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EN LA ENCRUCIJADA

PRELUDIO

Cuenta el mito que un día, en la aldea de Enna, en Sicilia, estaba


una muchacha llamada Core cogiendo flores de un modo distraído,
indiferente a lo que ocurría a su alrededor, mientras canturreaba
una canción de primavera. De repente, se quedó ensimismada mi-
rando un narciso de singular belleza que acababa de brotar a un
lado del camino: miraba su propia mirada. Respondía de ese modo
a la máxima esculpida en el templo de Apolo en Delfos: Conócete a
ti mismo. Una máxima que se convertiría en el lema del filósofo ate-
niense Sócrates.
Hades irrumpió en esa bucólica escena subido en un carro tira-
do por caballos. Quizás por un instante los ojos de la muchacha de-
jaron el narciso para ftjarse en ese lúgubre dios de las profundida-
des. Entonces ella gritó. ¿Por qué lo hizo? ¿Fue acaso el dolor del
estupro? ¿O fue el terror que toda muchacha siente ante lo ignoto?
Todo fue inútil. Core fue conducida al mundo interior, y no sirvió
de nada que su madre Deméter la buscase por todos lados con dos
antorchas encendidas en el volcán Etna; tampoco sirvió que protes-
tase ante Zeus al conocer el cruel destino de su hija pequeña. La tie-
rra se secó. Luego, las cosas volvieron a su cauce. Se restableció
la fertilidad de los campos. Pero nunca se olvidó el grito de la mu-
chacha.'
¿Por qué gritó Core? Esa pregunta hizo necesaria la historia.

1. Walter Pater, Greek Studies. Londres, Macmillan, 1895.

11
ROSTROS DE LA Hl TORIA EN LA ENC RUC IJADA

hizo descansar la fortuna de Roma en el conocimiento del origen


ALAMANDA de la ciudad: un origen que se vincularía para siempre a las acciones
de Rómulo, ese niño que había sido amamantado por una loba, se-
En efecto, desde ese incidente, situado fuera del tiempo pero inter- gún contaba la leyenda capitalina, que le permitió ocultar los ver-
pretado en el siglo VI a.C., hasta los últimos días del siglo xx, la his- daderos fundamentos de su poder político.
toria ha sido necesaria, completamente necesaria, para compren- Necesaria lo fue a comienzos del siglo n de la era cristiana cuan-
der los quebrantos y los sinsabores, las alegrías y los gozos humanos. do el emperador Adriano impulsó una revolución sin precedentes
Es una ilusión ingenua creer que una respuesta contiene en su in- en el mundo interior de la persona humana, obligando a que Táci-
terior la solución a todos los enigmas de la vida. Los historiadores to y Suetonio analizaran el alcance de esas medidas, dando lugar a
han demostrado con sobradas razones que es precisamente todo lo una de las reflexiones históricas de mayor trascendencia de todos
contrario: lo vivido (das Erlebte, decía Dilthey) aparece ante nuestros los tiempos.
ojos como una «misteriosa trama de azar, destino y carácter» .2 Necesaria lo fue en el siglo xn hasta el punto de que talentos tan
La historia en ese sentido ha sido necesaria pasa sacar al hombre disímiles como Otón de Freising o Robert Wace coincidieron en se-
de su permanente estado de confusión, cuya metáfora absoluta Ja ñalar la importancia de la política de Federico 1 Barbarroja y Enri-
encuentro en el aterrador silencio tras el grito de Core, la mucha- que 11 Plantagenet en la formación de los Estados dinásticos euro-
cha siciliana recordada por el mito. La tradición ha valorado ese peos.
gesto como la prueba de que el retorno al origen es la única mane- Necesaria lo fue a finales de la Edad Media, cuando Jean Frois-
ra de escapar al destino. 3 sart y Philippe de Commynes tuvieron que comprender y hacer
Necesaria comenzó siendo la historia en tiempos de Heródoto y comprender a sus contemporáneos el significado de la pestilence, esa
Tucídides, para explicar un mundo que se presentaba a los ojos de irresistible inclinación del género humano a su propia destrucción
los habitantes de la polis mezclado con leyendas e imágenes de efí- que uno creyó ver en la debilidad del rey Ricardo 11 de Inglaterra y
meras ilusiones, encubierto en una sucesión de costumbres dife- el otro en las intrigas trazadas por el Luis XI, la araña universal, para
rentes cuando no extrañas, revestido de un nimbo a veces venera- apoderarse de la herencia borgoñona.
ble, otras atroz; un mundo complejo que aparecía refractado en Necesaria lo fue en la Edad Moderna, desde Nicolás Maquiave-
multitud de espejos. lo a Edward Gibbon y Voltaire, con el fin de legimitar la decisión del
Necesaria lo fue en tiempos de Recateo de Abdera y de Polibio hombre de distanciarse del dogma, buscando un camino entre du··
cuando los Escipiones decidieron dominar el Mediterráneo por das que le permitiera una lectura del universo más acorde con lo
medio de las legiones romanas aunque para ello tuvieran que ani- que pensaban de ellos mismos y de sus circunstancias, pues sólo la
quilar antiguas civilizaciones, como Cartago, cuya destrucción pro- historia era capaz de poner freno al empuje de la cosmópolis mo-
vocaría el llanto en más de un espíritu sensible, al darse cuenta de derna, con su irresistible ansia de conocimiento absoluto.
que Tanis nunca más estaría presente en la vida de los hombres y
las mujeres.
Necesaria lo fue sin duda desde el momento en que Tito Livio TRANSCURSO

Bien es cierto que la historia cambió profundamente entre 17 40 y


2. Wilhelm Dillhey, Gesammelte Schriften, Le ipzig, 192 7, VII, p. 74.
3. J effrey M. Pe ri , The Tradition of R.eturn: The lmplicit History ofModernism, Prin-
1770, ese tiempo silla de la cultura europea: se convirtió en una dis-
ce ton, New J ersey, Princeton University Press, i984. i plina académica y entró a formar parte de los estudios universita-

