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Capricho emboscado de lírica verdadera para dos actores y sombras reales proyectadas sobre una locura marinera.
El MARINERO, solitario y fundamentalmente bueno, es una caricatura de lo histriónico. Su desmedida afición a los poemas ha hecho que parezca
un marinero grotesco y estrafalario, caduco y desvalido. Bebió del ron desquiciado con el viejo rapsoda de las tabernas. Reacciona con un enojo
espontáneo; pero tan elemental que siempre rectifica con una conciliadora componenda que le humaniza. Hizo del Mar su Patria, de la Belleza su
Credo. Aferrado a sus principios, hasta una heroicidad desmesurada.
El GRUMETE, es un veterano aprendiz. Su empleo de novicio no va en proporción con su edad que es tan indefinida, y adulta, como la del
MARINERO. Se disparata y brinca por todas partes como un marinero consumado y equilibrista. Hambriento y elemental. Camarada del
MARINERO aunque no lo parezca, a juzgar por su casi siempre burlona actitud. Pretende llevar a su capitán hacia un puerto de realidad que
compartieron en algún fragmento del tiempo. Ambos visten de blanco al estilo marinero. Algún turbante, algún pañuelo bucanero. La actividad es
constante por cubierta, palos y andariveles.
Una estructura volada desde los telares es la máquina esencial de la escena. Ha de dar sensación de embarcación con los elementos indispensables.
Sobre un ciclorama, o un foro blanco, se proyectan los diversos paisajes que sugiere el texto. (Los actores lo imaginan por el patio de butacas.)
Servirá para crear la ilusión de navegar. Hay una pequeña luz en un fanal a popa. Énfasis expresionista para una realidad sublimada por una estética
burlona. (El sentido de la puesta en escena traza los límites de la lírica grotesca.) El indulgente choteo juega con una belleza pura, sincera y teatral.
Es preferible que cuando las SOMBRAS hablen se proyecten sus rostros verdaderos. Los actores reales hablaran a las figuras emboscadas. La escolta
herrumbrosa, e invisible de la Negra Flota cruje; sonoridad metálica creciente, acentúa intriga y dramatismo.
Juego con la realidad, el ritmo y los espacios. Brisa de siesta. El barco cabecea. Olas y resaca. Cose velas El GRUMETE con la naturalidad de la
costumbre. Al timón, el MARINERO canta, mientras gobierna, una locura coronada de algas y moluscos.
GRUMETE.(Riendo.) ¡Marinero de la triste singladura! Tú deliras. A ti te trastorna el viento. Más nos valdría que enfilaras hacia tu puerto.
MARINERO ¡Calla, grumete altanero! ¡Nos contempla el mar de la China! La grandeza exige silencio. (Se explaya.) ¡Homenaje a lo inmenso!
GRUMETE ¡Inmenso! Pero, por las barbas trenzadas del Corsario Negro que has de volver hasta tu bahía. (Aparte.) ¡Por las estrellas de mar!
MARINERO Tomo posesión de todas estas olas en nombre de la Blanca Marinería. (Toma una bocina.) ¡Atención! ¡Marinería! ¡Atención! A toda la
tripulación de “La Amante”: ¡os habla vuestro capitán!
GRUMETE (Conteniendo la risa. Juega.)¡Atenta la marinería! ¡Firmes! ¡El capitán! ¡En orden de honores! ¡Sacad pecho! ¡Esa barriga adentro!
(Aparte.) Todo sea por el regreso.
MARINERO (Advierte el choteo y hace esfuerzos por contenerse.) ¡Rendíd honores! ¡Bravo por esta nueva conquista de la Blanca Marinería! (El
Grumete aplaude. Con mucho cachondeo, simula las voces multitudinarias de los estadios, ¡Hurras! y ¡Bravos! El MARINERO amaga un pescozón.)
GRUMETE respinga y boquiabierto mira al público.) ¡Grumete! No te quedes encallado en ese pasmo. ¡Cierra la boca y abre los ojos a tanta
hermosura en su inmensidad! Mira, que de sedas son las olas y los cielos de la flor del celeste loto. ¡Gloria a la Mar de la China y a todos los chinos
poetas!
GRUMETE ¡Enchinados, estamos! ¡Bah! Vale. (Entra al juego.) ¡Gloria a la China y al Japón!
MARINERO ¡Di Cipango, puñetero! Da tono mayor. ¿Qué tienes en las venas?
GRUMETE ¡Sangre! Receptor universal...
MARINERO (Corta.) Lírica deberías llevar... ¡Donante universal de lírica! Eso sí que es postura y definición de conceptos. ¡Botarate de las
botavaras! (Grita.) ¡Repintad esos palos! ¡Plegad las velas como si fueran guirnaldas verbeneras! Los metales, como los luceros los quiero.
¡Zafarrancho de limpieza en cubierta! ¡Uniformes de gala¡ ¡Esa bujía que no se apague nunca! (El GRUMETE mira el fanal de popa. Imita al
MARINERO.) ¡Música gloriosa en honor de Simbad! Hay que lucirse, hijo. Nos va en ello la fama y la gloria. ¡Tráete los estandartes con los fruteros
de escarchas y palmas!
GRUMETE ¿Los de fruta escarchada o en almíbar? (Se frota el estómago.)
MARINERO ¿No ves que ya llegamos, que va a culminar esta noble singladura?
GRUMETE (Incrédulo.) Eso me suena. Con todos mis respetos... Que sí, pero...
MARINERO (Lo ve venir.) Ya están tejiendo guirnaldas las más bellas muchachas. ¡La de la hermosa cara! (Le increpa.) ¡Haz algo! Eres un
vivalavirgen, grumete Es que ni cantas, novato. (Desespera.) Sólo te apuntas a la sopa y el tasajo... (Aparte.) Por más que ya ni recuerdo lo que es
una sopa.
GRUMETE ¡No digamos ya del tasajo! ¡A ver! ¿Hay alguna queja en lo referente al rendimiento? Porque es que no se para de faenar en este
cascarón... (Advierte que no le está oyendo.) ¡Que viva el Cipango! ¡Y olé!
Brama un fondo de óxidos y malos presagios. El MARINERO toma el catalejo.
MARINERO Pues dale un baldeo a la cubierta por si llegan las felices embajadoras de este oriente de canela y de limones. ¿No hueles el embrujo?
GRUMETE ¡Qué ocurrencia! A eso no diría yo que no... (Resuelve.) Regresa, marinero. ¡Te esperan! (Un arrastre de cadenas, oxidado estertor de las
condenas.) ¿Oyes? Están ahí, marinero.
MARINERO (Ajeno. Escudriña el horizonte.) ¿Era trozo de carne o de pescado salado? Me refiero al tasajo. Tengo un vago recuerdo. ¡Por
Holofernes!
GRUMETE ¡Ninfas, es inútil! (Con retintín) ¿Acaso se refiere, vuestra capitanía de los Siete Mares, a aquel pedazo de carne seco y salado o
acecinado? ¡Qué hambre tan elegante! ¡Vive Dios! Y de vago recuerdo nada. Que lo tengo muy vivo y no en la cabeza sino en el mismo estómago
rebelado de gazuza. ¡Esto es un naufragio, hermano! (Todo el entramado de las armadas secretas chirría por sus ensambladuras.) ¡Volvamos!
MARINERO (Grita.) ¡Bueno! ¡Calla de una vez maldito botarate! ¡Basta! (Cuida que no le oiga la tripulación.) Mal rancho tenemos en esta cofradía
de la mar. ¡Ya lo sé! (Amenaza.) A ti, te dejo en cualquier lugar del mapa, donde no te falte el sustento ese que buscas... ¿Te dejo en mitad de la
mar? Elige. ¡Libertad! Aquí nadie te ha llamado.
MARINERO (Interrumpe.) ¡No, no, no! Nadie te ha llamado. Se te ha acogido con honor en esta noble empresa que nos embarca. ¡A-co-gi-do!
GRUMETE (Retahíla) Apelo a lo que me dijiste con palabras de ron y panderos. Apelo a la amistad de las juergas con penas de amores. Apelo...
MARINERO Déjate de lírica contrahecha que es peor que la mal dicha... Pues, aún así, y con todo... Te quedas a la deriva en una chalupa: ni una
guitarra, ni una pinta de ron...
MARINERO ¿Quién me manda, a mí, enrolar gente glotona que no asume la dignidad en la honrada hambre de la aventura?
MARINERO ¡Frivolidades! Cabeza sin ideales es como barco sin botes salvavidas. ¡Qué poco tino!
GRUMETE ¡Que no queda ni un ajo en la bodega! Que no tenemos nada caliente, ni fiambre, que llevarnos a la boca. ¡Y que eso sí que es un
naufragio! Que no es que me quiera ir sino que nos salvemos juntos. ¡Que no te enteras, capitán de todas las manías! Hay que comer para tener ideas.
¡Ah! ¡Y en este cascarón no llevamos botes!
Crece el arrastre de los metales oxidados. Destemplado coro de agoreros aullidos de las aves adversas. Tracción mineral y lamentos desvalidos de
una desgraciada tropa cautiva y desarmada. La metálica compaña les modifica la entonación y les obliga por tonos de cautela. Susurran. El aire
asusta a las infortunadas velas privadas de brisa.
MARINERO ¡Esto no es una leva! Nadie te trajo a la fuerza en cordel de galeotes. ¡A bordo no quiero motines! (Ahoga la cólera.) ¡Sedición! ¡Voto
a mil barriles vacíos! (Estruendo metálico.)
MARINERO (Alterna imprecaciones al GRUMETE y al estruendo.) ¡Por los siete tragos del vino envenenado! ¿De qué puertos me hablas?
Sabandijas con garras y cuernos retorcidos. Guarida de tiburones con patas, sí con patas. Y lenguas de fuego. Son, y tú con ellos, unos marrulleros
mutantes que engullen hombres y peces y palomas. Se zampan a la pobre gente, a los peces pequeños. Esos que son tan débiles que ni se unen.
GRUMETE (Se lamenta.) ¡Ay si los peces pequeños se unieran contra los grandes¡
MARINERO No seas tú un malvado tiburón. Mira que quien aprende a nadar puede confundirse y despreciar la gracia del pequeño pez azul y
amarillo, que es como un gorrión en las azoteas de lo profundo. (Al fragor.) ¡Bellacos!
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MARINERO Todo lo que se puede pensar es posible. ¡Mal pirata! (Ruge el clamor metálico. Se alza e increpa.) Malditos los piratas que atesoran
cofres repletos a costa de las desgracias de sus víctimas. Malditos los que mandan arrojar lo más sencillo de la vida a los tiburones.
GRUMETE Esta discusión la hemos tenido antes. ¿O no? (Se esfuerza por cambiar.) ¿Cómo se llamaba el bucanero aquel que comía en platos de
oro, con cubiertos de oro y rodeado de las más hermosas mujeres?
MARINERO (Intentando calmarse.) ¡No quieras sermonearme con parábolas de mi fracaso! Bucaneros has dicho, sí. Hijos del trueno de
Mefistófeles. ¡Malos piratas que engatusan a la chiquillería de todas las edades con sus falsas aventuras! ¡Ratas de las sentinas!
GRUMETE (Carnal.) Que bien que les metía mano mientras comía y bebía. ¿Qué besos, marinero? ¿Y los tesoros? (Cimbran los metales.) ¡Por los
suspiros de Venus, seamos realistas, capitán! ¡Nos atacan!
MARINERO ¡Canallas! ¡Mil bellacos de la bellaquería! ¿Crees que me vine a la mar buscando riquezas sin piedad? ¡No a la aventura por la
aventura! ¡No a la inútil navegación, grumete! (Baja el tono. Habla a los horizontes.) Malos piratas, chivatos de los puertos negreros, estraperlistas de
todos los venenos camuflados de placer. ¡Van apestando la mar! (Al GRUMETE.) Toma tu petate y la primera chalupa que encuentres... ¡Vete! Vete
a la tierra infectada de los piratas nefastos y terrestres. ¡Vete en paz¡ Y déjame descubrir la tierra que he cavilado. Vete demonio de...
Antes de decirlo calibra el disparate para con su mejor amigo. Tose. Barrunta. Cavila y mira de reojo. Mientras, el GRUMETE lanza una sonda para
comprobar la profundidad. Suena lejano el estertor del exterminio.
