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2.
La Cencerrada, que se publicó en Buenos Aires entre el 28 de abril y el 25 de julio de 1855,
registra el primer gesto de importación de la moderna prensa satírica ilustrada francesa: su
nombre es traducción del vocablo francés que da título al semanario Le Charivari.
38 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
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5.
Mamerto García figura como editor responsable desde el 21 de mayo de 1864; Leguina
era el agente de distribución desde el 9 de abril del mismo año.
6.
Los datos de la fundación del periódico aparecen en la edición del 12 de febrero de 1882:
p. 4, cc. 1-2. El nombre de Auerbach figura al frente del periódico como el de uno de sus
“fundadores” junto al de Henri Meyer, durante un breve período (incluso cuando Meyer
ya estaba instalado en París, en octubre de 1869). Paz murió en 1874 en la batalla de
Santa Rosa (que dio fin a la revolución de Bartolomé Mitre contra Nicolás Avellaneda).
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7.
Maxine Hanon, Eduardo Wilde. Una historia argentina… (Buenos Aires, Klameen,
2013), p. 97.
8.
Pablo Emilio Coni nació en Saint Màlo, Francia, en 1826. Llegó a Buenos Aires con el
Ejército Grande de Urquiza, en 1851. Más tarde instaló una imprenta en Corrientes
(1853-1859). Allí editó diarios y folletos literarios y científicos, de producción nacional
y en traducción. Tras una temporada de regreso en Saint Màlo (1859-1863) reabrió su
imprenta en Buenos Aires. Esta imprenta será más tarde fundamental para la promoción
de la literatura nacional, véase Domingo Buonocore, Libreros, editores e impresores de
Buenos Aires (Buenos Aires, El Ateneo, 1944) y Sergio Pastormerlo, “1880-1930. El sur-
gimiento de un mercado editorial”, en José Luis de Diego (dir.), Editores y políticas edi-
toriales en Argentina, 1880-2000 (Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006).
9.
El Correo del Domingo tuvo una segunda época, desvinculado ya de Meyer, entre 1879
y 1880.
UN CHARIVARI PORTEÑO 41
En la oficina de este periódico habrá un buzon para recibir todas las no-
ticias, chismes, latigazos y picotones que quieran enviársele. Prevenimos,
sin embargo, que la redacción no recibirá nada que tienda á infamar, ó
que pueda herir la decencia y la delicadeza de los lectores y de los aludidos:
las personalidades ó ataques traidores ó sin chiste, no serán aceptados.10
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10.
“Aviso”, EM I, 1 (24 de mayo de 1863): p. 4, c. 1.
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Como se lee en las citas, el semanario comenzó por ajustar la sintonía entre
el espectro satírico que sus redactores querían ofrecer y el que los lectores
estaban ávidos de consumir. Para satisfacer a la vez su propuesta de sátira
política y, al menos en parte, la expectativa de sátira social, El Mosquito
se convirtió en periódico opositor, sin que esto impidiera que atacara tam-
bién, y cuando fuese el caso, a otros sectores. En ambos casos las alusiones
políticas tomaban a menudo la forma de la sátira social: postulaban ro-
mances y engaños, picardías de comerciante o de comadre, disputas pue-
blerinas o familiares. De las estrategias para negociar ambas demandas en
esta primera etapa se ocupan las siguientes secciones.
Firmas y personajes
El humor no fue inusual en la prensa del siglo xix. También en los diarios
políticos había lugar para el tono jocoso, la ironía y, más a menudo, el co-
queteo satírico que rozaba la invectiva. Desde Caseros, esa zona se acuar-
telaba, con mayor o menor gracia, en la sección miscelánea de “sueltos”
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12.
“Mis soliloquios”, EM II, 24 (1 de noviembre de 1864): p. 1, cc. 2-3.
13.
EM I, 24 (1 de noviembre de 1864): p. 4, c. 1.
44 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
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14.
El concepto de “máscara satírica” supone la construcción de un personaje (un ente dis-
tinto del autor, y que firma con otro nombre) que enuncia la agresión o la crítica satírica.
La máscara protege al autor, construye una escena enunciativa y a veces, verosimiliza u
orienta su carácter (por ejemplo, cuando un viejo critica los “adelantos del progreso”).
Véase Matthew Hodgart, Satire (Londres, Weidenfeld and Nicolson, 1969) y Gioconda
Marún, Orígenes del costumbrismo ético-social. Addison y Steele: antecedentes del ar-
tículo costumbrista español y argentino (Miami, Ediciones Universal, 1983).
15.
“Crónica local”, EM I, 1 (24 de mayo de 1863): p. 2.
16.