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ROSTROS DE LA Hl TORIA EN LA ENC RUC IJADA

hizo descansar la fortuna de Roma en el conocimiento del origen


ALAMANDA de la ciudad: un origen que se vincularía para siempre a las acciones
de Rómulo, ese niño que había sido amamantado por una loba, se-
En efecto, desde ese incidente, situado fuera del tiempo pero inter- gún contaba la leyenda capitalina, que le permitió ocultar los ver-
pretado en el siglo VI a.C., hasta los últimos días del siglo xx, la his- daderos fundamentos de su poder político.
toria ha sido necesaria, completamente necesaria, para compren- Necesaria lo fue a comienzos del siglo n de la era cristiana cuan-
der los quebrantos y los sinsabores, las alegrías y los gozos humanos. do el emperador Adriano impulsó una revolución sin precedentes
Es una ilusión ingenua creer que una respuesta contiene en su in- en el mundo interior de la persona humana, obligando a que Táci-
terior la solución a todos los enigmas de la vida. Los historiadores to y Suetonio analizaran el alcance de esas medidas, dando lugar a
han demostrado con sobradas razones que es precisamente todo lo una de las reflexiones históricas de mayor trascendencia de todos
contrario: lo vivido (das Erlebte, decía Dilthey) aparece ante nuestros los tiempos.
ojos como una «misteriosa trama de azar, destino y carácter» .2 Necesaria lo fue en el siglo xn hasta el punto de que talentos tan
La historia en ese sentido ha sido necesaria pasa sacar al hombre disímiles como Otón de Freising o Robert Wace coincidieron en se-
de su permanente estado de confusión, cuya metáfora absoluta Ja ñalar la importancia de la política de Federico 1 Barbarroja y Enri-
encuentro en el aterrador silencio tras el grito de Core, la mucha- que 11 Plantagenet en la formación de los Estados dinásticos euro-
cha siciliana recordada por el mito. La tradición ha valorado ese peos.
gesto como la prueba de que el retorno al origen es la única mane- Necesaria lo fue a finales de la Edad Media, cuando Jean Frois-
ra de escapar al destino. 3 sart y Philippe de Commynes tuvieron que comprender y hacer
Necesaria comenzó siendo la historia en tiempos de Heródoto y comprender a sus contemporáneos el significado de la pestilence, esa
Tucídides, para explicar un mundo que se presentaba a los ojos de irresistible inclinación del género humano a su propia destrucción
los habitantes de la polis mezclado con leyendas e imágenes de efí- que uno creyó ver en la debilidad del rey Ricardo 11 de Inglaterra y
meras ilusiones, encubierto en una sucesión de costumbres dife- el otro en las intrigas trazadas por el Luis XI, la araña universal, para
rentes cuando no extrañas, revestido de un nimbo a veces venera- apoderarse de la herencia borgoñona.
ble, otras atroz; un mundo complejo que aparecía refractado en Necesaria lo fue en la Edad Moderna, desde Nicolás Maquiave-
multitud de espejos. lo a Edward Gibbon y Voltaire, con el fin de legimitar la decisión del
Necesaria lo fue en tiempos de Recateo de Abdera y de Polibio hombre de distanciarse del dogma, buscando un camino entre du··
cuando los Escipiones decidieron dominar el Mediterráneo por das que le permitiera una lectura del universo más acorde con lo
medio de las legiones romanas aunque para ello tuvieran que ani- que pensaban de ellos mismos y de sus circunstancias, pues sólo la
quilar antiguas civilizaciones, como Cartago, cuya destrucción pro- historia era capaz de poner freno al empuje de la cosmópolis mo-
vocaría el llanto en más de un espíritu sensible, al darse cuenta de derna, con su irresistible ansia de conocimiento absoluto.
que Tanis nunca más estaría presente en la vida de los hombres y
las mujeres.
Necesaria lo fue sin duda desde el momento en que Tito Livio TRANSCURSO

Bien es cierto que la historia cambió profundamente entre 17 40 y


2. Wilhelm Dillhey, Gesammelte Schriften, Le ipzig, 192 7, VII, p. 74.
3. J effrey M. Pe ri , The Tradition of R.eturn: The lmplicit History ofModernism, Prin-
1770, ese tiempo silla de la cultura europea: se convirtió en una dis-
ce ton, New J ersey, Princeton University Press, i984. i plina académica y entró a formar parte de los estudios universita-

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R STR S DE LA HI T RIA bN l. ICNCll : lj U