GRUMETE ¡Más de veinte brazas! (A un imaginario piloto.) Modificar la derrota... Tres cuartos... a babor. (Vocea como un vigía. Su actitud es la de
un discípulo aplicado.) ¡Cambio de guardia! Despejado y sereno. ¡Sin novedad a bordo! (Habla a fingidos timoneles y vigilantes encaramados en la
arboladura. No quita ojo ni oído, a los horizontes.) ¡Mi capitán! ¡Eh! ¡Marinero! No hay bajíos; ni buenos ni malos. (Confidencial y conciliador.)
Sabes que no podría abandonarte. ¿Lo sabes, viejo pirata desquiciado?
MARINERO No me faltes al juramento de la Blanca Marinería. Mira que te paso por la quilla. ¡ A los cangrejos gigantes!
GRUMETE ¡Jamás! Aunque sólo sea un grumete... ¡Ni a la amistad! Que yo también la llevo en lo más hondo de la bodega. (Se señala en le pecho.)
Hay leyes que también respetamos en tierra, marinero.
GRUMETE Me alegro que no las hayas mencionado entre tantos disparates seguidos. (Mira a uno y otro lado. Susurra el grito.) ¿Me oyes? Menos
mal que no has dicho nada de la amistad, ni nada que realmente ofenda a este aprendiz de almirante mayor.
MARINERO (Sonríe.) ¡Más te vale esbirro! Que te cuelgo del palo mayor y mando que te azoten con las siete colas... ¡Bellaco!
GRUMETE Los libros de tu bitácora son bien distintos a los míos. (Concede.) Pero puede que digan lo mismo. (Ríen.) ¿Me harías esas infamias de
corsarios?
GRUMETE Los he visto, Capitán. Ha sido un instante. (Mira al mar) He visto negras figuras de mascarones. Esas siluetas hacen sangrar al aire.
¡Mala gente!
MARINERO Hemos respirado el aliento de todos los ángeles malignos. Van borrachos del cieno de sus conciencias.
GRUMETE No me gusta lo que he imaginado oyendo este oleaje viciado de chirridos y alquitranes. Habría que taponarse los oídos como hacían los
argonautas para no oír a las sirenas. (Vigila.)
MARINERO (A la tripulación.)Ya conocéis su amarga silueta de maldito cacao. Temed y anunciad este horror mientras se pueda. Decidlo, la verdad
es la mejor lucha. ¡Blanca Marinería, alerta! ¡Navegación silenciosa!
MARINERO (Acercándose al GRUMETE.) Boyante es. ¡Voto a Asurbanipal! Sí, entiendo ese resoplido y los lamentos desgraciados que colman sus
bodegas. No les veo. ¿Dónde están, camarada?
GRUMETE ¡Allá resopla! Por allí he visto una proa de desafío. He oído tanto lamento que me ha parecido estar en los bancos de remo con todo el
sufrimiento del mundo. Por aquellas aguas, hermano. ¿Ves el penacho? ¡Cómo apesta!
MARINERO (Otea.) Sí. Por aquellas aguas que tienen aire de bosque embrujado Sí ¡Camuflaje de negreros! Alguna chimenea ha vomitado un vaho
de avechucho. ¡Todo lo manchan! ¡Rufianes!
GRUMETE He oído los gemidos que siempre me has contado. La boca me sabe a mar amarga, a sangre. Es un aire que repugna.
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GRUMETE El color del cielo me parece de duro purgatorio. Siento un frío que me raya por la espalda y me rompe la vista.
MARINERO ¡Toda la carne flagelada del planeta! (Desafía como un mascarón de proa.) ¡Ven, si tienes agallas Pirata Negro de los siete mares!
MARINERO Es el bordón de la esclavitud de todas las razas. Allá va su casco de muerte. ¡Bandera Negra! ¡Tibias y calaveras! Mala flota, peor
gente. (Escupe.)Hasta los cielos llega la pudrición.
MARINERO No los veo ya, grumete. Pero ese olor de muerte, ese tufo me acompaña por todos los mares. ¡Lo llevo en la ropa! ¡Fumata de
crematorios!
MARINERO Desde que la oscura mazmorra probó mis huesos es como si le apeteciera quedarse con todo mi cuerpo y consumirme entero.
GRUMETE Esta noche me apunto voluntario a todas las rondas y centinelas. Presiento jarana y no quiero que tengamos un abordaje fatal.
MARINERO ¡Sería el final! Hay que impedirlo como sea, grumete. Sólo nos quedan unas cuantas jornadas para llegar a la tierra en donde la mar se
confunde con las sierras. ¡Vamos que allí vive el Árbol de la Palabra! Sestearemos junto a las muchachas tejedoras de guirnaldas. Libaremos en la
copa venerada por todos los amigos. (Temeroso.) Sería lamentable... ahora que ya presiento la orilla soñada.
GRUMETE (Mosca.) ¿Allá donde crece el Árbol del Pan y la Manteca?
MARINERO (Reacciona.) El Árbol Sagrado del Amor y de la Vida... ¡Sí! (Saciado y con plenitud.) Donde la Copa Venerada y todas las coronas de
parras.
GRUMETE (Cede.) Después de esta negra visión, no voy a respirar tranquilo. Mientras que no arribemos por fin... ¡Calla! ¡Marinero! No oyes ese
resuello de inmundos bufidos.
Se asoman por la borda. Entre el chapoteo silba una ráfaga. Estallan cristales. Tras un breve silencio comienzan a hablar subiendo el tono lentamente.
Sirenas de ambulancias y de barcos. Luego se restablece la calma moteada de óxidos y cadenas.
MARINERO (No le ha querido oír. Grita a la tripulación.) ¡Volved a las faenas! No quiero holgazanería que es la madre de todas las sediciones. Hoy
habrá doble ración de frutas y de ron. El ron, al anochecer.
GRUMETE En eso no te contradigo ni para hacerte llevadera la travesía, mi capitán. (Se sienta a remendar velas. Luce el celeste intenso.)
MARINERO Más te vale. Tendrías también que aprenderte las canciones para cuando seas capitán. (Saca el catalejo y vigila el horizonte.) Grumete
que no canta nunca será capitán. No recuerdo que pirata bueno lo repetía en la escuela de los Blancos Piratas.
MARINERO En la Blanca Piratería, sí. Pero, cómo no va a saber canciones un capitán de la marinería navegante. ¡Y Literatura, idiota! (Hace girar la
rueda del timón como un niño en un tiovivo.) Es hermoso, grumete. ¡Y útil! Espanta a las sirenas que volvieron loco a Ulíses; distraen a los
demonios que sedujeron al capitán Acab; burlan a la barracuda que se tragó a Jonás... Pero, calla, calla de una vez, no ves que estoy gobernando.
Gobernar es concentrarse, mirar alto y lejos. Adelantarse a escollos, buscar la felicidad (Canturrea alguna de sus canciones.)
GRUMETE Yo ya callo... Gobierna, gobierna... (Aparte) Verás tú, éste... ¡Qué hambre! (Bosteza.)
MARINERO Te he oído. ¡Calla! ¿No ves que estoy sonsacando al viento con las viejas canciones de la mar? (Se restriega el estómago.) El viento es
nuestro mejor amigo y hay que ser buen compañero. (Aparte) Que se come mal en este barco, es una gran verdad.
GRUMETE Pero, cómo vas a reclutar a los vientos con esa coplilla de niños marineritos. Ni al hambre distraes con esas tonadillas varadas. Cuida de
no distraerte tú, marinero de agua dulce. No sea que demos contra algún mal acantilado o nos metamos en un bajío con bañistas y orquestina de
verano.
MARINERO Yo he tenido amigos que con “coplilllas de niños” encendieron las iras de los malditos. Buenos marinos, sonámbulos por las verdes
aguas.
GRUMETE Si, pero al final el Pirata Negro...
MARINERO ¡Cómo maniobraban! Sorteaban los escollos con canciones de charcas y caballos y peces voladores. No les hacía falta timón. ¡Qué digo
timón! Ni velas ni motor; ni agua bajo la quilla. ¡Oh estirpe prodigiosa!
MARINERO (No le quiere oír.) ¡Qué arte de navegar! ¡Ni mapas necesitaban!
GRUMETE Pues le podrían haber echado un vistazo... Y tú, por rimar con huidos te hiciste Pirata Blanco. ¡Genial!
MARINERO (Orgulloso.) Desafié a los vientos buscando por las marejadas una madrugada perfecta. ¡Soy militante convencido!
GRUMETE ¡Ah! (Cambia de actitud. Irónico.) Esos ángeles como pajarracos; los que asustan a las niñas que tienden sus vestidos en el romero de
todas las riberas. (Vigila en dirección de la Negra Nave.)
MARINERO (Ordena y apabulla.) Hay que virar, grumete. ¡Largad velas! ¿Y las drizas? Ya me estaba pareciendo que tenias la cabeza llena de ese
licor de Estambul. Soltad versos por estas aguas, que son aguas oscuras y el mercante que viene de Maracaibo lleva al grumete mareado. (El
GRUMETE ríe con la ocurrencia.) No te rías, que es su primer viaje y su madre le espera en Pímplico con un cesto de limones. ¡Ten piedad!
GRUMETE (Habla mientras faena.) Un día de estos te hago desembarcar en un puerto con palmeras y muchachas que seducen con los amores de las
tabernas de los trópicos. Sé de una playa... unas morenazas... (Alcahueta de las sensualidades playeras.) ¡Un contoneo de guirnaldas y arrecifes!
MARINERO (Se enfada.) ¡Qué dices! ¡Voto a bríos! ¿Vuelves a las traiciones? Y no digas que la mar no es cosa de la tierra. Este enorme charco
descansa sobre el lecho del planeta, la Tierra que nos sostiene a todos. Todo el mar está en medio de la tierra y es navegable. Por si no lo sabías. Es
secreto, limitado, diáfano, ligero. ¡Patria inmensa! Desde la mar se piensa en tierra y desde la orilla se huele este perfume de algas y del jugo de los
moluscos salados... (Añoranza.) Aromas desde lo hondo deseados desde las playas.
GRUMETE ¿Ves?
MARINERO Sí, ya sé... ya sé. ¡No me líes, sedicioso! Yo elegí la mar por una sed de orilla... ¡Sí! Por una patria perdida que yo agrando. ¡Sí! Busco
la mar de los boleros y los sonetos. ¡Sí! No la hamaca del tedio en las cubiertas de los cruceros. ¡No! ¡Ni las charangas marineras! ¡Cada ola, una
patria! Que no tenga raíces que entorpezcan las rutas.
GRUMETE (Le imita, procaz) Ni sargazos ni rémoras que te atrapen por los bajos.
MARINERO No es mi barco de singladuras jaraneras. No como esos yates de marineros de azúcar y nata montada, con camareros vestidos de
almirante y el alma amarilla del poco oreo. (Da palmadas sobre la barandilla del puente.) Este es el barco de la mar libre. Este es mi tesoro, grumete.
(Guasa amenazadora.) Mira que te dejo en un islote... ¡Sin nada! Ni un libro de poemas. Ni un mísero sorbo de ginebrilla barata. ¡Ni una aceituna
zapatera!
GRUMETE (Con guasona ironía.) Aquí, un amigo leal. ¡Y para siempre! ¡A la orden! (Saluda como un marinero militar.)
MARINERO (El MARINERO no está para chuflas.) Ese es el farol tembloroso que se ve desde los cafelillos de los puertos. (Señala a la luz de popa,
luego el corazón.) El que salpica estrellas cuando a las mujeres cautivas se les cae el colorete y no atinan ni a fumar sus cigarrillos de colores. Cuánta
soledad origina el maquillaje de la fingida alegría. Enfermizas y cansinas, veladas de agriada espera y el alma puesta en los calabozos del pecho.
(Grita a los vientos.) Yo soy el pobre farol de las tristes tabernas, el de las largas e insatisfechas noches de esperas mojadas de lluvia. Tan
desgraciadas como unos zapatos hundidos en un charco canalla. Tan tristes como sus ojos choreando pintura.
GRUMETE (Para sí, sin dejar de faenar.) Para eso no hace falta irse a la mar. ¿Por combatirlo? No sé. (Mirando al fanal de popa.) Siempre, de día y
de noche, está encendido ese fanal. Ya me contarás la intención, hermano.
MARINERO (Ha oído, pero no hace caso.) Yo llevo aquí metida... (Se da palmadas en la frente.) Aquí, esa canción que se peina cuando las
madrugadas de aguardiente se quedan muertas de frío.