El Siglo (27 de mayo de 1863): p. 2, c. 6.
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19.
Le Charivari, 24-30 de noviembre de 1833. Reproducida por Richard Altick, Punch:
The Lively Youth of a British Institution (Victorian Life and Literature) (Ohio State Uni-
versity Press, Ohio, 1997), p. 49. Esta lámina ha sido atribuida a Grandville y a Daumier.
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20.
Punch or the London Charivari I, 1 (enero de 1847). Tomado de la reproducción facsi-
milar para su número aniversario, Mr. Punch’s Jubilee Number, v. 101, 18 de julio de
1891, en http://www.gutenberg.org/files/13327/13327-h/13327-h.htm [acceso: 19/12/
2016]. Reproducida también en Richard Altick, op. cit., pp. 49-50.
UN CHARIVARI PORTEÑO 49
8. “Mr. Punch’s Fancy Ball. 1847”, Punch or the London Charivari (Jubilee Issue), 101,
18 de julio de 1891. Disponible en: http://www.gutenberg.org/files/13327/13327–h
/13327–h.htm [acceso 19/12/2016].
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21.
La Tribuna (27 de mayo de 1863): p. 2, c. 3.
UN CHARIVARI PORTEÑO 51
Gefes
1º. El ilustre Rabanillo RKK.
2º. Facundo Nonato, ensayando un corte contra su ilustre enemigo,
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22.
EM I (16 de agosto de 1863): p. 4, cc. 1-2. Las Poesías de Del Campo fueron publicadas
en 1870 por la Imprenta Buenos Aires.
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Segunda fila.
1º. Musiur Valjean, con aire descreido, pobreton y muy triste.
2º. Nicolasillo, perfilándose por ver si lo dejan en el monton.
3º. Bas-Bleu, haciendo cara fea, para que no lo tengan por collon.
4º. El Mefistofeles de D. Preciso tragando saliva para espetar una catili-
naria contra el Ministerio Nacional, por la coaccion al meeting.
5º. Granate, espiando á ver quien larga un buen dicho, para ir á repetirlo
á dos varas de distancia.
6º. Estanislao, orgulloso de sus conquistas y sin pensar en nada, como
es su modo.
7º. Da. Dinguindaina, haciéndose lugar con la audacia de costumbre.
Tercera fila.
1º. Torrente de Cadáveres, con aire de desafiar á los muertos, á los vivos,
y hasta la cuarta generación.
2º. Bolina, desfigurado despues de tres meses de catarro en el hospital.
3º. Kerosene diciendo para su capote: cuánto pájaro junto! Cuánto guano!...
5º. [sic] Estrábola, muy aflijido por la creencia de que se haya colado en
la reunión Fray Servando y acogote a todos con un dis… curso de los de
no te muevas.
6º. La Tribuna diciendo à su sayo; échenme un galgo!... Que soy zorro
sin espina en la pata!
7º. Mi editor número uno, mirándo con furia al:
8º. Linasa Cantárida, olvidando una sableada que tenia preparada con-
tra los Cordobeses del congreso, al ver á su frente una narigueta tan des-
vergonzada que se atreve á hacer sombra á la de su propiedad.
9º. El gran Sigismundo, editor número dos, diciendo entre dientes: Dale
pompá… segá la musique!…
Todos ellos hacen lo que pueden para agradar al honorable, inteligente
y muy sesudo Sr. D. Público.
El Mosquito. Este jocoso colega salió ayer. Trae por caricatura la redac-
ción del Mosquito. Es un cuadro este en el que se han reunido personajes
de todos los colores y de todas las creencias políticas. No queremos dar-
nos por aludidos, pero hay en el cuadro un retrato que mucho se semeja
á nuestro redactor. ¡Pero es tontera en esos casos darse por parecidos!23
11. “El Mosquito” según El Mosquito II, 54 (28 de mayo de 1865): p. 3. Caricatura
firmada “H. Meyer”.
Segunda aparición del personaje-periódico, para el cumpleaños número dos del se-
manario. A la derecha de “El Mosquito”, Pedro II de Brasil, B. Mitre y, en segundo
plano, Venancio Flores. A su izquierda, punzado y perdiendo el equilibrio, Francisco
Solano López.
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25.
Para las referencias a Punch puede consultarse su colección y las reflexiones de Richard
Altick (op. cit., pp. 55-56). Sobre la figura del bufón, véase Vicki K. Janik, Fools and
Jesters in literature, art, history: a bio-bibliographical sourcebook (Westport-Connecticut-
Londres, Greenwood Publishing Book, 1998). La cita, en p. 34.
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26.
