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¿Qué fue la última dictadura militar argentina?


La última dictadura militar argentina, también llamada Proceso de
Reorganización Nacional, fue una dictadura cívico-militar que tuvo
lugar en la Argentina entre 1976 y 1983.
El gobierno dictatorial se estableció tras el golpe de Estado que el 24
de marzo de 1976 derrocó al gobierno de María Estela Martínez de
Perón. Su primer presidente de facto fue el general Jorge Rafael
Videla.
La dictadura se propuso reorganizar de raíz la sociedad y
la economía argentinas, disciplinar a los sectores populares y evitar
que el país «cayera en manos del comunismo internacional». Por eso
se autodenominó «Proceso de Reorganización Nacional».
La dictadura llegó a su fin el 10 de diciembre de 1983 con la asunción
de Ricardo Alfonsín al frente de un gobierno democrático elegido en
las elecciones del 30 de octubre de ese año.

Características políticas y sociales


Para alcanzar esos objetivos, el gobierno de facto encarceló a la
presidenta y a algunos de sus ministros, clausuró el Congreso,
proscribió a los partidos políticos, disolvió la Corte Suprema de la
Nación, intervino los sindicatos y suspendió el derecho de huelga.
También censuró revistas, películas, libros y programas de radio y
televisión.
Con la excusa de que era necesario exterminar a los grupos
guerrilleros (ERP y Montoneros), la dictadura implementó una
represión ilegal que dejó miles de desaparecidos, la mayoría de los
cuales fueron torturados en centros clandestinos de detención y luego
asesinados. Las víctimas de la represión ilegal incluyeron no sólo a
guerrilleros, sino también a sindicalistas, docentes, estudiantes,
periodistas, artistas, monjas, sacerdotes, catequistas y activistas
sociales.
Las tareas de inteligencia y secuestro fueron llevadas a cabo por
grupos de tareas formados por policías y militares que
actuaron ilegalmente, ya que no contaban con órdenes judiciales que
avalaran sus acciones.

La política económica de Martínez de Hoz


La política económica de la dictadura quedó en manos del
ministro José Alfredo Martínez de Hoz, quien puso en marcha
un programa neoliberal que redujo la intervención del Estado en la
economía y que alentó la libre competencia entre empresas.
Otras medidas fueron la disminución de los impuestos a
las importaciones, la reducción del déficit fiscal y la toma
de préstamos en el exterior para organizar el Mundial de Fútbol de
1978.
Los salarios fueron congelados, lo que en un contexto de inflación alta
significó que cayeran en un 40 % aproximadamente. La prohibición de
huelgas y movilizaciones callejeras evitaron las protestas sindicales.
Las medidas impulsadas por Martínez de Hoz provocaron un shock de
confianza entre inversionistas locales y extranjeros, que operaron con
mínimo riesgo, debido al establecimiento de una garantía estatal para
los depósitos bancarios. También se produjo una
importante expansión del consumo, sobre todo de productos
extranjeros que inundaron el mercado interno ante la reducción de las
barreras arancelarias.
Durante 1980, la especulación llevó a la quiebra de varios bancos y
financieras. Al año siguiente los precios de los productos de primera
necesidad aumentaron vertiginosamente y la deuda externa pública se
disparó. Estos factores, sumados a la suba de la cotización del dólar y
la quiebra de industrias cuyos productos no podían competir con los
importados, provocaron una crisis económica que el gobierno no supo
controlar.

La Guerra de Malvinas y el fin de la dictadura


A principios de 1982 la dictadura afrontaba fuertes presiones internas
y externas. Para perpetuarse en el poder, el gobierno de facto,
presidido por Leopoldo Fortunato Galtieri, tomó por la fuerza las islas
Malvinas, que Gran Bretaña usurpaba desde 1833. Así se inició la
guerra de Malvinas, que finalizó en derrota. Esta situación terminó de
desestabilizar a la dictadura y, como consecuencia, se convocó
a elecciones generales para octubre de 1983.
El encargado de conducir ese proceso de transición fue el
general Reynaldo Bignone, quien promulgó una ley de autoamnistía,
que consideraba libres de culpa y cargo a aquellos que hubieran
cometido delitos contra los derechos humanos entre 1976 y 1983.
Las elecciones del 30 de octubre fueron ganadas por el radical Raúl
Ricardo Alfonsín, quien asumió la presidencia el 10 de diciembre de
1983.
Consecuencias de la dictadura:
Las principales consecuencias que la dictadura dejó en la sociedad, la
economía y la cultura argentina, fueron las siguientes:

 La desaparición forzada de miles de argentinos y la partida


forzada o voluntaria al exilio de otros tantos. Los organismos
de derechos humanos estiman en 30.000 el número de
desaparecidos mientras que el Informe de la Conadep registró
en 1984 unas 9.000 desapariciones forzadas.
 El incremento de la deuda pública argentina, que trepó desde
los casi 8.000 millones de dólares en 1978, hasta los 40.000
millones en 1982.
 La quiebra de varios bancos y entidades financieras, así como
el cierre de numerosas industrias como consecuencia de la
aplicación de la política económica de Martínez de Hoz.
 El reconocimiento internacional alcanzado por organismos de
defensa de los derechos humanos, en especial Madres de
Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo. Esta última
asociación dedicó sus esfuerzos a encontrar a los bebes y
niños secuestrados por los grupos de tareas con el fin de
devolverles su verdadera identidad.
 El declive del peronismo, que por primera vez en su historia
perdió elecciones presidenciales en las que pudo participar sin
restricciones ni proscripciones.

Gobierno de Raúl Alfonsín


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Alfonsín siempre será recordado como el padre de la democracia en
Argentina. Su desempeño como presidente en la década del ochenta,
su perseverancia y su constancia para trasmitir al pueblo los valores
democráticos y su importancia abalan esta percepción del pueblo
argentino sobre su persona. Se convirtió en el símbolo de la
democracia al ser elegido por voluntad popular tras siete años de
gobierno militar, período en el que se escribieron algunas de las
páginas más oscuras de la historia argentina, y por su incansable
actitud democrática ante sucesos políticos y sociales en los que a
veces podría resultar más “cómodo” actuar de forma autoritaria.
Su rol como “padre de la democracia argentina” se inmortalizó durante
su presidencia entre 1983 y 1989, en la que derogó la autoamnistía,
decretada por los militares durante el gobierno de facto, y creó la
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP).
Su primera acción como presidente fue la sanción de dos decretos: el
157/83 y el 158/83; el primero ordenaba enjuiciar a los dirigentes de
las organizaciones guerrilleras ERP y Montoneros, el segundo
ordenaba procesar a las juntas militares que dirigieron el país durante
el golpe militar iniciado el 24 de marzo de 1976.
Como resultado del juicio, se dictó la sentencia y se condenó a Jorge
Videla y Eduardo Massera a reclusión perpetua, a Roberto Viola a
diecisiete años de prisión, a Armando Lambruschini a ocho años y a
Orlando Agosti a cuatro años de prisión. Por las características que
tuvo, la condena a las juntas militares realizada por un gobierno
democrático constituyó un hecho sin precedentes en el mundo, que
contrastó fuertemente con las transiciones negociadas que tuvieron
lugar en aquellos años en Brasil, Chile, España, Portugal, Sudáfrica y
Uruguay.
Se transformó en un símbolo de la democracia en Argentina y en
América Latina, y se lo considera el “arquitecto de la política argentina
moderna, democrática y plural”. Es reconocido como tal por propios y
ajenos, por sus valores democráticos y su apego a la Constitución,
que no solo profesó, sino que también ejerció mientras estuvo al frente
del Poder Ejecutivo. Durante todo su mandato respetó el federalismo,
sin intervenir provincias y sin cercenamientos políticos, funcionales ni
presupuestarios para con los gobernadores justicialistas, que eran
mayoría durante su Gobierno, a todos los cuales trató de forma
igualitaria y sin reservas de ninguna índole.
Con convicción republicana, honró la independencia de poderes y
reforzó la independencia del Poder Judicial ofreciendo a Ítalo Luder, su
oponente en las elecciones presidenciales de 1983, la presidencia de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Además, respetó la libertad de información y expresión, de manera tal
que designó al periodista Campolongo, quien era un militante
justicialista, en la Secretaría de Difusión de la Presidencia, dando más
muestras de pluralismo democrático.
Debió soportar doce huelgas de trabajadores, en las que no acusó de
destituyentes a los dirigentes gremiales que las promovían y procedió
en absoluto respeto al derecho de huelga y petición a las autoridades.
A pesar de los disturbios durante el cierre de su mandato, gobernó sin
decretar estado de sitio, manteniendo con plena y permanente
vigencia las garantías constitucionales y libertades cívicas.
El país se encontraba en una situación de convulsión social y
económica ante la que demostró que el país estaba por sobre su
persona y, con una profunda actitud cívica, no dudó en dejar su lugar
de privilegio –la presidencia de la República- y optó por preservar la
continuidad del sistema y los beneficios de la libertad para su pueblo,
garantizados por la Constitución Nacional.

