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A LA DERIVA

SALVADOR BRETÓN
A LA DERIVA

No. Registro Derechos de Autor:


03-2017-061513222800-14
Primera edición, México, CDMX, Enero 2018.

Editorial Circo Literario ©

Autor: Salvador Bretón.


Autor de imagen de portada: Gin Karevik
Autor de fotografía de portada: Raúl Jiménez
Productor: Jesús de la Peña.
Diseño Editorial: Helena Hernando.
Colección: Itinerante.
A LA DERIVA
SALVADOR BRETÓN

epílogo por:

Sergio García
ÍNDICE
I CAFÉ EN LAS ISLAS / MARINERO BORRACHO
II EL MARINERO A SOLAS
1
2
III SER QUE LLEGÓ A TI
IV EL DESTINO DEL MONO
V DEBUT
VI METAODA KEVORKIANA
VII AMOR, EN EL ÚLTIMO TRAGO NOS VAMOS
VIII CLAVE TANÁTICO
IX DOS
X CLAVE METAÓDICO
XI TELÚRICO
XII AQUELLOS
1 CANTO
2
3 ORACIÓN
4
5
6
7
8 CANTO Y APOSTILLAS
9
10
XIII LÍNEAS PARA EL ADIVINO
XIV LÍNEAS PARA UNA MUJER AMADA (ARMADA)
XV ESCALERA POÉTICA
XVI HA DE ESTROPEÁRSETE EL PEINADO
1
2
3
XVII EMBRIAGUECES
XVIII EL LADO DEL SILENCIO
1
2
3
XIX DOMINGO DE PUTAS
XX TEXTÍCULOS
XXI SI
XXII VERSO TRAIDOR
XXIII LINEAMIENTO
XXIV ESCISIONES
XXV CURSOR
XXVI REPOSO DE TU NAUFRAGIO

EPÍLOGO
“La cama gira y está a punto de volcarse:
El viento la fustiga con ráfagas de espuma”.
Francisco Hernández
A la deriva

I
CAFÉ EN LAS ISLAS/MARINERO BORRACHO

Por islas de roca, verde recuadro, olas rojas,


estímulo nupcial, estímulo intrépido en torno a la serpiente acuosa,
crecida de verano en la amplitud universitaria.
Cielo de lastres, de luces,
deseos infieles, huecos,
–la taberna está a una mano
–a tiro de corcholata o agujero de bala.
Medio rostro en un reflejo quebrado
por briznas de herbajos que arrastró el viento.
Recarguen de tierra las asesinas huestes sus armas,
de polilla y alaridos marciales las voces de mando.
Entorno de bicicletas sobrecargadas de humanidad, como el mundo.
Callejones oscuros, finales de precipicio, círculos del Dante.
Entreacto de mártires apasionados
y flores en el silencio,
y agudeza de razones incautas
en días escurridizos,
ínsulas en medio de la niebla y el océano,
quien llegue aquí, llega a buen puerto.
Mujer, escribo y te espero.
Difuminados rastros de cometas caídos de mañana,
por pies de popular marabunta, entrecortando ritmos,
se vislumbran en diurna actividad y celo; me sumo.
Derruida evocación de gardenias a medianoche entre la nieve
azul y el sol.
Ruletas, casinos, sedas y primaverales entrecejos fruncidos, escenarios.
Materia oscura que se hace gris, tinta en retirada, tinta que se acaba.

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Salvador Bretón

Luces, flashes, incontinencia emocional bruta.


Sopor de la jornada del hombre que deja a su hembra portuaria para hacerse
a la mar.
Por dudas razonables,
tirantes, raudales
y nubosidades
atento a tu maullido
en mitad del llano desierto, luengo,
el arsenal de los delirios pasajeros,
entre árboles y tragamonedas,
pierdo el paso, con él el tiempo.
Cacería de tigres y arpías,
buceo fugaz de la mente imaginando una bomba violenta
en la hondonada más querida,
estremecimiento óseo.
Sujetos desconsolados en trance de pasar a vidas en negro
beben encadenados a bancos de arenas movedizas,
camino playero, atolones de cuerpos antes de alcanzar la orilla.
Mareas, enfilen sus capas acuosas,
divertimento en el éter, andrajos, ciclos, cadenas.
Polo pelado de naranjas dulces y limones partidos.
Llegas, nos vamos.
Miente la costra en tu pierna, a la orilla del muslo.
Expuesta como estás,
boca aciaga, nariz de pellizco,
elite sobresaliente, candor perdido bajo maquillajes,
retornas hermosa a tu serenidad opiácea…
tragedias y melodramas mundanos repetidos en el barco que arribe al partir
el mío.
Esferas aladas ruedan
en verbos inabarcables,
alcance de testimonios fatuos
en la perversa disociación del cariño y el fuego,
ave canora que perece atraída por un altavoz.
Quizás en el próximo barco
lleguen soldados babeantes de sexo que no se acuerden de ti la siguiente vez,
si la hay.

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A la deriva

Baste por esta ocasión, mujer.


Basten islas–roscas remojadas
en tazas de un café carnívoro de tan amargo.
Seguirás expoliada por el viento
si nadie compra tu retiro del mercado antes que yo.
Volveré a tus piernas, a tus abrazos, cargado de aromas dulces y mestizos,
de otras tierras y de otros estados de consciencia.
Zarpo.

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Salvador Bretón

II
EL MARINERO A SOLAS

Casa, mujer, caricia


palpitan audibles en mi solo silencio
y acogen una parábola en su adviento.
Adentro el mar repleto, afuera el bar en calma.

Entre tiempos
surge enferma
la herida hecha a nervio,
hecha a mano, pelo en pecho,
a palo dado.

Entonces, di, responde, ¿quién?


No entiendo.

Entreviste el fuselaje de tu armatoste ideológico


como un fardo frente al que optaste por el simple desconocimiento.

Recuerde, amig@, que usted fue guerrilla


y, a juzgar por lo que veo
–¿enjuiciamiento ético, teórico, psicológico, moral, debiera decir?–,
sos peligro en otro sentido,
y, sé, peligro…
¿no sería eso acaso otro tanto y más de lo mismo?

Roíste el hueso hasta el tuétano.


Entretuviste a la bestia en tu mazmorra
donde la tornaste papel y torturaste hasta la primera tinta,
o la última sangría.

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A la deriva

La respuesta denodada
surge en carga de fusiles,
se advierte
se anuncia
se proclama,
me convence.

En la luna seguirá lloviendo polvo de locos furtivos


y su memoria oceánica desbocada,
cálices, hogueras, amargura y lo siempre vivo.

Sol obturado…
margarita dibujada en la cortina blanca…
bucle que se desprende en una tira de tu cabello.
Mordaza-lengua que reseca los labios,
sirena a degüello…
cacería de hombres bruto-brutales…
hasta extinguirse sus ansias.

Vuelcas el florero de la mesa


y por tu desmadre navegan
moscas muertas, moscas ebrias.

No hay sitio ni plaza a salvo,

hastío sólo, polvo,


migración, donde habrán de cobijarse el desvelo y su desafío.

Críptica, lacerante,
observas la mancha desorientada
–desorientadas ambas, tú y la mancha–,
te manchas, mujer, te manchas y no te marchas.

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Salvador Bretón

Anhelo de guerra, de subversión,


acción inveterada, maniobra,
tú en un lado de la balanza,
cacho de ternura,
qué, ¿si no la poesía?

Nada es ya derivación sensata,


nada, más que andar a gatas.

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A la deriva

III
SER QUE LLEGÓ A TI COMO RATA ALADA

Deseo saberte, te dije.


Y abriste tu cuerpo libro a ojos de un lector voraz,
páginas de piel no mordidas por bestia, ojo o sol.

Sorber tu savia quería,


sacié mi sed, ¡sólo volteaste a ver el cielo!
Un día tomaste el bolso, saliste huyendo.
Atravesaste calles, ciudades, tiempos,
pero volviste a la noche, ebria de cemento.

Sólo te pedí tres cosas:


sangre
libación
poca amargura.

Cerraste los ojos

Te extraño, es mi culpa,
lo sé y lo siento.

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Salvador Bretón

IV
EL DESTINO DEL MONO

Nervioso está el mono en su jaula,


se sabe en la desventurada situación
de verse hundido a veces en infinitas tristezas
y en otras contento por la seguridad de la comida
aunque lo abriguen paredes,
abstinencia y artificial cielo.

Prendida a los barrotes,


la bestia gesticula, chilla, se expresa,
admira la disciplina del Hombre
que consulta su devenir mirándolo a los ojos,
sonriéndole, se parece a él, mas no lo es.

El mono se siente a gusto siendo oráculo,


sabe que saben lo que calla, no dice, pero grita,
que está allí para recordarles la inminencia de su futuro.

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A la deriva

V
DEBUT

Hurté una linda calceta


enredada a un tobillo
toda ella a una pierna
toda ésta a un torbellino.

Dispuso la noche entera


retirada en mi castillo
yo atento, ella dispuesta
al despertar del capricho.

A la siguiente mañana
la nena hizo camino
la vi desde la ventana
le grité ¡vení!, y vino.

Sigue aquí, no sé, destino.


Sigue aquí, será y ha sido.

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Salvador Bretón

VI
METAODA KEVORKIANA

¡Oops, anímate!
Trae una silla,
sube, dispón tu cuello en la soga.

Canta,
atragántate de vida,
clama por el suspenso mortuorio
de la lengua herida
por molares acerados, no surrectos.

¡Hey!
No me digas que ahora lo ignoras;
no te atrevas a maldecir,
no invoques a ése tu dios embustero,
al cabo, ¿qué obtendrías?

Si has sido un bicho


de existencia rastrera,
de límites constreñidos
a la sintaxis de una copia
triste y anticipadamente epíloga,
¿qué pretendes ahora?

Si en el trote marsupial de tu existencia


caíste de la bolsa universo,
no me preguntes por tus pies descalzos.