En el caso de Punch, como en el de El Mosquito, el personaje-periódico tenía una pre-
sencia protagónica en las caricaturas y era uno de los atractivos de la publicación: “One
of the pleasures of receiving Punch week by week was the hope that he would turn up
in yet another guise” (Richard Altick, op. cit.: p. 56).
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valor externo a él mismo –más allá de que tal independencia, como se verá,
pueda ser puesta en suspenso más de una vez–. La vida del periódico es
así la de su director, convertido en un personaje que, sin ser del todo él, lo
sostiene y legitima (y no de un valor político-ideológico o de cualquier otro
concepto cuya definición sea previa al periódico mismo). Por eso, esta “ilu-
sión biográfica” carga con la ambivalencia y la fragilidad que conlleva el
autosostenerse en el trazo: la figura que da origen al periódico se encuen-
tra, en abismo, en sus páginas, y no puede hallarse fuera de él. Biografía
del periódico, rostro de su autor/editor y representación de la vida pública
ocupan un mismo plano (figs. 12, 13, 14 y 15).27
La vida de “El Mosquito” (personaje) y la de El Mosquito (periódico)
son posibles, así, por esa ficción de autonomía que se estampa en sus pá-
ginas. La eficacia de esa ficción va más allá de los cambios de detalle en
este personaje y, como se verá, acompañó la paulatina transformación del
semanario en un actor central de la vida pública de su época.
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27.
El periódico llamaba “cumpleaños” a sus aniversarios. Atendiendo a la importancia de
estos momentos en que el periódico se presenta a sí mismo, E. M. Suárez Danero tomó
el mismo sintagma para el libro que celebra el centenario de su aparición: El “cumple-
años” del Mosquito (Buenos Aires, Eudeba, 1964).
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28.
“Vamos a cuentas”, EM I, 14 (23 de agosto de 1863): p. 1, c. 2.
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14. El Mosquito
XVII, 880
(16 de noviembre
de 1879): p. 2.
Sin firma.
15. El Mosquito
XXVII, 1406
(15 de diciembre
de 1889): p. 2.
Detalle.
62 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
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29.
“Cambio de frente!”, EM I, 27 (21 de noviembre de 1863), p. 1, cc. 1-2.
30.
“Cambio”, EM I, 27 (21 de noviembre de 1863): p. 4, c. 2.
31.
Según Maxine Hanon, durante seis meses, hasta julio o agosto de 1864, el semanario se
convirtió en “satélite” de ese diario. Hanon afirma también que, más tarde, Meyer com-
pró las acciones de sus primos y retomó el control del semanario como único propietario
(op. cit., p. 122). La información aparece años más tarde en las páginas del periódico:
“Aquí viene la ocasión de recordar que el Mosquito fundado en mayo de 1863, por el
UN CHARIVARI PORTEÑO 63
inolvidable Enrique Meyer y dos primos suyos fue redactado durante quince meses alter-
nativamente por escritores pertenecientes los primeros al partido cocido y los segundos
al crudo, fracciones disidentes en tiempo de aquel pueblo porteño.” (“Ex Redactores”,
EM XIX, 997 [12 de febrero de 1882]: p. 4, c. 1; las cursivas son mías). En el mismo
suelto, El Mosquito califica estos hechos como públicos y bien sabidos. Al mismo tiempo,
apunta ese alineamiento y esa volubilidad en el momento en que, precisamente y como
se verá, se ha comprometido bajo contrato con un grupo vinculado a Dardo Rocha (es
decir, proponiendo una continuidad implícita entre ese gesto de independencia inicial y
la decisión político-empresarial de 1882). Véase más adelante, p. 222.
64 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
Aires” y altisonantes denuncias sobre la “muerte del voto popular” que re-
trotraían a la Argentina del siglo xix al xvi y la transformaban en la “Re-
pública de Batuecas” (la irrupción de este “motivo” como interpretante
de la situación política local muestra por añadidura la insistencia en la
búsqueda de claves culturales estéticas –o, al menos, no solo políticas–
para codificar la realidad inmediata).32
Solo con el anuncio de la candidatura a la presidencia de Domingo F.
Sarmiento el semanario encontraría un momento de reposo para su tarea
“opositora”. En principio, había apoyado la de John Lelong, cónsul fran-
cés en la República Oriental del Uruguay desde la década de 1840 y pro-
motor por entonces de la inmigración francesa al Río de la Plata (en rigor,
un activo agente formal e informal de esos intereses en la política local).