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Características
El doctor Raúl Alfonsín logró el triunfo electoral en 1983 con el apoyo
de su partido, pero también con un nutrido electorado de variado
origen. Esta realidad, lo llevó más tarde a dar a interpretar el resultado
electoral como una proyección en la posibilidad de crear un "Tercer
Movimiento Histórico". Imaginó un liderazgo que hegemonizara una
confluencia entre su partido, sectores peronistas y de otras
extracciones, como en su momento habían sido el Yrigoyenismo y el
Peronismo.
El 10 de diciembre de 1983 Raúl Alfonsín asumió la presidencia de la
Nación, su gobierno enfrentó dos grandes grupos de problemas: la
consolidación de la democracia y la difusión de la misma hacia todos
los ámbitos de la sociedad y la relación con las Fuerzas Armadas; y la
obra general de gobierno condicionada por la inflación y la crisis de la
deuda.
El gobierno de Alfonsín tenía detrás de sí una fuerza nueva: la civilidad
que había votado su propuesta de construir un Estado de Derecho, al
cual los poderes corporativos (FF. AA., Iglesia y Sindicatos) deberían
someterse y consolidar un sistema político que resolviera los conflictos
de una manera pacífica, ordenada, transparente y equitativa.
La civilidad vivió la euforia y la ilusión de que la democracia por sí sola
resolvería los problemas económicos y sociales imponiéndose
pacíficamente a los poderosos intereses establecidos que se le
oponían. El gobierno en su diagnóstico de la crisis consideró que los
problemas económicos eran menos significativos que los políticos: lo
fundamental era eliminar el autoritarismo y encontrar los modos
auténticos de representación de la voluntad ciudadana: se propendió a
la libertad de expresión, a la libertad de opinión, se buscó una
sociedad de participación, el pluralismo y el rechazo de los
dogmatismos. Se realizó un programa de alfabetización masiva, el
congreso pedagógico, la eliminación de la censura en las actividades
artísticas. Hubo profundas transformaciones en la universidad y en el
sistema científico. Volvieron los intelectuales del exilio ocupando los
medios de comunicación y se los empleó como asesores o
funcionarios técnicos. En el campo de las relaciones individuales se
promovió la ley de divorcio vincular y la patria potestad compartida.
Ese primer periodo de la presidencia de Alfonsín, caracterizado por un
gran apoyo de la población y un clima generalizado de optimismo, se
conoce como "primavera alfonsinista" (también como "primavera
democrática") y se extendió hasta el 4 de diciembre de 1986 cuando
Alfonsín anunció la Ley de Punto Final, lo que provocaría el 19 de
diciembre una protesta de 50.000 personas, siendo igual promulgada
el 24.
Política económica y social
La situación económica y social en la que Alfonsín asumió el gobierno
era realmente desfavorable, interna y externamente. En 1982 estallaba
la crisis de la deuda latinoamericana, ante la moratoria de México y la
negativa de los acreedores a refinanciar préstamos, así como la
exigencia de que la deuda se cancelara con los activos de los Estados
deudores. Internamente, la deuda externa argentina había pasado de
7875 millones de dólares al finalizar 1975, a 45 087 millones de
dólares al finalizar 1983. Por otro lado el retraso salarial y la pobreza,
que había aumentado del 5 % en 1975 al 21 % en 1982, anticipaban
grandes presiones sociales una vez reconquistada la democracia.
Para América Latina, la década de los años ochenta fue conocida
como la década perdida.
Política laboral
Uno de los pilares del discurso de Alfonsín que lo llevó a la victoria en
1983 fue la denuncia de un supuesto "pacto sindical-militar". La
denuncia estaba orientada a identificar al peronismo con el
autoritarismo y a subsumir al sindicalismo en el peronismo. Siete días
después de asumir el gobierno Alfonsín abrió la confrontación con los
sindicatos, enviando al Congreso, sin consulta ni diálogo alguno, un
proyecto de reforma sindical conocido como "ley Mucci", con el
objetivo de incluir a las minorías en los organismos de dirección de los