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A la deriva

Te daré un consejo anagnórico en 4 pasos:

1: sube a una silla,


mueble perfecto,
plataforma para el descenso
y el descanso,
ayúdate del respaldo,
de mis hombros si te hace falta.


2: dispón tu cuello,
cera perfecta, fina, adorable,
otrora moldeada por mis manos
que en un ruidoso trueno
será envestida por un goce fugaz.
3: en la soga,
siempre pendiente de varios cielos,
árbol, viga, estrella, parapeto;
anudada, lista y en celo,
poco rasposa, casi tibia.
4: salta

Es sólo un paso hacia la vida futura,


vida eterna.

¡Oops!

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Salvador Bretón

VII
AMOR, EN EL ÚLTIMO TRAGO NOS VAMOS

Sólo es nuestro el cielo


Solos, quietud movimiento de estrellas
Cielo inmóvil, deslavado de nubes y luces
Allende los gases que constriñen la mirada a un azul-negro imaginario
Lejos de la chatarra comunicante o guerrera en circunvolución absurda
Encarna una soledad magnífica, ausencia todopoderosa de pensamiento y
vida

Mientras el oxígeno fluya hacia nuestros cuerpos


Antes de agotarlo de pulmones y cerebros
Imposibilitada la piel de reconocerse bajo ropajes
Dejo a mi corazón cronómetro diez últimos segundos de amoroso latido
[en tu sin igual desmemoria

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A la deriva

VIII
CLAVE TANÁTICO PARA UN DIA 2 DE NOVIEMBRE

¿Por qué no pensar en la muerte


si está a la vuelta
de cerrar los párpados?

Ésta es una tarde


en la que espero y
no sé si vendrá.

Sí, ya se ha dicho,
nacer es comenzar a morir.
Recorrido lastrado de remiendos,
gente, angustia y unos pocos días de sol;
menesteres, ires y retardos.

¡Basta de digresiones!
Esta muerte es lenta cuan lenta y despaciosamente nada más puede ésta ser,
o súbita ¡now!

Aguardo la muerte
escribiendo convencido
de ver mi mano detenerse
por el deseo de un dios muy mío.

Contabilizaré la espera
en días, meses y años
como me enseñó la tradición
[judeocristiana,
y hoy uno de sus representativos fantasmas
me susurró al oído:
“cuídate de las sombras de la luz,
porque hoy les toca”.

La muerte incorregible, como la vida, aguarda.


Instante unímodo del fruto que cae a la tierra.
Dimensión del “uno”, “yo” y “el mismo”.

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Salvador Bretón

Luego, escribo, acecho.


Anochezco en frio, sopla viento en cielo nublado
y no se advierte lluvia, respiro polvo y pulverizada fibra de vidrio
escapando de un chacuaco en una fábrica cercana, pero respiro.
Heces fecales, ceniza de ardidos en la tolvanera
que de la mano del aislamiento urbano asola a supuestos e imaginarios.

A cercana distancia me sumerjo en el paisaje despiadado de un cerro


pedregoso y seco
Laderas, de irregularidad habitada en propensión a rodar bajo la siguiente
gran lluvia
Una profusión de antenas corona su forma de reservorio de tortillas y masa
Faro útil para ángeles y aviones
Almohada de espinas para el reposo de un Gulliver caído en desgracia

Un ave trina en el larguero de una baranda metálica


por un lapso de segundos. Al silencio corresponde,
en otro plano, la respuesta. Vuela y sale de mi campo de visión
y en mí no ha revoloteado esa’lma.

Deseo cambiar el bolígrafo por un cigarrillo,


aunque tal cosa equivalga a faltar a mi palabra poética.

Advierto un regusto amargo entre dientes y encías


ritmo de líneas como ladrillos en prosa de vaga irónica
acumulándose y dando forma a cuatro paredes alzadas
desde el interior de un sentimiento y un sinsentido.

En ocasiones creí inyectarme la dosis diaria de tintas, humos y letras


prescrita por la doctora Ansiedad y su hermano letargo,
antibajoneros multicolores…

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A la deriva

-I don’t give a fuck for my job–,


fragmento de un tema en una radio
superpuesto a la estabilidad del silencio imperante
–en el que aún escucho el ladrido de un perro-
como quien salta de un verso al siguiente
como quien atraviesa un río Amazonas
de
piedra
en
piedra.

No, quizás nada de lo anterior sea cierto


La forma del “creer uno” o del “uno cree”
es alzar la pared desde adentro.

En el ambiente apreciaré aromas usuales si sólo lo pienso


y me dejaré absorber por cuanto de esto prefiero.
Orines de gato, flores, humo diverso más que ordinario,
paso primo en esta habitación de un recién llegado.

Muerte, acércame tu rostro sin facciones


la volatilidad de tu perfume letal has entrar a mi cuerpo,
di que tu siguiente dentellada de satisfacción será en mi carne.
Suena el teléfono.

Bacalar, Q. Roo, 1997

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Salvador Bretón

IX
DOS

Por Alaciel, capital, desde el tiempo de su fundación a este hoy


y hoy es un ciclo de novela, dos-tres cuentos y un poemario en proceso
avanzo a encuentros próximos, igual de inciertos y desencontrados.

Años, tiempo actualizante,


presencia que sobrevuela diálogos, presencia fausta,
nunca fatua,
por severos escribas que han dado a la luz
grandes tratados y estudios de caso.

Alaciel es canción e instrumento


clavo herrumbroso que atraviesa los pies del por ausencia no-crucificado.

Acepciones obsesas.
Alaciel... alas celestes, cielo alado.
He de alzar a Alá en su nombre una alegoría.
Y si él al ruego accediera con sólo verme amarla se solazaría.

Al menos, ¿no lo dudas?

Lo maquinaste ignorándolo todo


Tejiste una red de poco aparente bagaje
De catorce a quince increíbles pisadas
en la faz de este hermoso planeta inmundo

Ganga literaria
Onírica, descabellada
Sesiones de conocimiento mutuo y caos neurotemporal.

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A la deriva

Rondarás por París en otoño


Y la vieja familia te acompañará a descender la nieve en Berlín
–nieve derretida por la calidez de tus pies descalzos, tu transparencia–
fuego natural, extrínsecamente hablando.

Mientras tanto
susurro siete letras de rolas tropicales y un rockanrolero bolero
a la orilla de una laguna de los mismos hermosos colores.

Te sentías tan mal antes de la partida, que dijiste:


“Me voy a dejar secuestrar por un alemán
dañado y enfermo
para que haga de mí lo que quiera”

Que te filme, que te venda,


sabré encontrarte en redes,
reconocerte quizás bajo la forma de una niña mala
y, entonces, me alzaré con la memoria de tu sonrisa mal medicada.

Aquí,
la vivacidad mortal y colorida de escorpiones
la rudeza defensiva de tarántulas gandallas
la sandía donde se acomoda a refrescarse la serpiente
en el azul de los cenotes sagrados donde solían ofrendarse princesas
en la tormenta eléctrica, en los remansos del sol, en las aguas tibias y claras,
sigo pensando en ti.

Pero te han hurtado a Europa


en castigo por salir de tu cuerpo.

Quisiera traerte aquí


Caribe cercano, Atlántico próximo,
verte surgir de amaneceres rojos, azules

vino, licores, tabaco y algo de mota,


paseos interminables, manglares, leyendas y aires ancestrales
¡Cientos de aves a tiro
–me violento–
disparo!
El rollo de la cámara por ahora está agotado.

Bacalar, Q. Roo, 1997

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Salvador Bretón

X
CLAVE METAÓDICO

Acción en tres pasos:

-no hacer caso a la torpeza de las alas bajo capas de océano


-no retroceder volando siempre de frente
-no dejar a los ojos el fardo lacerante de alumbrar la noche

Tres pasos en sentido negativo,


Creo haberte enunciado en uno de ellos y
creo haber nombrado mi miedo y fascinación por las aguas,
amén de una idea hermafrodita de la que no estoy convencido.

Acción directa, arrojada, no recreativa.

¿A cuál de los puntos cardinales


fuiste siempre una rosa de los vientos?
¿Execrarte o incluirte?
Moverse implica alejarse de vaguedades,
abstenerse de pelear contra el déficit de concentración.
Movimiento... ¿hacia dónde lleva?
¡Mierda, hija’e la gran puta,
qué me ha lleva’o hasta el abierto mar y olvidé el nado!

Millones de años se acumularán en la Historia


antes de ver mis alas vueltas apéndices natatorios útiles
Y, ¿qué he de hacer mientras tanto?

1. Encontrar una sirena


que adapte mi especie a las aguas,
es mentira que las escamas cubran bajo el ombligo,
nacen una pulgada donde las ingles;
difícil, pero posible.

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A la deriva

2 .Lidiar con la presión barométrica,


acostumbrar mis ojos a la profundidad oscura,
adaptar vísceras y recubrimientos a nuevas elucubraciones,
sal e hidrógeno

3 .Olvidar aquel que dejaré de ser


carente de manos y hálito
alas y bártulos
dada la creciente de océanos y ocasos

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Salvador Bretón

XI
TELÚRICO

Corazón desbocado en latidos de catástrofe,


automática y persistente evocación de lo pasado.

Libros y cuadros lloran su inmovilidad estéril


ante la perspectiva de perecer en una biblioteca de Alejandría.

Se me hace un nudo ciego en la garganta


la bombilla parpadea, la radio calla,
apetecen el sueño de los justos e inocentes.

Ajetreo de mobiliario que huye hacia el vacío y la nada,


preces, gritos, arrepentimiento.
Cierro los ojos, no puedo moverme.
Dios... cae la celosía sobre de mí, ahí te voy.

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A la deriva

XII
AQUELLOS

1: CANTO

Míralos crecer bajo la tierra,


fértil paso el de las manos
desocupadas e inútiles.

Guitarra serena y honrada,


que tu memoria no los olvide.

Míralos crecer en su intención,


paredes esculpidas a golpe de marro,
destroce de cráneo a un cerdo muerto.