El núcleo francés que estaba a cargo del periódico se amparó en esta per-
tenencia para promover a ese candidato, satírico por definición. Pero, al
postular la candidatura de Sarmiento –que ningún otro periódico procla-
maba, y que solo el mismo Sarmiento había anticipado en sus Recuerdos
de provincia, más de diez años atrás– la sátira cambiaba no solo en su ob-
jeto, sino en el vector de su intervención. No es ya relacional (no se vincu-
laba con el beneficio que ese núcleo francés obtendría de la candidatura,
haciendo recaer parte de su efecto sobre el periódico que la emitía), sino
funcional: “porque Sarmiento es el candidato que promete días mas felices
y las caricaturas mas variadas”.33 Por su sola asociación con las caricatu-
ras, el valor de la “felicidad” se vuelve sibilinamente agresivo para con el
blanco de la sátira. En el mismo gesto, la frase lo injuria, al hacer de esa
actividad pasiva (prometer mejores caricaturas) su rasgo central, despo-
jándolo de cualquier virtud política. Para aumentar su efecto ridículo y
asegurar su eficacia, el despojamiento está en sintonía con los múltiples
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32.
Las Batuecas, un valle al sur de Salamanca rodeado de frondosos bosques, es territorio
de numerosos relatos legendarios y sirvió de motivo a varias obras literarias. Algunas de
ellas lo describen como lugar maravilloso (donde tienen lugar apariciones religiosas y
“pozos de los milagros”) y otras, como espacio bajo y marginal (refugio de delincuentes,
ladrones o fugitivos políticos). El Diccionario de la Real Academia Española da una de-
finición más desencantada, y señala la locución “estar en las Batuecas” como sinónimo
de “estar en Babia” (lema y acepción incluidos desde la edición de 1925). En El Mos-
quito, las alusiones a Buenos Aires como “Batuecas” comienzan el 20 de febrero de
1864, tras la elección parlamentaria que marcó el triunfo de Bartolomé Mitre. La ma-
yoría de la legislatura provincial era por entonces opositora (“cruda”).
33.
“Sarmientista”, EM VI, 286 (19 de julio de 1868): p. 1, c. 2.
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35.
EM I, 1 (24 de mayo de 1863): p. 4, c. 1.
36.
“Hacerse un retrato costaba entre 100 y 200 pesos, el equivalente a 4.000 metros de
tierra”, informa Andrea Cuarterolo en “El retrato fotográfico en la Buenos Aires deci-
monónica. La burguesía se representa a sí misma”, Varia Historia XXII, 35 (enero-junio
de 2006): p. 41, en http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0104
-87752006000100003 [acceso: 19/12/2016].
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por completo esta situación. Este formato, patentado por André Adolphe
Disdéri en Francia, en 1854, suponía dos grandes transformaciones en el
registro, la circulación y el consumo de las imágenes: el primero, que por
su tamaño (de unos 6 x 10 cm) la imagen obtenida podía montarse sobre
soportes pequeños y variados, como una tarjeta; el segundo, que la técnica
permitía realizar varias copias de una misma imagen (abaratando, al
mismo tiempo, los costos para obtener un retrato). A principios de la dé-
cada de 1860 la carte de visite se popularizó en ambas Américas y varios
establecimientos fotográficos de Buenos Aires incluían esta novedad entre
sus productos. Entre ellos, el del Profesor Sigismundo.37
La portabilidad y la reproductibilidad asociadas a la carte de visite abrieron
la fotografía a la representación de la individualidad burguesa, y la represen-
tación de sus instituciones más emblemáticas, la familia y el matrimonio, así
como de los valores de la educación, el trabajo y los logros individuales.38 El
Mosquito redobló la apuesta, porque a partir de sus propuestas, el republi-
cano público del Río de la Plata podía ser rey: sus lectores, equiparados por
un mismo espacio de circulación y por un mismo formato, podían acceder y
podían consumir tanto las imágenes reproducidas y simpáticamente defor-
madas de los soberanos de Europa, como las suyas propias. Al mismo tiempo
y en un gesto complementario, obtener la “prima” de retratos para los sus-
criptores, los colocaba a resguardo de la sátira: les aseguraba que, comprán-
dolo, no se verían bajo la forma de la caricatura. O al menos, no sin
consentimiento. Algunos meses después de la salida del periódico, un nuevo
aviso multiplicaba las posibilidades de consumo de imágenes:
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37.
Sobre la historia de la fotografía en la Argentina y sobre los usos del retrato fotográfico
en esta época, véase Verónica Tell, “La fotografía en la construcción de relatos de la mo-
dernización argentina (1871-1898)” (tesis doctoral, Universidad de Buenos Aires, Fa-
cultad de Filosofía y Letras, 2009).
38.
Véase Andrea Cuarterolo, op. cit.; André Toral, Imagens em desordem. A iconografia
da Guerra do Paraguai (1864-1870) (São Paulo, Universidade de São Paulo, Faculdade
de Filosofia, Letras e Ciências Humanas, 2001).