sindicatos. El proyecto fue aprobado por la Cámara de Diputados, pero
rechazado por la Cámara de Senadores, dominada por la oposición
peronista que controlaba la CGT.
Crisis del sistema eléctrico
El sector eléctrico argentino experimentó una seria crisis en el año
1988. La escasez de electricidad había comenzado en abril de 1988
por lo que se realizaron cortes del servicio eléctrico. En ese mes, se
hicieron cortes rotativos de 5 horas por turno. Con la llegada del
verano, y el esperable aumento de la demanda, los problemas se
agravaron a lo que se sumaron varios incidentes: salió de servicio la
central nuclear de Atucha I, fallaron dos bombas de la central
hidroeléctrica de embalse del Río Tercero y un incendio en La Pampa
afectó líneas de transporte desde la central de El Chocón.
Plan Alimentario Nacional
Alfonsín implementó el «Plan Alimentario Nacional» (PAN), que se
hizo conocido por su Cajas PAN, como solución de emergencia para
afrontar el hambre y la pobreza.
Plan Austral
El Plan Austral fue un programa argentino de estabilización monetaria
que se inició en junio de 1985, fue del tipo "política de shock" y logró
contener la inflación rápidamente sin frenar el crecimiento económico.
El programa terminó en los hechos cuando hacia 1988 un rebrote
inflacionario forzó a crear un nuevo programa, conocido como "Plan
Primavera", que no lograría evitar la Hiperinflación argentina de 1989 y
1990, que terminaría en la renuncia de Alfonsín y en una transición
adelantada al presidente electo Carlos Menem. Las medidas incluidas
en el plan eran: control de los precios de los productos y tarifas delos
servicios públicos, congelamiento salarial y no emisión monetaria. Se
pretendía así detener la inflación que crecía por entonces un 1%
diario. Muchas de esas medidas eran condiciones que el FMI exigía
para continuar las negociaciones que llegaron a buen puerto
cuando Alfonsín firmó con esa entidad un acuerdo de
reescalonamiento del pago de la deuda externa que vencía ese año y
el otorgamiento de un crédito suplementario de 4.200 millones de
dólares, pese a que en los primeros meses de su gobierno promovió la
creación de una comisión legislativa para que estableciera el monto de
la deuda legítima y a que intentó no negociar el pago de ella
solamente con el FMI, acudiendo al Banco Mundial ,a Club de Paris, al
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y a la banca privada. El
éxito inicial del Plan Austral se reflejó en las elecciones legislativas de
noviembre de 1985. Pero a fines del 86 el Plan Austral dio muestras
de agotamiento. El austral comenzó a desvalorizarse fuertemente con
respecto al dólar en el mercado de cambió. La inflación volvió a trepar
mientras que la recesión y los conflictos sociales se agravaban más y
más. Ante esta situación, se opté por el abandono de tos estrictos
controles y por la liberalización económica. Esto significó el
rompimiento con el modelo de economía semi cerrada puesto en
marcha desde hacía medio siglo y la apertura del mercado a los
productos extranjeros, acompañada por la reforma del Estado.
Política de justicia, defensa y seguridad
El gobierno de Alfonsín debió enfrentar el problema de la transición a
la democracia en un país con una larga tradición de gobiernos
militares que había llegado al terrorismo de estado y la guerra.
El 15 de diciembre de 1983 el presidente Alfonsín sancionó los
decretos 157/83 y 158/83. Por el primero se ordenaba enjuiciar a los
dirigentes de las organizaciones guerrilleras ERP y Montoneros; por el
segundo se ordenaba procesar a las tres Juntas Militares que
dirigieron el país desde el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976
hasta la guerra de las Malvinas.
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP)
El 15 de diciembre de 1983 el presidente Alfonsín creó la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), integrada
por personalidades independientes como Ernesto Sabato, Magdalena
Ruiz Guiñazú, Graciela Fernández Meijide, entre otros, con la misión
de relevar, documentar y registrar casos y pruebas de violaciones de