MARINERO Un cantar cansado de revolcarse por las arenas; por las dunas sucias de engaño. ¡Gobernadores del sable y el patíbulo! ¡Anatema! La
mar es la libertad en su anchura y fondo; su ley es la fuerza del viento. Lo que se ve se posee, grumete; y obliga al hermoso trato. ¡Tengo hambre,
grumete! Hambre de libertad, dolorosa y canina. ¡Y no me sacia cualquier guisado!
MARINERO En la arboladura de mi barco yo adivino un bosque de trompetas y laureles. ¡No son falsas mis velas! Ya no bulle el céfiro lamiendo,
como perro flaco, el aroma de las rosas. No suspira el huracán, grumete. ¡Quién lo cante te engaña! El huracán arrasa, estraga; es naturaleza inculta,
suelta como la peor de las fieras. Como hombres de silvestres molleras. ¡Y eso no es libertad! ¡Yo soy un hijo de la mar! Voy descalzo y converso
solo, con el hombre que llevo dentro. ¡No hay toro bravo que llore solo en la ribera! Grumete, no te duermas que me estoy poniendo estupendo y no
quiero encallar.
GRUMETE No, no me duermo, capitán... ¡Los toros lloran en manadas! Tú acabarás con toda la locura que galopa por las sierras. (Aparte) Ahora, lo
que es en la mar... (Recuerda.) Soñaba, o a punto estaba, que caminaba por la mar y que no tenía hambre. (Desganado.) Anda, Marinero, cuéntame la
historia de ese fanal perpetuo. (Señala a la luz de popa y se interesa.) Porque alguna intención encierra ese celo con el que mimas su imaginaria. ¡La
cuidas como a una delicada maceta! Antes nos faltará aceite para un sopistrajo que para alimentar su llama.
Desde el votivo fanal, la luz se irá haciendo tan intensa que parezca irreal. La Negra Nave y sus arrastres aumentan e infunden seriedad el
parlamento.
MARINERO Lo recordaré buscando tu voz, para que tu voz sea eco que busque otras voces y el eco supere a la verdad en su miseria. (Se alza épico
y altivo. Naturaliza el tono.) En la raya entre el día y la noche, la fiera que mastica cicuta de los pechos canallas se plantó en la mitad del alba. La
infamia berrenda rugía por un oriente siniestro. Un ululato de aviones disipaba la dormida sombra, rompiendo su íntimo tiempo. La madrugada vino
preñada del plomo de todas las balas de los paredones, de la soga de todos los patíbulos, del tornillo de todos los garrotes, del hacha de todos los
verdugos. Se pobló la diminuta paz del alba con el enorme terror de las torturas. Se hizo añicos el sueño de las estrellas. Era la hora en que el plomo
se hace plata, cuando estrellas y olas sienten el femenino temblor de los chales; y apetece acurrucarlas. Yo no sé de dónde caían tantos cuerpos como
pájaros ensangrentados, de qué inmolación, de qué cielo. Caían con las tripas al descubierto, acorneados por el vacío. ¡El corazón en la boca, entre
los dientes para que no rodara su latido hacia el abismo! ¡Cómo caían aquellos cuerpos! Eran aves angustiadas que a manotazos no conseguían
levantar vuelo. Imposible suspenderse en el vacío que les tragaba
GRUMETE (Atiende sobrecogido.) ¿Quién arrojaba sus cuerpos? ¿Por qué? (Parece entender.) ¡No sé como podía tener estrellas aquel cielo!
MARINERO Las estrellas no nos entienden, grumete. En su grandeza nada saben de nosotros. Sobre las olas se partían los huesos y estallaban las
bocas aferradas al vacío, con los dientes encajados buscando asideros. No había aire en el cielo para un vital resuello. Yo y el mar calculábamos el
infierno desde un perverso asombro...
MARINERO No me preguntes... Qué sé yo... Entiendo que hay algo ruin... Es despreciable ver tanta infamia y permanecer quieto.
MARINERO ¡Y no debería serlo! Me quedé desarbolado. No hay cerebro que mande al músculo, no hay nervio que no se rinda. Ver brotar los
pétalos amargos de la muerte ¿desde el cielo de las estrellas? ¿No es siniestro concebirlo? Es la infamia consumada por donde revolotean los sueños.
MARINERO No tuve cordura para revolverme hecho un tigre y dar zarpazos al tiempo y a la aurora y a los pilotos perversos. ¡Y el universo quieto!
MARINERO Quieto, paralizado ante la estúpida cara del firmamento. ¿Eso es lo natural? No, natural es haber subido al cielo y arrancar la mala
hierba que siembra el dolor y asola los surcos estrellados. Natural es agarrar al Sol por los cuernos. Natural es beberse el mar, sujetar al cielo, apagar
de un soplido los cometas... Desde el nacimiento del universo nunca peligró tanto el cielo ni batieron las aguas tan mísera galerna. ¿Entiendes?
MARINERO (Relata cansado.) Aniquilados de sus propios mordiscos. Dentelladas, como tiro de gracia de la propia boca, a la lengua mutilada de la
voz de su dolor; sin aliento. Las olas eran secas arrugas, sólidos surcos del miedo. Y en el aire quedó la huella de tan fatales caídas. Yo veo las
cicatrices en el celeste cielo. ¡Tan profundas que ni el sol las puede ocultar!
GRUMETE ¿Y luego brilló el sol? ¿Y pasaron de largo las estrellas por esas rutas de muerte y exterminio? (Señala al fanal que da a la escena tintes
fantasmagóricos. Parece entender.) ¿Esa luz?
MARINERO Uno cayó sobre cubierta, allí donde respira esa luz que desde entonces mantengo. Fue fugaz como una estrella muda de horror y de
barbarie. Apenas pude ver su rostro ahogado por todo el aire. Sus ojos, inflados de sangre y de asfixia, se llevaron mi silencio y mi pasmo de tanto
terror como el que llovía de los cielos. No recuerdo ni una lágrima, ni una brisa, ni salpicar una ola. Rodó hasta el sepulcro marino en uno, dos, tres
rebotes compactos en su miseria y martirio. Ese día me sentí más muerto, solidario con lo muerto como un oficiante trastocado. El mar se tragó el
dolor sin un nido, sin un endeble asidero.
GRUMETE ¿Viste a los verdugos voladores?
MARINERO No, pero oía su ronquido canalla por un azul hecho patíbulo en un alba plomiza y chata. Yo no limpié la sangre ni las huellas.
GRUMETE (Le pone el brazo por encima.) El mar lo hizo, lo hizo el viento y el aire de alguna espada enfundada tras un océano de valijas y
consulados.
MARINERO Ese día vi la mirada del mar, la del cielo, la del viento. Lo eterno se hizo diario. La hermosa creación me pareció cómplice. Vi los
dientes del diablo en una boca que mugía por el infinito vendiendo azafranes y legajos.
Se ha oficiado el espanto. Pausa. El oxidado eco rompe el silencio y se va convirtiendo en música sobrecogedora. Tras los metales y el duelo,
Simbad navega entre la sinfonía y el feroz estruendo de los acerados ecos.
MARINERO ¡Retirada, grumete! Timonel, proa a los Mares del Sur que oigo músicas de temporales y no lo aguanto.
GRUMETE (Balbucea algunas palabras.) Capitán. Hermano. Marinero. Pon proa a las guitarras y a las frutas, a las islas con nombres de perfumes.
MARINERO Te habías dormido grumete y soñabas con cosas de tierra. Si se te ve en los ojos llenos de sal... (Camufla la realidad. Ve su llanto.)
GRUMETE Estáte atento a los arrecifes. Que pueden empitonarte por la quilla, marinero. (Ríe el GRUMETE. Muge el óxido.) ¡Que nos vamos al
garete! (Cambia.) ¿Ves? Ya casi domino las rutas y el arte de marear. (Orgulloso.) ¡Casi soy un capitán!
MARINERO Y no me andes tirando de las barbas. ¡Admítelo! Para ser marinero hay que saber cantar...
GRUMETE Y, además, no tienes barbas. Cómo se puede ser tan embustero con ese afán de palabras, de alegorías. Ya no se hacen versos que puedan
hacerles temblar. Ni la luz puede con ellos. Suspiro por comerme una fábula y mojar pan en ella.
MARINERO Eso no es mentir. ¡No me hagas hablar y repetir lo mismo! Tu sabes... Pues, tan bien como yo y como todo el mundo sabe. Todos lo
saben; que no hace falta tener barbas para poder decirlo. Tú ya sabes lo que digo. (Se va hacia el timón y lo toma.) No me distraigas ahora, grumete,
que esta maniobra nunca supe hacerla bien del todo. Y ese faro es una trampa del gobernador de esta costa. (Concentrado, canta una de sus
canciones)
Si quieres despistar en la mar
Calamar, trotamar, cantamar...
El GRUMETE oscila un farolillo. Baten peces y olas contra las rocas. Claman aves plañideras. El GRUMETE vigila la orilla y mira continuamente
hacia atrás. El sonido metálico es el subrayado del pánico que les persigue.
MARINERO Me temo que un día meto la pata de palo entre estas rocas. Aquí encallo. Por todas las ninfas y por todas las conchas que ponen los
pintores a Venus de los Mares. ¡Cuerpo de Baco! Que hasta que no se entra en la ensenada es duro marear por entre estos filos.
GRUMETE Boca del Diablo llamaría yo a éste fondeadero de sorpresas y tiburones. (Mira como se sortean los escollos.)
MARINERO Estás en su mismísima boca, grumete. Calla, que oigo voces. (Voces y ruidos de carreras.) ¡Apesta a trampas y a emboscada!
GRUMETE (Grito ahogado.) ¡Mira, capitán! ¡Por aquellas ramas! Lleva correajes y va armado... Anda como un animal de lenguas encendidas.
GRUMETE Y algo más marinero. Persigue a aquella muchacha que se esconde entre los laureles. Huele a tragedia, Capitán.
MARINERO Y a pezuña. Apesta a lujuria bruta y a eclipse. Qué se le ha caído a la niña... ¿Es un pandero?
GRUMETE Sí. Y rueda por el acantilado. (Siguen con la mirada el sonido de un pandero que rueda hasta la mar.) Se ha destrozado contra las rocas.
MARINERO Ya caía destrozado. Pero... Ya no les veo. Se agitan todas las ramas. (Se oculta la luna. Ladran perros. Los grillos entonan un réquiem
estival.) La tragedia se ha consumado, grumete.
Tiran anclas como si sembraran algas. El Grumete saca desde la bodega guirnaldas y maracas. Aparece una sombra envuelta en un capote blanco.
Alharaca de canoas bate el aire, la mar tiene son de negritud. Punto y raya, salmodia en morse, sinfonía de un sonar. Gime la sombra, tiembla el
ropaje y surca la mar una lancha al socaire de un tam tam. Una nube, como un paipai, oculta el rostro de la vaga luz. Tintinean vasos largos como en
un bar musical de copas. Se oyen VOCES: ¡Salud, marinero! - ¡Salud! - ¡Salud, grumete! - Ata este cabo, que al final hay una barrica de buen
jamaicano.
GRUMETE Déjate de espirituosos que me perforan este estómago. Échate unas ristras... o un jamón.
MARINERO (Saca un saco de la bitácora y lo arroja al embarcadero.) ¡Toma, hermano! Recoge ese fardo con anís dulce de mi tierra y tortas de
aceite y sésamo tostado.
GRUMETE ¡Que se rompen las botellas! (Sorprendido.) ¡Ostras! Pero de dónde lo habrá sacado. ¡Ay las tortas! Si lo sé...
MARINERO Mantén el rumbo, timonel, que habrá que salir pitando. (A los de tierra.) He visto correajes y hostigamiento por los pinos. Sucios están
de malas sombras. (A la tripulación.) ¡Vigías alerta! ¡Ojos abiertos! ¡Silencio! ¡Alerta en tierra! ¡Silencio y alertas!
Voces en el rompeolas. Tonos velados por el temor. Crujen de ramas. Un grito, se paralizan. Breve silencio, al cabo retoman acción y tono. Suenan
voces: ¡En la playa, alerta! Los de la esquina, ojo a aquel sendero. ¡Maldito faro! ¡Acabemos que nos la jugamos! Siempre se cae por un descuido
tonto. Ya tengo ganas de ir por la arboleda. ¡Aprisa, vamos! Grumete, no te escondas que te traigo a mi prima la rubia. ¡Alerta! ¡Oigo pasos! ¡Por ahí
va alguien! Risas de braceros expertos en desembarcos. Chasquidos expertos en persecución.
