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El discurso

Introducción

La elaboración del discurso y la conferencia o la preparación de la intervención pública

Cómo preparar el discurso, conferencia o debate

Referencias
LECCIÓN 1 de 4

Introducción

Muchos de nosotros estamos expuestos a numerosas presiones y


ansiedades. Esta época desafía nuestra velocidad para procesar la
información proveniente de múltiples ángulos; estímulos de diferentes
tenores; tensiones que nos exponen y presionan cada vez más, y la
sensación de que todo ocurre muy rápido. A este tipo de público es al que le
hablamos cuando hacemos una presentación.

Esta es una época en la cual la retórica, los juegos dialécticos y los discursos
declamatorios han perdido el impacto y el poder que tuvieron en la historia.
Por eso, necesitamos presentaciones orales que resulten ágiles, porque, de
otra manera, nos dormimos, nos distraemos o simplemente dejamos que
nuestra atención se dirija a cualquiera de los otros estímulos a los que
estamos expuestos sin cesar.

Figura 1. Presentaciones orales


Fuente: [imagen sin título sobre presentaciones orales], s. f., https://bit.ly/2I5ZMXG

Muchas veces, hemos asistido a una charla, conferencia, presentación, etc.


en la cual el orador está realizando su presentación y, de repente, termina… el
público no sabe si aplaudir o no… se produce un bache, un silencio
incómodo… pasan unos segundos, que al orador le parecen eternos, y,
entonces, el orador dice: “eso es todo”.

¿Por qué crees que ocurre esto? ¿Por qué el público no aplaudió
enseguida cuando el orador terminó su charla?
Lo más probable es que el orador no haya realizado un buen cierre, entonces,
el público no comprendió que había terminado. Por ese motivo, en esta
lectura, intentaremos mostrarte cómo se estructura un discurso y la
importancia de cada una de sus partes.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 4

La elaboración del discurso y la conferencia o la


preparación de la intervención pública

Necesitamos presentaciones orales que resulten ágiles, porque de otra


manera nos aburrimos, nos dispersamos. También, necesitamos que nos
inspiren, es decir, que nos lleven a realizar nuestra propia búsqueda y nos
incentiven a recorrer nuestro propio camino.

Asimismo, buscamos que nos sorprendan, para movernos fuera de nuestra


zona de confort e ir más allá de las típicas preguntas conservadoras: ¿para
qué cambiar, si lo que vemos o escuchamos no nos aporta algo que valga la
pena? ¿Para qué mejorar, si con lo que ya tenemos es suficiente? ¿Para qué
aprender, si en diez minutos ese concepto será obsoleto? Y una extensa lista
de “para qué…”. La idea es provocar curiosidad y mantener un interés
genuino en la audiencia.

Por último, esperamos que nos ilustren, que nos dejen un aprendizaje, algún
recurso o herramienta para lidiar con nuestras inquietudes, con el vértigo de
la actualidad o con nuestros temores.

El tema
Cuando hablamos del tema, hacemos referencia al mensaje que se quiere
comunicar. Lo que aquí nos proponemos es presentar algunos consejos
útiles y sugerencias prácticas sobre la preparación de una charla,
conferencia, discurso o intervención pública.

¿Para qué hablar?

Cuando se pronuncia una conferencia o discurso, se puede tomar la palabra


con propósitos muy diferentes; es de suponer que siempre se habla para
algo. Desde Cicerón se viene diciendo que los fines de un discurso hablado
pueden reducirse a cuatro: deleitar la imaginación, ilustrar el conocimiento,
influir sobre la voluntad y mover las pasiones. Tenemos que tener claro, en
primer lugar, para qué vamos a hablar y cuál es el propósito de esta
conferencia en concreto. Dicho propósito se refiere siempre a lo que
queremos que el público sepa, comprenda, haga, disfrute, sienta o aquello
que lo movilice.

Se suelen distinguir cuatro tipos de intenciones en una disertación,


conferencia o charla:

I N FO RM A R E N T RE T E N E R C ONV E NC E R PE RS U A D I R
Se trata de dar a conocer, lo más objetivamente posible, una serie de datos, información y hechos referentes
a una cuestión que es el tema central de la conferencia o intervención.

I N FO RM A R E N T RE T E N E R C ONV E NC E R PE RS U A D I R

Cuando el orador quiere distraer, divertir o llevar a un relajamiento agradable. Generalmente, en estos casos,
el orador utilizará anécdotas y, sobre todo, una buena dosis de humor e ironía, todo ello, dicho con gracia y
vivacidad.