39.
EM I, 27 (21 de noviembre de 1863): p. 1.
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La oferta de cartes de visite era entonces algo más que la imitación dibu-
jada de las novedades fotográficas. Con dos series simultáneas en juego
(retratos en caricatura de soberanos y retratos realistas para los suscripto-
res que cumplían con sus pagos), las tarjetas se cruzan. Aunque los datos
sobre una “furiosa moda” de los “regalos en broma” en 1863 no abundan
en la prensa de la época, el recurso no debió fracasar, porque siete años
más tarde –en un momento fundamental de su historia, cuando un nuevo
dibujante se haría cargo de la gerencia y dirección de El Mosquito–, la
oferta reapareció.40
Al invitar al público a consumir y a apropiarse de sus retratos y cari-
caturas impresas, el periódico proponía deliberadamente una doble
oferta, y un doble régimen de representación. Este doble régimen marcó
a El Mosquito desde sus inicios, y explicitó su deseo de construirse al
mismo tiempo como espacio satírico y espacio de consagración. El último
paso para consolidar su dominio en este terreno sería el deslinde entre
esos dos territorios. Por eso, cuando algunos años más tarde El Mosquito
presentaba a La Nación Argentina como su “competidora”, con el ar-
gumento de que cuando Bartolomé Mitre asumiera su dirección el perió-
dico tendría “caricaturas ambulantes”, hacía algo más que producir un
efecto jocoso y agresivo sobre el diario al que recibía como competidor
(fig. 16). La Nación de Mitre, parece expresar la lámina, no sería sino
una “caricatura involuntaria”. Al construir esa escena, El Mosquito logra
mostrar el rol que lo define como el único medio capaz de deslindar re-
tratos y caricaturas, y de administrar la distancia y las afinidades que
van y vienen de unos a otras.
Ernst Hans Gombrich asegura que la tarea del caricaturista “puede en-
señarnos un nuevo código de reconocimiento”.41 La viñeta de El Mosquito
––––––
40.
El texto que promocionaba el nuevo “regalo” era el siguiente: “GRAN NOVEDAD /
Un ciento de cartas de visita, Retratos caricaturados litográficos – por 150 pesos el
ciento. // El señor Stein se encarga de sacarlos del natural ó de una simple litografía. /
Todos los días desde la una á las 5 de la tarde. / CALLE VICTORIA 228 (altos) / Ge-
rencia del Mosquito. // Lecciones de Dibujo // Dibujos y retratos de toda clase” (EM
VII, 383 [1 de mayo de 1870]: p. 11). El número suelto del periódico costaba $ 5; la
suscripción mensual, $ 20 m/c. La dirección que se indica corresponde a la casa de Henri
Stein, donde se ubicaban también las oficinas del periódico.
41.
Ernst Gombrich, “El descubrimiento visual por el arte” [1982], en La imagen y el ojo.
Nuevos estudios sobre la psicología de la representación pictórica, trad. de Alfonso
López Lago y Remigio Gómez Díaz (Madrid, Alianza Editorial, 2002): p. 29.
UN CHARIVARI PORTEÑO 69
16. El Mosquito VI, 357 (21 de noviembre de 1869): p. 3. Caricatura firmada “H. Stein”.
Debajo de la imagen se lee: “Próxima transformacion de la NACION ARGENTINA
en rival del Mosquito. / –¡Al baratillo, al baratillo! –Un peso! la Nacion! con carica-
turas! –La Nacióooon! un peeeeso! –Gran rebaja de precio! Ochenta por ciento
menos que el año pasado! Un peso! con caricaturas… ambulantes”.
Por esos días, La Nación Argentina experimentaba un proceso de reorganización
empresarial y política: pasaba de manos de José María Gutiérrez a Bartolomé Mitre,
quien pocas semanas antes había dejado la presidencia de la nación. En la imagen
pueden identificarse, de izquierda a derecha: un hombre petiso, Nicolás Avellaneda;
una mujer (posiblemente Delfina Vedia de Mitre, esposa de Bartolomé y colabora-
dora del periódico); José María Gutiérrez; Bartolomé Mitre (al centro), y flanqueán-
dolo, Rufino de Elizalde (periodista y accionista de la sociedad que constituyó la
nueva empresa) y Juan Chassaing (periodista y organizador del mitrista “Club del
Pueblo”). La escena, ubicada en la calle, deja adivinar el frente de la casa de Mitre,
donde funcionaba también la imprenta del diario.
parece confirmar esta hipótesis, y mostraría que, tras seis años de existen-
cia, el semanario no necesitaba explicar sus chistes, y daba por descontado
que la caricatura se había convertido ya, para su público, en una forma de
percepción de la política y de los discursos contemporáneos que se entra-
man en ella. Esta forma ya no necesitaba ser enseñada ni explicada, porque
sus lectores la manejaban con soltura.