derechos humanos, para fundar el juicio a las juntas militares.
También el 15 de diciembre Alfonsín envió al Congreso un proyecto de
ley declarando nula la ley de autoamnistía N.º 22 924 dictada por el
gobierno militar. Una semana después el proyecto fue sancionado
como Ley N.º 23 040, la primera ley de la nueva etapa democrática. El
20 de septiembre de 1984 la CONADEP produjo su conocido informe
titulado Nunca Más y concurre a entregarlo al
presidente Alfonsín acompañada de una multitud de 70.000 personas.
El 4 de octubre de 1984 la Cámara Federal, un tribunal civil, toma la
decisión de desplazar al tribunal militar que estaba enjuiciando a las
juntas para hacerse cargo directamente del juicio. Los fiscales fueron
Julio César Strassera y Luis Gabriel Moreno Ocampo. El juicio se
realizó entre el 22 de abril y el 14 de agosto de 1985. Se trataron 281
casos.
El 9 de diciembre se dictó la sentencia condenando a Jorge Rafael
Videla y Eduardo Massera a reclusión perpetua, a Roberto Viola a 17
años de prisión, a Armando Lambruschini a 8 años de prisión y a
Orlando Ramón Agosti a 4 años de prisión. Por las características que
tuvo, la condena a las juntas militares realizada por un gobierno
democrático constituyó un hecho sin precedentes en el mundo, que
contrastó fuertemente con las transiciones negociadas que tuvieron
lugar en aquellos años en Uruguay, Chile, Brasil, España, Portugal y
Sudáfrica.
Relación con los militares
Durante el mandato de Raúl Ricardo Alfonsín, se sucedieron
constantes modificaciones en la cúpula de las tres Fuerzas Armadas,
especialmente en el Ejército Argentino. Como titular del Estado Mayor
Conjunto de las Fuerzas Armadas designó al teniente general Julio
Fernández Torres el día 16 de diciembre de 1983, tras realizar
apreciaciones personales respecto a hechos ocurridos durante el
último régimen militar se sucedió una crisis militar interna. El
presidente Alfonsín ordenó al ministro de Defensa Raúl
Borrás relevarlo, lo que se materializó el 4 de marzo de 1985 y fue
sucedido por el brigadier general Teodoro Waldner, quien asumió el 8
de marzo de ese año y cumplió funciones hasta el 11 de julio de 1989.
Carapintadas
Alfonsín sufrió tres levantamientos militares en Argentina entre 1987 y
1989 autodenominados Carapintadas debido al hecho de que se
presentaban con la cara pintada como en la guerra, desobedecieron
las instituciones constitucionales y la cadena de mando. Los
levantamientos fueron considerados como intentos de golpe de Estado
en los juicios de «copamiento de aeroparque» en 1988. El primero de
los levantamientos tuvo lugar en la Pascua de 1987.
El segundo alzamiento se produjo entre el 15 al 19 de enero de
1988 en la localidad correntina de Monte Caseros y el tercero durante
la presidencia de Alfonsín. El último de los alzamientos durante el
gobierno de Alfonsín tuvo lugar el 1 de diciembre de 1988, cuando
unos cuarenta y cinco oficiales de la unidad Albatros, un cuerpo de
élite de la Prefectura Naval Argentina saqueó de armas el arsenal de
las dependencias de Prefectura en Zárate, provincia de Buenos Aires,
y se rebeló. Alfonsín, a su regreso del exterior, consideró el problema
menor, al no provenir del Ejército, pero los rebeldes se trasladaron a la
Escuela de Infantería de Campo de Mayo, donde se sumaron a un
grupo de militares que coparon el cuartel.
Política de derechos humanos y civiles
Dentro de sus políticas sociales se destacan la ley de divorcio vincular
y la patria potestad compartida y la defensa de los derechos
humanos, Alfonsín se manifestó a favor de la despenalización del
aborto, sin embargo, no presentó ningún proyecto para evitar un cruce
con la Iglesia.
Patria potestad compartida
En Argentina, la patria potestad compartida había sido establecida en
1949, mediante la reforma constitucional realizada ese año. La
derogación de dichas reformas por proclama militar en 1956, y la
ratificación de dicha derogación por la Convención Constituyente de
1957, restableció la desigualdad de la mujer frente al hombre por
varias décadas más. En 1974 el Congreso volvió a establecer la patria