GRUMETE (Busca aparejos.) Hay que mantener los ojos abiertos que este capitán huele y presagia como si tuviera la pata de palo. (Al
MARINERO.) Oigo gemidos.
MARINERO Y el propio bramido de un sátiro borracho. ¡Señor contramaestre! Mantenga los ojos abiertos. (El GRUMETE busca con la mirada.)
No me fío de unos ojos de alimaña que me miran por la sierra.
GRUMETE ¡Relucen entre los laureles ciegos de aquellas barrancas! ( El GRUMETE recoge un fardo que le lanzan desde tierra.)
VOCES ¡Allá va! ¡Vino de tu tierra y un libro nuevo de tus poetas vivos!
MARINERO ¡Libros y vino, bueno hacen los caminos!
MARINERO Con este olor a ginebra me viene un aire de lujuria encanallada. No te duermas y mucho ojo. No me gusta este sonsonete.
VOCES ¡Salud marinero! Capitán, todo listo. Grumete, salta, no pienses tanto en la jamona del cafelillo del varadero. (Risas. El GRUMETE salta
atando cabos a un noray. Al fin concluye la maniobra. Cruje el metálico palangre. EL
MARINERO, atento a los acantilados, mira hacia el foro.) Ya está asegurado el cabo, Capitán. ¡Listos para el asunto!
MARINERO Gracias, hermanos. Os traigo a un pececillo cantarín y bailador como un jilguero. Aquí sube. ¡Vamos, hermano de la mar!
Sube a cubierta una sombra dentro de un capote con tintes de persecución.
GRUMETE (Maravillado.) Pero, ¿de dónde ha salido esta aparición escapada de todas las discordias?
MARINERO (A la SOMBRA.) Aquí está el puerto que tu soñabas. De aquí a tu libertad sólo hay un paso y es el más seguro de todos. Pero hay que
estar atentos... No te confíes del todo, el enemigo acecha hasta los últimos pasos por la angustia. Ya estás a la puerta de tu tierra prometida, aunque
tenga perros esa puerta dorada
MARINERO En la tierra de la grana no te llamaran granate. Tras aquellos montes de selvas se asoma tu libertad. ¡Avante! ¡A todo trapo! Mira, que
te reciben con guitarras disfrazadas y botellas de leche llenas de vino. Confía en ellos, son tan perseguidos como todos nosotros.
GRUMETE (Sube al barco, palmea a la sombra.) ¡Buen disfraz! No te conocería ni la madre que te parió. (Admirado.) ¿Cómo lo habrá conseguido?
(Al MARINERO.) ¿Cómo se ha escapado este cautivo de todas las galeras?
MARINERO Porque no ha cejado en su lucha, Grumete. (A la SOMBRA.) Estás a un paso de la libertad. Pronto sabrás cantar en este idioma. No
olvides la angustia que dejas atrás. Pero, no temas...
SOMBRA Mi corazón es tuyo para siempre, y mi sangre es tuya, y mi vida toda. ¡Gracias! Hermano de la sal y de las estrellas. Deja que te bese los
pies. (EL
MARINERO esquivando se lo impide.) Ya te condecorarán las olas con las ordenes primeras de emperador de todas las riberas.
SOMBRA Todo tuyo y para siempre. Y mi casa, si la volviera a tener, es tuya y mi petate y mi manta y mi cuaderno y el estuche de los colores y mi
azada y mi martillo. (No posee nada. Ha sacado el cuchillo que es un relámpago de plata. Las gaviotas aúllan como perros de los aires marinos.) Te
quiero regalar mi daga.
GRUMETE (Su atención por el ruido metálico y el correteo de los senderos se ha deslumbrado con el relámpago de la faca.) Eso, para cortar
rebanadas... Guarda esa prenda, hermano. ¡Atentos todos! ¡Aquí huele a muerte, capitán! (Por la faca.) ¡Guarda eso!
MARINERO (A la SOMBRA.) No te fíes de esas sierras que un ángel bruto y desnudo por ellas brama borracho. (Señala al acantilado.)
MARINERO ¡A tu libertad! Aprovecha las sombras y al amanecer te encontraras con la grana de los campos de tu dicha. La tierra fecunda te espera
como tus brazos al trabajo. Ve en buena hora, hermano. Cuidado, que las antesalas de la libertad tienen cárceles y gariteros por todas las esquinas.
GRUMETE Tú no quites ojo a quien te llame amigo. Y si te dicen hermano... ¡Huye! ¡Ni caso! Tú a lo tuyo... ¡Que te lían!
VOCES ¡Marinero, salud! Que nos volvemos al monte antes de que cante el alba. No se erice el gato montuno que aguarda tras las tapias.
VOCES ¡Aprisa, que nos la jugamos! He visto a un oso borracho de humos y orujo. Raro será que no tengamos la noche en vela y en ascuas.
¡Vamos!
Crujen ramas. Cautas pisadas; carreras y el sonar de un destructor que patrulla.
MARINERO ¡Sí, vamos! La fiera buscará blanduras para clavar sus colmillos. Descargará sus culpas en inocencias apasionadas. Cuidado, gorriones
de la libertad.
SOMBRA (Hay un temor profano y un aire nostálgico en su corazón de fruta arrancada.) No sé que será de mí en esta tierra. Me la pintaron hermosa,
pero tan lejos de mi patria...
MARINERO La gente como nosotros, hermano, a fuerza de no tener patria, la hemos tenido que componer por todo el universo.
GRUMETE (Resuelto.) Donde siempre están todos los muertos: ¡En paz! Pero, vámonos ya... ¡Cuidado! Por allí va una joroba canalla.
MARINERO (Maniobran.) Calla hermano, que tus muertos están por la mar eterna con todos los nuestros. Piensa en rosas de rojo vino y campanillas
moradas, en uvas en aguardiente, en azucenas escarchadas.
GRUMETE A este lo que le hace falta es una buena tabernera que le encandile y le ponga las velas al viento. (Gesticula jocoso.) Hoy nos
empaquetan, marinero. ¡Vámonos ya! (Disparos lejanos.) ¡Silencio!
MARINERO ¿A tu novia? Te la traigo cuando el almendro galano se tronche de flores y ascuas. Vendrá a esta playa con mi camarada, el pirata de la
Sombra Blanca. Verás cómo te la traen de hermosa, como los rizos que tiene la mar vestida de Capricornio del África.
MARINERO Allí, tras aquellos recortes no se te negará ni el trabajo ni el cobijo; ni pan ni agua, ni sal ni verso florido. Cuídate y llegarás...
GRUMETE (Fuerza la despedida.) Salud, hermano. (Sube a bordo tras soltar amarras.) Está la noche como una gata en celo. ¿No oyes sus bufidos?
Sus uñas relumbran más que todas las espuelas.
MARINERO (Parece que habla en sueños.) La luna está aún rojiza porque tiene muertos por enterrar.
GRUMETE Pronto su plata volverá a ser la luz de los enamorados.
MARINERO Y la de los amigos que charlan con sus amigas bebiendo ron de caña y zumos verdes.
GRUMETE Anda, descansa, Marinero. (Imitando un experto pilotaje y una afinación del MARINERO.) Tú no quieres saber, capitán. Mi capitán de
todas las flotas desesperadas. Tu no quieres saber que en tierra hay nidos de golondrinas, recovecos por los pinares y escondites en las azoteas. Tu no
querrás saber que las parejas de enamorados se besan en mitad de los asfaltos y hay gente que lleva en los bolsillos canicas y chapas de cervezas
extranjeras. Y que el mundo gira y cambia, que ya no está el mundo desarbolado, como lo dejaste en aquel dique seco. Hay gente que no sabe cómo
hacerlo y va viviendo. Y espera... ¿Quién no espera? ¡No lo dudes!
MARINERO Y otra gente que trajina usurera con el deseo de un mundo de palomas y barcos. Hay gente que teje sueños y otra gente que los desteje.
GRUMETE También hay gente honrada que pretende hacerse de la felicidad. No todos se avergüenzan de hablar de la felicidad.
MARINERO (No parece dormido.) La felicidad no se toma ni se arrebata, grumete. La felicidad sale del alma porque dentro no puede vivir sola. Se
posee lo que se ve y lo que se imagina. No querré oír el silabeo de la dicha hasta que no sea la de todos.
MARINERO ¿Tamaño? Cómo te lo explicaría yo para no naufragar ambos. (Alecciona.) Si quieres ser capitán de la Blanca Marinería, grumete,
apréndetelo bien: no se puede tomar la felicidad como quien arrebata una flor o una fruta a su rama. Todo esplendor florece y madura a su tiempo.
No se le pone esencia a la flor para que huela.
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MARINERO (Mirándole complacido, sin prisa.) Como si ellas no lo supieran. No les hacemos falta alguna, hermano. ¡Solas huelen!
GRUMETE Pero tú les pones tonos... (Contrariado quiere zafarse de la discusión.) Ya sé, capitán de todos los sueños. Buen empeño es el tuyo si se
pudiera pesar, mi capitán. (Suplica.) Marinero, regresa a tierra. Haz arboleda con tu buena sombra, capitán.
MARINERO (Bosteza y de manera ostensible se despereza.) Es la arboleda la que hace la sombra... ¡Y la luz del sol! No, no hay tregua. (Implora a
los cielos y al horizonte.) Que se haga de día que no quiero ver esa luna con ese velo de iras. (Recordando.) ¡Grumete, tuve un sueño de rebelión!
(Grita hacia la bodega. Se revuelve como un tigre de los temibles derroteros.) No quiero motines ni algaradas a bordo. Para algo le puse “La
Amante” a esta nave capitana de la esperanza. ¿Adónde estás, cielo puro? (Busca y rebusca. Se asoma por la borda.) Mar, ¿me oyes? Que no me
traicione mi pensamiento, ni esta sed de confines azules. Ni los escotados perfumes. (Grita hacia la bodega.) ¡Que yo sé que existen a bordo, porque
los he imaginado! ¡Esos que se mueven en tierra con más gracia que las olas! ¡Que no me traicione ni mi propia hambre!
GRUMETE (Grita para sí y al cielo.) ¡Y esta inútil abstinencia! ¡Ermitaño de los mares! ¡Anacoreta de todos los periplos! Acudid, generosas
taberneras. Venid, cantineras de todas las batallas. Aquí hay un muerto en combate. Un amante en paro, un jubilado de las alcobas.
MARINERO (No le oye.) ¡Cielos! Que se encienda el día que temo a esta noche oscura. El alma se me hincha de un mal viento y huele mal este
presagio. Seguro que en alguna playa, o por algún acantilado, se está deshojando a un lirio inocente. (Está muy inquieto.)
GRUMETE (Para sí.) Recela de la oscura verdad que le ronda hace siglos.
MARINERO Hay que redimir a los náufragos del mundo entero y devolverlos a las bahías de la luz. Bahías, redondas de pura esfera, como no las
hay ya para mí. ¿Me oyes, mar, te estoy hablando? (Sabe cuando no gemir melancolías, ni salmodiar vehemencias.) ¡A ti te hablo, mar! (Se rinde.)
¿Ni tu silencio me otorgas, mar?
MARINERO (Para sí.) He soñado con su blanca mano, con su escote redondo, su talle de mimbre y su boca salinera. Su pecho, ¡mar!, henchido
como las velas de la gloriosa flota de todos los poetas
MARINERO (Lentamente.) Mejor morir que dormir, grumete hermano. ¡Mar! Aquel amor desamparado y roto... Pienso y sueño con mi compañera
de luchas y guirnaldas. Aquel amor mío amortajado con todos mis mapas y mis libros. Somos una pequeña pieza en el magnifico y desconcertante
mecanismo de las órbitas.
GRUMETE Todos: olas y cordilleras, el dolor de las amapolas y el canto de las chicharras... ¡Somos una autentica mierda!
MARINERO (Sonrisa amarga.) Y esa soledad que nos persigue desde que nacemos. ¡Ella es la ventura y el ideal! ¡Amor, no ves que estoy solo y que
me mira la inmensidad! Sólo tú puedes ser puerto en mi soledad sin descanso. (Grita hasta definir el silencio.) ¡Princesa de Ormuz!
Por consolar la honda tristeza, el GRUMETE enumera con alegría, con cierta burla. Es su manera hermosa de provocar su enfado y ahuyentar el
amargo arrebato.
