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LA REFORMULACIÓN.

1. Introducción.

El conocimiento de la Sintaxis y de la normativa es un aspecto importante en el dominio de una


lengua, pero por sí solo no asegura un uso eficaz de la misma. Esta eficacia se manifiesta
totalmente cuando un hablante es capaz de elegir, en cada situación, qué decir o escribir y cómo
hacerlo y, también, cuando un oyente o lector comprende lo que escucha o lee. Por eso la
reformulación, como procedimiento que permite transformar un texto en otro, contribuye al
desarrollo de una competencia comunicativa eficaz.

Reformular significa decir lo mismo de otra manera, y la habilidad para reformular permite
facilitar al interlocutor la comprensión de una idea. Para hacerlo adecuadamente se deben:
utilizar recursos sintácticos variados, poseer un léxico amplio y tener capacidad para detectar
identidades y diferencias de significado. Además, debe existir una correcta comprensión, tanto
de la situación en la que se produce el texto como de las características del género del texto
fuente. Desde el punto de vista de los procesos del conocimiento, la reformulación posibilita
construir múltiples representaciones de la misma idea y ampliar las habilidades comunicativas.
El objetivo de la misma ha de ser, mediante actividades de sustitución, desarrollar estrategias
para transformar un texto en otro, utilizando sinónimos, hiperónimos, paráfrasis…

2. Definición.

Es un proceso de organización del discurso que permite al hablante trabajar sobre un texto dado
para reinterpretarlo y presentarlo de manera distinta. En este proceso desempeñan un papel
esencial los marcadores que señalan las relaciones entre los miembros concatenados.
Reformulación es, pues, el reemplazo de un texto fuente por otro equivalente, es un proceso que
se configura en torno a una relación parafrásica o de equivalencia entre ambos textos, que se
muestra de modo gradual de un máximo a un mínimo o en una predicación de identidad
determinada por los marcadores discursivos cuando la equivalencia semántica es débil.

Es una dinámica que permite establecer el parentesco semántico entre dos enunciados a partir de
sus propiedades significativas, de los marcadores que establecen la relación y de la
interpretación del contexto. Así pues, no es una mera relación lingüística sino una estrategia
lingüístico – cognitiva del hablante que procede a identificar momentáneamente los dos
significados de ambos enunciados, anulando las diferencias de significado en beneficio de las
semejanzas. Se establece entonces entre enunciados de igual nivel jerárquico. Esta relación de
paráfrasis se configura en tres tipos:

- Expansión: La expresión reformulada es semánticamente más amplia que la de


referencia.
- Reducción: los rasgos semánticos son “condensados” en la expresión reformulada.

- Sustitución: Los rasgos semánticos son equiparables, pero se trata simplemente de otra
palabra.

3. Procedimientos de reformulación.

Existen cuatro estrategias básicas de reformulación: sustitución, expansión, reducción y


recolocación, pormenorizamos más la primera de ellas, que engloba de alguna manera a las
demás.
3.1. La sustitución:

Consiste en presentar de forma diferente, una frase, una oración, un párrafo o un texto completo,
sin alterar la información (es decir, sin alterar ni quitar ninguna). Nuestra lengua ofrece distintas
opciones para hacer esta operación.

- Sinónimos: Para referirnos a un ser humano varón, que no es adulto ni bebé, podemos
optar entre “pibe”, “nene”, ”chico”, sin embargo, hay palabras más adecuadas que otras
para cada situación comunicativa.
- Hiperónimos: Palabras de significado más general, por ejemplo, “arma” es hiperónimo
de “revólver”, “fusil”, “espada”, “escopeta”…
- Pronombres y proformas: ciertos adverbios (aquí, allí, ahora) y las palabras de
referencia muy generalizada (hacer, cosa, persona, tal) son formas que pueden sustituir
palabras, expresiones o partes completas de un texto. Ejemplo: “retomé las clases de
portugués. Mi amigo también lo hizo”

- Paráfrasis: A veces no existen sinónimos ni hiperónimos para una palabra, por lo tanto es
necesario sustituirla por una frase que signifique lo mismo, es decir, utilizamos una paráfrasis.
Ejemplo: “Luis cabeceó la pelota. Después de pegarle con la cabeza, la pateó y metió un gol

4. Errores frecuentes a la hora de reformular:

- Uso de conectores, tanto lógicos, como temporales cuyo significado no corresponde al texto
base.

- Sinonimia por similitud fónica y no semántica entre términos.

- Reemplazo de palabras que no significan lo mismo en el contexto de la reformulación.

- Omisiones de información en la reformulación del texto fuente.

- Tergiversaciones semánticas en el remplazo de partes del texto fuente.

ADVERTENCIA: Si bien en muchos casos se sustituyen palabras o frases para evitar


repeticiones, este procedimiento no siempre es posible. Muchos términos especializados
”cromosoma”, “gen” no admiten sinónimos, y si queremos sustituirlos por paráfrasis, es
necesario conocer bien el tema. En el siguiente ejemplo puede verse una sustitución de este tipo
“Muchos vegetales tienen raíces gemíferas, es decir, raíces capaces de producir nuevas partes
aéreas”. Si no se tiene este conocimiento, es mejor no reformularlo. En este sentido advertir que
los nombres propios tampoco admiten reformulación. En estos casos la repetición es intencional
y se usa, por ejemplo, para enfatizar o destacar algo, como en “Y ya no teníamos escudos, ya no
teníamos macanas y nada teníamos que comer, nada comimos” (Eduardo Galeano), tampoco
conviene aquí hacer la sustitución.

Reformulación léxica. Ejercicio práctico:

“Cabe preguntarse el porqué de tal complejidad. Lo cierto es que no tiene nada de gratuita.
Rulfo insistió en que le guiaban propósitos bien definidos.”

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