potestad compartida, pero la presidenta María Estela Martínez de
Perón vetó la ley. Básicamente los influyentes sectores conservadores
en Argentina argumentaban que la unidad de la familia exige que uno
de los cónyuges tenga "la última palabra", y que por razones culturales
y tradicionales, resultaba razonable que esa facultad fuera atribuida
por la ley al varón.
En 1985, durante el gobierno de Alfonsín se restableció la patria
potestad compartida, mediante la Ley 23.264, un derecho largamente
reclamado por las mujeres.
Ley de divorcio
La sanción definitiva del divorcio vincular sucedería durante el
gobierno de Raúl Alfonsín, esto fue realizado el 19 de agosto de 1986
se aprobó el proyecto de ley en la Cámara de Diputados y fue girado
al Senado que lo aprobó el 3 de junio de 1987. Fue promulgada el 12
de junio en el Boletín Oficial. La Iglesia católica, que mantuvo siempre
una tirante relación con el presidente Alfonsín, se mostró dividida
frente a la ley de divorcio. El sector más conservador, encabezado por
el entonces obispo de Mercedes, Emilio Ogñénovich, organizó una
procesión a Plaza de Mayo encabezada por la Virgen de Luján y ante
la escasa cantidad de asistentes, Ogñenovich acusó a los obispos
ausentes de haber traicionado el compromiso.
La Conferencia Episcopal Argentina discutió entonces la posibilidad
excomulgar a los legisladores que votaran la ley, pero la idea no
prevaleció, sin embargo, el obispo de Lomas de Zamora, monseñor
Desiderio Collino, excomulgó a los diputados de su diócesis, una vez
aprobada la ley, la Iglesia presionó al presidente Alfonsín para que la
vetara, pero ello no sucedió. Por otra parte, los sectores más abiertos
de la Iglesia, mantuvieron una posición crítica sin ser intolerante, como
el caso del obispo Justo Oscar Laguna que manifestó: "El divorcio es
un mal, pero es un mal para los católicos, y no podemos imponer en
una sociedad plural una ley que toca a los católicos. Son los católicos
los que tienen que cumplirla y no el resto".
Creación del Banco Nacional de Datos Genéticos
La Ley 23.511 es la norma que crea el Banco Nacional de Datos
Genéticos (BNDG) en Argentina. Se trata de un proyecto formulado
por Abuelas de Plaza de Mayo que fue aprobado por el Congreso de
la Nación en forma unánime en mayo de 1987. Esta ley permitió dar
validez legal a los análisis genéticos realizados y guardados en el
Hospital Durand, con el objetivo de resolver los conflictos por temas
filiatorios, sobre todo en el caso de los niños desaparecidos durante la
dictadura cívico-militar argentina. Por medio de la ley se estableció
que los tribunales debían realizar estudios genéticos a aquellos niños
de dudosa filiación y, en el caso de negación a este requerimiento,
podía considerarse como señal de complicidad en los secuestros de
los niños.
Creación del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas
La ley nacional n.º 23302 sobre Política Indígena y apoyo a las
Comunidades Aborígenes fue promulgada el 8 de noviembre de 1985
y creó para su aplicación el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas
como entidad descentralizada con participación indígena en el ámbito
del Poder Ejecutivo Nacional. Al momento de su creación, el instituto
dependía del entonces Ministerio de Salud y Acción Social.
Política de educación, ciencia y tecnología
En 1984, el presidente Raúl Alfonsín creó la Comisión Nacional de
Alfabetización Funcional y Educación Permanente (CONAFEP). Se
instrumentó el Plan Nacional de Alfabetización (PNA) diseñado por la
profesora Nélida Baigorria. Al asumir el gobierno los datos del censo
de 1980 indicaban un analfabetismo de 6,1 %. En el censo de 1991 el
analfabetismo se había reducido a 3,7 %, porcentaje similar al que
registran España y Canadá.
En 1988, el PNA de Argentina recibió el premio otorgado por la
Asociación Internacional de Lectura de la Unesco. En la Universidad,
reorganizó las universidades nacionales bajo los principios de la
Reforma Universitaria, básicamente garantizando la autonomía
universitaria plena, el cogobierno entre docentes, estudiantes y