GRUMETE Hay noches perfumadas de amores. Hay miles, millones, de noches en la que los querubines bajan rosas encendidas. Noches que se
alumbran con los amores interminables de todos los balcones. Hay paradas de amor por los arriates de los insectos. Deseos posibles en los aleros y en
los miradores... (Se crece.) Amores que ocupan las alcobas frescas y limpias; besos que remueven sus densas cortinas. Pasiones encariñadas que
danzan el disimulo y la complicidad de la tenue luz. ¡Escondites sagrados! Bocas hechas playas de oleaje amoroso, donde la ternura se hace aliento y
se revuelca por las sábanas arenosas de todas las playas. (Se engalla.) Noches, hay noches, capitán de todas las penas embarcadas, en que los
borrachos pierden el hipo tras la esquina de los sobresaltos... y se van a beber amor en la serenidad de la dicha. Hay una pequeña moneda, hay una
mirada, un amigo, una amante. Hay un latido en un beso. Hay bares de coplas y recitados. (Se ensalza.) Te esperan, las alcobas y las cantinas. La
ilusión del amor es para hacerlo real y vivo. ¿No sabes, marinero de mil amores, que el amor soñado hace germinar uno tan real como una espiga?
Espiga para una harina de oro que inunde el firmamento.
MARINERO (Aplaude.) ¡Te estás haciendo oficial! ¡Qué cosas has dicho, grumete! (Asombrado.) No te conozco. Un día me convencerás. ¡Voto a...
todo!
MARINERO (Mira hacia el redondo horizonte.) Viene un aire de taberna limpia donde se juega al naipe y una hermosa mujer canta una habanera.
Son dos los corazones en su escote de ensenada. (Coreo lejano y masculino de alguna estrofa.)
GRUMETE Bastos al que no tiene; espadas a quien se queja y los oros para quien se los lleva. (Ríe.) ¡Sí y un capitán justiciero!
MARINERO (Con intención y tinte amargo) ¡Pares llevo! (Toma una jarra y se entona.) Brindo a la salud de aquellas mujeres hermosas que dan
sentido a todos los puertos y a todas las travesías.
GRUMETE Por las verdaderas de aquel puerto con nombre de licor y embrujo. (Coro de voces, canciones y risas tabernarias. El barco es un bar del
puerto.)
MARINERO Entiende tú bien esto, grumete... Entiende que los nombres de los puertos encierran canciones de hombres y mujeres.
GRUMETE Y de tabernas en donde hay muchachas valientes como la hoja de un cuchillo. (Gritan como en los bares de copas. El barullo aumenta y
hay música roquera.)
MARINERO Y tiene que haber hombres con pólvora en los pies y siempre dispuestos a burlar a los guardias de todos los gobernadores y de todos
los virreyes que usurparon los palacios y las plazas.
GRUMETE ¡Los hay! (Entusiasmado.) Y hermanos dispuestos a luchar contra quienes retienen a las hermosas mujeres. Hermanos que escalan los
más altos muros luchando por el amparo de los hombres perseguidos y las mujeres acorraladas.
MARINERO ¿Aunque haya marineros borrachos? (Una campanada.) ¿Aunque haya esbirros de cualquier color y trifulca?
GRUMETE (Se reafirma en su intención.)¿Lo entiendes ya, hermano? ¿Entiendes ya que esos puertos tienen el color de una aventura metida en una
barrica de cerveza?
GRUMETE (Ve que pierde fuerza.) Al final los amantes se besan en la cima de la
felicidad. ( Describe una pantalla de cine.) Beso y Fin. ¡Todos a tierra! Y a vivir las mieles del regreso y al lecho mullido que no se mueve bajo tus
pies. ¡Vámonos, a lo firme y sólido! ¡Te invito a una botella entera! (Lía el petate como para irse.) ¡Arriad velas! ¡Soltad cabos! Que nos largamos.
La tierra nos espera. (Campanada.)
MARINERO Y a nuestros hermanos, los Piratas Blancos del bravo gesto, luego les llaman bucaneros. (Campanada, cesa el barullo del bar.) Luego
vendrá algún criminal de barbas trenzadas con tripas. (El GRUMETE va deshaciendo el petate mientras habla el MARINERO.) Mala pata, y del peor
palo de astillas asesinas. Algún tuerto parcheado, algún gobernador o almirante de la Mar de los Legajos, pondrá precio a las cabezas de nuestros
hermanos, los condenados remeros. Y los truhanes con chaquetas de doradas botonaduras, alimentado culebras por las cancillerías. ¡Infamia! ¡Por
una caneca de ron y unas tortas de maíz, por un zarcillo de oro y una moneda clavada al palo mayor! ¿Entiendes tú, grumete hermano? ¿Sabes tú qué
es lo que me liga a la mar?
GRUMETE Sí, ya sé. Y que a la mar también se viene la mala gente que apesta. (Se rinde ante la evidencia tozuda.) Descansa, al menos un poco.
Los Piratas Blancos harán las maniobras. Yo ya me planto. Yo me voy a la mar de olivos, a la mar de las terrazas y las macetas. Tú eso no lo
entiendes.
GRUMETE la da una jarra con desgana.) Algo que a mis hermanos de la Blanca Piratería les llevo envuelto en canciones de vino. ¡Que mi bodega
va repleta! ¡Casi se hunde mi barco de esta promesa de paz y libertad!
GRUMETE Navega en paz. No sólo mata el estómago vacío. Toda hambre aniquila. Y hay hambres...
MARINERO (Habla como un poeta ciego y desarbolado.) Cuando yo pueda volver a mi canción perdida, a mi jardín junto al mar.
GRUMETE (Ruego cansado.) Tu jardín ya está en flor, marinero. En flor está, que desde aquí se ve. Bebo por el regreso. (Bebe.)
MARINERO Ese me parece buen brindis hasta caerse borracho sobre cubierta. (Bebe.) Pero, antes tengo que aprender a sembrar dudas y a cosechar
sueños. Ese jardín es el jardín que siempre he pretendido. ¡Por mis amigos poetas! (Bebe.)¿Cuáles son tus poetas, hermano? Dime alguno de sus
versos. (Calla. Suena una campana.) Aguarda, grumete. (Toma el timón.) ¡Calla! Que esta es maniobra de precisa música. ¿No has oído una
campana?
MARINERO (Canturrea el ensalmo.)¡El timón suelto como un pincel!. Al pairo y de nuevo al timón. ¡Arriando velas! ¡Largando cabos! (Al
GRUMETE) Ve cortando los limones que de las jarcias me encargo yo. ¡Disponed las anclas! ¡Marinería navegante! ¡A mí la eclosión y la furia de
la luz!
Chapotea el agua contra el embarcadero furtivo y estraperlista. Se oyen voces entre las ásperas ramas sorprendidas por las ráfagas de un faro que
apesta a ginebra holandesa y a tabaco rubio. De mar a mar vuelan músicas para danzas ventrales. Vienen campanadas y voces de muecines. Caen
unos cabos que amarran a unos calabrotes. Tiene el grumete el aire aventurero y bizarro de los filibusteros trapecistas. Lleva un farol en la mano que
ilumina la escena. Los gritos del desierto buscan nieves y camelias blancas.
MARINERO (A una sombra.) Sube, hermano de la buena sombra. Ven a cubierta sin miedo. Este es el lugar de la reunión. (Muestra orgulloso un
paisaje.) La playa de los cofrades de la libertad y el buen arte.
GRUMETE Huele a hogueras y sardinas. (Aparte.) ¡Mira éste, que buen porte, parece un marinero rubio de Nuevas Hébridas del Sur!
GRUMETE En cuanto amanezca, camina. A quien te pare, le hablas en el idioma rubio que ya te he dicho. Y no uses otra ropa que no sea la camisa
y el pantaloncillo de aviador rubiales. (Ríe como un conspirador.)
MARINERO Di que el aire te hace enredar el rubio pelo por el enramado ardiente de los burdeles y los salones de juego
GRUMETE Aguarda a que pasen el aguardiente y la patrulla para salir de entre los fardos de la cocaína y el fumeque marroquí.
MARINERO Cuando suene la campana, te vas corriendo hacia una llanura que hay detrás de aquella colina de romero.
MARINERO Tú canta las canciones albinas que te han enseñado, aprende a seguir manteniendo viva tu alma hermosa y negra.
SOMBRA (Es una voz de bajo de las tabernas de los puertos.) ¡A mí, hermano! Abrázame, hasta que mi sangre negra se honre de tu sangre de sal.
(Les abraza. Violines y panderos gallardean por todos los mares.) Tu bendita locura levanta un nuevo mundo.
MARINERO Están tejiendo una corona de ramas con diamantes y azabaches. Con un rubí que late y canta en una noche llena de timbales.
GRUMETE (Alerta.) ¿No oís el son caliente de los corales?
SOMBRA Sí, hermano... Pero deja a mi romanza al aire, sin disfraces de barcazas matuteras. (Al MARINERO.) No me hagas perderme por acentos
boreales ni por todas las islas floridas de lupanares y tabacos. No quieras tú que me confunda con alijos ni con los fardos del estraperlo. Que no
necesita mi corazón, de limpia y oscura noche, camuflajes ahumados; ni falsear mis sones. Seguiré siendo el hijo de mi madre negra, señora hermosa
de venerable y negro vientre. Soy hijo de un padre negro ¡Rey en una Troya de ébano! Hijo de un África asolada de piras y de flechas, de marfiles y
venenos. Deja latir mi corazón en mi palabra. Deja que la boca se me haga caracola para libar mi propio salmo emparrado a la cintura de una copa.
Yo quiero conocer la flor que haga hervir el himno de mi radiante empeño. Déjame que sea tan negro como el hermoso corazón del azabache
sagrado y terreno. ¡Yo soy negro, hermano! ¿Y tú?
SOMBRA Pues, bailemos y cantemos con una gran copa de frutas y vino de sol. (Se abraza al GRUMETE.)
MARINERO Razón llevas, hermano. ¡Cuantas canciones nos enseña la mar! Llevas más razón que el más perfecto racimo de uvas. Todos tenemos
dentro una música que espera su copla.
GRUMETE ¿Quién no quiere poner su vino en una copa para ofrecerla y brindar? Pero; espera... Silencio, que aún estamos en este reino de
realidades. (Mira hacia el patio de butacas.) He visto sombras que se mueven por la playa. Aguarda que ya llegan. ¡Son ellos! (Ahoga un júbilo.)
¡Son de los nuestros! ¡Qué sigilo!
GRUMETE Corren días de silencio... Bueno, aún soportando a esta luna plena... Es casi de día. ¡Vamos!
MARINERO Te dan la bienvenida con estrellas forjadas en los talleres de los asfaltos y con un rumor de grillos que parecen crótalos de los bajíos.
Oye bien, hermano de la buena sombra, que con su entonación se puede componer una hermosa romanza que hable del color de todos los vientos.
SOMBRA Yo les daré una hermosa balada negra que hable de blancura.
MARINERO ¡Ve a poner música negra a esta locura sin lianas ni jirafas! (Aparte.) Yo me cuidaría del frío de cualquier nieve. (A la SOMBRA.)
Beberemos hasta que nos confundamos en la alegría de poder bailar y trotar como caballos en mitad de una tempestad de mandarinas.
SOMBRA Así se habla, hermano. Bebamos confundidos en la danza y el jolgorio que para eso se está vivo.
MARINERO Quién ha dicho que no podemos volar. ¡Ea hermano! Es la hora y están templando la campana de los amaneceres. (Suenan más
campanas. Se oculta la luna. El GRUMETE salta a tierra con las amarras.)
MARINERO (Desde el puente.)Yo te beso en la nobleza de tu frente y te abrazo. Que los corazones están hechos para arracimarse.
MARINERO Como uvas; que es la mejor fruta... ¡Por estar arracimada! (A los de tierra.) Ya vamos, hermanos. ¡Cuidado! (Satisfecho y ufano.) ¡Otra
batalla ganada! Este no llega ahogado. Otra cosa es que lo devuelvan a su tierra ahumado de misterios y demencia. (A los de tierra.) ¡Ea! Hermanos,
yo me vuelvo a navegar. Cuidad de él, acunad su miedo.
MARINERO ¡Grumete, a las jarcias y reparte ron a la tripulación! ¡Es la fiesta de los pescadores! ¡Gloria a todo trabajo del mar!
GRUMETE ¡Un doblón de oro a quien divise un barco lleno de princesas del
oriente! ¡Un carguero de pan para esta hambre que me hace naufragar de estómago y de cabeza! (Remeda un desmayo.)