rios; pero no por eso dejó de ser necesaria, sino que quizás hasta es m d n p rd rs , orno 1 o urri ó a St ph n
posible que lo fuera mucho más de lo que lo había sido en los siglos ' alus, l pr tagonista del Vlisesde]ames]oyce, en el laberinto de
anteriores. la tidianidad.
Necesaria la historia lo fue a finales del siglo xvm, con el objeto c aria lo fue sin duda al finalizar la Primera Guerra Mun-
de encontrar un modo para escapar de los excesos de la Ilustración: dial, n unos años realmente críticos: los fundamentos de una re-
terror revolucionario, persecución a los disidentes, conflictos na- n vación de la sociedad fueron posibles gracias al esfuerzo de una
cionalistas, guerras napoleónicas. Tras el congreso de Viena, Georg brillante generación de historiadores «descontentos e innovadores»
Wilhelm Friedrich Hegel y Leopold von Ranke encontraron en la ntre los que cabe destacar a Max Weber y Friedrich Meinecke en
Weltgeschichte (historia universal) el fundamento de una filosofía ba- Alemania, ajohan Huizinga en Holanda, a Henri Berr, Marc Bloch
sada en los ideales de progreso y de libertad. Esa tarea la desarrolla- y Lucien Febvre en Francia, a R. G. Collingwood y Richard Tawney
rían unos años después Michelet, Tocqueville, Fuste! y Marx, cada en Inglaterra, a Claudio Sánchez Albornoz y Pere Bosch Gimpe-
uno a su manera, es decir, con sus tropos característicos. ra en España, a Benedetto Croce y Gioacchino Volpe en Italia.
Necesaria asimismo lo fue en la década de los ochenta del siglo Todos ellos eran amigos entre sí, se mandaban sus trabajos, se in-
x1x, para salir de la grave situación creada en la sociedad europea tercambiaban sus alumnos, se invitaban mutuamente e incluso
(Nietzsche habló por entonces de la enfermedad de la historia), y compartían la intimidad. Acudían a los congresos con sus esposas,
que contó con el titánico esfuerzo de los dos grandes historiadores comían juntos, se hacían confidencias, reían a placer sobre las ocu-
de esos años,Jacob Burckhardt y Johann Gustav Droysen. El prime- rrencias de algún parvenu, y sobre todo inculcaban los principios
ro, con sus Consideraciones sobre la historia universal, buscó las claves académicos a sus alumnos, que aparecían en medio de ellos con la
del inquietante futuro que la sociedad europea tenía ante sí; el otro vista puesta en las soberbias cátedras que tarde o temprano hereda-
con su lúcida Historik se entregó en cuerpo y alma a la construcción rían. Parecían personajes de alguna novela de E. M. Forster, cuya
de un método para el estudio de la historia. De hecho, ambos bus- presencia intimidaba a políticos y hombres de empresa.
caban lo mismo: recuperar la reputación del oficio del historiador, Necesaria lo fue (quizás más que nunca) para salir de los doce
algo realmente difícil en esos años si consideramos la opinión que años de horror generados por el nazismo (1933-1945), en los que
tenían de ellos Dorothea Brooke, la heroína de la novela de George tantos países se sintieron manipulados con un objetivo vulgar (Italia
Eliot ( 1872), o Hedda Galber, aquella entrañable mujer ideada por por el fascismo), o embaucados (Polonia) o vilmente traicionados
lbsen ( 1890). (Rusia por el estalinismo), y cuyas raíces fueron advertidas ya por
Necesaria lo llegaría a ser, a principios del siglo xx, después de Thomas Mann en sus Reflexiones de un hombre apolítico. En las univer-
que se cuestionaran todos los principios rectores de la sociedad: en sidades y las academias, libres o no, se estudió, de forma serena, sin
el arte con la abstracción, en la música con la atonalidad, en la físi- estridencias ideológicas, el comportamiento social de los individuos
ca con la teoría de la relatividad, en la observación de la vida coti- para que nunca más se repitiera una situación semejante. Historia-
diana con el psicoanálisis; y que provocaron entre otras cosas un in- dores como Isaiah Berlin, Roberto López,Jaume Vicens Vives, Otto
cremento de las críticas al oficio de historiador, como se puede ver Brunner, André Piganiol, Fernand Braudel, Erich Auerbach,Joseph
en El Inmoralista de André Gide ( 1902). Bajo el férreo magisterio de R. Strayer, Antonio Domínguez Ortiz, Friedrich H eer, Wolfram von
Frederick William Maitland, Karl Lamprecht, Wilhelm Dilthey, Fre- den Steinen, G. R. El ton o Geoffrey Barraclough mantuvieron firme
derickJackson Turner, Henry Charles Lea, Gaston Paris o Henri Pi- la convicción moral sobre la utilidad social y política de su trabajo.
renne, sólidas investigaciones demostraron que el estudio histórico Si el oficio de historiador tiene algún sentido, esos maestros se lo
era el mejor camino para ftjar los límites entre la tradición y la re- dieron durante más de veinte años ( i 945-1968) con su admirable
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rios; pero no por eso dejó de ser necesaria, sino que quizás hasta es m d n p rd rs , orno 1 o urri ó a St ph n
posible que lo fuera mucho más de lo que lo había sido en los siglos ' alus, l pr tagonista del Vlisesde]ames]oyce, en el laberinto de
anteriores. la tidianidad.
Necesaria la historia lo fue a finales del siglo xvm, con el objeto c aria lo fue sin duda al finalizar la Primera Guerra Mun-
de encontrar un modo para escapar de los excesos de la Ilustración: dial, n unos años realmente críticos: los fundamentos de una re-
terror revolucionario, persecución a los disidentes, conflictos na- n vación de la sociedad fueron posibles gracias al esfuerzo de una
cionalistas, guerras napoleónicas. Tras el congreso de Viena, Georg brillante generación de historiadores «descontentos e innovadores»
Wilhelm Friedrich Hegel y Leopold von Ranke encontraron en la ntre los que cabe destacar a Max Weber y Friedrich Meinecke en
Weltgeschichte (historia universal) el fundamento de una filosofía ba- Alemania, ajohan Huizinga en Holanda, a Henri Berr, Marc Bloch
sada en los ideales de progreso y de libertad. Esa tarea la desarrolla- y Lucien Febvre en Francia, a R. G. Collingwood y Richard Tawney
rían unos años después Michelet, Tocqueville, Fuste! y Marx, cada en Inglaterra, a Claudio Sánchez Albornoz y Pere Bosch Gimpe-
uno a su manera, es decir, con sus tropos característicos. ra en España, a Benedetto Croce y Gioacchino Volpe en Italia.
Necesaria asimismo lo fue en la década de los ochenta del siglo Todos ellos eran amigos entre sí, se mandaban sus trabajos, se in-
x1x, para salir de la grave situación creada en la sociedad europea tercambiaban sus alumnos, se invitaban mutuamente e incluso
(Nietzsche habló por entonces de la enfermedad de la historia), y compartían la intimidad. Acudían a los congresos con sus esposas,
que contó con el titánico esfuerzo de los dos grandes historiadores comían juntos, se hacían confidencias, reían a placer sobre las ocu-
de esos años,Jacob Burckhardt y Johann Gustav Droysen. El prime- rrencias de algún parvenu, y sobre todo inculcaban los principios
ro, con sus Consideraciones sobre la historia universal, buscó las claves académicos a sus alumnos, que aparecían en medio de ellos con la
del inquietante futuro que la sociedad europea tenía ante sí; el otro vista puesta en las soberbias cátedras que tarde o temprano hereda-
con su lúcida Historik se entregó en cuerpo y alma a la construcción rían. Parecían personajes de alguna novela de E. M. Forster, cuya
de un método para el estudio de la historia. De hecho, ambos bus- presencia intimidaba a políticos y hombres de empresa.
caban lo mismo: recuperar la reputación del oficio del historiador, Necesaria lo fue (quizás más que nunca) para salir de los doce
algo realmente difícil en esos años si consideramos la opinión que años de horror generados por el nazismo (1933-1945), en los que
tenían de ellos Dorothea Brooke, la heroína de la novela de George tantos países se sintieron manipulados con un objetivo vulgar (Italia
Eliot ( 1872), o Hedda Galber, aquella entrañable mujer ideada por por el fascismo), o embaucados (Polonia) o vilmente traicionados
lbsen ( 1890). (Rusia por el estalinismo), y cuyas raíces fueron advertidas ya por
Necesaria lo llegaría a ser, a principios del siglo xx, después de Thomas Mann en sus Reflexiones de un hombre apolítico. En las univer-
que se cuestionaran todos los principios rectores de la sociedad: en sidades y las academias, libres o no, se estudió, de forma serena, sin
el arte con la abstracción, en la música con la atonalidad, en la físi- estridencias ideológicas, el comportamiento social de los individuos
ca con la teoría de la relatividad, en la observación de la vida coti- para que nunca más se repitiera una situación semejante. Historia-
diana con el psicoanálisis; y que provocaron entre otras cosas un in- dores como Isaiah Berlin, Roberto López,Jaume Vicens Vives, Otto
cremento de las críticas al oficio de historiador, como se puede ver Brunner, André Piganiol, Fernand Braudel, Erich Auerbach,Joseph
en El Inmoralista de André Gide ( 1902). Bajo el férreo magisterio de R. Strayer, Antonio Domínguez Ortiz, Friedrich H eer, Wolfram von
Frederick William Maitland, Karl Lamprecht, Wilhelm Dilthey, Fre- den Steinen, G. R. El ton o Geoffrey Barraclough mantuvieron firme
derickJackson Turner, Henry Charles Lea, Gaston Paris o Henri Pi- la convicción moral sobre la utilidad social y política de su trabajo.
renne, sólidas investigaciones demostraron que el estudio histórico Si el oficio de historiador tiene algún sentido, esos maestros se lo
era el mejor camino para ftjar los límites entre la tradición y la re- dieron durante más de veinte años ( i 945-1968) con su admirable
ROSTR I)~ L/\ l ll ST RI/\
VN l. l•NC IWC:IJ 1)