70 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
Usos y experimentos
Cuando nació El Mosquito nadie creía que viviera un mes.
––––––
43.
Ernst Gombrich, “The Cartoonist’s Armoury”, en Meditations on a Hobby Horse and
other essays on the theory of art (Londres, Phaidon Press, 1963) [trad. española de José
María Valverde: Meditaciones sobre un caballo de juguete (Barcelona, Debate, 1998)].
74 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
Cambios de imagen
Hacia 1867 Meyer había desplegado toda esa gama de apelaciones visuales
en las páginas del periódico, y junto con Choquet y Wilde, desde la parte
verbal, había logrado capitalizar esas propuestas para sostener la regularidad
76 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
24. El Mosquito II, 61 (16 de julio de 25. El Mosquito IV, 252 (17 de noviembre
1864): p. 3. Caricatura inicialada de 1867): p. 3. Caricatura firmada
“H. M.” “J. Monniot”.
Sobre la imagen: “¡Pobre República El retrato combina resonancias carica-
Oriental!”. Debajo de la imagen: “O turescas con una matriz compositiva
vos omnes qui transitis per viam, similar a la de las alegorías manieris-
attendite et videte si est dolor sicut tas de Giuseppe Arcimboldo.
dolor meus…” [texto litúrgico coral Sobre la imagen: “El Mosquito”.
que se entona en Semana Santa: ‘Uds., Debajo de la imagen: “La cabesa [sic]
todos los que pasan por la vida, de- de la República”. En los dos mechones
ténganse y vean si hay dolor como el sobre la frente de Bartolomé Mitre:
mío’]. La imagen de la “República / Argentina”. Entre los
República, codificada sobre la de la personajes sobre la cabeza de Mitre:
Virgen Dolorosa (véase la pose y los alegoría de la República (en la parte
puñales sobre el corazón). Cada puñal central); alegoría de “El Mosquito”
lleva el nombre de uno de sus siete (con cola de diablo y entre “ceja y
dolores: a la izquierda, de arriba ceja”, sobre el perfil); caricatura de
abajo: “ladrones”, “mediaciones”, Francisco Solano López (en la oreja,
“partido blanco”, “discordia”; a la haciendo “pito catalán”); Pedro II de
derecha, de arriba abajo: “Aguirre”, Brasil (sobre el pómulo, apuntando
“Berro”, “Calvo y Cía.”. con el dedo a López); José M. Gutié-
rrez (sobre la punta de la nariz). Otros
cuatro personajes sin identificar (boca,
ojo, comisura del labio, frente sobre
“El Mosquito”).
UN CHARIVARI PORTEÑO 77
27. El Mosquito II, 95 (11 de marzo de 1865): p. 3. Caricatura firmada “H. Meyer”.
Sobre la imagen: “El Paraguay y el Brasil, queriendo arreglar sus cuestiones, toman
por árbitro á don Bartolo”. Debajo de la imagen, a la izquierda: “Historia. / Un lobo
sostenía que era robado / Por un zorro vecino muy malvado. / Y ante un mono muy
lince y nada bobo / El lobo acusa al zorro de este robo /…… /…….. / Os conozco
hace tiempo camaradas, / Dijo el mono à las partes concertadas / Pues tú, lobo, te
quejas sin motivo / Del zorro, que es ladrón, pero muy vivo / Visto la causa, pues,
que se consulta / Os impongo á los dos pagar la multa. // El Mosquito”.
A la derecha, versión en francés: “Fable. / Un loup disait que l’on avait volé, / Un re-
nard, son voisin, d’assez mauvais vie / Pour ce prétendu vol par lui fut appelé / de-
vant le singe il fuit plaidé / ... / … Je vous connais de longtemps, mes amies / Et tout
deux paierez l’amende. / Car toi, loup, tu te plains quoiqu’on ne t’ai rien prit / Et toi,
renard, as pris ce que l’on le demande. / La Fontaine”.
––––––
44.
Posiblemente, tras la mudanza la imprenta comenzó a funcionar en la calle Corrientes
52. Las oficinas del periódico se mantenían en Europa 184 (actual calle Carlos Calvo).
EM IV, 177 (7 de octubre de 1866).
45.
“Despedida provisoria”, EM IV, 199 (10 de marzo de 1867): p. 1, cc. 1-3.
80 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
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46.
“Correspondencia de Europa”, EM V, 220 (20 de junio de 1867): p. 1, cc. 1-3.