Guitarra serena y honrada,


que tu memoria no los olvide.

Míralos convertirse en ola explosiva,


refugiarse en nidos umbrosos
alma expansiva que vuela a ras de concreto.

Guitarra serena y honrada,


que tu memoria no los olvide.

Mira las redes que los contienen,


concéntrate en el recuadro a la izquierda
del occidente que te sea más cercano
y sonríeles al menos, te observan.

Guitarra serena y honrada,


que tu memoria no los olvide.

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Salvador Bretón

Mira las alas, los como-pies velludos y tiesos,


el estiramiento de las como-piernas
por rodillas, muslos y antebrazos
que en su dispersión no parece venirles en gana hacer cuerpo.
Llanto, no brotes de las axilas.

Guitarra serena y honrada,


que tu memoria no los olvide.

Míralos colarse bajo tu entrepierna


para luego descalzarte y poner
tus espaldas en firme tierra;
ya se mueven, trajinan dentro y fuera.

Guitarra serena y honrada,


que tu memoria no los olvide.

Que los pendientes dorados


aparezcan en una mano padecida.
Que la oreja planchada de anhelo oscular
se brinde a la compañía de un viejo tropo.

Lo perdí en el último lance,


en el picapedrero de hoy,
en quien mese una cabellera,
sino implacable del subsuelo
en el revuelco de su banda estridente.

A los huertos yermos no los olvidaron,


nunca pensaron traerlos consigo en la balsa proverbial;
cadena y calabozo los embriagan
en la victoria de la desmedida y condenada pericia.

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A la deriva

Hay frío en sus pies petisos


pasos cortos e inocentes los han contrahecho
calzados en mocasines bicolores gris marrón
vadeando sobre un pútrido y lastimero pantanal;
liana en mano

un homie pasea la risa


de un devorador de frutos astuto y guarro.

Están cerca de nuevo, los presiento.

Una tanda de escobas desfila ante mis ojos


ateridos bajo la molicie de arpas somníferas
manifiestas en formas dispuestas a partir
entre libros lebreles y libros liebres.

3: ORACIÓN

¡Ser marcial, magno paradigma de las tabernas,


sirve en regias copas, dignas de su investidura,
a tan sedientos moradores del grande abismo,
andantes del viento, por redimir en un después fugaz!

¡Ser marcial, concédeles la gracia de una galleta de la suerte,


en esta hora contrariada,
en esta hora trágica y vaga,
transgresora como la perorata fulgente de un dictador ciego!

¡Ser marcial, engalanado tú de piel y seda,


no les hagas vibrar de frío arrepentimiento,
así, sin brisa, sin nube, sin nieve, sin nombre,
maldícelos entonces, por el ser que no has sido!

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Salvador Bretón

¡Ser marcial, rector de las mil y un facultades,


glorias, penas, brutas emociones y enfermedades,

guíalos de vuelta a la subtierra, a su buhardilla,


para que no canten, para que no sonrían!

Hacen ruido
y son murmullo sordo
númenes atrincherados
en un observatorio.

Son el ladrido
de un can corajudo
plata extraída del infierno a las colinas.

Alas extendidas
treno de voces estereofónicas.

Lo que logra acercarlos a la meta


es sólo una nota apentagrámica.

Responden a signos
bestias emplumadas,
un claxon y un río

Hace poco rato que el ritmo


lo sigue una rata de alcantarilla industrial.
La mugre acarrea roedores
y las latas, los gatos de Cortázar,
la música de Satie,
la Meca del cine,
el tris-tras de una arpa cacheteada,
un swing de Nirvana.

32
A la deriva

Todos estos y hasta otros


salen a su caza...
a ver quién los para.

Claro que lo saben

y mientras aguardan,
mientras se despiertan
juntan corcholatas,
ven la dulce tele
y no se dispersan,
creo que se entretienen.

El afilador de armas
sopla su silbato,
llama a la clientela
que espera al ingrato,
le traen abrazadas
cuchillas y garras,
sueños y palabras
tal vez un mal rato.

Ruido de la calle
cajas refresqueras
un pito,
una puta que grita.

Malhaya la hora
del diurno distante
vagaban sedientos
de ira, de miedo,
de paz inquietante.

33
Salvador Bretón

El primer instante
causaron revuelo
aplaudió la gente

mas en el siguiente
todo fue arrasado
y con su simiente
la tierra preñaron

Un sobreviviente
emprendió la caza
armado de tiempo
valor y mostaza

siempre los persigue


siempre va a distancia
le hacen cosquillas
el frío, el tiempo
y el mal aliento.

Ya nos reencontraremos.

Atiborrados de soledad y carne


si están satisfechos, en trance de sueños,
podrás atraparlos mientras la luz en torno
se disuelve en brillos oculares y dilatada pupila.

Precisión, valor irrevocable.


Séles la guía, balanza, justicia asesina,
pero, ¡ten cuidado!
Secretan vértigo, historia y anfibologías.

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A la deriva

Los desolla el amor trágico,


la lectura implacable de un bardo sulfatado.
Los atranca a esta tierra la poesía,
cántales, desvía su cauce
hacia las más castas prisiones en trópicos de Capricornio y Cáncer.

Trina el ave del dulce cadalso,


pena innoble, diques, vino, vaho.
Sombra de un dios caedizo oculto en un piano.
Hacedles pagar el tributo de los desolados,
su sueño es breve, debes trastocarlo.

Es en este suelo sembrado de trapecios,


matracas y locos sueltos
que a voz inflexionada les inquieren
por el destino de lo animal humano
cuando sólo es cierto el redondo cielo incandescente.

Es en este suelo de hogueras y diábolos,


parches, sol, higueras, hombres mutilados,
donde niños enterradores van a la vanguardia
la mira puesta en una roja manzana
ante el deseo díscolo y caldoso de la comida.

Es en este suelo granulado y verde mate,


de auroras boreales transcósmicas y cicuta,
larvas terribles crecen en macetas;
hay en ellos quien vigila, quien se encarga,
no te dejará herirlos, ni crucificarlos.

Es en este suelo, macizo de oquedades,


de patriarcas, sandeces y violentas asonadas,
es aquí que florecen en penas y ánimas
van del mar a la alta montaña
allí se congregan, allí se agigantan.

35
Salvador Bretón

Es en este suelo, como de tepetate,


a los pies de un precipicio salado,
en donde a golpe de ensueños
imprimen la rúbrica de su estirpe,
grafía de una era, un delirio y un muy otro tiempo.

8: CANTO Y APOSTILLAS

Viento impulsor, gravedad terrena,


llevadles la buena nueva del azar.

gritad eólicamente, gritad,


que por el reclamo atropellado de mil voces
desfallecientes, lo sepan, se enteren;
que atiendan la prisa vertiginosa de las aves,
la tardía resolución de la miel,
inmolación masiva de moscas
que infieren el impar flujo de las aguas.
Celo desarmador, sobreaviso, presencia.

Viento impulsor, gravedad terrena,


llevadles la buena nueva del azar.

creced en tréboles florecidos, seréis la fortuna,


la máquina y la melancolía, inasibles;
apuesta a que los bastos serán aliados de lo miserable,
a los oros sonrientes les penderá una argolla metálica,
-y ambos devendrán aliados-

Copas recortadas a las sombra de ciclos lunares


brotarán en puntiaguda uña filosa, en la pata de un conejo
muerto durante la persecución de su rápida apreciada presa,
sabor reina de espadas.

36
A la deriva

Viento impulsor, gravedad terrena,


llevadles la buena nueva del azar,

bajo el neumático inocente de un autobús en caravana


como una moneda cualquiera se adhiere a lo llantoso,
noble reina de diamantes, persistente, obsesiva,
sólo cederás ante el fenómeno del habla restringida,
es tiempo de crecer, el augurio lo propicia,
el joker está ausente, arranca el trébol de las cuatro hojas,
usa las espadas, no las detendrán corazones ni bastos.

Versión de un testigo:

La suerte en un volado bárbaro los hostiga a base de elementos y


nomenclaturas que comprometen su parecer desquiciado, solícito.
Su presencia liquidosa, a la venta en senderos oblicuos,
revuelca el vacío, los despojos y los trozos de un hombre
afortunado por acoger la muerte en forma de rayo contundente.

En la venta son prenda, pago, y uso.


Se desprenden en el ajetreo de mudanza a mediodía,
tránsito ligero, saltos y antros, fru fru de viejas faldas,
roce de piernas, mallones y trusas.

¡Fuuuum!
¡Por ahora se han ido!,
bregarán esgrimiendo el hálito de la causa que los inspira,
los invadirá la mirada obsequiosa del placer,
la letanía hermosa de un cínico ha de abrogar el fallo de su reclusión;
el cántaro quebrado y vasija de vida para el último hombre,
los obsequiará con las gotas tibias y volcánicas del gran templo,
paso decretado por el giro inescrupuloso de una turbia moneda.

¡Fuuuum!

37
Salvador Bretón

Tiempo ha que bebían polen,


hidrógeno líquido y cerveza en tarro,
defecaban crepitante magma arrastraciudades,
hubo aquel que dio forma a cierta bastardía de sueños malogrados.

Se divierten en danzas sensuales,


asidos a la luz maravillosa que atraviesa párpados cerrados y corpiños,
avenidos a mil una ninfetxs domesticadas
para disfrute del amo de los vientos y el vino;
miedo milenariamente absurdo acaecido, saetas y calendarios.

Recorren los precipicios de los sentidos absolutos, edulcorados,


desvaneciéndose sin más en la humedad de una toalla de manos
diluyéndose en franja de vino apretujado, entre corcho y botella.

Hubo una vez que salieron a conocer estrellas


pasearon su linaje de las Pleyades a Casiopea
navegaron a pelo en vértigos translunares, cápsulas de vacío
sobre azules rojiverdes y amariblancos cola de trajesillos
extasiados de agujeros negros y soles pequeñitos.