jemplo de sobriedad y elegancia, sacudidas únicamente de vez en


cuando por la crítica hacia la exagerada propensión científica de al- % RAl3A N OA
guno de ellos. Miseria del historicismo, fue el calificativo usado por
el pensador austriaco Karl Popper en i957.
Enlr 19 8 y igg8 la cuestión de la necesidad de la historia fue el
Necesaria lo fue, y con urgencia, cuando se sintieron los efec- ntro d un animado debate. Eran unos años en los que parecía
tos de la gran transformación cultural de los sesenta que culminó hac r e realidad el presagio de Karl Kraus sobre los últimos días de
en los graves acontecimientos de mayo del 68. La memoria de esos la humanidad. La semejanza entre la caída del Imperio Austro-Hún-
años confunde a más de uno, pese a que Thomas Pynchon la ha garo y la descomposición del Imperio Soviético permitía todo tipo
convertido en el tema de sus grandes novelas. Es difícil compren- de osadas comparaciones. El viaje por el Danubio era un recurso ha-
der cómo fue posible que una presión procedente de los márge- bitual. Se buscaba así la memoria de Ulises. El pistoletazo de salida
nes de la sociedad hiciera que el mundo estallara de un modo
lo dio un libro de Francis Fukuyama, con el que buscaba una expli-
explosivo, provocando el rapto de Europa. 4 El rock, los sueños de cación a la ruina del comunismo en Europa y Rusia. 5 Recuperando
Kennedy, la lucha por los derechos civiles, las protestas estudianti- la lectura de Hegel realizada por Alexandre Kojeve, se interesó en
les, la descolonización o la cultura pop transformaron el mundo
mostrar el papel de lo negativo en ese proceso. Un canto a la luna,
mucho más de lo que lo habían hechos las dos guerras mundiales. como Pierrot posmoderno. Francis Fukuyama apunta decididamen-
Esa explosión social y cultural puso patas arriba el orden académi-
te a una cuestión de llegada declarada: la superación de la historia,
co, como el maoísmo lo hizo con el orden político. En esas cir- el después de ella tras su manifiesto fracaso. Eso era suficiente para
cunstancias, los historiadores tenían el deber de decir algo. Quizás desatar las iras, particularmente en Italia y España, donde las ideas
por eso, en i970, los responsables del College de France eligieron de Hegel se habían transmitido en sus encarnaciones historicistas,
a Raymond Aron, Michel Foucault y Georges Duby para ocupar mientras lo que buscaba Fukuyama era el camino hacia el fin de la
tres importantes cátedras de historia. Pensaron con acierto que historia.
esos tres famosos disidentes eran los más capacitados para promo-
Este último punto será examinado de cerca por el historiador
ver una renovación en profundidad del conocimiento histórico. alemán Lutz Niethammer en un libro que se inicia con una cita de
El plan era arriesgado. En esos años todo aparecía mezclado: era Walter Benjamin extraída de su estudio sobre Bertolt Brecht. 6 Los
difícil distinguir la mena de la ganga. Pero pusieron manos en el
modos de considerar el fin de la historia se describen con toda suer-
asunto. Aron situó el azar en el centro del estudio histórico. Fou- te de detalles: desde los planteamientos sobre la decadencia euro-
cault recuperó la herencia de Nietzsche dando vida a un ambicio-
pea de Oswald Spengler hasta la metáfora del Titanic de Hans-Mag-
so proyecto sobre las relaciones del cuerpo y la sociedad. Duby nus Enzensberger, desde las radiaciones de Ernst Jünger hasta la
apostó por el imaginario de la sociedad y por la dimensión narra- filosofía de la historia de Walter Benjamín, desde el sonido del tam-
tiva de los textos.
bor de hojalata pensado por Günther Grass como imagen de la de-
Sí, ciertamente, la historia ha sido necesaria, completamente
necesaria. bilidad europea ante el fenómeno de la historia revolucionaria has-
ta las reflexiones sobre el hombre en la cultura posmoderna de
Arnold Gehlen.

5. Francis Fukuyam a, TheEnd ofH istory and the Last Man, Londres, 1989 (trad.
Plane ta ).
4 · Luis Díez d el Corral, El rapto de Eu~üpa. Una interpretación histórica de nuestro
tiempo, Madrid , 1962. 6. Lutz Ni ethamm er, Posthistoire: lst die Geschichte zu Ende?, Berlín , Rowolht
Ve rlag, 1989.
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jemplo de sobriedad y elegancia, sacudidas únicamente de vez en