MARINERO ¡Qué mal rancho rinde esta faena del orgullo de la libertad! ¡Pero, en la cabeza el alma!
GRUMETE Si a ti te dijeran lo que les dices a esas sombra que salvas. En el supuesto, claro está, que... Yo, por ejemplo, me atreviera a...
MARINERO Ya me estoy oliendo la milonga que estás afinando. Déjate de escaramuzas y vete a pelar patatas aunque no las haya. ¡Grumete! Que
tienes el cerebro horadado por la gaseosa y de tanto suspirar por los estofados.
GRUMETE (Mosca.) ¡Pues, eso se quita con tinto! (Protesta.) ¡Y con buen rancho! (Retoma sus intenciones.) Capitán, si tu supieras que se te espera.
GRUMETE (Vuelve a la carga.) Que están componiendo un poema y les falta una estrofa; la que tú has arrancado a los vientos.
(Mima patatas con un cuchillo real.) ¿Sabes que te digo? ¡Que maldigo tanta imaginación que te embruja y te emborracha! Opio de tu
meollo que te conduce a la nada. ¡Planta tus dudas y recoge respuestas! Es un clamor de sales y huertos. Desde allí se ve la mar y
los barcos y los marineros blancos. ¡Siembra palabras! ¡A tierra!
GRUMETE ¡No te entiendo! (Faena.)¿Sabes qué te digo? Pues... que ya es desgracia no saber lo que a ramos se puede ofrecer.
MARINERO (Se desentiende. Mira a los cielos y a los abismos del mar buscando y poniendo oídos. Se recuesta sobra la barandilla.)
Hermosa voz... ¿Querrás hablarme ahora? Es como si me volviera un impulso antiguo.
MARINERO Este oleaje rompe en mi pecho y me inunda el corazón de azogues azules y canciones que se van olvidando.
GRUMETE (Aparte.) Se ahoga en su confusión. Le trastorna la brisa, este aire de canelas y de mariscos, y de hermosas flores de
membrillo que nadie ha visto. (Al MARINERO.) ¡Nunca! Nadie las ha visto.
MARINERO (Al mar y al público.) Me alegrará oírte, hermosa voz, y me dormiría en tu aire de templado encanto. (Sin afectaciones.)
¡Ay! Cantiña secreta que llevo en los recovecos de esta alma que nunca fue de alta mar; sino de bajío marisquero, del vaivén de las
hamacas y el chapoteo del vino contra el cristal de la copa. (El GRUMETE no quiere oír y se acurruca con su hambre y su fracaso.)
Recuerdo, grumete, cuando en las primeras travesías me mareaba y no conseguía fijar mi paso a cubierta. ¿Dónde estas, grumete?
MARINERO (Se contraría.) Donde quiera que estés... (Suplica) Escúchame. Es como si me hubiese vuelto a perder en este mar
inmenso que me hace sentir libre... y solo. No me gusta la libertad en solitario, es un sentimiento de tiranos y de piratas malvados. Tú
sí que eres ya todo un capitán, grumete. Yo no soy más que un soñador perseguido que se echó a la mar. Y no me cuidé de que no
sabía nadar.
MARINERO Ni sabía el lenguaje de las gaviotas, ni deletrear trinquete, ni jarcia ni cofa. No sabía pronunciar los nombres de la
marinería azul y estelar.
GRUMETE (Compadecido, cambia.) Ni yo. ¡Qué iba a saber yo de la piratería blanca, ni del horizonte azul, ni de ese pañuelo que
despide a todas las barcas, diciendo adioooos! (Saluda con las manos.)
MARINERO Yo sabía de mítines y conferencias; de libros de versos, de pinceles y lienzos con pinturas morenas y redondas.
GRUMETE Y de canapés y brebajillos de colores... (Subiendo. Resignado.) No te atormentes. Vete a descansar esa cabeza bajo la
toldilla de popa, donde besaste a la princesa de Ormuz. (Espera su reacción.) Yo velaré para que siempre sea de día y por mantener
el rumbo; aunque sea a ninguna parte. Haré la primera, la segunda y tercera guardias para que no te enturbie los sueños ese color
rojizo de la luna. (Paciente.) ¡Qué se le va a hacer!
GRUMETE Yo ya lo dudo. (Se encoge de hombros.) ¡Encallar! Dirás encallar, hermano. Yo ya sé el rumbo.
GRUMETE (Trata de recomponer la situación.) ¿Es cierto eso que cuenta la tripulación? (Trata de animar.) ¿Que eres capaz de soñar
lo que quieras? (Asiente el MARINERO.) ¡Qué habilidad! Pues ya me gustaría a mí. Más que aprenderme esas tontorras coplas de los
capitanes.
GRUMETE (Gestos muy abultados.) ¡Uf! ¡Vaya si dicen! (Zalamero.) Que no, que todos te quieren, marinero. Dicen que tu amigo,
aquel paisano tuyo... (Picado de curiosidad.) ¿Es verdad, marinero, que bajaste a tierra por charlar con él? Que bajaste a tierra, ¿tú?
MARINERO Es como revivir en el paladar un buen vino. Mi amigo me fue a buscar. Sí, a paladear palabras como a los mariscos de la
infancia.
GRUMETE Buen amigo sería si burló a los esbirros para confortarte en este exilio de tus penas.
MARINERO Qué sueño de barcos anclados con las velas henchidas de terral. Qué delirio de gallardetes, de racimos y azucenas
borrachas de sal y marisma abierta. Olía a marisco, a molusco y a vino. Era un amigo, buen amigo...
GRUMETE (Trata de asegurarse.) Sólo falta que haya sido real y no uno de esos sueños tuyos, esos que controlas con más habilidad
que todos los timones de la mar océana. ¿Fue verdad o no, esa verdad que tu tan bien inventas?
MARINERO De cualquier manera es un canto a la amistad y me satisface revivirlo por pensar en un mundo nuevo.
MARINERO Creo que era primavera avanzada. Sólo, a escondidas de los secuaces, me vino a buscar. Me invitó a pasear en calesa
cascabelera por las calles dormidas de nuestra ciudad. Charlamos tan largamente que nos bebíamos las palabras con el vino. El vino
era de nuestra tierra, las palabras de todo el mundo. Los silencios eran los nuestros.
MARINERO Los parques, los jardines de sombras verdes. Paseamos por entre el silencio y ese ritmo dormido que late en las calles
desiertas. ¡Que bien entonan los cascos de los caballos con los paseos de la madrugada! Cada esquina un recuerdo y una esperanza;
algunas no del todo perdidas. Recordamos los mejores y más jóvenes de sus versos, a mis poetas maestros y a aquella niña, redonda
de risa y sofoco. Hasta que el rojo amanecer, por levante, gimió el puro gozo de la sangre. Dulcificado el corazón en un vuelco,
colmado de vino y de versos, de tanto trotar por los paseos de la infancia. Las calles nocturnas son como las amantes sobre blondas
en sombras. ¡Huelen a amor!
GRUMETE ¡Fantástico! ¿Un trago por la infancia? Esa sí que es marinera, y marinera de alta mar, embarcada en los brazos más
nobles. ¡Y por las amantes!
MARINERO ¡Por las amantes! (Beben. Retoma el sueño.) Era noche de levante en calma. Y éramos niños... E hicimos castillos de
arena. El viejo viento tejía una blonda fresca y, en tres renglones nada más, mi amigo compuso una soledad con tres arroyos de agua
limpia que van cantando a la mar. La mar nos esperaba y sólo yo a la mar me volví. Él se quedó en aquel estanque salado que yo no
entendía.
GRUMETE ¡Y era un estero luminoso! (Indulgente.) Bebamos, capitán. A ver si sueñas con la realidad.
MARINERO Fue un festín desmayado por una playa de guitarras y cerveza. Le dije ¡Robín de la Mar! Y se ruborizó el cabronazo.
Luego se volvió a la infamia del pillaje, a no distinguir a la pobre gente de las levas, que son carne de cañón y de galeras, de los
mercenarios de dorados botones. Pobre gente perseguida por huracanes y sicarios. ¡Ay! Hermosa sultana, yo te liberé una tarde de
las garras del gobernador de Madagascar, con mi amigo el marinero trapecista.
El Grumete reacciona, ora con sorna ora emocionado. Se proyecta una luna en rojizo creciente. Reclamo metálico de la infernal
máquina flotante que acecha.
MARINERO Quisiera que estuviera con nosotros aquella dulce amiga, la cantante del puerto del café y de las frutas. ¡Qué escote!
¡Una belleza!
GRUMETE (Habla solo.) Es como un juego terco. Para conseguir la corona de laureles y rosas, ha de navegar sin tregua por el eterno
Mar de los Sargazos y de todas las rémoras de los infiernos. (Mascullando en sus faenas) ¡Es enfermizo!
MARINERO (No le oye. Mira a los horizontes.) Yo siembro sin descanso estas flores tiernas entre las mismas uñas del negro
pajarraco.
MARINERO Soy un Blanco Pirata en busca del tesoro del pensamiento y palabras como monedas.
MARINERO ¡Mil tesoros entre las olas! ¡A mis pies la mar entera!
GRUMETE ¡Obstinado como los más tercos sueños de todas las tabernas!
MARINERO Surgiremos por detrás de la brillante cúpula azul y amarilla que tienen todos los puertos.
GRUMETE Tu amigo, aquel que hizo un cementerio junto al mar, se quedó en él anclado. ¡Muerto! Y aquel otro que se bebía su
cantar, se quedó muerto en un río...
MARINERO ...porque siempre decía que los ríos a morir se van a la mar. Y aquel marinero que se hizo jardinero siempre soñó con la
mar... ¡Sí! La mar es la vida hermosa. ¡Sí! La mar es la lengua universal. Sí, la mar y una vela, blancura sobre el añil, que se hincha
como un pecho al que empuja el corazón. ¡Sí! La mar nos trae lo que perdimos en el endemoniado naufragio de la vida. ¡Sí! Se puede
domar la perdición, con oleaje e instinto.
MARINERO ¡La mar es el vivir! Yo tenía la mirada rota de un azul de sierra y un ocre de barbechos, y me vine a la mar, a romperme
las manos en los bancos de remar.
MARINERO Eso es lo que busco en la mar. (Caen sobre cubierta. Aúllan todos los metales de la Negra Flota.) ¡Timonel! Proa a la Isla
del Tesoro.
MARINERO Cómo zumba en mi oído aquel canto ebrio de ron y miel. ¡Cómo
aletea esta noche de temblores y ansiedad!
MARINERO (Al público.) ¡Ah del barco, capitanes! ¡Ah de la alegría de la mar! Yo os saludo noble gente. Y me arrodillo (Se arrodilla) y
os beso en la frente y en vuestras condecoraciones y en las bandas azules y gualdas, floridas de campanillas y de gules... (Se alza.
Busca por la bitácora.) ¡Grumete, trae todos los pendones! Y las guirnaldas y los reposteros y todos los adornos que encuentres para
rendir homenaje y pleitesía a esta alegre gente de la mar soberana. ¡Vivo, grumete, que la libertad es alegre y viva!
GRUMETE (Se entusiasma.) Yo creía que no existían. ¿Habré caído también en tan fantástica fiebre? ¡Son ellos! ¡No falta nadie!
MARINERO (Eufórico.) Yo me quito la cabeza loco de alegría. Estoy ebrio de contento. Esta es la mar que yo quiero. ¡Esta es mi nave
capitana! Y tú, capitán de la banda, hermano, toca por compasión mi melodía favorita. (La banda de música del buque insignia toca
alguna zarzuela.)¡Mira! (Al GRUMETE) ¡Aquel bajel! Es el más famoso poeta de la aventura marinera por todos los confines. ¡Salve,
capitán pirata! ¡Salve Sombra Blanca!
GRUMETE ¡Qué singladura! ¡Que bien navegan! Más que flota es una orquesta. ¡Salve, Velero Bergantín! (Deliran.)
MARINERO Un botín de besos te espera. ¡Truhán de las truhanerías del Caribe hasta el Mar de la China! (Ambos señalan las
maravillas que están viendo en el patio de butacas.) ¡Desde el Mar de Lisboa hasta Mindanao!
MARINERO ¡Cabal, desde Alborán hasta el Cabo de la Tormentas, desde el Mar de Málaga hasta Borinquén! Y una estela de
palomas parece que deja en el agua rastros del inmenso botín de belleza y crestas de manantiales.