graduados y la gratuidad de los estudios de grado.
Congreso Pedagógico Nacional de 1984-1988
En 1984, por la ley N.º 23.114, el gobierno radical de Raúl
Alfonsín convocó a un Congreso Pedagógico Nacional supuestamente
para atender las deficiencias del sistema educativo pero con el fin de
definir si la Educación Pública debía ser Estatal o no Estatal, de lo que
dependería si los colegios privados seguirían recibiendo apoyo
económico del Estado y si los padres de ingresos medios y bajos
podrían elegir el tipo de educación para sus hijos en escuelas de
gestión privada. Cabe tener en cuenta que en la Argentina viene de
lejos la antinomia educación pública-educación privada. Y durante
aquel Congreso pedagógico se enfrentaron dos enfoques respecto de
la misma.
Alfonsín confió la organización del congreso a su equipo educativo,
encabezado en 1984 por el ministro Carlos Alconada Aramburú, y el
diputado Adolfo Stubrin, ambos con enfoques estatistas. El enfoque
estatista era impulsado por radicales y comunistas; y el enfoque no
estatista, que finalmente fue el que triunfó, fue defendido por la
Conferencia Episcopal Argentina, el Partido Demócrata Cristiano, el
Partido Justicialista, la Unión del Centro Democrático, el Movimiento
de Integración y Desarrollo y una enorme movilización de padres de
familia que tenían a sus hijos en colegios privados. En aquella
convocatoria llegaron a participar 400.000 personas.
La asamblea nacional se realizó en Embalse de Río Tercero (Provincia
de Córdoba), en marzo de 1988 y luego del triunfo del enfoque no
estatista el gobierno de Alfonsín entró en crisis y a los pocos días una
huelga docente dejó sin clases durante dos meses a millones de
alumnos de escuelas estatales.
Ciencia y tecnología
La llegada de la democracia en 1983 eliminaría la persecución
ideológica, pero las políticas puestas en práctica por los distintos
gobiernos siguieron siendo de involución, y no se contó con un amplio
proyecto de desarrollo integral. El vacío económico, político y cultural
hizo imposible una política científica realista. Terminó la fuga de
cerebros por motivos políticos, pero recrudeció la debida a motivos
económicos, debido a los continuos ajustes y falta de oportunidades
de trabajo.
En 1984 Manuel Sadosky, como secretario de Ciencia y Tecnología,
promovió la creación de una comisión nacional de informática, para
establecer las bases de un plan nacional de informática y tecnología.
En este marco nacieron la Escuela Superior Latinoamericana de
Informática (ESLAI) y la Escuela Argentino-Brasileña de Informática
(EABI). Ambas iniciativas apuntaron a formar personas con dominio de
la informática y capaces de desempeñarse como docentes e
investigadores, para estar en condiciones de satisfacer las
necesidades del desarrollo y de los futuros estudios de postgrado en
América latina.
En lo que respecta a CONICET en este gobierno se cambia el
mecanismo de subsidios, que pasa de depender de los directores de
instituto a realizarse mediante convocatorias públicas. Además, se
crea dentro de CONICET el área de Transferencia Tecnológica para
mejorar la vinculación con el sector productivo. Se destaca la creación
de una única universidad, la Universidad Nacional de Formosa (1988).
Además se crea el Sistema de Apoyo para Investigadores
Universitarios (SAPIU) que entrega un incentivo a aquellos docentes
universitarios que realizan investigación.
El INTI continuó con su declive, al que le sumó una gran inestabilidad
institucional con cuatro presidentes en menos de cinco años. Se
destacó la gestión de Enrique Martínez, quien abrió el INTI hacia la
comunidad, buscó generar recursos propios y creó un régimen de
incentivos. Sin embargo, el instituto se vio inmerso en una lógica
donde se encontraba cada vez más alejado de la industria y sus
necesidades. Por su parte el INTA comienza en esta etapa a ampliar
su campo de acción más allá de los cultivos propiamente dichos para
incluir a otros eslabones de la cadena agroindustrial.

Gobierno de Floro Bogado

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