cuando por la crítica hacia la exagerada propensión científica de al- % RAl3A N OA
guno de ellos. Miseria del historicismo, fue el calificativo usado por
el pensador austriaco Karl Popper en i957.
Enlr 19 8 y igg8 la cuestión de la necesidad de la historia fue el
Necesaria lo fue, y con urgencia, cuando se sintieron los efec- ntro d un animado debate. Eran unos años en los que parecía
tos de la gran transformación cultural de los sesenta que culminó hac r e realidad el presagio de Karl Kraus sobre los últimos días de
en los graves acontecimientos de mayo del 68. La memoria de esos la humanidad. La semejanza entre la caída del Imperio Austro-Hún-
años confunde a más de uno, pese a que Thomas Pynchon la ha garo y la descomposición del Imperio Soviético permitía todo tipo
convertido en el tema de sus grandes novelas. Es difícil compren- de osadas comparaciones. El viaje por el Danubio era un recurso ha-
der cómo fue posible que una presión procedente de los márge- bitual. Se buscaba así la memoria de Ulises. El pistoletazo de salida
nes de la sociedad hiciera que el mundo estallara de un modo
lo dio un libro de Francis Fukuyama, con el que buscaba una expli-
explosivo, provocando el rapto de Europa. 4 El rock, los sueños de cación a la ruina del comunismo en Europa y Rusia. 5 Recuperando
Kennedy, la lucha por los derechos civiles, las protestas estudianti- la lectura de Hegel realizada por Alexandre Kojeve, se interesó en
les, la descolonización o la cultura pop transformaron el mundo
mostrar el papel de lo negativo en ese proceso. Un canto a la luna,
mucho más de lo que lo habían hechos las dos guerras mundiales. como Pierrot posmoderno. Francis Fukuyama apunta decididamen-
Esa explosión social y cultural puso patas arriba el orden académi-
te a una cuestión de llegada declarada: la superación de la historia,
co, como el maoísmo lo hizo con el orden político. En esas cir- el después de ella tras su manifiesto fracaso. Eso era suficiente para
cunstancias, los historiadores tenían el deber de decir algo. Quizás desatar las iras, particularmente en Italia y España, donde las ideas
por eso, en i970, los responsables del College de France eligieron de Hegel se habían transmitido en sus encarnaciones historicistas,
a Raymond Aron, Michel Foucault y Georges Duby para ocupar mientras lo que buscaba Fukuyama era el camino hacia el fin de la
tres importantes cátedras de historia. Pensaron con acierto que historia.
esos tres famosos disidentes eran los más capacitados para promo-
Este último punto será examinado de cerca por el historiador
ver una renovación en profundidad del conocimiento histórico. alemán Lutz Niethammer en un libro que se inicia con una cita de
El plan era arriesgado. En esos años todo aparecía mezclado: era Walter Benjamin extraída de su estudio sobre Bertolt Brecht. 6 Los
difícil distinguir la mena de la ganga. Pero pusieron manos en el
modos de considerar el fin de la historia se describen con toda suer-
asunto. Aron situó el azar en el centro del estudio histórico. Fou- te de detalles: desde los planteamientos sobre la decadencia euro-
cault recuperó la herencia de Nietzsche dando vida a un ambicio-
pea de Oswald Spengler hasta la metáfora del Titanic de Hans-Mag-
so proyecto sobre las relaciones del cuerpo y la sociedad. Duby nus Enzensberger, desde las radiaciones de Ernst Jünger hasta la
apostó por el imaginario de la sociedad y por la dimensión narra- filosofía de la historia de Walter Benjamín, desde el sonido del tam-
tiva de los textos.
bor de hojalata pensado por Günther Grass como imagen de la de-
Sí, ciertamente, la historia ha sido necesaria, completamente
necesaria. bilidad europea ante el fenómeno de la historia revolucionaria has-
ta las reflexiones sobre el hombre en la cultura posmoderna de
Arnold Gehlen.

5. Francis Fukuyam a, TheEnd ofH istory and the Last Man, Londres, 1989 (trad.
Plane ta ).
4 · Luis Díez d el Corral, El rapto de Eu~üpa. Una interpretación histórica de nuestro
tiempo, Madrid , 1962. 6. Lutz Ni ethamm er, Posthistoire: lst die Geschichte zu Ende?, Berlín , Rowolht
Ve rlag, 1989.
R STR S l)E LA 111 T RIA i•, N

Un libro sabio, escrito sin embargo por un historiador confun- h r n va i ' 1 , y n ntra del mal cuyas mbra se alargaba median-
dido, perplejo, ante los sucesos históricos (la caída del muro de Ber- trid nte onido de los trompeteros nazis. Esa sensación la
lín era sin duda el más significativo) que él debería haber sabido in- tuv H rmann Broch, el gran testigo de aquel tiempo y, en nuestros
terpretar, pero que en realidad no hizo, como muchos colegas día , la tiene Milan Kundera, lo que le hizo decir en su libro Los tes-
suyos. En esas circunstancias a nadie extrañó que el antropólogo tamentos traicionados ( 1993): «¡Comme il serait beau d'oublier l'His-
Claude Lévi-Strauss afirmara que la historia podía conducirnos a toirel ».
cualquier parte, siempre que uno se saliera de ella. Una frase que Este apotegma encajaba perfectamente en las preocupaciones
reflejaba perfectamente el hondo malestar de la cultura de esos finiseculares y su objetivo era mostrar que todo aquello vivido en
años, donde parecía hacerse realidad el viejo diagnóstico de Freud Viena antes de 1914, volvía a ocurrir en París después de 1989. En
sobre el peligro de liberar de manera irresponsable el instinto de medio de esas dos fechas quedaba inscrito el siglo xx, un siglo para
agresión y de autodestrucción. olvidar, pues, visto desde el observatorio de Kundera, estaba claro
La sensación de estar viviendo el fin de la historia no afectó sin que se había sustituido un sistema estático e inflexible, basado en la
embargo a la investigación del pasado. Un breve repaso a la biblio- Hausmacht de la casa de Habsburgo, por otro de la misma especie,
grafía de esos años nos permite comprobar la abundancia de libros, basado en el papel director asumido por el partido comunista de la
artículos, folletos o actas de congresos dedicados a la historia. El No- Unión Soviética como único portavoz del proletariado interna-
b/,e Dream del que habla Peter Novick seguía manteniendo esa ilu- cional.
sión, pese a lo cual era bastante evidente para este autor que «la dis- Pero, mirados atentamente, los años 1988-1998 constituyen en
ciplina de la historia como tal había dejado de existir».7 realidad un auténtico bordefronterizo. 8 Las posibilidades abiertas en
Con frases como ésta, el lector se hará una idea bastante exacta el conocimiento del pasado eran inmensas y el historiador retornó
de por qué se hablaba tanto de historia en esos años. Cuando un ofi- al estudio de los temas esenciales, incluso entre los más modernos. 9
cio se cuestiona desde diversos puntos de vista necesita renovarse, Tres principios destacan en todas las reflexiones de esa «década
no le queda más remedio. La renovación, sin embargo, como todos decisiva» para sacar a la historia de su impasse y asegurar su porvenir
sabemos, es la más difícil de las acciones humanas. Los responsables en el futuro inmediato.
de la revista Annales lanzaron una proclama en el mismo año de En la base de todo se sitúa de nuevo la investigación de las fuen-
1989 en favor de un cambio radical en el estudio del pasado; algo tes primarias, la auténtica materia prima del conocimiento históri-
parecido hicieron desde otros lugares. Con esas medidas se busca- co. Luego, en segundo lugar, la lectura interpretativa de los signifi-
ba, cuidadosa y resueltamente, volver a situar la historia entre los cados sociales, culturales y políticos de los textos analizados, lo que
objetivos de la sociedad. permite una especie de traducción del lenguaje del pasado a los
modos de comprensión de nuestra época. Finalmente, en tercer lu-
gar, la presentación narrativa de los resultados, pues por encima de
GAVOTA la investigación y del análisis, la historia es fundamentalmente una
narración.
La caja de Pandora se había abierto de par en par, como había ocu- La dimensión narrativa es la que convierte el oficio de historia-
rrido en Viena en tiempos de Freud, Schonberg o Wittgenstein. En dor en un oficio diferente al del antropólogo, sociólogo o crítico li-
una época como aquella salir de la historia era un alegato a favor de
8. Roger Chartier, Au bord de la falaise, París, 1998.
7. Peter Novick, That Noble Dream, Cambridge, 1984, p. 604. 9. G. R. Elton , Retum to Essentials, Cambridge, 1991 .