I N FO RM A R E N T RE T E N E R C ONV E NC E R PE RS U A D I R

En este caso, se tiene el propósito de influenciar, modificar y transformar opiniones. Para convencer, en
primer lugar, es necesario estar convencido uno mismo y ser sincero, excluir toda trampa, toda
manipulación y toda demagogia.

I N FO RM A R E N T RE T E N E R C ONV E NC E R PE RS U A D I R

En el discurso, no solo se presenta una realidad o problema, sino que también se asume una posición y se
trata de influir sobre los sentimientos, las actitudes, los comportamientos y los valores de la gente, para que
asuma determinadas posiciones. En otras palabras, se pretende influenciar fuertemente sobre las actitudes
y conductas que llevan a la acción.

A diferencia del convencimiento, que es racional, la persuasión es


básicamente emocional. Para persuadir, hay que movilizar las emociones del
auditorio. ¿Cómo? Al mostrar paralelamente las necesidades y las
posibilidades reales de satisfacerlas, demostrar sinceramente que es por su
acción por lo que pueden conseguir sus objetivos y salir de la actual situación
frustrante e injusta. En una intervención en la cual se pretende
persuadir/influir, se emplearán palabras cargadas emocionalmente, como,
por ejemplo: “libertad”, “lucha”, “justicia” y otras de índole parecida.

Si bien hemos hecho estas distinciones, ya clásicas en la oratoria con


respecto al “para qué hablar”, cabe señalar que en buena parte de los
discursos existe una simultaneidad de propósitos: en una misma
intervención pública se suele informar, convencer y persuadir.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 4

Cómo preparar el discurso, conferencia o debate

Antes de responder o explicar la cuestión que se plantea en este párrafo,


queremos hacer énfasis en la necesidad de preparar siempre con
anterioridad las intervenciones en público. No se debe improvisar jamás. La
vieja chanza que nos recuerda Folliet, de “una improvisación largamente
preparada”, expresa una gran verdad: el orador habla sin ningún texto a la
vista, desarrolla un tema bien estructurado, aparentemente improvisado,
pero que, en realidad, es fruto de una larga preparación.

Es una irresponsabilidad hablar en público sin prepararse. Y es, además, una


falta de respeto hacia el auditorio.

Figura 2. Cómo preparar un discurso, conferencia o debate


Fuente: elaboración propia.
Las tareas que conforman la preparación de un discurso o
conferencia

La preparación de cualquier tipo de intervención pública, una vez


determinado el tema de la conferencia, comporta cinco elementos:

a. elaboración de un esquema provisional;

b. acopio de materiales (datos, información, hechos, ideas, etc.);

c. selección y ordenamiento de los materiales recogidos;

d. maduración y reflexión del tema;

e. organización del discurso o conferencia.

Elaboración de un esquema provisional

Antes de la recogida, la selección y el ordenamiento de los materiales


necesarios para preparar la conferencia, hay que elaborar un esquema
provisional que exprese la estructuración que se le pretende dar al discurso.
Hay que considerarlo como un primer borrador, puesto que, a medida que se
va recolectando la información, se consulta con algunos informantes clave y
se reflexiona sobre el tema, se irán introduciendo modificaciones.
Acopio de materiales

Una vez seleccionado el tema y elaborado el esquema provisional, hay que


proceder a reflexionar sobre el contenido de la conferencia, recoger
información y consultar con otras personas. Todo esto con el propósito de
preparar el discurso.

Para ello, es bueno desplegar una especie de radar mental que nos
sensibilice y nos haga receptivos para captar un determinado tipo de
información. La tarea de acopio de material consiste en reunir todos los
datos, hechos e ideas que se consideren útiles para desarrollar el tema que
es motivo de la conferencia, discurso o debate.

Para que el acopio de material de cara a la preparación de un discurso sea lo


más completo posible, debe realizarse a partir de tres fuentes:

la propia experiencia

la documentación escrita: lo que se ha dicho

lo que pueden aportar los otros: lo que se vive y se piensa

Selección y ordenamiento de los materiales recogidos


No todo el material reunido puede y debe ser utilizado. De ahí la necesidad
de seleccionar la información y los datos recogidos. Toda tarea de selección
debe hacerse en función del tema, el tiempo disponible, la clase de auditorio,
los objetivos del discurso y el enfoque personal con el que uno piensa
desarrollarlo.