GRUMETE ¡Y repartido por igual! (Crece el delirio.)
MARINERO ¡Triunfal a popa de tu bergantín, alegre hermano! África a un lado, al otro Europa y en centro mi estela de plata y azul. Y
un animal gris, de nobleza agazapada. ¡Un monte sagrado!
MARINERO ¡Mira! Sobre la enorme bandera blanca llevan bordadas las tibias cruzadas con laureles y rosas. ¡Luce dorada la llave de
los sueños!
GRUMETE Y el capitán parece el más orgulloso del mundo. Respira altanería y galanura. ¡Este es el sueño real!
GRUMETE Las medusas parecen mujeres enamoradas. Arden los flecos de sus mantillas y sus abanicos de carey.
MARINERO Los peces van dibujando pasos de sardana con sus aletas rojas, verdes, amarillas, azules.
GRUMETE Toda la regata se dirige al oriente. Se beben el viento. ¡El sol parece que baila! ¡Se detiene! ¡Es la Biblia!
MARINERO Van a pasar bajo el arco iris, que es la puerta de la felicidad y el color. ¡Se abren las puertas del templo de todos los
sueños!
GRUMETE ¡La profecía hecha realidad! ¡La luz pasa por la luz! ¡Todo es cielo!
MARINERO Peces, olas, banderines, clarinetes, bocinas y voceadores... ¡Saludad a los reyes de todos los mares! ¡El sol es un
cofrade!
GRUMETE ¡Capitán, nos hacen señas! Sin duda saben que tú eres el emperador de los siete mares. ¡Hermano! ¡Que se va el cortejo!
¿No les seguimos?
GRUMETE De entre todas ellas, las que tejen mil coronas de flores, la más bella
te incita y te reclama. Quiere amores contigo, marinero. ¡Vamos!
MARINERO Es la más hermosa, a sus pies lleva rendida la vil bandera conquistada. Tiene el rostro de una rosa y la boca de palabra.
(Se arrodilla.)
GRUMETE ¡Nos llama la flota triunfal, capitán! ¿Pongo proa al jolgorio? (Aún incrédulo, a pesar del delirio. Corre al timón.) ¿Quién es
aquel que nos llama, tiene bucles de oro bajo el casco reluciente de rojo penacho?
MARINERO (Se alza. Reconoce algún personaje valeroso y soñado.) Bajo la brillante armadura le asoma el armiño. Su ilustre acero
tiene el brillo del valor justiciero. ¡Vamos, marineros! No se puede disimular la nobleza. ¡Tú eres el héroe de las sagradas tragedias!
¡Gloria! Que el angélico coro entone un tedéum de oro. ¡Gloria a ti!
GRUMETE ¡Una poetisa convida a sus versos de cristal y aguamarina¡ (Salta y brinca. Delirio infantil.) ¡Al jocoso abordaje! Que es la
gran fiesta de los mares. Tiene su cabello la soltura de las algas y son pétalos los que pronuncian tan suave oda. ¡Me enamora!
MARINERO Sus versos son profundos y sus formas de encanto. (Retomando una lucidez inesperada. La jarana calla. Se oye el rumor
de las estelas.) No puedo, hermanos, llevo enfermos en mi bodega. Les he rescatado de un inmundo lazareto. Todos son
perseguidos. Les libero del cautiverio, otros buscan la fortuna en una Europa de usureros.
GRUMETE ¡Ea, capitán! (Con guasa.) Es como si ya hubiésemos comido. Tanto gozo es el que da ver a la Piratería Blanca
predicando fiesta en alta mar. Es que es como tener la mesa dispuesta y... (Se contiene.)
GRUMETE Quién dijo hambre. ¡Voto a tal! (Barre. Masculla.) Tanta calamitosa singladura tras un sueño y al verlo nos hacemos los
locos. Pero si es que ya ni me creo todo lo que he visto. ¡Qué hago yo en este sueño!
MARINERO ¡Ay! Si yo tuviera un toro para enseñarle a navegar. La mar me trae este sueño. (El GRUMETE rechaza el efecto lírico y
demencial.) Mi esperanza es la mar y me la estoy bebiendo como un ron de dulce caña de caribes y azoteas.
GRUMETE ¿Cómo una ginebra de toronja azucarada, de hamacas y abanicos? (Hay choteo en su cachaza.)
MARINERO (Entrando al trapo.) En esa copa que me he hecho de palmerales y parras. Borracho de mar estoy y de sus palabras.
¡Vigía! Avisa cuando avistes la Isla Negra que necesito un poema de amor.
Suenan gritos como insultos y, entre denuestos y mueras, se alza un paño de dolor: una canción desnuda de instrumentos viaja
impúdica hacia un sol nocturno. Lucen faroles y linternas. Ladran perros, restallan látigos y crujen ramajes por los oscuros senderos.
Ecos de lejanos coros y solistas apagados.
MARINERO ¡Calla! No has oído un gemir en la orilla de este río. Es como un triste ay de mí. Un sollozo de abandono y amargura que
quiere salir desde el pecho hasta los cuatro vientos de la rosa. Es un cautivo quien implora.
GRUMETE (Le imita burlón.) Escondamos entre castañas el aroma del alfajor. (Piensa algo, mira a tierra. La brisa trae metálicos
timbres.) No sabia yo que también te metieses por los ríos. Me asustas, capitán. (Ve alguna posibilidad de atracar al fin.) ¿Será que
empiezas a sentir la hormiguilla de la tierra en tus pies? Se te estará salando el cerebro. ¿Has bebido agua de mar?
MARINERO (Bufa.) ¡Grumete!... (Contemporiza con esfuerzo notable.) Hermano. ¿Piensas aún en una tierra de macetas y peceras?
GRUMETE Pues, hombre... Sí. Sería un alivio... (Se señala el estómago) Digo, para la poesía marinera.
MARINERO ¡Calla, grumete mal encarado! ¿Quién ha visto a un grumete chusquero dudar de las maniobras de su capitán? Pues, es
que ya ni me llamas almirante marinero. (Atendiendo a las orillas.) Calla, que estoy oyendo gemidos (Se señala la cabeza.) y este
barco nunca entendió bien los mapas de los ríos. (Otea y husmea como un sabueso.) Me guío por los sones y los ritmos de un dolor.
GRUMETE (Cansado, sin esperanza.) Siempre con la misma copla. Siempre navegando tras un entuerto o una pena... y luego. Es
que no te lo perdono. Y nuestras penas, que son muchas, por consolar. Ni solución a nuestros males, que son muchos, muchos.
MARINERO Mientras tenga agua bajo mi casco: a navegar tras ellos. ¿Es que no ves que voy a consolar un llanto? ¡Calla! Calla, que
es de urgencias este acento.
MARINERO ¡Acción y oído al plañido! ¡Allá vamos! ¡Tú, Gedeón! ¡Ayuda y cierra la boca que te va a entrar todo el río por ella! (Pone
oídos.) ¡Sí! ¡Es como un ay de mí! ¡Es un lamento que tiene ecos de bóveda eterna! (Arrebato.) ¡Oigo tus melancolías! ¡Yo sé de tu
infortunio!
Desde el puente sobre el río, caen unos cabos floridos, perfumados de laurel y ramos recién cortados. Gritan las cadenas del ancla
buscando un fondo encenagado. Otra sombra envuelta en un paño azul baja desde el puente hasta la cubierta. El MARINERO le
ayuda, es exquisito el tacto. Alas y aletazos. Una luz turquesa y turbia nimba el cielo. El horizonte es la proyección de una ciudad
sumida en sus desvelos. A ambos lados del letargo hay un tufo de perfume dulzón y humaredas de fritura. Aúllan las ambulancias y
las sirenas de las patrullas. Mucho tráfico de bocinas y frenazos buscando víctimas por los asfaltos.
GRUMETE ¡Ni un alma! Los coches circulan sin conductores. No hay peatones. Ni pájaros anidan en los naranjos. O están dormidos
o... ¿Se han muerto, capitán?
La sombra esta amparada en los brazos del MARINERO quien la ha acogido con vehemente ternura. Sus figuras se recortan en una
piedad chinesca y azulada
MARINERO No llores más, ángel de infortunio. Tú llevas el gran tesoro de los mares y los firmamentos. Te llevaré a una paz para ese
llanto.
GRUMETE Conmueve su presencia desvalida. (Aparte.) Se masca una tristeza infinita. Y me temo que lo estamos complicando.
MARINERO Ayúda tú, grumete. (Señalando a la ciudad.) Que no te vean desde las ramblas, ni desde los veladores redondos donde
en sueños cantan y juegan al juego del envite y de los órdagos. (Baja la sombra.)
GRUMETE Aquel barrio es monótono y cuadriculado. Están cocinando una fritada de muchos humos.
GRUMETE (Remeda.) ¡El gran capitán de la marejada descansa en su camarote de almirante! (Aparte.) Estará con Buster Keaton.
MARINERO (Con la mirada y el tono quiere callar al GRUMETE. Habla hacia el camarote.) Acomódate, ángel iluminado, mi espada es
de fuego santo. (Aparte y en voz baja.) Huele a tierra y a friturilla.
GRUMETE Estos aires son buenos, pero no hinchan velas y no quitan el hambre
GRUMETE A mi no me parece tan malo. (Aparte.) Será que a éste le atrae esta tierra y reniega el condenado... ¡No hay viento,
capitán!
GRUMETE ¿Encallamos?
MARINERO (Le cuesta confesarlo. Ahoga el grito.) ¡Que esta tierra me atrapa!
GRUMETE (Valora, se ilumina su esperanza.) ¿Y te pesa el gozo? ¿No te arrastra la gracia de la belleza arracimada? (Tentador.
Rumor y cornetas en lejanía.)
MARINERO Cómo luce este puerto de timbres y tambores, es una gala con flores y luces de abejas.
GRUMETE (Tunante.) ¿Es de noche o es de día? ¿No es aquella madrugada que alimentaba tu delirio?
MARINERO (No quiere oír.) Tras la barra está ya clareando, grumete. ¡Y no me seas bellaco! ¡Nos vamos! ¡Qué bien desemboca este
río! ¡A la mar, que es vivir!
GRUMETE (Continúa su empeño.) Aquel garrochista hermano, con su cigarro nos hace señales bajo el ala del sombrero.
MARINERO ¡Cómo ama a sus toros! Son antiguos y sagrados. ¡Salud, hermano!
GRUMETE Son hermosos y atléticos. Pues ¿no parece en el relumbre que tuviesen ojos verdes?
MARINERO ¡Y son verdes! ¡Albricias! ¡Mira el bufo perfumado de sahumerios en esos belfos consagrados!
GRUMETE ¡Mar abierta! Y encrespada. ¡Qué mareo!
La mar abre barrancos hacia profundas simas. Se navega por un cielo de truenos y relámpagos. Músicas, galopes, relinchos y
gaviotas de metal. Un solista ciego entona una aria, su voz brota pura, sin instrumentos:
De galeras remero,
¡Ay que condena!
un ángel va cautivo
y nadie lo libera.
¡Quién remara a su vera para su alivio!
Parad esos remos,
gente de galeras.
Descanse el buen ángel
de sus cadenas.
¡Quién remara a su vera para librarle!
Restallan látigos, trotan cascos. Vocea un “Sooo”, un “Arre, caballo.” Luz intensa.
GRUMETE (Redobla intenciones.) Las jacas pisan bien por los adoquines...
GRUMETE (Con intención.) ¡Tiene cúpula amarilla! (Cascabelean los collares de los caballos.) ¿Oyes?
GRUMETE Parece que nos miran todos. Y, marinero, te están llamando. Insisten y dicen los versos que más repites, aquellos que
diste por perdidos.
MARINERO Nunca se perdió una estrofa, si es buena y cantarina. Yo conozco a ese cochero...
GRUMETE Hay carreras y risas. (Husmea el triunfo final.) Capitán, qué está pasando. Yo sé quien es ese que canta. Y ¿La que baila
no es aquella que...?
MARINERO ¿Quién recita romances en la taberna? ¿Me están llamando o es la ilusión mía hecha a la sal y a los barcos y a este
ropaje blanco de marinero ermitaño?
GRUMETE (Se entusiasma.) ¡Te llaman! Cantan y airean mantones. ¡Son tus coplas!
MARINERO Quiero ser una nube, o la cresta de una ola o la copa de aquel pino.