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R STR S l)E LA 111 T RIA i•, N

Un libro sabio, escrito sin embargo por un historiador confun- h r n va i ' 1 , y n ntra del mal cuyas mbra se alargaba median-
dido, perplejo, ante los sucesos históricos (la caída del muro de Ber- trid nte onido de los trompeteros nazis. Esa sensación la
lín era sin duda el más significativo) que él debería haber sabido in- tuv H rmann Broch, el gran testigo de aquel tiempo y, en nuestros
terpretar, pero que en realidad no hizo, como muchos colegas día , la tiene Milan Kundera, lo que le hizo decir en su libro Los tes-
suyos. En esas circunstancias a nadie extrañó que el antropólogo tamentos traicionados ( 1993): «¡Comme il serait beau d'oublier l'His-
Claude Lévi-Strauss afirmara que la historia podía conducirnos a toirel ».
cualquier parte, siempre que uno se saliera de ella. Una frase que Este apotegma encajaba perfectamente en las preocupaciones
reflejaba perfectamente el hondo malestar de la cultura de esos finiseculares y su objetivo era mostrar que todo aquello vivido en
años, donde parecía hacerse realidad el viejo diagnóstico de Freud Viena antes de 1914, volvía a ocurrir en París después de 1989. En
sobre el peligro de liberar de manera irresponsable el instinto de medio de esas dos fechas quedaba inscrito el siglo xx, un siglo para
agresión y de autodestrucción. olvidar, pues, visto desde el observatorio de Kundera, estaba claro
La sensación de estar viviendo el fin de la historia no afectó sin que se había sustituido un sistema estático e inflexible, basado en la
embargo a la investigación del pasado. Un breve repaso a la biblio- Hausmacht de la casa de Habsburgo, por otro de la misma especie,
grafía de esos años nos permite comprobar la abundancia de libros, basado en el papel director asumido por el partido comunista de la
artículos, folletos o actas de congresos dedicados a la historia. El No- Unión Soviética como único portavoz del proletariado interna-
b/,e Dream del que habla Peter Novick seguía manteniendo esa ilu- cional.
sión, pese a lo cual era bastante evidente para este autor que «la dis- Pero, mirados atentamente, los años 1988-1998 constituyen en
ciplina de la historia como tal había dejado de existir».7 realidad un auténtico bordefronterizo. 8 Las posibilidades abiertas en
Con frases como ésta, el lector se hará una idea bastante exacta el conocimiento del pasado eran inmensas y el historiador retornó
de por qué se hablaba tanto de historia en esos años. Cuando un ofi- al estudio de los temas esenciales, incluso entre los más modernos. 9
cio se cuestiona desde diversos puntos de vista necesita renovarse, Tres principios destacan en todas las reflexiones de esa «década
no le queda más remedio. La renovación, sin embargo, como todos decisiva» para sacar a la historia de su impasse y asegurar su porvenir
sabemos, es la más difícil de las acciones humanas. Los responsables en el futuro inmediato.
de la revista Annales lanzaron una proclama en el mismo año de En la base de todo se sitúa de nuevo la investigación de las fuen-
1989 en favor de un cambio radical en el estudio del pasado; algo tes primarias, la auténtica materia prima del conocimiento históri-
parecido hicieron desde otros lugares. Con esas medidas se busca- co. Luego, en segundo lugar, la lectura interpretativa de los signifi-
ba, cuidadosa y resueltamente, volver a situar la historia entre los cados sociales, culturales y políticos de los textos analizados, lo que
objetivos de la sociedad. permite una especie de traducción del lenguaje del pasado a los
modos de comprensión de nuestra época. Finalmente, en tercer lu-
gar, la presentación narrativa de los resultados, pues por encima de
GAVOTA la investigación y del análisis, la historia es fundamentalmente una
narración.
La caja de Pandora se había abierto de par en par, como había ocu- La dimensión narrativa es la que convierte el oficio de historia-
rrido en Viena en tiempos de Freud, Schonberg o Wittgenstein. En dor en un oficio diferente al del antropólogo, sociólogo o crítico li-
una época como aquella salir de la historia era un alegato a favor de
8. Roger Chartier, Au bord de la falaise, París, 1998.
7. Peter Novick, That Noble Dream, Cambridge, 1984, p. 604. 9. G. R. Elton , Retum to Essentials, Cambridge, 1991 .

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ROSTROS DE LA HISTORIA EN LA ENCRUCIJADA