82 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
Un Mosquito diario
En el mismo número en el que comunicó la partida de Meyer, El Mosquito
anunció su reemplazo por un nuevo dibujante, Adam, cuyo lápiz venía a
desafiar la percepción de los lectores con un estilo que, si bien reconocía
la misma matriz francesa, tenía un estilo propio, y producía una ligera per-
turbación sobre una trama visual que Meyer había creado en soledad a lo
largo de cuatro años.
A partir del momento en el que Adam ingresó al semanario, El Mosquito
dejó de autodenominarse “periódico satírico burlesco” para convertirse en
“periódico semanal satírico burlesco”. Ese subrayado de la frecuencia se-
manal anunciaba un nuevo proyecto. El ingreso del nuevo dibujante acom-
pañó la decisión de agregar al semanario una edición diaria con el mismo
título, que se publicaría de martes a sábados y que se asimilaría, en muchos
aspectos, a los diarios políticos contemporáneos. En tanto, los domingos
El Mosquito conservaría su formato habitual con imágenes, con lo cual an-
ticipa de alguna manera los suplementos o revistas semanales que los diarios
porteños recién incorporararían bien entrado el siglo xx. Aquí, sin embargo,
la incorporación se daba con la lógica inversa: el éxito del semanario ilus-
trado hacía surgir al diario –el “periodiquito”, tal como lo nombra la re-
dacción–, que se constituía así, de hecho, en el “suplemento”.
La versión diaria de El Mosquito fue parte de sus estrategias de valora-
ción de la imagen impresa y de diversificación de la sátira. El experimento
sobrevivió pocas semanas. El plan inicial de la convivencia entre una ver-
sión diaria y una dominical alcanzó a cumplirse durante casi un mes y, con
ciertas variaciones, se prolongó entre abril y septiembre de 1867. La idea
era ambiciosa y se intentaba por primera vez en el ámbito local. El énfasis
puesto en un doble régimen de circulación –un diario sin imágenes cinco
días a la semana y una edición dominical que mantenía el formato ante-
rior– se reforzaba con un sistema de doble numeración independiente para
los números diarios y para el semanario (que conservaba su numeración
habitual), y daba lugar además a un sistema diversificado de suscripciones
(según los suscriptores quisiesen agregar el diario a la suscripción, mante-
ner solo la semanal, o se incorporasen como nuevos suscriptores).47 La
aparición del prospecto hizo evidente también este doble régimen, ya que
se publicó como parte del cuerpo del semanario dominical, en su edición
del 31 de marzo de 1867, y también en formato suelto. Si bien esta práctica
no es inusual, las diferencias entre ambas versiones sí lo son. En el pliego
UN CHARIVARI PORTEÑO 83
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47.
Se vendía por 30 pesos en total (el semanario venía ofreciéndose a 20 pesos mensuales).
Los suscriptores del semanario podían optar por recibir el diario por 10 pesos adicionales
o recibir solo el semanario dominical.
84 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
––––––
48.
Al dar la noticia de su salida, algunos diarios registraron este punto. Así El Nacional,
por ejemplo, asocia el fin de lucro a la evolución del mosquito en tábano:
“El Mosquito. Tomando mayores proporciones se presenta hoy al publico.
Cansado de ser periódico se ha convertido en diario, ó mas bien dicho no queriendo se-
guir siendo ‘Mosquito’ se transforma en Tabano.
Sus Redactores se han dicho dando picotones cuatro veces al mes, no hacemos nada, es
preciso que este ‘Mosquito’ pique todos los días; ó de otro modo vendiéndolo solamente
los Domingos apenas nos alcanza para almorzar vendiéndolo todos los días tal vez sobre
para comer.
Es indudable; es preciso criticar y hacer farsa de cualquier modo ó lo que es lo mismo,
es necesario obtener dinero de cualquier manera.
Ya saben nuestros lectores: el Mosquito como el sol, saldrá todos los días, exceptuando
los nublados, es decir, los siguientes a los de fiesta.
La suscricion no puede ser mas módica, cada numero del nuevo diario solo costara un
peso.
Si uno no se rie de si mismo, es imposible encontrar algo de que reírse a mas bajo precio”.
(“Crónica local”, El Nacional XVI, 6210 [1 de abril de 1867]: p. 3, c. 8).
UN CHARIVARI PORTEÑO 85
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60.