Rieron a mansalva, ostentaban su dentadura imperfecta


esculpida por la mano sabia de un cojo aprendiz de poeta.
Surcaron planicies deshabitadas, yermas, densas, desiertas,
huidizas, pedregosas.

¿Acaso alguno, desprendiéndose del resto,


buscó amparo en la punta de tu cerro nariz?

38
A la deriva

10

Llueve mierda y quieren guarecerse en tu cuerpo


ser a través tuyo, ser entre tus senos,
moverse en tu movimiento, en tu diario transporte ser paso
al calar la ligereza obtusa de un copo de nieve
derretido en el calor de tu blanca y cadenciosa sombra.

Llueve y han entrado sorprendiéndote ¡zas!,


viajarán contigo sin darse a notar,
insecto ignorado, palomillita atorrante,
ave de rapiña metros y metros sobre las cabezas.
Comezón y ardor dejarán sus huellas
dolor y alegría la mirada con que nos observan.

La lluvia cesa y aún serpentean por tus brazos


lazos tensos en una percepción fuera de foco,
clarines ojos en un movimiento raudo y ¡cuáz!
resbalan precipitados a tierra
impulsados por la transpiración,
falsa constancia, camino del retraso
apenas sin viento, apenas sin dios, sin halos,
como quien no quiere la cosa...
Y no tendrás certeza de su absoluto abandono.

39
Salvador Bretón

XIII
LÍNEAS PARA EL ADIVINO

El adivino partió a recorrer viejas eras,


precisado estaba de apersonarse entre cuerdas
y 2-3 locas pesadillas, mañana erizo de ciudad,
fui al bullicio de donde partió el adviento.

Lo han escuchado en mercados y plazas públicas,


visto en el sexo gozoso de abarroteras desatendidas.

Sus fosas nasales fueron cavernas de estalactitas secas,


por una tal Juana María es que casi se va a la perdedera.

Vagó los suburbios de la inclemencia alcohólica


hasta encallar en las excentricidades de un luminoso molino.

La victoria aguardaba en el cuerpo de una mujer


y paró ante la que así se ofrecía:

“Entra, entreténte entre tanto, tunante.


Tú que te vislumbras traerlas todas consigo”

Antigua dueña del molino de las ostentaciones,


¿no me recuerdas? El adivino soy.

Tiempo ha que he venido a depararte esta mala ventura,


dueña inmensa del rocío, de los pies descalzos y el aguardiente.

Suerte por trocarse en novenas a una cual otrora ninfa desperdiciada,


hoy veo en ti la que fuiste siendo niña como eras en ese tiempo de entonces.

Pondré alegría en tu camino e iré a lastrar otras ruinas.


Llenaré de visiones oscuras la flora y la alborada,
las costras, los dientes y las frías mañanas de diciembre.

40
A la deriva

XIV
LÍNEAS PARA UNA MUJER AMADA
(ARMADA)

Y, sin embargo,
me resisto a creer en la bondad absoluta de tu cuerpo.
Duda insidiosa, arrastre de corriente mar adentro,
duda que escuece, lacera y ataranta,
que atenta contra la palidez acerada de tu piel.
Será que a veces desconfío de las palabras credo, amor y trampa.

Me resisto a creer en la sabia intensidad de tu respuesta,


La prefiero ensoñada, sobreexpuesta,
donde el motivo del golpe es más certero
y la caricia animal, suprema,
la herida sangra y de la piel no brotan flores.

Las asperezas de mis manos en ti pierden su capacidad de rasguño.


Aprendimos de brazas encendidas en entre piernas.
Humo-fricción de nuestros cuerpos.
Decodifico, deconstruyo y expando la escena a sus límites, a sus vórtices,
hasta avatares de tristeza y derrumbe acatarrado de ideas en blanco, desajuste.

Desechar cuanto he supuesto y vuelto a ver, brazos,


tendría que reconocerles ateridos;
no observarles,
por no tomarte de la mano y deslizarme a ti dedo a dedo.

Y eso no deseo,
sería volver a comenzar donde la obras completa alcanzó la palabra bermeja,
postrera.
Donde los amores imaginarios tropezaron con la lobotomía
que te hizo dejar la pensadora que –hace tiempo sabía– ya no eras.

41
Salvador Bretón

XV
ESCALERA POÉTICA

Embriaguez debajo de la escalera.


Luz sobre los amantes voraces y fecundos,
sombra de vano estrecho, cobija apenas,
conciencia de siluetas y risas sosegadas.

No me ignoran, no me perciben,
mirilla ojo de pescado en la puerta de casa,
donde observo atrincherado.

El paso de un vecino que asciende


repliega sus cuerpos uno al otro
hasta hacerse sombra, fundirse en uno.

La bruma de los amantes feroces los envuelve.

Protegidos por las iluminaciones de un bienamado poeta,


ensimismados, resueltos, musitan la candidez del día hacia su propia noche.

Aguardaré libreta en mano, esbozando viñetas,


desenredando la insensta transposición de ideas y retazos.

Pasos entaconados descienden la escalera,


yo los percibo lejanos. Vuelven a replegarse.
Quizás ella sepa y la busque su padre, quizás el paso reconoce.

Lo veo, él se asoma, lo sé, los descubre.


–lo he visto otras veces y el tipo es un guarro–
A ella la maldice y a él menos no lo insulta.

Les habla de dioses, morales, leyes y castigos,


les menciona el sexo, al diablo y la llama promiscua.
“¡Ya lo aprenderás!” –grita enfurruñado, babea de malicia.

42
A la deriva

Pero el tipo la jala del brazo, al chico ni lo mira,


sólo lo hace a un lado mientras a ella empuja y lleva escaleras arriba.

El chico se marcha, corre a la avenida,


le apena la suerte de su dulce amiga.

Abro la puerta, van un piso arriba,


me apresuro y ya los tengo a primera vista.

La nalguea, la pellizca, ella llora, casi grita.


Se detienen, me detengo, para no hacerme testigo.

Cierra de un portazo, viven en el cuarto piso,


la amenaza, escucho ruido, luego música; el resto, lo imagino.

43
Salvador Bretón

XVI
HA DE ESTROPEÁRSETE EL PEINADO

Y, si no me hubieras conocido,
¿seguirías cabalgando sobre el filo de una hoja de afeitar,
me exigirías no tirarte al suelo del cogote
ni desgarrar alpargatas en las espinas dorsales bajo tu cabeza?

Pero aquí estoy, sorbiendo cenizas en el fondo de una taza de café,


deshaciendo entuertos, derivando tiempo y circunstancias.
“Zarandajas”. Te agradó la palabra,
te agrada que así llame a lo que dices en mitad del castigo.

No hay contratos, como no hay aciagos celajes ni acicates.


De tu boca demolida a besos, en la que sangra un viento salivado,
surgen el “sigue”, el “más” y el “no pares”
en tránsito sobre la calzada tlalpaneca de hoteles interminables en sucesión.

A quién nombraré, mujer,


quién hembra, a cuál de las tú que me llaman,
a la plástica espiral de una libreta retorciéndose entre mis brazos,
a la que emite gemidos tornasolados, que mira caleidoscópica, animalmente.

Totopos de harina de maíz entre las sábanas:

salto de troncos que se deslizan por el torrente de un magno río


mas reculo ante el sopor de tus falsos estertores
tu ser se desliza bajo la corteza de la piel

44
A la deriva

la salsa picante, el ajo, en tu vientre vino rosado


buenlogro de abrazos embebidos de amanecer y rauda huída.

Crema humectante en el bolso:

en tu rostro el tarro de los tiempos pierde la paciencia


en la cabeza drogas interoceánicas
no logran desterrar el ensueño de sueño gustoso
ojeras comunicantes, plástica informal, círculo de navegación imperfecto
hoguera asombrosa alimentada de tropiezos
y escenas proscritas de filmes sádicos
misma crema lubricante,
t oda tú un mismo aroma,
pérdida de conciencia.

940 ml. (menos de 6º G. L.)

música profana descarna la resistencia de tus sentidos


gotas de licores fecundos se regodean en el tallo de tu sexo
vetas de grafiti y materia insondable en la comisura de mis labios
tinta por coagular en el umbral de tus piernas
embebidos botella tras botella en caída libre de la abyección a los terrenos del miedo

Cigarrera La Moderna S. A. de C. V.

tres vazos de cera caliente aguardan la propensión de tu ser al fuego


guías mi mano hasta el aprendizaje en el que me solazo a tus límites
la braza se pasea entorno a tus pezones ya zaheridos...
“hazlo” “¡hazlo!” “¡¡¡haaazloo!!!”.
Luego guardamos luto por tus nalgas.

Pides pan y te doy cal


das ternura y me pides a cambio recibir fruta podrida
en nombre de dios me exiges la consumición de tus ardores.

45
Salvador Bretón

De un cadáver puesto a secar en la zoga de un tendedero


extraes una gota de agonía para humedecer labios y párpados,
dejas un cheque al portador y una nota, partes.

Te pido que recuerdes:


tres veces por semana, ha de estropeársete el peinado.

Bacalar, Q. Roo, 1997

46
A la deriva

XVII

EMBRIAGUECES

Te espero.

Deshojo yerba sentado en el césped reseco.


Me interno en las imágenes de una caverna mohosa
intrincándose con flechas, bestias y representaciones del viento.

Alabados sean los durmientes terrenos


ocultos en los recovecos de una trompa desafinada

Te espero

Canten las lentejuelas y los destellos


envueltos en el cascarón de un huevo de serpiente.
Bajo las sienes, petardos y obsidianas
saciarán su apetito de carne,
otrora alimento de quimeras por manojos.

Te espero

Tal ha sido la conmoción inveterada del látigo,


testigo mustio, prefecto de putas e ideas en estampida.
La fortuna adversa del cubilete será denostada
por el giro mal ejecutado de una muñeca.

Te aproximas.

Quiero correr tus cerrojos,


descifrar el código de barras que ampara tu garantía de novedad en el mercado.