terario. El historiador debe contar las innumerables historias conte- Trato de recordar el instante y los motivos de la decisión: dejar
nidas en la historia con el fin de escapar a la arbitrariedad de la exis- el billete de avión sobre la mesa y recoger ordenadamente los pa-
tencia, a las ridículas y artificiales reglas que a veces presiden las ac- peles con el fin de comenzar la redacción del presente libro. Me vie-
ciones humanas. Eso es lo que convierte su trabajo en un camino nen a la mente unas cuantas imágenes inconexas que me parecen
hacia la sabiduría. El historiador es una persona sabia porque, gra- cruciales. Hubiera sido contrario a mi código de conducta el aban-
cias a su trabajo, consigue escapar de la vaguedad, esa lacra del co- dono de una investigación semejante, pues la historia ha formado
nocimiento. parte de mi mundo vital desde 1969. Me ha sido de gran ayuda la re-
visión de la forma de pensar de esos veintiún historiadores, cuyos
testimonios nos permitirán afrontar con garantías el reto del nuevo
GIGA milenio.
Es necesario reflexionar sobre la línea de trabajo del historiador
El 1 1 de agosto de 1999 se produjo un eclipse total de sol en una an- con el fin de situar la historia en el espacio propio del diálogo, lejos
cha franja del hemisferio norte. En esos días no se hablaba de otra por tanto de estériles polémicas. Hegel lo dijo: formación significa
cosa. Aquella mañana, mientras el cielo se oscurecía comencé a pa- contemplar las cosas desde diversos puntos de vista. Esa idea es hoy
sear arriba y abajo por la habitación, como si aquel monótono vai- más cierta que nunca. El siglo xx1 será el siglo del diálogo, o no
vén me pudiera ayudar en la gran decisión de mi vida: tenía encima será. Por eso mismo, no se puede afrontar un estudio sin dar paso a
de mi mesa unos billetes para ir a Los Ángeles pasando por Bali, una un diálogo divergente, concurrente y paralelo con los testimonios
vuelta al mundo; también tenía todos los materiales a punto para re- que mejor han afrontado el sentido de la historia en los últimos
dactar el libro sobre el reto de la historia ante el siglo xxr. años.
¿Qué viaje debía hacer? ¿Acaso por la geografía buscando En este libro, los historiadores toman la palabra para explicar
como hicieron los caballeros de la Tabla Redonda lo maravilloso su oficio y su mundo vital, y para explicarse a sí mismos. Un obje-
en una larga errancia? ¿O por la historia, como hicieron los laicos tivo difícil pero tempestivo. Es necesario mostrar la dimensión hu-
letrados desde Abelardo con el fin de encontrar la memoria de mana del oficio de historiador, la influencia de su biografía per-
aquellos autores que me habían acompañado durante casi toda mi sonal en la elaboración de su obra.'º El historiador es un ser
vida? Ahora vuelvo a acordarme de esa mañana difícil, desasosega- humano, con todo lo que eso significa. Está sujeto a la lucha diaria
da, y de la encrucijada abierta ante mí: sobre el viaje lejano, el sen- por sobrevivir en un mundo cada vez más difícil. También es pro-
timiento que me embargaba era de un profundo respeto por el es- ducto del azar. Cuántos de los historiadores aquí reunidos tuvie-
píritu de la caballería presente en la gran novela europea, un ron que pasar su vida bajo la capucha de otro oficio que no era el
espíritu siempre presente en las difíciles pruebas que he sorteado a uyo, como catedráticos de filosofía o de literatura, como direc-
lo largo de mi vida, y esa era sin duda la más difícil de esas difíciles tor s de museo o como periodistas. No opino sobre sus gustos,
pruebas. Sobre el otro deseo, el de captar el sonido de la historio- ino sobre la incidencia de su trabajo. Quizás por eso he tratado
grafía de nuestro tiempo, me dominaba una intensa nostalgia de d no repetir en la medida de lo posible dos historiadores de una
aquellos años, en Granada, donde pensaba las palabras adecuadas mi ma t ndencia. He buscado siempre el valor ejemplar y ejem-
a las cosas sometidas a estudio. El paisaje de las montañas grises o pi rizante d su obra.
el olor de los almendros mientras paseaba por los riachuelos re-
gresaba a mi memoria como si todas las emociones juveniles, ya se- 1o. rnold 11. Modell , The Priva/e Self, Cambridge, Mass. , Harvard Un iversity
cas, revivieran. Pr ·s~, 1 99~ .

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ROSTROS DE LA HISTORIA EN LA ENCRUCIJADA

terario. El historiador debe contar las innumerables historias conte- Trato de recordar el instante y los motivos de la decisión: dejar
nidas en la historia con el fin de escapar a la arbitrariedad de la exis- el billete de avión sobre la mesa y recoger ordenadamente los pa-
tencia, a las ridículas y artificiales reglas que a veces presiden las ac- peles con el fin de comenzar la redacción del presente libro. Me vie-
ciones humanas. Eso es lo que convierte su trabajo en un camino nen a la mente unas cuantas imágenes inconexas que me parecen
hacia la sabiduría. El historiador es una persona sabia porque, gra- cruciales. Hubiera sido contrario a mi código de conducta el aban-
cias a su trabajo, consigue escapar de la vaguedad, esa lacra del co- dono de una investigación semejante, pues la historia ha formado
nocimiento. parte de mi mundo vital desde 1969. Me ha sido de gran ayuda la re-
visión de la forma de pensar de esos veintiún historiadores, cuyos
testimonios nos permitirán afrontar con garantías el reto del nuevo
GIGA milenio.
Es necesario reflexionar sobre la línea de trabajo del historiador
El 1 1 de agosto de 1999 se produjo un eclipse total de sol en una an- con el fin de situar la historia en el espacio propio del diálogo, lejos
cha franja del hemisferio norte. En esos días no se hablaba de otra por tanto de estériles polémicas. Hegel lo dijo: formación significa
cosa. Aquella mañana, mientras el cielo se oscurecía comencé a pa- contemplar las cosas desde diversos puntos de vista. Esa idea es hoy
sear arriba y abajo por la habitación, como si aquel monótono vai- más cierta que nunca. El siglo xx1 será el siglo del diálogo, o no
vén me pudiera ayudar en la gran decisión de mi vida: tenía encima será. Por eso mismo, no se puede afrontar un estudio sin dar paso a
de mi mesa unos billetes para ir a Los Ángeles pasando por Bali, una un diálogo divergente, concurrente y paralelo con los testimonios
vuelta al mundo; también tenía todos los materiales a punto para re- que mejor han afrontado el sentido de la historia en los últimos
dactar el libro sobre el reto de la historia ante el siglo xxr. años.
¿Qué viaje debía hacer? ¿Acaso por la geografía buscando En este libro, los historiadores toman la palabra para explicar
como hicieron los caballeros de la Tabla Redonda lo maravilloso su oficio y su mundo vital, y para explicarse a sí mismos. Un obje-
en una larga errancia? ¿O por la historia, como hicieron los laicos tivo difícil pero tempestivo. Es necesario mostrar la dimensión hu-
letrados desde Abelardo con el fin de encontrar la memoria de mana del oficio de historiador, la influencia de su biografía per-
aquellos autores que me habían acompañado durante casi toda mi sonal en la elaboración de su obra.'º El historiador es un ser
vida? Ahora vuelvo a acordarme de esa mañana difícil, desasosega- humano, con todo lo que eso significa. Está sujeto a la lucha diaria
da, y de la encrucijada abierta ante mí: sobre el viaje lejano, el sen- por sobrevivir en un mundo cada vez más difícil. También es pro-
timiento que me embargaba era de un profundo respeto por el es- ducto del azar. Cuántos de los historiadores aquí reunidos tuvie-
píritu de la caballería presente en la gran novela europea, un ron que pasar su vida bajo la capucha de otro oficio que no era el
espíritu siempre presente en las difíciles pruebas que he sorteado a uyo, como catedráticos de filosofía o de literatura, como direc-
lo largo de mi vida, y esa era sin duda la más difícil de esas difíciles tor s de museo o como periodistas. No opino sobre sus gustos,
pruebas. Sobre el otro deseo, el de captar el sonido de la historio- ino sobre la incidencia de su trabajo. Quizás por eso he tratado
grafía de nuestro tiempo, me dominaba una intensa nostalgia de d no repetir en la medida de lo posible dos historiadores de una
aquellos años, en Granada, donde pensaba las palabras adecuadas mi ma t ndencia. He buscado siempre el valor ejemplar y ejem-
a las cosas sometidas a estudio. El paisaje de las montañas grises o pi rizante d su obra.
el olor de los almendros mientras paseaba por los riachuelos re-
gresaba a mi memoria como si todas las emociones juveniles, ya se- 1o. rnold 11. Modell , The Priva/e Self, Cambridge, Mass. , Harvard Un iversity
cas, revivieran. Pr ·s~, 1 99~ .