Maduración y reflexión del tema

Hay que “madurar” y “digerir” esos datos, hechos, informaciones e ideas


recogidas que estuvimos seleccionando. Aunque el discurso no se pronuncie
de memoria, hay que estudiar el texto. No está mal memorizar algunas
partes, especialmente, el esquema que constituye la estructura o el
esqueleto del discurso. Estudiarlo es asimilarlo y madurarlo. Es muy
recomendable ir haciéndolo poco a poco.

Organización del discurso o conferencia

El siguiente paso es estructurar el contenido para ir dando forma a la


presentación oral. Este es un punto determinante para el éxito de la
presentación, ya que es donde se articula la secuencia lógica de la
exposición. Antes, organizábamos el contenido de acuerdo con la
importancia de uno y otro concepto vinculándolos entre sí y destacando los
más significativos. Ahora, vamos a desplegar esos conceptos a lo largo del
tiempo, es decir, vamos a organizar la cronología de la presentación. Todo el
material y la documentación que van a ser elaborados y organizados deben
estructurarse sobre la base de la idea de que, en todo discurso o conferencia,
hay un patrón básico que consta de tres pasos o fases:

introducción o exordio,

cuerpo o desarrollo,

final o peroración.

Introducción o exordio

Comenzar bien es de primerísima importancia, ya que, a través de la introducción,
se entra en comunicación con el auditorio y es en ese momento en el que hay que
despertar el interés por el tema que se va a desarrollar. Decir palabras iniciales
como simple protocolo no sirve para nada. A menudo, se pierde o se gana al
auditorio en las primeras frases.
Se puede comenzar de maneras muy diversas: con una frase interesante, una cita
famosa, un relato que llame la atención…
Un comienzo aparentemente casual, pero referido al tema tiene gran valor. Lo
importante es que el conferenciante se gane la confianza y la atención del
auditorio. Y esto, cómo ya se dijo, depende en gran parte del modo en el que
empiece, de cómo enfoque el tema y de la actitud que adopte ante el público.
Todo esto se pone en juego desde el momento en que se inicia la comunicación
con el auditorio.
Cuando el público acude a escuchar una conferencia y conoce el título, se
pregunta; ¿cómo se va a presentar el tema? ¿Qué cuestiones se van a
considerar? Y, cuando no tiene ninguna información sobre el tema, la pregunta
inevitable será: ¿de qué se va a hablar? En la introducción, hay que responder a
estos interrogantes y, además, anunciar las grandes líneas de la disertación.
En este delicado y estratégico momento del inicio de la conferencia, la
introducción cumple un triple objetivo:

Captar y despertar el interés por la curiosidad del auditorio o, al menos,


conseguir su atención. Para el logro de este propósito, las primeras palabras
tienen una influencia decisiva, ya que la introducción es el primer puente que
se tiende entre el orador y el público. Empezar bien, dice un proverbio,
significa estar a mitad del camino.

Situar intelectualmente al auditorio en el tema. Esto se logra al enunciar el


tema que se quiere exponer de modo que el público, desde el primer
momento, sepa de qué se trata y cuáles son las cuestiones generales de la
conferencia.

Si fuese posible —esto supone una experiencia en el orador—, situar


psicológica y emocionalmente al auditorio en el tema. Lo corriente es que el
público, cuando comienza la conferencia, esté desambientado. Se trata,
entonces, de que las personas se aclimaten con el tema que se va a
desarrollar.

Estas primeras palabras pueden ser decisivas. Es necesario medirlas y


escogerlas con especial atención y con un criterio exigente. Un ritmo más lento
que el normal, algunas frases muy medidas y muy intencionadas ayudan a crear
el clima. Incluso hay que recurrir a la memoria. El acierto o desacierto de esta
elección puede, como consecuencia, llevar al acierto o desacierto del discurso o
conferencia. Hace dos mil años, lo recomendaba uno de los más famosos
oradores romanos, Cicerón, quien resaltaba la importancia de una buena
introducción, pero dejaba en claro que una buena introducción no es nada si no
tenemos un discurso con sustancia y contenido” (s.f.).