47
Salvador Bretón

Ocaso desconcertante, de papayas nórdicas


expuestas en la plaza de las mil y una arcillas,
sobre una orfebre manta cuadriculada
a la que astros ciervos descienden a beber agua.

Me estremece tu retraído en jubileos de nariz


y estómago, interiorización de una nueva fe amorosa,
culto que me permitirá cubrirte de lilas,
recompensarnos ambos –como ahora– del fastidioso acto de seguir aquí, de seguir así.

Ya te veo arremeter contra las olas


vestida de metanfetaminas y bikini amarillos
–sagrado alimento espiritual para las medusas voyeristas–,
gozosa, infausta, en amaneceres de mal aliento y aliento casi nulo,
cachonda, travestida de luminaria para mí disputando al sol su brillo,
dulce levadura en estos años terribles y aciagos.

Voy a construir nuestra morada en una orquídea,


florecerás en verano y vendrán a visitarnos las primeras aves del paraíso.
Trance de parábolas ociosas a excesos discursivos megalomaníacos

Bailaremos una cumbia bisbiseante en los techos de los automóviles y las cantinas
donde fuiste sombra azul en la cima de una galleta de coco que vino a perderse en mi boca.

Estoy por soltar el bolígrafo, sé que lees a mi espalda, observas en silencio.


Bella dama aerodinámica, electrocósmica,
aclara la razón de éste, furtivo amante tuyo.

Ya rasgan, retumban y pregonan irrepetibles decibeles hechos tu voz,


Está bien, me agrada que me incites, que me roces, que sin interponerte
entre mi trabajo y yo,
la presencia de tus senos desnudos, de tus piernas y ese dulce sexo tuyo cuyo aroma
me está haciendo cejar...

48
A la deriva

Epílogo:

La yedra rural se deshoja en paredes de montaña,


sigo uno de sus brazos, este se interna en una caverna amorosa.

En las paredes, representaciones de la vida, la caza y el tiempo


me hacen creer en la poca evolución del pensamiento humano.

Alabados sean los durmientes y vigías terrenos


ocultos en cuencos, caracolas y flautas desafinadas.

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Salvador Bretón

XVIII
EL LADO DEL SILENCIO
EL HADO DEL SILENCIO
HELADO DEL SILENCIO
EL A. D. O. DEL ZILENSIO

La música se retuerce en las enredaderas


sobre la alfombra pasta la mezclilla
cordura e impresión danzan sonámbulas y,
el humo viscoso se anuda en el cuello de la camisa.

Un rostro, dos rostros, mil


Los números se contraen en su grafía
Noche que termina por no comenzar

Sobre el silencio la sonrisa


Bajo la sonrisa el hastío
Entre la sonrisa y el silencio
mil voces escrutadoras
Tedio que impele a buscar certezas en explicaciones ajenas.

A un faro lo contemplan las estrellas,


hojas heridas que caen y advierten acercarse la vida terrenal
mientras se aleja el verde sostén.

Sé de tus silencios pedregosos,


arreando nubes y aliento de torbellinos,
a la vista calurosa del fuego cobalto y la transposición poetisáurica.

50
A la deriva

Tarde-noche de amaneceres a la hora en que los pescadores duermen la siesta


Voluntad y ensimismamiento desandan el camino de la desidia.

En el fresco arrebol de los suicidas,


orugas mochas escarban la entraña de la tristeza guía,
campean estepas reveladas en guillotinas, cruces gamadas y demás cruces.

Fluye una botana de auroras imprevistas


Trunca su camino la marea desorbitada de latas y jugos frescos.
Jóvenes espigas rotundas esgrimen verbos tipográficos para entenderse con nosotros.

Cápsulas de cieno regurgitan en calderos humeantes,


anaqueles desbordantes de consumo desmienten la inminencia de angustias soporíferas,
ardides urdidos entre telones de miedo y poesía beat.

Ponchos, gabanes y chamarras


parten en el pico del ave de las delicias,
van al fuego del sol, llevan lentes oscuros sobre la gafa en rostros y bocas secas.

Al cenicero lo apremian las anécdotas de cocos y blancas arenas


Como a los espejos el fuego y el brillo a la tibieza.
Tarjetas, tarjetas, tarjetas, 8 cm. por .03,
Divide y vencerás la descompresión mental del frío invierno.

Vuelta a la calle.

Sigo pensando y no digo más nada.


En la calle, se escucha una vieja “música de alcantarillas”.

51
Salvador Bretón

XIX
DOMINGO DE PUTAS

Hoy, salir de casa, no.


Encierro gustoso, apetecible,
sometimiento al silencio,
a la reflexión implosiva.

Charla de paredes, ventana y prado,


flor, fruto, lo que sea,
da igual, tu recuerdo lo salpica.

Chinchetas doradas aprisionan


recuerdos fotográficos para autoflagelarme.

Hoy, salir de casa, no.


Llamaré a una puta sonrosada
y púdica para que venga y cojamos
unas dos horas
–tres, si es más púdica que sonrosada–
más propina para que venga ataviada en glam dorado.

Un pie dentro
y veo que eres tal como esperaba,
vales lo que cuestas.

Al alcance de la mano
cigarrillos, vasos, licores y estimulantes
psicofisicoespirituales
de moderno artificio y acción reconocida
–mordaza a un ahora que impone imágenes
fuera de la lógica poética arrastrada en estos versos,
verde a-mar de tus ojos en los que inevitablemente pienso
cual recuadro en pantalla de televisor impuesto sobre una imagen central,
en cuyo suceder y presencia no se tiene control remoto, ni de osadía al off–.

52
A la deriva

De vuelta a la puta –mejor será no hacer asociaciones estúpidas–,


es más espigada, tetigrande y culifrondosa que tú
y su mirar marino, quizás más frío, tal vez contaminado,
logre plantear en ti su rostro.

La beso, la poseo, te recuerdo,


labios en labial cero, chupetetes,
tú, me pedías demasiadas cosas,
ella sólo pide dinero.

Hoy, salir de casa, no.


Fotografías, películas,
revistas, libros, cuadros,
viejos discos de son y tango.

Museos, galerías, parques, teatros,


transportes y gente,
Tanta gente, tanta, tan enajenante
y de tanto en tantuoso se imbrica en tan ajena,
tan lejana, semejante, que da hueva.
Vagar destinado a ningún sitio
donde quiera ir, y,
¿por qué habría?
¿qué clase de polvo o materia he creído ser
para atreverme a cargar mi caracólica morada mental
doquier vaya,
para después preguntarme por el cansancio
y la confusión imperantes
sin mediar intento o consideración precognitiva?

Me quedaré a aspirar las líneas en mis manos,


confluir crédulo y devoto de periplos anceastrales,
lectura desafortunada de presagios, de otras vidas,
sus percances, desasosiegos y tribulaciones protoconcebidas.

Hoy, salir de casa, no.


Porque habrán de matar a alguien
y quiero estar presente en mi entierro.

53
Salvador Bretón

Deslizarse de los tiempos


en sintonía con el reloj de lo vital,
hoy vendrán a aprehender al asesino de dioses sobreexpuestos,
pues la maquinaria no descansa jornada alguna.

Mi maquinaria agradecerá el reposo, las malas compañías,


el movimiento, el sueño y el sudor sal.

Puertas y ventanas abiertas


arcas, venas, montañas, piernas
luz artificial de las 4:00 p. m.
Tarde medio nublada, la noche será lluviosa,
pequeña puta sonrosada, hoy me dije: “no te dejaré partir”.

Reposo absoluto del tronco que transporta


la caja de las buenas y las perversas ideas
cuerpo que se va y se prende a lo que tenga enfrente
a lo que necesita y en ocasiones logra.

Mujer interludio, tu rostro coralino,


tus movimientos raudos, tu intrépido desquicio,.
tu cuerpo destino, no estás aquí pero recorriéndola a ella, te acaricio.

Hoy, salir de casa, no,


es de madrugada, y la chica se ha ido.

54
A la deriva

XX
TEXTÍCULOS

Materiales impresos llenos sólo de letras,


los beatifico y me entristece la gravedad de su estúpida presencia en el centro de la libreta,
¿cómo es que dios o una mano falsa han podido equivocarse así con muchos de ustedes?

Madre palabra, voz sosegada, expresión psicofónica rumbo a orejas inermes a la voluntad de tu
multisentido y significado.
Lleva la descripción precisa, audaz, vuelta de tuerca arreglo definitivo de cosas.
Ojos desorbitados prestos a la seducción de las alabanzas,
falsa condición de invalidez, defensa identitaria,
parque de gemas y gnomos.
Labial embarrado en dientes y cavidades,
vellos entre el cabello, aromas y hedores de aquí y de allá por todas (nuestras) partes.

Y uno, malediciente poeta de rodillas engarrotadas,


que se rasca los huevos;
vuelca ira en escupitajos verdes para no tragarse la virulencia del juego.

Palabra de tuyo inocente


qué hacemos, entrar en una trituradora de pensamientos y concesiones
hasta verla salir en signos lingüísticos –a veces desoladores, miserables– indescifrables.
Rueda desdentada que reinyecta corte a la frialdad de los ceros
[a la izquierda de las abstracciones espaciales,
[arribo a un casquete polar corto,
[frialdad polarización de lo amoroso y lo sublime…
Eventualidad de las cosas puestas a serenar en una noche de viento y celo de luna menguante
Algarabía de discursos sublimes, hedores turbios, mortandad, “vino nuevo en viejos odres”

Através de las gafas el hombre manantial se significa abominable


El saldo rojo se hizo amigo de las charlas en cantinas
Las quiebras totales y los quebrantos amorosos van de la mano a los altares
a los tiempos compartidos y a la facundia jocosa de la inmovilidad trasvestida de celo
Derrota bajo manos lapidarias que a cincel describen cuanto pueda corresponder a una vida o a
ésta dejar pasar inadvertida

55
Salvador Bretón

Sino inequívoco el de la palágrima ácida derramada entre sacos de pólvora camino de la guerra
que se aproxima
Ajuste de cuentas a la temporalidad de un acertado desplante guerrero

No estás aquí, mujer, para ser elemento motor de sueños y maquinaria de las tecnologías del
placer y la carne
Habrá entonces que incrustar una sanguijuela en el cuerpo consumido en migajas y sangre de
utilería renuente a la cura de la banalidad amorosa mediática
Descalzos tomaremos la calle lluviosa donde permanece impresa la huella de nuestro tiempo y
nuestra forma humana
Mácula en la tierra destinada a perderse con el primer gran sol un día cualquiera

En la calle recamada de cristales rotos, en las veredas y pastos empedrados


Basura, estancamientos pluviales en las alcantarillas
Polvo de mundanas defecaciones al libre viento y el albedrío de las entrañas
Mugre entre otras bastardías de comarca de abolengo y buenas cunas.