GRUMETE (Incitante.) Cómo baila aquella niña. ¡Qué cimbreo y qué brazos! Te están llamando, hermano. ¡Acude en su favor!
MARINERO (No da crédito a la fiesta.) Si me desheredaron de las mesetas y de las montañas azules que corren de valle en valle.
¿Ahora?
MARINERO (De pronto cambia.) Son sirenas del espanto. Aquí es donde Ulíses enloqueció mientras Penélope tejía lejos una
esperanza.
GRUMETE (No hace caso.) Qué bien huele la copa que se está tomando aquel bajo la sombra de aquel drago. Tengo hambre,
hermano.
MARINERO Ayúdame, grumete. ¿Dónde estás? ¿No ves que tengo en la garganta un grito de tierra agarrado? Y tierra quiero gritar
desde la cofa.
GRUMETE (Desde un andarivel.) ¡Tierra! ¡Tierra a la vista! ¡Tierra! Y a la vista los campos de la grana encendidos. Veo macetas
floridas. Ojos tras los visillos de los balcones. ¡Capitán, doblan campanas! ¡Tripulación, alerta!
MARINERO Yo mismo soy ya un verso y no sé si es de plata la luna o quiero verla reírse desnuda.
MARINERO ¡Cómo recuerdo aquella luna! (Para sí.) Cómo bailaba un sueño de senos y muslos. Allí, en lo alto de aquel pinar bailaba.
(Recobra bríos.) Me he de volver a la mar. ¡A la mar!
GRUMETE (Se lamenta sólo.) He fracasado. Jamás podré regresarlo (Se aventura en una nueva andanada) ¿No te tienta la firmeza
de las calles, ni el vaivén de las palmeras? ¿Ni ese mujerío que te aclama en la caleta?
MARINERO ¿Crees que no me atormenta ese latido en sus blusas como velas? Esa risa sencilla perfumada de vino me está
taladrando el cerebro.
GRUMETE El murmullo de la calle es una marejada que lleva coplas y trae versos. Es un cuchicheo de enamorados.
GRUMETE ¿No te atraen las azoteas, ni las torres, ni las jarras de cerveza?
MARINERO (Grita.) No me atormentes más. (En un delirio.) ¿No ves que la luna se está desnudando en la ribera de enfrente y tiene
de plata los senos, y sus muslos y caderas tienen como la seda el tacto?
MARINERO ¡Y esa boca como una bahía llena de rosas y nácar! (Duda. Resuelve.) ¡A la mar! Y a llevar a esta mujer a un feliz parto.
GRUMETE Cómo la mira un lucero enamorado en mitad de la plaza... (Suspende el tono y mira al MARINERO en un asombro.) ¿En
susurro has dicho...?
MARINERO Parto. He dicho parto. ¿No has olido que está preñada como cuando huele a mar la cresta de la sierra? ¿No ves que no
sabe vivir y un ritmo nuevo está fraguando? ¡A la mar!
GRUMETE (No sale de su asombro. Se derrumba.) En las mejores películas esto es un contratiempo y gordo. ¿Qué hacemos,
marinero?
GRUMETE (Sale de su boquiabierto encanto.) ¡Adiós a mi copa de vino! (Mira a la orilla y el terror metálico barrunta nubarrones y
relámpagos. Ambos reaccionan ante las señales.) ¡No soporto este lastre de lamentos!
MARINERO Más que lamentos, yo oigo el lloro y el barrunto de un nuevo canto y un latir que se inicia, como un fuego que renace de
las ascuas que no han muerto. ¡A la mar!
GRUMETE No me creo que hayas olido el embarazo. Tú sabrías... Algo ya te habría dicho alguien. (Está desolado.)
GRUMETE (Desespera.) O ese chirrido amargo y oxidado que nos persigue por los mares. O aquel centauro garrochista...
MARINERO (Entusiasmado y audaz.) Calla, hermano. ¿No has visto su semblante como un sol adormilado? ¿No has visto sus
pechos hinchados como una noche cuajada de estrellas y de ramos? ¿No viste que el río se detenía, que el varadero se volvió
diáfano, que la luna tenía más sol en la cara? ¿No sabes cuándo la vida en una mujer ha anidado? ¡A la mar!
GRUMETE Qué será este ardor que sin vencer siempre arrastra.
MARINERO Oigo un canto de sirenas que me tientan. ¿Oyes tú grumete, hermano? (Acosa la sinfonía de las metálicas cuadernas.)
GRUMETE (Está dorando una idea en el patio de butacas.) La luna será hermosa en esta noche seductora de laureles y de parras.
MARINERO Será realmente hermosa como cuando yo la amaba entre membrillos y amapolas. ¡A la mar!
GRUMETE (Intencionado.) ¡Qué tentación de orilla! Huele amores, a danza y a vino entre las calles. ¡Azoteas y balcones encendidos!
¡Qué cúpula y qué torre! Hacen cunas de pino y conchas.
MARINERO Aquí la vida se enreda por la cabellera del sueño y los brazos de las estrellas ciñen la hechura universal y secreta. Pero,
mi mundo cambió sin mí. Ya no sé desnudarme. ¡A la mar, grumete!
GRUMETE (Hacia la bodega.) No llores más, mujer, que la mar nos hermana y nos hace peces a todos. A alguna tierra nos ha de
llevar.
MARINERO No llores, ángel de todas las estrellas. (Calcula) A alguna tierra... (Reacciona.) ¡Ah de la playa! He aquí a la mujer.
¡Tripulación alerta! ¡Al desembarque! ¡Paso a la vida!
GRUMETE (Recela en voz alta sin dejar de mirar a tierra.) ¿Qué hacemos? Estoy en vilo. ¡No lo creo! ¡A tierra! ¡A tierra!
MARINERO Sí, grumete. ¡A tierra! No ves que ya desembarcamos a la verdad que anida en su vientre. (Hacia la bodega.) Mira mis
mapas, mujer. Esos, los de más vivos colores. Vamos al más hermoso parque. Aquí vas a tener esa salvación. Que cuando nazca yo
le diré hermano.
GRUMETE (Jubiloso. Con soniquete.) O hermana, que puede que sea muchacha marinera o poeta verdadera.
MARINERO Hasta ahí no me llega el olfato, que lo tengo embotado de las breas y el aroma de los esteros. (Pensativo.) Y de esa
música entre humos y sonidos de sirenas. ¡Un hechizo me embauca!
GRUMETE (Se agita en convulso ajetreo.) ¡Tripulación alerta! ¡Ah de la playa, hermanos! Voy a por los mejores cabos. ¿Cuantas
anclas tenemos a bordo? A ver, a ver... No recuerdo la cantinela de los atraques... ¡Yo me hago perito agrónomo!
MARINERO Ve a por ella, grumete. Dile que a ver el mar la invito, a ver estos puertos racimados. ¡Vivo! Ya no tienes edad para ser
grumete, tendré que hacerte capitán; por lo menos teniente de la Marinería Navegante.
Va al timón. Sale la sombra embozada en manto azul purísimo. El MARINERO timonea, la acoge. Es un dúo de amor y silencio. La
silueta invoca a los cielos y a los vientos. Ternura elemental y desamparada. El horizonte se comba y arde.
MARINERO Miradla bien, mares y montes, porque está sola y encinta. ¡Luceros! Traedle vida y dicha, porque en tierra no saben de
almendras ni sacan dulzuras del fondo de lo amargo.
MARINERO ¡Calla! ¿No oyes ese canto de sirenas que deja sin aguas la
quilla de mi sueño? Mi princesa se ha muerto entre ruecas y sedas. Cantaba mientras tejía. Se ha destejido el mundo y la vida. No hay
rumbo para mis mapas. Soy el mismo de siempre; pero yo solo. ¡No he navegado!
El GRUMETE casi vuela en la arboladura. Da voces y agita banderas. Entusiasmo. Es un diálogo entre un párvulo y el maestro
indulgente.
MARINERO (Desde “La Amante”) Es la mejor tierra para parir tu promesa, hermana. El campo está lleno de olas. Sembrad conchas y
cintas. (Campanas.) Casi no la recordaba. Hermosa tierra. (Reacciona.) ¡A la mar!
MARINERO Sí, son campanas, grumete. Redoblan por todo el mar. ¡Rumbo al viento navegantes! ¡Soy capitán de la Blanca
Marinería! ¡A Navegar!
El barco vuela hacia la eclosión. A la canción del MARINERO se une un orfeón laico. Sombras le saludan desde tierra. Las campanas
ahogan al metálico estruendo; todo sonido se confunde en un murmullo amortiguado y confuso. Se entona la mar bravía con la risa del
capitán y sus estrofas. Se agiganta la llama votiva del fanal de popa. El bosquejo chinesco se diluye confundido con un rumor de
resaca y un
OSCURO LENTO
“Marinero” - Cancionero1 ----------------------------------------------
Yo soy marinero, yo soy capitán
Yo surco los mares de la libertad.
Un viento de estrellas me acerca a la fama.
No temo a los vientos ni a la tempestad
¡Rumbo a la gloria mi barco navega!
Me espera el Amor, la Gloria y la Paz.
Icemos las velas de amores y coplas
¡Que corra el licor!
¡Alcemos las copas!
¡Brindemos por ellas!
¡Por la Amistad y el Amor!
2 --------------- Variación sobre tema Popular
De los marineros que van a la mar
El de la gorra blanca es el capitán
Y el del bonete
de rayas azules y blancas,
es el grumete.
3 --------------- Variación sobre tema Popular
De galeras remero,
¡Ay que condena!
un ángel va cautivo
y nadie lo libera.
¡Quién remara a su vera para su alivio!
Parad esos remos,
gente de galeras.
Descanse el buen ángel
de sus cadenas.
¡Quién remara a su vera para librarle!
4 ----------------------------------------------
Dos cuartos virar y dos cuartos más
luego arriar, arriar, arriar, arriar.
de las jarcias tirar, tirar, y tirar.
Oscilar el farol, el farol oscilar.
Farolín, farolán, farolero.
Limones en rodajas cortar
Limonín, limonán, limonero.
Rociar de vino el fanal,
poner cara de ná de ná.
Reír y decir que te vas.
Y te vas, y te vas y te vas.
Jarjajín, jarjajín, jarjaján.
Jarajín, jarajan, jaranero.
Jaja, jaja, jaja, jaja.
5 ----------------------------------------------
Primero virar.
Virin, revirin revirando
Luego danzar.
Danzin, redanzin, redanzando.
Trotes trotar.
Trotin, retrotin, retrotando
Silbos silbar.
Silbarin, resilbarín, resilbando.
Virar, danzar, trotar, silbar
Simulin, resimulin, simulando
Pilotin, repilotin, repilotando.
Virar, danzar, trotar, silbar,
Simulín, resimulan, disimulando
Pilotin, pilotan, navegando.
6 ----------------------------------------------
Olas y nubes, nubes y vientos
por la mar yo navego,
por el cielo vuelo.
¡Ay! que te quiero
capitana de la marina y de mi puerto.
Soy errante marinero.
Soy capitán de fragata
y navego el mundo entero
en mi nave capitana
buscando la luz de un puerto.
Sólo el mar es mi consuelo
y en mi destierro de olas
yo pregunto al rey del viento
y me cantan las caracolas
la canción de un marinero.
Olas y nubes, nubes y vientos
por la mar navego, por los cielos vuelo.
Ay que te quiero
capitana de la marina y de mi puerto
7 ----------------------------------------------
Si quieres despistar en la mar
Calamar, trotamar, cantamar
Primero debes de gozo silbar
Calasilbar, trotalsilbar, cantasilbar
¡Al pairo y luego al timón!
Calatimón, trotatimón, cantatimón.
¡Apurar el ron, velas arriar!
Calarriar, trotarriar, cantarriar.
Luego, aprisa debes virar
Calavirar, trotavirar, cantavirar.
Virar, revirar, virar, requetevirar.
Rafael Alberti.
Yul Brinner. Miguel de Cervantes.
Kirt Douglas. W.S. van Dike.
José de Espronceda. Douglas Fairbanks. Errol Flynn.
Federico García Lorca. Homero. Rimski Korsakov. Burt Lancaster.
Antonio y Manuel Machado. Jorge Manrique.
Pablo Neruda. Maureen O´Hara. José M. Pemán. Anthony Queen
J. M. Serrat. R.L. Stevenson. Fernando Villalón. Ramón M. Valle Inclán.
Actores, Dobladores, Figurantes de todas las películas de piratas y
¡La Princesa de Ormuz!