Cuerpo o desarrollo

Un discurso no debe ser un amontonamiento de ideas, ni pensamientos
fragmentados que se yuxtaponen. Para lograr una buena comunicación, la
presentación oral debe tener una estructuración que contenga las cuestiones que
se van a desarrollar, con divisiones, subdivisiones y una sucesión regular y
ordenada de ideas. Estos puntos principales del cuerpo de la conferencia son los
pivotes sobre los que descansa la línea discursiva que sigue el emisor y son,
además, las secciones o partes en las que se divide el discurso.

Para lograr la coherencia y la estructuración, el cuerpo del discurso debe cumplir


ciertas exigencias:

1. Unidad.Todo lo que se diga debe estar relacionado con el tema del discurso.
No hay que salirse del tema y hacer mezclas sin sentido de diferentes
cuestiones o parlotear de todo lo que se viene a la cabeza.

2. Ordenlógico. En todo discurso, hay que asegurar una secuencia lógica del
pensamiento. Las ideas deben ser desarrolladas con un orden lógico y los
razonamientos han de derivarse unos de otros.

3. Progresión. El conjunto del tema debe desarrollarse poco a poco, debe


marchar en forma creciente y avanzar por aproximaciones sucesivas de lo
simple a lo complejo.

4. Transición.Debe ser clara y diferenciada de un tema a otro, o de un asunto a


otro. El discurso no puede ser un simple amontonamiento de ideas,
argumentos, datos, hechos, anécdotas, etc.

Final o peroración

Denominado también conclusión, este es el punto más estratégico del discurso.
Las últimas palabras quedan sonando en los oídos del auditorio y, probablemente,
sean las más recordadas; son las que dejan el sabor más fuerte del discurso
(para bien o para mal). Por eso, se dice que el final es el momento decisivo para
poder influir sobre el público. El discurso debe ser terminado, pero con una
terminación preparada. No se debe terminar con: “esto es todo, gracias” o “he
terminado, ¿hay alguna pregunta sobre el tema?” Las formas abruptas de terminar
deben quedar totalmente desechadas.
Cuando lo sustancial ha sido anunciado en la introducción y en el cuerpo del
discurso, ¿qué queda para el final? Las sugerencias sobre este punto pueden
resumirse en lo siguiente:

Hay que resumir las grandes líneas del discurso o las cuestiones centrales
de este, se debe enfatizar lo que se cree más importante.

Utilizar un estilo breve, enérgico y conciso que, si bien tenga una


argumentación, apele, sobre todo, a los sentimientos (que se dirija al corazón
de los oyentes).

Si la índole del discurso lo exige, la peroración puede ser una llamada a favor
de una causa o una exhortación a actuar. Esto se hace bajo la forma de una
petición directa al público que, presumiblemente, ha sido motivado,
convencido y persuadido a lo largo de la disertación.

Se puede terminar con una cita o con unos versos que resuman lo
expresado, o sea, una invitación a la reflexión y a la acción: la frase final debe
ser efectista y debe estar dirigida más al corazón que a la inteligencia.

Cuando en el final se alcanza un clímax, hay que terminar indefectiblemente.


Cualquier frase pronunciada después de que se haya alcanzado este punto
solo sirve para debilitar lo ya dicho. Hay que saber “aterrizar”. Si se alarga el
discurso al repetir varias veces “finalmente”, “para concluir” o “por último”, el
auditorio termina hartándose del conferenciante.

La forma de terminar depende de la índole del discurso: si es informativo, no


necesitamos poner mucha emoción; pero, sucede todo lo contrario si buscamos
persuadir y convencer.
Decíamos que el final es un punto estratégico del discurso. Y así es, en efecto, un
discurso muy bueno que termina mal puede causar una pésima impresión. Por el
contrario, un buen final hasta puede corregir algunos desaciertos en los que se
incurrió en el cuerpo del discurso.
Video1. Secreto para hablar en público

TED's secret to great public speaking | Chris Anderson

Fuente: TED [TED] (19 de abril del 2016). TED's secret to great public speaking | Chris Anderson. [YouTube].

Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=-FOCpMAww28

No existe una fórmula única para dar una gran charla, pero hay un
ingrediente secreto que todos los mejores tienen en común. El presidente de
TED, Chris Anderson, comparte este secreto, junto con cuatro formas de
hacerlo funcionar para cualquiera. ¿Tienes lo que se necesita para compartir
una idea que valga la pena difundir?
Estructuras discursivas

Tener una secuencia establecida nos sirve para organizar el discurso y lograr
que sea comprensible y dinámico, además de para transmitir correctamente
nuestro objetivo.