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ROSTROS DE LA HISTORIA EN LA ENCRUCIJADA

Los testimonios reunidos aquí se refieren tanto a la persona que do la vida. Algunos hablan de su familia en lugar de sí mismos, con-
los escribe como a la corriente historiográfica en que se inscriben. vencidos de que en los recuerdos de sus antepasados se encuentran
Nunca me ha interesado el estudio a través de los «ismos »: debe ser las claves para entender por qué se han dedicado al estudio de la
una herencia de Heidegger. Prefiero el estudio a través de las per- historia.
sonas de carne y hueso, con sus sueños y quebrantos, alegrías y tris- ¿Por qué es necesaria la historia en el siglo xxr? Veintiún his-
tezas, gozos y sombras: es mi aportación a la herencia de la novela toriadores contestarán a esa pregunta, según su propio parecer y
europea, que comenzó con Chrétien de Troyes, siguió con Joanot juicio. Mientras atendemos sus respuestas, sería conveniente te-
Martortell y Miguel de Cervantes y alcanzó dramatismo con Tolstoi, ner presente el consejo del príncipe de Dinamarca a su amigo Ho-
Flaubert o Mann. racio minutos antes de morir: a un lado está la historia, lo demás
'
Al leer la lista de los veintiún nombres, quizás el lector se haga es silencio.
una pregunta: ¿Por qué esos y no otros? La elección es un asunto
personal, en esto como en cualquier otra actividad humana: afecta
a la manera de ver el mundo de un autor como lector de libros de
historia. Desde luego es un asunto de afinidad, de ahí la importan-
cia concedida a los medievalistas en esta lista, pues yo mismo soy
medievalista y me siento muy cercano a los debates generados en el
interior de mi disciplina; también existe una clara identificación
con sus trabajos y con su método de investigación. Durante años al-
gunos de ellos han estado presentes en las bibliografías de mis cur-
sos en la universidad, y han sido citados como testigos de mis argu-
mentos en clase. Pero sin duda lo que en verdad me ha decidido a
ponerlos en la lista ha sido que todos ellos, cada uno a su manera,
han buscado renovar el viejo oficio de historiador.
Mi elección descansa por tanto en un motivo de carácter in-
terpretativo, y afecta, pues, a la dimensión cognitiva de mí mismo
como lector interesado. Espero que se comprendan mis intencio-
nes: quiero representar la unidad y a la vez la multiplicidad del
estudio histórico a través del testimonio de veintiún historiado-
res cuyas obras fundamentales han sido escritas en el último ter-
cio del siglo xx. Ellos son el auténtico humus de la historia del si-
glo XXI.
Una última coincidencia les une. Entre ig88 y igg8 todos ellos
han tomado conciencia de su situación en el mundo, dejando por
escrito su testimonio de esos años de gran transformación: unas ve-
ces en forma autobiográfica, otras como reflexiones de carácter
personal; en algunos casos, los más distantes, por temperamento,
se limitan a ser unas confesiones sobre el oficio al que han d dica-

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ROSTROS DE LA HISTORIA EN LA ENCRUCIJADA

Los testimonios reunidos aquí se refieren tanto a la persona que do la vida. Algunos hablan de su familia en lugar de sí mismos, con-
los escribe como a la corriente historiográfica en que se inscriben. vencidos de que en los recuerdos de sus antepasados se encuentran
Nunca me ha interesado el estudio a través de los «ismos »: debe ser las claves para entender por qué se han dedicado al estudio de la
una herencia de Heidegger. Prefiero el estudio a través de las per- historia.
sonas de carne y hueso, con sus sueños y quebrantos, alegrías y tris- ¿Por qué es necesaria la historia en el siglo xxr? Veintiún his-
tezas, gozos y sombras: es mi aportación a la herencia de la novela toriadores contestarán a esa pregunta, según su propio parecer y
europea, que comenzó con Chrétien de Troyes, siguió con Joanot juicio. Mientras atendemos sus respuestas, sería conveniente te-
Martortell y Miguel de Cervantes y alcanzó dramatismo con Tolstoi, ner presente el consejo del príncipe de Dinamarca a su amigo Ho-
Flaubert o Mann. racio minutos antes de morir: a un lado está la historia, lo demás
'
Al leer la lista de los veintiún nombres, quizás el lector se haga es silencio.
una pregunta: ¿Por qué esos y no otros? La elección es un asunto
personal, en esto como en cualquier otra actividad humana: afecta
a la manera de ver el mundo de un autor como lector de libros de
historia. Desde luego es un asunto de afinidad, de ahí la importan-
cia concedida a los medievalistas en esta lista, pues yo mismo soy
medievalista y me siento muy cercano a los debates generados en el
interior de mi disciplina; también existe una clara identificación
con sus trabajos y con su método de investigación. Durante años al-
gunos de ellos han estado presentes en las bibliografías de mis cur-
sos en la universidad, y han sido citados como testigos de mis argu-
mentos en clase. Pero sin duda lo que en verdad me ha decidido a
ponerlos en la lista ha sido que todos ellos, cada uno a su manera,
han buscado renovar el viejo oficio de historiador.
Mi elección descansa por tanto en un motivo de carácter in-
terpretativo, y afecta, pues, a la dimensión cognitiva de mí mismo
como lector interesado. Espero que se comprendan mis intencio-
nes: quiero representar la unidad y a la vez la multiplicidad del
estudio histórico a través del testimonio de veintiún historiado-
res cuyas obras fundamentales han sido escritas en el último ter-
cio del siglo xx. Ellos son el auténtico humus de la historia del si-
glo XXI.
Una última coincidencia les une. Entre ig88 y igg8 todos ellos
han tomado conciencia de su situación en el mundo, dejando por
escrito su testimonio de esos años de gran transformación: unas ve-
ces en forma autobiográfica, otras como reflexiones de carácter
personal; en algunos casos, los más distantes, por temperamento,
se limitan a ser unas confesiones sobre el oficio al que han d dica-

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