Descalzos en el andamio de madera pocos metros sobre el nivel de las nubes a pies sosegados
el derrotero de la pasión transgresora devolverá a los viajantes la satisfacción
Sintonía revolvente de curvas mujeriles todoterraqueas
Disposición a delinear otra vez la impaciencia amorosa

Granadas en mano, flores y laureles en la frente, la esperanza se significa conceptual y asequible


pan que ansía el estómago acuoso, la espuma entre dientes, la panza vacía y el decoro de la
improbable justicia divina

56
A la deriva

XXI
SI

Si dijera: “te he visto en un mal sueño”


y agregara: “en él la victoria del cisne quedó reducida a estiércol
y el amor terreno del viento por la luna inabarcable no será más nuestro
sino alimento de ardores frágiles destinados a la extinción”,
¿respondería el vacío?

Si en noches como esta hallara tus ojos


y mi mandíbula cesara de temblar por el prodigio de un beso
y leyeras de nuevo cuanto para ti fue escrito,
estas líneas no tendrían sentido.
¿nos ahogaría el resentimiento?
Si una vez más me sedujera el abrazo de tu cuerpo moreno
y en mi respuesta acertaras a descubrir el misterio de las aves del deseo sacrificadas en tu honor.

Estrellas ausentes, embravecidos horizontes marinos


Arena, cavidades de la sangre, la cerilla, el hambre póstuma, las disoluciones
y la cocaína

Mancha solar verde en el desierto meditabundo


Cantinela de garita norfronteriza

Abracadabras cifrados de economistas y economistos ebrios.


Semáforos mal drogados e incontinentes escapes de motores y
millones de culos hacinados
[frente a cerros de formas caprichosas: chquihuites, monturas y cuerpos sedados.

Si perdiera el paso de baile, la vista y el tiempo


Si la historia se tradujese en calvicie prematura y arrugas súbitas
Si el vestido de hoy se convirtiera en harapos en la mañana y la tarjeta de
crédito en libreta de
racionamiento.

57
Salvador Bretón

Si me hiciera humo de tabaco, pastel de mariguana,


pesadilla balcánica, huelga general o bala revolucionaria.

Si me aliara a la inminente noche de los tiempos


al goce obtuso del trueno azul recalcitrante, a la garra, la cloaca y el
excremento arrastrado de la
[ignominia monetaria.
Aunque sólo fuera por desvariar y antagonizar con extraños, apátridas,
heresiarcas, apóstatas,
[parias locos y 2 que 3 compas divertidos y peligrosos...
¿seguirías dotándome del empuje irrestricto de tu ser y tu palabra?

58
A la deriva

XXII
VERSO TRAIDOR

Tiempo aislado de la poesía que cierra las piernas en torno a mi garganta


Concentrado de esperanzas en un eructo sabor malestar, cerveza y cacahuates indigeridos
mas no es el ahora poético –de entorno peripatético–,
es el recuerdo y en él los sucesos, el paralelo que cruza tu casa y para en tu recámara.
He dicho “tú” y sé que es cierto,
canciones lacrimales modulan la piel fría hasta el hueso pelado y lamido por fauces y lengua de
un perro bruto y malparido
Manejo inverso el de estas masturbiales emociones
Descriptiva y elaborada transición a lo absurdo,
como aquello que creí un punto sobrepuesto y no fue sino algo que escupí en el monitor y no
limpié.

Acoso publicitario, maquinaciones espaciotemporales, opulentas y frágiles


Agobio opresivo el de tu rostro sereno en las calles
Anhelo que se precipita en encierros y cielos boca arriba

Transfusión paralizante, magia en off, magia en go!


Escape a lo mudo y escandaloso
Árbol, silla, juego, fuente, ella, tiendas, ella, no, no no, no puede ser ella otra vez
Intrusión

Desatormentado, fuera de la órbita prescrita por la razón


paseo alacránico y lacónico, mi naturaleza homicida sobre tu piel tibia y despreocupada
en el fin del amor, cauce irreprimible, caudal tortuoso, donde triste es siempre poco,
rastrero bicho soy y paseo mi estirpe por la cabecera solar de tu lecho,
desciendo tu rostro por la trenza en que anudas tu largo cabello antes del sueño,
penetro así la suave curvatura de tus senos, abrevo rosas en tus pezones
y a partir de aquí me pierdo en una odisea conquistadora de terrenos montañosos de piloso
césped protegidos, valles donde crecen árboles brutales de regusto afrodisíaco.
Ruedas –afilo mi lanceta– y casi perezco bajo el peso de tus caderas, pero no muero, no te mato,
hemos sido afortunados la noche de hoy.
El correo del movimiento me quiere hacer soltar el bolígrafo.
El ritmo de mi mano se detiene a evaluar el sentido poco marcado de una escritura incorregible
en perpetuo retorno a una era desdentada de abstracción estéril.

59
Salvador Bretón

En la voz algo intenta explicarse utilizando lenguajes escindidos a la maduración de la herida en


llaga, costra, cicatriz y celo dispuesta a constar a pesar de sí misma, propensión a la
expectativa cancelada.
Voz que se precipita en idea iluminada no de sol sino de fuego volcánico
Mariposa que enciende la mirada a quien la observa

Destello dañino en la imagen encontrada en el espejo a la mañana siguiente

60
A la deriva

XXIII
LINEAMIENTO

“Se suicidó la ideología”,


lo advirtieron poetas y adventistas.

A derecha e izquierda la línea del ocio vitalicio se extiende en tu sonrisa punzante


y su desoladora continuidad marca la hondura de un recuerdo lejano que no puedo evocar
sin verme adormecido por la pálida estampa del bufón aguerrido condenado al silencio.

Háblase un tanto cuanto de lo ido y arrojado fuera de la cabeza madre


Embrión ideático primigenio que fenece de rabia camino de la ruptura perpetua
Hágase lo profético puesto a serenar en la neonoche de los tiempos y la oscuridad que se
aproxima.
Llamado de lo extraordinariamente muerto en letras y falsas fábulas,
Diabólica inversión, caricatura muerta de miedo, pánica pavura.
Halo serpentino que constriñe lo ya casi por sí mismo reventado

Partirá el verbo irredento montado a pelo del corcel de las armas y las flores rojas en manos de
un ciego.
Agazapado en la penumbra de los falsos testimonios recogerá imágenes pictóricas exponiendo su
cordura a las represalias del fuego y la fibra óptica
Demasiado poco cautelosa alharaca celebraticia la de las comarcas hundidas en la molicie y el
destierro donde el verbo buscará el néctar y la savia sonrosada para proseguir en la brega
interminable, en la aventura maloliente, sediento de mujeres tópico e infantes sustantivos.

Pero el verbo irredento se sacude la marca y pega una carrera empleándose a fondo, hasta no ver
la desintegración de los cronómetros y el renacimiento de los mil y un sacrofaunos,
tribuna de sol, plomo derretido, estreñimiento global acreedor de sanguijuelas y
chingadazos marca diablo.

Al adormecimiento y el cansancio de sus pies prosigue el grito de la deshonra y la subeconomía


de las grandes aguas, imposición del reino de las imágenes sobre el de las palabras
Batalla y utopía, humo de llantas, peso de la vacuidad entretenida en no ver más que séquitos de
espinas y frondas ensombreciendo la ansiedad del detrito de sus ojos casi muertos.
Revuelta enterrada bajo capas de polvo y destino, fiesta de balas que no habrá de culminar en
redención y florecimiento de piedras doloridas

61
Salvador Bretón

XXIV
ESCISIONES

La transición entre mente y cabeza se atasca en los lodos del delirio alcohólico
Cosa común es recurrir a los recuerdos ungidos por el placer o el dolor
Arma de corte preciso, rebanada de cielo, tajo a la porción del infinito abandonado a su
conversión en polvo y alimento de gusanos hambrientos
Acento en el brillo de las luces amorosamente urbanas, luces de cielo atávicamente rural
guiadas por hábiles, cándidas manos que parten el futuro en dos

En el cementerio de los amores perdidos me hice ver –quizás– el fuego fatuo de la apatía y la
güeva deshonrosa
Lo vi elevarse entre largas filas de tumbas sin nombre, memorable tumulto de la agonía en
lápidas aherrojadas y traspuestas por las flechas de un cupido idiota venido a menos
a partir de su conversión en moneda de cambio y diana de asesinos expertos

Hay cosas que tienden a transformarse, otras permanecen en el entorno a pesar del rechazo a que
se han visto sometidas... tal es tu caso, tal tu presencia
El rostro de Alaciel se descuelga desde la inmarcesible ubicuidad de las verdades propias de lo
fugado a la nación de la imaginación y un absurdo tanteo decimonónico
“Hola” sonriente, metáfora vuelta dona glaseada, sexo venido a más, paisaje de puerto cafetalero,
embarque jarocho, asentimiento
Oclusión, rima, exclusión, tuya piel adobada de tabaco, aroma

Cierro los ojos


y busco un paso adentro del umbral
el tramo viento–presor diurno
alejamiento del sueño
amenaza de un ataque sorpresa

Cierro los ojos


y el mapa de un país extranjero
de nevadas ciudades y viento austral
se despliega en dimensiones coaguladas por el efecto de la ausencia

62
A la deriva

Cierro los ojos


y el tiempo de los relojes
el desprendimiento de las fauces del león
la veraz concatenación de la luz dispersa...
las tres a un tiempo son un dulce bostezo premonitorio de tu
presencia

Cierro los ojos


y te miro.
Te pido escuchar la luna
leer el desplegado consciente de los atardeceres
y hacerme partícipe de la contienda entre dos o más de los tus que
te integran

Hoy es otro día pero es el mismo poema


Mediodía a la sombra del asueto anual dedicado a la sombra de los muertos
Ojos negros, ojos verdes, ojos azules ocultos a la mirada de la tierra reseca
Cerrados, contraidos, puestos a la disposición del placer,
de breve memoria e infinitos porqués vagamente dilucidados;
ojos cuya luz e imagen final advertí en el fondo turbio de una botella de
cerveza casi vacía.

