos/sectores sociales.

Un mismo á mbito se dirige a diversos grupos de edad, a necesidades


específicas plurales y puede desarrollarse desde diferentes á reas institucionales.
En consecuencia, cada á mbito de intervenció n presenta una diversidad de
subá mbitos en funció n de los grupos de població n, de las necesidades singulares y
de las posiciones institucionales. Por otra parte, se debe interpretar que estos
á mbitos son complementarios y que presentan puntos de intersecció n, existiendo
algunas características definitorias propias de cada uno de los á mbitos, pero
también otras que son compartidas. Por ejemplo, la educació n de adultos presenta
puntos de contacto con la formació n laboral o con la animació n sociocultural
(siendo estos dos ú ltimos á mbitos, dos de las á reas que segú n el Consejo de Europa
forman parte de la educació n de personas adultas). Así mismo, también existen
puntos de contacto entre la educació n social especializada y la formació n laboral o
la educació n de personas adultas (como se ve claramente en los programas de
rentas mínimas de las comunidades autó nomas o en los programas contra la
pobreza y la exclusió n social de la Unió n Europea).

Los á mbitos específicos de intervenció n de la educació n social son


interdependientes y presentan puntos de contacto y de intersecció n, constituyendo
una realidad compleja y diná mica, en la que el establecimiento de rasgos
característicos y definitorios presenta cará cter impreciso. Las fronteras entre ellos
no son claras, ni tampoco claramente definidas, sino má s bien difusas y con
mú ltiples puntos de intersecció n. Debemos tener en cuenta que los perfiles de los
á mbitos siempre son aproximados y diná micos, nunca absolutos o definitivos;
existen amplios espacios fronterizos repletos de relaciones e intersecciones,
aspecto que no implica falta de sistematizació n teó rica, sino que refleja su
complejidad y dinamismo.

Segú n nuestra opinió n, cualquier á mbito específico de intervenció n de la


educació n social tiene como una de sus finalidades principales el facilitar y
favorecer el desarrollo de los procesos de socializació n de los sujetos, con el fin de
conseguir la integració n y articulació n social de éstos, siendo ésta una
característica transversal y esencialista que es compartida por todos ellos.

los á mbitos específicos de intervenció n de la educació n social está n


bá sicamente constituidos por espacios de acció n profesional, y esta
profesionalizació n se relaciona con la sistematizació n y especificidad de las
acciones. En consecuencia, es ló gico que estos á mbitos, al estar profesionalizados,
se relacionen con una intensidad variable con la modalidad de la educació n no
formal. De todas maneras, esto no significa que la educació n social, en su conjunto,
pluralidad y complejidad, deba identificarse ú nica el desarrollo profesional de los
á mbitos. En este sentido, y segú n las reflexiones aportadas por Alfons Martinell
(1999), entendemos que la configuració n y la evolució n de los á mbitos de
intervenció n de la educació n social no ha obedecido tanto a aspectos
epistemoló gicos y de reflexió n y sistematizació n académica, como a aspectos
relacionados con las mente con dicha modalidad educativa, ya que, ésta se
relaciona con cualquier modalidad del universo educativo (bien sea debido a la
omnipresencia de los medios informales, bien sea debido a la progresiva apertura
a la prá ctica socioeducativa de los espacios escolares.

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