Todas las estructuras que presentaremos tienen un ordenamiento interno,


que respetan la introducción, el desarrollo y el final. A continuación,
analizaremos la estructura argumentativa y la narrativa, con sus ejemplos de
aplicación. Es importante saber que, en la realidad, estas estructuras no se
encuentran en estado puro, sino que están fusionadas en los discursos.

Estructura argumentativa

Es utilizada cuando una persona quiere establecer su punto de vista sobre


algún tema y tratar de convencer a su público. Para ello, esboza un tema, su
punto de vista respecto a la cuestión, plantea argumentos y utiliza material
de refuerzo para sustentar su análisis. La orientación del discurso
argumentativo es constitutiva del discurso, en la medida en que todo
enunciado comporta una orientación interna hacia un tipo de conclusiones, y
comporta una orientación externa hacia cierto tipo de intervención en un
destinatario.
El primer momento de un discurso argumentativo es la presentación de un
tema y la toma de posición con respecto a ese tema, existe siempre una
premisa que supone lo que debería ser y puede estar explícita o no. En el
ejemplo dado más adelante, cuya temática es la televisión, se aprecia que la
premisa es que esta tendría que servir para causas nobles y la tesis es que la
televisión de hoy es de muy bajo nivel.

Una vez explicitado el punto de vista, se deben producir argumentos que lo


sustenten, fundamentar por qué las personas que están oyendo el discurso
tendrían que creer en lo que se dice. Los argumentos deben reforzarse a
través de fuentes de la realidad, datos, reservas o preguntas retóricas. Las
fuentes de la realidad son los ejemplos de la realidad: citas textuales de
personas reconocidas, estadísticas, entre otros, que se utilizaron para apoyar
los argumentos. El refuerzo sigue la línea argumentativa, hace
generalizaciones de determinados hechos o situaciones, también, pueden
ser preguntas retóricas, su objetivo no es ser respondidas, ya que su
respuesta es obvia y sirve para reforzar la argumentación. La reserva se
utiliza para resguardarse de los posibles ataques y hacer concesiones, pero,
luego, se debe reforzar el argumento.

Finalmente, se llega a una conclusión en la que se retoma la postura inicial


avalada por la argumentación. Como mencionamos anteriormente, también
se puede llamar a la acción o reacción del público.

Estructura narrativa
Su objetivo es narrar algo, contar un hecho o una historia. En la vida
cotidiana, la encontramos en cuentos, novelas y hasta en películas o series.
En las dos últimas, las historias están compuestas por miles de subconflictos
con los que se encuentran los diferentes personajes, sin embargo, si
pensamos en la totalidad de la película o serie, encontraremos un conflicto
central. La estructura narrativa consta de ciertas partes o secuencias que
son: la situación inicial, el conflicto, la acción, el desenlace y la situación final.
En la situación inicial, se presentan los personajes principales y el contexto
en que transcurre la acción. El conflicto es lo que modifica la situación
habitual, rompe la normalidad, puede ser un suceso positivo o negativo,
como un hecho de la naturaleza, la llegada de una persona inesperada, el
encuentro con alguien, etc. La acción es el comportamiento de los
personajes con respecto a ese conflicto, por ejemplo, si la situación
conflictiva es que hay un terremoto, la acción será qué hacen los personajes
ante él, salen de sus casas corriendo, se quedan inmóviles por el miedo,
hacen de cuenta que no pasa nada, etc. El desenlace es el resultado de la
acción de los personajes, por ejemplo, si la acción fue salir del edificio, el
desenlace puede ser que quedaron atrapados en el ascensor o que salieron a
la calle y esperaron que pase. Por último, la situación final está
estrechamente vinculada con la situación inicial y con la cotidianeidad de los
personajes, ¿qué pasó luego de ese suceso, siguieron con sus vidas
normales o algo cambió?

C O NT I NU A R
LECCIÓN 4 de 4

Referencias

[Imagen sin título sobre presentaciones orales], (s. f.). Recuperado de:
https://www.brainerr.com/trabajos-academicos/arte-y-
humanidades/presentacion-de-diapositivas-en-power-point/

TED. [TED] (19 de abril del 2016). TED's secret to great public speaking | Chris
Anderson. [YouTube]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=-
FOCpMAww28

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