Durante las guerras del Peloponeso, cuando Artajerjes II Memón, rey de los persas, envió
una serie de regalos al médico griego Hipócrates, requiriéndole que atendiera a a sus
tropas, diezmadas por una epidemia. La anécdota refiere que Hipócrates rechazó los
“donativos” sin siquiera mirarlos. A fines del siglo XVIII, Anne-Louis Girodet de Roussy-
Trison firmó un óleo que representa la escena, Hippocrate refusant les presents d’Arta-
xerxés (1792). Si bien la caricatura no se asemeja a esta obra (en ella toda la escena tiene
un dinamismo marcadísimo, la luz se ubica de manera focalizada en un eje diagonal,
que va del rictus de rechazo de Hipócrates al oro que desplaza con su propio pie) su
título parece un calco de aquella. El modelo de Monniot, desde ya, podría no ser este
óleo, sino algún otro, o una ilustración impresa que no conocemos. En cuanto a la refe-
rencia de coyuntura, la caricatura alude a la subvención que el gobierno nacional otor-
gaba al diario que, de hecho, era su vocero (acusación que se explicita, en solfa, a vuelta
de página del periódico: véase “Picotones”: p. 4, c. 2).
UN CHARIVARI PORTEÑO 91
acontecimientos. Glosas, citas, paráfrasis y copias son, por eso, los grandes
procedimientos de escritura de los periódicos europeos y americanos de la
época. En el caso de las ilustraciones, estos recursos adquirían valores dis-
tintos. Todavía en 1860, las marcas europeizantes –ya en valor, ya en es-
tilo– podían acrecentar el valor de las ilustraciones reproducidas en los
periódicos rioplatenses. La “copia con diferencia” era, en estos términos,
una operación también frecuente: pequeños detalles podían agregarse o
erosionarse, ya sea por recorte o por recontextualización de las imágenes
92 PRENSA, POLÍTICA Y CULTURA VISUAL
De nuevo semanario
No siempre el atractivo de las imágenes alcanzaba para convocar suficien-
tes lectores. A principios de septiembre de 1867, el experimento del perió-
dico bisemanal tampoco pudo sostenerse y desde su número 241, El
Mosquito volvió a ser un semanario dominical.62 Los cambios, sin em-
bargo, no se detuvieron. A mediados de noviembre, las oficinas del sema-
nario se trasladaron a la Imprenta del Plata.63 Un mes después, Monniot
dejó de ilustrar sus páginas y fue reemplazado por un nuevo caricaturista,
Ulises Advinent. Con el nuevo año, las oficinas se trasladaron una vez más,
y regresaron a la calle Potosí. En marzo se ubicarían en su imprenta, en
Corrientes 52. Esta nueva ubicación era el primero de una serie de intentos
por asentar el periódico. El Mosquito celebraba el regreso, comentaba
su voluntad de “quedarse ahí por un tiempo”, y aconsejaba a los lectores
–¿confundidos ante tantas mudanzas, estimaría la dirección de la em-
presa?– concurrir allí para comprar números sueltos y suscribirse.64
La trayectoria del nuevo dibujante, por lo demás, mostraba hasta qué
punto ser caricaturista podía resultar una especialización laboral impen-
sada, un divertimento eventual y, en todo caso, un oficio de medio tiempo.
Se sabe que el reemplazante de Monniot, Advinent, era pianista (o, al
menos, que lo era como aficionado) y que podría haber llegado a Buenos
Aires hacia 1860. El 15 de diciembre de 1867, firmó su primera caricatura
en El Mosquito (fig. 36), y en los meses siguientes dibujó también algunas
láminas de El Correo del Domingo.
El 29 de abril de 1868, Advinent acompañó al famoso pianista itinerante
Louis Moreau Gottschalk, ejecutando uno de los catorce pianos reunidos
para interpretar un arreglo de la gran marcha (posiblemente la “Marcha
Húngara”) de Fausto en el Teatro Colón. En julio del mismo año, dedicó
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61.
A principios de septiembre de 1868, el Diario do Povo, de Río de Janeiro, publicita los
servicios de “Jules Monniot / Artista em Pintura / Recentemente chegado da Europa”,
quien se ofrece para ejecutar retratos al óleo y dar lecciones de dibujo en colegios o bien
clases particulares. Diario do Povo (3 de septiembre de 1868): p. 4; el aviso se reitera
hasta el 15 de septiembre.
62.
“Una vez por semana”, EM V, 241 (1 de septiembre de 1867): p. 1, c. 1. En este artículo
breve, colocado en el lugar del editorial, el periódico reseñaba los cambios de frecuencia
y formato que había ensayado en los últimos meses y reclamaba a sus suscriptores, sin
tanto humor, apoyo económico para sus iniciativas.
63.
La nueva oficina estaba en Cangallo 89 (actual calle Tte. Gral. Juan D. Perón).
64.
EM V, 265 (1 de marzo de 1868): p. 1.
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