Pesadilla
Sueño de aquellos que se acurrucan en el consciente despierto, alebrestado,
rienda suelta, variosdias extenuados que caen al fondo del poema pozo,
poema papelera de reciclaje
sueño de aquellos que se acurrucan en el consciente despierto
caricia desprendida del hartazgo añejado entre líneas dispersas
sitio en la tierra caliente de tu cuerpo aspas-de-ventilador somnolientas,
humedad sin brisa oceánica, te deseo.

63
Salvador Bretón

XXV
CURSOR

Te veo porque existes y eres parte de mi inmaterial vida,


eres mi pincel-flecha para dibujar cuadrados, rombos y triángulos,
y, “dibujar” no es lo adecuado, si dejo de apretarte entre mis manos, ratón,
nada de ello quedará plasmado de mis dedos sobre tus espaldas.

Un día cambié la flecha por una ballesta y después por un carcaj.


Al tercer quinquenio se deslavaron cual serranía explotada,
malpariendo ríos inundantes otrora fuente de vida,
y con las peores de las aguas propicias se volvió lodo atrapante, nada
atemperante.

--------] A que no me crees, cursor, pues si te cuento no lo vas a aceptar


y no tendrías por qué hacerlo, cosita deslizándose entre falanges,
falanginas
[y falangetas.

Porque vas señalando los lugares que me gustan en los cuerpos que acostumbro
ver
en el monitor frente a mis ojos gafeados.

Te he imaginado siendo mi verga incrustándose en cavidades predilectas,


en desnudez o arropado, doquier he puestos estos ojos frente a esta
pantalla,
si un día manifestaras tu gusto o desagrado por las imágenes en que te he
colocado,
de qué habría más, qué preferirías exhibir de mí o de lo enviado por
terceros.

64
A la deriva

II

Te veo porque existes y eres parte de esta inmaterial vida


que va trascendiéndome o hasta quizás carcomiéndome,
muy a propósito de este dispositivo acechando mi mente con tal de sacarme de mis
[propios pensamientos libidinoamorosos hacia tu materia, mujer.
Al otro día la vida fue diluyéndose entre ajustes para recalentarse
en la más cariciosa e igual menos inmunda de las subsecuentes sacudidas.
Cursor... a qué nichos no te he llevado de mi mano, cualquiera de estos,
para volver a verte hasta que estés reluciente habiendo escapado de esta
ratonera escafandra pegada a mí. Siempre te incito a detenerte en letras,
y más en particular siendo de las mías.

Si esto no fuera así, seguiría despertando a deshoras, cuando las ausencias


acechan,
porque son y están tan a la mano de unos cuantos clics que no cesan en su
insinuación,
constancia desenborrachante mía con tal de elegir lo que no está puesto a
manera de elixir en labios tan resecos como los que se mueven mientras
leo lo que te he ordenado aparecer.

Cursor, también te pongo en los rostros que aparecen si no me pide


permiso este suministro de información su presencia, lo hacen solitas, sin
yo permitiéndoselos a veces,
por ello te he puesto en función de arma blanca o de fuego, de horca,
de piedra de sacrificio a los pies de un volcán poco sereno.

Es la noche y no apercibo información que me pulse a teclear... click-click,


hago más clicks y escucho un duri-duri de un ya añejo proyecto disco-
dance,
se exacerban elípticas pasiones pasiones de entonces agostando en saldos
de memoria.
glu-glu, toma agua, de take five, de otros jazzes en oposición,
de Weather Report y otras banderas ostensibles cuando la sed del crudo
acucia.

65
Salvador Bretón

III

Ayer hice dos clics en la tanguita de una chica de la cual me apercibo


receptivo
y me he venido apercibiendo cónyuge pues la consuetudinariedad le
provee un macizo a su sexo contrito de emociones sin las cuales ni ella ni
yo sabríamos estar en ausencia.

Ey, cursor, no te deslaves como preseas otorgadas a atletas dentro de un


campeonato
olímpico región panamericana en este nuestro vetusto y a veces
nauseabundo ardor retrotraído artístico y poco meritorio país, es del tipo de
cosas para lo cual no hay vocación alguna que incentive a algo menos que
a este placer en lo mero del alma.
¿Qué más se deslavará en la Casa de Moneda Nacional?

Cursor... en cuanto te saque de mí, ni tú ni yo seremos más nada sino aquel


viejo “polvo enamorado” de un intérprete bienamado y su compositor no
cesa en querer estar
[presente en mis escritos.

Cursor, no me acoses, no quieras meterte en mi entrepierna


porque no me he dado de alta en imágenes para ti aunque repiquen el
timbal y el
[tambor.

Hey, you, don’t let me down.

66
A la deriva

XXVI
REPOSO DE TU NAUFRAGIO

Es hasta hoy y un manso mar


que te confirmo ocaso.

Es hoy que te sé bajo el coral


que sobre de ti se está formando.
Nido de vida será el casco de tu recuerdo.

Es hoy que el amor


se ha vuelto espada y trampa,
donde flor y templanza
bien pueden sustituir la dualidad
pasión y náusea

Es aquí que por fin estás lejos


en cuerpo y catadura,
aquí que no eres viento
aquí que ya no te siento.

Te pude re-traer en posibilidades varias


y hasta con malas intenciones y engaños traerte.
Pude intencionalmente hablarte
y hasta gritar tu nombre,

pero soy un barco hundido y saqueado,


que ya no esconde tesoros,
sólo secretos perdidos en compartimentos inexpugnables.

Marinera fantasma
de intensidad borrosa y ayuno de sensaciones,

ya tus ojos son marea de agua mala, perniciosa,


faros sublimes anquilosados de estúpida ira.

67
Salvador Bretón

No pude o quise ver tu lado menos luminoso


para así de antemano perderte,
mas te fuiste a pique
al chocar contra el espejo
de nuestras propias realidades.

De ahora en adelante volveré sobre mis pasos,


sin saber qué tanta maleza le habrá crecido al camino,
e ignorante de un posible deslave de tierra que impida mi paso
y por ello me vea forzado a volver a hacer otro camino.

68
A la deriva

EPÍLOGO
Sergio García
A la deriva, Bretón

A Bretón, éste, no aquél, lo conocí casi de manera surrealista o


más bien infrarrealista. En un café llamado Sots, en la colonia Roma.
Salvador Bretón es su nombre, no André. A aquel café llegaba una serie
de personajes, entre ellos el editor de La Editorial Letras Vivas, Elías
Nahmad; Jorge García Robles, el escritor que más sabe de la Generación
Beat, y toda una serie de pintores, escritores, lúmpenes, tránsfugas
malandrines, extranjeros en búsqueda de repetir la odisea de W. S.
Burroughs en México; investigadores de los lugares que pisaron los Beats.
Ahí en ese café, que se ubicaba en Av. Monterrey, casi esquina con San
Luis, hubo exposiciones, talleres, conferencias (una sobre poesía visual
dictada por los impulsores y principales conocedores de la materia: César
y Araceli Zúñiga), y lecturas de poesía de la banda de los Chinicuiles y la
banda de Nezayork. En fin que fue un momento de encuentro de jóvenes
artistas y creadores.
La deriva es un famoso movimiento vanguardista que se caracterizó
por el situacionismo, que significa tomar una caminata sin objetivo
específico, usualmente en una ciudad, que sigue la llamada del momento.
“Café en las islas/Marinero borracho”, es el poema que abre el
poemario A la deriva:
(…) Mujer, escribo y te espero./(…) Sopor de la jornada del
hombre que deja a su hembra portuaria para hacerse a la mar./(…) Cacería
de tigres y arpías,/(…) Sujetos desconsolados en trance de pasar a vidas
en negro/ beben encadenados a bancos de arenas movedizas,/ camino
playero, atolones de cuerpos antes de alcanzar la orilla./(…) Llegas, nos
vamos./(…) Baste por esta ocasión, mujer./ Basten islas–roscas remojadas/
en tazas de un café carnívoro de tan amargo./ Seguirás expoliada por el
viento/ si nadie compra tu retiro del mercado antes que yo./ Volveré a
tus piernas, a tus abrazos, cargado de aromas dulces y mestizos,/ de otras
tierras y de otros estados de consciencia./Zarpo.
El café, las Islas y el marinero borracho. Son situaciones que el
poeta encripta para dar razón de las derivas que inicia como un marinero
que se hace a la mar y zarpa. Café el Sot´s, las Islas la UNAM, las famosas
Islas donde los estudiantes de la Facultad de Filosofía Y Letras, que asisten

69
Salvador Bretón

a la Rectoría, a la Biblioteca Central, y las demás facultades, turistas,


visitan, y el Marinero borracho. Los que conocemos a Salvador Bretón
sabemos de su gusto y pasión por la literatura, la mujer y el trago.

Cuando el poeta dice Zarpo, quiere decir parto a la deriva, tal


cual los Situacionistas. Casa, mujer, caricia/ palpitan audibles en mi solo
silencio/ y acogen una parábola en su adviento./ Adentro el mar repleto,
afuera el bar en calma.

Nos indica el marinero Bretón que su mar de fondo es la casa, la mujer y la


caricia. Mar y bar son una y la misma cosa, por sonoridad y por la sed del
Marinero Bretón.

“Sos peligro en otro sentido”… Sots.


Vuelcas el florero de la mesa/ y por tu desmadre navegan / moscas
muertas, moscas ebrias.
Críptica, lacerante,/ observas la mancha desorientada-desorientadas ambas,
tú y la mancha–,/ te manchas, mujer, te manchas y no te marchas.º

Lo que vamos a encontrar en este poemario es un periplo de


suavizadas letras donde se filtra el conflicto del acoplamiento del amor, de
la pasión, de la falta de entendimiento, porque los amorosos no se saben,
no se encuentran, sienten, se presienten, pero no logran el ajuste de cuentas
con el pasado.
“Deseo saberte, te dije./ Sorber tu savia quería,/ sacié mi sed, ¡sólo
volteaste a ver el cielo!/ (…) un día tomaste el bolso, saliste huyendo./
Atravesaste calles, ciudades, tiempos,/ pero volviste a la noche, ebria de
cemento.
Sólo te pedí tres cosas:
sangre
libación
y poca amargura.
Cerraste los ojos/ Te extraño, es mi culpa, / lo sé y lo siento.”
El amoroso sí camina, va como ciego, a la deriva.
Consejos para ANA (gnórico). Consejo de anagnórisis, para
reconocerse, es un recurso narrativo que consiste en descubrir por parte
de un personaje datos esenciales sobre su identidad, sus seres queridos,
o su entorno, ocultos para él hasta ese momento. La revelación altera
la conducta del personaje y lo obliga a hacerse una idea más clara de sí
mismo y lo que lo rodea.

70
A la deriva

El poema mejor logrado desde mi particular punto de vista es este


manual para encontrarse con la muerte:
“Te daré un consejo anagnórico en 4 pasos:
1: sube a una silla,/ mueble perfecto,/ plataforma para el descenso/
y el descanso,/ ayúdate del respaldo,/ de mis hombros si te hace falta.
2: dispón tu cuello,/ cera perfecta, fina, adorable,/ otrora moldeada
por mis manos/ que en un ruidoso trueno/ será envestida por un goce fugaz.
3: en la soga,/ siempre pendiente de varios cielos,/ árbol, viga,
estrella, parapeto;
anudada, lista y en celo,/ poco rasposa, casi tibia.
4: salta/ Es sólo un paso hacia la vida futura,/ vida eterna.”
Sube a una silla, dispón tu cuello en una silla y salta. Así lograra
uno reconocerse en la muerte. En la búsqueda de darle sentido a la vida.
Aquí una reflexión sobre el SER PARA LA MUERTE, que planteara
Martín Heidegger, en El ser y el tiempo. A qué viene uno al mundo sino
es para reconocerse, para saberse, para aprender a ser, hacer, y los demás
verbos en infinitivo. Al final lo que hay atrás y enfrente es la muerte.
“Esta muerte es lenta cuan lenta y despaciosamente nada más
puede ésta ser,…”
Esta parte del poemario fue escrita en 1997. Hace 20 años. Fecha
significativa para el poeta. Marca en la aventura de hacerse a la mar, en
la idea de zarpar. El Marinero Bretón se concentra en la observación del
paisaje, del viaje:
“Acción en tres pasos:
-no hacer caso a la torpeza de las alas bajo capas de océano
-no retroceder volando siempre de frente
-no dejar a los ojos el fardo lacerante de alumbrar la noche.”
Al poeta le fascina hacer recuentos de situaciones, fijar rutas de acción,
dejar cartas marítimas para futuros navegantes. Dejar una bitácora:
“Y, ¿qué he de hacer mientras tanto?
1.Encontrar una sirena/ que adapte mi especie a las aguas,/ es
mentira que las escamas cubran bajo el ombligo,/ nacen una pulgada donde
las ingles;/ difícil, pero posible.
2.Lidiar con la presión barométrica,/ acostumbrar mis ojos a
la profundidad oscura,/ adaptar vísceras y recubrimientos a nuevas
elucubraciones, / sal e hidrógeno
3Olvidar aquel que dejaré de ser/ carente de manos y hálitos/ alas y
bártulos/ dada la creciente de océanos y ocasos”

71
Salvador Bretón

El Marino sigue su deriva. El marino sigue navegando. El marino


se ahoga de mar, de sal, de alcohol:

“LÍNEAS PARA UNA MUJER AMADA (ARMADA)


‘Y, sin embargo,/ me resisto a creer en la bondad absoluta de tu cuerpo./
Duda insidiosa, arrastre de corriente mar adentro,/ duda que escuece,
lacera y ataranta,/ que atenta contra la palidez acerada de tu piel./ Será que
a veces desconfío de las palabras credo, amor y trampa.’
Después de una serie de poemas, igual de encriptados, nos encontramos
de nuevo con la búsqueda de la geografía del cuerpo de la mujer. Los
anteriores a este poema son viajes por los bajos fondos de los puteros, los
congales y los pensamientos del sujeto que viaja.
“Ya te veo arremeter contra las olas/ vestida de metanfetaminas y bikini
amarillos/ –sagrado alimento espiritual para las medusas voyeuristas–,/
gozosa, infausta, en amaneceres de mal aliento y aliento casi nulo,/
cachonda, travestida de luminaria para mí disputando al sol tu brillo,/ dulce
levadura en estos años terribles y aciagos.”
Marino, Ulises en la playa. La playa es un remanso donde se da el
encuentro con la naturaleza y las drogas de creación, de conformación o
formula química. Todo cabe para soportar el viaje.
La aliteración y el viaje terrestre:
“ELHADODELSILENCIO / HELADO DEL SILENCIO/ELA.D.O. DEL ZILENSIO”
El silencio del sileno. El ruidoso silencio buscando los siseos. La
experimentación, el ejercicio poético, en el andar del poeta.
“De vuelta a la puta –mejor será no hacer asociaciones estúpidas–,/ es más
espigada, tetigrande y culifrondosa que tú/ y su mirar marino, quizás más
frío, tal vez contaminado,/ logre plantear en ti su rostro.”
El periplo ahora es por los vendavales de la narrativa poética, por
las aceras llenas de grasa, por el devenir del bar, del amararse en los bares,
de llenarse de mujer los ojos, de adentrarse en el navegar de la noche más
profunda, de la anochecida oscuridad.
¨LINEAMIENTO¨
“Se suicidó la ideología”, / lo advirtieron poetas y adventistas./ A derecha
e izquierda la línea del ocio vitalicio se extiende en tu sonrisa punzante/
y su desoladora continuidad marca la hondura de un recuerdo lejano que
no puedo evocar/ sin verme adormecido por la pálida estampa del bufón
aguerrido condenado al silencio.”

72
A la deriva

También es un canto a las ideologías perdidas en el camino, al


posicionarse en algún lado de la realidad, y aceptar que se está en la senda
del condenado al silencio, al que se le ha apagado la voz, se le ha cansado
el puño, el que no cree más en un futuro promisorio.
“La transición entre mente y cabeza se atasca en los lodos del delirio
alcohólico/ Cosa común es recurrir a los recuerdos ungidos por el placer o
el dolor¨
¨En el cementerio de los amores perdidos me hice ver –quizás– el fuego
fatuo de la apatía y la güeva deshonrosa/ Lo vi elevarse entre largas
filas de tumbas sin nombre, memorable tumulto de la agonía en/ lápidas
aherrojadas y traspuestas por las flechas de un Cupido idiota venido a
menos/ a partir de su conversión en moneda de cambio y Diana de asesinos
expertos”
Luego viene una serie de cierro los ojos.
“Te veo porque existes y eres parte de esta inmaterial vida/ que va
trascendiéndome o hasta quizás carcomiéndome,/ muy a propósito de
este dispositivo acechando mi mente con tal de sacarme de mi-s/ [propios
pensamientos libidinoamorosos hacia tu materia, mujer.”
La deriva y el naufragio es el cuerpo de la mujer. La deriva y el
naufragio del marino es la piel de la mujer. El alcohol sólo es un pretexto,
el alcohol y el humo del cigarro sólo es un rito de paso sobre el verdadero
sentido del ser del sujeto que poetiza. Donde el barco se hunde, encalla, es
saqueado. El sujeto poético es: “un barco saqueado”, es un marino varado
en su estero.
A la deriva es un poemario en algunos momentos, críptico, en otros
se nos revela como una novela, una narrativa subjetiva de un devenir y
en otras altamente vivido, intenso, dramático, donde el poeta alcanza su
verdadera voz, donde se va desnudando, porque para alcanzar la playa,
después del naufragio del amor, sólo queda nadar hacía otros cuerpos,
hacía otras pieles, hacía una orilla donde:
“De ahora en adelante volveré sobre mis pasos,/ sin saber qué tanta maleza
le habrá crecido al camino,/ e ignorante de un posible deslave de tierra que
impida mi paso/ y por ello me vea forzado a volver a hacer otro camino.”

F I N

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A la Deriva
Este libro se termino de imprimir en enero de 2018
PUBLICACIONES:

La historia perdida y otros hallazgos, Col. Gato Encerrado, UAM - X, 1999. (Cuento)

Mientras suenan los cadillacs, Ed. Fridaura, 2009. (Cuento)

Parvada de nubes, Edición de autor, 2011 (Cuento)

INCLUIDO EN LAS ANTOLOGÍAS:

Los mil y insomnios , Antología del cuento brevísimo. Centro Toluqueño de escritores/Institu-

to Mexiquense de cultura, 2006

Aquí no hay invierno, Secretaría de la Cultura CDMX, 2006 (Cuento)

Curenta esquiras al aire,Editorial Verso Destierro, 2011 (Cuento)

PUBLICACIONES CON EL COLECTIVO ENTRÓPICO (CUENTO Y POESÍA)

Soñando con la cima (2011), Silueta Narrativa (2011), Tocan a la puerta (2012),

La llave de los secretos (2013), Un claro en la ciudad (2013), Hostal Entrópico (2014).

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